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El sacramento del matrimonio
Objetivo: Entender el sacramento del matrimonio como camino para la santificación
de los esposos.
Esquema de contenido
Preguntas de reflexión
1. Introducción
2. Dios, centro del matrimonio
3. Institución natural
4. Los sacramentos
5. El matrimonio, como alianza y sacramento
5.1 Fines del matrimonio
5.2 Signo, Materia y Forma
5.3 Ministro, Sujeto, Testigos, Rito y Celebración
6. Propiedades del matrimonio
6.1 Unidad
6.2 Indisolubilidad
7. El reto de la fidelidad
7.1 Prometo serte fiel
7.2 En lo próspero y en lo adverso
7.3 En la salud y en la enfermedad
7.4 ¿Es hoy posible la fidelidad de por vida?
8. El matrimonio, Sacramento del amor de Dios
8.1 El matrimonio como estado sacramental
9. Conclusiones
1
El sacramento del matrimonio
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10.
Guía para la reflexión
2
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EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Preguntas iniciales
•
¿Por qué queremos casarnos por la Iglesia?
•
¿Qué sentido tiene para nosotros el sacramento del matrimonio?
•
¿Qué va a representar después, en nuestra vida diaria, de cara a la vida entera,
este compromiso que vamos a contraer ante Cristo y la Iglesia?
•
¿Crees que un buen matrimonio es ejemplo de vida cristiana?
1. Introducción
Los sacramentos son un signo sensible que significa y produce la gracia en el alma, es
decir la vida divina. El matrimonio es un sacramento, instituido por Jesucristo y es
esencialmente un medio de santificación.
Dios desde la creación del mundo hizo al hombre y a la mujer uno para el otro,
imprimiendo en ellos la llamada a ser imagen suya, comunidad de amor en la Trinidad,
Para cumplir con el maravilloso plan, Él, que es el Amor mismo, se hace presente para
derramar en los esposo las gracias que necesitan vivir plenamente su matrimonio,
haciendo crecer su amor, apoyándose mutuamente en el cumplimiento de su misión y
haciendo su amor fecundo.
El matrimonio, es entonces, una alianza de tres: el esposo, la esposa y Dios, quien
purifica y hace más profundo el amor de los cónyuges y hace posible la fidelidad a esa
promesa de “amarse y respetarse todos los días de su vida”.
En la familia, que tiene como fundamento el matrimonio, se forjan los hombres y las
mujeres del mañana y que en él se viven y se transmiten los valores humanos y
cristianos; la herencia de la historia futura se comunica a los hijos por el ejercicio de la
paternidad y de la maternidad.
2. Dios, centro del matrimonio
La boda tiene para los novios una importancia singular ya que:
a. Ese día reciben un sacramento y con el las gracias que los ayudarán a cumplir con
los fines del matrimonio, a ser buenos esposos y a ser buenos padres.
b. Representa el inicio de una nueva etapa de su vida.
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El matrimonio es el comienzo de un camino que perdura durante el resto de sus vidas;
es apenas un momento, el primero de una serie de momentos marcados,
precisamente el día de la boda, en el que la pareja establece e inicia el compromiso de
vivir conforme al sacramento celebrado.
En ese día, mutuamente se entregan toda la vida, todo su corazón, toda su mente,
todo su trabajo, deseos, metas, etc.
Ahora, como matrimonio amarán a Dios sobre todas las cosas, con toda su alma, con
todas sus fuerzas, y amamos a Dios cuando amamos a nuestro prójimo. ¿Quién es
nuestro prójimo más próximo en este momento? El futuro cónyuge.
Cuando amamos a nuestro futuro cónyuge estamos amando a Dios, eso es lo que nos
hace felices, es el amor lo que nos hace felices. Por eso el amor es la esencia del
sacramento y ese amor es indisoluble, por ser figura de unión indisoluble de Cristo y la
Iglesia, es un amor que no se va desgastando con el paso del tiempo, es puro,
paciente, es entrega y donación total para el otro.
Por eso el día en los novios deciden unirse en el sacramento del matrimonio lo primero
que deben hacer es invitar a Dios a que se convierta en el centro de su vida
matrimonial, porque Dios es amor y con Su amor todas las dificultades se pueden
enfrentar. La fe en Dios ayuda a poder decir TE AMO, en las buenas y en las malas.
