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Formació
Manual de
Psicologia
Criminal
MÓDULO I: INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA CRIMINAL
1. Psicología criminal: concepto y ámbito de aplicación
2. Introducción histórica
3. Los distintos enfoques criminológicos
MÓDULO II: PSICOPATOLOGÍA CRIMINAL
1.
2.
3.
4.
Enfermedades mentales con incidencia en la actividad delictiva
Trastornos de personalidad
Parafilias
Aspectos psicológicos de la intervención policial en situaciones de
crisis
MÓDULO III: TÉCNICAS DE OBTENCIÓN DE INFORMACIÓN
1. El interrogatorio policial
2. Entrevista a víctimas y testigos de hechos delictivos
3. La entrevista cognitiva
MÓDULO IV: TÉCNICAS PSICOLÓGICAS DE INVESTIGACIÓN
CRIMINAL
1.
2.
3.
4.
La hipnosis de investigación
Las técnicas poligráficas
La autopsia psicológica
Predicción de la violencia
MÓDULO V: EL ASESINO Y VIOLADOR EN SERIE
1. El asesino en serie: concepto y distinción con otros tipos de asesinos
múltiples
2. El violador sistemático: concepto y tipos
3. El análisis criminológico de la escena del crimen como técnica de
investigación
4. Introducción al perfil criminológico
INTRODUCCIÓN
Vamos a iniciar nuestro curso en algunos de los más maravillosos
parajes de nuestro planeta. Viajaremos primero a la Polinesia, donde las
tribus “kai” de Nueva Guinea utilizaban el siguiente método para descubrir a
los asesinos: poniendo en la boca del cadáver un betel, creyendo que lo
escupía cuando su asesino se acercaba. Así, los parientes del fallecido
sospechaban de las personas que no concurrían al entierro.
En Nueva Inglaterra, la noche siguiente al hecho los parientes del
muerto se reunían frente a la choza. El sacerdote-hechicero invocaba en voz
alta al espíritu del muerto preguntándole quién le asesinó. Si no respondía,
pronunciaba el nombre de algún sospechoso; si tampoco respondía, seguía
nombrando a otras personas hasta que se producía un ruido dentro de la
choza o en un caracol que llevaba en sus manos, lo que constituía un indicio
decisivo.
En Victoria (Australia) se observaban atentamente las piernas del
moribundo en la creencia de que sus movimientos indicaban la dirección en
que debía buscarse al asesino. En otra región del sur del continente, uno de
los parientes del muerto dormía con el cadáver la noche del fallecimiento
apoyando en él la cabeza para soñar con el asesino. Al día siguiente el
cadáver era colocado sobre una especie de féretro portado por personas
elegidas sobre sus hombros. Los amigos del difunto formaban círculo a su
alrededor pronunciando diferentes nombres para comprobar de qué modo
reaccionaba el cadáver. Finalmente, el pariente decía el nombre de la
persona con quien soñó, creyendo los nativos que en ese momento el
cadáver se sacudía violentamente sobre los hombros de sus portadores,
confirmando así que el asesino era el nombrado por quien soñó con él. En el
sudeste del mismo continente, otra tribu aborigen se orientaba en la
búsqueda del asesino teniendo en cuenta la dirección en que caía el cadáver
al ser arrojado a la tumba.
También algunas tribus africanas interrogaban al muerto para
descubrir a su asesino, y ya en la Europa medieval se creía que el cadáver,
ante la presencia de su asesino, comenzaba
a sangrar de nuevo
(Shakespeare, en su obra “Ricardo III”, lo escenifica cuando Ricardo aparece
al lado del ataúd y Ana exclama: “¡Oh, caballeros! ¡mirad, mirad! ¡las heridas
de Enrique muerto abren sus bocas congeladas y sangran otra vez!
¡Averguénzate, averguénzate, montón de deformidades! Porque es tu
presencia la que hace manar la sangre de esas venas vacías y heladas,
donde ni sangre queda ya”).
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4. Psicología criminal: concepto y ámbito de aplicación
5. Introducción histórica
6. Los distintos enfoques criminológicos
Formació
MÓDULO I: INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA CRIMINAL
PSICOLOGÍA CRIMINAL: CONCEPTO Y ÁMBITO DE
APLICACIÓN
¿Qué entendemos por “psicología criminal”? La lógica impone
comenzar el curso con el planteamiento y la respuesta a tan aparentemente
sencilla cuestión. Y digo aparentemente sencilla porque, en efecto,
responder a ella supone adentrarse en un debate que se inició hace ya más
de un siglo y continúa en la actualidad.
De la psicología criminal se han enunciado innumerables conceptos,
dependiendo de la orientación teórica de quienes los formulen. Mi propia
definición “académica” (si se me permite la expresión) sería ésta: la
psicología criminal es aquella rama de la psicología incardinada en la ciencia
criminológica que se ocupa de estudiar y explicar la génesis del delito, la
personalidad y motivaciones del delincuente y aportar medidas para su
prevención, control, tratamiento y reinserción.
Pero a nosotros, pragmáticos como nos corresponde ser por nuestra
profesión, nos interesa únicamente un concepto o idea que sirva para
ilustrarnos con sencillez y claridad.
Por ello he optado por una sencilla: desde mi punto de vista, la
psicología criminal es la ciencia que estudia el comportamiento humano
en relación al delito. El ilustre Dr. García-Pablos apunta muy
acertadamente que la psicología analiza el comportamiento delictivo como
cualquier otro comportamiento humano normal, por estimar que no existe
diferencia cualitativa alguna entre uno y otro desde el punto de vista
estrictamente conductual.
Este concepto, amplio y no restrictivo, permite incluir en el ámbito de
esta disciplina no solo el estudio de la conducta del delincuente, sino
también el análisis de todo aquello que rodea el hecho criminal, a pesar de la
corriente de pensamiento actual, que, sin embargo, opta por separar la
psicología criminal (o criminológica, utilizando un término más preciso) de
otras ramas de la psicología que tradicionalmente han venido formando
parte de su tronco común, tales como:
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El pensamiento mágico ha sido desde siempre usado con fines de
investigación criminal, aunque sea de forma muy primitiva. Una de sus
ancestrales creencias era que, de distintos modos –como acabamos de verel muerto se vengaba persiguiendo y señalando a su asesino. Y hay mucho
de cierto en ello, ya que en la actualidad la ciencia forense es capaz de
hacer “hablar” al muerto descubriendo, recogiendo, analizando e
interpretando los indicios que en el cadáver se encuentran. Pero también la
psicología criminal es capaz de hacer hablar a los muertos (y por supuesto
también a los vivos) para descubrir al culpable. Y de ello trataremos en este
curso.
La psicología forense (íntimamente relacionada con la anterior, se
encarga del peritaje psicológico mediante la evaluación de áreas tales como
la psicopatalogía, la capacidad intelectual, la personalidad, el riesgo de
reincidencia o el grado de sinceridad).
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La psicología jurídica o legal (aquella que se ocupa de estudiar los
principales fenómenos psicológicos relativos al proceso judicial, tales como
testimonio, percepción, memoria; así como la psicología de todos los
intervinientes en el proceso: jueces, policías, testigos, imputados,...).
La policial (lo que yo denomino la investigación psicológica del
delito, terreno en el que me muevo).
Esta clasificación, en modo alguno cerrada, puede resultar polémica,
ya que dada la tendencia a la superespecialización imperante en la
actualidad, ciertas ramas de la psicología criminal reclaman su
“independencia”, debate estéril y sin demasiada importancia a mi juicio.
Dado nuestro común interés profesional, nosotros nos centraremos
obviamente en aquellos aspectos de la psicología criminal más directamente
relacionados con la actividad policial y de mayor aplicación práctica en
aquella.
No obstante, me parece conveniente comenzar por unas nociones
generales sobre el tema con el ánimo de despertar, cuando menos, la
curiosidad sino el interés por algunas cuestiones sobre la génesis del delito y
del delincuente, y fomentar la reflexión y el debate sobre ellas.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra
victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una
serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso
asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy,
sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard
encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que
actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos
similares, el resultado hubiera sido diferente.
Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico
por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos
por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el
de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar,
perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las
páginas de la crónica del crimen.
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La penitenciaria (dedicada a estudiar el comportamiento de los
reclusos y la influencia de la privación de libertad sobre el mismo).
Para la fisonomía, alma y cuerpo se hallan en íntima relación, de
modo que las deformidades somáticas se corresponden con vicios y
defectos anímicos, espirituales. El primer sistematizador de los
conocimientos fisionómicos, Della Porta, ya señaló algunos caracteres
somáticos “de índole criminal”. Otro insigne representante de esta disciplina,
Lavater, asoció ciertas capacidades y cualidades con determinadas regiones
corporales, y aportó su particular visión del “hombre de maldad natural”, al
que describe como: “tiene la nariz oblicua en relación con la cara, el rostro
deforme, pequeño y color azafrán; no tiene puntiaguda la barba; tiene la
palabra negligente; los hombros cansados y puntiagudos; lo ojos grandes y
feroces, brillantes, siempre iracundos, los párpados abiertos, alrededor de
los ojos pequeñas manchas de color amarillo y dentro pequeños granos
color de sangre brillante como el fuego, revueltos con otros blancos, círculos
de un rojo sombrío rodean la pupila, o bien ojos brillante y pérfidos; y
seguido una lágrima colocada a los ángulos interiores; las cejas rudas, los
párpados derechos, la mirada feroz y a veces de través”. A pesar de su nulo
valor científico, la fisonomía ostenta el mérito de llamar la atención sobre el
protagonismo del hombre delincuente como individuo.
La frenología: Continua en el siglo XIX la senda de la fisonomía,
constituyéndose en precursora de las modernas neurofisiología y
neuropsiquiatría. Propugna la teoría de la localización: cada función anímica
tiene un asiento orgánico en el cerebro, y en el cráneo se manifestarían
signos externos inequívocos de las mismas. Así, la causa del crimen reside
en malformaciones y disfunciones cerebrales, que pueden investigarse a
través de la observación del cráneo. El fundador de esta disciplina, el médico
francés Gall, diseñó su conocido mapa cerebral provisto de treinta y ocho
regiones en las que residirían las facultades anímicas del individuo, y
veintisiete órganos u organizaciones cerebrales. La teoría criminológica de
Gall sostenía que el crimen puede ser causado por un desarrollo parcial y
descompensado del cerebro que ocasiona una hiperfunción de determinado
sentimiento: el robo, por ejemplo sería causado por un anómalo desarrollo
del instinto de propiedad.
La frenología cuenta con un insigne estudioso español: el mallorquín
Cubí y Soler, que en su retrato del criminal tiene en cuenta rasgos
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La fisonomía: recupera una vieja idea del acervo cultural, ya bien
expresada muchos siglos antes en el famoso “Edicto de Valerio”: cuando
tengas dudas entre dos presuntos culpables, condena al más feo. Y en el
siglo XVIII, un juez napolitano estableció como precedente procesal la
siguiente fórmula: “Oídos los testigos de cargo y de descargo, y vista tu cara
y tu cabeza, te condeno…”.
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Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico
adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que
tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal,
provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente:
Así, pronto se sustituyen las primeras tesis que atribuían la génesis
del comportamiento criminal a la denominada locura moral (término
inicialmente acuñado por el psiquiatra inglés Prichard en la primera mitad del
siglo XIX y que fue aceptado por la comunidad criminológica de la época
para referirse a una especie de déficit del núcleo moral de la personalidad,
no relacionado con enfermedad mental alguna), imperantes hasta el
momento, por la de la personalidad criminal, hipótesis que afirma la
existencia de la personalidad, entendida como un conjunto de rasgos,
específicamente criminal. De este modo, la Criminología comienza a tomar
en cuenta la personalidad del individuo como factor determinante de
delincuencia y desviación cuando en el ámbito de la psicología se entiende
que en todo individuo su comportamiento y actitudes dependen del
funcionamiento de su personalidad individual. La personalidad es entendida
como algo complejo formado por distintos componentes en interrelación y, a
su vez, en relación con el medio ambiente exterior social, cultural y
normativo.
La antropología criminal: Para esta disciplina, el delincuente
pertenece a una subespecie humana inferior, degenerada, mórbida. Es un
tipo atávico, hipoevolucionado, cuyo cuerpo y mente exhiben estigmas que
le delatan. Los primeros antropólogos que se dedicaron al estudio del
hombre criminal y las causas de su existencia sustentaban dos teorías al
respecto: la degeneración que ciertos factores o circunstancias
desfavorables podían provocar en el curso de pocas generaciones, y la
teoría evolucionista de Darwin según la cual la supervivencia de la especie
depende de la adaptación de los más fuertes.
La moderna psicología criminal tiene sus antecedentes históricos en
el siglo XIX con el positivismo criminológico (corriente de pensamiento
criminológico caracterizada por su fuerte tendencia determinista, según la
cual la conducta del hombre se halla sometida a la ley de la causalidad y
determinada por un complejo d procesos físicos y sociales. Así, y en
palabras de Ferri -uno de los máximos representantes de esta escuela- la
libertad humana es una “ilusión” subjetiva) cuando con sus famosos estudios
sobre el “criminal nato” el profesor Césare Lombroso pretendía demostrar,
mediante la observación y la medición, supuestas degeneraciones mentales
atávicas que conformaban al “delincuente nato”, proporcionando un fuerte
impulso a la antropología criminal que hizo que el estudio del delincuente
pasara a depender de la biología y de la medicina. Lombroso asumió en sus
inicios los postulados de la antropología criminal que acabamos de
mencionar, para evolucionar integrando finalmente la epilepsia como causa
del atavismo que hace perder el sentido moral, dando así un origen
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La psiquiatría: En los comienzos de su consolidación como disciplina
científica autónoma, a finales del siglo XVIII, sus pioneros se enfrentaron a
un importante desafío: distinguir los enfermos mentales de los delincuentes.
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psicológicos de la personalidad además de los signos anatómicos
cerebrales.
La escuela positivista ofrece su punto de partida a la psicología
criminal a través del pensamiento de Raffaele Garofalo (1852-1934), en cuya
teoría de la criminalidad desempeña un papel decisivo el concepto de
anomalía psíquica o moral, esto es, la carencia en el delincuente de un
adecuado desarrollo de la sensibilidad moral, defecto condicionado por una
base orgánica. Para él, esta anormalidad moral difiere claramente de la
genuina enfermedad mental, al no tratarse de un factor patológico sino de
una “variación psíquica” transmisible por vía hereditaria y que aparece con
mayor frecuencia en “razas inferiores” antes que en las modernas
sociedades civilizadas. Sin embargo, nunca llegó a precisar la base física de
la antedicha anomalía, limitándose a afirmar que los delincuentes poseen
signos regresivos o características que denotan un menor grado de
desarrollo evolutivo que los no delincuentes.
La tipología criminal de Garofalo difiere de las anteriores en un hecho
fundamental: se centra en el déficit orgánico de sensibilidad moral, según
cuyo grado de carencia da lugar a cuatro clases de delincuentes: asesinos,
delincuentes violentos, ladrones y criminales lascivos.
Así pues, vemos que en sus inicios, la psicología criminal es muy
diferencialista, con fuertes raíces en la biología. Es en ese momento cuando
tanto psiquiatras como psicólogos se sienten atraídos por el estudio del
hombre delincuente de modo que emprenden una serie de trabajos basados
y orientados en la obra de Gall, Lavater, Morel y Esquirol.
LOS ENFOQUES PSICOCRIMINOLÓGICOS
Pero fue la teoría psicoanalítica la que contribuyó a tender un
puente entre psiquiatría y psicología, merced a su sofisticado entramado
teórico que, a partir de su visión del crimen como comportamiento funcional
y simbólico reflejo de hondos conflictos psíquicos de desequilibrios de la
personalidad, es capaz de explicar el comportamiento delictivo en términos
parecidos a las enfermedades mentales. Sus postulados más importantes
desde el punto de vista criminológico son los siguientes:
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endógeno a la criminalidad, aunque sin negar la influenza de factores
sociales y ambientales. Desarrolló una exhaustiva, detalladísima y
pintoresca tipología del criminal, que evoluciona hasta dar lugar a seis tipos
básicos: el delincuente nato, el delincuente loco moral, el epiléptico, el loco,
el ocasional y el pasional, con distintas subclasificaciones. Ofrecía también
detalladas descripciones, véase como ejemplo la correspondiente al
violador, que “suele tener las orejas en forma de asa, exhibir ojos
centelleantes, rostro delicado, labios gruesos, párpados hinchados; por lo
general son de estructura corporal frágil y a veces encorvados; la voz, con
frecuencia, ronca, a veces semiimpotentes y semialienados, tienen nariz y
genitales mal conformados, sufren, a menudo, de hernias y de bocio y no
raramente son de edad avanzada”.
-
Conflicto mental-represión (neurosis) y delito como respuesta
simbólica o comportamiento sustitutivo: el conflicto mental
que surge entre la líbido del individuo y los requerimientos a
los convencionalismos morales sociales, reprime en el
inconsciente impulsos y complejos del individuo, que tratan de
aflorar al mundo consciente de modo que todos los actos
(incluidos los delictivos) son respuestas sustitutivas o
comportamientos simbólicos que directa o indirectamente
expresan la realidad del inconsciente, las ideas, tendencias y
sentimientos reprimidos.
-
El complejo de Edipo. La no superación de éste genera un
complejo de culpabilidad cuyo componente autopunitivo
explica la comisión de muchos delitos. El individuo delinque
para ser castigado y aliviar el complejo de culpabilidad que le
atormenta, Así, éste no subsigue al crimen, sino que le
precede y motiva.
-
La importancia atribuida también al inconsciente dentro de su
famosa “división topográfica del psiquismo” (preconsciente,
consciente e inconsciente) que sustenta la tesis criminológica
de que todo delito tiene alguna motivación profunda, oculta
para el propio autor, inconsciente; y que permite resolver el
problema de los crímenes absurdos, sin motivo e irracionales.
Freud intentará explicar el crimen situando en su epicentro al
neurótico, que emplea la agresión y el robo como medio para expresar una
angustia traumática inconsciente dominada por un super-yo irreductible.
La teoría psicoanalítica de la delincuencia resalta asimismo la relación
paterno-filial como origen de los conflictos que llevan al crimen, a causa de
las disfunciones que una mala socialización provocan entre los diferentes
sistemas psicológicos, dando lugar así a distintos tipos de delincuentes,
como son:
- El delincuente neurótico, que opta por el delito como salida a un
conflicto psíquico que tiene lugar entre las tendencias sociales y antisociales
de su personalidad.
- El delincuente normal se identifica con modelos criminales por
motivos sociales, pedagógicos, educacionales.
- El delincuente enfermo padece un condicionamiento orgánico,
patológico.
Resulta también interesante mencionar otros postulados del sector de
la doctrina psicoanalítica que atribuyen el crimen a distintas causas:
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El pansexualismo o concesión de importancia capital al
instinto sexual como auténtico motor del comportamiento
humano.
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-
- Como resultado de un mecanismo compensatorio del complejo de
inferioridad.
A pesar de sus muchas críticas y defectos, el psicoanálisis aporta una
idea muy interesante: que la psicología permite al profesional conocer las
manifestaciones antisociales como resultado de la interacción de fuerzas
psíquicas, para descubrir los motivos inconscientes de tales conductas y
encontrar modos de redirigir la conducta delictiva hacia la conformidad
social.
Es llegado a este punto cuando la Psicología, entendida como ciencia
que estudia el comportamiento humano, cobra verdadero valor como
instrumento útil para analizar el comportamiento criminal buscando explicar
el proceso de adquisición de ciertos modelos o patrones de conducta.
Ya en nuestro siglo, y tras un paréntesis en el cual las concepciones
psiquiátricas de la conducta y el hecho delictivo tienen su mayor auge,
Criminología y Psicología se unen en el estudio del enigma criminal,
surgiendo una corriente criminológica denominada “orientación
psicológica” que toma identidad propia dando lugar a diversas
explicaciones del comportamiento criminal, basadas en diferentes modelos,
principalmente los siguientes:
Biológico-conductuales: Se trata de un conjunto de construcciones
teóricas que explican no como se aprende el comportamiento criminal, sino
por qué ciertas personas (los delincuentes) fracasan en la inhibición eficaz
de las conductas socialmente prohibidas cuando el resto de los ciudadanos
han aprendido a evitarlas.
Socioconductuales o de aprendizaje social: Intentan explicar como
se aprende el comportamiento criminal insistiendo en la importancia de la
observación y la imitación de modelos. Estas teorías dan gran importancia al
mecanismo del aprendizaje vicario.
Factorialistas de rasgos o variables de la personalidad:
Abandonada la hipótesis de la “personalidad criminal”, este modelo trata de
identificar rasgos de la personalidad relacionados con el comportamiento
criminal dotados de poder predictivo, valiéndose para ello de la psicometría.
Teoría del desarrollo moral y del proceso cognitivo: Atribuyen el
comportamiento criminal a determinados procesos cognitivos, tales como la
propia percepción del mundo, el propio contexto subjetivo del delincuente, su
grado de desarrollo y evolución moral, sus valores y normas, y otros.
Psicología criminológica multifactorial: Aporta una visión moderna
e integradora en la que la delincuencia atiende a la relación entre las
funciones biológicas y las facultades cognitivas por un lado, y éstas y el
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- Como resultado de la experiencia infantil de separación de la madre.
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- Al resultado de deseos frustrados y de privaciones causantes de una
profunda insatisfacción en el niño
Veamos cada una de ellas con más detalle.
A partir de los años cincuenta, la investigación empírica acerca de la
etiología del comportamiento criminal cobra un gran impulso, y se suceden
los estudios y teorías de todo tipo y orientación.
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medio, por otro lado. Así, debe buscarse el nexo de unión entre las
funciones mentales y la interacción entre la persona y su medio.
Destacaremos únicamente la surgida a mediados del siglo XX,
cuando renace la psicología criminológica científica de la mano de Hans
Eysenck y su teoría de la personalidad delincuente, fundamentada en el
hecho de que las personas pueden ser condicionadas en diferentes grados.
Aquellas que presentan peor condicionabilidad aprenden más lentamente a
inhibir su comportamiento antisocial y por tanto tienen mayores posibilidades
de cometer delitos. Considera importantes tres dimensiones psicológicas en
la personalidad que influyen en la condicionabilidad: una baja activación
cortical manifestada a través de la extraversión (caracterizada por
impulsividad, actividad y amor por el riesgo), el neuroticismo (reflejado en
una gran inquietud y desajuste emocional), y el psicoticismo (que se
corresponde con el concepto actual de psicopatía caracterizado por acciones
crueles, insensibilidad social, falta de emociones auténticas, búsqueda de
emociones y peligros y desprecio hacia los demás). Para Eysenck, estas tres
dimensiones tienen una importante base biológica de carácter hereditario, y
en consecuencia, la mejor manera de intervenir sobre las personas para
prevenir su conducta antisocial o agresiva en general, es actuar sobre el
medio ambiente, dotando a este tipo de personas de habilidades inhibitorias
de su conducta mediante procesos intensivos de entrenamiento.
MODELOS SOCIOCONDUCTUALES: EL APRENDIZAJE SOCIAL
Su premisa es que la adquisición de pautas y modelos criminales se
lleva a cabo a través de un proceso de aprendizaje evolutivo que descansa
en la observación y la imitación del comportamiento criminal de otros
(aprendizaje vicario, observacional o proceso de modelado). Este modelo es
frecuentemente utilizado para explicar el crimen violento, que sería
aprendido por el individuo y representa una respuesta normal a las
situaciones y experiencias vitales del mismo. Se aprende a ser violento
durante la interacción con los demás a lo largo de la vida, cobrando decisiva
importancia el impacto de ciertos ejemplos observados durante la niñez de
personas especialmente significativas. Diapo enumerando teorías (3)
Para este modelo explicativo del crimen, cuyo máximo representante
es Bandura, son dos los mecanismos por los que se llega al mismo: la
experiencia directa y la observación, aunque no niega la importancia de
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TEORÍAS BIOLÓGICO-CONDUCTUALES
También en los años sesenta del pasado siglo surge la llamada teoría
de la asociación diferencial y el refuerzo, importante aportación del
conductismo inicialmente desarrollada por Sutherland y perfeccionada por
Akers, quien a través de las proposiciones de aquel llega a estas
conclusiones: que la parte principal del aprendizaje de la conducta delictiva
ocurre en aquellos grupos que contienen la mayor fuente de refuerzos para
el individuo, y que la conducta delictiva es una función de las normas que
son discriminativas para la conducta delictiva, cuyo aprendizaje se lleva a
cabo cuando tal conducta es reforzada más intensamente que la conducta
no delictiva.
TEORÍA COGNITIVA DEL DESARROLLO MORAL
Para este modelo, el comportamiento humano es mucho más
complejo, pues el hombre no es una máquina de reflejos y hábitos, ni su
conducta puede explicarse sin más como una concatenación de estímulos y
respuestas. Otorga gran importancia a los procesos cognitivos (la propia
percepción del mundo, de los propios valores y normas, el desarrollo moral,
etc.) como determinantes internos de la conducta.
De este modo, explica que los sujetos que obedecen la ley sólo para
evitar el castigo o que piensan exclusivamente en sus propios intereses
(razonamiento moral de bajo nivel) son más proclives al delito que aquellos
otros que ven en la ley un instrumento positivo para toda la sociedad y que
simpatizan con los derechos de los demás. Sugiere, entre otras, ideas tales
como que:
-
Los delincuentes más peligrosos participan de una
“orientación moral” distinta a la de los ciudadanos
respetuosos de las leyes, menos evolucionada.
-
El origen o explicación última del comportamiento criminal
reside en el anómalo estancamiento o interrupción de dicho
proceso evolutivo.
-
La mejor terapia preventiva contra el delito es inmunizar al
sujeto con un elevado razonamiento moral.
Pero la psicología criminológica científica toma un fuerte impulso a
finales de los años 70 y principios de los 80, cuando las investigaciones se
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Otro teórico, Feldman, afirma en su teoría del aprendizaje que se
puede aprender a delinquir (por el efecto directo del refuerzo diferencial,
modelamiento social e inducciones situacionales) y a no delinquir (gracias a
la socialización temprana, cuyo poder restrictivo es mantenido por
consecuencias positivas derivadas del cumplimiento de las normas, y por
refuerzos negativos que proceden de su ruptura). Feldman integra en el
proceso de aprendizaje factores genéticos, situacionales y conductuales.
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factores biológicos en el proceso por su afectación al desarrollo físico y por
ende a las potencialidades de la conducta.
Pronto se vio que lo cognitivo no podía estar ajeno a la personalidad
del individuo, porque si ésta refleja un modo de ser, unas pautas de
reaccionar frente a los demás y las vicisitudes de la vida diaria, tenía que
relacionarse forzosamente con el pensamiento. Así, variables tales como la
impulsividad y la búsqueda de sensaciones son las principales responsables
de la recuperación de la psicología clásica de “rasgos de personalidad”, sin
despreciar la relevancia fundamental de la situación en la provocación de la
respuesta.
Estas variables de personalidad se beneficiaron del nuevo respeto
ganado para lo biológico a causa de la mayor enjundia de los estudios sobre
la herencia, que prueban sin lugar a dudas que lo genético pesa sobre la
conducta y por tanto sobre el delito. En los últimos años, los estudios de
gemelos idénticos criados separados han supuesto un gran apoyo en este
sentido. Pero no solo la genética de la conducta, también la genética
molecular está relevando, gracias al estudio del genoma humano y de otras
especies la importancia de la naturaleza en los designios de las personas.
Estamos ahora comprendiendo cómo actúan los genes, como ellos,
estimulados por enzimas y los procesos del medio, dan lugar a procesos
físicos y químicos cuya conclusión son rasgos psicológicos o somáticos.
Otro hito es el desarrollo acelerado de la neurociencia: el estudio del
cerebro, de su funcionamiento, mediante los escáneres que permiten
detectar qué áreas están actuando cuando se procesa una determinada
información.
El tercer frente de investigación que cierra ya el siglo XX ha sido el
definido por el estudio de las carreras delictivas, entendidas como los
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En el campo cognitivo se ha investigado mucho las distorsiones o
racionalizaciones que realizan los delincuentes, bien antes de decidirse a
cometer los delitos (inhibiendo así la ansiedad previa que ello produce y en
algunos casos también su conciencia), bien como forma de no sentirse
culpables una vez consumado el hecho. También ha sido muy investigado el
pensamiento de los delincuentes desde un punto de vista más amplio: no
sólo la construcción de excusas, sino el estudio de cuáles son los esquemas
o patrones cognitivos que emplean los delincuentes de modo habitual para
interpretar la realidad. Así, algunos investigadores han llegado a la
conclusión de que los delincuentes piensan de modo “compartimentalizado”
(aplicando criterios de decisión incoherentes en ámbitos diferentes de sus
vidas) o “acrítico” o “rígido”, formulándose teorías como la del estilo de vida
criminal de Walters o los errores de pensamiento en los criminales violentos
de Yochelson y Samenow.
Formació
centran en la prevención, tratamiento y rehabilitación de las conductas
delictivas, y cuando se hace evidente que la psicología tiene mucho que
decir sobre los delincuentes y la delincuencia desde tres frentes: los
procesos cognitivos, el “regreso” de la psicología biológica y el desarrollo de
una línea de investigación integradora basada en el estudio de las carreras
delictivas.
En la actualidad, se impone una visión integrada como explicación del
hecho criminal, que exige trabajar para generar explicaciones que vayan
armónicamente desde el gen hasta la cultura, pasando por el temperamento,
la personalidad y el ambiente próximo.
En la psicología criminológica actual, destacan cuatro corrientes de
pensamiento e investigación, que veremos sucintamente:
LA CRIMINOLOGÍA BIOSOCIAL:
Hay varias perspectivas biológicas sobre el crimen y la delincuencia,
entre las que destacan principalmente tres, la evolucionista, la genética del
comportamiento y la psicología neurofisiológica.
En la psicología evolucionista, se parte den supuesto de que las
conductas criminales perviven en la actualidad porque en sus ambientes
evolutivos eran conductas que favorecían la adaptación, es decir, la
supervivencia y reproducción genética de los organismos que las
manifestaban.
La genética conductual formula interesantes cuestiones, tales como la
existencia de una base hereditaria de la delincuencia (hipótesis sustentada
en los resultados de estudios de adopción y gemelos que concluyen con una
prueba sustancial que apoya el papel de los factores genéticos en la
etiología de la conducta antisocial), pero no del crimen violento (la revisión
de los estudios realizados ha mostrado que el peso de la herencia se ha
demostrado para los delitos contra la propiedad y no para los delitos
violentos, tal como intuitivamente podría parecer), y la interacción entre
herencia y ambiente, postura actualmente dominante.
La neurobiología (entendida como el estudio del cerebro y las
respuestas del sistema nervioso autónomo) se encuentra, gracias a los
avances tecnológicos, en el centro de la investigación psicológica
criminológica actual, y ha proporcionado interesantes hallazgos que sugieren
la existencia de un funcionamiento anómalo de la zona prefrontal del lóbulo
frontal, que es la responsable del comportamiento ejecutivo, que incluye
integración de información, toma de decisiones y puesta en práctica de las
conductas. Pero además de esta función ejecutiva que guía, coordina y
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Formació
períodos de la vida de alguien que marcan el inicio y final de su actividad
delictiva. Las hay cortas y largas, continuas e interrumpidas durante largo
tiempo, intensas y escasas… Se aceptan dos ideas cruciales: primera, que
existen diferentes factores a lo largo de la carrera delictiva cuya relevancia
varía en función de la edad de la persona (así, la familia tiene más
importancia como factor de riesgo en los primeros años de vida que en la
adolescencia, cuando el grupo de amigos es la influencia más relevante).
Estos factores van desde lo genético y lo biológico hasta lo aprendido y lo
más ampliamente cultural. Segunda, que al igual que determinados factores
o variables se asocian con un mayor riesgo de implicarse en actividades
delictivas, existen factores o variables que pueden disminuir ese riesgo.
LA TEORÍA DEL CONTROL SOCIAL/AUTOCONTROL:
El concepto clave en esta teoría desarrollada por el sociólogo Hirschi,
es el autocontrol, puesto que su ausencia es causa suficiente y necesaria de
la criminalidad, siempre y cuando exista la oportunidad (la posibilidad física,
las condiciones materiales) para que el delito pueda realizarse. El
autocontrol se entiende como el grado en el que las personas son
vulnerables ante las tentaciones del momento. Si el ser humano busca la
gratificación de sus intereses egoístas, la falta de autocontrol no es lo que le
motiva a delinquir, sino lo que permite una transgresión que está motivada
por la propia naturaleza humana. Para los teóricos del autocontrol, las
personas que se convierten en delincuentes tienen un perfil específico,
caracterizado por impulsividad, baja activación nerviosa, impaciencia,
egocentrismo e insensibilidad. El autocontrol se origina por la educación de
los padres: cuando éstos actúan con negligencia (falta de apego y
supervisión, métodos de crianza deficientes) sus hijos no aprenderán a
inhibir sus deseos egocéntricos y se comportarán de modo abusivo y
antisocial. Es el aprendizaje del autocontrol lo que inhibe el deseo egoísta de
imponer nuestros deseos por encima de la necesidad ajena y de las leyes.
Como vemos, en este constructo psicológico todo el peso case sobre las
prácticas educativas de los padres, algo injusto sabiendo que existe una
correlación gen/ambiente que también influye.
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Formació
mantiene el comportamiento flexible para amoldarse a las circunstancias,
también es muy relevante para la vida emocional de la persona los
sentimientos que acompañan nuestras experiencias y conductas,
imprescindibles para que éstas adquieran su significado. Siguiendo esta
línea de investigación, destaca el estudio de la variable d personalidad
conocida como “búsqueda de sensaciones” que señala una tendencia a
actuar, entendida como una estrategia de respuesta que cuenta con una
estructura de activación corporal que es fácilmente puesta en acción en
determinadas situaciones. Es decir, que el individuo tenderá a elegir actos
que suponen riesgo y novedad cuando, en su vivencia de una situación, se
sienta aburrido o frustrado. En estos casos su cerebro dará las órdenes
precisas, mediante los neurotransmisores y el sistema hormonal, para que
ciertas conductas se desinhiban (como la agresión) y otras queden inhibidas
(la huida o el control). La inhibición/desinhibición son procesos fisiológicos
que responden, por consiguiente, a procesos de activación antagónicos de
ciertas áreas cerebrales. Puede concluirse que lo que se hereda no es
ningún “gen del crimen” sino tendencias a interpretar el mundo y estrategias
preferidas de actuar en él. Algunas de estas estrategias son contrarias a la
ética y las leyes de una sociedad, y a eso le llamamos delincuencia.
Resulta interesante desde el punto de pista policial detenerse en
algunas de las conclusiones de esta investigadora, que aborda la
delincuencia juvenil distinguiendo dos patrones de desarrollo: la mayoría de
los chicos que delinquen (alrededor del 65% según los estudios de
autoinforme) lo hacen al comienzo de la adolescencia, y luego la
delincuencia disminuye hasta finalizar con el término de ésta. Pero un
pequeño grupo combina disfunciones neurológicas graves con muchos
problemas familiares. Las disfunciones pueden provenir del abuso de drogas
de la madre, de lesiones cerebrales por un parto difícil o por una mala
nutrición; pero en todo caso son las responsables del inicio temprano de su
conducta antisocial.
La investigación de carreras delictivas parece confirmar esto,
mostrando que los delincuentes precoces son los que tienen una mayor
probabilidad de continuar delinquiendo en la edad adulta y los que
manifiestan una mayor versatilidad delictiva. Los delincuentes persistentes
también han revelado esas características de escaso autocontrol y
personalidad impulsiva. Por el contrario, los delincuentes limitados a la
adolescencia parecen depender más de su grupo de amigos en su decisión
de implicarse en delitos y muestran menor incidencia de estos rasgos
antisociales. Finalmente, los delincuentes persistentes tienen una mayor
participación en delitos violentos que los adolescentes, mucho más
dedicados a hurtos y robos. Por lógica, los delincuentes persistentes son
responsables de una parte desproporcionada de los delitos que se cometen
en una sociedad.
LA CRIMINOLOGÍA RACIONALISTA:
El auge de la delincuencia en todo el mundo en los años 70 y el
fracaso de las iniciativas para frenar dicha tendencia provocó una mirada
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Alude al estudio de las carreras delictivas ya mencionado, y de las
relaciones entre los eventos de la vida y las conductas delictivas (“teorías del
curso de la vida”). Dentro de esta corriente, destaca la teoría del desarrollo
de Moffitt, según la cual la delincuencia tiene múltiples raíces, incluyendo
condiciones biológicas, padres deficientes en la crianza y educación de los
hijos, fracaso escolar, etc. Las personas están influidas por diferentes
factores a medida que maduran. Por consiguiente, un factor que puede ser
muy relevante en una etapa de la vida (como el grupo de amigos en la
adolescencia) puede quedar en un segundo plano cuando se llega a la edad
adulta y se adquieren responsabilidades familiares. Y en la medida en que
tales factores cambian con el tiempo, también lo hace la implicación de un
sujeto en el delito. Si las relaciones sociales se modifican debido a las
transiciones y cambios que realizan los individuos, la conducta se ve
claramente influida, y así es como la delincuencia puede alterarse: desde
iniciarse hasta agotarse o interrumpirse, o bien hacerse más intensa, rápida
o esporádica, etc.
Formació
LA CRIMINOLOGÍA DEL DESARROLLO:
Esta visión del delincuente fue de nuevo considerada cuando Wilson
planteó que el delito guardaba poca relación con lo que la criminología
positivista consideraba que eran causas externas de la delincuencia, como la
pobreza o unos padres negligentes. En su lugar, mantenía que se debería
poner énfasis en reducir la oportunidad para cometer delitos, en especial
mediante el encarcelamiento de delincuentes reincidentes y mediante el
aumento de la capacidad preventiva intimidatorio de las leyes y la justicia.
De este modo, si fueran severamente castigados, sólo los delincuentes muy
irracionales seguirían cometiendo delitos.
Dos conceptos resultan esenciales en esta visión: la teoría de las
actividades rutinarias y la prevención situacional.
El primero de ellos señala que la probabilidad de que se cometa un
delito depende de tres factores: un delincuente motivado, con ganas de
“trabajar”, la presencia de un objetivo del delito accesible, y la ausencia de
guardianes capaces de proteger el objetivo. La idea esencial es que un
delincuente racional (la mayoría lo son según esta teoría) abandonará el
plan si no hay nada que haga que merezca la pena correr el riesgo, o bien si,
a pesar de existir un botín deseable, está demasiado protegido elevando
enormemente el riesgo. Una idea muy interesante de esta teoría, con gran
aplicación policial como veremos más adelante, es la de que el delincuente
racional buscará sus oportunidades en el contexto en el que realiza sus
actividades diarias, en los trayectos de casa al trabajo, o en tiempo y lugar
donde emplea su ocio; en definitiva, en el transcurso de sus rutinas.
La prevención situacional se refiere a un conjunto de estrategias para
prevenir el delito cuyo objetivo es reducir las oportunidades de los
delincuentes para llevar a cabo actos ilegales. De este modo, no se pretende
modificar las personalidades de los delincuentes, ni tampoco amenazarles
directamente con la acción de la policía. La idea es utilizar diversos y
simples métodos para evitar que las personas delincan.
A finales de los años 70 y principios de los 80 se cruzan los caminos
aludidos al inicio de mi exposición y que llevan al encuentro de la psicología
y la investigación policial. A finales de la década de los setenta, y tras el
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Formació
hacia el pasado y las teorías de autores como Beccaria y Bentham, grandes
contribuyentes del moderno derecho penal dando una razón a los Estados
para castigar con equilibrio a los delincuentes: éstos son seres racionales
que buscan mediante su acción ilegal obtener un beneficio que de otro modo
tendrían que lograr mediante el trabajo y el esfuerzo. Para prevenir los
delitos habría que obrar, por consiguiente, de modo que el sujeto
condenado, estimando los costos y beneficios de su delito, calculara que tal
acción no le resulta provechosa, lo que le llevaría a concluir que debería
abstenerse de cometerla en el futuro. Ésta es la filosofía de la prevención
especial: el delincuente, escarmentado, no reincide si ve que su “negocio” le
lleva a la cárcel. Pero también fundamenta la prevención general: los
ciudadanos obedientes observan las consecuencias del delito y
escarmientan anticipadamente en cabeza ajena.
Este proyecto constituyó la génesis de lo que hoy podemos
denominar “investigación psicológica del delito”, una nueva concepción
de la investigación criminal que resulta de inestimable ayuda en la resolución
de crímenes especialmente violentos de índole generalmente sexual,
cometidos por los denominados “asesinos en serie” o “serial killers”. Este
fenómeno criminal es más conocido en nuestro país a través del cine y la
televisión, pero muy real, especialmente en los Estados Unidos, país en el
que los asesinatos en serie se cuentan por centenares y donde el F.B.I. tiene
una Unidad dedicada a la caza y captura de estos peligrosos delincuentes: la
Unidad de Ciencias del Comportamiento, motor actual de las investigaciones
en este campo a nivel mundial. Para dar una idea de la importancia del
fenómeno, basta indicar que actualmente se encuentran encarcelados en
dicho país casi dos centenares de estos asesinos, y que la citada Unidad
calcula que en estos momentos se encuentran activos entre cincuenta y
cien.
