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Transcript
MATRIMONIO Y FAMILIA
Artículos, Entrevistas, Comentarios, Testimonios
A propósito del Sínodo de los Obispos sobre la familia 2014
***
CATEQUESIS DEL PAPA SOBRE LA FAMILIA, 10 de diciembre de 2014: Francisco explica
qué ocurrió en el Sínodo de la Familia.
ANTES DEL SÍNODO
 Presentado el «Instrumentum laboris» de la asamblea extraordinaria del Sínodo de los
obispos sobre la familia. Una realidad universalmente reconocida
 Sínodo sobre la familia: superar la dialéctica de la confrontación, 05 julio 2014, Salvador
Bernal, religionconfidencial.com
 Pedagogía del amor desde la familia, 13 de agosto, Ramiro Pellitero
 Verdad y misericordia, Ante el Sínodo de la familia, 16 de septiembre, Ramiro Pellitero
 Conocer y mostrar la belleza de la familia cristiana, 22 de septiembre, Ramiro Pellitero
 La familia cristiana, como don y tarea, 24 de septiembre, Ramiro Pellitero
 Para que los matrimonios no fracasen (carta abierta al Papa y a los Obispos)
 Sínodo de la Familia, ¿qué es y cómo se realizará?, 3 de octubre, Guillermo Gutiérrez
 HUMANAE VITAE: la vía natural del amor, Las razones de tal elección
DURANTE EL SÍNODO
 Extracto de ‘La esperanza de la familia’, 06 octubre 2014, Card. Gerhard Müller,
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, collationes.org
 Ese matrimonio que llama a las puertas del sínodo, de Sandro Magister, ROMA, 9 de
octubre de 2014
 Testimonio del matrimonio Ron y Mavis Pirola., Durante la III Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Ciudad del Vaticano, 6 de
Octubre de 2014, Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de
Navarra
 Testimonio del matrimonio George y Cynthia Campos (Filipinas)., Durante la III
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Ciudad
del Vaticano, 7 de Octubre de 2014, Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de
la Universidad de Navarra
 Testimonio de Jeff y Alice Heinzen (Diócesis de La Crosse, USA), Durante la III
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Ciudad
del Vaticano, 7 de Octubre de 2014, Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de
la Universidad de Navarra
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
 Testimonio de Jeannette Touré, Durante la III Asamblea General Extraordinaria del
Sínodo de los Obispos sobre la familia, Ciudad del Vaticano, 8 de Octubre de 2014,
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
 Testimonio del matrimonio Stephen y Sandra Conway, Responsables regionales para
Africa de Retrouvailles (Sudáfrica), Durante la III Asamblea General Extraordinaria
del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Ciudad del Vaticano, 8 de Octubre de 2014,
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
 Sínodo de la familia: una palabra de esperanza, 10 de octubre, Ramiro Pellitero
 Una primera mirada al Sínodo de la Familia, 13 octubre 2014, Ernesto Juliá,
religionconfidencial.com
 Sínodo de la familia: los árboles y el bosque, 15 de octubre de 2014, MercatorNet. El
sacerdote Cormac Burke, juez en el Tribunal de la Rota desde 1986 a 1999, explica que
el sínodo debería servir para atajar la deficiente formación en la antropología del
matrimonio.
 ‘Soluciones diferentes’ para las familias heridas, 15 octubre 2014, Rino Fisichella,
vaticaninsider.lastampa.it, Entrevista de Andrea Tornielli, “La Iglesia quiere acoger a
todos como una madre y no como un juez”
 Actitudes para ayudar a las familias, 17 octubre 2014, Ramiro Pellitero,
iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
 Cómo vivir con entusiasmo la vida familiar, 17 octubre 2014, Patricia Navas González,
aleteia.org, Evita ser un ‘melón’, un ‘cenizo’ y un ‘merluzo’ para dar la mejor versión
de ti mismo en el hogar, aconseja el coach Victor Küppers
 La primera Relatio era una auténtica vergüenza, «Someter a votación la verdad divina y
la Palabra de Dios es indigno». Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la
archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán), (PCH24/InfoCatólica)
 «Si no somos fieles a Cristo en su enseñanza sobre el matrimonio, no sé cómo la gente
podrá confiar en nosotros», Cardenal Raymond Burke, Prefecto de la Signatura
Apostólica, Entrevistado por CNSNews/InfoCatólica
 Resumen de las intervenciones en el Sínodo sobre la familia, El Sínodo no quiere
centrarse en los “casos” especiales, ACEPRENSA, 15 de octubre de 2014
DESPUÉS DEL SÍNODO
 Acompañar a la familia, no juzgarla, 20 de octubre de 2014, Rafael Navarro-Valls, Zenit
 La verdad en la caridad, clave para el acompañamiento a las familias, 23 octubre 2014,
Ramiro Pellitero, iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
 ¿Qué mensaje ha dado
religionconfidencial.com
el
Sínodo?,
24
octubre
2014,
Ernesto
 El Sínodo importa, 24 octubre 2014, Enrique García-Máiquez, diariodecadiz.es
2
Juliá,
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
 Sobre el Sínodo de la familia, 08 noviembre 2014, Card. André Vingt-Trois, Arzobispo
de París, zenit.org
 El bendito sínodo, 07
religionenlibertad.com
noviembre
2014,
Teresa
Gutiérrez
de
Cabiedes,
 ‘La Iglesia, ni antes, ni durante, ni después del Sínodo puede cambiar la enseñanza de
Cristo’, 05 noviembre 2014, Card. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la fe, Witness For Church / InfoCatólica, ‘Nasz Dziennik’.
 Al servicio de la familia, 12 noviembre 2014, Rafael María de Balbín, Un bien precioso
para cada persona y para el conjunto de la humanidad
 Discernimiento matrimonial y familiar, 18 de noviembre de 2014, Rafael María Balbín.
 La sublime belleza del matrimonio, 24 de noviembre de 2014, Gerhard Müller,
infocatolica.com / romereports.com
 Algunas cuestiones actuales sobre matrimonio y familia, 24 de noviembre de 2014,
Héctor Franceschi – Miguel Ángel Ortiz, www.collationes.org
 Dos testimonios cualificados sobre el Sínodo de la familia, 25 de noviembre de 2014,
Ramiro Pellitero, Universidad de Navarra, iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
 En el sínodo sobre la familia también el Papa emérito tomó la palabra, 3 de diciembre
de 2014, Sandro Magister
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CATEQUESIS DEL PAPA SOBRE LA FAMILIA, 10 de diciembre de 2014
El Papa Francisco explica qué ocurrió en el Sínodo de la Familia
VER VIDEO DE ROME REPORTS
Queridos hermanos y hermanas:
Hemos terminado el ciclo de catequesis sobre la Iglesia. Damos gracias al Señor que nos
ha hecho recorrer ese camino descubriendo la belleza y la responsabilidad de pertenecer a la Iglesia,
de ser Iglesia todos nosotros. Ahora empezamos una nueva etapa, un nuevo ciclo, cuyo tema será la
familia; un tema que se inserta en este tiempo intermedio entre dos Asambleas sinodales dedicadas a
esa realidad tan importante. Por eso, antes de entrar en el recorrido de los diversos aspectos de la
vida familiar, hoy deseo retomar precisamente la Asamblea sinodal del pasado mes de octubre, que
tenía por tema: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización. Es
importante recordar cómo se desarrolló y qué produjo, cómo fue y qué salió de allí.
Durante el Sínodo los medios han hecho su trabajo −había mucha expectación, mucha
atención−, y se lo agradecemos porque lo han hecho con abundancia. ¡Muchas noticias, tantas! Esto
fue posible gracias a la Sala de Prensa, que cada día daba un resumen. Pero la visión de los medios se
parecía un poco a las crónicas deportivas o políticas: se hablaba mucho de dos equipos −a favor y en
contra; conservadores y progresistas−. Hoy quisiera contar lo que fue el Sínodo (ver documentos).
Ante todo, yo mismo pedí a los Padres sinodales que hablaran con franqueza y valor, que
escuchasen con humildad y que dijeran con valentía todo lo que tenían en el corazón. En el Sínodo
no hubo censura previa, sino que cada uno podía −es más, debía— decir lo que tenía en el corazón,
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
lo que pensaba sinceramente. Pero, eso provocará discusión. Es verdad, ya sabemos cómo discutían
los Apóstoles. Dice el texto: surgió una fuerte discusión. Los Apóstoles se gritaban entre sí, porque
buscaban la voluntad de Dios sobre los paganos: si podían o no entrar en la Iglesia. Era algo nuevo.
Siempre, cuando se busca la voluntad de Dios, en una asamblea sinodal, hay diversos puntos de vista
y surge la discusión, ¡y eso no es nada malo!, siempre que se haga con humildad y con ánimo de
servicio a la asamblea de los hermanos. Sería mala la censura previa. No, no: cada uno tenía que
decir lo que pensaba. Después de la Relación inicial del Cardenal Erdő, hubo un primer momento,
fundamental, en el que todos los Padres pudieron hablar, y todos escucharon. ¡Fue edificante la
actitud de escucha que tenían los Padres! Un momento de gran libertad, en el que cada uno expuso su
pensamiento con parresia y confianza. La base de las intervenciones era el Instrumento de trabajo,
fruto de la consulta previa a toda la Iglesia. Y aquí tenemos que dar gracias a la Secretaría del Sínodo
por el gran trabajo que hizo antes y durante la Asamblea. ¡De verdad que ha sido muy buenos!
Ninguna intervención puso en discusión las verdades fundamentales del Sacramento del
Matrimonio, es decir: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida (cfr.
Gaudium et spes, 48; Código de Derecho Canónico, 1055-1056). Eso no se ha tocado.
Todas esas intervenciones se recogieron, y así llegamos al segundo momento, o sea un
borrador llamado Relación tras la discusión. También la hizo el Cardenal Erdő, dividida en tres
puntos: la escucha del contexto y de los desafíos de la familia; la mirada fija en Cristo y en el
Evangelio de la familia; el diálogo con las perspectivas pastorales.
Sobre esa primera propuesta de síntesis se realizó la discusión en grupos (Círculos Menores),
que fue el tercer momento. Los grupos, como siempre, se dividían por lenguas, porque es mejor así y
se comunica mejor: italiano, inglés, español y francés. Al final de su trabajo, cada grupo presentó una
relación, y todas esas relaciones de los grupos se publicaron. Todo se entregó, con trasparencia, para
que se supiese lo que pasaba.
En ese punto −es el cuarto momento−, una comisión examinó todas las sugerencias de los
grupos lingüísticos e hizo la Relación final, que mantuvo el esquema precedente −escucha de la
realidad, mirada al Evangelio y compromiso pastoral−, pero procurando incluir el fruto de las
discusiones de los grupos. Como siempre, se aprobó también un Mensaje final del Sínodo, más breve
y divulgativo respecto a la Relación.
Ese fue el desarrollo de la Asamblea sinodal. Alguno podría preguntarme: ¿Se han peleado
los Padres? Pues no sé si se han peleado, pero que han hablado fuerte, sí, de verdad. Y esa es la
libertad, precisamente la libertad que hay en la Iglesia. Todo ha sucedido cum Petro et sub Petro, es
decir, con la presencia del Papa, que es garantía para todos de libertad y confianza, y garantía de la
ortodoxia. Y al final, con una intervención mía, hice una lectura sintética de la experiencia sinodal.
Así pues, los documentos oficiales salidos del Sínodo son tres: el Mensaje final, la Relación
final y el discurso final del Papa. No hay otros.
La Relación final, que fue el punto de llegada de toda la reflexión de las diócesis hasta ese
momento, se publicó ayer y se envió a las Conferencias Episcopales, que la estudiarán cara a la
próxima Asamblea, la Ordinaria, de octubre de 2015. Digo que ayer se publicó −aunque ya se había
publicado−, pero ayer se publicó con las preguntas dirigidas a las Conferencias Episcopales, que son
los Lineamenta del próximo Sínodo.
Debemos saber que el Sínodo no es un parlamento −viene el representante de esta Iglesia, de
aquella Iglesia, de la otra−. No, no es eso. Viene el representante, sí, pero la estructura no es
parlamentaria, es totalmente distinta. El Sínodo es un espacio protegido para que el Espíritu Santo
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
pueda actuar. No hubo enfrentamiento entre facciones −como en un parlamento, donde es lícito−,
sino un diálogo entre Obispos, al que se llegó tras un largo trabajo de preparación, que ahora seguirá
con otro trabajo, para el bien de las familias, de la Iglesia y de la sociedad. Es un proceso, es el
normal camino sinodal. Ahora esa Relatio vuelve a las Iglesias particulares y allí continúa el trabajo
de oración, reflexión y discusión fraterna para preparar la próxima Asamblea. Eso es el Sínodo de
Obispos.
Lo confiamos a la protección de la Virgen nuestra Madre. Que Ella nos ayude a seguir la
voluntad de Dios tomando las decisiones pastorales que ayuden más y mejor a la familia. Os pido
que acompañéis este proceso sinodal hasta el próximo Sínodo con la oración. Que el Señor nos
ilumine, nos haga llegar a la madurez de lo que, como Sínodo, debemos decir a todas las Iglesias. ¡Y
para eso es importante vuestra oración!
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Presentado el «Instrumentum laboris» de la asamblea extraordinaria del Sínodo de los
obispos sobre la familia
Una realidad universalmente reconocida
Una visión de la realidad familiar en el contexto actual es el contenido del Instrumentum
laboris para la preparación de la tercera asamblea general extraordinaria del Sínodo de los obispos en
programa del 5 al 19 de octubre sobre el tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto
de la evangelización». El documento de trabajo ha sido presentado el jueves 26 de junio, por la
mañana, en la Oficina de prensa de la Santa Sede. Intervinieron los cardenales Lorenzo Baldisseri,
secretario general del Sínodo; Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest, relator general de la
asamblea; y André Vingt-Trois, arzobispo de París, presidente delegado. Hablaron también
monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto, secretario especial, y los esposos Francesco
Miano y Pina De Simone, que ofrecieron su testimonio a los presentes.
El cardenal Baldisseri ilustró el resultado de la encuesta promovida por el documento
preparatorio, que incluía un cuestionario formado por 39 preguntas. Las respuestas y las
observaciones a los ocho grupos de preguntas, que concernían a todos los componentes eclesiales y
tuvieron repercusiones estimulantes también en otros ambientes, fueron recogidas y subdivididas en
tres partes. La primera parte, dedicada al Evangelio de la familia, trata del designio de Dios, del
conocimiento bíblico y magisterial y de su recepción, de la ley natural y de la vocación de la persona
en Cristo. La segunda parte afronta los desafíos pastorales inherentes a la familia, como la crisis de
fe, las situaciones críticas internas, las presiones externas y otras problemáticas. La tercera parte
presenta en un primer momento las temáticas relativas a la apertura a la vida, así como el
conocimiento y las dificultades en la recepción del magisterio, las sugerencias pastorales, la praxis
sacramental y la promoción de una mentalidad acogedora.
«Los temas que no están comprendidos en el documento —advirtió el cardenal Baldisseri—
se tratarán en la asamblea general ordinaria del Sínodo del año 2015, que será la tercera etapa del
camino de reflexión sobre la familia iniciado con el consistorio del 20 de febrero de 2014». Y
anunció el tema de la misma: «Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia».
En cuanto a los temas que se afrontarán en la asamblea extraordinaria, el purpurado aseguró
que se «considerarán de manera especial las situaciones pastorales difíciles, que se refieren a las
convivencias, las uniones de hecho, los separados, los divorciados, los divorciados vueltos a casar y
sus eventuales hijos, las madres solteras, los que se encuentran en condiciones de irregularidad
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
canónica y quienes piden el matrimonio sin ser creyentes o practicantes».
La palabra pasó luego al cardenal Vingt-Trois, que destacó ante todo la gran ocasión que
constituirá el Sínodo sobre la familia para la evangelización. Se hablará, dijo, de algo que todos
conocen, porque por doquier existe la familia. Por lo tanto, la Iglesia católica tendrá la ocasión de
compartir con toda la humanidad una experiencia común. Y sobre todo tendrá ocasión de difundir su
mensaje no en términos teóricos sino en términos concretos, gracias a la experiencia vivida por las
familias cristianas, capaces de testimoniar cómo es posible vivir unidos incluso en medio de las
dificultades.
El cardenal enumeró luego algunos puntos considerados esenciales en la acción pastoral de
las Iglesias locales. Ante todo una preparación seria al matrimonio: los jóvenes deben saber por qué
se casan y hacia lo que se dirigen. Y sería importante, propuso el purpurado, ofrecer esta posibilidad
de preparación también a quien se casa sólo civilmente, tal vez estipulando acuerdos con los
municipios. Pero está claro que, añadió, no nos podemos limitar a la formación: el trabajo pastoral
debe continuar en el acompañamiento constante y continuo de la pareja incluso después del
matrimonio.
Otro punto sobre el cual el arzobispo de París centró la atención fue la educación de los hijos.
La familia, dijo, no se reduce a la sola relación de pareja sino que atañe a todos sus miembros. Por lo
tanto, será necesario ocuparse también de los niños y poner atención en su formación.
Tratando por último el tema de las familias que sufren, el purpurado se detuvo en la
diversidad de las situaciones particulares. En cuanto a los divorciados, propuso ante todo una
distinción entre los vueltos a casar y los que, abandonados, no han querido romper el vínculo
sacramental o en cualquier caso han querido mantener su promesa. Será necesario tener en cuenta
este sufrimiento y buscar el modo de ayudarles sin añadir otras penas. El cardenal se refirió luego a
otras diversas situaciones, desde la de las madres solteras a las de las uniones de hecho.
Considerando esto el purpurado quiso indicar un punto central: no se puede pensar que el Sínodo
sobre la familia se detenga en modelos occidentales; el mismo abraza a la Iglesia universal. Por lo
tanto será necesario tener en cuenta todas las realidades, así como será necesario reflexionar sobre las
consecuencias de las diversas situaciones críticas propuestas por guerras, crisis económicas y
persecuciones, que a menudo dividen en lugar de unir a las familias.
Intervino luego el cardenal Erdő, quien señaló que el documento parece ofrecer una
panorámica de la situación de la pastoral de las familias a partir de dos perspectivas. La primera
parte, dijo, «se mueve a nivel del conocimiento y del aprecio: es decir, a nivel de la consciencia
acerca de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia sobre el matrimonio, y sobre la verdadera realidad de
la familia según el designio de Dios». Al respecto el purpurado destacó que es «alentador notar cómo
la enseñanza de la Biblia, sobre todo de los Evangelios y las cartas paulinas, es hoy más conocida».
Menos detallada «se presenta en cambio el conocimiento de los documentos del magisterio».
La segunda parte del documento «se mueve —destacó el purpurado— a otro nivel. Se ocupa del
comportamiento real de la gente, y, por lo tanto, afronta el aspecto del trabajo pastoral. En esta parte
es donde se presentan las así llamadas situaciones críticas».
Partiendo de las respuestas que han llegado, el elemento destacado a nivel sociológico parece
ser el rechazo más o menos general de las instituciones. De muchas regiones del mundo han llegado
respuestas según las cuales la gente se casa cada vez menos, incluso sólo civilmente. «Tal fenómeno
—comentó el cardenal— se introduce en el contexto del individualismo y del subjetivismo práctico
que ya parece haber alcanzado amplios estratos de las poblaciones. Las convivencias no
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
institucionalizadas con mucha frecuencia no tienen carácter de preparación al matrimonio o prueba
del matrimonio, sino que representan una forma de vida duradera. La verdad de la persona humana,
el papel de la comunidad en el desarrollo de la persona son, sin embargo, valores apreciados también
por muchos que no son ni católicos ni cristianos».
El documento, destacó también el cardenal Erdő, presenta otras diversas situaciones
particulares y difíciles, e indica «numerosas presiones externas» a las que deben hacer frente las
familias, como el trabajo dependiente de los padres, el fenómeno migratorio, la pobreza, el
consumismo, las guerras. Y «mientras que en algunos países, se habla de un “sufrimiento causado
por no recibir los sacramentos” por parte de los divorciados vueltos a casar civilmente —precisó—
en muchos otros países a la cuestión de “¿qué piden los divorciados vueltos a casar a la Iglesia?” la
respuesta más frecuente es que ellos no piden nada, porque o no saben que no pueden participar en
los sacramentos o se han mostrado indiferentes tanto antes como después del matrimonio civil
inválido desde el punto de vista eclesial».
Por último, el arzobispo Bruno Forte destacó que lo que caracteriza el Instrumentum laboris
de forma relevante es «la conexión a la realidad en toda su variedad y complejidad y, como
consecuencia, el rigor y la honradez al no cerrar los ojos ante cada problema, por más inquietante o
incómodo que pueda parecer. Los tres grandes ámbitos sobre los cuales el mismo propone desarrollar
el debate son los mencionados en las tres partes que lo componen: el Evangelio de la familia a
proponer en las circunstancias actuales; la pastoral familiar a profundizar ante los nuevos desafíos; la
relación generativa y educativa de los padres respecto a los hijos». Después de hablar de cada uno de
los tres ámbitos específicos el prelado destacó «cómo la imagen de Iglesia que resulta del
Instrumentum y que el Sínodo sobre la familia está llamado a mostrar en la esencialidad de las
opciones pastorales a realizar, es la de la Madre comprometida en engendrar, acompañar y sostener a
todos los hijos de Dios, ninguno excluido, haciéndose para cada uno de ellos rostro de la infinita
misericordia del corazón divino. Una Iglesia no autorreferencial, sino “en salida”, al servicio de todo
el hombre en cada hombre, para la salvación de cada creatura».
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Sínodo sobre la familia: superar la dialéctica de la confrontación
05 julio 2014
Salvador Bernal
religionconfidencial.com
Un denominador común: intentar contribuir a fortalecer la familia, tan maltratada en el
mundo contemporáneo, de modo particular en la comunicación social
Las noticias sobre el documento de trabajo para el próximo sínodo extraordinario de obispos
sobre la familia, me han traído a la memoria el fenómeno de confrontación típico hace más de
cincuenta años en torno al Concilio Vaticano II. Por aquel tiempo creció la información religiosa y,
salvo error por mi parte, comenzó a hablarse de los vaticanistas, es decir, de los periodistas
especializados en información sobre la Iglesia.
Junto a ellos, grupos de presión notorios trataban de influir en las deliberaciones sobre temas
más o menos delicados en las comisiones conciliares y en las sesiones plenarias. Pasado el tiempo, se
comprueba tanto la sesgada información que se difundía, como la escasa influencia de posturas que
se autoproclamaban fautores de la Iglesia del futuro.
7
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Algo de esto sucede ahora, a mi juicio, en la preparación del próximo sínodo. El pasado 26 de
junio se presentaba oficialmente el Instrumentum laboris, con la precisión de que no representa la
posición de la Santa Sede: más bien refleja una síntesis de las respuestas al cuestionario −enviado
desde Roma en noviembre del 2013, procedentes sobre todo de las conferencias episcopales.
Frente a lo que parecía deducirse de algunas intervenciones no lejanas sobre estas cuestiones
de obispos mediáticos de países desarrollados, no parece que el conjunto de respuestas refleje
entusiasmo alguno por ideologías postmodernas que replantean la identidad familiar. Ciertamente,
las 87 páginas del documento plantean más interrogantes que respuestas tradicionales o novedosas,
pero con el denominar común de intentar contribuir a fortalecer la familia, tan maltratada en el
mundo contemporáneo, de modo particular en la comunicación social.
Quizá por eso, la primera parte del texto subraya la necesidad de difundir más la enseñanza
de la Biblia sobre la familia: ahí está el núcleo y el fundamento de la espiritualidad y de la vida de
los cristianos. Más indispensable aún es una adecuada difusión del magisterio eclesiástico, incluida
la responsabilidad de los pastores locales en la transmisión fiel de la doctrina, por encima de criterios
o posiciones personales. Si en épocas no lejanas, episcopado y clero daban una imagen que algunos
criticaban por monolítica, a veces se producen hoy climas de confusión justamente por lo contrario.
En cualquier caso, siempre con el trasfondo petrino de dar razón de la propia esperanza, se
impone mejorar la transmisión en esta época tan dependiente de las comunicaciones. Un gran reto
−para clérigos y laicos, todos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la evangelización en su
propio ambiente− es justamente pensar y repensar los contenidos magisteriales, para reflejar en la
transmisión su profundidad humana, su belleza también cultural y su capacidad transformadora como
cauce de paz y libertad solidarias.
Gran preocupación de Benedicto XVI fue la revitalización de la ley natural. Esa inquietud
está presente en el documento sinodal, especialmente ante las dificultades que derivan de esquemas
culturales o sociales ajenos o alejados del cristianismo: desde los hedonismos individualistas del
occidente, a las exigencias de culturas tribales o tradiciones ancestrales en el tercer mundo. Una
visión consecuencialista refleja el despojo humano y la inestabilidad social producidos por tales
planteamientos.
Pero no es suficiente mostrar el fracaso de la modernidad. Es preciso fortalecer los mensajes
ilusionantes de los pontífices y de los santos de nuestro tiempo, no siempre bien conocidos ni
siquiera por los creyentes. Y siempre con optimismo: a pesar de tantas campañas, los sondeos de
opinión siguen reflejando la nostalgia de la familia, y la confianza en ella, aun como gran refugio en
momento de crisis.
La prensa ha destacado mucho las situaciones límites que también abordará el sínodo. No por
ser minoritarias dejan de ser atendibles: basta recordar la parábola de la oveja perdida. Pero no
parece que deban constituir el nervio de la vida y de la pastoral cristiana. Más bien −y de acuerdo
con principios del Concilio Vaticano II quizá insuficientemente desarrollados, se trataría de
profundizar con sentido positivo en la concepción de la familia como instrumento de santidad y de
evangelización.
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Pedagogía del amor desde la familia
13 de agosto
8
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Ramiro Pellitero
El documento de trabajo del próximo sínodo sobre la familia insiste en que hemos de saber
presentar la belleza del proyecto matrimonial y familiar cristiano.
Cabe recordar por nuestra parte algunos puntos importantes en esto.
La belleza de la familia de Dios
1. La belleza de la familia de Dios. Dios ha manifestado su amor al mundo con una
pedagogía singular. Ha querido crear a la persona humana con dos modos, varón y mujer, que en su
conjunto expresan la imagen divina y su amor por la humanidad. La familia que procede del
matrimonio es una imagen de Dios, que en su vida íntima y eterna es una comunión de personas.
Dios se explica a sí mismo como enamorado en el Cantar de los cantares. Establece con el
pueblo elegido una Alianza, que va renovando a pesar de las infidelidades del pueblo. Con las
enseñanzas de los profetas y a través de la historia misma del Pueblo elegido (el éxodo de Egipto, el
exilio de Babilonia), le va llevando hacia el horizonte universal de su amor.
La Iglesia es la familia de Dios. Por eso, en palabras del papa emérito Benedicto XVI, los
cristianos debemos colaborar en “la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más
familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no solo con la palabra. Más
bien diría por irradiación, con la fuerza del amor vivido” (Discurso a los participantes en un
encuentro del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia, 13-V-2011).
También el Papa Francisco ha presentado a la Iglesia como familia de Dios.
Amor humano y amor cristiano: el lenguaje del cuerpo
2. Amor humano y amor cristiano: el lenguaje del cuerpo. El lenguaje del cuerpo les invita a
los esposos a donarse uno al otro, con todo lo que cada uno es o puede llegar a ser,
personalmente. La relación conyugal pide ante todo respetar la dignidad y el misterio personal del
otro, valorar el tiempo, aprender a vencer las resistencias egoístas y, con la ayuda de la gracia de
Dios, abrirse al significado profundo de la unión mutua (de ahí la diferencia entre la anticoncepción
y la planificación natural de los nacimientos, cuando existan suficientes motivos). Y eso conlleva
sacrificios y renuncias como consecuencia del “sí” que mutuamente se dieron los esposos.
Así el matrimonio está llamado a ser “Evangelio vivo” del amor de Dios manifestado en
Cristo. A la vez, la Iglesia se convierte en la nueva familia de Jesús; y la familia fundada sobre el
matrimonio cristiano, en “Iglesia doméstica” (pequeña Iglesia, Iglesia del hogar, pequeña
comunidad de gracia).
La familia, partícipe de la nueva evangelización
3. La familia, partícipe de la nueva evangelización. A partir de lo visto en los párrafos
anteriores, se comprende bien que la transmisión del Evangelio se haya realizado desde el
principio gracias al testimonio de las familias, mientras viven su propio proyecto de vida como
don y tarea.
Las familias cristianas testimonian que, mediante la relación con Dios y la participación en la
vida eclesial, es posible ser fieles mutuamente y estar abiertos a la vida; es posible cultivar el
diálogo, respetar el punto de vista del otro, servir y tener paciencia con los defectos de los demás,
perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las
orientaciones educativas, estar abiertos a otras familias, atender a los pobres, responsabilizarse
9
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
de la sociedad civil (cf. Benedicto XVI, Homilía en el Encuentro Mundial de las Familias, Milán, 3VI-2012).
Ahora bien, para esto la familia necesita ser continuamente evangelizada. Ante todo se
requiere una catequesis y formación sobre el matrimonio, que comience en la infancia, continúe
con la educación afectiva de los jóvenes y se renueve en la preparación próxima para el matrimonio.
En esta última etapa deben quedar claras las diferencias entre divorcio, separación y nulidad
matrimonial. Además de la ayuda de la gracia (por medio de los sacramentos de la Eucaristía y de la
Penitencia), hay que salir al encuentro de las dificultades de las familias.
En el caso de los casados solo civilmente o los divorciados que se casan de nuevo, ellos
mismos se encuentran en una situación que no hace posible la comunión eucarística, pero no están
excluidos de la Iglesia. Al contrario, la Iglesia debe ayudarles en un camino progresivo que no
oculta el desorden moral de sus vidas. La presencia del sacerdote y de otras familias, junto con el
apoyo de movimientos y grupos eclesiales, les ayudará a redescubrir el amor de Cristo por su
Iglesia (incluyendo el valor del sufrimiento), de modo que se pueda encontrar el modo de que
asuman un papel activo en la nueva evangelización. Otras situaciones más complejas requieren de la
ayuda de especialistas en cuestiones concretas, sea desde el punto de vista jurídico-canónico,
médico y psicológico, etc.
Vivir el “hacer familia”
4. Vivir el “hacer familia”. Los cristianos, junto con otras personas de buena voluntad,
hacemos familia en todos los ambientes, también en la calle y en la vida pública. Esto requiere, ante
todo, que Dios esté presente en el centro de las familias. Pide un ambiente de confianza y cariño
por parte de los padres hacia los hijos, con un estilo de vida caracterizado por la gratuidad y la
donación, la acogida y la comprensión. Es fundamental el ambiente de alegría y de piedad en la
familia, para transmitir a los niños el sentido cristiano del sufrimiento y del perdón; pues desde los
primeros años captan el valor del ejemplo –o contraejemplo– de los padres, también cuando éstos
piensan que no los oyen o atienden.
Trasmitir la fe vivida
5. Trasmitir la fe vivida. La familia trasmite la fe y enseña a contar con Dios en medio de lo
corriente, sin formalismos ni rigorismos, aprovechando la “edad de las preguntas” para introducir a
los niños en la historia de la salvación (la Biblia), el lenguaje y los signos cristianos (preparación
para los sacramentos), y el servicio a los demás (pequeños actos de desprendimiento y generosidad,
obras de misericordia, colaboración con las parroquias, etc.). Es importante que los hijos puedan
aprender de cómo los padres hablan de la Iglesia, cómo se saben Iglesia y sienten con la Iglesia.
Así la familia puede ser escuela natural de valores y virtudes personales y sociales (el
valor del esfuerzo, el dominio de sí, la búsqueda de la verdad, el sentido de la autoridad y del trabajo,
de la solidaridad y de la sexualidad en el horizonte del amor). Asimismo los padres son insustituibles
en el desarrollo de las virtudes teologales y en la educación religiosa. No deben delegar totalmente
la educación de la fe en la parroquia y la escuela; y al mismo tiempo deben comprender que
necesitan de ellas.
Mentes abiertas, corazones abiertos, casas abiertas
6. Es importante que las familias cristianas trabajen para que sus miembros tengan las mentes
y los corazones abiertos; y para que sus casas estén abiertas especialmente a los más necesitados:
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
los pobres, los más débiles y desprotegidos. Esto es una tarea nada fácil pero verdaderamente
urgente.
En la medida en que se cultive esta generosidad, las familias cristianas pueden ser el primero
y mejor “semillero” de vocaciones. Respecto a la vocación de sus hijos, los padres deben orientar y
ayudar, con su ejemplo, su consejo y oración. No deben forzar a una determinada opción, ni
oponerse a que sigan la vocación a la que se sienten inclinados. Para todo ello los padres pueden
también contar con consejos de otras personas prudentes y de sentido cristiano, teniendo en cuenta la
razón y la fe, las necesidades concretas de la Iglesia y del mundo, y las aptitudes de sus hijos.
Anuncio de la fe y “Evangelio de la vida”
7. Anuncio de la fe y “evangelio de la vida”. La educación de la fe, que los padres deben a
sus hijos, incluye la promoción de una cultura de la vida. Desde la familia ha de proclamarse la
dignidad de la vida humana y su valor absoluto, revelado plenamente por Cristo. Es necesario
oponerse a la “cultura de la muerte” (aborto y eutanasia provocados), fomentando una cultura de la
vida que implica la protección de los más débiles (niños no nacidos, enfermos, ancianos, pobres,
etc.).
Contribuir a una cultura de la familia y de la vida es misión de las familias, pero también
de todos los cristianos, personalmente y también la Iglesia como institución o en sus instituciones.
Debemos procurar que en la sociedad y desde el Estado se reconozca el protagonismo de la familia
basada en el matrimonio natural, se defienda su identidad y sus derechos fundamentales, entre ellos
la conciliación entre la vida familiar y el trabajo y el descanso dominical, que facilita poder
dedicar un tiempo a Dios y a la familia, y que la sociedad tenga un rostro humano y no el rostro de la
esclavitud del trabajo.
En suma, la pedagogía del amor desde la familia cristiana incluye contar con la belleza del
proyecto divino sobre la familia y la Iglesia, y el lenguaje del cuerpo; la participación de la familia
en la evangelización y el “hacer familia” en la sociedad; la transmisión de la fe vivida a la vez
personal y socialmente; la preocupación por las vocaciones concretas de los cristianos; la promoción
de una cultura de la vida, en la que sea posible conciliar la vida familiar y el trabajo, el descanso y la
apertura a Dios.
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Verdad y misericordia
Ante el Sínodo de la familia
16 de septiembre
Ramiro Pellitero
Nuestra sociedad es hoy muy sensible a la autenticidad, particularmente como valor humano.
Se aprecia a las personas que realmente viven de acuerdo con lo que piensan y se esfuerzan en
reflexionar a partir de lo que viven. Sabemos también que no es tan fácil ser así de coherente, y
quizá eso sea, para la mayoría, más una meta que una realidad.
Con motivo del próximo sínodo sobre la familia cabe redescubrir la relación entre doctrina y
vida, o “pastoral”. Se trata de una relación esencial y necesaria, pues no cabe separar estos dos
aspectos del cristianismo, como no cabe poner a un lado la verdad y a otro lado la caridad y la
misericordia.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Profundicemos en esta relación entre doctrina y vida cristiana, teniendo en cuenta que todo
deriva de la Persona de Cristo, y que el Evangelio es tanto doctrina como vida, vida y doctrina, a la
vez verdad y caridad.
Tanto la doctrina como la vida cristiana se centran en Cristo
1. Tanto la doctrina como la vida cristiana se centran en Cristo. Es ya célebre la expresión
de Benedicto XVI en su primera encíclica: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o
una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, n. 1).
Todo lo cristiano –tanto la fe como los sacramentos y la caridad, tanto la doctrina como la
vida cristiana– se centra, se vive y se entiende a partir de la Persona de Cristo, del encuentro con
Él y de la vida con Él y en Él por el Espíritu Santo. Si en el nivel humano el ser es antes que el obrar,
nuestra vida con Cristo es la condición para saber cómo actuar en nuestra vida de relación con
Dios, con los demás y con las realidades que nos rodean. No cabe “llevar como una doble vida: la
vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida
familiar, profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas” (San Josemaría Escrivá,
Conversaciones, n. 114).
El obrar sigue al ser. La tradición filosófica cristiana antepone el logos al ethos, sitúa la
metafísica y la antropología antes que la ética. El mensaje del Evangelio propone, de un lado,
comprender y conocer en qué consiste vivir con Cristo, para poder actuar como Él y con Él. Y al
mismo tiempo, propone vivir con Cristo para poder comprender y conocer cada día mejor a Dios
y su amor por nosotros.
El vivir precede al pensar y el pensar determina el vivir
2. El vivir precede al pensar y el pensar determina el vivir. Por eso se explica que muchos
cultivadores de la Teología práctica (Teología moral y espiritual, Teología pastoral) se esfuercen por
señalar que sus disciplinas no deben elaborarse simplemente como meras “aplicaciones” del dogma
cristiano. Cabe una mirada de fe, una mirada teológica, a la realidad de la vida cristiana, del
matrimonio y de la familia cristiana, que, a la luz del dogma y la moral cristiana, sea capaz de
ayudar de modo más concreto y eficaz en estos campos. A esto nos ha convocado Francisco y para
esto ha querido el próximo sínodo sobre la familia en dos etapas, 2014 y 2015.
Por tanto no se trata de oponer la doctrina sobre el matrimonio a la pastoral
matrimonial y familiar, sino de reflexionar desde la doctrina hacia la vida y al mismo tiempo
desde la vida hacia la doctrina. Así podremos inferir las implicaciones pastorales o prácticas de la
doctrina cristiana para nuestra época, a la vez que las situaciones concretas que están viviendo los
matrimonios y las familias cristianas nos ayudarán a comprender cada vez mejor –como ha sucedido
en la historia del cristianismo– la doctrina cristiana.
La cuestión de fondo: verdad y caridad
3. La cuestión que está aquí de fondo es la relación entre verdad y caridad. Como
lúcidamente enseñó Benedicto XVI, entender esa relación supone recordar quiénes somos y cómo
hemos sido salvados. La verdad plena es el amor de Dios manifestado en Cristo. Ni la verdad es
mera doctrina ni la caridad es mero sentimiento. Verdad y caridad se exigen mutuamente (cf.
encíclica Caritas in veritate, nn. 1-4).
“En Cristo –señalaba el cardenal Ratzinger poco antes de ser Papa– coinciden verdad y
caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, verdad y caridad se
12
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
funden. La caridad sin verdad sería ciega; la verdad sin caridad, sería como ‘un címbalo que retiñe’
(1 Co 13, 1)” (Homilía en las exequias de Juan Pablo II, 8-IX-2005). Tal es, afirmaba, la fórmula
fundamental de la existencia cristiana.
Entre la fe y la caridad hay un orden y una estrecha conexión: “La fe precede a la caridad,
pero se revela genuina solo si culmina en ella” (Benedicto XVI, Mensaje para la cuaresma de 2013).
La doctrina cristiana solo puede ser plenamente comprendida si es vivida: “La fe conoce por
estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. (…) La comprensión de la fe es la
que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da
ojos nuevos para ver la realidad” (Encíclica Lumen fidei, n. 26). Y esto es así porque el amor –y su
concreción en la misericordia– es, para el cristiano, la principal fuente de conocimiento.
Por eso lo primero que la Iglesia hace es enseñar, con el ejemplo de los santos, la práctica
del amor y de la misericordia con los necesitados, y de ahí, como una consecuencia, surge el
mensaje de la sabiduría cristiana (cf. Francisco, Audiencia general10-IX-2014); pues “la esencia del
ser cristiano no es el saber sino el amor” (Juan Pablo II, Homilía en la beatificación de Edith Stein,
1-V-1987). En efecto, la verdad que libera plenamente es solo la unión con el amor de Cristo.
Si queremos comprender mejor la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia
hemos de esforzarnos en vivirla a fondo, con caridad y misericordia. Y si queremos hacer esto
último, hemos de conocer bien la sustancia de la doctrina.
Depósito de la fe y expresiones variables
4. Todo ello lleva a valorar la necesaria distinción entre el depósito da la fe y sus expresiones
variables (cf. Juan XXIII, alocución Gaudet Mater Ecclesia, en la inauguración del Concilio
Vaticano II, 11-X-1962), distinción fundamental para comprender la íntima relación entre la doctrina
y la pastoral. El sentido de la pastoral –es decir, la atención a los bautizados por parte de sus pastores
en el contexto de la misión de la Iglesia para el mundo– es ayudar a vivir la doctrina cristiana en
este determinado tiempo y lugar, de manera que el amor a Dios y al prójimo pueda convertirnos en
personas mejores, abrazando la perenne novedad del Evangelio.
En consecuencia, de nada positivo serviría una pastoral que, con la excusa de apelar a la
vida, a la caridad o a la misericordia, pretendiera cambiar la sustancia de la doctrina cristiana.
Tampoco serviría, con la intención de mantener la fidelidad a la doctrina, descuidar las concretas
circunstancias y requerimientos de la vida, y la misericordia como expresión principal de la caridad
(cf. Santo Tomás, S.Th II-II, q.30, a. 4 y Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n.
37).
La relación entre doctrina y vida, entre verdad y misericordia, entre lo esencial de la fe y lo
variable de sus expresiones o implicaciones pastorales, no siempre resulta fácil. Para aclararla
tenemos al Magisterio de la Iglesia como guía garantizada por la asistencia del Espíritu Santo. Al
mismo tiempo, mediante la oración, el estudio y el diálogo todos los cristianos podemos y debemos
contribuir a la misión de la Iglesia, concretamente ahora, en lo que se refiere al papel de los
matrimonios y familias cristianas en el contexto de la nueva evangelización.
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Conocer y mostrar la belleza de la familia cristiana
22 de septiembre
Ramiro Pellitero
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
El Documento de trabajo del próximo sínodo sobre la familia comienza, en su primera parte
(“Comunicar el Evangelio de la familia hoy”) tratando del proyecto de Dios acerca del matrimonio y
la familia. Se afrontan dos cuestiones: qué dice la Biblia y qué dice la Iglesia. En los dos casos se
pregunta qué se puede hacer para que se conozcan y se vivan mejor los aspectos centrales de la
familia cristiana.
La familia a la luz de la Biblia
1. La familia a la luz de la Biblia. La belleza del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la
familia se descubre en el libro del Génesis. Ahí se presenta al hombre y a la mujer creados por Dios
a su imagen y semejanza, quienes, al acogerse mutuamente, se reconocen hechos el uno para el
otro. Mediante la procreación de los hijos, el hombre y la mujer son colaboradores de Dios,
recibiendo y transmitiendo la vida. Luego su responsabilidad se extiende a custodiar la creación y
hacer crecer la familia humana. De esta manera –afirma el documento de manera gráfica– el amor
matrimonial es espejo del amor divino, según aparece bellamente en el Cantar de los Cantares y los
profetas.
Desde el punto de vista cristiano este proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia se
enriquece, al recibir un nuevo impulso y profundidad por medio de la predicación y la vida de Jesús.
Jesús vivió y creció en la familia de Nazaret, y participó en las bodas de Caná, donde
enriqueció la celebración con el primero de sus milagros. El Nuevo Testamento le presenta como
el Esposo, por su entrega de amor a la Iglesia y a través de ella a la humanidad. Esta entrega se
manifestó y consumó en la cruz y en la resurrección. Y la fuerza, la gracia y la misericordia de Dios
se transmiten en el sacramento del matrimonio para que los esposos puedan lograr ese proyecto de
ser “una sola carne”, capaces de amarse y ser fieles para siempre.
“Por lo tanto –se subraya en el texto–, la medida divina del amor conyugal, a la que los
cónyuges están llamados por gracia, tiene su fuente en ‘la belleza del amor salvífico de Dios
manifestado en Jesucristo muerto y resucitado’ (Evangelii gaudium, 36), corazón mismo del
Evangelio. El amor divino asume en ellos el amor humano con todas sus consecuencias, en plenitud
de belleza: “Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor,
de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad de participar así en la obra creadora de Dios”. En
el sacramento reciben el don de colaborar, con su amor esponsal y con la tarea de la procreación y
educación de los hijos, en la misión de la Iglesia.
En los documentos de la Iglesia
2. En los documentos de la Iglesia aparece la belleza de este proyecto con toda claridad. El
Concilio Vaticano II define el matrimonio como comunidad de vida y amor, arraigada y vivificada
por la presencia de Cristo y de su Espíritu (cf. GS 48-49) frente a las diversas formas de
reduccionismo presentes en la cultura contemporánea. Y a la familia se la presenta como “Iglesia
doméstica” (Iglesia del hogar o pequeña Iglesia), como para subrayar la relación entre la Iglesia y
la familia, pues ésta la manifiesta de modo genuino.
Después del Concilio, el Magisterio de los pontífices ha seguido esta misma línea.
Pablo VI puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y fecundidad o
procreación (ver su encíclica Humanae vitae).
San Juan Pablo II explicó que la familia es “camino” principal de la Iglesia: ofreció una
visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y de la mujer, propuso las líneas
fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la familia en la sociedad, y
14
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
describió cómo los esposos son enriquecidos por el Espíritu Santo para vivir su llamada a la santidad
(cf. Catequesis sobre el amor humano (*), Carta a las familias, de 1994, y Exhortación Familiaris
consortio, de 1981).
Benedicto XVI recalcó que “el matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se
convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se
convierte en la medida del amor humano” (enc. Deus caritas est, 11). El amor es principio de vida
en la sociedad, abre a los esposos a darse a los hijos, procurando su bien, y así es principio de
experiencia para que todos se abran al bien común (cf. enc. Caritas in veritate, 44).
