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RESISTENCIA CATÓLICA
COTIDIANO DE CURAS TRANSNACIONALES EN
NORDESTE DE BRASIL (1960 – 1970)
Antonio Torres Montenegro*
*
Profesor de Historia Contemporánea y de Metodología de la Investigación Histórica del
Departamento de Historia y del Postgrado en Historia de la Universidad Federal de
Pernambuco (UFPE). Investigador de la Consejería Nacional de Investigación (CNPq).
Miembro del Cuerpo Editorial de diversas revistas. Autor de diversos libros y artículos. Socio
de la Asociación Internacional de Historia Oral (IOHA) y de la Asociación Brasileña de
Historia Oral.
RESISTENCIA CATÓLICA. COTIDIANO
DE
CURAS TRANSNACIONALES
EN
NORDESTE
DE
BRASIL (1960 – 1970)*
Este artículo analiza el discurso y las prácticas de curas católicos que inmigraron al Nordeste
de Brasil. Una de sus misiones prioritarias era el combate contra el comunismo entre el final de la
década de 1960 y 1970. A partir de la historia de vida de algunos de esos curas, se establece una
discusión acerca del significado de dichas prácticas tras el golpe de 1964, cuando los militares pasan
a controlar el poder político en Brasil. Esta situación permanece durante veinte años. Frente a ese
nuevo escenario histórico, muchos de esos curas pasan a ser interpelados y perseguidos como
comunistas. El estudio y examen de ese nuevo significado histórico es uno de los objetivos de
análisis de ese artículo.
Introducción
Hay varios caminos que permiten rever el pasado. Muchas preguntas con las que podemos
interrogarlo. Perplejidades que éste nos lanza. Caminos, preguntas y perplejidades se imbrican al
presente, a la historia vivida, a las formas como relaciones sociales, políticas, culturales y
económicas se construyen y se transforman. La producción de lo real en ese fin de milenio instituye
un presente sin distancias geográficas en el que el tiempo se mide a través su velocidad (VIRILIO,
1984). Pese a esto, ese tiempo velocidad carga señales de permanencias y rupturas que se recrean
de diferentes formas. En búsqueda de esas señales y en su análisis es que trabajaremos en este
artículo (GAGNEBIN, 1997).
A partir de la historia de cinco curas que, entre el final de la década de 1950 y 1960,
inmigraron al Brasil y se establecieron en Nordeste, elaboraremos algunos análisis acerca de
memorias que los mismos reconstruyen de sus vidas junto a diversos grupos del medio rural y
urbano. Sobre todo aspectos culturales, políticos y sociales que experimentaron. Privilegiaremos las
experiencias en el medio rural, reconstruyendo el contexto de la época en la que llegan al Brasil y la
relación que establecen con una sociedad completamente distinta de aquella en la que nacieron y se
educaron.
*
Este artículo se realizó a partir del proyecto de investigación “Caminhos da Resistência Católica”
apoyado por la Consejería Nacional de Pesquisa (CNPq) de Brasil. Uno de los objetivos de esa
investigación es realizar entrevistas de Historias de vida con religiosas y religiosos católicos que
inmigraron de Europa al Nordeste de Brasil entre el final de la década de 1950 y 1960. Atendiendo a la
convocatoria de la Encíclica Fidei Donum, una de sus misiones era combatir el avance del comunismo
en Brasil. Pero, tras el golpe y consecuente toma de poder por los militares que lo asumen a partir de
marzo de 1964, muchos de esos religiosos y religiosas pasan a ser perseguidos como comunistas. Uno
de los objetivos de esa investigación es estudiar esa transformación.
Traducción de Glória Cristina Huggins de Sá Leitão, Miembro de la Asociación Internacional de Traductores
Intérpretes y Profesores de Español - AITIPE
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Una parte de las motivaciones que nos llevaron a estudiar este tema, está relacionada con el
presente. Con la violencia, la guerra contra los trabajadores rurales pobres y sin tierra. Sin embargo,
se puede considerar el tiempo histórico que separa el presente (inicio del siglo XXI) y la acción de
curas inmigrantes junto a trabajadores rurales en los años 1950/1960, objeto central de nuestro
análisis, bastante reducido, cuando evaluado en términos de cambios o transformaciones históricas.
Al examinar las contradicciones y conflictos, sobre todo por cuestiones de tierra que existían en el
pasado – década de 50/60 -, sorprende redescubrirlos cuarenta años después. Esa permanencia es,
de cierta forma, un choque para el historiador que se vuelca a la historia de las luchas campesinas
de aquel período (LESSA, 1985).
Por otro lado, fuertes sentimientos están presentes y motivan este texto: una enorme alegría y
tristeza al leer en los periódicos o inclusive al ver, cerca de donde vivía, en Recife, la lucha de
trabajadores sin tierra. (A dos manzanas de donde residía, quedaba la sede regional de INCRA,
donde frecuentemente el MST promueve acampadas, para presionar al gobierno a cumplir las
promesas constantemente aplazadas). Alegría por la resistencia, por el coraje o inclusive por el
desespero heroico como estos trabajadores hacen frente a las diversas formas de violencia. Alegría
de percibir que ellos ya no se reconocen tan sólo como pordioseros o miserables en las periferias de
las ciudades. Tristeza desmedida por comprender que ésa es una historia de guerra, de violencia, de
asesinatos de hombres, mujeres y niños que se cuentan en centenares (CORRÊA, 1977)i.
