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Estrategias de sobrevivencia y empoderamiento. Acercamiento crítico al
paradigma del desarrollo a partir de cuatro historias de vida de mujeres tének
Paloma Paredes Bañuelos
Universidad de Granada
Máster en Estudios migratorios, desarrollo e intervención social
Candidata a doctora en Ciencias Sociales Aplicadas
La presente investigación se aproxima al tema de la pobreza a través de la perspectiva
de género y desde una postura crítica con respecto al discurso del desarrollo. Dos
motivos principales animan este trabajo. Por un lado está la necesidad de comprender y
aprender de la participación de mujeres concretas en los procesos biográficos y
sociales que acontecen en contextos de pobreza extrema y que hacen posible la
sobrevivencia de grupos domésticos vulnerables. Por otro lado, está la imperiosa
necesidad de contrastar dos mundos que aunque están en el mismo, a veces parecieran
transitar por senderos paralelos; me refiero al mundo de las teorías y al de las prácticas
sociales cotidianas.
El interés de esta investigación nace a raíz de la participación (años 2004 a 2006
y 2008) en las Evaluaciones cualitativas al Programa de Desarrollo Humano
Oportunidades llevadas a cabo por CIESAS Occidente en México. Gracias a esta
experiencia profesional fue posible conocer un basto número de historias familiares
caracterizadas por la carencia, pero también por el esfuerzo y el ingenio frente a la
precariedad y a la incertidumbre propias de múltiples poblaciones mexicanas. En tales
condiciones se dio el primer contacto con LA COMUNIDAD1 de la Huasteca Potosina
en México y sus habitantes, quienes años más tarde se convertirían en protagonistas de
la investigación que aquí comparto. La elección del sitio de estudio responde a varios
factores, pero uno de los más importantes fue la presencia –y concentración- de estudios
de caso de hogares en los que el rol de las mujeres como proveedoras de recursos
monetarios es más significativo que el de los varones y esencial en las estrategias de
sobrevivencia de los grupos domésticos.
Dado que la intensión del estudio es conocer los procesos que hacen posible la
sobrevivencia, su corte es cualitativo. La aproximación al tema de investigación se
realiza a través del método etnográfico e incluye cuatro estudios de caso conformados
1
LA COMUNIDAD es el nombre ficticio con el que me referiré a la población en la que realicé el trabajo
de campo para la investigación. Por motivos de confidencialidad y dado su reducido tamaño, no
puedo revelar el nombre verdadero.
por los relatos biográficos de cuatro mujeres tének (huastecas), que aunados a la
información de otras entrevistas con actores y actrices clave de LA COMUNIDAD, así
como a las observaciones registradas en las estancias de trabajo de campo, constituyen
la materia prima de la investigación.
Si bien el interés de la misma nace de la experiencia práctica o directa con el
universo estudiado, el programa de postgrado en “Estudios migratorios, desarrollo e
intervención social – Ciencias Sociales Aplicadas” de la Universidad de Granada ha
ofrecido múltiples elementos para la problematización del tema de investigación.
En primer lugar el tema del desarrollo con letras mayúsculas, apareció como
gran referente en el ámbito de estudios que vinculan los temas de “pobreza” y
“mujeres”, lo que ha obligado a adentrarse en la historia del concepto para la cabal
comprensión de la noción y de los estudios que se inscriben en la misma tradición
académica. Como resultado, en este estudio, desarrollo se entiende más como un
paradigma con raíces políticas bien identificadas, que como un concepto neutro o libre
de implicaciones. Una vez llamada la atención a no olvidar el carácter político del
concepto, la tesis hace un repaso de las distintas posturas que, respecto de las mujeres,
han adoptado las políticas de desarrollo desde los años 50’s. Así, se elige el concepto
empowerment/empoderamiento como herramienta de interpretación que permita
contrastar las teorías que nacen en el seno de la corriente Género en el Desarrollo, con
las historias concretas de las mujeres que participan en la investigación. El
empoderamiento ha sido un enfoque en las políticas de desarrollo con perspectiva de
género en las últimas décadas. Su intención es corregir los fallos de perspectivas
anteriores y atender los problemas que aquejan a las mujeres que viven en contextos de
pobreza de una manera más compleja, entendiendo que además de la subordinación
atribuible a su condición de género, experimentan de manera simultánea discriminación
por motivos de clase, etnia, raza, historia colonial y posición en el orden económico. El
empoderamiento de las mujeres se entiende, como una herramienta para la construcción
de sociedades más equitativas, no jerarquizadas.
La definición de empoderamiento constituye en sí misma un problema, tanto por
su complejidad, como por su popularización en las últimas tres décadas que ha traído
vaguedad y polisemia a la noción. No existe una definición universal o un consenso
internacional respecto de las características del empoderamiento en el área del
desarrollo. En la investigación se indaga sobre los orígenes del término y, a partir de
múltiples definiciones del mismo, se construye una síntesis que rescata los elementos
que integran la noción:
•
El empoderamiento es un proceso que supone cambios estructurales en la
distribución del poder. Un proceso que ha de venir de “abajo hacia arriba”, “de
dentro hacia fuera”. Es decir, sugiere transformación individual para conseguirla
también a nivel colectivo.
