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Aporte de la Conferencia Episcopal de Chile a la
V Conferencia General del Episcopado
de América Latina y el Caribe
Resumen Nacional de los Aportes Recibidos
1. La Iglesia Católica en Chile se prepara para la V Conferencia del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe reflexionando acerca de su misión evangelizadora y de
los desafíos propios de ella en los tiempos actuales.
2. A la luz de las fichas de trabajo elaboradas por la Conferencia Episcopal de Chile
sobre la base del temario propuesto por el Documento de Participación (DoPa) y de
las Fichas enviadas por el CELAM, se ha generado una pluralidad de reflexiones
acerca de la vida de la Iglesia y su misión, que a continuación se presentan ordenadas
de acuerdo a los capítulos del DoPa.
3. Las referencias al pie de página se refieren a las diócesis u otras instancias eclesiales
que las han mencionado.
CAPÍTULO I
EL ANHELO DE FELICIDAD, DE VERDAD, DE FRATERNIDAD Y DE PAZ
(DoPa 1-20)
“Para auscultar los signos de los tiempos y descubrir la acción de Dios en medio de la
circunstancia actual, parece necesario interpretar las hondas transformaciones que están
ocurriendo en el ámbito de lo religioso, es decir, en el seno de las religiones y de cómo las
personas viven y manifiestan su búsqueda religiosa. (...) Los cambios que están ocurriendo en
el ámbito de lo religioso son complejos. No afectan sólo a las instituciones, sino también al
significado de las experiencias e imaginarios. (...); la manera de vivir y expresar la
religiosidad está en transformación” 1 .
Los “buscadores y peregrinos” de estos tiempos en Chile se manifiestan con características
observables en el diario vivir, tales como:
1
Cf. Aporte del Centro Teológico Manuel Larraín, Chile, Octubre 2006, pp. 37ss.
2
a) En el nivel personal
-
Hay un anhelo de felicidad y bienestar personal del individuo, de seguridad de vida; de
mayor reconocimiento por la dignidad humana. Hay una exacerbación del individualismo
que daña la dimensión comunitaria de la persona.
-
Hay una gran búsqueda de sentido; por una parte la sociedad actual ofrece muchos
medios, pero muy pocos fines.
b) En el nivel familiar
-
Hay una fuerte tendencia a la convivencia, a la vida en común con otros y a buscar
espacios, tiempos, distracciones para no sentirse solo (miedo a la soledad).
-
Hay una búsqueda de satisfacción de necesidades básicas que tienen un resguardo en la
familia y en el trabajo; en ella se busca refugio, acogida, reconocimiento.
c) En el nivel social
-
Existe una gran conciencia y preocupación por la persistente desigualdad social.
-
Se perciben crecientes reivindicaciones por parte de minorías sociales (étnicas, sexuales,
grupos políticos y de visiones culturales o éticas emergentes o disidentes), que exigen
ampliar para ellos el respeto de aquellos derechos sociales, económicos, culturales, por
sentirse discriminados en la sociedad.
A su vez se está consciente que en todas estas búsquedas hay elementos contaminantes y
ambiguos, como por ejemplo: la libertad sin límites y en general una visión no trascendente
de la existencia humana.
Por otra parte, se constata una gran búsqueda y anhelo de Dios, así como de trascendencia. En
Chile, según encuestas serias, más del 95% de los habitantes creen en Dios, a pesar de que en
el horizonte de la gente y en la predicación de la Iglesia se nota una ausencia por la reflexión
de la Vida Eterna. En esto, un factor que sin duda ha ayudado en la actual búsqueda de Dios
son las raíces rurales de nuestra cultura en las cuales se impregnó fuertemente el Evangelio.
En efecto, la cultura campesina sigue marcando -por los estilos de vida que comporta, la
visión del mundo, de la sociedad, la religiosidad- los anhelos más profundos de los habitantes
de Chile, por sobre visiones que pretenden resaltar desproporcionadamente el distanciamiento
de algunos respecto de lo religioso (ateísmo en sectores dirigentes y juveniles, indiferentismo,
agnosticismo, etc.)
3
CAPÍTULO II
DESDE LA LLEGADA DEL EVANGELIO A AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
VIVIMOS NUESTRA FE CON GRATITUD
(DoPa 21-35)
La Iglesia en América Latina y el Caribe es fruto de la acogida de Jesucristo, que responde a
los anhelos de felicidad, verdad, fraternidad y paz de hombres y mujeres de nuestro continente
en su peregrinar. Ha sido la Divina Providencia la que, con un sabio y bondadoso designio, ha
impulsado la llegada a este Continente de «esa corriente de amistad con Dios, de vida nueva y
de promoción humana que inició Jesucristo con su Encarnación y su Pascua, y que impulsa a
lo largo de los siglos el Espíritu con fuerza pentecostal» 2 .
Este encuentro gozoso con el Señor y su Evangelio, se manifiesta a través de dones que son
fruto de su bendición, vividos por la comunidad creyente en forma agradecida. Ahora bien,
este mismo encuentro del hombre con Dios involucra una serie de desafíos, con el fin de
profundizar nuestra fe, y ante la necesidad de que la persona de Cristo sea relevante en
nuestro tiempo.
1. Principales dones y desafíos en nuestra Iglesia en Chile
A continuación se presentan los principales dones y desafíos que hoy tenemos como Iglesia
en Chile, reconocidos durante el proceso de participación:
1.1. Participación laical 3
La profundización de la imagen Iglesia pueblo de Dios, se expresa en una mayor conciencia,
tanto en el clero como en los laicos, acerca del aporte laical. Esto ha llevado a un aumento de
los laicos comprometidos y una mayor participación en diversos servicios eclesiales.Todo este
proceso ha significado la reanimación de la vida eclesial, un aumento de la comunicación
fraternal entre religiosos y laicos 4 , y la creación, desarrollo y crecimiento de Movimientos
y Fraternidades laicales 5 , que con su diversidad de carismas enriquecen el diálogo y la
comunión al interior de la Iglesia.
En este mismo marco se destaca el diaconado permanente 6 como un don redescubierto.
Ellos prestan un importante servicio para las comunidades, sectores parroquiales y ambientes,
y un apoyo a los presbíteros, especialmente en un contexto de carencia sacerdotal.
2
Documento de Participación nº 21.
16 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don y 15 de 16 como un desafío.
4
10 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don.
5
6 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don.
6
11 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don.
3
4
Otro don importante es el fuerte impulso a la formación de los laicos 7 a través de múltiples
instancias, asumiéndose con mayor entusiasmo y compromiso una formación más sistemática
y ascendente. Por lo demás, se ha desarrollado la búsqueda de una mayor espiritualidad 8 en
todos los niveles, lo que ha conllevado el fortalecimiento de la fe. Es fundamental aquí el
encuentro comunitario, sobre todo el propiciado por la Eucaristía. De mucha importancia
para la escucha de la palabra de Dios, la oración y el discernimiento del paso de Dios por la
historia, son las comunidades eclesiales de base y comunidades cristianas de base.
Como desafío es necesario profundizar y fortalecer aún más la formación y participación
laical. Respecto a la formación, se insiste en que ésta no sólo sea dirigida al mayor
conocimiento teórico, sino que tenga un fuerte contenido espiritual, que conlleve un
crecimiento como personas, en la fe y en el encuentro con Jesucristo vivo. Hay que aspirar a
ser testigos y misioneros con una buena base doctrinal y espiritual, de modo que la vida de fe
sea sólida, coherente, capaz de dar razón de la esperanza que nos anima En resumen, se
necesita compromiso, vida de fe, coherencia y capacitación.
Algunas de las propuestas que emergen de las comunidades respecto a la formación son:
hacer de nuestros espacios formativos también espacios vitales donde ir testimoniando en la
historia personal y comunitaria nuestra fe; modernizar los métodos de formación, dando
espacio a nuevas ideas y metodologías; procesos guiados y acompañamiento espiritual para
mayor crecimiento de las personas y las comunidades; mejorar el nivel de las catequesis y de
las homilías de los sacerdotes; enfatizar la formación de los jóvenes; y promover la creación y
consolidación de comunidades cristianas de base.
Todos estos esfuerzos debieran impulsar el surgimiento de un nuevo laico, capaz de articular
su servicio en la Iglesia y en el mundo: aquel que participa en las diversas actividades y
ministerios en la Iglesia, asumiendo más responsabilidades, pero que también se abre e integra
al mundo, puesto que su vocación principal es transformar y evangelizar su propio ambiente
con la fuerza del Evangelio.
1.2 Devoción mariana y piedad popular 9
Esta es una forma de vivir la fe de un modo sencillo y atrayente, que florece del corazón de la
experiencia religiosa del pueblo latinoamericano, observable principalmente en el mundo
rural. Esta fuente de gracia se expresa a través del rezo del Santo Rosario, la adoración al
Santísimo, las fiestas masivas tanto del calendario litúrgico como de los santos patronos de
cada parroquia o capilla, y del uso de signos representativos de la Virgen y los santos. El
sentimiento que une a quienes participan de dichas manifestaciones es el “amor a la Eucaristía
y a la Santísima Virgen”.
7
7 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don.
11 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don.
9
14 diócesis de 18 se han referido a este punto con un don.
8
5
Dios, en su infinita bondad, elige lugares para manifestarse y manifestar su amor. Los
santuarios 10 son lugares de convocación multitudinaria y expresan la identidad cultural y
religiosa de un pueblo, de manera especial los Santuarios nacionales, símbolos de la
interacción de la fe con la historia de nuestros pueblos. El Santuario 11 se inserta en la
sociedad moderna como un lugar de acogida y encuentro con Dios y los demás, que tiene
además la particularidad que atrae con predilección a quienes no encuentran otra forma de
inserción eclesial: a los participantes ocasionales. En este sentido, los santuarios son los
brazos misericordiosos de la Iglesia madre, que se extiende para acoger a las personas en
diversas situaciones: pecadores, marginados, inconstantes, enfermos, agobiados,
desarraigados y oscilantes. En el Santuario cobra una especial relevancia el desarrollo de la
dimensión kerigmática y gozosa del anuncio del mensaje cristiano, la proclamación de la
Palabra y su enseñanza.
1.3. Evangelización
La labor evangelizadora de tantos testigos del Evangelio 12
Junto al reconocimiento de los primeros evangelizadores de los pueblos de nuestra tierra,
“cuya vida ya estaba acompañada por `la presencia creadora, providente y salvadora de
Dios´” 13 , se destaca el fortalecimiento de nuestra fe con la presencia en nuestro continente de
muchos mártires y santos. En Chile: Santa Teresa de los Andes, San Alberto Hurtado y la
Beata Laura Vicuña, la labor de pastores que han marcado la historia, como el Cardenal Raúl
Silva Henríquez, y tantos otros religiosos, religiosas, laicos y laicas que dieron un testimonio
de vida en Cristo.
Destaca en este punto el modelo de amor y consecuencia del Papa Juan Pablo II,
especialmente el acontecimiento de gracia que significó su visita a Chile en momentos
difíciles de nuestro país. Su ejemplo ha estimulado una Iglesia más misionera y solidaria con
los más pobres.
