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El Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza de Cristo Aspectos históricos Los institutos Seculares son una de las instituciones más jóvenes en la historia de la Iglesia; es un don del Espíritu que suscita siempre nuevos carismas para responder a la sed de salvación de la humanidad. En los tiempos pasados, la única forma de consagración reconocida por la Iglesia fue la “religiosa”, que se ha vivido en un contexto comunitario. Por esto mismo, parecía imposible aproximar los términos “consagrado y secular”, precisamente porque la vida religiosa era entendida como experiencia de separación del mundo. Hacia fines del siglo XIX e inicios del siglo XX la experiencia concreta de algunas personas hizo que surgiera no sólo la necesidad sino también la posibilidad de que estos dos términos se juntaran. Algunos pioneros, entre los cuales Armida Barelli y el Padre Agostino Gemelli, inspirados por el Espíritu Santo, intuyeron que había la posibilidad de crear nuevas formas de vida en las que se conjugasen la “plena consagración” y la “plena secularidad". Al comienzo hubo muchas dificultades porque lo que no estaba previsto en el Derecho Canónico no existía para la Iglesia. La coherencia, el sufrimiento y la obediencia fueron el terreno fértil en el que pudo germinar la semilla colocada por el Espíritu. Se tuvo que esperar hasta 1947 para obtener el ansiado reconocimiento de los Institutos Seculares de parte de la Iglesia, mediante la Constitución Apostólica "Provida Mater Ecclesia" de Pío XII. Al año siguiente, el Motu Proprio "Primo Feliciter" aclaraba aún más el significado de secularidad, connotación específica de dichos Institutos. La oración, el compromiso, la perseverancia, la fatiga y el gozo que han acompañado la experiencia de vida de nuestros Fundadores y de las primeras hermanas, son testimonios que encontramos en el escrito de Armida Barelli, "La nostra storia", instrumento precioso para comprender mejor la originalidad y las raíces de nuestro carisma. El Concilio Vaticano II profundizó aún más el papel de los laicos en la Iglesia y en el mundo (Lumen Gentium, 31; Apostolicam Actuositatem, 7; Gaudium et Spes, 43) y Pablo VI, el primer Papa postconciliar, subrayó admirablemente la especificidad de los Institutos Seculares en la exaltante vocación y misión del laico. “Si nos preguntamos cuál ha sido el alma de cada Instituto Secular que ha inspirado su nacimiento y su desarrollo, debemos responder: el anhelo profundo de una síntesis; el deseo ardiente de la afirmación simultánea de dos características: la total consagración de la vida según los consejos evangélicos, y la plena responsabilidad de una presencia y de una acción transformadora desde dentro del mundo para plasmarlo, perfeccionarlo y santificarlo” (Pablo VI° Discurso con ocasión del XXV Aniversario de la Provida Mater 2.02.72). Y en otras ocasiones: “Os encontrais en una misteriosa confluencia entre dos poderosas corrientes de la vida cristiana, recogiendo riquezas de una y de otra. Sois laicos, consagrados como tales por los sacramentos del bautismo y de la confirmación, pero habéis escogido acentuar vuestra consagración a Dios con la profesión de los Consejos Evangélicos aceptados como obligaciones con un vínculo estable y reconocido. Permanecéis laicos, empeñados en el área de los valores seculares proprios y peculiares de laicado, pero la vuestra es una secularidad consagrada” (22.09.72). Y aún: “Ninguno de los dos aspectos de vuestra fisionomía espiritual puede ser supervalorado a costa del otro. Ambos son coesenciales”. A los Responsables Generales de los Institutos Seculares les confirmaba: “Estar en el mundo, es decir, comprometidos con los valores seculares, vuestro modo de ser iglesia y de hacerla presente, de salvaros y de anunciar la salvación. Vuestra condición existencial y sociológica deviene vuestra realidad teológica y vuestro camino para