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Cardenal Jorge María Mejía
El 9 de diciembre de 2014 falleció en Roma, a la edad de 91 años, el Cardenal Jorge M.
Mejía, que por muchos años fue profesor de Sagradas Escrituras en esta casa de estudios, y a
quien queremos rendir un homenaje por sus valiosos aportes a la teología en nuestro país.
El Cardenal Mejía había nacido en San Isidro (Provincia de Buenos Aires) el 31 de
enero de 1923. Fue alumno del Seminario de Buenos Aires y recibió la ordenación sacerdotal
el 22 de septiembre de 1945 con una dispensa porque todavía no había alcanzado la edad
fijada por el Derecho Canónico. Disconforme con la formación teológica que había recibido
en el Seminario,1 deseaba intensificar sus estudios en las áreas que consideraba
fundamentales. Con la libertad que siempre lo caracterizó, después de su ordenación,
obtuvo el correspondiente permiso de la autoridad eclesiástica y tomando a su cargo todos
los gastos, en 1946 viajó a Roma, donde emprendió el estudio sistemático de la teología de
santo Tomás de Aquino bajo la dirección de los Padres Dominicos del Pontificio Instituto
«Angelicum», hoy Pontificia Universidad «santo Tomás de Aquino», y de la Sagrada Escritura
bajo la dirección de los Jesuitas del Pontificio Instituto Bíblico. Después de obtener la
Licenciatura en Teología en el «Angelicum», alcanzó la Licenciatura en Sagradas Escrituras en
el Bíblico. En 1951 recibió el Doctorado en Teología en el «Angelicum», con una tesis sobre
“La hipótesis de la naturaleza pura y sus adversarios en los siglos XVI al XVIII”. 2 En este
período de sus estudios tuvo como compañero y amigo a Karol Wojtyla, a quien volvió a
encontrar en el Vaticano durante los días del Concilio Vaticano II, cuando este era Arzobispo,
y más tarde cuando era el Papa Juan Pablo II.
En el mismo año 1951 regresó a Buenos Aires y fue destinado como profesor de
Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología, que en ese tiempo estaba unida al Seminario
Metropolitano. Fue el primero de los sacerdotes del clero diocesano que formó parte del
cuerpo profesoral en esta casa que en ese tiempo estaba confiada a la Compañía de Jesús.
Le correspondió enseñar el Antiguo Testamento y desempeñó este cargo en una época
particularmente difícil. Cuando la enseñanza de la teología mostraba una evidente carencia
de fundamentos bíblicos, y la Sagrada Escritura se venía enseñando en los Seminarios, y
también en el de Buenos Aires, desde una perspectiva marcadamente apologética contra los
racionalistas y los protestantes, y con una visión del texto bíblico despegado de la historia, el
Papa Pío XII, con su encíclica “Divino Afflante Spiritu”, había dado un vuelco completamente
novedoso a los estudios bíblicos. Le correspondió entonces a Jorge Mejía introducir a los
alumnos en el uso de los nuevos métodos, acostumbrarlos a oír hablar de géneros literarios,
método histórico-crítico, dimensión histórica de la Biblia, revelación progresiva... Un tema
que le apasionaba y del que hablaba con interés en sus clases y en todo otro momento era el
del hallazgo de los manuscritos del Mar Muerto, que se había producido pocos años antes
1
Refiriéndose a los años de su formación intelectual en el Seminario, Jorge Mejía recuerda que “no lograba que
ni los profesores ni la enseñanza por ellos impartida me satisfaciera de manera al menos suficiente”, y que “el
momento era de una transición de una teología de manual, y de manual mediocre (mejor no nombrarlo), a una
teología de fundamento más bíblico, más auténticamente fiel a las fuentes y más abierta a los interrogantes
actuales” (en: Apacienten el rebaño de Dios. Libro del centenario del Seminario de Villa Devoto, 1899-1999
[A.Marino - M.Poli, edits.]; Buenos Aires, 1999; pág. 158).
2
Jorge M. Mejía, La hipótesis de la naturaleza pura y sus adversarios en los siglos XVI al XVIII. Buenos Aires,
Verdad, 1956.
1
de que comenzara su tarea docente. De esta época procede un pequeño libro sobre este
tema, que recoge un artículo de Jorge Mejía junto con otros del entonces Padre Danièlou y
Gustavo Ferrari.3 Como resultado de sus clases, en 1964 publicó una breve “Guía para la
lectura de la Biblia”, reeditada pocos años después,4 y un comentario al libro del profeta
Oseas.5 La nueva corriente de aire introducida por Mejía en la comprensión de la Escritura
era recibida con gusto y alegría por muchos, pero también con resistencia por otros muchos,
tanto dentro como fuera del Seminario, y no faltaron las calumnias y las acusaciones.