Iglesia más misionera 14
Hemos crecido en conciencia misionera. No obstante, es necesario fortalecer el dinamismo
misionero. El número de católicos en América Latina ha disminuido y el compromiso
evangélico de la comunidad eclesial se concentra al interior de la Iglesia. Esto hace que la
experiencia vital al interior de las comunidades no se transparente y transmita en el mundo
con la fuerza que debiera para ser fermento en la masa.
El desafío es, entonces, despertar en las comunidades un nuevo ardor y dinamismo
misioneros, abriéndolas al mundo concreto donde están presentes. Nuestra Iglesia debe ser
10
Aporte de la Comisión Nacional de Piedad Popular.
Aporte de la Familia de Schöenstatt.
12
14 diócesis de 18 se han referido a este punto con un don.
13
Documento de Participación nº 22.
14
6 diócesis de 18 se han referido a este punto como un don y 13 de 16 como un desafío.
11
6
más testimonial, más de acción, más de misión y más creativa. Debe “reencantar” e ir en
busca de los que en algún momento fueron parte de ella y que por diversas razones se han
distanciado; debe saber evangelizar la propia comunidad católica y poder hablar el lenguaje
de nuestro tiempo, haciendo para ello uso de los medios de comunicación social y mejorando
la capacidad de mirar el entorno.
1.4. Testimonio de fe de los jóvenes 15
Alegre y dinámica manifestación de la mayor participación activa de los laicos en la Iglesia es
la acción pastoral desarrollada por los jóvenes, que contribuyen fuertemente a trabajar por una
Iglesia más misionera, solidaria, afectiva y acogedora. Voluntariados, misiones juveniles,
encuentros de diversos tipos, tanto nacionales como internacionales, con fines litúrgicos,
formativos o festivos, son instancias de encuentro que revelan una Iglesia viva y alegre.
Ahora bien, es necesaria una preocupación permanente para que la pastoral con jóvenes tenga
el espacio y desarrollo necesario en cada unidad pastoral, en comunión y con representación
en el Consejo Parroquial. Es necesario fortalecer el compromiso de la Iglesia con ellos, optar
efectivamente por los jóvenes, sobre todo por los marginados, y estar abiertos a escuchar y
dialogar más que a condenar. Se pide cuidar la calidad de los monitores de confirmación.
Urge buscar formas motivadoras para atraer a la juventud a participar. Se debe analizar y
profundizar con ellos la postura de la Iglesia en temas actuales tales como: la sexualidad, el
sida, uniones homosexuales, la moralidad del preservativo, la píldora del día después,
convivencia prematrimonial, drogadicción, alcoholismo, prostitución, etc. “La enseñanza de
la Iglesia debe ser expuesta con claridad, haciendo ver la bondad de las normas morales y
jamás condenando a las personas que se encuentren en alguna de estas situaciones”.
1.5. Educación Católica
En continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano 16
se destaca el aporte a la evangelización y al desarrollo de nuestro país realizado por los
colegios, universidades y centros de estudios católicos. A su vez, se reconoce el desafío de
acentuar en los procesos educativos la educación liberadora; la armonía entre verdad y
educación para la libertad; entre educación católica y equidad social.
1.6. Preocupación por la Pastoral Social 17
La preocupación social y solidaria es inherente a la vida comunitaria y por supuesto al
Evangelio. Por tanto, a medida que profundizamos en Cristo y su mensaje, mayor es la
sensibilidad social que tenemos y más profética es nuestra actitud en defensa y promoción de
la dignidad humana, de la vida y los derechos de las personas, lo que se manifiesta a través de
15
10 diócesis de 18 refieren a este tópico como un don, mientras que 12 de 16 como un desafío.
Cf. Aporte del Centro Teológico Manuel Larraín, Chile, Octubre 2006, pgs. 117ss.
17
9 diócesis de 18 refieren a este punto como un don, mientras que 14 de 16 como un desafío.
16
7
diversas obras e instituciones, especialmente en el trabajo de cada parroquia y diócesis, por
medio de una pastoral social organizada. Sin embargo, los esfuerzos aún son insuficientes y se
requiere impulsar con mayor fuerza el compromiso social que brota del Evangelio.
Es necesario entonces ser más comprometidos con la opción preferencial por los pobres y la
justicia social. En un continente que es mayoritariamente católico, los pobres son una
interpelación dolorosa, y urge trabajar para erradicar la desigualdad, las injusticias, los abusos
y todo tipo de miseria humana.
Surge el desafío de promover con fuerza el testimonio, los valores y la palabra del Evangelio;
de despertar la vocación a la solidaridad, globalizándola dentro y fuera de la Iglesia; de
recuperar la denuncia social, con una voz más clara en asuntos de economía, de justicia social,
de interpelación al mundo económicamente independiente, mayoritariamente católico; de
colaborar para ir desterrando esa imagen de una Iglesia “rica” y promover una mayor
solidaridad entre las parroquias a través de los órganos dispuestos por las diócesis; de
desarrollar con los pobres espacios de comunión, de promoción y de compartir para que se
sientan amados, pues muchos echan de menos, como un daño del actual desarrollo social, este
tipo de espacios, que movieron a la solidaridad años atrás y formaron generaciones de
jóvenes. Al ser la pobreza un problema estructural, es necesario también reavivar la opción
preferencial por los pobres, demandando y alentando al Estado por políticas sociales de mayor
y mejor cobertura, de la misma forma que propiciar e incentivar la participación de los
cristianos en la vida política. La Iglesia debe ser la voz de los más pobres.
1.7. Iglesia de la Acogida 18
Es necesario ser una Iglesia con mayor capacidad de acogida dentro de sí misma, con los
alejados y con los que se sienten discriminados. No es una estrategia pastoral, sino un signo
concreto de realización de su propia identidad. Hay que trabajar por una mayor unidad de la
Iglesia, como lugar de encuentro entre los creyentes, creando ambientes de calidez, alegría y
fraternidad, e impulsar estructuras pastorales de participación más abiertas.
1.8. Pastoral Vocacional 19
Constatamos que va despertando una cultura vocacional en corresponsabilidad con los laicos,
pero que es necesario fortalecer. El compromiso debe ser apuntar a orar y promover las
diversas vocaciones de servicio al interior de la Iglesia: sacerdotales, diaconales, religiosas,
laicales, y acompañar de forma más cercana e integral a aquellos que inician un proceso de
discernimiento sobre la vida consagrada.
Algunas de las sugerencias de las diócesis son: pensar los vínculos entre la pastoral
vocacional y la pastoral juvenil; mayor exigencia con la selección y formación de los
consagrados; promover con fuerza las jornadas vocacionales y las oraciones por los
18
19
14 diócesis de 16 refieren a este punto como un desafío.
6 diócesis de 18 refieren a este punto como un don, mientras que 11 de 16 como un desafío.
8
sacerdotes. Ayudará también, presentar a los jóvenes y a la católicos en general, la figura del
Padre Hurtado, de Teresa de Los Andes y de Laura Vicuña, como modelos de discípulos y
misioneros, por el testimonio de sus vidas de oración, como enamorados de Cristo y
servidores de los pobres.
1.9. Esfuerzos por una Pastoral Orgánica 20
Diversos esfuerzos han dado mayor organicidad a la pastoral, lo que ha fortalecido el espíritu
de comunión manifestado en el sentido de pertenencia al Pueblo de Dios, la unión más
fraterna entre la comunidad adulta y la juvenil y la amistad que se crea dentro de la Iglesia, la
apertura a creencias y costumbres tanto de religiosidad popular, como también de los pueblos
originarios, y los Consejos y Planes Pastorales, tanto diocesanos como parroquiales. Aún así,
es necesario promover la formación de CCB 21 como espacio gratuito donde se comparte la fe,
se revisa la vida para hacerla más coherente con el Evangelio y se trenzan lazos afectivos
duraderos. Y que la parroquia sea una verdadera comunidad de comunidades.
1.10. Familia Cristiana e itinerario Sacramental 22
Es necesario mejorar significativamente el nivel de comprensión de los sacramentos a nivel
catequístico y litúrgico de quienes los reciben y evitar que se reduzcan sólo a ritos y actos
sociales. Esto se puede llevar a cabo mediante la renovación de métodos y contenidos, pero
fundamentalmente a través de la educación en la fe y un acompañamiento continuo de los
fieles, que puede realizarse mediante un itinerario que comprenda distintas etapas, acordes al
proyecto vital de aquéllos. La base es la familia, lo que conllevará al aumento en la calidad
de la recepción de los sacramentos del bautismo, la confirmación y el matrimonio con un
sentido más profundo. Hay que asumir la Iglesia doméstica como una instancia fundamental
en la formación en valores. En este sentido, hay un gran desafío en la formación al matrimonio,
en cuanto a que los novios asuman también el compromiso de ser familia, con apertura a la vida. Otro
desafío es el acompañamiento de quienes viven en situaciones especiales y que han sufrido mucho con
ello.
1.11. El aporte de la mujer 23
Ante no pocos signos desesperanzadores respecto a la identidad del hombre y la mujer en
nuestra sociedad, hay signos esperanzadores, como el auge de Movimientos Apostólicos
donde se afirma la identidad femenina como experiencia basada en la fe; hay importantes
círculos de mujeres que no están contentas con su situación de vida y luchan por algo
diferente.
20
6 diócesis de 18 refieren a este punto como un don, mientras que 6 de 16 como un desafío.
No está clara la diferencia entre CCB y CEB.
22
De 16 diócesis, 13 versan sobre la familia y 12 sobre los sacramentos como desafíos.
23
En los aportes de las Diócesis no aparece explícitamente el don de la mujer en la Iglesia, pero sí en el aporte
enviado por la Familia de Schöenstatt.
21
9
Hay vocaciones a la vida religiosa que son signos de una realidad trascendente; hay mujeres
incorporadas activamente en la pastoral de la Iglesia, como también en puestos civiles y en el
mundo de la política.
Las muchas experiencias de evangelización, de servicio a los enfermos, a los niños, a mujeres
solas y a los pobres, y en general toda forma de voluntariado animado por las mujeres,
requieren de un mayor acompañamiento, de formación espiritual y doctrinal, de entrega de
instrumentos para que su servicio sea más eficaz y dador de sentido. Es necesaria una mayor
valoración de su aporte y presencia en situaciones humanas donde otros miembros de la
Iglesia no están presentes.
1.12. Diálogo ecuménico e interreligioso 24
Representa un desafío misionero, que se propone trabajar para avanzar juntos en los temas
que nos unen. De igual forma, se requiere un mayor conocimiento del ecumenismo y
considerarlo formalmente como una prioridad, ya que por el momento sólo se realiza en un
nivel muy local, como lo es el ámbito parroquial, cuando existe.
2. Encuentro con Jesucristo Vivo
“La necesidad de misionar no surge como conducta reactiva a situaciones externas a la Iglesia
que se juzgan amenazantes. Por el contrario, la misión obedece a un impulso originario, una
afirmación positiva, un envío que hace el Padre, para que con pasión compartamos la paz
que nos ha sido regalada por Él, la alegría del encuentro con Jesús. La compasión de Dios
atiende a las señales de dolor y sufrimiento que se constatan en el mundo, pero no se limita a
ellas, sino también a aquellas vividas al interior de la Iglesia y que piden una conversión de
los propios cristianos como propósito de la misión, y atiende por cierto a los muchos signos
de gozo, que los hay dentro y fuera de los límites de la Iglesia. Hay un único maestro, y en la
vida cristiana, nuestra permanente condición de discípulos es la identidad más profunda de
nuestro ser en Cristo y nuestro ser para los demás” 25 .
