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s o m o s do s
PEDRO
CASALDALIGA
Aunque hace tiempo que Monseñor Pedro Casaldáliga no necesita presentación, merece
la pena recordar algunos datos de este claretiano de origen catalán. Desde su llegada
a Brasil en 1968 ha sido, con su palabra profética y su testimonio de vida, una de las
personas más representativas de la iglesia de los pobres en su país y en toda América
Latina. Obispo de Sao Felix de Araguaia, en el Mato Grosso, participó activamente en la
creación de la Comisión Pastoral de la Tierra y del Consejo Indigenista Misionero,
órganos de la Iglesia brasileña. Dom Pedro también es conocido por su faceta de
escritor y poeta. En sus versos, ha dado voz a los sufrimientos, luchas y esperanzas
de los más pobres. Entre sus numerosas obras podemos destacar “Espiritualidad de
la liberación” o “Misa de la Tierra sin males”. En este diálogo pasamos revista a la
cuestión de la ciudadanía en tiempos de globalización.
Hacia la nueva ciudadanía
“Ser ciudadano es ser libre”
Don Pedro, usted es una de esas personas que proclaman incansablemente la necesidad de construir una mundialización alternativa a la actual globalización neoliberal. ¿Cómo concibe esa
otra mundialización?
Pedro Casaldáliga
La mundialización es inevitable y, de hecho,
el mundo se está haciendo uno, por las comunicaciones, por la economía, por los intercambios culturales... Además, la mundialización, en sí, es providencial: hay un solo mundo humano, una es la
Humanidad. Lo que pasa es que se nos está imponiendo una mundialización que sólo lo es para privilegio y lucro de unos pocos y
para dependencia y marginación de la mayoría. La “otra mundializ a c i ó n ”h abrá de serlo por el reconocimiento simultáneo de la igualdad y la alteridad de cada persona y de cada pueblo en el gran concierto de la familia humana. La mundialización del diálogo, pues, y
de la solidaridad. Sin señores y sin esclavos. Sin primer mundo y sin
tercer mundo (o cuarto mundo): Un solo mundo humano.
desde la propia cultura; pero en la armonía conjugada de las otras
personas y las otras culturas dentro del mundo, en un país, en un
municipio, en un vecindario, en una familia. Es ser humano/a,
cívico/a y político/a al mismo tiempo, en ámbito local y en ámbito global, corresponsablemente.
En su último informe sobre los Derechos Humanos y la Seguridad,
Amnistía Internacional insistía en la universalidad e indivisibilidad
de los derechos humanos, tanto económicos, sociales o culturales,
como civiles y políticos.
En este contexto, ¿Qué papel puede jugar la educación en la
promoción de una ciudadanía activa y responsable?
Una de las características del actual proceso de globalización es
que el mercado y su lógica invaden espacios sociales que deberían regirse por otros principios. En ese sentido, la participación
sociopolítica está quedando vacía de contenido, y hemos dejado
de ser ciudadanos para pasar a ser meros consumidores. En este
sentido ¿Qué es para usted “ser ciudadano”?, ¿Y qué podemos
hacer en su opinión para volver a cargar de contenido el concepto de ciudadanía, tanto en el ámbito local como en el global?
P.C.
Tengo delante de mí una revista de pastoral juvenil,
“Mundo Joven”, que dedica precisamente un artículo a la “reeducación para la formación ciudadana”, refiriéndose más concretamente a la alfabetización de adultos. De entrada, resume el tema
así: “pensar la alfabetización de jóvenes y adultos es pensar en la
liberación intelectual y cultural de las personas. Es pensar en llevar
los sujetos a asumir su ciudadanía con autonomía intelectual y con
capacidad de pensar la realidad, entendiéndola para poder actuar
conscientemente sobre ella”.
Hoy más que nunca se trata de educar “a mundo abierto”y “a compromiso corresponsable”.
Hay que educar para saber ser, no para saber simplemente. No para
ser yo más afortunado, sino para ser con, más fraternalmente.
P.C.
Ser ciudadano es ser libre, con todos los derechos y deberes respetados, en el ejercicio adulto de la propia personalidad,
En la actualidad, el llamado “movimiento antiglobalización”
cobra mucho auge, al mismo tiempo que es demonizado, ¿Qué
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valoración hace de este movimiento? ¿Cuáles son los retos que
afronta en este momento?
afroamerindia estuviera ladeada. Y ya es sabido que precisamente se piensa realizar el FSM de 2004 en la India.
P.C.
El movimiento antiglobalización es el mejor síntoma de
que la Humanidad todavía vive y es ella y no se conforma ni con la
perversión ni con el suicidio. Si no hubiera,de forma creciente, un
movimiento antiglobalización,podríamos apagar las bombillas y las
estrellas y marcharnos...
Lo mejor del caso, además, es que ese movimiento está consiguiendo aglutinar fuerzas e inquietudes que, a simple vista, podrían parecer dispares:políticas, culturales, ecológicas, religiosas...,de las más
diversas entidades y, cada vez más también, de los más diferentes
ángulos del mundo.
Los retos al movimiento continúan siendo: mantener esperanzada
la utopía, seguir abierto y sin dogmatismos, pasar siempre más de
la protesta a la propuesta, valorizar no sólo los grandes Foros
Mundiales sino también los pequeños rincones del cada día.
Sin embargo, después del segundo Foro Social Mundial de Porto
Alegre, algunos de los participantes insisten en que el foro continua siendo básicamente un espacio “occidental y cristiano”.