3. Institución natural
El matrimonio es una institución natural. Es decir, existe fuera de la religión cristiana y
hasta fuera de toda religión. Está inscrito y regido por la misma naturaleza del ser
humano, existe en una inclinación innata en el hombre y la mujer que los lleva a
acercarse el uno al otro y a unirse para formar una comunidad de vida.
La Iglesia no ha creado el matrimonio y ni siquiera ha pretendido transformarlo. Los
paganos se casaban según las reglas en uso en la sociedad, y cuando los paganos
casados se convertían al cristianismo, casados quedaban. La Iglesia reconocía la
validez de este casamiento natural. El no cristiano se casa sin recibir el sacramento, y
cuando se convierte, permanece casado; el matrimonio natural se hace sacramento.
El matrimonio cristiano es la institución natural del matrimonio, y sin embargo no se
limita a esto, sino que ha llegado a ser sacramento, porque Cristo así lo instituyó, se
convierte entonces en un instrumento de vida divina. El sacramento es la institución
natural divinizada. El sacramento santifica a los esposos en sus actos espirituales,
humanos y carnales. El amor matrimonial es santo; no solamente humano.
Algunos esposos no llegan a vivir el verdadero sentido del sacramento, se ve como una
añadidura, una bendición especial, o una tradición más, sin embargo es un
sacramento, es decir un instrumento de santidad.
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La vida sobrenatural, que es divina, es la vida de todos los cristianos, nos es dada en
primer lugar por el Bautismo, y la vida es una vocación de santidad. La Iglesia tiene
necesidad de esposos y de familias. El carácter sacramental del matrimonio
proporciona así la confirmación de esta vocación de santidad de todo cristiano, al
mismo tiempo que muestra cómo obra la acción divina sobre el alma de los esposos
para elevarlos a la santidad.
Por otro lado, el matrimonio no sólo santifica un acto humano, es un germen
depositado en el alma y que fructifica a lo largo de toda la vida conyugal, animando
todos sus actos y sentimientos. Es una presión de Dios sobre los esposos para que
sobrenaturalicen su vida conyugal. Dios entra como tercer factor en la intimidad
conyugal. Los esposos están unidos a Dios. Los esposos tienen en el alma algo que les
une realmente de una manera nueva, y esta realidad unificadora es una acción divina.
El sacramento santifica a los esposos en sus actos espirituales, humanos y carnales.
4. Los sacramentos
Todo en la Iglesia es sacramental, pero hay acciones y gestos donde ese carácter
sacramental adquiere una densidad particular. De la misma manera que todo puede
ser signo de amor entre los esposos, pero el abrazo conyugal sacramentaliza de
manera más eficaz e intensa su amor.
Los sacramentos son, por lo tanto, la concreción y actualización de lo que es la Iglesia:
sacramento de Cristo, el cual es, a su vez, Sacramento de Dios. Cuando celebramos o
vivimos un sacramento, realizamos un gesto, no de manera privada a nuestro arbitrio,
sino de manera eclesial, dentro de la Iglesia sacramento de Jesucristo, y nos
encontramos con Cristo que es el gran Sacramento que nos lleva al encuentro con
Dios. En cuanto a los sacramentos hay que tener en cuenta algunas consideraciones:
1. Realizar un gesto humano que encierra una fuerza expresiva importante: una
comida (Eucaristía), un gesto de perdón (Penitencia), una entrega mutua de dos
personas (Matrimonio).
2. Ese gesto humano tiene sentido cuando es vivido desde la fe. Los
sacramentos suponen fe. Sin fe se convierten en ceremonias vacías, ritos
sociales, gestos ridículos.
3. No es algo individual o privado, ni siquiera de un grupo particular. Cada
sacramento es una toma de contacto, una inserción en la Iglesia, un gesto
eclesial, pues sólo la gran comunidad eclesial es el sacramento de Jesucristo.L
4. No es un rito muerto sino gestos de encuentro personal con Cristo que es el
gran Sacramento que nos lleva a Dios. Cada sacramento según su modalidad
nos pone en contacto con Jesucristo y por medio de él con Dios. Es Cristo el que
perdona, Cristo el que alimenta, Cristo el que una en el amor.