realizar y atestiguar la salvación. De esta manera sois un ala avanzada de la Iglesia en el mundo" (22.09.72). Las etapas del camino recorrido por nuestro Instituto hacia una secularidad cada vez más consciente están delineadas en "La nostra storia continua", escrita por Alda Miceli, tercera Presidente General. También el Papa Juan Pablo II ha subrayado en varias ocasiones el papel y la importancia de los Institutos Seculares, exhortando a la tarea del testimonio evangélico frente a los retos del nuevo milenio. "La condición es que a nivel de deber y experiencia seáis verdaderamente competentes en vuestro campo específico, para ejercer con vuestra presencia el apostolado del testimonio y compromiso con los otros que vuestra consagración y vida en la Iglesia os imponen. En efecto, sólo gracias a esta competencia podréis poner en práctica la recomendación del Concilio Vaticano a los miembros de los Institutos Seculares (Decreto Perfectae caritatis, n. 11): "Es necesario que los miembros tiendan principalmente a la total dedicación de sí mismos a Dios por la caridad perfecta, y mantengan los Institutos su carácter proprio y peculiar, es decir, secular, a fin de cumplir eficazmente y dondequiera el apostolado en el mundo y como desde el mundo, para el que nacieron" (Juan Pablo II, 28 de agosto de 1980). Y todavía: Ante todo, debéis ser verdaderos discípulos de Cristo. Como miembros de un Instituto Secular, queréis ser tales por el radicalismo de vuestro compromiso a seguir los consejos evangélicos de tal modo que no sólo no cambie vuestra condición - ¡sois y os mantenéis laicos! – sino que la refuerce en el sentido de que vuestro estado secular esté consagrado y sea más exigente, y que el compromiso en el mundo y por el mundo, implicado en este estado secular, sea permanente y fiel (Juan Pablo II, 28 de agosto de 1980). El nuevo Código de Derecho Canónico (1983) proporciona la colocación jurídica a los Institutos Seculares junto con otras formas de vida consagrada. También el Catecismo de la Iglesia Católica habla de ellos atestiguando que, aún siendo jóvenes con respecto a otras instituciones de la Iglesia, ya han penetrado en la conciencia y en la cultura del pueblo de Dios. El Papa Benedicto XVI, recordando el 60º aniversario de la promulgación de la “Provida Mater Ecclesia”, el 3 de febrero de 2007 subraya: “Vuestro celo nace de haber descubierto la belleza de Cristo, de su modo único de amar, encontrar, sanar la vida, alegrarla, confortarla. Y esta belleza es la que vuestra vida quiere cantar, para que vuestro estar en el mundo sea signo de vuestro estar en Cristo”. Más aún: “Por tanto el lugar de vuestro apostolado es todo lo humano, no sólo dentro de la comunidad cristiana – donde la relación se entabla con la escucha de la Palabra y de vida sacramental, de las que os alimentais para sostener la identidad bautismal – sino también dentro de la comunidad civil donde la relación se realiza en la búsqueda del bien común, en el diálogo con todos, llamados a testimoniar la antropología cristiana que constituye una propuesta de sentido en una sociedad desorientada y confundida por el clima multicultural y multireligioso que la cracteriza.” Los Fundadores: Armida Barelli - Agostino Gemelli Armida Barelli Nace en Milán el 1° de diciembre de 1882 de una familia de la burguesía milanesa. No es educada en los valores religiosos, estudia en Italia y en Suiza, habla correctamente el alemán y el francés y conoce la lengua inglesa. Colabora con el P. Gemelli en la revista "Vita e Pensiero" (en los años 1910-1914), en la consagración de los soldados al S. Corazón durante la Primera Guerra Mundial (1917), en la fundación de la Universidad Católica del S. Corazón (en los años 19181921) y en la Obra de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo (en los años 19271929), cuyo objetivo es difundir entre los fieles la oración litúrgica y la espiritualidad cristocéntrica. En 1918, el Papa Benedicto