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Formació
análisis de las estadísticas de homicidios cometidos en los Estados Unidos,
que indicaban que la cifra de estos delitos aumentaba desmesuradamente
en tanto que el índice de efectividad en la investigación de los mismos
decrecía en parecida proporción (en pocos años dicho índice descendió de
un 94% a un escaso 65%), el F.B.I. inicia una investigación denominada
“Proyecto de Investigación de la Personalidad Criminal”, basada en el
estudio de características de personalidad de asesinos múltiples convictos, y
en la interpretación de los rastros dejados en la escena del crimen por su
autor, la “huella psicológica” del mismo, para obtener su perfil psicológico y
clasificar diferentes tipos de asesinos.
ENFERMEDADES MENTALES CON INCIDENCIA EN LA
ACTIVIDAD DELICTIVA
INTRODUCCIÓN:
¿Qué debemos entender por enfermedad mental? Como en tantos
otros aspectos, es una cuestión debatida y controvertida. Históricamente y
en todas las culturas se han descrito distintos tipos de trastornos mentales,
pese a la vaguedad y las dificultades que implica su definición. Actualmente,
no existe todavía una definición universal de la enfermedad mental como
concepto unívoco, sino que se considera desde diferentes perspectivas
(psicológica, médica, psiquiátrica,..).
Un sencillo y operativo concepto de enfermedad mental es aquel que
la define como cualquier desviación significativa de un estado ideal de salud
mental positivo que implica sufrimiento e incapacidad.
La enfermedad mental supone una disfunción biológica, psicológica y
comportamental de una persona, con manifestaciones conductuales,
emocionales y cognitivas (de conciencia, percepción, memoria y
pensamiento).
Ahora bien, ¿qué es lo anormal en la forma de pensar y actuar de una
persona? Parece coherente pensar que el enfermo mental sería aquel que
con su conducta sobrepasa los límites del criterio de normalidad establecido
en un tiempo y en una sociedad determinados. Sin embargo, esto nos lleva a
considerar la siguiente cuestión: ¿qué debemos entender por criterio de
normalidad? Puesto que tiene una triple vertiente:
-
Médica: Entiende por normalidad/anormalidad la ausencia o
existencia de síntomas o signos de enfermedad.
-
Estadística: Entiende la normalidad como promedio.
-
Forense: Valora la conducta en función del aumento o
disminución de la imputabilidad del acto y de su
responsabilidad.
Tampoco se salva de la controversia la cuestión de la clasificación de
las enfermedades mentales, que varía según las escuelas y doctrinas
psicopatológicas. Como es un aspecto que carece de interés puramente
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7. Enfermedades mentales con incidencia en la actividad delictiva
8. Trastornos de personalidad
9. Parafilias
10. Aspectos psicológicos de la intervención policial en situaciones de
crisis
Formació
MÓDULO II: PSICOPATOLOGÍA CRIMINAL
En primer lugar debemos tener en cuenta que la peligrosidad del
enfermo mental casi siempre ofrece indicios reveladores de la alta
probabilidad de comisión de algún delito, viniendo determinada
principalmente por una grave alteración del juicio y por la pérdida del control
de impulsos.
La actuación policial con enfermos mentales debe basarse en estos
tres aspectos:
-
Prevención del estado peligroso, colaborando con el
sistema sanitario en la prevención de conductas
delictivas
(actuaciones
asistenciales),
aportando
información sobre los índices reveladores de
peligrosidad que se hayan observado en un sujeto.
-
Adecuación de la conducta policial a los diferentes tipos
de trastornos mentales.
-
Elaboración
de
atestados:
Debe
describirse
detalladamente la conducta, los síntomas y signos
observados pero sin realizar catalogaciones, que
corresponden a los especialistas.
TRASTORNOS DISOCIATIVOS:
Constituyen una variedad de trastorno neurótico que podemos
definir como una alteración súbita y temporal de las funciones
integradoras de la concencia, identidad o conducta motora (ruptura de
la vida mental y falta de integración entre diversas partes de la
personalidad). A pesar de ser estadísticamente poco relevantes, es
interesante conocerlos por su importancia en la actividad policial:
Trastorno de identidad disociativo: Mal llamado personalidad
múltiple, constituye el único trastorno de personalidad específico
diagnosticado como trastorno mental. Es mucho más infrecuente de lo
que se cree, y se caracteriza por la existencia en una misma persona de
distintas personalidades muy distintas entre sí, una de las cuales
adquiere prominencia en un momento determinado tapando totalmente
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Nosotros nos detendremos únicamente en algunas enfermedades
mentales con las que es probable que nos encontremos en nuestra labor
policial, los aspectos a tener en cuenta para identificarlas y las pautas de
actuación más eficaces.
Formació
policial, nos limitaremos a reseñar que en la actualidad y en el ámbito
europeo se maneja la Clasificación Internacional de las Enfermedades en su
décima revisión (más conocida por su acrónimo C.I.E.-10), en tanto que en
el ámbito americano impera la clasificación del Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales en su cuarta revisión (conocido por
sus siglas en inglés, DSM-IV).
Fuga psicógena o disociativa: Similar a la anterior, añade
desplazamiento de lugar (viajes repentinos e inesperados) y cambio de
identidad total o parcial. Durante esta “nueva vida” se pueden cometer
actos delictivos y violentos. A los factores predisponentes de la
amnesia psicógena debe añadirse la ingesta excesiva de alcohol.
Trastornos de despersonalización: Trastornos sensoperceptivos,
sentirse fuera del propio cuerpo como un observador externo, como en
un sueño. El sentido de la realidad permanece intacto.
Estados de trance y posesión: Suelen aparecer en el contexto de
ceremonias parapsicológica o religiosas de tipo esotérico, o por
sugestión intensa fuera de este contexto. El sujeto cae en un estado
crepuscular limitativo de su conciencia, en el cual puede llegar a
cometer graves delitos.
ESQUIZOFRENIA:
El concepto de “mente dividida” implícito en el origen
etimológico de la palabra hace referencia a la disociación entre
emociones y cognición. Abarca un grupo de trastornos graves, que
suelen aparecer en la adolescencia y son crónicos e incurables hoy día,
aunque con tratamientos adecuados mejoran mucho.
Los síntomas son las agudas perturbaciones del pensamiento, la
percepción y la emoción, que afectan a las relaciones con los demás,
unidos a un sentimiento perturbado sobre uno mismo y a una pérdida
del sentido de la realidad que deteriora la adaptación social.
Características comunes de estos trastornos son la
desorganización del pensamiento y el lenguaje, alteraciones
perceptivas, emocionales, y motoras.
Se han descrito distintas clases de esquizofrenia, clásicamente
cuatro: simple, hebefrénica, paranoide y catatónica.
A nosotros nos interesan más las características del delito
cometido por el esquizofrénico:
- Incomprensibilidad e imprevisibilidad
- Violencia: delitos casi siempre de sangre y muy graves
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Amnesia psicógena o disociativa: Incapacidad para recordar
información personal importante en ausencia de causa orgánica, sobre
lo que aconteció antes o después de un suceso perturbador o ante
acontecimientos precipitantes o inaceptables para el sujeto. Es
importante conocerlo para no confundirlo con un intento de ocultar
información en una entrevista o interrogatorio policial.
Formació
a las otras. Constituye una de las excusas preferidas de los asesinos
en serie para justificar sus crímenes.
- Soledad (actúan solos)
- Inutilidad: el crimen no es útil salvo para el enfermo en cuanto que
puede elimnar sus padecimientos a través de su realización.
A pesar de lo anterior, no debemos criminalizar al enfermo
esquizofrénico, puesto que la inmensa mayoría de ellos son pacíficos
(baste saber que estadísticamente, el riesgo de suicidio en estos
enfermos es 100 veces mayor que el de homicidio).
PSICOSIS DELIRANTES:
Las ideas delirantes son creencias falsas, firmemente asentadas
y por ello irreductibles, y generalmente son referidas a situaciones
cuya ocurrencia es posible en la vida real.
El delirio es un síntoma, no una enfermedad. Las personas que lo
padecen aparentan normalidad en su aspecto y comportamiento
cuando sus ideaciones delirantes no son cuestionadas o puestas en
juego (pueden llevar una vida perfectamente normal en todos los
ámbitos excepto aquel al que se refiere su delirio).
El origen del delito está en la idea delirante cuando se acompaña
de exaltación emocional amenazante, y sus actos se caracterizan por
tener íntima relación con el delirio, premeditación, falta de alevosía y de
arrepentimiento. Al cometer el delito no buscan la impunidad, sino que
están convencidos de haber llevado a cabo un acto justo, por lo que no
opondrán resistencia a la detención.
Dentro de este tipo de enfermedades mentales se da un grupo de
trastornos, los paranoides, en los que resulta conveniente profundizar
por su relativa frecuencia con la que como policías tenemos que
enfrentarnos.
La personalidad paranoide es defensiva, rígida, desconfiada y
egocéntrica, con tendencia a aislarse, y teniendo como síntoma
principal las ideas delirantes, se caracteriza por los siguientes rasgos:
- Pensamiento proyectivo (tendencia a culpabilizar de todo a los
demás)
- Hostilidad
- Suspicacia
- Autorreferencia
- Miedo a la pérdida de autonomía
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- Reincidencia
Formació
- Indiferencia afectiva: sin arrepentimiento
- Conducta social bien adaptada
Conviene considerar algunos aspectos de la violencia del paranoide,
que resultan de nuestro interés:
-
El acto homicida suele ir precedido por el desarrollo anterior
de ideas de persecución e infidelidad, con un período previo
de cavilación.
-
En algunos enfermos, la conducta potencialmente peligrosa
se hace más aparente, ya que suele proferir abiertas
amenazas. Lucha continuamente contra sus sentimientos
coléricos, pero tiene unos límites de tolerancia pasados los
cuales explotará con una violencia irracional.
-
Aproximadamente la mitad de los asesinos paranoide
escogen como víctimas a miembros de sus familias, y dos
terceras partes de los asesinatos se producen en casa de la
víctima o del paciente.
-
El ataque homicida contra miembros de la propia familia es
más frecuentemente cometido por adolescentes de entre
quince y veinte años de edad.
Los tipos de delirio más comunes y que en muchas ocasiones dan
lugar a graves conductas delictivas son:
-
Delirio de reivindicación: El enfermo se siente injustamente
tratado y agraviado por alguna persona o institución, lo que le
llevará, al sentirse desengañado porque “nadie la hace caso”
o a sentirse continuamente perseguido o represaliado, a
conductas
delictivas
tales
como
reivindicaciones
alborotadoras que dan lugar a desórdenes públicos, daños
contra propiedades o bienes públicos o privados, agresiones,
etc.
-
Delirio de persecución: El enfermo se considera víctima de
una conspiración, perseguido y vigilado continuamente, con
intentos de controlar su mente. Su intención de escapar al
acoso puede conducirle a conductas violentas graves.
-
Delirio celotípico: El sujeto es presa de unos celos
incontrolables y obviamente injustificados que pueden llevarle
a la agresión física (y muy frecuentemente al homicidio) como
venganza, dirigida tanto a la persona objeto de los celos
como al “causante” de los mismos.
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- Inteligencia conservada
Formació
- Grandiosidad
-
Delirio de grandeza: El paranoide insuflado de grandezas
que cree tener una misión especial que cumplir, puede
sentirse obligado a llevarla a cabo aunque sea necesaria la
utilización de la fuerza física.
-
Folie à deux: Psicosis de asociación. Delirio compartido por
dos personas, que por su alto interés criminológico tratamos
más extensamente.
PSICOSIS DE ASOCIACIÓN:
La folie à deux se define como la transferencia de las ideas delirantes
y/o la conducta anormal de una persona a otro u otros que han estado en
estrecha relación con la persona primariamente afectada.
Han de darse tres condiciones esenciales para el desarrollo de este
síndrome:
-
-
Un individuo que domine a otro. El miembro dominante
paulatinamente impone su delirio al compañero en un
principio sano y que es más pasivo.
Ambos individuos han convivido estrechamente durante
mucho tiempo y se han aislado de influencias exteriores.
Las ideas delirantes compartidas se mantienen generalmente
dentro de unos límites de posibilidad y pueden basarse en las
esperanzas comunes de ambos o en acontecimientos que les
han ocurrido.
Existen cuatro subtipos principales:
-
Folie imposée (psicosis impuesta): Es la manifestación
normalmente referida como folie à deux. Las ideas delirantes
de un psicótico son transferidas a otro individuo
psíquicamente sano que a menudo elabora sobre ellas.
Ambos han estado íntimamente unidos y aislados de posibles
fuerzas equilibradoras. Las ideas delirantes del receptor
suelen desaparecer tras separarlo del inductor.
-
Folie simultanée (psicosis simultánea): Dos personas con una
predisposición mórbida y que viven juntas, desarrollan
simultánea pero independientemente una psicosis paranoide.
-
Folie communiquée (psicosis comunicada): Las ideas
delirantes se desarrollan en dos personas íntimamente
relacionadas que tienen un predisposición psicótica
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Delirio erotomaníaco: Supone la convicción de ser amado
por alguien, normalmente con rango social superior. Puede
provocar conductas de acoso u hostigamiento hacia su
supuesto amante.
Formació
-
Folie induit (psicosis inducida): Un psicótico adquiere nuevas
ideas delirantes bajo la influencia de otro enfermo.
Estos tipos de psicosis transmitida pueden dar a hechos criminales de
gran magnitud (pensemos en los suicidios colectivos inducidos por líderes
sectarios) o al surgimiento de auténticas “parejas criminales” capaces de
causar gran número de muertes (Otis Toole/Henry Lee Lucas, “Felices como
asesinos”).
TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
LA PSICOPATÍA:
Debido a la frecuencia con la que se produce la confusión entre
psicopatía y psicosis, me parece oportuno comenzar mi intervención
puntualizando esta distinción, aunque quizá para algunos de ustedes esto
puede resultar una obviedad.
De forma resumida, podemos decir que los psicóticos son auténticos
enfermos mentales, siendo su trastorno de etiología psíquica u orgánica.
Característicos del mismo son: desorganización profunda de la personalidad,
alteración del juicio crítico y de la relación con la realidad, trastornos del
pensamiento, ideas y construcciones delirantes y perturbaciones de la
sensopercepción; cuadro que nada tiene que ver con la psicopatía. Los
trastornos de personalidad surgen en personas psíquicamente normales y se
diferencian de la enfermedad mental en tres aspectos básicos:
- Son estables temporalmente: Tienen una continuidad en el tiempo y
en el grado de intensidad, al contrario de lo que sucede con la enfermedad
mental, que muchas veces cursa con períodos de crisis.
- Refleja alteraciones más globales con síntomas más inespecíficos.
- Son egosintónicos, no son subjetivamente percibidos como
molestos.
Esto tiene importantes implicaciones en casos de crímenes violentos
sobre todo a nivel judicial, puesto que si tradicionalmente el psicótico
diagnosticado es considerado inimputable al encajar su enfermedad dentro
de las eximentes previstas por nuestro Código Penal, la jurisprudencia viene
considerando justamente lo contrario para el psicópata, al que en la mayoría
de las ocasiones se le considera responsable de sus actos al entender que
no pierde el contacto con la realidad, diferencia perfectamente el bien del
mal y posee lucidez y dominio de su voluntad.
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-
Formació
hereditaria. Ocurre el contagio del delirio y el receptor lo
mantiene a pesar de estar separado del inductor.
En cierto modo, esta es una reformulación de la definición del
concepto de “locura moral” que ofreció a mediados del siglo XIX el psiquiatra
inglés Pritchard, quien siguiendo los pasos de Philippe Pinel fue uno de los
pioneros en el estudio de este fenómeno, junto con Kraepelin (que introdujo
el término “personalidad psicopática” por primera vez en 1903) y Kurt
Schneider, cuya tipología de personalidades psicopáticas es ya clásica.
El término “sociópata”, introducido por la escuela americana (de clara
orientación ambientalista como se deduce a simple vista), puede decirse que
es equivalente al de psicópata, y fue adoptado por la todopoderosa Sociedad
Psiquiátrica Americana hasta 1.980, año en que adoptó la terminología de
“Trastorno Antisocial de la Personalidad” para referirse al fenómeno y que
perdura en la actualidad, siendo ésta la acepción utilizada en el D.S.M.,
manual de referencia para todos los profesionales de la psiquiatría y la
psicología.
Pero esta acepción tampoco convence a algunos, que la cuestionan
porque la generalidad del constructo (que más adelante veremos) supone
para ellos que aquel sea sinónimo de delincuente habitual. Y no todos los
psicópatas son delincuentes habituales, aducen los críticos no sin razón.
No me extenderé más en este aspecto, puesto que coincido
plenamente con Sutherland y Cressey cuando dicen que “existen tantas
descripciones que cualquier criminal podría ser psicópata según la teoría o
clasificación utilizada”.
Aunque para aproximarnos a la comprensión de su comportamiento
no tiene importancia la palabra que utilicemos para definir a estos
personajes, sí que es importante tener una idea clara del concepto de su
trastorno.
El estudio y la descripción de la psicopatía han sido abordados
tradicionalmente desde un punto de vista psicosocial. Y ha sido así porque
como muy bien dice Garrido Genovés, se trata, ante todo, de una condición
relacional, un cuadro que se manifiesta en una especial forma de
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Buena prueba de la incógnita científica que todavía hoy supone el
psicópata es el hecho de que, para empezar, ni siquiera existe consenso
acerca del concepto. La ciencia empezó a interesarse por la cuestión hace
más de doscientos años, y desde entonces, han sido muchas las
definiciones o acepciones que del término se han ofrecido, dependiendo del
campo científico e incluso ideológico desde el que se han formulado. A mí
personalmente, me parece correcta por su “neutralidad” la siguiente
definición: “Trastorno psíquico que se caracteriza por deficiencia de control
de las emociones e impulsos, insuficiencia de adaptación a las normas
morales, asociabilidad y tendencia a la actuación y a las conductas
antisociales” (Diccionario médico Salvat-Masson, 3ª edición, 1990).
Formació
El concepto de psicopatía:
Esta descripción del trastorno es duramente criticada porque
encorseta el diagnóstico en conductas antisociales y delictivas, obviando
otros rasgos de personalidad perfectamente definidos.
Estos rasgos se dividen, para su concreción, en dos grandes áreas:
emocional/interpersonal y estilo de vida. Veamos ambas sucintamente.
El área emocional/interpersonal se caracteriza por:
- Locuacidad y encanto superficial: Los psicópatas son en muchos
casos personas que despiertan simpatía, que tienen lo que se llama “don de
gentes”. Son capaces de hablar con convicción de cualquier tema, aunque
carezcan de preparación alguna sobre el mismo.
- Egocentrismo y vanidad desmesurada: Se tienen como seres
superiores al resto, con una hipervaloración de sí mismos que les lleva a no
sentir la más mínima preocupación por sus semejantes, a regirse por sus
propias normas y despreciar e ignorar las escalas de valores socialmente
imperantes, que “no son para ellos”; les lleva incluso a creerse impunes.
- Desafecto emocional: Carecen de sentimientos, son incapaces de
sentir cualquier emoción (tales como la culpa, el arrepentimiento, el
remordimiento, la ansiedad o el miedo), lo que supone la ausencia de
cualquier freno emocional para su comportamiento. Pueden actuar
conociendo las consecuencias pero sin que éstas les importen. No
comprenden ni aprecian los sentimientos ajenos ni les interesa. Sus
relaciones humanas están basadas en el utilitarismo más puro.
- Mentiroso y manipulador: Son auténticos maestros del arte del
engaño, con una especial habilidad para detectar los puntos débiles de los
demás y aprovecharse de ellos.
- Hedonismo exacerbado: Para el psicópata, la satisfacción inmediata
de sus necesidades se convierte en algo vital, que prima sobre cualquier otra
circunstancia. No dudarán en pasar por encima de personas, leyes, códigos
morales, para conseguir lo que buscan. Aplican su propia escala de valores
ajustada a su conveniencia, dejando cualesquiera otra para el resto de los
mortales.
- Afán de notoriedad: Este rasgo se relaciona íntimamente con el de
hedonismo y vanidad desmesurada mencionados. Muchos de ellos sienten
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El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, más
conocido por su acróstico D.S.M., identifica como característica esencial del
trastorno antisocial de personalidad un patrón general de desprecio y
violación de los derechos de los demás, con un comienzo temprano (en la
infancia o al principio de la adolescencia) y una continuidad en la edad
adulta. Recoge, como manifestaciones de este trastorno, algunos aspectos
esenciales de su conducta utilizados para el diagnóstico.
Formació
relacionarse con los demás. Veamos ahora cómo son definidos los
psicópatas por la psiquiatría:
- Percepción distorsionada de la vida: Algunas investigaciones han
puesto de manifiesto que los psicópatas tienen esencialmente una
concepción reduccionista de la vida y el mundo, que perciben en términos de
blanco o negro, sin puntos intermedios. Uno tiene razón o no la tiene. Matas
o mueres.
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la necesidad de destacar, de demostrar al mundo su superioridad, eligiendo
para ello en ocasiones el camino de la violencia.
- Impulsividad: Al no importarles las consecuencias de sus actos, los
psicópatas en muchas ocasiones no piensan, simplemente actúan buscando
la satisfacción inmediata de sus deseos.
- Deficiente control de la conducta: No controlan adecuadamente su
temperamento, carecen de mecanismos inhibidores de la conducta violenta.
Su reactividad a cualquier tipo de representación de la autoridad, a las
provocaciones e insultos o simplemente a las dificultades cotidianas, puede
provocar accesos incontrolados de furia o enojo de diferente duración e
intensidad, pero generalmente desproporcionados.
- Necesidad de excitación continuada: El aburrimiento es un enemigo
natural del psicópata, que parece sentir la necesidad de experimentar
continuamente nuevas sensaciones, lo que en muchas ocasiones les lleva a
las drogas y a un estilo de vida itinerante e inestable.
- Irresponsabilidad e incapacidad para cumplir compromisos: Para
ellos, los conceptos de responsabilidad y compromiso carecen de sentido.
Si acaso, pueden utilizar los compromisos para satisfacer, como siempre,
sus fines inmediatos, pero sin demostrar intención alguna de cumplirlos una
vez satisfechos sus deseos. El matrimonio y la familia son para ellos medios
de financiación, lugares para descansar de vez en cuando mediante el
abuso de las personas que le rodean. Los compromisos con el sistema
judicial, con el que frecuentemente terminan tratando, son para ellos
inexistentes.
- Manifestaciones tempranas de conducta asocial: Todos los rasgos
que hemos enumerado tienen su traducción en un comportamiento cuando
menos asocial, si no claramente violento, ya en la infancia. Se han detectado
tres claros signos indicadores de la psicopatía violenta en la infancia: la
crueldad con los animales, el incendiarismo y la eneuresis se encuentran en
la biografía de gran número de psicópatas violentos. Todas estas
manifestaciones tempranas de conducta asocial se asientan y refuerzan en
la edad adulta, construyendo así el perfil típico del comportamiento
psicopático.
Algunos de estos atributos revisten gran importancia a la hora de
explicar la conducta violenta del psicópata, como más adelante veremos.
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Formació
En cuanto a los aspectos del estilo de vida destacan:
1ª.- No todos los psicópatas son delincuentes. Es erróneo
identificar psicópata con delincuente. Como muy bien dice el Dr. Robert
Hare, una de las máximas autoridades mundiales en psicopatía, puede
caerse en esta confusión si solo nos fijamos en la conducta antisocial (que
es por definición propia de los delincuentes) dejando de lado los aspectos
interpersonales y afectivos que ya hemos visto. Esto lleva en muchas
ocasiones a diagnosticar demasiados casos de psicopatía en poblaciones
criminales y pocos en poblaciones no criminales.
No todos los psicópatas caen en la delincuencia. Aunque suelen ser
muy destructivos para todos aquellos con los que se relacionan, muchos de
ellos son capaces de pasar por la vida sin incurrir en comportamientos
claramente delictivos. Son personas con un grado medio o bajo de
psicopatía que, siguiendo a Garrido Genovés, logran integrarse en la
sociedad, auténticos “camaleones” capaces de adoptar el camuflaje social
más conveniente a sus intereses en cada momento, abusando
emocionalmente en muchas ocasiones de las personas de su entorno para
lograr sus deseos sin tener que recurrir a actos delictivos.
2ª.- No todos los psicópatas son criminales violentos. Tampoco
debemos pensar que aquellos psicópatas que han caído en la delincuencia
son necesariamente violentos: muchos de ellos son típicos “delincuentes de
cuello blanco”. Pero sí es cierto que aquellos que encuentran en la violencia
una eficaz herramienta para obtener sus deseos conforman el terrorífico
grupo de los criminales más crueles y peligrosos, nutriendo abundantemente
las categorías de homicidas, asesinos y violadores en serie, maltratadores
domésticos,...
Es la conducta de este grupo la que nos interesa estudiar. Deseamos
saber no solo como se manifiesta, también las causas que la provocan,
como nos defendemos de ella y como puede prevenirse.
Antes de continuar conviene aclarar que no debe confundirse la
violencia del psicópata criminal con otras manifestaciones violentas e incluso
estilos de vida puramente criminales y violentos, producto de la asunción de
normas culturales basadas en la crueldad y el crimen, coincidentes en cierto
modo con el comportamiento psicopático, pero cuyos autores carecen de
éste. Hay personas capaces de cometer crímenes atroces y de asesinar a
sangre fría, y no son necesariamente psicópatas.
Veamos ahora algunas características típicas de la conducta violenta
del psicópata y que guardan una estrecha relación con los rasgos de
personalidad que hemos visto antes.
- Generalmente tiene un carácter depredador: Para el psicópata
violento, sus víctimas son meras presas a su alcance, útiles para su
satisfacción. El mundo se divide en cazadores supervivientes y sus presas.
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Antes de analizar el comportamiento violento del psicópata debemos
tener presentes dos puntualizaciones importantes:
Formació
Análisis criminológico del comportamiento violento del psicópata
- Es despiadada y de una crueldad inusitada: Sus crímenes son
cometidos en muchas ocasiones de forma instrumental y metódica, de modo
directo y sin complicaciones. Sangrientos asesinatos son cometidos
fríamente, sin ningún sentimiento, llevados a cabo con una tranquilidad
pasmosa, como si fuese algo carente de la menor importancia. Sus actos no
tienen el color emocional que caracteriza la violencia de otras personas.
- Es también indiscriminada, ya que cualquier persona puede ser su
objetivo, sin importarle en absoluto cualquier circunstancia que pueda
suponer indefensión de la víctima pero tampoco un peligro para el agresor.
- Por último, se manifiesta de múltiples formas e intensidad: La
violencia psicopática adopta las más variadas formas de expresión, pasando
por cualquiera de los grados de violencia, tanto física como psíquica; desde
la humillación y el daño psicológico más sutilmente infligidos hasta el
asesinato más cruel y sádico.
Estas características encuentran su reflejo en las diferentes
manifestaciones del comportamiento violento. Aunque el principio de Fentres
(1973) dice que deben formarse categorías de conducta pero que el
investigador no debe creer jamás en ellas, lo cierto es que pueden
resultarnos útiles para nuestro propósito. Por ello yo propongo, sin ánimo de
exhaustividad, algunas conductas violentas típicas del psicópata y que
constituyen a mi juicio su “sello de clase”.
Una grave expresión de la violencia psicopática tristemente de moda
la constituye, en muchas ocasiones, la violencia doméstica. Aunque no
existe acuerdo acerca de la morbilidad del trastorno psicopático entre los
maltratadores familiares, algunos investigadores sitúan el porcentaje de
maltratadores psicópatas alrededor del 30% (Hare, 1999). Pero, como
veremos, algunas conductas típicas de estos sujetos encajan a la perfección
con el comportamiento del psicópata violento.
Mencionamos antes que la familia únicamente tiene para el psicópata
un sentido utilitario: es algo que sirve a sus fines, sean éstos económicos,
sexuales o acomodaticios, teniendo a su mujer e hijos como auténticos
esclavos que trabajan para él, satisfacen sus deseos sexuales y cumplen
con las tareas domésticas cotidianas tan necesarias como pesadas y
tediosas: lavar, preparar la comida, hacer la casa...
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- Es en muchas ocasiones irracional, desproporcionada e
inesperada: Puede surgir súbitamente, sin un propósito real, o como
respuesta a cualquier situación, por nimia que ésta sea, que incomode al
psicópata.
Formació
Sus víctimas no son personas, el ser humano se “cosifica”, se transforma en
un objeto y sus sentimientos traen sin cuidado alguno al depredador. Esto es
especialmente evidente en los casos más extremos de violencia psicopática,
el asesinato y la violación en serie.
Una vez sometida la mujer, puede disfrutar de ella hasta el límite de
su resistencia: será su esclava sexual, deberá trabajar fuera de casa para
conseguirle dinero y dentro de ella para satisfacer sus comodidades. En este
entorno, los hijos, si es que existen, suelen ser para estos psicópatas meros
estorbos, “efectos secundarios” del placer sexual. Puede parecer muy duro,
pero los psicópatas no aman a nadie salvo a sí mismos. En consecuencia,
sus hijos también sufrirán las mismas consecuencias del comportamiento
violento del padre psicópata: el sometimiento absoluto a sus exigencias por
absurdas que éstas sean, el terror a sus reacciones imprevisibles y erráticas,
el castigo físico desproporcionado y cruel. Con este panorama, es fácil
comprender el daño que puede sufrir una personalidad en desarrollo en
períodos de la vida tan frágiles como la infancia y la adolescencia.
El resultado final de la violencia doméstica del psicópata es en
muchas ocasiones la muerte de su cónyuge, que tiene lugar a consecuencia
de la reacción defensiva de la víctima que logra escapar a él. Muchos de
estos crímenes son cometidos por maridos o compañeros que han sido
abandonados o cuyas mujeres se han separado de hecho o legalmente de
ellos, desafiando su sensación de poder omnipotente; otros surgen de forma
imprevista como respuesta a una reacción defensiva de la víctima en el
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La familia con un padre, marido o hijo psicópata y violento vive en un
infierno con muros invisibles del que resulta muy difícil escapar. Estas
personas han de soportar día tras día, durante largos años, todo tipo de
vejaciones, humillaciones, abusos físicos y psíquicos que muchas veces
terminan con una dramática muerte en ocasiones tristemente anunciada. En
el comportamiento familiar del marido psicópata violento vemos la
materialización absoluta de todos sus rasgos distintivos. Utilizando su agudo
sentido de detección de los puntos débiles del prójimo para seleccionar la
víctima con la disposición anímica idónea, se convierten en novios
encantadores, cariñosos y atentos que despliegan todos sus encantos para
subyugarla y a los que se puede disculpar su carácter posesivo porque éste
es fruto del amor, piensan ingenuamente muchas mujeres. Pero una vez que
la presa está capturada, generalmente con el cepo del matrimonio, la bestia
pronto se desenmascara mostrando su verdadero rostro. Si no lo ha
conseguido todavía, iniciará su estrategia de “acoso y derribo” para
conseguir una completa dependencia psicológica de su víctima tejiendo una
sutil red de aislamiento social que frustre cualquier intento y posibilidad de
huida, cortando los lazos de la mujer primero con sus amigos y finalmente
con su propia familia, a la que en ocasiones consigue incluso poner de su
propio lado. Con la víctima en sus redes, procederá a la destrucción total de
su autoestima mediante la humillación constante, la desvalorización
sistemática de todos sus actos y la inculcación de sentimientos de
culpabilidad que convenzan a la mujer de que ella es la única culpable de su
infeliz situación. Si el sometimiento psicológico no funciona o no lo hace al
ritmo deseado, no dudará en utilizar la violencia física necesaria para
reforzarlo, haciéndose habituales compañeros del camino de la vida de la
mujer maltratada los golpes, torturas y palizas.
Otro crimen típicamente psicopático es el que podríamos denominar
homicidio absurdo, que despierta una especial perplejidad en la sociedad y
que provoca escalofríos: aquel cometido sin motivo aparente y para el cual
sus autores aportan razones tan peregrinas como la curiosidad o el
aburrimiento, argumentos recurrentes y propios del psicópata, y
especialmente del psicópata joven.
Algunos de los crímenes absurdos que saltan a los medios de
comunicación son puramente impulsivos, propios de psicópatas primarios
incapaces de controlar su agresividad ante la existencia de estímulos que
provoquen en ellos reacciones negativas. De este modo, el incidente más
pequeño (una discusión de tráfico, un comentario contrario a su línea de
pensamiento, incluso un gesto o una mirada malinterpretados) puede
generar una respuesta tremendamente violenta.
Examinemos más detenidamente este tipo de homicidios en función
de las razones que manifiestan sus propios autores. Una de ellas es la
curiosidad. Los ejemplos son muchos: recordemos el caso de aquel pobre
motorista que murió decapitado en Barcelona a consecuencia de un cable
metálico tendido de lado a lado de la calzada por un par de chicos que
“querían saber si solo se caería o si le cortaría la cabeza”. Muy reciente en el
tiempo está el llamado “crimen de la katana”. Su autor, con enorme frialdad,
declaró a la policía haber masacrado a su familia con una espada de
samurai, según sus propias palabras, “para saber qué sensación me
producía estar solo en el mundo”.
Esta razón para el asesinato está íntimamente ligada con la
necesidad de excitación continuada de la que ya hemos hablado, esa
continua búsqueda de emociones nuevas que es uno de los puntos de
referencia de la vida del psicópata y que comienza a despuntar en la etapa
adolescente, período por el que se encuentran pasando los autores de
muchos de estos asesinatos.
Otro de los motivos aducidos en ocasiones para crímenes sin sentido
es la búsqueda de la fama. Tampoco debemos retroceder mucho en el
tiempo para encontrar un ejemplo cercano: recordemos a las autoras del
“crimen de San Fernando”, dos adolescentes que asestaron una veintena de
puñaladas e intentaron cortarle el cuello a una de sus compañeras de
instituto. En su primera declaración judicial, manifestaron que lo habían
hecho porque “era una nueva experiencia que les permitiría hacerse
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Si analizamos cualquiera de estos actos veremos que tienen los
ingredientes de la conducta psicopática violenta descritas anteriormente: son
crímenes irracionales, desproporcionados, crueles, descarados y desafiantes
al sistema social, y sus víctimas no son otra cosa para el agresor que meros
“objetos” con una utilidad temporal.
Formació
transcurso de un episodio de violencia, o simplemente por hastío, cuando el
asesino decide que está harto de esa mujer que ya no le sirve para nada
salvo para molestarle, y por lo tanto hay que deshacerse de ella sin más
miramientos.
Muchos de estos crímenes absurdos comparten además un
denominador común: son cometidos por personas muy jóvenes,
adolescentes e incluso niños. Y, para colmo, se observa una tendencia al
alza en cuanto a su número y un descenso de la edad de sus autores.
La sociedad asiste con desconcierto al espectáculo cada vez más
frecuente ofrecido por los medios de comunicación informando sobre
sangrientos crímenes cometidos por menores. Surgen así multitud de
hipótesis para explicar el fenómeno, entre las que se alzan con fuerza las
teorías sociológicas que atribuyen al factor ambiental la causa del problema.
Aunque después se discutirán con más detalle las posibles causas del
comportamiento psicopático violento, me parece oportuno incidir en este
aspecto en concreto. Y es que parece muy probable que circunstancias tales
como el desplazamiento de la influencia del proceso de socialización del
individuo hacia agentes inadecuados (como la escuela o la televisión) en
detrimento de la familia, agente socializador por excelencia; la dulcificación y
exaltación de la violencia por el cine y la televisión, el triunfo de la filosofía
del éxito a cualquier precio o la drástica reducción de la importancia
otorgada a los valores humanos, propicien un desarrollo más prematuro del
trastorno psicopático en aquellas personas con predisposición al mismo, que
conduciría a la comisión de delitos violentos a edades cada vez más
tempranas.
Otra de las manifestaciones de la violencia psicopática, quizá la más
grave y, sin duda la más compleja, es el asesinato y la agresión sexual en
serie. Este tipo de crímenes son cometidos por dos grupos de delincuentes:
psicópatas y psicóticos, cuya diferencia todos conocemos ya. Pero de los
asesinos en serie conocidos, los psicópatas conforman el grupo más nutrido
y peligroso, tanto cualitativa como cuantitativamente: el 70 % de ellos. Y si
coinciden en una misma persona la psicopatía y alguna desviación sexual,
aparece la combinación más letal. Sus conductas criminales manifestadas
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Algunos crímenes son justificados por simple hastío: la prensa informó
en 1998 del caso de tres adolescentes que asesinaron a un niño de once
años en Italia porque “molestaba, hablaba más de la cuenta y se metía en lo
que no le importaba” (“El País”, 30-11-98). En estos casos, más que la
satisfacción del deseo de sentir nuevas emociones se trasluce ese
sentimiento de superioridad manifiesta tan característico del psicópata, y que
le “autoriza” a decidir sobre la vida y la muerte en función de sus peculiares
apetencias. En el espejo de estos asesinatos se refleja fielmente su imagen:
son crueles, fríos, demostradores del nulo valor otorgado a la vida humana y
del vacío emocional que padecen sus autores.
Formació
famosas” (“El País” 04-06-00). Esta tendencia a delinquir para adquirir
notoriedad, denominada erostratismo en recuerdo a Eróstrato (efesio que
incendió el templo de Artemisa para inmortalizar su nombre), como ya
hemos visto, también caracteriza a muchos psicópatas, que ven en la gran
repercusión periodística de sus crímenes el vehículo perfecto para colmar
sus ansias de vanidad.
No parece en este sentido nada congruente con el perfil psicológico
del psicópata que hemos trazado, la actuación (por citar un caso
autótoctono) de Joaquín Ferrandiz Ventura, el llamado “asesino de
Castellón” condenado por cinco asesinatos de mujeres jóvenes no hace
mucho tiempo. Ferrándiz, al igual que muchos otros asesinos en serie,
preparaba minuciosamente el asalto de sus víctimas, a varias de las cuales
siguió con su automóvil provocando pequeños accidentes (en una ocasión
desinfló una de las ruedas del coche de su víctima para ello) entrando
seguidamente en escena ofreciendo su ayuda para contactar con ellas,
eliminando de este modo sus posibles reticencias. Pero esta planificación es,
en muchas ocasiones, más aparente que real. Me explicaré: por seguir con
nuestro ejemplo, antes de cometer cada asesinato Ferrandiz vagaba con su
vehículo sin rumbo, a veces durante horas, por distintas poblaciones, y en
muchas ocasiones volvió a su domicilio sin llegar a actuar. Los crímenes de
los asesinos en serie surgen, en realidad, de la improvisación impuesta por
la necesidad de matar que ellos mismos dicen sentir. Esa improvisación en
ocasiones tendrá tiempo de convertirse en un asesinato premeditado, pero
en muchas otras será una rápida reacción, más o menos afortunada desde
el punto de vista criminal, derivada de su carácter depredador ante la
oportunidad que se presente. El asesino en serie psicópata de carácter
sexual se considera un “cazador” en el más puro sentido de la palabra, con
todas las implicaciones cinegéticas que implica su evocación, desde la
selección de la “pieza” hasta su cobro, pasando por el acecho.
Las motivaciones para el crimen en serie son todavía oscuras; aún
existen muchas sombras en la investigación de estas conductas. Pero lo que
sí parece evidente es que no tienen un único componente o móvil puramente
sexual. Hay, al menos, otros dos de capital importancia y que son típicos del
psicópata: la necesidad de sentir poder y control sobre sus víctimas y la
sensación de vitalidad. Estas tres motivaciones están en íntima conexión con
rasgos de la personalidad psicopática que ya hemos mencionado.
Recordemos su exacerbado hedonismo: necesitan satisfacer sus impulsos
sexuales (sean cuales sean) y lo hacen, utilizando para ello los medios e
instrumentos necesarios. En ocasiones, los actos de algunos asesinos en
serie parecen tan esperpénticos y surrealistas que cuesta trabajo creer que
los hayan cometido personas en su sano juicio, pero así es.
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en los asesinatos cometidos son aparentemente paradójicas: por una parte,
cumplen a la perfección casi todas las características enumeradas
anteriormente de violencia psicopática. Por otro, reflejan comportamientos
impropios del trastorno. El más significativo es sin duda su capacidad para
planificar y organizar sus delitos. Tanto es así que al asesino en serie
psicópata se le identifica precisamente por eso como “organizado”, ya que
del análisis de su modus operandi se desprende una cierta preparación
previa del crimen: suele ir convenientemente preparado para ejecutar el
delito (muchos de ellos portan el denominado murder o rape kit), intenta
borrar sus rastros, anticipa en sus fantasías las acciones que llevará a cabo
con la víctima, etc.
El asesino en serie es con seguridad un tipo especial de psicópata
que en muchos casos tiene, además de un grado muy elevado del trastorno,
una capacidad de autocontrol superior a la del resto de psicópatas y una
increíble capacidad de adaptación al medio. Esto les permite conseguir sus
fines una y otra vez, esquivando a veces durante muchos años a la policía, y
les convierte en auténticos “parásitos sociales”, una plaga prácticamente
indestructible con los medios de contención actuales; lo que sin duda alguna
le vuelve especialmente letal y peligroso para la estructura social.
Quiero hacer referencia aquí a algunas teorías sobre
comportamiento psicopático violento que me parecen interesantes.
el
Una de ellas es la que nos aporta la paleopsicología, que reconoce en
las conductas violentas crónicas una regresión filogenética del
comportamiento, es decir, idénticos patrones de actuación que los
animales depredadores y que se resumen en tres palabras: acechar, atacar,
matar. Esta regresión tendría su origen en las distintas disfunciones
biológicas de las que hemos hablado antes, y que reducen o anulan por
completo la capacidad para inhibir ciertos comportamientos, como hemos
visto.