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Esta actitud de fe, el casarse por la Iglesia, representa el reconocimiento claro,
rotundo, abierto, ante la comunidad eclesial y ante el mundo, de que el matrimonio
como sacramento es consecuencia de una opción personal y coherente ante Cristo y
su iglesia, de un compromiso asumido y permanente.
5. El matrimonio, como alianza y sacramento
El matrimonio es la unión marital legítima del hombre y la mujer, que mantiene entre
ellos una comunidad de vida y de amor.
- Unión marital: Derecho de ejercer la sexualidad por amor y en orden a la
procreación. Esta unión no se puede dar más que entre un hombre y una mujer.
- Legítima del hombre y la mujer: La unión debe respetar la ley natural.
- Que mantiene entre ellos una comunidad de vida y de amor: El matrimonio es
permanente y exclusivo.
Cuando una pareja “se casa por la Iglesia”, se compromete a vivir su matrimonio
desde la fe cristiana y a vivirlo en concreto como “sacramento” del amor de Dios.
Sacramento viene del latín “sacramentum” y significa “signo”, “señal”. El sacramento
nos descubre, nos revela, nos manifiesta otra realidad que, de lo contrario, se nos
quedaría oculta.
5.1 Fines del matrimonio
Los fines del matrimonio son: el amor y la ayuda mutua.
a. Amor: El hombre y la mujer se atraen mutuamente, buscando complementarse.
Necesitan del otro para llegar a su desarrollo pleno, expresando y viviendo su
necesidad de amar, de entrega total. Por esto se unen en matrimonio para formar
una comunidad fecunda de amor, que implica ayudar al otro en su crecimiento para
alcanzar la salvación.
b. La procreación y la educación de los hijos: El hombre y la mujer son seres
sexuados lo que implica una atracción a unirse en cuerpo y alma. Esta unión la
llamamos “acto conyugal”. La unión de sus cuerpos tiene como consecuencia el
dar vida a nuevos seres humanos. El tener hijos conlleva la responsabilidad de
educarlos.
5.2 Signo, materia y forma
Cada sacramento tiene un signo, una materia y una forma, en el caso del matrimonio
son los siguientes:
a. Signo: Es el contrato matrimonial, conformado por la materia y la forma.
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El sacramento del matrimonio
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b. Materia: Es la donación recíproca de los esposos, donación de todo su ser, de toda
su persona.
c. Forma: La forma es el “sí” que significa la aceptación recíproca de ese don
personal y total.
Esta mutua donación y aceptación tiene su culminación y plenitud en el primer acto de
unión corporal, que será el sello definitivo del contrato establecido en el rito del
matrimonio. Por lo tanto, la base del sacramento del matrimonio, no son los
elementos materiales (como el pan y el vino de la Eucaristía), ni un gesto exterior
(como el lavado con agua del bautismo). Sino la vida de los nuevos esposos, su
entrega mutua y su encuentro amoroso. La vida matrimonial se convierte en signo, en
sacramento.
5.3
Ministro, sujeto, testigos, rito y celebración
El sacramento consta además de un ministro, un sujeto, unos testigos, un rito
particular y una celebración. A continuación se explican los referentes al matrimonio:
a. Ministro: Los ministros son, cada uno de los cónyuges contrayentes1. Ellos son los
que celebran plenamente el sacramento y, aunque para que el matrimonio sea
válido se requiere la presencia de un ministro o representante de la Iglesia en casos
extraordinarios puede celebrarse el sacramento válidamente aún con la sola
presencia de los testigos2.
b. Testigos: La presencia del sacerdote o representante de la Iglesia se requiere
como testigo3.
c. Sujeto: Pueden celebrar el sacramento del matrimonio todos los bautizados. El
matrimonio con una persona bautizada no católica (por ejemplo luteranos,
bautistas) no es inválido, pero está prohibido sin expresa licencia de la autoridad
competente, según lo establecido en el canon 1125 de Código de Derecho
Canónico4. En el caso de las personas no bautizadas, (por ejemplo musulmanes)
existe impedimento por disparidad de cultos, sin embargo el matrimonio se puede
1
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 1623.
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 1110 - 1112.
3
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 1108.
4
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 1124-1129
Si hay una causa justa y razonable, el Ordinario del lugar puede conceder esta licencia; pero no debe
otorgarla si no se cumplen las condiciones que siguen: 1º) que la parte católica declare que está
dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y prometa sinceramente que hará cuanto le
sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia católica; 2º) que se informe en
su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte católica, de modo que
conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de la parte católica; 3º)
que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio, que no
pueden ser excluidos por ninguno de los dos.