Francisco ha afirmado que la fe cristiana, “hace descubrir una gran llamada, la vocación al
amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está
fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades” (enc. Lumen fidei, n.
53).
¿Qué se puede hacer para que este proyecto sea más conocido y mejor vivido?
3. Conocimiento de la Biblia y del Magisterio sobre el matrimonio y la familia. Basado en
las encuestas correspondientes, el documento observa, respecto a la Biblia, que “queda mucho por
hacer para que tal enseñanza se convierta en el fundamento de la espiritualidad y la vida de los
cristianos” y un juicio similar valdría para los documentos magisteriales. Para ello propone:
− que se mejore la formación del clero y la calidad de la predicación en estos temas
(convendrá tenerlo presente en los cursos de formación permanente);
− que se procure que los fundamentos bíblicos del matrimonio y de la familia estén más
presentes en la formación y educación de los cristianos (habría que concretar esto tanto en la
enseñanza escolar como en la catequesis);
− que se muestre sobre todo el valor humano y existencial de las verdades de la fe y de los
documentos de la Iglesia sobre estos aspectos(es decir, cómo realmente pueden ayudar a los
matrimonios, iluminar y animar la atención hacia los niños, los jóvenes, los ancianos, etc., e impulsar
el papel humanizador y evangelizador de las familias);
− que se expliquen mejor algunas cuestiones desde el respeto a toda vida humana, poniendo
de relieve los problemas que se plantean en algunas prácticas y conductas, como sucede en torno al
control de los nacimientos, el divorcio y las nuevas nupcias, la homosexualidad, la convivencia, la
fidelidad y las relaciones prematrimoniales, la fecundación in vitro, etc. (todo ello debe ser explicado
con claridad y caridad);
− que esta formación se inscriba cada vez mejor en “una auténtica experiencia cristiana”,
que incluye el encuentro personal y comunitario con Cristo en la Iglesia (quizá este es uno de los
puntos por donde habría que comenzar);
− que se procure una “mayor integración entre espiritualidad familiar y moral”; es decir,
una formación que ayude a buscar la santidad y las virtudes precisamente en el cuidado y atención a
la familia y en su aportación a la sociedad, y teniendo en cuenta los valores sociales y morales que se
aprecian en las culturas locales (este es un punto clave que implica fomentar la oración personal y
familiar, contando con la vida sacramental: la Confirmación a los ya bautizados, la Eucaristía, la
Confesión sacramental, etc.);
− que se estudie cómo superar el contraste entre los valores cristianos y los que propugna la
cultura dominante: hedonismo y relativismo, materialismo e individualismo, fragilidad de las
15
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
relaciones interpersonales, rechazo a los compromisos, y otras propuestas de la “cultura del descarte”
y de lo “provisional” (aquí habría que mostrar las deficiencias de estos planteamientos frente a la
plenitud de lo humano, tal como lo presenta el mensaje del Evangelio);
− que se ayude a superar la desconfianza creada por las ideologías ateas en muchos países, y
también algunas dificultades propias de culturas tribales y tradiciones ancestrales, como la
poligamia;
− que se dediquen a la formación sobre el matrimonio y la familia más recursos humanos y
económicos;
− que se cuente, tanto a nivel local como internacional, con el apoyo de centros académicos
especializados –como el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la
familia– y que se profundice en la “teología del cuerpo”;
− que se cuide especialmente la educación de los jóvenes, sobre todo por parte de los padres
(educación que comienza por su propio testimonio);
− y que se mejore el acompañamiento formativo de las parejas que se preparan al
matrimonio.
Como se observa, no se puede decir que falten sugerencias. Con la ayuda del próximo
sínodo, con la oración, el estudio y el diálogo, hemos de ver cómo se articulan estas y otras
propuestas de modo orgánico y eficaz.
---(*) Para ver o descargar el conjunto de las catequesis de Juan Pablo II sobre la teología del
cuerpo, se puede hacer desde este enlace: El amor humano en el plan divino
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La familia cristiana, como don y tarea
24 de septiembre
Ramiro Pellitero
Hoy se ve necesario explicar mejor los fundamentos de la familia cristiana. Y es así,
expone el documento de trabajo para el próximo sínodo, por el ambiente individualista de la
cultura dominante que no es capaz de valorar el darse a los otros, la caridad. La solidaridad y la
caridad están en la esencia del proyecto humano –de la propia naturaleza del hombre– y cristiano.
La familia cristiana, construida sobre el amor, es el primer ámbito donde se ejercita y se
aprende el darse a los que en ella conviven. Pero para realizarlo así, y dado el clima individualista
que nos rodea, precisa de una formación que le ayude a vivirlo día a día, y a descubrir su papel como
escuela de solidaridad y de auténtica vida cristiana.
Hay que explicarlo mejor, añade el texto, también por las dificultades actuales para
comprender la ley natural como fundamento de la fe familia. No se trata tanto –matiza– de
defender un concepto abstracto, sino más bien la necesaria relación que el Evangelio establece con lo
humano en todas sus expresiones históricas y culturales.
El orden de la creación
16
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
1. Para desarrollar esa propuesta ante todo se nos invita a ser conscientes de las actuales
dificultades a la hora de explicar la ley natural. Una dificultad surge cuando se considera que no
todos están de acuerdo en qué sea lo “natural”. A menudo se identifica con lo meramente
“espontáneo”, lo que brota del sentimiento y la emotividad. También hoy se asiste frecuentemente a
la interpretación de la libertad y de la felicidad en clave subjetivista, que sería lo único válido para
fundamentar los “derechos humanos”. Por otra parte una visión tradicional de la “ley natural” parece
“desmentida” por la investigación científica (la evolución, la biología y las neurociencias). Incluso,
según la “ideología de género” la sexualidad de cada individuo dependería de los condicionamientos
y necesidades sociales, y no tanto de la biología o de la naturaleza.
Todo ello estaría llevando a poner en duda la firmeza del compromiso matrimonial “para
siempre”. Además algunas costumbres de ciertas culturas consideran la poligamia o el repudio de la
mujer como algo “natural”. Por no hablar del sinfín de situaciones anómalas e “irregulares” respecto
al matrimonio “natural” que abundan en nuestra cultura.
En suma, según esta lectura, no existiría lo “natural” como referencia común. Sin embargo,
al menos por lo que se refiere a los cristianos, la experiencia es que “la ley natural es
universalmente aceptada ‘de hecho’ por los fieles, aunque no se vea la necesidad de justificarla
teóricamente” (n. 26).
En resumen, hay quienes objetan que la ley natural no sirve para explicar la moral sexual de
la Iglesia. Existe de hecho una contestación práctica de la ley natural sobre la unión entre hombre y
mujer, apoyada sobre todo en el subjetivismo y el individualismo.
Atención al lenguaje, combatir el individualismo
2. ¿Qué hacer ante estas dificultades? La respuesta del documento preparatorio sinodal
comienza por atender al lenguaje. Se sugiere, ante todo, que al expresar lo que es el matrimonio y la
familia, se dé mayor importancia al lenguaje bíblico (que habla del “orden de la creación”), con sus
formas narrativas, y al lenguaje simbólico tal como el que utiliza la liturgia. Y que se preste
particular atención al mundo juvenil.
Como marco de conjunto, se propone que se presente a la familia en el contexto de la
vocación de la persona en Cristo. Los cristianos compartimos la convicción de que la familia es el
ambiente natural de crecimiento y escuela de humanidad, amor y esperanza para la humanidad. Y lo
es en cuanto que a través de ella Cristo revela el misterio y la vocación del hombre. Al mismo
tiempo, hoy la familia se encuentra muchas veces en situaciones difíciles y complejas que requieren
una mirada compasiva y comprensiva. “Esta mirada es lo que permite a la Iglesia acompañar a las
familias como son en la realidad y a partir de aquí anunciar el Evangelio de la familia según sus
necesidades específicas” (n. 31).
Entre esas situaciones y desafíos – como una primera “herida” de la familia en la sociedad
actual– está el intento de su privatización; es decir, de recluirla como en un recinto cerrado y para el
bien de sólo sus propios miembros, ocultando o impidiendo que la familia eduque para servir al bien
común. Es, por tanto, necesario, combatir el individualismo en su versión “familiar”. Esto implica
preguntarse cómo estimular la participación de la familia en la sociedad (y, antes, cómo educar la
vida de familia dentro de la familia misma). Y se traduce en las relaciones entre familia y trabajo,
familia y educación, familia y salud, familia y derecho (comenzando por la defensa de la vida
humana desde su concepción).
Algunas propuestas formativas
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
3. Algunas propuestas formativas. Como se ve, no se trata solamente de defender la familia
como institución “natural”, sino de mostrar la belleza del proyecto cristiano sobre el matrimonio y la
familia, que lleva a plenitud el amor humano entre varón y mujer y los abre a un horizonte universal.
He aquí algunas propuestas.
a) La referencia primera a la Trinidad. Dios es en sí mismo como una familia, comunión de
Personas que viven eternamente en unidad perfecta. Y el matrimonio es la imagen de Dios entre
nosotros, porque en el matrimonio “Dios hace de los dos esposos una sola existencia” (Francisco,
Audiencia general, 2-IV-2014).
b) La familia de Nazaret como modelo y ejemplo para la familia cristiana, puesto que “la
familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo” (n. 36). La unión con Cristo, por
parte de los miembros de la familia, es garantía para salir adelante también ante las dificultades, con
paciencia y comprensión. “Hacer familia”, sobre todo para un cristiano, es un don y una tarea diaria.
c) La educación del amor. La familia puede definirse como “signo eficaz de la existencia del
amor de Dios”, como “santuario del amor y de la vida” y “primera escuela de humanidad”. En la
familia debe acontecer la primera experiencia del amor, que es lo opuesto a la soledad. Y esto, no
solo para los hijos, sino para todos los miembros de la familia. La familia es así lugar privilegiado
para el desarrollo integral de las personas, tanto desde el punto de vista humano como cristiano.
d) El papel de los padres se considera, en esto, fundamental: su testimonio de fidelidad en la
igual dignidad y en la complementariedad de sus diferencias, su testimonio de fe cristiana, de oración
–oración personal y familiar, lectura de la Biblia, bendición de la mesa, rezo del rosario, etc., y de
sacramentos –especialmente la confesión y la Eucaristía dominical– y un estilo de vida coherente con
esa fe. He ahí los pilares seguros sobre los que se puede construir el espacio y el tiempo que necesita
la educación cristiana de los hijos. En todo esto se señala la importancia de la parroquia que debería
ser “familia de familias” sobre todo para la vida sacramental.
e) El “deseo de familia” que tienen muchos jóvenes es un verdadero signo de los tiempos
que hay que acoger. Muchos de ellos perciben el valor de un vínculo estable y duradero, de un amor
fiel e indisoluble que apoye el crecimiento humano y espiritual.
f) El acompañamiento de las familias, con misericordia y ternura, por parte de otras
familias, de las parroquias, de los movimientos y asociaciones. Acompañamiento especialmente
necesario ante las situaciones difíciles (crisis de diversos tipos, violencia, abandono, etc.).
g) La “formación constante y sistemática sobre el matrimonio como vocación, sobre el
redescubrimiento del ser padres (paternidad y maternidad) como un don”. Además de la
preparación inmediata de las parejas para el matrimonio, esto precisa “una formación más constante
y articulada: bíblica, teológica, espiritual, pero también humana y existencial” (n. 49). Se recogen
buenas experiencias en la línea de que los padres participen en las catequesis que se dan a sus hijos;
que se aprovechen las fiestas litúrgicas como la Navidad y la fiesta de la Sagrada Familia para esta
formación; y que se proteja, también desde el punto de vista civil, el domingo como día del Señor y
de las familias.
Cabe apreciar que el mayor interés de estas propuestas no es simplemente el de un conjunto
de ideas que se les habrían ocurrido a un grupo de expertos. Ante todo consiste en un hecho:
arrancan de la vida de cristianos que, conscientes de su misión e ilusionados con su tarea de iluminar
y vivificar la sociedad en la que viven, toman nota de lo que está pasando, y presentan sus
experiencias, reflexiones y propuestas para ayudar a los matrimonios y a las familias cristianas.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
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Para que los matrimonios no fracasen www.marriagecommitment.com
La polémica sobre los divorciados vueltos a casar ha desviado la atención de los retos
más importantes que tiene por delante el Sínodo sobre la familia: cómo enseñar a vivir el
matrimonio a quienes desean casarse y a quienes ya están casados
Así lo recuerdan 48 destacados intelectuales en una carta abierta dirigida al Papa y a los
participantes en el Sínodo, cuya primera fase tendrá lugar entre el 5 y el 19 de octubre:
Santo Padre, Eminencias y Excelencias,
¡Estamos contentos de que el Santo Padre haya captado la atención de todo el mundo y tanta
buena voluntad hacia la fe cristiana! Como otras personas, estamos profundamente tocados por sus
expresiones de amor y misericordia, que hacen resonar el amor y la misericordia de Cristo, sobre
todo por los que están indefensos y abandonados.
En este contexto, alabamos la decisión de convocar un Sínodo extraordinario de obispos para
examinar los retos del matrimonio y la familia. Como cada uno de vosotros, creemos que la familia
es, como la misma Iglesia, la mayor manifestación institucional del amor de Cristo. Para cuantos
deseamos amar como Él quisiera que amáramos, el matrimonio y la familia son indispensables, tanto
como vehículos de salvación, que como baluartes de la sociedad humana.
Los papas recientes han subrayado muy claramente estos aspectos. Por ejemplo, el papa
Benedicto XVI escribió que “el matrimonio es un instrumento de salvación no sólo para los casados,
sino para toda la sociedad”. En la Evangelii Gaudium, escribió que “la contribución indispensable
del matrimonio a la sociedad supera el nivel de emotividad y las necesidades contingentes de la
pareja”.
Este Sínodo es una oportunidad para expresar verdades eternas sobre el matrimonio. ¿Por qué
estas verdades cuentan? ¿Cómo representan el verdadero amor, no “exclusión” o “prejuicio” o
cualquier otra acusación presentada hoy contra el matrimonio? Hombres y mujeres necesitan
desesperadamente escuchar la verdad sobre el motivo por el cual, en primer lugar, deberían casarse.
Y una vez casados, sobre por qué Cristo y la Iglesia desean que sigan siendo fieles el uno a la otra
durante toda su vida en esta tierra. Además, cuando el matrimonio se hace difícil (como sucede a la
mayor parte de las parejas), la Iglesia será una fuente de apoyo, no sólo para cada uno de los esposos,
sino para el matrimonio mismo.
Santo Padre, usted ha escrito enérgicamente sobre la importancia de una nueva
evangelización dentro de la Iglesia: “La comunidad evangelizadora se pone mediante obras y gestos
en la vida cotidiana de los demás, acorta distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y
asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”.
Podemos sugerir humildemente que, en el contexto del matrimonio y de la vida familiar, sus
palabras son un llamamiento a la responsabilidad personal, no solo para nuestros esposos y nuestros
hijos, sino para el matrimonio de los que Dios nos ha puesto al lado: nuestros parientes y amigos, los
que encontramos en nuestras iglesias y en nuestras escuelas.
Lo que está en juego es mucho. Según un informe internacional de las tendencias de la
infancia en 2013, “el aumento dramático de convivencias, divorcios e hijos fuera del matrimonio en
las Américas, en Europa y en Oceanía en las últimas cuatro décadas sugiere que la institución
matrimonial es mucho menos relevante en estas partes del mundo”. En Estados Unidos, la tasa de
19
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
matrimonios es la más baja jamás registrada, las convivencias se están convirtiendo rápidamente en
una aceptable alternativa al matrimonio y más de la mitad de los nacimientos de mujeres menores de
30 años tiene lugar fuera del matrimonio. Entre otras innumerables asociaciones negativas, cada una
de estas tendencias se ha vinculado con un valor neto menor, y menor movilidad económica, pobreza
y welfare −en particular para mujeres y niños.
Entre los matrimonios existentes, muchos son frágiles y tensos. Entre el 40 y el 50% de todos
los primeros matrimonios en Estados Unidos acabará en divorcio. Esta tasa aumenta netamente con
cada matrimonio sucesivo, y la investigación sugiere que no es la baja calidad conyugal, sino el bajo
compromiso.
Las consecuencias del divorcio y de la convivencia para los niños y adultos son muchos y
diversos – de la pobreza y de los malos resultados educativos a una salud física más frágil, del menor
compromiso conyugal en la edad adulta a la muerte precoz. Y aunque cada país es único, los estudios
muestran que el impacto de estas tendencias se extiende en todo el globo. Un pequeño ejemplo de
estos estudios: China, Finlandia, Suecia, Uruguay, México, Grecia, países de África y del Pacífico
oriental asiático.
Los costes de la pornografía sobre las sociedades son muy significativos. Los estudios del
impacto de la pornografía en las relaciones sugieren que es un factor importante en la destrucción de
los matrimonios. Por desgracia, la investigación a largo plazo de los efectos de la pornografía sobre
el matrimonio es virtualmente inexistente.
Las leyes sobre el llamado “divorcio consensuado” en Estados unidos y en muchos otros
países han autorizado un sistema en que jueces y legisladores favorecen la disolución de los
matrimonios, a menudo contra la voluntad de los esposos que permanecen fieles en el compromiso
conyugal.
A pesar de la tristeza de estas tendencias, nos anima y fortalece la exhortación del Santo
Padre: “Los retos existen para ser superados. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y
la dedicación llena de esperanza”.
Quizás la nueva forma más valiente como podemos evangelizar a las parejas casadas (y por
extensión a los futuros matrimonios de sus hijos) es construir pequeñas comunidades de parejas
casadas que se apoyen mutuamente de manera incondicional en su vocación a la vida conyugal. Estas
comunidades proporcionarían redes de apoyo basadas en vínculos de fe y familia, compromiso en el
matrimonio para toda la vida y responsabilidad de uno por el otro.
Aquí ofrecemos algunas maneras prácticas para crear y sostener estas comunidades:
Una Comisión del Pontificio Consejo para la Familia para llevar a cabo una investigación
interdisciplinar y longitudinal sobre el efecto de la pornografía y del “divorcio consensuado” en la
crisis matrimonial.
Educar a los seminaristas. Proporcionar cursos obligatorios que ofrezcan las pruebas de las
ciencias sociales sobre los beneficios del matrimonio, las amenazas al matrimonio y las
consecuencias del divorcio y de la convivencia para los niños y la sociedad.
Formar a los sacerdotes a mostrar en sus homilías el valor espiritual y social del matrimonio,
los retos contemporáneos a esta institución y la ayuda ofrecida por las parroquias a los matrimonios
en crisis. Un estudio reciente ha revelado que el 72% de las mujeres católicas americanas afirma que
la homilía dominical es la fuente primaria para formarse en la fe.
20
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
● Crear pequeñas y vibrantes redes de fuertes parejas casadas como mentoras a nivel
parroquial, disponibles para dar a los esposos los instrumentos para mantener matrimonios sanos y
duraderos.
Educar a los parroquianos sobre la extraordinaria influencia que pueden tener sobre el
matrimonio de amigos y familiares. Los datos de las ciencias sociales muestran que la presencia de
familiares y amigos divorciados aumenta el riesgo de divorcio. En alternativa, los datos sugieren que
los familiares y los amigos pueden aumentar el compromiso y la satisfacción en los matrimonios de
los seres queridos a través de su ejemplo y apoyo.
Alentar y apoyar la reconciliación de parejas casadas que se han separado o divorciado.
Pedir a los obispos de todo el mundo que ordenen oraciones regulares durante la misa
dominical por matrimonios fuertes y fieles.
Apoyar los esfuerzos por preservar lo que es justo en las leyes existentes sobre el matrimonio,
resistir a cualquier cambio de estas leyes que debilitaría ulteriormente la institución y restaurar
procedimientos legales que defiendan el matrimonio como unión conyugal de un hombre y una
mujer en la que se entra con una apertura al don de los hijos y que se vive de modo fiel y permanente
como base de la familia natural.
Apoyar la libertad religiosa en los procesos de divorcio. Muchos no saben que la libertad
religiosa es violada rutinariamente por los jueces divorcistas, que ignoran o disminuyen los puntos de
vista del cónyuge que intenta salvar el matrimonio, tener a los hijos en una escuela religiosa o evitar
que el cónyuge que le ha abandonado exponga a los hijos a un partner sexual no casado. Poner en
marcha un consorcio de abogados y legisladores para combatir este problema.
Realizar uno cualquiera de estos objetivos a escala internacional sería un gran paso adelante
para matrimonios y familias. Llevarlos todos a cabo podría modificar del todo la crisis del
matrimonio mundial.
Con vuestro liderazgo, intentaremos ayudar a los matrimonios a lograrse y a florecer dando el
máximo valor al compromiso conyugal en todos los niveles de la sociedad, en cada rincón del
mundo. Damos las gracias a Su Santidad y a vuestras Eminencias y Excelencias por haber
emprendido esta tarea fundamental y os aseguramos nuestras oraciones por su gran éxito.
Greg and Julie Alexander
Founders, The Alexander House Apostolate, Texas.
Ryan T. Anderson
William E. Simon Fellow in Religion and a Free Society, The Heritage Foundation, Washington,
DC.
Erika Bachiochi, Esq.
Legal scholar and author, Massachusetts.
Monsignor Renzo Bonetti
Founder and President, Fondazione Famiglia Dono Grande, Italy.
Gerard Bradley
Professor of Law, University of Notre Dame Law School.
21
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Ana María Celis Brunet
Professor of Law, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Mary Eberstadt
Senior Fellow, Ethics and Public Policy Center, Washington, DC.
Jason and Crystalina Evert
Founders, Chastity Project, Colorado.
Patrick Fagan
Director, The Marriage and Religion Research Institute, Family Research Council, Washington, DC.
Thomas Farr
Visiting Associate Professor and Director, The Religious Freedom Project, Georgetown University.
Silvio Ferrari
Professor of Law, University of Milan, Italy.
Richard Fitzgibbons
Director, The Institute for Marital Healing, Pennsylvania.
Juan G. Navarro Floria
Profesor Ordinario, Pontificia Universidad Católica Argentina.
Matthew Franck
William E. and Carol G. Simon Center on Religion and the Constitution, The Witherspoon Institute,
New Jersey.
Robert P. George
McCormick Professor of Jurisprudence, Princeton University.
Mary Ann Glendon
Learned Hand Professor of Law, Harvard University.
Bruce and Jeannie Hannemann
Co-Directors, RECLAiM Sexual Health. Co-Founders, Elizabeth Ministry International.
George A. Harne
President, The College of Saint Mary Magdalen.
Mary Hasson
Fellow, Catholic Studies Program, Ethics and Public Policy Center, Washington DC.
Alan J. Hawkins
Professor of Family Life, Brigham Young University.
Kent R. Hill
International Development leader, Washington DC.
22
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Byron Johnson
Distinguished Professor of the Social Sciences and. Director, Institute for Studies of Religion, Baylor
University.
Thomas Lickona
Director, Center for the 4th and 5th Rs (Respect and Responsibility), State University of New York
at Cortland.
John McCarthy
Dean, School of Philosophy, The Catholic University of America.
Rocco Mimmo
Chairman, Ambrose Centre for Religious Liberty, Sydney, Australia.
Gloria M. Moran
Professor of Law, Chair of Law, Religion and Public Policy, University of La Coruña Spain.
Jennifer Roback Morse
President, Ruth Institute, California.
Melissa Moschella
Assistant Professor of Philosophy, The Catholic University of America.
Rafael Navarro-Valls
Emeritus Professor of Law, Complutense University, Spain.
Secretary General of the Spanish Royal Academy of Jurisprudence and Legislation.
Rafael Palomino
Professor of Law, Complutense University, Spain.
Marcello Pera
Former President, Senate of Italy.
Professor, Pontifical Lateran University, Rome, Italy.
Vicente Prieto
Universidad de La Sabana, Bogotá, Colombia.
Fr. Juan Puigbó
Diocese of Arlington, VA.
David Quinn
Director, The Iona Institute, Ireland.
Mark Regnerus
Associate Professor of Sociology, University of Texas at Austin.
Balázs Schanda
Professor of Law, Pázmány Péter Catholic University, Hungary.
23
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Alan E. Sears
President, CEO, & General Counsel, Alliance Defending Freedom.
Reverend Charles Sikorsky
President, The Institute for the Psychological Sciences, Virginia.
O. Carter Snead
Professor of Law, William P. and Hazel B. White Director, Center for Ethics and Culture, University
of Notre Dame.
Reverend D. Paul Sullins
Professor of Sociology, The Catholic University of America. Senior Fellow for Family Studies,
Family Research Council. President, The Leo Institute, Washington, DC.
Rebecca Ryskind Teti
Center for Family Development at Our Lady of Bethesda.
Mervyn Thomas
Chief Executive, Christian Solidarity Worldwide, United Kingdom.
Javier Martinez-Torrón
Professor of Law, Chair of the Department of Law and Religion, Complutense University.
Hilary Towers
Psychologist, Manassas, Virginia.
D. Vincent Twomey
Professor Emeritus of Moral Theology, Pontifical University, Maynooth, Ireland.
Paul C. Vitz
Senior Scholar and Professor, The Institute for the Psychological Sciences, Virginia.
Rick Warren
Founder and Pastor, Saddleback Church, Lake Forest, California.
Robert Wilken
William R. Kenan, Jr. Professor of the History of Christianity Emeritus, University of Virginia.
___________________
Sínodo de la Familia, ¿qué es y cómo se realizará?
3 de octubre de 2014
Zoila Bustillo
www.siame.mx
Del 5 al 19 de octubre se llevará a cabo en la Santa Sede la III Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos con el título: “Los desafíos pastorales sobre la familia
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
en el contexto de la evangelización”, que será inaugurado por el Papa Francisco con una Misa
en la Basílica de San Pedro.
SIAME dialogó con el P. José Guillermo Gutiérrez Fernández, sacerdote de nuestra
Arquidiócesis de México, oficial del Vaticano en el Consejo Pontificio para la Familia, sobre los
detalles de este encuentro
− En pocas palabras ¿qué es un Sínodo de Obispos?
− La palabra “Sínodo” proviene de dos palabras griegas: “sin” = con, juntos y “odos” =
camino. Se puede traducir como “caminar juntos”. Es una asamblea de Obispos escogidos de las
distintas partes del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha
entre el Santo Padre y los Obispos, ayudar al Papa con sus consejos para conservar la integridad y el
mejoramiento de la fe y las costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina
eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo. Fue
instituido por el Papa Pablo VI el 15 de septiembre de 1965, para realizar la colegialidad episcopal
que tanto subrayó el Concilio Vaticano II. Es un medio concreto para llevar a cabo un discernimiento
en común acerca del camino que el Espíritu Santo va marcando a la Iglesia para llevar a cabo la
evangelización.
− ¿Quién lo convoca y en qué circunstancias?
− Lo convoca el Papa cuando le parece necesario hacerlo y él es quien determina el tema que
deberá tratarse, el lugar donde se tendrán las reuniones y quien ratifica a los obispos que son elegidos
de acuerdo con las normas establecidas para participar en él.
El Papa Francisco ha convocado la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los
Obispos, con el tema: «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización».
− ¿Cuál es la importancia de este Sínodo?
− Creo que lo primero que se puede decir es que es una muestra del gran interés de la Iglesia
por la Familia. No creo que haya ninguna otra institución o gobierno que dedique más energías que la
Iglesia a la familia. El Papa ha señalado que cuando le presentaron la pregunta sobre el tema de la
Asamblea Sinodal sucesiva a aquella del 2012 sobre «La nueva evangelización para la transmisión de
la fe cristiana», el sintió una moción del Espíritu que indicaba el tema de la familia. Creo que habrá
influido el hecho que en el Sínodo del 2012, más de cien intervenciones de los obispos se refirieron
justamente a la familia. Lo cual indica que la familia es esencial para la Iglesia y para la
evangelización y en este momento necesita ser ayudada. La familia no es solamente un tema
“católico”, es sobre todo un tema fundamental para la sociedad y para la humanidad. Así que la
trascendencia de este Sínodo será muy grande.
− Desde que, el mes de octubre del año pasado, el Santo Padre convocó este Sínodo ¿cuál
ha sido el itinerario de preparación y qué etapas ha tenido?
− Este Sínodo tiene algunas novedades en la metodología. Ya el Papa Benedicto XVI había
expresado en más de una ocasión la necesidad de modificar el método que se seguía para garantizar
una mayor y más efectiva participación de los obispos. Incluso en el último Sínodo se había dado más
tiempo a las intervenciones libres y a los debates. El Papa Francisco ha introducido una metodología
muy conocida en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y particularmente en la
última de Aparecida. Ha comenzado con una consulta muy amplia, que ha permitido oír las voces de
todas aquellas personas que han querido responder el cuestionario que se hizo público. De esta
manera no se parte sólo de los estudios eruditos de algunos especialistas, sino de la realidad misma,
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
de lo que la gente y los católicos están viviendo. Esta consulta es la primera novedad. La segunda
novedad es que el Sínodo prevé un itinerario particular. No una sola Asamblea como hasta ahora se
hacía, sino dos: la III Asamblea general extraordinaria, del 5 al 19 de octubre próximos y la XIV
Asamblea general ordinaria que se tendrá el próximo año 2015, también en el mes de octubre. Pero
podríamos decir que en realidad serán tres, porque como se recordará los días 21 y 22 de febrero de
2014, se tuvo también en el Vaticano una reunión de todos los Cardenales que se llama “consistorio”,
en la cual el tema fue precisamente el de la familia, con una larga conferencia introductoria del Card.
Kasper.
− ¿Cuál es la metodología de trabajo del Sínodo de la Familia?
− La consulta inicial ha servido para la elaboración del Instrumentum laboris (instrumento de
trabajo) que será la base de las discusiones de las jornadas del Sínodo extraordinario. El objetivo de
esta Asamblea, será completar la reflexión sobre el “status quaestionis”, es decir, sobre la situación de
la familia y los desafíos que ella debe afrontar para la evangelización. La discusión que ahí se llevará
a cabo, se continuará, durante el tiempo que separa la Asamblea Extraordinaria de la Ordinaria, en el
ámbito de las Conferencias Episcopales y, en la Asamblea General Ordinaria de octubre de 2015, que
lleva como título: «Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia», se buscarán líneas de
acción operativas para la evangelización de la familia.
− Entonces en este mes de octubre se lleva a cabo la Asamblea General Extraordinaria
¿Quiénes participan en ella?
− Participarán los presidentes de las Conferencias Episcopales, los jefes de los organismos de
la Curia Romana que ayudan al Papa en el gobierno universal de la Iglesia, algunos matrimonios
representativos de todas las regiones del mundo y un grupo de laicos, religiosos y sacerdotes, expertos
en las distintas áreas que involucran a la familia: pastoral, teología, liturgia, moral, derecho civil y
canónico, sociología, antropología, psicología y filosofía.
Cada uno de los participantes tendrá algunos minutos para intervenir libremente sobre los
temas contenidos en el instrumento de trabajo, o sobre algún tema que considera que no ha sido
tratado. Luego se tendrán reuniones en grupos lingüísticos, que se llaman “círculos menores”, donde
continuarán la reflexión. Al final habrá un mensaje a las familias, pero no unas conclusiones, ya que
las conclusiones se tendrán hasta la Asamblea General Ordinaria del 2015.
− ¿Qué resultados se esperan?
− Creo que el primer gran resultado es poner a la familia en el centro de la atención. Esto es
algo muy necesario. La familia debe estar al centro de la cultura, de la política, de la economía y,
desde luego, también de la Iglesia. El Sínodo y la Asamblea Extraordinaria de este mes, es una
maravillosa ocasión para hablar de la familia. No sólo de las dificultades que ella tiene y de la grave
crisis que la afecta, sino sobre todo de su belleza, de cuánto represente un verdadero recurso para el
bienestar de las sociedades, en cuanto es la célula de la sociedad. Algunos piensan que en realidad
sería el individuo la base de la sociedad, pero esto no es verdad. Es la familia. Por eso debemos
apoyarla, en todas las direcciones, a fin de que pueda llevar a cabo su cometido insustituible y
fundamental. Eso supone, ayudar a que las personas puedan llevar a cabo su vocación a la comunión
recíproca y complementaria con las personas del otro sexo, para que establezcan esa alianza de vida,
basada en el vínculo estable y reconocido socialmente, que es el matrimonio y que permite la
transmisión de la vida y la educación de las personas en el mejor ámbito para ello. De este gran
objetivo se derivan muchos temas específicos que abordará el Sínodo y no sólo aquellos que causan
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
un interés mediático o de quienes querrían secuestrar esta reunión, reduciéndola a algunas temáticas
que interesan a alguna agenda en particular.
Del Sínodo esperamos indicaciones y líneas de acción que nos ayuden a apoyar a las familias
para que sean verdaderos santuarios domésticos, palestra de virtudes y valores humanos y sociales,
protagonistas de su propio desarrollo y de la transmisión de la fe. Si las familias cristianas cumplen su
vocación y misión, no sólo los miembros de la familia y la Iglesia, se verán beneficiados, sino la
misma sociedad, porque, esto lo saben bien los sociólogos y los economistas, de la fortaleza de la
familia depende en gran medida la fortaleza de la sociedad.
Si me permite desearía concluir esta entrevista, invitando a sus lectores a rezar mucho a la
Sagrada Familia y al Espíritu Santo, por esta importante reunión, que muestra la preocupación
materna de la Iglesia por las familias y por las personas concretas
___________________
HUMANAE VITAE: la vía natural del amor
Las razones de tal elección
http://www.familiam.org/famiglia_esp/cultura/00009360_La_via_natural_del_amor.html
La Confederación Italiana de los Centros para la regularización natural de la fertilidad se
siente llamada en este momento tan particular de la historia a tomar posición –en todo lo que es de su
competencia - ante el debate desencadenado a raíz del Sínodo sobre la familia, y en particular en
todo lo que respecta a la doctrina expresada en Humanae Vitae. Si muchos esperan una palabra de
confirmación, otros muchos parecen esperar de la Iglesia una presunta – y así llamada- “apertura” al
respecto, es decir, un cambio radical de la doctrina en lo que se refiere a contracepción.
La Confederación se siente obligada a precisar inmediatamente que Humanae Vitae no es una
vana encíclica sobre la contracepción o sobre la prohibición de la contracepción, como vulgarmente
se oye decir. Todo aquel que tenga el suficiente interés como para leer personalmente la encíclica,
debería reconocer que se encuentra en ella un gran himno al amor conyugal, un texto que narra – y
no inventa, ni decide arbitrariamente- la plenitud y la belleza, en una palabra la verdad del amor
conyugal. La clara propuesta de los métodos naturales como única vía capaz de permitir, colmar y
promover el amor de pareja como donación y acogida total del uno al otro forma parte de la
posibilidad de experimentar esta verdad: verificar, o sea, hacer realidad de modo cotidiano, en la
carne de los esposos, lo que aconteció en la celebración del matrimonio.
No está de más puntualizar que los métodos naturales no son un don solamente para los
creyentes, y aunque la Iglesia haya sido la única en apuntar hacia esta dirección, promoviendo y
solicitando la investigación científica sobre los métodos naturales, también hay que decir que tales
métodos no son un producto de la Iglesia, ni tampoco una invención suya.
Los métodos naturales, de hecho, se apoyan originariamente y originalmente en la
estructura misma del ser humano, en la diferencia entre masculino y femenino, y en la
dinámica naturalmente inscrita en la única verdad de la sexualidad conyugal posible, aquella
entre hombre y mujer, en todos sus actos. En este sentido Humanae Vitae no hace más que
reconocer lo que desde siempre es característico del ser humano, de cada ser humano y de cada
pareja, lo cual significa que la propuesta de los métodos naturales es para todos y está a disposición
de todos, en otras palabras y con un lenguaje moderno: es laica y aconfesional. Desde esta
perspectiva, el rechazo de la contracepción no es una vana prohibición incomprensible e inhumana,
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
sino la consecuencia lógica del gran “si” dicho a la plenitud y a la belleza del amor. El método
natural no es más que el aprendizaje del alfabeto con el que está escrita la fisiología de la sexualidad
humana.
El que piensa que el método natural es una imposición más, una imposición moralista de la
Iglesia católica, un principio que ahoga y aplasta a la persona, demuestra que no ha entendido nada
de los métodos naturales: los métodos no se usan como si se tratará de algo extrínseco a la persona,
sino que se viven en la dimensión de la pareja, se habitan; y quien hace tal experiencia, hace la
experiencia de sentirse en casa, porque no hace otra cosa que ser radicalmente él mismo en su propio
cuerpo y con el propio cuerpo. ¡Y no solo eso! Estos métodos naturales gracias a su rigor científico
de primerísimo nivel logrado hoy en día, si por un lado permiten el retraso y la distanciación de los
embarazos, por otro lado pueden favorecer el conseguir un embarazo, mostrando una vez más –
además de su altísima eficacia técnico-científica- que pueden ayudar a la dilatación y a la
generosidad de las parejas, y concretamente a un amor que está abierto a recibir un hijo, como fruto
del amor.
Cuando un hombre y una mujer hacen uso de la contracepción, se rechazan a sí mismos,
rechazando el don de la vida, se rechazan recíprocamente ya que no se dan ni se acogen en la
totalidad de lo que son: el uno se niega a dar al otro la propia fertilidad en el mismo momento en que
este rechaza el recibir la fertilidad del otro. El primer significado de la contracepción – está bien
claro- no es la anticoncepción, sino la anti conyugal, puesto que hace abstracción de la experiencia
del don y de la acogida totales del uno al otro en la medida en la que se adultera, no nos hace ser
verdaderamente y radicalmente nosotros mismos y no nos deja aceptar al otro en su realidad total, así
como él o ella es y está. En la contracepción, la sexualidad aparece exactamente como la negación de
sí mismo: realizar el acto sexual con otra persona rechazándola al mismo tiempo…es contradictorio:
si la sexualidad es por naturaleza impulso hacia el otro, en la contracepción la sexualidad se vive de
manera autorreferencial pues se “hace el amor entre dos”….para vivir “el placer” (¿?) cada uno por
su cuenta.
Por tanto no es verdad que “el amor sea amor” y que “lo importante es amarse”, más allá de
las expresiones concretas. No es verdad que cada pareja sea libre de decidir qué instrumento de
gestión (regulación/negación) de la fertilidad les sea más adecuado, pues el amor necesita decirse y
darse, en el don y la acogida no solamente de una manera sincera – como dimensión intencional
subjetiva- sino también verdaderamente- como dimensión objetiva, que atesta en la carne la verdad
concreta del don y de la acogida: no basta el deseo de comer para saciarse, de la misma manera que
no basta el alimento para que una cena sea agradable.
Aquel que piensa que los métodos naturales no son para todos; el que cree que no son
utilizables por todos; el que se imagina que no pueden ser propuestos a todos… el que piensa de esta
manera está atribuyendo a las personas menos de lo que merecen; está privando a las parejas de un
gran don, o sea de sí mismas, de aquello que tienen al alcance de la mano y que pueden vivir como
un don. Y no solamente las parejas, sino también sus hijos. En realidad, ¿qué padre o qué madre
quiere para sus propios hijos algo diferente de aquello que ellos le pueden dar al máximo? ¿Es
posible que un padre no quiera lo mejor para sus propios hijos? ¿Qué educador puede ponerse del
lado de aquellos que sostienen que los jóvenes no sean capaces de vivir esta plenitud de amor inscrita
en el DNA de cada persona? Se trataría de un educador que en vez de sacar de ellos lo mejor, se
limitaría a jugar con la vida de los jóvenes, que no les brindaría la oportunidad de experimentar la
plenitud de una de las experiencias más decisivas para cada existencia, la del amor y la de la
sexualidad. Y no se trata de cerrar los ojos ante las situaciones reales, todo lo contrario, se trata de
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
querer afrontarlas y resolverlas. Miremos bien todos y cada día, bajo diferentes ángulos, la situación
social a la que nos ha conducido la presunta liberación sexual, la cual ha llevado a muchos padres a
vivir una sexualidad desordenada, infeliz, dolorosa.
La educación sexual propuesta por la contracepción, para “protegerse”, para poder evitar los
embarazos no deseados, para prevenir los abortos… es engañosa: ella, además de producir
exactamente lo contrario de lo que promete, ofrece medios e instrumentos envenenados con los que
se niega a las jóvenes generaciones la posibilidad de hacer la experiencia del amor como plenitud de
vida, llevando a nuestros adolescentes hacia el menosprecio de ellos mismos para experimentar
prácticas sexuales (llamadas) educativas “políticamente correctas” pero que, en realidad, son
hipócritamente falsas y cobardes.
Desplazar la educación de la persona bajo pretexto de eventuales consecuencias de sus actos
es perder de vista el sentido de la persona, y dejar de atender a la persona que tenemos ante nosotros:
“haz lo que quieras, diviértete, lo importante es que evites…”. Cada educador, animador… sabe muy
bien que no siempre lo que dice coincide con lo que se recibe y que lo que vive vale más que lo que
enseña: es por esto que nuestros jóvenes tienen muy a menudo la impresión que la sexualidad no es
en el fondo una preciosa realidad. ¿Nuestros jóvenes viven una realidad dramática en el plano
afectivo sexual? ¡Por supuesto, si les proporcionamos los instrumentos para empantanarse cada vez
más en el drama de una existencia percibida como insignificante! ¿Cómo pensar que puedan luchar
por la vida si no les transmitimos primeramente el inmenso valor de su existencia? ¿Si no entienden
su propia unicidad, hermosura…como pueden entender y contemplar la del prójimo? ¿Quizás la de
un “cúmulo de células”? Si no les permitimos el hacer la plena experiencia del amor, ¿cómo
podemos pretender que aprendan a amar la vida desde su concepción?
Por otra parte, la castidad no es otra cosa que la consecuencia de la percepción del propio
valor: me guardo y me cuido, no me tiro y me vendo, porque tengo mucho valor…y me reconozco
como tal, me siento así. El que aprende el autodominio aprende a vivir sus propios impulsos en
forma de don, pues así deja de ser esclavo. Y lo mismo que los métodos naturales, también la
castidad es un don para proponer civilmente, laicamente, ya que es una experiencia de humanización
profunda. ¿Puede existir un ser humano que no espere ser humanizado y que no merezca serlo? El
que ofrece el camino de la contracepción no se sitúa solamente contra la plenitud de la vida de la
pareja, sino también contra la humanización de la persona.
Es por este motivo que la Iglesia desde siempre, y de manera temáticamente explicita en
1968, ha querido ocuparse de la sexualidad de los esposos y, por tanto, del hombre por extensión: no
como una forma de expresión de poder y de control social, no por una morbosa obsesión por el sexo,
sino porque en una tal dimensión intima – pero no privada- se juega una buena parte de la felicidad
de los hombres y de las parejas, pues en esta dimensión es posible el experimentar la grandeza del
amor conyugal, fuente de todo amor humano. La Iglesia es Madre, no solo porque es capaz de acoger
en la misericordia al pecador arrepentido, sino también porque, como cada madre, desea lo mejor
para sus hijos y como tal debe ser maestra: en el fondo su función de maestra le viene dada por la
fecundidad de su ser materno.
La Confederación Italiana de los Centros para la regularización natural de la fertilidad se
siente particularmente concernida en este tiempo de la beatificación inminente de Paolo VI, y quiere
expresar su agradecimiento por Humanae Vitae continuando fielmente a proponer a través de los
métodos naturales la belleza y la verdad del amor conyugal.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Extracto de ‘La esperanza de la familia’
06 octubre 2014
Gerhard Müller
collationes.org
Ofrecemos un fragmento de la entrevista al Card. Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, recientemente publicada por la Biblioteca de
autores cristianos bajo el título La esperanza de la familia (BAC, 2014)
“Es posible que la lectura de este pequeño libro no le resulte fácil a algunas personas. Los
sacerdotes y los educadores cristianos harán bien en leerlo despacio y ponderar bien todo lo que
contiene. En él, el cardenal Müller nos da ideas y sugerencias para repensar con hondura y serenidad
estas cuestiones dentro de la tradición y de la comunión de la Iglesia. Con ello nos hace un gran
servicio”. (De la Presentación de Don Fernando Sebastián, Cardenal, Arzobispo emérito de
Pamplona y Obispo emérito de Tudela).
Últimamente, el problema de los divorciados vueltos a casar vuelve a ser centro de la
opinión pública. Partiendo de una cierta interpretación de la Escritura, de la tradición
patrística y de los textos del magisterio, se han sugerido soluciones que proponen innovaciones.
¿Podemos esperar un cambio doctrinal?
Ni siquiera un concilio ecuménico puede cambiar la doctrina de la Iglesia porque su
fundador, Jesucristo, ha confiado la custodia fiel de sus enseñanzas y de su doctrina a los apóstoles y
a sus sucesores. En lo que concierne al matrimonio tenemos una doctrina elaborada y estructurada,
basada en la palabra de Jesús, que hay que ofrecer en su integridad. La absoluta indisolubilidad de un
matrimonio válido no es una mera doctrina, sino un dogma divino y definido por la Iglesia. Frente a
la ruptura de hecho de un matrimonio válido, no es admisible otro “matrimonio” civil. De lo
contrario, estaríamos frente a una contradicción porque si la precedente unión, el “primer”
matrimonio o, mejor aún, el matrimonio, es realmente un matrimonio, otra unión sucesiva no es
“matrimonio”. Es sólo un juego de palabras hablar de primer y de segundo “matrimonio”. El
segundo matrimonio sólo es posible cuando el cónyuge legítimo ha muerto, o cuando el matrimonio
ha sido declarado inválido, porque en estos casos el vínculo precedente se ha disuelto. En caso
contrario, nos encontramos ante lo que se llama “impedimento de vínculo”.