Otra dimensión que despertó nuestro interés en estudiar ese tema resultó del hecho de la
Iglesia Católica, en Brasil, haber apoyado el golpe militar de 1964; pero, básicamente a partir de
1968, se constituye en un polo de resistencia al régimen (BRUNEAU, 1974). En el interior de esa
transformación vamos a ver diversos curas, obispos, monjas, religiosas y legos ser perseguidos
como comunistas, unos presos, otros torturados, algunos muertos, además de los que se expulsaron.
Frente a ese panorama de disputa e incitación en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, nos
interesaba también estudiar, a partir de prácticas cotidianas, como se construyó ese cambio de
posición por parte de la iglesia.
Entre los asesinatos cometidos contra religiosos algunos tuvieron el fin de afectar
directamente a los obispos con quien trabajaban. En 1969 matan de forma violenta en Recife, capital
del estado de Pernambuco, ubicada en la región nordeste de Brasil, al joven cura Antonio Henrique
Neto, de tan sólo 28 años, que desarrollaba un trabajo de asistencia a la juventud, bajo la
orientación del arzobispo Don Hélder Câmara. Ese asesinato nunca desvelado, a pesar de muchos
indicios conllevar hacia el aparato de represión policiaco, fue una forma de intimidar e intentar frenar
el trabajo social realizado por Don Hélder, a quien acusaban de comunista y enemigo de los
militares. Razón por la que venía, hacía ya algún tiempo recibiendo constantes amenazas de muerte.
(ROCHA, 1999.p. 81/87) Situación idéntica vivía Don Pedro Casaldáliga, obispo de São Félix do
Araguaia en el estado de Mato Grosso, en la meseta de Brasil. Amenazado públicamente de muerte
por terratenientes de la región, en la década de 1970, fue motivo de cinco procesos de expulsión,
pero la intervención directa del Papa Paulo VI impidió que ellos se consumaran. Mil novecientos
setenta y seis fue un año dificilísimo para Casaldáliga que perdió el amigo y misionero salesiano
Rodolfo Lunkenbein de 37 años, lo cual actuaba en la prelacía de Guiratinga. Éste fue asesinado por
un grupo de hacenderos a causa del trabajo desarrollado en defensa de la demarcación de tierras de
indígenas Bororo. Pese a esto, pocas semanas después del asesinato de Rodolfo, se realizó en el
pueblo de indígenas Tapirapé el encuentro indigenista anual, promovido por la prelacía de São Félix
do Araguaia, bajo la coordinación de Don Pedro Casaldáliga. En la ocasión, invitaron a algunos
misioneros de las prelacías vecinas, y entre ellos el cura João Bosco Penido Burnier. Tras el
encuentro, que transcurrió sin ningún incidente, Don Pedro le invita al cura João Bosco a ir juntos a
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visitar algunos pueblos de la prelacía. En ese viaje, al llegar a un pueblecito, encuentran a la
población en pánico, desesperada a causa de la violencia de la que se utilizaba la policía para
descubrir el culpable de la muerte de un agente de su organización. Deciden, por tanto, atender al
pedido de algunas familias de ir a la comisaría, intervenir en favor del fin de aquellos actos de
violencia. Pero, al llegar a la comisaría, los reciben bajo amenazas e insultos. El cura João Bosco
reaccionó y dijo que iría a denunciarlos a sus superiores. En ese momento, un policía avanza hacia
João Bosco, le da un puñetazo y en seguida dispara contra su cabeza. Don Pedro se fue de la
comisaría con su amigo en búsqueda de ayuda, pero los hospitales quedaban en ciudades ubicadas
lejos de allí y exigían viajes muy largos. Sólo en la mañana del día siguiente consiguieron un
pequeño avión para transportar al cura, que había fallecido pocas horas después de llegar al
hospital. (ESCRIBANO, 2000, p. 102/103). Estos relatos cortos, ofrecen un pequeño fragmento de la
resistencia que las prácticas de muchos curas significaron, sobre todo en los veinte años en que los
militares estuvieron en el poder en Brasil.
Tabla 1
Calum
niados
P
resos
Tor
turados
Ase
sinados
Desap
arecidos/
Expu
lsados
secues
trados
Total
107
4
31
5
11
28
1
2
---
1
---
1
23
4
1
25
1
1
1
1
2
2
5
---
8
1
-
---
---
---
---
88
Obisp
28
os
1
Curas
27
85
Religi
osos(as)
Legos
12
9
12
73
Grupo
s
14
--
Organ
izados
(Las tablas 1 y 2 se copiaron del libro Cry of the People de Penny Lernoux. Doubleday & Company,
inc., Garden City. New York, 1980. Págs. 464/466)
Los libros de Bruneau y Scott ya habían explorado bastante todo el proceso institucional de
cómo la Iglesia iría transformar su posición con relación al régimen militar. Scott, inclusive, analiza
que en gran parte de los países de América Latina, donde las dictaduras militares se establecieron,
el clero progresista no consigue el apoyo de los sectores moderados y conservadores, en el interior
de la propia institución. En Brasil, sea por la habilidad del sector progresista de la Iglesia, sea por la
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forma autoritaria y represora con la que el régimen pasa a tratar indiscriminadamente padres,
obispos y monjas, lo que se observa es que la Iglesia, como institución, irá gradualmente quitarle el
apoyo al régimen, lo que en definitiva se materializará a partir de 1970 (Scott, 1989).