Como Iglesia que peregrina en Chile nos proponemos continuar alentando el encuentro de los
hombres y mujeres de nuestra Patria con Jesucristo Vivo, a fin de caminar juntos hacia la vida
plena. El encuentro con Jesucristo Vivo es el centro y la clave de las diversas dimensiones de
nuestra acción pastoral, que abre a un auténtico proceso de conversión, comunión y
solidaridad. Siendo la fe una peregrinación del hombre hacia Dios para conocerlo, amarlo y
poder fundir su propia vida en Él, un auténtico discipulado de Cristo evita un concepto
subyacente más de religión que de fe.
24
25
5 diócesis de 18 refieren a este tópico como un don, mientras que 11 de 16 como un desafío.
Cf. Aporte del Centro Teológico Manuel Larraín, Chile, Octubre 2006, pp. 47ss.
10
Esto implica acentuar:
2.1 Contenidos
a) Una Iglesia animada por la Palabra de Dios: importancia de la lectio divina; animación
bíblica de la pastoral; catequesis bíblica.
b) Una Iglesia de la Eucaristía como fuente y cumbre de la vida de cada cristiano y de toda
la comunidad.
c) Una Iglesia que vive las virtudes teologales (seguimiento de Cristo) y los sacramentos de
iniciación cristiana.
d) Una Iglesia en servicio evangelizador al mundo.
e) Una Iglesia que explicita la alegría de ser católico.
2.2 Estilo
a)
b)
c)
d)
Una Iglesia más misionera y encarnada.
Una Iglesia más acogedora y solidaria.
Una Iglesia más dialogal e inculturada.
Una Iglesia con capacidad de discernimiento eclesial participativo, también sobre sus
estructuras pastorales.
e) Una Iglesia kerigmática, formativa y testimonial.
f) Una Iglesia que ofrece escuelas de discipulado con un itinerario de acompañamiento
espiritual y que revisa su pedagogía evangelizadora con itinerarios y procesos que
acentúen más los “cómo” evangelizar.
g) Con actitudes marianas: creyente, oyente, orante, servicial, sencilla, acogedora. La
devoción mariana, como camino de discipulado y misionero.
2.3 Destinatarios
a) Una renovación en la identidad propia de los obispos, sacerdotes, diáconos: maestros de
procesos espirituales, personales y comunitarios, y gestores de comunión eclesial, con una
“pastoral de los pastores” que busque la animación del clero y a los consagrados.
b) Una renovación en la identidad propia de la vida religiosa: signos proféticos del Reino en la
sociedad actual y rostros palpables del amor (ágape) en la Iglesia.
c) Una pastoral que considere a los laicos, en particular a la mujer, promoviéndola,
valorándola y desarrollando sus potencialidades evangelizadoras, y desde ella a la familia
y desde ésta a los jóvenes.
d) Los pobres y marginados, con especial atención a los ancianos y los enfermos.
2.4 Espacios
a) La Parroquia, buscando su renovación para responder a los nuevos desafíos. Que sean
comunidades auténticas (conversión pastoral). Que se aplique realmente el concepto de la
parroquia como comunidad de comunidades, movimientos y colegios que están en su
jurisdicción.
11
b) Santuarios: dimensión kerigmática. Con una labor de pedagogía pastoral, en la que el
catolicismo popular sea asumido, purificado, completado y dinamizado por el Evangelio. Todo el
tema de la religiosidad popular y de las devociones.
c) Los colegios y las universidades como espacios importantes de evangelización.
2.5 Ámbitos
a) Doctrina Social de la Iglesia. Valoración de la Solidaridad. Denuncia social. Equidad al
interior de la Iglesia. Promoción del diálogo con la cultura.
b) Pastoral vocacional, Seminarios y Casas de Formación para Religiosos
c) Diálogo ecuménico.
d) Pastoral del acompañamiento espiritual. Crear una conciencia de la necesidad del
crecimiento y desarrollo discipular (oración, lectura de la Biblia, vida sacramental,
dirección espiritual, etc.)
e) Pastoral del agente evangelizador. Acompañamiento del apóstol, del misionero.
12
CAPÍTULO III
DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO
(DoPa 36 – 93)
«El encuentro con Jesucristo es la raíz, la fuente y la cumbre de la vida de la Iglesia y el
fundamento del discipulado y de la misión. La Iglesia vive por ese encuentro y es la razón
más profunda de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestra caridad.»26 Es Jesús quien nos
elige primero y hace una llamada de amor personal, y la respuesta amorosa de la voluntad de
seguirle conlleva una configuración con Él, una vinculación inmediata a una comunidad de
fieles y el impulso a salir al encuentro de quienes tienen sed de Dios y no conocen su rostro.
Frente a tales desafíos planteados, y en un contexto de nuevas realidades en el continente, es
necesario hacer un profundo discernimiento acerca de nuestro encuentro con Jesucristo vivo y
sobre la intensidad de nuestro ardor misionero.
1. Lo Recibido desde nuestra Iglesia
1.1 Para que seamos verdaderos discípulos
Debemos evangelizar 27 , no sólo catequizar, y esto implica fortalecer el espíritu misionero y
así ser testimonio para otros. Dicho testimonio debe darse en los ambientes donde vivimos y
trabajamos, acrecentando el espíritu de inculturación, cuyo dinamismo dialógico se funda en
el misterio de la encarnación del Verbo, conscientes de que lo que no es asumido no es
redimido.
Hay que aprender a escuchar al Señor en la Palabra 28 , orándola y haciéndola vida, para
profundizarla y anunciarla en la realidad que estamos inmersos.
Para ser verdaderos misioneros no debemos instalarnos, ahogarnos en un quietismo, sino que
es fundamental mantener una actitud de peregrinos y ser una Iglesia que sale a buscar, que se
hace próxima, que deja la orilla y se adentra en alta mar para ir al encuentro del otro.
Es necesaria una fe vivida 29 , reflexionada, razonada y compartida, fundada en el amor, la
esperanza, la caridad, la perseverancia y la fidelidad al Evangelio. Sólo así nuestro testimonio
será coherente entre el ser y el actuar, mostrándonos firmes, veraces, transparentes y
auténticos. Ahora, esto exige favorecer un encuentro personal con Jesucristo para
testimoniarlo, asumir nuestro compromiso en la Iglesia en actitud de constante conversión,
con el dinamismo de las primeras comunidades cristianas, siendo coherentes y humildes en la
vida diaria.
26
Documento de Participación nº 39.
20 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
28
11 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
29
12 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
27
13
Se destaca en este punto el llamado que nos hace Jesús, en forma personal, a formar
comunidad 30 . Hay que incentivar, dar mayor impulso a la creación de CCB y fortalecer
comunidades comprometidas y fraternales, haciendo que sean instancias vivificantes y
entusiasmen a otros a vivir esta experiencia. Para ello, el contacto evangelizador ha de ser
mucho más personal, acogedor y animado por la Sagrada Escritura. Estas comunidades son
lugares de encuentro y, por lo tanto, de acogida 31 . Toda persona que se acerca a la Iglesia –
parroquia, comunidad cristiana, sacerdotes- debiera tener la experiencia de la acogida fraterna
y nunca ver frustradas sus esperanzas. El encuentro con la Iglesia debiera suscitar alegría y
deseos de participar en la comunidad eclesial. Cultivar la cordialidad, comunicación,
humildad y tolerancia en las comunidades para hacer crecer el deseo de un discipulado fuerte,
misionero y alegre. Así la solidaridad 32 entre hermanos será palpable, con un conocimiento
sincero de los problemas del otro y la generosa ayuda a quien lo necesite, especialmente a los
más pobres. Buscar respuestas pastorales a los problemas que causan dolor, injusticia,
desesperanza, alejamiento e indiferencia de nuestros hermanos, implica aprender a darse más
que a dar, involucrándose por entero, entregando todo de sí, como proyecto de vida al estilo
de Jesús.
La fuerza y vitalidad para realizar tan enfáticos desafíos está en Jesucristo, que es el Pan de
Vida. Hay que cultivar, entonces, la oración 33 como principio y alimento de nuestra acción y
transformación, una mayor participación y motivación en los sacramentos 34 , especialmente
la Eucaristía –todo conlleva a la Eucaristía y todo fluye desde allí– y la Reconciliación. La
formación 35 ha de estar especialmente centrada en aspectos bíblicos, de espiritualidad, de
catequesis y de acompañamiento, de modo de preparar agentes pastorales íntegros y bien
capacitados.
El fortalecimiento de cada una de estas instancias (vida sacramental, crecimiento espiritual a
través de la oración personal y comunitaria, testimonio de personas enamoradas de Jesús, la
formación, el compartir la Palabra, la fe y los valores adquiridos en la familia, las
comunidades cristianas de base, entre otras) 36 es lo que se expresa como una ayuda en el
camino de crecimiento discipular, una verdadera bendición de Dios.
1.2 Desafíos para profundizar en nuestra experiencia de discípulos
Hay que seguir creciendo en la valoración y participación de los sacramentos 37 ,
especialmente la Eucaristía. Por lo demás, las capillas giran en torno a la Misa, se llenan sólo
cuando llega el sacerdote, por lo que es necesario hacer un esfuerzo para celebrar Liturgias de
30
12 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
15 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
32
13 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
33
15 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
34
14 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
35
14 diócesis de 22 hacen referencia a este punto.
36
Enumeradas de acuerdo a la frecuencia señalada en los aportes a la pregunta respectiva.
37
14 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
31
14
la Palabra guiadas por diáconos o laicos cuando el sacerdote no puede asistir, y que éstas sean
valoradas por la comunidad.
Profundizar en la formación 38 permanente, intelectual y espiritual de los agentes pastorales,
especialmente los que asumen tareas de guiar grupos. Debe ser una exigencia para ellos y se
puede realizar mediante jornadas, cursos, talleres y/o movimientos de formación.
Promover y fortalecer las Comunidades Cristianas de Base 39 , y así promover la
espiritualidad de comunión y misión, definiendo un itinerario a seguir que permita cultivar
esta fundamental vocación. Desde estas plataformas hay que crecer en solidaridad, estando
atentos a las necesidades de nuestros hermanos y revisando críticamente nuestras prácticas
caritativas.
Fortalecer la Pastoral Juvenil 40 , orientando a los jóvenes sobre su compromiso social en el
mundo, generar pastorales pre-juveniles, para pasar de la primera comunión a la
confirmación; y reforzar la Pastoral Familiar, de modo de tener llegada a matrimonios
jóvenes.
En palabras de la diócesis de Temuco, “los agentes que se necesitan en este tiempo de la
Iglesia, deben encarnar los mismos rasgos que distinguían a los primeros cristianos según el
relato de los Hechos de los Apóstoles, y que son signos distintivos de todo discípulo del
Señor: testigos fieles de Cristo; personas de una profunda vida de oración; llenas del Espíritu
Santo; signos e instrumentos de comunión; valientes anunciadores del Evangelio”.