A este propósito, deseo resaltar que el entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la
congregación que ahora presido, con la aprobación del entonces Papa San Juan Pablo II, tuvo que
intervenir expresamente para rechazar una hipótesis similar a la de su pregunta.
Esto no impide hablar del problema de la validez de muchos matrimonios en el actual
contexto de secularización. Todos hemos participado en bodas en las que no se sabía bien si los
contrayentes del matrimonio estaban realmente dispuestos a “hacer lo que hace la Iglesia” en el rito
del matrimonio. Benedicto XVI ha pedido reiteradamente que se reflexione sobre el gran desafío
representado por los bautizados no creyentes. En consecuencia, la congregación para la doctrina de la
fe ha acogido la preocupación del Papa y un gran número de teólogos y otros colaboradores están
trabajando para resolver el problema de la relación entre fe explícita y fe implícita.
¿Qué sucede cuando un matrimonio carece incluso de la fe implícita? Ciertamente, cuando
ésta falta, aunque haya sido celebrado “libere et recte”, el matrimonio podría resultar inválido. Ello
induce a considerar que además de los criterios clásicos para declarar la invalidez del matrimonio,
habría que reflexionar más sobre el caso en el que los cónyuges excluyen la sacramentalidad del
30
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
matrimonio. Actualmente estamos aún en una fase de estudio, de reflexión serena pero tenaz sobre
este punto. No considero oportuno anticipar conclusiones precipitadas, visto que todavía no hemos
encontrado la solución, pero ello no es óbice para que señale que en nuestra congregación estamos
dedicando muchas energías para dar una respuesta correcta al problema planteado por la fe implícita
de los contrayentes.
Por consiguiente, si el sujeto excluyese la sacramentalidad del matrimonio, como hacen
quienes excluyen a los hijos en el momento de casarse, este hecho, ¿podría hacer nulo el
matrimonio contraído?
La fe pertenece a la esencia del sacramento. Ciertamente, es necesario aclarar la cuestión
jurídica planteada por la invalidez del sacramento a causa de una evidente falta de fe. Un célebre
canonista, Eugenio Corecco, decía que el problema surge cuando es necesario concretar el grado de
fe necesario para que pueda realizarse la sacramentalidad. La doctrina clásica había admitido una
posición minimalista, exigiendo una simple intención implícita: “Hacer lo que hace la Iglesia”.
Corecco añadió que en el actual mundo globalizado, multicultural y secularizado, en el que la fe no
es un dato que se pueda simplemente presuponer, es necesario exigir por parte de los contrayentes
una fe más explícita si realmente queremos salvar el matrimonio cristiano.
Quiero repetir de nuevo que dicha cuestión está todavía en fase de estudio. Establecer un
criterio válido y universal al respecto no es ciertamente una cuestión fútil. En primer lugar, porque
las personas están en constante evolución, tanto por los conocimientos que poco a poco adquieren
con el paso de los años, como por su vida de fe. ¡El aprendizaje y la fe no son datos estadísticos! A
veces, en el momento de contraer matrimonio, una determinada persona no era creyente; pero es
también posible que en su vida se haya dado un proceso de conversión, experimentando así una
“sanatio ex posteriori” de lo que en aquel momento era un grave defecto de consentimiento.
En todo caso, deseo repetir que cuando nos encontramos en presencia de un matrimonio
válido, de ningún modo es posible disolver ese vínculo: ni el Papa ni ningún otro obispo tienen
autoridad para hacerlo, porque se trata de una realidad que pertenece a Dios, no a ellos.
Se habla de la posibilidad de permitir a los cónyuges “rehacer su vida”. Se ha dicho
también que el amor entre cónyuges cristianos puede “morir”. ¿Puede verdaderamente un
cristiano emplear esta fórmula? ¿Es posible que muera el amor entre dos personas unidas por
el sacramento del matrimonio?
Estas teorías son radicalmente erróneas. No se puede declarar acabado un matrimonio con el
pretexto de que el amor entre los cónyuges está “muerto”. La indisolubilidad del matrimonio no
depende de los sentimientos humanos, permanentes o transitorios. Esta propiedad del matrimonio ha
sido querida por Dios mismo. El Señor se ha implicado en el matrimonio entre el hombre y la mujer,
por lo que el vínculo existe y tiene su origen en Dios. Esta es la diferencia.
En su íntima realidad sobrenatural el matrimonio incluye tres bienes: el bien de la recíproca
fidelidad personal y exclusiva (el “bonum fidei”); el bien de la acogida de los hijos y de su educación
en el conocimiento de Dios (el “bonum prolis”) y el bien de la indisolubilidad o indestructibilidad del
vínculo, que tiene por fundamento permanente la unión indisoluble entre Cristo y la Iglesia,
sacramentalmente representada por la pareja (el “bonum sacramenti”). Por lo tanto, si bien es posible
para el cristiano suspender la comunión física de vida y de amor, la denominada “separación de mesa
y lecho”, no es lícito contraer un nuevo matrimonio mientras viva el primer cónyuge, porque el
vínculo legítimamente contraído es perpetuo. El vínculo matrimonial indisoluble corresponde de
31
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
algún modo al carácter (“res et sacramentum”) impreso por el bautismo, por la confirmación, por el
sacramento del orden.
A este propósito se habla también mucho de la importancia de la “misericordia”. ¿Se
puede interpretar la misericordia como un “hacer excepciones” a la ley moral?
Si abrimos el Evangelio, vemos que también Jesús, dialogando con los fariseos a propósito
del divorcio, alude al binomio “divorcio” y “misericordia” (cfr. Mt 19, 3-12). Acusa a los fariseos de
no ser misericordiosos, porque según su engañosa interpretación de la Ley habían concluido que
Moisés habría concedido un supuesto permiso de repudiar a sus mujeres. Jesús les recuerda que la
misericordia de Dios existe como remedio de nuestra debilidad humana. Dios nos da su gracia para
que podamos serle fieles.
Esta es la verdadera dimensión de la misericordia de Dios. Dios perdona también un pecado
tan grave como el adulterio; sin embargo, no permite otro matrimonio que pondría en duda un
matrimonio sacramental ya existente, matrimonio que expresa la fidelidad de Dios. Hacer tal
llamamiento a una presunta misericordia absoluta de Dios equivale a un juego de palabras que no
ayuda a aclarar los términos del problema. En realidad, me parece que es un modo de no percibir la
profundidad de la auténtica misericordia divina.
Asisto con un cierto asombro al empleo, por parte de algunos teólogos, del mismo
razonamiento sobre la misericordia como pretexto para favorecer la admisión a los sacramentos de
los divorciados vueltos a casar civilmente. La premisa de partida es que, desde el momento en que es
Jesús mismo quien ha tomado partido por los que sufren, ofreciéndoles su amor misericordioso, la
misericordia es la señal especial que caracteriza todo seguimiento auténtico. Esto es verdad en parte.
Sin embargo, una referencia equivocada a la misericordia comporta el grave riesgo de banalizar la
imagen de Dios, según la cual Dios no sería libre, sino que estaría obligado a perdonar. Dios no se
cansa nunca de ofrecernos su misericordia: el problema es que somos nosotros quienes nos cansamos
de pedirla, reconociendo con humildad nuestro pecado, como ha recordado con insistencia el Papa
Francisco en el primer año y medio de su pontificado.
Los datos de la Escritura revelan que, junto a la misericordia, también la santidad y la justicia
pertenecen al misterio de Dios. Si ocultásemos estos atributos divinos y se banalizara la realidad del
pecado, no tendría ningún sentido implorar la misericordia de Dios para las personas. Por eso se
entiende que Jesús, después de haber tratado a la mujer adúltera con gran misericordia, haya añadido
como expresión de su amor: “Vete y no peques más” (Jn 8, 11). La misericordia de Dios no es una
dispensa de los mandamientos de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia. Es todo lo contrario: Dios,
por infinita misericordia, nos concede la fuerza de la gracia para un cumplimiento pleno de sus
mandamientos y de este modo restablecer en nosotros, tras la caída, su imagen perfecta de Padre del
Cielo.
Evidentemente aquí se plantea la relación entre el sacramento de la eucaristía y el
sacramento del matrimonio. ¿Cómo se puede entender la relación entre ambos sacramentos?
La comunión eucarística es expresión de una relación personal y comunitaria con Jesucristo.
A diferencia de nuestros hermanos protestantes y en línea con la tradición de la Iglesia, para los
católicos ésta expresa la unión perfecta entre la cristología y la eclesiología. Por consiguiente, no
puedo tener una relación personal con Cristo y con su verdadero Cuerpo presente en el sacramento
del altar y, al mismo tiempo, contradecir al mismo Cristo en su Cuerpo místico, presente en la Iglesia
y en la comunión eclesial. Por lo tanto, podemos afirmar sin error que si alguien se encuentra en
situación de pecado mortal no puede y no debe acercarse a la comunión.
32
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Esto sucede siempre, no sólo en el caso de los divorciados vueltos a casar, sino en todos los
casos en los que haya una ruptura objetiva con lo que Dios quiere para nosotros. Éste es por
definición el vínculo que se establece entre los diversos sacramentos. Por ello, es necesario estar muy
atentos frente a una concepción inmanentista del sacramento de la eucaristía, es decir, a una
comprensión fundada sobre un individualismo extremo, que subordine a las propias necesidades o a
los propios gustos la recepción de los sacramentos o la participación en la comunión eclesial.
Para algunos la clave del problema es el deseo de comulgar sacramentalmente, como si el
simple deseo fuera un derecho. Para otros muchos, la comunión es sólo una manera de expresar la
pertenencia a una comunidad. Ciertamente, el sacramento de la eucaristía no puede ser concebido de
modo reductivo como expresión de un derecho o de una identidad comunitaria: ¡la eucaristía no
puede ser un “social feeling”!
A menudo se sugiere dejar la decisión de acercarse a la comunión eucarística a la conciencia
personal de los divorciados vueltos a casar. También este argumento expresa un dudoso concepto de
“conciencia”, que fue rechazado por la congregación para la fe en 1994. Antes de acercarse a recibir
la comunión, los fieles saben que tienen que examinar su conciencia, lo que les obliga a formarla
continuamente y, por lo tanto, a ser apasionados buscadores de la verdad.
En esta dinámica tan peculiar, la obediencia al magisterio de la Iglesia no es una carga, sino
una ayuda para descubrir la tan anhelada verdad sobre el propio bien y el de los otros.
Aquí surge el gran desafío de la relación entre doctrina y vida. Se ha dicho que, sin
tocar la doctrina, ahora es necesario adaptarla a la “realidad pastoral”. Esta adaptación
supondría que la doctrina y la praxis pastoral podrían seguir, de hecho, caminos distintos.
La separación entre vida y doctrina es propia del dualismo gnóstico. Como lo es separar
justicia y misericordia, Dios y Cristo, Cristo Maestro y Cristo Pastor o separar a Cristo de la Iglesia.
Hay un solo Cristo. Cristo es el garante de la unidad entre la Palabra de Dios, la doctrina y el
testimonio con la propia vida. Todo cristiano sabe que sólo a través de la sana doctrina podemos
conseguir la vida eterna.
Las teorías que usted ha planteado intentan describir la doctrina católica como una especie de
museo de las teorías cristianas: una especie de reserva que interesaría sólo a ciertos especialistas. La
vida, por su parte, no tendría nada que ver con Jesucristo tal como Él es y como nos lo muestra la
Iglesia. El cristianismo que todos juzgan tan severo se estaría convirtiendo en una nueva religión
civil, políticamente correcta, reducida a algunos valores tolerados por el resto de la sociedad. De este
modo se alcanzaría el objetivo inconfesable de algunos: arrinconar la Palabra de Dios para poder
dirigir ideológicamente a toda la sociedad.
Jesús no se encarnó para exponer algunas simples teorías que tranquilizaran la conciencia y
dejaran, en el fondo, las cosas como están. El mensaje de Jesús es una vida nueva. Si alguien
razonara y viviera separando la vida de la doctrina, no sólo deformaría la doctrina de la Iglesia
transformándola en una especie de pseudofilosofía idealista, sino que se engañaría a sí mismo. Vivir
como cristiano comporta vivir a partir de la fe en Dios. Adulterar este esquema significa realizar el
temido compromiso entre Dios y el demonio.
Para defender la posibilidad de que un cónyuge pueda “rehacer su vida” con un
segundo matrimonio estando en vida aún el primer cónyuge, se ha recurrido a algunos
testimonios de los Padres de la Iglesia que parecerían tender a una cierta condescendencia
hacia estas nuevas uniones.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Es cierto que en el conjunto de la patrística se pueden encontrar distintas interpretaciones o
adaptaciones a la vida concreta; no obstante, no hay ningún testimonio de los Padres orientado a una
aceptación pacífica de un segundo matrimonio cuando el primer cónyuge está aún en vida.
Ciertamente, en el Oriente cristiano ha tenido lugar una cierta confusión entre la legislación
civil del emperador y las leyes de la Iglesia, lo que ha producido una práctica distinta que en
determinados casos ha llegado a admitir el divorcio. Pero bajo la guía del Papa, la Iglesia católica ha
desarrollado en el curso de los siglos otra tradición, recogida en el código de derecho canónico actual
y en el resto de la normativa eclesiástica, claramente contraria a cualquier intento de secularizar el
matrimonio. Lo mismo ha sucedido en varios ambientes cristianos de Oriente.
A veces he descubierto cómo se aíslan y descontextualizan algunas citas puntuales de los
Padres para sostener así la posibilidad de un divorcio y de un segundo matrimonio. No creo que sea
correcto, desde el punto de vista metodológico, aislar un texto, quitarlo del contexto, transformarlo
en una cita aislada, desvincularlo del marco global de la tradición. Toda la tradición teológica y
magisterial debe ser interpretada a la luz del Evangelio y en lo que atañe al matrimonio encontramos
algunas palabras del propio Jesús absolutamente claras. No creo que sea posible una interpretación
distinta de lo que ya ha sido señalada hasta ahora por la tradición y el magisterio de la Iglesia sin ser
infieles a la Palabra revelada.
______________________
Ese matrimonio que llama a las puertas del sínodo
Ludmila y Stanislaw Grygiel enseñan en el instituto pontificio de estudios sobre la familia
creado por el Papa Karol Wojtyla, su amigo de toda la vida. No han sido invitados. Pero tenían
mucho que decir a los padres sinodales. Y lo han dicho. Con claridad y valentía
de Sandro Magister
ROMA, 9 de octubre de 2014 – Un sínodo “abierto”, como se invoca por todas partes
empezando por el Papa Francisco, es un sínodo dispuesto a escuchar también las voces que le llegan
de fuera, más aún si vienen de personas competentes.
Justo antes del inicio del sínodo, haciendo de influyente puente entre el exterior y el interior
de sus muros, ha tenido lugar en Roma, del 2 al 4 de octubre, la asamblea plenaria del “Consilium
Conferentiarum Episcoporum Europæ”.
La asamblea estaba proyectada directamente sobre el sínodo, empezando por su título: “La
familia y el futuro de Europa”.
Entre los oradores había padres sinodales de primer nivel como el cardenal húngaro Péter
Erdõ, presidente del CCEE y relator general del sínodo; el cardenal canadiense Marc Ouellet,
prefecto de la congregación para los obispos; el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la
conferencia episcopal italiana y su beatitud Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén.
Pero, sobre todo, había un matrimonio de filósofos, Ludmila y Stanislaw Grygiel, polacos,
amigos de juventud de Karol Wojtyla sacerdote, obispo y Papa, ambos docentes en el Pontificio
Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia.
El Instituto fue creado por el Papa Wojtyla en 1982, dos años después de un sínodo dedicado
a la familia y un año después de la exhortación apostólica “Familiaris consortio” que le había dado
cumplimiento.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Con sede central en Roma, en la Pontificia Universidad Lateranense, el Instituto tiene
secciones en todo el mundo, desde los Estados Unidos a España, desde Brasil a Alemania, desde
México a la India, desde Benin a las Filipinas, con un número creciente de estudiantes, tanto varones
como mujeres.
Entre sus rectores y docentes se pueden enumerar a los cardenales Carlo Caffarra, Angelo
Scola, Marc Ouellet.
Ante la inminencia del sínodo de este mes de octubre, el Instituto ha producido una notable
cantidad de contribuciones. La última, titulada “El Evangelio de la familia en el debate sinodal. Más
allá de la propuesta del cardenal Kasper”, ha salido contemporáneamente en Italia publicado por
Cantagalli, en los Estados Unidos publicado por Ignatius Press, en España por la Biblioteca de
Autores Cristianos y en Alemania por Media Maria Verlag.
Sus autores son el teólogo español Juan José Pérez-Soba y el antropólogo alemán Stephan
Kampowski, ambos profesores en la sede romana del Instituto.
El prólogo ha sido redactado por el cardenal australiano George Pell, uno de los ocho
purpurados que asisten al Papa Francisco en la reforma de la curia y en el gobierno de la Iglesia. El 3
de octubre, Pell presentó el libro al público, en la sede del Instituto.
En resumen, es difícil encontrar hoy en la Iglesia católica un instituto de estudios filosóficos,
teológicos y pastorales más influyente y competente sobre esto, los temas del matrimonio y la
familia.
Y sin embargo, ha sucedido lo increíble. Ninguno de los docentes de este Instituto pontificio
ha sido llamado a tomar la palabra en el sínodo sobre la familia que empezó el 5 de octubre y
concluirá el 19.
Razón de más para volver a escuchar lo que han dicho Ludmila y Stanislaw Grygiel en la
asamblea presinodal promovida por al Consejo de las conferencias episcopales de Europa.
He aquí a continuación un extracto de sus intervenciones, argumentadas y pronunciadas con
la “parrhesia”, es decir, con la franqueza, la claridad, la valentía, la humildad que el Papa Francisco
ha aconsejado a todos en este sínodo.
***
REFLEXIONES SOBRE LA PASTORAL FAMILIAR Y MATRIMONIAL
de Ludmila Grygiel
[…] Chesterton dijo que no necesitamos una Iglesia movida por el mundo, sino una Iglesia
que mueva al mundo. Parafraseando estas palabras, podemos decir que hoy las familias, las que están
en crisis y las que son felices, no necesitan una pastoral adecuada al mundo, sino una pastoral
adecuada a la enseñanza de Aquel que sabe lo que desea el corazón del hombre.
El paradigma evangélico de esta pastoral lo veo en el diálogo de Jesús con la Samaritana, del
que emergen todos los elementos que caracterizan la actual situación de dificultad, tanto de los
esposos como de los sacerdotes comprometidos en la pastoral.
Cristo acepta hablar con una mujer que vive en el pecado. Cristo no es capaz de odiar; sólo es
capaz de amar y por este motivo no condena a la Samaritana, sino que despierta el deseo original de
su corazón, confundido por los acontecimientos de una vida desordenada. Sólo después de que la
mujer confiese que no tiene marido, Cristo la perdona.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Así, el pasaje evangélico recuerda que Dios no hace don de su misericordia a quien no la pide
y que el reconocimiento del pecado y el deseo de conversión son la regla de la misericordia. La
misericordia no es nunca un don ofrecido a quien no lo quiere, no es un producto rebajado porque
nadie lo quiere. La pastoral pretende una adhesión profunda y convencida de los pastores a la verdad
del sacramento.
En el diario íntimo de Juan Pablo II encontramos esta nota escrita en 1981, tercer año de su
pontificado: “La falta de confianza en la familia es la primera causa de la crisis de la familia”.
Se podría añadir que la falta de confianza en la familia por parte de los pastores es una de las
principales causas de la crisis pastoral familiar. Ésta no puede ignorar las dificultades, pero tampoco
debe detenerse en ellas y admitir, desconsolada, la propia derrota. No puede acomodarse a la
casuística de los modernos fariseos. Debe acoger a las samaritanas, pero para llevarlas a la
conversión.
Los cristianos están hoy en una situación similar a la que se encontró Jesús, el cual, a pesar de
la dureza de corazón de sus contemporáneos, volvió a proponer el modelo de matrimonio que Dios
quiso desde el principio.
Tengo la impresión de que nosotros, cristianos, hablamos demasiado de los matrimonios
fracasados, pero poco de los matrimonios fieles; hablamos demasiado de la crisis de la familia, pero
poco del hecho de que la comunidad matrimonial y familiar asegura al hombre no sólo la felicidad
terrena, sino también la eterna y es el lugar en el que se realiza la vocación a la santidad de los laicos.
Así, se ensombrece el hecho de que, gracias a la presencia de Dios, la comunidad matrimonial
y familiar no se limita a lo temporal, sino que se abre a lo supratemporal, porque cada uno de los
esposos está destinado a la vida eterna y está llamado a vivir eternamente en presencia de Dios, que
los ha creado a los dos y los ha querido unidos, sellando Él mismo esta unión con el sacramento.
***
“EL FUTURO DE LA HUMANIDAD SE FRAGUA EN LA FAMILIA”
(Familiaris consortio, 86)
de Stanislaw Grygiel
[…] Ignorar el amor “para siempre” del que Cristo habla a la Samaritana como “don de Dios”
(Jn 4, 7-10) hace que los cónyuges y las familias, y en ellos la sociedad, pierdan la “recta vía” y
yerren “por una selva oscura” como en el Infierno de Dante, según las indicaciones de un corazón
endurecido, “sklerocardia” (Mt 19, 8).
La “misericordiosa” indulgencia que piden algunos teólogos no es capaz de frenar el avance
de la esclerosis de los corazones, que no recuerdan cómo son las cosas “desde el principio”. La teoría
marxista, según la cual la filosofía debería cambiar el mundo más que contemplarlo, se ha abierto
camino en el pensamiento de ciertos teólogos haciendo que estos, de manera más o menos
consciente, en vez de mirar al hombre y al mundo a la luz de la Palabra eterna del Dios viviente,
miren esta Palabra con la perspectiva de efímeras tendencias sociológicas. La consecuencia es que
justifican, según los casos, los actos de los “corazones duros” y hablan de la misericordia de Dios
como si se tratara de tolerancia pintada de conmiseración.
En una teología así se advierte un desprecio hacia el hombre. Para estos teólogos el hombre
aún no es suficientemente maduro para mirar con valentía, a la luz de la misericordia divina, la
verdad del propio convertirse en amor, tal como es “desde el principio” esta misma verdad (Mt 19,
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
8). No conociendo “el don de Dios”, ellos adecuan la Palabra divina a los deseos de los corazones
esclerotizados. Es posible que no se den cuenta de que están proponiendo a Dios, inconscientemente,
la praxis pastoral por ellos elaborada, como camino que podrá llevarle a Él a la gente.. […]
Juan Pablo II se acercaba a cada matrimonio, también a los rotos, como Moisés se acercaba a
la zarza ardiente en el monte Horeb. No entraba en su morada sin haberse quitado primero las
sandalias de los pies, porque vislumbraba que en ella estaba presente el “centro de la historia y del
universo”. […] Por esto él no se inclinaba ante las circunstancias y no adaptaba su praxis pastoral a
las mismas. […] Corriendo el riesgo de ser criticado, insistía en el hecho de que no son las
circunstancias las que dan forma al matrimonio y a la familia, sino que son estos los que la dan a las
circunstancias. Primero acogía la verdad y sólo después las circunstancias. Nunca permitía que la
verdad tuviera que hacer de antecámara. Cultivaba la tierra de la humanidad, no para efímeros éxitos,
sino para una victoria imperecedera. Él buscaba la cultura del “don de Dios”, es decir, la cultura del
amor para siempre.
La belleza en la que se revela el amor que llama al hombre y a la mujer a renacer en “una
carne” es difícil. El don exige sacrificio; sin éste, no es don. […] Los apóstoles, al no conseguir
entender la disciplina interior del matrimonio, dicen abiertamente: “Si esta es la condición del
hombre respecto de la mujer, no conviene casarse”. Entonces Jesús dice algo que obliga al hombre a
mirar por encima de sí mismo, si quiere conocer quién es él mismo:: “No todos entienden este
lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido… Quien pueda entender, que entienda” (Mt 19,
10-12).
Una noche en su casa, - eran los años setenta -, el cardenal Karol Wojtyla había permanecido
durante mucho tiempo en silencio mientras escuchaba las intervenciones de algunos intelectuales
católicos que preveían una inevitable laicización de la sociedad.. […] Cuando esos interlocutores
terminaron de hablar, él sólo dijo estas palabras: “Ni una sola vez habéis pronunciado la palabra
gracia”. Recuerdo esto que él dijo en aquella ocasión cada vez que leo las intervenciones de teólogos
que hablan del matrimonio olvidándose del amor que acaece en la belleza de la gracia. El amor es
gracia, es “don de Dios”. […]
Si las cosas están así en lo que atañe al amor, incluir en los razonamientos teológicos el
adagio piadoso, pero contrario a la misericordia, “nemo ad heroismum obligatur”, - nadie está
obligado a ser un héroe - envilece al hombre. Lo envilece contradiciendo a Cristo, el cual dijo en el
monte de las bienaventuranzas: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48).
Hay que com-padecer a los matrimonios y a las familias rotas y, por el contrario, no hay que
tener piedad de ellos. En este caso la piedad tiene en sí misma algo de despreciativo hacia el hombre.
No lo ayuda a abrirse al infinito amor al cual Dios lo ha orientado “antes de la creación del mundo”
(Ef 1, 4). El sentimentalismo piadoso se olvida de como son “desde el principio” las cosas del
hombre, mientras la com-pasión, al ser un sufrir con los que se han perdido “en la selva oscura”,
despierta en ellos la memoria del Principio, indicándoles el camino de vuelta al mismo. Este camino
es el Decálogo observado en los pensamientos y en las acciones: “¡No matar! ¡No fornicar! ¡No te
robes a ti mismo de la persona a la cual te has donado para siempre! ¡No desees a la mujer de tu
vecino!”. […] El Decálogo grabado en el corazón del hombre defiende la verdad de su identidad, que
se cumple en su amar para siempre. […]
En una de nuestras conversaciones sobre estos dolorosos problemas, Juan Pablo II me dijo:
“Hay cosas que deben ser dichas independientemente de las reacciones del mundo”. […] Los
cristianos que por miedo a ser condenados como enemigos de la humanidad aceptan compromisos
37
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
diplomáticos con el mundo, deforman el carácter sacramental de la Iglesia. El mundo, que conoce
bien las debilidades del hombre, ha golpeado sobre todo “una sola carne” de Adán y Eva. En primer
lugar intenta deformar el sacramento del amor conyugal y, a partir de esta deformación, intentará
deformar todos los otros sacramentos. Estos constituyen, de hecho, la unidad de los lugares del
encuentro de Dios con el hombre. […] Si los cristianos se dejan convencer por el mundo de que el
don de la libertad que Jesús les ha dado hace que su vida sea difícil, incluso insoportable, seguirán al
Gran Inquisidor de los “Hermanos Karamazov” y dejarán de lado a Jesús. Entonces, ¿qué será del
hombre? ¿Qué le sucederá a Dios que se ha convertido en hombre?
Antes de ser asesinado, Jesús dice a los discípulos: “Llegará la hora en que todo el que os
mate piense que da culto a Dios… En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!, yo he vencido al
mundo” (Jn 16, 2.33).
Seamos valientes y no confundamos la inteligencia mundana de la razón calculadora, con la
sabiduría del intelecto que se amplía hasta los confines que unen al hombre con Dios. Herodes y
Herodías tal vez eran inteligentes; ciertamente no eran sabios. Sabio era San Juan Bautista. Él, no
ellos, supo reconocer el camino, la verdad y la vida.
_____________________
Testimonio del matrimonio Ron y Mavis Pirola.
Durante la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia
Ciudad del Vaticano, 6 de Octubre de 2014
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
http://www.unav.edu/matrimonioyfamilia/boletin/
Hace cincuenta y siete años, miré a través de una habitación y vi a una mujer joven y bella.
Nos llegamos a conocer a través del tiempo y, finalmente, tomamos el gran paso de comprometernos
mutuamente en el matrimonio. Pronto nos dimos cuenta de que vivir nuestra nueva vida juntos era
extraordinariamente complejo. Al igual que todos los matrimonios, hemos tenido momentos
maravillosos juntos y también momentos de enojo, frustración y lágrimas y el temor persistente de
un matrimonio fracasado. Sin embargo, aquí estamos, 55 años casados y aún en el amor. Sin duda, es
un misterio.
Esa atracción que primero sentimos y la continua fuerza de unión entre nosotros era
básicamente sexual. Las pequeñas cosas que hicimos cada uno para el otro, las llamadas telefónicas y
mensajes de amor, la forma en que planeamos nuestro día alrededor el uno del otro y las cosas que
compartimos eran expresiones exteriores de nuestro anhelo de tener intimidad el uno del otro.
Conforme cada uno de nuestros cuatro hijos llegaron, era una alegría estimulante de los que
todavía damos gracias a Dios todos los días. Por supuesto, las complejidades de la educación de los
hijos tuvieron grandes recompensas y desafíos. Había noches en las que nos quedábamos despiertos
preguntándonos qué habíamos salido mal.
Nuestra fe en Jesús era importante para nosotros. Íbamos a Misa juntos y miramos a la Iglesia
como guía. De vez en cuando nos fijamos en los documentos de la Iglesia, pero nos parecían ser de
otro planeta con difícil lenguaje1 y no muy relevante para nuestras propias experiencias.
1
Nos sorprende que en cualquier farmacia podemos comprar pastillas en un paquete que contiene un folleto detallado
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En el viaje de nuestra vida juntos, fuimos influenciados principalmente a través de la
participación con otras parejas casadas y algunos sacerdotes, sobre todo en los movimientos de
espiritualidad laical, especialmente los Equipos de Nuestra Señora y Worldwide Marriage
Encounter2. El proceso fue de oración y de escuchar las historias de los demás en el contexto de la
enseñanza de la Iglesia. No había mucha discusión sobre la ley natural, pero para nosotros eran
ejemplos de lo que el Papa Juan Pablo se referiría más tarde como uno de los principales recursos de
la Iglesia para la evangelización3.
Poco a poco, nos dimos cuenta de que la única característica que distingue nuestra relación
sacramental con respecto a cualquier otra buena relación centrada en Cristo es la intimidad sexual y
que el matrimonio es un sacramento sexual que encuentra su máxima expresión en una relación
sexual. Nosotros creemos que hasta que las parejas casadas no lleguen a venerar la unión sexual
como parte esencial de su espiritualidad será extremadamente difícil apreciar la belleza de esas
enseñanzas como las de la encíclica Humanae Vitae. Necesitamos nuevas formas y lenguajes
fácilmente reconocibles para tocar los corazones de las personas.
Como el Instrumentum laboris sugiere, la iglesia doméstica puede ofrecer mucho a la Iglesia
en su tarea evangelizadora4. Por ejemplo, la Iglesia afronta constantemente la tensión de sostener la
verdad incluso expresando compasión y misericordia. Las familias deben afrontar esta tensión en
todo momento.
Cojamos la homosexualidad como un ejemplo. Unos amigos nuestros estaban planeando su
reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos
creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver
que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres
palabras: “Es nuestro hijo”.
Qué modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones
semejantes en sus barrios. Es un ejemplo práctico de lo que el Instrumentum laboris dice respecto a
la función docente de la Iglesia y su principal misión de dar a conocer al mundo el amor de Dios5.
En nuestra experiencia, las familias, las iglesias domésticas, son a menudo los modelos
que explique los aspectos científicos complejos de la medicina en el lenguaje laico sencillo y que resista posibles litigios
en los tribunales. Hay una necesidad urgente de un enfoque comparable a los documentos del Magisterio. Un ejemplo
práctico de cómo puede hacerse esto fue dado por el profesor Jane Adolphe en la XXI Asamblea Genreal del Consejo
Pontificio para la Familia (PCF), 23-25 octubre 2013. La Carta de los Derechos de la Familia del PCF es un precioso
documento de la Iglesia, con amplias referencias de la Iglesia. Por lo tanto, es generalmente visto como un “documento
de la Iglesia”, y rara vez se cita en los círculos seculares. Prof. Adolfo ha vuelto a redactar el documento, por lo que los
mismos puntos de referencias totalmente seculares, por lo que es un documento de probabilidades de ser citado por
organizaciones seculares como la ONU y por lo tanto mucho más probable que se lea en el dominio público.
2
Estábamos profundamente influenciados también por el contacto o participación en otras organizaciones espiritualidad
laicos y movimientos como la Renovación Carismática, la Pastoral y Centro de Renovación Matrimonial, Movimiento
Juvenil Antioquía y de los Focolares.
3
Papa JUAN PABLO II, “[la familia] no es simplemente objeto del cuidado pastoral de la Iglesia, sino también uno de
los agentes más eficaces de evangelización”, 1999, Ecclesia in Asia, 46.
4
Instrumentum laboris, 4: ‘… la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo
manifiesta de modo genuino’.
5
Instrumentum laboris, Premisa, para 2. “[La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo] está llamada a reflexionar
sobre el camino que se ha se seguir para comunicar a todos los hombres la verdad del amor conyugal y de la familia,
respondiendo a sus múltiples desafíos (cf. EG 66). La familia es un recurso inagotable y una fuente de vida para la
pastoral de la Iglesia; por lo tanto, su finalidad primaria es el anuncio de la belleza de la vocación al amor, gran potencial
también para la sociedad”.
39
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
naturales de las puertas abiertas para las iglesias de las cuales habla la Evangelii Gaudium6.
Una amiga nuestra, divorciada, dice que a veces no se siente plenamente acogida en su
parroquia. Para el resto de su parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a
las adversidades. De personas como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas
en nuestra vida. Ser conscientes de nuestras heridas ayuda enormemente a reducir nuestra tendencia
a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización.
Conocemos a una anciana viuda que vive con su único hijo. Él tiene unos cuarenta años y
tiene síndrome de Down y esquizofrenia. Ella se preocupa por él y único miedo es quién cuidará de
él cuando ya ella no sea capaz.
Nuestras vidas son tocadas por muchas de esas familias. Estas familias tienen una
comprensión básica de lo que enseña la Iglesia. Siempre podrían beneficiarse de una mejor
enseñanza y programas. Sin embargo, más que nada necesitan ser acompañados en su viaje, ser
recibidos, sentir que sus historias son escuchadas, y, sobre todo, afirmó7.
El Instrumentum laboris observa que la belleza del amor humano refleja el amor divino como
se recoge en la tradición bíblica por medio de los profetas. Pero sus vidas familiares eran caóticas y
llenas de dramas. Sí, la vida familiar está ‘sucia’. Pero también lo está la de la parroquia, que es la
“familia de familias”.
El Instrumentum laboris pide que “los sacerdotes estén más preparados… a la hora de…
presentar los documentos de la Iglesia concernientes al matrimonio y la familia”8. Una vez más, una
forma podría ser mediante el aprendizaje de la Iglesia doméstica. Como dijo el papa Benedicto XVI,
“esto exige un cambio de mentalidad, en particular por lo que respecta a los laicos, pasando de
considerarlos “colaboradores” del clero a reconocerlos realmente como “corresponsables” del ser y
actuar de la Iglesia”9. Para esto también sería necesario un cambio de actitud importante para los
laicos.
Tenemos ocho maravillosos nietos, únicos. Rezamos por ellos todos los días porque
diariamente están expuestos a los mensajes distorsionados de la sociedad moderna, incluso mientras
caminan por la calle a la escuela, ese tipo de mensajes están en vallas o aparecen en sus smartphones.
Un alto respeto por la autoridad, padres, religiosos o seculares, ha pasado mucho tiempo. Así
que sus padres aprenden a entrar en la vida de sus hijos, para compartir sus valores y esperanzas para
ellos y también para aprender de ellos a su vez. Este proceso de entrar en la vida de las otras
personas y aprender de ellos, así como compartir con ellos está en el corazón de la evangelización.
Como el papa
Pablo VI escribió en la Evangelii Nuntiandi, “los padres no sólo comunican a los hijos el
Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido”10.
Esa ha sido, sin duda, nuestra experiencia.
De hecho, nos hacemos eco de la sugerencia de una de nuestras hijas en cuanto al desarrollo
6
Papa FRANCISCO, 2013, Evangelii Gaudium, 46.
Cuando la gente afirman por el bien que hacen, lo hacen mejor. De ahí el valor de la declaración de san Juan Pablo II,
“Familia, sé lo que eres!” (FC, 17).
8
Instrumentum laboris, 12. ‘los sacerdotes estén más preparados y sean más responsables a la hora de explicar la Palabra
de Dios y de presentar los documentos de la Iglesia concernientes al matrimonio y la familia”.
9
Papa BENEDICTO XVI, 26 May 2009, Discurso en la apertura del Congreso pastoral de la diócesis de Roma.
10
Papa PABLO VI, 1975, EN 71.
7
40
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
de lo que ella llama paradigma nupcial11 de una espiritualidad cristiana, que se aplica a todas las
personas, ya sean solteros, célibes o casados, y que haría del matrimonio el punto de partida para la
comprensión de la misión. Tendría una sólida base bíblica y antropológica y pondría de relieve el
instinto profesional para la generatividad y la intimidad experimentada por cada persona. Nos
recuerda que cada uno de nosotros ha sido creado para relacionarse y que el bautismo en Cristo
significa pertenecer a su Cuerpo, que nos conduce hacia una eternidad con Dios, que es comunión
trinitaria de amor.
_____________________
Testimonio del matrimonio George y Cynthia Campos (Filipinas).
Durante la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia
Ciudad del Vaticano, 7 de Octubre de 2014
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
http://www.unav.edu/matrimonioyfamilia/boletin/
Santidad, Eminencias, Excelencias, hermanos y hermanas en Cristo,
Nuestra llamada a la vocación: Cynthia y yo nos casamos en 1987, bendecido con cuatro
hijos. En 1990, nos convertimos en miembros de Parejas para Cristo, una asociación laical privada de
Fieles de Derecho Pontificio. Nos hemos comprometido a ser una catequesis viviente de nuestra
visión a vivir como “Familias en el Espíritu Santo renovando la faz de la Tierra” y nuestra misión:
“La construcción de la Iglesia de la casa y de los pobres” en los 107 países que están presentes.
Discernimiento Vocacional: “Apliqué a ser monja con la Rosas Hermanas (Siervas del
Espíritu Santo), una congregación contemplativa. Fui aceptado, sin embargo, se me pidió someterme
a un retiro de uno-a-uno dirigido con un sacerdote. Al final del retiro el sacerdote dijo: “Tú no eres
para la vida religiosa. Dios te dará un marido que te ayudará a criar a los niños que le servirán en el
futuro. Su trabajo está fuera”. Después de este aparente rechazo de parte del Señor, volví a la escuela
para terminar mi carrera. Por cierto, George era monaguillo en el mismo convento que estaba
solicitando.
Alcancé una puesto alto en la empresa en la que estaba trabajando desde hace 25 años. A los
46 años, opté por renunciar. Le dije al dueño que “he pasado la primera mitad de la flor de mi vida al
servicio de esta compañía y ahora quiero pasar la segunda mitad de servir al Señor”. Cynthia en 47,
renunció también, así que pudimos servir juntos como pareja.
Hemos crecido más profunda en la fe y amor por el Señor a través de nuestras formaciones de
enseñanza y reuniones semanales de oración de los hogares con otras parejas. Este encuentro
bendecido con Jesús nos llevó a ser discípulos misioneros a tiempo completo. Nuestros hijos están
siguiendo nuestro ejemplo. Se han unido a la familia de los Ministerios CFC comenzando con
“Niños, Jóvenes y Solteros para Cristo”. Hemos estado en misiones juntos en Vietnam, Tailandia y
Australia.
Peligroso embarazo de Cynthia: En mi cuarto embarazo, me diagnosticaron una diabetes
gestacional y preeclampsia. Nos dijeron que mi vida estaba en peligro si continuaba el embarazo y
TERESA PIROLA, ‘Family life in a post-conciliar pastoral agenda’, Aust eJournal of Theology, 2012, 19:2.12 St
Pope John Paul II, Wednesday General Audience, ‘The nuptial meaning of the body’, 8 Jan 1980.
11
41
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
mi hijo tendría una alta probabilidad de nacer con problemas. Nos dieron a elegir entre la
interrupción del embarazo o tomar el riesgo. Realmente fue una prueba de fe y entrega. Decidimos
tener el bebé y cumplir con la voluntad de Dios. Por la gracia de Dios, los dos sobrevivimos y mi hija
Christen está ahora muy sano y lleno de vida.
Diagnóstico de cáncer de mama: En 1998, fui diagnosticada con cáncer de mama con 3 a 6
meses de vida. En lugar de dejar de ir a nuestro servicio, hemos continuado, apoyada por las
oraciones de mi familia y nuestra comunidad CFC. Mi oración era: “Señor, con sólo un movimiento
de tu dedo podrías cambiar mi enfermedad. Sólo tienes que quererlo”. Dios escuchó nuestras
oraciones por ahora estoy de pie antes de curarme con una intervención médica simple y una dosis de
antibióticos.
La formación y el apoyo pastoral que CFC da fortaleza y nos sostiene y nuestra familia se
sustenta en los desafíos diarios que enfrentamos. Pero ¿qué hay de aquellos que no tienen el
privilegio de tener un grupo de apoyo? Y así nuestra misión continúa con mayor pasión.
CFC tiene ministerios para hombres (Siervos del Señor) y mujeres (Siervas del Señor) que
son solteros, con los cónyuges que trabajan en el extranjero, que perdieron a sus cónyuges ya sea por
muerte, separación / divorcio legal o una vista divergentes de los grupos asociativos de la Iglesia.
Para las parejas en situación irregular, se estableció el ministerio JACOB’s WELL. Esto fue
inspirado por la conversación de Jesús con la mujer samaritana en el Evangelio de Juan (4, 1-42). No
le fue bien por el desconcierto mutuo sentido y la falta de preparación interactiva con las parejas
casadas con regularidad y un asesor Iglesia que nuestra organización es sólo para parejas casadas por
la Iglesia.
Una caridad pastoral inaugurando formas innovadoras de “acompañamiento”, de la formación
de la espiritualidad conyugal y de la participación inclusiva en la vida de la iglesia que lleva a la
plena comunión necesita promoción y promulgación por nuestros ministros ordenados.
Caritas Christi urget nos.
¡Gracias!
_____________________
Testimonio de Jeff y Alice Heinzen (Diócesis de La Crosse, USA)
Durante la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia
Ciudad del Vaticano, 7 de Octubre de 2014
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
http://www.unav.edu/matrimonioyfamilia/boletin/
“El matrimonio, un viaje por la vida del amor auténtico”
Mi marido y yo nos hemos preguntado esta pregunta: “¿Cómo vivieron nuestros padres sus
vidas como un matrimonio que nos sirvió de modelo para ser hoy un matrimonio católico lleno de
fe?”
En nuestra reflexión realizamos que el testimonio de nuestros padres, su revelación de las
acciones del plan de Dios hacia el matrimonio y la vida familiar. Tengo un grato recuerdo de
participación en la procesión del Corpus Christi en mi barrio y mi padre que salía pronto del trabajo
42
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
para asistir diariamente a Misa. Duringthe el mes de mayo, recuerdo a nuestras familias rezando el
rosario. Recuerdo cómo mis padres fácilmente se daban besos el uno al otro. Nos arrodillamos al
lado de nuestra cama noche en el rezo para pedir protección y bendiciones sobre nuestra familia.
Cada domingo, asistíamos a la Misa como una familia, al salir de la iglesia íbamos a visitar a
familiares. A todo esto, podemos añadir que nuestras madres nos recordó siempre el amar a nuestros
hermanos, usar nuestros mejores modales con otros, y dar nuestros peniques para ayudar aquellos
menos afortunados. Nuestras casas eran escuelas de amor y de virtud y nuestros padres eran los
educadores primarios.
Nuestros padres llevaron al testimonio fiel de la alegría y la belleza del plan de Dios para el
amor y la vida. Lamentablemente, no sólo en nuestra evaluación de cultura corriente, pero también
debido a nuestra experiencia pastoral, sabemos que muchos jóvenes no ven al testigo de amor
matrimonial que experimentamos. Muchos de los jóvenes crecen en casas rotas por el divorcio o sin
la experiencia de padres casados debido a las relaciones fuera del matrimonio. Nos hemos enterado,
como algunos científicos sociales han descrito, que la edad en la que se forma la estructura familiar
disminuye. Esto es más que una crisis.
Citando a San Juan Pablo II, “El papel de los padres como educadores es tan decisivo que
apenas algo puede compensar su fracaso en ello”. Las investigaciones sociológicas testifican este
problema y la información en el Instrumentum Laboris lo confirman. Los niños que crecen sin la
bendición de los padres casados, que han creado una casa animada por el amor y la fe,
probablemente tendrán dificultades para confiar en Dios y en sus vecinos. ¿Cómo pueden crear
matrimonios para toda la vida?
Nuestra diócesis en los Estados Unidos no es diferente a aquellos en el mundo entero. Hemos
visto el número de disminución de matrimonios cada año y la tarifa de aumento de los que viven en
cohabitación. Hemos visto un estable número de bautismos. Hemos visto a nuestra juventud ser
víctima de la confusión de una cultura hedonística. Conocemos a incontables adultos divorciados que
se han unido a otras comunidades de fe porque ellos no se sienten bienvenidos en la Iglesia católica.
Y, nuestros corazones están heridos por padres solteros que luchan por preocuparse por sus niños.
Como usted, nos esforzamos de encontrar caminos más simples, más eficaces, lo mejor para
compartir las bendiciones del plan de Dios al matrimonio y la familia.
Los programas de pastoral del Instrumentum intentan dirigir los hechos negativos que afectan
la vida de familia y el matrimonio. Tristemente, estos esfuerzos no encuentran la magnitud de los
desafíos culturales que nos afrontan hoy. Debemos desarrollar métodos más robustos y creativos de
compartir la verdad fundamental: el matrimonio es un regalo divino de Dios, y no es, simplemente,
una institución artificial. Esto requerirá que nosotros examinemos los métodos por los cuales
enseñamos a nuestros niños sobre la naturaleza de sexualidad humana y la vocación de matrimonio.