XV la llama y le encarga fundar en Italia la Juventud Femenina de Acción Católica, de la que es Presidente hasta 1948, ampliando sus horizontes con múltiples relaciones internacionales. En un período de gran transformación social, Armida permanece en escucha del Espíritu y en ella aflora la exigencia de un nuevo estilo que caracterice la presencia de la mujer en el mundo. Por esta razón en 1919, junto con el P. Agostino Gemelli, hacen nacer la Familia Espiritual Franciscana, que luego se denominará Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo. Muere en Marzio (Varese) el 15 de agosto de 1952, después de dos años de sufrimientos vividos con gran fe y ofrecidos por el bien del mundo y de nuestra familia espiritual. Armida Barelli, "la Hermana Mayor", como quería que la llamaran, ha sido una mujer de sacrificio sonriente, franciscana auténtica, apóstola laica, mujer de esperanza. Las características dominantes de su vida han sido: una ilimitada fe en el Señor, una ilimitada esperanza en la realización del Reino y una profunda devoción al Sagrado Corazón. El proceso informativo para su beatificación y canonización se pronuncia de este modo: “Armida Barelli amaba a las criaturas con todos los dones que Dios le había dado, con su viva inteligencia, su fuerte voluntad, su gran corazón. Les amaba personalmente, no con el rígido amor de la voluntad que considera al prójimo como una multitud sin rostro, sino amaba a cada uno individualmente con sus virtudes y sus defectos, con sus dificultades y sus dolores”. A las Misioneras de todo lugar y de todo tiempo, por tanto también a nosotras, escribía en su testamento espiritual: “Pediré al Rey de Amor que les colme una a una con el fuego de su Caridad, a fin de que podais ser sus Misioneras fieles, amantes, fecundas (….). Pediré a su Madre y Madre nuestra que os purifique, os adorne, forme en cada una de vosotras a su divino Hijo (…). Pediré a nuestro Padre San Francisco, a su dulce hermana Santa Clara, por toda nuestra familia espiritual, el Instituto de las Misioneras de la Realeza de Cristo, nacido en el baluarte del franciscanismo, San Damián suyo y nuestro, la perennidad del espíritu franciscano auténtico (…). Vivid en el mundo, hermanas mías, sin conceder nada al mundo, trabajad sin descanso. Orad sin descanso, pero sobre todo amad, amad, amad". Agostino Gemelli Eduardo Gemelli nace en Milán el 18 de enero de 1878 de una familia no creyente. Mientras estudia en Pavía, es líder de los socialistas de esa ciudad y participa, en Milán, en los motines antigubernamentales de 1898. Médico positivista, defiende el ateismo y luego, casi repentinamente, invadido por el Espíritu, se convierte y hace una elección radical de vida entrando, en el otoño de 1903, en el noviciado de los Frailes Menores, donde toma el nombre de fray Agostino. El médico franciscano, que en su celda tiene el microscopio y el Crucifijo, funda la “Revista de filosofía neoescolástica” y el periódico “Vita e pensiero”; es el pionero de la psicología experimental y el constructor de la Universidad del Sagrado Corazón, uno de los centros más calificados de investigación y formación de los jóvenes. Además de ser hombre de ciencia, es hombre de cultura y, sobre todo, sacerdote y maestro de espiritualidad. Con la colaboración de Armida Barelli, funda la Obra de la Realeza para la divulgación de la formación litúrgica, la publicación de textos ascéticos y la organización de ejercicios espirituales. Tiene el mérito de intuir, acoger y sostener en Armida Barelli el deseo de una nueva forma de vida consagrada – mujer consagrada en el mundo – cuando aún esta forma no es comprendida y acogida por la Iglesia. Es así que nace el Instituto de las Misioneras de la Realeza de nuestro Señor Jesucristo, al que seguirán los Institutos seculares Misioneros y los Sacerdotes Misioneros. Muere en Milán el 15 de julio de 1959, luego de una intensa vida vivida con absoluta autenticidad a imitación