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w Domingo 25 de Septiembre de 2016 w 5 SEMANARIO CATÓLICO Tuxtla: hacia un nuevo Pentecostés Pbro. Julio Díaz Villegas DMJBP Antigua Catedral San Marcos El Concilio Vaticano II (1962-1965) significó para la Iglesia universal el inicio de una nueva etapa en su historia evangelizadora y misionera marcada por la impetuosa del Espíritu Santo que sopló fuertemente, aires nuevos, al interior del Pueblo de Dios; generando así un movimiento de apertura, renovación, diálogo y acercamiento del Evangelio a los nuevos ambientes y circunstancias del mundo moderno que, desde esa época, se habría paso aceleradamente con el desarrollo de la ciencia y la técnica avanzada. Los fuertes soplos del Espíritu que se produjeron durante el desarrollo del acontecimiento conciliar en la Ciudad del Vaticano llegaron a tierras chiapanecas con la publicación de la Bula Pontificia. «Cura Illa» de su Santidad Beato Pablo VI, con la cual erigía la nueva Diócesis de Tuxtla enclavada en medio de circunstancias históricas particulares y con altas precariedades económicas. El ímpetu misionero que se suscitó, en ese entonces, para evangelizar a las gentes en la naciente diócesis provenía del brillo fervoroso de su primer Obispo Don José Trinidad Sepúlveda Ruiz-Velasco que fue consagrado en el Orden Episcopal el 25 de julio de 1965 en la parroquia en Nuestra Señora de Guadalupe, en la capital del Estado de Chiapas. La acción misionera y evangelizadora en estas tierras de origen Zoque y Tzotzil ha seguido su curso en el transcurso de las décadas no sin limitaciones, obstáculos y desafíos pastorales que han sido superados en gran medida gracias al ingenio, luz y compromiso apostólico de los pastores que han presidido amorosamente la ahora Arquidiócesis de Tuxtla, erigida canónicamente por voluntad del Papa Benedicto XVI, el 12 de enero de 2007. Sin embargo, la Iglesia no cesa en su tarea de llevar la Buena Nueva en aquellos lugares donde «aún no» se conoce a Jesucristo y donde «aún no» se ha implando la Iglesia, por lo que «esta actividad misionera tiene como razón la voluntad de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad» (Decreto Ad Gentes 7). Es así que la preparación y desarrollo del próximo Congreso Nacional Misionero (CONAMI) en su edición número XV quiere ser un signo contundente de la fecundidad y madurez de una Arquidiócesis joven que ha recibido de parte de Dios las gracias sobreabundantes para ser «primera en el amor y en el servicio» como se proclamó al constituirse como la sede de la nueva provincia eclesiástica de Chiapas. Nueva Catedral San Marcos El acontecimiento misionero que está por realizarse en Tuxtla Gutiérrez, del 27 al 30 de octubre de 2016, se ubica en el contexto de la Gran Misión Continental a la que llamaron los Obispos desde Aparecida, Brasil, pues aseguraron, «necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo… Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo» (DA 362). Se trata, pues, de suscitar un despertar misionero en el que cada bautizado asuma su papel protagónico en la misión y dé paso a la acción del Espíritu que impulsa a la Iglesia a salir de sí misma dejando atrás la auto-referencialidad y «asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia» (DA 548). Quizá la Arquidiócesis de Tuxtla ya esté en Nuestro Plan Pastoral ESPIRITUALIDAD DE LA DIÓCESIS El proceso de planificación pastoral de nuestra Diócesis tiene como eje transversal el paso del SUSTENTAR, es decir, establecer parámetros que fundamenten nuestro actuar, es por eso que nuestro plan pone como uno de esos parámetros la espiritualidad. Al hablar de ESPIRITUALIDAD DE LA DIÓCEIS DE TUXTLA GUTIÉRREZ, entendemos el estilo de vida, el conjunto de principios, de ideas, sentimientos, y modelos de comportamiento que caracterizan a los agentes de pastoral, a los discípulos y discípulas de Cristo, en su deseo de ser fieles a la misión encomendada, a la Palabra escuchada y celebrada, al Espíritu Santo y al proceso de planeación de la misma. La ESPIRITUALIDAD nos hace pensar en el “ROSTRO DE IGLESIA” que el Señor nos pide ser, en estos momentos de la historia y del caminar de la Diócesis, definido por una serie de rasgos que lo componen y, lo hacen atrayente y concreto. Nuestra espiritualidad diocesana: Está fundamentada en el Misterio de la Santísima Trinidad. Está centrada en el encuentro vivo con Jesucristo. Tiene como horizonte de santidad la Primacía de la Gracia de Dios y las bienaventuranzas del Reino. Está Inspirada en Santa María de Guadalupe. Es de Comunión. Es de Discipulado y Misión. Esta atenta a los signos de los tiempos. Esta encarnada en las culturas. Está al servicio de la persona humana. Cuida el don de la creación. condiciones de preparar a algunos de sus sacerdotes para enviarlos a realizar una experiencia de misión paradigmática, haciendo eco de lo que conscientemente se dijo desde Puebla, en 1979: «ha llegado para América Latina la hora de intensificar los servicios mutuos entre Iglesias particulares y de proyectarse más allá de sus propias fronteras, «ad gentes». Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero, debemos dar desde nuestra pobreza» (DP 368). La presencia y concentración de miles de misioneros que vendrán a Tuxtla desde las distintas diócesis de la República Mexicana y aún del extranjero, se convertirá palpablemente en un signo elocuente que acentúe el hecho de que la mirada de Dios reposa suavemente sobre estas tierras del sureste mexicano que hasta hace pocos meses atrás recibió con algarabía al Papa Francisco, Obispo de Roma.