Privilegiamos analizar en este artículo algunas memorias reconstruidas por esos curas en sus
relaciones con las comunidades rurales y sus trabajadores. El interés por el estudio de la memoria
de esos curas es consecuencia, en parte, del hecho de que ellos inmigraron a Brasil a partir de una
convocación papal para combatir el comunismo y, a lo largo de los años, algunos pasaron a ser
perseguidos como comunistas. Ese hecho era, a comienzos de la investigación, uno de los puntos
centrales que deseábamos investigar. Pero había también otras cuestiones asociadas que se
relacionaban sobre todo con el presente. Además, nos interesaba examinar porqué los campesinos
no reaccionaron ante el golpe en 1964, ya que algunos creían que ellos no aceptarían pasivamente
cualquier medida de esa orden.
No obstante, a partir de la organización del MST (IOKOI, 1996), pese a venir sufriendo
asesinatos a los centenares, el movimiento de resistencia y lucha por la tierra parece no dar marcha
atrás. Para comprobarlo, pasamos a documentar, a través de entrevistas de historia de vida, la forma
de actuación de esos curas en el trabajo cotidiano con trabajadores y trabajadoras rurales. Algunas
señales revelan cierta influencia de ellos en el cambio de comportamiento de los trabajadores rurales
en las décadas recientes.
En la medida que pasamos a estudiar la actuación de los curas católicos, en las décadas de
1950/1960, en Nordeste de Brasil, la documentación oral y escrita reveló otras sendas a través de
las que, gradualmente, se creó en aquel período una verdadera cruzada contra el comunismo. Esta
cruzada unía la capa social de poder adquisitivo medio, las elites económicas, la política y el aparato
militar de Brasil asociadas a la política exterior americana y a la Iglesia Católica.
Así, antes de hacer un análisis entrañable y detenido de las memorias de esos curas,
procuraremos situar algunos elementos de la coyuntura política nacional y aspectos de la estrategia
norteamericana respecto a Brasil entre el final de la década de 1950 y 1960. Se observará cómo en
Brasil se establece una extensa alianza entre las elites económicas y políticas y cómo las mismas
buscarán el apoyo de los Estados Unidos y de la Iglesia Católica para hacer frente a la posible
adhesión brasileña al comunismo.
El precio de la Guerra Fría
Examinar la historia política, económica y cultural, entre el final de la década de 1950 y 1960,
remite, entre otros caminos, a la problemática de la Guerra Fría. El mundo dividido en dos bloques.
Sin embargo, esa dualidad excluyente no se resumía sólo al plan político y económico, pero
permeaba sobre todo las formas de pensar, de sentir y de actuar, es decir, el universo de la cultura.
Se estaba a favor o en contra de uno de los dos modelos. Y, en las varias relaciones en sociedad,
ese modelo se encontraba muchas veces presente. Lo difícil, o prácticamente imposible, era
establecer una tercera vía (LUKACS, 1966).
Pero, si ése fue un modelo que se estableció tras la Segunda Guerra Mundial, teniendo a los
Estados Unidos como símbolo del mundo capitalista y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
como el del mundo comunista, respecto a la América Latina, la ascensión de Fidel Castro en Cuba
incitará todavía más las disputas en ese panorama (ANDERSON, 1977).
En la medida que, a lo largo de los años 60, el diálogo entre los Estados Unidos y Cuba se
interrumpe y ésta opta por el régimen comunista, el temor de que los otros países latinoamericanos
sigan la misma orientación hace que sea ésta la preocupación central de los que se encargan de la
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política exterior norteamericana. En relación con el Brasil, todo ese panorama adquiere dimensiones
aún más alarmantes sobre todo cuando la Embajada de los Estados Unidos, el periódico The New
York Times y el National Broadcasting Company descubren el marxista Francisco Julião ii y el
movimiento de Ligas Campesinas (ROBOCK, 1963).
La necesidad de rever la política exterior norteamericana respecto a la América Latina venía
siendo el centro de preocupaciones desde las primeras medidas de nacionalización de compañías
americanas al final de la década de 1950. Por otro lado, el viaje de Nixon, entonces vicepresidente
de Eisenhower y futuro candidato a la sucesión en 1960, a diversos países de la América Latina
alarma a muchos empresarios norteamericanos. Las manifestaciones antiamericanas en diversos
países visitados por Nixon es un elemento más de la necesidad urgente de rever esa política. Para
algunos sectores, se les presentaba la necesidad de la política norteamericana no preocuparse sólo
con la garantía de la remesa de lucros de sus empresas, pero era necesario pensar también en qué
condiciones vivían las poblaciones que trabajaban en esas empresas (SELSER, 1964).
A pesar de eso, la característica neta de la política exterior norteamericana era la de que su
gobierno ya destinaba suficiente ayuda a la América Latina. Lo que se debería intentar era atraer el
competitivo capital privado para realizar nuevas inversiones. Por otro lado, hay también, por parte del
gobierno Eisenhower, una preocupación de hacer la Organización de los Estados Americanos un
órgano más actuante (ROGERS, 1967).
La Iglesia Católica y la Coyuntura Mundial
No sólo los Estados Unidos pasaron a pensar y a planificar nuevas formas de relación con la
América Latina ante el fantasma comunista. La Iglesia Católica también temía que el avance
comunista en el continente y sobre todo la predicación marxista de que “ la religión es el opio del
pueblo” hiciesen que la misma perdiese definitivamente la hegemonía en el continente.