de San Francisco. A los Misioneros de los tres Institutos deja un testamento que es una consigna: “A ellos recomiendo estas tres cosas: - amen la "secularidad"; ser laicos en el mundo permitirá extender su apostolado en todo estado social, para hacer conocer y amar a Jesucristo; - amen la "pobreza", medio para imitar a Jesucristo; - se entreguen con celo a su perfección: es el único medio para ser apóstoles eficaces y fecundos”. Además: “Sed fieles a la vocación franciscana: San Francisco fue la imagen más fiel de Jesucristo; haced amar a San Francisco y tratad de todos modos de difundir su espiritualidad: será el medio para salvar al mundo de la ruina de la cual hoy está amenazada; y sed fieles a la Iglesia y al Papa y servid con fidelidad, sin pedir reconocimientos o premios”. Nuestra Comunidad: el Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza de Cristo La intuición de nuestros Fundadores ciertamente ha sido captar la “novedad” y querer un Instituto que permaneciese “abierto” a las novedades del Evangelio en el mundo. Por tanto, ser fieles al carisma es indudablemente vivir el dinamismo del Espíritu. Armida Barelli y el Padre Gemelli, nos han indicado no sólo con sus escritos sino también y sobre todo con su vida, el camino para mantener vivo el carisma: el camino de la Encarnación que es la capacidad de colocarse radicalmente en el proprio “espacio” y en el proprio “tiempo” para colaborar en la construcción del Reino de Dios, en un estilo que sea transparencia de la espiritualidad franciscana. "La plena secularidad y la profesión de las Bienaventuranzas en el espíritu de san Francisco manifiestan el carisma del Instituto desde sus orígenes ” (Const. art. 2). La comunidad del Instituto ofrece la ayuda formativa para vivir fielmente el carisma porque se funda en el vínculo espiritual que nos une dondequiera que nos encontremos, en la convicción de una pertenencia común, en la valoración de los tiempos en los que nos encontramos (retiros, ejercicios espirituales, momentos de confrontación, de estudio, de fraternidad), en la calidad de la relación humana que establecemos cuando nos encontramos. Y todo esto se confía a nuestra responsabilidad personal, a nuestras elecciones que verificamos dentro de la misma comunidad. “La fraternidad se realiza concretamente en las relaciones y en los encuentros de las Misioneras. En cada situación de vida, la Misionera se considera miembro vivo del Instituto y busca las ocasiones propicias para brindar su colaboración en espíritu de corresponsabilidad” (Const. art. 26). Y también: “Para crecer en la capacidad de vivir como hermana en un constante camino de discernimiento, la Misionera se compromete a: acoger y valorar las diversidades como riqueza, considerando como don la originalidad de cada persona; superar toda forma de individualismo y de exclusión; gozar del bien realizado por las otras, convencida de que “ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer”; participar constructivamente en los encuentros de formación del Instituto” (Const. art. 25). Además, la Misionera “En un camino constante de discernimiento, a la luz de la Palabra y del Magisterio de la Iglesia, verifica con las Responsables su proprio estilo de vida, sus elecciones, su fidelidad al carisma y su adhesión a los recorridos formativos del Instituto” (Const. art. 19). Otra nota característica de nuestro Instituto la encontramos en el art. 3 de las Constituciones: “El Instituto no tiene vida común ni obras propias. En virtud del mismo carisma, las Misioneras están unidas entre sí por el vínculo de pertenencia al Instituto, que es lugar de formación específica y de comunión fraterna” (Const. art. 3). Nosotras no tenemos vida común, la nuestra es una comunidad vocacional “secular”, una comunidad de personas “dispersas” en varios ambientes, con trabajos diferentes, con situaciones políticas y sociales diversas, con culturas diversas…. Y sin embargo: ¡somos una sola