Hablando de la llamada por Dios para servir, el matrimonio debería ser incluido en todos los
programas diseñados para explorar vocaciones. Y, esto debería obligarnos a preguntarnos cómo
aseguramos la vigilancia ‘postoperatoria’ de matrimonio que puede ayudar a parejas a profundizar su
relación. Nosotros por lo tanto vemos la publicación antes de nosotros no como una crisis de verdad,
pero más bien como una crisis de metodología. ¿Cómo podemos hacer como una Iglesia, con
eficacia comparte lo que sabemos para ser verdaderos de modos prácticos, simples y convincentes,
de modo que todos los hombres y mujeres sean desafiados y apoyando para vivir matrimonios para
toda la vida y construyen las casas que reflejan la Iglesia doméstica?
En toda nuestra planificación de pastoral, debemos recordar que “nada es imposible con
43
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Dios” (Lc 1, 37). Las soluciones sobre la crisis pueden ser encontradas. Este Sínodo tiene la
capacidad de proporcionar la ayuda a maridos, mujeres y familias. Déjenos abrir nuestras mentes y
corazones al Espíritu Santo de modo que la voluntad de Dios pueda ser lograda.
Gracias.
_____________________
Testimonio de Jeannette Touré
Durante la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia
Ciudad del Vaticano, 8 de Octubre de 2014
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
http://www.unav.edu/matrimonioyfamilia/boletin/
Eminencias, Excelencias,
Reverendos Padres, Reverendas Hermanas,
Queridos amigos auditores de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los
Obispos,
Es obvio para los cristianos decir que Dios es el que concibió la idea de la familia y que, al
hacerlo, nos dio una serie de principios en cuanto a su estructura y la función desempeñada cada
miembro. Por lo tanto, parece razonable creer que Él es la mejor persona para mostrarnos como todas
las familias deben trabajar para evitar destruirlas. Sin embargo, una pregunta merece nuestra
atención.
¿Qué es la familia? Mejor, ¿debemos hablar de la familia en singular?
La pregunta debe ser respondida sabiendo que hoy en día la familia moderna está molesta por
el aumento de los divorcios, la caída de las bodas, el creciente número de niños nacidos fuera del
matrimonio. Qué decir cuando vemos a nuestro alrededor, la extrema diversidad de tipos de familia:
familias monoparentales, familias reconstituidas, familias rotas, familias de las comunidades, las
familias, familias homosexuales… ¿Cuál es la correcta familia según el corazón de Dios?
En verdad, la familia como se desea y ama Dios es lo único que debe ser: “varón y mujer los
creó para que fertilizan la tierra y ser feliz” (Gen 1, 27). Y como tal, debe ser imagen y semejanza de
Dios dondequiera que se encuentre. Debe ser por su comitiva, llevando la buena nueva de su
testimonio por la vida. Para nosotros, como una pareja mixta, este tema: “Los desafíos pastorales de
la familia en el contexto de la evangelización” es tanto más importante que se aplica a nuestra
situación: cómo un hombre, musulmán, y una mujer, cristiana católica, que se aman desde hace un
poco más de 52 años y siguen amándose hoy, pueden ser testigos del Evangelio a sus hijos, los que
les rodean, por sus amigos, por sus diferentes comunidades religiosas?
Nuestra contribución a este problema sería nuestro testimonio de vida: 52 años de
convivencia en la tolerancia y el respeto mutuo a nuestras creencias, en apoyo de unos a otros en la
educación cristiana de nuestros hijos (que están todos bautizados en la Iglesia Católica y con el
acuerdo de mi marido), todo acogiendo las alegrías recibidas del Señor y llevar un montón de
esperanza para los problemas del corazón. De esta unión nacieron cinco hijos y seis nietos a los que
hemos enseñado a nuestros valores de respeto a los demás en la diferencia y a quién nos ha dado la
44
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
fe.
Gracias a mi marido, que aceptó que nuestros hijos sean todos católicos. Asimismo, a su vez,
tratan de ser portadores de la Buena Nueva a su alrededor. La familia, en especial la familia africana,
tiene el deber de dar testimonio de su fe en su medio y su entorno. También es un reto cuando el peso
de nuestras tradiciones son conocidas. Nuestras elecciones y decisiones tienen que ayudar a las
personas a nuestro alrededor para comprender mejor, aceptar y amar a Dios.
Los modelos opuestos no siempre brillan, debemos afirmar que hay una búsqueda óptima
para la felicidad de todos y de cada individuo y de la familia como un lugar de probabilidades
considerables, el resultado es que nuestro mundo necesitan modelos en términos de la familia, como
en muchas otras áreas. Así que, ante todas las amenazas que pesan sobre la familia, parece urgente
que las familias regresan a su misión que sabiendo que:
La familia es el lugar donde sí se puede estar y, quitar su máscara sin ser juzgado; el lugar
donde se aprende a tener confianza en sí mismo gracias a la mirada admirativa y al mismo tiempo
lúcida que los padres transmiten a sus hijos. Es el lugar donde se vive el amor día a día, donde se
escapa de la soledad, donde se aprende a compartir, a abrirse plenamente.
La familia es el lugar donde la vida social aprende con suavidad y donde se hace el
aprendizaje de la diferencia; el lugar donde se transmite los valores. El caso es que la familia debe
favorecer la comunicación entre sus miembros, para hacerse el lugar donde el amor debe decirse y la
ternura paternal, particularmente, debe expresarse.
Ustedes lo saben ciertamente, la construcción de una familia necesita un compromiso
generoso de los esposos en esta aventura formidable, un desafío lanzado al tiempo por la decisión de
vivir la fidelidad, una apuesta hace sobre el amor sin mirar para atrás y tomando los medios de
quedar fiel, dejando de soñar con su abertura única y con su comodidad única.
También, nos podemos dar cuenta de que las familias cuyos contornos no están claros, donde
todo el mundo hace lo que quiere y piensa primero en él, no van muy lejos, ya son familias
totalitarias, es decir, aquellas familias que pretenden valerse por sí mismas.
En verdad, lo es para las familias de hoy, a participar en el servicio de la ciudad para entrar en
asociaciones, para entrar en relación con Dios. Y ahí está el reto al que nos enfrentamos juntos.
_____________________
Testimonio del matrimonio Stephen y Sandra Conway, Responsables regionales para
Africa de Retrouvailles (Sudáfrica)
Durante la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia
Ciudad del Vaticano, 8 de Octubre de 2014
Boletín del Instituto para Ciencias de la Familia, de la Universidad de Navarra
http://www.unav.edu/matrimonioyfamilia/boletin/
Somos Stephen y Sandra Conway -coordinadores de Retrouvaille en África. Retrouvaille es
una organización que ayuda a las parejas que a menudo asisten a nuestro programa, como último
recurso, antes de la separación o divorcio de doler
Se nos ha pedido compartir nuestras experiencias en situaciones pastorales difíciles, en
45
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
particular, a) las situaciones en las familias y b) sobre las uniones de personas del mismo sexo.
En 2008, tras 21 años de matrimonio, nuestra relación había tocado fondo. Me fui a mi
doctor, sin respuesta positiva. Traté de hablar con los miembros de mi familia, que ofrecieron
consejos. Fui a mi sacerdote, quien escuchó mi dolor y me entregó un folleto de Retrouvaille. Ahora,
después de 6 años – Soy una persona diferente debido a Retrouvaille y nuestra relación matrimonial
ha sido evangelizada. La Iglesia, a través de Retrouvaille, se convirtió en la “casa del Padre, con las
puertas abiertas, un lugar para nosotros con nuestros problemas”.
Nuestro programa de 3 meses comienza con un concierto un fin de semana seguido de 12
sesiones posteriores. Estamos abiertos a cualquier pareja, independientemente de sus creencias
religiosas.
A menudo se nos acercan parejas que han vivido juntas durante muchos años, tiene hijos,
pero aún no se han casado. Otros han estado casados antes y tienen un miedo a cometer los mismos
errores otra vez. También tenemos parejas en su segundo matrimonio, pero con miedo a caer en la
trampa de cometer los mismos problemas de su matrimonio anterior en el nuevo. La mayoría de las
parejas, sin embargo, se encuentran en su primer matrimonio, pero llegan a nuestro fin de semana
totalmente desilusionados y, a menudo al borde del divorcio.
¿Qué lleva a las parejas a nuestro programa? Las dificultades financieras, la infidelidad y la
familia de las cuestiones de origen son los problemas más comunes que dan lugar a lo que llamamos
“el estilo de vida de solteros casados” -parejas casadas pero 2 haciendo cosas por separado. A
menudo, este único estilo de vida casada comienza inocentemente, pero con el tiempo crea una
separación entre la pareja y que se alejan.
Nuestro programa estudia las cuatro etapas del matrimonio -el romance, la desilusión, la
miseria y la alegría. La mayoría de las parejas se atascan entre las etapas de la desilusión y la
miseria. Es en la etapa de la miseria que muchos tiran la toalla. Nuestro objetivo es dotar a las
parejas con las herramientas y técnicas para llegar a la etapa de la alegría del matrimonio – donde el
énfasis está en los Estados Unidos en comparación con el ME o que la actitud que se encuentra en la
vida de pareja sola. Explicamos que el amor es una decisión, no un sentimiento; como es la
confianza y el perdón. También animamos perdón establecer el partido herido libre. Utilizamos la
Parábola del Hijo Pródigo para demostrar que así como el Padre perdonó a su Hijo, nosotros también
podemos perdonarnos a nosotros mismos y unos a otros las heridas del pasado – que podamos volver
a la casa del Padre – la iglesia y nuestros hogares. Podemos ser el Padre que perdona, por tomar la
decisión de perdonar. También podemos ser el Hijo perdonó, al recibir el perdón ofrecido por
nuestro cónyuge herido.
Los niños se ven muy afectados por un matrimonio infeliz. Tenemos unos maestros en
nuestro equipo – que a menudo comparten el dolor y la herida se muestra en los hijos de matrimonios
separados, divorciados o infelices. Hacemos hincapié en que el mejor regalo que las parejas pueden
dar a sus hijos es decidir a amarse unos a otros; poner primero su matrimonio; y para permanecer
unidos en toda decisión que implique a los niños. Nos inspira cuando recibimos cartas de los niños,
después de que sus padres han completado nuestro programa, y nosotros agradecemos su nueva
mamá y papá.
Nos hemos encontrado con parejas que se volvieron a casar y se sienten perdidos o
agraviados porque no son capaces de participar en la Eucaristía. Un ejemplo es el de una pareja que
se casó fuera de la Iglesia Católica. La esposa no era católica y se unió a la RCIA para convertirse.
Como se trataba de su segundo matrimonio, tuvo que solicitar que su primer matrimonio fuese
46
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
anulado. Ella se desilusionó con la Iglesia y el marido y la esposa salió de la parroquia, después de
estar en RCIA por 2 años y no ser capaz de anular el matrimonio.
Si Dios es el que perdona último y pleno de compasión entonces estas parejas deben ser
perdonados por los errores anteriores, sin embargo, creen que se les recuerda constantemente y son
culpable de estas relaciones pasadas o errores por no poder participar en la comunión.
También hemos tenido solicitudes de uniones del mismo sexo o parejas para asistir a
Retrouvaille. Nosotros hablamos con estas parejas y tratamos de mostrar comprensión y compasión
para ellos. Sin embargo, le explicamos que nuestro programa es presentado por un equipo de esposos
y esposas y que nuestras historias y experiencias no se relacionarían con los de un matrimonio del
mismo sexo. También tenemos una lista de consejeros profesionales que ofrecen sus servicios a las
uniones del mismo sexo y se proporciona esta información.
Retrouvaille ha servido a los ciudadanos de Durban, Sudáfrica, durante 15 años, y
comunidades por todo el mundo durante 35 años. Alrededor de 10.000 parejas asisten a nuestros
programas a nivel internacional cada año, alrededor del 90% de ellos logrando alejarse de divorcio,
algunos en la última oportunidad.
Gracias por su tiempo.
_____________________
Sínodo de la familia: una palabra de esperanza
10 de octubre
Ramiro Pellitero
En el sínodo sobre la familia, la primera gran conferencia a cargo del Cardenal Peter Erdo,
relator general (6-X-2014), ha ofrecido orientaciones sobre la base de los trabajos realizados hasta
ahora. Unas orientaciones transidas de luz y de esperanza.
Familia, alegría y anuncio
El tono de su intervención estuvo marcado por dos puntos que subrayó al principio. En
primer lugar, haciéndose eco de la exhortación del Papa Francisco, ha afirmado el cardenal Erdo: “El
objetivo fundamental de la propuesta acerca de la familia debe ser “la alegría del Evangelio”. Y,
según el Concilio Vaticano II, la alegría está vinculada a la esperanza y a la misericordia (cf. GS 1;
ver también Evangelii gaudium, 119, 98). En segundo lugar, la afirmación de que “la familia de hoy
no sólo es objeto de evangelización, sino también sujeto primario en el anuncio de la buena nueva
de Cristo al mundo”; pues “incluso las problemáticas familiares más graves hay que considerarlas
como un ‘signo de los tiempos’, a discernir a la luz del Evangelio: que hay que leer con los ojos y el
corazón de Cristo”.
Siguiendo el orden del documento de trabajo (Instrumentum laboris), el cardenal húngaro
trazó algunas pinceladas sobre el contexto cultural de nuestros días: “Vivimos en una cultura de lo
audiovisual, de los sentimientos, de las experiencias emocionales, de los símbolos”. Junto con esto,
destaca el fuerte individualismo imperante, que lleva a percibir la vida desde el “sentirse bien” o
“estar bien” uno mismo; ante este valor supremo del bienestar momentáneo, los compromisos y las
relaciones sociales aparecen como obstáculos. En la misma perspectiva se entiende el rechazo de las
instituciones, porque se asocian a formalismos, obligaciones y burocracia.
47
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En esta situación, “necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para encontrar los caminos de la
verdad en la caridad, las respuestas que expresen la justicia y al mismo tiempo la misericordia,
porque son inseparables”. Ciertamente –continúa el cardenal relator– no hay que olvidar las
obligaciones que derivan del matrimonio, “pero hay que verlas como exigencias del don, que el
mismo don hace posibles”. Como dice Francisco, lo que más nos debe inquietar santamente es
que tantos cristianos vivan lejos de Jesucristo y de la Iglesia y sin sentido para su vida (cf.
Evangelii gaudium, 49). El Evangelio es alegre noticia que debe ser presentada como luz y remedio.
Con este objetivo, “sin disminuir la verdad, hay que proponerla, poniéndose en el lugar de aquellos
a quienes más ‘les cuesta’ reconocerla como tal y vivirla”. Y para ello nos hace falta la oración.
La familia, escuela de solidaridad y de santidad
Precisamente por el ambiente individualista que nos rodea, la familia debe presentarse como
“auténtica escuela de humanidad, sociabilidad, eclesialidad y santidad”. Como observa el
documento de trabajo, en muchos jóvenes se constata un nuevo deseo de familia. Y es que, señala el
ponente, “la familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi
exclusivamente por las finanzas y la tecnología”.
El desafío educativo que supone la familia pide “firmeza y claridad” –prosigue-, sobre todo
acompañando a los novios prometidos “hacia una clara conciencia de lo que es el matrimonio en el
designio del Creador, como alianza que entre los bautizados tiene siempre la dignidad sacramental”;
y que comporta la misión que tiene la familia, de trasmitir la fe y dar testimonio de ella ante los
demás.
Frente a las dificultades internas y externas que atraviesa la familia, la Iglesia siente la
urgencia de evangelizar a la familia mediante un anuncio que recupere con sencillez lo esencial: el
valor de las relaciones personales, la sensibilidad para con los más pobres, la capacidad para usar
responsablemente de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, respetando la
dignidad de las personas, especialmente las más débiles e indefensas, que pagan el precio más alto de
la soledad y de la marginación.
Ante las situaciones pastorales difíciles, se nos señala que es urgente “permitir a estas
personas sanar sus heridas, curarse y volver a caminar junto a toda la comunidad eclesial”. Además
de subrayar el valor de la indisolubilidad del matrimonio, fundada en el proyecto original del
Creador, y la dignidad sacramental que reviste entre los bautizados (como signo del amor entre
Cristo y la Iglesia), se ve “necesario reflexionar sobre el mejor modo de acompañar a las personas
que se encuentran en dichas situaciones, de modo que no se sientan excluidas de la vida de la
Iglesia”.
Buscar el mejor lenguaje
“Por último –propone el cardenal Erdo– es preciso individuar formas y lenguajes adecuados
para anunciar que todos son y siguen siendo hijos, amados por Dios Padre y por la Iglesia madre”.
A este propósito cabe evocar alguna de las comunicaciones de los Padres sinodales que se
preguntaban, por ejemplo, hasta qué punto expresiones que se usan para calificar determinadas
conductas, como “mentalidad contraceptiva” o “desorden intrínseco”, son las mejores para comenzar
en el intento de atraer fraternalmente a estas personas, heridas por la vida y por su propia conducta;
pues esas palabras –aunque en sí mismas no expresan sino una triste realidad– pueden ser
interpretadas o escuchadas como ataques más o menos personales, o enfoques descalificadores, pues
subrayan lo negativo sin apreciar el dolor que pueden conllevar esas posturas.
48
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
No cambiar la doctrina, sino impulsar la misericordia
La finalidad del Sínodo –el Papa lo ha subrayado repetidamente– no es cambiar la doctrina
sino impulsar la misericordia, puesto que la Iglesia es “el lugar de la misericordia gratuita, donde
todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del
Evangelio” (Evangelii gaudium, 114). Y observa el cardenal que la misericordia es importante para
interpretar adecuadamente cómo debe ser la acción eclesial: “Naturalmente (la misericordia) no
elimina la verdad y no la relativiza, sino que lleva a interpretarla correctamente en el marco de la
jerarquía de las verdades (cf. Unitatis redintegratio 11, Evangelii gaudium, 36-37). No elimina
tampoco la exigencia de justicia”.
Alguien podría contestar a esto: sobre todo es necesario hacer que comprendan los valores
verdaderos del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. El problema es que, por diversas
razones (culturales, morales, etc.) muchas personas no captan esos valores o son incapaces de
captarlos. Es aquí precisamente donde se plantea el desafío que afrontamos hoy: cómo mostrar la
belleza –que se asocia a la verdad y al bien- del proyecto cristiano de la familia.
Hoy se comprueba que muchos matrimonios no son válidos porque han excluido la
indisolubilidad o la apertura a los hijos, y de esta manera también han excluido la fe y la voluntad de
querer hacer lo que hace la Iglesia. Por otra parte, el individualismo, ya citado, lleva a enfocar la
posibilidad de tener hijos o no, según los propios deseos y expectativas, al margen de lo que puede
ser el bien común para la Iglesia y el mundo. Esto, dice el cardenal, se refleja con frecuencia en
verdaderas tragedias familiares, que esconden “una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que
nadie ha sabido escuchar”. Por tanto –insiste– hay que recuperar la dimensión social y eclesial del
matrimonio y de la familia: el sentido de la solidaridad que contrarreste la privatización de los
afectos, la desvinculación de las normas morales y de las instituciones, la fragilidad de los vínculos
familiares y el vaciamiento de su propio sentido.
Educación de la afectividad y de la sexualidad
Si en las sociedades tradicionales la dimensión social del matrimonio podía llevar a un
control comunitario sofocante, es preciso encontrar el término medio, pues la persona es siempre a la
vez persona individual y persona social. Así es, y los novios cristianos han de aprender a quererse de
un modo nuevo, en y desde el amor a Dios y al prójimo. Esto –como dicta la experiencia– requiere
una cuidada educación de la afectividad y de la sexualidad, con la ayuda del testimonio de
muchos matrimonios y familias cristianas. En efecto, y se ha puesto de relieve también en el sínodo:
al tratamiento puritano que regía la consideración sobre la sexualidad en los últimos siglos, le ha
sustituido ahora un ensalzamiento de la sexualidad fuera del matrimonio que dificulta entender con
plenitud la sexualidad matrimonial como un verdadero bien, hasta el punto de que es realmente
camino de santificación.
Hoy, apunta el conferenciante, es preciso tener en cuenta el modo en que estas realidades se
presentan en los medios de comunicación, modo totalmente ajeno a la visión personalista que
caracteriza los textos del Concilio Vaticano II y del magisterio posterior de la Iglesia, incluida la
Humanae vitae, de Pablo VI. Ve necesario asimismo recorrer el camino de la “ley de la
gradualidad”; pues el hombre en cuanto ser histórico “…conoce, ama y cumple el bien moral según
etapas de crecimiento” (Familiaris consortio, n. 34). Esto significa educar y formar en estas
realidades poco a poco, dar tiempo a las personas, para que se hagan cargo de lo que más vale y lo
vayan viviendo.
Grandes líneas para renovar el mensaje del Evangelio sobre la familia
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En definitiva, este es el horizonte del sínodo y sus grandes líneas: horizonte de alegríay de
solidaridad, fuerza atractiva de la auténtica belleza que trae el mensaje del Evangelio, doctrina y
misericordia, novedad en la continuidad de la verdad cristiana, que es plenitud de lo humano y
cuenta con el tiempo y con la historia.
Así sintetiza el cardenal húngaro el desafío del sínodo, y vale la pena recoger el párrafo
entero: “lograr proponer de nuevo al mundo de hoy, en ciertos aspectos tan similar al de los primeros
tiempos de la Iglesia, el atractivo del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia,
subrayando la alegría que dan, pero al mismo tiempo dar respuestas verdaderas e impregnadas de
caridad (cf. Ef 4, 15) a los numerosos problemas que especialmente hoy tocan la existencia de la
familia. Poniendo de relieve que la auténtica libertad moral no consiste en hacer lo que se siente, no
vive sólo de emociones, sino que se realiza solamente adquiriendo el verdadero bien”.
Más en concreto, concluye, “se nos pide ante todo ponernos al lado de nuestros hermanas y
hermanos con el espíritu del buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37): estar atentos a su vida, en
particular estar cerca de aquellos a los que la vida ha ‘herido’ yesperan una palabra de esperanza,
que nosotros sabemos que sólo Cristo puede darnos (cf. Jn 6, 68)”.
Prosigamos en este camino que hacemos juntos (sínodo), de oración y apoyo al Sínodo de la
familia.
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Una primera mirada al Sínodo de la Familia
13 octubre 2014
Ernesto Juliá
religionconfidencial.com
La necesidad de salir al paso y llamar de nuevo la atención sobre el sentido originario de
la familia, fundada en el matrimonio
El Papa ha animado a todos los participantes en esta Asamblea Extraordinaria del Sínodo de
los Obispos a hablar claro, a decir lo que piensan, con toda sencillez.
El Relator General señaló en su primera intervención: “en este Sínodo no se discute sobre las
cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas −inseparable, por otro lado, de las verdades
de Fe− de naturaleza exquisitamente pastoral”, y esto después de haber subrayado que “no se
cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal”.
Afirmación orientadora, sin duda, que sale al paso de varias insinuaciones, y que viene a
decirnos que la Iglesia, preocupada por la realidad de la situación de tantas familias, ve la necesidad
de salir al paso, y llamar de nuevo la atención sobre el sentido originario de la familia, fundada en el
matrimonio, en los planes de Dios; y descubrir los mejores caminos para llevar a cabo una adecuada
labor pastoral que ayude a todos los creyentes a descubrir y gozar de ese “sentido originario”.
Así lo recordó también san Juan Pablo II hace ya 20 años:
“La Iglesia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más
preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que,
conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente; a todo aquel que, en
medio de la incertidumbre de la ansiedad, busca la verdad, y a todo aquel que se ve injustamente
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
impedido para vivir con libertad su propio proyecto familiar. Sosteniendo a los primero, iluminando
a los segundos y ayudando a los demás, la Iglesia ofrece su servicio a todo hombre preocupado por
los destinos del matrimonio y de la familia” (Familiaris Consortio, n. 1).
¿Cómo llevar a cabo esta misión?
Algunos participantes han hablado de que la Iglesia ha de “escuchar el clamor del pueblo, las
tristezas y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo, manteniendo nuestra mirada fija en
Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga”. Y esto es lo que la Iglesia ha hecho a lo largo de los siglos,
desde el comienzo, y ha tenido siempre presente que el Espíritu Santo le llevará a descubrir la
enseñanza de Jesucristo.
¿Qué ocurrió en el concilio de Jerusalén, la primera vez que de forma corporativa la Iglesia
“escuchó el clamor del pueblo”?. Se quitó la carga de la circuncisión vinculada al pueblo judío; y se
les recordó que se “abstuvieran de la carne inmolada a los ídolos, de sangre y de lo ahogado, y de la
fornicación”, indicaciones que, sin duda, supusieron una carga para los cristianos, y que, con la
gracia de Dios, han seguido vigentes hasta hoy, lógicamente adaptadas a los tiempos. El mandato
sobre “la fornicación” sigue siendo el mismo ahora que entonces.
Son muchos los problemas que se plantean a los cristianos para encarnar en su vida la
grandeza y la maravilla de la familia querida por Dios.
Para poder dar un cauce adecuado a la resolución de esas cuestiones, se hace preciso
reverdecer la enseñanza sobre el Sacramento del Matrimonio. Y el ser Sacramento significa que
Jesucristo se compromete a dar la Gracia precisa a los esposos, a los hijos, para resolver todos los
problemas que se puedan presentar, y descubrir y vivir las grandezas del matrimonio, aun en los
momentos más difíciles y duros de la convivencia..
“Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocida o practicada, pero
esto no significa que se ponga en tela de juicio. Esto vale en particular, en lo que se refiere a la
indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados”, comentó el cardenal Peter
Erdo, relator general.
Y con el revivir sacramental del Matrimonio; la necesidad de una pastoral de la familia
marcada por la Misericordia, rectamente entendida.
A una pregunta sobre si se puede interpretar la misericordia como un “hacer excepciones” a
la ley moral, el cardenal Müller señala:
“Esta es la verdadera dimensión de la misericordia de Dios. Dios perdona también un pecado
tan grave como el adulterio; sin embargo, no permite otro matrimonio que pondría en duda un
matrimonio sacramental ya existente, matrimonio que expresa la fidelidad de Dios. Hacer tal
llamamiento a una presunta misericordia absoluta de Dios equivale a un juego de palabras que no
ayuda a aclarar los términos del problema. En realidad, me parece que es un modo de no percibir la
profundidad de la auténtica misericordia divina”.
La Iglesia sabe que muchas veces sus enseñanzas sobre el matrimonio, el divorcio, la
sexualidad humana, la castidad, etc., son difíciles de aceptar, también por algunos que se consideran
sus hijos. Tampoco los que le seguían más de cerca aceptaron la enseñanza de Cristo sobre la
Eucaristía, y le abandonaron. La pastoral matrimonial bien llevada, sin cesiones en puntos centrales
de la doctrina: aceptación de “segundos matrimonios”; comunión de los divorciados que viven
maritalmente, casados o no civilmente; etc.; y vivida con misericordia, será un auténtico mensaje de
libertad y de esperanza para todos, porque va a señalar que existe una salida al vicio y al pecado, y
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
un camino que, vivido con amor profundo, no un simple sentimiento, conduce a la felicidad, en la
fidelidad a Jesucristo.
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Sínodo de la familia: los árboles y el bosque
15 de octubre de 2014
MercatorNet
El sacerdote Cormac Burke, juez en el Tribunal de la Rota desde 1986 a 1999, explica
que el sínodo debería servir para atajar la deficiente formación en la antropología del
matrimonio.
Burke advierte que el divorcio, las nulidades o la anticoncepción tienen un impacto en la
calidad de la vida de familia, pero un impacto negativo. Así que las propuestas para hacerlos más
aceptables irían contra el objetivo del Sínodo que es mejorar la situación de las familias.
En su opinión, los novios de hoy tienden a ver el matrimonio como un mero acuerdo por
objetivos, en el que los dos interesados adecuan sus vidas al entender que es la mejor forma de
conseguir un proyecto de felicidad que, en el fondo, es individual. Así, cuando la unión se deja de
ver como el medio más apropiado para conseguir esos objetivos, no hay por qué mantenerla. De la
misma forma, los hijos son apéndices o medios en la consecución del proyecto: se tienen en la
medida en que colaboran a cumplirlo. En esta visión se nota el contagio por parte de los católicos de
las perspectivas profundamente individualistas que caracterizan el pensamiento moderno.
Para Burke, los cursos prematrimoniales deberían ofrecer contenidos no solo teológicos –
sobre el aspecto sacramental y vocacional del matrimonio– sino también antropológicos, acerca de la
naturaleza de la familia, y específicamente la cristiana: unión, apertura al otro por lo que es, energía
evangelizadora.
Como explica Burke, estos temas podrían dar materia suficiente para todo el Sínodo. Sin
embargo, la Iglesia también tiene el deber de afrontar, a la luz de su fe, los problemas particulares de
cada época: la proliferación de nulidades matrimoniales, la contestación a la doctrina sobre métodos
anticonceptivos, o la situación eclesial de los divorciados. Eso sí, el criterio para discutirlos tendría
que ser que se haga desde la perspectiva de cómo afectan a la salud global de la familia.
Además, estas cuestiones no se refieren a aspectos completamente accidentales, sino a las
bases de la familia: como reconoce el propio Burke, el declive del matrimonio se debe en gran
medida a que se ha olvidado el sentido sagrado de la sexualidad; la contracepción es a la vez causa y
consecuencia en este proceso. En cuanto a las nulidades y divorcios, afectan a otra de las notas
características del matrimonio: la indisolubilidad. Por otra parte, la Iglesia debe mostrarse como
modelo de familia precisamente en que no abandona a los miembros más débiles o desnortados.
Al estudiar, por ejemplo, el papel de los divorciados en la Iglesia, los padres sinodales
deberían enfocar las discusiones a la luz de la doctrina cristiana sobre el divorcio, o sobre el sentido
profundo de vivir en comunión con la Iglesia, y explicarlo con toda su riqueza a los fieles... y a aquel
que lo quiera escuchar.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
‘Soluciones diferentes’ para las familias heridas
15 octubre 2014
Rino Fisichella
vaticaninsider.lastampa.it
Entrevista de Andrea Tornielli
“La Iglesia quiere acoger a todos como una madre y no como un juez”
El arzobispo Rino Fisichella, teólogo y presidente del Pontificio Consejo para la Nueva
Evangelización, plantea en esta entrevista la posibilidad de “soluciones diferentes” para las familias
heridas y recuerda que la Iglesia quiere acoger a todos “como una madre y no como un juez”.
¿Cambiará la doctrina sobre el matrimonio?
No he escuchado ninguna intervención que haya puesto en duda la doctrina sobre la
indisolubilidad. La preocupación es pastoral: cómo dar el signo de la acogida y no excluir a nadie,
permaneciendo en la enseñanza de Cristo, en un mundo en el que hay un gran abismo entre la
propuesta cultural de la mayoría y la propuesta cristiana sobre la familia.
Hay quienes han invitado a reconocer los aspectos positivos del matrimonio civil…
La doctrina debe desarrollarse y profundizarse, sin que sea alterada. Sobre el tema de la
consciencia y de la libertad religiosa, el Concilio Vaticano II hizo que la Iglesia diera un salto hacia
adelante. El matrimonio civil no es la convivencia, son dos realidades diferentes. Del Sínodo surge
un método de debate: que nadie de nosotros pretenda tener la verdad en el bolsillo, sino, como
enseñaba Juan Pablo II, la verdad alcanzada es siempre una etapa que impulsa a ir más allá.
¿Admitiría, en ciertos casos, a los divorciados que se han vuelto a casar a la Eucaristía?
Me da miedo caer en la casuística. Pero, hoy en día, ¿quién puede afirmar que en su círculo
familiar no hay casos de convivencia o de divorcio? Desgraciadamente vivimos sumergidos en una
situación en la que la hermosura del matrimonio ha sido herida. Se ha acentuado demasiado la
dimensión canonista del matrimonio, por lo tanto legal, cayendo, a veces, en el legalismo. Recuperar
la dimensión sacramental podría ayudar a identificar soluciones diferentes, incluso en continuidad
con la doctrina original. Y aquí volvemos al primado de la consciencia, sobre la que nadie puede
intervenir. Es evidente, debe ser una consciencia iluminada por la Palabra de Dios, que se somete al
discernimiento y acepta la obediencia de un camino.
¿Cómo conjugar, entonces, la doctrina y la atención a ciertas situaciones?
Tendría una idea para salir del “impasse”. Hay ejemplos en el Nuevo Testamento que no he
visto citados. Jesús dice que los pecados en contra del Hijo del Hombre serán perdonados. Creo que
se trata de los pecados de ignorancia, deberíamos comprender cuáles son estos pecados cometidos
sin darse cuenta. Y también está San Pablo: había ordenado expulsar de la comunidad a una persona
que vivía en incesto, pecado gravísimo. Pero después, en la Segunda Carta a los Corintios, vuelve
sobre el caso y dice: ustedes deben acogerle nuevamente, para que no sucumba bajo el peso de la
tristeza y para que no nos abrume Satanás. ¿Cómo hacer para que no nos abrume Satanás, que es
quien nos divide? No sabemos cómo haya sido la vida de este hombre después, pero Pablo dice que
la comunidad debe «consolar». Esta puede ser una orientación para conjugar los principios y la vida
concreta de las comunidades.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
¿Hay un problema para acoger a los divorciados que se han vuelto a casar?
Hay formas de discriminación insensata. ¿Por qué los divorciados que se han vuelto a casar y
que frecuentan la comunidad no deberían tener la oportunidad de enseñar en una escuela católica?
¿Qué le parece la iniciativa del Ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, en
relación con los matrimonios entre personas del mismo sexo?
Si cada uno se comporta como le parece más oportuno, es inútil hacer leyes; creo que el
ministro actuó en el ámbito de sus competencias. El Parlamento, con sabiduría, deberá discutir. Que
todos sean capaces de escuchar las razones de los demás y que no se creen situaciones de
discriminación para nadie.
En el Sínodo una pareja habló sobre la acogida de los hijos homosexuales…
He hablado con familias que viven estas situaciones. Trato de explicar que la Iglesia no puede
reconocer un matrimonio entre personas del mismo sexo, pero acoge a todos como una madre y no
como un juez.
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Actitudes para ayudar a las familias
17 octubre 2014
Ramiro Pellitero
iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
Sínodo de los Obispos sobre la Familia: El contexto y los desafíos de la familia - Mirar la
actitud de Jesús para saber cómo deben ser nuestras actitudes - Cómo ayudar a las familias Lo que ha querido destacar, hasta ahora, el sínodo
El lunes 13 de octubre ha tenido lugar la segunda conferencia del Cardenal Peter Erdo en el
Sínodo de la familia, recogiendo los puntos más sobresalientes de las intervenciones de la primera
semana. Se propone −ha dicho− que escuchemos al mismo tiempo los signos de Dios y los de
nuestro contexto histórico, para acertar en el modo de anunciar el mensaje cristiano sobre la familia.
La conferencia comienza aludiendo al “deseo de familia” que, a pesar de las dificultades
actuales, permanece vivo especialmente entre los jóvenes (cf. Documento de trabajo, n. 45). En el
discernimiento espiritual y pastoral el ponente ha distinguido como tres etapas: la “escucha” de los
desafíos culturales y pastorales; la “mirada” a las actitudes de Jesús; el “encuentro” con Jesús para
discernir el modo mejor de ayudar a las familias. Cabría decir que estas tres palabras pueden verse en
correspondencia con las tres etapas del discernimiento eclesial, que en su versión más conocida se
han denominado: ver, juzgar y actuar.
El contexto y los desafíos de la familia
1. En primer lugar, la escucha o la mirada a la realidad −entiéndase, desde la perspectiva
de la razón y de la fe− comienza por examinar el contexto y los desafíos de la familia. La situación
actual pide ser capaz de asumir “las formas positivas de la libertad individual”, pero sin caer en el
individualismo que considera “a cada componente de la familia como una isla, haciendo prevalecer,
en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus propios deseos tomados como un
absoluto”.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta los desafíos del momento: desafíos
socioeconómicos, asociados a la precariedad familiar, y desafíos culturales y religiosos:
costumbres como la poligamia, el “matrimonio por etapas”, los matrimonios combinados, o
problemas causados por los matrimonios mixtos, o la praxis de convivencias no orientadas al
matrimonio, situaciones de violencia y de guerra, con las dificultades que todo ello acarrea
especialmente para los más débiles: los niños y las mujeres.
Entre estos desafíos destaca la importancia de la vida afectiva. Junto con el deseo
generalizado, ya referido, hoy la persona siente mayor necesidad de cuidarse y conocerse, y de
mejorar sus relaciones afectivas. Esto −continúa el relator− tiene como riesgos un egoísmo
individualista, una afectividad “narcisista, inestable y mudable” que lleva a la inmadurez personal y
de pareja, que deteriora a la familia, junto con la disminución demográfica que hace peligrar la
economía y la esperanza.
Esta situación determina los desafíos pastorales. En este tiempo marcado por el
individualismo y el hedonismo, es necesario, de un lado, “partir de la convicción de que el hombre
viene de Dios y que, por lo tanto, una reflexión capaz de proponer las grandes cuestiones sobre el
significado del ser hombres, puede encontrar un terreno fértil en las expectativas más profundas de la
humanidad”. Al mismo tiempo, “es necesario aceptar a las personas con su existencia concreta, saber
sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la voluntad de sentirse plenamente parte de la
Iglesia, incluso de quien ha experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más
desesperadas”.
“Esto −observa el cardenal Erdo− exige que la doctrina de la fe, que siempre se debe hacer
conocer en sus contenidos fundamentales, vaya propuesta junto a la misericordia”. En esta
conclusión de la primera parte encontramos lo que el entonces cardenal Joseph Ratzinger llamó
“fórmula fundamental de la existencia cristiana”: “hacer la verdad en la caridad” (Ef 4, 15) (cf.
Homilía en la misa pro eligiendo pontifice, 8-IV-2005); y después, ya como Benedicto XVI, calificó
como “centro vital de la cultura católica” (Discurso en la Universidad del Sacro Cuore, 25-XI2005).
Mirar la actitud de Jesús para saber cómo deben ser nuestras actitudes
2. En una segunda parte se nos invita a preguntarnos cuál ha sido la actitud de Jesús: “Jesús
ha mirado a las mujeres y a los hombres que ha encontrado con amor y ternura, acompañando sus
pasos con paciencia y misericordia, al anunciarles las exigencias del Reino de Dios”.
En este punto se enuncia otro importante principio: según la pedagogía divina, el orden de la
naturaleza (o de la creación) se abre al orden de la gracia (o de la redención) poco a poco,
gradualmente (cf. Familiaris consortio, 34), conjugando la continuidad con la novedad, y contando
con la cruz de Cristo.
Desde aquí es preciso preguntarse cómo ayudar a los cónyuges que ven el fracaso de su
matrimonio. Y aquí aparece un tercer criterio luminoso: así como el Concilio Vaticano II reconoció
que fuera de los límites visibles de la Iglesia se encuentran diversos “elementos de santificación y
verdad” (LG, 8), también en las formas imperfectas de matrimonio (concretamente en los
matrimonios civiles y las convivencias orientadas a un futuro matrimonio) deberían reconocerse
elementos positivos orientados hacia la Iglesia. Y lo mismo podría decirse de ciertos elementos
presentes en las otras religiones o culturas.
De este modo la Iglesia, mientras ve resplandecer el testimonio de tantas familias que viven
con coherencia la fidelidad matrimonial y sus frutos de auténtica santidad cotidiana, se dispone a
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
ayudar a los que aún no viven plenamente su vocación matrimonial, pero tienen algunos valores
positivos sobre los que apoyarse.
Cómo ayudar a las familias
3. La tercera parte desarrolla el modo de la acción pastoral o formativa. “El anuncio del
Evangelio de la familia constituye una urgencia para la nueva evangelización”. ¿Cómo hacerlo?
Ante todo con el testimonio de las familias que están llamadas a ser sujetos activos de la
evangelización; con la primacía de la gracia de Dios, que nos libra de todo pecado, vacío y
aislamiento; sin olvidarse de la cruz (es decir del esfuerzo, del sacrificio, de no ser a veces bien
comprendidos).
Por nuestra parte, la atención a las familias requiere de cada uno y de todos una “conversión
misionera”, no detenerse −dice el cardenal− en un anuncio meramente teórico y desconectado de los
problemas reales de las personas. Las crisis de la familia tienen que ver con las crisis de fe y por
tanto hay que fortalecer la fe −mediante la formación bíblica y teológica, el diálogo y la
auténtica experiencia religiosa−, evocando el ejemplo de los primeros cristianos. También son
importantes el lenguaje y la actitud con que nos presentamos, proponiendo valores que respondan a
las necesidades de las familias.
Etapas importantes en la atención a las familias son: la preparación al matrimonio (que
debe hacerse fomentando la participación en la oración, en los sacramentos y en la vida eclesial, y en
la solidaridad, con la ayuda del testimonio de las mismas familias) y los primeros años de la vida
matrimonial (asimismo con ayuda de parejas con experiencia que les ayuden a estar abiertos a tener
hijos, a crecer en la vida espiritual y a participar en la evangelización).
Respecto a las uniones de hecho, se apunta que tienen diversas raíces, según países: la
mentalidad contraria al compromiso definitivo, la precariedad laboral e incluso la miseria material.
Pero incluso “en dichas uniones es posible encontrar valores familiares auténticos o, al menos, el
deseo de ellos”; de modo que debe partirse siempre de los aspectos positivos, con paciencia y
delicadeza.
En cuanto a las “familias heridas” (separados, divorciados no vueltos o vueltos a casar), el
sínodo propone que se les debe ayudar a “vivir la fidelidad al Evangelio de la familia haciéndose
cargo misericordiosamente de todas las situaciones de fragilidad”. Para ello todos debemos aprender
las actitudes correspondientes a la compasión que al mismo tiempo sane, libere y alienta a
madurar en la vida cristiana (cf. Evangelii gaudium, 169). Hay que cuidar especialmente las
necesidades de los hijos, que no pueden ser meros “objetos” y víctimas de los traumas que les
pueden ocasionar las dificultades familiares. Los procesos de nulidad podrían ser agilizados bajo la
supervisión del obispo de cada lugar. Sobre la administración de los sacramentos habrá que ver los
casos en que sea posible, “según una ley de gradualidad, que tenga presente la distinción entre estado
de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes”, y seguir adelante con la profundización
teológica en estas cuestiones en busca de los mejores caminos compatibles con la doctrina de la
Iglesia.
En lo que afecta a los homosexuales, se propone que se valoren los dones y cualidades que
pueden ofrecer a la comunidad cristiana. Se les debe acoger con espíritu de fraternidad, sin
comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio (y, por tanto, sin equiparar las
uniones entre personas del mismo sexo con el matrimonio entre un hombre y una mujer). Quizá
podría haberse dicho −no cabe decir todo en un documento de trabajo, como base para debates
posteriores como el que tuvo lugar al día siguiente− que otro peligro hoy bien real es el de
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
difundir las prácticas homosexuales entre los jóvenes. “Tampoco es aceptable −esto sí lo añade el
texto− que se quieran ejercer presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos
internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas en la
ideología de género”.
Finalmente, “sin negar la problemática moral relacionada con las uniones homosexuales, se
toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un
valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los
niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que siempre se deben poner en primer lugar
las exigencias y derechos de los niños”.
Lo que ha querido destacar, hasta ahora, el sínodo
Verdad con caridad. Gradualidad que imita la pedagogía divina de la salvación. Valor de
ciertos elementos positivos como punto de partida para una vida matrimonial y familiar plenamente
cristiana. Conversión misionera, ante todo por nuestra parte, con especial atención a la gracia de Dios
(oración y sacramentos), al testimonio, al lenguaje y a las actitudes con que nos acercamos a las
familias para ayudarlas. Estos son los puntos más significativos que se han querido destacar en la
primera semana de trabajo del sínodo.
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Cómo vivir con entusiasmo la vida familiar
17 octubre 2014
Patricia Navas González
aleteia.org
Evita ser un ‘melón’, un ‘cenizo’ y un ‘merluzo’ para dar la mejor versión de ti mismo
en el hogar, aconseja el coach Victor Küppers
Todo el mundo quiere tener una vida familiar plena, entusiasta, feliz, pero ¿cómo lograrlo?
“El estado natural de una persona sana es sonreír, ser amable, ser feliz, y cuando uno nota un
desánimo crónico tiene que reaccionar; cuando la madre o la pareja está desanimada, es grave,
todos merecemos estar contentos, que la gente esté contenta”, afirmó el coach Victor Küppers
este martes en Andorra la Vella.
En una conferencia sobre la gestión del entusiasmo en la familia, el comunicador destacó,
siguiendo una de las típicas bases del coaching, que lo primero es saber dónde estamos, y para
Küpeers está claro: “Tenemos prisa y la contagiamos a los demás, todo el mundo va pegado al
teléfono móvil, crecen las ventas de psicofármacos, vamos con pastillas hasta arriba,…
¡estamos muy tarados!”, diagnosticó.
Con un extraordinario sentido del humor, este profesor de la Universidad Internacional de
Cataluña cuestionó a los asistentes, en su mayoría padres y madres de familia: “Vas conduciendo y si
te atreves permanecer con el coche parado unos segundos cuando el semáforo que se pone verde, te
insultan, y tú les pides perdón: ¿es normal?”
Küppers prosiguió su exposición afirmando que “cuando uno está tarado hay que hacer algo,
no te puedes conformar, por uno mismo y por tu familia”.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En su opinión, cuando uno nota el desánimo, no en un momento puntual, sino como
tónica general, tiene que reaccionar, y en ese punto entra la actitud.