•
Participación. Entendida como la inclusión activa de las personas en la vida
política, económica y social (de su barrio, comunidad, estado, país, etc.); en
otras palabras, en lo que se entiende como las esferas públicas.
•
Acceso a recursos económicos. Poder decidir sobre los recursos materiales o
controlar los mismos es uno de los elementos principales del empoderamiento,
para la perspectiva de la planeación del desarrollo.
•
Transformación profunda de estructuras sociales. Como se mencionó antes,
el empoderamiento se entiende como un proceso de ruptura de estructuras
sociales injustas. Promueve modelos de sociedades no jerarquizadas, inclusivas
y altamente participativas.
•
Aumento de la autoestima y la toma de decisiones. Aumento de la confianza
personal que redunde en mayor control del propio destino. Una autoestima
sólida, bien fortalecida, es la base del poder de decisión, imprescindible para
dirigir la propia trayectoria de vida y para participar en la transformación de las
estructuras sociales.
•
Prerrequisito para la salud. El ejercicio de los derechos reproductivos y
sexuales de las mujeres, no sólo es un prerrequisito para el fomento de la salud
sexual de las mujeres, sino un factor esencial en la construcción de relaciones de
género más equitativas.
Nos hallamos pues, ante un concepto multidimensional, que no solamente se
concibe en distintos niveles (personal, grupal y ccomunitario) sino que a la vez se
encuentra en diversos ámbitos de la vida (político, económico, social, emocional, de la
salud).
La noción estrategias de sobrevivencia es el otro eje conceptual en el que se
sostiene el presente análisis. El término, acuñado en Chile por Joaquín Duque y Ernesto
Pastrana en 1973, se refiere a la serie de arreglos y combinaciones de recursos que
realizan las familias (grupos domésticos) en contextos empobrecidos para hacer frente a
las hostilidades propias de los sitios que habitan. Las estrategias de sobrevivencia son
familiares, no personales lo que coloca a la cooperación –nunca libre de conflicto- como
esencia del concepto y base del mayor o menor éxito de las mismas. Este tipo de
estudios ha contribuido a entender los efectos de los grandes cambios de la economía
política sobre las mujeres y a reconocer el papel activo de los hogares que sufren los
costos del desarrollo y permanecen marginados de la mayor parte de sus beneficios.
En este trabajo, estrategias de sobrevivencia y empoderamiento se vinculan para
analizar las trayectorias de vida de cuatro mujeres tének (huastecas) y para estructurar
una crítica a las narrativas propias del paradigma del desarrollo.
Resultados preliminares
Si bien el enfoque del empoderamiento surge de organizaciones sociales de base y de
sectores académicos críticos respecto de los enfoques precedentes en materia de género
y desarrollo, es posible decir que la adopción del enfoque por parte de organismos
internacionales es, a final de cuentas, un instrumento para renovar discursos
sempiternos, ortodoxos, cuyo objetivo último sigue siendo el crecimiento económico,
aún cuando se ha demostrado en múltiples ocasiones que tal meta no acarrea beneficios
sociales para el grueso de la población.
La perspectiva crítica con respecto al paradigma del desarrollo, obliga a señalar
que el auge del empoderamiento como enfoque dentro de la planeación del desarrollo
responde a los cambios ocurridos en la década de los 80’s en materia de políticas
sociales en México y en el mundo, donde los Estados pretenden deshacerse de la
responsabilidad de bienestar social trasladándolo a la población. El empoderamiento, no
lo olvidemos, promueve la autogestión, la autoorganización, la agencia, la
autosuficiencia, la alta participación en el medio económico y político; frente a la
dependencia, las actitudes pasivas y el proteccionismo. Rasgos que encajan a la
perfección con las demandas del sistema capitalista y de los regímenes neoliberales,
cada vez más liberados de obligaciones sociales.
La asociación del concepto empoderamiento con el de estrategias de
sobrevivencia y el análisis de los estudios de caso, desvelan prácticas domésticas que
ponen en tela de juicio la supuesta ausencia de empoderamiento de las mujeres sobre la
que se asientan y contra la que trabajan múltiples programas con perspectiva de género
en el ámbito de la planeación del desarrollo. Los testimonios de las mujeres que
participan en el estudio, desvelan la presencia de procesos de empoderamiento
(participación activa) en el ámbito económico como elemento imprescindible de la
sobrevivencia actual y desde épocas pasadas2. Además, la literatura sobre costumbres
tének señala que la presencia de las mujeres en el mercado laboral “asalariado”3 es
ancestral, aunque haya que anotar que las condiciones de trabajo y la escasa
remuneración hacen a aquellas labores comparables con la esclavitud (situación
compartida por los varones que trabajan/trabajaban en tierras ajenas a cambio de jornal).
El empoderamiento de las mujeres (entendido como participación activa en los
mercados laborales) existe y ha existido -hasta cierto punto- como un proceso inherente
a la madurez individual. Justamente en un contexto de pobreza extrema; la creatividad,
la valentía, el trabajo duro y la colaboración entre los miembros de los grupos
domésticos y de la comunidad, han sido esenciales para salir adelante en un país donde
la provisión de servicios por parte del Estado es deficiente e insuficiente.
