Download Carta II de Mons. Montini a los fieles de Milán durante el Concilio

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Transcript
PAZ Y BIEN
PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN
Cartas desde el Concilio *
II
PRIMEROS PASOS IMPORTANTES
La semana conciliar fue ocupada por el nombramiento de los miembros de las
Comisiones, como todos saben.
Nuestro interés puede detenerse sobre algunos hechos derivados de estos trabajos
preliminares. El primero es la conciencia que los Obispos van tomando entre ellos,
ocasionada por la gran reunión ecuménica y los encuentros particulares, y promovida por la
obligación hecha a cada Padre del Concilio de votar indicando los nombres de dieciséis
Obispos para cada una de las dieciséis comisiones, eligiéndolos entre las listas de varios
episcopados del mundo. Nombres y nombres, ¿cómo conocerlos y cómo elegirlos? La
catolicidad comienza a mostrar sus dimensiones concretas, y por lo tanto sus dificultades
prácticas de tener también alguna noción elemental: la Iglesia es ella misma; la Iglesia es
compuesta, la Iglesia es internacional y mundial. Pero porque es unida y fraterna, ella abre
rápidamente a cada miembro una comunión sincera, parece descubrir más que crear una
amistad entre aquellos que primeramente eran extraños y desconocidos. El fenómeno que
se experimenta, revela una profundidad que supera la experiencia de los contactos
humanos, a los que nos acostumbran las fáciles comunicaciones modernas; no es
superficial, no es ocasional; deja entender una interioridad y una consistencia, que hace
pensar en el principio misterioso de esta confidente familiaridad; el alma corre hacia Cristo;
al Cristo que ha dicho: “que estará allí donde sólo dos o tres se reúnan en su nombre”; aquí
somos miles, dos mil, casi tres mil vivientes por Él y en Él reunidos. Vienen al pensamiento
las palabras de nuestro San Ambrosio: Confitere Christum, quia plenitudo est: de alabar a
Cristo, porque Él es esta plenitud (In psal. 43, 94).
Otro hecho digno para nosotros de consideración es la reunión de todos los Obispos
italianos, en la “Domus Mariae”, realizada el domingo 14 de octubre, motivada por la
necesidad de estudiar cómo proceder para la elección de los miembros de las comisiones
conciliares. Y bien, ésta fue la primera reunión del Episcopado italiano en la historia.
Nunca, antes que ahora se ha realizado tal reunión. En Italia, en los siglos pasados, no
hubo unidad política y por lo tanto tampoco unidad de la jerarquía eclesiástica. (La primera
reunión de los Obispos italianos fue convocada por el Papa Pío XI para el 10 de febrero de
1939; pero la reunión no se realizó porque en la noche anterior el Papa murió). Por lo tanto,
sin que la cosa fuese por muchos advertida, esta primera reunión marca una fecha histórica
y pone en evidencia una condición canónica nueva de la Iglesia en Italia, preparando así
nuevos desarrollos a la conciencia y a la acción del Colegio episcopal italiano. El Concilio
ha provocado, de esta manera, la maduración de circunstancias, que debemos decir
felices, y auspician fecunda abundancia de mutuo conocimiento, de concordia, de
colaboración para el Episcopado italiano.
Un tercer acontecimiento señalamos con gusto a nuestra familia diocesana, y es la
larga audiencia que el Santo Padre se ha dignado conceder al secretario del Concilio para
la cuestión “extra ordine”, al cual Su Santidad ha querido agregar al Arzobispo de Milán. El
Santo Padre, como siempre, ha estado amabilísimo y nos ha colmado de bendiciones, que
con gusto hacemos llover sobre nuestros diocesanos.
...
No será, además, en vano para ustedes que el Episcopado lombardo ha tendido en
esta semana dos bellas reuniones en el departamento que me han asignado, por bondad
pontificia, en el interior mismo de la Ciudad del Vaticano. También estas reuniones nos han
procurado el placer de laboriosas conversaciones sobre varios aspectos del Concilio y
sobre nuestros particulares deberes en orden a nuestra mediata y factible participación.
Intercambio de impresiones, de ideas, de propósitos, de comentarios, sirven de
entrenamiento colectivo a nuestra integración en la gran actividad del Concilio, y nos hace
comprender mejor la complejidad y la importancia.
De hecho, las elecciones del martes 16 de octubre de los 160 Padres conciliares que
deben formar parte de las Comisiones, han puesto, por primera vez a prueba, las
complicadas exigencias al reglamento que debe disciplinar el Concilio y también la
paciencia de los electores. Se trataba de dar a las diez listas correspondientes a las
Comisiones una composición verdaderamente ecuménica, que reuniese personas
competentes y elegidas de varias partes del mundo. Otro fenómeno interesante es el
pronunciamiento a este propósito sobre la funcionalidad de las Conferencias Episcopales
nacionales sobre el plano de la ecumenicidad. Las Naciones han regresado, pero con una
muy distinta expresión a aquella de la primera aparición en el Concilio Ecuménico de
Constanza; antes bien que para distinguir, aquí en cambio para coordinar los grupos
episcopales nacionales. Lo prueba también el hecho de que el factor de la lengua emerge,
como base de la formación de los grupos episcopales, expresión más amplia por lo tanto y
diversa de aquella estrechamente nacional.
Las “gentes” han elegido sus representantes en las Comisiones conciliares,
superando dificultades técnicas y ambiciones particulares y alcanzando conclusiones muy
consoladoras para la armonía del Concilio y prometedoras para la capacidad y la
competencia de sus órganos de estado y de trabajo.
Debemos también registrar, en ésta nuestra pequeña crónica, el hecho de que el
primer tema propuesto al tratamiento del Concilio será el de la Sagrada Liturgia. Si bien
esto no está en la expectativa común y no se sabe todavía cuál será el diseño lógico y
programático del Concilio mismo, nosotros hemos acogido con placer este argumento,
reconociéndolo casi como un magnifico testimonio del primado de la Sagrada Liturgia, del
primado, por lo tanto, que el culto a Dios y unión con Cristo tiene que existir en la vida
humana, en aquella católica especialmente. ¡La oración de la Iglesia en el primer puesto!
...
En fin, esta mañana hemos tenido el primer acto del Concilio dirigido al público, la
discusión y la aparición del mensaje que los Padres del Concilio dirigen al mundo. Ellos
sentían muy fijos sobre ellos los ojos de la humanidad. Antes de introducirse en las
materias reservadas a la vida de la Iglesia han sentido la obligación y el deseo de dirigir al
mundo un saludo. Es para leer y meditar. Comienza así un diálogo solemne, alto y nuevo,
entre la Iglesia y la sociedad moderna. Casi queda contenida la respiración: ¿qué ocurrirá?
¿Habrá comprensión? ¿Respuesta? ¿Y cómo responderá a tan comprometedora palabra,
dentro y fuera de la Iglesia, la realidad de la vida?
¡Meditamos y también rezamos!
Desde el Vaticano, 20 de octubre de 1962.
*Cartas enviadas por el Arzobispo de Milán desde el Concilio Vaticano II del 13 de octubre al 2 de diciembre
de 1962.
Traducidas por Mons. Roberto J. González Raeta.
Sofía T. de Santamarina 551 – Monte Grande (B1842CCC) – Buenos Aires – Argentina
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