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 Con un lenguaje ágil, fresco y culto, apoyado en el ri‐
gor de citas y cifras, Juan María de Prada engarza la teórica polí ca de los clásicos con la crí ca puntual de la acción del Gobierno de Rodríguez Zapatero en su primer año de mandato, desmontando hábilmente las coartadas de su es lo y desvelando sus engaños y ar‐
mañas. La sonrisa gó ca no sólo es un registro de los errores, improvisaciones, contradicciones y rec fica‐
ciones de Rodríguez Zapatero como Presidente, sino un análisis para desentrañar su verdad tras la máscara de la sonrisa. Más allá del interés por la crí ca del Presidente y de su acción de gobierno, La sonrisa gó ca es una crí‐
ca de la preeminencia de la imagen sobre el discur‐
so, una desmi ficación certera de los recursos de la mercadotecnia y un anuncio del desencanto que puede provocar el abusivo uso de la imagen en polí ‐
ca, cuando no hay sustancia que la soporte. 8. La sonrisa gótica
Cualquier profesional de la comunicación entiende que la
sonrisa es factor sustancial para que el mensaje sea recibido
con la mejor disposición por parte del receptor. La sonrisa es,
pues, arma fundamental del político en cuanto ser comuni­
cante, no sólo para que su mensaje de promesas de mejora y
cambio sea creíble por parte de la ciudadanía, sino para hacer
posible la mejor disposición al diálogo, ultimar acuerdos y
alcanzar el consenso deseable con los adversarios que hagan
posible llevar a la práctica un ideal programa de gobierno.
Pero con ser la sonrisa elemento fundamental para el traba­
jo del político, si detrás de la sonrisa no hay sustancia, cohe­
rencia o rigor, ésta puede acabar convertida en gesto insulso.
Mariano Rajoy ha insistido en que el «método de la sonri­
sa» puede llevarnos a un desastre si no se acompaña de serie­
dad y tenacidad en la defensa de nuestros intereses como
nación en Europa. Rodríguez Zapatero sonrió y anunció los
20 millones conseguidos para España en la negociación de la
OCM para el algodón, el aceite y el tabaco; todo un éxito ben­
decido por Fischler, que estaba a punto de firmar con Arias
Cañete -poco antes de que dejara de ser ministro- 88 millo­
nes para estos productos. Y es que sonreír en el infortunio
también es saludable.
¿Hará otro tanto cuando se apruebe la Constitución Europea
y se rechace el porcentaje de 66,6 % de la población que pre­
tende nuestro Gobierno para las decisiones del Consejo de
Ministros de la Unión y que ya ha rechazado la Comisión Euro­
pea? O ¿qué gesto amagará ante las propuestas maximalistas
de los nacionalistas vascos y catalanes que pretenden desman­
telar el Estado, dejando sus competencias reducidas a la defen­
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JUAN MARÍA DE PRADA
sa de las fronteras y acuñación de la moneda? ¿y qué decir de
cuando tenga que oponerse a las comunidades rampantes que
ya han anunciado su deseo de modificar el modelo de financia­
ción autonómica para hacerlo más insolidario y egoísta?
No creo que haya que oponerse a la sonrisa como método
de diálogo y expresión de un nuevo talante que aleje la cris­
pación del escenario político. La sonrisa es un gesto amable
que abre puertas y dispone buena voluntad. Pero la satisfac­
ción ante la derrota, los incumplimientos, los voluntarismos
y las tergiversaciones de las promesas, si no se corrigen, ter­
minarán convirtiendo la sonrisa complaciente de nuestro pre­
sidente en mueca vacía de contenido.
Felipe González, el gran embaucador, seducía ayer con la
oratoria dulce de la sinceridad falaz y la mano en el corazón;
Rodríguez Zapatero conquista hoy con la sonrisa prístina
del gótico tardío, del que es genuino representante, según
UmbraL
Lo cierto es que las encuestas dicen que una semana después
de formar Gobierno, Rodríguez Zapatero inspira mucha o bas­
tante confianza a un 67 % de los españoles; tiene conocimien­
to de los problemas del país, capacidad de comunicación y de
encajar las críticas, sensibilidad, moderación, sentido práctico e
iniciativa política para más de un 70 %. Un líder plenamente
aceptado por la población tras el vuelco electoral, que ve en él
al presidente que puede acabar con el autoritarismo y la prepo­
tencia del último Aznar, la crispación política y la desconfianza
de los nacionalismos periféricos hacia el Gobierno central.
En el balance de su primer mes de gobierno, ante sus diri­
gentes regionales y provinciales, Rodríguez Zapatero dijo estar
«plenamente satisfecho» con el trabajo realizado por su Gobier­
no. Satisfecho, por traer las tropas de Irak: sin debatirlo previa­
mente en el Parlamento y sin esperar a una nueva resolución de
la ONU, como había prometido. Satisfecho, por no haber con­
sultado con el Congreso el nombramiento del fiscal general del
LA SONRISA GÓTICA
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Estado, del director del eNI y de la RTVE. Satisfecho, por la apro­
bación urgente del plan de choque contra la violencia de géBe­
ro con diez medidas que ya estaban en vigor. Satisfecho, por
haber olvidado la prometida subvención de los 100 euros por
mes y mujer con hijo menor de tres años. Satisfecho, en su
afán de regeneración democrática, al anunciar una reforma de
la Ley Orgánica Electoral para que los representantes del pue­
blo reflejen mejor el sentir de la ciudadanía, dejando en el cajón
de los recuerdos la medida más eficaz y prometida: el desblo­
queo de las listas electorales. Satisfecho, también, por la acla­
ración de su ministra de la Vivienda, M.a Antonia Trujillo, sobre
la construcción de las 180.000 viviendas al año de protección
oficial, convertidas ahora en «actuaciones». Satisfecho, por qué
no, por ceder la firma de la Constitución Europea a Roma por
motivos de «solidaridad». Y satisfecho, por supuesto, con el
papel de segundón que nos ha reservado el eje franco-alemán
en la futura Constitución Europea.
¡Cómo no estar de acuerdo con el talante de diálogo y con­
senso, consustancial con la democracia, en la relaciones polí­
ticas! ¡Cómo no aprobar las declaraciones sobre el empeño en
el trabajo, la honestidad y la transparencia que debe regir su
acción de gobierno! ¡Cómo no aplaudir los deseos de accesi­
bilidad, de humildad y de cercanía a la gente que manifiesta
nuestro presidente! Pero una cosa son los ingenuos deseos y
las formas gentiles y otra las hoscas realidades y las actitudes
broncas cuando se defienden los privilegios.
Cuide, pues, Rodríguez Zapatero, su sonrisa gótica, que
tanta bondad despliega cuanta confianza genera. Pero no debe
olvidar que esa sonrisa complaciente, que se ha impuesto
practicar, puede quebrarse como la escarcha con la flor del día'
si no tiene sustancia que la sostenga.
20 de mayo de 2004