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CONGRESO INTERUNIVERSITARIO «SANTA TERESA DE JESÚS, MAESTRA DE VIDA”
INTERUNIVERSITY CONGRESS «ST TERESA OF AVILA, MAESTRA DE VIDA”
INTERUNIVERSITÄRER KONGRESS „DIE HL. TERESA VON AVILA, LEHRMEISTERIN AUF DEM WEG DES LEBENS”
MESA DE EXPERTOS: SANTA TERESA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
SANTA TERESA, ACICATE PARA UNA IGLESIA EN TRANCE PERMANENTE
DE RENOVACIÓN
1
José Antonio Calvo Gómez
Profesor de Teología de la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila
Agradezco, en primer lugar, la invitación a participar en esta sesión matutina que me
hacen los organizadores del congreso “Santa Teresa de Jesús, maestra de vida”,
celebrado en la ciudad que la vio nacer hace ahora quinientos años. Un saludo a mis
ilustres compañeros de mesa y a todos ustedes, señoras y señores, que nos honran con
su presencia.
Una intervención breve, como ésta, obliga a entrar directamente en el tema que
nos ocupa. En el diálogo podré matizar luego mis palabras, si fuera necesario.
En el marco de una mesa de expertos sobre santa Teresa y la nueva
evangelización, he querido utilizar algunos términos, junto al nombre de aquella que
nos congrega. El primero, “acicate”, es sinónimo de estímulo, motivación, incluso de
provocación e instigación; que recuerda aquel reproche del Maestro en la noche de la
pasión: «Basta ya, ha llegado la hora [...] Despertad, vámonos, ya está aquí el que me
entrega» 2. Santa Teresa lo dice de otra manera:
Estase ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le
levantan mil testimonios y quieren poner a su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de
gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma
menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de
poca importancia 3.
1
Este trabajo ha sido realizado con la ayuda del Centro Español de Estudios Eclesiásticos anejo a la
Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat en Roma en el marco de los proyectos de
investigación del curso 2014-2015.
2
Mc 14, 41- 42.
3
Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección 1, 5.
1
CONGRESO INTERUNIVERSITARIO «SANTA TERESA DE JESÚS, MAESTRA DE VIDA”
INTERUNIVERSITY CONGRESS «ST TERESA OF AVILA, MAESTRA DE VIDA”
INTERUNIVERSITÄRER KONGRESS „DIE HL. TERESA VON AVILA, LEHRMEISTERIN AUF DEM WEG DES LEBENS”
El segundo término es la “Iglesia”, objeto de fe, “creo en la Iglesia”, y a la vez
lugar natural de nuestra fe, templo del Espíritu Santo cuya presencia nos inunda y nos
asegura su permanente asistencia. En su proyecto de regeneración, de reforma, santa
Teresa quiso estar atenta a esta misma voz del Espíritu, en el seno de la Iglesia. Aquella
jornada del 4 de octubre, en Alba de Tormes, casi anochecida, en brazos de la beata Ana
de San Bartolomé, su fiel secretaria, exclamó la Madre: «En fin, muero hija de la
Iglesia». Estas fueron sus últimas palabras, como habían sido otras muchas, en la casa
grande de todos los hijos de Dios, como gesto de entrega absoluta a la voluntad del
Padre y verdadero deseo de renovar el edificio desde sus entrañas, sufriendo y viviendo
el gozo de ser hija de la Iglesia. Frente a las ideologías que parecen necesitar salir para
transformar nuestro hogar, la Santa nos enseñó que era más difícil, pero también más
verdadera, la reforma que nacía Ex corde Ecclesiae, del corazón de la propia Iglesia.