“Cada uno tiene el estado de ánimo que quiere, no el que se merece, hay que cuidarlo y
trabajarlo, por uno mismo y por la familia −afirmó−. El problema es que cuando el entorno es tan
complicado, hay que buscar recursos”.
Centrándose en el ámbito familiar, señaló: “Un entorno que tiende al desánimo hace que uno
pierda lo mejor que tiene, rápidamente uno pasa de ser estratosférico a ser mediocre: de ser una
madre espectacular a ser una madre normal, de ser una pareja brutal a ser correcta,
profesional”.
En este sentido, ofreció tres antítesis para explicar cómo vivir con entusiasmo en el hogar, o
con sus palabras, “tener una familia chutada”:
1. Ser un melón: ir con cabeza por la vida, no con el piloto automático todo el día. “Hay
gente que vive pasando días: nacen, crecen, discuten y mueren”, dijo, pero “lo más importante en tu
vida es que lo más importante sea lo más importante, y lo más importante son las personas”. En un
entorno familiar esto se traduce en dedicar más tiempo y ofrecer más amor, subrayó.
2. Ser un cenizo: La alegría es genética pero también se trabaja, se desarrolla, se aprende,
aseguró. “Con tu pareja, ¿te ríes o no te ríes?, ¿te escuchas o no te escuchas?”, preguntó. Y añadió:
“Hay que dejar los problemas fuera, guardar para dentro la mejor versión de uno mismo, y hay que
buscar mecanismos para descomprimirse, buscar la manera de llegar a casa bien. Tenemos a veces
una o dos horas para estar con los niños ¿y voy a estar de mal humor?” “Si uno quiere tener una casa
alegre tiene que hacer algo. Hay gente que en su casa se lo pasa pipa y gente que su casa es un
martirio. Y esto se aprende, hay cursos por ejemplo”, señaló sin referirse explícitamente a los Cursos
de Orientación Familiar del FERT que se promocionaban a la salida de la sala de la conferencia.
3. Ser un merluzo: apagar la tv, dialogar, escuchar. “Para que haya comunicación hay que
hacer un esfuerzo −advirtió−. Muchos padres han dimitido como padres, y la comunicación va en el
cargo de padres. Hay que tener paciencia y escuchar, no tanto porque te importe lo que te diga la
persona, sino porque te importa esa persona”.
Küpper concluyó recordando que “no podemos cambiar las circunstancias pero podemos
elegir la actitud”.
“Lo que separa a las personas grandes de las mediocres es tu manera de jugar, y eso depende
de ti, es tu elección, tu responsabilidad, en cada instante eliges −destacó−. Nuestra responsabilidad
es hacer de nuestra vida una obra de arte. Y que cuando al final san Pedro vea la obra de arte,
sólo pueda decir tres palabras: ole, ole y ole”.
______________________
La primera Relatio era una auténtica vergüenza
«Someter a votación la verdad divina y la Palabra de Dios es indigno»
Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en
Astana (Kazajistán)
(PCH24/InfoCatólica)
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En una entrevista concedida a Izabella Parowicz del portal PCH24, Polonia Christiana, Mons.
Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán),
analiza la situación de la Iglesia tras el reciente sínodo sobre la familia y el debate sobre la
posibilidad de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar. El prelado asegura que en el sínodo
hubo una clara manipulación por parte de algunos prelados y alaba la labor de periodistas y
blogueros católicos que «se comportaban como buenos soldados de Cristo y alertaban de la agenda
clerical que buscaba socavar la doctrina perenne de Nuestro Señor»
Ofrecemos amplios extractos según los temas tratados:
Sínodo
«Durante el Sínodo, hubo momentos de evidente manipulación por parte de algunos
clérigos con puestos clave en la estructura editorial y rectora del Sínodo. El informe provisional
(Relatio post disceptationem) era claramente un texto prefabricado […] En las secciones sobre
homosexualidad, sexualidad y los «divorciados vueltos a casar», el texto representa una ideología
neopagana radical. […] Gracias a Dios y a las plegarias de los fieles de todo el mundo, un número
considerable de padres Sinodales rechazaron decididamente esa agenda. Es una agenda que refleja la
moralidad general corrupta y pagana de nuestra época, que está siendo impuesta mundialmente
mediante la presión política y a través de los casi todopoderosos medios de comunicación oficiales,
leales a los principios de la ideología mundial de género. Este documento sinodal, aunque sólo
fuera provisional, constituye una auténtica vergüenza y una indicación de la medida en que el
espíritu del mundo anticristiano ha invadido niveles importantes de la vida de la Iglesia. […] Por
fortuna, el Mensaje de los Padres Sinodales es un documento verdaderamente católico, que
esboza la verdad divina sobre la familia sin silenciar las raíces profundas de los problemas, es decir,
la realidad del pecado. Ofrece ánimo y consuelo auténticos a las familias católicas».
Mandamiento divino irrevocable
«Un mandamiento divino, el sexto mandamiento, y la indisolubilidad absoluta del
matrimonio sacramental, una regla de derecho divino, significan que los que se encuentran en estado
de pecado grave no pueden ser admitidos a la Sagrada Comunión. Esto lo enseña San Pablo en su
carta inspirada por el Espíritu Santo (1Co 11,27-30) y no puede someterse a voto, igual que la
divinidad de Cristo nunca se sometería a voto. Una persona que sigue estando unida por el vínculo
indisoluble del matrimonio sacramental y que, a pesar de ello, vive en cohabitación estable con otra
persona, por precepto divino no puede ser admitida a la Sagrada Comunión. Hacer lo contrario sería
una declaración pública por parte de la Iglesia, legitimando perversamente la negación de la
indisolubilidad del matrimonio cristiano y, al mismo tiempo, aboliendo el sexto mandamiento de la
Ley de Dios: No cometerás adulterio. Ninguna institución humana, ni siquiera el Papa o un Concilio
Ecuménico, tiene la autoridad y la competencia para anular, ni siquiera de forma ligera o indirecta,
uno de los diez mandamientos o las palabras divinas de Cristo: Lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre (Mt 19,6)
Es indigno someter a votación la verdad divina
«El intento de someter a votación la verdad divina y la Palabra de Dios es indigno de los
que, como representantes del Magisterio, deben transmitir celosamente, como siervos buenos y fieles
(cf. Mt 24, 45) el depósito divino. Al admitir a los «divorciados vueltos a casar» a la Sagrada
Comunión, esos obispos establecen una nueva tradición por su propia voluntad y vulnerando
con ello el mandamiento de Dios, como Cristo reprochaba a los fariseos y a los escribas (cf. Mt
15,3). Y lo que es peor es el hecho de que esos obispos intentan legitimar su infidelidad a la Palabra
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
de Cristo mediante argumentos como la «necesidad pastoral», la «misericordia», la «apertura al
Espíritu Santo». No tienen reparo ni escrúpulo en pervertir de forma gnóstica el verdadero
significado de esas palabras, denostando a los que se oponen a ellos y defienden el inmutable
mandato divino y la verdadera Tradición como rígidos, escrupulosos o tradicionalistas».
Confusión doctrina entre sacerdotes y fieles
«Sólo aumentará la confusión doctrinal entre los sacerdotes y los fieles, al quedar en el aire
que los mandamientos divinos, la Palabra de Cristo y la enseñanza del Apóstol Pablo están al albur
de las decisiones humanas. […] Debemos creer firmemente que Dios disipará los planes de engaño,
infidelidad y traición. Cristo maneja infaliblemente el timón de la barca de su Iglesia en medio de tal
tormenta. Creemos y confiamos en el que dirige la Iglesia, Nuestro Señor Jesucristo, que es la
Verdad».
Cristo purifica la fe a través de la prueba
«En este tiempo extraordinariamente difícil, Cristo está purificando nuestra fe católica, de
modo que, a través de la prueba, la Iglesia brille aún más y sea realmente luz y sal para un mundo
neopagano insípido, gracias a la fidelidad y a la fe simple y pura en primer lugar de los fieles, de los
pequeños de la Iglesia, de la «ecclesia docta» (la Iglesia que aprende), que en nuestros días
fortalecerá a la «ecclesia docens» (la Iglesia que enseña, es decir, el Magisterio), de forma similar a
lo que ya ocurrió en el siglo IV»
Anima a los católicos a ser fieles al Catecismo
«Tenemos que animar a los católicos ordinarios a que sean fieles al Catecismo que han
recibido, a que sean fieles a las claras palabras de Cristo en el Evangelio, a que sean fieles a la fe que
sus padres y antepasados les transmitieron. Tenemos que organizar grupos de estudios y conferencias
sobre la doctrina perenne de la Iglesia sobre el matrimonio y la castidad, invitando especialmente a
los jóvenes y a las parejas casadas. Tenemos que mostrar la auténtica belleza de una vida en castidad,
la auténtica belleza del matrimonio y la familia cristianos, el gran valor de la cruz y del sacrificio en
nuestras vidas. Tenemos que presentar más ejemplos de los santos y de personas ejemplares que,
a pesar de que sufrían las mismas tentaciones de la carne, la misma hostilidad y burlas del
mundo pagano, con la gracia de Cristo tuvieron una vida feliz en castidad, en un matrimonio
cristiano y en una familia».
Formar grupos de ayuda para la conversión y la santidad
«La fe, la fe católica y apostólica pura e íntegra, vencerá al mundo (cf. 1Jn 5,4). Tenemos
que crear y promover grupos juveniles con el corazón puro, grupos de familias, grupos de esposos
católicos, fieles a sus votos matrimoniales. Tenemos que organizar grupos que ayuden a las
familias moral y materialmente rotas, grupos que asistan con su oración y buenos consejos a las
parejas separadas, grupos y personas que ayuden a los «divorciados vueltos a casar» a comenzar
una conversión seria, reconociendo con humildad su situación pecaminosa y abandonando con la
gracia de Dios los pecados que vulneran el mandamiento de Dios y la santidad del sacramento del
matrimonio. Tenemos que crear grupos que ayuden cuidadosamente a las personas con
tendencias homosexuales a emprender el camino de la conversión cristiana, el camino feliz y
hermoso de una vida casta, y en un momento dado les ofrezcan discretamente un remedio
psicológico. Tenemos que mostrar y predicar a nuestros contemporáneos, en el mundo neopagano, la
Buena Noticia liberadora de la enseñanza de Cristo: que los mandatos de Dios y el sexto
mandamiento en particular son sabios y hermosos: La Ley del Señor es perfecta y es descanso del
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
alma: el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón. La norma del Señor es límpida y da luz a los ojos (Sal 19(18),7-8)».
La Iglesia en Polonia defendió la verdad en el Sínodo
«Es un honor para el catolicismo polaco que el Presidente del episcopado, Su Excelencia
el Arzobispo Gądecki, haya defendido con claridad y valor la verdad de Cristo sobre el
matrimonio y la sexualidad humana, mostrándose como un verdadero hijo espiritual de San Juan
Pablo II. El cardenal George Pell habló muy adecuadamente de la agenda progresista sobre la
sexualidad y la supuesta motivación misericordiosa y pastoral para dar la Sagrada comunión a los
«divorciados vueltos a casar» durante el Sínodo, diciendo que sólo es la punta del iceberg y una
especie de caballo de Troya en la Iglesia».
Periodista y blogueros católicos, soldados de Cristo
«Que en el mismo seno de la Iglesia hay personas que socavan la enseñanza de Nuestro
Señor se hizo evidente ante el mundo entero gracias al Internet y al trabajo de algunos
periodistas católicos que no permanecieron impasibles ante lo que estaba ocurriendo con el tesoro de
la fe católica. Me alegró comprobar que algunos periodistas católicos y blogueros de Internet se
comportaban como buenos soldados de Cristo y alertaban de la agenda clerical que buscaba
socavar la doctrina perenne de Nuestro Señor. Los cardenales, obispos, sacerdotes, familias católicas
y jóvenes católicos tienen que decirse: me niego a ajustarme al espíritu neopagano de este
mundo, aunque sean obispos y sacerdotes los que lo difundan; no aceptaré su uso falaz y
perverso de la misericordia divina y del «nuevo Pentecostés»; me niego a ofrecer granos de
incienso ante la estatua del ídolo de la ideología de género, ante el ídolo de los segundos
matrimonios, de la cohabitación; aunque mi obispo lo haga, yo no lo haré; con la gracia de Dios,
elegiré sufrir en lugar de traicionar la verdad plena de Cristo sobre la sexualidad humana y el
matrimonio».
Obispos y cardenales que ofrecen incienso a ídolos neopaganos
«Es el testimonio lo que convencerá al mundo, no los maestros, como dijo el Beato Pablo VI
en Evangelii nuntiandi. La Iglesia y el mundo necesitan urgentemente testigos intrépidos y francos
de la verdad plena de los mandamientos y de la voluntad de Dios, de la verdad plena de las palabras
de Cristo sobre el matrimonio. Los fariseos y escribas clericales modernos, esos obispos y
cardenales que ofrecen granos de incienso ante los ídolos neopaganos de la ideología de género
y la cohabitación, no convencerán a nadie para que crean en Cristo y ofrezcan sus vidas por Cristo.
San Juan Pablo II, el Papa de la familia
Veritas Domini manet in aeternum (Sal 116, la verdad del Señor permanece para siempre) y
Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,8) y la Verdad os hará libres (Jn 8,32). Esta última
frase era una de las citas bíblicas favoritas de San Juan Pablo II, el papa de la familia. Podemos
añadir que la verdad divina revelada e inmutable sobre la sexualidad humana y el matrimonio que se
nos ha transmitido proporcionará auténtica libertad a las almas dentro y fuera de la Iglesia. En medio
de la crisis de la Iglesia y del mal ejemplo moral y doctrinal de algunos obispos de su tiempo, San
Agustín consolaba a los fieles sencillos con estas palabras: «Seamos como seamos los obispos,
vosotros estáis a salvo, porque tenéis a Dios como Padre y a su Iglesia como Madre « (Contra
litteras Petiliani III, 9, 10)».
Biografía de Mons. Schneider
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Anton Schneider nació en Tokmok, (Kirghiz, Antigua Unión Soviética). En 1973, poco
después de recibir su primera comunión en la mano del Beato Oleksa Zaryckyj, presbítero y
mártir, marchó con su familia a Alemania. Cuando se unió a los Canónigos Regulares de la Santa
Cruz de Coimbra, una orden religiosa católica, adoptó el nombre de Athanasius (Atanasio). Fue
ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1990. A partir de 1999, enseñó Patrología en el seminario
María, Madre de la Iglesia en Karaganda.
El 2 de junio de 2006 fue consagrado obispo en el Altar de la Cátedra de San Pedro en el
Vaticano por el Cardenal Angelo Sodano. En 2011 fue destinado como obispo auxiliar de la
Archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán), que cuenta con cerca de cien mil católicos
de una población total de cuatro millones de habitantes. Mons. Athanasius Schneider es el actual
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Kazajistán.
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«Si no somos fieles a Cristo en su enseñanza sobre el matrimonio, no sé cómo la gente
podrá confiar en nosotros»
Cardenal Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica
Entrevistado por CNSNews/InfoCatólica
En una entrevista concedida al periodista católico Terence P. Jeffrey, de CNSNews, el
cardenal Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, ha abordado de nuevo la polémica
causada por el debate sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar y la doctrina
católica sobre la homosexualidad. El purpurado cree que la Iglesia «necesita desesperadamente una
exposición muy clara sobre el matrimonio y el divorcio» y la «inmoralidad de una unión sexual entre
personas del mismo sexo».
Texto completo de la entrevista al cardenal Burke:
Eminencia, Permanecer en La verdad de Cristo incluye un capítulo inicial analizando la
base escriturística del matrimonio, que fue escrito por el padre Paul Mankowski, S.J.
Permítame darle un par de citas bíblicas tomadas de la Nueva Biblia Americana destacadas
por la Conferencia Episcopal Estadounidense.
Génesis 2, 24 dice: «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer
y se hacen una sola carne».
Marcos, capítulo 10 dice: «Los fariseos se acercaron y le preguntaron: ¿le es lícito al
hombre divorciarse de su mujer? Lo estaban probando.
Les respondió: ¿qué os mandó Moisés? Ellos contestaron: Moisés permitió redactar el
acta de divorcio y repudiarla.
Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestros corazones se os ha dado este
mandamiento, pero desde el principio de la creación «Dios los hizo hombre y mujer, por esta
razón, el hombre debe dejar a su padre y a su madre y se une a su mujer y así serán una sola
carne». Así que lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe».
En la casa los discípulos de nuevo le preguntaron acerca de esto. Él les dijo «quien se
divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella; y si ella se divorcia de su
marido y se casa con otro, comete adulterio».
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Quiero preguntarle, Eminencia, una pregunta muy básica. ¿Estaba Jesús en lo correcto
acerca del matrimonio?
Absolutamente. Su misión salvadora para restaurar nuestra comunión con Dios Padre -esa
comunión que ha sido rota por el pecado de Adán y Eva- tiene como uno de sus aspectos
fundamentales la restauración de la verdad del matrimonio y la fidelidad a esa verdad en la vida del
marido y la esposa.
Y así Nuestro Señor, en su enseñanza, hace referencia a la creación misma, en otras palabras,
al orden que Dios ha puesto en el mundo y en el corazón humano, por el que un hombre y una mujer
son atraídos el uno hacia el otro para formar una unión de por vida, fiel y procreadora, que Nuestro
Señor dejó muy claro que ésta es la verdad acerca del matrimonio, que no hay otra verdad acerca del
matrimonio, que ésta es la verdad completa.
Y era tan clara que los discípulos le preguntaban acerca de ella porque ellos estaban
pasmados. Dijeron: bueno, quizás es mejor no casarse. Y Nuestro Señor dejó claro que Dios Padre da
la gracia a aquellos que están llamados a casarse para vivir este maravilloso sacramento y vivir el
misterio que refleja de una manera muy particular el amor dentro de la Trinidad, que también es fiel,
duradero y fecundo.
Así que vemos que en la obra Salvífica de nuestro Señor, uno de los más importantes
aspectos fue restaurar el matrimonio a su verdad.
Dado que fue Jesucristo mismo quien nos enseñó lo que es el matrimonio, ¿puede
cualquier sacerdote u obispo cambiar lo que Jesús ha declarado acerca del matrimonio?
No, absolutamente no. Los sacerdotes y obispos están llamados a ser fieles a la verdad.
Nuestro oficio es enseñar esta verdad y ayudar a los fieles a vivirla, pero nunca podemos, incluso
bajo una supuesta aproximación pastoral, ya sea alterar o negar la verdad acerca del matrimonio.
¿Puede el Papa mismo cambiar la naturaleza del matrimonio, teniendo en cuenta lo que
dijo Cristo?
No, no está en su poder, y está muy claro en la enseñanza de la Iglesia que si un matrimonio
ha sido válidamente celebrado y consumado no puede ser separado. No puede terminarse por nada
excepto por la misma muerte.
¿Y la institución del matrimonio y la manera en que es reconocida por la Iglesia puede
ser cambiada por cualquier obispo o cualquier papa?
No. No porque la Iglesia en este asunto sigue tanto la ley natural como la ley divinamente
revelada. Como ha señalado, estas palabras de Jesús en el evangelio de Mateo, y no hay ningún
estudiante respetable de Escritura que cuestione que estas mismas palabras de Nuestro Señor y el
texto de la Escritura dejan claro lo que Nuestro Señor parece estar diciendo, más aún, él lo está
diciendo porque sus propios discípulos reconocen que es algo duro, que es una llamada a los casados
a una manera de vida heroica, pero una vida a la que están realmente llamados.
Puede ser una verdad inconveniente, pero es la verdad.
Exactamente.
Eminencia, en el Catecismo de la Iglesia Católica, como aparece en el sitio web del
Vaticano, hay una sección llamada «Dar testimonio de la verdad». Y dice esto, dice: «Ante
Pilato, Cristo proclama que Él ha venido al mundo a dar testimonio de la verdad.». El cristiano
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
no tiene que avergonzarse entonces de dar testimonio de Nuestro Señor. Y sigue diciendo: «El
deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como testigos
del Evangelio y seguir las obligaciones que se derivan de ello. Su testimonio es una transmisión
de la fe en palabras y hechos. Testimoniar es un acto de justicia que establece la verdad o la
hace conocida.»
Ahora, el Catecismo sigue diciendo que hemos visto mártires que a lo largo de la
historia de la Iglesia han dado sus vidas porque ellos dieron testimonio de la verdad, cuando no
sólo era inconveniente sino que suponía riesgo para su vida.
Un ejemplo es San Juan Fisher que fue un obispo inglés del siglo XVI en tiempos del rey
Enrique VIII. A éste, su esposa Catalina de Aragón no le había dado ningún heredero varón
superviviente, así que él quería dejarla de lado, divorciarse de ella, y casarse con Ana Bolena.
La Enciclopedia Católica describe lo que hizo San Juan Fisher como sigue. Dice: «Cuando la
cuestión del divorcio de Enrique de la Reina Catalina llego a Fisher, se convirtió en el principal
apoyo de la reina y su más fiel consejero. Aparecía al lado de la Reina en la corte, donde
sorprendía a sus pares por lo directo de su lenguaje y sobre todo por declarar que, como San
Juan Bautista, estaba listo para morir por la indisolubilidad del matrimonio. Enrique VIII se
separó dela Iglesia Católica y se declaró la suprema autoridad sobre la Iglesia de Inglaterra, lo
que San Juan Fisher se negó a reconocer, por lo que fue martirizado por Enrique VIII. ¿hizo lo
correcto el cardenal Fisher diciendo que entregaría su vida en defensa de la indisolubilidad del
matrimonio?
Absolutamente. Ningún sacerdote ni obispo ni ningún pontífice romano podría hacer menos.
En otras palabras, entregar la indisolubilidad del matrimonio, como el Rey Enrique VIII pedía,
habría sido entregar su fe católica y él no podía hacerlo y Nuestro Señor le dio la gracia de ser un
mártir. Él incluso hizo referencia a San Juan Bautista, que durante el propio ministerio de Jesús dio
testimonio heroico de la indisolubilidad del matrimonio, dejando claro a Herodes que él estaba
viviendo en pecado público y grave, viviendo en matrimonio con la esposa de su propio hermano,
que obviamente estaba ligada en matrimonio a su hermano.
¿Debería el cardenal Fisher ser un modelo para los sacerdotes y laicos católicos de hoy?
Bueno, ciertamente lo es para mí. Desde el momento en que me convertí en obispo, he
estudiado especialmente su vida. Pero él es un modelo para todos los sacerdotes y obispos y para los
laicos. Por supuesto, como sabe, Santo Tomás Moro, un laico, un hombre casado, se unió a él en el
martirio, porque también se negó a apoyar a Enrique VIII en su pretensión de ser la suprema cabeza
de la Iglesia, para darse a sí mismo la licencia de «casarse» con alguien cuando ya estaba casado con
Catalina de Aragón.
Ya sabrá, Eminencia, hace unos cincuenta años Hollywood hizo una película sobre
Santo Tomás Moro, Un hombre para la eternidad, que mostraba lo que le sucedió a Santo
Tomás Moro y lo promovía como un gran héroe cultural. Pienso que en aquellos días -estamos
hablando de los sesenta en Estados Unidos- la idea de que una persona podría tener que
sacrificar su vida en la civilización occidental porque se mantiene en contra de la autoridad del
Estado defendiendo la institución del matrimonio y la autoridad moral de la Iglesia parecía
chocante. ¿Parece chocante ahora?
No, no lo parece. Y muestra cómo de lejos, en un período corto de tiempo, hemos descendido
y nos hemos alejado de la verdad de nuestra fe y la verdad de la ley moral en general. Pero el hecho
de que esta clase de preguntas sean realmente discutidas en la Iglesia debería chocarnos a todos y
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
despertarnos a la necesidad de dar un testimonio heroico de la verdad de la indisolubilidad del
matrimonio frente a ataques desde dentro de la Iglesia.
Desde dentro de la propia Iglesia. Como sabe, muchos de los obispos de Inglaterra no se
mantuvieron con San Juan Fisher, se fueron con el rey.
No, la mayoría no lo hizo. De hecho, Fisher fue el único obispo. Ahora bien, después hubo
muchos que dieron testimonio heroico y laicos y fieles. Pero en ese momento Fisher estuvo más bien
solo.
¿Piensa que hay amenaza o riesgo de que en un futuro cercano la Iglesia Católica pueda
enfrentarse a esta situación incluso en países occidentales, donde algunos líderes de la Iglesia,
algunos obispos, decidan alinearse con el César más que con Dios?¿Tomar partido en contra
de la verdad de la Iglesia?¿Hay riesgo de eso?
Pienso que hay desafío real hoy y quizás no viniendo tanto del Estado como de la cultura en
general, la aceptación general, la amplia aceptación del divorcio y del volverse a casar, y la Iglesia
Católica que es prácticamente la única institución que mantiene la verdad del matrimonio, la
indisolubilidad del matrimonio, ahora se le pide un compromiso en esa materia.
Así, tenemos que reconocer que si no estamos en lo correcto acerca del matrimonio -en otras
palabras, si no somos fieles a la palabra de Cristo, a la verdad que Cristo nos anunció acerca del
matrimonio- en la Iglesia, no sé cómo la gente podría confiar en nosotros acerca de la enseñanza de
la fe de cualquier otra manera.
Quiero decir, estamos hablando del mismo fundamento de la vida de la Iglesia, la primera
célula de nuestra vida, en la unión marital y la formación de la familia y si no defendemos la santidad
del vínculo matrimonial, estamos realmente no sólo abandonando la fe católica, sino realmente
abandonando la fe cristiana, en el sentido de que estamos abandonando la misma ley natural.
Eminencia, déjeme preguntarle en relación a otro aspecto del catecismo que llama al
respeto de las almas de los otros y habla del pecado de escándalo.
Dice: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal.
El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho;
puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave si,
por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.»
«El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo
causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a nuestro Señor esta maldición: «Al que
escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una
de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar» (Mt 18, 6;
cf 1 Co 8, 10-13). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por
función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas
y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos».
«El que usa los poderes de que dispone en condiciones que arrastren a hacer el mal se
hace culpable de escándalo y responsable del mal que directa o indirectamente ha favorecido».
¿Piensa que algunos de los obispos que han participado en el sínodo y estaban
empujando a la Iglesia Católica contra la enseñanza de Cristo sobre el matrimonio están en
riesgo de cometer escándalo?
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Bueno, ciertamente sucedió con la publicación de la relatio intermedia del sínodo. Se causó
escándalo en la Iglesia. Los medios de comunicación seculares, no sin razón, se refirieron a ello
como un terremoto en la Iglesia. Mientras algunos obispos y otros lo excusaban diciendo que no era
una posición doctrinal, sino un simple informe que estaba siendo discutido en el sínodo, el mismo
hecho de que estos asuntos estaban siendo discutidos y cuestionados por los presidentes de las
conferencias episcopales, por los jefes de los dicasterios de la curia romana y por otros designados
especialmente por el Santo Padre para el sínodo, causó una tremenda confusión y podría incluso
inducir a los fieles al error respecto a la enseñanza acerca del matrimonio y otras enseñanzas.
Y así, para mí, fue una seria responsabilidad intentar corregir tan rápida como efectivamente
fuese posible el escándalo causado por la relatio intermedia.
Recuerdo un obispo en nuestro pequeño grupo, nos encontramos justo después de la lectura
de la relatio intermedia y dijo: «¿cómo voy a casa, a mi pueblo, llevando este mensaje para ellos?».
Eminencia, déjeme ser específico en esta parte. En la relatio intermedia – el texto inicial
que fue publicado- había una sección llamada «aspectos positivos de las uniones civiles y la
cohabitación». Dice: «una nueva sensibilidad en la pastoral de hoy consiste en darse cuenta de
la realidad positiva de los matrimonios civiles y habiendo mostrado nuestras diferencias, de la
cohabitación. Es necesario que la propuesta de la Iglesia, mientras se presenta claramente el
ideal, también indiquemos los elementos constructivos en aquellas situaciones que aún no se
corresponden al ideal.»
¿Es esta posición específica escandalosa?
Creo que lo fue porque ¿cómo se puede decir que hay elementos positivos en un acto que es
gravemente pecaminoso, comprometerse en el acto matrimonial cuando no estás casado?
No puede haber ningún elemento positivo en esto. Está contra la ley divina, natural y
revelada. Simplemente nuestra única respuesta -mientras amamos al pecador, como siempre se dice,
amar al pecador y odiar el pecado- pero necesitamos orientar a la persona para dejar el pecado y a
convertirse. Pero decirle que hay elementos positivos en la manera en que está viviendo es
simplemente una contradicción. No tiene ningún sentido. O es gravemente pecaminoso o no lo es.
Quiero decir, está el principio de no contradicción. El lógica fundamental.
Eminencia, dentro del sínodo, cuando los obispos y cardenales estaban discutiendo lo
que habría que decir y cómo la Iglesia debe enfocar estas cosas, ¿había realmente cardenales y
obispos argumentando que la Iglesia deba decir que la cohabitación tiene aspectos positivos?
¿Había, de hecho, gente diciendo en que es la manera en que la Iglesia debe actuar?
Bueno, el hecho de que fuera incluida en la relatio intermedia significa que había al menos
una persona, aquella que escribió el texto sosteniendo esta posición y la persona que lo escribió debe
haber pensado que estaba expresando el pensamiento de otros cardenales y obispos. Por mi parte, ni
siquiera quiero pensar que hubiese un número significativo de cardenales y obispos que realmente
suscribían este pensamiento.
Eminencia, mi sensación, y puede corregirme si me equivoco, de leer posicionamientos
de la Iglesia, desde encíclicas a cualquier otro tipo de documento formal, cartas pastorales, que
han sido publicadas por papas anteriores y por la Iglesia, es que han sido extremadamente
cuidadosos con documentos bien preparados que superan el test del tiempo y más importante,
están claramente fundamentadas en la Escritura y en las enseñanzas inalterables de la Iglesia.
¿Estoy en lo correcto acerca de esto?
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Sí, absolutamente. De hecho, cuando una objeción fue hecha a la publicación de la relatio
intermedia después de que fuese escuchada, la respuesta fue: bueno, siempre hemos publicado la
relatio intermedia. Y mi respuesta a ello fue: sí, he tomado parte creo que en cuatro o cinco sínodos
de obispos y éstas relatios intermedias estaban siempre cuidadosamente fundamentadas en las
Sagradas Escrituras y en la enseñanza constante de la Iglesia y así, estaba agradecido de que fuesen
publicadas para dar una correcta expresión de lo que el sínodo estaba intentando. Pero vi este
documento como -no estaba fundamentado en las Sagradas Escrituras y ciertamente tampoco en la
enseñanza constante de la Iglesia. Y en los círculos menores hubo un gran esfuerzo en tratar de traer
el magisterio -por ejemplo la exhortación de San Juan Pablo II Familiaris Consortio- para introducir
esto en el texto y corregirlo.
¿Cómo fue que se paró? ¿Cómo fue posible para un documento como este que tan
claramente parece que contradice o pone en cuestión enseñanzas inalterables de la Iglesia
Católica , qué pasó para que fuera elaborado e incluso publicado por el Vaticano?
No sé cómo explicárselo. Estoy siendo muy sincero. Me causó un estado de shock, para ser
honesto con usted. Y el relator general, que es un cardenal al que conozco por más de treinta años, en
una conferencia de prensa -no estoy revelando nada que sea confidencial- en una conferencia de
prensa, cuando fue preguntado, por ejemplo, qué pasaba con estas declaraciones, se volvió hacia uno
de los otros obispos presentes allí y dijo explica tú esto, tú lo has escrito. En otras palabras, no era su
texto.
A pesar de que él era técnicamente responsable de ello, aquellas no eran sus palabras o
punto de vista.
Es una situación muy grave. Quiero decir, todo esto, esto es para mí, es ahora mismo
profundamente preocupante. Y yo no sabría. No puedo explicárselo. Lo siento, pero no puedo.
Entiendo, Eminencia. ¿Pero su percepción a la hora de hablar con sus hermanos obispos
y cardenales sobre lo que pasó allí, es su percepción de que la vasta mayoría de ellos comparte
su preocupación, entendiendo por qué el documento era problemático y la manera en que fue
producido era problemática?
No puedo decir la vasta mayoría porque no hablé con la vasta mayoría. Le puedo decir que un
número... cardenales muy formales y obispos con los que he hablado, ciertamente comparten mi
visión de la situación y están muy muy profundamente alterados por todo ello. La votación de
algunos de los párrafos que al final se mantuvieron en la relatio final indica que había un número
significativo de cardenales y obispos que seguían muy preocupados acerca de estos textos, los textos
sobre dar la Sagrada Comunión a aquellos que están en uniones irregulares y darles acceso a la
penitencia y a la Sagrada Eucaristía y también los textos que eran confusos acerca de la cohabitación
y la condición homosexual, indican que había un buen número de obispos que encontraban esto
inaceptable. Y no podemos decir más porque no sabes qué hay en la cabeza de todos los demás
obispos que quizá no votaron en contra de ciertos párrafos, pero no sabes exactamente qué pueden
haber estado pensando acerca de ello.
Eminencia, en el catecismo, el cual- (el cardenal le interrumpe)
En cualquier caso, lo que quiero decir, si puedo, es que esto no es, éstas no son preguntas que
estén sometidas a un voto democrático, ni incluso de obispos. Quiero decir, ésta es la enseñanza
constante de la Iglesia y el único rol de los obispos en el Sínodo es mostrar y presentar esto al
mundo. Sólo quería dejarlo claro.
67
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Correcto. Los obispos y cardenales católicos no pueden. Si el noventa y nueve coma
nueve por ciento de ellos votaran y negaran lo que Cristo dijo acerca del matrimonio, estarían
equivocados y no podrían cambiar lo que Él dijo.
Es correcto. Se tuvo la situación en Inglaterra en el tiempo de Enrique VIII, donde tuvimos un
mártir, el obispo cardenal Juan Fisher, y la gran mayoría de los otros obispos mantenían la posición
opuesta. Pero él permaneció con la verdad, y ellos traicionaron su oficio episcopal.
Pero es extraordinariamente confuso para los católicos y quizás particularmente para
los jóvenes católicos que están formándose en la fe, escuchar a un príncipe de la Iglesia
cuestionar la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio o el comportamiento homosexual.
Absolutamente. Lo entiendo, lo que yo digo a la gente que atrae mi atención hacia esto o
expresa su tremendo dolor y confusión, yo le refiero a la constante enseñanza de la Iglesia, al
catecismo, a la Familiaris Consortio, y les digo que esto permanece y no puede cambiar y por lo
tanto, a pesar de que esto es un comportamiento sin excusas, puede pasar y nosotros simplemente
tenemos que mantenernos en la verdad en nuestras propias vidas y dar testimonio de esto al mundo.
Eminencia, el catecismo también dice que bajo «ninguna circunstancia» pueden los
actos homosexuales ser aprobados. Y sigue diciendo que «el número de hombres y mujeres que
tienen profundas tendencias homosexuales no es insignificante. Esta inclinación, que es
objetivamente desordenada constituye para la mayoría de ellos una prueba» y continúa
diciendo que la gente que tiene esta orientación está llamada a una vida casta.
Ahora, ¿puede cualquier sacerdote, obispo o papa cambiar lo que el catecismo dice
sobre los actos homosexuales, esto es, que no puedes aprobarlos, y que la orientación es
objetivamente desordenada?¿puede cambiarse?
No, no es posible. Es parte de la ley moral natural y es también obviamente, parte del
magisterio de la Iglesia. No, esto no puede ser cambiado.
¿El papa mismo no puede cambiar esta enseñanza?
No. no, no.
Eminencia, en la relatio intermedia también se dijo: «los homosexuales tienen dones y
cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana: ¿somos capaces de dar la bienvenida a estas
personas, garantizándoles un espacio fraternal en nuestras comunidades? A menudo desean
encontrar una Iglesia que les ofrezca un hogar donde se sientan bienvenidos. ¿Son nuestras
comunidades capaces de proporcionarlo, y de aceptar y valorar su orientación sexual, sin
comprometer la doctrina católica acerca de la familia y del matrimonio?... Sin negar los
problemas morales conectados con estas uniones homosexuales, se debe hacer notar que hay
casos en los que hay ayuda mutua hasta el punto del sacrificio, constituyendo un aporte
precioso a la vida de los compañeros. Más aún, la Iglesia tiene especial atención a los niños que
viven con parejas del mismo sexo, subrayando que las necesidades y derechos de los pequeños
deben siempre ser prioritarias».
¿Puede la Iglesia católica enseñar que la gente estimar «valores» inestimables en la
orientación homosexual?
No. No es posible porque nosotros apreciamos, valoramos, aquello que es bueno y las
relaciones homosexuales no son buenas. No son buenas para nadie. En mi propia experiencia
pastoral, trabajando con gente que sufre atracción al mismo sexo, es exactamente lo que el catecismo
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
dice: es una prueba para ellos. Y necesitan la ayuda de un buen sacerdote. Necesitan la ayuda, la
mayoría de ellos de la oración y del acceso frecuente al sacramento de la penitencia para superar
estas atracciones que son desordenadas.
¿Piensa que la llamada del catecismo para los cristianos a dar testimonio de la verdad
tiene aplicación en cómo los católicos y el clero debería tratar con personas que tienen
orientación homosexual?
Absolutamente. Y el catecismo es muy claro acerca de esto. El problema con ese texto que
has leído es que es todo confusión. Por supuesto, tenemos que amar a la gente, a los individuos que
sufren de esta manera, y tenemos que estar cerca de ellos e intentar de cualquier manera ayudarlos,
pero lo que necesitan sobretodo de nosotros, es que les digamos la verdad. Y darles la impresión de
que pensamos que está bien que ellos puedan estar siguiendo esas atracciones es gravemente erróneo.
Y así, tenemos que dar testimonio de amor y respeto a ellos como hijos de Dios, pero al mismo
tiempo hacerles ver muy claro que seguir esta atracción que ellos experimentan es pecado mortal, es
gravemente erróneo. No es por su bien ni por el bien de nadie más que esté envuelto.
¿Y la gente que cohabita fuera del matrimonio y sigue ese estilo de vida, o que siguen un
estilo de vida homosexual, deberían recibir, deberían ir a la comunión?
La única manera de que se pueda recibir el sacramento de la penitencia es confesando tus
pecados y teniendo un propósito firme de enmienda. Y si se confiesa el pecado de tener tener
relaciones sexuales fuera del matrimonio o confiesas el pecado de tomar parte en actos homosexuales
y no tienes el propósito firme de cambiar tu vida para evitar estos actos en el futuro, no puedes
recibir la absolución. Y de la misma manera, no estarás dispuesto a recibir a Nuestro Señor en la
Sagrada Comunión porque tu vida está en contradicción con la verdad que él nos enseña.
Por la misma idea, si alguien es un ladrón habitual y estuviera cotidianamente robando
la propiedad privada de alguien, ¿necesitaría no sólo arrepentirse de hacerlo sino también
dejar de hacer lo que está haciendo?
Oh, absolutamente. Por ejemplo, si alguien viene y te dice que está habitualmente robando a
la gente, el sacerdote inmediatamente pregunta, lo primero de todo, si están dispuestos a hacer
restitución de las cosas que han robado y también si están firmemente resuelto a no volver a hacerlo.
Si dicen que no, no continúo, no pueden recibir la absolución.
¿Y Dios puede también perdonar a un asesino?
¿Perdón?
¿Dios podría también perdonar a un asesino?
Cardenal Burke: Sí. Dios perdonará a alguien que cometa este terrible acto pero sólo si la
personal está realmente arrepentida, por supuesto.
¿Y un aborto?, ¿Podría Dios perdonar un aborto o a un abortista?
Sí, si la persona reconoce la gravedad de su pecado, está arrepentida y promete no volver a
cometer este pecado otra vez.
Y si un político defiende quitar legalmente una vida humana inocente en un aborto y la
financiación de esto y que continúe esto, ¿Es esto un grave pecado desde el punto de vista de la
Iglesia Católica?
69
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Oh, por supuesto. No sólo es grave en sí mismo defender actos contra de la ley moral, sino
también hacerlo de una manera pública y como líder, un líder político, incrementa la gravedad el
pecado.
¿Cuándo un político católico hace esto es escandaloso?
Sí, por supuesto.
Pero si un político católico se arrepiente, se enmienda de la defensa del aborto, vuelve
atrás y defiende la vida, ¿Entonces puede ser perdonado y recibir la comunión?
Por supuesto, por supuesto.
Eminencia, los diez mandamientos dicen honrarás a tu padre y a tu madre, lo que sugiere
que los niños tienen el derecho de tener un padre y una madre. ¿Los niños tienen un derecho
dado por Dios de tener un padre y una madre?
Absolutamente. Y esta es una de las más fundamentales verdades sobre la vida humana y su
inicio en la familia, que cada niño tiene el derecho a tener un padre y una madre. Esto fue bellamente
testificado en las manifestaciones de París y Francia en general, cuando el Estado trató de imponer la
legalidad de las uniones del mismo sexo y que pudieran adoptar niños. En las manifestaciones el
logo era una madre y un padre con sus dos hijos y básicamente el mensaje era que cada niño tiene el
derecho a un padre y una madre e incluso las personas más secularizadas parecen captarlo, entender
el mensaje.
¿Así que, si el gobierno toma a un bebé y legalmente le da la custodia a una pareja del
mismo sexo, entonces, negándole al bebé una madre y un padre, está el gobierno negándole a
este niño el derecho que Dios le dio?
Sí, absolutamente. Y está demostrado la profunda violencia psicológica hecha al desarrollo
del niño cuando crece en esta situación que no es natural.
Eminencia, ¿puede la Iglesia Católica alguna vez decir que hay algo positivo en sacar a
un niño de una situación con un padre y una madre y ponerlo en una situación familiar del
mismo sexo?
No, no, no es posible.
¿El Papa no puede decir esto? ¿el Papa no puede decir que en nombre de la Iglesia
Católica esto es bueno?
No, no. No, no. No es posible.
De acuerdo. Ahora, en 1986, el Cardenal Ratzinger, que era el Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la fe, y que por supuesto, después llegó a a ser Benedicto
XVI, escribió una carta pastoral sobre la atención a las personas homosexuales que fue
aprobada por el papa Juan Pablo II y la carta decía: «Al hacer las anteriores consideraciones,
esta Congregación quiere pedir a los Obispos que estén particularmente vigilantes en relación
con aquellos programas que de hecho intentan ejercer una presión sobre la Iglesia para que
cambie su doctrina, aunque a veces se niegue de palabra que sea así. Un estudio atento de las
declaraciones públicas y de las actividades que promueven esos programas revela una
calculada ambigüedad, a través de la cual buscan confundir a los pastores y a los fieles». Sigue
diciendo: «Algunos grupos suelen incluso calificar como « católicas » a sus organizaciones o a
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
las personas a quienes intentan dirigirse, pero en realidad no defienden ni promueven la
enseñanza del Magisterio, por el contrario, a veces lo atacan abiertamente».
¿Usted ve este mismo fenómeno sobre el que el cardenal Ratzinger advirtió en su carta
pastoral de 1986 sucediendo hoy, quizás, incluso en el mismo al sínodo?
Ciertamente lo he visto en los así llamados movimientos católicos -falsos católicos- , los
cuales, de hecho promueven un modo de vida en contradicción con la enseñanza de la Iglesia y lo he
visto también en parte del muy confuso lenguaje de, por ejemplo, la relatio intermedia, y diría que es
precisamente culpable de la misma falta que el documento sobre el cuidado a las personas sufriendo
una condición homosexual indicaba en 1986.
Resumiendo, ¿Cree que los obispos y el Papa tienen el deber de evitar confundir a los
católicos acerca de las enseñanzas inalterables de la Iglesia sobre matrimonio y
homosexualidad?
Oh, absolutamente. Incluso como tienen la responsabilidad de evitar confundir a los fieles en
cualquier cosa, especialmente sobre tan serios temas, y el deber, también, es incluso más serio en una
cultura como la nuestra, en la cual, hay una confusión sin límites en estos asuntos. Contribuir de
cualquier manera a la confusión en esto, es muy irresponsable y es una traición del oficio pastoral.
Eminencia, dada la confusión que tan obviamente se ha mostrado como consecuencia de
este sínodo ¿qué cree que el papa Francisco debería hacer ahora?¿Qué debería hacer
personalmente sobre esto?
Bueno, yo no voy a darle instrucciones al Papa. Pero lo que la Iglesia necesita, eso puedo
decirlo. Lo que la Iglesia necesita desesperadamente ahora es una exposición muy clara de su
enseñanza respecto al matrimonio, al divorcio, con respecto a la grave inmoralidad de la unión
sexual fuera del matrimonio, la grave inmoralidad en cualquier clase de tentativa de unión sexual
entre personas del mismo sexo. Y ella (la Iglesia) no tiene que trabajar duro porque toda la enseñanza
está ahí. Usted la ha citado en abundancia para esta entrevista. Hay también muchos otros textos. Y
la Iglesia debe ahora en esta época sostener la belleza, el esplendor, de su enseñanza no sólo para que
sus propios miembros no queden confundidos acerca de la verdad sino también por el mundo y la
llamada de la Iglesia a servir al mundo proclamando la verdad y dando testimonio de ella.
Y en consecuencia, estoy rezando muy fervientemente para que el próximo año esta
confusión cese y en vez de ello comience a darse un fuerte énfasis en la belleza de la verdad de la
enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio, la vida humana y la sexualidad humana.
Cardenal Raymond Burke, muchas gracias.
De nada.