1.3 Misioneros de Jesucristo
a. Cualidades del misionero
Pormenorizar una amplia gama de virtudes cristianas 41 propias de una existencia
identificada con Cristo, suele ser lo primero. Entre ellas destacan: la paciencia y
perseverancia, la tolerancia, la alegría, la compasión y la misericordia. Ser acogedores,
serviciales, humildes y sencillos. Hay que saber escuchar estando abiertos de corazón.
Hacer vida dichas cualidades conlleva una pasión evangelizadora, un ardor de querer
compartir la fe en Cristo. Un cristiano convertido al Señor 42 , tiene clara conciencia de ser
llamado y enviado por Él, descubriendo siempre el amor de Dios en todas las situaciones y en
las personas que estén en su camino. Para ello, es fundamental el conocimiento y la escucha
de la Palabra 43 desde la oración personal y comunitaria, la vida en la Eucaristía y el camino
pedagógico de los sacramentos.
38
13 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
40
6 diócesis de 20 hacen referencia a fortalecer las pastorales.
41
16 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
42
12 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
43
11 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
39
15
El misionero es aquel que ama y sirve, en la comunidad y desde ella, al prójimo, a los más
marginados, en una vida de caridad 44 y servicio. La adhesión personal a Cristo ha de ser de
una profunda unión, conocimiento y compromiso, con una fe fuerte y un estilo de vida
coherente 45 y consecuente con ella, para ser profetas del amor y servidores de la
reconciliación con un valiente testimonio, anunciando y denunciando a la vez.
Dada la íntima unión entre discipulado y misión, lo que se señaló anteriormente como factores
que fortalecen la vida de los identificados en Cristo, también fortalecen la labor
evangelizadora.
b. Realidades que claman ser evangelizadas
•
Los jóvenes 46 , especialmente los que no están en la pastoral juvenil: jóvenes de las
esquinas, las “tribus urbanas”, los que sufren en nuestro país (víctimas de violencia,
drogadictos, marginados, desocupados), los más alejados de nuestras comunidades. Los
que no tienen oportunidades, los que han perdido la esperanza. Ellos necesitan de una
Iglesia que se muestre atractiva y que les señale desafíos grandes y generosos por el
Señor. La prioridad la tienen los jóvenes en sus procesos de búsqueda de identidad, en sus
carencias afectivas, en su necesidad de sentirse validados y escuchados por otros. Urge
aprovechar el potencial que tienen consigo y que está dormido o no ha sido asumido en
nuestra pastoral.
•
Las familias 47 para que sean un lugar de transmisión y vivencia de la fe y las virtudes
humanas. Especial atención requieren las familias en situación de conflicto y las que viven
violencia en su interior. Existen otras situaciones dolorosas: personas separadas y
divorciadas, mujeres solas, madres adolescentes y solteras. Requieren de nuestra solicitud
pastoral.
•
Los enfermos 48 y discapacitados mentales, especialmente los que están en los hospitales
y los enfermos de Sida. Es necesario crear metodologías de misión acordes con su
realidad.
•
Los pobres y marginados 49 . Es necesario sensibilizarse ante nuevas y crecientes formas
de pobreza como las de los pensionados –generalmente pobres y enfermos-, las empleadas
de casa particular –generalmente solas y lejanas de sus familias-, los habitantes de
sectores poblacionales marginales que deben convivir en escasos metros cuadrados y en
viviendas de pésima calidad, en ambientes que son caldo de cultivo de la delincuencia, de
los traficantes de drogas, de nuevas formas de explotación sexual de niños y jóvenes. Son
44
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 17 hacen referencia a la coherencia del testimonio.
46
16 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
47
15 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
48
14 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
49
12 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
45
16
•
•
realidades donde la Iglesia debe estar presente, anunciar el Evangelio y crear comunidades
de vida. Hay otras realidades dolorosas y deshumanizantes como la prostitución y la
homosexualidad que deben ser atendidas pastoralmente y con caridad evangélica.
El ámbito de la política 50 , el gobierno, los legisladores y jueces. Mirando el actuar del
mundo político, hoy en nuestro país, se observa muy poca coherencia entre el ser y el
actuar.
El mundo del trabajo y del sindicalismo 51 . En un contexto de grandes desigualdades
socioeconómicas, y donde el trabajo tiene centralidad como fundamento de la vida social
y del acceso a las oportunidades y al bienestar social, se requiere que los creyentes
insertos en estos ambientes sean los primeros actores en su evangelización. También se
hace referencia a las entidades educativas, los hospitales, las zonas rurales, los
municipios, juntas de vecinos y las organizaciones sociales.
c. Medios para evangelizar hoy
Tal como la misión se vive en realidades distintas, también ha de utilizar medios diversos para
poder llegar de mejor forma a la gente. Se valora el uso de los medios de comunicación
social 52 (la prensa escrita, la radio, la TV) y las nuevas tecnologías de información y
comunicación (internet principalmente), procurando adecuarse a la cultura a la que éstos se
dirigen. Sigue siendo fundamental el testimonio de vida personal y comunitario 53 , el
compromiso cristiano de laicos y consagrados y la expresión de su caridad. Se busca que nos
conozcan por nuestras obras y por llevar una vida atractiva y alegre, que entusiasma y que
tiene una fe argumentada, formada y coherente, lo que atrae más que algunas catequesis y
muchas informaciones. Hay que poner al servicio de los demás los dones y carismas
personales. Las experiencias misioneras 54 de distintas agrupaciones son fundamentales para
salir al encuentro del otro. De igual forma, las catequesis 55 presacramentales (especialmente
la familiar) y el catecumenado de adultos son instancias de difusión y acogida de la Buena
Nueva. El lugar central en esto lo tiene la Eucaristía y las distintas celebraciones litúrgicas,
aunque se hace necesario que éstas sean cuidadosamente celebradas y las prédicas de los
sacerdotes y diáconos sean bien preparadas, más didácticas, enraizadas en la realidad, y por
tanto más significativas.
2. Discípulos y Misioneros en América Latina y el Caribe
A partir de los aportes recibidos se puede esbozar entonces, una articulación mínima, desde
los mismos títulos, que permita ver cuál es este proceso orgánico de formación del discípulo
50
9 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
8 diócesis de 20 hacen referencia a este punto.
52
16 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
53
14 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
54
13 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
55
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
51
17
que, como se señala en los aportes anteriores, requiere de una escuela, de un método, de un
espacio vital y de un horizonte donde realizar su misión.
Puede ayudar también, en clave de una articulación de contenidos, recordar el Concilio
Vaticano II y sus cuatro Constituciones: Dei Verbum [la Palabra de Dios (Tradición y
Escritura) que es escuela de formación del discípulo]; Sacrosanctum Concilium
[sacramentos e iniciación cristiana: método para la formación del discípulo]; Lumen
Gentium [la comunidad cristiana, espacio vital para el crecimiento del discípulo]; Gaudium
et Spes [el mundo, horizonte del compromiso del misionero].
2.1. La Palabra de Dios, escuela de formación del discípulo
La identidad del discípulo, requiere del encuentro con Cristo vivo mediante el conocimiento y
vivencia de la palabra de Dios, recibida y vivida en un contexto eclesial, que transforma
nuestra mente y nuestro corazón.
La Palabra de Dios, debe ser recibida como un don que pide la escucha (lectio divina, lectura
orante) y la acogida de las enseñanzas del Señor y de la Iglesia, que llama a la conversión y a
la penitencia. Esta vida renovada se celebra en los sacramentos –Bautismo, Penitencia,
Eucaristía y Confirmación- para luego testimoniarse en el servicio a los hermanos,
especialmente los más pobres.
Mediante este proceso, el cristiano aprende a vivir la vida de hijos Dios en la Iglesia, que
luego expresa en la madurez de la caridad que es la fuente necesaria de toda fecundidad
apostólica (cfr. 1 Cor 13), siguiendo el modelo de la Virgen María.
2.2
Iniciación Cristiana, método para la formación del discípulo
El discipulado exige un proceso que debiera estar fuertemente centrado en un itinerario
catecumenal, que lleve a la madurez de la vida cristiana. Se trata de un proceso pedagógico y
permanente.
Esta continuación del proceso se realiza en la Eucaristía, como fuente del crecimiento que el
Espíritu Santo realiza en cada persona.
Con el Bautismo y la Confirmación Cristo mismo envía a la misión y llama a la santidad en
medio del mundo, santificando todas las realidades con la luz de la fe y el encuentro con
Cristo de cada persona. Así, un cristiano es esencialmente un enviado o no es plenamente un
cristiano
Es necesario renovar el trabajo pastoral mediante métodos: nuevos, claros, sencillos que sin
perder la centralidad de la formación de las personas, logren una pastoral integrada e
integradora de las personas y comunidades.
18
2.3
La comunidad cristiana, espacio vital para el crecimiento del discípulo
El discipulado y la vida cristiana van madurando en la comunidad eclesial, donde cada
bautizado esta llamado a la santidad, vocación de todos a descubrir y crecer en su propia
identidad vocacional y carismática, para llegar a ser un cristiano adulto y asumir su misión de
enviado por Cristo y la Iglesia al mundo, como discípulo del Señor.
Es necesario desarrollar eficazmente una pastoral de acompañamiento espiritual que es el
camino para llegar al discernimiento de la propia llamada a la santidad en la Iglesia.
La Iglesia es formadora de comunidad, que se expresa en diversas instancias y
particularmente en la parroquia. Es necesario renovar nuestras comunidades y nuestra
identidad de discípulos, para lo cual se estima necesario:
1. Impulsar la animación bíblica de la pastoral.
2. Renovar la vida comunitaria, que exige particularmente renovar la catequesis,
mejorando la poca o muy superficial formación en los agentes pastorales. Es necesario
mejorar las celebraciones litúrgicas y la formación permanente de los laicos. En el
Catecismo de la Iglesia Católica encontramos un instrumento eficaz para la vivencia de
la fe y el desarrollo del discipulado y la misión.
3. Hacer verdaderamente de la parroquia, que es una comunidad de comunidades, casa y
escuela de comunión, oración y misión, lugar donde confirmamos nuestra propia fe,
particularmente en la centralidad de la celebración dominical.
4. La renovación de nuestras comunidades y de la vida eclesial comienza -como lo muestra
la vida y la historia de la Iglesia -con la renovación del personal consagrado. Es
necesario que los Obispos fomentemos nuestras propias instancias de renovación, diálogo
y formación. Debemos tener especial preocupación por la formación en nuestros
seminarios y casas religiosas; el acompañamiento de los sacerdotes, particularmente de los
más jóvenes o en situaciones de mayor riesgo. Renovarse en el significado mismo del
sacerdocio en toda su amplitud: es decir en su consagración y misión. Es necesario revisar
la formación inicial frente a una juventud diversa que siente la llamada vocacional.
Importante preocupación es la formación permanente y la vivencia de la fraternidad
sacerdotal. Ayudar a descubrir la motivación por la cual se esta llamado. La identidad
sacerdotal requiere una necesaria ascesis espiritual, con capacidad de renuncia a sí mismo
y de vivir para los demás. Revisar y mejorar los programas de formación de los diáconos
permanentes. Reafirmar la necesidad de la dirección espiritual de los seminaristas,
sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas.