El tercer sustantivo es el “trance”, el brete, la coyuntura, incluso el aprieto, el
conflicto, la encrucijada en la que hoy, como en tiempos de la madre Teresa, está el
hombre, la Iglesia, el mundo. Cualquier tiempo pasado no fue mejor; pero hoy no falta
la tensión con el mundo, la lucha contra la mediocridad, la mezquindad, y contra el
materialismo hedonista que quiere conquistar el alma del hombre. Por otra parte, esta
querella no se da sólo entre los discípulos de Cristo y el mundo, entre los santos y los
que han renunciado a la vida. La hostilidad está asentada en el corazón de cada hombre,
en la propia Iglesia, santa, hecha de hombres pecadores, como nosotros, que se debate
entre la fidelidad y la renuncia, entre el seguimiento y la traición:
Viendo yo ya tan grandes males que fuerzas humanas no bastan a atajar este fuego
[…] hame parecido que es menester […] que lo que hemos de pedir a Dios es que
en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se levante ningún traidor, sino
que los tenga Dios de sus manos; y a los capitanes de este castillo o ciudad los haga
muy aventajados en el camino del Señor. 4
El último sustantivo de esta breve intervención es la “renovación”, que es, sobre
todo, sinónimo de reforma; de reforma católica, no de otros proyectos externos a
nosotros, que rompieron la Iglesia cuando más necesitaba la unidad. Reforma es
transformación, evolución, innovación. Pero el sinónimo propio para la verdadera
reforma de la Iglesia es la fidelidad: fidelidad al origen, al depósito de la fe, a la Palabra
4
Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección 3, 1- 2.
2
CONGRESO INTERUNIVERSITARIO «SANTA TERESA DE JESÚS, MAESTRA DE VIDA”
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recibida que, en lealtad sobrenatural, fecunda y renueva; Palabra que se entrega y es
capaz de devolver la vida a los huesos secos.
Hijo de hombre – pregunta el Señor al profeta Ezequiel– ¿volverán a vivir esos
huesos? [...] Profetiza sobre esos huesos y diles: ¡Huesos secos, escuchad [...] voy a
infundir en vosotros un espíritu que os hará revivir! [...] Habla al Espíritu, hijo de
hombre, y dile: [...] Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla en estos muertos
para que revivan 5.
En este espacio de comprensión, con cuatro lados que lo enmarcan: acicate,
Iglesia, trance y renovación, con el permiso del padre Emilio, quiero formular siete de
las que considero claves de interpretación de la Santa. Me parece que representan otras
tantas directrices para la verdadera reforma de la Iglesia y para una renovada
evangelización, con nuevo ardor, con nuevos métodos, pero siempre desde la auténtica
reforma que no escapa de la realidad, sino que profundiza en la verdad, en la comunión,
en el seno de Su Divina Majestad y de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, nuestra
madre.
La primera clave es la centralidad de Jesucristo. El padre Emilio nos ha
hablado sobre la necesidad de renovar nuestro encuentro personal con Él. No insisto,
porque lo ha dicho mejor que yo. Santa Teresa vivió en la presencia permanente de
aquel por el que entregaba la vida: «Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo»6,
decía la Madre, como nos ha recordado este año nuestro obispo en su carta pastoral. No
hay verdadera reforma si no devolvemos el protagonismo al agente principal de este
encuentro. Volver a Cristo, a su palabra, a la intimidad con él, a la oración, a su
precedencia en el orden de la acción, representa el primer eslabón, necesario, para una
cadena de vida cristiana.
La segunda clave es la Trinidad, porque inmediatamente percibimos que no
somos hijos de un Dios solitario. Su Divina Majestad nos renueva con un diálogo
entrañable: «Y vendremos a Él y haremos morada en él» 7, que le da pie a la Santa para
desarrollar uno de los itinerarios de amor más hermosos de la literatura universal:
5
Ez 37, 3- 9.
Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida 27, 2.
7
Jn 14, 23.
6
3
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Pues, cuando Su Majestad es servido de hacerle la merced dicha de este divino
matrimonio, primero la mete en su morada [...] quiere ya nuestro buen Dios
quitarla las escamas de los ojos [...] se le muestra la Santísima Trinidad, todas tres
personas [...] una sustancia, y un poder, y un saber, y un solo Dios 8.
Dios es Trinidad, principio de vida, que vive, que actúa, que inhabita el alma,
que viene a ese hombre, el escenario y el protagonista, a la vez, de esa aventura
espiritual. Por eso, el hombre verdadero es un ser en diálogo: con Dios Trinidad y con el
hombre que camina a su lado.
La tercera clave, en relación con aquella, es la dignidad irrenunciable del
hombre. «Y vio Dios que era muy bueno» 9. El hombre, no sólo es bueno, como el resto
de la creación. Expresamente dice el Señor: «Y vio Dios lo que había hecho y todo era
muy bueno». El hombre no pierde jamás su dignidad. Esa alma, como un «castillo todo
de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo
hay muchas moradas» 10 que, incluso a veces encenagada por el barro de la ronda del
castillo, es capaz de Dios, está llamada a entrar en lo más hondo de sí misma y
encontrarse con aquel que la ha creado. No hemos sido convocados para juzgar ni para
condenar, sino para levantar al hombre postrado por el peso del día y el calor, y limpiar
el barro de un rostro ensangrentado por la lucha. Con palabras del papa Francisco,
debemos ser esa Iglesia, la de los «hospitales de campaña tras una batalla» que no
abandona nunca al hombre, por muy emponzoñada que esté su vida; aunque ya la
costumbre la tenga tal «de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están
en el cerco del castillo, que ya casi está hecha como ellas [...] con ser de natural tan rica
y poder tener su conversación no menos que con Dios»11, añade la Santa.