familia! El dinamismo del carisma está confiado a cada una: nuestra fraternidad permanece en escucha de la historia, si cada una se compromete a estar atenta a las necesidades y a las expectativas de los hombres y de las mujeres del proprio tiempo y del proprio territorio; nuestra comunidad crece si cada una de nosotras crece; somos responsables unas de otras, cada una es importante para todas. “Toda la comunidad está comprometida en acompañar y ocuparse de toda hermana, especialmente de aquellas que se encuentran en dificultad” (Const. art. 26). El Instituto, por tanto, somos todas nosotras, en lo concreto de nuestro ser, con nuestros talentos y nuestra humanidad, con nuestros límites y nuestro deseo de crecer. Nosotras estamos en camino, nosotras somos el Instituto en camino. El Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza, hoy en el mundo El Instituto, que surgió en Italia, en los lugares y en los ambientes que nuestros Fundadores conocían bien, se ha extendido y desarrollado en muchos Países diferentes. Hay Misioneras en Europa, en las Américas, en Asia, Australia y Africa. Hay Países en los cuales el Instituto está naciendo ahora: las mismas Aspirantes son las “pioneras” para desarrollar el carisma de los orígenes e inculturarlo en su tierra y en la Iglesia local. Tú, en el Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza "aquí y ahora” ¡La… página del Instituto, hoy, nadie puede “escribirla” sino TÚ! TÚ, iluminada por el Espíritu, TÚ, ayudada por la persona que el Instituto ha puesto a tu lado, para acompañarte en tu camino de formación y de discernimiento, TÚ, sostenida por la oración y por la presencia de las Misioneras de todo el mundo, presencia que puedes captar también en el grupo que está más cercano a tí, TU… ¡puedes continuar con tu vida "nuestra historia"! Si comprendes que “este” Instituto, puede ser de ayuda para tí en tu camino de vida Si estás fascinada por un estilo que sientes precisamente “para ti” Si comprendes que en este carisma puedes crecer, según el sueño que has comprendido verdadero para ti Si crees que este Instituto puede continuar a ser “instrumento de Dios” para el bien del mundo de hoy y de mañana… Si deseas aprender a acoger la diversidad como don, convencida que ella enriquece a toda la comunidad Si te vuelves disponible a la formación que el Instituto te pide, indispensable para encarnar el carisma en las diferentes realidades sociales y culturales Si miras a la otra atenta a reconocer los dones, disponible a vivir la corresponsabilidad, la acogida, el conflicto Si en tu existencia la comunidad vocacional es espacio vital… Entonces TÚ estás llamada a leer con las otras Misioneras de tu País la realidad de tu tierra para comprender qué significa ser hoy ¡mujeres seculares consagradas franciscanas! En la acogida del designio de Dios sobre ti, debes inventar y crear tu camino, pero no estás sola: el Padre te conoce desde siempre y te ama; el Hijo se ha encarnado para ser Camino para ti; el Espíritu está presente para guiarte. Francisco, Clara, Armida Barelli, el Padre Gemelli y numerosas hermanas ¡sostienen tu caminar! Algunas pautas para la profundización y la verificación: Trata de leer tu vida y tu camino concreto para reconocer el espacio que tienen la confrontación y la verificación con la persona que te acompaña (periodicidad de los encuentros, contenidos de las verificaciones…) ¡Qué riquezas y qué dificultades encuentras en la relación con las hermanas del Instituto? Quizás experimentas esta relación como ocasión de formación y de camino, de enriquecimiento… quizás lo adviertes como peso y fuente de dificultad… Trata de pensar en experiencias concretas y leer lo que has vivido… ¿Qué lugar tienen en tu camino de discernimiento vocacional las propuestas formativas que provienen del Instituto? ¿Dedicas cierto tiempo a la lectura y a la profundización de lo que se te ofrece? Puedes profundizar, junto con la persona que te sigue