5. Hay que incentivar, desarrollar y mantener las instancias adecuadas de diálogo entre la
vida religiosa y el clero diocesano, a nivel de formadores y formandos, buscando vínculos
eficaces y encuentros de conocimientos y aprecio mutuo que integren los ámbitos de
trabajo pastoral.
19
2.4
Misioneros de Jesucristo, horizonte del compromiso del discípulo
Favorecer la participación de los laicos, impulsando instancias de formación y participación
en la vida eclesial y en la construcción de la sociedad. Descubrir a los laicos su misión en la
animación cristiana de todos los ambientes: familia, trabajo, vida social, descanso, ocio y
fiesta, política, economía, solidaridad, trabajando para superar la incoherencia entre fe y vida
y la separación entre creer en Cristo y no en la Iglesia, teniendo especialmente presente la
enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia.
Continuar en el camino de incentivar, favorecer y fomentar la presencia de la mujer en las
instancias de discernimiento y decisión pastoral, sin perjuicio de desarrollar una propuesta sobre
el papel del laico varón en la Iglesia.
Nuestra fe debe entrar en diálogo con la razón, superando una pastoral que muchas veces
apela exclusivamente a los sentimientos para llegar a una inteligencia de la fe que hace
algunas veces difícil la comprensión del mensaje. Una vivencia de la fe que sea capaz de
llegar a la razón y a la inteligencia.
La piedad popular y la pastoral de los santuarios, donde la comunidad encuentra a la primera
de todas las seguidoras del Señor, la discípula por excelencia, la Virgen María, es un camino
necesario en la misión de anunciar a Cristo y provocar el encuentro personal con Él y con la
Iglesia.
CAPÍTULO IV
AL INICIO DEL TERCER MILENIO
(DoPa 94 – 158)
«Los signos del crepúsculo de una era de la humanidad que concluye y del amanecer de una
nueva época, se han hecho presentes en las últimas décadas del siglo que pasó. […] El paso al
tercer milenio es el símbolo de un cambio de época cuya transición aún perdura. De hecho la
relación del ser humano consigo, con la familia, con el mismo Dios, además con la naturaleza,
la verdad, la información y la técnica, está cambiando profundamente, más allá de la
evolución orgánica del decurso de la historia” 56 .
En este período de transición es necesario diagnosticar, no obstante el proceso continúe, la
situación de algunas dimensiones que particularmente se han visto tocadas por los cambios
culturales experimentados.
1. Lo Recibido desde nuestra Iglesia
56
Documento de Participación nº 95.
20
1.1 Dolores de parto de una nueva época
a. Ecología
Nuestra falta de conciencia ecológica 57 recae en no mirar la naturaleza como gran regalo de
Dios y en no reconocer el papel cooperador frente a la creación que tenemos. Se hace
necesario entonces crear la conciencia de cuidar el entorno en que vivimos, formando hábitos
de responsabilidad ecológica e incorporando la ecología en la gran catequesis. Este último
punto expresa la falta de compromiso de la Iglesia 58 frente al tema, por lo que la ecología
está fuera del diálogo, tanto en la familia como en el ámbito pastoral. De allí que se proponga
incluir la enseñanza y orientaciones de la Iglesia acerca del rol protector que debemos tener
con la Creación de Dios como bautizados. Lugares privilegiados son las homilías, la
catequesis y en todos los esfuerzos de formación y animación de la fe que desarrolla la
Iglesia, destacando que el cuidado del medioambiente forma parte de los mandamientos que
orientan nuestra vida de fe.
La primacía de intereses económicos 59 , o “moral de la utilidad”, donde el medio ambiente se
pasa a llevar con fines de lucro, se señala como uno de los principales causantes del problema
medioambiental, prevaleciendo la intransigencia de sectores de la sociedad que tienen
intereses económicos y que con la ayuda del Estado no cumplen con las normas ambientales.
Por lo demás, la irresponsabilidad en el uso de recursos 60 expresa una falta de
entendimiento de las personas respecto a la voluntad de Dios de poner la creación al servicio
de los seres humanos, lo que ha derivado en la explotación de los recursos sin mirar el daño
que se provoca, agravado esto en el marco de una cultura de lo desechable, donde no se invita
a la austeridad. Hacen falta políticas estatales de preservación del medio, programas efectivos
de reciclaje, etc., que impliquen la toma de responsabilidad en la herencia ecológica con una
mirada al futuro.
b. Familia
Una gran amenaza que hoy se percibe para la familia y la convivencia social es la falta de
comunicación 61 . El diálogo intrafamiliar y los momentos para compartir son escasos, cada
cual está en lo propio y no se favorecen los momentos de encuentro.
Se percibe un debilitamiento del matrimonio 62 , que va dejando de ser el eje de la familia,
donde no se valora la fidelidad y existe una pérdida del sentido de compromiso. La familia es
la célula fundamental de la sociedad y por tanto debe ser respetada y ayudada en su rol de
educadora y transmisora de valores humanos y cristianos, pero no se asume la familia de
Nazaret como ejemplo a seguir. Incluso el concepto mismo de familia ha cambiado, con
57
15 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
5 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
59
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
60
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
61
15 diócesis de 18 hacen referencia a este punto.
62
15 diócesis de 18 hacen referencia a este punto.
58
21
realidades cada vez más crecientes, como las familias monoparentales, las familias transgeneracionales (abuelos-nietos) y las madres y padres adolescentes. Así, en muchos casos
falta la figura paterna o materna, aparece el fenómeno de la violencia intrafamiliar, se pierde
la responsabilidad de los padres, el matrimonio adquiere una connotación pasajera y la
sexualidad se desvirtúa.
Por lo demás, las corrientes de nuestro tiempo 63 no favorecen la consolidación de las
familias. El materialismo y consumismo, el individualismo, la cultura de lo pasajero y
desechable, el afán de poder, la búsqueda insaciable de la satisfacción personal, hacen pensar
que se compite más que se comparte, dificultando así el establecimiento de compromisos
personales y familiares. Se manifiesta entonces un debilitamiento de los valores tradicionales
por la globalización, que trae consigo un cambio en las costumbres y, en muchos, una pérdida
del sentido de Dios. Surge entonces una mentalidad que no valora ni respeta la vida, con sus
consecuencias de promoción del aborto, la eutanasia, la clonación humana, etc.
La realidad laboral 64 tampoco ayuda debido a las extensas jornadas laborales, el tiempo
utilizado para llegar al lugar de trabajo debido a las grandes distancias de nuestras ciudades
cada vez más extendidas, los bajos sueldos y la inestabilidad laboral, o peor aún la gran
cesantía, factores que impiden un desarrollo pleno y armónico de la familia.
Ante esta época de cambios e inestabilidades en la estructura familiar, donde inclusive se ha
dado un debilitamiento de los sacramentos, especialmente el matrimonio y el bautismo, se
hace necesario formar y motivar a las parejas65 sobre la base de la fundamental importancia
que tiene la Iglesia doméstica. Se propone comenzar antes, con una formación catequística de
los jóvenes que tenga una proyección a la preparación de su eventual matrimonio, la
realización de talleres y encuentros para pololos, y la conformación de equipos de
profesionales (psicólogos, catequistas, matronas) para la preparación de los novios al
matrimonio.
Por lo anterior, se destaca la necesidad de implementar programas 66 pedagógicos de
acompañamiento pastoral a matrimonios y familias que buscan con esfuerzo y perseverancia
responder al ideal cristiano de la Familia.
c. Ofertas religiosas 67
Las ofertas religiosas son diversas y ellas buscan sólo lo bueno y lo que no incomoda,
manifestándose un rechazo al sufrimiento y el dolor. En una generación que trata de evadirse
del dolor, buscando respuestas inmediatas, fáciles y de plenitud instantánea, se quiere anular
63
14 diócesis de 18 hacen referencia a este punto.
10 diócesis de 18 hacen referencia a este punto.
65
8 diócesis de 10 hacen referencia a este punto.
66
Aporte de la Familia de Schöenstatt.
67
16 diócesis de 16 hacen referencia a este punto.
64
22
el valor y el sentido de la cruz. Así, en pos de un relativo bienestar, surgen nuevas tendencias
en el campo religioso, que sacrifican los rasgos de la propia identidad, olvidando el valor del
sufrimiento y de la cruz, a través de prácticas más impersonales o encerrándose en pequeños
grupos de pertenencia para liberarse del agobio, la tecnología, el estrés y las depresiones que
causa esta época. Por lo demás, el inmenso sincretismo religioso presente en nuestros días,
donde se entremezclan rasgos múltiples de diversas creencias buscando el acomodo de los
propios intereses, debilita el entendimiento de lo esencial y absoluto. También hay muchos
movimientos seudo religiosos que ofrecen un encuentro consigo mismo y alejan a la persona
de su realidad, restándole protagonismo en la acción transformadora de las persistentes
estructuras injustas.
Se destaca que aumentan las comunidades evangélicas, algunas de las cuales viven su fe en
forma intimista, por lo que no siempre son un aporte en la transformación de la sociedad.
Además, frecuentemente se ven movimientos de difícil definición que prometen bienestar y
paz, tales como el “new age”, esoterismo y ofertas religiosas o espirituales, de salud y cuidado
personal, que no liberan al hombre sino que, por el contrario, lo esclavizan.
Ante estas oscilaciones, es fundamental desarrollar una Iglesia siempre en misión 68 , con
programas y estrategias que permitan mostrar a Jesús siempre como la novedad que es.
Pareciera que fuimos formados para la sacramentalidad y no más bien para la misión, por lo
que es necesario superar tal realidad y salir a evangelizar permanentemente. Esto además de
una vida parroquial más atractiva 69 , sin grupos excluyentes y dueños de espacios; con
párrocos que sean cercanos y carismáticos, acogedores y pastores. Hay que animar a los laicos
con iniciativas y a integrar a las personas en su diversidad. En fin, que la comunidad eclesial
sea más abierta y reconozca las nuevas realidades sociales, familiares y culturales, para
dialogar e interactuar con actitud evangélica en ellas.
1.2
La globalización, un desafío para la Iglesia
Para superar de buena forma el desafío de enfrentar la globalización, y poder obtener buenos
y abundantes frutos de ella, debemos, primeramente, formarnos más y mejor 70 ,
preparándonos permanentemente como verdaderos discípulos para dialogar con la
complejidad y las estructuras actuales. Ante todo, ser firmes en la promoción y defensa de
los derechos de las personas 71 , rechazando todo aquello que atente contra el derecho a la
vida, el respeto y la dignidad de los seres humanos. Hemos de estar preocupados de manera
preferencial por los más pobres, acompañarlos en la fe, incorporándolos a la sociedad y a la
comunidad, por tanto, también tenemos la responsabilidad de promover equidad en todos los
planos y denunciar la injusticia e inhumanidad.