Además, uno de los rasgos que caracterizan a LA COMUNIDAD indígena es su
alto nivel de organización política, un elemento más que se incluye en la noción de
empoderamiento y cuya presencia no es novedad en el contexto estudiado. La autoorganización y el trabajo en equipo para la resolución de los problemas comunitarios es
y ha sido esencial en la historia, no sólo colectiva, sino personal de las mujeres que
participaron en la investigación.
Por otro lado, el análisis bibliográfico, aunado a las narraciones de las mujeres
que participaron en el estudio, han permitido identificar un “modelo de ser mujer”
implícito en la noción de empoderamiento de las mujeres. El modelo de mujer
empoderada que identifico implica:
•
Participación activa en los procesos políticos comunitarios para cambiar las
relaciones de poder existentes, que vaya más allá del ejercicio de los derechos
(como el de voto) y adopte formas de liderazgo;
•
el reconocimiento de las diversas fuerzas sistémicas que la oprimen;
•
simpatizar con la democracia;
•
autosuficiencia económica, ser sujeto de crédito, generar ingresos monetarios, de
ser posible generar empleo, tener habilidades de negociación;
2
3
Hay referencias a madres y abuelas de las entrevistadas.
Empleadas para el trabajo doméstico en casas de las élites en turno, trabajadoras en el campo o
vendedoras de alimentos preparados y/o de productos agrícolas de las parcelas familiares.
•
tener alta autoestima y seguridad de sí misma;
•
tener consciencia de su posición y condición de género
•
ser “feminista militante” en el sentido de tomar parte activa en la transformación
de las estructuras que perpetúan la subordinación de las mujeres en las
sociedades patriarcales, además de no pretender alcanzar el poder para usarlo
sobre otras personas;
•
escolarización e instrucción para tener acceso a información legal, comercial y
cualquier otra de su interés;
•
estar en contra de ideologías que justifican la desigualdad social (como el género
o la casta en India);
•
defender los(sus) derechos sexuales;
•
defender los(sus) derechos reproductivos, no para tener mucha descendencia,
sino para planificar familias poco numerosas;
•
integrarse al modelo de salud hegemónica y abandonar prácticas de salud
tradicionales;
•
actuar de manera racional-práctica y no bajo preceptos religiosos.
Promover la autosuficiencia económica de las mujeres, apoyar los liderazgos
femeninos para la organización comunitaria, incentivar proyectos productivos en manos
de mujeres, etc. dirige –y conserva- su interés en el fomento del crecimiento económico,
en el DESARROLLO (otra vez con letras mayúsculas), meta de toda intervención e
investigación y no necesariamente en la transformación de las estructuras que generan
las inequidades del sistema capitalista ni las existentes entre hombres y mujeres. Para el
caso concreto de la política social en México, una revisión a las Reglas de operación del
Programa de Desarrollo Humano OPORTUNIDADES deja claro que el papel de las
mujeres en el desarrollo actualmente sigue vinculándose a su rol reproductivo. Siguen
siendo importantes en la medida en que son concebidas como las encargadas de cuidar y
educar a la descendencia. Se fortalece su estatus económico con la esperanza de que esa
fortaleza redunde en mejores condiciones para el grupo doméstico en general
empleando los recursos monetarios en la atención de necesidades básicas de los
hogares.
Las mujeres que participan en este estudio han manifestado múltiples rasgos de
empoderamiento, han puesto en evidencia sus dotes de liderazgo social, su carácter
emprendedor, su gran capacidad de independencia, sus altos grados de decisión sobre
las trayectorias de vida personal y de sus familias, disposición para participar en
actividades comunitarias, participación en los procesos políticos de la comunidad, su
valentía para emigrar; entre otros. A la par, han manifestado su acuerdo con la división
tradicional de labores entre hombres y mujeres, no han cuestionado la autoridad
simbólica de los varones en los ámbitos comunitarios y domésticos, han crecido en
entornos familiares violentos y han permitido la reproducción de ese patrón en sus
hogares, las prácticas religiosas tienen para ellas un alto valor y ocupan buena parte de
sus actividades sociales.
Estas evidencias que yo interpretaba en un primer momento como
“incongruencias” en la vida de las entrevistadas, me han permitido identificar el
“modelo ideal de ser mujer” que lleva implícito la noción de “empoderamiento de las
mujeres”. Así me di cuenta de que el enfoque incluye múltiples aspectos que se cuelan
por todas las rendijas de la vida social. El empoderamiento es mucho más que una línea
de acción para el desarrollo, es un paquete congruente de características útiles a los
fines del buscado crecimiento económico. Se trata de la “imposición de un modelo
hegemónico” que, como diría Dolores Juliano4, “oculta a las mujeres al remarcar lo que
deberían ser”.
4
Juliano, Dolores (1992). El juego de las astucias. Mujer y construcción de modelos sociales
alternativos. Madrid: Horas y horas.