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PASTORAL VOCACIONAL Y EXIGENCIAS DE
LA EVANGELIZACIÓN INCULTURADA1
Equipo de Santos (Eduardo G. Redondo y Eusebio Pascual) - Brasil
La pastoral vocacional debe, antes
de nada, contribuir para revigorar la
fe, una vez que el presupuesto de
toda vocación es la fe, esto es, aquella actitud por medio de la cual reconocemos la presencia de Dios en
nuestra vida, confiamos en Él y en Él
reconocemos al Señor que debemos
amar y obedecer.
Sabemos que solamente el revigorar de la fe lleva a una actitud de
escucha y respuesta. Los objetos de la
fe nos son tanto las verdades abstractas, sino la propia persona de Cristo.
Por eso la fe implica también la esperanza y la apertura para el otro (caridad) con el compromiso de la práctica y la vida.
DOCUMENTACIÓN
Esta reflexión, intenta relacionar la
pastoral vocacional y la teología de la
vocación con el momento eclesial que
estamos viviendo: Colocar la problemática vocacional dentro de la dinámica del proyecto de evangelización
de la Iglesia Católica de Brasil.
La perspectiva utilizada en este
análisis no agota toda la comprensión
de la pastoral vocacional. Es apenas
una tentativa de abordarla desde este
contexto mostrándonos un rostro concreto de esta pastoral. Para ello
asume, de las Directrices Generales
de la Acción Evangelizadora de la
Iglesia en el Brasil CNBB), las cuatro
exigencias o dimensiones de la Evangelización inculturada: Testimonio,
Servicio, Diálogo y Anuncio.
1 La reflexión que sigue tiene como base una parte (pp.25-32), del texto de preparación para el I Congreso Vocacional del Brasil, realizado en Itaici SP. Entre el 02 y el 05 de
Septiembre de 1999, titulado “Vocaciones para el nuevo milenio”.
SEMINARIOS
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Eduardo G. Redondo-Eusebio Pascual
DOCUMENTACIÓN
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La pastoral vocacional al serviLa importancia del testimonio
cio de la vida
para la pastoral vocacional
La primera gran tarea de la pastoral vocacional es contribuir en la formación de comunidades sólidas, en
donde todos, especialmente los jóvenes, sean partícipes responsables, sintiéndose verdaderos protagonistas.
No es posible hablar de vocaciones
específicas donde no existen verdaderas comunidades. Solamente en este
ambiente las personas toman conciencia de que son llamadas y que
deben llamar continuamente. Sólo
una comunidad viva puede ser, de
hecho, lugar de “comunión de vocaciones, carismas y ministerios”, con
“tareas y responsabilidades específicas”2.
Solamente una comunidad viva
puede dar testimonio, traduciendo en
gestos concretos el mandamiento del
amor, y puede ser mediadora de vocaciones, despertando en los jóvenes la
voluntad de servir a Dios en el prójimo, con verdadero ardor misionero.
Este aspecto del testimonio es fundamental para la pastoral vocacional.
Por detrás del camino vocacional de
toda persona siempre hay un modelo,
una mediación vocacional. Por tanto,
sin el testimonio es muy difícil despertar a las personas para una respuesta generosa al llamado divino.
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SEMINARIOS
Comunidad viva es aquella donde
los jóvenes descubren la realidad en
que viven, y los ministerios y servicios que la comunidad precisa, de
modo que, los compromisos de hoy,
si esto estuviera en los designios del
Señor, puedan ser preludio de una
consagración definitiva para toda la
vida. Por lo tanto, es misión particular
de la pastoral vocacional ayudar a la
Iglesia local a ser toda ministerial,
esto es, toda servidora: una comunidad rica de ministerios, carismas y
servicios; una Iglesia Cuerpo, cuya
nota característica sea la diversidad
suscitada por el Espíritu y en la cual
cada uno recibe el don de manifestar
el Espíritu para la utilidad de todos.