68
8 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
8 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
70
11 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
71
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
69
23
Si en vez de temer ante los nuevos cambios, sabemos aprovecharlos en su bondad actual o
potencial, podemos convertir la globalización en fuente de crecimiento, desarrollo personal,
social y económico, y como auténtico vehículo de evangelización, poniendo la globalización
al servicio de los valores del Evangelio 72 . Hemos de globalizar la solidaridad y así
humanizar la globalización aplicando la sabiduría contenida en la Palabra, por ejemplo,
evangelizar utilizando la tecnología, información y comunicación. La preocupación debe ser
cómo enfrentar la globalización colocando temas como la solidaridad y la preocupación por
los marginados y por el cuidado de la Creación.
Frente al creciente fenómeno del multiculturalismo, y el riesgo de la imposición de una
cultura hegemónica que subyugue a las demás, hay que defender la diversidad de los
pueblos y las culturas 73 , rescatando los valores propios de cada pueblo, haciendo ver que la
fe puede representar un factor de cohesión y unidad al interior de cada uno y entre ellos,
promoviendo y fortaleciendo, a la vez, una pastoral de integración. Se hace necesario
entonces la adaptación de los textos de catequesis y de los procesos de formación de
catequistas para incorporar el mundo étnico y las sub-culturas urbanas y rurales.
Por otra parte, en lo referente a la globalización de los medios de comunicación 74 , que se
han transformado en factores importantes de influencia en las mentalidades y culturas como
operadores de cambios valóricos y fiscalizadores de la vida en sociedad, (Nº 120 del DoPa) se
plantea la necesidad de abordar en la V Conferencia el tema de la comunicación social, como
ocurrió en Puebla y Santo Domingo. Se trata de un aspecto muy sensible en estos tiempos y
que amerita que la Iglesia del continente enfrente a fondo y profesionalmente los desafíos que
enfrenta en este campo.
1.3 Las esperanzas y las tristezas de nuestros pueblos nos interpelan
a. Persistencia de la Pobreza
Si bien en este nuevo milenio enfrentamos múltiples cambios, producto de esta nueva época
que está comenzando, lo que ha permanecido es la pobreza. Chile sufre de una escandalosa
desigualdad 75 , a causa de la mala distribución de los bienes, recursos y posiciones que la
sociedad valora. La brecha entre ricos y pobres es cada día más ancha, si bien estos últimos
han disminuido. Persiste la discriminación económica y la estigmatización de acuerdo al lugar
donde se vive, el colegio al que se asiste, por nombrar sólo algunas. Urge dar solución a una
pobreza que se manifiesta como pluridimensional: económica, material, espiritual, cultural,
educacional, etc.
En el marco de un sistema educacional injusto, la educación pública es deficiente 76 , tanto en
calidad como en infraestructura, con profesores de bajo nivel profesional y con formación
72
9 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
8 diócesis de 17 hacen referencia a este punto.
74
Aporte de la Jornada de comunicadores sociales de Iglesia que reflexionó el DoPa
75
12 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
76
11 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
73
24
demasiado centrada en pasar contenidos, dejando de lado la educación en valores, que
entreguen más sensibilidad y compromiso social.
La realidad del trabajo 77 está marcada por mala calidad de las condiciones laborales, los
sueldos mínimos e injustos. Otra realidad conexa al trabajo son la cesantía, las jubilaciones
paupérrimas y la escasa defensa del trabajador. En el caso de los jóvenes, se da un fenómeno
de sueños frustrados, ya que aquellos que pudieron acceder a la educación superior terminan
trabajando en algo que no es lo que estudiaron. En otro ámbito, en los campesinos se siente
con tristeza el fenómeno de la emigración del campo a la ciudad, al carecer de fuentes de
trabajo estable. Por otro lado, en porcentaje importante, las viviendas 78 , lugar de encuentro de
la familia, son indignas e inapropiadas (mala calidad, muy pequeñas). Por lo demás, los
campamentos proliferan, hay mucha gente en situación de calle y la respuesta del Estado es
ineficiente.
b. Nuevos patrones culturales
Actualmente pareciera imponerse lo que se denomina como “cultura de lo desechable” 79 ,
materialista y consumista. Todo parece ser desechable, incluso las personas, principalmente
aquellas que no son atractivas socialmente o no son productivas. Hay invasión y nos dejamos
invadir desde sociedades desarrolladas, con las modas, produciéndose un cambio de
significados, códigos y costumbres que están lentamente estabilizándose en nuestra cultura.
En parte por el bombardeo publicitario, hemos copiado desde el consumismo desmedido (uso
descuidado del dinero plástico, abusos en el préstamo fácil, con estrepitosos endeudamientos
y pasando a ser esclavos de las transnacionales), hasta copiar sus comidas (fast-food), su
vestuario y su forma de divertirse. Se nota fuertemente que copiamos y adoptamos culturas
extranjeras ligadas al poderío económico y comercial.
Lo anterior indica un desconocimiento y decaimiento del patrimonio cultural 80 .
Aceptamos cualquier tradición cultural extraña, con escaso cuestionamiento, erradicando
tradiciones propias. Nuestras tradiciones patrias, culturales y gastronómicas están siendo
desplazadas y cambiadas por las que vienen de otros lugares, en especial a través del cine, la
televisión y la publicidad. Ignoramos nuestras propias culturas, costumbres y antepasados,
priorizando otras ajenas.
c. Los católicos y la Iglesia, también ante otros desafíos
Religiosidad y piedad popular. Esta experiencia de culto y fe es de suma importancia por ser
el punto de inicio para el conocimiento de Dios y su Evangelio81 en nuestro continente. A
partir de ahí, de signos simples y concretos, el hombre y la mujer latinoamericanos perciben el
gran misterio de Dios.
77
11 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
79
12 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
80
9 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
81
10 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
78
25
Es una manera de impulsar a los católicos a volver a descubrir un Evangelio que, por algún
motivo, se les ha hecho incomprensible, y que es un pilar fundamental para la evangelización,
por ser nuestra primera forma de diálogo con el Señor, pero trabajando de modo que la
tradición se transforme en convicción. Así, la ritualidad de la religiosidad y piedad popular se
levanta como un gran primer paso y se presenta al pueblo como la oportunidad de
acercamiento a la Iglesia 82 , donde por medio de la devoción a la Santísima Virgen, los
santos, los mártires, se ubica la fe en Jesucristo como centro de la acción evangelizadora y del
amor del Padre hacia el pueblo fiel. Al mismo tiempo, movidos por su fe, se hacen parte del
cuerpo vivo de la Iglesia, profesando sus creencias y participando activamente, compartiendo
con otros su devoción, su esperanza y su fe. Por lo demás, a la gente le agrada ser considerada
en sus expresiones abiertas de las emociones y sentimientos que experimentan al enfrentarse a
manifestaciones masivas de fe colectiva. Les da mayor fuerza el hecho de celebrar, orar y
cantar en comunidad. La religiosidad y piedad popular son el fundamento base de una
comunidad que expresa públicamente su fe en medio de la sociedad y el mundo. No hay que
avergonzarse de expresar la fe, vivida y compartida.
Centralidad de la Eucaristía. Para fortalecer la Eucaristía como encuentro central del
creyente con Dios, es necesario que su celebración sea más acogedora y participativa 83 , de
modo que se entienda que se trata de una fiesta de encuentro comunitario con el Señor, vivo y
resucitado. Los presbíteros –y en lo que les corresponde, también los diáconos y ministros
laicos autorizados- deben colaborar para que los fieles puedan sentirse partícipes e
incorporados a la celebración. Quienes tienen la tarea de preparar la celebración eucarística
deben demostrar más humildad y delegar servicios en otros fieles.
Hay que aceptar que el pueblo fiel es diverso y con distintas realidades, que van afectando y
determinando su cercanía con la Iglesia y la Eucaristía. Por lo tanto, ésta debe ser integradora,
motivando al pueblo a vivirla en plenitud. Fundamental es también mejorar las homilías 84 ,
que éstas acerquen el Evangelio a la vida, relacionándolas con la realidad que se vive hoy.
Hay que tener en cuenta que para la mayor parte de los laicos es la única instancia de
formación, por tanto hay que aprovecharla de buena forma y hacerla entendible para todos.
Igualmente es fundamental educar, catequizar e informar 85 para lograr entender la
celebración eucarística. Debe haber una preparación litúrgica adecuada, con formación sobre
el valor de la Eucaristía en la comunidad y en la vida personal. Puede ayudar tener algunas
Misas con explicaciones, entregar información acerca de las lecturas bíblicas antes de la
celebración y formar grupos de reflexión bíblica. Los grupos de catequesis deben promover la
Eucaristía, para hacer que nueva gente llegue a las parroquias. Que la Misa sea una verdadera
animadora de la vida y formativa para la devoción.
82
8 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
84
7 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
85
7 diócesis de 12 hacen referencia a este punto.
83
26
2. Al inicio del Tercer Milenio
Los valiosos aportes recibidos de las comunidades, de los más variados rincones del país, de
los más diversos ámbitos e instancias de la vida eclesial, de los diversos ministerios, carismas
y vocaciones del Pueblo de Dios, se presentan a continuación en forma resumida, en pocas
palabras, para facilitar la mirada global de nuestra Iglesia y de su quehacer en el mundo de
hoy.
2.1 Los miembros de nuestra Iglesia en Chile
Hay distintos niveles de ubicación, desde los cuales el Pueblo de Dios aborda las complejas
problemáticas de hoy.
•
Algunos, los que participan mayormente de la comunidad eclesial, sienten gran inquietud
y preocupación por los problemas y los cambios que se están viviendo. Hay en ellos
esperanzas, interrogantes y una búsqueda por encontrar caminos adecuados para unir la fe
y la razón, la fe y la vida. Buscan orientación en los pastores y apoyo en la comunidad
eclesial para la vivencia de su fe.
•
Otros, en general viven desde su fe sencilla, sienten que el mundo va “para otro lado”,
pero carecen de formación y reflexión para enfrentar los desafíos. Son influenciados
fuertemente por los medios de comunicación social.
En general hay una gran sed de Dios entre los comprometidos y también en los otros. En
particular, los jóvenes buscan el mundo de lo religioso, si bien muchas veces se da al margen
de la Iglesia y de toda forma institucional.
2.2
•
•
•
•
•
•
•
Aspectos que requieren ser revisados y potenciados en nuestra pastoral
La pastoral familiar: presentar los valores que aporta el Evangelio a la familia. Falta
mostrar ideales de matrimonios santos, de experiencias matrimoniales logradas no exentas
de dificultades. También, se requiere revisar los textos de catequesis, para ver cómo se
está presentando la familia cristiana.
La dimensión misionera de la Iglesia, como comunidad en misión permanente.
La formación permanente de los Obispos, Sacerdotes, Diáconos Permanentes, Vida
Religiosa y agentes de Pastoral, centrándola en Jesucristo.
La pastoral vocacional y la formación en los Seminarios y Casas Religiosas.
La pastoral juvenil, para que responda a los desafíos de los jóvenes de hoy.
La cooperación con la Iglesia, colocando tiempo, talento y dinero al servicio de los
demás.
Asumir, purificar, completar y dinamizar por el Evangelio las expresiones de Piedad
Popular.
27
•
•
•
•
Fomentar y fortalecer la presencia de agentes evangelizadores en las instituciones de
educación (universidades, institutos, colegios).