______________________
Resumen de las intervenciones en el Sínodo sobre la familia
El Sínodo no quiere centrarse en los “casos” especiales
ACEPRENSA
15 de octubre de 2014
El Sínodo extraordinario que tiene lugar en Roma desde el pasado 5 de octubre insiste
en la necesidad de difundir el Evangelio de la familia, no solo mediante la enseñanza, sino
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
además con el testimonio de las familias cristianas. Así se lee en la Relatio post disceptationem,
el resumen de las intervenciones habidas en la primera fase de la asamblea. En esa línea,
algunos padres sinodales han insistido en que la reflexión no se centre principalmente en las
situaciones irregulares y aliente a las familias que dan buen ejemplo.
La Relatio no es un texto definitivo, ni incluye ninguna decisión: “es un documento de
trabajo”, como precisó en una declaración el director de la Oficina de Prensa vaticana con motivo de
reacciones y comentarios que han atribuido al resumen un valor que no tiene. Solo recoge de forma
condensada las ideas propuestas hasta ahora, para que los estudien los miembros del Sínodo,
repartidos en grupos llamados círculos menores. Con las conclusiones a que se llegue en esta
segunda fase se elaborará la relación final, que se presentará al Papa y servirá de base para preparar
el Sínodo ordinario del año próximo.
Indisoluble
La Relatio comienza señalando que, pese a los signos de crisis, “el deseo de familia
permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva la necesidad de que la Iglesia
anuncie sin descanso y con profunda convicción el ‘Evangelio de la familia’ que le ha sido confiado”
(n. 2). En el plan de Dios, “los novios se prometen fidelidad y apertura a la vida”, y “Dios consagra
el amor de los esposos y les confirma la indisolubilidad, ofreciéndoles la ayuda para ser fieles y
abrirse a la vida” (n. 15).
“El Evangelio de la familia resplandece gracias al testimonio de tantas familias que viven
con coherencia la fidelidad al sacramento”
Este anuncio no es responsabilidad solo de los pastores. “El Evangelio de la familia...
resplandece gracias al testimonio de tantas familias que viven con coherencia la fidelidad al
sacramento, con sus frutos maduros de auténtica santidad cotidiana” (n. 21). Es más: “Sin el
testimonio alegre de los esposos y de las familias, el anuncio, aunque sea correcto, corre el riesgo de
ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras que caracteriza nuestra sociedad” (n. 26).
El mensaje de la Iglesia es siempre positivo. “No se trata solamente de presentar una
normativa sino de proponer valores, respondiendo a la necesidad de estos, que se constata hoy
también en los países más secularizados”.
Sin embargo, el anuncio inevitablemente encuentra oposición por parte de concepciones de la
vida contrarias. “Es necesario no olvidar que la Iglesia que predica sobre la familia es signo de
contradicción” (n. 27).
Partir de lo positivo
De ahí que el Sínodo se fije en las dificultades actuales para el bien y la felicidad de las
familias. En distintos contextos socioeconómicos, los jóvenes encuentran obstáculos para casarse
(cfr. n. 6). En ciertas partes se practica la poligamia; en muchas se han extendido la cohabitación, los
nacimientos extramatrimoniales, el divorcio; aumentan el número de niños que viven con su padre o
su madre solamente, o en familias recompuestas tras una ruptura (cfr. nn. 7-8). Entre las raíces de
estos problemas, los padres sinodales mencionaron la vivencia de una “afectividad sin límites” (n.
10), así como “el individualismo y el hedonismo” (n. 11).
Todo eso exige por parte de la Iglesia ayudar a quienes han experimentado el fracaso en el
matrimonio y la familia (cfr. n. 11), que para muchos son sufridos, no causados por ellos mismos,
como ocurre con los cónyuges abandonados o divorciados a su pesar (cfr. n. 40). Para remediar tales
situaciones, el Sínodo reitera una orientación básica de Juan Pablo II: la “ley de la gradualidad” (cfr.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Familiaris consortio, n. 34), por la que se ayuda a las personas a crecer paulatinamente, a fin de que
lleguen a ser capaces de vivir según la verdad sobre el matrimonio y la familia.
Las situaciones irregulares, como las uniones de hecho, “deben ser abordadas de manera
constructiva, buscando transformarlas en camino hacia la plenitud del matrimonio y de la
familia”
Para ello, la Relatio se plantea reconocer en las situaciones deficientes (cohabitación, nueva
unión tras un divorcio) los elementos positivos, propios del matrimonio, que pueden darse
imperfectamente fuera de él (cfr. n. 17). “La Iglesia –señala– se dirige con respeto a aquellos que
participan en su vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que
custodian, en vez de los límites y las faltas” (n. 20).
Es algo ya señalado por la Iglesia en ocasiones anteriores; por ejemplo, el documento
Familia, matrimonio y “uniones de hecho” (2000), del Consejo Pontificio para la Familia, dice: “No
es raro encontrar uniones de hecho que contienen, incluso desde su inicio, una voluntad de
convivencia, en principio, auténtica, en la que los convivientes se consideran unidos como si fueran
marido y mujer, esforzándose por cumplir obligaciones similares a las del matrimonio” (n. 6).
Partiendo de esas disposiciones buenas, se puede ayudar a los que cohabitan a perfeccionar su unión
en el matrimonio.
Algo semejante se puede decir de los católicos unidos solo por matrimonio civil, como señaló
Juan Pablo II: “Hay en ellos al menos un cierto compromiso a un estado de vida concreto y quizá
estable” (Familiaris consortio, n. 82). Tampoco puede la Iglesia abandonar a los católicos que se han
divorciado y han contraído posterior matrimonio civil (cfr. ibid., n. 84).
“Todas estas situaciones –dice la Relatio– deben ser abordadas de manera constructiva,
buscando transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a
la luz del Evangelio” (n. 39). Esto exige, como también se subrayaba en Familiaris consortio,
discernimiento para actuar caso por caso, pues no todas las situaciones son iguales ni se deben a los
mismos motivos.
Gracias a las familias fieles
El documento recoge en su última parte distintas propuestas de trabajo pastoral expresadas en
la asamblea. Las primeras son reforzar la preparación al matrimonio y acompañar con particular
solicitud a los recién casados en los primeros años de vida común (cfr. nn. 34-35). En ambos casos se
subraya la importancia de contar con la ayuda de matrimonios con experiencia.
También se recomendó agilizar los procesos para examinar si un matrimonio fue nulo, dando
más competencias al obispo diocesano (cfr. nn. 43-44). Esta idea suscitó observaciones en contra en
la discusión que siguió a la lectura de la Relatio.
Entre las propuestas de acción pastoral, destacan las de reforzar la preparación al
matrimonio y acompañar con particular solicitud a los recién casados en los primeros años de
vida común
Otra sugerencia que motivó críticas en la discusión fue la de admitir a la comunión
eucarística, en determinados casos, a divorciados vueltos a casar, sin exigir, como siempre se ha
hecho, que si no pueden separarse por los deberes con los hijos u otro motivo, se propongan
abstenerse de relaciones sexuales, pues estas supondrían una ofensa contra el matrimonio vigente.
Algunos miembros del Sínodo advirtieron que eso podría causar confusión y que las excepciones
fácilmente acabarían convirtiéndose en regla.
73
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En cuanto a la atención pastoral a los homosexuales (nn. 50-52), la Relatio dice, en
consonancia con el Catecismo de la Iglesia católica (nn. 2.358-59) que se les ofrezca acogida en la
Iglesia. En la discusión posterior se añadió que ello debía hacerse sin dar la impresión de que la
Iglesia aprueba la homosexualidad. La Relatio subraya también que las uniones homosexuales no
pueden ser equiparadas al matrimonio y se queja de las presiones extranjeras sobre países en
desarrollo, con el intento de condicionar la concesión de ayudas a la adopción de “normas inspiradas
en la ideología de género” (n. 51).
Luego, el documento muestra preocupación por la poca estima de la fecundidad en muchos
ambientes y el descenso de la natalidad (nn. 53-55). A este propósito, destaca el valor de la encíclica
Humanae vitae de Pablo VI. Finalmente, se refiere a la educación de los hijos (nn. 56-57).
En la discusión se propusieron temas ausentes o poco tratados en la Relatio. Primero, “evitar
centrarse principalmente en las situaciones familiares imperfectas”. “Teniendo siempre presente que
la Iglesia debe acoger a los que atraviesan por dificultades, sería bueno hablar más de las familias
que se mantienen fieles a las enseñanzas del Evangelio, animándolas y dándoles las gracias por el
testimonio que ofrecen”.
Además se sugirió acentuar más el tema de la mujer e incluir una referencia a los abuelos;
tratar el problema de la pornografía; y con respecto a la apertura a la vida, considerar con más detalle
no solo el aborto, sino también la maternidad subrogada.
_____________________
Acompañar a la familia, no juzgarla
20 octubre 2014
Rafael Navarro-Valls
zenit.org
Junto a la ratificación de la doctrina, el Sínodo ha remarcado la necesidad de la
misericordia ante la fragilidad afectiva que produce crisis en cadena en las familias
El matrimonio y la familia son los puntos de sutura más delicados entre la Iglesia y la
sociedad civil. Cuando en una vertiente soplan vientos de fronda, en la otra repercute también la
tempestad. Por eso el Sínodo Extraordinario de la Familia que acaba de concluir ha sido más un
Sínodo de “remedios”, que un Sínodo de “modelos”. Aquí se han estudiado principalmente los
“desafíos” para el matrimonio cristiano. Dentro de un año, en el Sínodo ordinario, se analizarán más
detenidamente los paradigmas.
¿Por qué tanto tiempo? Ha sido la prudencia del papa Francisco quien ha preferido marcar en
dos etapas la reflexión sobre la familia. En el Sínodo extraordinario se ha concentrado el debate. Un
debate creador, con la máxima libertad en los intervinientes. Como dijo Francisco bromeando: “Sin
miedo a que el cardenal Müller (el prefecto de la Congregación de la Fe) se les eche encima”. Es
decir, sin retraimiento ante el ojo de un supuesto “Gran Hermano” observando o reprochando alguna
intervención. El hecho de que en el Sínodo haya habido visiones divergentes no es nada excepcional.
La controversia ha acompañado siempre las tareas de los Concilios y Sínodos en la Iglesia: desde
Nicea a Éfeso, de Trento al Vaticano I, o de Viena al Concilio Vaticano II.
Zonas en alerta
74
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Probablemente ninguna Asamblea eclesiástica −si se exceptúa el Concilio Vaticano II− ha
sido seguida con tanta expectación por los media de todo el mundo. Un estudio de hace unos días
muestra que, de septiembre de 2013 a septiembre de 2014 , solo en menciones realizadas en lengua
inglesa, se han generado en la web más de 1.162.143 noticias y conversaciones. Los resultados
evidencian que América (53 por ciento) es la zona donde más se ha hablado del Sínodo, seguido de
Europa (21 por ciento), Asia (10 por ciento) y África (4 por ciento).
Repárese que las zonas más “alertas” son precisamente aquellas en que el deterioro del
matrimonio y la familia es mayor. En Estados Unidos, por ejemplo, la cantidad de madres solas pasó
de 3 millones en 1970 a 10 millones en 2000. En 2000 había 65 millones de niños en familia
monoparentales frente a 250 mil en 1960. Tiene razón el Sínodo cuando apunta a la pobreza −física o
moral− como una de las causas que más inciden en esa situación. Sin olvidar la tragedia que supone
en Europa la rotura de un matrimonio cada treinta segundos.
¿Inventar en materia de matrimonio y familia?
Desde luego, el Sínodo no ha pretendido inventar en materia de matrimonio y familia. A
diferencia de algunos ingenuos que parecen creer que sesenta generaciones han vivido en la noche de
la ignorancia hasta que el sol salió después de que ellos hablaran, esta Asamblea simplemente ha
localizado y enunciado los problemas que la evolución social va planteando a la familia cristianas
(los desafíos), dejando sobre la mesa algunas sugerencias que serán o no aceptadas por el órgano con
capacidad decisoria. Es decir, el Sínodo Ordinario recién convocado para octubre de 2015, cuyas
propuestas habrá de ser confirmadas por el papa Francisco.
¿Y cuáles han sido esos problemas? Ante todo el desafío de ofertar a un mundo “anestesiado
por la cultura del bienestar”, la visión cristiana del matrimonio, la del “amor conyugal, único e
indisoluble”, como ha recalcado el Mensaje Final del Sínodo, aprobado por una gran mayoría de 158
votos, y se ha reflejado en el documento final (Relatio Synodi). Contemplarlo como algo vivo, no
como una reliquia histórica analizada con la frialdad de un anatomista frente a un cadáver. Volver la
mirada primero a la sustancia del matrimonio y luego a sus accidentes. Después, ser consciente de
sus erosiones, fruto de la debilidad humana o de unas circunstancias que la aceleran.
La misericordia y la fragilidad afectiva
Por eso mismo, junto a la ratificación de la doctrina, el Sínodo ha remarcado la necesidad de
la misericordia ante la fragilidad afectiva que produce crisis en cadena en las familias. En esta línea,
la situación de los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente, las uniones de hecho, las de
personas del mismo sexo, atención de los hijos de esas parejas etc., ha sido objeto de atención. En el
documento final no todos estos puntos han sido aprobados por 2/3, pero el Papa ha ordenado su
publicación (con las votaciones íntegras) como documentos de trabajo para el Sínodo de 2015. En
todo caso, se ha pedido una mirada compasiva que rechace el maltrato, la visión despectiva o la
indiferencia ante situaciones a veces nada fáciles. Se trata, como hizo notar el papa Francisco, de
“acompañar a la familia más que juzgarla”.
Rafael Navarro-Valls, Catedrático de Derecho Canónico y académico/secretario general
de la Real de Jurisprudencia y Legislación de España.
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La verdad en la caridad, clave para el acompañamiento a las familias
23 octubre 2014
75
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Ramiro Pellitero
iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
El Santo Padre ha dicho que todos han colaborado en el sínodo con espíritu
constructivo, a pesar de los intentos, por parte de ciertos comentaristas, de presentar el trabajo
sinodal como un campo de litigios
Francisco ha dicho que el documento final del sínodo sobre la familia de 2014 es “el
resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores”
(Discurso de clausura, 18-X-2014).
La introducción señala la finalidad para la que el Papa Francisco quiso este sínodo: comenzar
la reflexión y el diálogo sobre la familia, que se prolongará hasta concluir en el Sínodo de octubre de
2015, del que ya sabemos el título: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo
contemporáneo”. El Papa había indicado que el sínodo recién concluido debía mantenerse en la
doble escucha de los signos de Dios y de los hombres y en la doble fidelidad que de ahí se sigue.
Estamos pues, ante un nuevo documento de trabajo al servicio del proceso de reflexión sinodal.
Francisco ha querido que el texto se publique junto con los votos que han recibido cada uno de los
puntos que lo componen.
Contexto y desafíos
1. La escucha (contexto y desafíos sobre la familia). La primera parte comienza por
considerar el contexto socio-cultural, con sus luces y sombras: el crecimiento de la libertad de
expresión, pero también el individualismo. La soledad, la pobreza y la precariedad laboral afecta a
muchas familias que se encuentran desprotegidas y con dificultades para acoger la vida naciente,
cuidar a los ancianos y desarrollar el marco afectivo que les correspondería. A esto se añaden
dificultades procedentes de otros ámbitos culturales y religiosos, desde la poligamia presente en
África, hasta las convivencias no orientadas a un vínculo institucional, el oscurecimiento de la
referencia a Dios y a la fe, los niños como principales víctimas de estas situaciones, los problemas en
relación con la dignidad de las mujeres, la violencia y sus consecuencias.
También ahora se subraya la importancia de la vida afectiva, y, a la vez, se advierten
situaciones y peligros que la devastan: el individualismo, la comercialización del cuerpo, una
mentalidad antinatalista etc. Todo ello nos hace reflexionar: “La Iglesia tiene el desafío de ayudar a
las parejas en la madurez de la dimensión emocional y en el desarrollo afectivo por medio de la
promoción del diálogo, de la virtud y de la confianza en el amor misericordioso de Dios” (n. 9).
Como ya se había dicho, el desafío pastoral va en la línea de ayudar a mirar hacia Dios desde los
anhelos más profundos de las personas.
Volver la mirada a Cristo
2. La mirada a Cristo y al “Evangelio de la familia” debe ir precedida por una mirada a la
pedagogía divina en la historia de la salvación. En la revelación y manifestación de su alianza de
gracia a la humanidad, Dios ha procedido por grados, poco a poco, poniendo el sacramento del
matrimonio en continuidad con el matrimonio natural, establecido éste desde los orígenes. De modo
que esa gradualidad caracteriza la pedagogía con la que debe transmitirse y vivirse tanto la vida
cristiana como el matrimonio y la familia (cf. Familiaris consortio, n. 11). Esto es, poner de relieve
que el matrimonio cristiano se apoya en el matrimonio natural y lo enriquece con la gracia
sacramental; y también que quienes viven un compromiso matrimonial natural en fidelidad mutua,
76
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
tienen una buena base para alcanzar −si lo desean y piden a Dios el don de la fe− esa riqueza de
gracia contrayendo el sacramento con las debidas disposiciones.
Jesús enseñó la indisolubilidad del matrimonio ante todo como un don de Dios: “Jesús
muestra cómo la condescendencia divina acompaña siempre el camino humano, con su gracia, sana y
transforma el corazón, orientándolo hacia su principio, a través del camino de la cruz” (n. 14). No
sólo vivió en una familia, comenzó sus milagros en un marco familiar −en las bodas de Caná− y
reveló el significado pleno del matrimonio; sino que también puso en práctica la doctrina enseñada,
mediante la misericordia y el perdón (cf. Jn 4, 1-30; Jn 8, 1-11).
Verdad y belleza de la familia cristiana, y también misericordia
El Concilio Vaticano II ha descrito la familia como una comunidad de vida y amor (cf. GS,
48) y como “Iglesia doméstica” (LG 11). En la misma estela, Pablo VI explicó el necesario vínculo
entre el amor conyugal y la trasmisión de la vida (encíclica Humanae vitae). Juan Pablo II prestó
particular atención a las familias en sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias
(Gratissimam sane) y sobre todo en la Exhortación Familiaris consortio, donde señala cómo los
cónyuges, viviendo en plenitud su mutuo amor y acogiendo la gracia divina, están llamados a la
santidad.
Benedicto XVI ha mostrado cómo el amor matrimonial es un icono del amor de Dios por
la humanidad, a la vez que el amor a Dios es medida del amor humano (cf. enc. Deus caritas est, nn.
2 y 11); y ha destacado la importancia del amor para la vida social, como camino de aprendizaje
del bien común (enc. Caritas in veritate, 44). Por su parte, Francisco ha observado que la fe lleva a
descubrir que la vocación al amor está fundamentada en la fidelidad de Dios, más grande que
nuestra fragilidad (cf. enc. Lumen fidei, n. 53).
En suma, la revelación cristiana considera el sacramento del matrimonio, radicado en el
bautismo, como plenitud del matrimonio natural. El sínodo aprecia ciertos elementos y valores
positivos que pueden existir en matrimonios no cristianos, interpretando esos elementos como
“semillas del Verbo” que necesitan maduración hasta la plenitud, gracias a la vida cristiana (cf. n.
22). Ha exhortado a considerar conjuntamente la “verdad y belleza de la familia” junto con “la
misericordia hacia las familias heridas y frágiles” (cf. nn. 23 ss). Ha aplaudido el testimonio de
las familias cristianas que, siguiendo el modelo de la familia de Nazaret, son una imagen de la
Santa Trinidad. Y al mismo tiempo, ha propuesto que la Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, mire
y trate con amor y misericordia a los matrimonios civiles, a los divorciados vueltos a casar, a las
situaciones de simple convivencia, etc., “reconociendo que la gracia de Dios obra también en su
vida, dándoles la valentía para el bien, para ocuparse con amor uno del otro y estar al servicio de la
comunidad en la que viven y trabajan” (n. 25).
Lamentando la desconfianza de tantos jóvenes hacia el matrimonio y la ruptura de su
compromiso por parte de otros, ha pedido que se considere si ciertas situaciones de matrimonios
civiles y de convivencias no podrían ser aprovechadas como caminos pastorales, partiendo de los
valores de amor y fidelidad que pueden encerrar y, a la vez, distinguiendo y aclarando lo necesario
en cada caso. “Conscientes de que la misericordia más grande es decir la verdad con amor, vamos
más allá de la compasión” (n. 28).
Líneas y caminos posibles para la acción pastoral y educativa
3. Perspectivas para la acción pastoral y formativa. El tercer apartado apunta posibles líneas o
caminos para la acción pastoral y educativa, y propone “medios” para atender “con paciencia y
delicadeza” las diversas situaciones. Destaca la importancia del testimonio de las familias y de la
77
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
vida de la gracia. Insiste en la “conversión misionera” (esto es, la que va más allá de un anuncio
desvinculado de los problemas reales). Alerta sobre el cuidado del lenguaje e impulsa a la
proposición de valores, rechazando la que se limita a transmitir o exponer solamente normas.
Exhorta a la formación bíblica, ante todo para los pastores y educadores, así como a la promoción
de una auténtica experiencia religiosa (oración y sacramentos) y al fortalecimiento de la fe. Pide la
promoción del compromiso cultural y político de los fieles laicos en la defensa de la familia, y la
atención especial a los prometidos y a los matrimonios en sus primeros años. Señala la necesidad de
educar la espiritualidad (oración, sacramentos, devociones adecuadas), del discernimiento de los
valores positivos que pueda haber en matrimonios civiles y convivencias, y de educar para el
perdón en el matrimonio.
Todo ello debe acompañarse de la sabiduría para establecer caminos diferenciados según las
posibilidades (cf. Familiaris consortio, 84); de una cercanía capaz de sanar, liberar y alentar hacia la
madurez de la vida cristiana; de la atención especial a los niños y a las mujeres en dificultades.
Asimismo se propone dotar prudentemente de agilidad a los procesos de nulidad y atender
cuidadosamente a los divorciados vueltos a casar, incluyendo la posibilidad, que algunos padres
sinodales han apuntado, de permitir el acceso a los sacramentos en algunos casos y bajo condiciones
muy concretas.
También sugiere seguir profundizando en la teología del matrimonio con atención al
ecumenismo y al diálogo interreligioso. Reafirma la doctrina eclesial acerca de las uniones
homosexuales, doctrina que pide al mismo tiempo una atención respetuosa de las personas con
tendencias homosexuales. Pide que se impulse, por parte de los matrimonios, la acogida
incondicional de la nueva vida y la educación de los hijos en la fe, y aconseja que, en los casos en
que no es posible tener hijos y lo deseen, acudan a la adopción.
Finalmente, como no podía ser menos, el sínodo desea que se sostenga a las familias en todos
estos aspectos, con la esperanza de seguir adelante en los próximos meses, hasta culminar el proceso
sinodal de descubrimiento de “caminos de verdad y misericordia para todos”; pues desde el principio
Francisco nos ha invitado “a la valentía de la fe y a la acogida humilde y honesta de la verdad en
la caridad”.
En esos caminos de la verdad en la caridad y en la misericordia, haremos bien en evitar
algunas “tentaciones” que Francisco ha señalado en su discurso de clausura del Sínodo, 18-X2014.
***
Esta tercera y última relatio del sínodo sigue siendo un documento de trabajo que, al mismo
tiempo, señala luces y posibles caminos, para la continuidad de los trabajos hasta la segunda y
conclusiva sesión sinodal.
Enumeremos algunas de sus orientaciones especialmente significativas:
─ Ayudar a mirar hacia Dios desde los anhelos profundos de las personas.
─ Aprender de la pedagogía divina, especialmente de las actitudes de Cristo.
─ Profundizar en el vínculo entre verdad y misericordia, sobre todo por lo que se refiere a
la ayuda a los matrimonios y familias en dificultad.
─ Reconocer ciertos valores positivos en las uniones que no puedan considerarse
matrimoniales en sentido pleno.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
─ Subrayar la importancia del testimonio de las familias cristianas que viven fielmente su
vocación y la necesidad de una “conversión misionera” a la misericordia, y de una formación
antropológica, espiritual y teológico-pastoral sobre la belleza del matrimonio y de la familia
cristiana, comenzando por los pastores y educadores.
Francisco ha dicho que todos han colaborado en el sínodo con espíritu constructivo (cf.
Misa de clausura, 19-X-2014), a pesar de los intentos, por parte de ciertos comentaristas, de
presentar el trabajo sinodal como un campo de litigios. Como hemos señalado al principio, el Papa
ha reconocido que este documento final es “el resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y
discutido en esta aula y en los círculos menores”.
Entre las declaraciones a la prensa de los padres sinodales en estos días, cabría considerar,
como bastante representativas del trabajo del sínodo, las palabras con las que concluye una entrevista
el Patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola:
“No basta una respuesta intelectual. Hay que regenerar desde abajo el pueblo de Dios, con
una nueva educación en el amor, empezando desde la adolescencia, y con la conciencia de que la
familia es el sujeto de la pastoral, y no el objeto. Nuestras parroquias, asociaciones y movimientos
deben ser sobre todo moradas que muestran la belleza y la bondad del Evangelio, que entran en el
necesario debate de una sociedad plural, con franqueza, apuntando al máximo reconocimiento
posible” (Entrevista a la revista Ecclesia, 16-X-2014).
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¿Qué mensaje ha dado el Sínodo?
24 octubre 2014
Ernesto Juliá
religionconfidencial.com
Los padres sinodales han subrayado, en definitiva, que si se separan Verdad y
Misericordia, la verdad deja de dar Luz a la inteligencia, y la misericordia se convierte en un
sentimentalismo muy vacío
El Papa Francisco, en el discurso final del Sínodo, ha dicho algunas frases que nos pueden
ayudar a dar una respuesta adecuada a esta pregunta.
“Tantos comentaristas han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra
otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía
en la Iglesia”.
“El Espíritu Santo que a lo largo de la historia ha conducido siempre la barca, a través de sus
ministros, también cuando el mar era contrario y agitado y los ministros infieles y pecadores”.
“Puedo decir serenamente que −con espíritu de colegialidad y de sinodalidad− hemos vivido
verdaderamente una experiencia de “sínodo”, un recorrido solidario, un “camino juntos”.
“Y, porque es un camino de hombre, también hubo momentos de desolación, de tensión y de
tentación”.
Palabras de papa Francisco que quienes hayan seguido los trabajos de las asambleas del
Sínodo de estas dos últimas semanas, comprenden muy bien.
79
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
El cambio tan importante −y profundo− entre la primera redacción de la Relatio, y la
definitivamente aprobada −aunque tres párrafos no hayan conseguido la mayoría requerida, el Papa
ha querido que se mantuvieran− es la mejor señal de los contrastes a los que el Papa aludió.
Siempre ha habido personas en la Iglesia que se han obstinado en oponer, o al menos buscar
una cierta oposición, entre el anuncio claro de la Verdad de Fe, y la Misericordia infinita de Dios; y
los sigue habiendo. La Iglesia sabe muy bien que la mejor Misericordia divina que puede mostrar al
hombre de todos los tiempos, es el anuncio de la Verdad, la buena doctrina, de Jesucristo, y que el
mejor fruto de la buena doctrina vivida es la Misericordia.
La Relación final del Sínodo lo dice con mucha claridad: “Bien conscientes de que la mayor
misericordia es decir la Verdad con Amor, y así vamos más allá de la compasión. El Amor
misericordioso atrae y une, y a la vez, transforma y eleva. Invita a la conversión. Así entendemos el
comportamiento del Señor, que no condena a la mujer adúltera, y le dice que no vuelva a pecar” (n.
28).
Los padres sinodales han subrayado, en definitiva, que si se separan Verdad y Misericordia,
la verdad deja de dar Luz a la inteligencia, y la misericordia se convierte en un sentimentalismo muy
vacío. La falsa compasión humana no refleja la Misericordia divina.
A la vista de las 470 correcciones que ha sufrido la primera Relatio, no parece muy osado
señalar, que los contrastes han sido hondos, y la batalla enconada. De un tono de misericordia
pesimista, “buenista”, como si el mundo no pudiera ser redimido por la Luz de Cristo, se ha pasado a
un reconocimiento claro de la Verdad, reafirmada en la sacramentalidad e indisolubilidad del
matrimonio, en los planes divinos de creación, de redención y de santificación del mundo. Y así, se
ha recuperado también el verdadero sentido de la Misericordia.
En el discurso final del Sínodo, el Papa ha hecho referencia a que la Iglesia “no tiene miedo
de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (...) La Iglesia tiene las puertas abiertas para
recibir a los necesitados, los arrepentidos... y animarlos a retomar el camino hacia el encuentro
definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste”.
Esto lo ha dicho después de afirmar que en todas las discusiones del Sínodo “jamás se ha
puesto en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la
unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea, la apertura a la vida”.
En definitiva, un soplo del Espíritu Santo bien patente, que camina siempre con y en la
Iglesia. “Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede
llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor” (Evangelii gaudium, 265).
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El Sínodo importa
24 octubre 2014
Enrique García-Máiquez
diariodecadiz.es
Incluso admitiendo como hipótesis de trabajo la existencia de una dicotomía entre
misericordia y verdad, no serían tiempos de misericordia externa, sino de fortaleza interior
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Cuanto ha ocurrido en el Sínodo extraordinario de la familia es de una importancia capital, y
no sólo para los católicos. El primer documento emanado (la Relatio post disceptationem) resultó
bastante relativizante de la doctrina católica. La reacción de la mayoría de los cardenales no se hizo
esperar ni la del inquieto pueblo fiel y, al final, el Mensaje del Sínodo ha reflejado con claridad y
caridad la doctrina de siempre.
Por un momento, el debate pareció estar entre quienes propugnaban una novísima
misericordia con los divorciados vueltos a casar, con las prácticas homosexuales y con las uniones
del mismo sexo y quienes sostenían la integridad del mensaje de Cristo. Sin embargo, la verdad
nunca se opone a la comprensión. Ni teológicamente (Jesús, tan misericordioso, se definió como la
verdad) ni ontológicamente (las virtudes no pueden contraponerse entre sí) ni pastoralmente (rebajar
las exigencias de la fe a unos u otros enmascara un paternalismo extremo −un abuelismo− insultante
como el del médico que reparte diagnósticos consolatorios o el del profesor que no corrige
exámenes).
Incluso admitiendo como hipótesis de trabajo la existencia de una dicotomía entre
misericordia y verdad, no serían tiempos de misericordia externa, sino de fortaleza interior. Me
explico. Ahora el poder político y el peso de la Iglesia en las costumbres sociales son nulos, como
salta a la vista. Antes, quizá; pero los que hablan hoy de “comprensión”, dicen, quieran o no, por
pura sociología y correlación de fuerzas, “acomodo” o “adaptación” o “ponerse a correr delante de la
gente, vaya donde vaya”, que es método infalible, según Quevedo, para ser muy seguido por las
masas. Las circunstancias actuales demandan fortaleza para sostener la verdad en solitario, con el
íntimo alivio de que nadie se sentirá cohibido ni, mucho menos, marginado por una posición tan
minoritaria.
La verdadera misericordia de la Iglesia es seguir ofreciendo al mundo un mensaje que no es
del mundo. Para que le cuenten lo suyo, nadie necesita ninguna religión. Gómez Dávila lo advierte:
“Los católicos no sospechan que el mundo se siente estafado con cada concesión que el catolicismo
le hace”. Por eso lo ocurrido en el Sínodo interesa también mucho a los no católicos, que están de
enhorabuena. No se les ha escamoteado un mensaje puede que ajeno, pero sugerente, sin duda, y
atrevido, alegre, fundamentado y posible.
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Sobre el Sínodo de la familia
08 noviembre 2014
Card. André Vingt-Trois, Arzobispo de París
zenit.org
“La convicción de los cristianos −desigualmente compartida, ya que no todos tienen la
misma convicción, ni la misma fuerza, ni la misma claridad− es que la comunión con Cristo, la
unión que realiza el bautismo y que pone en marcha la vida cristiana, permite a los hombres y
a las mujeres vivir situaciones más difíciles y superarlas de manera satisfactoria”
Entrevista al Cardenal André Vingt-Trois, Arzobispo de París sobre el Sínodo de la familia.
Se dice que en el Aula del Sínodo los debates raramente fueron tan francos y directos.
¿Es cierto?
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Sí que han sido francos y directos, pero no sé si más de lo habitual, salvo quizá porque el
tema fijado por el Papa para este sínodo comportaba una dimensión en la que los obispos se veían
más inmediatamente implicados en razón de su encargo pastoral. Quiero decir que los sínodos que
tratan de temas más amplios, como la Palabra de Dios o la Nueva Evangelización, evidentemente nos
conciernen a todos, pero los márgenes de apreciación no son tan variables; las diferencias existen
más bien en la puesta en práctica.
Ahora bien, en relación a cuestiones que afectan a la familia, los obispos tienen posturas muy
condicionadas para su implantación por el país en el que viven, por las personas de las que se
ocupan. Al comienzo de los debates, el Papa –fue la única vez que intervino, y muy brevemente−
expresó su deseo de que el sínodo realizase plenamente su función, es decir, que los Padres sinodales
se expresaran con toda libertad y dijeran todo lo que pensaban, sabiendo que quienes les escuchaban
lo harían con respeto y caridad y, por tanto, que ¡no tenían que temer que les “machacaran” a la
salida! Eso creó un clima bastante libre a la hora de expresarse.
Entonces, ¿hay un “cambio de modelo”, como se ha podido leer en la prensa?
No sé qué quiere decir. Habría que preguntar al periodista que lo haya escrito qué quiere decir
con eso.
Se ha visto que la atención se centraba mucho en las personas divorciadas vueltas a
casar, incluso en los homosexuales, al menos en los trabajos…
¡En absoluto! La atención no se ha focalizado en esos temas. La atención se centró en
situaciones que los obispos encuentran y, por tanto, temas muy diversos como la poligamia, las
familias que crían solas a sus hijos, las familias rotas por condiciones económicas o de inmigración.
Ha habido cantidad de temas importantes abordados y, entre otros, la cuestión de los esposos
separados y, entre los esposos separados, los que contraen una nueva unión con otra persona, pero
era solo un aspecto, una parte del debate, no era el núcleo de la discusión.
Y si hubiera “cambio de modelo”, querría decir que, de ahora en adelante, ¡la Iglesia tendrá
una actitud pastoral! Pero no estoy tan seguro de que haya un auténtico cambio, salvo que los que
quieren el cambio no tengan conocimiento profundo de cómo funcionan las cosas. Desde hace más
de 40 años soy sacerdote, y toda mi vida he intentado tener una actitud pastoral. Ahora bien, que la
actitud pastoral evoluciona, se trasforma a medida que cambian las condiciones, que las personas que
atendemos se enfrentan a situaciones diferentes, a nuevos desafíos en función de los cambios de la
sociedad y de la vida del mundo, ¡es evidente! Pero es eso precisamente la pastoral: la capacidad de
ponerse a disposición de la gente que pasa por esas situaciones y buscan orientación.
A propósito de las personas divorciadas y vueltas a casar, hay un debate, como un tira y
afloja, para saber si se dará la posibilidad, después de un tiempo de penitencia, de poder
comulgar de nuevo, de volver a confesarse. En el fondo, ¿qué ese tira y afloja? ¿A qué nos
lleva? ¿Cuál es el punto de tensión?
No hay ningún tira y afloja. Hay un convencimiento común compartido sobre la
indisolubilidad del matrimonio y que todo matrimonio sacramental —y a ser posible todo
matrimonio, sea o no sacramental− es un matrimonio contraído para ser definitivo y, por tanto, un
matrimonio indisoluble. Los datos demuestran que, para cierto número de personas, ese matrimonio
indisoluble falla o se rompe por circunstancias diversas, que nunca son las mismas para todos, y
luego algunos contraen una nueva unión. Es ahí donde aparecen las diferencias, pero no hay ningún
forcejeo; simplemente −suponiendo que se trate de personas que deseen llevar una vida cristiana−
82
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
¿qué hacemos con esas personas? La cuestión no es si se va a aprobar una ley universal,
independientemente de las disposiciones personales de la gente.
Lo que quiere decir es que, entre las numerosas parejas que se han formado después de un
divorcio, cierto número −que ni siquiera son la mayoría− son cristianos convencidos y quieren
intentar vivir su fe lo mejor posible. La cuestión pastoral de la Iglesia es: ¿cómo se les puede
acompañar en su deseo de vivir la fe y en los cambios que comporta su deseo de conversión? La
cuestión de la comunión eucarística no es lo primero. Lo primero es: ¿cómo acoger a esa gente?
¿Cómo escucharles? ¿Cómo podemos comprender su sufrimiento? Porque es de película −y se ha
extendido a cierto número de personas de nuestra sociedad− imaginar que en un mundo de Fantasía,
las personas casadas, divorciadas y vueltas a casar vivan en un universo completamente idílico.
Porque se niega el dolor…
Se niega el dolor y se niega el fracaso. Hay que comprender que las personas divorciadas
sufren un fracaso. Quizá no sean necesariamente responsables, pero viven un fracaso porque, cuando
se casaron, lo hicieron seriamente, honestamente, y con convencimiento. Y ese compromiso serio
−pienso en las personas que se casan en serio; evidentemente, si son personas que se han casado a la
ligera, es otra cosa−, si esas personas que se casaron seriamente, por diferentes razones no han
conseguido mantener el compromiso, el fracaso lo viven dolorosamente, y siempre les rondan estas
preguntas: ¿Por qué nos ha pasado esto? ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué es lo que no hicimos y
deberíamos haber hecho? ¿Qué hicimos que no teníamos que haber hecho? Hay una serie de
cuestiones que no se pueden hablar con nadie. No quieren molestar a su nuevo cónyuge haciéndole
preguntas sobre su primer matrimonio, ni hacer una encuesta entre la familia para saber qué piensan
unos y otros, etc.
A veces tienen la suerte de tener personas de confianza a su alrededor, hermanos, hermanas,
etc. Pero, en general, no lo pueden hablar con nadie. Es un tema tabú, un tema socialmente tabú,
porque se ha difundido la idea de que es bueno que haya divorcio. Para ellos, esa es la primera
cuestión: ¿con quién quieren hablar? ¿Cómo quieren expresar algo de lo que les pasa, del
sufrimiento que experimentan, de la manera en que piensan ser fieles a sus hijos, acompañarles en
su vida, etc.? En ese camino −la reflexión sobre su vida, si se plantea un camino de conversión−,
¿cómo les vamos a acompañar y hasta dónde?
La cuestión de la comunión eucarística viene después, y no es una cuestión moral. No es
decirles: ¡como sois culpables, no podéis comulgar!, sino: estamos ante una especie de
incompatibilidad entre signos: tenéis en vuestra vida un signo de alianza, de compromiso definitivo
ante Cristo, y ese signo se ha roto, y queréis comulgar el Cuerpo de Cristo que es el signo de la
Alianza. ¿Cómo podemos hacer coexistir esas dos posturas? Ciertamente, ¡no con una gran
declaración pública y solemne que abriría la comunión a todo el mundo! Eso solo puede ser para
casos particulares, para los que hay que pensar caminos y posibilidades de acompañamiento.
Eminencia, ¿dónde estuvo, de verdad, el punto conflictivo?
El punto de debate fueron las proposiciones diversas que se formularon, diferentes hipótesis,
en función de la sociedad en la que se encuentren, de la tradición que tengan y, en particular, la
cuestión planteada ya desde hace tiempo por Benedicto XVI, antes de ser Papa, cuando era Prefecto
de la Doctrina de la Fe, de saber si estamos de verdad ante matrimonios auténticos, porque recuerdo
que las condiciones de un matrimonio se basan en cuatro pilares que suponen un compromiso
personal.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Y ese compromiso personal pudo ser defectuoso porque no se comprendió bien, o porque
había una restricción mental, o por una incapacidad psicológica para asumir el compromiso: esto
pasa, puede pasar incluso frecuentemente. Entonces, al analizar esas situaciones, la Iglesia tiene la
posibilidad de decir: no hubo verdadero matrimonio. La dificultad es que psicológicamente es muy
difícil, para quien ha vivido cinco o diez años con su cónyuge, que tiene hijos, decirle: es nulo.
¿En el sentido de que no es real?
Ahí está. No se puede decir que no sea real. Los hijos están ahí, el cónyuge está ahí, así que sí
es una realidad. Y ahí, estamos como “forzados” de alguna manera por el vocabulario, ya que se
habla de reconocimiento de la nulidad matrimonial, es decir, se declara que ese matrimonio no es un
matrimonio de verdad. ¡Pero no se puede declarar que lo que se ha vivido no exista! Y para eso hay
toda una serie de procedimientos, de acciones, de enfoques y de pedagogía para ayudar a la gente a
comprender que un compromiso hecho de manera insuficientemente sólida puede ser reconocido
como carente de las condiciones de un matrimonio, por lo que las personas quedarían libres. En la
práctica que yo conozco, o sea, en la práctica occidental, ese enfoque de reconocimiento de nulidad
matrimonial es muy difícilmente practicado.
¿Hay que facilitarlo?
Es muy difícilmente practicado en primer lugar porque no siempre es fácil llevarlo a cabo, y
también porque no es necesariamente deseado, ya que las personas que han pasado las peripecias de
un divorcio no necesariamente desean repetir el mismo escenario. Imaginan que será el mismo
escenario. Y eso quiere decir que hay que encontrar los mejores medios para poner a disposición de
la gente la realidad de este enfoque, o propuestas diferentes, para aligerar el proceso en función de
las circunstancias, porque de momento sólo tenemos un proceso único, y decir que hay
circunstancias en las que se pueda adoptar un proceso más ágil, o bien hallar otra postura que el
juicio, porque aquí se trata de un juicio con jueces eclesiásticos. Se pueden imaginar −y se han hecho
propuestas al respecto− fórmulas menos judiciales y más contractuales, lo que se llama en la vida
civil el orden de la mediación. Todo esto es imaginable, pero hay que pensarlo mucho y trabajar para
ver qué quiere decir, y cómo se puede llevar a cabo.
Eminencia, algunos hacen lecturas entre progresistas y conservadores. ¿Significa algo o
no es más que un cliché?
No es muy original, siempre hacen la misma lectura. Lo que yo puedo decir es que para ver la
realidad no hay dos gafas, sino una sola. Pero ellos se ponen ese par de gafas y eso les permite
echarle imaginación a un entorno o a otro, y decir eso es progresista, eso es conservador. ¡Es de
película!
Cuando se publicó la relatio a mitad del sínodo, los católicos que estaban
comprometidos en la pastoral familiar se quedaron profundamente preocupados. Se tenía la
impresión de que aquello por lo que pelean se ponía de alguna manera en cuestión.
¿Comprende usted esta preocupación?
¡La comprendo muy bien! Y creo que es muy sano porque eso demuestra al menos que
piensan y que no se tragan como pan bendito todo lo que dicen los periódicos. Vieron un texto, un
texto intermedio que no había sido enmendado, no trabajado, que era solamente la recopilación y la
síntesis de varios días de expresión. Hubo más de 180 Padres que se expresaron, y había un equipo
que hacía una síntesis honrada de lo que se le había encomendado, pero esa síntesis era el reflejo del
debate, no las conclusiones del sínodo. Y el error fue −no sé si lo han hecho creer, no lo sé porque yo
84
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
estaba dentro y no sé qué pasaba fuera−, pero el error habría sido hacer creer que ese texto era la
posición del sínodo. ¡No era la posición del sínodo, sino el reflejo del debate!
¿Debería haber sido confidencial el trabajo de las correcciones de los círculos menores?
Sí.
¿Usted quería que se hiciera público?
Se hizo público, sí.
¿Pero usted quería?
Pienso que era necesario, porque la relatio se había hecho pública. Era bueno que la gente
que había leído la relatio, o al menos que les llegó el eco de la relatio, oyesen también el eco de las
reacciones expresadas en los círculos menores. Esos grupos lingüísticos trabajaron durante muchos
días, con la pluma en la mano para enmendar el texto, y expresaron cierto número de reacciones
generales.
Evidentemente, lo que se ha publicado no son las enmiendas, pero ahí está la línea del debate
en cada grupo, cuidadosamente recogida por el relator, y aprobada por los miembros del grupo. Así
que nos pareció natural y normal que se hiciesen públicas esas expresiones de los obispos, que aún
no eran la síntesis de las diferentes intervenciones sino la expresión de un trabajo común.
¡Discutieron entre ellos! Habrá visto que están los votos de las diferentes proposiciones, mayorías y
minorías, etc. Eso demuestra que hubo un trabajo real con las diferentes proposiciones, con el fin de
modificar el texto de la relatio. Entonces, como se hizo pública la relatio, era normal que se
publicaran los posteriores elementos de corrección.
Entonces, para explicar el proceso, ¿se hizo la relatio del sínodo escrita?
Es el proceso. Todas las enmiendas hechas por los grupos lingüísticos fueron redactadas y
estudiadas por tres equipos, uno para cada parte de la relatio, teniendo en cuenta las enmiendas.
Cuando eran correcciones solo de forma o lingüísticas, se incluían o no, pero todas fueron tenidas en
cuenta. Luego estaban las enmiendas de fondo, es decir, los elementos donde los Padres sinodales
estimaban que había una grave laguna, o que faltaba esto o aquello, y entonces los grupos proponían
nuevos elementos, que son los que se incluyeron en el texto final.
Hay quizá un punto en el que no lograron ponerse de acuerdo: el concepto de
gradualidad, del que se habló mucho. Se ve que había discrepancias de comprensión. ¿Es que
se empleó un poco a la ligera, y lo que había que dejar claro era el concepto teológico?