En la década de 1950, específicamente en 1957, el Papa Pio XII ya convocaba los curas
europeos, a través de la Encíclica “Fidei Donum”, a ayudar a los países africanos. Hay, por parte del
Papa, un gran recelo de que, frente al reducido número de curas en aquel continente, el mismo fuese
subsumido por el comunismo. Este movimiento respecto a África se extendió a otros continentes.
Algunos curas que inmigraron a Brasil en ese período, atienden a la convocación papal. Muchos
pasan a ser conocidos como curas de “Fidei Donum”. Se había hecho conocida en el medio
eclesiástico la observación del Papa Pio XI de que la Iglesia perdiera en el siglo XIX la clase obrera.
En ese sentido, Pio XII también manifestaba la misma preocupación (ALVES, 1968). En Brasil, a
fines del siglo XIX, se convirtió en una referencia para algunos sectores la preocupación del cura
Júlio Maria, con el hecho de la Iglesia estar siempre en sintonía con los intereses de la clase
dominante de la sociedad (MARIA, 1950). En la década de 1950, uno de los primeros obispos a
manifestar preocupación con la postura de la iglesia respecto a los trabajadores rurales había sido el
obispo de Campaña, Minas Gerais, Don Inocêncio Enge.
El Papa Juan XXIII, que sucede a Pio XII en 1958, irá a reforzar la invitación a la colaboración
del clero de algunos países, en los que el mismo existe en número significativo, a fin de socorrer a la
Iglesia de América Latina en una cruzada contra el comunismo, el protestantismo y el espiritismo.
Pese a eso, la Iglesia católica en Brasil siempre ha carecido curas. Así, la presencia de curas
que inmigraron de otros países para ayudar el clero brasileño es una constante en la historia de la
iglesia del Brasil. Si se toma como referencia los años de 1964/ 1970/ 1980, se puede obtener una
pequeña muestra de la presencia significativa de padres inmigrantes en el clero de Brasil.
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TABLA 2
1964
Total
de
curas
1970
Total
de
curas
1980
Total
de
curas
curas
brasileños: 7.263
Total
de
brasileños: 7.654
curas
Total
de
brasileños: 7.653
curas
Total
de
inmigrantes: 5.326
Total: 12.589
inmigrantes: 5.438
Total: 13.092
inmigrantes: 5.035
Total: 12.688
Fuente: CERIS – Departamento de Estadística
Nordeste: Más Allá de las Fronteras Geográficas
La constante preocupación de la Iglesia Católica y del gobierno de los Estados Unidos con el
riesgo del avance comunista en el Nordeste, presente tanto en la clase dominante regional como en
la del resto del país, se fue construyendo a través de muchos elementos.
A la hora de evaluar esos elementos, la enorme pobreza de la región y la ausencia de
proyectos que revirtiesen ese panorama era considerado, principalmente por parte del gobierno de
los Estados Unidos, como uno de los elementos preponderantes para agudizar ese escenario. En
1946, cuando Josué de Castro publica Geografia da Fome, haciendo público el debate sobre el
hambre en varios continentes, irá a revelar con muchos detalles el problema del Nordeste,
principalmente en el campo (CASTRO, 1987).
En la literatura, muchos libros también irán a revelar el drama de muchos nordestinos; entre
ellos, los clásicos Vidas Secas, de Graciliano Ramos, y A Bagaceira, de José Américo. En la década
de 1950, el poeta João Cabral de Melo irá a escribir diversos poemas que retratan las condiciones
de vida del trabajador del cañaveral, bien como las del campesino. En el libro Dois parlamentos,
retrata Pernambuco a través de los poemas Congresso no Polígono das Secas y Festa na casagrande.
Por otro lado, las condiciones de vida y trabajo de los sectores populares del Nordeste
pasaron a considerarse – principalmente tras el éxito de la revolución cubana – como un factor que
favorecía el avance comunista. Se asociaba a ese panorama la creciente organización de los
trabajadores rurales a través de las Ligas Campesinas (AZEVEDO, 1985).
Después de la asunción del presidente Kennedy en 1962, prevalecerá una orientación de
política exterior para la América Latina centrada en la perspectiva de que la mejor estrategia de
combate al comunismo es realizar reformas que retiren de la extrema pobreza esa población. Tras
su asunción, en marzo de 1962, Kennedy invita a los embajadores latinoamericanos a una ceremonia
en la Casa Blanca y presenta líneas generales de lo que vendría a ser la Alianza Para el Progreso.
En agosto de ese mismo año, se realiza en Punta del Este un encuentro del gobierno de los Estados
Unidos con representantes de todos los países latinoamericanos para la presentación, discusión, y
firma de ese programa. La única voz discordante y crítica a la Alianza será la del representante de
Cuba, Che Guevara, para quien el objetivo del citado programa era debilitar el liderazgo de Cuba en
el continente.
Pero, un mes después de ese encuentro, ocurre el intento fracasado de invasión a Cuba a
través de la bahía de Cochinos, con el apoyo de la CIA. Algunos críticos pasan a argumentar que la
Alianza Para el Progreso y la CIA trabajan en conjunto (LEVINSON, 1970).
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Al final de la década de 1970, el problema de la amenaza comunista en el continente
latinoamericano ya no se considera una amenaza y el programa es gradualmente desactivado. Para
algunos autores, la Alianza Para el Progreso resultó en un gran fracaso en parte por haber sido
desarrollado con el apoyo de las elites económicas y políticas de América Latina, que no estaban
dispuestas a realizar espontáneamente cualquier reforma social, política, cultural o económica
(ROET, 1972). Pero, si este aspecto queda, en cierto modo, implícito en libros como en los de
Jerome Levinson y Juan Onís, otros, como Riordan Roett iii (ROETT,op. Cit.ps. 14/15) le da otra
dimensión, destaca cómo el mismo contribuyó para fortalecer el poder de las elites tradicionales.