Hodge (1991) ve en el comportamiento del psicópata violento un
estado de adicción a la violencia, muy relacionado con el desorden por
síndrome de estress postraumático. Este investigador, apoyándose en los
datos que revelan la alta incidencia de malos tratos en la infancia sufridos
por los psicópatas, relaciona estas historias de sufrimiento y violencia vividas
por ellos con un proceso adictivo, manejando el argumento que enfatiza el
papel de determinados estados de emoción subjetivos en vez de procesos
bioquímicos o fisiológicos como sustratos del proceso adictivo. Así, el
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Recordemos también la percepción de sí mismos como seres
superiores: ¿qué mejor modo de demostrarlo que teniendo el poder de
decidir sobre la vida y la muerte, de pasar de víctima impotente a asesino
omnipotente? La desfachatez y el descaro con que algunos asesinos en
serie cometen sus crímenes y que tanto sorprende a veces no son otra cosa
que la manifestación de su sentimiento de impunidad que les otorga su
supuesta superioridad. O su necesidad de excitación continuada: muchos
asesinos en serie han descrito el acto de matar como el mejor modo de
sentirse “vivo”, como una experiencia sensorial mejor que todas las drogas
que han probado y con mayor poder adictivo, de tal modo que la mayoría de
ellos reconocen abiertamente que volverían a matar en cuanto tuvieran
oportunidad de hacerlo. Sin embargo, y a pesar de la aparente
monstruosidad de estos criminales, han llegado a ser conocidos como “los
chicos de al lado”, en alusión al fenómeno que supone su perfecto camuflaje
social: “¿como es posible que mi vecino, o mi amigo, o mi tendero, haya
matado a veinte personas? es imposible, deben estar equivocados,... ¡si es
tan simpático y amable!” es un comentario repetido multitud de veces en
boca de las personas que conocían al asesino.
Walters (1990) ha elaborado una intrincada teoría del comportamiento
violento, denominada modelo de Walters, basada en la interacción múltiple
de cuatro factores: condiciones, elección, cognición y conducta; constructo
teórico que algunos autores han elogiado como valioso para interpretar una
conducta típica del psicópata violento como es el asesinato en serie, pero
que a mi juicio carece de aplicación práctica por su excesiva complejidad.
Llegados a este punto, probablemente estemos más confusos que al
principio, cuando nos planteamos la pregunta aparentemente simple de
¿cual es la causa de la conducta violenta del psicópata? Tenemos ante
nosotros un amplísimo espectro de opciones, de las que solamente hemos
examinado algunas. Pero hay afortunadamente un punto de luz en esta
oscuridad: lo que está claro es que el comportamiento violento del psicópata
no es producto de una única causa, sino de la interacción de un conjunto de
factores cuyo papel, importancia y consecuencias en el resultado final (la
violencia) está todavía por determinar. Parafraseando a Mednick (1995),
puede decirse que el psicópata violento ha de tener “mano de póker”, ha de
tener todas las cartas (factores) necesarias para ser un criminal violento:
predisposición genética, alteraciones neurofisiológicas, déficit cognoscitivo
en habilidades sociales, etc.
Cómo reconocer al psicópata violento: instrumentos de diagnóstico
Existiendo como hemos visto tanta controversia científica no solo en
el concepto de la psicopatía sino en sus causas, puede resultar aún más
difícil diagnosticar el trastorno. Para ello se han utilizado diversos
instrumentos, y entre los más utilizados se encuentran los autoinformes, las
entrevistas estructuradas y las escalas de comprobación. Algunos de
estos instrumentos están dirigidos a una detección precoz del trastorno,
como el cuestionario de personalidad de Eysenck y Eysenck (1978) para
niños entre 8 y 15 años, o el cuestionario de conductas
antisociales/delictivas de Seisdedos (1988); otros a la predicción de
comportamientos violentos reincidentes. La técnica del autoinforme es
abiertamente cuestionada para este propósito, puesto que en su resultado
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Meloy (1988) formuló su hipótesis de lo que denominó estado
reptiliano. Para él, el comportamiento violento del psicópata es explicado
utilizando la analogía entre sus estructuras biológico-cerebrales y las de los
reptiles, que a diferencia de los mamíferos no cuentan con un sistema
límbico lo suficientemente desarrollado como para permitir una vida afectiva.
Además de éste, observó otro interesante paralelismo entre reptiles y
psicópatas: los primeros son incapaces de acumular comida para hacer
frente a períodos de escasez, es decir, carecen de la capacidad de anticipar
consecuencias, al igual que los segundos. Para Meloy, el estado mental del
psicópata no responde a una constelación de rasgos caracteriológicos, sino
a un estado psicobiológico funcional predisponente.
Formació
psicópata víctima de repetidas situaciones de temor y violencia en su
infancia, desarrolla una adicción a situaciones de este tipo.
Con el fin de salvar este obstáculo, Hare diseñó su propia escala de
comprobación, a la que llamó P.C.L. (Psychopatic Check List) que con el
paso del tiempo mejoró y amplió llegando a sus versiones actuales, el PCLR (revisado) SV (Screening Version, para uso forense y entre los psicópatas
no criminales) y la YV (Youth Version para uso con los jóvenes), que se han
consolidado como los mejores instrumentos actuales para el diagnóstico y
evaluación de la psicopatía y la reincidencia violenta, en función de los
resultados altamente fiables obtenidos si dichos instrumentos son aplicados
adecuadamente. La escala Hare no sólo tiene en cuenta los signos de
comportamiento antisocial, también mide los rasgos interpersonales y
afectivos característicos de la psicopatía. Consta de 20 ítems a los que el
investigador otorga una puntuación entre 0 y 2 tras obtener la información
precisa mediante una entrevista semiestructurada, revisión del historial del
sujeto, estudio de su entorno personal y de su comportamiento si es posible.
La puntuación máxima son 40 puntos, la media oscila entre 18 y 24
(según el tipo de población) y es generalmente aceptada la superior a 30
para diagnosticar la psicopatía.
Intervención con el psicópata violento y mecanismos de prevención
Han sido muchos los intentos de tratamiento y rehabilitación llevados
a cabo en todo el mundo con psicópatas, y su revisión excedería el objeto de
este trabajo. Siguiendo a Mollá (1993) y a título de ejemplo se enumeran
algunos:
- Terapias biológicas (electro-shocks, lobotomías, tratamientos
nutritivos)
- Incapacitación (internamientos preventivos)
- Encarcelamiento
- Tratamientos con drogas
- Tratamientos institucionalizados
- Tratamientos familiares
Pero me interesa destacar aquí algunas conclusiones interesantes
extraídas de la experiencia obtenida en este campo por los investigadores.
La primera de ellas es la ausencia de evidencia científica que avale
la eficacia de los tratamientos actuales de la psicopatía; lo cual no
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La psiquiatría utiliza los criterios determinados por el D.S.M. para el
diagnóstico del T.A.P. que ya vimos antes someramente, y que se hallan
recogidos en el Eje II del manual. Pero este instrumento es muy general y en
consecuencia impreciso para algunos casos de psicopatía, por lo que cada
vez está siendo menos utilizado de modo exclusivo.
Formació
final influye la sinceridad de los informantes, algo por lo que no destacan
precisamente los psicópatas, cuya tendencia a la manipulación en su favor
podría desvirtuar sus resultados.
El principal obstáculo en el tratamiento y rehabilitación del
psicópata es el carácter egosintónico de su trastorno: recordemos que no
sienten su trastorno como algo malo, se encuentran cómodos siendo tal y
como son, y en consecuencia no ven motivo alguno para cambiar. Si
aceptan voluntariamente someterse a ellos es como siempre por su
particular pragmatismo, habitualmente la consecución de beneficios
penitenciarios o de cualquier otro tipo.
Por si fuera poco, son capaces de aprender todos aquellos
conocimientos que les pueden ser útiles de los programas a los que se
someten. Los asesinos en serie psicópatas han demostrado en
innumerables ocasiones su habilidad para engañar a la psiquiatría burlando
todas aquellas pruebas que suelen ser utilizadas para su evaluación
psiquiátrica: test de IQ de Stanford-Binet, test de Roscharch, T.A.T.,
M.M.P.I., entre otros.
Quizá el indicador más certero de la dirección en que han de basarse
las investigaciones para hallar el tratamiento eficaz de la psicopatía sea
precisamente el principal obstáculo para ello: ¿podría identificarse un
método capaz de cambiar el concepto que de sí mismo y de su conducta
tiene el psicópata? Esto supondría que llegase a comprender y admitir todas
las consecuencias negativas que tanto para él como para los demás tiene su
comportamiento; y por lo tanto conseguir una verdadera voluntad de cambio,
decisiva para la eficacia del tratamiento.
En esta idea se fundamenta el programa de rehabilitación para
asesinos juveniles que desde hace catorce años sigue la institución
correccional para jóvenes de Oregón (Estados Unidos), basado en el
afrontamiento real por parte de los jóvenes de los crímenes que han
cometido. Para ello utilizan todo tipo de estrategias, desde la reconstrucción
física del asesinato (incluyendo la visión de fotografías de la víctima y la
escena del crimen) hasta el contacto personal con sus familiares, para evitar
que los sujetos se refugien en la visión distorsionada y conveniente que se
han fabricado de los hechos; buscando, en definitiva, hacerles sentir
emociones.
Desgraciadamente, no se ha llevado a cabo un seguimiento riguroso
de los sujetos tratados una vez finalizado el programa, pero los datos indican
un 13% de reincidencia en delitos violentos graves entre los 89 jóvenes
puestos en libertad desde el año 1.988.
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Pero además, no solo resulta que los tratamientos aplicados a los
psicópatas han resultado ineficaces para su rehabilitación. Un estudio
llevado a cabo por Rice, Harris y Cormier (1992) indica que algunos
tratamientos pueden resultar contraproducentes para ellos, habiéndose
determinado una tasa de reincidencia en psicópatas violentos dos veces
superior en los tratados respecto a los no tratados en el programa utilizado
como referencia.
Formació
implica que ello sea una “misión imposible”, sino que todavía no se ha dado
con la solución al problema.
Pero en tanto llegue la solución al problema nos enfrentamos a las
consecuencias del mismo (los crímenes que llevan a cabo los psicópatas
violentos) y sus implicaciones éticas: la sociedad tiene no solo el derecho
sino el deber de defenderse de estas agresiones. Y el método utilizado debe
a su vez respetar los mandatos legales acerca de la resocialización y
rehabilitación del delincuente, que en muchos países (entre los que
afortunadamente se encuentra el nuestro) están también consagrados en su
ordenamiento jurídico.
Ante la inexistencia de mecanismos de defensa adecuados no cabe
buscar, por doloroso que sea, soluciones “a la desesperada” como la
propuesta inglesa de 1.999 de internar preventivamente a los psicópatas
diagnosticados, o la farmacoterapia forzosa preventiva reclamada por
algunos sectores en los Estados Unidos allá por 1995 y sobre la que pesa la
sombra de la eugenesia.
EL TRASTORNO SÁDICO DE LA PERSONALIDAD:
Este trastorno de personalidad fue propuesto como tal categoría
diagnóstica con el objetivo de incluirlo en la IV-R del manual DSM, aunque
finalmente no llegó a incluirse. Su validez científica es por tanto
controvertida. Pero esto no significa que no exista, y constituye un tipo de
trastorno muy bien delimitado a mi juicio y de un alto interés policial, por lo
que trataremos aunque sea brevemente sobre él.
Algunas de las conductas típicas de este trastorno, que al igual que la
psicopatía es egosintónico, son las siguientes:
-
Conducta cruel, vejatoria y agresiva para establecer
relaciones dominantes.
Humillar o dar trato degradante a otro en presencia de
terceros.
Castigos excesivamente duros a subordinados, niños,
alumnos, etc.
Divertirse o disfrutar con el sufrimiento ajeno.
Mentir con la pura intención de hacer daño.
Fascinación por las armas, las artes marciales, heridas,
tortura.
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Algunos tratamientos farmacológicos se han demostrado útiles para el
control de las conductas violentas, y por otra parte el futuro nos ofrece
grandes esperanzas en el campo de la investigación genética.
Formació
Personalmente, pienso que la “piedra de toque” para la psicopatía no
ha de estar compuesta únicamente por un tratamiento psicológico. Si la
causa del trastorno es multifactorial, la respuesta también ha de serlo, y
parece lógico pensar que la intervención en los factores identificados como
predisponentes del trastorno puede facilitar la consecución del objetivo final.
Puede afectar al individuo de forma regular o permanente, pero
también de modo cíclico, especialmente en respuesta a períodos de estrés.
P. Brittain desarrolló un excelente y completísimo perfil descriptivo del
asesino sádico, caracterizado por:
-
-
-
Apabullante prevalencia de varones.
Instrospectivo y distante, bastante solitario.
Bien integrado socialmente, perfectamente camuflado.
No propenso a la violencia según las apreciaciones ajenas.
Puede mostrarse apocado, muy tímido.
Puede manifestar rasgos obsesivos (excesivo orden,
meticulosidad en cuanto a vestido y apariencia, limpieza) que
es posible detectar en la escena de su crimen (por ejemplo, la
ropa de la víctima bien doblada en un contexto general de
desorden).
Cuida su salud (raramente bebe, fuma, o toma drogas).
Puede sentirse inferior, excepto en lo concerniente a sus
delitos, cuya planificación o contemplación puede hacerle
sentirse superior al resto de los hombres.
Propenso a delinquir cuando siente comprometida su
autoestima o masculinidad.
Suele ser vanidoso, narcisista y egocéntrico.
Tiene un mundo de fantasías muy rico y variado.
Es emocionalmente plano.
Generalmente no posee antecedentes policiales.
Si nos detenemos un poco en este perfil, nos daremos cuenta que es
muy fácil descartar a alguien con él como sospechoso de un brutal crimen.
Sin embargo, son capaces de desarrollar y manifestar una violencia extrema.
¿Pero en qué debemos buscar la motivación de los crímenes del
asesino sádico? Al contrario de lo que pudiera pensarse, no en la
consecución del placer sexual mediante la causación del dolor y la
humillación de la víctima, sino conseguir la liberación de la tensión a través
del asesinato. Para entender esto mejor debemos saber que las fantasías
son sucesos mentales de producción voluntaria que suelen ser activadas
como válvula de escape a la tensión y fuertes estados emocionales
negativos. En el caso de las fantasías sádicas, al dejar de cumplir su misión
de compensación del malestar psíquico, se convierten en verdaderas
vivencias favorecedoras del impulso sádico hasta invadir la conducta del
sujeto, generando una tensión intrapsíquica insoportable que se libera,
exclusiva pero no necesariamente, a través del crimen. Cuando tal liberación
no se produce con aquel, se genera una mayor decepción y frustración que
viene a cerrar el círculo vicioso provocando el nuevo impulso de matar.
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Reacciones de ira ante rebeldía de sus víctimas.
Formació
-
El DSM-IV define las parafilias como la presencia de repetidas e
intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de
comportamientos sexuales que por lo general engloban:
-
Objetos no humanos
-
Sufrimiento o humillación de uno mismo o de la pareja
-
Niños u otras personas que no consienten
-
Presencia durante al menos 6 meses en la vida del sujeto
Además, el comportamiento, los impulsos
provocan malestar clínico significativo o deterioro
áreas importantes de la actividad del individuo.
presente que la excitación sexual depende de los
cada sujeto compone.
sexuales o las fantasías
social, laboral o de otras
Siempre debemos tener
escenarios mentales que
EXHIBICIONISMO:
La conducta consiste en la exhibición de los órganos genitales a otra/s
personas sin el consentimiento de éstas. Finalizado el acto, no suele existir
intento alguno de actividad sexual con la persona extraña.
-
-
-
En ocasiones el individuo se masturba durante la exposición
o mientras lo imagina.
En otros casos es consciente del deseo de sorprender o
asustar la observador, por lo que puede continuar
exhibiéndose hasta lograr la reacción deseada, que suele ser
aquella que provoca una sensación de dominio. La reacción
más detestada suele ser la del desprecio y la indiferencia.
El inicio del trastorno se produce generalmente antes de los
18 años, (aunque puede empezar mucho más tarde) y decaer
a partir de los 40 años.
Es una de las parafilias más frecuentes junto con una de sus
variantes, las llamadas telefónicas obscenas.
Un alto porcentaje de individuos condenados por estos
hechos no reincide.
No existe un perfil típico del exhibicionista.
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El término “parafilia” surgió como un eufemismo destinado a designar
lo que durante mucho tiempo se denominó “perversión sexual”. Sin entrar a
valorar si las parafilias son un trastorno mental, la manifestación individual
de una disfunción comportamental, psicológica o biológica o simplemente,
un comportamiento sexual “desviado” (cuestión esta que suscita amplios
debates en el campo clínico), nos interesaremos por sus principales
manifestaciones dada su incidencia en la actividad delictiva.
Formació
PARAFILIAS
Policialmente, es interesante saber además que:
-
-
-
Este comportamiento en ocasiones es antecedente de otro
tipo de contacto sexual más directo con niños (una alta tase
de pedófilos y violadores encarcelados estudiados revela
antecedentes de exhibicionismo).
A veces ocupan mucho tiempo planeando sus actos,
eligiendo cuidadosamente víctima y lugar. Esta planificación
además es parte importante de sus fantasías masturbatorias.
Para algunos exhibicionistas es muy importante evitar ser
detenidos o reconocidos. Para otros, el riesgo de captura
alimenta su excitación, y otro grupo repite compulsivamente
sus acciones en tiempo y lugar, con lo cual resulta fácil
detenerles.
FETICHISMO:
La conducta principal implica la necesidad de utilizar objetos no
animados (fetiches) o incluso animales para lograr el máximo placer sexual,
de tal modo que su ausencia puede producir incluso trastornos de la
erección en el varón (la mayoría de los fetichistas lo son). Pero también
comprende el parcialismo o necesidad de centrarse en una parte del cuerpo
(pecho, nalga, pies, pelo) como objeto sexual.
El fetichista se caracteriza por la realización de una elaboración
superdetallada del objeto sexual, pudiendo ocurrir incluso que aspectos
parciales del mismo pueden desbancar al todo en su capacidad excitativa.
Una vez que se ha producido la asociación excitación sexual/fetiche, el valor
del mismo podría fijarse y aumentarse a través de asociaciones simbólicas
repetidas durante la fantasía y masturbación.
-
-
Fetiches más comunes: ropa interior de mujer, medias,
zapatos, etc. En el caso de asesinos y violadores en serie,
objetos personales sustraídos a sus víctimas con ese fin.
Normalmente, el trastorno empieza en la adolescencia y
tiende a ser crónico.
El fetichista se masturba mientras sostiene, acaricia o huele
el objeto fetiche. Si tiene pareja sexual, puede pedirle que lo
utilice durante las relaciones.
Policialmente, conviene saber que suelen tener compulsión por la
posesión o acercamiento hacia los objetos fetiche, llegando a provocar
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-
La edad más frecuente de la víctima suele ser la pubertad
(12-16 años).
En algunos casos el deseo de exhibirse ocurre en períodos
de crisis emocional.
Formació
-
La característica esencial de esta conducta implica actividades
sexuales con niños prepúberes, generalmente de 13 o menos años de edad.
Algunos pedófilos sienten únicamente atracción sexual por niños (tipo
exclusivo), en tanto que otros también la sienten por adultos. Podemos decir
que la pedofilia tiene dos vertientes: la de poder constituir un hecho (llegar a
materializarse) y la de ser una fantasía, ayudada por estímulos visuales tales
como fotografías o videos de contenido pedófilo.
-
-
No existe un perfil general determinado.
La cifra negra en este tipo de actos es muy elevada.
El trastorno aflora generalmente en la adolescencia, aunque
puede hacerlo después, y se cronifica.
Las niñas son generalmente las víctimas más frecuentes.
El índice de reincidencia de los pedófilos homosexuales es el
doble que el de los heterosexuales.
Las conductas más frecuentes son desnudar a los niños,
observarlos, exponerse o masturbarse frente a ellos,
acariciarlos suavemente o ejecutar actos puramente sexuales
con ellos (felaciones, penetración con pene, dedos u objetos)
con o sin violencia e intimidación.
Algunos desarrollan sus propias técnicas de acceso a los
niños, que varían desde ganarse la confianza de los menores
con dádivas, promesas o recompensas, ganarse la confianza
de la madre, comerciar con otros que tengan el mismo
trastorno e incluso casarse con alguna mujer que tenga un
niño que le resulte atractivo.
Operativamente, nos interesa saber que aquellos que padecen este
trastorno suelen sentirse atraídos por niños dentro de un margen de edad
particular y concreto, y que muchos establecen contacto simultáneamente
con varias víctimas. Algunos restringen su actividad a la fantasía y usan la
pornografía infantil con fines masturbatorios (algunos de estos pedófilos
también pueden llegar a la agresión física de niños). Policialmente se han
identificado tres modelos criminales de conducta pedófila:
El agresor seductor: Son la mayoría. Convencen a sus víctimas para
participar en sus actividades sexuales voluntariamente de variadas formas:
mediante regalos, mostrándoles atención y afecto, halagándoles, incluso
ante sus propios padres (“los monstruos no agraden a los niños, la gente
agradable sí”). Por eso es tan difícil identificarles. Con frecuencia son
personas bien establecidas socialmente y con profesiones cualificadas
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PEDOFILIA Y EXPLOTACIÓN SEXUAL DE MENORES:
Formació
comportamientos tales como robos repetitivos y sistemáticos, persecución
de determinadas mujeres que portan el objeto fetiche, o el almacenamiento
de gran cantidad de prendas.
El agresor introvertido: Es el tipo minoritario. No tiene mucha
habilidad para relacionarse, por lo que apenas tenga intercambio verbal con
sus víctimas, lo que le hace más difícil el acceso a ellos. Algunos llegan a
casarse por conveniencia y tener hijos para poder tener acceso a los niños.
Son aquellos que merodean por lugares frecuentados por menores, y su
comportamiento tan obvio atrae pronto la atención de la policía. Muchos
engrosan las listas de los pedófilos internautas.
El agresor sádico: Se le reconoce al ver el cuerpo maltratado de sus
víctimas, que suelen ser raptadas y asesinadas. Algunos filman sus acciones
para alimentar sus fantasías sexuales.
El coleccionismo de pornografía infantil: La conducta compulsiva
del pederasta le impulsa a buscar continuamente nuevos estímulos para
satisfacer sus fantasías sexuales, lo que les convierte en ávidos
coleccionistas de pornografía infantil. Pero este material les sirve además
para otros propósitos, tales como apoyo para convencer a otros niños, o
como medio de chantaje para que no hablen. Es importante saber que,
aunque oculten celosamente el material o incluso lo cedan a otras personas
si se sienten en peligro, nunca lo destruirán, porque para ellos constituye el
trabajo de toda una vida (pueden llegar a almacenar cantidades ingentes de
este material).
SADOMASOQUISMO:
Lo definitorio de este trastorno es la necesidad de experimentar placer
a través del dolor propio (masoquismo) o ajeno (sadismo), mediante el acto
de ser humillado, golpeado, atado o cualquier otro tipo de sufrimiento.
Muchas de las personas que lo padecen están perfectamente integradas en
otras áreas de su vida, siendo muy pequeña la proporción de
sadomasoquistas que se implican en comportamientos gravemente dañinos
o peligrosos. Muy pocos sadomasoquistas son exclusivamente sádicos o
masoquistas, aunque la mayoría prefiere un rol a otro, llegando a
intercambiarlos.
-
Muy a menudo, el “guión” seguido tanto por sádicos como por
masoquistas está bien delimitado, donde han preestablecido
las señales que indican el término de la tolerancia,
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Formació
(médicos, trabajadores sociales, maestros, incluso policías). Al visualizar
material gráfico obtenido por estos agresores, veremos a los niños
participantes alegres y complacientes, incluso riendo. Pero no debemos
olvidar que detrás de la cámara está un adulto que les manipula para ello.
Con este material, puede incluso convencer a otros niños fácilmente al
mostrarles que esa conducta es algo natural. Son muy hábiles para tratar a
los niños y lograr su confianza, de modo que no son conscientes de su
victimización.
Este trastorno surge muy pronto (el 75% de los sadomasoquistas
descubre su inclinación antes de los 13 años), se cronifica y suele
correlacionar con otros como el fetichismo o el sadismo sexual.
Las fantasías masoquistas suelen ser llevadas a la práctica tanto en
solitario (dando lugar al autoerotismo) como en pareja, y comprenden una
amplia variedad de conductas, tales como:
o Restricción de movimientos (ataduras).
o Bondage (sumisión física)
o Vendajes en los ojos (sumisión sensorial)
o Infligir dolor (golpes, descargas eléctricas, cortes,
pinchazos, etc)
o Humillaciones (ser orinado o defecado encima, ser forzado
a arrastrarse y ladrar como un perro, ser sometido a insultos
y vejaciones verbales, obligado a vestirse con ropas del otro
sexo).
o Infantilismo (deseo de ser tratado como un niño pequeño,
incluso vistiendo pañales).
o Hipoxifilia (excitación sexual a través de la privación de
oxígeno, práctica muy peligrosa especialmente en solitario).
Respecto al autoerotismo, señalaremos las características que
definen la muerte autoerótica por accidente, dado el riesgo de confusión con
muerte homicida:
-
Acto solitario
Sin aparente deseo de morir
Víctima: varón, adolescente o adulto joven
Desnudo o semidesnudo (puede usar aditamentos típicos del
sadismo o ropas de mujer)
Material de restricción sobre el cuello con mecanismo de
compresión voluntario
Medidas para evitar lesiones visibles (material interpuesto)
Indicios de masturbación
Presencia de material pornográfico
Presencia de espejo en el lugar del suceso
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El masoquismo:
Formació
-
manteniendo el dolor dentro de unos límites muy marcados,
preocupándose deque no aparezcan daños visibles.
Raramente se producen pérdidas de control.
Los comportamientos sádicos se agrupan en tres categorías:
-
La fantasía sádica sin materializar.
Los actos sádicos con pareja consentida.
Los actos sádicos con víctimas no consentidas.
En este último caso la actividad tiende a ser sistemática, y la
gravedad de los actos cometidos aumenta progresivamente. Cuando este
trastorno correlaciona con el trastorno antisocial de la personalidad, dando
lugar al trastorno sádico de la personalidad, se produce una combinación
generalmente letal para las víctimas.
TRAVESTISMO:
Se define por la necesidad de vestirse con ropas del otro sexo para
lograr el placer sexual. Se distinguen dos tipos principales:
-
El que disfruta con cierta ropa femenina como componente
fetichista.
El que se viste totalmente de mujer (incluyendo pelucas y
maquillaje) y se hace pasar por tal.
Ninguno de estos tipos experimenta confusión en cuanto al propio
género, puesto que ambos saben y quieren ser varones.
VOYEURISMO:
Este trastorno (también conocido como escoptofilia) se caracteriza por
el hecho de observar ocultamente a las personas (generalmente
desconocidas), cuando están desnudas, desnudándose o en plena actividad
sexual. El acto de mirar busca una gratificación sexual y no una relación
sexual con el observado, que se complementa con la masturbación durante
o después de la observación. El trastorno aparece en edad temprana
(generalmente antes de los 15 años) y tiende a cronificarse. Características
del voyeur:
-
Generalmente son solteros.
Poco evolucionados sociosexualmente (con dificultades para
entablar y mantener relaciones).
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Las fantasías sexuales sádicas probablemente surgen también en la
infancia, aunque la edad de comienzo de las prácticas sádicas suele ser al
comienzo de la edad adulta, y también se cronifica.
Formació
El sadismo:
Policialmente, nos interesa saber que:
-
-
El voyeur suele espiar a desconocidos desde la parte exterior
de un edificio o vehículo, poniendo especial empeño en no
ser descubierto. El avance tecnológico les ha dotado de
poderosas armas: cámaras fotográficas con objetivos de largo
alcance, microcámaras de vídeo que pueden ocultarse
fácilmente, etc; propiciando la posibilidad de registrar la
actividad observada en soporte gráfico para su posterior
disfrute.
Sin embargo, no es infrecuente que llamen la atención de la
persona espiada (por ejemplo, golpeando la ventanilla del
coche espiado). De los que hacen esto, algunos tienden a
progresa hacia un asalto sexual.
FROTTEURISMO:
Su característica esencial implica el contacto físico con otra persona
en contra de su voluntad para lograr excitación sexual. Mientras se roza
contra ella imagina que está viviendo una verdadera relación con la víctima.
Suele iniciarse en la adolescencia y mantenerse hasta los 25 años, edad en
la que empieza a disminuir la frecuencia de los actos gradualmente.
OTRAS PARAFILIAS:
Queda todavía una larga lista, pero su prevalencia es muy baja y
plantean pocos problemas sociales y policiales. No obstante, nombraremos
algunas:
-
-
Coprofilia: Implica un interés erótico en los excrementos
humanos.
Urofilia: Obtener el placer sexual al observar a los demás
orinando o al ser orinados.
Monopedia: Variante del fetichismo en la cual existe una
atracción compulsiva hacia personas del sexo opuesto con
una pierna amputada.
Klismafilia: Obtener placer sexual a través de los enemas.
Necrofilia: Implica la utilización de cadáveres com objeto
sexual. Trastorno frecuente en asesinos en serie.
Bestialismo: Mantener relaciones sexuales con animales.
Más frecuente en zonas rurales.
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Tímidos con las mujeres, suelen tener sentimiento de
inferioridad ante ellas.
Formació
-
Desde el punto de vista práctico policial deben conseguirse dos
objetivos primordiales:
1.- Identificar el problema correctamente y evaluar acertadamente su
gravedad, para lo que nos ayudará:
- El aspecto general del sujeto, que nos dará una primera impresión
de su temperamento.
- La mímica y psicomotricidad (exceso o pobreza de excitación,
expresiones emocionales exageradas o paradójicas, etc.) que aporta
información sobre el estado emocional del sujeto.
- El porte (forma de vestir, aseo personal, etc.), puesto que uno de los
síntomas de enfermedad mental es la falta de adaptación a los
convencionalismos y a las normas sociales.
- La conducta verbal (tono de voz, discurso, logorrea, silencios
obstinados, etc.)
- Las reacciones a la interacción personal, que pueden ser de
confianza y cooperación (docilidad excesiva, sugestionabilidad exagerada) o
de oposición (rechazo a hablar, protestas reivindicativas en delirios crónicos,
expresión de desesperación profunda en depresivos, etc.).
- El comportamiento en la vida cotidiana, información que
puede recabarse de la familia o de los que rodean al sujeto.
2.- No complicar más la situación: Para ello debemos tener en cuenta las
siguientes normas de actuación:
- No tener en cuenta las expresiones de hostilidad verbal del enfermo.
- Mostrar decisión en la actuación, firmeza de carácter pero sin autoritarismo
excesivo y atención hacia el enfermo. Interesarse por sus problemas, pero
sin mostrar complacencia ante conductas inadecuadas.
- No reaccionar con miedo, si éste es captado por el enfermo podrá
aumentar su inseguridad y reaccionar con violencia.
- Evitar la presencia de excesivas personas, pues pueden incrementar
también la inseguridad del enfermo y el riesgo de violencia.
- Desdramatizar la situación e intentar distraerle.
- Si hay necesidad de reducirle, actuar con contundencia y rapidez, pues la
lucha retroalimentará la agresividad del enfermo.
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OBJETIVOS GENERALES:
Formació
ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA INTERVENCIÓN
POLICIAL EN SITUACIONES DE CRISIS
Se caracteriza por dos fases sucesivas:
Fase de shock: Puede durar desde horas a una semana, y supone
una profunda depresión nerviosa a consecuencia de la cual se producen
distintas reacciones:
-
Emocionales: Incredulidad, negación de la realidad,
embotamiento emocional, tristeza, rabia, llanto, histeria .…
-
Cognitivo-conductuales: Bloqueo mental, deterioro de
capacidad de concentración y memoria, disminución de
capacidad para tomar decisiones y perturbación para la
realización de conductas regulares.
-
Fisiológicas: Aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, fuerte
sudoración, descontrol de esfínteres, etc.
-
Motoras:
Hipoactividad
(estupefacción,
hiperactividad (movimiento continuo, tics).
parálisis)
o
Fase de reacción: Puede durar desde unos días a varias semanas,
tiempo en el que se producen reacciones:
-
Emocionales: culpa y autorreproche, enfado y odio
(mecanismo de desplazamiento, conductas autopunitivas).
-
Cognitivo-conductuales: respuestas de evitación, incapacidad
para funcionar adecuadamente, perturbación de conductas
regulares…
-
Fisiológicas: ansiedad, cefaleas, insomnio, otras alteraciones
del sueño y la alimentación.
INTERVENCIÓN EN CRISIS POR EL AGENTE DE POLICÍA:
Las principales tareas ante una intervención en crisis son,
esquemáticamente:
1º.- Adoptar medidas para preservar la seguridad propia y ajena:
-
Mentalización personal previa según la información recibida
sobre la situación y sus posibles riesgos.
-
Incautar y controlar armas u objetos peligrosos de modo
inmediato.
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En nuestro contexto, debemos entender la crisis como un
acontecimiento o situación crucial que requiere una respuesta especial por
nuestra parte que asegure dentro de lo posible una solución aceptable. La
crisis supone una gran exigencia no solo física, también emocional,
psicológica y vivencial.
Formació
CARACTERÍSTICAS DE LA CRISIS:
-
Alejar a los implicados de las fuentes de peligro o conflicto.
-
Evitar dar la espalda a los implicados.
-
No perder de vista ni a los implicados ni al compañero/s.
2º.- Controlar y tranquilizar la situación:
-
Tratar de establecer contacto psicológico dejando bien claro
el rol de autoridad no hostil.
-
Evitar actitudes extremas. Ser asertivo.
-
Mostrar serenidad, comprensión, atención y ecuanimidad.
-
Tranquilizar dando argumentos a favor de la calma,
ofreciendo expectativas de solución favorable.
-
Estimular la expresión de sentimientos.
-
Usar la distracción y el sentido del humor (con delicadeza y
acierto si es posible).
-
Usar un tono de voz distinto al que utiliza el sujeto
(generalmente más bajo que el suyo, para reconducir el tono
de la conversación y forzarle a usar sus mecanismos de
control).
-
Utilizar la restricción física sólo cuando sea preciso controlar
por la fuerza la situación y/o se hallan agotado los demás
recursos. No suele ser conveniente amenazar con su
utilización.
-
Con sujetos muy emocionales o en situaciones límite puede
ser útil ignorar temporalmente a la persona.
-
Utilizar intermediarios si hay alguna persona en quien el
sujeto confíe.
3º.- Obtener toda la información posible, necesaria y de interés, dirigida
a determinar las prioridades de la intervención:
-
Mortalidad y gravedad.
-
Capacidad de autocuidado de los implicados
-
Existencia de delitos.
4º.- Decidir la acción más adecuada en función de las circunstancias:
-
Si el riesgo de mortalidad es bajo, el sujeto no está
incapacitado y no ha cometido delitos, la actuación debe ser
facilitadora de soluciones, mediante el uso de técnicas de:
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Separar a los contendientes si los hay.
Formació
-
o Asesoría: Dar consejos directamente. También es
aconsejable cuando hay alto riesgo de mortalidad, el
individuo no puede cuidar de sí mismo o existe delito.
-
Si el suceso es grave o los sujetos no pueden resolverlo por
sí mismos:
o En estos casos, la función de la policía ha de ser directiva y
habrá que tomar una decisión.
Intervención en intentos de suicidio:
-
Tranquilizar, transmitir calma, seguridad, esperanza, al sujeto.
-
Estimular los sentimientos favorables que le hagan sentirse
satisfecho consigo mismo.
-
Hacer que identifique el suicidio con algo inadecuado para su
imagen.
-
Transmitirle que es digno de ser querido.
-
La vergüenza por el intento no debe ser problema, es un
incidente subsanable.
-
No criticar directamente los motivos que tiene para suicidarse,
resaltar los que tiene para vivir. No adoptar actitudes críticas
hacia él o sus sentimientos.
-
Personalizar la situación (llamarle por su nombre).
-
No discrepar más allá de lo que pueda aceptar.
-
Tener autoridad
-
Mantener alejados y fuera del campo visual a posibles
causantes o coadyuvantes de la situación para evitar
exacerbar la tensión, ansiedad o culpa.
-
Tratar de determinar las causas precipitantes (muchos no son
depresivos).
-
Procurar que sea acompañado por una o dos personas
próximas y elegidas por él.
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o Negociación: Es más directiva que la mediación, e implica
establecer de inicio nuestra posición, escuchar activa y
abiertamente, analizar conjuntamente las alternativas y
proponer un compromiso aceptable para todos si fuera
posible.
Formació
o Mediación: Se busca ayudar a los implicados a que
solucionen entre ellos el conflicto, evitando sugerir
soluciones y criticar las que ellos expongan, estimulándoles
a seguir negociando.
Desconfiar de actitudes de excesiva sumisión, tranquilidad o
colaboración.
-
Responsabilizarse de que el sujeto llega a recibir ayuda
especializada.
-
NUNCA dejarse implicar emocionalmente en la situación a
nivel personal.
on-line
-
-
Asegurarnos previamente de la veracidad de lo que debemos
comunicar, y de que es la persona correcta a quien debemos
hacerlo.
-
Acomodar nuestra actitud a la gravedad de la situación,
mostrando empatía y facilitando la elaboración del duelo.
-
La comunicación ha de ser calmada, seria, en tono firme y
seguro, sin titubeos ni dramatismos, pero tampoco fría e
impersonal.
-
Dar tiempo al sujeto para que vaya asimilando la realidad.
-
No contagiarse emocionalmente.
-
Una vez dada la mala noticia, estar preparado para:
o Afrontar las reacciones del sujeto (“matar al mensajero”).
o Controlar posibles respuestas de cólera y confusión.
o Acusaciones injustas.
o Reacciones de adormecimiento e incredulidad que no
debemos confundir con tranquilidad y control.
Actuación policial con enfermos mentales:
Lo más difícil es identificar el problema correctamente y valorar la
gravedad. Para ello, deberemos atender a:
Su presentación:
-
El porte general (forma de vestir, aseo personal)
-
La mímica y psicomotricidad (ojo al lenguaje no verbal)
-
La conducta verbal (modo de hablar, modulación, discurso)
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Formació
Comunicación de malas noticias:
De confianza y coperación: pueden evidenciar docilidad y
familiridad exageradas (oligofrenias). A veces necesitan
buscar el contacto y la aproximación (histerias, neurosis de
angustia).
-
De oposición: rechazo sistemático de conversación,
disimulación calculada de patologías, negativismo absoluto.
-
De indiferencia: indolencia o excesiva pasividad, apatía total
(esquizofrenias).
La regla de oro una vez identificado como enfermo mental es: no empeorar
las cosas o por lo menos tratar de controlar la situación hasta la llegada de
personal facultativo. Para ello hay que tener presentes las fases por las que
atraviesa el enfermo:
-
Fase de disparo, en la que desde una situación de equilibrio
pasa a mostrar su irritación y enfado acumulados.
-
Fase de enlentecimiento, en la que se produce el desahogo
y el consiguiente gasto energético. Paulatinamente se va
viniendo abajo.
-
Fase de afrontamiento, momento en el que debemos
intervenir buscando calma y empatía.
-
Fase de enfriamiento o solución, retorno gradual al
equilibrio una vez superado el brote.
Lo que debemos hacer:
-
Mostrar una actitud enérgica, firme y segura que le sirva de
referencia externa de seguridad y orden que él solo no puede
conseguir.
-
Reducción física solo en casos extremos e inevitables, rápida
y eficaz evitando golpearle y someterle a posturas
humillantes.
-
Tranquilizarle cuanto sea posible (hablarle en tono de voz
modulado). Hablar en privado y sentados siempre es más
relajante.
-
Evitar público.
-
Intentar distraerle.
-
Recabar ayuda especializada.
-
Prestar la máxima atención durante los cinco primeros
minutos, en los que existe el mayor riesgo de agresión.
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-
Formació
Sus reacciones al contacto con la policía:
Responder a sus estímulos violentos.
-
Hacernos los expertos
-
Tratar de calmarlo en fase de disparo o enlentecimiento.
-
Elevar el volumen de voz.
-
Argumentar sobre las ventajas de portarse bien.
-
Avergonzarlo por su comportamiento.
-
Fiarse de promesas de buen comportamiento (estar siempre
alerta).
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-
Formació
Lo que NO debemos hacer:
4. El interrogatorio policial
5. Entrevista a víctimas y testigos de hechos delictivos
6. La entrevista cognitiva
EL INTERROGATORIO POLICIAL
on-line
MÓDULO III: TÉCNICAS DE OBTENCIÓN DE INFORMACIÓN
El interrogatorio policial ha sido desde los orígenes de la práctica
policial posiblemente la herramienta de investigación más utilizada, y los
estudios científicos realizados concluyen que aún hoy en día constituye uno
de los pilares básicos de aquella. Sin embargo, persiste la errónea creencia
entre los mandos policiales de que la mejor manera de aprender a interrogar
es la práctica y la experiencia, error que propicia el hecho de que, aún hoy
en día, se descuide la formación adecuada en las Academias policiales en
tan importante aspecto.
El investigador policial encontrará que un conocimiento profundo de la
psicología criminal le proporcionará una inestimable ayuda para llevar a cabo
con éxito cualquier interrogatorio.