Es bastante sencillo. El concepto de la ley de gradualidad fue elaborado por Juan Pablo II en
una de sus encíclicas (Familiaris consortio, 34). Consiste en decir: aquí tenemos al ser humano en la
condición en la que se encuentra. Hay cosas que puede hacer y cosas que no puede hacer. Tiene la
posibilidad −no digo que esté autorizado− de hacer o no. Se puede comprender que la gente quiera
alcanzar una mejor manera de vivir, un camino de conversión, un cambio en su experiencia cristiana,
pero no tienen la posibilidad de hacerlo enseguida. Sin embargo, están en la dinámica de conversión
que les conduce a la vida evangélica, y se entiende que avancen progresivamente. Si suponemos que
la gente necesita etapas progresivas, es para ir a algún sitio, no solo para decir: ahora estoy en esta
etapa y me encuentro muy bien, así que ¡decidme que estoy bien!
¿Sería una especie de relativismo?
85
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Sí, o no sería en absoluto la ley de la gradualidad. La ley de la gradualidad es decir:
caminamos siguiendo a Cristo con los medios que tenemos, con las capacidades que tenemos. Esas
capacidades no nos permiten hacerlo todo, pero el dinamismo por el que caminamos en pos de Cristo
nos permite asumir poco a poco las dificultades y superarlas. La Iglesia considera que ese camino es
un camino de santidad.
¿Cuáles son, para usted, los desafíos? ¿Cuáles pueden ser las tentaciones y la dirección a
seguir?
La convicción de los cristianos −desigualmente compartida, ya que no todos tienen la misma
convicción, ni la misma fuerza, ni la misma claridad− es que la comunión con Cristo, la unión que
realiza el bautismo y que pone en marcha la vida cristiana, permite a los hombres y a las mujeres
vivir situaciones más difíciles y superarlas de manera satisfactoria. Así que pensamos que esa
convicción es un recurso, una suerte para la humanidad, y no está reservada a los que lo han
entendido todo y ¡ya son perfectos! Está destinada a todos los hombres.
Nuestro trabajo, nuestra misión de cristianos, es ser testigos de ese recurso y de esa fuerza,
disponible para los que lo deseen. Es el desafío capital en relación a la familia. La cuestión es que
estamos auténticamente convencidos de que el matrimonio único, estable y definitivo es para todos
los matrimonios, y no solo para los cristianos. El hecho es que haya matrimonios cristianos que den
una señal positiva de apoyo a los que no son cristianos ni tienen necesariamente esos objetivos. Pero
dicen: ¡por fin, es mucho mejor! Este es un primer desafío: el ejemplo que podemos dar de la
permanencia del amor de Dios a la humanidad a través de la estabilidad del amor de un hombre y
una mujer.
El segundo desafío es cómo la Iglesia, a través de todos sus estratos, desde el obispo hasta el
último cristiano, puede ayudar a la gente a vivir. He recordado antes situaciones de sufrimiento y
heridas. Pongo un ejemplo parisino que conozco bien. Una mujer africada se encuentra sola con dos
o tres hijos que criar. ¿Cómo puede la Iglesia ayudarla a vivir? ¿Cómo puede ayudar la Iglesia a la
gente que no consigue casarse, que son solteros forzados? ¿Cómo puede la Iglesia ayudar a vivir a
la gente que conoce la viudedad precoz? ¿Cómo puede la Iglesia ayudar a vivir a la gente que
fracasa en su matrimonio o que han sido abandonados por sus cónyuges y se hallan solos de
repente? ¿Cómo puede la Iglesia ayudar a vivir a los padres que tienen dificultades con sus hijos?,
etc. Esta dimensión de acompañamiento, de apoyo y fortaleza, es un desafío considerable en todos
los períodos, y nosotros vivimos en el periodo actual con los problemas con los que nos enfrentamos.
Asunto importante: ¿hay tentaciones para la Iglesia de hoy que podrían hacerle
fracasar en su misión de fondo?
Lo que puede hacer fracasar la misión no es complicado: es la pérdida y la falta de fe. Si ya
no estamos convencidos de que vivimos por la fe en Cristo, no se entiende por qué la íbamos a
proponer a otros. Y si hay un peligro, pues podría considerar rezar de vez en cuando, y me irá bien.
¡Pero eso no es la fe cristiana!
Última pregunta: ¿qué espera usted del Papa Francisco? Es él quien quiso lanzar toda
esta manera de pensar, y se sabe que, en general, el Papa Francisco, cuando tiene una cosa en
la cabeza, cuando pone algo por obra, es que tiene una idea. ¿Qué espera usted de él en las
semanas y meses que vienen?
Espero que continúe lo que ha decidido. No estoy en su cabeza, pero creo que quiere
perseguir el objetivo que ha dicho, es decir, preparar la sesión ordinaria del sínodo de octubre de
2015, ya que esta primera sesión ha sido más bien (se puede decir, por fin) una especie de inventario
86
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
de preguntas, dificultades, situaciones sensibles y cuestiones pastorales a las que nos enfrentamos. A
partir de ese inventario, normalmente la sesión ordinaria del sínodo de 2015 debe entrar en nuevas
propuestas de acción, o en todo caso, orientaciones de acción y de misión.
_______________________
El bendito sínodo
07 noviembre 2014
Teresa Gutiérrez de Cabiedes
religionenlibertad.com
Si nos dejamos llevar por el ruido y la superficialidad de nuestro ambiente cultural, si
caemos víctimas del desconcierto y el análisis sectario, estamos desperdiciando una
oportunidad magnífica
En las pasadas semanas, he asistido con perplejidad al desarrollo del sínodo de los obispos.
Como creyente, como madre de familia, como profesional de la comunicación, lo que ha acontecido
en Roma ha zarandeado muchos de los resortes de mi vida y mi trabajo.
Tengo que confesar que mi primer acceso a lo que estaba sucediendo en el corazón de la
cristiandad ha sido, precisamente, tratar de escuchar el latido de Dios. No deja de conmoverme que
el Creador, omnipotente y eterno, siga saliendo al camino a buscarnos; que no aborrezca los
extravíos de los hombres; que no se haya quemado con una civilización que apostata de Él, y que
como consecuencia, muchas veces juega irresponsablemente con una de las realidades más bellas
que se nos han regalado: la familia. Por eso, no temo confesar que he meditado muchos de los textos
de las intervenciones cambiando pañales, y de camino al cole, y cogiendo en brazos a un niño
mientras daba gracias a Dios después de la Eucaristía. Mis disculpas si lo que les cuento en algún
punto tiene manchas de puré.
También debo confesar que he seguido lo justo el relato de los medios de comunicación
convencionales. A estas alturas de la película, entiendo que la naturaleza de la Iglesia y la potencia
sobrenatural del mensaje de Jesús no se pueden transmitir con cualquier clave. A veces por
desconocimiento (otras por interés o por simple prisa) se aplican criterios ideológicos y políticos, y
con ello se desvirtúa completamente lo que está pasando. Es como si yo le doy a mi hijo para comer
arcilla, porque se parece al chocolate: le estoy envenenando con el contenido por muy verosímil que
sea la apariencia. En pleno siglo XXI tenemos la fortuna de poder acceder de primera mano a las
fuentes de la información: por ejemplo, a la página web del Vaticano.
Después de estas confesiones, reconozco que hay algo que me parece que no ha llegado al
común de los mortales. Y me gustaría compartir algunos detalles, por si les sirven.
1. Es fundamental no confundir un chupete con una bombilla. Ninguno es mejor que otro:
sencillamente tienen distintas funciones. Pues bien: un sínodo no puede redefinir el magisterio de la
Iglesia. Este instrumento de diálogo fue un “invento” de Pablo VI, para asistir al ministerio del Sumo
Pontífice. Me he cansado de oír: “La Iglesia ha cambiado porque el sínodo dice que…”. No lo
olvidemos: la doctrina de la Iglesia no puede cambiar en un sínodo. Tan simple como eso.
2. Cuando un hijo intenta hacernos creer que sabe mucho más que nosotros, nos da la risa. La
verdad es que nuestro Padre Dios debe alucinar con nuestras conjeturas y nuestros juicios: a veces
vivimos como si Él no supiera qué se hace. Pedro está asistido por el Espíritu Santo. O sea, Francisco
87
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
no actúa solo. En su labor de custodio de la fe, hay algo que supera sus posibilidades humanas. Nos
puede gustar mucho o poco el carácter del Papa, nos puede fascinar o producir rechazo su estrategia
al dirigir la Iglesia. Pero deberíamos preguntarnos si nuestros gustos personales y las lecturas (más o
menos lícitas) de los comentaristas nos arrebatan la única certeza segura: que por encima de todo, el
Espíritu asiste a su Iglesia; que Él ha querido que sea Francisco el que apaciente ahora el rebaño y
que, en el momento en el que el papa ejerza su capacidad de hablar ex cathedra, no se podrá
equivocar.
3. El niño que sabe que su madre le está cuidando no tiene miedo. Jesús nos ha prometido no
dejarnos solos, ni un instante, hasta el fin de los tiempos. Y ¿entonces? Se escuchan aplausos
desaforados por pretendidos cambios en el seno de la Iglesia. Se oyen gritos de escándalo en los que
temen que, por fin, los signos de los tiempos hayan logrado traicionar el precioso legado de Jesús.
Esas posturas son lógicas, pero no se corresponden fielmente con lo que está pasando. La Iglesia está
formada por seres humanos, con sus virtudes y sus miserias, con su búsqueda (no siempre perfecta)
de la verdad. Aunque algunos insistan en no creérselo, esos hombres y mujeres procuran vivir a la
luz de la fe pero no irracionalmente. Porque razón y fe son compatibles, porque se puede encontrar la
luz de Dios en medio de las tinieblas, ponerse en camino implica dialogar, testar las propias
convicciones, abrirse a las perspectivas de otros para enriquecer las propias o para descartar pasos
erróneos. En ese proceso, pueden romperse algunos esquemas y fortalecerse otros. Pero si nos hemos
puesto bajo la protección del Espíritu de Dios, no hay nada que temer.
4. En los cuentos es importante que la ilustración refleje el contenido de la historia, o se
produce una confusión de aúpa en el lector. Con frecuencia se nos ha ofrecido una foto de Roma
como si aquello fuese el sínodo de las avispas. A mí me apena, sobre todo, que haya una parte
preciosa del mensaje que se ha obviado. A nadie se nos oculta que las heridas por las que se desangra
nuestra sociedad son graves; que las epidemias que destruyen el Amor también se contagian a la
Iglesia. El Papa y sus ayudantes han tenido la valentía de practicar una cirugía a corazón abierto (con
los riesgos que esto entraña). Y claro que ha salido putrefacción de la herida. Pero ¡cuánto espíritu de
vida, también! Qué maravilla escuchar a tantos matrimonios que han hecho obvio que el Espíritu
Santo está asistiendo a su Iglesia con una ternura y una creatividad extraordinarias; matrimonios que
han recompuesto a otros; matrimonios que han crecido con confesiones religiosas distintas;
matrimonios que han sabido acompañar (no con palabras, con obras asombrosas) a los heridos, a los
estigmatizados, a los que veían agonizar su amor; matrimonios, que han sabido encarnar un erotismo
sano que deje al Amor tomar cuerpo y que lo han hecho en medio de una cultura afectivamente
enferma. Qué felicidad en sus rostros. Qué sabiduría en sus propuestas. Qué audacia en su entrega a
Dios y a la humanidad. Jesús está vivo. La Iglesia sigue haciendo milagros con su poder. Y hay
muchas realidades con las que sorprenderse y de las que aprender para contagiarlas a nuestro
alrededor.
5. Hay días en los que crecer nos da pereza y preferimos que papá o mamá nos hagan todo.
Las palabras con las que el Papa, al final del sínodo, diluyó su silencio deliberado no tienen pérdida.
Se salen por la tangente del análisis de votos a favor y en contra. Nos advierte de cómo estamos
tentados de dejarnos llevar por lo accesorio; de qué fácil nos desviamos de la propuesta de la Iglesia:
acompañar, con misericordia y con verdad, el paso titubeante de la humanidad hacia Dios. ¿Estamos
dispuestos a arriesgar, a construir, sin derrotismos, caminos hacia un amor renovado? ¿Estamos
dispuestos a reconocer que los primeros protagonistas de esta historia somos cada uno de nosotros, y
no el padre sinodal de turno?
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Porque si este sínodo sirve para postrarnos a los pies de Jesús y, movidos por su Amor,
ponernos en camino junto a Pedro… habrá merecido la pena. Si nos dejamos llevar por el ruido y la
superficialidad de nuestro ambiente cultural, si caemos víctimas del desconcierto y el análisis
sectario, estamos desperdiciando una oportunidad magnífica.
Dios vuelve a salir a nuestro camino. Él es el primer interesado en sanar a nuestras familias,
en reconstruir con paciencia nuestra sociedad, en ver crecer en armonía a nuestros niños. Seguro que
tenemos ya una mano monopolizada por el móvil. Que no se nos olvide dedicar la otra sólo a Él, a
cogernos fuerte de su mano.
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‘La Iglesia, ni antes, ni durante, ni después del Sínodo puede cambiar la enseñanza de
Cristo’
05 noviembre 2014
Card. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe
Witness For Church / InfoCatólica
‘Nasz Dziennik’, uno de los más importantes medios de comunicación polacos, ha
realizado una extensa entrevista al Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la fe
El Cardenal habla abiertamente de la influencia nociva sobre el Sínodo y confirma que la
enseñanza de la Iglesia sobre la comunión para los “vueltos a casar” civilmente está absolutamente
prohibida, por ser contraria al Evangelio. Así mismo, añade, actos homosexuales, contrarios a la
naturaleza, son un grave pecado. Y lanza una advertencia: hay “obispos que han sido cegados por la
sociedad secularizada”.
Medios de comunicación
Desafortunadamente, en las sociedades modernas, diversos medios, organizaciones
internacionales e incluso gobiernos de varios países, están intentando sembrar confusión en la gente.
En muchos países, las relaciones están destruidas, y eso se aplica también al modelo cristiano de
matrimonio y familia. La verdad sobre el matrimonio y la familia se ha relativizado. Esas tendencias,
por desgracia, han entrado en la Iglesia y en los obispos, a los que los medios de comunicación
intentan presionar. Nosotros tenemos a Cristo y al Evangelio. Ese es nuestro punto de referencia, el
fundamento de la única y adecuada enseñanza de la Iglesia.
Matrimonio
Hay muchos medios, pero sólo un Mediador, Jesucristo y su Evangelio. Por tanto, la palabra
de Dios no puede ser ignorada de ninguna manera y no se puede ceder en nada: hay que aceptarla
totalmente. La Iglesia, ni antes, ni durante, ni después del Sínodo puede cambiar lo que viene de la
enseñanza de Cristo. Respecto al matrimonio, éste se define, sobre todo, por las palabras: «lo que
Dios ha unido, no lo separe el hombre».
Homosexualidad
Para la Iglesia, el punto de partida de las relaciones siempre es el amor de un hombre con una
mujer y de una mujer con un hombre. La Iglesia se centra en esta relación y en ella construye su
doctrina social, incluyendo la doctrina moral, lo que abarca toda la sexualidad humana. Hay
89
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
situaciones en las que una persona orienta su sexualidad a una persona del mismo sexo. Esa
tendencia, en sí misma, no es asunto primordial para la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica
enseña que «las personas homosexuales están llamadas a la castidad». El Papa Francisco dice que
no pretende crear una nueva doctrina de la Iglesia, sino que quiere mostrar que nadie que esté
equivocado y tenga tendencia homosexual es juzgado por la Iglesia. Nadie quiere aislar a esas
personas; siguen siendo personas. Pero hay que decir con claridad que la Iglesia ha juzgado
negativamente los actos homosexuales. ¡Tomar parte en un acto homosexual no es aceptable! Y la
Iglesia nunca abandonará esa valoración: son contrarios a la ley natural y, por tanto, es un pecado.
Obispos
Desgraciadamente, hay representantes de la Iglesia, incluso obispos, que se han dejado cegar
por una sociedad secularizada, y les ha influenciado tanto que han perdido el meollo de la cuestión o
los ha sacado de las enseñanzas de la Iglesia basadas en la Revelación. Empiezan a pensar en
diferentes posibilidades −si es o sería posible−, olvidando el fundamento, sugiriendo soluciones
cuestionables en temas comprometidos y situaciones difíciles en las que la gente se puede encontrar,
guiados tal vez por el deseo de ayudar. Eso está bien, pero siempre hay que recordar que la agenda
de la Iglesia está basada en la Revelación de Dios comunicada por Jesucristo, que es lo más
importante para nosotros. ¡Si eso se pierde, se pierde todo!
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Al servicio de la familia
12 noviembre 2014
Rafael María de Balbín
Un bien precioso para cada persona y para el conjunto de la humanidad
El año 1981 el Papa San Juan Pablo II publicaba su Exhortación Apostólica Familiaris
consortio, en la que recogía las conclusiones del reciente Sínodo sobre la familia, a la par que
desarrollaba de manera muy completa los principales aspectos de la institución matrimonial y
familiar. Es un documento de gran riqueza, que contribuye a iluminar la problemática actual de la
familia en el mundo entero.
En la Introducción se hacía eco de la importancia de la familia en nuestra sociedad
cambiante: “La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la
acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura.
Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el
fundamento de la institución familiar. Otras se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido,
e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida
conyugal y familiar. Otras, en fin, a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven impedidas
para realizar sus derechos fundamentales” (n. 1).
La Iglesia sabe que su camino es el hombre, en su prosperidad temporal y en su salvación
eterna. Y por eso se pone al servicio de la familia y con ella del bien humano integral, “consciente de
que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad, quiere
hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de
la familia, trata de vivirlo fielmente; a todo aquel que, en medio de la incertidumbre o de la ansiedad,
busca la verdad y a todo aquel que se ve injustamente impedido para vivir con libertad el propio
proyecto familiar. Sosteniendo a los primeros, iluminando a los segundos y ayudando a los demás, la
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Iglesia ofrece su servicio a todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la familia.
De manera especial se dirige a los jóvenes que están para emprender su camino hacia el matrimonio
y la familia, con el fin de abrirles nuevos horizontes, ayudándoles a descubrir la belleza y la grandeza
de la vocación al amor y al servicio de la vida” (idem, n. 1).
¿Por qué este interés por el matrimonio y la familia? Porque se trata de un bien precioso para
cada persona y para el conjunto de la humanidad. Una evidente manifestación de la importancia del
tema se pone de manifiesto en la celebración del nuevo Sínodo episcopal en su doble fase (20142015), así como los abundantes y apasionados comentarios en los medios de comunicación. La
Iglesia “está íntimamente convencida de que sólo con la aceptación del Evangelio se realiza de
manera plena toda esperanza puesta legítimamente en el matrimonio y en la familia. Queridos por
Dios con la misma creación, matrimonio y familia están internamente ordenados a realizarse en
Cristo y tienen necesidad de su gracia para ser curados de las heridas del pecado y ser devueltos ‘a su
principio’, es decir, al conocimiento pleno y a la realización integral del designio de Dios” (idem, n.
3).
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Discernimiento matrimonial y familiar
18 noviembre 2014.
Rafael María de Balbín
Un discernimiento de fe no supone la búsqueda de un consenso mayoritario; la simple
sumatoria de opiniones más o menos ilustradas no equivale al hallazgo de la verdad
Como los designios de Dios sobre el matrimonio y la familia afectan a hombres y mujeres en
su actual situación social y cultural, la Iglesia procura discernirlos en el hoy de su existencia. “En
efecto, es a las familias de nuestro tiempo a las que la Iglesia debe llevar el inmutable y siempre
nuevo Evangelio de Jesucristo; y son a su vez las familias, implicadas en las presentes condiciones
del mundo, las que están llamadas a acoger y a vivir el proyecto de Dios sobre ellas” (San Juan
Pablo II, Exhort. Apost. Familiaris consortio, n. 4).
Este discernimiento hace también que “la Iglesia puede ser guiada a una comprensión más
profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia, incluso por las situaciones,
interrogantes, ansias y esperanzas de los jóvenes, de los esposos y de los padres de hoy” (idem).
En el conocimiento del matrimonio y de la familia, sin embargo, no es oro todo lo que reluce.
“No raras veces al hombre y a la mujer de hoy día, que están en búsqueda sincera y profunda de una
respuesta a los problemas cotidianos y graves de su vida matrimonial y familiar, se les ofrecen
perspectivas y propuestas seductoras, pero que en diversa medida comprometen la verdad y la
dignidad de la persona humana. Se trata de un ofrecimiento sostenido con frecuencia por una potente
y capilar organización de los medios de comunicación social que ponen sutilmente en peligro la
libertad y la capacidad de juzgar con objetividad” (idem).
El discernimiento que la Iglesia realiza es un discernimiento cristiano, no meramente cultural
o sociológico. “Tal discernimiento se lleva a cabo con el sentido de la fe que es un don participado
por el Espíritu Santo a todos los fieles. Es por tanto obra de toda la Iglesia, según la diversidad de los
diferentes dones y carismas que junto y según la responsabilidad propia de cada uno, cooperan para
un más hondo conocimiento y actuación de la Palabra de Dios” (idem, n. 5).
91
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Y en este discernimiento participan todos los miembros del Pueblo de Dios, no sólo “por
medio de los Pastores, quienes enseñan en nombre y con el poder de Cristo, sino también por medio
de los seglares: Cristo «los constituye sus testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la
palabra (cfr. Act. 2, 17-18; Ap. 19, 10) para que la virtud del evangelio brille en la vida diaria familiar
y social»” (idem).
Un discernimiento de fe no supone la búsqueda de un consenso mayoritario. La simple
sumatoria de opiniones más o menos (con frecuencia menos) ilustradas no equivale al hallazgo de la
verdad. “La Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no siempre coincide con la opinión de la
mayoría. Escucha a la conciencia y no al poder, en lo cual defiende a los pobres y despreciados. La
Iglesia puede recurrir también a la investigación sociológica y estadística, cuando se revele útil para
captar el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y para conocer mejor
la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe considerarse, sin más, expresión del
sentido de la fe” (idem).
El discernimiento y la vivencia de la verdad evangélica es tarea de todos, cada uno dentro de
la función que el compete en el Pueblo de Dios. “Dado que es cometido del ministerio apostólico
asegurar la permanencia de la Iglesia en la verdad de Cristo e introducirla en ella cada vez más
profundamente, los Pastores deben promover el sentido de la fe en todos los fieles, valorar y juzgar
con autoridad la genuidad de sus expresiones, educar a los creyentes para un discernimiento
evangélico cada vez más maduro. Para hacer un auténtico discernimiento evangélico en las diversas
situaciones y culturas en que el hombre y la mujer viven su matrimonio y su vida familiar, los
esposos y padres cristianos pueden y deben ofrecer su propia e insustituible contribución. A este
cometido les habilita su carisma y don propio, el don del sacramento del matrimonio” (idem).
______________________
La sublime belleza del matrimonio
24 noviembre 2014.
Gerhard Müller
infocatolica.com12 / romereports.com
“En el sacramento del matrimonio, los esposos pueden darse cuenta de que están
disfrutando de un medio, un instrumento, que no existe sólo para su propia santificación, sino
para la divinización de todas las personas que entran en contacto con el amor divino de la
Trinidad a través de su vida esponsal”
El cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha
concedido una entrevista al National Catholic Register tras la celebración del Coloquio Internacional
Interreligioso sobre la Complementariedad entre el Hombre y la Mujer, organizado por su dicasterio.
El purpurado asegura que «en los ataques contra el matrimonio como unión complementaria de un
hombre y una mujer, estamos asistiendo a una especie de suicidio de la humanidad» y advierte que
los estados no pueden «privar a los niños de su derecho a crecer con un padre y una madre».
¿Cómo ha transcurrido el colloquium? ¿Ha estado a la altura de sus expectativas?
Todo ha ido muy bien hasta ahora. ¡Ha estado a la altura de nuestras expectativas e incluso
las ha superado! Es algo extraordinario que tantas comunidades cristianas y catorce religiones hayan
12
Entrevista de Edward Pentin
92
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
podido reunirse para proclamar convicciones básicas sobre el matrimonio. A pesar de que esas
convicciones provenían de tradiciones, comprensiones, categorías y conceptos diferentes, ha habido
una unidad notable sobre la naturaleza del matrimonio.
Ciertamente, muchas de las tradiciones cristianas están aquí, todas con la Biblia como punto
de referencia básico, una gran parte de la cual se tiene en común con los representantes judíos. Lo
que todos tenemos en común es un punto de referencia en la naturaleza humana, las líneas esenciales
de la existencia humana y la relación entre el hombre y la mujer como célula y origen del bien de la
pareja y de los hijos.
La familia no es algo aislado. Pertenece a la familia más amplia, a su propio pueblo, su
historia, su región y su cultura. Esto resalta que no somos individuos aislados, sino que hemos sido
creados por Dios como seres que viven juntos y somos responsables unos de otros y de las futuras
generaciones. No podemos afirmar que tengamos una personalidad autónoma, sino que debemos dar
gracias por tantas personas que se han entregado por nosotros: nuestros padres, hermanos, familiares,
maestros y pastores. Un tema que fue muy mencionado en el colloquium fue un claro énfasis en que
hemos recibido mucho y, por lo tanto, debemos dar también a los demás y a las otras generaciones.
Es curioso que esta conferencia no se haya celebrado antes, que no haya habido antes
este énfasis en el matrimonio, teniendo en cuenta que el mismo ha estado sometido a ataques
desde hace cincuenta años. ¿Le habría gustado que un acontecimiento como éste se hubiera
producido antes?
¡Sin duda! Llevamos preparando el colloquium más de un año y, durante ese tiempo en la
CDF, hemos oído muchas veces decir «esto es nuevo» o «¡nunca habíamos hecho algo así!» Quizás
deberíamos haberlo hecho antes, pero ahora la crisis a la que se enfrenta la familia ha agudizado
nuestra conciencia de lo necesario que resulta este tipo de testimonio internacional e interreligioso.
La forma en que la familia se infravalora o ve amenazada en muchos lugares se parece a estar
junto a un precipicio: debemos detenernos y no dar ese último paso sin retorno. En los ataques contra
el matrimonio como unión complementaria de un hombre y una mujer, estamos asistiendo a una
especie de suicidio de la humanidad, en particular en el Occidente secularizado, en Europa y
Norteamérica. La diferencia entre el hombre y la mujer es una realidad positiva, porque refleja la
voluntad de Dios en la creación y la voluntad de Dios es buena y hace que el ser humano viva en
plenitud.
Aparte de una conferencia como ésta, ¿qué puede hacerse para conseguir que la
mayoría silenciosa sea escuchada? ¿Qué se puede hacer para contrarrestar a la ruidosa
minoría que intenta redefinir el matrimonio?
Esto es clave. Hay mucha gente que se centra en las luchas para redefinir el matrimonio o en
los problemas de la familia. Muchos piensan que la relación entre el hombre y la mujer siempre está
discutiéndose, pero no es así. La discusión es sobre la sexualidad o las relaciones fracasadas, pero no
sobre por qué el hombre y la mujer se ven atraídos el uno por el otro y cómo se complementan y
completan el uno al otro. Esto es lo que le interesa a la inmensa mayoría de la gente: cómo hacer que
el matrimonio sea mejor, más fuerte, más enriquecedor y vivificante.
Hasta ahora, la mayoría silenciosa no entendía lo que estaba sucediendo en la sociedad o era
silenciada por el uso de la palabra «discriminación» aplicada a los que quieren defender la familia
tradicional. Sin embargo, no se puede decir que la relación básica entre un hombre y una mujer sólo
sea un producto cultural o social, una «concesión» del gobierno o una construcción del hombre, sino
que es, más bien, un fundamento. De forma similar, la dignidad personal y la libertad no son
93
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
productos culturales y sociales, sino que están inscritas en nuestra propia naturaleza como seres
humanos creados a imagen de Dios, como se manifiesta en el matrimonio.
Los hijos tampoco son un producto de la sociedad o un mero objeto de la acción del Estado o
del gobierno. Los gobiernos no pueden suplantar la responsabilidad primordial de los padres con
respecto a sus hijos, ni privar a los niños de su derecho a crecer con un padre y una madre.
En su discurso, habló sobre el hecho de que el hombre y la mujer manifiestan un
itinerario hacia lo divino con el matrimonio. ¿Puede hablarnos más de eso?
En la tradición católica, el matrimonio está basado en la creación y esa creación expresa la
voluntad de Dios. En la historia de la salvación, Dios envió a su Hijo Jesucristo, que es la voluntad
de Dios encarnada para nuestra salvación. En Cristo, el estado natural del matrimonio, el vínculo
matrimonial natural entre el hombre y la mujer, quedó elevado a sacramento, a un signo e
instrumento de su gracia y de su relación con la Iglesia.
El vínculo de unidad de un hombre y una mujer en el amor, en el matrimonio, se entiende por
el amor de Jesucristo a su Iglesia. Se trata de un amor que se dona, un amor crucificado. En el
sacramento del matrimonio, los esposos pueden darse cuenta de que están disfrutando de un medio,
un instrumento, que no existe sólo para su propia santificación, sino para la divinización de todas las
personas que entran en contacto con el amor divino de la Trinidad a través de su vida esponsal.
Los representantes de otras religiones se han mostrado muy contentos de reunirse para
este colloquium. ¿Qué opinión tiene sobre esto?
Si el matrimonio es un bien común de la humanidad (nosotros tenemos nuestra teoría de la
ley natural, que es obra de Dios), resulta útil entrar en contacto con otras confesiones cristianas, otras
denominaciones y otras religiones. Juntos, podemos demostrar que el matrimonio no es únicamente
una preocupación de la Iglesia Católica, sino un proyecto profundamente humano, un gran don para
toda la humanidad.
El amor nupcial también es un signo de esperanza para la humanidad, en un mundo muy
necesitado de esos signos. Al dar testimonio juntos de esto, podemos mostrar que somos hermanos y
hermanas y no enemigos.
¿Cómo puede este colloquium complementar el sínodo? ¿Tendrá alguna influencia en
él?
Llevamos más de un año trabajando en el colloquium, así que, formalmente, es independiente
del sínodo. Sin embargo, el nivel del diálogo en el colloquium ha sido muy alto y hemos visto a
personas de tradiciones diferentes que han participado con un gran compromiso personal.
En ese sentido, será necesariamente una contribución a las conversaciones que se están
produciendo en la Iglesia Católica y en otros ámbitos, como testimonio de la sublime belleza del
matrimonio como una unión complementaria, que debe ser nutrida y protegida, de manera que pueda
prosperar.
_____________________
Algunas cuestiones actuales sobre matrimonio y familia
Héctor Franceschi - Miguel Ángel Ortiz
www.collationes.org
94
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
24 de noviembre de 2014
En este artículo, tomando pie del pasado Sínodo Extraordinario, se resume la enseñanza
de la Iglesia en relación con la familia (unidad, indisolubilidad, sacramentalidad, etc.). A modo
de introducción, se presenta también una breve explicación sobre la naturaleza y el cometido
del Sínodo de los Obispos.
A. Introducción
Desde el momento en que Papa Francisco anunció que en octubre de 2014 habría un Sínodo
Extraordinario sobre la familia, como preparación para el Sínodo Ordinario sobre el mismo tema que
se tendría el año 2015, se abrió un amplísima discusión sobre cuáles debían ser los temas que habían
de tratarse en estos Sínodos. Para algunos medios de comunicación social, parecería que los dos
únicos temas serían la posibilidad o no de que los divorciados y unidos en segundas nupcias civiles
puedan recibir la Comunión, y la actitud de la Iglesia ante la homosexualidad y las uniones entre
personas del mismo sexo.
Trataremos de recordar algunos principios doctrinales en referencia a la familia –que no se
ponen en duda, como repite en numerosas ocasiones el Papa Francisco (cfr. Discurso en la clausura
de la III Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 18 de octubre de 2014)–,
tomando pie del Sínodo Extraordinario que se ha tenido sobre esta temática.
Como introducción, nos parece oportuno, antes de nada, explicar qué es un Sínodo de los
Obispos, aspecto ciertamente no secundario si se quiere sopesar cuanto han dicho los medios de
comunicación y la misma Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos y, en segundo lugar,
subrayar la necesidad de recuperar una adecuada visión antropológica del matrimonio y la familia.
El Sínodo Extraordinario sobre la familia
El canon 342 del Código de Derecho Canónico define el Sínodo de los Obispos del siguiente
modo: «El sínodo de los Obispos es una asamblea de Obispos escogidos de las distintas regiones del
mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano
Pontífice y los Obispos, y ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y
costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar las cuestiones
que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo». Es una manifestación de la Comunión entre el
Santo Padre y los Obispos. Como establece claramente el canon sucesivo, el Sínodo no tiene
potestad deliberativa sino consultiva. Por ello, los Sínodos de los Obispos no concluyen con
deliberaciones, decretos o documentos doctrinales, sino con propuestas que se someten a la libre
consideración del Santo Padre que, ordinariamente, a la luz de las propuestas, y ejerciendo su
potestad primacial sobre la Iglesia Universal, realiza una Exhortación Apostólica que trata de los
temas estudiados en el Sínodo.
En el caso de los Sínodos sobre la familia, el Santo Padre decidió convocar en primer lugar
una Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos para preparar el terreno para la
Asamblea General Ordinaria del Sínodo que se realizará en el mes de octubre de 2015.
Exponemos brevemente cómo se desarrolló el Sínodo Extraordinario, para entender el lugar
de cada uno de los documentos que fueron saliendo antes y durante el Sínodo. En un primer
momento, la Secretaría del Sínodo preparó un cuestionario cuyo fin era el de conocer la situación en
las diversas regiones del mundo, para determinar los problemas que debía afrontar. A la luz de las
respuestas a los cuestionarios, la misma Secretaría preparó el Instrumentum laboris sobre el que
trabajarían y discutirían los Padres Sinodales. En el discurso inicial del Sínodo, el Santo Padre invitó
95
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
a los Padres a hablar con “parresía”, con apertura y sin miedo a confrontar las ideas. Sobre las
intervenciones de los Padres Sinodales, diversamente a como se había hecho en los Sínodos
precedentes, en vez de publicar las intervenciones individuales sólo se presentaba un resumen diario
que era presentado a los medios de comunicación. Al final de la primera semana, una vez concluidas
las reuniones generales, la Secretaría preparó, con ayuda de los peritos, la Relatio post
disceptationem, que no fue sometida a votación, la cual centró su atención más en los desafíos y las
cuestiones problemáticas que en las luces, lo cual fue criticado por gran parte de los Padres
Sinodales, pues entendían que no reflejaba con equilibrio cuanto se había dicho en aquella primera
semana del Sínodo. Esta Relatio fue el texto base para la discusión de los círculos menores
lingüísticos y como fruto del trabajo de éstos se preparó un nuevo documento, la Relatio Synodi, que
fue sometida a votación y aprobada por los Padres Sinodales. Por querer explícito del Papa, fue
publicada tanto la Relatio Synodi como la votación de cada uno de los puntos. Sólo tres puntos no
obtuvieron dos tercios de votos afirmativos: el n. 52, que presenta las diversas posturas sobre la
admisión o no a la Eucaristía de los divorciados y unidos civilmente (104 a favor /74 en contra); el n.
53, acerca de la comunión espiritual que pueden hacer los divorciados vueltos a casar (112 a favor /
64 en contra); el n. 55 que hace referencia a las familias en las que algún miembro tiene tendencia
homosexual (118 a favor /62 en contra). Sobre este último punto, es llamativa la diferencia entre lo
que se decía en la Relatio postdisceptationem, que dedicaba varios puntos al tema, y la Relatio
Synodi, que en el citado n. 55 se limita a recordar lo que ya se contiene en el Catecismo y en un
documento de la CDF sobre la no discriminación y la ayuda que se debe a estas personas.
Como resumen de este Sínodo Extraordinario, pueden servir estas palabras de Papa Francisco
en su Discurso final, en el que dice que durante esos días hubo «discursos e intervenciones llenos de
fe, de celo pastoral y doctrinal, de franqueza, de valentía y de parresia», sin, además, «poner en
discusión las verdades fundamentales del sacramento del matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la
fidelidad y la procreatividad». En este Discurso, además, el Pontífice pidió tener fe en la misión del
Santo Padre como garante de la doctrina y de la unidad, subrayando que el trabajo del Sínodo
continuaría cum Petro y sub Petro.
Este primer Sínodo no concluyó con propuestas al Santo Padre, sino que simplemente
presentó la relación post-sinodal (Relatio Synodi) en la que se resumen los temas tratados en el
Sínodo, que es un documento que servirá de base para la reflexión de la Iglesia durante este año y de
orientación para la preparación del Sínodo Ordinario. Debe quedar claro que ni la Relatio post
disceptationem que se publicó al final de la primera semana, tras las reuniones generales, ni la
Relatio Synodi votada por los Padres Sinodales, son documentos doctrinales, sino consideraciones
sobre el matrimonio y la familia que serán objeto de estudio por parte del Sínodo Ordinario de
octubre de 2015. Éste concluirá con las propuestas que se presentarán sucesivamente al Santo Padre
sobre la familia y el matrimonio y los desafíos de la pastoral ante los diversos problemas que
presentan las distintas culturas en las que la Iglesia se encarna. Será el Santo Padre quien dará
respuestas, ordinariamente mediante una Exhortación Apostólica, a las diversas cuestiones,
problemas y desafíos que le presentarán los Padres Sinodales al final del Sínodo Ordinario.
Teniendo en cuenta cuanto se ha dicho, la actitud de todo el pueblo cristiano debe ser de
oración por los frutos que producirá este camino sinodal, encomendando especialmente al Santo
Padre Francisco, que no deja de pedir oraciones para poder cumplir fielmente su Ministerio Petrino,
y de invocar la asistencia del Espíritu Santo para que ilumine a los Padres Sinodales y a todos los
pastores y fieles en general. Cada uno –pastores, padres de familia, docentes, jueces, miembros de
instituciones eclesiales, etc.–, desde el ámbito que le es propio, puede contribuir al redescubrimiento
de la belleza del “Evangelio de la Familia” y, siempre a la luz de la verdad del matrimonio, debe salir
96
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
al encuentro de las familias para fortalecerlas en su vocación y también ser de algún modo el buen
pastor que busca la oveja herida y la sana, con una actitud que implica, al mismo tiempo –y no
podría ser de otro modo–, una profunda caridad y misericordia, junto al respeto de la verdad de las
cosas, pues sólo en la verdad se encuentra la salvación que Cristo nos ha ganado.
B. Identidad de la familia y del matrimonio: principios doctrinales
Hablando sobre la familia, en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, que siguió al
Sínodo de los Obispos de 1980 sobre el matrimonio y la familia, afirma San Juan Pablo II: «Familia,
conviértete en aquello que eres» (n. 17). La familia tiene una identidad propia que va más allá de las
culturas concretas; a la vez, siendo una realidad viva, está en constante desarrollo, como se refleja en
la sociedad, la cultura y el orden jurídico.
Para encauzar positivamente los cambios que afectan a la familia, conviene reflexionar sobre
su naturaleza y también conocer iniciativas que favorecen y promueven la realización de su identidad
y de su misión en cada momento histórico y cultural, porque, como recordaba Juan Pablo II, toda
cultura puede y debe ser juzgada a la luz de la naturaleza, de aquello que es digno de la persona
humana13.
1. La familia es para el hombre un ámbito necesario de convivencia
La familia responde y colma la exigencia natural de la persona humana de relacionarse,
concretamente en el contexto de la relación de reciprocidad plena entre varón y mujer, y entre las
generaciones (padres, hijos, abuelos, nietos, etc.).
La familia es, además, la comunidad de amor y de solidaridad (cfr. Pontificio Consejo para la
Familia, Carta de los derechos de la familia, 22-10-1983, parágrafo E del Preámbulo) que despliega
de modo inmediato y natural la inclinación humana al vivir-con. En ella, el ser humano,
compenetrando la procreación y educación de la prole con la exigencia subjetiva de adquirir la
propia identidad personal, se encuentra a sí mismo en la doble dimensión de persona que se da y de
persona que recibe al otro.
Por otra parte, la Iglesia considera a la familia “veluti Ecclesia domestica” (LG, 11; cfr. FC
21; CEC 1657).
2. Unión personal conyugal entre un varón y una mujer
El matrimonio es la alianza entre una mujer y un varón, por la que se dan y se reciben
mutuamente en cuanto tales para toda la vida, constituyendo un proyecto común que incide
directamente también en el entorno social. La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza
misma del hombre y de la mujer. Por tanto, no es una institución puramente humana, a pesar de las
13
Cfr. Juan Pablo II, Carta Encíc. Veritatis Splendor, 53: «No se puede negar que el hombre existe siempre en una
cultura concreta, pero tampoco se puede negar que el hombre no se agota en esta misma cultura. Por otra parte, el
progreso mismo de las culturas demuestra que en el hombre existe algo que las transciende. Este algo es precisamente la
naturaleza del hombre: precisamente esta naturaleza es la medida de la cultura y es la condición para que el hombre no
sea prisionero de ninguna de sus culturas, sino que defienda su dignidad personal viviendo de acuerdo con la verdad
profunda de su ser. Poner en tela de juicio los elementos estructurales permanentes del hombre, relacionados también con
la misma dimensión corpórea, no sólo entraría en conflicto con la experiencia común, sino que haría incomprensible la
referencia que Jesús hizo al «principio», precisamente allí donde el contexto social y cultural del tiempo había
deformado el sentido originario y el papel de algunas normas morales (cf. Mt 19, 1-9). En este sentido «afirma, además,
la Iglesia que en todos los cambios subsisten muchas cosas que no cambian y que tienen su fundamento último en Cristo,
que es el mismo ayer, hoy y por los siglos». Él es el Principio que, habiendo asumido la naturaleza humana, la ilumina
definitivamente en sus elementos constitutivos y en su dinamismo de caridad hacia Dios y el prójimo».
97
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
numerosas variaciones que ha podido experimentar a lo largo de los siglos y en las diferentes
culturas, estructuras sociales y actitudes humanas (cfr. CEC 1603).
La relación conyugal, que tiene una dimensión de justicia intrínseca que responde a la verdad
de ser persona-varón y persona-mujer, es el núcleo esencial del matrimonio como realidad fundada
mediante el consentimiento, une la libertad de la persona –de cada cónyuge– y la verdad de los
vínculos familiares. «En el matrimonio se asumen públicamente, mediante el pacto conyugal, todas
las responsabilidades que nacen del vínculo creado, que constituye un bien para los propios cónyuges
y su perfeccionamiento; para los hijos en su crecimiento afectivo y formativo; para el resto de los
miembros de la misma familia fundada sobre el pacto conyugal y los lazos de sangre; y para el
conjunto de la sociedad, cuya urdimbre más sólida se funda sobre los valores que surgen de las
diversas relaciones familiares (cfr. Pontificio Consejo para la Familia, Familia, matrimonio y
“uniones de hecho”, 25-28)» (H. Franceschi, Uniones de hecho, en Pontificio Consejo para la
Familia, Léxicon. Términos ambiguos y discutidos sobre familia, vida y cuestiones éticas, Palabra,
Madrid 2004, p. 1114).
También el sentido del ejercicio de la sexualidad adquiere en el matrimonio su verdadero
significado, porque participa en la fecundidad de un amor plenamente personal y responsable, que
implica toda la persona en su condición masculina y femenina, que es donada por ambos cónyuge y
recibida en cuanto tal por ellos.
Otro elemento inseparable de la naturaleza del acto de recíproca donación personal en el
matrimonio es la fecundidad. La relación conyugal es esencialmente distinta de la pulsión instintiva
de reproducción presente en el reino animal, ya sea en su identidad — a lo biológico se añade la
alianza matrimonial y las exigencias psicológicas, espirituales y éticas que presiden el acto biológico
—, ya sea por su significado social: transmisión de la vida, cambio generacional y, a través de la
educación, inserción de nuevos seres en el marco social, siendo la familia el primero y principal
ambiente de “socialización” de la persona humana. Como evidencia el documento final del Sínodo,
uno de los desafíos actuales es el de ayudar a los fieles cristianos a profundizar en la doctrina sobre
la inseparabilidad entre el significado unitivo y procreativo de los actos conyugales, ayudándoles a
superar una visión materialista y utilitarista de la persona que lleva a cerrarse a la dimensión fecunda
del matrimonio y a la apertura generosa a la fecundidad. En este sentido, la Relatio Synodi votada al
final de la Asamblea Extraordinaria hace un llamamiento a los pastores y a los cónyuges para que
descubran y sepan transmitir la belleza de la fecundidad conyugal, haciendo una especial referencia a
la doctrina de la Enc. Humanae Vitae del Beato Pablo VI. Es llamativo que dos puntos que tratan
directamente de este tema (nn. 57 y 58) fueron aprobados por prácticamente todos los Padres
Sinodales (169 placet y 5 non placet; 167 placet y 9 non placet, respectivamente).
3. Unidad e indisolubilidad
Las exigencias objetivas del matrimonio, en el que se unifican y armonizan la entrega natural
y la libertad humana, son la fidelidad e indisolubilidad. No se trata de exigencias añadidas
arbitrariamente o exteriormente al matrimonio, por motivos sociales ni religiosos, sino que están
contenidas en la misma alianza – fundada mediante un acto de libertad personal – realizada por los
cónyuges.
La dignidad humana es tan sublime, que el único camino digno para establecer una relación
que implique la donación de la propia condición sexual (inseparable de la persona entera) es el
matrimonio, el cual funda la identidad de la familia.
98
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
En este sentido, es claro el empobrecimiento de la relación humana que se produce en la
llamada “unión libre” o en una unión corpóreo-afectiva separada de la fidelidad y la indisolubilidad.