y a las demás Aspirantes o Jóvenes profesas, en particular los artículos 1-6; 24-26 y 28-31 de las Constituciones. Apéndice El Espíritu Santo, que acompaña los carismas de los varios Institutos Seculares, ayuda a los laicos a vivir la elección radical de la secuela evangélica en el hoy de la historia. La historia humana es lugar teológico, no con valor absoluto en sí mismo, sino en la perspectiva del Reino. Lo podemos captar también en los documentos que presentamos a continuación: INSTITUTOS SECULARES Los precedentes históricos de estos Institutos se remontan a fines del siglo XVI, aunque su reconocimiento jurídico y su encuadramiento entre los estados de vida consagrada aprobados por la Iglesia han tenido lugar sólo el 2 de febrero de 1947, con la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia. El Espíritu Santo, admirable artífice de la variedad de los carismas, ha suscitado en nuestro tiempo nuevas formas de vida consagrada, como queriendo corresponder, según un providencial designio, a las nuevas necesidades que la Iglesia encuentra hoy al realizar su misión en el mundo (Vita Consecrata, n°10). Los fieles consagrados a Dios en los Institutos seculares pratican la "sequela Christi" mediante la admisión de los tres consejos evangélicos que se vuelven obligatorios por un vínculo sagrado, y dedica su vida a Cristo y a la Iglesia, comprometiéndose por la santificación del mundo sobre todo actuando en él (CDC 710). LOS MIEMBROS Sus miembros son hombres, mujeres y sacerdotes que, viviendo en el mundo la vida ordinaria de todos, como respuesta a una llamada de Cristo se comprometen a encarnar el Evangelio en pobreza, castidad y obediencia en el espíritu de las Bienaventuranzas. "Participan en la función evangelizadora de la Iglesia en el mundo y tomando ocasión del mundo, bien sea con el testimonio de vida cristiana y de fidelidad a su consagración, bien con la colaboración que prestan para ordenar según Dios los asuntos temporales e informar al mundo con la fuerza del Evangelio " (CDC 713-2). Los laicos “están llamados para que, desempeñando su propia profesión guiados por el Espíritu, contribuyan a la santificación del mundo desde dentro, a modo de fermento" (LG 31). IL CARISMA Secularidad Con el nombre de seculares se ha querido subrayar que las personas que profesan este estado de vida consagrada no modifican su propia condición que tienen en el siglo y que continúan viviendo y actuando en medio del pueblo de Dios en las normales condiciones del proprio ambiente social según el estilo de vida secular que le es peculiar (CDC 711; 713 § 2). Consagración Las mujeres consagradas están llamadas a ser de una manera muy especial, y a través de su dedicación vivida con plenitud y con alegría, un signo de la ternura de Dios hacia el género humano y un testimonio singular del misterio de la Iglesia que es virgen, esposa y madre (Vita Consecrata, n. 57). "Consagración", en cambio, indica la íntima y secreta estructura portadora de vuestro obrar. Aquí está vuestra riqueza profunda y escondida que los hombres, en medio de los cuales vivís, no saben explicarse y, a menudo, no pueden ni siquiera sospechar (Pablo VI, 22.09.72). Misión "… A nivel de conocimiento y de experiencia, sed verdaderamente competentes en vuestro campo peculiar para ejercer, gracias a vuestra presencia, este apostolado de testimonio y de compromiso para los demás que vuestra consagración y vuestra vida en la Iglesia os imponen. De hecho, sólo gracias a esta competencia vosotros podeis poner en práctica la recomendación dirigida por el Concilio a los miembros de los Institutos Seculares: Es necesario que ellos tiendan principalmente a la total dedicación de sí mismos a Dios por la caridad perfecta, y los institutos mismos mantengan su carácter proprio y peculiar, es decir, secular, a fin de que puedan cumplir eficazmente y por dondequiera el apostolado en el mundo y como desde el mundo, para el que nacieron" (Decreto