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La Iglesia nos enseña
n
Los líderes de la Iglesia
interpretan la Sagrada Escritura y
la Tradición con la autoridad que
les dio Jesús. (CIC 85)
n El Espíritu Santo dirige la Iglesia
en su tarea de enseñar y guiar al
Pueblo de Dios. (CIC 87)
El Catecismo afirma que los laicos
tienen un importante papel que
desempeñar en la vida de la Iglesia
y en su ministerio. (CIC 940–943)
El Directorio afirma que la
enseñanza de la fe comienza
dondequiera que los estudiantes se
encuentren, y que desde allí los
impulsa hacia delante, primero para
comprender las creencias
fundamentales de la Iglesia y luego
para aplicarlas. (DGC 29–30 y 89)
Libro
By What Authority: A Primer on
Scripture, the Magisterium and the
Sense of the Faithful. Richard R.
Gaillardetz, Ph.D. Liturgical Press.
Vídeo
Peter, Keeper of the Keys (70 min.). El
relato de Pedro. St. Joseph Productions.
Recursos para el catequista
Visite www.osvcurriculum.com
para encontrar un plan interactivo
de la lección, recursos para el
capítulo y actividades.
Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las
sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y
curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades.
Mateo 4, 23
El Magisterio y la autoridad para enseñar
Jesús fue un maestro. Sus palabras, sus acciones y su vida revelaron
a Dios. El don del Espíritu Santo que otorgó a sus Apóstoles y
discípulos les dio la autoridad para continuar enseñando. El
Magisterio de la Iglesia se remonta a la misión fundamental de
enseñar de esos primeros discípulos. Hoy día, se confía al Papa y los
obispos la tarea de interpretar la Palabra de Dios, de preservarla del
error y el mal uso y de difundirla por todo el mundo.
Todos los discípulos de Jesús toman decisiones morales y realizan
acciones que son testimonio del poder de Dios. Sin embargo, su
responsabilidad como catequista no es solamente enseñar sino
también educarse a sí mismo. Cuanto más aprenda acerca de la
Sagrada Escritura y la Tradición, mejor podrá comunicar la Buena
Nueva de la salvación a los jóvenes a quienes enseña.
Los preceptos de la Iglesia
Los preceptos de la Iglesia Católica describen las
acciones mínimas necesarias que deben cumplir los
católicos para poder considerase miembros activos de
la comunidad de fe. Los preceptos no limitan su
comportamiento sino que lo animan a hacer más.
El cumplimiento de estos preceptos (amar, orar,
rendir culto y vivir el año litúrgico plenamente)
enriquecerá su vida espiritual y le permitirá
ayudar a construir una comunidad eclesial
más sólida.
Reflexionar ¿De qué maneras su propio
estilo de enseñanza puede reflejar el estilo de enseñanza de Jesús?
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CÓMO ENSEÑAR EL CAPÍTULO 12
LOS NIÑOS OPINAN
La autoridad de la Iglesia
El proceso de aprendizaje
En su vida cotidiana, los estudiantes de este nivel
comprenden la necesidad de contar con estructuras.
Reconocen que las organizaciones y los grupos necesitan
procedimientos y reglas que los unan. También pueden
aplicar este concepto a la Iglesia.
Sus estudiantes adquirieron una perspectiva histórica
de la ley de Dios por medio de los Diez Mandamientos y
el gran mandamiento. Use esa base para enseñar acerca
del magisterio, a través del cual el Espíritu Santo
continúa guiando a la Iglesia.
• Ayude a los estudiantes a reconocer los preceptos de la
Iglesia como reglas que mantienen unidos a los fieles.
Los preceptos concretizan y recalcan el
comportamiento de los católicos activos.
• Use juegos, repeticiones o incentivos para ayudar a los
estudiantes a memorizar los preceptos de la Iglesia.
• Organice a los estudiantes para que trabajen
en actividades grupales
estructuradas. Los estudiantes
se beneficiarán de la
experiencia de trabajar
en conjunto.
• Me interesa la historia de mi fe. Cuénteme relatos acerca del
pasado de mi fe.
• Los modelos me ayudan a ser mejor persona. Señáleme a personas
que pueda tomar como modelo.
• Me gusta pertenecer a un grupo. Enséñeme a ser un buen miembro
de la comunidad católica.
FORTALEZA PARA EL ESPÍRITU
La santa urgencia
A veces, es posible que el consejo de esperar su turno,
tener calma y ser paciente disminuya la pasión que
impulsa su compromiso catequético. En esas ocasiones, el
fortalecimiento de su espíritu parece requerir una mezcla
de perspicacia, pasión, humildad y autosuficiencia.
Quienes perseveran en sus compromisos saben que, si
bien es posible que su contribución no se compare con
otras grandes obras, es el aporte más importante que
ellos pueden hacer. Nada los disuadirá de hacer un buen
trabajo y no disminuirán sus expectativas. Al conservar
esta santa urgencia acerca de su trabajo, se protegen a sí
mismos de la clase de pasividad que apaga el fuego del
espíritu docente.
Reflexionar ¿Cuánta pasión pone en sus esfuerzos
catequéticos? ¿Qué cosas alimentan esa pasión? ¿Qué cosas la debilitan?
Dios de amor, te doy gracias por la oportunidad de servir
transmitiendo la fe a otros y por la comunidad de la Iglesia que me
apoya en esta tarea. Amén.
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