Podemos definir el interrogatorio como aquella técnica de
investigación criminal basada en la interacción personal entre interrogador e
interrogado, cuyo fin es obtener la máxima información concerniente al
hecho investigado.
Siempre debe tenerse presente la siguiente premisa: La situación en
que el interrogado detenido se encuentra si es realmente culpable de los
hechos que se le imputan le empuja a tomar dos posibles caminos: no hablar
o mentir. La primera reacción de un individuo ante una situación adversa es
la lucha, guiada por profundas motivaciones instintivas. En consecuencia, el
individuo va a mentir. Y a ello habría que añadir que es convencimiento
común entre los delincuentes que “hora pasada es hora ganada”.
El uso de la palabra interrogatorio está actualmente muy devaluado
(por circunstancias tales como prácticas inadecuadas en el pasado, visión
sesgada de los medios y visión manipuladora de algunos detenidos) y tiende
a ser sustituido por el de “entrevista policial”. Pero a mi juicio existen
notables diferencias entre uno y otra:
- El sujeto activo: en el interrogatorio es únicamente el presunto
delincuente o detenido; en tanto que la entrevista policial puede tener por
sujeto activo a cualquier otra persona relacionada con el hecho criminal.
- Sus objetivos: en tanto que la entrevista persigue obtener la
máxima información sobre el conocimiento de los hechos por parte del
entrevistado, los fines del interrogatorio son aún más amplios, pues además
busca:
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Formació
INTRODUCCIÓN:
-
Conocer exhaustivamente cómo sucedieron los hechos a
través del relato de uno de sus protagonistas.
-
Verificar la autenticidad de la confesión y eliminar falsos
culpables.
-
Facilitar la obtención de pruebas e indicios.
-
Determinar la identidad de todos los participantes en el
hecho.
-
Descubrir detalles de otros delitos cometidos y otras
actividades criminales.
-
Contrastar y validar hipótesis,
previamente obtenidas.
datos
e
informaciones
- Sus límites: no debemos olvidar que el interrogatorio está sujeto a
unos límites claramente marcados y que nunca debemos traspasar, que
vienen definidos por los derechos que el artículo 520 y siguientes de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal otorga a todo detenido o imputado; en tanto que
la entrevista policial amplía sus límites a aquellos impuestos por la ética
profesional y personal y en general la legalidad vigente.
CUESTIONES GENERALES:
Requisitos de un buen interrogatorio:
-
Completo y exhaustivo.
Idóneo (adecuado a la personalidad y circunstancias del
interrogado).
Eficaz.
Válido legalmente (cumplir todos los requisitos legales
necesarios).
Un interrogatorio bien hecho nunca provocará falsas admisiones de
culpabilidad.
Cualidades del interrogador:
-
Afán por la búsqueda de la verdad: Éste debe ser siempre el
faro que oriente al interrogador, por encima de cualquier otra
consideración. Lo más importante del interrogatorio es hallar
la VERDAD, con independencia de las reacciones que pueda
suscitar en el interrogador.
-
Adecuado nivel cultural: El interrogador debe poseer un
lenguaje fluido y dominar las técnicas de expresión oral y
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Obtener la confesión del interrogado (la admisión de su
participación en el hecho que se le imputa).
Formació
-
Buena preparación profesional: Debe conocer perfectamente
los fundamentos de la profesión, especialmente de la
investigación criminal, y aspectos legales relacionados
(procedimiento penal y procesal), los distintos modus
operandi, pulso delictivo de su demarcación, argot, así como
sólidos conocimientos de medicina legal, psicología criminal,
y otras ciencias de utilidad. Y por supuesto, las bases de la
técnica del interrogatorio.
-
Experiencia profesional: Debe tener al menos dos años de
experiencia profesional en ámbitos que conlleven el trato
directo con los distintos tipos de personas que habitualmente
se ven involucrados en la actividad policial (víctimas, testigos,
delincuentes).
-
Capacidad de actuación: El buen interrogador debe ser un
consumado actor, capaz de transmitir al sospechoso aquellos
sentimientos o emociones que le interesen en cada momento,
además de ocultarle plenamente sus verdaderas emociones.
-
Capacidad de empatía: Debe saber establecer la necesaria
empatía con el interrogado, y reaccionar adecuadamente
hacia el sujeto según las necesidades de cada situación.
-
Capacidad de improvisación y respuesta, para hacer frente a
los súbitos cambios de rumbo que pueden esperarse de un
interrogatorio.
-
Capacidad de imponer respeto: Si el interrogado no siente
respeto por su interrogador, tendrá siempre la ventaja
psicológica en el juego. Para infundir respeto debe actuarse
con una actitud natural de profesionalidad, firmeza, rigor y
seguridad en sí mismo, además de una adecuada presencia
física si fuera posible.
-
Indulgencia y comprensión: El interrogador, aunque en
ocasiones deba parecerlo, no tiene que tener un corazón de
hielo. Debe ser capaz de tener, mostrar y transmitir
indulgencia y comprensión al interrogado, siempre desde una
actitud profesional.
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-
Formació
corporal. Debe saber además adaptarse al nivel del
interrogado en función de sus intereses. Idóneamente debería
tener siempre un nivel cultural igual o superior al del
interrogado, lo contrario lo situaría en una situación de
inferioridad psicológica.
-
Curiosidad intelectual y mentalidad inquisitiva: Debe estar
siempre ansioso por aprender y mejorar sus conocimientos y
capacidades.
-
Capacidad de observación y retención: Para captar e
interpretar adecuadamente detalles, información no verbal,
cambios de actitud y estado de ánimo del sujeto, etc. El buen
interrogador debe ser capaz de identificar en el acto el punto
de ruptura del interrogado, aquel momento en el que ya está
en disposición de decir la verdad sin importarle las
consecuencias y aspectos en contra.
La sala de interrogatorios:
Conseguir una sala de interrogatorios con las condiciones adecuadas
no es algo aparentemente difícil ni costoso. Sin embargo, muchas de
nuestras comisarías carecen de tan importante instalación, por lo que deben
buscarse soluciones de compromiso que afectan al éxito del interrogatorio.
Las condiciones adecuadas que debería reunir una sala de interrogatorios
ideal son:
-
-
-
-
Correcta ubicación: debería estar situada en una zona del
edificio alejada de los núcleos de actividad (despachos, salas
de reuniones, oficinas de denuncias), y próxima o contigua a
la zona de calabozos, para disminuir los riesgos en los
traslados interiores.
Dos zonas separadas y comunicadas: la sala de
interrogatorios propiamente dicha (con un espejo
unidireccional, si es posible camuflado en un cuadro) y una
habitación contigua con acceso directo donde se ubicarán los
observadores y los sistemas de grabación.
Insonorización, para producir sensación de aislamiento.
Paredes desnudas, sin ventanas, pintadas de color blanco
brillante o neutro.
Dotada de sistema de ventilación y control de la
temperatura, así como de teléfono interior comunicado con la
sala anexa.
Timbre oculto de alarma para situaciones de emergencia.
Circuito cerrado de televisión y audio, con posibilidad de
equipo visible u oculto.
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Paciencia y serenidad: Debe tener un gran autocontrol que le
permita dominar siempre la situación y no caer en probables
trampas (ataques fingidos de histeria y desmayos, falsas
tentativas de autolesión, etc) o situaciones imprevistas. Debe
saber controlar su comunicación no verbal.
Formació
-
Problemas de la técnica del interrogatorio:
Algunas circunstancias condicionan enormemente el éxito del
interrogatorio, por lo que resulta conveniente conocerlas para tratar de evitar
caer en esos errores. Los más comunes son:
-
Fallos humanos: Atribuibles a los funcionarios policiales
involucrados en el interrogatorio.
o Falta de preparación del interrogador
o Falta de preparación ante ese interrogatorio en concreto
o Inexperiencia
o Falta de idoneidad del interrogador
o Falta de convicción en el resultado del interrogatorio
o Incomprensión del deber de defensa del interrogado
o Intromisiones
-
Errores de método: Aquellos debidos al desconocimiento o
inexperiencia en la aplicación de las técnicas.
o Falta de coordinación entre los interrogadores
o Excesivo número de interrogadores
o Mal aprovechamiento del preinterrogatorio
o Falta de estrategia previa
o Pérdida de la dirección del interrogatorio
o Prisas
o No comprobación sistemática de la información
o Ritualismo y rigidez en el empleo de la técnica
-
Problemas de medios materiales:
o Locales inadecuados
o Problemática de los lugares de custodia
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-
Mobiliario: una mesa fija con esquinas protegidas o
redondeadas, una silla fija de respaldo recto para el
interrogado (situada de modo que no puedan apoyarse los
codos en la mesa) y una silla con ruedas para el interrogador.
Sistema de iluminación regulable.
Formació
-
Preparación del interrogatorio:
La condición esencial que proporciona mayores garantías de éxito al
investigador es sin duda la adecuada preparación del interrogatorio, y en
especial el contar y conocer al detalle todas las circunstancias e información
relativa a la investigación y al interrogado. Si el interrogador posee todos los
hechos conocidos y los datos disponibles concernientes a todos los aspectos
del delito, podrá detectar con facilidad las mentiras que diga el interrogado.
Si tenemos lagunas de información, no podremos detectar si el sospechoso
miente o simplemente desconoce la respuesta a nuestras preguntas. Y
nunca debemos olvidar que casi con total seguridad el interrogado mentirá
por diversas razones, entre ellas el saber exactamente hasta donde llega el
conocimiento del interrogador sobre los hechos y circunstancias del delito. Si
el interrogado consigue mentir con éxito, perderemos la necesaria ventaja
psicológica que pudiéramos tener sobre él y el interrogatorio se verá
abocado al fracaso.
La información disponible debe ser exhaustivamente analizada e
incluso memorizada por el interrogador, e incluye aspectos tales como:
-
Datos sobre el hecho (fecha, hora, lugar, dinámica,
consecuencias, testigos, intervinientes, etc), que deben
constar en el dossier de la investigación, que contendrá los
atestados, informes, declaraciones, notas, fotografías y
videofilmaciones, pericias, y otros documentos. Es importante
tener en cuenta para la preparación del interrogatorio la
gravedad del delito y el probable grado de culpabilidad del
sospechoso; así como conocimientos específicos sobre la
especialidad delictiva del interrogado y sus modismos.
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Es un aspecto muy importante del interrogatorio, pues puede ser
determinante para su éxito. Lamentablemente, en muchas ocasiones no
puede elegirse el momento más idóneo para llevarlo a cabo por
imponderables diversos (transcurso del tiempo de detención, condiciones
físicas del detenido, prioridades en la investigación, etc). Cuando tenemos el
control sobre las circunstancias, generalmente será el tiempo que
necesitemos para prepararlo debidamente el que determine el momento
idóneo para interrogar al detenido. En los casos en que el delincuente es
detenido “in fraganti” suele ser muy efectivo su interrogatorio inmediato por
la vulnerabilidad psicológica que ofrece en ese momento el sujeto. No
obstante, en estos casos lo determinante no es buscar una admisión de
culpabilidad (no es necesario) sino determinar aquellos elementos del delito
que pueden asegurarse con éxito en esos momentos, como por ejemplo la
existencia de otros partícipes en el delito, la recuperación de instrumentos,
pruebas o efectos del mismo, etc.
Formació
Momento en que debe llevarse a cabo:
Debe preverse el adecuado aislamiento necesario durante el
interrogatorio, evitando la falta de privacidad y las interrupciones que tan
perjudiciales pueden resultar, pues no olvidemos que la motivación para la
confesión es un proceso acumulativo que produce tensión en el interrogado
y requiere de toda la concentración del interrogador. Una interrupción en un
momento clave puede permitir al interrogado relajarse de la tensión creada y
recuperar la compostura que había perdido, proporcionándole tiempo para
elaborar nuevas excusas o mentiras y resistir el interrogatorio. Además, la
sensación de soledad ayuda a crear la ilusión de que el mundo se aleja más
y más del sospechoso, que comienza a percibir que se encuentra solo y así
continuará, empezando a minar su resistencia psicológica. Para conseguir
esta sensación, debe estar aislado un tiempo antes del interrogatorio, y
conducido al mismo por personal instruido para que no entable conversación
con el sospechoso y haga caso omiso a los intentos de éste en dicho
sentido.
Como ya se ha dicho, es fundamental la correcta elección del
momento para el interrogatorio. Dejando aparte los imponderables que
suelen surgir en el transcurso de la mayoría de los procesos de
investigación, el principal factor determinante para el momento del
interrogatorio será el tiempo necesario para llevar a cabo la información
previa. Una vez preparado este aspecto, deben tenerse en cuenta las
condiciones físicas del interrogado para señalar la hora adecuada. Hay que
señalar que el interrogatorio nunca puede llevarse a cabo en condiciones
que puedan considerarse o interpretarse como coercitivas, lo que invalidaría
sus resultados.
Aspectos a tener en cuenta en el transcurso del interrogatorio:
-
Es muy importante crear la adecuada primera impresión
sobre el interrogador, debiendo buscarse el respeto, la
sensación de profesionalidad, la objetividad, la impresión de
enemigo difícil y la empatía. Para ello debe prepararse
adecuadamente el encuentro, teniendo en cuenta el aspecto
personal (forma adecuada de vestir, en ocasiones puede ser
útil realizar el interrogatorio de uniforme), la actitud (mostrar
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Datos sobre el interrogado (antecedentes policiales, posible
móvil, personalidad, enfermedades y patologías, relaciones
familiares y sociales, situación laboral y económica, vicios y
aficiones; en general cualquier dato que permita descubrir sus
vulnerabilidades), que pueden obtenerse de distintas fuentes
tales como archivos policiales, fuentes documentales abiertas
y cerradas, entrevistas personales, etc. Con vista a la toma de
contacto resulta importante tener en cuenta su edad y
antecedentes socioeconómicos.
Formació
-
-
-
-
-
-
-
Número de interrogadores:
Esta es una cuestión tradicionalmente debatida. Como se acaba de
apuntar, para determinar el número de interrogadores debe valorarse el
hecho investigado y el propio sujeto a interrogar. Habitualmente el
interrogatorio es realizado por un único investigador, o bien en pareja, siendo
excepcional el interrogatorio en grupo. No obstante, y de modo general,
pueden apuntarse algunas ventajas y desventajas de cada una de las
posibilidades.
- Un solo interrogador:
Ventajas:
o Mayor facilidad para lograr la empatía
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Formació
-
mucha seguridad, firmeza pero también capacidad de tender
la mano, evitando talantes pretenciosos y distantes), y la
expresión verbal (evitando el uso de frases y palabras
inadecuada o que puedan tacharse de tendenciosas o
insinuantes), abordando al interrogado según su nivel
educacional.
No es fácil empezar bien, pero es mucho más difícil
enmendar los errores iniciales.
El interrogador ha de ser siempre quien marque el ritmo del
interrogatorio, que debe ser el más rápido que permita la
capacidad del sospechoso, con el fin de no darle tiempo
suficiente para pensar demasiado sus respuestas y evitar que
las prepare.
Controlar siempre la proximidad física para jugar con su
influencia psicológica (el interrogador debe mantenerse casi
siempre en un plano superior al interrogado y próximo a él).
Utilizar un asiento fijo para el interrogado y móvil para el
interrogador.
Dar la impresión de que el interrogatorio puede prolongarse
indefinidamente y que no se tiene prisa por terminarlo, al
menos hasta conseguir el fin pretendido.
Prohibido fumar: la imposibilidad de fumar en condiciones de
tensión aumenta e intensifica la necesidad psicológica del
acto, que debe ser aprovechada por el interrogador. Puede
indicársele que cuanto antes termine el interrogatorio, antes
podrá fumar (cuidado con el modo y el momento de hacer
esta indicación).
Dejar que el interrogado sea el que hable más.
No debe importar sacrificar información secundaria y utilizar
información básica siempre que se haga con un objetivo
claro.
Prever situaciones de peligro, teniendo cerca gente a la
expectativa de modo que puedan prestar ayuda inmediata. Es
muy útil monitorizar el interrogatorio.
o Disminución de probabilidad de injerencias, interrupciones y
errores de coordinación entre interrogadores.
on-line
o Favorecimiento de la privacidad, que propicia la confidencia
(especialmente en hechos de los que el interrogado no se
sienta orgulloso o por los que esté avergonzado;
especialmente
con
delincuentes
ocasionales,
por
imprudencia o conflicto).
Desventajas:
o Dificultad para controlar físicamente al interrogado en caso
de necesidad.
o Dificultad para registrar la información obtenida (teniendo
que tomar notas salvo que se esté grabando el
interrogatorio).
o Facilita la interposición de denuncias por supuestas
irregularidades.
- Dos interrogadores: Supone la realización conjunta del
interrogatorio sin que ello signifique que ambos deban estar siempre
presentes (puede haber pequeñas ausencias aconsejadas por la estrategia o
situaciones surgidas). Supone una división de tareas, puesto que el más
experto (y siempre que sea posible de mayor categoría profesional) deberá
dirigirlo y controlarlo en todo momento, en tanto que el segundo interrogador
asumirá labores de apoyo (toma de notas, vigilancia) y de intervención
secundaria en apoyo a la estrategia de su compañero. En los posibles
tiempos muertos que puedan surgir sus aportaciones pueden ser de capital
importancia.
Es muy importante la distribución espacial de los dos interrogadores.
En general, el principal debe mantener una relación directa con el
interrogado, estando el otro en un segundo plano y ligeramente alejado,
situándose en un ángulo aproximado de cuarenta y cinco grados que le
permita observar al interrogado dificultando a éste realizar esa misma
observación. Desde esa posición puede realizar muchas tareas que pasarán
casi inadvertidas al interrogado con la sola precaución de actuar con cierta
discreción. Se admite la participación muy activa de ambos y una
distribución poco definida e incluso cambiante de roles siempre y cuando los
dos sean interrogadores muy experimentados y compenetrados.
La pareja de interrogadores es la forma más frecuente en la práctica
diaria y la que resulta aconsejable siempre que exista una perfecta
compenetración entre ambos.
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Formació
o Mayor motivación para el interrogador al ser únicamente
suya la responsabilidad de la diligencia.
o Mayor seguridad para controlar al interrogado en caso de
necesidad.
o Mayor facilidad para registrar la información obtenida.
o Dificulta la interposición de denuncias por supuestas
irregularidades.
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Ventajas:
o Ofrece un mayor apoyo moral mutuo en caso de necesidad.
o Mayor peligro de falta de compenetración entre ambos.
o Falta de dirección del interrogatorio por uno de los
interrogadores.
- Interrogatorio en grupo: Es totalmente desaconsejable, y suele
darse cuando existe una falta de control y dirección manifiesta en la
investigación. Tiene grandes inconvenientes, tales como:
o Improbabilidad de que todos tengan la preparación
adecuada.
o Alta probabilidad de que los peor preparados adopten una
actitud directiva.
o Producción de retraimiento del interrogado por la presión
intimidatoria que supone.
Circunstancias personales del interrogado:
A la hora de preparar el interrogatorio deben tenerse en cuenta de
modo global algunas variables personales del interrogado que pueden
suponer una notable influencia sobre el éxito de la diligencia, tales como:
- La orientación sexual: Si esta circunstancia es conocida y el
interrogado resulta ser homosexual (tanto hombre como mujer), es
importante no mostrar ni efectuar juicio de valor alguno sobre ello, pues
estas personas están muy sensibilizadas con tal cuestión y detectan muy
fácilmente cualquier actitud o comportamiento alusivo a ella, pudiendo
desencadenarse reacciones defensivas excesivas, estereotipadas e
intempestivas muy perjudiciales para el interrogatorio.
- La edad: Suele asociarse a la experiencia del sujeto, su grado de
madurez y estado mental. Debe cuidarse especialmente la utilización del
lenguaje con interrogados adolescentes, con el fin de evitar un proceso de
identificación paterna por su parte que suponga una dificultad añadida.
También debe tenerse presente, si es menor de edad penal, la posibilidad de
autoinculpación inducida por adultos con el fin de exculpar a éstos
aprovechando los beneficios legales que suponen la minoría de edad penal.
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Desventajas:
- La drogodependencia: Es una debilidad importante que
habitualmente facilita el interrogatorio, puesto que el bajo umbral de
tolerancia del adicto a las situaciones displacenteras y la presencia de
automatismos de huida ante la realidad desagradable presentes en su
personalidad actúan como facilitadores de la confesión.
- La influencia de la familia: La situación familiar del interrogado es
importante por la carga afectiva que tiene sobre aquel, tanto positiva como
negativa. Conocer la situación familiar y social del interrogado y
especialmente identificar exitosamente sus figuras relevantes en cualquier
sentido (padres odiados, madres o hermanos excesivamente queridos,
incluso amantes más queridas que la esposa oficial, por ejemplo), dota al
interrogador de abundante munición psicológica que bien empleada puede
ofrecer excelentes resultados; especialmente en delincuentes ocasionales,
por conflicto o imprudencia.
- La posible mentalización previa para el interrogatorio: Suele
darse en casos de integrantes de grupos de delincuencia común organizada
(habitualmente limitada a negarse a hablar, beneficiarse de sus derechos
legales y tener garantizada la asistencia letrada), integrantes de grupos
radicales y tribus urbanas tales como movimientos anarquistas, ocupas,
skinheads,.. que suelen tener memorizadas ciertas reglas para enfrentarse a
los interrogatorios, en general bastante burdas y plagadas de estereotipos, e
integrantes de grupos terroristas, donde la preparación para el interrogatorio
es una auténtica obsesión por parte de la organización, que imparte a sus
miembros adoctrinamiento al respecto y les distribuye auténticos manuales
(como el “Manual de seguridad general” de E.T.A.)
- El contexto sociocultural: Su nacionalidad (con sus
especificidades sociales), pertenencia a grupos o clases sociales
determinadas, nivel cultural y educativo, son factores que influyen en el
comportamiento, actitud y reacciones del interrogado.
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- Las posibles enfermedades: Además de los aspectos logísticos
que pueden verse condicionados por el padecimiento comprobado de ciertas
enfermedades (físicas o mentales), es importante conocer que los individuos
con defectos físicos importantes, inválidos, disminuidos físicos o psíquicos,
suelen tener un carácter irritable y muy susceptible cuando no agresivo, y un
comportamiento similar al de la “neurosis de renta”, consistente en intentar
aprovecharse en todo momento de su condición y jugar con los sentimientos
del interrogador. Saber detectar la posible enfermedad o retraso mental es
fundamental para adecuar el interrogatorio a tal circunstancia. Es también
frecuente la llamada “pose del enfermo” o fingimiento de enfermedades
actuales o secuelas de otras ya pasadas.
Formació
Cuando el interrogado es un anciano debe tenerse en cuenta que su
mayor rigidez mental provoca la abundante acción de los prejuicios. No debe
olvidarse que se fatigan con rapidez y suelen tener dificultades para el
recuerdo memorístico, por lo que no debe acuciárseles sobre extremos muy
concretos y preguntas muy precisas.
- El delincuente por imprudencia: Carece de voluntariedad en el delito,
por lo que no siempre surgen sentimientos de culpabilidad que puede verse
diluida tildando a los hechos de accidentes. La motivación básica para negar
los hechos está más relacionada con el análisis de los prejuicios que puede
acarrearle la admisión de responsabilidad que con el miedo al rechazo
social.
- El delincuente por conflicto: Sus actos delictivos responden a
motivaciones puramente psicológicas, revistiendo frecuentemente un
carácter terapéutico para el sujeto y una gran carga emocional. La principal
estrategia del interrogador debe perseguir incrementar dicha carga,
manejando su sentimiento de culpabilidad tanto como sea posible.
- El delincuente habitual o profesional: Suele aprovechar muy bien su
experiencia, conociendo bien la mecánica e incluso las técnicas del
interrogatorio. Suponen un reto para el interrogador, puesto que además de
lo anterior suelen confluir en estos delincuentes ciertos rasgos de
personalidad que añaden mayor dificultad a su interrogatorio, como la
psicopatía. El éxito dependerá de la fuerza de las pruebas disponibles y las
debilidades personales del delincuente, debidamente aprovechado todo ello
por el interrogador.
Comportamientos típicos del interrogado:
Existen algunos comportamientos que, por sus características básicas
comunes y frecuencia de aparición, resulta interesante conocer; aunque la
variedad de conductas que pueden observarse es casi infinita, ya que nada
de lo que es humano está ajeno al interrogatorio. Hay que precisar que estas
conductas estereotipadas pueden reales o fingidas. Para detectar su
falsedad resulta útil saber algunos indicios que ayudarán a su correcta
valoración:
-
Las formas más habituales de presentación.
-
El tipo de sujetos que suelen utilizar con preferencia cada una
de ellas.
-
Las circunstancias favorecedoras de su aparición.
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- El delincuente ocasional: Aquel que comete el delito de modo doloso
pero excepcional dentro de un contexto de normalidad y adaptación social,
jugando un papel decisivo la oportunidad. Debe plantearse el interrogatorio
teniendo en cuenta que el sujeto tiene asumida un sistema de valores
morales normales y que sus actos le han generado sentimientos de
culpabilidad. Con frecuencia, la motivación más intensa para negarse a
aceptar los hechos es el miedo a perder la respetabilidad social.
Formació
- Su relación con el delito: Haciendo una necesaria generalización,
se han identificado cuatro grados o tipos de relación con el delito que
influyen en el grado de dificultad del interrogatorio:
Globalidad: Debe valorarse la conducta manifestada en su
totalidad, atendiendo tanto al gado de intensidad como a la
coherencia interna del conjunto de manifestaciones.
-
Proporcionalidad entre causas (circunstancias que inciden
sobre el sujeto) y efectos (manifestaciones observadas).
-
Momento de aparición o de mayor incidencia de la
sintomatología.
-
La existencia de síntomas somáticos o solamente
comportamentales (la no aparición de síntomas somáticos
apunta a la mayor posibilidad de fingimiento).
- Situación de nerviosismo generalizado: Desde el punto de vista
comportamental se observa excesiva motilidad, incapacidad para
concentrarse, temor y/o reacciones excesivas. Como manifestaciones
somáticas destacan la frecuente necesidad de orinar, sudoración excesiva,
sequedad de boca y labios. Dependiendo de los intereses del interrogador,
éste podrá no hacer nada para disminuir ese estado (si busca obtener
información o pruebas) o tranquilizar al sujeto si fuera necesario lograr que
razone o de explicaciones coherentes.
- El mutismo absoluto: Postura muy frecuente, que generalmente
dificulta en gran medida el interrogatorio. Si el sujeto adopta esta actitud
desde el primer momento, las perspectivas son difíciles. Si por el contrario
antes de callar hace una especie de “declaración de principios” como
alegaciones a sus derechos o similares, el pronóstico es algo mejor. Esta
actitud es propia de sujetos fríos, calculadores y con fuerte personalidad,
terroristas de alto nivel, individuos completamente atemorizados por posibles
represalias de sus cómplices y en ocasiones aparece en delincuentes
ocasionales que reaccionan así al sentirse sobrepasados por la situación.
Ante esta situación, el interrogador debe tener como primer objetivo
conseguir que el individuo hable de lo que sea, y a partir de ese momento ir
reconduciendo la situación buscando que el interrogado se relaje y abata sus
defensas. El éxito en este caso dependerá grandemente de la preparación
del interrogatorio, especialmente de la detección de las vulnerabilidades
psicológicas del interrogado.
- El comportamiento cínico: Consiste en la negación de la realidad
hasta el absurdo, mediante múltiples actitudes (hacerse el tonto, el ingenuo,
el ofendido,..), y es, aunque pueda no parecerlo, una estrategia inteligente y
eficaz, pues constituye un fuerte ataque al equilibrio emocional del
interrogador no experto. No es una actitud improvisada y busca conseguir un
resultado. En estos casos, el interrogador debe mostrar grandes dotes de
actor y conseguir hacer creer al interrogado que no le molesta ni le preocupa
en absoluto su postura, que no tiene demasiado interés en lo que pudiera
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-
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Cada interrogador debe aprender a reconocer estas conductas de
acuerdo a su propia experiencia y preparación, pero constituye una valiosa
ayuda el tener presente siempre cuatro aspectos:
El charlatán mentiroso: Es el típico interrogado que habla sin parar, de
cualquier cosa aunque no tenga nada que ver con la cuestión, salpicando su
discurso de continuas mentiras. Su actitud puede responder a una estrategia
definida, buscando desorientar al investigador y dirigir el interrogatorio, o
buscar compasión. Pero también es una actitud propia de personalidades
mitómanas, ávidas de atención. Para detectarlas el interrogador deberá
preguntarle por hechos concretos perfectamente conocidos y compararlos
con las respuestas ofrecidas, generalmente hiperbólicas, en tono casi
declamatorio y adornada con detalles exagerados o simplemente falsos.
Deberá dirigir el interrogatorio con preguntas claras, simples y concretas a
un ritmo rápido sin apenas silencios que den pie a hablar de más al
interrogado. Deben también imponerse restricciones a esa actitud para evitar
perder el tiempo y obtener poca información.
El fantasma presuntuoso: Pretende vender una doble imagen de
“señor” y “peligro” para el interrogador, a quien intenta abrumar con
supuestas relaciones e influencias. Sólo será necesario desmontar esa
fachada y hacerle entender que su comportamiento provocará el efecto
contrario al deseado para generalmente provocar un cambio de actitud.
La pose de convertido o actitud de agua pasada: Propia de
delincuentes habituales, que buscan sembrar la duda en el interrogador
admitiendo los “errores” de su vida pasada y narrando sus intentos o éxitos
de reinserción, atribuyendo su detención a errores o prejuicios y
manifestando que esta situación puede dar al traste con su recuperación
social. La mejor estrategia será mostrarle la fuerza de las pruebas y el
aprovechamiento de las vulnerabilidades del sujeto.
El mentiroso desvirtuador de hechos: Pretenderá hacer creer en su
inocencia o si ello no fuera posible, disminuir su culpa tanto como le sea
posible a costa de agravar las responsabilidades de otros partícipes en el
hecho o atribuirle la culpa directamente a la víctima, a cualquier otra persona
o a las circunstancias. Es una pose típica de las personalidades débil moral,
motivada por el miedo; psicopática (que la adoptará cuando estime que la
policía dispone de suficientes pruebas en su contra) y frecuente también en
los terroristas para dificultar la labor policial. La adecuada preparación del
interrogatorio, una buena investigación y el perfecto conocimiento de los
hechos serán las claves para el éxito del interrogador.
El guindón: En el argot delincuencial se atribuye a aquel que intenta
engañar en todo momento buscando su oportunidad. Es una actitud típica de
delincuentes peligrosos y reincidentes que siempre aspiran a ganar tiempo
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- El imputado mentiroso: La defensa mediante la mentira adopta
muy variadas poses, siendo las más comunes:
Formació
decirle, pero que no piensa perder un minuto más con él. Le indicará que de
inmediato volverá al calabozo. En ocasiones, unas horas de incomunicación
serán suficientes para un cambio de actitud y una rápida recuperación de la
memoria. Si hay otros detenidos implicados en los mismos hechos, puede
insinuársele que él “no sabe nada” pero que eso no es lo que dicen otros.
- El bronquista: Provoca altercados de modo sistemático, bien por la
combinación de rasgos temperamentales con bajo umbral a la frustración en
la personalidad del sujeto, bien como técnica defensiva ante el interrogatorio
que puede buscar: comprometer el equilibrio emocional del interrogador
mediante una actitud provocadora y desafiante en todo momento; suspender
o aplazar la práctica de la diligencia mediante la autolesión (generalmente
aparatosa pero de poca importancia), o acortar su tiempo de permanencia
en dependencias policiales al suponer un “problema” que conviene quitarse
de encima cuanto antes. Es una pose típica de delincuentes muy
experimentados y que han pasado ya por la cárcel. Suele manifestarse con
amenazas verbales dramáticas acompañadas de exhibición de cicatrices
atribuidas al cumplimiento de dichas amenazas en ocasiones anteriores. Es
interesante señalar que el mismo sujeto no siempre pone en práctica esta
treta, sino que lo hará en función de la evaluación que haya hecho de su
interrogador (si lo ve débil, inexperto, o temeroso). La reacción policial ha de
ser siempre de firmeza, energía y eficacia mostrando un frío cinismo ante las
amenazas. Hay que atajar el comportamiento en sus primeros momentos,
para evitar que el detenido se crezca y la situación se vuelva difícil de
controlar imposibilitando el interrogatorio. Para valorar su potencial
peligrosidad habrá que atender especialmente a los antecedentes del
sospechoso.
- El llorón adulador: Sujeto que buscará mover la compasión y
provocar el sentimiento de culpabilidad del interrogador, adoptando una
actitud supuestamente sumisa y a la vez aduladora hacia el policía en la que
alternará lloros y lamentos con alabanzas a la actitud y conducta del
investigador. Los detenidos de raza gitana suelen ser auténticos expertos en
esta técnica, especialmente las mujeres. La firmeza y la seguridad del
interrogador son buenas armas para luchar contra estos comportamientos.
- El falso enfermo: El fingimiento de enfermedad es bastante común
entre los detenidos, que buscan evitar o suspender el interrogatorio, mejorar
sus condiciones de estancia en calabozos, etc. Para detectar la simulación
de enfermedad habrá que atender al tipo de dolencia aducida (son muy
frecuentes y socorridos los ataques de epilepsia, enfermedades del corazón,
asma, claustrofobia,…), la sintomatología asociada y especialmente al
momento de aparición.
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(para sí mismos, para sus cómplices, para buscar una oportunidad de fuga),
pretendiendo colaborar mediante la aportación de datos de interés para la
investigación que resultan creíbles pero necesitan de comprobación,
generalmente con su propia presencia (por ejemplo, localización de un arma
escondida), para finalmente alegar fallos de memoria, correcciones, etc. Se
debe ser muy cauteloso ante estas situaciones, estar atento para detectar la
mentira y pedir siempre al interrogado la máxima concreción que permita
llevar a cabo la comprobación con el menor riesgo y pérdida de tiempo
posible.
- El sujeto pactista: Es un comportamiento frecuente en delincuentes
profesionales internacionales que se juegan mucho (como extradiciones
para cumplir pena en otros países), pero también en casi cualquier
delincuente, que puede intentar rentabilizar su situación al máximo. Este
sentimiento puede ser muy bien aprovechado por el interrogador, que debe
ser capaz de ofrecer el caramelo del sabor adecuado para conseguir el éxito.
- El pasota: Actitud de defensa psicológica que suele ser pose
cuando el sujeto ya es adulto, puesto que en delincuentes adolescentes
puede realmente responder a su modo de enfrentar de la vida. En la práctica
no resulta difícil interesar al sujeto haciéndole ver lo difícil de su situación y
las posibilidades de mejorarla que se le ofrecen.
- El reacio o indeciso: Conducta típica en delincuentes ocasionales,
que cuando se da en los habituales suele responder a una estrategia
inteligente para luchar contra el reloj. El detenido manifiesta una actitud
claramente colaboradora, llevando al interrogador a creer que está a punto
de derrote, para en el último momento fingir que le surgen dudas y miedos
que le impiden continuar buscando tiempo para “decidirse”, cuando en
realidad está entreteniendo al investigador, en ocasiones lo suficiente para
que no recurra a otros medios de búsqueda de pruebas creyendo que las
conseguirá con el interrogado. En estos casos es conveniente no centrarse
en el “derrote” sino en la búsqueda de información parcial pero útil y
relevante. Si no se consigue esto desde un primer momento, es un claro
indicio de la falsedad de la actitud adoptada por el interrogado.
DESARROLLO DEL INTERROGATORIO:
El preinterrogatorio:
Es la fase previa al interrogatorio en que tiene lugar la adecuada
preparación del mismo, revisando la información disponible y elaborando la
estrategia y planteamiento generales a seguir; y a la que en muchas
ocasiones no se le da la importancia que realmente tiene.
No tiene por que ser inmediatamente anterior al interrogatorio, aunque
por lo general sí es próxima temporalmente al mismo. Pero en ocasiones
esta fase puede tener lugar incluso antes de la detención del sospechoso.
Los principales factores de estudio en esta fase son:
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Formació
- La actitud de superioridad: Siempre responde a una pobre
valoración del interrogador por parte del interrogado, que busca la
superioridad psicológica. Es interesante destacar que esa valoración (en
muchas ocasiones errónea) es enteramente subjetiva y fuertemente basada
en prejuicios y estereotipos tales como la asociación edad/experiencia o
edad/status policial. La superioridad buscada puede ser por supuesta
experiencia, intelectual, e incluso social. El interrogador no ha de dejarse
impresionar, mostrando indiferencia y cierto cinismo. Suele ser demoledor
utilizar la fuerza de los hechos para disminuir ínfulas excesivas.
o Datos obtenidos en la investigación (partes de vigilancia,
informaciones confidenciales, consultas a bases de datos,
informes técnicos y periciales).
o Datos obtenidos de pruebas y efectos intervenidos, tanto en
el momento de la detención como en posteriores registros
(agendas, teléfonos, documentos, etc).
- Valoración de la biografía y circunstancias del sujeto: Se busca
un conocimiento exhaustivo de sus características de personalidad,
condicionantes personales y sociales, y en general cualquier dato o
circunstancia que pueda influir en el interrogatorio. Debe incluir:
o Comprobación sistemática pero no rutinaria de la identidad
del detenido.
o Consulta de archivos policiales y a otras unidades que
puedan conocer al sujeto o le hayan interrogado con
anterioridad.
o Consulta de hechos pendientes que pudieran atribuirse al
detenido por coincidencia de características físicas, modus
operandi, etc.
o Estado de ánimo del detenido: debe valorarse
generalmente por sus reacciones a la detención (sorpresa,
abatimiento, temor, ira).
- Variables de especial incidencia:
o La detención: Lo deseable es que sea practicada por los
funcionarios implicados en la investigación y posterior
interrogatorio, con el fin de tener el control sobre la misma y
decidir el momento, lugar y modo de efectuarla. En caso de
haber sido otros policías los que la hayan llevado a cabo,
hay que informarse sobre lo acontecido en la misma.
o La experiencia previa del detenido: Es importante valorar
los resultados de su experiencia puesto que habrán influido
en las expectativas que se creará en esta nueva situación.
o Número de implicados: Siempre y cuando puedan estar
incomunicados entre sí, a mayor número de implicados
mayor cantidad de información disponible y mayores
probabilidades de obtener nuevos datos.
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o Datos proporcionados por la denuncia, la víctima y los
testigos, tanto formal como informalmente (declaraciones y
conversaciones o entrevistas).
Formació
- Análisis de la documentación existente: Toda la información ha
de ser previamente verificada o cuando menos valorada global e
individualizadamente, y debe incluir:
Como ya se ha dicho, la primera toma de contacto entre interrogador
e interrogado es muy importante, y persigue un doble objetivo:
-
Establecer la primera impresión del interrogador sobre el
interrogado.
Evaluar al interrogado.
Ya se ha hablado de la primera de las cuestiones. La segunda, la
evaluación del interrogado, es también de capital importancia, pues en
función del análisis que se haga del sospechoso se adoptarán las oportunas
técnicas y estilos de interrogatorio y de su grado de acierto dependerá el
éxito de la diligencia.
Esta evaluación es un análisis informal pero rápido y eficaz de la
personalidad, temperamento y rasgos característicos del sujeto, que se
efectúa durante la fase preliminar del interrogatorio (presentación e
identificación) procesando la información y contrastándola con la obtenida
durante la preparación previa.
El interrogado ya debe estar presente en la sala cuando entre en
escena el interrogador. El policía encargado de su conducción hasta ella
debe ser previamente aleccionado para que no mantenga conversación
alguna con el sospechoso y muestre una actitud distante y vigilante (aunque
no hostil) que le proporcione un apoyo psicológico justo antes del
interrogatorio.
Cuando el interrogador penetre en la sala no debe olvidar que es, en
esencia, un vendedor de ilusiones: debe transmitir al sujeto, además de lo
dicho con anterioridad, que esta plenamente convencido de su culpabilidad.
Esto provocará en el individuo un grado variable de descorazonamiento que
le inducirá a esforzarse por hacerle creer en su inocencia, lo que supone un
grado añadido de tensión psíquica que facilitará la comisión de errores que
han de ser sabiamente aprovechados.
Comenzará con la presentación del interrogador, consistente en
manifestar al interrogado su nombre, categoría profesional, y puesto de
trabajo; empleando un tono de voz firme pero amable, mirando a los ojos del
interrogado. Aquí debe empezar a transmitir profesionalidad. Dependiendo
de la actitud del sujeto, podrá ofrecerle la mano, transmitiendo fuerza y
firmeza en el contacto físico.
A continuación deberá solicitarle que se identifique, preguntándole por
su nombre completo y demás datos de filiación. El propósito es llevar al
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El abordaje del interrogatorio:
Formació
o Número de interrogadores: Debe valorarse también cuántos
interrogadores deben participar en función de las
características del hecho y del propio sujeto.
Sin embargo, debe saber detectarse la conveniencia de utilizar otros
apelativos, o incluso títulos o cargos que ostente el sospechoso.
Esta fase inicial del interrogatorio finaliza con la información al
interrogado del motivo, los fines y las condiciones del interrogatorio.
Si el sujeto es evaluado como duro y difícil de interrogar, suele ser
una buena práctica su inmediata remisión al calabozo durante unas horas
sin darle demasiadas explicaciones, salvo en caso de delincuentes muy
experimentados con los que no funciona el ablandamiento que suele
producirse a causa del paso por la celda.