La Eucaristía, cuidando su preparación y celebración Dominical, con especial atención a
la homilía.
La Pastoral Social, que esté integrada en la Catequesis y en la Liturgia.
Cuidar el diálogo con las culturas, en verdad, desde nuestra propia identidad
2.3 El aporte de la CECH a la V Conferencia
Parece importante que la proclamación evangelizadora de la Iglesia, sea presentada con la
esperanza que viene a dar respuesta a las preguntas e inquietudes esenciales de la persona.
La fuerza del Evangelio es la certeza de que Jesucristo es el único capaz de dar la felicidad y
la plenitud a todos los hombres. Esto tiene que ser anunciado desde la esperanza y el
optimismo, desde la alegría que nace del discipulado de Jesucristo.
a. Relación con el mismo Dios: hay que entregar una renovada e integral presentación de
Jesucristo, subrayando el misterio de su persona que viene a responder a las necesidades
de los hombres de hoy. El Señor es Camino, Verdad y Vida. Los fieles pueden ir
descubriendo la riqueza de la Palabra de Dios en su vida por medio de la “Lectio Divina”.
Hay que seguir trabajando y ayudando al crecimiento del conocimiento y de la reflexión
de la Palabra de Dios.
La formación que se entrega a los laicos debe asegurar la conveniente formación doctrinal
y también el aspecto espiritual, de tal manera que sea algo más integrador, que abarque
todas las dimensiones de su relación con Dios.
b. Relación consigo mismo: incorporar en la catequesis y en distintas experiencias el
desarrollo personal. Hay aquí un aporte desde la antropología cristiana que es bueno ir
incorporando en las pastorales.
c. La familia: la pastoral familiar debe atender a todas las realidades que se viven en las
distintas situaciones familiares.
d. El deporte y el uso del tiempo libre: el deporte y el uso del tiempo libre ha faltado como algo
importante y significativo en la vida de los fieles. Es necesario darle su verdadero sentido. En el
deporte hay una participación masiva de personas. Los Medios de Comunicación Social le
dan gran cobertura, la gente conoce y sigue de cerca su desarrollo. Hay un desafío para
asumirlo desde la pastoral que ya ha impulsado la Santa Sede y que requiere ser
enfrentado en el continente, cuidando el verdadero valor del deporte y la salud para evitar
que se convierta en una idolatría. Por otra parte, desde la pastoral debe protegerse el
equilibrio entre el trabajo y el tiempo de descanso. Para ello es importante insistir en el
sentido del día Domingo, de los días feriados y de la fiesta.
e. La naturaleza y la creación: es importante reflexionar en una teología de la creación.
Promover un cuidado y conservación por los bienes naturales, como un regalo que Dios
nos ha dado para todos los hombres. Hay una responsabilidad y solidaridad cristiana en
orden a toda la naturaleza.
28
Con un discipulado cristiano que requiere formación lo más sólida posible en cuanto a:
a. La verdad: impulsados hacia la búsqueda de la Verdad, los laicos, junto con dar un
testimonio coherente de su fe, deben asumir su compromiso de transformar la realidad
humana y cultural en una realidad más justa y fraterna, conforme con la verdad del
Evangelio. Se necesita una preocupación por formar a la responsabilidad laical en el
ámbito social, político y eclesial, a la luz de la doctrina Social de la Iglesia.
b. La información: debe cuidarse la educación de los fieles en el uso crítico de los medios
de comunicación y de la información recibida. Al mismo tiempo, no descuidar la
presencia de agentes pastorales en dichos medios. Estos medios deben utilizarse para el
servicio de la evangelización.
c. La técnica y el trabajo: la técnica no debe reemplazar el verdadero valor del trabajo.
Urge promover la mirada cristiana sobre el trabajo humano, denunciando cuando éste pasa
a ser una explotación del ser humano. Hoy día la irrupción de la mujer en el mundo del
trabajo ha traído una nueva relación al interior de las familias donde muchas veces son los
hijos quienes más son afectados por la ausencia de sus padres.
CAPÍTULO V
PARA QUE NUESTROS PUEBLOS EN ÉL TENGAN VIDA
(DoPa 159 – 174)
«La Iglesia sabe que su misión prolonga en la historia la misión de Cristo, nuestro Salvador.
Todo lo que ella hace por los hombres es una acción liberadora de la esclavitud del pecado y
la muerte, para incorporar a la vida, la pasión y la resurrección de Cristo, el Señor de la vida.
Como madre ella existe para que las personas y los pueblos tengan vida en Él. Así actualiza el
sentido mismo de su Encarnación y de su Pascua como Buen Pastor: “Yo he venido para dar
vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10)» 86
1. Lo Recibido desde nuestra Iglesia
El camino que nos señala Jesús para tener vida en Él pasa primeramente por el testimonio y
la misión 87 . Tomando nuestra cruz cada día con valentía, alegría, confianza, coherencia y paz,
mostramos el poder de Jesucristo que murió y resucitó por nosotros, dándole sentido a
nuestros sufrimientos. Con la fuerza que entrega la vida sacramental, en especial la
86
87
Documento de Participación nº 164.
13 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
29
Eucaristía 88 y la oración, iluminados por la Palabra de Dios escrita 89 , el cristiano crece en
disponibilidad para amar y servir en todo momento y circunstancia de la vida.
1.1
Queremos superar miserias y carencias
Así como Él se ha acercado con todo su amor a nuestras vidas, nosotros abrimos el corazón y
nos damos a la tarea de ayudar al necesitado, reconciliándonos con el hermano caído y
también con la generosa Madre Naturaleza. Con la libertad de los hijos de Dios, debemos
asumir nuestra responsabilidad de ser actores y promotores de la paz, el bien, la justicia y la
solidaridad. Hemos de aprender a llevar la cruz y ayudar a nuestros hermanos con las cruces
de ellos con fe y optimismo, en una renovada opción preferencial por la vida y por los
pobres 90 .
a. Nos cuesta ser un signo de fraternidad y comunión 91
Sentimos que estamos en comunión cuando tenemos presente a Cristo en cada uno de
nosotros y la hacemos vida dando a conocer su Palabra, cuando vivimos la Eucaristía, cuando
nos reunimos y participamos, cuando pensamos en el bien común, cuando oramos por la
Iglesia y los que sufren. Nos sentimos hermanos cuando servimos a los demás y a la Iglesia.
Actualmente, aunque le damos espacio a la vida en comunidad, éste no es suficiente, somos
débil signo de comunión y se vuelve un desafío esencial vivir más intensamente el amor
fraternal. Nos cuesta ser signo de unidad en el mundo de hoy, en el que hay mucha división y
Dios queda relegado a un segundo plano. Hay demasiados signos de autosuficiencia,
autonomía radical, prejuicios y desvalorización, falta de sencillez en las personas. Así, la vida
comunitaria en la sociedad está decaída, no hay comunicación entre vecinos, ni la suficiente al
interior de la Iglesia.
b. Nos falta profundizar en la experiencia del Buen Samaritano 92
Los gestos de solidaridad y generosidad están siempre en el hombre en cuanto hombre; tanto
más si éste cree que Cristo está presente en él. Hoy en la Iglesia hay muchas fundaciones,
corporaciones y organizaciones que están en los pasos del buen samaritano. Además, en las
parroquias hay pastorales de enfermos, social, de ayuda fraterna, etc., y muchas tienen bien
desarrollado el tema social evidenciando gran preocupación. Sin embargo, está la fuerte
sensación de que se puede y necesita hacer mucho más. Pareciera existir una suerte de
conformismo o resignación, por lo que hace falta una opción real y radical por amar y ayudar
al que sufre.
88
9 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
7 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
90
6 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
91
11 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
92
11 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
89
30
La misión está obstaculizada por la falta de compromiso, de formación, de unidad, de
consecuencia, la indiferencia religiosa, la debilidad de las comunidades y la poca
identificación con la Iglesia.
c. Necesitamos profundizar en el amor (ágape)
Ante esta realidad, nuestra tarea es profundizar en el amor 93 . Nos falta vivir dicho
mandamiento, tener una vida sacramental activa y con sentido, que nos fortalecerá en nuestras
debilidades. Hay que cultivar la acogida y actitudes que nos permitan romper el círculo
vicioso del individualismo que nos corroe, crecer en fraternidad a través de un estilo de vida
que sea instrumento de paz y amor en el país y en el mundo. Nos sentiremos instrumentos de
comunión y seremos como la sal y la luz del mundo, cuando reconozcamos nuestra misión de
enseñar el amor y la verdad de Cristo. Necesitamos ser hombres y mujeres de acción, que
viven una fe encarnada. Hay que salir al encuentro del hermano 94 , amando sin condición,
siendo solidarios, caritativos, tolerantes, misericordiosos y desprendidos, fortaleciendo
nuestra capacidad de acogida sin discriminación, respetando la diversidad, pues en cada uno
de ellos Cristo se manifiesta desde su ser.
1.2 Discípulos de Jesucristo: expectativas sobre los agentes
a. Obispos 95
Cercanía y disponibilidad son dos cualidades que más se valoran en los obispos y que, a su
vez, más se piden que sean ejercitadas en un mayor contacto con las comunidades, los
jóvenes, el clero y los pobres. Se valora y se pide mayor presencia no solamente en las
situaciones de dolor, desconcierto, angustia, sino también en los momentos festivos o
celebrativos.
Se pide que denuncien el pecado social con valentía y planteen su visión frente a las políticas
sociales. Han de poseer elementos para interpretar la realidad a la luz de la fe y ser
conocedores del mundo actual.
b. Sacerdotes, religiosas y religiosos 96
Valorar la presencia y colaboración de los laicos; mayor preocupación por la formación de
éstos. Una mayor presencia en los distintos grupos de su parroquia, no sólo con las reuniones
de coordinación, sino de visitarlos en su ambiente cada cierto tiempo. Se espera de ellos un
mayor carácter misionero y de animación de los planes pastorales diocesanos. La parroquia
93
5 diócesis de 15 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 13 hacen referencia a este punto.
95
13 diócesis de 13 hacen referencia a este punto.
96
13 diócesis de 13 hacen referencia a este punto.
94
31
debe ser un lugar abierto donde el sacerdote exprese su paternidad con todos. El trato con los
feligreses debe ser cercano, dialogante y acompañándolos espiritualmente.
Se espera que profundicen en un mayor compromiso y atención a las necesidades de los más
pobres y que sean capaces de trabajar con otras instancias tanto de la Iglesia como de la
sociedad para buscar soluciones, siendo verdaderamente la voz del pueblo en sus clamores.
Respecto de la liturgia, se les pide un mayor cuidado, y en cuanto a las homilías, se espera que
prediquen con más cercanía a los hechos de la vida cotidiana, iluminando con la Palabra de
Dios la realidad local, logrando así interpelar a las personas.
c. Diáconos y agentes pastorales 97
Sobre los primeros, deben asumir un servicio de acompañamiento y cercanía a la comunidad,
con un espíritu de servicio y acogida. Además, han de tener mayor cohesión con el párroco.