Otros Brasiles
Pensar el Brasil y la América Latina, en la década de 1960, en el contexto de la Guerra Fría y
en la posrevolución cubana, es reconstruir un tiempo en el que la posibilidad del dominio comunista
se convertía en una gran amenaza, principalmente para sociedades en las que las desigualdades
sociales se constituían en una marca dominante. Para algunos sectores de la política exterior
americana, la sociedad latinoamericana era ejemplo de la falta de competencia de las elites en
modernizarse, como hicieron los Estados Unidos. Urgía realizar reformas, pues la propaganda
comunista trabajaba a partir de la insatisfacción popular (ROGERS, 1989).
Será también en esa perspectiva de recelo o, mejor dicho, temor del avance comunista en el
continente que se realizará en ese período la inmigración de curas oriundos de Europa, de los
Estados Unidos y de Canadá.
Un primer movimiento de reflexión sobre todo ese conjunto de prácticas históricas tan
importantes en aquel período es procurar desnaturalizar ese proceso. En otras palabras, pensar lo
que hace una nación y una institución decidir que pueden intervenir en la historia, en la vida, en las
disputas internas de otras sociedades. Se debe todavía destacar como forma de intervención la
estrategia de los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría de disputar el control político, a
través de la creación del Instituto Brasileño de Acción Democrática (IBAD), en 1959. Con el fin de
defender la democracia, estableció vínculos con políticos, periodistas, militares, estudiantes y grupos
de obreros. En 1962, el IBAD crea dos subsidiarias: la Ação Democrática Popular (ADEP), que
atiende a las campañas electorales, y la Incrementadora de Vendas Promotion, que actuaba como
agente de publicidad de los candidatos. El IBAD y la ADEP se destacaron cuando, en 1962,
financiaron la campaña de 850 diputados, 15 senadores, 8 candidatos a gobernador y un sin número
de alcaldes. Para financiar a esos candidatos se gastaron 5 mil millones de Cruzeiros, montante
equiparado a 12 millones quinientos mil dólares americanos. Este suceso, denunciado por la
oposición, se convirtió en un gran escándalo, llevando a la creación de una Comisión Parlamentaria
en 1963, cuyos trabajos se interrumpieron en 1964 a causa del golpe. (BLACK, 1977. p.11) Pero,
conviene recordar que los Estados Unidos sólo intervinieron a través de la Alianza Para el Progreso,
IBAD y de la CIA en el continente latinoamericano y en Brasil, así como la propia Iglesia, porque se
negociaron sus planes los cuales atendían a los intereses de un número significativo de la clase
dominante y de la clase política. En otras palabras, los valores, los principios, las visiones de mundo
de parte de la elite brasileña fueron integralmente subsumidas por el modelo proyectado por los
EE.UU. y por la Iglesia. Cuba fue la única nación que rompió con esa alineación, tal vez por ya haber
adherido al bloque comunista tenía fuerza para mantener esta posición.
En otros términos, la forma de relación que los EE.UU. y la Iglesia Católica establecen con
Brasil en ese período, a pesar de poder tener un carácter de intervención en la disputa política que
entonces se conformaba, fue el resultado sobre todo de una negociación política entre ellos y los
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sectores que tienen un mayor control económico y político. Por otro lado, se descubre una visión, por
parte de los Estados Unidos, bien como de la Iglesia Católica, de que es lo natural, o inclusive un
derecho, intervenir en otros países. Dos observaciones de fuentes totalmente distintas ayudan a
aprehender lo imaginario que predomina, y que, en cierta medida, ofrece soporte a acciones y
programas como la Alianza Para el Progreso, el IBAD y la CIA como también al programa de la
Iglesia Católica. Los autores Victor Marchetti y John D. Marks, en su libro The CIA and the Cult of
Intelligence escriben: “En los altos cargos de la comunidad de inteligencia no existía ninguna
percepción de que intervenir en otros países no era un derecho inherente a los Estados Unidos.”
(MARCHETTI, 1974. p. XIX) Así, los Estados Unidos consideran muchos países incapaces de
administrar su propia historia o de tener el derecho de realizar opciones políticas, económicas y
culturales que rompan con el modelo impuesto por los países ricos. Los principios de superioridad
social, cultural y económica que, en última instancia, informaban las prácticas del imperialismo tan
apreciados en Inglaterra, en Alemania y en Francia, entre el final del siglo XIX y el inicio del siglo XX,
pasan a adoptarse ampliamente por el gobierno americano en la medida que la guerra fría
recrudece. (HOBSBAWM, 1995)
En una misma línea de raciocinio de los autores Victor Marchetti y D. Marks estaría el Cura
Jaime, al afirmar: “Hoy opino que la importación de curas a Brasil sólo perjudica la Iglesia, pues
termina por aplazar la necesidad de la misma solucionar sus propios problemas.” (Entrevista
realizada al cura Jaime de Boer en agosto y septiembre de 1997) Reconoce todavía que la venida
de esos curas al Brasil aplaza o dificulta el enfrentamiento de los problemas de estructura de la
Iglesia Católica en Brasil.