El postinterrogatorio:
Comienza cuando el interrogado derrota y finaliza con su puesta a
disposición judicial, por lo que puede abarcar un amplio período de tiempo.
Para su estudio se divide en varios momentos o fases:
- El “derrote” del interrogado: Cuando éste es real y completo, y
debido a la gran presión emocional a la que se encuentra sometido el sujeto,
se origina una especie de catarsis por la cual el interrogado adopta una
actitud de liberación, mostrándose muy colaborador y con ganas de decir
toda la verdad, hablando incluso sobre aspectos de los que no se le había
preguntado, y mostrando en muchas ocasiones sentimientos de gratitud
hacia el interrogador, a modo de síndrome de Estocolmo. Este estado de
ánimo tan propicio debe ser aprovechado para inquirir sobre detalles
oscuros, matices, ordenar la información, así como la redacción de todo lo
manifestado.
Es muy importante y absolutamente necesario dar al interrogado calor
afectivo, un abrazo psicológico que le conforte pero que le impida salir de
ese estado transitorio, puesto que la situación psicológica posterior al derrote
es muy delicada. El sujeto puede verse afectado por un estado depresivo,
que le sensibilice a las reacciones hacia su persona. Si se encuentra solo,
desamparado y desasistido por la policía o rumia lo acontecido, lo más
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El nombre es una de las posesiones más preciadas de la persona, y
su valor psicológico debe ser aprovechado por el interrogador. En principio,
debe tratar al interrogado por su primer nombre o directamente por su primer
apellido, sin la cortesía de “señor”. Pero hay que utilizar la sutiliza
psicológica de establecer que él sí debe dirigirse al interrogador por “señor”.
Esto puede hacerse implícitamente en la presentación: “buenos días, Juan.
Soy el señor Pérez...”. No debe permitirse nunca al interrogado utilizar hacia
el interrogador otro tratamiento distinto al deseado, ni por supuesto el tan
manido “agente” genérico. Cada vez que esto ocurra debe cortarse y
corregirse firmemente pero sin mostrar contrariedad, puesto que ello abriría
una brecha en nuestra muralla psicológica.
Formació
sujeto a hacer una primera declaración y otorgarle una momentánea
sensación de tranquilidad.
- Conclusión de actuaciones: Una vez finalizada y firmada la
declaración, no debe caerse en el tremendo error de dar por finalizado el
interrogatorio y desentenderse del interrogado, pues sigue siendo un
momento muy oportuno para conseguir mucha información valiosa sobre el
mundo delictivo en el que esté inmerso el interrogado, aprovechando su
estado anímico. Hay que utilizar la necesidad psicológica que en esos
momentos tiene el sujeto de recobrar autoestima personal, de apoyo afectivo
y comprensión, que lo convierte en bastante locuaz.
Para ello se buscará el formato de charla amistosa en la que las
preguntas abiertas y que generan opinión dirigidas hacia campos en los que
el interrogado se siente satisfecho de sí mismo, son muy eficaces. Hay que
“dorarle la píldora” al individuo, y plantearle las mismas o similares
cuestiones como comparación con otros sujetos de su entorno delictivo, lo
que generalmente provocará que se extienda y proporcione información útil.
También se aprovechará la ocasión para recogida de información
complementaria sobre el interrogado de interés para posibles futuras
actuaciones; y si ello fuera posible, ganar un informador.
ESTRATEGIAS BÁSICAS DE INTERROGATORIO:
A continuación se presentan las estrategias que se han mostrado más
útiles, en función del método utilizado y la actitud personal del interrogador:
Método directo:
-
Adecuado cuando la culpabilidad del interrogado es cierta o
razonablemente cierta (establecida por medio de pruebas y
testimonios fidedignos), y con delincuentes profesionales o
experimentados.
-
El interrogador ofrece la impresión de que descarta cualquier
posibilidad de inocencia, señalando la evidencia que indica la
culpabilidad.
-
Insta al sujeto a decir toda la verdad, sin mentiras, excusas ni
interrupciones, evitando amenazas e insinuaciones y
ofreciendo señuelos de apoyo si lo considera oportuno (“en
esas circunstancias yo hubiera hecho lo mismo”).
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- Redacción y firma del acta de declaración: Debe realizarse con
celeridad pero sin prisas indebidas que propicien errores tales como
incoherencias lógicas, lagunas o deficiente redacción.
Formació
probable es que se retracte y en el momento de firmar su declaración se
niegue a hacerlo. Para evitar tan peligrosa situación hay que evitar
reingresar al interrogado en los calabozos después de haber hablado y hasta
formalizar su declaración, manteniéndole acompañado y atendido en todo
momento.
-
El ritmo en la formulación de las preguntas debe ser rápido.
-
Las preguntas, claras y concisas, pueden ser de dos tipos:
o Incriminativas: Se utilizan como argumento con fuerza
propia a partir de los indicios y pruebas disponibles, que
propicia las conclusiones como resultado. No exigen
respuestas cerradas, pues se valoran los silencios, titubeos,
el cómo se niega..
o Inquisitivas: Dirigidas a obtener datos, detalles, matices.
-
Se busca que el interrogado se centre en los árboles,
impidiéndole ver el bosque (que en su intento por contestar
con precisión pierda la perspectiva global de la situación).
-
Este método no es adecuado ante sujetos sobrepasados por
la situación y sin sentimiento de culpabilidad, pues puede
provocar en ellos la adopción de actitud de mutismo.
-
Técnicas concretas que pueden utilizarse: hechos
consumados, presión familiar, utilización del sentimiento de
culpabilidad, repetición reiterada, repercusión familiar,
utilización de la mentira, cargar la culpa a otro.
Método indirecto:
-
Adecuado para situaciones en las que es menor la certeza de
culpabilidad del sujeto, y para tratar a sujetos con
conocimiento culpable.
-
El interrogador trata de dar la impresión de que no está
convencido de la culpabilidad del sospechoso, y que le está
brindando la oportunidad de demostrarlo y decir todo lo que
sabe sobre el asunto.
-
Estrategia en la que se utilizan rodeos dialécticos, se van
matizando detalles, dejando sentadas afirmaciones,
constatando extremos, que sirven de base para futuras
argumentaciones concluyentes. Se trata de ir minando el
terreno que pisa el interrogado hasta que virtualmente queda
en el aire.
-
Las preguntas son indirectas, del tipo: “¿dónde estaba a la
hora del incidente?” ¿qué hacía en ese lugar?”
-
Se debe invitar al interrogado a que diga todo lo que sabe
sobre el hecho insistiendo en que no omita nada por
irrelevante que pueda parecerle (técnica de recuerdo libre),
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Debe hacerse un relato exhaustivo de los hechos conocidos,
formulando preguntas directas y precisas al interrogado.
Formació
-
Otra técnica es la de divagación o centrípeta (de fuera a
dentro), consistente en ir cerrando círculos en principio muy
amplios y poco comprometedores, mediante la conversación
sobre aspectos de su vida, relaciones, actividades, u otros
que permitan mantener un buen clima de relación; pero que
vaya salpicada de datos comprometedores que se utilizarán
posteriormente, dando confianza al sujeto para que continúe.
Éste tendrá dificultades para vislumbrar el objetivo final del
interrogador, y cuando se de cuenta probablemente será
demasiado tarde para mantener una coartada coherente y le
habrá supuesto tejer una red de mentiras de la que le
resultará difícil salir.
-
En esta estrategia se hace patente la necesidad de controlar
la dirección del interrogatorio en todo momento, siendo capaz
de reconducirlo cuando sea necesario y haciendo que lo que
aparentemente es una pérdida de tiempo no lo sea en
realidad.
-
Técnicas concretas que pueden utilizarse: utilización de la
mentira, silencio oportuno, “cuéntame tu versión”, utilización
del
sentimiento
de
culpabilidad,
actitud
comprensivo/paternalista, presión familiar, faroleo, simulación
de evidencia física, entre otras.
Estrategia de desarrollo cronológico:
Se trata de establecer con coherencia la cadena causal que ha
determinado la conducta investigada, con todos los matices y precisiones
necesarias. Admite dos posibilidades: partir de los motivos y culminar en los
hechos o viceversa. La utilización de cada enfoque depende básicamente de
las pruebas disponibles en contra del sospechoso (en caso de detenidos in
fraganti se partirá de los hechos hasta llegar a las motivaciones; cuando se
carecen de pruebas materiales pero existe un móvil consistente, se partirá
de éste para llegar a los hechos).
Esta estrategia admite el uso de casi cualquier técnica utilizable en el
interrogatorio.
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-
Formació
adoptando el interrogador una actitud de escucha. Si el
sospechoso está involucrado en los hechos, sólo tendrá dos
opciones: admitirlo o negarlo mintiendo para falsear detalles y
circunstancias, lo que provocará la aparición de discrepancias
distorsiones y omisiones en su relato. Cuando éste finalice, el
interrogador solicitará aclaraciones de extremos confusos e
inquirir sobre las lagunas que surjan en el relato.
Esta estrategia también admite su empleo con los métodos directo e
indirecto.
En función de la actitud personal adoptada por el interrogador
(recuérdese aquí la importancia de ser un buen actor), pueden identificarse
varias estrategias básicas:
Actitud de acusación directa:
Implica una cierta carga de agresividad manifiesta y una participación
muy activa del interrogador, que se muestra muy duro, práctico, preparado,
convencido de la culpabilidad del sujeto y con ganas de hacer justicia. Esta
actitud puede atemperarse en el transcurso del interrogatorio a conveniencia
del investigador. Es muy recomendable con delincuentes habituales,
profesionales y duros.
Actitud comprensiva-indulgente:
Muy indicada con delincuentes ocasiones, por imprudencia o conflicto,
e incluso con delincuentes habituales muy emotivos, es decir, aquellos de
los que se puede esperar que dicha actitud sorprenda y rompa sus
esquemas. Supone una actitud abierta, amable, no agresiva, concediendo
atenciones personales; y se basa en la motivación básica instintiva de
buscar la aceptación social. Tiene el peligro de hacer fracasar
estrepitosamente el interrogatorio si se evidencia como actitud simulada, y
está totalmente contraindicada con delincuentes habituales muy
experimentados.
Actitud de credulidad:
Puede adoptarse en función de las características de personalidad del
sujeto, especialmente con psicópatas necesitados de estimación social e
individuos border-line. Consiste en mostrar credulidad e incluso adulación
por las “hazañas” del sujeto en el transcurso de su relato, pero comprobando
sistemáticamente sus afirmaciones.
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Muy relacionada con el método indirecto, consiste en partir del punto
más lejano en el tiempo, tomando como referencia la historia vital del sujeto
y algún hecho de especial relevancia, hasta llegar al momento que interesa
investigar. Su utilidad reside en la dificultad para el interrogado de elaborar
una coartada coherente al no saber con claridad el objetivo a defender, y el
apoyo que supone para el investigador el establecer hechos de referencia
obtenidos de aseveraciones dispersas. Es muy eficaz, pero su utilidad se ve
mermada por la obligación legal de informar al detenido de los hechos
concretos de los que se le acusa.
Formació
Estrategia de desarrollo lógico:
-
La pregunta oportuna.
-
La utilización de la mentira.
-
La utilización del sentimiento de culpabilidad.
-
Técnica de mayor a menor y su inversa.
-
Faroleo.
-
Presión familiar.
-
Utilización de las debilidades.
-
Reconstrucción de los hechos.
-
Careo.
-
Técnica de “no implicación personal”.
-
Utilización de la distancia.
-
Utilización del prestigio profesional del interrogador.
-
Crear confusión.
-
Doble objetivo.
TÉCNICAS DE ENTREVISTA A VÍCTIMAS Y TESTIGOS:
LA ENTREVISTA COGNITIVA
CONSIDERACIONES GENERALES
A pesar de la gran importancia que tiene el interrogatorio de detenidos
como técnica de obtención de información en la investigación, debido a las
cada vez mayores limitaciones legales que dificultan su óptima explotación,
desde hace ya unos años viene prestándose mayor atención a otras fuentes
de información también muy valiosas para el investigador si sabe
aprovecharlas: los testigos y las propias víctimas de los hechos delictivos.
No hay que olvidar además que sus declaraciones resultan más creíbles a
terceros y sus identificaciones tienen mayor valor psicológico.
Dada la importancia de su colaboración, la entrevista a testigos o
víctimas que vienen a colaborar con la policía en las entrevistas se debe
tratar de extraer el mayor número posible de información, especialmente
detalles que permitan identificar personas y lugares.
Sin embargo, recientes estudios destacan que, a pesar de que a juicio
de los propios policías son los testigos los que ofrecen el mayor número de
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Por su extensión, únicamente se enumeran las más habituales que
serán desarrolladas en el transcurso de la clase.
Formació
TÉCNICAS DE USO FRECUENTE EN EL INTERROGATORIO:
Los defectos policiales sobre la cuestión que las técnicas de
entrevista a víctimas y testigos tratan de solucionar son principalmente los
siguientes:
-
Falta de generación de rapport.
-
Exceso de interrupciones.
-
Exceso de preguntas inquisitoriales o de respuesta tasada
sí/no.
-
Exceso de entrevistas directas a las que el sujeto debe
responder y esperar a que el entrevistador le haga una nueva
pregunta
-
Secuencia inapropiada en la formulación de las preguntas.
-
Sospecha de la veracidad del testigo, a quien interrogan casi
como a un acusado y le amenazan con que tiene que
reafirmarse en el juicio.
Aspectos tales como las pistas verbales y no verbales, las preguntas
sesgadas en alguna dirección (aunque no sea de modo deliberado y
consciente) y las expectativas que los interrogadores tengan sobre quién es
el autor del delito, afectan al testimonio, al predisponer la forma en que el
testigo accede a la información almacenada en su memoria. Un testigo que
ha sido interrogado con estas preguntas sesgadas añade la información no
original (la sugerida por la pregunta) al recuerdo que tenía de lo que sucedió,
especialmente cuando las cuestiones se formulan inmediatamente después
del suceso. Cuando se vuelve a pedir declaración al testigo más tarde, es
posible que éste confunda la versión almacenada originalmente con la
versión sugerida o al menos, que la segunda sea más accesible por ser más
reciente. Es el fenómeno conocido como “transferencia inconsciente”.
La primera consideración que debe tenerse en cuenta es el orden de
entrevista. Debe comenzarse, siempre que sea posible, por los testigos, a
continuación las víctimas y por últimos el/los sospechoso o detenido.
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A ello habría que añadir la dificultad del propio proceso de captación,
procesamiento, almacenamiento y recuperación de la información por el que
no solo pasa el testigo o víctima, sino también su entrevistador. Diversas
investigaciones han puesto de manifiesto que lo que aquellos recuerdan no
es exactamente aquello que el testigo les dijo. Incluso cuando el
entrevistador escribe inmediatamente lo oído en la entrevista, solo recoge
dos tercios de lo realmente dicho. Esto resalta la necesidad d grabar las
entrevistas.
Formació
pistas para perseguir el delito, son pocos los que afirman haber sido
entrenados para entrevistar a los testigos. Más de la mitad de los policías
encuestados también afirman que los testigos raras veces les aportan los
datos que necesitan para perseguir el delito denunciado, porque dichos
testimonios son incompletos, poco fiables, llenos de invenciones, y
maleables durante el proceso de interrogatorio.
EL TESTIGO
Se define al testigo como aquella persona que da testimonio de algo
bien por haberlo presenciado, bien por tener conocimiento directo de ello. En
la investigación policial su papel puede resultar clave, siempre que reúna
dos condiciones: que el testigo no sea engañado y que no quiera engañar.
Para una correcta evaluación del testigo es fundamental conocer su
motivación a la hora de testificar así como la justificación de su presencia en
el momento y lugar de los hechos investigados.
De acuerdo a sus peculiaridades los testigos pueden ser clasificados
en:
-Testigos cuyo interés está comprometido: Denunciantes,
perjudicados, familiares del sospechoso o la víctima o cualquier persona que
pueda resultar beneficiada con el perjuicio del inculpado. Suelen exagerar
las referencias y los datos por lo que es necesaria su verificación para evitar
manipulaciones sobre el investigador.
- Testigos hostiles: Aquellos a los que las investigaciones y el
esclarecimiento de los hechos puede suponerles peligros y
responsabilidades: familiares, sospechosos, amigos de éstos, etc. Suelen
ser los más difíciles de manejar ya que actúan tendenciosamente para
beneficiar al sospechoso, negando acusaciones, facilitando pistas
imprecisas y/o falsas, silenciando datos importantes, proporcionando
coartadas…
- Testigos desinteresados: Aquellos que no ganan ni pierden nada
con su testimonio. Suelen ser los más útiles desde un punto de vista de
obtención de información pero también se ven sometidos a todas las
variables que afectan al testimonio. Deben ser los primeros a entrevistar.
Problemas del testimonio del testigo:
Son condicionantes importantes de la actuación policial que deben
tenerse en cuenta, y son fundamentalmente dos:
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Hechas estas primeras consideraciones de importancia, y siguiendo el
orden indicado, parece oportuno comenzar hablando sobre la figura del
testigo.
Formació
La segunda es determinar el posible grado de contaminación que
puedan sufrir. Resulta muy perjudicial para la obtención de información fiable
el hecho, por otra parte frecuente, de que exista un contacto previo entre
testigos entre sí o entre éstos y víctimas, en el que en muchas ocasiones y
por diversos efectos psicológicos se produce una contaminación cuando no
una deformación del recuerdo de los hechos. Por ello hay que averiguar si
este contacto se ha producido, e intentar evitarlo por todos los medios.
-
Grado de fiabilidad del testimonio: Depende de la aptitud y
la actitud del testigo. De este aspecto se tratará en otro
módulo del curso.
Recomendaciones prácticas para el interrogatorio de testigos:
Además de la importancia que tiene la preparación previa de la
entrevista y para la que son válidas las consideraciones hechas para el
interrogatorio policial, deben tenerse en cuenta algunas cuestiones prácticas
de interés:
-
Tranquilizar al testigo de sus temores asegurándole el apoyo
policial que sea posible, pero nunca ofrecer más de lo que
realmente se pueda dar. En caso de testigos reacios, tener en
cuenta y hacerle notar que la colaboración con la Justicia
admite varios niveles (posibilidad de informaciones
confidenciales).
-
Hacerle ver la importancia de su colaboración.
-
Plantearse siempre tres cuestiones respecto al mismo: qué
tipo de relación le une al sospechoso, cual es su papel
respecto a los hechos, y cual puede ser su motivación.
-
Manejar bien los diferentes momentos del interrogatorio a los
testigos: in situ (buscar la reacción inicial sin que al sujeto le
de demasiado tiempo a tergiversar consciente o
inconscientemente los datos) y posteriores (obtener
información más detallada de acuerdo a las estrategias y
técnicas adecuadas).
-
Mostrar siempre una actitud y comportamiento exquisitos.
LA VÍCTIMA
Puede ser definida como la persona que ha sufrido de modo directo el
hecho criminal y/o sus consecuencias. El intenso estrés a que está sometida
la víctima de un delito violento le hace mucho más vulnerable a la hora de
atender, percibir y posteriormente recordar los detalles del suceso. Por tanto,
desde el punto de vista de la calidad de la memoria y en términos generales,
su testimonio es menos exacto que el del testigo ajeno.
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La voluntariedad del testigo: Cuando el testigo se niega o
resiste a colaborar han de descubrirse sus motivaciones para
ello con el fin de contrarrestarlas. Algunas causas frecuentes
de negativa a declarar son: perjuicios y molestias
consecuentes, temor a posibles represalias, implicación
personal en los hechos, visión estereotipada del
interrogatorio.
Formació
-
DE
ADQUISICIÓN
DE
Antes de continuar y con el único fin de estimular al lector para
estudiar más ampliamente la cuestión por su interés en el tema que se trata,
es conveniente ofrecer unas breves pinceladas sobre el proceso de
adquisición de información en la memoria con el fin de valorar mejor los
testimonios obtenidos y el modo más idóneo de obtenerlos.
La mayoría de los análisis teóricos dividen el proceso de memoria en
tres estadios principales. Primero, el testigo percibe el suceso y la
información entra el en sistema de memoria (fase de adquisición). Después,
pasa un tiempo antes de que el testigo intente recordar algo (fase de
retención). Finalmente, el testigo intenta recordar la información almacenada
(fase de recuperación).
Factores influyentes en la fase de adquisición:
Durante la fase de adquisición, el testigo percibe la información sobre
un suceso de duración variable (de segundos a varias horas), percepción
sujeta a diversos factores que influirán en la calidad de la información que se
almacene en la memoria. Estos factores son de dos tipos: los inherentes al
propio suceso y los inherentes al testigo.
Factores inherentes al suceso:
- Condiciones de iluminación
- Adaptación a la oscuridad
- Adaptación a la luz
- Duración del suceso
- Velocidad y distancia
- Visión del color:
- Violencia del suceso
Factores del testigo:
- Estrés y miedo
- Focalización en el arma
- Estrés crónico
- Expectativas
- Edad
- Sexo
- Entrenamiento
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PROCESO
Formació
GENERALIDADES SOBRE EL
INFORMACIÓN EN LA MEMORIA
Con el fin de neutralizar en lo posible las dificultades y problemas
señalados respecto a la obtención de información fiable de testigos y
víctimas de delitos, se desarrollaron hace unos años las técnicas de
entrevista cognitiva, que han demostrado ser muy eficaces para ello y que
vienen siendo utilizadas con éxito por distintos cuerpos policiales para la
investigación criminal. De hecho, estudios realizados ponen de manifiesto
que los policías entrenados en la técnica consiguen un 45% más de datos
sin empeorar la calidad de los resultados, es decir, sin aumentar la
proporción de recuerdos falsos. Su mayor inconveniente es el tiempo que
hay que emplear en su aplicación, tiempo del que en muchas ocasiones no
se dispone.
El fundamento teórico del método es que los recuerdos están
asociados a sus orígenes externos y contextuales. De este modo, a través
de distintas técnicas que ayuden al entrevistado a ponerse de nuevo en
situación se logrará una mejor elicitación de sus recuerdos de la misma.
A continuación se expone, de modo esquemático y a modo de guía, la
técnica de entrevista cognitiva mejorada.
FASE 1: SALUDOS Y RAPPORT
Saludos:
-
Llamar al entrevistado por su nombre y decirle el del
entrevistador. Durante la entrevista llamar a la persona
frecuentemente por su nombre.
-
La entrevista debe hacerla un solo entrevistador
Rapport:
-
El entrevistador tiene la misión de facilitar el recuerdo del
entrevistado. Para ello, debe eliminar durante la sesión
elementos de distracción tales como interrupciones, ruidos
extraños, llamadas telefónicas, etc.
-
Comenzar con preguntas no relacionadas con el tema, pero
que no sean despersonalizadas y queel sujeto pueda
responder de manera positiva o satisfactoria: música, cine,
lugares, aficiones. Continuar con esta estrategia hasta que se
vea a la persona relajada.
-
Mantener el interés por lo que dice: escucha activa.
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LA ENTREVISTA COGNITIVA
Formació
TÉCNICAS DE ENTREVISTA:
Enseñarle ya con preguntas abiertas.
-
Comunicar empatía con sus sentimientos y permitirle que los
exprese.
-
Estar abiertos a todas las hipótesis y no sólo a la primera que
nos hagamos.
-
Evitar preguntas sugerentes.
on-line
-
-
La conducta del entrevistador ha de ser el espejo donde se
mire el entrevistado para comportarse de manera semejante.
-
Hablarle despacio.
-
Tomar una postura relajada.
-
Evitar movimientos excesivos de las manos.
-
Contacto ocular.
-
Afirmaciones de cabeza que indiquen el interés por lo que se
está diciendo.
Pausas e interrupciones:
-
No interrumpir jamás al entrevistado y permitirle pausas,
aunque sean largas.
-
Permitirle silencios para que recuerde y ordene sus
recuerdos.
-
No gratificar un tipo de respuestas.
-
No sorprenderse de nada.
FASE 2: AYUDAS A LA ENTREVISTA (CENTRARSE EN EL RECUERDO
Y TRANSFERIR EL CONTROL)
Centrarse en el recuerdo:
-
Invitar a hacer el esfuerzo de recordar.
-
Indicarle que no hay tiempo límite.
-
No tener prisa en hacer la entrevista.
Contarlo todo:
-
Mencionar la insistencia en el TODO, aunque parezca
insignificante porque puede suceder que el entrevistado crea
que la policía ya sabe mucho del caso, que seleccione lo que
él cree relevante para la investigación, que tenga experiencia
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Comunicación no verbal:
-
Puede utilizarse la siguiente instrucción: Mucha gente no
comunica información porque no está muy seguro de que
dicha información sea importante. Por favor, no se guarde
nada, incluso las cosas que usted piense que no son
importantes.
on-line
con otras entrevistas anteriores en las que el entrevistador no
se preocupó por los detalles, que crea que debe mencionar
aquello de lo que esté plenamente seguro, o porque le resulte
demasiado embarazoso contarlo.
-
El policía ha de “desautorizarse”, no es él quien ha de dirigir
la entrevista, sino el testigo con autoridad en el tema.
-
Puede utilizar la frase: “Yo no estuve allí, por lo tanto no sé lo
que pasó. Toda la información la tiene usted, por lo tanto
dígame lo que recuerde”.
FASE 3: INICIAR UNA NARRACIÓN LIBRE
Restablecimiento de las circunstancias:
-
Se trata de restablecer el contexto personal y material del
delito, en los siguientes contextos: emocional (¿qué sintió en
aquel momento?), perceptivo (vuelva a colocarse en el lugar
del delito y haga una fotografía del lugar ¿cómo olía, qué
podía oír?), desarrollo de los hechos (¿qué estaba haciendo
en aquel momento?).
-
Una vez que ha hecho la composición del lugar se le hace
una invitación a narrar libremente cuanto se le ocurra, con
frases tales como: “Díme todo lo que puedas, incluso los
pequeños detalles que tú creas que no tienen importancia.
Recuerda que no estuve allí, por lo tanto dímelo todo. Tómate
el tiempo que necesites. Trata de ver el lugar ¿qué clase de
muebles había? ¿qué pensaste cuando entraste en la
habitación? ¿Oliste algo?”
FASE 4: PREGUNTAR
-
Es el momento en que el policía toma la iniciativa para lograr
que el sujeto nos aporte el mayor número de detalles.
-
Las preguntas, para evitar que sean sugerentes, han de
versar sobre aquello que el sujeto ha mencionado o menciona
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Formació
Transferirle el control:
Es el momento de decirle que vuelva sobre los detalles o
hechos mencionados, que haga un esfuerzo de concentración
y diga todo lo que recuerde de ellos, por insignificante o tonto
que le parezca. Hay que colocarle de nuevo en el contexto.
-
Debe recordarse la necesidad de indicar que se puede
contestar a las preguntas con un “no sé”.
-
Una manera de iniciar esta nueva fase puede ser: Voy a
hacerle algunas preguntas basadas en lo que me ha dicho.
Estaría bien qe me contestara “no sé” si ignora la respuesta a
mi pregunta. Dígame todo lo que recuerde en respuesta a mis
preguntas.
Imaginarse:
-
Se trata de otra manera de reconstruir las circunstancias.
Para preguntar por el agresor puede hacerse por ejemplo del
siguiente modo: Mencionó al delincuente. Me gustaría que
tratara de hacerse una buena imagen de él en su mente. ¿En
qué momento lo vio mejor? Piense en su parecido, su
apariencia general ¿Qué llevaba puesto? ¿A qué olía? ¿Qué
dijo? Cuando tenga una imagen clara de él dígame todo lo
que pueda, con el mayor número de detalles posible.
Preguntas compatibles con el entrevistado:
-
Cada testigo almacena la información a su manera, por lo
tanto, mientras realiza la narración libre, hay que identificarla.
-
Hay que agotar una imagen del testigo hasta el final para no
volver sobre ella. No es infrecuente que durante este
momento de la entrevista el sujeto vaya aportando nuevos
datos o detalles que antes no habían aparecido. En ese
momento el entrevistador debe detenerse en ese nuevo
detalle y agotarlo al máximo, pero siempre siguiendo el modo
de representar o narrar del entrevistado.
-
Durante la narración libre lo que se suele contar son los
hechos y menos los detalles que son interesantes para
identificar personas y lugares, que salen en el momento de
las preguntas focalizadas.
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-
Formació
espontáneamente, no sobre lo que el policía cree que
sucedió.
Cuanto más se esfuerce por recordar, más recordará. Se trata
de hacer entender al sujeto que no basta con que haga una
primera descripción, que trate de recordar más cosas. Y que
para ello utilice nuevas estrategias. Pero es vital que el
testigo/víctima entienda que se le exige este esfuerzo no
porque no se le crea, sino porque así recordará más detalles.
-
Al cambiar el orden del guión mental del recuerdo aparecen
nuevos recuerdos, nuevos detalles. Para ello se utiliza la
técnica de recordarlo todo en orden distinto: Ahora vamos a
intentar algo que ayuda a la gente a recordar más cosas. Lo
que voy a pedirle que haga es que diga qué pasó, pero esta
vez de atrás hacia delante. No es tan difícil como parece a
primera vista. ¿Qué es lo último que pasó? Antes de eso
¿qué paso? Y antes de eso otro ¿qué pasó? (esta indicación
se repite hasta que el testigo llega al comienzo del incidente).
También puede pedirse que trate de comenzar por la cosa del
incidente que más le impresionó y luego trate de ir en los dos
sentidos, hacia delante y hacia atrás.
-
También puede utilizarse la técnica de cambiar de
perspectiva en la visión de los hechos: Vamos a probar otra
técnica que puede ayudar a la memoria, pero no se invente la
información. No se trata de un ejercicio de suponer, sino de
ver la misma realidad desde la perspectiva de otra persona
que estaba presente o desde otro ángulo del lugar de los
hechos. Puede también imaginar que usted está viendo una
película y que debe ir narrándosela con todo lujo de detalles a
un amigo ciego que está a su lado. Recuerde que usted no es
uno de los protagonistas de la película, sino un espectador.
Por lo tanto, utilice la tercera persona para narrar los hechos.
-
Una técnica más para mejorar la calidad del recuerdo de los
detalles es la llamada “sacudidas de la memoria”, consistente
en la aplicación de sencillos trucos mnemotécnicos. Por
ejemplo, si el testigo no puede recordar un nombre en
particular, se le puede preguntar sobre características
sobresalientes del mismo, tales como etnia, longitud, número
de sílabas… Algunos tipos de detalles que pueden recordarse
mejor con esta técnica son: matrículas de vehículos (larga,
corta, con letras, de numeración alta, con qué letra
comenzaba o terminaba), apariencia física (a quien le
recuerda, a alguien conocido quizá), etc.
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-
Formació
FASE 5: RECUPERACIÓN VARIADA / EXTENSIVA
En esta fase el entrevistador hace un resumen de
declarado por el testigo o víctima. Este es el momento en
que el entrevistado puede recordar nuevos detalles, por
tanto hay que decirle que puede añadir cuantos detalles se
ocurran.
lo
el
lo
le
-
Dejar la impresión de que lo ha hecho bien.
-
Retomar los temas intrascendentes con los que se consiguió
el rapport inicial.
-
Agradecerle su cooperación.
-
Dejarle un teléfono de contacto por si recuerda nuevos
detalles.
-
Tomar los datos personales (no al comienzo).
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-
Formació
FASE 6: RESUMEN Y FINAL
La hipnosis de investigación
Las técnicas poligráficas
La autopsia psicológica
Predicción de la violencia
LA HIPNOSIS DE INVESTIGACIÓN
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA:
A mediados del pasado siglo se llevaron a cabo en los Estados
Unidos tímidos intentos de entrenar a la policía en técnicas hipnóticas para
fines de investigación, a raíz del éxito de esta técnica en la resolución de
algunos casos que, aunque aislados, alcanzaron resonancia nacional.
Pero no es hasta 1972 cuando Martin Reiser, director del Servicio de
Ciencias de la Conducta de la Policía de Los Ángeles comenzó a utilizar la
entrevista hipnótica en la labor cotidiana del departamento. Tras unos
tímidos comienzos salpicados de éxito en casos importantes de homicidio,
las autoridades policiales superaron el inicial recelo y aprobaron un proyecto
de investigación que se inició en 1975 y que a lo largo de todo un año
culminó con éxito. A partir de ese momento, el modelo de hipnosis de
investigación se incorporó a otros procedimientos de investigación del
departamento extendiéndose paulatinamente a muchos otros organismos
policiales norteamericanos.
¿QUÉ ES LA HIPNOSIS DE INVESTIGACIÓN?
Podemos definirla como la utilización de técnicas introspectivas
potenciadoras y facilitadoras del recuerdo con fines de investigación criminal.
Se basa en la teoría de que las víctimas de crímenes y algunos
testigos a menudo quedan severamente traumatizados, ocasionando el uso
de defensas de negación, disociación y represión. La necesidad de evitar las
memorias desagradables causa el olvido consciente de los detalles del
crimen que pueden resultar relevantes para la investigación. Sin embargo,
los sentimientos e información rechazados permanecen a nivel
subconsciente, disociados pero a menudo inalterados. La tarea del
investigador es ayudar al sujeto a recuperar esa información protegiendo a la
vez sus necesidades de seguridad.
Es preciso diferenciarla de la hipnoterapia, pues aunque ambas
utilizan las mismas técnicas lo hacen centrándose en aspectos diferentes del
psiquismo:
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3.
4.
Formació
MÓDULO IV: TÉCNICAS PSICOLÓGICAS DE INVESTIGACIÓN
CRIMINAL
-
La hipnoterapia se centra en las impresiones y el afecto. El
hipnoterapeuta está más interesado en sueños, fantasías y
material inconsciente. En terapia, la orientación del trabajo y
sus características se dirigen a identificar y resolver el
conflicto que ha llevado al paciente a la consulta.
MITOS Y CREENCIAS
INVESTIGACIÓN:
ERRÓNEAS
SOBRE
LA
HIPNOSIS
DE
- Mediante la hipnosis puede controlarse la mente del sujeto: Es
quizá uno de los mitos más extendidos. El individuo hipnotizado mantiene su
control volitivo durante todo el proceso, y jamás queda esclavo de las
instrucciones del hipnotizador.
- La hipnosis puede obligar a confesar la verdad: Dado que el
sujeto mantiene el control de su conciencia en todo momento, nunca podrá
ser obligado a decir la verdad en contra de su voluntad.
- La hipnosis es peligrosa: Afirmación común sin base científica
alguna. No existen estudios serios que avalen dicha hipótesis.
- La hipnosis puede inducir a la manipulación del sujeto mediante
sugestibilidad: Se argumenta que las personas muy sugestibles son presa
fácil para el hipnotizador. Sin embargo, la evidencia científica ha puesto de
manifiesto que la sugestión es un factor prácticamente irrelevante en el
proceso hipnótico, o al menos no más que en cualquier otro aspecto de la
conducta humana. Suele confundirse con la capacidad hipnótica (capacidad
innata del individuo para aprovechar la técnica) y la susceptibilidad hipnótica
(referida a la motivación del sujeto y su confianza en el hipnotizador en la
situación concreta).
PROCESO DE LA HIPNOSIS DE INVESTIGACIÓN:
Reiser lo divide en siete fases:
1.- Preliminar: Incluye el repaso de la información básica del crimen
con los investigadores del caso para conocer el marco temporal, el entorno y
otros parámetros calves de la situación. Es útil perfilar las áreas de
información que buscan los investigadores (vehículo, arma, lugar,
conversaciones, descripciones físicas, etc.). También evaluar la posible
necesidad de realizar pruebas médicas complementarias por lesiones
cerebrales, deficiencia acústica, abuso de drogas o medicación, problemas
psiquiátricos. También han de determinarse aspectos logísticos tales como
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La hipnosis de investigación se centra en el recuerdo de los
detalles de un suceso criminal real y reciente, a menudo
traumático para el sujeto. Las instrucciones para elicitar la
información se diseñan para maximizar la posibilidad del
recuerdo preciso del testigo.
Formació
-
3.- Inducción: Consiste en la aplicación al sujeto de diversas técnicas
de relajación física y mental que le sirvan de preparación y facilitación del
proceso de hipnosis, buscando el estado físico y mental óptimo. Las más
utilizadas son la fijación de la vista, el roll visual Spiegel, la respiración
profunda, relajación muscular y repetición de instrucciones de relajación.
4.- Profundización: Se ayuda al sujeto a alcanzar un nivel óptimo de
confort y funcionamiento, mediante técnicas tales como contar de diez a
cero, imaginarse descender varios pisos en ascensor, respuestas
ideomotoras como levitación del brazo, abrir y cerrar los ojos, y el uso de
imaginería que puede incluir escenas de playa, campo o montaña.
5.- Elicitación de información: Se comienza con la determinación
del recuerdo de la escena del crimen y sus parámetros temporales (se
vuelve a poner al individuo en situación). Se usan instrucciones permisivas
para adaptar el recuerdo al propio ritmo del sujeto, diciéndole que recuerde
lo que le resulte seguro y posible. Las técnicas usadas varían desde el
sueño inducido, la técnica de televisión hasta la regresión temporal.
6.- Sugestiones posthipnóticas permisivas: Puede usarse para
aumentar la posibilidad del recuerdo posterior o para preparar cualquier
sesión de hipnosis de seguimiento.
7.- Deshipnotización: Se dan al sujeto instrucciones para sentirse
calmado y relajado, preparando su vuelta a la normalidad a su propio ritmo.
CUESTIONES CONTROVERTIDAS:
Algunas cuestiones concernientes a la hipnosis de investigación
constituyen materia de controversia que ha dificultado su desarrollo
generalizado como técnica de investigación criminal:
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2.- Preinducción: Cuando el sujeto entra en la sala, los equipos de
grabación de audio y video deben estar visibles. Se hacen constar los datos
identificadores de la sesión (fecha, hora, lugar y nombre del sujeto), y las
oportunas presentaciones, explicando el papel de cada persona presente en
la sesión. Excepto en situaciones especiales (como niños necesitados de
apoyo o seguridad) deben excluirse de la sesión a familiares o amigos, por
los posibles efectos inhibidores o emocionalmente negativos sobre el sujeto.
Deben comentarse las condiciones de comodidad (temperatura, luz, aseos,
etc). Es importante establecer empatía con el testigo antes de comenzar la
sesión. También debe hablarse de los errores comunes y la información
incorrecta sobre la técnica y dar una breve explicación sobre las razones del
olvido y las posibilidades del recuerdo, así como responder a todas las
posibles dudas. También se le explicará lo que se hará a continuación,
buscando aliviar la ansiedad y desmitificar el proceso.
Formació
el momento, lugar y posible influencia del entorno sobre el sujeto a
hipnotizar.
- Idoneidad de los policías para la práctica de la técnica: Amplios
sectores de profesionales de la salud mental han manifestado su oposición a
que la hipnosis de investigación sea aplicada por funcionarios policiales,
aduciendo falta de preparación suficiente para ello, cuando no directamente
sus sospechas acerca de la imparcialidad del investigador.
- Escasez de estudios empíricos con validez ecológica: Es
necesaria y urgente la realización de estudios de campo sobre casos reales
capaces de resistir cualquier cuestionamiento sobre su validez científica, y
que sean capaces de aportar datos irrefutables al estudio de la cuestión.
Sin embargo, según Reiser, los resultados de la investigación
existente y el estado actual de la hipnosis de investigación permiten hacer
cuatro inferencias pragmáticas:
1.- La hipnosis no resulta invariablemente en sugestibilidad.
2. La hipnosis de investigación es una especialidad legítima situada
en el campo de la ciencia policial más que en el campo terapéutico.
3- La hipnosis no transforma al testigo hipnotizado en una persona
diferente y conserva las capacidades cognitivas críticas para juzgar y
discriminar sucesos.
4.- La memoria no se corrompe automáticamente con la hipnosis y la
fabulación no es una consecuencia invariable en el recuerdo de información
sobre sucesos penales significativos y recientes.
El mismo autor, sin duda uno de los mayores expertos en la materia,
indica que en sus más de quince años de experiencia con esta técnica en el
Departamento de Policía de Los Ángeles, ha encontrado que funciona en un
significativo número de caso que se hallaban en punto muerto, ayudando al
proceso de justicia penal.
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- Validez del testimonio del testigo hipnotizado: Existe una
tradicional reticencia a admitir el testimonio de personas que han sido
previamente hipnotizadas, aduciendo supuestas distorsiones de memoria,
fabulaciones, pérdida de juicio crítico, o contaminación del recuerdo; que
invalidarían legalmente su testimonio. Sin embargo, no existen estudios
fiables que lo demuestren; antes bien, parece que estos problemas, como
mínimo, afectan por igual a testigos no hipnotizados.
Formació
- La enorme cantidad de estudios y teorías acerca del
funcionamiento y clases de memoria. A pesar de más de cien años de
investigación de laboratorio sobre la memoria, todavía no existe acuerdo en
la comunidad científica sobre los conceptos importantes o necesarios. De
hecho, no hay un solo modelo de memoria probado.
Es a finales del sigo XIX en Italia cuando se datan los inicios de
métodos fisiológicos para la evaluación de la credibilidad, cuyo interés se
extendió rápidamente por todo el mundo. Sin embargo y a pesar de su
origen europeo, la detección fisiológica del engaño apenas se utiliza en
Europa, estando bastante extendida en Estados Unidos, Canadá, Japón,
Turquía, Corea del Sur e Israel. A pesar de ello, la validez y utilidad de las
técnicas poligráficas han sido ampliamente debatidas, pues aunque la
mayoría de los psicofisiólogos ha expresado actitudes generalmente
positivas sobre la utilidad de los tests poligráficos en la evaluación de la
credibilidad, la A.P.A. ha manifestado serias reservas sobre su fundamento
científico y algunas de sus aplicaciones concretas.
