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LOS ESTUDIOS DE COMPORTAMIENTO ANIMAL Y SU
RELACIÓN CON LA CALIDAD DE LA LECHE
Por Mario H. Sirvén
La prevalencia de mastitis en los rodeos lecheros tiene relación directa con el conteo de
células somáticas (CCS) de la leche, que a su vez es un indicador de la calidad de la
misma. Entre las medidas que integran un buen plan de control de mastitis se incluye el
correcto ordeño, que a su vez está compuesto por varios factores.
Todas las maniobras de la rutina de ordeño, cualquiera sea ésta, tienen objetivos claros:
extraer la mayor cantidad posible de la leche y al mismo tiempo minimizar la
transmisión de infecciones entre vacas y entre cuartos mamarios de la misma vaca. Sin
embargo, con la mejor rutina de ordeño no se alcanzan los resultados buscados si no se
produce en forma adecuada y completa el reflejo de “bajada” de la leche. La relación
inversa entre el grado de estrés y el reflejo de “bajada” está ampliamente comprobada y
la búsqueda del mejor reflejo debe ser considerada una medida de manejo
imprescindible.
CONFORT Y ESTRÉS
De las lecturas de temas de conducta animal es posible deducir que “buen trato” es la
suma del “confort” más la ausencia de estrés. En los países productores de leche del
hemisferio norte los estudios de “confort” están referidos a las condiciones de
estabulación; la aireación de los establos, el material de las camas, la superficie
adjudicada por animal, la amplitud de los pasillos en los “free stall”, las fugas eléctricas
y otros factores son tenidos en cuenta en busca de la mayor comodidad para las vacas.
Los productores saben que la falta de “confort” es causa de problemas, tanto por el
incremento de la incidencia de infecciones mamarias (principalmente subclínicas)
como de otras enfermedades.
El nuestros sistemas de producción, en cambio, se debe procurar el confort atendiendo
a las buenas condiciones de los lugares en donde permanecen y por donde transitan las
vacas en lactancia.
El ejemplo más claro de la falta de confort -que es además un factor de estrés- es la
frecuente pésima condición de los caminos de acceso a los tambos, sobre todo cuando
a causa de la lluvia se ha formado barro. Muchas veces se observa que el encargado de
llevar las vacas al tambo, que diariamente va caminando a buscarlas al potrero, lo hace
a caballo cuando hay mucho barro; él conoce muy bien lo incómodo que es caminar
por esos caminos, aunque a veces olvida que para las vacas es igualmente estresante y
las apura, aumentando aún más el estrés por los gritos, los golpes y el esfuerzo extra
que deben hacer los animales para transitar por el barro.
Las condiciones de los corrales de espera, el diseño, el tamaño y las características del
piso son también factores que deben tenerse en cuenta para proveer confort a las vacas.
El diseño y estado de las instalaciones de ordeño tienen también mucha importancia
ESTRÉS Y HORMONAS
Cada situación de estrés -como puede ser un grito o un golpe para que la vaca ingrese
a la sala de ordeño, o el pinchazo en una pata para que circule por el pasillo- es causa
de un aumento de liberación de adrenalina. Esto ocurre también cuando la vaca es
“mal buscada” en el potrero; un rebencazo o un pechazo con el caballo aumenta la
concentración de adrenalina circulante en sangre y está demostrado que si el estrés se
produce hasta una hora antes del ordeño, la bajada de la leche se ve afectada y la ubre
no es adecuadamente vaciada. En los rodeos en los que las vacas salen del tambo con
más leche residual que la normal, la incidencia de mastitis es siempre alta y
consecuentemente es alto el CCS.
La adrenalina no solamente inhibe la acción de la occitocina (responsable de la
“bajada”) por contraer a los capilares sanguíneos que irrigan a los alvéolos mamarios,
también actúa directamente a nivel de los receptores de la occitocina, bloqueando su
acción. La calidad de la bajada de la leche, medida a través del flujo instantáneo y el
volumen de leche residual, será siempre inversamente proporcional a la cantidad de
adrenalina en sangre circulante.
Además del incremento de la adrenalina en el momento del estrés, la persistencia de
factores estresantes causa un incremento de la secreción de corticoides; hormonas que
causan caídas de las defensas inmunológicas y por lo tanto una mayor posibilidad de
infecciones, mastitis incluidas.
REFLEJOS CONDICIONADOS
El reflejo de la “bajada” es la respuesta natural a un estímulo natural producido por la
presencia y acción de un ternero; cuando la misma respuesta se logra con otros
estímulos distintos al natural (estímulos condicionados), el reflejo se llama
“condicionado”. Esto es lo que ocurre durante el ordeño: la respuesta a estímulos
distintos al natural.