A pesar de toda presión política y económica de que el Brasil, la América Latina y aun otros
continentes eran objeto en aquel período, ocurrieron intentos por parte del gobierno brasileño de
construir una tercera vía, que caminase independiente de una filiación automática a uno de los
bloques. Juscelino Kubichek defendía una vía independiente para la América Latina, e inclusive
Jânio también había, en cierta forma, señalizado en esa dirección. Sin embargo, para consolidar esa
política, además de todo lo anterior, era necesario el apoyo de una parte de los demás países
latinoamericanos. A pesar de eso, la clase dominante crecía y tenía una enorme dependencia
económica de los Estados Unidos; lo mismo también se daba en relación con una parte de la clase
política. Desde el fin de la década de 1950, muchos diputados y gobernadores recibían dinero de los
Estados Unidos para sus campañas. (STORRS, 1973).
El apoyo de los Estados Unidos fue una referencia más de sostenimiento para los sectores
que lideraron el golpe militar de 1964. También la Iglesia, en cuanto institución, estuvo al lado del
golpe y, en cierta forma, el sector más progresista fue alejado de las posiciones directivas en la
Conferencia Nacional de Obispos de Brasil v. (SCOTT, Ibiden.p.103)
Pero, aunque oficialmente prevaleciera por parte de la Iglesia una orientación institucional de
apoyo al golpe, había un trabajo cotidiano con poblaciones rurales y urbanas que trascendía las
posiciones oficiales. Por otra parte, hay de convenir que la Iglesia Católica, en Nordeste, desde el
final de la década de 1950, había ingresado en la disputa con las Ligas Campesinas y el Partido
Comunista por la hegemonía de la orientación de los sindicatos rurales. (PAGE, Ibiden. p. 185/186)
Es en ese panorama complejo que se irá a desarrollar gradualmente en el medio rural y
también urbanovi – un trabajo religioso de construcción de ciudadanía a través del servicio cotidiano
de muchos curas. Privilegiamos los curas venidos de otros países porque ellos vivirán una
experiencia histórica singular, al ser enviados oficialmente para combatir el comunismo; pero, el
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trabajo misionero que muchos realizan, pasa a considerarse como subversión y, por consecuencia,
muchos serán acusados y perseguidos como comunistas.
En parte, su identificación con los trabajadores rurales y sus cuestiones podían estar
asociadas al hecho de que muchas veces habían aceptado venir a trabajar en diócesis en las que
prevalecía una orientación religiosa de compromiso con las capas populares. Pero, hay de reconocer
la apertura de éstos en asumir la línea de trabajo definida, cuando necesariamente no tenían aquella
visión eclesiástica. Las experiencias del cura Servat y de Don Xavier ilustran claramente esa
dualidad. Servat venía por invitación de D. Hélder, con quien ya había tenido un primer encuentro en
Roma durante el Concilio Vaticano II. Éste, en la oportunidad, le entregó un texto que, en líneas
generales, afirmaba: “Quiero el despertar y la actuación del laicismo cristiano en el momento
histórico en que vive el Nordeste, es decir, una presencia de la Iglesia no sólo del tipo sindical, pero
acompañada, a través del Evangelio, la gente actuante en las varias luchas para transformación de
la sociedad.” (Entrevista realizada al cura J. Servat en agosto y septiembre de 1997) De esa forma,
Servat, al aceptar la invitación, tenía la dimensión de su papel, de la función que ejercería.
Totalmente distinta será la historia experimentada por Don Xavier, al llegar a Maranhão, en 1963, y
encontrarse por vez primera con el obispo auxiliar, Don Fragoso: “En la oportunidad en que nos
recibió, hizo el siguiente comentario: - “Xavier, te pedimos un cura para el mundo obrero.
Necesitábamos curas que vinieran del mundo obrero. Tú no vienes del mundo obrero, tú no conoces
el mundo obrero. Necesitábamos un cura maranhense, pero no lo tenemos, y tú no sabes nada de
Maranhão.” “Enseguida se presentó a una joven que estaba con nosotros y dijo: - ¿Ves a esa chica?
Ella forma parte de un pequeño equipo de jóvenes obreras. Ellas van a enseñarte tu tarea
sacerdotal, tu oficio de cura.” (Entrevista realizada al obispo Xavier Gilles en mayo y junio de 1998)
El impacto de ese primer contacto le marca a Xavier de un modo muy intenso. Don Fragoso declara
su decepción con el hecho de haber recibido a un cura que no atiende a las necesidades de aquella
diócesis. Además, descalifica su saber de cura, al afirmar que una joven y un grupo de jóvenes
obreras le enseñarían ‘el oficio de cura’. El impacto de ese primer reto lo marcó de manera
imborrable y, al rever y revaluar aquel período, afirma: “Fue una sorpresa para mí el obispo
destinarme como profesores los jóvenes trabajadores de la periferia.” (Entrevista realizada al obispo
Xavier Gilles en mayo y junio de 1998).
Pese a eso, en otros casos se podría relacionar el propio origen social de éstos como otro
elemento que contribuye para una relación de compromiso con los trabajadores rurales. Diferente de
Servat, hijo de funcionario del gobierno, y Xavier, hijo de un militar que alcanzó a ser teniente
coronel, Jaime de Boer es hijo de pescador y Lambertus, hijo de zapatero. Este sería un elemento
más que, desde nuestro punto de vista, contribuye para un mayor acercamiento a las clases
trabajadoras. Por otro lado, el hecho de esos curas inmigrantes no tener cualquier relación de
parentesco con grupos económicos y políticos les dio mayor autonomía para realizar un trabajo con
las capas populares.