Las empresas especializadas en tecnología poligráfica aducen que en
los últimos años las principales universidades de los Estados Unidos han
creado una nueva disciplina científica denominada “Psicofisiología Forense”
responsable del desarrollo de programas de investigación sobre la aplicación
del polígrafo en distintos campos. Indican que se han puesto en practica
nuevas técnicas de interrogación validadas por los resultados obtenidos en
pruebas de laboratorio y casos reales. Los datos estadísticos obtenidos
reflejan que la fiabilidad del polígrafo esta por encima de la mayoría de las
técnicas forenses se investigación, únicamente superada (en % de exactitud)
por la prueba del ADN.
Nuevas tecnologías y estudios realizados en la Universidad de Utah
(Dr. Raskin) y en el laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John
Hopkins (Dr. Olsen) asistidos por la Agencia Nacional de Seguridad de Los
Estados Unidos, han permitido el desarrollo de potentes programas
informáticos (Axciton, Identifi, Polyscore y CPS) que aplicados en polígrafos
computerizados son capaces de determinar la veracidad de un testimonio
con una fiabilidad superior al 95%.
Validados por los departamentos de Justicia y Defensa de los Estados
Unidos con la certificación de la American Polygraph Association, los nuevos
polígrafos computerizados son usados actualmente por agencias
gubernamentales como el U.S. Secret Service, F.B.I., C.I.A., D.E.A., Policías
Locales, fiscalías etc., así como por gabinetes privados de investigación.
En la actualidad el polígrafo es utilizado por agencias de inteligencia,
policías y sectores privados de más de 90 países.
En este tema se describirán y discutirán los métodos poligráficos que
se utilizan actualmente, los datos científicos respecto a su fiabilidad y
validez, los recientes avances en técnicas de examen y métodos para
evaluar los resultados de un tests poligráfico, así como algunos de los
problemas técnicos y prácticos de su aplicación.
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INTRODUCCIÓN:
Formació
LAS TÉCNICAS POLIGRÁFICAS
-
Frecuencia respiratoria
-
Cambios en la presión sanguínea relativa
-
Actividad electrodermal (respuesta galvánica de la piel)
-
Actividad vascular periférica
Para detectar intentos de fraude mediante la ingesta de drogas
inhibidoras del S.N.C. con el fin de evitar las alteraciones fisiológicas
provocadas por la mentira, los modernos equipos van equipados con test de
detección de sustancias. El uso de este tipo de test es voluntario siempre
que se trate de un asunto privado sin trascendencia pública y obligatorio
cuando la evaluación se trate de una pericial con efectos legales.
En España y en el resto del territorio de la Unión Europea no existe
ninguna ley que regule o limite el uso y aplicación del polígrafo por lo que se
puede afirmar que siempre que se respete la intimidad de la persona y esta
acepte libremente la prueba dando su consentimiento por escrito, no existe
ningún obstáculo para su aplicación.
Como cuestiones previas a cualquier examen poligráfico, debería
informarse siempre al sujeto del propósito y tema del examen, informarle
sobre sus derechos legales y solicitarle que acepte someterse a la prueba.
Es altamente recomendable que tanto estas cuestiones previas como el
examen completo sean grabados en video, lo que además de ofrecer la
posibilidad de revisiones posteriores, protege tanto al examinado como al
examinador de futuras objeciones de procedimiento. También se ha
demostrado muy útil para aumentar la precisión del test la estimulación
previa del sujeto mediante una demostración para convencerle de su
efectividad en la detección del engaño y la verificación de la verdad,
mediante la aplicación de un sencillo test de números en el que se le pide al
examinado que elija uno entre 3 y 6 sin mostrárselo al examinador, y que
intente negar haber elegido alguno de los números del 1 al 7 mientras se
realizan registros con el polígrafo.
También es importante conocer que el comportamiento del
examinador ha de ser profesional y objetivo. Si el sujeto sospecha de aquel
o siente que no es competente o tiene sesgos, la exactitud del test queda
comprometida, tendiendo a aumentar el riesgo de errores falsos positivos.
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Entre estos parámetros figuran, dependiendo del tipo de aparato
utilizado:
Formació
La máquina utilizada en estas técnicas es el polígrafo, instrumento de
precisión que, mediante distintas conexiones al sujeto examinado, registra y
cuantifica una serie de parámetros corporales que reflejan alteraciones
cuando el sujeto no dice la verdad y que, recogidos en un gráfico y después
de un análisis algorítmico, permiten. evaluar si una persona miente o dice la
verdad respecto a una cuestión previamente determinada.
Son las técnicas más utilizadas y aplicadas en la investigación
criminal. Están diseñados para evaluar la credibilidad preguntando al sujeto
cuestiones directas sobre su participación en o conocimiento de un crimen o
incidente. Se formulan todas las preguntas para que el sujeto pueda
responder con SI o NO, y se revisan con el sujeto durante la entrevista
anterior al test.
Deben abordar solamente acciones o sucesos sobre los que el sujeto
tiene un conocimiento o experiencia directos y un claro recuerdo. Las
preguntas relevantes pueden plantearse con palabras simples, términos
concretos que permitan una interpretación clara de su significado. Cualquier
pregunta relevante que sea ambigua o que requiera que el sujeto saque
conclusiones o haga interpretaciones puede causar problemas al derivar
inferencias sobre la verdad o engaño, con independencia de la culpabilidad o
inocencia real de la persona evaluada.
Entre los tests de engaño más utilizado se encuentran los siguientes:
Test de relevancia / irrelevancia:
A pesar de ser uno de los primeros en ser desarrollado y
prácticamente el más utilizado durante mucho tiempo, está en desuso y
prácticamente no se utiliza en la investigación criminal.
Utiliza una serie de 10-15 preguntas relevantes (“¿le disparó a
Juan?”) e irrelevantes (“¿le gusta el cine clásico?”). Estas preguntas son
presentadas al sujeto mientras se hace un registro continuo en el polígrafo,
utilizando las variaciones de las reacciones fisiológicas medidas para
determinar si el sujeto miente o dice la verdad. Para evitar los sesgos
provocados por la reactividad autónoma a casi cualquier tipo de pregunta, se
utilizan las preguntas neutrales para establecer una línea de base de
reactividad frente a la que comparar la fuerza de las reacciones producidas
ante las preguntas relevantes.
El fundamento básico del test es que a una persona que miente al
responder a preguntas relevantes le preocupará ser descubierta, lo que
causará reacciones autónomas involuntarias de mayor fuerza en las
preguntas que se responden mintiendo. Si no se detectan diferencias en las
reacciones a las preguntas relevantes y neutras, se concluye que el sujeto
era sincero al responder a las relevantes.
Este fundamento es duramente criticado por simplista, y la
interpretación de sus resultados plantea serios problemas. El principal, que
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TESTS DE ENGAÑO:
Formació
Las técnicas poligráficas se dividen en dos categorías principales: test
de engaño (diseñados para evaluar directamente si una persona está
mintiendo) y tests informativos (que intentan determinar si una persona
posee información concreta que supondría su conocimiento de o
participación en un suceso criminal).
Test de pregunta control:
La esencia del test es la utilización de preguntas control (aquellas
diseñadas para evocar en el sujeto reacciones fisiológicas intensas ante
situaciones que preferiría ocultar) como parámetro para indicar la respuesta
del sujeto cuando miente y servir así de referencia ante las preguntas
relevantes.
Las preguntas control tratan de actos similares al tema investigado
pero son de naturaleza más general, deliberadamente vagas e imprecisas,
abarcando largos períodos de tiempo de la vida del sujeto; buscando la
dificultad en responderlas inequívocamente con un NO. La forma de
presentar y diseñar las preguntas control está hecha para plantear un dilema
al sujeto, llevándole a pensar que admitirlas hará que el examinador se
forme la opinión de que no es honesto y es por tanto culpable. Esto
desalienta las confesiones y maximiza la probabilidad de que la respuesta
negativa sea incierta.
Requiere de una extensa y preparada entrevista anterior al examen y
la revisión y discusión de las preguntas. Un test típico de pregunta control
consta de tres o cuatro preguntas relevantes como parte de una secuencia
de 10 a 12 preguntas. Cada pregunta relevante tiene una pregunta control
adyacente, incluyéndose además algunas preguntas de choque diseñadas
para controlar las reacciones que normalmente ocurren ante cualquier
pregunta que aparezca primero y ante la primera presentación de una
pregunta que trata el tema relevante del test.
El resultado del test se evalúa comparando la fuerza relativa de las
reacciones fisiológicas a las preguntas relevantes y control. Si las reacciones
son en general más fuertes en las preguntas relevantes, el resultado se
considera engañoso en las mismas. Si las reacciones son más fuertes ante
las preguntas control, el resultado se considera sincero en las preguntas
relevantes. Si no hay diferencia consistente en ambas direcciones, se
considera el resultado no concluyente. El instrumento de evaluación más
utilizado actualmente es la interpretación informatizada de resultados,
validada con datos de exámenes poligráficos verificados de sospechosos
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Además, no hay métodos estandarizados y sistemáticos para
interpretar el resultado de este test, del que ha de esperarse una alta tasa de
errores falsos positivos. Los modernos estudios científicos sobre su precisión
han hallado que es muy eficaz para detectar culpables, pero muy pobre en la
identificación de sujetos inocentes.
Formació
no hay una “respuesta específica de mentira” o pauta de reacciones típica
del engaño. Hay diversos factores que pueden hacer que los sujetos
reaccionen con mayor fuerza a las preguntas sobre crímenes de los que son
sospechosos, que a las preguntas neutrales inocuas. Las acusaciones
serias, el impacto emocional de las preguntas, el nerviosismo, la ira o
disgusto por la acusación, entre otras causas, pueden causar reacciones
equívocas de difícil distinción.
Test de control de la mentira directa:
Con el fin de paliar los inconvenientes del test de pregunta control
(principalmente la dificultad de su administración), surgió esta técnica,
consistente en la elaboración de preguntas a las que el sujeto debe
responder, siguiendo las instrucciones que le son facilitadas, con una
mentira. Se le indica al examinado que de este modo se conocerán sus
reacciones al mentir y se comprobará su idoneidad para la administración
del test. Asumiendo que la preocupación del sujeto se centrará en las
preguntas que plantean el mayor riesgo de fracasar en el test. Para los
sujetos culpables, normalmente la clave estará en las preguntas relevantes
que se responden engañosamente, especialmente porque el examinador ha
dicho que los tests anteriores demuestran claramente como reacciona el
examinado al mentir. Por tanto, los culpables mostrarán las reacciones más
fuertes a las preguntas relevantes, en tanto que los sinceros al responder a
las preguntas relevantes se preocuparán más de que la “correspondencia”
de sus reacciones a las preguntas de mentira directa muestre que son
sujetos válidos y que sus reacciones son diferentes cuando dicen la verdad.
Esta preocupación debería aumentar las reacciones de los sujetos sinceros
a las preguntas de mentira directa, haciéndolas más fuertes que las
reacciones a las preguntas relevantes.
Esta técnica presenta una mayor utilidad que la anterior, puesto que
requiere una menor manipulación psicológica del sujeto y menor
capacitación técnicas del examinador. Desde el punto de vista de la
estandarización y la facilidad de administración, las preguntas de mentira
directa son claramente preferibles a las preguntas control tradicionales.
Un inconveniente destacable es la cuestión de su validez, dada la
carencia de estudios suficientes al respecto. No obstante, los estudios
realizados señalan que reduce el problema de falsos positivos inherente al
test tradicional de pregunta control.
TESTS DE INFORMACIÓN:
Están orientados a evaluar el conocimiento directo sobre la
información de interés que pueda poseer el sujeto, no a valorar la
credibilidad de sus afirmaciones. Es decir, constituyen una herramienta
eficaz para determinar la validez del examinado como testigo o informante.
Entre los test de información más aplicados destacan:
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Respecto a su validez, un meta-análisis de los distintos estudios
realizados al respecto concluye que puede obtener niveles muy altos de
precisión cuando examinadores adecuadamente preparados y entrenados
las utilizan en investigaciones criminales.
Formació
criminales y basado en amplios análisis de registros fisiológicos obtenidos de
sujetos inocentes y culpables.
También puede utilizarse este test para determinar un hecho que los
investigadores no conocen pero desean descubrir (esta variante se conoce
como “Test de máxima tensión de búsqueda”), como la localización del
cuerpo de una persona desaparecida o un secuestrado. Si los investigadores
conocen la zona general, pueden marcar un mapa en distintas secciones, y
se puede preguntar al sospechoso sobre las posibles secciones situando el
mapa frente a él y preguntándole si el cuerpo está en el área que se va
señalando. El área que produce la mayor reacción se divide después en
áreas progresivamente menores que se comprueban hasta que los
resultados indican el área donde se realizará la búsqueda.
Test de conocimiento ocultado:
Diseñado para determinar si el sospechoso está intentando ocultar
información. Consta de una serie de preguntas de elección múltiple, cada
una de las cuales trata una información independiente. Cada pregunta tiene
seis respuestas alternativas igualmente plausibles, la primera de las cuales
sirve como pregunta de choque y no se evalúa. Las alternativas correctas se
rotan en las posiciones dos a seis.
Las reacciones consistentemente fuertes a las alternativas correctas
indican que el sujeto ha ocultado su conocimiento del incidente. Si una
pregunta tiene cinco alternativas (sin contar la de choque), entonces un
sospechoso sin conocimiento tiene una opción entre cinco de reaccionar
más fuertemente a esa alternativa. Sin embargo, un sospechoso con
información tiene una mayor probabilidad de mostrar una reacción más alta
a la alternativa correcta. Cuantas más preguntas a las que el sujeto mostró
una reacción relativamente fuerte, más posibilidades de que el sujeto
estuviera intentando ocultar su conocimiento.
Tampoco está plenamente demostrada la validez científica de este
test por la ausencia de estudios fiables. Otros inconvenientes son las tasas
aparentemente altas que ofrece de falsos negativos, y la escasez de casos y
sospechosos apropiados a los que puede aplicarse. Sin embargo, esta
técnica puede ser útil utilizada conjuntamente con otra, para evaluar la
fiabilidad de las conclusiones en función de la coincidencia de resultados de
ambos tests.
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Diseñado para determinar si el sospechoso sabe cual es la alternativa
correcta entre un conjunto de cinco o más alternativas referidas a un hecho
que sólo los investigadores o personas involucradas en el caso sabrían. Por
ejemplo, si en el hecho investigado ha habido disparos y no se ha hablado
con el examinado del calibre del arma empleada, puede preguntársele sobre
el mismo.
Formació
Test de tensión máxima:
Aunque han sido muchas las investigaciones realizadas con distintos
objetivos, todavía no se ha alcanzado un consenso respecto a la validez de
esta técnica ni sobre su estandarización. Sus aplicaciones han variado
desde el estudio de los factores que podrían determinar la conducta suicida
hasta las más específicamente forenses. Entre las primeras, podemos citar
el estudio de casos de suicidio realizado en Uruguay, mostrándose como
una herramienta para la investigación de estos hechos, recomendándose
que sea realizada por psiquíatras experimentados que sepan controlar las
emociones que surjan a lo largo de la investigación; en Colombia donde se
identifican como rasgos predominantes de la personalidad suicida los de tipo
límite y narcisista, y la depresión como psicopatología más frecuente.
Pero, sin duda, ha sido en Estados Unidos donde se ha utilizado la
autopsia psicológica en mayor número de investigaciones, tanto en el
estudio de los suicidios como en otras formas de violencia.
La A.P. ha sido también utilizada en el ámbito de la criminología legal
y forense, en los campos penal y civil, por los investigadores de las fuerzas
militares, policiales, judiciales y médico-forenses como técnica pericial en la
investigación de muertes traumáticas, para determinar si la causa de esta
muerte ha sido homicidio, suicido o simple accidente. A este respecto, hay
que puntualizar que en Estados Unidos ciertos autores distinguen entre la
Autopsia Psicológica y la técnica conocida como Equivocal Death Analisys,
la principal diferencia es que en esta última los especialistas comienzan su
investigación desde el examen de la escena del crimen, y realizan sus
propias entrevistas, independientemente de la investigación policial.
El inicio como técnica pericial se sitúa en Estados Unidos a mediados
del pasado siglo, cuando fue elaborada por primera vez por Robert Litman
en 1958 en el Los Ángeles County Medical Examiner, para aclarar la causa
del fallecimiento en los casos de muerte violenta que se consideraban
equívocos. La Autopsia Psicológica es un método de investigación
retrospectivo e indirecto de las características de la personalidad y de las
condiciones que en vida tuvo un individuo, con el objetivo de acercarse a la
comprensión de las circunstancias de su muerte. Ha sido ampliamente
utilizada como instrumento forense para proveer información sobre las
circunstancias de la muerte en suicidios, con el fin de esclarecer las causas
de la violencia auto infligida y el desarrollo de programas de prevención.
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Las primeras referencias sobre Autopsia Psicológica (A.P.) se
remontan a los años treinta del pasado siglo en los Estados Unidos, donde
comenzó a desarrollarse la técnica con el fin de estudiar el elevado índice de
suicidios provocado por la crisis de 1929. Se potenció su empleo a partir de
1958, y en la actualidad esta técnica está siendo muy utilizada para estudiar
la fenomenología del suicidio en Japón y los países nórdicos, donde
constituye la primera causa de fallecimiento.
Formació
LA AUTOPSIA PSICOLÓGICA
Una posterior investigación ordenada por el Congreso norteamericano
declaró inválida la investigación y ordenó la práctica de nuevas pruebas.
Tras éstas se comprobó que la explosión en el barco había sido un
accidente y que los investigadores del FBI, se habían basado en prejuicios y
conjeturas iniciales, asumiendo desde un primer momento como causa de la
explosión la voluntad de suicidio del marinero, utilizando la autopsia
psicológica como una prueba justificativa para reafirmar sus erróneas
conclusiones. Como consecuencia de estos hechos, la American
Psychological Association (APA), encargó a 12 psicólogos una revisión
sobre la utilización de la autopsia psicológica y otros métodos retrospectivos
de evaluación psicológica para esclarecer muertes sospechosas, con
resultados muy críticos con su utilización indiscriminada y respecto a su
validez y fiabilidad.
CONCEPTO Y DEFINICIONES:
En esencia, la A.P. es un procedimiento para evaluar factores varios
tales como conductas, pensamientos, sentimientos y relaciones de una
persona que ha fallecido, que pretende, mediante la reconstrucción de los
antecedentes personales del sujeto, determinar qué papel jugó en su propia
muerte.
Son varias, y muy diferentes, las definiciones que se han dado sobre
la Autopsia Psicológica, y de ellas se desprende claramente cual es el punto
de focalización y cual su procedimiento y empleo.
Una de ellas centrada claramente en el suicidio es la ofrecida por
Lucero et. Al (2003) que dice "La autopsia Psicológica es un método
científico para reconstruir la muerte por suicidio a través de entrevistas con
los sobrevivientes, entendiendo por tales a los allegados a la persona que se
suicidó.
García, T (1999) dice que es "la exploración retrospectiva e indirecta
de la personalidad y la vida de una persona ya fallecida". En esta definición,
su amplitud es el elemento más resaltable, ya que puede ser aplicada a todo
tipo de evento con resultado de muerte y su aplicación no tiene límite.
Otro ejemplo puede ser el de Proença, M. (2001) que la define como
"una reconstrucción retrospectiva de la historia de vida del difunto, que
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Formació
Sin embargo, la autopsia psicológica ha recibido numerosas críticas,
principalmente por la falta de un modelo estándar aceptado y validado por la
comunidad científica, lo que ha llevado a afirmar que existen tantos modelos
como psicólogos la realizan. El instrumento fue criticado seriamente por su
falta de fiabilidad y validez, especialmente como consecuencia de la
investigación realizada en 1989 sobre una explosión en el barco de la marina
norteamericana USS Iowa, donde murieron 47 marineros. Tras una autopsia
psicológica llevada a cabo por el FBI se determinó que uno de los fallecidos
(el oficial artillero Clayton Hartwig) había saboteado una torre de artillería del
barco con el objetivo de suicidarse, provocando la explosión.
- El carácter retrospectivo de la recogida de información, los datos
relevantes para las causas del fallecimiento son anteriores o simultáneos a
la muerte.
- Es un método indirecto, puesto que salvo en determinados casos
(cuando se utilizan sujetos que no consumaron el suicidio), la recogida de
información se hará mediante fuentes ajenas al sujeto investigado
(familiares, amigos, escenarios, documentos).
- Un objetivo común, determinar el estado psíquico del sujeto en el
momento de la muerte (entendido en su sentido más amplio como fruto de
su personalidad, sus motivaciones, su relación con su entorno y en general
fruto de sus experiencias).
En los Estados Unidos, se hace una clara distinción entre:
-
A.P. propiamente dicha, dirigida únicamente a la investigación
de muertes por suicidio, con clara intención de proveer
información para estudios epidemiológicos llevados a cabo
por el Centro de Control de Enfermedades, con la finalidad de
mejorar en las áreas de intervención y prevención del
suicidio.
-
A.P. en muertes de etiología indefinida (que algunos estudios
cifran entre un 5 y un 20% del total de muertes violentas), con
el fin de proveer información de interés a la investigación
médico-legal y criminal para el correcto establecimiento de la
etiología del fallecimiento (suicida, accidental, natural u
homicida).
MODELOS:
La mayoría de los modelos existentes, en determinados países, y por
los motivos antes aludidos, están dirigidos al estudio de casos de suicidio, no
solo como análisis de un caso determinado y específico, sino como un
elemento de evaluación y análisis de este tipo de autoviolencia desde el
punto preventivo.
Quizá el más utilizado en el área iberoamericana sea el desarrollado
en Cuba, por la Doctora Teresita García Pérez en el Ministerio de Salud
Pública y el Instituto de Medicina Legal, denominado Modelo de Autopsia
Psicológica Integrado (MAPI), con víctimas de suicidio, homicidio y
accidente.
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Podrían darse otros ejemplos sobre definiciones tipo de la Autopsia
Psicológica, pero todos ellos coincidirían en determinados aspectos:
Formació
implica el examen de los detalles físicos, psicológicos y medioambientales
de la vida del difunto para determinar más exactamente la forma de la
muerte y del papel de la víctima para acelerar o influir en su propia muerte".
Otro modelo de autopsia psicológica utilizado dentro del ámbito
militar, se empleó en el ejército y la marina norteamericana, también en la
investigación de suicidios (Department of the Army, 1988) en la población
militar y obtener los datos necesarios para la elaboración de planes
preventivos. Basado en este estudio, se realizó una clasificación de los
suicidios en tres grados:
- Primero: Intención clara de suicidio.
- Segundo: impulsivo, no premeditado.
- Tercero: intención no suicida (incluye los casos de suicidio por
negligencia como los sucedidos durante la ejecución de juegos de riesgo,
abuso de alcohol o drogas).
También podemos hacer referencia al modelo elaborado por Michael
G. Gelles del Servicio de Investigación Criminal de la Marina
estadounidense, en el que se enfatiza la realización de la Autopsia
Psicológica desde dentro de la investigación criminal (Gelles, 1995).
Por último, resulta interesante considerar las diferencias entre la A.P.
como tal y el ya mencionado “Equivocal Death analysis” (E.D.A. por sus
siglas en inglés), pues suelen ser empleados como términos sinónimos:
-
La A.P. es un análisis psicológico llevado a cabo por
profesionales de la psicología o psiquiatría aplicando teorías
científicas de sus respectivas ciencias para dar determinar las
causas de la muerte; en tanto que el E.D.A. es un análisis
fundamentalmente victimológico efectuado usualmente por
profesionales policiales que intervienen en una investigación
criminal.
-
La A.P. requiere la recolección de sus propios datos para su
elaboración, en tanto que el E.D.A. aprovecha los ya
recogidos en la propia investigación policial anterior.
-
La A.P. se lleva a cabo generalmente en un período de
tiempo muy cercano a la ocurrencia de la muerte
cuestionada, en tanto que el E.D.A. puede tener que
realizarse incluso mucho tiempo después del hecho.
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Validado por su autora, este modelo se extendió a México, Chile,
Honduras y Costa Rica, áreas de cultura similar, si bien en caso de
utilización en otras áreas diferentes debería ser adaptado a las
circunstancias y necesidades propias del lugar en el que se emplee.
Formació
Es un método completamente estructurado y sistematizado, con una
estructura de cuestionario de respuesta cerrada que disminuye los posibles
sesgos y la subjetividad, tanto de los entrevistados, como de los
entrevistadores.
Una patrulla policial es comisionada a un domicilio donde una persona
joven ha sido hallada cadáver con múltiples heridas de arma blanca y un
cuchillo de grandes dimensiones clavado en el pecho. En el domicilio se
observan signos de desorden y cierta violencia. El arma utilizada procede de
la cocina.
En la autopsia se determina que el cadáver presenta hasta catorce
heridas de arma blanca en el torso, de diversa profundidad, algunas
mortales de necesidad. Finalmente, y a través del estudio médico-legal y la
investigación policial concretada en la inspección técnico-policial efectuada
en el lugar de los hechos, se concluyó que había sido una muerte de
etiología suicida.
En este caso, las evidencias físicas fueron suficientes para el total
esclarecimiento del hecho investigado. Pero imaginemos que no hubiera
sido así y existiesen dudas razonables para pensar en el homicidio como
causa de muerte. En este caso, la A.P. podría aportar luz a la investigación e
incluso contribuir decisivamente a su resolución.
De forma general podemos hacer una pequeña referencia a las
diferentes actuaciones y disciplinas forenses que pueden intervenir ante un
hecho con víctimas. En nuestro ordenamiento jurídico y en la práctica de las
diferentes técnicas forenses que intervienen en estos casos, se puede seguir
un orden en las diferentes actuaciones, que podemos concretarlo como
sigue:
a) Cuando se produce un hecho con víctimas y son avisados los
servicios de ayuda y emergencia, se personan en el escenario, las fuerzas
policiales, los servicios sanitarios y de salvamento, etc., y no precisamente
por ese orden. Para todos ellos lo primero es la atención a las posibles
víctimas, darles protección y preservar las posibles pruebas para la
averiguación de los hechos. Pero ellos mismo con su forma de actuar para
cumplir sus objetivos, los testigos presenciales y los curiosos, pueden de
alguna manera, modificar e incluso destruir pruebas existentes en el lugar, y,
además, dejar las suyas propias (huellas dactilares, de pisadas, de
neumáticos, cabellos, pelos y cualquier clase de fluido orgánico, colillas,
prendas, objetos, etc.) junto a las que ya había, lo que complica en gran
manera la labor de los investigadores.
b) La existencia de una víctima, certificada cadáver, en la escena
requiere un tipo especial de investigación a realizar por médico o patólogo
forense. En ese mismo lugar deberá llevar a cabo un examen preliminar del
cuerpo, tomar sus huellas dactilares y todos los datos relativos a
temperaturas, corporal y ambiente, postura, signos evidentes, etc., que
deberán ser fotografiados antes de proceder a un cambio de posición o
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Sirva con fin ilustrativo sobre el procedimiento a seguir en la técnica el
siguiente caso práctico:
Formació
PROCEDIMIENTO:
c) Es obvio, que una vez cumplido el primer objetivo son las fuerzas
policiales las que deben de hacerse cargo de la inspección del lugar en el
que se han producido los hechos y asumir el control de las personas que se
encuentren en sus inmediaciones. En esta labor son muchos y muy
diferentes los especialistas que pueden y/o deben actuar.
Por una parte, se requiere la intervención de un fotógrafo que registre
con sus cámaras y de forma sistemática, no solo la víctima y la escena, sino
también sus alrededores, y preserve con ellas las evidencias que pueden ser
susceptibles de pérdida o degradación. Ello puede requerir el uso de
determinados tipos de iluminación y filtros para detectar determinados tipos
de evidencias, huellas dactilares en determinadas superficies, restos de
pólvora, sangre, orina, semen o fibras.
Una vez que el fotógrafo ha terminado su trabajo entrarían en función
los equipos de búsqueda y aseguramiento de las pruebas, confección de
moldes, si existieran, empaquetamiento y registro de las pruebas
encontradas. Cualquiera de las pruebas encontradas deberá ser examinada
detenidamente en los laboratorios correspondientes y contrastarla con las
existentes en los diferentes registros (restos biológicos, ADN, pelos y
cabellos, armas y municiones, etc.).
d) Mención especial merece el trabajo de identificación del cadáver,
que puede llevarse a cabo por diferentes métodos, dependiendo del estado
del cadáver.
Cuando las actuaciones de todos los forenses especialistas citados
anteriormente no han sido capaces de obtener los elementos de prueba
necesarios para determinar sin margen de error la causa de la muerte y ser
certificada esta como accidente, suicidio u homicidio, entran en
funcionamiento las técnicas de investigación, sean civiles o policiales, para
ayudar a definir esta incertidumbre. Y no es este el momento cuando
aparece o se inicia con toda su fuerza la práctica de la autopsia psicológica,
como algunos autores indican, sino que la autopsia psicológica, iniciada con
la aparición del cadáver y la actuación de otros especialistas, continúa, por
otros especialistas y con otros métodos.
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Es en la autopsia física, en el depósito, donde el forense realiza un
estudio profundo y exhaustivo del cadáver y es posible que durante ésta y
para completarla necesite el apoyo de otros especialistas como pueden ser
patólogos forenses, entomólogos forenses, antropólogos forenses,
toxicólogos, dentistas, etc. Todos estos datos y circunstancias relativas al
cuerpo pueden indicar con mayor o menor claridad cuando y cual fue la
causa de la muerte.
Formació
traslado. Como es lógico, se harán una composición de lugar y estimarán
unas hipótesis de trabajo que será confirmada o rechazada.
Se habla mucho de las ciencias forenses como la psiquiatría y la
psicología como campos exclusivos y/o excluyentes de estar afectados para
y por el empleo de la Autopsia Psicológica. Pero nuestro ámbito jurídico
concede un papel muy amplio e importante a la actuación, en estos casos,
de las fuerzas policiales, especialmente durante la investigación inicial en la
denominada "inspección ocular" y en el resto de las investigaciones en las
que intervienen diferentes especialistas forenses hasta llegar a la resolución
del caso.
No es por tanto descabellado pensar que la Autopsia Psicológica
pueda llevarse a cabo por parte de estos especialistas con el apoyo de
psicólogos criminales, pues es quizá más fácil enseñar a los policías a
aplicar técnicas psicológicas que convertir en policías a los psicólogos.
Piénsese que la recolección de muchos de los datos que conforman la A.P.
corresponde a la investigación policial (por ejemplo, uno de los más
importantes aspectos de la A.P. puede ser la confección de un cronograma
de sucesos estresantes (problemas económicos, pérdida de empleo,
desengaños amorosos, abusos de drogas, etc.).
Por otra parte y si bien se tiende a utilizar cuestionarios cerrados para
evitar los posibles sesgos en su confección, no es del todo imposible la
utilización de técnicas de entrevista de corte psicológico, como pueden ser
las técnicas de la Entrevista Cognitiva para personas especialmente
afectadas y/o con problemas de memoria, y los cuestionarios más cerrados
para personas sospechosas o informadores de referencia.
Una vez realizado el estudio, debe concretarse el informe final que
servirá como documento de trabajo a los investigadores policiales. La
estructura básica del informe consta de:
-
Perfil de personalidad del individuo.
-
Valoración de los factores de riesgo suicidas, agresivos y
accidentales.
-
Valoración del estilo de vida que incluya el estado mental en
que se encontraba en el momento de la muerte.
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Los autores que consideran que la autopsia psicológica comienza
cuando los otros especialistas no han podido determinar la causa de la
muerte, indican, en relación al tiempo para llevarla a cabo, que se debe
realizar entre un mes y seis meses después de haber ocurrido el hecho y
que su ejecución llevaría entre 10 y 20 horas para su compleción. Sin
embargo, parece acertado pensar que el inicio de las actuaciones debe de
ser desde el principio y sin marcarse plazos de tiempo para su finalización.
Formació
Algunos autores hablan de que la AP es una técnica difícil y que exige
un alto nivel científico. Otros consideran esta técnica-herramienta como un
instrumento multidisciplinar que más que difícil, necesita una especial
atención, un tiempo sin límite de dedicación y una excelente profesionalidad.
Conflictos personales y motivaciones que pudieron llevar al
fallecido a tomar la decisión de suicidarse.
-
Determinación de existencia de señales de aviso presuicida.
-
Determinación de si en el momento anterior a la muerte el
sujeto se encontraba en tal estado de desequilibrio que le
llevase a hacerlo intencionadamente.
on-line
-
Como elemento multidisciplinar, la Autopsia Psicológica utiliza todas y
cada una de las técnicas y tácticas empleadas por cada uno de los
especialistas forenses que intervienen en ella (medicina forense, toxicología,
antropología forense, psicología forense, criminalística, etc.).
Esta psicología fue definida por Godwin (2001) como el examen
sistemático de crímenes sin resolver y la aplicación de métodos científicos
de la psicología para colaborar con la policía en sus tareas de investigación.
Dentro de las técnicas más utilizadas se cuenta con la elaboración de
perfiles criminales, entrevista cognitiva, intervención en crisis, negociaciones
en casos con rehenes, y la autopsia psicológica.
Si bien no hay objeciones de ningún tipo al empleo de las técnicas
forenses señaladas anteriormente, si hay bastante indefinición y controversia
en la técnica a utilizar en la que hemos denominado autopsia psicológica
"estricta" que se iniciaría "a posteriori".
Los diferentes autores, muy centrados en casos de suicidio, se
circunscriben a la utilización de una entrevista cerrada, plasmada en un
cuestionario tipo, y a aplicar, según estos, por personal muy especializado,
preferentemente psicólogos o psiquíatras expertos.
Puede ser que esta situación atienda a los diferentes sistemas
jurídicos existentes en los diversos países, pues, ni que decir tiene que la
asignación de la dirección en la investigación de los delitos a una u otra de
las instituciones jurídicas (judicatura o fiscalía), influye enormemente en los
elementos e instrumentos a utilizar.
El sistema americano de investigación de los delitos está asignado a
los fiscales correspondientes, y en ésta se utiliza no sólo a los diferentes
cuerpos policiales existentes, sino también a técnicos, especialistas,
detectives, etc., para conseguir los elementos probatorios. Este sistema está
tildado de trabajar en un contexto de sistema acusatorio en el que lo primero
es acusar y luego procesar, y en el que los policías están reforzados por la
recogida de pruebas de incriminación más que de pruebas de exoneración.
En nuestro marco jurídico, la investigación criminal está encomendada
a los cuerpos policiales, quienes presentarán ante los jueces
correspondientes las pruebas obtenidas a fin de su valoración, sin que "a
priori" exista una intencionalidad ya que su investigación, en los casos que
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Formació
INSTRUMENTOS:
También éstos llevarán a cabo el estudio y análisis de todos aquellos
efectos personales, tales como diarios, cuadernos de notas,
correspondencia, etc., previa, si fuera necesaria, la correspondiente
autorización judicial para su búsqueda, intervención y estudio.
En el segundo de los enfoques se utilizarán, además, las técnicas
criminalísticas y criminológicas propias de la investigación policial.
Son varios los autores que establecen determinadas categorías de
información, que deben de obtenerse, en los casos dudosos, de los
familiares y los allegados a la persona fallecida.
Por ejemplo, Shneidman (1981) establece 16 categorías entre las que
destaca una información sobre la identificación completa del fallecido
(nombre, edad, dirección, estado civil, etc.), los informes policiales respecto
a los detalles de la muerte, un historial sobre enfermedades y tratamientos,
intentos de suicidio, patrones de reacción ante el estrés, papel de las drogas
o el alcohol en su forma de vida, relaciones interpersonales, pesadillas
nocturnas, etc.
Young (1992), por su parte, aumenta a 26 estas categorías de
información incluyendo posibles notas sobre suicidio, comportamientos presuicidio, análisis de las relaciones el día antes de la muerte, historia
psicológica, reconstrucción de los acontecimientos, familiaridad del fallecido
con los métodos de la muerte, etc.
Pero el más amplio, sin duda, de todos los instrumentos a utilizar lo
constituye el Modelo de Autopsia Psicológica (MAP) utilizado, diseñado y
adaptado por la Dra. Teresita García Pérez, con víctimas de suicidio y
homicidio. Es un método completamente estructurado, para evitar posibles
sesgos y elementos subjetivos, que obliga a todos los que lo utilicen a actuar
de la misma manera. Durante su validación se perfeccionó con la
incorporación de nuevos ítems, dando lugar al Modelo Integrado (MAPI).
Este modelo consta de 59 categorías, con numerosas subcategorías cada
una de ellas, para abarcar todas las posibilidades de respuesta. Contiene
además un "instructivo" y unas "indicaciones útiles" para su uso, en el que
se aclaran las posibles dudas que surjan en sus aplicadores, tanto en las
contestaciones, como en la forma de actuar frente a las personas con las
que se tiene que relacionar (abordaje de los sobrevivientes, requisitos para
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En el primero de los enfoques, las entrevistas a familiares, conocidos
y amigos, pueden realizarse a través de una doble estructura, por una parte
con un cuestionario de preguntas cerradas para aquellos datos concretos, y
por otra, con el empleo de las técnicas de la Entrevista Cognitiva para, entre
otras cosas, aflorar recuerdos y reducir niveles de ansiedad, técnica en la
que determinados miembros de los cuerpos policiales están altamente
cualificados al haber recibido la formación necesaria para su empleo.
Formació
nos ocupan, irá enfocada tanto a la posibilidad de suicidio y el análisis de su
"vida" anterior, como a la posibilidad de homicidio y, por tanto, la localización
y detención del autor.
Existe una fuerte controversia acerca de la validez y fiabilidad de la
técnica, debido principalmente a la ausencia de estudios sólidos sobre la
cuestión. Sin embargo, esto no quiere decir que no sea una herramienta
válida de investigación.
Con el fin de subsanar en parte esta deficiencia, algunos autores (La
Fon, 2001) han propuesto una guía de procedimiento que incluye casi un
centenar de ítems a tener en cuenta para la aplicación de la técnica, con el
fin de implementar una base de datos sobre victimología epidemiológica del
homicidio, de modo similar a las bases de datos que con fines de
investigación criminal gestiona el F.B.I. en su Programa de Detención de
Criminales Violentos (V.I.C.A.P. por su siglas en inglés).
Igual y González consideran que la Autopsia Psicológica, como ayuda
a la investigación criminal, "es un instrumento válido y fiable para la
investigación de muertes violentas, donde no está plenamente aclarada la
causa del fallecimiento, siempre que se aclare que sus conclusiones son
especulativas y probabilísticas, en ningún caso una prueba irrefutable del
motivo del fallecimiento".
No obstante, no debemos caer en la tentación de utilizar la autopsia
psicológica de la misma forma que utilizamos cualquier otro instrumento de
evaluación psicológica de validez y fiabilidad probadas. La A.P. debe
considerarse una herramienta más dentro de una investigación sistemática y
multidisciplinar, nunca debe pretender servir como prueba definitiva de la
causa de una muerte, especialmente cuando otros métodos (criminalística,
medicina forense), no han podido determinarla.
LA PREDICCIÓN DE LA CONDUCTA VIOLENTA
INTRODUCCIÓN:
El estudio de la predicción de la conducta violenta no está exento de
controversias. Los defensores de las prácticas predictivas consideran que
los beneficios que proporcionan son muy superiores a los problemas que
generan y que éstas pueden ayudar a evitar un gran número de actos
violentos. Sin embargo, los que se muestran contrarios a su utilización,
argumentan que los procedimientos disponibles son de muy baja eficacia,
que dicha práctica implica la violación de las libertades civiles al penalizar a
alguien por una conducta que podría cometer en el futuro, que la función
predictiva convierte a los profesionales de la psicología clínica y forense en
agentes de control social a la vez que destruye su rol de ayuda, y,
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FIABILIDAD EMPÍRICA:
Formació
la selección de fuentes de información que deben ser exploradas, como
recoger determinada información, la exploración de áreas de conflicto, etc.).
¿Cómo podemos definir la violencia? Según la OMS la violencia
consiste en el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado
de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,
muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
Otra definición más escueta pero sin embargo más amplia es la
ofrecida por un grupo de investigadores de la conducta violenta, para los
cuales la violencia es: "un comportamiento que puede causar daño a los
demás, o generar miedo a otras personas". El acto violento no se define
solamente por las consecuencias que genera sino que los actos violentos lo
son en sí mismos; así, disparar una pistola en el medio de un numeroso
grupo de personas, aunque no haya víctimas, es un acto violento.
Una consecuencia que refleja la complejidad del fenómeno de la
violencia es el hecho de que no hay un único indicador que podamos utilizar
como medida de la violencia. De hecho los estudiosos y expertos del tema
que quieren analizarlo de forma cuantitativa utilizan índices tales como:
número de detenciones, años de condena, número y variedad de los delitos
y agresiones, tipos de agresión, etc... Un efecto de esta situación es que los
parámetros estadísticos de la violencia son siempre imprecisos y discutidos.