La cuarta clave es la necesidad de abandonar “la negra honra”, sacando
cierto partido a las palabras de la madre Teresa; la seguridad de una estructura, a veces
caduca; la protección de un prestigio, hoy presuntuoso; los respetos humanos, que nos
liberan de un verdadero compromiso personal y social. «Por amor de Dios, hermanas,
que llevamos perdido el camino porque va errado desde el principio y plega a Dios que
no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra sin entender en qué
8
Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior 7M, 1, 5- 6.
Gn 1, 31.
10
Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior 1M, 1, 1.
11
Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior 1M, 1, 6.
9
4
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está la honra» 12. Tal vez pensemos, engañados, que está en la seguridad de una posición,
de esa negra honra que habla de vaciedad y de una ausencia de verdadera adhesión a la
hora del evangelio.
La quinta clave es la autenticidad apostólica, que habla del alma del apóstol;
que exige tener un corazón fuerte, íntegro, renovado por la intimidad con Cristo que, en
la lucha, sabe quién es su rey, y cuál la plaza que conquistar, y cuál defender. El apóstol
debe temer sinceramente que se pierdan las almas; sentir el dolor y el frío de aquellos
hombres y mujeres de nuestra tierra y de nuestra hora que han dejado de sentir. Hoy ya
no son tan importantes las palabras, los discursos hermosos y bien trabados. No hacen
falta predicadores sino testigos, mártires de la nueva evangelización, apóstoles de una
Palabra viva, roca firme en la que edificar el futuro de una nueva generación que espera.
La sexta clave es el deseo del cielo y el temor del infierno. La afirmación
personal, la respuesta confiada ante la llamada no representa el pasado de la
evangelización. Hoy es más necesario profundizar en la adhesión a la Palabra que cada
hombre formule en su interior. La exigencia sincera en el camino de la santidad, la
condena de lo que retrasa la hora del Hijo, la cercanía de la Virgen y san José, la
amistad con los santos y con lo santo, no responde a fórmulas antiguas de santificación.
La verdad de Dios introduce al hombre en el cielo y, desde ahora, nos hace entrar en
sintonía entrañable con todo lo que le pertenece. La pastoral de la santidad es más
necesaria en un tiempo en que los hombres hemos preferido la mediocridad y el hastío.
Cada vez que tiene oración es ésta su pena; en alguna manera quizá procede de la
muy grande pena que le da de ver que es ofendido Dios y poco estimado en este
mundo, y de las muchas almas que se pierden, ansí de herejes como de moros;
aunque las que más la lastiman son las de los cristianos que, aunque es grande la
misericordia de Dios, que por mal que vivan se pueden enmendar y salvarse, teme
que se condenan muchos 13.
La última clave es la lucha, el combate, la tensión del reino; es el ya pero
todavía no. «En el mundo tendréis luchas –nos asegura el Señor– pero, tened valor, yo
he vencido al mundo»14. No parece que la nueva evangelización vaya a crear “grupos
estufa” donde se esté cómodo, seguro, caliente en los días de invierno que vive nuestra
12
Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 36, 6.
Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 1, 5.
14
Jn 16, 33.
13
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Iglesia. «Estase ardiendo el mundo y no es hora de tratar con Dios negocios de poca
importancia». «Prefiero una Iglesia accidentada pero en salida, que una Iglesia enferma
de auto-referencialidad», acaba de decirnos el papa Francisco; quien luego añade que
«la nueva evangelización consiste en dar esperanza». Santa Teresa permaneció en la
primera línea el combate, con el heroísmo del guerrero, pero con la serena comprensión
de que esta guerra la llevaba otro Capitán. En esta hora, nos despierta, a cada uno de
nosotros, para que renovados, pertrechados con las armas de la santidad, también hoy
emprendamos el camino de la nueva evangelización.
He dicho. Muchas gracias.
6