¿Cómo ve esta apreciación desde su compromiso con las culturas
indígenas? ¿Cómo incorporar a esa dinámica alternativa a otras
culturas (la afroamerindia, al África Negra, al Islam, etc.?
P.C.
Es cierto que el Foro Social Mundial ha empezado bastante “occidental y cristiano”; pero no exclusivamente ni, menos
aún, intencionadamente. Por lo demás la India, por ejemplo, ha
estado muy significativamente presente; y los mundos indígena y
afro han tenido desde el primer momento una destacada participación. Teniendo como sede Brasil era imposible que la presencia
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Algo que usted nos ha ayudado a descubrir es que para ponerse en
el camino de la transformación social no sólo es necesario llevar
en nuestras alforjas la protesta y la propuesta, sino que también
es imprescindible una buena dosis de mística, seamos o no cristianos. ¿Cuáles son los rasgos principales de esa mística que
usted propone?
P.C.
Toda buena ideología, toda buena militancia es buena
tanto por la verdad de sus objetivos como por la pasión con que los
asumen. Sólo las motivaciones, los sueños, la gar ra, la mística, en
fin,sustentan con el tiempo y frente a los embates o los fracasos una
militancia y una utopía.
Una buena mística, religiosa o social o cultural, debe tener una
cabeza clara, saber que es lo que sueña; y debe tener un corazón
grande para no desanimar y para no agredir, para proseguir tercamente y para contagiar otras militancias. Del “hondón del alma”,
dirían nuestros místicos, nos viene la fuerza para el camino.
Usted forma parte de una generación de obispos, teólogos, comunidades que han marcado una época en la Iglesia, ¿cuál cree que
debe ser el papel de la Iglesia en este “cambio de época”? ¿cuáles
son sus principales retos en adelante?
P.C.
La Iglesia hoy como siempre debería ser, como nos pidió
Jesús, “luz, sal, fermento”; en las tinieblas, en la ciudad, en la
masa...La Iglesia debe sentirse cada v ez más como aconteciendo en
el mundo, en la historia, hoy, en cada lugar. Porque la Iglesia es
somos invierno 2002
fruto y misión de la encarnación del Dios-con-nosotros.
Creo que sus principales retos hoy son: El ecumenismo, el macroecumenismo, la opción por los pobres, la asunción de los grandes
desafíos mundiales del hambre, la paz, la ecología, la migración, la
reforma radical de las instituciones mundiales (hoy manejadas por
el interés de las grandes potencias).
Internamente, la Iglesia católica, en concreto, ha de rever el ejercicio del ministerio del papado, la colegialidad episcopal y la corresponsabilidad de todo el pueblo de Dios;la verdadera inculturación,
la ministerialidad,con el pleno acceso también a la misma por parte
de la mujer; el diálogo con el mundo moderno y las grandes cuestiones éticas y sociales que lo agitan; el celibato obligatorio...
Ejercer simultáneamente la profecía y la misericordia, la contestación y la esperanza.
Háblenos de sus principales proyectos actuales, del trabajo que
realiza en su diócesis de San Félix de Araguaia.
P.C.
Yo soy ya obispo de capa caída. En febrero de 2003 presento la renuncia al episcopado, según le toca a cualquier obispo y
que lógicamente le debería tocar también, a su hora, al obispo de
Roma. Actualmente, en nuestra diócesis de São Félix do Ar aguaia,
estamos viviendo con buen ánimo este período de transición.
Concretamente hemos promulgado el Manual de la prelatura o diócesis, con sus “objetivos, actitudes, normas”.Y estamos celebrando
las asambleas de las comunidades en todos los regionales de la prelatura para “la recepción” del mismo manual y de su espíritu. El
lema de las asambleas, que es simplemente o debe ser el lema de
toda la Iglesia, es: “Somos seguidores/as de Jesucristo en esta
Iglesia de São Félix do Araguaia”
Evidentemente la sucesión en una diócesis y la elección de los obispos deberían ser mucho más participadas por la propia diócesis; y
este es también uno de los retos que se le plantean a la Iglesia hoy.
Los Santos Padres decían que los obispos no se le deben imponer
al pueblo cristiano; éste debe elegirlos, por las mediaciones oportunas y contando con el Espíritu. Pero en fin, como digo yo, obispo
viene obispo va, la Iglesia continua...
Para terminar, le pediríamos, Don Pedro, que, con su sensibilidad, nos ayude a desvelar algunos signos de esperanza que suelen permanecer escondidos en los resquicios de nuestra realidad,
¿hacia dónde dirigir la mirada para mantenernos esperanzados?
P.C.
Dicen los buenos filósofos que la esperanza nos ha sido
dada para los desesperanzados. Nosotros en cristiano no nos alimentamos de una esperanza biológica. Nuestra esperanza es don,
gracia. Y tiene la suprema garantía del amor infinito de Dios y de
la victoriosa resurrección de su Hijo, Jesús de Nazaret.
Sí, hay signos de esperanza:
––La creciente conciencia de la iniquidad del capitalismo neoliberal y de su progresivo fracaso.
––La creciente solidaridad por parte de entidades y personas y
entre los varios mundos.
––La presencia adulta y combativa de los “sujetos emergentes”: la
mujer, los pueblos indígenas, el mundo afro, los colectivos de la
alternatividad (ONGs, movimientos, asociaciones, comunidades...)
––El ecumenismo y el macroecumenismo que de hecho están creciendo también, aunque muchas veces sea al margen de la “oficialidad”.
––La mirada hay que dirigirla siempre a lo hondo y bueno del propio corazón, a lo hondo y bueno del corazón del prójimo y sobre
todo al corazón hondísimo y buenísimo de Dios.
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