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contraer si se solicita una dispensa del impedimento siempre y cuando se cumplan
los requisitos establecidos en el canon 1125 “La diferencia de confesión entre los
cónyuges no constituye un obstáculo insuperable para el matrimonio, cuando
llegan a poner en común lo que cada uno de ellos ha recibido en su comunidad, y a
aprender el uno del otro el modo como cada uno vive su fidelidad a Cristo. Pero las
dificultades de los matrimonios mixtos no deben tampoco ser subestimadas”5. Por
esta razón la Iglesia es cautelosa y no recomienda el celebrar estos matrimonios,
considerando la dificultad que puede representar el cumplimiento de los fines de la
unión matrimonial.
d. Rito y Celebración: Se celebra – normalmente – dentro de la Santa Misa. En la
Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió a su
esposa, la Iglesia, por la cual se entregó. Por ello, la Iglesia considera conveniente
que los cónyuges sellen su consentimiento - de darse el uno al otro - con la ofrenda
de sus propias vidas. De esta manera unen su ofrenda a la de Cristo por su Iglesia.
La liturgia ora y bendice a la nueva pareja, en el culmen de este sacramento los
esposos reciben el Espíritu Santo6.
A diferencia de los demás sacramentos, donde el ministro ordinario es el sacerdote, en
el matrimonio éste no es más que un testigo y un representante de la comunidad
eclesial.
6. Propiedades del matrimonio
Las propiedades del matrimonio son “la unidad” y la “indisolubilidad”, como
consecuencia lógica de los fines. Ellas son propiedades que se aplican, tanto a la
institución natural que Dios instituyó, como al sacramento porque son características
propias de la naturaleza humana.
6.1 Unidad
En el matrimonio los cónyuges se donan total y recíprocamente uno al otro, uniendo
sus inteligencias, voluntades, sentimientos, objetivos, etc. Un solo hombre y una sola
mujer al mismo tiempo, que forman una comunidad de vida estable. Esta donación
total exige fidelidad.
La fidelidad – prometida al contraer matrimonio - es requisito indispensable para esta
unión, de no existir provocaría un gran desequilibrio en el matrimonio. Por ello la
poligamia (unión de un hombre con varias mujeres) y la poliandria (unión de una mujer
con varios hombres) atentan contra esta propiedad del matrimonio. Únicamente está
permitido volverse a casar cuando el vínculo se deshace al morir uno de los esposos
(Cfr. 1 Cor. 7, 39).
5
6
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 1634
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Núm. 15-21-1624
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6.2 Indisolubilidad
Para que la entrega sea total no debe tener límite de tiempo, por lo tanto debe ser
indisoluble. Cristo ratificó con su palabra esta propiedad natural del matrimonio,
cuando dijo a los fariseos: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19, 6).
Cuando por razones que no están en nuestras manos, hay una separación, hay que
seguir viviendo como si se estuviese casado. El divorcio no se permite entre
bautizados.
Estas propiedades son necesarias, porque por medio de ellas, se logra conservar y
fomentar la fidelidad conyugal, se facilita la ayuda mutua y el perfeccionamiento de
ambos cónyuges. Todo esto es muy importante para la educación de los hijos, que
requiere una estabilidad familiar. Además propician la paz y la armonía en el hogar y
llena de bendiciones a toda la familia.
Por otra parte, la fidelidad es un compromiso que debe llevar a los esposos a enfrentar
las dificultades que, a lo largo de su vida matrimonial, se presentan con frecuencia y
amenazan su estabilidad. Es importante testimoniarla en los momentos difíciles
cuando se manifiesta la autenticidad del amor que supera cualquier barrera y busca
siempre y exclusivamente el bien de la persona amada.
El matrimonio refleja la vida de cada hombre como pocas otras realidades humanas.
7. El reto de la fidelidad
7.1 Prometo serte fiel
La promesa “serte fiel” de los votos matrimoniales lleva consigo una serie de
implicaciones, que es necesario reflexionar. Ese prometo serte fiel no se refiere
solamente a la fidelidad en cuanto a que nunca comenzaríamos una relación
sentimental, seria o superficial con otra persona, por un momento o para toda la vida.