Y porque los vocacionados son personas y no seres abstractos, la pastoral
vocacional debe, antes que nada, colocarse al servicio de la vida en defensa
intransigente de los derechos fundamentales del ser humano. De hecho el
llamado a la Vida es nuestra primera
vocación: “Sean fecundos, multiplíquense llenen la tierra...” (Gn 1,28). La
conquista de la ciudadanía y la construcción de la democracia, garantías
del respeto a la vida, deben ser “la
expresión de la diaconia de la Iglesia
para con la sociedad”3 y consecuentemente, uno de los servicios más significativos de la pastoral vocacional.
CNBB, Rumbo al nuevo milenio, nº 88.
CNBB, Proyecto Rumbo al nuevo milênio, nº 127
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Pastoral Vocacional y exigencia de la evangelización inculturada
La promoción de la vida como
base de la pastoral vocacional
Ciertamente, tendrá futuro la pastoral vocacional que promueve la
vida, una vez que esta última es la
base sobre la cual se puede construir
todo.
Sabemos que toda vocación es para
la misión. La misión es el elemento
central y esencial de la vocación en la
Biblia. Cuando alguien es llamado por
Dios, siempre es llamado para alguna
cosa, siempre recibe una misión. Ahora
la misión de Jesús fue esencialmente la
promoción de la vida. Esta vida que
Jesús vino a traer es la vida plena. Ella
no se reduce a lo “espiritual” (cf. Mc
3,1-6; Lc 14,1-5). Incluye la dimensión
temporal, o sea, la lucha para que todo
ser humano tenga los medios básicos
para la sobrevivencia digna en esta tierra: alimentación, trabajo, vivienda,
salud, educación, etc. Dentro de esta
perspectiva, la pastoral vocacional que
desea, de hecho, responder a los actuales desafíos de la nueva evangelización, deberá ayudar a los vocacionados a insertarse en este proceso de
defensa de la vida. Sólo personas sensibles a los problemas de la vida humana podrán abrazar con coraje y entusiasmo una determinada vocación
especifica. Sin la preocupación con la
vida, don de Dios y vocación primera
de todo hombre, tendremos siempre
entre nosotros vocaciones superficiales, poco animadas, vueltas para sí
mismo, por lo tanto, incapaces de abrazar con garra el servicio o ministerio a
ellas confiado. Sin esta actitud de
defensa de la vida, las vocaciones especificas, normalmente tenidas como
apelo a la donación y la entrega por los
hermanos, pueden fácilmente ser transformadas en mera búsqueda de compensaciones humanas.
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DOCUMENTACIÓN
La tarea primordial, en este sentido, de la pastoral vocacional es proclamar que la vida temporal es condición basilar, momento inicial y parte
integrante del proceso global y unitario de la existencia humana que
encuentra su plena realización en la
eternidad. Se trata de hacer con que el
evangelio de la vida encuentre eco
profundo y persuasivo en el corazón
de cada hombre inclusive entre aquellas personas no creyentes. Lo primero que está en juego es la calidad de
vida amenazada por tantas situaciones de miseria, injusticia y exclusión
social. Dentro de este contexto, evangelizar es, por encima de todo, elevar
el grito evangélico en defensa de los
pobres del mundo, de cuantos están
amenazados, despreciados y oprimidos en sus derechos humanos.
Siendo así, la pastoral vocacional,
pensada como reclutamiento de gente
para “las filas de un ejército”, ya está
superada hace mucho tiempo, aunque
algunos sectores dentro de la Iglesia
todavía continúen insistiendo en esto.
Este tipo de pastoral vocacional produce un efecto momentáneo extraordinario, pero, con el tiempo, el humo
se deshace y las instituciones que se
encaprichan en caminar por ahí pasan
por enormes crisis, no excluyendo su
desaparición.