No obstante, existen, como es notorio, riesgos específicos de
comportamientos violentos y muy violentos en individuos determinados y en
situaciones y contextos concretos. Es esta combinación de factores
individuales de predisposición y de factores situacionales desencadenantes
la que puede permitirnos diseñar y validar sistemas y procedimientos de
predicción y prevención de utilidad para los técnicos y profesionales
aplicados. Por lo tanto, los estudios sobre predicción de la conducta violenta
se centran en el componente psicológico de la violencia individual. Desde
esta perspectiva, la conducta violenta se define como aquélla que pretende y
consigue dañar física o psicológicamente a otra u otras personas sin que
éstas hayan consentido en recibir este trato. Este tipo de comportamientos
también incluye la violencia hacia víctimas que consienten o que no
comprenden el efecto de estas conductas (niños y personas con minusvalías
psicológicas o ciertas psicopatologías), así como aquellos comportamientos
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Nelson Mandela, en la presentación del documento "Violencia y salud
en el siglo XX" dirigido por la OMS, manifestó que el siglo XX se recordará
como un siglo marcado por la violencia. Y nada hace suponer que el siglo en
el que ya nos encontramos suponga un punto de inflexión al respecto. La
OMS ha tomado buena nota de ello, y se ha pasado de un cambio del
planteamiento de la consideración jurídico/penal a la consideración de la
salud/bienestar que implica un nuevo enfoque de la violencia: pasar de la
política del castigo/corrección al de la prevención/predicción.
Formació
finalmente, algunos autores mantienen que no son éticamente apropiadas.
También es cierto que las voces contrarias a la predicción han ido
disminuyendo a medida que han ido mejorando la eficacia de los
procedimientos empleados.
A la luz de la investigación acumulada a lo largo de las pasadas
décadas el estado actual del conocimiento sobre el comportamiento violento
podría, en síntesis, resumirse de la siguiente manera:
- Los seres humanos muestran, desde los primeros años de vida,
diferencias individuales en su comportamiento y por extensión en un gran
conjunto de características psicológicas y, entre ellas, en sus rasgos de
personalidad, algunos de los cuales pueden jugar un papel decisivo en la
expresión o inhibición de las manifestaciones agresivas y violentas.
- Los factores sociales pueden a su vez jugar un papel modulador
muy importante en el desarrollo humano y en la socialización y, por tanto, en
la facilitación o inhibición de las manifestaciones violentas.
- Por último, en la precipitación de los comportamientos violentos
juegan un papel determinante los factores situacionales, que ofrecen al
individuo la oportunidad de la acción violenta, sin la cual ésta no ocurriría,
pese a que pudiera haber una cierta predisposición del individuo.
Algunos de los atributos psicológicos individuales (los rasgos de
personalidad y las habilidades psicosociales) son claramente factores de
riesgo para el comportamiento violento en tanto que son variables
predisponentes para la ejecución de conductas antisociales frecuentes.
Parte de estas conductas antisociales, en combinación con determinados
factores sociales, que conocemos como factores desencadenantes (como
por ejemplo los conflictos interpersonales, las toxicomanías o las situaciones
de necesidad, marginación y desarraigo social) pueden dar lugar a
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Las metodologías de estudio sobre predicción de la violencia han
sufrido cambios importantes durante las últimas décadas. En primer lugar, se
ha pasado de una aproximación basada en la predicción de peligrosidad a
otra fundamentada en la evaluación y el manejo del riesgo. Los modelos de
predicción implican que la peligrosidad sería un concepto estático y muchas
veces dicotómico (presencia versus ausencia), mientras que los de riesgo
contemplan la peligrosidad como un constructo esencialmente contextual
(dependiente de las situaciones o de las circunstancias), dinámico (sujeto a
cambio) y continuo (que varía a lo largo de un continuo de probabilidad. En
segundo lugar, los cambios conceptuales mencionados han dado lugar a
planteamientos muy distintos en la forma de evaluar el riesgo. Las
metodologías exclusivamente clínicas y no estructuradas basadas en la
utilización de instrumentos de evaluación poco específicos, han dado paso a
procedimientos basados en la detección y descripción de factores de riesgo
más concretos que permiten distinguir entre los individuos que se comportan
violentamente de los que no lo hacen.
Formació
que producen miedo u otro tipo de consecuencias negativas tales como son
las amenazas directas o indirectas y cualquier tipo de constricción de las
libertades y derechos individuales. Las consecuencias de estos
comportamientos son siempre muy negativas tanto para las víctimas de los
mismos como para su entorno inmediato: muerte o daño físico de la víctima,
la ruina económica o moral, la pérdida de su autoestima, etc.
Los sucesos complejos, como la violencia, además de infrecuentes
tienen otra propiedad y es que son de origen multicausal. No hay una única y
exclusiva razón que justifique totalmente (explique en un sentido causal) el
comportamiento violento. Esta multicausalidad quizás sea parte de la razón
de la infrecuencia de los actos violentos en las personas. La trascendencia
de la conducta violenta es la razón principal de que hablemos de la
necesidad de predecirla. La violencia, los actos violentos, son en cierto modo
sucesos inciertos como otros fenómenos que suceden, como los cambios
atmosféricos, los tecnológicos o los económicos. Predecir la violencia, en el
campo profesional de la psicología criminal, significa muchas cosas
aparentemente distintas tales como:
- saber del riesgo de que un chico cometa un delito de robo con
fuerza, un asesinato o una violación,
- conocer anticipadamente si un terrorista suicida va ha hacer
explosionar una bomba en el interior de un autobús,
- conocer la probabilidad de que un marido despechado por la ruptura
matrimonial, pueda asesinar a su ex-esposa,
- saber si una madre podría estrangular a sus hijos en venganza
contra el abandono del padre de los mismos,
- conocer, si un preso, al concederle la en libertad, puede reincidir en
conductas violentas y delictivas,
- anticipar que un enfermo mental grave o un deficiente mental, pueda
comportarse violentamente con sus familiares o desconocidos en su vida
cotidiana y en la comunidad en la que vive,
- tener conciencia de que un menor, al finalizar una pena de
internamiento o un programa de rehabilitación, va a continuar realizando
actos de vandalismo callejero o de violencia en el seno de una banda o
grupo organizado,
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Considerados los dos anteriores grupos de factores (predisponentes y
desencadenantes), el análisis empírico de la violencia puede hacerse en dos
planos diferentes aunque interdependientes. Estos dos planos son: el global
(las tasas de violencia existentes en una determinada comunidad social), y el
individual (los casos específicos de individuos que se comportan
violentamente y el riesgo que presentan estos individuos de reiterar tales
comportamientos). El análisis presentado se interesa específicamente en
este segundo plano que, ciertamente, influye sobre el primero, ya que como
es evidente el comportamiento violento individual acaba reflejándose en las
tasas globales de violencia registradas en el nivel social.
Formació
manifestaciones violentas graves o extremas. El conocimiento de los
mecanismos de acción de los factores de riesgo, de los factores
desencadenantes y de su interacción es la clave para la predicción y
prevención del comportamiento violento.
- presagiar el resultado de las conductas de un grupo de hinchas
seguidores de un club deportivo en un encuentro de la máxima rivalidad,
- prever si un grupo organizado, banda juvenil o secta, va a cometer
actividades de naturaleza violenta sobre individuos aislados u otros grupos
en un momento determinado.
Como vemos, muchas de estas posibilidades tienen una interesante
aplicación en la investigación policial.
CÓMO PODEMOS PREDECIR TÉCNICAMENTE LA VIOLENCIA:
La conducta violenta es el resultado de una decisión de actuar y
comportarse violentamente, si bien es cierto que, en determinadas
ocasiones, esta decisión no es imputable penalmente o depende de factores
en cierto modo "irracionales" o desconocidos. La decisión de actuar
violentamente puede estar influida, según hemos visto, por un conjunto
variado de factores que solos o en interacción provocan patrones de
conducta que por su naturaleza y especialmente por sus efectos calificamos
de violentos.
Entre estos factores deberemos reconocer tres tipos:
a) Biológicos, tales como ciertas alteraciones neurológicas, trastornos
endocrinos e intoxicaciones
b) Psicológicos: trastornos de personalidad, retraso mental, psicosis y
otras alteraciones psicopatológicas, crisis emocionales, estados de ánimo,
convicciones prejuiciosas, etc.
c) Sociales: exposición a modelos violentos, subculturas violentas,
confrontaciones o situaciones de crisis sociales intensas.
Por lo general estos factores actúan conjuntamente. El objetivo es
predecir la actuación violenta, o en términos científicos la probabilidad de
que acontezca la conducta violenta, con la finalidad de evitar los daños y
consecuencias negativas que la violencia suele producir.
¿Es posible predecir y, en consecuencia, prevenir la violencia?
Diversos estudios indican que la respuesta, en términos globales, es sí.
Pese a ello, los episodios concretos de futuros comportamientos violentos
son difíciles de predecir con la exactitud que sería deseable. Esta tarea es
especialmente complicada cuando los individuos no presentan
características personales predisponentes ni poseen antecedentes de
violencia. En cambio, es más fácil anticipar la violencia futura cuando se
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- vaticinar que, si no se deja de consumir alcohol o otras drogas, un
determinado individuo va a continuar maltratando a sus hijos menores en el
seno de la familia,
Formació
- pronosticar el suicidio de un anciano o de un joven que está
sufriendo un episodio de depresión intensa o de desajuste personal por
distintas razones,
Según estos intereses, los profesionales de la psicología forense y
criminal utilizarán procedimientos e instrumentos distintos. Así, si queremos
predecir violencia en general se puede utilizar el HCR-20 mientras que si
queremos predecir violencia de género o de pareja es mejor utilizar el SARA,
o si queremos predecir recaídas de violadores o agresores sexuales adultos
utilizaremos el SVR-20.
La predicción del riesgo de conductas violentas, cuyos más
destacados expertos actuales debemos situarlos en grupos canadienses (R.
Hare, D. Webster y S.Hart) norteamericanos (D. Hanson) e ingleses
(P.Barret) debe efectuarse sobre la base de analizar conjuntamente varias
facetas propias del comportamiento violento:
a) Naturaleza específica de la conducta violenta: qué tipos de
violencia ocurren
b) Gravedad de la conducta violenta: intensidad de los efectos de la
violencia
c) Frecuencia: cuántas veces aparecen estos comportamientos
d) Inminencia: en qué momento suceden los comportamientos
violentos
e) Probabilidad: indicación acerca del ajuste de la predicción del
riesgo de aparición del comportamiento violento.
Estas características provienen de tres tipos de informaciones
básicas: de carácter empírico, que son las que nos permiten la precisión
predictiva; profesionales, que nos facilitan la utilidad práctica de la
predicción, y de carácter legal, que nos ayudan a la toma de decisiones
imparciales y razonables.
A partir de estos aspectos podemos estimar el riesgo de aparición de
comportamientos violentos pero en función de una serie se condiciones que
hemos de asumir previamente. Entre estas presuposiciones están hechos
como la situación de internamiento, la presencia de control sobre el sujeto, la
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La violencia es por su propia naturaleza un fenómeno complejo y ésta
realidad tiene consecuencias muy diversas. Por ejemplo debemos distinguir,
para simplificar y aumentar la precisión en la predicción, los distintos tipos de
violencia que, siguiendo a la OMS, son más de 30. Estos tipos surgen de
combinar la naturaleza de la violencia (física, sexual, psicológica o por
deprivación/abandono) con el agente causante de la violencia (auto-dirigida,
interpersonal y colectiva). Además de los distintos tipos de violencia, al hacer
predicción, podemos estar interesados en distintos aspectos de la propia
predicción como son: la predicción de la inminencia de la conducta violencia,
las recaídas o reincidencias, la frecuencia de los actos violentos, etc...
Formació
trata de personas potencialmente violentas, que tienen una historia anterior
de comportamientos violentos repetidos o que poseen una personalidad
predisponente al comportamiento violento o en su caso que sufren una
enfermedad estrechamente asociada a la conducta violenta.
Esencialmente consiste en un proceso que permite comprender el
peligro que puede existir de aparición de conductas violentas con el objetivo
de limitar sus potenciales efectos negativos. Para poder completar este
proceso con éxito nos interesara registrar informaciones acerca de varios
aspectos: ¿qué tipos de conducta violenta se producen? ¿con qué
frecuencia? ¿bajo qué condiciones o en qué escenarios? ¿cuáles son las
condiciones presentes? ¿cómo se intervino? ¿qué sucedió después? etc. Se
han desarrollado estrategias de evaluación psicológica intensivas,
procedimientos actuariales basados en tests psicológicos y otras estrategias
(clínicas, epidemiológicas...) para identificar el riesgo de determinados
comportamientos violentos, que denominamos formas críticas de violencia,
pero sigue habiendo un importante grado de imprecisión en tales
predicciones.
Así pues, ¿qué tipos de estimaciones de riesgo de formas críticas de
violencia son más necesarios por la gravedad de sus consecuencias?
Pueden distinguirse los siguientes: riesgo de suicidio, de homicidio por parte
de menores, de los diferentes tipos de agresión sexual, de las agresiones
domésticas y familiares y, naturalmente, de la violencia en general.
Podemos distinguir dos tipos de predicción del riesgo de
comportamientos violentos: el riesgo inmediato y el riesgo a medio y largo
plazo. Los esfuerzos actuales se concentran en la evaluación del riesgo
inmediato de conductas violentas ya que éste es más fácil de realizar y más
eficaz en la práctica aplicada. El riesgo inmediato de conductas violentas se
sitúa en torno a una predicción que se extiende a lo largo de unos días o a
un máximo de unas semanas, y se basa en un patrón de signos de alarma
identificables. Normalmente la evaluación de este tipo de riesgo de violencia
inmediato se realiza por medio de Listados de Chequeo de los signos de
alarma más críticos y urgentes que anticipan una agresión o ataque
importante.
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¿En que consiste la evaluación del riesgo de comportamientos
violentos? Estimar el riesgo de violencia no es más que un procedimiento
para predecir la probabilidad de aparición de una conducta violenta
determinada ya que ésta sí que se puede estimar razonablemente. Es
posible predecir el riesgo de comportamientos violentos con más precisión
que el simple azar o las predicciones unidimensionales. Se puede predecir el
riesgo de cualquier elección si conocemos los determinantes de ésta y
tenemos datos sobre elecciones que anteriormente hayan sucedido y de las
cuales conocemos sus antecedentes. Esta última consideración es cierta en
el campo de los registros penales, criminológicos y psiquiátricos, ya que
existen datos e informes acumulados que pueden proporcionar este tipo de
informaciones.
Formació
historia anterior de crisis emocionales, el consumo de sustancias tóxicas,
etc. Consecuentemente, a partir de ciertas condiciones podemos proponer la
estimación condicional del riesgo de comportamientos violentos.
¿Cuales son los métodos o procedimientos de valoración y predicción
del riesgo que se pueden utilizar? S.Hart los clasifica en dos grandes grupos
que denomina:
a.- A criterio libre del profesional: estos métodos se caracterizan
porque no hay una pauta o instrumento técnico validado y contrastado, son
los más empleados por los diferentes profesionales que en algún momento
se ocupan de este menester (criminólogos, psiquiatras, psicólogos, jueces,
etc.). En este grupo de métodos se distinguen tres que son:
- juicio profesional no-estructurado: En este procedimiento la
característica fundamental es la idiosincrasia con que cada profesional
aborda el problema de predecir el riesgo en función de su formación, sus
preferencias personales, sus hábitos profesionales, la naturaleza de las
demandas, etc... es decir el libre criterio de cada uno de los profesionales
que actúan (o pueden actuar) en esta labor. En general podemos decir que
la recogida de datos (informaciones) no sigue normas o guías fijas ni
estables, cualquier información puede ser incluida en el bagaje previo a la
decisión. Así mismo la información se puede recoger siguiendo cualquier
técnica o procedimiento que el profesional considere adecuado.
Las decisiones siguen un proceso análogo al de recogida de datos, es
decir sin un criterio previo explícito. Las informaciones que dan lugar a las
decisiones pueden ponderarse o combinarse de cualquier forma a juicio del
responsable de la decisión. También, en el caso de la comunicación de los
resultados, el responsable de la evaluación emplea el procedimiento que
considera oportuno en función del receptor de la decisión.
En este procedimiento las limitaciones son obvias y sin discutir la
eficacia mayor o menor de este procedimiento, podemos destacar las
siguientes insuficiencias: la dificultad en encontrar justificaciones empíricas
y/o sistemáticas, de hecho este procedimiento presenta bajos niveles de
acuerdo entre jueces (fiabilidad baja), poca precisión (no-validos) y una
fundamentación débil (irrecusables). De hecho las predicciones realizadas
siguiendo este método se basan en la "autoridad" del profesional que las
formula. Por lo general estas decisiones son muy genéricas y no están
dirigidas a realizar ninguna actuación con el sujeto agresor sino que tratan
de "sancionar" en términos de informe pericial.
- juicio profesional estructurado: Este tipo de evaluación está dirigido
a prevenir un determinado tipo de comportamiento o resultado así que lo
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Formació
El Riesgo de Ataque es un concepto de gran utilidad para todos
aquéllos que tratan a diario con poblaciones de potencial riesgo violento
(especialmente policías, responsables de prisiones, cuidadores de enfermos
mentales y, en algunos casos, profesores y maestros de escuelas
secundarias). Por el contrario, el riesgo de medio y largo plazo se extiende a
un rango temporal de varios años y, aunque es más impreciso, es muy
importante en la toma de decisiones judiciales (por ejemplo, para autorizar
una liberación condicional anticipada) y, también, como forma de evaluar la
eficacia de los programas de intervención reeducativa y terapéutica.
Las limitaciones más relevantes son:
a) que requiere protocolizar todo el proceso de evaluación en el que
se incluye: un modo sistemático de recogida de datos, posiblemente requiera
entrenamiento y formación en las nuevas técnicas y procedimientos que
implica este enfoque.
b) generalmente los elementos del protocolo se incluyen en el
proceso de generalización inductiva que a veces no son adecuados en
determinados casos, poco frecuentes.
c) presupone que los profesionales pueden utilizar el protocolo de
forma eficaz y precisa.
- Evaluación por anamnesis: Incluye una mínima organización de la
información que se recoge ya que se sigue el protocolo propio de las
anamnesis habituales en contextos clínicos. En ellas se incluyen datos
histórico-biográficos que de buen seguro registran la historia y el contexto
donde sucedieron episodios o actos violentos. Esta orientado a actuar. En la
medida en que sigue el esquema clínico este enfoque de evaluación tiene
como objetivo diseñar estrategias de actuación y de gestión o manejo del
riesgo. En este ámbito es frecuente hablar de aspectos como la "reducción
del riesgo" o la "prevención de recaídas".
En cuanto a las limitaciones, este procedimiento es poco fiable, su
validez también es desconocida y asume que la historia registrada se puede
repetir, por sí misma, y debido a que ya ha aparecido con anterioridad. En el
fundamento de este procedimiento se opina que todas las carreras violentas
son estáticas, no modificables y que las personas violentas están
predeterminadas a comportarse de ese modo.
b.- Siguiendo una pauta determinada. En estos métodos se sigue
una pauta/protocolo (método o procedimiento) que proviene de los
desarrollos técnicos de la evaluación psicológica o de otras técnicas de
estimación de riesgo de campos afines. En este grupo distinguimos dos que
son:
- Los tests psicológicos: Son muy conocidos por los psicólogos estos
instrumentos de evaluación pero se descuida, por parte de muchos
profesionales, su utilidad en tanto que predictores. Normalmente el uso de
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Formació
calificaremos como orientado a la actuación profesional, normalmente
preventiva. Suele incluir un nivel determinado de estructuración de la
evaluación ya que incluye la exploración guiada de una serie explícita y fija
de factores de riesgo identificados y conocidos. Especifica el modo y la
manera de reunir y recoger informaciones que se incluyen en el protocolo de
información que servirá después para tomar la decisión. Sin embargo no
introduce, por lo general, restricciones ni orientaciones sobre la toma de
decisiones ni en la forma de resumir y comunicar los resultados y/o
decisiones obtenidas.
Las limitaciones que tiene la predicción utilizando tests psicológicos
son:
a) que requieren una formación profesional en el empleo de los tests,
en contenidos forenses, clínicos y/o criminológicos ya que hay que decidir:
qué test utilizar, cómo utilizarlo y cómo interpretar los resultados obtenidos
b) la justificación de su utilización requiere decidir inductivamente
acerca de aquello que, en general, es aplicable al caso que nos ocupa y en
el momento en que lo utilizamos (todas decisiones previas a el uso del test).
- Los "tests" actuariales: Los rasgos característicos de la valoración
del riesgo por métodos y procedimientos actuariales provienen de que estos
se han diseñado explícitamente con la intención y finalidad de predecir el
riesgo de comportamientos violentos. Siguiendo las pautas desarrolladas por
los actuarios de seguros se han aplicado procedimientos estadísticos para la
predicción del riesgo. Tienen una gran "fidelidad" ya que están optimizados
para predecir un resultado concreto y específico, en un período temporal
determinado, para una población determinada y en un contexto socio-cultural
también muy específico. Introducen una estructura rígida en la predicción
tanto en los procesos de evaluación como en los de toma de decisiones.
Las limitaciones de los procedimientos actuariales son:
a) el uso de este tipo de instrumentos requiere dos tomas de
decisiones caso de forma constante para las que hay que tener un cierto
nivel de conocimientos y formación técnica, así hay que decidir qué escalas
utilizar y cómo interpretar los resultados.
b) lo mismo que en los tests psicológicos hay que justificar
adecuadamente las decisiones de su utilización concreta.
c) los resultados pueden ser fácilmente malinterpretados y dar lugar a
justificaciones pseudo-objetivas y pseudo-científicas.
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Formació
los tests se hace en un sentido clínico-diagnóstico sobre todo dentro del
campo de la psicología jurídica. No obstante en otros contextos
(clasificatorios y de selección) el uso de los tests como procedimientos de
predicción es bien conocido. Los tests miden ciertos rasgos y atributos
psicológicos que, de acuerdo a los conocimientos disponibles y
científicamente contrastados, predicen comportamientos violentos. La
fiabilidad y la validez de estos instrumentos permiten obtener informaciones
relevantes y útiles que a su vez ayudan a la toma de decisiones correctas.
También el uso de estos instrumentos impone un nivel elevado de
organización de los datos empleados en la evaluación ya que se utilizaran
en un momento determinado del proceso de evaluación y del momento en el
que hay que tomar una decisión.
1) La recogida, organización y análisis de la información relevante.
2) La decisión y comunicación del resultado de la evaluación.
INSTRUMENTOS
DE
EVALUACIÓN
COMPORTAMIENTO VIOLENTO:
DEL
RIESGO
DE
Entre los más destacados figuran el HCR-20 y el VRAG. El HCR-20
es uno de los instrumentos paradigmáticos y mejor validados para la
estimación del riesgo de violencia en general. Desarrollado por el
Dr.Webster, especialista canadiense reconocido internacionalmente, está
diseñado para evaluar el riesgo de conductas violentas en personas con
trastorno mental o problemas de personalidad, y se basa en el uso de
informaciones de tres tipos (que recogen las siglas del instrumento, HCR):
histórico-biográficas, clínicas y de gestión del riesgo.
El VRAG (Violence Risk Appraisal Guide), de Quinsey et al. (1998),
fue desarrollado para evaluar el riesgo de comportamientos violentos en
varones adultos con enfermedades mentales, que estuvieran en tratamiento
ambulatorio o internados en centros hospitalarios vinculados a instituciones
penitenciarias. El VRAG es el sistema actuarial más preciso para prevenir
violencia reiterada (reincidencias) entre pacientes con trastornos mentales,
internados o en tratamiento ambulatorio. Sus parámetros de eficacia se
cifran en una probabilidad predictiva –es decir, de que un paciente sobre el
cual se han predicho recaídas violentas acabe en efecto comportándose
violentamente en un futuro- del 55%. Este instrumento logra un incremento
de la predicción sobre el azar del 88% y presenta una precisión del 72% en
la clasificación de pacientes violentos.
En la actualidad existen distintos instrumentos de naturaleza empírica
para la estimación del riesgo de comportamientos violentos. Estos
instrumentos, desarrollados especialmente en países anglosajones,
europeos y norteamericanos, no tienen paralelos en nuestro entorno
criminológico o forense. Tales instrumentos, además de las características
propias de cualquier instrumento de medida, se distinguen por dos
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En todas las descripciones de los procedimientos realizadas se han
presentado los rasgos que las distinguen y caracterizan, así como sus
limitaciones. Debe considerarse asimismo que todo proceso de evaluación
del riesgo comporta, al menos, dos etapas que pueden distinguirse a efectos
del análisis de sus propiedades y limitaciones, y que son:
Formació
Estos
procedimientos
requieren
estudios
cuantitativos
y
epidemiológicos a gran escala, estimaciones de la frecuencia de los
comportamientos que se quieren predecir en las distintas poblaciones donde
pueden ocurrir, etc. Este tipo de información, al menos parcialmente cuando
nos referimos a poblaciones penitenciarias y delictivas, suele estar
disponible, aunque con frecuencia de modo incompleto.
Test o Método Variables
Hallazgos y
Ref.
Predictoras
aplicaciones
Meta-análisis Evaluación
Factores de Bonta, Law
de predictores objetiva de riesgo reincidencia &
Hanson
de violencia
de delincuencia en personas (1998)
general y
juvenil,
con trastorno
reincidencias problemas
mental y sin
familiares y otros trastorno
factores similares mental.
El
(basado en 52
historial
trabajos /16,191 criminal es el
personas).
mejor
predictor.
Sistema de
Historia de
Identifica por Wolfgang,
Puntuación de agresiones
medio de
Figliio, Tracy
Gravedad
graves, de tipo puntuaciones & Singer
delictiva
sexual e
elevadas el (1985)
intimidaciones
riesgo de
basado en un
graves
estudio
conductas
sociológico de
violentas.
600.000
participantes
(USA)
Psychopathy Factores que
Las
Hare (1991)
Check List –
sugieren la
puntuaciones [Versión
Revised (PCL- explotación de
en esta
española:
R)
los demás y un escala son
Moltó et al.,
estilo de vida
los mejores 1999]
crónicamente
predictores
inestable. Pocos individuales
ítems
de violencia;
relacionados
sin embargo
directamente con la escala no
la violencia.
se diseñó con
este objetivo
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En la tabla siguiente se muestra el resumen de los principales
instrumentos existentes hasta ahora en el contexto de la evaluación del
riesgo de comportamientos violentos.
Formació
parámetros muy importantes que son: sensibilidad (porcentaje de
verdaderos positivos, es decir, de sujetos que habiendo sido predichos
violentos acaban comportándose violentamente) y especificidad (porcentaje
de falsos positivos, o sea, de individuos que habiendo sido predichos
violentos no acaban actuando como tales).
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Formació
y es solo
aplicable a
hombres
adultos.
Violent Risk
Ítems de
Predice para Quinsey,
Appraisal
desarrollo de la un intervalo Harris, Rice
Guide (VRAG) personalidad,
de 7 a 10
& Cormier
historia de
años el riesgo (1998)
conductas
de conductas
violentas y noviolentas (no
violentas. Incluye sexuales) en
la puntuación en percentiles.
el PCL-R.
Sólo para
hombres
adultos.
Sex Offender Items de
Predice, para Quinsey,
Risk Appraisal desarrollo de la un intervalo Harris, Rice
Guide
personalidad,
de 7 a 10
& Cormier
(SORAG)
historia de
años, el
(1998)
conductas
riesgo de
anormales
violencia
violentas y
sexual.
preferencias y
Ofrece
desviaciones
percentiles.
sexuales.
Solo para
hombres
adultos.
Meta-análisis Activación sexual Seguimiento Hanson &
de predicciones desviada, historia de un
Bussier
de violencia
de violencia, y
intervalo que (1998)
sexual
factores de
oscila entre
personalidad
15-30 años
(basados en 61 que muestran
estudios y 28.972 el 77% de
personas).
riesgo de
reincidencia
en delitos
sexuales.
Rapid risk
Incluye factores Predice
Hanson
assessment for de la relación con reincidencia (1997)
sexual offense la víctima, delitos en periodos
recidivism
sexuales
de 5 a 10
(RRASOR)
anteriores y edad años a partir
del sujeto
de cuatro
(muestra 2.592 factores.
personas).
Predicción en Epperson,
un plazo de 6 Kaul & Huot
años el nivel (1995)
de riesgo
(elevado o
bajo) de los
agresores
sexuales.
Static and
Historial de
Ofrece
Hanson
dynamic risk
agresiones
niveles de
(1997);
assessment
sexuales y
riesgo
Hanson,
tools
factores de tipo elevado,
Scott &
demográfico y
medio o bajo Steffy (1992)
actitudinales.
de
reincidencia.
California
Factores e
%
Schiller &
Actuarial Risk historial de la
reincidencia Marques
Assessment
víctima y tipo de en un plazo (1999)
Tables
agresión sexual de 5 años
sufrida.
tanto entre
violadores
como
abusadores
infantiles.
Spousal
Historial de
Resumen de Kropp, Hart,
Assault Risk
agresiones en
puntuaciones Webster &
Assessment
contexto de
que predicen Eaves
Guide (SARA) parejas, ajuste
el riesgo que (1999)
psicosocial
presentan los
(estudios de un agresores
total de 2.309
domésticos y
sujetos).
otros tipos de
violencia en
general.
Dangerousness Historia reciente Predice a un Hall (1987);
Prediction
de
plazo de 3
Hall & Ebert
Decision Tree comportamientos meses si un (in press)
violentos,
individuo
Oportunidades y tiene o no
desencadenantes riesgo de
(Triggers) (HOT) comportarse
de conductas
violentamente
violentas.
a partir de un
árbol de
decisiones de
5 pasos.
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Factores de
historial criminal,
víctimas,
consumo de
tóxicos y otros.
Formació
Minnesota Sex
Offender
Screening Tool
– Revised
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Historia anterior, Puntuación Cull & Gill
depresión actual, en términos (1999
estrés y variables de
edition)
cognitivas
probabilidad
(basado en una de riesgo, de
muestra de 1.158 severo a
personas)
liminar, de
conducta
suicida.
HCR-20,
Factores de
HCR-20
Webster,
Version 2
riesgo de tipo:
existe en
Douglas,
Histórico, Clinico distintas
Eaves &
y de gestión del lenguas y se Hart (1997)
Riesgo,
ha utilizado
presentados en en Europa.
un instrumento
único a modo de
protocolo de
confirmación y
guía.
SCR-20
Guía Profesional SCR-20
Boar, Hart,
para la
existe en
Kropp &
evaluación del
distintas
Webster
riesgo de
lenguas y se (1997)
violencia sexual. ha utilizado
en Europa
TVR (Tabla de Predicción del
La TVR fue Clemente et
Variables de
riesgo de
diseñada a
al. (1993),
Riesgo)
quebrantamiento demanda de Nuñez
de permisos de la Secretaría (1997)
salida de sujetos de Estado de
penados en
Instituciones
prisión, a partir Penitenciarias
de 18 variables del Ministerio
pertenecientes a de Justicia
4 categorías de Español.
factores:
persona,
actividad
delictiva,
conducta
penitenciaria y
permiso.
Formació
Suicide
Probability
Scale
Frente a esta situación, en el terreno aplicado, las instituciones y
agencias educativas, de servicios sociales, y de justicia –tanto de ámbito
local, como regional o estatal- se enfrentan a retos operativos específicos, a
saber: conocer los factores concretos que se vinculan a determinados
comportamientos violentos para, en la medida de lo posible, anticipar el
riesgo de que se produzcan y poder prevenirlos de maneras más eficientes.
Los ejemplos pueden ser muy variados. Veamos algunos:
En las escuelas (especialmente en ciertas edades -como el inicio de
la adolescencia- y determinados contextos –ciertos barrios de las ciudades-)
los docentes necesitan evaluar el riesgo de violencia de algunos de sus
chicos y tomar la iniciativa al respecto; sin embargo, el sistema escolar –y
sus profesionales: directores de colegios, maestros, pedagogos,
psicólogos...- carecen por lo común de instrumentos predictivos específicos
y de programas de prevención e intervención adecuados.
Algo semejante acostumbra a suceder en los servicios sociales
primarios y especializados (p. ej., protección a la infancia). Incluso los
servicios e instituciones finalistas en el control de la violencia (como
juzgados de menores, juzgados penales, centros de reforma juvenil y
prisiones) no suelen disponer de la tecnología necesaria para acometer
estas tareas de una manera sistemática y efectiva.
Por ejemplo, cuando frente a un caso de violencia doméstica, un juez
debe decidir acerca del encarcelamiento o la libertad provisional de un
agresor, en función del riesgo de nuevas conductas de maltrato, con gran
frecuencia debe hacerlo en el vacío de información técnica al respecto. Más
allá de la buena voluntad y la experiencia de los profesionales que trabajan
en estos sectores (juristas, psicólogos, trabajadores sociales, etc.) son muy
escasos los instrumentos y procedimientos disponibles para llevar a cabo
eficazmente las tareas de predicción y prevención. Las múltiples funciones a
las que deben atender estos profesionales y el frecuente desconocimiento
de los resultados de la investigación en la materia dificultan enormemente
sus posibilidades de acción.
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Cuando se analiza en términos globales este sector de la
investigación, se constatan dos limitaciones importantes: en primer lugar,
una gran heterogeneidad, dispersión y aislamiento de las temáticas tratadas
y de las metodologías utilizadas; en segundo término, el carácter
preponderantemente exploratorio y descriptivo de la mayoría de los estudios,
que suelen limitarse a informar de cierta problemática (p. ej., la violencia
juvenil en un determinado barrio o ciudad) sin derivar prescripciones
específicas para el control o la reducción del problema en cuestión. En
general existe una muy escasa vinculación –con algunas excepciones- entre
la investigación básica sobre violencia y las prácticas y rutinas más
frecuentemente utilizadas para su abordaje.
Formació
UTILIDAD PRÁCTICA DE LA PREDICCIÓN DE LA VIOLENCIA:
En síntesis, con objeto de mejorar progresivamente nuestras
posibilidades de control de los comportamientos violentos, se considera
imprescindible una paulatina integración de la investigación básica sobre
violencia con las necesidades sociales y aplicadas en esta misma materia,
que permita ir derivando instrumentación técnica de utilidad práctica para las
instituciones y los profesionales que trabajan en este sector.
Desde un punto de vista científico, la predicción y la prevención se
hayan íntimamente vinculadas por tres razones fundamentales. En primer
lugar, porque una detección eficaz de los individuos y contextos en mayor
riesgo de violencia es la condición necesaria para la aplicación eficaz de
medidas preventivas correctoras. En segundo término, porque lo que vamos
aprendiendo sobre los factores de riesgo de comportamientos violentos
(ciertas características personales, carencias educativas, déficit cognitivos,
etc.) nos orienta sobre los objetivos y estrategias que debemos utilizar para
erradicarlos o reducirlos. Es decir, el conocimiento de los factores de riesgo
constituye la base de los programas preventivos y de tratamiento de la
violencia. Por último, porque los resultados obtenidos por los programas –es
decir, sobre la mayor o menor efectividad de cada tipo de programasconstituye, a la postre, una nueva reevaluación de nuestros conocimientos
sobre predicción –si tomamos en cuenta que los programas parten de tales
conocimientos predictivos-.
En la dirección apuntada de vinculación estrecha entre predicción y
prevención, resultan especialmente relevantes los estudios meta-analíticos
desarrollados por Andrews et al. (1990), Andrews y Bonta (1994), y sobre
todo Gendreau, Little y Goggin (1996), quienes a partir del análisis de 131
muestras (que incluían más de 750.000 sujetos, tanto jóvenes como adultos)
pusieron de relieve la existencia de dos grupos de factores de riesgo
diferenciados:
- Los denominados factores estáticos, inherentes al sujeto o a su
pasado y difíciles de cambiar.
- Los dinámicos, o factores individuales y ambientales que pueden
cambiarse mediante las oportunas intervenciones técnicas.
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Formació
El problema al que nos estamos refiriendo tiene una ingente magnitud
social. Los comportamientos violentos –en diferentes formas e intensidadesaparecen en las familias, en las escuelas, en los barrios, en los locales
públicos, en las prisiones, etc. Paralelamente a la amplitud del problema, es
considerable el número de profesionales y técnicos sociales –maestros y
educadores, trabajadores sociales, psicólogos, abogados, policías, jueces y
fiscales....- que o bien deben resolver a menudo situaciones de violencia
aunque tal cometido no constituya la esencia de su función -el caso de los
maestros-, o bien tienen como cometido profesional el propio control de la
violencia -el caso de los policías-. Baste lo dicho para imaginar el exorbitante
presupuesto público que, de una u otra forma, se destina a servicios y
profesionales que tratan con estas problemáticas.
- Mejorar la consistencia de las decisiones al tener en cuenta sistemas
contrastados de recogida de datos relevantes y significativos de la historia
biográfica del sujeto, de sus variables clínicas de estado y de la situación
(factores de riesgo/protección) que rodean al sujeto sobre el que hay que
predecir su comportamiento futuro. Además de esta recogida selectiva de
información se requiere normas de combinación ponderada de los datos
para que la toma de decisiones sea precisa y fiable.
- Mejorar la transparencia de las decisiones, como consecuencia de
utilizar procedimientos de predicción basados en instrumentos clínicoactuariales o actuariales, se dispone de un registro de los distintos pasos del
proceso de predicción aportando transparencia a la decisión y
recomendación finales.
- Proteger los derechos de los clientes y usuarios, es otra de las
consecuencias prácticas de seguir buenas pautas de predicción ya que las
decisiones, a veces útiles y acertadas pero otras veces no, se pueden
analizar a la luz de los derechos que protegen a los clientes y usuarios de
los sistemas de atención a los agresores/víctimas.
LA BAJA TASA DE BASE DE LAS CONDUCTAS VIOLENTAS COMO
CAUSA DE PROBLEMAS DE PRECISIÓN EN LAS PREDICCIONES:
Las bajas tasas de base de la conducta violenta en la población,
pueden enmascarar la capacidad predictiva real de un determinado
procedimiento, pudiendo llegar a dar la impresión de que éste posee una
buena capacidad cuando en realidad no es así. Es necesario separar en la
población estudiada las características del proceso de detección de la
frecuencia de violencia. Así, por ejemplo, un procedimiento que clasificara
adecuadamente un 90% de los casos (presencia o ausencia de la conducta
violenta en el futuro) no tiene porque ser necesariamente bueno si resulta
que sólo un 10% de la población acaba presentando conducta violenta en el
futuro.
Siempre que se plantea un problema de predicción, es necesario
contemplar dos parámetros: los diagnósticos verdaderos positivos y los
diagnósticos falsos positivos. Los primeros serían la probabilidad de que una
persona que acaba presentando conducta violenta durante el período de
seguimiento hubiera obtenido la predicción de violenta con el procedimiento
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- Guiar la intervención de los profesionales en las tareas de predicción
y no dejar a su libre criterio el procedimiento de estimación del riesgo ya que
este método se ha demostrado poco fiable, de dudosa valides e irrefutable.
Formació
Ya hemos dicho que la utilidad primordial de la predicción del riesgo
de comportamientos violentos es evitar que estos se produzcan y por tanto
prevenir la violencia es la finalidad indirecta que persigue la predicción. Pero
de forma más inmediata los objetivos que tienen los procedimientos de
predicción de riesgo de comportamientos violentos desarrollados
técnicamente se pueden identificar como los siguientes:
VARIABLES ASOCIADAS CON LA PREDICCIÓN DE CONDUCTA
DELICTIVA VIOLENTA Y NO VIOLENTA:
La investigación criminológica ha proporcionado información sobre las
variables individuales y ambientales relacionadas con la aparición y el
mantenimiento de tendencias antisociales. Una elevada disposición para
realizar conductas agresivas suele acompañar un patrón más general de
conducta antisocial y delictiva, siendo muy difícil encontrar variables que
ejerzan una influencia selectiva en la aparición de conductas agresivas y no
lo hagan en la de otros comportamientos antinormativos. Todo parece
indicar que algunos delincuentes poseen una mayor predisposición que otros
para presentar pautas de comportamiento violento de manera crónica y que
es posible hablar de consistencia en su conducta agresiva. Se revisan a
continuación algunas de las variables que han mostrado una mayor
asociación con conducta delictiva de tipo violento, aunque muchas de ellas
también están relacionadas con otros tipos de conductas delictivas:
- Edad de inicio de la carrera delictiva: Éste es uno de los
indicadores con mayor capacidad predictiva. Existen numerosos estudios,
tanto de tipo longitudinal prospectivo como transversales que demuestran
que aquellas personas que empiezan a delinquir muy jóvenes son las que
presentan una mayor probabilidad de presentar carreras delictivas extensas.
El estudio de Farrington (1983) puso en evidencia que los jóvenes que
habían sido encausados por primera vez entre los 10 y 12 años,
presentaban una media de más de 7 causas, mientras que aquellos que
habían sido encausados por primera vez entre los 20 y los 24, presentaban
una media de 1,18.
- Historial delictivo: Un pasado delictivo es un buen predictor de
delincuencia futura. Farrington (1983) encontró que los delincuentes crónicos
tenían seis o más causas antes de los 25 años.
- Historia de violencia grave: En general un primer delito violento es
predictor de más delitos violentos. Blumstein, Farrington y Moitra (1985)
mostraron una relación positiva entre la gravedad de la primera causa y el
número de causas posteriores.