Significa muchísimo más. A continuación se presentan algunas ideas:
•
•
Amarse no es mirarse uno al otro, sino mirar en la misma
dirección. Tirar en la misma dirección. Amarse es tener una meta común y
unos mismos ideales, y eso debe reflejarse en los acontecimientos de la vida
diaria. Amarse es mirarse uno al otro con comprensión, respeto y con capacidad
incluso de diferir. Así es en el matrimonio. A veces para atrás, a veces para
adelante. ¿Qué importa por dónde y cuánto haya costado mientras hayan ido
juntos, en la misma dirección, apoyándose, acompañándose, amándose?
Prometo buscar tu realización, tu felicidad. Al prometer ser fiel, se hace
un compromiso a buscar la felicidad del cónyuge, y esto no puede reducirse a
no fallarle en el sentido de nunca enamorarse o involucrarse con otra persona.
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•
•
•
•
Eso es más que nada una obligación, un requisito y algo que deberían dar por
supuesto.
Cuidar el corazón. No permitir que nada, ni nadie le robe la paz inicial,
cuidar los pensamientos y las miradas. Hay mucha gente que quizá jamás
concretará una infidelidad conyugal, sin embargo vive en una continua
deslealtad al no cuidar el corazón de cualquier amor que no sea su único y
verdadero amor.
Hablar bien de ti. Si hay algo que decir, decirlo directamente al esposo o a la
esposa, buscando ayudarle y haciéndolo con amor y por amor. No decirlo a
terceros como los padres, los hijos o los amigos. Hacer un esfuerzo por
promover una buena imagen del cónyuge y hablar más de sus cosas positivas
que negativas.
No te cambiaré por nadie. Buscar un amor profundo y sincero, hasta que la
muerte los separe. uno como un amor intermitente u ocasional, ni como un
amor de paso.
Ser fiel aún y cuando tú no lo seas. Cuando se da una infidelidad en el
matrimonio por parte de quien sea, y el cónyuge decide que esto es lo único
que no está dispuesto a perdonar, y que ahora sí se acabó todo, es
simplemente porque no ha entendido qué fue lo que prometió. La promesa de
ser fiel es unilateral, no depende de sí el otro lo cumple o no lo cumple.
7.2 En lo próspero y en lo adverso
Esta parte de la promesa se refiere a las dificultades que vivirán los esposos. Significa
que cada uno amará incondicionalmente al otro, independiente de las circunstancias.
Hay quienes creen que lo próspero es tener dinero mientras lo adverso se identifica
con todo tipo de carencias económicas. Muchas parejas tienen los recursos necesarios
para vivir felices y sin embargo no alcanzan la felicidad porque ésta se compone de
muchos otros factores que ellos no han logrado completar.
Lo próspero es efectivamente cuando todo va bien. Como se suele decir: viento en
popa. Hay algo de dinero, no hay grandes intromisiones de la suegra, siguen teniendo
más o menos las mismas aficiones y casi idénticos gustos, no se han desgastado con
el tiempo, hay armonía, diálogo, intimidad... ¡Ah, lo próspero! ¿Por qué no todo en la
vida es crecer? ¿Por qué no todo en este mundo camina hacia adelante sin más
complicaciones?
La respuesta es muy sencilla: los problemas y las dificultades existen desde que
aparecieron hombre y mujer sobre la tierra, y esta vida simplemente no sería la misma
si quisiéramos quitarle esta contrapartida de la dificultad. Además no siempre está en
nuestras manos evitar algunas dificultades que se van suscitando en el camino, pues
muchas de ellas nos las imponen la sociedad, la cultura, el entorno en el que nos
movemos... Pero es interesante que sepan partir de este presupuesto cuando piensan
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ya en el matrimonio y cuando están por emitir estas promesas que los comprometen
para siempre.
Cabe añadir que en el matrimonio, los problemas son una oportunidad maravillosa de
crecimiento. Este debe ser un camino de crecimiento, y para eso necesitan aprovechar
todas las oportunidades.
En el matrimonio, lo adverso puede ser: dificultades en el campo económico, la
pérdida del trabajo o el fracaso rotundo en el negocio, la intromisión indeseada de
algún familiar político en el propio hogar, la llegada de los niños quizá demasiado
rápida, la enfermedad de uno de ellos que acusa gravedad... Y, ¿por qué no? el hecho
mismo de que el amor que sentían el uno por el otro ya no sea como era en el
noviazgo, o al inicio del matrimonio.