Igualmente incompleta es la definición del matrimonio simplemente como comunidad de vida y de
amor, porque resulta ambigua: sucede, de hecho, que en ocasiones se aplica a situaciones de vida
común y afectivas cuyo ser no es, real e intrínsecamente, “conyugal”, es decir, unión en la propia
condición masculina y femenina, debida en justicia y, por su propia naturaleza, fiel, indisoluble y
abierta a la vida. De igual manera, en ocasiones se desvirtúa el significado del matrimonio,
entendiéndolo como una especie de derecho a la libertad de ejercicio de la sexualidad.
Existen, además, situaciones que tienen semejanza con la unión marital que algunos designan
como familias reconstruidas. Son aquellas formadas tras la disolución de una unidad familiar previa.
En la actualidad, esas situaciones se dan sobre todo después del divorcio de los cónyuges. Estas
uniones, muchas veces basadas en un matrimonio legal y en una casa dirigida por dos adultos varón
y mujer, se distinguen, sin embargo, respecto a otras características de la familia fundada sobre la
unión indisoluble. En ellas, en efecto, se introduce un nuevo miembro adulto sin relación biológica
con los hijos del matrimonio precedente; este adulto trae a veces sus propios hijos; se crean
relaciones y papeles nuevos, como la relación con el padrastro (o madrastra) y a la vez con el padre
(o madre) natural, la relación con medio-hermanos, la relación con el cónyuge anterior (sobre todo
en lo que se refiere a la educación de los hijos); se tiene la custodia sobre hijos que viven con el otro
progenitor y visitan al progenitor vuelto a casar; los recursos económicos se comparten incluso de
modo competitivo entre los hijos que viven en el nuevo hogar y los que lo visitan, etc. Además, esas
situaciones con frecuencia inciden en forma de descrédito del significado del matrimonio en la
conciencia personal, ya que la experiencia negativa de las personas afectadas por un divorcio
anterior, o por el divorcio de sus padres, suele generar desconfianza hacia la institución matrimonial.
Otra situación peculiar es la de las uniones en las que no hay matrimonio, pero por motivos
que no responden a un rechazo formal del mismo. La ausencia de una relación jurídica clara, fruto de
la donación matrimonial que antes hemos explicado, las sitúa entre las llamadas uniones de hecho,
pero la ausencia del vínculo institucional no es el resultado de una clara elección positiva, y así
difieren, en cierto modo, de las uniones de hecho. Esto se refleja en países en los que «el mayor
número de uniones de hecho se debe a una desafección al matrimonio, no por razones ideológicas,
sino por falta de una formación adecuada de la responsabilidad, que es producto de la situación de
pobreza y marginación del ambiente en el que se encuentran. La falta de confianza en el matrimonio,
sin embargo, puede deberse también a condicionamientos familiares, especialmente en el Tercer
Mundo. Un factor de relieve, a tener en consideración, son las situaciones de injusticia, y las
estructuras de pecado. El predominio cultural de actitudes machistas o racistas, confluye agravando
mucho estas situaciones de dificultad» (Pontificio Consejo para la Familia, Familia, matrimonio y
“uniones de hecho”, 6).
4. Sacramentalidad del matrimonio cristiano y fe de los contrayentes
Como desde antiguo han afirmado el Magisterio, la teología y el derecho de la Iglesia, entre
bautizados no hay válido matrimonio que no sea, en sí mismo, sacramento de la Nueva Alianza (cfr.
can. 1055 § 2 CIC).
La Revelación enseña, en efecto, la sacramentalidad del matrimonio entre bautizados, es
decir, que Dios ha querido que el matrimonio previsto en el plan de la creación como signo del amor
divino hacia su pueblo, se convirtiera en la plenitud de los tiempos en signo permanente de la unión
de Cristo y su Iglesia, y que, por eso, fuese verdadero sacramento de la Nueva Alianza.
99
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Es por ello que la sacramentalidad no es algo yuxtapuesto o extrínseco al ser natural del
matrimonio. Es el mismo matrimonio querido por el Creador el que es elevado a la dignidad de
sacramento mediante la acción redentora de Cristo, sin que esto suponga una desnaturalización de la
realidad natural (cfr. CEC 1617). En el amor conyugal entre bautizados se refuerza la fidelidad
propia de la donación mutua de los esposos (cfr. CEC 1647, CEC 1648, CEC 1650-1651). Por ello,
la fe personal no es requisito para que el matrimonio de dos bautizados sea sacramento. Basta que
“quieran” el verdadero matrimonio, es decir, una unión que en sí misma es fiel, indisoluble y abierta
a la fecundidad, que por su misma naturaleza está abierta al bien de los cónyuges y a la generación y
educación de la prole (cfr. can. 1055 § 1 CIC). En esa voluntad de casarse según el proyecto divino
del principio «implica realmente, aunque no sea de manera plenamente consciente, una actitud de
obediencia profunda a la voluntad de Dios, que no puede darse sin su gracia» (FC, 68). Más que en la
voluntad de los contrayentes, la sacramentalidad tiene su fundamento en la voluntad salvífica de
Cristo (cfr. Ibidem).
En el n. 48 de la Relatio Synodi se afirma: «Según algunas propuestas, se debería considerar
la posibilidad de dar relevancia al papel de la fe de los contrayentes en orden a la validez del
sacramento del matrimonio, sin poner en duda que, entre bautizados, todos los matrimonios válidos
son sacramento». Este número obtuvo 143 placet y 35 non placet. Al respecto, se pondría la gran
dificultad de determinar cuál sería ese grado de fe necesario. San Juan Pablo II, en FC 68, afirma que
es suficiente querer lo que la Iglesia entiende cuando celebra el matrimonio; en su Discurso a la Rota
Romana de 2003, especificó que esto significa “querer la conyugalidad”, es decir, querer el
verdadero matrimonio.
C. Amenazas y desafíos actuales para la familia
En muchas culturas de nuestros días, sobre todo en el mundo occidental, la familia “está
asediada”, usando una expresión de Papa Francisco. Los modelos culturales, sociales y jurídicos de
familia que se pretende imponer están en abierta contradicción con la “familia conyugal”, ese
conjunto de relaciones familiares que tienen su punto de partida en la relación conyugal, que es la
primera relación familiar. En otras culturas el asedio viene de lejos, como es el caso de algunas
culturas en las que se niega la igualdad radical entre varón y mujer en cuanto personas y se admite la
poligamia.
1. El divorcio
El divorcio, que el Catecismo de la Iglesia Católica califica de “plaga social” (n. 2385), entró
en las legislaciones civiles como un remedio a situaciones de crisis, pero se ha convertido en
nuestros días, prácticamente, en un derecho de la persona, debido en buena parte a una errada
comprensión de la libertad, que es entendida no como la capacidad para elegir el bien, para
autodeterminarse a él y alcanzar la perfección a que está llamada la persona humana, sino como total
poder de decisión, como fin en sí mismo. Desde esta concepción, no se entiende cómo una persona
pueda, en un momento, el del consentimiento, “renunciar para siempre a su libertad”. En este
sentido, es necesario superar el pesimismo antropológico en que está inmersa nuestra sociedad, que
no cree posible una donación de sí para siempre. La libertad está para la entrega, es requisito para
poder amar, pero no es fin en sí misma, es una “libertad para”, es decir, finalizada y no una absoluta
indeterminación, una capacidad para elegir siempre y en todo momento. Quien no se compromete
para no perder su libertad, termina siendo esclavo de esa concepción de libertad. En este sentido,
como repetidamente afirma la Relatio Synodi, es necesario una nueva inculturación de la verdad del
principio, que logre presentar la indisolubilidad del matrimonio no como un yugo sino como un don
que Dios da a los cónyuges (cfr. Relatio Synodi, 14).
100
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
2. La mentalidad anticonceptiva
El matrimonio está abierto, por su misma naturaleza, a la dimensión fecunda. Aunque el
fenómeno de la anticoncepción ha existido desde antiguo, la invención de la píldora anticonceptiva
en los años 50 ha oscurecido como nunca el significado de la sexualidad humana, permitiendo
fácilmente, y al alcance de cualquier persona, la separación de los significados unitivo y procreativo
del acto sexual (cfr. HV, 12). Vivimos en una sociedad en la que la sexualidad ha sido banalizada y
en la que la fecundidad — las familias numerosas — son vistas con sospecha. El hijo no se considera
un don de Dios, sino un derecho individual al que se puede acceder con cualquier medio, como
ocurre con la fecundación artificial.
Hay que superar una especie de esquizofrenia en la sociedad moderna: por una parte, se
ponen todos los medios para controlar los nacimientos, incluso con políticas impuestas injustamente,
sobre todo en las clases más humildes: esterilización, distribución de medios anticonceptivos,
denigración de las familias numerosas; por otra parte, sobre todo en personas con medios, el hijo a
cualquier costo, con la proliferación de métodos artificiales de fecundación, que no responden a la
dignidad de la persona humana, del matrimonio y, sobre todo, del niño, que tiene el derecho a ser
concebido en el seno materno y a tener un padre y una madre ciertos que son entre ellos cónyuges.
Además, en casi todas estas técnicas, se prevé la selección de embriones, su congelación, el aborto.
Ante estas situaciones, hay que promover, también con el ejemplo de las familias cristianas, la
belleza de la paternidad y la maternidad en el matrimonio, el carácter de don que supone cada hijo, la
confianza en la Providencia divina, la generosidad para renunciar a comodidades superficiales a
favor de los hijos, etc. (cfr.Relatio Synodi, 57 y 58).
3. El mal llamado “matrimonio homosexual”
Como se deduce de cuanto hemos explicado precedentemente, sólo puede existir matrimonio
entre un varón y una mujer. Siendo el matrimonio una realidad originaria, anclada en la naturaleza
misma del ser varón y mujer, ninguna autoridad tiene el poder de redefinir el matrimonio y, tanto
menos, decir que es matrimonio la relación entre dos hombres o dos mujeres. Aunque lo hayan
llamado “matrimonio” en diversas legislaciones, estas realidades no serán nunca matrimonio, por lo
que es un gran error darles tal categoría.
El matrimonio se funda sobre la diversidad varón/mujer y la complementariedad que deriva
de ella y, por su naturaleza, está llamado a la fecundidad. Todos estos elementos faltan en las uniones
homosexuales. La imposibilidad de reconocerlas como matrimonio no comporta ninguna injusticia o
discriminación, porque injusto sería tratar diversamente lo que es igual. Nadie, con objetividad y
sentido común, puede afirmar que es lo mismo el matrimonio que estas uniones. En estas uniones
falta el presupuesto antropológico, no se dan los bienes que definen el matrimonio, son uniones por
su misma naturaleza infecundas.
Es evidente, por otro lado, que esta conclusión es compatible con una comprensión de las
personas con tendencia homosexual, a las que la Iglesia facilita (como a todos los fieles) los medios
necesarios para vivir de acuerdo con la Voluntad de Dios.
La vía de salida está en superar el reduccionismo al que ha sido sometido el matrimonio,
donde lo único que cuenta hoy en día para los ordenamientos civiles son los sentimientos y afectos,
independientemente de lo que es digno y bueno para la persona humana y la sociedad. La actitud del
cristiano ante esta situación no puede ser derrotista y pesimista, aunque sea posible que no baste una
generación para recuperar en la sociedad la verdadera y auténtica noción y belleza del matrimonio
que está inscrita en el ser del hombre.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
4. Una breve reflexión sobre los divorciados y vueltos a unir civilmente
Este tema, como sabemos, está ahora en el candelero y aparece frecuentemente en los
diversos medios de comunicación social, que con frecuencia –con una visión reduccionista– han
pretendido centrar toda la atención del Sínodo Extraordinario de los Obispos en este tema. El
magisterio se ha mostrado siempre firme en la doctrina al respecto. Baste mencionar dos
intervenciones recientes que resultan enormemente claras, tanto desde el punto de vista de la praxis
de la Iglesia como desde el de la acción pastoral. Se trata del n. 84 de la Exhortación Apostólica
Familiaris Consortio de S. Juan Pablo II y del n. 29 de la Exhortación Apostólica Sacramentum
Caritatis de Benedicto XVI. Allí encontramos, por una parte, consejos muy prácticos para las
personas que se encuentran en estas situaciones, que no se deben sentir excluidas de la Iglesia y
deben ser tratados con caridad pastoral, con la misericordia de la que nos habla Papa Francisco.
Por otra parte, en ambos documentos se explican las razones teológicas, fundadas en la
Revelación de Cristo, por las que estas personas, para ser admitidas a la Eucaristía, deben llevar un
modo de vida que no contradiga el significado sacramental del matrimonio, que es la unión
indisoluble entre Cristo y su Iglesia. No se trata de una pena eclesiástica, sino de una consecuencia
de la situación en que se encuentran, que es objetivamente contradictoria con la Eucaristía. Al
respecto, se indican tres artículos recientes que dan luces sobre este tema: H. Franceschi, Divorziati
risposati e nullità matrimoniali, en «Ius Ecclesiae» 25 (2013), p. 617-639, que expone el Magisterio
reciente sobre el tema; M.A. Ortiz, La pastorale dei fedeli divorziati rispostati civilmente e la loro
chiamata alla santità, en C.J. Errázuriz M. - M.A. Ortiz (editores), Misericordia e diritto nel
matrimonio, Roma 2014, p. 99-129, en el cual se enfoca el tema desde el punto de vista de la llamada
universal a la santidad que, mientras no excluye a nadie, a la vez nos muestra las exigencias de la
vida cristiana; A. S. Sánchez-Gil, La pastorale dei fedeli in situazioni di manifesta indisposizione
morale. La necessità di un nuovo paradigma canonico-pastorale dopo l’Evangelii gaudium, en «Ius
Ecclesiae» 26 (2014), en publicación, en el cual el autor propone nuevas vías para explicar el
Magisterio de la Iglesia sobre este problema y otros similares.
Para concluir, podemos afirmar que en la atención de estos casos siempre se debe unir una
profunda y auténtica caridad con el amor a la verdad, pues sólo en la verdad se logrará el bien de las
personas, lasalus animarum, que es la ley suprema de la Iglesia. Por ello, la verdadera misericordia
no consiste en ignorar los pecados o las situaciones desordenadas, sino en sanarlos y ofrecer a los
fieles los medios para que puedan vivir de acuerdo a la verdad.
___________________
Dos testimonios cualificados sobre el Sínodo de la familia
25 noviembre 2014.
Ramiro Pellitero. Universidad de Navarra.
iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com
Redescubrir la belleza del proyecto matrimonial y familiar cristiano
Entre las declaraciones y conferencias en las que han intervenido participantes en el Sínodo
Extraordinario de la familia, cabe destacar tres excelentes intervenciones, dos del Cardenal
Fernando Sebastián−Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela− en Pamplona, y una de Mons.
Ricardo Blázquez, Presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Valladolid.
Junto con el cardenal Lluís Martínez Sistach de Barcelona, fueron los obispos españoles que
102
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
participaron en el sínodo, además de algunos expertos y matrimonios que transmitieron experiencias
e informaciones.
Estamos, por tanto, ante dos testigos cualificados del Sínodo Extraordinario sobre la familia
celebrado durante el mes de octubre. Han querido explicar qué se trató allí y cómo se desarrollaron
las reuniones y los trabajos de esos días. El Papa les había dicho a los padres sinodales: “Hablad con
libertad, escuchad con humildad”. Y así fue, sin las crispaciones o polémicas con que a veces se ha
presentado el sínodo en algunos medios de comunicación.
Los problemas de la familia en el marco de la doctrina de la Iglesia
1. La primera conferencia de D. Fernando es una síntesis o crónica sobre lo que es un
sínodo y su funcionamiento como organismo de carácter consultivo, en que se manifiesta la
colegialidad entre el Papa y los obispos de la Iglesia entera. Por la importancia de la familia, el Papa
ha querido anteponer este sínodo extraordinario al ordinario que se celebrará en octubre de 2015, con
el título “Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo”.
Como estaba previsto, en este sínodo el acento se ha puesto en las heridas y deficiencias de
la familia en todo el mundo, y la solicitud que la Iglesia ha de mostrar por acercarse y ayudar
especialmente a las personas alejadas de la fe. Se ha visto que era conveniente exponer claramente
esa situación en el marco de la doctrina de la Iglesia −la doctrina de siempre, porque la Iglesia no
inventa, observa el conferenciante, sino que busca el agua en el pozo en la Tradición y en la
Revelación de Jesucristo− sobre el matrimonio y la familia.
Si la doctrina cristiana sobre el matrimonio es una maravilla, pero la mayoría no la vive, ¿qué
hacer? No se trata de inventar otra doctrina, sino de cómo presentar ese tesoro de la fe que ha dado
consistencia y honradez a nuestra sociedad.
Algunas sugerencias para mejorar la situación actual
2. En la segunda conferencia, el cardenal Sebastián comienza subrayando que este sínodo no
tenía como misión concretar los compromisos ni las decisiones para mejorar la situación actual del
matrimonio y de la familia; sino detectar esa situación y profundizar en sus causas, para preparar
las propuestas que surgirán en el Sínodo de 2015.
Para mejorar la situación, ante todo con los nuevos matrimonios, el sínodo ha sugerido que se
mejore la iniciación cristiana −la catequesis, con la colaboración de los padres y de las madres−,
centrada en la conversión personal; que se prepare mejor a las parejas, para que se casen según las
enseñanzas de la Iglesia (fidelidad e indisolubilidad, apertura a la fecundidad y a la educación de los
hijos, etc.); que se acompañe a los casados especialmente en los primeros años, con la ayuda de
otros matrimonios.
Y respecto a los matrimonios que están en crisis o que están en situaciones complicadas de
todo tipo, que se estudien las soluciones concretas: para unos, la posibilidad de recomponer el
primer matrimonio; para otros, facilitar el reconocimiento de las posibles nulidades; si todo lo
anterior no es viable, abrir un camino de arrepentimiento que podría llevarles a recuperar la gracia de
Dios y la vida cristiana sacramental, en las condiciones que determina o pueda determinar en el
futuro la suprema potestad de la Iglesia; en último término, el Papa.
Todo esto −señala el ponente− supone un cambio de actitud por nuestra parte con dos pasos:
primero, pasar de la posible indiferencia a la responsabilidad; segundo, pasar de la condena a la
compasión (Jesús no se enfada con los pecadores, los compadece; tampoco disimula los pecados,
sino que los sana con misericordia, sinceridad y esfuerzo).
103
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Hemos de ser capaces de reconocer lo bueno que puede haber en las personas, aunque estén
viviendo en situaciones irregulares y deficientes. Esto no significa renunciar y negar o disimular la
excelencia del matrimonio cristiano, sino conducirlos poco a poco (a esto se ha llamado “ley de la
gradualidad”) a descubrir y aceptar toda la belleza y plenitud del matrimonio y la familia según el
proyecto cristiano. Es el mismo cambio de actitud que el Concilio Vaticano II pide para evangelizar
al mundo contemporáneo, para poder presentar amigablemente el Evangelio como medicina,
liberación y plenitud de lo humano.
El itinerario del sínodo y sus textos finales
3. En su conferencia, D. Ricardo Blázquez explica también el sentido de los sínodos y su
metodología, al servicio del gobierno colegial de la Iglesia católica presidido por el Obispo de Roma.
Además de recordar el proyecto cristiano sobre el matrimonio y la familia, el ponente analiza
algunos factores que llevan a que muchos jóvenes no se sienten atraídos por el matrimonio. Por otra
parte valora detalles de la presencia del Papa Francisco, su actitud animante y respetuosa con los
trabajos del Sínodo, y su referencia a las actitudes pastorales correctas. Algunos padres sinodales
estaban más preocupados por transmitir la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio. A otros les
preocupaba más el acercamiento a las personas que sufren, teniendo en cuenta las actitudes de Jesús.
Se quisieron hacer públicos los documentos de trabajo del sínodo. D. Ricardo concluye
comentando el mensaje final −redactado por un equipo que presidió el cardenal Gianfranco
Ravasi− y el documento final del sínodo (Relatio synodi), que también es un documento de trabajo
con vistas al próximo sínodo de 2015. En estos textos se alaban la fidelidad y perseverancia de
tantos matrimonios cristianos. A la vez, se intenta promover un nuevo espíritu y en cierto
sentido un nuevo lenguaje, para afrontar con espíritu evangelizador la atención a las familias. Esto
lleva consigo la necesidad de profundizar en determinados aspectos teológicos y canónicos.
***
Nuestro papel: oración, estudio, diálogo, unidad
En suma, el Sínodo de la familia nos invita a participar en el proceso del sínodo (“camino
juntos”), cada uno de los cristianos según su condición. Además de la serenidad y la oración de
todos, esto pide el estudio de los expertos y nuestra propia formación, para redescubrir la belleza del
proyecto matrimonial y familiar cristiano. Nos pide apiñarnos en unidad junto al Papa, para
apoyar el proceso sinodal, con el fin de mejorar la atención a las familias como aspecto central de la
nueva evangelización.
________________
En el sínodo sobre la familia también el Papa emérito toma la palabra
Ha redactado de nuevo las conclusiones de un artículo que escribió en 1972 y que el
cardenal Kasper había citado en apoyo a sus propias tesis. He aquí el texto íntegro de su
“retractatio”, en el que confirma y explica la prohibición de la comunión a los divorciados
vueltos a casar
Sandro Magister
ROMA, 3 de diciembre de 2014
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Es bien conocida la posición de Joseph Ratzinger sobre la comunión a los divorciados vueltos a
casar. La ha formulado varias veces, primero como cardenal prefecto de la congregación para la
doctrina de la fe y, después, como Papa.
Pero ahora vuelve sobre el argumento con un nuevo escrito, que acaba de publicarse en
Alemania en la colección de su Opera Omnia.
Este escrito está íntegramente reproducido más abajo. Pero su génesis exige ser explicada.
En la Opera Omnia Ratzinger está volviendo a publicar – con la ayuda del prefecto de la
congregación para la doctrina de la fe, Gerhard Ludwig Müller – todos sus escritos teológicos,
agrupados por tema. En el último de los nueve volúmenes publicados hasta ahora en alemán, de casi
1000 páginas y titulado “Introducción al cristianismo. Profesión, bautismo, seguimiento” ha
encontrado su lugar un artículo de 1972 sobre la cuestión de la indisolubilidad del matrimonio,
publicado ese año en Alemania en un libro escrito por varios autores sobre matrimonio y divorcio.
Ese artículo de Ratzinger de 1972 fue desempolvado el mes de febrero pasado por el cardenal
Walter Kasper en el informe con el que introdujo el consistorio de los cardenales convocado por el
Papa Francisco para debatir sobre el tema de la familia, en vista del sínodo de los obispos programado
para octubre:
Kasper cambia el paradigma, Bergoglio aplaude
Apoyando la admisión a la comunión eucarística de los divorciados que se han vuelto a casar,
Kasper dijo:
“La Iglesia de los orígenes nos da una indicación que puede servir, a la que ya hizo mención el
profesor Joseph Ratzinger en 1972. […] Ratzinger sugirió retomar de manera nueva la posición de
Basilio. Parecería una solución apropiada, que está también en la base de mis reflexiones”.
Efectivamente, en ese artículo de 1972, el entonces profesor de teología de Ratisbona, que
contaba cuarenta y cinco años de edad, sostenía que dar la comunión a los divorciados vueltos a casar,
en condiciones particulares, parecía estar “plenamente en línea con la tradición de la Iglesia” y en
particular con “ese tipo de indulgencia que surge en Basilio donde, después de un periodo continuo de
penitencia, al ‘digamus’ (es decir, a quien vive en un segundo matrimonio) se le concede la comunión
sin la anulación del segundo matrimonio: con la confianza en la misericordia de Dios, que no deja sin
respuesta la penitencia”.
En ese artículo de 1972 fue la primera y la última vez que Ratzinger se “abrió” a la comunión a
los divorciados y vueltos a casar. De facto, seguidamente no sólo se adhirió en pleno a la posición
rigorista, de prohibición de la comunión, reafirmada por el magisterio de la Iglesia durante el
pontificado de Juan Pablo II, sino que contribuyó de manera determinante, como prefecto de la
congregación para la doctrina de la fe, también a la argumentación de dicha prohibición.
Contribuyó sobre todo firmando la carta a los obispos del 14 de septiembre de 1994, con la cual
la Santa Sede rechazaba las tesis favorables a la comunión a los divorciados vueltos a casar sostenidas
en los años precedentes por algunos obispos alemanes, entre ellos Kasper:
“El Año Internacional de la Familia…”
Y, seguidamente, con un texto de 1998 publicado por la congregación para la doctrina de la fe
y vuelto a publicar por “L’Osservatore Romano” el 30 de noviembre de 2011:
La pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
Sin contar que sucesivamente, como Papa, volvió a confirmar y motivó varias veces la
prohibición de la comunión en el marco de la pastoral para los divorciados vueltos a casar.
Por consiguiente, no es causa de asombro que Ratzinger haya considerado inapropiada la cita
que de su artículo de 1972 hizo el pasado febrero Kasper para apoyar sus tesis, como si nada hubiera
sucedido después de ese año.
De aquí la decisión tomada por Ratzinger, al volver a publicar su artículo de 1972 en la Opera
Omnia, de reescribir y ampliar la parte final del mismo, alineándola con su pensamiento sucesivo y
actual.
A continuación podrán leer la traducción de la nueva parte final del artículo, tal como aparece
en el volumen de la Opera Omnia, desde hace poco en las librerías, entregado a la imprenta por el Papa
emérito Benedicto XVI en marzo de 2014.
Inmediatamente después, la reproducción de la parte sustituida, la que fue citada por Kasper en
apoyo de sus tesis en el consistorio del pasado mes de febrero.
En la reedición de 2014 se precisa que “la contribución ha sido totalmente revisada por el
autor”.
__________
1. LA “RETRACTATIO”
El nuevo final del artículo de 1972, redactado de nuevo por Joseph Ratzinger en 2014
La Iglesia es la Iglesia de la Nueva Alianza, pero vive en un mundo en el cual sigue existiendo
inmutada esa “dureza del [...] corazón” (Mt 19, 8) que empujó a Moisés a legislar. Por lo tanto, ¿qué
puede hacer concretamente, sobre todo en un tiempo en el que la fe se diluye siempre más, hasta el
interior de la Iglesia, y en el que las “cosas de las que se preocupan los paganos”, contra las cuales el
Señor alerta a los discípulos (cfr. Mt 6, 32), amenazan con convertirse cada vez más en la norma?
Primero de todo, y esencialmente, debe anunciar de manera convincente y comprensible el
mensaje de la fe, intentado abrir espacios donde pueda ser vivida verdaderamente. La curación de la
“dureza del corazón” sólo puede llegar de la fe y sólo donde ella está viva es posible vivir lo que el
Creador había destinado al hombre antes del pecado. Por ello, lo principal y verdaderamente
fundamental es que la Iglesia haga que la fe sea viva y fuerte.
Al mismo tiempo, la Iglesia debe seguir intentando sondear los confines y la amplitud de las
palabras de Jesús. Debe permanecer fiel al mandato del Señor y tampoco puede ampliarlo demasiado.
Me parece que las denominadas “cláusulas de la fornicación” que Mateo añadió a las palabras del
Señor transmitidas por Marcos reflejan ya dicho esfuerzo. Se menciona un caso que las palabras de
Jesús no tocan.
Este esfuerzo ha continuado en el arco de toda la historia. La Iglesia de Occidente, bajo la guía
del sucesor de Pedro, no ha podido seguir el camino de la Iglesia del imperio bizantino, que se ha
acercado cada vez más al derecho temporal, debilitando así la especificidad de la vida en la fe. Sin
embargo, a su manera ha sacado a la luz los confines de la pertinencia de las palabras del Señor,
definiendo así de manera más concreta su alcance. Han surgido, sobre todo, dos ámbitos que están
abiertos a una solución particular por parte de la autoridad eclesiástica.
1. En 1 Cor 7, 12-16, San Pablo – como indicación personal que no proviene del Señor, pero a
la que sabe estar autorizado – dice a los Corintios, y a través de ellos a la Iglesia de todos los tiempos,
106
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
que en el caso de matrimonio entre un cristiano y un no cristiano éste puede ser disuelto siempre que el
no cristiano obstaculice al cristiano en su fe. De ello la Iglesia ha derivado el denominado “privilegium
paulinum”, que continúa siendo interpretado en su tradición jurídica (cfr. CIC, can. 1143-1150).
De las palabras de San Pablo la tradición de la Iglesia ha deducido que sólo el matrimonio entre
dos bautizados es un sacramento auténtico y, por consiguiente, absolutamente indisoluble. Los
matrimonios entre un no cristiano y un cristiano sí que son matrimonios según el orden de la creación
y, por tanto, definitivos de por sí. Sin embargo, pueden ser disueltos en favor de la fe y de un
matrimonio sacramental.
Al final, la tradición ha ampliado este “privilegio paulino”, convirtiéndolo en “privilegium
petrinum”. Esto significa que el sucesor de Pedro tiene el mandato de decidir, en el ámbito de los
matrimonios no sacramentales, cuándo está justificada la separación. Sin embargo, este denominado
“privilegio petrino” no ha sido acogido en el nuevo Código, como era en cambio la intención inicial.
El motivo ha sido el disenso entre dos grupos de expertos. El primero ha subrayado que el fin
de todo el derecho de la Iglesia, su metro interior, es la salvación de las almas. De ello se deduce que la
Iglesia puede y está autorizada a hacer lo que sirve para conseguir este fin. El otro grupo, al contrario,
defendía la idea de que los mandatos del ministerio petrino no deben ampliarse demasiado y que es
necesario permanecer dentro de los límites reconocidos por la fe de la Iglesia.
Debido a la falta de acuerdo entre estos dos grupos, el Papa Juan Pablo II decidió no acoger en
el Código esta parte de las costumbres jurídicas de la Iglesia y siguió confiándola a la congregación
para la doctrina de la fe que, junto con la praxis concreta, debe examinar continuamente las bases y los
límites del mandato de la Iglesia en este ámbito.
2. En el tiempo se ha desarrollado de manera cada vez más clara la conciencia de que un
matrimonio contraído aparentemente de manera válida, a causa de vicios jurídicos o efectivos puede
no haberse concretizado realmente y, por lo tanto, puede ser nulo. En la medida en que la Iglesia ha
desarrollado el propio derecho matrimonial, ella ha elaborado también de manera detallada las
condiciones para la validez y los motivos de posible nulidad.
La nulidad del matrimonio puede derivar de errores en la forma jurídica, pero también, y sobre
todo, de una insuficiente conciencia. Respecto a la realidad del matrimonio, la Iglesia muy pronto
reconoció que el matrimonio se constituye como tal mediante el consentimiento de los dos cónyuges,
que debe expresarse también públicamente en una forma definida por el derecho (CIC, can. 1057 § 1).
El contenido de esta decisión común es el don recíproco a través de un vínculo irrevocable (CIC, can.
1057 § 2; can. 1096 § 1). El derecho canónico presupone que las personas adultas sepan ella solas,
partiendo de su naturaleza, qué es el matrimonio y, por consiguiente, que sepan también que es
definitivo; lo contrario debería ser demostrado expresamente (CIC, can. 1096 § 1 e § 2).
Sobre este punto, en los últimos decenios han nacido nuevos interrogantes. ¿Se puede presumir
hoy que las personas sepan “por naturaleza” sobre lo definitivo y la indisolubilidad del matrimonio,
asintiendo con su sí? ¿O acaso no se ha verificado en la sociedad actual, al menos en los países
occidentales, un cambio en la conciencia que hace presumir más bien lo contrario? ¿Se puede dar por
descontada la voluntad del sí definitivo o no se debe más bien esperar lo contrario, es decir, que ya
desde antes se está predispuesto al divorcio? Allí donde el aspecto definitivo sea excluido
conscientemente no se llevaría a cabo realmente el matrimonio en el sentido de la voluntad del
Creador y de la interpretación de Cristo. De esto se percibe la importancia que tiene hoy una correcta
preparación al sacramento.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
La Iglesia no conoce el divorcio. Sin embargo, después de lo apenas indicado, ella no puede
excluir la posibilidad de matrimonios nulos. Los procesos de anulación deben ser llevados en dos
direcciones y con gran atención: no deben convertirse en un divorcio camuflado. Sería deshonesto y
contrario a la seriedad del sacramento. Por otra parte, deben examinar con la necesaria rectitud las
problemáticas de la posible nulidad y, allí donde haya motivos justos en favor de la anulación,
expresar la sentencia correspondiente, abriendo así a estas personas una nueva puerta.
En nuestro tiempo han surgido nuevos aspectos del problema de la validez. Ya he indicado
antes que la conciencia natural sobre la indisolubilidad del matrimonio es ahora problemática y que de
ello derivan nuevas tareas para el procedimiento procesal. Quisiera indicar brevemente otros dos
nuevos elementos:
a. El can. 1095 n. 3 ha inscrito la problemática moderna en el derecho canónico allí donde dice
que no son capaces de contraer matrimonio las personas que “no pueden asumir las obligaciones
esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica”. Hoy, los problemas psíquicos de las
personas, precisamente ante una realidad tan grande como el matrimonio, se perciben más claramente
que en el pasado. Sin embargo, es bueno poner en guardia sobre edificar la nulidad, de manera
imprudente, a partir de los problemas psíquicos; haciendo esto se estaría pronunciando fácilmente un
divorcio bajo la apariencia de la nulidad.
b. Hoy se impone, con gran seriedad, otra pregunta. Actualmente hay cada vez más paganos
bautizados, es decir, personas que se convierten en cristianas por medio del bautismo, pero que no
creen y que nunca han conocido la fe. Se trata de una situación paradójica: el bautismo hace que la
persona sea cristiana, pero sin fe ésta es sólo, a pesar de todo, un pagano bautizado. El can. 1055 § 2
dice que “entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo
sacramento”. Pero, ¿qué sucede si un bautizado no creyente no conoce para nada el sacramento?
Podría también tener la voluntad de la indisolubilidad, pero no ve la novedad de la fe cristiana. El
aspecto trágico de esta situación se hace evidente sobre todo cuando bautizados paganos se convierten
a la fe e inician una vida totalmente nueva. Surgen aquí preguntas para las cuales no tenemos todavía
una respuesta. Es, por lo tanto, más urgente aún profundizar sobre ellas.
3. De cuanto dicho hasta ahora surge que la Iglesia de Occidente – la Iglesia católica –, bajo la
guía del sucesor de Pedro, por un lado sabe que está estrechamente vinculada a la palabra del Señor
sobre la indisolubilidad del matrimonio; sin embargo, por el otro ha intentado también reconocer los
límites de esta indicación para no imponer a las personas más de lo que es necesario.
Así, partiendo de la sugerencia del apóstol Pablo y apoyándose al mismo tiempo en la
autoridad del ministerio petrino, para los matrimonios no sacramentales ha elaborado ulteriormente la
posibilidad del divorcio en favor de la fe. De la misma manera, ha examinado en todos los aspectos la
nulidad de un matrimonio.
La exhortación apostólica “Familiaris consortio” de Juan Pablo II, de 1981, ha llevado a cabo
un paso ulterior. En el número 84 está escrito: “En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los
pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita
caridad que no se consideren separados de la Iglesia […]. La Iglesia rece por ellos, los anime, se
presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza”.
Con esto, a la pastoral se le confía una tarea importante, que tal vez no ha sido suficientemente
transpuesta en la vida cotidiana de la Iglesia. Algunos detalles están indicados en la propia
exhortación. Se dice que estas personas, en cuanto bautizadas, pueden participar en la vida de la
Iglesia, que incluso deben hacerlo. Se enumeran las actividades cristianas que para ellos son posibles y
108
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
necesarias. Sin embargo, tal vez sería necesario subrayar con mayor claridad qué pueden hacer los
pastores y los hermanos en la fe para que ellas puedan sentir de verdad el amor de la Iglesia. Pienso
que sería necesario reconocerles la posibilidad de comprometerse en las asociaciones eclesiales y
también que acepten ser padrinos o madrinas, algo que por ahora no está previsto por el derecho.
Hay otro punto de vista que se difunde. La imposibilidad de recibir la santa eucaristía es
percibida de una manera tan dolorosa sobre todo porque, actualmente, casi todos los que participan en
la misa se acercan también a la mesa del Señor. Así, las personas afectadas aparecen también
públicamente descalificadas como cristianas.
Considero que la advertencia de San Pablo a autoexaminarse y a la reflexión sobre el hecho de
que se trata del Cuerpo del Señor debería tomarse otra vez en serio: “Examínese, pues, cada cual, y
coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su
propio castigo” (1 Cor 11, 28 s.) Un examen serio de uno mismo, que puede también llevar a renunciar
a la comunión, nos haría además sentir de manera nueva la grandeza del don de la eucaristía y, por
añadidura, representaría una forma de solidaridad con las personas divorciadas que se han vuelto a
casar.
Quisiera añadir otra sugerencia práctica. En muchos países se ha convertido en una costumbre
que las personas que no pueden comulgar (por ejemplo, las personas pertenecientes a otras
confesiones) se acerquen al altar, pero mantengan las manos sobre el pecho, haciendo entender de este
modo que no reciben el Santísimo Sacramento, pero que piden una bendición, que se les da como
signo del amor de Cristo y de la Iglesia. Esta forma ciertamente podría ser elegida también por las
personas que viven en un segundo matrimonio y que por ello no están admitidas a la mesa del Señor.
El hecho que esto haga posible una comunión espiritual intensa con el Señor, con todo su Cuerpo, con
la Iglesia, podría ser para ellos una experiencia espiritual que les refuerce y les ayude.
__________
2. EL TEXTO ORIGINAL
La antigua conclusión del artículo de Joseph Ratzinger de 1972
La Iglesia es Iglesia de la Nueva Alianza, pero vive en un mundo en el cual sigue existiendo
inmutada la “dureza del […] corazón” (Mt 19, 8) de la Antigua Alianza. Ella no puede dejar de
anunciar la fe de la Nueva Alianza, pero muy a menudo está obligada a iniciar su vida concreta un
poco por debajo del umbral de las Escrituras.
Así, en situaciones evidentes de emergencia, puede hacer excepciones limitadas para evitar
cosas peores. El criterio para obrar así debería ser: los límites del actuar contra “lo que está escrito” se
sitúan en el hecho que este actuar no puede poner en discusión la propia forma fundamental, de la que
la Iglesia vive. Por consiguiente, está vinculado al carácter de solución excepcional y de ayuda en una
situación de necesidad urgente, como han sido, por ejemplo, la situación transitoria misionera, pero
también la situación de emergencia concreta de la unión de las Iglesias.
Sin embargo, de este modo surge la pregunta práctica sobre si es posible mencionar una tal
situación de emergencia en la Iglesia actual e indicar una excepción que corresponda a estos
parámetros. Me gustaría intentar formular, con toda la cautela necesaria, una propuesta concreta que
me parece que se enmarca en este contexto.
Allí donde un primer matrimonio esté roto desde hace tiempo y de manera irreparable para
ambas partes; allí donde, al contrario, un segundo matrimonio contraído sucesivamente se haya
demostrado durante un periodo de tiempo prolongado una realidad virtuosa, guiado por el espíritu de
109
Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
la fe, en particular también en la educación de los hijos (por lo que la destrucción de este matrimonio
causaría la destrucción de una entidad virtuosa y provocaría un daño moral), a través de un recorrido
extrajudicial, basándose en el testimonio del párroco y de los miembros de la comunidad, se debería
conceder a cuantos viven en segundo matrimonio de este tipo el permiso de acceder a la comunión.
Una reglamentación así me parece justificada por la tradición por dos motivos:
a. Es necesario recordar expresamente el margen de discrecionalidad que hay en cada proceso
de anulación. Este margen de discrecionalidad y la disparidad de oportunidades que indefectiblemente
deriva del nivel cultural de las personas implicadas, como también de sus posibilidades económicas,
deberían poner en guardia contra la idea de que así se puede satisfacer perfectamente la justicia.
Además, muchas cosas simplemente no se pueden juzgar, aunque sean a pesar de todo reales. Las
peticiones procesales deben limitarse obligatoriamente a lo que es jurídicamente demostrable, pero
precisamente por esto pueden omitir hechos decisivos. Sobre todo porque de este modo, los criterios
formales (errores de forma o forma eclesial interrumpida voluntariamente) pasan a ser tan
preponderantes que llevan a injusticias. En conjunto, desde el punto de vista jurídico el hecho de
desplazar la pregunta sobre el acto que funda el matrimonio es inevitable y, sin embargo, constituye
una limitación del problema que no puede rendir justicia plenamente a la naturaleza de la acción
humana. El proceso de anulación indica prácticamente un grupo de criterios que establecen si a un
determinado matrimonio no se le pueden aplicar los parámetros del matrimonio entre creyentes. Pero
no acaba con el problema y, por lo tanto, no puede avanzar la pretensión de esa rigurosa exclusividad
que se le ha atribuido bajo el dominio de una determinada forma de pensamiento.
b. El reconocimiento de que el segundo matrimonio se haya demostrado una realidad virtuosa
durante un tiempo prolongado y que haya sido vivido en el espíritu de la fe corresponde, de facto, con
ese tipo de indulgencia que emerge en Basilio donde, después de un periodo continuo de penitencia, al
“digamus” (es decir, a quien vive en un segundo matrimonio) se le concede la comunión sin la
anulación del segundo matrimonio: con la confianza en la misericordia de Dios, que no deja sin
respuesta la penitencia. Cuando del segundo matrimonio nacen obligaciones morales en lo que atañe a
los hijos, a la familia y también a la mujer y no existen obligaciones análogas que derivan del primer
matrimonio; cuando, por consiguiente, el cese del segundo matrimonio por motivos morales es
inadmisible y, por otra parte, la abstinencia no es, en la práctica, una posibilidad real (“magnorum est”,
dice Gregorio II), la apertura a la comunión eucarística, después de un tiempo de prueba, parece estar
sin duda alguna justa y plenamente en línea con la tradición de la Iglesia: aquí la concesión de la
“communio” no puede depender de un acto que sería inmoral o, de hecho, imposible.
La distinción que se hace confrontando la primera tesis con la segunda debería corresponder
también a la cautela tridentina, si bien como regla concreta va más allá: el anatema contra una doctrina
que quiere hacer de la forma fundamental un error o, por lo menos, una costumbre superable,
permanece en todo su rigor. El matrimonio es “sacramentum”, tiene la forma fundamental que no se
puede eliminar de la decisión asumida hasta el fondo. Pero ello no excluye que la comunión eucarística
de la Iglesia abrace también a las personas que reconocen esta doctrina y este principio de vida, pero
que se encuentran en una situación de emergencia de naturaleza especial en la cual tienen
particularmente necesidad de la plena comunión con el Cuerpo del Señor. También así la fe de la
Iglesia seguirá siendo signo de contradicción: esto es lo que considera esencial y precisamente en esto
sabe que está siguiendo al Señor, el cual ha anunciado a sus discípulos que no tienen que pretender
estar por encima del Maestro, rechazado por devotos y progresistas, por judíos y paganos.
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Sínodo de los Obispos sobre la Familia – Artículos, Entrevistas, Comentarios
El título del artículo de 1972, mantenido en la nueva edición de 2014, es “Zur Frage nach der
Unauflöslichkeit der Ehe. Bemerkungen zum dogmengeschichtlichen Befund und zu seiner
gegenwärtigen Bedeutung (Sobre la cuestión de la indisolubilidad del matrimonio. Observaciones
sobre lo que deriva de la historia de los dogmas y sobre su importancia actual)”.
El artículo fue publicado en Múnich en 1972 en el volumen de varios autores “Ehe und
Ehescheidung. Diskussion unter Christen (Matrimonio y divorcio. Debate entre cristianos)”, edición
de Franz Henrich y Volker Eid.
La nueva edición del artículo, con la conclusión totalmente redactada de nuevo, ha aparecido
publicada en otoño de 2014 en el siguiente volumen de la edición alemana de la Opera Omnia:
J. Ratzinger - Benedikt XVI, “Einführung in das Christentum. Bekenntnis, Taufe,
Nachfolge”, Joseph Ratzinger Gesammelte Schriften, Band 4, Verlag Herder, Freiburg, 2014.
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DEL PAPA EMÉRITO AL PAPA REINANTE
En lo que respecta a la posición del Papa Francisco sobre la cuestión que su predecesor “ha
vuelto a tratar” en el texto reproducido más arriba, es interesante lo que ha dicho el cardenal Angelo
Scola, arzobispo de Milán, en una entrevista al “Corriere della Sera” del 2 de diciembre:
Scola: “Ai divorziati niente comunione. Credo che il papa deciderà così”
Este es el pasaje central de la entrevista:
P. – Sobre la cuestión de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, ¿cuál es su
posición?
R. – He discutido sobre ello intensamente, en especial con los cardenales Marx, Danneels y
Schönborn, que estaban en mi “círculo menor”, pero no consigo ver las razones adecuadas de una
posición que por una parte afirma la indisolubilidad del matrimonio como algo que está fuera de toda
discusión, pero por la otra parece negarla en los hechos, llevando a cabo casi una separación entre
doctrina, pastoral y disciplina. Este modo de sostener la indisolubilidad la reduce a una especie de idea
platónica, que está en el empíreo y no entra en lo concreto de la vida. Y plantea un problema educativo
grave: ¿cómo les decimos a los jóvenes que se casan hoy, para los que el “para siempre” ya es muy
difícil, que el matrimonio es indisoluble si saben que, de todas formas, habrá siempre una vía de
salida? Es una cuestión que se plantea poco y esto me asombra mucho.
P. – Por lo tanto, en el sínodo, ¿usted ha votado con la minoría?
R. – En todo caso con la mayoría, si bien yo no razonaría en estos términos: sobre las
propuestas que no han alcanzados los dos tercios puede haber habido un voto transversal. Ciertamente,
la posición del magisterio me ha parecido, decididamente, la más seguida en las relaciones de los
“círculos menores”.
P. – ¿Y si el Papa, al final del sínodo, tomara una posición que usted no comparte?
R. – Creo realmente que no la tomará.
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