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propuesta. “Dios busca el diálogo con
las personas humanas, como amigos
(cf. DV 2)... Propone y no impone”4.
El propio Jesús, al dirigirse al joven,
prototipo de todo vocacionado, dice:
“Si quieres...” (Mt 19,21). La historia
de toda vocación cristiana “es la historia de un inefable diálogo entre
Dios y el hombre, entre el amor de
Dios que llama y la libertad del hombre que en el amor responde a Dios”5.
El plan de Dios, su voluntad, y su
proyecto vocacional, no puede ser
impuesto a nadie. Es preciso que
alguien quiera aceptarlo (cf. Jn 7,1617) en la libertad que viene de la verdad (cf. Jn 8,32). Lo grandioso de la
vocación es algo que supone la disposición para escuchar (cf. Is 1,19). Tal
disposición es antes de todo obra del
Espíritu del Resucitado (cf. Lc
24,45). Solo él puede abrir la mente
de las personas para que entiendan la
propuesta divina. Pero el animador
vocacional puede facilitar tal apertura
entrando en diálogo con quien, aun
siendo de “afuera”, quiera entender el
proyecto de Dios (cf. Hch 8, 26-40).
Podemos entonces decir que la pastoral vocacional, para que tenga la alegría de ver a tantas personas acogiendo el llamado divino, debe contribuir
eficazmente para que la Iglesia sepa
La pastoral vocacional como dialogar con la familia humana, con
diálogo, como propuesta
las diversas culturas, con las diversas
religiones, e incentive el dialogo denEn cuanto servicio a la vida, la tro de ella misma. El diálogo fue una
vocación es, en su esencia, diálogo, es de las mayores conquistas de la IgleDentro de esta perspectiva, es indispensable que la pastoral vocacional se
torne cada vez más promotora de
vocaciones laicales, ayudándolos para
que sean auténticos militantes en los
movimientos populares, en la política
y en las organizaciones de defensa de
los derechos humanos. Es necesario
que la pastoral vocacional estimule a
la comunidad cristiana a apoyar, reconocer, respetar y alimentar esta dimensión, evitando toda forma de reduccionismo y de “espiritualización” de esta
vocación especifica. Es preciso, pues,
que la pastoral vocacional incentive a
los propios laicos en el sentido de buscar siempre una autentica espiritualidad que los vuelva capaces de actuar
evangélicamente en aquellos espacios
donde están más presentes. Toda pastoral vocacional que realmente quiera
suscitar evangelizadores para el tercer
milenio deberá tener proyectos concretos capaces de despertar, incentivar
y alimentar la vocación laical. Y dada
la realidad del mundo actual, tan marcado por la exclusión social, es urgente animarlos para que se hagan cada
vez más presentes en las llamadas
“pastorales de frontera”: mujer marginada, drogadictos, chicos de la calle,
presos, enfermos de sida, etc.
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CNBB, Proyecto rumbo al nuevo milenio, nº 168.
JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis, nº 36.
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deberá ser capaz de percibir que el llamado personal de Dios pasa necesariamente por el diálogo, debiendo ser
este último una actitud de la Iglesia,
que encuentra fundamento en la propia actitud de Dios para con la humanidad. Es preciso que, ya en su propio
interior, la pastoral vocacional acepte
la diversidad de caminos, respete las
culturas, la religiosidad, el estilo de
ser de cada vocacionado. En la Iglesia
local la pastoral vocacional deberá ser
más abierta, más eclesial, promoviendo todas las vocaciones y ministerios
y no apenas volviéndose para los
seminarios diocesanos y para el sacerdocio. Lo mismo dígase a las congregaciones y institutos religiosos.
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DOCUMENTACIÓN
sia renovada por el Concilio Vaticano
II. Ya el Papa Paulo VI, en el inicio de
su pontificado (1964), afirmaba que la
Iglesia “debe entrar en diálogo con el
mundo en el cual vive. La Iglesia se
hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio”6.