7.3 En la salud y en la enfermedad
Prometo que en la salud, te aplaudiré, te proyectaré, te acompañaré y apostaré por ti.
No estaré celoso de tus triunfos, ni permitiré que me afecte el que tú seas más que yo
a los ojos de los demás.
En la enfermedad, se promete estar a con el cónyuge. Desde enfermedades que se
arreglan con un suero, hasta enfermedades más profundas, más complicadas, con
alcances más intensos, como el alcoholismo, el desánimo, la pérdida del sentido de
esta vida o enfermedades del corazón o del carácter.
La fidelidad se demuestra en la prueba y en el dolor, y quizá no haya prueba más
grande para una persona que ama de verdad, que el sentir que no es correspondida y
que no es amada con la misma intensidad. Ante un problema de esta naturaleza, se
puede reaccionar de dos maneras: pagar con la misma moneda, que no será ni amor
ni fidelidad, o luchar con todo el corazón por recuperar ese amor que se esta
apagando o se ve casi perdido.
La fidelidad sólo acepta este segundo tipo de actitud. Si te pierdo, lucharé por
reconquistarte; ése será mi programa.
Si la enfermedad es grave y llego incluso a perderte definitivamente, seguiré siendo
tuyo, y tú seguirás siendo parte de mi proyecto de vida. El hecho de que uno de los dos
haya fallado, no implica que el otro deba fallar también. Lucharé por reconquistarte,
como se ve en algunas películas o novelas, sólo que aquí es de verdad: no hay actores
ni música de fondo ni paisajes bonitos... sino sacrificio, humillación y mucho valor para
reconquistar el amor que una vez iluminó la vida y del que surgió la familia que ya
existe.
Desgraciadamente muchos matrimonios se romperán porque nunca se entendió que
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la fidelidad que se prometieron al inicio, debería ser, como los mejores relojes, a toda
prueba. Así es, a prueba de todo, incluidas la peor enfermedad, la más tremenda crisis
y el más injusto adulterio7
7.3 ¿Es hoy posible la fidelidad de por vida?
Obviamente, lo es. El amor entre hombre y mujer es por esencia exclusivo y para
siempre. Sin embargo, sí debemos reconocer que cada vez es más difícil ser fiel.
Destacamos tres razones, tres coordenadas de esta mentalidad nuestra:
a. Mentalidad del usar y tirar. Todo está diseñado para no dar problemas al
usuario: los pañales, los pañuelos, los cubiertos y platos... a veces, hasta la ropa
interior. Esto nos ahorra tiempo y problemas: bienvenido sea. El problema está
cuando esta misma filosofía impregna nuestras relaciones con las personas: ¿ya no
me sirve esta persona, me ha dejado de dar placer o satisfacción? Pues ¡borrón y
cuenta nueva! Los demás son un objeto que utilizo según mis necesidades.
b. Mentalidad del mayor gusto en el menor tiempo y de la manera más
cómoda posible. De nuevo la sociedad de bienestar nos traiciona al gobernar un
ámbito ilegítimo: el corazón. Si nuestra pareja es tenida como fuente de gozo
personal, cuando surgen las primeras dificultades o se nos presenta una posibilidad
más atractiva, se termina la historia. Nos ahorramos todas las dificultades, pero por
otro lado nos rebelamos cuando nuestra pareja escoge el camino más fácil.
c. Mentalidad de lo superficial y de lo sensible. Se confunde sensibilidad con
sentimientos, estados de ánimo con actitudes, emociones con amor...Si esta
persona ya no me hacer sentir bien, entonces ya no la amo. El vivir tan en la
superficie, hacer perder los mejores tesoros del hombre. Las cosas que valen la
pena cuestan y no siempre se “sienten bien”, sin embargo a la larga traen un mayor
beneficio y una satisfacción, no rápida e intensa, sino más plena y profunda.
En definitiva, el siglo XXI tiene miedo al compromiso. ¿Por qué? ¿Por qué se
desenamoran las personas, y por qué hoy temen unirse de manera definitiva? En esta
sociedad en la que todo cambia y ocurre tan deprisa, ¿queda obsoleta la fórmula que
unió a nuestros padres: hasta que la muerte los separe? Las uniones libres, el divorcio
y la infidelidad en todos los niveles serán cada vez más el pan nuestro de cada día.