Ya en ese tiempo Jorge Mejía impresionaba a los alumnos por su memoria, su facilidad
con los idiomas y su erudición. Se mostraba como un profesor de seria formación humanista,
que conocía en profundidad la materia que estaba enseñando y fundamentaba con
seguridad cada una de sus afirmaciones. Se traslucía que gozaba en la enseñanza y
transmitía a sus alumnos su amor por las Sagradas Escrituras. Al mismo tiempo mostraba
que su aplicación de la ciencia para desentrañar el sentido de los textos iba acompañada de
una sólida piedad y un gran respeto por las enseñanzas de la Iglesia.
Su docencia de las Sagradas Escrituras no se limitó a las clases en el Seminario de Villa
Devoto, sino que se extendió a otras casas de estudios, y también a charlas y conferencias en
distintos lugares. Su actividad se vio apoyada por sus mismos alumnos que con el correr del
tiempo se sumaban a la actividad docente, y sobre todo por profesores que regresaban a la
Argentina después de haber obtenido sus títulos en Roma, e impartían su enseñanza en la
misma línea marcada por el Papa Pío XII.
Al contemplar esta historia después de muchos años, se tiene la convicción de que
Jorge Mejía fue puesto por Dios para abrir con firmeza, y no sin contradicciones, un camino
en el que después se sumaron muchos otros y que sirvió para que toda una generación de
católicos de nuestro país estuviera preparada para recibir la Constitución “Dei Verbum” con
alegría y sin sorpresas.
Aun así, el aporte de Jorge Mejía no se agotó con la enseñanza de la Sagrada Escritura.
Un tema que le apasionaba y no dejaba de mencionar en cuanta oportunidad se presentara,
era el del diálogo con el judaísmo y con las otras iglesias cristianas. A pesar de que estos eran
temas que en aquellos tiempos anteriores al Concilio Vaticano II no eran bien vistos, y más
aun, en ciertos círculos eran censurados, Jorge Mejía logró formar a su alrededor un grupo
de personas que se interesó por el ecumenismo y el diálogo inter-religioso.
A partir de 1955 estuvo ligado a la redacción de la revista “Criterio”, y desde 1957
hasta 1977 fue su director. Esta tarea cubrió todo el período de la preparación y realización
del Concilio Vaticano II y los primeros años de la era post-conciliar. Al comenzar la segunda
sesión del Concilio (1963), a pesar de la oposición de algunos obispos, Jorge Mejía fue
designado “Perito” del Concilio. Mientras participaba en el Concilio con este nuevo título,
hizo sus aportes en “Criterio” desde la columna “Crónicas del Concilio” con las que no sólo
3
Jean Danièlou (S.I.), Gustavo Ferrari, Jorge María Mejía, Los manuscritos del Mar Muerto y los orígenes del
cristianismo, Buenos Aires, Criterio, 1959
4
Jorge Mejía, Guía para la lectura de la Biblia, Buenos Aires, Criterio, 1964. Reedición: Buenos Aires, Patria
Grande, 1977.
5
Jorge Mejía, Amor, Pecado, Alianza. Una lectura del Profeta Oseas, Buenos Aires, Patria Grande, 1975.
2
informó sobre lo que sucedía en el aula sino que también iluminó a los lectores al mostrar el
profundo sentido de las discusiones y tensiones conciliares. En esas páginas mostró su
concepción de la Iglesia como comunión, su apertura al mundo, su diálogo con la cultura...6
Muchos obispos expresaban su coincidencia con las opiniones expresadas por Jorge Mejía, y
también eran muchos los sacerdotes y laicos que se entusiasmaban con la perspectiva de la
Iglesia renovada que presentían a través de estas crónicas. Pero esa época fue también un
período difícil, porque otros, también algunos obispos, no dejaron de expresar su desagrado
y rechazo por estas publicaciones.
Finalizado el Concilio, esta página de “Criterio” se transformó en “Crónicas de la vida
de la Iglesia” con el deseo, como expresó el mismo Jorge Mejía, “de mantener a los lectores
de la revista, en cuanto le sea posible, informados de las vías que toma el Espíritu después
de la gran explosión pentecostal que hemos vivido”. Estas “Crónicas” durante y después del
Concilio constituyen un instrumento útil para esbozar y elaborar una “eclesiogía de Jorge
Mejía”.