Siguiendo este camino trazado por
Paulo VI, la constitución pastoral
Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en
el mundo de hoy, pedía que la comunidad cristiana fuese siempre un
signo capaz de consolidar un diálogo
sincero, sea dentro de ella misma
cuanto en las relaciones con todas las
personas, con todas las razas, con
todas las naciones y con todas las culturas (cf. GS 92). Aun, recientemente,
asistimos a episodios de intransigencia, de intolerancia y de falta de apertura para el diálogo. En algunos sectores de la Iglesia Católica se instauró
el neoconservadurismo, un cierto
fanatismo fundamentalista, que dificulta el diálogo en su interior y en la
relación con las otras fuerzas presentes en nuestra sociedad.
Tenemos que pensar en una pastoral vocacional abierta a lo ecuménico,
esto es, al esfuerzo de aproximación
cada vez mayor entre las iglesias cristianas. Y no solo eso: dada la situación concreta del mundo en que vivimos, es urgente una apertura también
para lo macro ecuménico, o sea, para
el encuentro cada vez mayor con las
religiones no cristianas. Pero para llegar a este punto la pastoral vocacional
La pastoral vocacional como
anuncio
El testimonio, el servicio, el diálogo se vuelven necesariamente anuncio explícito de la salvación traída por
Cristo. Dentro de esta perspectiva, la
pastoral vocacional tiene que ser
necesariamente kerigmática, anunciando el Dios que llama “de las tinieblas para la luz maravillosa” (1Pd
2,9). Tal anuncio del designio divino
de la vocación (cf. Ef 1,3-6) precisa,
sin embargo, ser explícito, claro sistemático, organizado, actualizado y
entusiasta. Sabemos, por experiencia,
que nada en nuestro mundo de hoy
funciona sin un mínimo de organización, de estructura y de entusiasmo.
PAULO VI, Ecclesiam suam, nº 38.
SEMINARIOS
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TEOLOGÍA DE LA VOCACIÓN
Bienio de especialización en orientación
y formación de las vocaciones
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Lugar: Centro de Estudios Vocacionales de la Hermandad de Sacerdotes
Operarios en México.
Duración: cuatro semestres, a partir del curso 2003-2004
Titulación:
Licenciatura en teología (con título previo de bachillerato
en teología)
Diplomatura (con otros títulos civiles y/o eclesiásticos)
OBJETIVOS:
DOCUMENTACIÓN
Proporcionar a los evangelizadores un servicio actualizado de promoción,
orientación y formación de las vocaciones (sacerdotales, religiosas y laicales)
en la Iglesia.
Para reavivar su propia identidad vocacional
e interiorizar la espiritualidad específica;
desarrollar sus capacidades y actitudes;
capacitarse para el “acompañamiento”;
y disponer de las herramientas adecuadas a la hora de
conocer las motivaciones de los candidatos;
establecer criterios y medios para el discernimiento;
elaborar los propios materiales: proyectos, programas, reglamentos, etc.
DESTINATARIOS:
Promotores y delegados de vocaciones;
educadores de los seminarios o casas de formación;
responsables de formación permanente;
laicos encargados de la animación y formación en las comunidades cristianas, centros educativos, movimientos, etc.
PARA MÁS INFORMACIÓN:
Centro de Estudios Vocacionales
Presa Escame 63; Col. Irrigación; 11500 MEXICO, DF
Tfno: (52) 555 2951580; Fax: (52) 555 2951705
Universidad Pontificia de México
Decanato de la facultad de Teología
Victoria 98; 14000 MEXICO, DF
Tfno: (52) 555 5730571; Fax: (52 ) 555 5730571
SEMINARIOS
AÑO 2003
nº 167
PROMOVIDO POR
LA HERMANDAD
DE SACERDOTES
OPERARIOS
Y
LA UNIVERSIDAD
PONTIFICIA DE
MÉXICO