Esto ocurría con los perros de Pavlov, aquel científico que investigó los reflejos
condicionados y cuyos estudios no sólo aportaron mucho a la etología (estudio del
comportamiento animal) sino también a la psicología conductista. Básicamente, Pavlov
medía la cantidad de saliva que segregaba un perro ante la presencia de alimento, y
hacía tañir una campanilla cada vez que le suministraba la comida. Cuando después de
varias veces de repetir la acción, tañía la campanilla sin ofrecer la comida, las glándulas
salivales del perro respondían al nuevo estímulo (condicionado) aumentando la
secreción de saliva.
Pero algunos otros resultados de los experimentos de Pavlov merecen ser recordados:
1) Cuando al estímulo condicionado (la campanilla) se le “quita” lo placentero (la
comida), a medida que pasa el tiempo la respuesta disminuye hasta desaparecer (el
buen ordeño es placentero; las pezoneras que causan dolor, no).
2) El perro de Pavlov sólo respondía al estímulo condicionado en un ambiente casi
oscuro, muy tranquilo y sin ruidos extraños.
3) Los cambios en la rutina, como modificaciones del tiempo entre el sonido de la
campana y el sumnistro de comida, también ocasionan cambios en la respuesta
(cantidad de saliva segregada por el perro y momento de la aparición del flujo).
Estas y otras observaciones explican por qué el buen trato y la rutina de
prodecimientos producen un mejor reflejo de bajada de la leche, logrando un mayor
vaciamiento de la glándula y una menor incidencia de mastitis.
Existe, entonces, una consigna: La suma de una buena predisposición, dada por el
ambiente y la rutina, más los estímulos específicos (táctiles sobre la piel de los pezones)
da como resultado un mejor reflejo y como consecuencia un mayor flujo y una menor
cantidad de leche retenida.
CONDUCTA
Puede considerarse la conducta como un sinónimo de la palabra reflejo. Lo importante
es comprender que existe una conducta instintiva, innata, que hace que los animales
reaccionen de determinada manera a determinados estímulos, y existe una conducta
aprendida que únicamente se desarrolla a través de la experiencia.
Algunos ejemplos pueden clarificar este concepto:
1) Cuando un ternero recién nacido busca los pezones de su madre por primera vez, lo
hace introduciendo su cabeza en un ángulo formado por la parte ventral de la madre y
uno de sus miembros. Éste es un claro ejemplo de conducta innata, es algo
absolutamente instintivo. Sin embargo, la nueva cría puede buscar entre la línea ventral
y un miembro anterior, equivocadamente, y sólo encontrará los pezones –eligiendo el
ángulo entre la línea ventral y un miembro posterior- luego de equivocarse varias veces
y/o con la ayuda de la madre, que con su cabeza lo empuja hacia atrás. Esto último
ejemplifica a la conducta aprendida.
2) En un rodeo de vacas que son arreadas hacia la sala de ordeño puede haber un par
de ellas, o más, con actitudes de estar en el período estrogénico del ciclo sexual, en
pleno estro (celo) o cerca de él. La actitud de montarse unas a otras es un
comportamiento innato, instintivo. Sin embargo, simultáneamente están caminando
hacia la sala de ordeño sin necesidad de ser castigadas ni apuradas con gritos; ese es un
comportamiento aprendido.
Valga esto para afirmar lo siguiente: Todo lo que sucede dentro de la sala de ordeño es
aprendido, ya que ni siquiera están las vacas en su habitat natural. Por lo tanto, la falta
de una adecuada rutina de trabajo, la falta de confort o la presencia de elementos
estresantes son causa de una inhibición del reflejo de bajada y por lo tanto de una
mayor susceptibilidad a las infecciones mamarias.
Existen algunos parámetros posibles de medir que indican cómo son tratadas las vacas
en el tambo. Uno es la velocidad con que ingresan a la sala de ordeño y se acomodan
en sus bretes; el trato “desagradable” y/o la falta de rutina hace que el tiempo de
ingreso promedio sea más largo. Otro indicador es la “distancia de huida, o de fuga”,
que debe medirse en el potrero o en un corral amplio en el cual las vacas puedan
desplazarse con facilidad (los perros se introducen permanentemente dentro de la
distancia de fuga, causando estrés). El tercer indicador, conocido muy bien por todos
los tamberos, es la cantidad de bosteo. En el cuadro adjunto se muestran los resultados
de un trabajo experimental realizado con dos lotes de vacas que recibieron diferente
trato en el mismo tambo y con el mismo personal. Las vacas de la columna de la
derecha retuvieron leche y fue mayor el conteo de células somáticas en la leche
producida por este rodeo.