En 1967, después del Concilio Vaticano II, Monseñor Eduardo Pironio lo designó
Secretario del Departamento de Ecumenismo del CELAM. En esta nueva actividad se ocupó
de una manera especial en las relaciones con el judaísmo en toda América Latina. Cesó en
este cargo en octubre de 1977, cuando el Papa Pablo VI lo llamó a Roma para que ocupara el
cargo de Secretario de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el
judaísmo, organismo ligado al Consejo para la unidad de los cristianos, aunque distinto de
éste. En este mismo Consejo tuvo a su cargo las relaciones con la Alianza Bíblica Universal y
también todo lo referente a las actividades ecuménicas en América Latina. Durante su
gestión en la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo se publicó el documento
“Presentación de los judíos y del judaísmo en la catequesis y en la predicación de la Iglesia
Católica”.7 También tuvo una destacada participación en la preparación de la visita del Papa
Juan Pablo II a la Sinagoga de Roma (13 de abril de 1986).8
En estos años no dejó de ocuparse de las cuestiones bíblicas. Testimonio de esto es la
serie de sus artículos y participaciones en Congresos entre los años 1980 y 1985 en los que
se centró principalmente en la reflexión teológica en torno a la hermenéutica bíblica.9
6
Las “Crónicas del Concilio” fueron recogidas en una publicación que reúne también sus apuntes de cada una de
las congregaciones generales: Una presencia en el Concilio. Crónicas y apuntes del Concilio Vaticano II,
Buenos Aires, Agápe, 2009.
7
Comisión para las relaciones religiosas con el Judaísmo, Acerca de una correcta presentación de los judíos y
del judaísmo en la predicación y en la catequesis de la Iglesia católica (Mayo de 1985). El documento lleva la
firma del cardenal J. Willebrands (Presidente), del padre Pierre Duprey OP (Vice-presidente) y Jorge Mejía
(Secretario) de la Comisión.
8
Jorge Cardenal Mejía, “El dálogo con nuestros "Hermanos Mayores". Encuentro con la Comunidad hebrea en
la sinagoga de Roma, 13 de abril de 1986”, Nuntium, 15-16 (2005) 254-265.
9
A Christian view of the Bible Interpretation, en Biblical Studies, meeting ground of Jews and Christians, ed. by
Lawrence Boadt, Helga Croner, Léon KIeniki, New York, Paulist Press 1980, pp. 45-72.
Un recente studio sul senso «critico» della Bibbia (sobre The critical meaning of the Bible de R. E. Brown), en
L'Osservatore Romano, 7-9 Junio de 1982, pp. 3 y 5.-3.
Biblia y Ecumenismo, Historia de la Biblia Ecuménica (Comentario Ecuménico a la S. Biblia, La Prensa
Católica, México 1983), pp. 3-28
The role of Tradition in the reading of the Scripture (Ponencia presentada en el Coloquio Teológico judeocristiano, Lucerna 1984).
3
Sus actividades más intensas en la Santa Sede tuvieron lugar durante el pontificado de
Juan Pablo II. El 8 de marzo de 1986 fue designado vice-presidente del Pontificio Consejo
Justicia y Paz, y el 12 de abril de ese mismo año fue ordenado Obispo. Al día siguiente de su
ordenación episcopal acompañó al Papa Juan Pablo II en su visita a la Sinagoga de Roma.
Si hasta ese momento su tarea en el diálogo religioso con los judíos estaba más ligada
con su especialización en la Sagrada Escritura, ahora debía inclinarse hacia el área de la
cuestión social, un terreno en el que muy pocos habrían sospechado que Jorge Mejía se
podría mover con solvencia.
Le correspondió preparar la jornada de oración por la paz junto con las otras iglesias,
las comunidades eclesiales y otras religiones, que tuvo lugar en Asís el 27 de octubre de
1986. Debió preparar varios documentos del mismo Consejo, entre los que se pueden
señalar los referidos a la deuda internacional,10 a los que carecen de techo,11 y al racismo.12
Sobre la cuestión social escribió algunas obras y artículos. Se puede destacar una
recopilación de diversos artículos sobre el tema, publicada en Buenos Aires en 1998,13 y un
artículo sobre el desarrollo aparecido en una revista de Chile algunos años después.14
Jorge Mejía dejó su cargo en el Pontificio Consejo Justicia y Paz en 1994, cuando Juan
Pablo II lo designó secretario de la Congregación para los Obispos, a la vez que lo elevaba al
grado de Arzobispo. El 7 de marzo de 1998, al cesar en sus cargos por el límite de edad, fue
promovido a custodio del Archivo y de la Biblioteca Pontificia, y el 21 de febrero de 2001
recibió el título de Cardenal, en el orden de los Cardenales-diáconos, con el título de San
Girolamo della Carità. Cesó en este cargo en octubre de 2003, cuando había cumplido 80
años. En febrero de 2011 el Papa Benedicto XVI lo elevó al orden de los Cardenalespresbíteros.