El Reconstruir Rutas de Memorias:
El trabajo de realizar entrevistas de historia de vida con curas que inmigraron a Brasil,
posibilitó reconstruir prácticas, situaciones de impotencia, conflictos vividos a través de ese tortuoso
proceso de recuerdo. Conocer también algunos fragmentos de tiempos anteriores a la llegada a
Brasil permitió comprender algunas dimensiones históricas y culturales en que ellos se habían
formado. Pero, sobre todo, se buscó construir otros referenciales documentales, pues la
historiografía que estudia la resistencia de la Iglesia al régimen militar, viene centrando
primordialmente su foco de análisis en los discursos y acciones de obispos o en sucesos ejemplares,
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cuando envolvían curas. En ese sentido, esta investigación intentó recuperar las prácticas corrientes
y, por tanto, casi invisibles que normalmente no dejan vestigios escritos, y sí trazos de memoria.
Las cinco historias de vida en el que centramos nuestro análisis fueron las de los curas
Jacobus Josephus de Boer y Lambertus Bogaard, holandeses de nacimiento, Joseph Comblin,
belga, José Servat y Xavier Gilles de Maupeou d’Ableiges, franceses. Para este artículo,
privilegiamos un fragmento de la historia de vida de Don Xavier – mientras este todavía no se había
ordenado obispo-, para analizar la complejidad y la amplitud que el trabajo misionero junto a las
capas populares alcanza.
Relata el cura Xavier que, después de haber llegado a São Luís, a eso de los años 1963/1964,
fue a realizar una desobriga vii en la ciudad de Santo Amaro, pueblo de Maranhão. Llevaba tres
semanas viajando por diversas comunidades en las que se caminaba y montaba demasiadas horas.
Trascurrido algún tiempo, en ese trabajo misionero, la experiencia acumulada y mucho razonamiento
lo llevaron a introducir algunos cambios en la “metodología de evangelización de comunidades”. La
misa pasó a celebrarse en portugués y, una vez terminado el servicio, se realizaban reuniones en las
que se discutía el Evangelio. Por fin, en las evaluaciones, todos se mostraban unánimes en aprobar
esa práctica. Así, el grupo adquiría autonomía y se introducía el culto sin la presencia del cura, ya
que éste no siempre podía estar presente. En su relato Xavier reconstruye el diálogo que entonces
se establecía para romper con las resistencias: - “¡Ah!, nosotros no sabemos...” – “Sí, lo sabéis...
Vamos a hacer lo siguiente: vamos a fundar una consejería de comunidad. Y, a la vez, vamos a
entonar nuestros cánticos.” – “Llevábamos una, dos, tres horas ensayando. Después elegía un
fragmento del Evangelio y les pedía para leérmelo: - “Léemelo”. – “En esos momentos era muy difícil
encontrar a alguien que supiera leer. Luego comenzaban a leer. Yo les decía: - “Leer así, no es
posible, vamos a recomenzar...” Diez veces la misma persona. Después le preguntaba: “¿Qué has
comprendido? A lo que contestaba: - “Pues, nada” – “Pero, ¿cómo puede ser que no comprendas
nada? Léetelo otra vez” Cansado, uno terminaba por decir: - “Bueno, he comprendido que Jesús
bajó desde la montaña.” Luego otro tomaba el turno y decía: - “Él también dijo que nosotros
debíamos amarnos los unos a los otros.” – “Muchas veces surgían comentarios que no tenían nada
que ver con el Evangelio, pero lo importante era que la gente había hablado. Era un proceso lento y
duradero. Al final, les decíamos: - “Vamos a llamar esa reunión de culto, porque en ésta no hay misa.
El próximo domingo vosotros vais a realizar el culto solos, al igual que lo hemos hecho hoy. Cuando
os toque el quinto turno, vosotros os reunís y preparáis el culto de un domingo. Qué tal, ¿lo habéis
entendido?” – “Sí.” – “Ese proceso tardó mucho, pero era encantador. Teníamos amistad a esa
gente.” (Entrevista realizada al obispo Xavier Gilles en mayo y junio de 1998).
Esta descripción revela una práctica de múltiplos significados. Orienta hacia un realizar
pedagógico, de ejercicios junto a los actores sociales que, a pesar de adultos, no tuvieron, en gran
parte, educación escolar en donde aprender los rudimentos de la alfabetización. Y el cura, a partir de
las condiciones presentadas por el grupo, trabaja lenta y pacientemente para que aprendan a
caminar con sus propias fuerzas. Un alfabetizar asociado al aprendizaje de la ciudadanía que se
construye a través del descubrimiento del habla en la lectura y discusión del Evangelio. A través del
mismo, el pensamiento y la reflexión se van ejercitando y, en cambio, se amplía el universo de
comprensión, de formas de ser y, por extensión, de acción. Es en esa perspectiva que, un día,
Xavier se sorprenderá con un comportamiento de ese grupo, que no podría dejar de asociarse a ese
caminar juntos que llevaban realizando.
