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La Mediación como instrumento
ámbito educativo.
para la cultura de equidad de género en el
Mtra. Yadira Jiménez Ramos
Encargada de la Unidad de Mediación de la
Comisión de Derechos Universitarios de la
Universidad de Sonora.
Abstract: El sistema educativo en cuanto a la formación de su población escolar tiene compromisos que
se refieren concretamente a desarrollar armónicamente las facultades del ser humano, concientizarlo de
la solidaridad internacional y de la justicia, el sustento de los ideales de fraternidad e igualdad, su
formación en la democracia como un sistema de vida, el perfeccionamiento de la convivencia humana, en
este sentido el presente trabajo pretende fomentar el aprecio por la dignidad de las personas, la
contribución a la integración de la familia, desde la perspectiva de los derechos humanos y la lucha
contra la violencia, el objetivo es brindar una formación especializada en materia de equidad, género que
comprenda los elementos teórico-conceptuales y los mecanismos prácticos para el tratamiento adecuado
del conocimiento de nuevos enfoques, herramientas metodológicas y estrategias para una adecuada
intervención en el diseño e impulso de políticas públicas con enfoque de género.
Introducción
La tarea de la institución como responsable de la socialización supletoria de su
población escolar por parte de las autoridades educativas comprende la formación de
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ciudadanos que, además de estimular su conducta en beneficio social, se conviertan en
coadyuvantes del Estado en el mantenimiento del orden, la seguridad y la paz social.
Los compromisos del sistema educativo en cuanto a formación, se refieren
concretamente a desarrollar armónicamente las facultades del ser humano, fomentar
amor a la patria, concientizarlo de la solidaridad internacional y de la justicia, el sustento
de los ideales de fraternidad e igualdad, su formación en la democracia como un
sistema de vida, el perfeccionamiento de la convivencia humana, fomentar el aprecio
por la dignidad de las personas, la contribución a la integración de la familia.
La divulgación de los temas de género es una exigencia legítima de la sociedad.
La realización de diversos programas que contribuyan a la prevención de la violencia
contra las mujeres y el fortalecimiento de la equidad de género en nuestro país y para
alcanzar un desarrollo equilibrado y productivo; urge establecer condiciones de igualdad
de trato entre hombres y mujeres, desarrollar políticas de igualdad de oportunidades y
sobre todo, impulsar una educación igualitaria. (Lamas, 1996)
En la academia, hemos visto como desde un tiempo acá el crecimiento o
avances en la investigación han sido progresivo y en cuanto a extensión va de la mano
la divulgación, entendiendo que si no escribes y difundes los conocimientos no existes
no se trasciende en el acontecer del estado del arte. En el ámbito académico, a partir
de los años setenta ha sido paulatino el aumento de la investigación y la docencia sobre
el tema de las mujeres y las relaciones de género, progreso estrechamente vinculado
con el auge del movimiento feminista y con los cambios socioeconómicos y culturales
que han tenido lugar en nuestra sociedad en los últimos decenios (De Barbieri, 1994).
En este contexto, la categoría género se ha definido como herramienta de
análisis útil para enfatizar que las desigualdades entre los sexos no se explican por las
diferencias anatómico-fisiológicas, sino por la valoración y el trato desigual que se da
socialmente a mujeres y a hombres. El género abarca todas las condiciones culturales,
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sociales, económicas y políticas en las que se basan normas, valores y patrones de
conducta asociadas a cada sexo y a la relación entre estos (Riquer, 1993).
Desde la perspectiva de los derechos humanos las mujeres y la lucha contra la
violencia, el objetivo es brindar una formación especializada en materia de equidad,
género y derechos humanos que comprenda los elementos teórico-conceptuales y los
mecanismos prácticos para el tratamiento adecuado del conocimiento de nuevos
enfoques, paradigmas, herramientas metodológicas y estrategias para una adecuada
intervención en el diseño e impulso de políticas públicas con enfoque de género. Con lo
cual se ofrece la posibilidad de encontrar respuestas a las causas y obstáculos que
impiden el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres y que favorecen su violación.
Se trata de brindar los conocimientos y las herramientas teóricas y
metodológicas que permitan avanzar en la lucha para garantizar el reconocimiento,
ejercicio pleno y protección de los derechos de las mujeres, así como la erradicación de
todas las formas de violencia.
Concepto
Género: Conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la
sexualidad biológica en producto de la actividad humana y en el que se satisfacen esas
necesidades humanas transformadas. (Rubin, 1986).
Dar a cada quien lo que le pertenece, reconociendo las condiciones o
características específicas de cada persona o grupo humano (sexo, género, clase,
religión, etnia y edad). Reconocer la diversidad sin que ésta signifique razón para la
discriminación. La equidad se sitúa en el marco de la igualdad, abandera el tratamiento
diferencial de grupos para finalizar con la desigualdad.