Su responsabilidad en la Biblioteca Vaticana lo colocó en un ámbito en el que se
guardan tesoros bibliográficos de todas las épocas, y en especial de la antigüedad cristiana.
Muchos son testigos de la emoción y alegría que dejaba trasuntar cuando relataba sus
experiencias en este nuevo cargo. En el tiempo que duró su gestión se debió ocupar, entre
otras cosas, de la digitalización de los libros y documentos conservados en la Biblioteca, y de
la publicación de facsímiles.15
Presupuestos hermenéuticos y perspectivas de la exégesis crítica de la Biblia (Ponencia presentada en el VII
Simposio Internacional de Teología (Universidad de Navarra, 1985).
10
Al servicio de la comunidad humana: Una consideración ética de la deuda internacional (27 diciembre 1986),
Ciudad del Vaticano, 1986.
11
Card. Roger Etchegaray - Card. Jorge Mejía, ¿Qué has hecho de tu hermano sin techo? La Iglesia ante la
carencia de vivienda; Ciudad del Vaticano, 1987.
12
La Iglesia ante el racismo. Para una sociedad más fraterna (2ª edición con una puesta al día introductiva del
texto original de 1988), Ciudad del Vaticano, 2001
13
Jorge M. Mejía, La cuestión social: temas de doctrina social de la Iglesia, Buenos Aires, Paulinas, 1998.
14
Jorge Cardenal Mejía, “La cuestión del desarrolo integral. Las condiciones "humanas" del desarrollo”,
Humanitas, Año 14, Nº 53 ( 2009) , págs. 55-61.
15
Jorge María Mejía, The Fifteenth Century Frescoes in the Sistine Chapel. Edizione Musei Vaticani, 2003.
Jorge María Mejía, Christine Maria Grafinger, Barbara Jatta, I cardinali bibliotecari di Santa Romana
Chiesa: la quadreria nella Biblioteca apostolica Vaticana. Biblioteca Apostolica Vaticana, 2006.
4
En estos últimos años de su vida dio a conocer su autobiografía “Historia de una
identidad”.16 Pero esto no significó una “despedida”, porque continuó produciendo artículos
y libros17 que testimonian su invariable pasión por la Sagrada Escritura.
Esta apretada reseña de vida de Jorge Mejía es motivada por el deseo de traer a la
memoria algo del aporte que hizo a la Iglesia en Argentina en el ámbito de la Sagrada
Escritura, del diálogo con los judíos, del ecumenismo y de la cuestión social. Sin hacer
concesiones a la estridencia de las controversias, con su palabra y sus escritos contribuyó a
disponer a toda una generación de clérigos y laicos de modo que se encontrara preparada
para recibir el Concilio Vaticano II y pudiera comenzar a recorrer los nuevos caminos que
abría el Espíritu. Por todo esto merece el sincero homenaje de la Iglesia y en particular de
todos los teólogos de Argentina.
Luis Heriberto Rivas
Jorge María Mejía, Libro ilustrado de oraciones del final de la Edad Media (Vat. Lat. 3768). Biblioteca
Apostólica Vaticana, 2009.
16
Jorge Cardenal Mejía, Historia de una identidad, Buenos Aires, Letemendía 2005.
17
Jorge Cardenal Mejía, “La primera y la segunda Comisión Bíblica”, en: “Donde está el Espíritu, está la
libertad”. Homenaje a Luis Heriberto Rivas con motivo de sus 70 años, Buenos Aires, San Benito 2003; 2533.
Jorge Cardenal Mejía, “El «Liber Trium Officiorum» de Robert de Keyser. Ejemplo de distorsión de la lectura
bíblica y litúrgica a favor de un personaje histórico”, en: “Testigos y servidores de la Palabra (Lc 1,21).
Homenaje a Luis Heriberto Rivas”, Buenos Aires, San Benito 2008; 19-30.
Jorge Cardenal Mejía, El Antiguo Testamento. Guía para la lectura, Buenos Aires, Agápe 2011
Jorge Cardenal Mejía, El Levítico. Guía para una lectura cristiana, Buenos Aires, Agápe 2013.
Jorge Cardenal Mejía, Nehemías: Un ejemplo de laico en el Antiguo Testamento, Universidad Católica de
Cuyo 2013.
Jorge Cardenal Mejía, ¿Cómo llegamos a la Biblia completa?, Buenos Aires, Guadalupe, 2014
5