¿Debemos resignarnos a las uniones fáciles e inestables, a las claudicaciones a flor de
piel, a los siempre temidos cuernos? No permitamos que la mentalidad de la que
hablamos nos robe lo más noble que tenemos: nuestra capacidad de amar, de dar, de
pensar en el otro. Demostremos que también en el siglo XXI es posible el heroísmo8.
7 Cfr. ESPINOZA DE LOS MONTEROS, A. En el matrimonio, ¿jugamos en el mismo equipo?
8
CFR. RODRIGUEZ, M. Coger al toro por los cuernos. Mujer Nueva
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8. El matrimonio, Sacramento del amor de Dios
Al casarse en Cristo los novios cristianos dicen públicamente a toda la comunidad
cristiana lo siguiente:
“Nosotros queremos vivir nuestro amor matrimonial como un signo, una
manifestación, una encarnación, un sacramento del amor de Dios. Todos los que vean
cómo nos queremos, podrán intuir de alguna manera cómo nos ama Dios a todos.
Queremos que nuestro amor y nuestra vida matrimonial les recuerden a todos cómo
los quiere Dios.”
8.1 El matrimonio como estado sacramental
El matrimonio no es sólo un sacramento; es un estado sacramental. Toda la vida
matrimonial es fuente de gracia, expresión eficaz del amor de Dios que se hace
presente en su amor matrimonial.
Este carácter sacramental da una hondura y plenitud diferente a su abrazo conyugal.
En esa experiencia íntima de celebración de amor, es donde mejor pueden entender y
saborear su amor matrimonial como sacramento del amor de Dios.
El ideal del sacramento que viven los esposos es Cristo mismo, Él es el modelo que a
imitar. Su amor a la Iglesia muestra la medida del amor que los cónyuges están a
llamados a vivir en el matrimonio: paciencia, perdón y entrega sin límites, vividos con
sencillez y humildad.
Los novios al casarse, asumen el compromiso de ayudarse mutuamente a ser santos,
esto es, deciden llegar juntos al Cielo, y llevar consigo a sus hijos. Ésta es la razón
última del matrimonio.
La Eucaristía, junto con la oración cotidiana, es el alimento de la unidad familiar, no
sólo porque permite renovar los propósitos y buenas disposiciones, sino
principalmente porque Cristo, el lazo que une a la familia, se hace aún más presente y
la familia se ama por medio del amor de Cristo.
«La familia celebra el Evangelio de la vida con la oración cotidiana, individual y
familiar: con ella alaba y da gracias al Señor por el don de la vida e implora luz y fuerza
para afrontar los momentos de dificultad y de sufrimiento, sin perder nunca la
esperanza»9.
9. Conclusión
9
JUAN PABLO II. Evangelium vitae. Núm. 93.
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El matrimonio fue pensado por Dios desde que creó al hombre y a la mujer, para que
ambos se ayuden y se complementen recíprocamente, y puedan alcanzar juntos su
felicidad en este mundo y después llegar a vivir en plenitud en la Eternidad.
Los fines y las exigencias del matrimonio pueden parecer imposibles si los
consideramos sólo desde una perspectiva humana, sin embargo la gracia del
sacramento, junto con la oración conjunta y la frecuencia de los demás sacramentos
principalmente la Eucaristía, permiten a los esposos realizar su vocación según el plan
del Creador, perfeccionando su amor en lo ordinario de cada día, hasta llegar a
asemejar su amor al de Cristo amó a su Iglesia, con un amor puro y total que le llevó
incluso a entregar su vida. Hasta llegar a amarse mutuamente con el amor mismo de
Dios.
NOTA: A continuación se adjunta la dinámica propuesta para realizar en la sesión. El
documento está listo para impresión, se entregará una hoja por pareja, primero se
leerá el texto propuesto y después se contestarán unas preguntas. Después se incluye
una sección para la reflexión bíblica y la tarea.
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GUÍA PARA LA REFLEXIÓN
PARTE 1
Pedir a algún voluntario que lea en voz alta la lectura ¡No divorcios! Al terminar
contestar individualmente las preguntas del cuestionario para después
comentarlas con la pareja.