La formación desde el enfoque de género adquiere una importancia relevante,
sobre todo cuando ésta asume un compromiso social y una responsabilidad ética, a
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través de recibir tanto, conocimientos teórico-prácticos como herramientas didácticas
para la enseñanza de los derechos humanos.
En las últimas décadas, la situación de las mujeres en nuestro país ha estado
sujeta a un acelerado proceso de transformación. El aumento de su presencia en el
mercado de trabajo es notorio y se ha asumido una mayor participación pública tanto en
la política formal como en las distintas demandas, tales como servicios públicos y
asistenciales, democracia sindical, mejoras laborales y maternidad voluntaria, entre
otros aspectos surge el diseño de programas destinados a crear un verdadero
compromiso de su población al retomar la cultura de mediar, pero sobre todo incorporar
habilidades para negociar democráticamente sus conflictos.
La justificación de la mediación se presenta como el único método para la justa
convivencia humana, al promover la paz social y promover en la sociedad los valores,
actitudes y comportamientos con rechazo a la violencia; previniendo conflictos desde
sus causas siendo resueltos los problemas mediante el diálogo, la conciliación y la
negociación entre las personas, los grupos y las naciones; con pleno respeto a los
derechos humanos. En el ámbito académico, a partir de los años setenta ha sido
paulatino el aumento de la investigación y la docencia sobre el tema de las mujeres y
las relaciones de género, progreso estrechamente vinculado con el auge del
movimiento feminista y con los cambios socioeconómicos y culturales que han tenido
lugar en nuestra sociedad en los últimos decenios.
Desarrollo del Tema
En el intento de fomentar una nueva cultura donde impere la construcción de la
persona en el desarrollo de un sistema de igualdad y respeto se tiende a fortalecer la
individualidad del ser humano cohesionando virtudes que sin menoscabo de su propia
identidad generen lazos incluyentes con enfoque global socavando así el de por sí ya
desfasado elitismo y discriminación que existe por regiones dentro de entornos
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excluyentes socavando así las relaciones fraternales en donde debiera prevalecer la
concordia.
La violencia en todas sus manifestaciones se ha apropiado de instituciones
educativas, generándose un ambiente propicio para el enfrentamiento y la ruptura con
las normas establecidas. El universo comprendido por alumnos, maestros, autoridades
y empleados, enfrentan con desconocimiento los conflictos en las escuelas, favorecen
el deterioro de las relaciones entre su población, así como resentimientos y faltas
enrarecen la vida de la institución.
Los conflictos, lejos de valorarse como oportunidades para mejorar vínculos
interpersonales, se convierten en actos de agresión que impactan en forma negativa el
desarrollo de personalidad. Los procedimientos y habilidades que los educandos
necesitan para resolver los conflictos de modo constructivo han sido ignorados como
tema de enseñanza.
En este contexto, la categoría género se ha definido como herramienta de
análisis útil para enfatizar que las desigualdades entre los sexos no se explican por las
diferencias anatómico-fisiológicas, sino por la valoración y el trato desigual que se da
socialmente a mujeres y a hombres. El género abarca todas las condiciones culturales,
sociales, económicas y políticas en las que se basan normas, valores y patrones de
conducta asociadas a cada sexo y a la relación entre estos.
Así, mientras por sexo se entiende el conjunto de características biológicas
hereditarias o genéticamente adquiridas que organizan a las personas en dos grupos, el
género es una construcción social que asigna a hombres y a mujeres características y
papeles socialmente diferenciados, en función de las cuales se definen las actividades,
roles, relaciones sociales y formas de comportamiento específicas para cada cuerpo
sexuado.
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Este sistema sexo-género ha reservado prioritariamente a los hombres a la
esfera pública y de la producción, y confinado a las mujeres a la esfera privada de la
reproducción y el cuidado de los otros. No obstante, estos valores y normas no son ni
han sido universales y cambian de una cultura a otra, por lo cual lo femenino y lo
masculino pueden entenderse de forma diferente en cada lugar, y variar en función de
la etnia, la clase social, la religión y la edad, haciendo aún más complejas las relaciones
y las necesidades de cada sector de la población.
En este sentido, la aplicación de la categoría “género” debe considerar el análisis
de las vivencias, problemáticas y necesidades específicas del grupo con el que se
desea trabajar, en este caso las y los jóvenes, pues así como ser mujer u hombre
implica diferencias importantes en cuanto al ser y hacer, entrar en la categoría de mujer
joven es significativamente diferente de ser hombre joven o mujer adulta, y viceversa.
La naturalización del trabajo reproductivo y la adjudicación de la responsabilidad
casi exclusiva de la crianza de los hijos y de las tareas domésticas constituyen uno de
los principales obstáculos que las mujeres jóvenes enfrentan y que determinan en gran
medida su acceso desigual al espacio escolar y la elección de carrera, situación que
tiene repercusiones en su autoestima, su desempeño escolar y en una mayor
vulnerabilidad ante la discriminación y la violencia en esta etapa de la vida; mientras
que a los varones se les condiciona al ejercicio sexual constante e indiscriminado y al
uso de la violencia como único medio para la resolución de conflictos y prueba
fehaciente de su virilidad (Aguilar y Mayén, 1998).