“Pocos meses después de esa desobriga, tuvo inicio el problema de la tierra en esa
comunidad. El propietario, entre comillas, pues no son propietarios, y sí ladrones, porque en esa
época ya robaban la tierra, trató de hablarle al delegado y pedirle providencias para expulsar a dos
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residentes de sus tierras. Como era la costumbre, el delegado envió una nota a los residentes, en la
que decía: “Venid a charlar conmigo en la comisaría.” – “En esas situaciones, normalmente el
trabajador venía, y el delegado le comunicaba que tenía dos horas para salir de la tierra. Pero de
esa vez fue distinto. Ellos recibieron una nota del delegado y la leyeron como leían la Biblia. La
leyeron, la discutieron y decidieron que no irían apenas los dos, pero toda la comunidad. Se vistieron
y vinieron cargando los zapatos en manos. A la hora concertada estaban enfrente a la casa
consistorial, pues la comisaría quedaba al lado. Yo no sabía nada. Cuando vi a toda esa gente, fui a
saber de qué trataba. Ellos no me lo explicaron. Yo pensé: - “Dios mío, va a comenzar un follón.”
Nosotros jamás habíamos tratado explícitamente del problema de la tierra en nuestras reuniones,
pero sí de la vida en general.
Tuvo inicio, en la comisaría, la reunión con el delegado. Él exigió que sólo los dos estuvieran
presentes. Que los otros esperaran en la calle. Hubo un diálogo fantástico con el delegado: “Vosotros vais a salir de ese sitio.” Ellos, entonces, preguntaron: - “Pero, señor delegado, sin faltarle
con el respeto, por qué?” Era la primera vez en la historia del municipio de Urbano Santos que un
labrador dialogaba con una autoridad y no sólo oía callado y respondía ‘sí señor’. Se podría decir
que ese es un sendero propio del proceso de formación de una Comunidad Eclesial de Base.”
(Entrevista realizada al obispo Xavier Gilles en mayo y junio de 1998) Ese breve relato descriptivo de
memoria evoca una práctica que es social. Otros curas, en diversas partes de Brasil, principalmente
a partir del Concilio Vaticano II, venían, a su manera, reformulando la realización eclesiástica. En las
historias de vida de Jaime, Lambertus, Servat, se relatan experiencias semejantes. El Evangelio se
convierte en material para la reflexión, movilización y cambio en el comportamiento social de esas
personas y grupos.
A través del Evangelio aprenden otra vez el derecho y el poder del habla. La reflexión bíblica
desarrolla la capacidad de argumentación y el apoyo del cura les da el soporte para iniciar la
andadura de construcción de la ciudadanía.
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Notas
i
Colección Célia Maria Corrêa – Direito e Campesinato. Volúmenes de 1 a 5. Maristela de Paula
Andrade y (org.) – São Luis: Maestría en Políticas Públicas, 1977. Esta colección resultó de un trabajo de
entrevistas realizadas a viudas de trabajadores rurales asesinados en Maranhão. A través de ese trabajo
de documentación se realizó también un trabajo junto a esas viudas con el fin de organizarlas en la lucha
por sus derechos y en la resistencia contra grileiros (empresarios que forjan junto a notarías títulos de
propiedad de la tierra y con ese documento se utilizan de la justicia y de la policía para expulsar a los
trabajadores que viven hace muchos años en dichas tierras pero no tienen cualquier documento) y todos
que siguen intentando expulsar a las familias de trabajadores de sus tierras.
ii
Francisco Julião (1914- 1999) fue líder socialista en el estado de Pernambuco – Brasil. En
mediados de la década de 1950, consiguió por medio de la Justicia que el Estado desapropiara un
ingenio de caña de azúcar en favor de familias de trabajadores que sacaban de allí su mantenimiento.
Después de esa victoria, se creó a partir de Pernambuco un movimiento rural que se extendió a otros
estados de Brasil, luchando en defensa de la Reforma Agraria. Ese movimiento pasó a llamarse Ligas
Camponesas y tenía la revolución cubana como modelo a seguir.
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iii
ROETT, op. Cit. págs. 14/15. Afirma este autor: “The thesis of this book is that economic aid of the
United States counteracted Brazil’s modernization efforts for the Northeast and contributed to the retention
of power by the traditional oligarchy of special interests”.
iv
Instituto Brasileiro de Ação Democrática (IBDA) fue una entidad civil creada con financiación del
gobierno americano, y ayudó a financiar la elección de diversos parlamentares a finales de la década de
1950 e inicio de 1960, todos comprometidos en la lucha anticomunista.
v
Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB) . La CNBB fue creada con el empeño y la
participación directa de Don Hélder Câmara en 1952. Este es el órgano máximo de la Iglesia Católica de
Brasil y congrega anualmente todos los obispos del País, para realizar debates, análisis y planificación
de acciones conjuntas.
vi
En nuestra investigación acerca de la Resistencia Católica, uno de los objetivos es estudiar la
actividad de curas que inmigraron a Brasil en las décadas de 1950/60; privilegiamos estudiar los que
fueron a trabajar junto a las comunidades rurales.
vii
Las desobrigas (hoy día casi en desuso) eran las visitas que los misioneros hacían, en principio
cada año, a los sitios más remotos del secano. Llevaban los sacramentos a las poblaciones que no
disponían de asistencia religiosa regular, debido al propio aislamiento en que vivían o a la ausencia de
un cura en la región. El nombre desobriga se refiere al antiguo precepto de la Iglesia de que el católico
está obligado, por lo menos una vez al año, a confesarse y a comulgar. En las desobrigas, además de
celebrar misa, el cura oía confesiones, realizaba muchos bautizos y casamientos. In Descalço sobre a
terra VERMELHA. Francesc Escribano. Campinas Editora de la Unicamp, 2001. pág.18.
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