Lectura:
¡NO DIVORCIOS!10
El pueblo de Siroki-Brijeg en Herzegovina tiene una maravillosa distinción: ¡nadie
recuerda que haya existido un solo divorcio entre sus 13,000 habitantes! ¡Tampoco
se recuerda un solo caso de familia rota!
El secreto de Herzegovina es sencillo: Los habitantes croatas han mantenido su fe
Católica soportando por ella persecución por siglos a manos de los turcos y
después de los comunistas. Su fe esta fuertemente arraigada en el conocimiento
del poder salvador de la cruz de Jesucristo. Ellos saben que los programas del
mundo, aunque sean programas humanitarios, de desarme o de paz, por si
mismos sólo proveen beneficios limitados. ¡La fuente de la salvación es la cruz de
Cristo!
Este pueblo posee una gran sabiduría que han sabido aplicar al matrimonio y a la
familia. Ellos saben que el matrimonio esta indisolublemente unido a la cruz de
Cristo. Según la tradición croata, cuando una pareja se prepara para casarse, no
les dicen que han encontrado a la persona perfecta. ¡No! En vez, el sacerdote
dice: "has encontrado tu cruz. Es una cruz para amarla, para llevarla contigo, una
cruz que no se tira sino que se atesora" En Herzegovina la Cruz representa el amor
mas grande y el crucifijo es el tesoro de la casa.
Cuando los novios van a la iglesia traen el crucifijo con ellos. El sacerdote bendice
el crucifijo. Cuando llega el momento de intercambiar sus votos, la novia pone su
mano derecha sobre el crucifijo y el novio pone su mano sobre la de ella, de
manera que las dos manos están unidas a la cruz. El sacerdote cubre las manos
de ellos con su estola mientras proclaman sus promesas, según el rito de la Iglesia,
de ser fieles el uno al otro, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la
enfermedad, hasta la muerte. Acto seguido los novios no se besan sino que
ambos besan la cruz. Los que contemplan el rito pueden comprender que si uno
de los dos abandona al otro, abandona a Cristo en la Cruz.
Después de la ceremonia, los recién casados llevan el crucifijo a su hogar y lo
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Sr. Emmanuel. Traducción, Padre Jordi Rivero. Fuente: www.es.catholic.net
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El sacramento del matrimonio
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ponen en un lugar de honor. Será para siempre el punto de referencia y el lugar
de oración familiar. En tiempo de dificultad no van al abogado ni al psiquiatra
sino que van juntos ante la cruz en busca de ayuda de Jesús. Se arrodillaran y
lloraran y abrirán sus corazones pidiendo perdón al Señor y mutuamente. Van a
dormir en paz en el Corazón porque han recibido perdón del único que tiene
poder para salvar. Ellos enseñaran a sus hijos a besar la cruz cada día y no irse a
dormir como los paganos, sin dar gracias primero a Jesús. Saben que Jesús los
sostiene en Sus brazos y no hay nada que temer.
Cuestionario:
1. Lo que te preocupa del matrimonio es:
2. Lo que más anhelas del matrimonio es:
3. A lo que más tendrás que adaptarte en el matrimonio es:
4. ¿Por qué has decidido casarte?
5. ¿Por qué te casas por la Iglesia?
6. ¿Cómo te estás preparando espiritualmente?
7. ¿Estoy convencido de que el matrimonio debe ser camino de santidad?
8. ¿Estoy conciente que el sacramento nos une hasta la muerte?¿Estamos de
acuerdo que por ningún motivo el divorcio es una opción?
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El sacramento del matrimonio
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9. Hay matrimonios que duran poco tiempo, otros muchos años y otros que
duran para toda la vida. ¿Crees que es cuestión de suerte? ¿Qué crees
que hace que duren?
10. ¿Has platicado con tu novio/a sobre la importancia de Dios en su
matrimonio?
PARTE 2
Busca en tu Biblia…
Ef. 5, 2. 21-33 Este es un gran misterio y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
La palabra de Dios nos dice…
Tarea
•
Definan, en pareja, dos acciones concretas que les ayuden a tener a Cristo
como centro de su matrimonio.
•
Establezcan dos acciones concretas que buscarán evitar pues pueden
dificultar o atentar contra su matrimonio.
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