Por lo anterior, incorporar el enfoque de género al trabajo resulta de suma
importancia, en virtud de que ofrece la posibilidad de poner al descubierto una
plataforma de relaciones sociales de poder asociado con el género, que opera en su
contexto familiar y escolar en esta etapa de la vida, momento en el que las exigencias
de padres y maestros se concentran en que los y las jóvenes definan su proyecto de
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vida tanto en el ámbito profesional –elección de carrera– como personal –formación de
pareja y elección de maternidad o paternidad–.
Asimismo, incorporar el género en el trabajo que realizan los docentes en el
contexto escolar permitirá consolidar una visión más crítica del papel de hombres y
mujeres en la sociedad y contribuirá a fomentar espacios más flexibles, tolerantes y
críticos de las concepciones culturales acerca de lo que les corresponde ser y hacer a
hombres y a mujeres, del valor de las actividades y capacidades femeninas y
masculinas, así como de las relaciones con sus iguales en los ámbitos personal y
profesional. A pesar de la gran cantidad de tiempo que docente-alumno pierden en
conflictos manejados de manera destructiva, por el desconocimiento de que el conflicto
manejado de manera constructiva y llevado a un nivel de discusión, utilizado con fines
didácticos, aumenta la productividad en el aula. En esencia, se les ha inculcado
implícitamente que los eviten, que los supriman y que los teman cuando estallen, pero
la evitación y el miedo no han hecho más que empeorarlos.
La mediación entre compañeros en una misma aula genera condiciones para
pacificar dicho espacio, a través de los cambios emanados del aprendizaje sobre esta
alternativa de solución de conflictos. Los profesores -previamente capacitados- crean
entornos que apoyan la solución colaborativa de conflictos y el comportamiento
empático a través de la sinergia de los siguientes principios:
 Valor por la diversidad: aprenden a respetar y apreciar las diferencias entre las
personas, a entender el prejuicio y cómo funciona.
 Expresión positiva de las emociones, la ira y la frustración, encausándolo en
formas no provocadoras ni destructivas, de esta manera aprenden autocontrol.
 Resolución de conflictos, aprenden las habilidades de responder creativamente a
los conflictos en el contexto de una comunidad humanitaria y de apoyo.
Conclusiones
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A manera de conclusión atribuimos a la bondad de la mediación relaciones
donde resultan beneficiadas las partes donde de manera corresponsable adquieren
compromisos, por ser quienes a su vez ofrecen la solución al conflicto, generando una
cultura de paz, implementando un aprendizaje en el proceso reeducando conciencias.
Así la práctica de la mediación en la institución escolar, implica el diseño de programas
destinados a crear un verdadero compromiso de su población al retomar la cultura de
mediar, en un ámbito de tolerancia pero sobre todo incorporar habilidades para
negociar democráticamente sus conflictos generando con ello un ambiente armónico.
La justificación de la mediación se presenta como el único método para la justa
convivencia humana, al promover la paz social y reforzar en la sociedad los valores,
actitudes y comportamientos con rechazo a la violencia; previniendo conflictos desde
sus causas siendo resueltos los problemas mediante el diálogo, la conciliación y la
negociación entre las personas, los grupos con pleno respeto a los derechos humanos.
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Bibliografía
1. T. De Barbieri, (1992): Sobre la categoría de género. Una Introducción teórica- metodológica. T
1992.
2. Riquer, Florinda (1993): Población y género (texto elaborado para CONAPO), México.
3. J. Aguilar y B. Mayén, (1998): Esto es cosa de hombres ¿o de mujeres?, Fundación Mexicana
para la Planeación Familiar, A.C., México, 1998.
4. Brandoni F. (1999): “Mediación escolar. Propuestas reflexiones y experiencias. Buenos Aires,
Paidós.
5. Rubin, Gayle (1996). El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política de los sexos en: El
género: la construcción cultural de la diferencia sexual.
6. Scott, Joan W. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico en: El género: la
construcción cultural de la diferencia sexual (Marta Lamas, compiladora), PUEG-Porrúa, México.
7. http://www. cdhdf.org.mx/index.php?id=peg_cuart
8. M. Lamas,(1986): “La antropología feminista y la categoría de género”, en Revista Nueva
Antropología, núm. 30
9. T. De Barbieri, “Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género”, en Laura Guzmán y
Gilda Pacheco, Estudios básicos sobre derechos humanos IV, San José, Costa Rica, IDH, 1996;
y “Sobre la categoría Género. Una introducción teórico-metodológica”, en Revista Mexicana de
Sociología, México, año VI, números. 2-3, 1992.
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