Perfectae caritatis, n. 11) (Juan Pablo II, 28.08.1980). LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS: Castidad, Pobreza y Obediencia Los miembros de los Insitutos Seculares están llamados a vivir el radicalismo el Evangelio en la secuela de Cristo virgen, pobre y obediente, para ser en el mundo fermento y testimonio del amor que Dios tiene por él. “Vuestra pobreza dice al mundo que se puede vivir en medio de los bienes temporales y se pueden usar los medios de la civilización y del progreso sin convertirse en esclavo de ninguno de ellos; vuestra castidad dice al mundo que se puede amar con el desinterés y la hondura ilimitada propios del Corazón de Dios y que uno se puede dedicar gozosamente a todos sin ligarse a nadie, cuidando sobre todo a los más abandonados; vuestra obediencia dice al mundo que se puede ser feliz sin pararse en una cómoda opción personal, pero quedando disponible del todo a la voluntad de Dios, tal como se manifiesta en la vida cotidiana, a través de los signos de los tiempos y de las exigencias del mundo actual.” (Pablo VI, 22.09.72). COMUNIÓN Y FRATERNIDAD En el pluralismo de las formas, los Institutos Seculares se sienten comprometidos para dar testimonio de la verdadera comunión en la Iglesia y en el mundo “… Los Institutos Seculares, en efecto, son vivos en la medida en que participan en la historia del hombre, y a los hombres de hoy dan testimonio del amor paterno de Dios revelado por Jesucristo en el Espíritu Santo” ( Pablo VI, 25.08.1976). “… A vuestros Institutos, a causa de las exigencias de inserción en el mundo, postuladas por vuestra vocación, la Iglesia no les exige la vida común que, en cambio, es propia de los institutos religiosos. Sin embargo, pide una “comunión fraterna, enraizada y fundamentada en la caridad”, que haga de todos los miembros como “una familia peculiar” (Can. 602); pide que los miembros de un mismo Instituto Secular “vivan en comunión entre sí, tutelando con solicitud la unidad de espíritu y la fraternidad genuina”. (CDC 716,2) (Juan Pablo II, 28.08.1984). LA IDENTIDAD La Iglesia busca por todos los medios “estudiar el modo de llevar al hombre moderno el mensaje cristiano en el cual puede encontrar la respuesta a sus interrogantes y la fuerza para su empeño de solidaridad humana" (Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, n. 3). "La consagración especial que lleva a plenitud la consagración del Bautismo y de la Confirmación, debe impregnar toda vuestra vida y todas vuestras actividades diarias, creando en vosotros una disponibilidad total a la voluntad del Padre os que ha colocado en el mundo y para el mundo" (Juan Pablo II, 28.06.80) "Las constituciones de cada Instituto han de establecer los vínculos sagrados conservando con los que se abrazan los consejos evangélicos en el Instituto y determinarán las obligaciones que nacen de esos vínculos, conservado sin embargo en el modo de vivir la secularidad propia del instituto" (CDC 712). “… Y tendréis así un campo proprio e inmenso en que dar cumplimiento a vuestra tarea doble: vuestra santificación personal, vuestra alma, y aquella "consecratio mundi", cuyo compromiso delicado y atrayente conocéis; es decir, el campo del mundo; del mundo humano, tal como es, con su inquieta y seductora actualidad, con sus virtudes y sus pasiones, con sus posibilidades para el bien y con su gravitación hacia el mal, con sus magníficas realizaciones modernas y con sus secretas deficiencias e inevitables sufrimientos: el mundo. Camináis por el borde de un plano inclinado que intenta el paso a la facilidad del descenso y estimula la fatiga de la subida. Es un camino difícil, de alpinista del espíritu” (Pablo VI, 26.09.1970). Otras profundizaciones: Documentos del Concilio Vaticano II Evangelii Nuntiandi Christifideles Laici Vita Consecrata Catecismo de la Iglesia Católica La nostra storia, de Armida Barelli La nostra storia continua, de Alda Miceli Sito: www.ism-regalita.it