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▲ formando en mi corazón, hoy están fortalecidas y me confirman en que nos debemos sentir guiados por la actitud de María, para llegar a ser como Jesús; y a la vez es Jesús el camino para llegar a nuestro Padre. Que nuestra misión como cristianos es servir a quienes más lo necesitan, tenderle la mano al desvalido, al marginado, al pobre, al que se encuentra triste o sólo, a los que sufren injusticias; pero también servir en el lugar donde vivimos, a los que nos rodean, y desde donde nos encontremos escuchar el llamado a “tender la mano” y a que nunca dejemos apagar la llama de la fe que Dios ha encendido en nuestros corazones. diferencias. Así también es algo muy valioso, poder prolongar relaciones, independientemente de la cultura, el lugar, las distancias, el horario, los gustos, etc. Todo esto permeó mi sentido de pertenencia y lo ha ido formando en identidad, espiritualidad, compromiso, sencillez, servicio, fe y amor”. Daniela Jaramillo, Colombia “Yo creo que el Encuentro que iniciábamos con la celebración de San Ignacio en Madrid supuso concentrar en un mes el triple coloquio que recomienda Ignacio en Ejercicios: primero María, en aquellos días en Burdeos; luego su Hijo, que se hacía el encontradizo en la semana del MAGIS y por último el Padre, que con el Papa a la cabeza nos llamaba a dar testimonio con nuestra presencia. Muchos momentos de la vida se consumen y agotan en su propio existir, terminando y dejando como mucho un bonito recuerdo, sin embargo las experiencias de Dios dejan el corazón candente a lo largo del tiempo, siendo llama flameante que motiva cada día. Y esto ha pasado después de la JMJ. Ese mes de agosto supuso una gran responsabilidad a posteriori, porque se nos pedía un compromiso con Cristo a través de la Iglesia demostrado en la vida real y concreta. Estábamos –y estamos- siendo llamados a llenar nuestro nombre con el de los demás, a salir a las fronteras, a ser puentes de entendimiento y diálogo. Un gran reto que “nobody said it would be easy”1. Las Jornadas han dejado corazones con ganas de más. Durante este curso he tenido la suerte de conocer chavales que tras la JMJ se daban cuenta de que aquello no podía quedarse en unos días y han visto en las parroquias su modo de continuar, o voluntariados, o catequesis… He visto mayores y jóvenes a los que se les rompían los esquemas de una Iglesia aparentemente rancia, acomodada y envejecida descubriendo el sustento de una Iglesia colorida, con dificultades sí, pero de gran calidad. He conocido a estudiantes que a poco que escarban en su historia abiertamente dicen la importancia de Dios en sus vidas. Y me he 1 Nadie dijo que sería fácil. sorprendido a mí mismo “dejando las armas” y sumergiéndome en averiguar lo que verdaderamente Dios quería de mí, porque veía que cada vez me pedía más. Evidentemente he seguido escuchando críticas con y sin fundamento, desprecios y prejuicios, pero si a la Iglesia no la persiguen es porque no lo está haciendo bien. Polemizamos, vamos a contracorriente, lanzamos un mensaje casi de choque y eso suscita hostilidad. Veo que las Jornadas fueron una siembra de la que poco a poco se recogen frutos contados no en cantidad sino en calidad, cualidad que la Iglesia necesita para seguir adelante. Por lo tanto si me preguntas “¿qué ha pasado después de la JMJ?” diría que ha pasado Dios, para quedarse en nuestras vidas y que me he dado cuenta de que en Él vivimos, nos movemos y existimos”. ◆ Un gran reto que “Nobody said it would be easy”1 Otro aspecto muy significativo fue poder compartir con los demás jóvenes de AHE en la JMJ. Era como sentirnos en familia y establecer vínculos más cercanos con otros integrantes. De cada uno de ellos se podía y aún se puede aprender algo de su manera de ver el mundo, la religión, las personas, a Dios, de cómo se sentían llamados a seguir a Jesús desde la Compañía de María e igualmente mezclarnos con toda esa universalidad católica reconociendo nuestra identidad y nuestras 40 ODN Anuario 2012 ODN Anuario 2012 41