Todos han de dar ejemplo de vida en todo su quehacer cotidiano, dignos de imitar por la
comunidad como agentes activos de la Iglesia. Han de ser humildes, espirituales, de profunda
oración y compromiso con su labor y estar bien formados en lo doctrinal, litúrgico, bíblico y
espiritual.
d. Comunidades 98
Se buscan comunidades más participativas, orantes, sociables y fraternas. No tan solo han de
quedarse en espacios reflexivos y de formación, sino que deben ser comunidades vivas y
activas, capaces de incentivar a más personas, estando abiertas a compartir y con un gran
compromiso social y sensibilidad por las necesidades de los marginados.
1.3 Expectativas sobre la V Conferencia del CELAM
En esta nueva Conferencia General, tiempo de gracia para la Iglesia Latinoamericana y del
Caribe, se busca una Iglesia renovada para asumir los nuevos tiempos 99 , con una renovación
intensa de cara a la época que nos toca vivir, siendo capaces de detectar la presencia de Dios
en medio del mundo de estos tiempos. Se requiere una Iglesia cada vez más espiritual, santa y
cercana a los problemas cotidianos de la gente. Así, las grandes líneas de la Conferencia han
de estar acorde a la realidad 100 , con una contextualización seria, fruto del estudio del pueblo
de América Latina, dando mensajes acogedores, comprensibles y firmes. Se espera ver a los
Obispos como guías y servidores de Cristo en la conducción de un rebaño que por su
fragilidad espiritual, tiende a seguir las corrientes del mundo. Que su acción de educación y
formación cristiana impulse a todos a tener un papel más protagónico en la política,
legislación y acción dentro de la ciudadanía de los pueblos latinoamericanos. Que la
97
9 diócesis de 13 hacen referencia a este punto.
8 diócesis de 13 hacen referencia a este punto.
99
6 diócesis de 10 hacen referencia a este punto.
100
5 diócesis de 10 hacen referencia a este punto.
98
32
Asamblea muestre al continente latinoamericano una Iglesia renovada, pero que mantiene
intacto un mensaje siempre vigente, a pesar del paso del tiempo y de los escenarios
cambiantes de la nueva época 101 .
Se espera un pronunciamiento frente a la discriminación, a los valores de la nueva
cultura y los nuevos conceptos de valor moral 102 . Realidades como la discriminación, la
situación de emigrantes e inmigrantes, el materialismo, el secularismo, la indiferencia, el
aporte de la nueva cultura, los nuevos conceptos de valor moral que hoy se manejan y las
grandes diferencias en la distribución de la riqueza, así como una reafirmación de la opción
preferencial por los pobres, debieran ser objeto de reflexión. De igual forma, se tiene la
expectativa que nuestros pastores se manifiesten con fuerza frente a temas de injusticia,
violencia, manipulación de la vida desde su concepción hasta la muerte y que afectan la
dignidad y vida de las personas.
Sobre el tema del laicado 103 , se tiene la esperanza de que se promueva su rol activo,
entregándole más herramientas y ampliando los criterios para aceptar las innovaciones y
nuevas perspectivas que traen.
En general, se espera una Iglesia que reencante, que testimonie su fidelidad a Cristo 104 y
sepa hablar con el lenguaje de estos tiempos, motivando a remar juntos como pueblo de Dios
ante los desafíos del nuevo milenio, y así evangelizar las nuevas y transformadas realidades
que nos interpelan.
2. Para que nuestros pueblos en Él tengan Vida
En una sociedad que quiere avanzar en una vida democrática, los Obispos de la CECH
estamos convencidos que nuestro camino de fe tiene mucho que aportar al desarrollo
auténtico de nuestro pueblo. Porque Jesús es Camino, Verdad y Vida es que nos atrevemos,
cada día más, con valentía, a proclamar que nuestra Iglesia está viva.
2.1. Lo propio de nuestra Iglesia en Chile, en su quehacer evangelizador, para que los
buscadores y peregrinos de nuestra patria tengan vida en Cristo
a. El esfuerzo por la formación pastoral y espiritual de laicos y consagrados, que se ha
venido implementando con una variedad de propuestas, las que han tenido gran acogida y
significativos resultados. Entre ellas, la experiencia de la Catequesis Familiar en vista a la
primera Eucaristía, las instancias de preparación a los sacramentos del bautismo y
matrimonio; las escuelas de formación para laicos que con gran participación han venido
extendiéndose por las diócesis; la educación religiosa escolar en las escuelas municipales
101
8 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
9 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
103
5 diócesis de 14 hacen referencia a este punto.
104
5 diócesis de 10 hacen referencia a este punto.
102
33
y privadas laicas, con la formación y acompañamiento masivo de profesores de religión;
el gran anhelo y necesidad del pueblo de Dios por acercarse y conocer mucho más
profundamente la Palabra de Dios, y por ello, la gran acogida a diversas experiencias y
cursos bíblicos; la organización, promoción y sistematización de Escuelas para la
formación del Diaconado Permanente en la mayoría de las diócesis, jornadas, retiros y el
aporte de las espiritualidades laicales.
b. La permanente y decidida defensa y promoción de la dignidad del valor sagrado de
la vida humana, acompañada de la denuncia profética de cuanto se opone a ella o la hace
objeto de abuso y manipulación en toda circunstancia, ámbito y tiempo. Por ello, el
hacerse cargo de anunciar el significado de los derechos humanos y de los medios que los
aseguran y favorecen.
c. Los crecientes y nuevos espacios que se vienen abriendo para la participación y
corresponsabilidad de los laicos, especialmente en el importante avance en la instalación
de los Consejos Pastorales y Económicos en las parroquias, como así mismo de los
Decanatos, clarificando roles y funciones; la delegación de tareas en grupos de laicos
como animadores de comunidades con presencia esporádica de sacerdotes, especialmente
en la celebración litúrgica, catequesis, conducción de grupos; y organización de tareas de
servicio; numerosas iniciativas y experiencias asociativas o individuales, de índole
religiosa, social y solidaria que atraen y motivan una importante presencia y compromiso
por parte de los jóvenes.
2.2. Nuestro aporte a la V Conferencia
a. Proponer itinerarios de vida cristiana, contenidos y experiencias que conduzcan al
encuentro personal con Jesucristo en la vida y misión de la Iglesia, colaborando en el
desarrollo de la santidad de vida y de la espiritualidad de los fieles, mediante comunidades
caracterizadas fuertemente por la dimensión orante.
b. Profundizar la opción preferencial por los pobres, dando pasos que vayan más allá de
lo asistencial para favorecer iniciativas, espacios e instancias, que a la luz de la Doctrina
Social de la Iglesia, entreguen herramientas para tomar conciencia de su dignidad,
valorizarse como personas, descubrir el rol que están llamados a jugar en la sociedad, y
ofrecerles las herramientas que les capacite para una mayor participación social y
liberación integral.
c. Inculturar el Evangelio en los nuevos contextos y en las actuales búsquedas y ansias de
las personas y la humanidad, de tal modo que éste pueda resonar efectivamente como una
feliz noticia en el corazón de los hombres y mujeres de hoy. Jesucristo vino para salvar el
mundo y no para condenar al mundo. El Evangelio asume, purifica, completa, dinamiza y
redime la vida. La Palabra de Dios es por sobre todas las cosas una hermosa y profunda
propuesta de buenas noticias para toda persona y la humanidad, a fin de que en Jesucristo
tengan Vida. Apremia encontrar nuevos caminos para un diálogo propositivo y fecundo
con las actuales realidades y fenómenos del mundo.
34
d. Urge relanzar la Parroquia como comunidad de comunidades, con la finalidad que
pueda cumplir eficazmente con su identidad de auténtica comunidad cristiana,
caracterizada por la celebración festiva y gozosa de la Eucaristía, de la Palabra, los
sacramentos y el amor a María, la discípula y formadora de misioneros, la acogida a todos,
sin exclusión, la fraternidad hecha de caridad, diálogo y servicio; la apertura a diversas
expresiones y formas de pertenencia eclesial; la promoción de ministerios y de instancias
de comunión y participación. Asimismo, una Parroquia misionera cuya mayor alegría sea
anunciar a todos y en todos los ambientes a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, en que
con o sin sacerdote, cada comunidad celebre siempre el Día del Señor, abierta al territorio
y a sus necesidades evangelizadoras y de promoción humana, en diálogo con las distintas
instituciones que trabajan por el bien de los demás, especialmente de los más pobres, y
con iniciativas de servicio pastoral y solidario concretos.
e. Valorizar la Educación católica, porque favorece procesos de enseñanza y aprendizaje,
en los que la persona aprende a mirar la cotidianeidad de su existencia, a comprenderla y a
actuar desde la cercanía trascendente del Dios de Jesucristo.
f.
Valorizar la propuesta evangelizadora, espiritualidad, métodos y procesos formativos
propios de los movimientos eclesiales, como un aporte que enriquece la vida y misión de
las Iglesias locales, asegurando al mismo tiempo su decidida inserción en la pastoral
orgánica, y su integración, participación y aporte en las distintas comunidades eclesiales.
g. En el mundo empresarial y político católico, existe un sentimiento de orfandad y de
cierto abandono de parte de la Iglesia. Un porcentaje de ellos, sienten la necesidad de un
mayor acompañamiento, iluminación e incluso formación de parte de ésta, con el fin de
profundizar desde la fe sobre el significado más profundo de su vocación, para dar el
testimonio al que están llamados en esos ámbitos temporales, como así mismo para asumir
la responsabilidad social de ella. Hay empresarios que muestran un sincero interés por
integrarse en el tejido social, como un verdadero polo de desarrollo, es decir, con voluntad de
hacer las cosas bien. Es necesario insistir sobre la realización de la vocación del laico en ese
ámbito.
h. Se ve con preocupación que generalmente la Iglesia ad intra, requiere crecer en su
capacidad de diálogo, entre los diversos componentes del Pueblo de Dios, ya sea entre
los mismos Pastores, entre distintos carismas, movimientos o Congregaciones, entre
laicos, entre fieles de diversos sectores socioeconómicos, entre la jerarquía y los laicos,
etc. Se requiere mayor conocimiento, respeto, valorización mutua, trabajo en conjunto, y
la capacidad de reflexionar juntos la vida y el caminar de la Iglesia. Cierta tensión que
suele percibirse entre laicado y clero, pareciera estar motivada más bien por la búsqueda
de poder que por mayores espacios para servir.
i. Aprovechar mucho más la riqueza de tantos valiosos y valientes testigos de la fe que ha
habido y que hay en nuestro continente, como ejemplos de vida cristiana y de
evangelización.
35
j. La Iglesia está conformada por una multitud de bautizados que, sin embargo, conocen,
viven y manifiestan su fe con niveles muy distintos de conciencia, formación y
compromiso. Se requiere elaborar con creatividad nuevas propuestas, lenguajes y
formas de evangelización, a partir de la realidad y necesidades específicas de quienes se
encuentran en los distintos niveles de pertenencia eclesial.
k. Ante el sostenido aumento de adultos sin bautismo, se sugiere promover el catecumenado
de adultos, que ofrece un itinerario muy valioso y eficaz de iniciación cristiana y eclesial.
l. Definir con mayor claridad una pastoral de los pastores, que favorezca un constante
acompañamiento y renovación de la vida y misión de los obispos, presbíteros, religiosos y
diáconos.