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RECORDANDO A LOS QUE SUFREN POR EL AMOR A JESUCRISTO
Columna semanal del arzobispo Charles J. Chaput, OFM Cap.
06 de noviembre del 2013
Noviembre es un momento para recordar de manera especial las almas de los fieles difuntos que
nos han precedido. Los mártires están entre los que veneramos, y ellos vinieron de todas las
profesiones. Eran religiosos, sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, viejos y jóvenes. Martirio
significa dar testimonio de Jesucristo viviendo y, cuando es necesario, muriendo por nuestra fe
en Jesucristo. Como dijo Jesús, «no hay amor más grande que dar la vida por sus amigos» (Jn
15:13). Él pronunció estas palabras antes de dar su vida por nosotros en la cruz, mostrando
exactamente lo que quiso decir.
Al dar su vida por Cristo, los mártires siguen sus pasos. Una oración de la Iglesia primitiva habla
de los mártires regocijándose con Jesús en el cielo porque vertieron su sangre por amor a él. El
martirio es en última instancia bello porque brilla con el amor de Dios.
Pero en otro sentido, el martirio es una grave injusticia y un signo de pecado en el mundo.
Martirio implica ataques a mujeres y hombres cristianos precisamente debido a su creencia en
Jesús. Viviendo en Estados Unidos hoy, tendemos a pensar en la persecución como algo remoto;
algo que le pasó a otros cristianos en otros tiempos. Estamos agradecidos por la libertad de
practicar nuestra fe que pertenece al patrimonio de nuestra nación. Muchos otros cristianos no
son tan bendecidos; para muchos de nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo, vivir la
fe viene con un precio amargo. Un hombre cristiano pierde su trabajo o paga multas; una mujer
cristiana es golpeada o condenada a muerte. Aunque nosotros no vemos esto suceder en nuestras
propias iglesias, el siglo XXI es ya una edad de sangriento martirio.
Los cristianos en el Medio Oriente soportan una carga especial de violencia e intolerancia. La
cabeza de la comunidad católica caldea de Mosul, Irak, el arzobispo Amel Shamon Nona fue
nombrado en el 2010 después de que su predecesor fue asesinado brutalmente por extremistas
musulmanes. Él presenció como mes tras mes, los cristianos se iban de su ciudad. La brutal
violencia le hizo preguntarse cómo alguien puede vivir la fe en un tiempo de sufrimiento
extraordinario.
Arzobispo Nona llegó a esta conclusión: «En una época de crisis y de persecución, debemos
permanecer llenos de esperanza». Esto puede sonar increíblemente piadoso, pero necesitamos oír
sus palabras en detalle:
«Me di cuenta que, sobre todo —ante el sufrimiento y la persecución— un verdadero
conocimiento de nuestra propia fe y la causa de la persecución es de importancia fundamental.
Al profundizar nuestro sentido de lo que significa ser cristianos, descubrimos maneras de dar
sentido a esta vida de persecución y encontramos la fuerza necesaria para soportarla... Desde el
momento en que estamos esperando la muerte, bajo la amenaza de alguien que nos puede
disparar en cualquier momento, necesitamos saber cómo vivir bien. El mayor desafío de
enfrentar la muerte debido a nuestra fe es continuar conociendo esta fe de forma que se viva
constante y plenamente –incluso en ese momento muy breve que nos separa de la muerte.
Mi objetivo en todo esto es reforzar el hecho de que la fe cristiana no es una teoría abstracta,
racional, alejada de la vida real, diaria, sino un medio de descubrir su significado más
profundo, su más alta expresión según lo revelado por la Encarnación. Cuando el individuo
descubre esta posibilidad, él o ella estará dispuesto a soportar cualquier cosa y hará todo lo
posible para salvaguardar este descubrimiento –incluso si esto significa tener que morir por su
causa.»
¿Qué podemos hacer nosotros en Estados Unidos por los cristianos alrededor del mundo que
están sufriendo persecución ahora? El apoyo material es una necesidad obvia y vital. Pero
primero y aún más crucial, arzobispo Nona nos dice, es esto: Viva la fe de una manera más
profunda. Dele a los cristianos que sufren el regalo de saber que sus cargas nos animan a amar
más a Cristo Jesús. Si somos libres de vivir como miembros del cuerpo de Cristo, debemos vivir
nuestra fe más vigorosamente para aquellos que no tienen dicha libertad. El arzobispo también
nos insta a proteger nuestra propia libertad religiosa y resistir cualquier intento de intimidación
que enfrentamos en nuestro propio país.
Viviendo nuestra fe con valentía y convicción, nos convertimos también en «mártires» en el
sentido literal de la palabra: testimonios del amor de Jesucristo. Esto puede ablandar el corazón
del mundo y llevar a las personas de buena voluntad a Dios.
Comentarios del arzobispo Nona: http://www.nationalreview.com/node/362242/print.
Material de apoyo para la Iglesia en el Medio Oriente puede ser enviado a Aid to the Church in
Need (Ayuda a la Iglesia que sufre) o a Catholic Near East Welfare Association
(Asociación católica de ayda al Cercano Oriente).