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Formació
de evaluación. Este parámetro se conoce también como la sensibilidad del
instrumento. Los segundos serían la probabilidad que una persona que no
acaba presentando conducta violenta durante el período de seguimiento
hubiera recibido un pronóstico de violencia. Al valor (1- número de
diagnósticos falsos positivos), se le conoce como especificidad; expresado
de otra manera sería el valor de los diagnósticos verdaderos negativos. Si
deseamos aumentar el número de diagnósticos verdaderos positivos ello
implicará también aumentar al mismo tiempo la proporción de falsos
positivos. Esto implica que incluso si se dispone de un buen instrumento, es
fácil que se acaben produciendo más predicciones falsas positivas que
verdaderas positivas.
Moffitt, Caspi, Dickson, Silva y Stanton (1996), en un estudio
prospectivo longitudinal basado en el seguimiento desde los 3 años hasta los
18 años de una cohorte de más de 1000 niños y niñas (52% niños y 48 %
niñas) nacidos en la ciudad de Dunedin (Nueva Zelanda) entre abril de 1972
y marzo de 1973, delimitaron dos trayectorias antisociales distintas en
función de la edad de inicio de la conducta antisocial: delincuentes
persistentes a lo largo de la vida y delincuentes limitados a la adolescencia.
El primer grupo estaba formado por individuos que mostraban conducta
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- Historia de problemas conductuales en la infancia: Diversos
estudios longitudinales realizados en diferentes países han permitido
constatar la existencia de cierta continuidad entre las conductas antisociales
que se manifiestan en la infancia y las que se producen en la adolescencia y
la edad adulta, de manera que muchos de los adultos antisociales
acostumbran a presentar una historia de alteraciones de conducta desde los
primeros años de vida. Según la revisión realizada por Loeber (1982), la
mayor parte de delincuentes adultos crónicos habían mostrado durante la
infancia gran variedad de comportamientos antisociales en diferentes
contextos, y generalmente, presentaban un inicio temprano (durante los
años de escuela elemental), por lo que podría considerarse que la base de
sus carreras criminales comenzaba en la infancia. A pesar de la dificultad de
realizar diagnósticos en edad preescolar debido al solapamiento de síntomas
que definen los trastornos clínicamente significativos y las manifestaciones
de estrés transitorio propias de la edad, se ha demostrado que los
problemas de comportamiento son estables desde la edad preescolar hasta
la edad escolar y temprana adolescencia. De este modo, si el comienzo del
comportamiento delictivo es anterior a los trece años, aumenta el riesgo de
delitos posteriores graves, violentos y crónicos, y la tendencia a presentar
carreras delictivas más largas que cuando se dan comienzos posteriores.
Por otra parte, cuando el inicio es tardío (adolescencia o posterior), el cuadro
antisocial parece estar más limitado a este periodo disminuyéndose el riesgo
de delincuencia adulta. Loeber y Farrington (1988) observaron que los
jóvenes que cometen delitos contra la propiedad y delitos violentos,
comparados con los que cometían delitos menos graves e iniciaban su
carrera a partir de la adolescencia, frecuentemente habían empezado a
mostrar problemas de conducta en la edad preescolar, mostraban conductas
problemáticas y conducta hiperactiva o impulsiva de inicio más precoz,
mayor número de problemas educativos, peores habilidades sociales, y
dificultades en las relaciones con los compañeros y con los adultos. También
presentaban unos niveles de remisión claramente inferiores que los de inicio
tardío.
Formació
- Número de causas en la adolescencia: Farrington (1983) halló una
relación positiva entre el número de causas entre las edades de 10 a 17
años y el número de causas entre los 17 y los 24. De manera parecida,
Barnett, Blumstein y Farrington, (1987) pusieron en evidencia que las tasas
de delitos de los individuos podían ser predichas por el número de delitos
cometidos en el pasado.
Lahey, Goodman, Waldman, Bird, Canino, Jensen,. y cols. (1999) en
un estudio transversal con niños y adolescentes también encontraron que
cuanto más precoz era la edad de inicio del primer problema de conducta en
niños y niñas mayor era el número de problemas de conducta que
mostraban los niños y jóvenes en el momento de la evaluación. Otros
autores como McCord (1979) también informaron que el 36% de la violencia
en la edad adulta podia ser explicada por factores predictores de la infancia.
A pesar del gran número de pruebas empíricas que demuestran la
relación mencionada entre inicio precoz de los problemas de conducta y
conducta antisocial posterior de tipo violento, no todos los autores se
muestran igualmente optimistas sobre la intensidad de la relación entre
dichas variables y su utilidad predictiva. Derzon (2001) a partir de un metaanálisis con 82 informes de 58 estudios prospectivos que habían seguido a
los individuos durante un período de su vida, encontraron que la correlación
media de relación entre diversos tipos de conducta antisocial y delitos
posteriores contra las personas era de 0,33. A partir de este resultado, el
autor cuestiona seriamente los programas preventivos aplicados a sujetos
seleccionados con estos criterios, puesto que la selección no se mostró
capaz de identificar al 66% de aquellos que acabaron cometiendo delitos
violentos más adelante y además, un 60% de los individuos que presentaban
conducta antisocial o consumo de sustancias no acabaron mostrando
conducta violenta.
- La agresión física persistente desde los primeros años de vida:
Supone un factor de riesgo para la conducta antisocial y la delincuencia al
final de la adolescencia.
Los estudios que analizan la capacidad predictiva de los problemas
de conducta tempranos en la delincuencia juvenil o adulta, utilizan
indicadores muy variados. Así, por ejemplo, podemos encontrarnos con:
diagnóstico clínico de un trastorno negativista desafiante o de un trastorno
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Formació
antisocial grave evaluada tanto por padres como por maestros en al menos
tres de cuatro observaciones a los 5, 7, 9 y 11 años; y conducta delictiva
grave autoinformada en al menos una de dos evaluaciones realizadas a los
15 y a los 18 años. El segundo eran individuos que presentaron conducta
delictiva grave autoinformada en al menos una de dos evaluaciones
realizadas a los 15 y a los 18 años. Después de realizar un seguimiento de
esta cohorte hasta los 26 años, Moffitt , Caspi, Harrington, y Milne (2002)
mostraron cómo los individuos de sexo masculino con una trayectoria
antisocial de inicio en la infancia (aproximadamente un 10% del total de la
muestra), habían cometido más del 50% del total de delitos violentos,
acumulaban más del 40% de las causas por delitos violentos y un 62% de
las causas por violencia contra la mujer. En cambio, el grupo de jóvenes
antisociales con inicio en la adolescencia, que representaba un 26% del
total, había cometido un 29% de los delitos violentos, acumulaba un 43% de
las causas violentas y un 15 % de las causas de violencia contra la mujer.
- Factores relacionados con la familia: Los factores relacionados
con el entorno familiar ocupan un lugar importante en las principales teorías
sobre los orígenes de los problemas de conducta en la infancia y la
adolescencia. Loeber y Farrington (2000) proponen los siguientes factores
de riesgo relacionados con la familia: delincuencia en los progenitores,
abuso de sustancias, pautas educativas inadecuadas de los padres,
relaciones deficientes padres–hijos, abusos sexuales y físicos por parte de
los padres, negligencia parental, depresión en la madre, fumar durante el
embarazo, madres adolescentes, desacuerdo parental en temas de
disciplina, familia monoparental, familia numerosa, cambios frecuentes en la
persona cuidadora, bajo nivel socio-económico, padre en el paro, madre con
bajo nivel educativo y falta de control por parte de las familias que facilita el
acceso a las armas por parte de los hijos. La influencia de muchas de las
variables anteriormente mencionadas podría producirse a través de su
impacto en las pautas educativas familiares. Éstas actuarían como
mediadoras de los efectos de algunos elementos disfuncionales del entorno
familiar sobre la conducta antisocial y los problemas de conducta, ejerciendo
un papel muy importante en la transformación de una predisposición
(temperamental y/o cognitiva) en conducta.
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Formació
disocial; número de síntomas de trastorno disocial y / o negativista
desafiante evaluados por padres o por maestros; respuestas de padres,
maestros o niños a cuestionarios de conductas antisociales de los niños; y
número de delitos cometidos. Esta heterogeneidad constituye una fuente de
confusión importante a la hora de analizar la relación entre variables, y
muchas veces es la causa de que los resultados sean difícilmente
comparables. Si tomamos el trastorno disocial como variable predictora,
podemos encontrarnos con individuos diagnosticados por cumplir sólo los
criterios relacionados con conducta agresiva, y con individuos hayan recibido
el mismo diagnóstico sin cumplir ninguno de los criterios relacionados con
conducta agresiva. Autores como Tremblay (2003) sostienen que la
conducta agresiva en niños y jóvenes posee una gran capacidad predictiva
de actividades delictivas violentas al final de la adolescencia y en la edad
adulta. Broidy, Nagin, Tremblay, Bates, Brame, Dodge, y cols (2003)
analizaron las trayectorias de agresión física en seis cohortes de tres países
distintos, evaluadas durante períodos de tiempo que oscilaban entre tres y
nueve años a partir de la edad de seis y mostraron que en todas ellas era
posible delimitar entre tres y cuatro trayectorias bien definidas de conducta
agresiva. Entre éstas siempre había una, la más minoritaria, en la que se
observaba una pauta persistente de conducta agresiva grave que no
disminuyó con el paso del tiempo. Los resultados para los grupos de
hombres en todas las cohortes, mostraron que el hecho de formar parte de
una trayectoria de conducta agresiva crónica era el factor predictor más
potente de conducta delictiva violenta al final de la adolescencia. Además,
los resultados se mantenían después de controlar otras variables como:
número de síntomas de trastorno disocial no agresivos, problemas de
negativismo desafiante o problemas de hiperactividad. Sin embargo, en el
grupo de mujeres, no se halló ninguna variable con capacidad predictiva.
Según Patterson y Stouthamer-Loeber (1984) las habilidades de
manejo familiar son de alguna forma dependientes unas de otras. Los
padres que no sean efectivos en la monitorización y seguimiento de las
conductas y problemas del niño, tenderán a ser inefectivos en el tipo de
disciplina que utilicen, menos efectivos en la resolución de problemas
familiares y menos reforzadores. Por otra parte, una razón importante para
explicar la relación entre insuficiente control parental y conducta antisocial es
que la falta de supervisión permite a los jóvenes permanecer durante más
tiempo con compañeros antisociales.
- La influencia de los iguales: Los compañeros influyen de manera
relevante en la aparición de conducta antisocial. Los jóvenes más
conflictivos, generalmente poseen pocos amigos, aunque los que tienen
suelen ser conflictivos como ellos. La importancia de los iguales parece ser
mayor en los casos en que el inicio de la conducta antisocial se produce en
la adolescencia o al comienzo de la edad adulta que en los de inicio
temprano; en estos últimos, las conductas se presentan independientemente
de los compañeros. Las características de personalidad que predisponen a
la conducta antisocial probablemente interactúan con las influencias de los
iguales. Ello explicaría porqué los individuos con muy bajos niveles de
predisposición difícilmente llegan a cometer conducta antisocial, a pesar de
estar sometidos a la presión de los compañeros.
- Aspectos cognitivos: Son diversos los estudios que han mostrado
relación entre ciertos déficit intelectuales y violencia, o que han hallado bajos
niveles de inteligencia en muestras de delincuentes respecto a grupos
control. Otros autores han propuesto que la inteligencia modula el tipo de
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Loeber y Stouthamer-Loeber (1986) realizaron un exhaustivo metaanálisis en el que encontraron que varios factores familiares contribuían de
forma significativa al inicio y mantenimiento de la delincuencia.
Concretamente, la implicación parental en las actividades de los hijos
(tiempo que pasan juntos padres e hijos, interés de los padres en la
educación de sus hijos y por los amigos de sus hijos) y la supervisión
parental. Otros aspectos de la socialización parental que en dicho estudio
estaban también frecuentemente asociados con problemas de conducta,
aunque no de forma tan consistente, eran la ausencia o la deficiente
aplicación de estrategias positivas de cambio (p.e. refuerzo positivo con
comportamientos inapropiados) y las prácticas disciplinarias parentales. Más
específicamente, el uso inconsistente de la disciplina y la aplicación excesiva
de castigo corporal se relacionaban con comportamientos agresivos y
delictivos. Estudios publicados a partir de esta revisión han apoyado estos
resultados.
Formació
El estilo educativo que muestran los padres se presenta como un
factor decisivo en el proceso de socialización infantil. Esta idea se basa en
un cuerpo sustancial de evidencia que muestra correlaciones entre varios
tipos de disfunciones familiares y el comienzo y la persistencia de problemas
de conducta infantil.
Por otra parte, un buen desarrollo de las habilidades cognitivas en los
niños, en especial, las habilidades verbales, parece ser un factor protector
para el desarrollo de conducta antisocial. Así pues, los individuos con bajas
capacidades intelectuales y con ciertos sesgos cognitivos poseen peores
habilidades interpersonales. Éstas dificultan los procesos de socialización y
facilitan la comisión de actos antisociales en general y agresivos en
particular.
- Historia de abuso de sustancias: La relación entre abuso de
sustancias y delincuencia violenta y no violenta está muy documentada.
Dowden y Brown (1998) encontraron que aproximadamente un 70% de los
delincuentes encarcelados tenían problemas por abuso de sustancias.
Menuk (1985) demostró una relación entre uso de drogas ilegales y
conducta violenta y delito. El abuso de sustancias se ha mostrado
relacionado con reincidencia. El consumo de alcohol o de otras drogas era
una de las variables que permitía diferenciar entre éxito y fracaso en las
libertades condicionales de las prisiones de Canadá.
- Enfermedad mental: Los datos sobre la relación entre enfermedad
mental y conducta violenta son contradictorios. Monahan (1992) sostiene
que la enfermedad mental provoca únicamente un ligero aumento del riesgo
de violencia y que de forma parecida a lo que sucede con la población
delincuente no psiquiátrica, un historial violento es el mejor predictor de
violencia entre los pacientes psiquiátricos. Otros estudios han encontrado
que los niveles de violencia son inferiores entre los pacientes con
esquizofrenia que en pacientes con algunos trastornos de la personalidad. El
meta-análisis publicado por Bonta, Law y Hanson (1996) puso en evidencia
que en población de delincuentes, el trastorno mental se mostraba
relacionado negativamente con la predicción de violencia. Sin embargo,
otros autores han hallado relaciones positivas entre enfermedad mental y
violencia. Algunos resultados más recientes sugieren que la conducta
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Aunque la inteligencia pueda ser una variable importante para el
desarrollo cognitivo, la investigación actual pone mayor énfasis en el estudio
de las diferencias individuales en los procesos cognitivos que generan un
sesgo en las evaluaciones de los sucesos interpersonales. Así, por ejemplo,
se ha constatado que los jóvenes agresivos se muestran más inexactos en
la interpretación de las conductas de los otros en situaciones poco ambiguas
y que tienden a percibir intenciones hostiles en las interacciones
interpersonales ambiguas. También, que estos sujetos cuando sufren
rechazo social, generan muy pocas soluciones efectivas a las situaciones de
problemas interpersonales y tienden a producir soluciones más agresivas.
Formació
conducta delictiva. Heilbrun (1982) encontró que los psicópatas poco
inteligentes mostraban una historia de violencia impulsiva, mientras que los
delitos de los psicópatas inteligentes eran de tipo sádico. Algunos estudios
realizados en Catalunya han mostrado que una baja inteligencia se asocia a
una peor adaptación al ámbito penitenciario, tanto en jóvenes como en
adultos.
Un sector de la investigación propugna que diversas dimensiones de
personalidad operan conjuntamente y parecen combinarse aditivamente (y
quizás a veces de manera interactiva) para ejercer su influencia en la
predisposición. Por otra parte, algunos autores han propuesto diferentes
combinaciones de dimensiones de personalidad que podrían dar lugar a
perfiles delictivos distintos.
- La psicopatía: Una minoría de delincuentes adultos es responsable
de más del 50% de los delitos. Dichos individuos presentan un inicio precoz
de sus carreras delictivas, historiales más persistentes y con mayor
presencia de violencia, se muestran más resistentes a la rehabilitación y
generan un gran coste social. Muchos de estos delincuentes poseen rasgos
de personalidad psicopáticos.
Durante la última década ha sido ampliamente demostrada la utilidad
del diagnóstico de psicopatía para la predicción de conducta y para la toma
de decisiones en los ámbitos judiciales y penitenciarios (por ejemplo, la
asignación a determinados programas de intervención, o la concesión de
permisos o de libertad condicional). El diagnóstico de psicopatía está
relacionado con la precocidad de la primera detención y del primer ingreso
en prisión, con más tiempo de reclusión en prisión, con mayor número de
delitos y con mayor número de delitos violentos. El valor predictivo de la
psicopatía como factor de riesgo para la reincidencia en general, y para la de
tipo violento en particular, es actualmente bien conocido. En un meta-análisis
realizado recientemente (1998) se constató que en el primer año después de
salir en libertad, los psicópatas tenían una probabilidad tres veces superior
de delinquir y cuatro veces superior de hacerlo de forma violenta que los no
psicópatas. Resultados parecidos fueron obtenidos en Suecia (1998) y en
Inglaterra (2000).
Los psicópatas se hallan sobrerrepresentados entre algunos
colectivos de delincuentes sexuales. La presencia conjunta de psicopatía y
de arousal sexual desviado se ha mostrado especialmente predicitiva de
reincidencia de delitos sexuales en los delincuentes sexuales. Muestran un
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- Características de personalidad: Numerosos estudios han
mostrado que algunos rasgos temperamentales y de personalidad se
asocian a una mayor frecuencia e intensidad de conducta agresiva en
población normal y en delincuentes. Los rasgos búsqueda de sensaciones,
impulsividad y baja evitación del riesgo son factores vinculados a la
agresividad. Por otra parte, la empatía, la dependencia de la recompensa y
la amabilidad pueden considerarse como variables protectoras. En niños, el
Trastorno Negativista Desafiante y el Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad (American Psychiatric Association, 2000) se han propuesto
como precursores infantiles de la conducta delictiva grave de los adultos.
Formació
violenta no es necesariamente una conducta poco frecuente, que ocurre con
cierta frecuencia entre las personas con trastorno mental, y que las personas
con ciertos trastornos mentales y clusters de síntomas es más probable que
se impliquen en conductas violentas que otras que no los presentan.
- Actitudes: Las actitudes y las creencias antisociales son un
elemento central en las principales teorías de la delicuencia y en la
predicción de la reincidencia. Law (1998) encontró que una actitud
inconformista estaba altamente correlacionada con reincidencia. En otro
estudio, las actitudes y los valores antisociales se mostraron como los dos
predictores dinámicos más relacionados con reincidencia. Andrews y Bonta
(1998) consideran que las actitudes antisociales hacia todas las formas de
autoridad son uno de los cuatro grandes factores de riesgo para la conducta
delictiva.
- Variables emocionales y estilos de afrontamiento: Andrews y
Bonta (1998) han descrito una relación entre variables emocionales y
reincidencia. Zambel y Quinsey (1997) identificaron algunas emociones
negativas como la indefensión, la depresión, la ira, la frustración, la ansiedad
y la soledad como antecedentes de reincidencia. Algunas variables
relacionadas con estilos de afrontamiento de los delincuentes también han
sido propuestas como factores de predicción de reincidencia.
- Utilización del tiempo libre: Algunos autores han encontrado
relación entre el uso del tiempo libre por parte de los delincuentes y la
reincidencia futura. Un patrón de uso improductivo o sin objetivos del tiempo
libre se ha mostrado relacionado con reincidencia en al menos dos estudios.
- Disponibilidad de víctimas y de armas: También se ha sugerido la
importancia de tener en cuenta la disponibilidad de víctimas y de armas
como variables a considerar en la predicción de conducta delictiva en el
futuro. Otros proponen tener en cuenta los patrones de selección de las
víctimas y los medios disponibles para la conducta violenta.
- Factores demográficos: Algunas variables demográficas pueden
ser consideradas factores de riesgo para la violencia. Con frecuencia son
variables estáticas debido a la dificultad de introducir modificaciones en ellas
mediante la intervención. La variable género ha sido considerada
generalmente como un predictor de violencia. Los hombres suelen mostrar
mayores tasas de conducta violenta y de más gravedad que las mujeres. Sin
embargo, la investigación reciente sugiere que las diferencias de género son
inferiores a lo esperado e incluso inexistentes en población más sintomática.
La explicación a la aparente paradoja puede encontrarse en otro estudio
donde se puso en evidencia que a pesar de que las mujeres presentaban
conducta violenta en una proporción similar a los hombres, éstos últimos
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Formació
mayor número de revocaciones o suspensiones de la libertad condicional
que otros delincuentes, así como un mayor número de quebrantamientos de
condena Puntuaciones elevadas en el PCL-R están también relacionadas
con peor conducta dentro de la prisión. No existen estudios que hayan
puesto en evidencia la eficacia de ningún tratamiento para los psicópatas;
sin embargo, algunos sí han demostrado que ciertos programas de
intervención, eficaces en otros delincuentes, pueden llegar a aumentar su
probabilidad de reincidencia violenta.
- Factores históricos y disposicionales: El mayor factor de riesgo
individual para la violencia es una historia de conducta violenta o de
conducta delictiva en general. De forma parecida a lo que ocurre en la
población no psiquiátrica, una historia de violencia parece ser el mejor
predictor de violencia futura en pacientes psiquiátricos en fase aguda. Una
historia de abuso durante la infancia o el haber sido testigo de violencia
doméstica es otro factor de riesgo, aunque no específico para la población
psiquiátrica.
En resumen y como reflexión final, según Steve Hart, psicólogo de la
Universidad Simon Fraser de Vancouver (Canadá) y Presidente de la
sección de Psicología Jurídica de la Asociación de Psicología Americana, la
evaluación del riesgo de violencia consiste en caracterizar (identificar) el
riesgo de que los individuos cometan actos violentos en el futuro. La
finalidad de esta evaluación puede ser clínica (intervenir, prevenir, actuar
urgentemente,...) o jurídica (tomar decisiones penales, sobre libertad
condicional, etc....). La predicción de la violencia es posible si atendemos a
que lo predecible es el riesgo de aparición de la conducta violenta, no la
conducta en sí misma. Esta predicción se puede hacer de forma fiable y
válida si la fundamentamos en procedimientos técnicos. He aquí algunas
recomendaciones:
- La evaluación del riesgo debe realizarse de manera científica,
profesional y de acuerdo a las consideraciones legales propias de cada
marco jurídico concreto.
- El riesgo puede y debe ser evaluado de distintos modos y
procedimientos.
- En promedio, la evaluación del riesgo de violencia es tan bueno
como la mayoría del resto de pronósticos tales como el meteorológico, el
financiero, el industrial, el médico, etc.
- No es posible realizar predicciones específicas de violencia futura en
un individuo determinado con un elevado nivel de certeza o de previsión
científica. No podemos conocer el riesgo, simplemente podemos estimarlo
asumiendo ciertas restricciones temporales y de contexto.
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La edad parece ser otro de los factores demográficos de riesgo más
relevantes, independientemente de que la población sea clínica o no. En
general, la adolescencia y los primeros años de la edad adulta son las
etapas de mayor riesgo para la conducta violenta. Según McNiel (1997) la
edad podría ser un predictor potente de violencia entre las personas con
trastorno mental que no se encuentran en fase aguda, mientras que no lo
sería tanto en aquellas poblaciones que se encuentran en dicha fase, ya que
los factores de riesgo relacionados con los síntomas podrían enmascarar los
efectos de la edad.
Formació
estuvieron mucho más representados cuando se analizaron formas más
graves de conducta violenta.
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Formació
Estas aportaciones y comentarios, descritos a partir de lo que hoy es
la actualidad científica del problema de la predicción del comportamiento
violento pretenden únicamente destacar la importancia de utilizar
procedimientos contrastados y fiables, generados en el contexto de la
investigación clínica y actuarial, para la cotidiana labor profesional de los
psicólogos que actúan en los campos variados de aplicación de la psicología
jurídica, forense y criminal. Todavía hoy en España estamos comenzando
esta tarea pero de buen seguro que la voluntad de aplicarla hará que, como
en otros tantos campos, la puesta a punto será muy rápida y de la calidad
que la realidad profesional demanda.
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EL CRIMEN EN SERIE: UN MODELO METODOLÓGICO
INTRODUCCIÓN:
Cuando salta a los medios de comunicación la noticia de la detención
de un peligroso asesino o violador en serie, generalmente tras una dilatada y
dificultosa investigación, la misma puede parecer un gran éxito policial. Pero
en realidad es, mal que nos pese, la constatación de un fracaso, pues hoy
en día la sociedad no puede permitirse el lujo de tardar meses (e incluso
años en ocasiones) en impedir que un criminal viole o asesine cruenta e
impunemente durante largos períodos de tiempo. Para evitar esto, las
fuerzas policiales deben aprovechar todo el potencial de conocimiento
científico disponible, aplicándolo a sus métodos de trabajo.
Actualmente ya no es suficiente la aplicación de las técnicas
tradicionales de investigación cuando nos enfrentamos a ciertos tipos de
homicidas y violadores en serie, contra los que resultan claramente
ineficaces (recuérdese, a título de ejemplo, el caso del famoso “violador de
Pirámides”).
El presente capítulo pretende, precisamente, ofrecer al lector una
breve guía de referencia sobre cómo se aplica el conocimiento científico del
crimen en serie a su investigación policial, así como aclarar algunos
conceptos teóricos básicos para la comprensión de tan complejo fenómeno
delictivo.
Para ello se ha estructurado en dos partes bien diferenciadas: una de
índole general, que trata aspectos tales como la cuantificación del crimen en
serie, los problemas que plantea su investigación, una breve perspectiva
histórica y la delimitación de algunos conceptos cuya visión resulta
imprescindible; y otra más técnica en la que se muestran las líneas
generales (puesto que su exposición exhaustiva excede los objetivos de este
libro) que sigue la especial metodología de investigación que requieren estos
delitos y el uso de las nuevas tecnologías contra ellos.
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1. El asesino en serie: concepto y distinción con otros tipos de asesinos
múltiples
2. El violador sistemático: concepto y tipos
3. El análisis criminológico de la escena del crimen como técnica de
investigación
4. Introducción al perfil criminológico
Formació
MÓDULO V: EL ASESINO Y VIOLADOR EN SERIE
Pero hasta hace relativamente poco tiempo, todo el acervo de
conocimientos científicos acerca de la personalidad criminal no ha cobrado
utilidad para el investigador policial, cuyo principal objetivo es la
identificación y detención del delincuente.
El uso de conocimientos de psicología y psiquiatría aplicados a la
investigación criminal es muy reciente. Quizá el primer antecedente remoto
fuese la intuición que a comienzos del siglo XIX guiaba al legendario Vidocq,
antiguo delincuente y fundador de la famosa “Sureté” francesa, precursora
de la moderna policía en dicho país. Su máxima era: “solo los criminales
pueden combatir el crimen”, en clara alusión al perfecto conocimiento que de
la mente criminal ha de tener el investigador para llegar al éxito. Unos años
después, y con ocasión de la investigación de los crímenes del famoso “Jack
el Destripador”, uno de los médicos forenses que intervino, el Dr. George B.
Philips, ya buscó la intencionalidad psicológica de los actos del siniestro
personaje reflejados en las lesiones causadas a las víctimas, además de
determinar que el asesinato de Alice McKenzie (una prostituta que fue
hallada muerta en las calles de Whitechapel pocos meses después del
crimen de Mary Kelly en circunstancias similares a los crímenes del
“Destripador”) y sobre cuya muerte se especulaba con que fuese
continuación de la sangrienta serie, no era obra del célebre asesino,
basándose tanto en los datos de autopsia como en los aspectos psicológicos
del homicidio en cuestión.
Por esa misma época, escritores como Conan Doyle o Edgar Allan
Poe con sus famosísimos detectives Sherlock Holmes y Auguste Dupin,
adelantaban el futuro de la investigación criminal tomando como base el
comportamiento humano y el análisis lógico-deductivo.
Pero el antecedente moderno y más claro fue sin duda el caso del
denominado “Bombardero Loco”, quien durante más de dieciséis años (entre
1.940 y 1.957) sembró el terror en Nueva York mediante la colocación de
artefactos explosivos en lugares públicos. La policía, incapaz de identificar y
detener al terrorista, recurrió a un psiquiatra, el Dr. James Brussel, quien tras
estudiar detenidamente todo el historial del caso elaboró un perfil psicológico
del autor de los hechos, que se demostró plenamente acertado cuando
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La ciencia criminológica viene estudiando desde hace siglos no solo el
crimen como manifestación de la conducta humana, sino también al criminal
para conocer los motivos que le llevan a delinquir. En la búsqueda de
respuestas a esta cuestión, se han ofrecido gran número de hipótesis para el
crimen violento, formuladas desde muy diversos campos de conocimiento,
en los cuales se ha investigado con ahínco y se han producido significativos
avances: sociología, psicología, biología, psiquiatría,...
Formació
LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA DEL CRIMEN EN SERIE:
BREVE PERSPECTIVA HISTÓRICA
Albert de Salvo fue finalmente identificado como “El Estrangulador de
Boston” cuando se encontraba cumpliendo condena por varias agresiones
sexuales en otras ciudades tras ser delatado por su compañero de celda, a
quien le confió sus macabras hazañas.
El fiasco en el caso De Salvo provocó que el empleo de las técnicas
psicológicas de investigación criminal cayeran en desuso y fueran
esporádicamente utilizadas desde entonces y hasta el año 1.978, en que un
grupo de agentes del F.B.I. inició el denominado “Proyecto de Investigación
de la Personalidad Criminal”, en el que entrevistaron a varias decenas de
asesinos encarcelados y comenzaron a estudiar la información obtenida
desde el punto de vista psicológico para extraer conclusiones que pudieran
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En aquella ocasión, se creó un comité médico-psiquiátrico del que
formaba parte nuevamente el Dr. Brussel. El grupo de trabajo, en el que
primaban los psicoanalistas, analizó un total de once asesinatos cometidos
entre junio de 1.963 y enero de 1.964. Tras el estudio de los cinco primeros
asesinatos, que compartían numerosas características comunes (todas las
víctimas eran mujeres de avanzada edad, fueron estranguladas, no violadas
y sus cadáveres colocados en posiciones obscenas) sus primeras
conclusiones apuntaban a que el autor de los crímenes era “un psicópata
que odiaba a su madre” y que por tanto descargaba su odio y sus pulsiones
sexuales reprimidas sobre mujeres que le recordaban la figura materna.
Pero a partir del hallazgo de la sexta víctima, en diciembre de 1.962, cambió
el patrón de los asesinatos. A partir del asesinato de Sophie Clark, de veinte
años de edad, todas las víctimas menos una (Evelyn Corbin, de cincuenta y
ocho años y que aparentaba ser mucho más joven) era chicas jóvenes,
fueron violadas y algunas no solo estranguladas sino también apuñaladas.
Las escenas de los crímenes, además, mostraban mayor evidencia de
actividad psicológica del criminal. Estas circunstancias confundieron al
comité científico, que concluyó afirmando que en realidad se trataba de dos
criminales diferentes, y que la segunda serie de asesinatos fueron cometidos
por una o más personas del entorno de las víctimas, posiblemente
“miembros inestables de la comunidad homosexual” y que intentaban que
sus crímenes se pareciesen a los anteriores para despistar a la policía.
Finalmente, no pudieron aportar ningún dato significativo que resultase de
utilidad para lograr la identificación del culpable. Curiosamente, el Dr.
Brussel fue el único que en todo momento se mostró firme en sus
convicciones, afirmando que todos los asesinatos eran obra de una misma
persona, “una acción psicótica realizada por un hombre que buscaba
reafirmar su poder”.
Formació
finalmente se consiguió su detención. Si bien este perfil no fue el causante
directo del éxito final de la investigación, su utilidad no pasó desapercibida.
Precisamente a raíz del éxito del perfil del “Bombardero Loco”, en 1.964 otro
espectacular caso de asesinatos en serie ocurridos en Boston cuyo autor,
Albert De Salvo, se hizo famoso como “El estrangulador de Boston”, ofreció
la oportunidad de volver a utilizar los conocimientos psiquiátricos como
herramienta de investigación policial.
En la actualidad, la Unidad de Ciencias del Comportamiento ayuda a
policías de todo el mundo a resolver cientos de casos de homicidios y
asesinatos en serie gracias a la utilización de sus peculiares métodos de
investigación. Su objetivo es profundizar en el estudio de las conductas
violentas desde los más modernos enfoques, en colaboración con otras
instituciones científicas no policiales, así como proveer formación y soporte a
todas aquellas unidades policiales solicitantes. Está estructurada en diversas
secciones, entre las que cuenta con una dedicada específicamente a la
investigación de asesinatos en serie.
Muchos otros cuerpos policiales de todo el mundo, como Gran
Bretaña, Francia, Italia, Holanda, Canadá, Japón o Sudáfrica han seguido su
ejemplo creando unidades y programas especiales para la lucha contra
estos delincuentes, cuyo número crece peligrosamente año tras año.
ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS
CRIMEN EN SERIE:
Para expresarlo de modo sencillo y a la vez ofrecer una definición
operativa del concepto, diremos que ha de entenderse como la comisión sin
solución de continuidad y por un mismo autor/es, de un número
indeterminado de delitos de idéntica o similar naturaleza mediante
procedimientos también similares, con el fin de satisfacer particulares
necesidades de orden psicológico.
El concepto “crímenes en serie” tiene como nota característica
esencial el móvil como motor del comportamiento del sujeto. A diferencia de
los móviles que tradicionalmente empujan al individuo al delito (pasionales,
económicos, de venganza, etc) y que suelen hacerse patentes desde el
inicio de la investigación en muchos casos, las necesidades que impulsan y
guían en el crimen violento en serie son siempre invisibles (puesto que están
únicamente en la mente del delincuente), personales, al formar parte del
propio constructo psicológico de cada uno de ellos, y en consecuencia
distintas e individualizadoras. Ello implica que su identificación es la base
sobre la que se edificará el proceso de investigación, y una interpretación
errónea del móvil psicológico en estos delitos conducirá irremediablemente
al fracaso.
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servir de base en las investigaciones de crímenes sexuales. La maduración
del proyecto y la gran utilidad de los conocimientos obtenidos demostrada en
espectaculares éxitos, cristalizó en la década de los ochenta en la creación
de la llamada “Unidad de Ciencias del Comportamiento” (Behavioral Science
Unit, B.S.U.), y el desarrollo de un potente sistema informático, el VICAP
(Violent Criminal Apprehension Program, Programa de Detención de
Criminales Violentos), incardinado en el Centro Nacional para el Análisis del
Crimen Violento del F.B.I.
ASESINOS MÚLTIPLES: TIPOS Y SUBCLASIFICACIONES
El asesino múltiple, tal y como su propio nombre indica, es aquel que
mata a una pluralidad de personas. Pero obviamente no todos lo hacen del
mismo modo. El F.B.I., en su Manual de Clasificación del Crimen, distingue
varios tipos de asesino múltiple con sus propias características, si bien el
móvil no es considerado a estos efectos.
Se habla de asesino múltiple cuando éste ha cometido al menos
cuatro homicidios, y dentro de ellos se encuadrarían los siguientes tipos:
Asesino en masa: Es aquel caracterizado por la comisión de una
sola acción, en un mismo lugar, con cuatro o más víctimas. Puede utilizar
indistintamente arma blanca o de fuego, y sus víctimas suelen ser bien su
propio grupo familiar o desconocidos en encuentros casuales. Sus crímenes
suelen ser producto de un trastorno mental de tipo orgánico (psicosis en fase
depresiva, trastorno mental transitorio o actos “en cortocircuito”) con un
generalmente largo período de latencia, y llevados a cabo bien en el ámbito
familiar (siendo entonces sus víctimas sus propios familiares) o sobre
desconocidos que se encuentran en su camino y por cuya identidad no se
interesa, personas que se encuentran en el lugar equivocado y a la hora
equivocada, en el momento de explosión de violencia homicida. Si es del
tipo doméstico, generalmente se suicidará o se entregará voluntariamente a
la policía tras cometer el crimen. Si no lo es, tenderá a una huida hacia
adelante que no cesará hasta que sea detenido o abatido.
Asesino itinerante: Es definido como aquel que comete un número
variable de asesinatos en lugares diferentes en un breve lapso de tiempo,
derivados todos ellos de una misma acción y, en consecuencia, sin período
de enfriamiento emocional entre ellos. El perfil típico de estos homicidas se
corresponde con el de psicóticos que llevados por sus delirios (de grandeza
o persecución generalmente) salen a la calle provistos de armas de fuego de
alta potencia e incluso todo un equipamiento bélico sembrando la muerte en
su recorrido hasta que se suicidan si se ven acorralados, o son abatidos por
los disparos de la policía. Raramente llegan a ser detenidos con vida. Sus
víctimas suelen ser puramente casuales y desconocidas, aunque no es
infrecuente que la ruta asesina comience en el propio lugar de trabajo o
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Dentro del concepto, pues, quedan casi exclusivamente los delitos de
homicidio, sexuales (principalmente la violación) y el incendiarismo; si bien la
metodología de investigación seguida puede ser aplicada con éxito a
algunas otras actividades delictivas, tales como el homicidio sexual simple,
el secuestro de menores, y las extorsiones.
Formació
El móvil en este tipo de delitos, por tanto, los configura típicamente
como tales, excluyéndose de tal consideración todos aquellos que obedecen
a los motivos más habituales, a pesar de que su comisión sea repetitiva o
cíclica, tal como los delitos contra la propiedad, los asesinatos “por encargo”
o los crímenes terroristas.
El período de enfriamiento emocional es definido como el lapso de
tiempo entre cada crimen durante el cual el asesino recupera su normalidad
psíquica, constituyendo una de las fases de su ciclo emocional. Es su
particularidad más significativa y distintiva.
Además de estos requisitos básicos, deben considerarse otras
características típicas del asesino en serie que le diferencian de los otros
homicidas múltiples ya vistos, tales como:
- La prevalencia de la elección de armas blancas, objetos
contundentes o estrangulación manual para matar a sus víctimas, y que
responde a una necesidad de tipo psicológico que le impele a sentir el
contacto personal durante el asesinato.
- La selección de sus víctimas, en función
circunstancias, que son estudiadas en otro epígrafe.
de
diferentes
- La práctica sistemática de actos con un fuerte significado psicológico
y que constituyen la “firma” que individualiza al autor de los mismos.
- El control ejercido sobre la situación (elección del momento, del
lugar, del modo). Los asesinos en masa e itinerantes pierden el control sobre
el curso de los acontecimientos una vez que inician su acción. El asesino en
serie es capaz de dominar las situaciones e incluso de “dirigir” en cierto
modo el camino de la investigación.
Como es fácilmente apreciable, queda fuera de estas consideraciones
algo que para el policía parece ser fundamental: el móvil del crimen. La
exclusión de un factor tan importante no es casual. Con ella han tratado de
evitarse errores producidos por una precipitada asignación de la motivación
del crimen y que pueden suponer el fracaso de la investigación. Y es que
una de las características que distingue al homicidio en serie de otros
crímenes es, precisamente, que carecen de móvil aparente. La investigación
especializada de estos peculiares delitos pretende, de hecho, establecer la
auténtica motivación del criminal mediante el estudio de los actos por él
realizados. Por lo tanto, no puede clasificarse un crimen por su móvil hasta
que éste sea conocido. Y el campo de las motivaciones del asesino en serie
presenta todavía muchas zonas oscuras, aunque se tratará de ello más
adelante.
A pesar de lo anterior, se han presentado diversas definiciones y
clasificaciones del asesinato en serie, algunas de ellas basadas en el móvil.
Para Bourgoin (1.993), el asesino en serie actúa movido exclusivamente por
sus instintos sexuales, quedando fuera de su definición terroristas, asesinos
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Asesino en serie: para su consideración como tal se establecen
como requisitos básicos la comisión de al menos tres asesinatos, llevados a
cabo en lugares y momentos diferentes. Ha de existir, por tanto, un período
de enfriamiento emocional entre ellos.
Formació
residencia del asesino, siendo sus primeras víctimas compañeros de trabajo
o antiguos jefes.
El concepto de asesino en serie, eminentemente operativo, es por
tanto ajeno a consideraciones criminológicas sujetas a diversas
interpretaciones y trata de situar el crimen en un contexto práctico, tratando
de evitar confundir a los investigadores policiales con términos y definiciones
con los que no están familiarizados. Por esta misma razón, es
universalmente aceptada la clasificación que divide a su vez a los asesinos
en serie en tres únicas categorías, a pesar de que se han desarrollado
diversas taxonomías que han demostrado su utilidad:
- Asesino organizado: El concepto hace referencia al grado de
organización del comportamiento del individuo manifestado en la escena del
crimen. Es aquel que planea y lleva a cabo sus crímenes de modo
consciente, premeditado. Cada crimen es para él la materialización de una
fantasía que ha madurado en su imaginación durante largo tiempo, dándole
forma y perfeccionándolo continuamente mediante un proceso de
retroalimentación. Los asesinos organizados se identifican claramente con
personas que padecen un trastorno psicopático, habitualmente en
conjunción con otros trastornos sexuales como el Trastorno Sádico de
Personalidad (T.S.P.), con el que correlaciona en alto grado. Constituyen el
grupo más importante tanto cuantitativa como cualitativamente:
estadísticamente, las tres cuartas partes de los asesinos seriales
identificados pertenecen a este tipo; y su número de víctimas es mucho más
elevado que el de los otros grupos.
- Asesino desorganizado: Constituye la otra cara de la moneda del
crimen en serie. Estos homicidas perpetran sus acciones de forma impulsiva
y totalmente improvisada. No tienen clara conciencia de sus actos, que son
guiados por agudos trastornos mentales que dictan sus impulsos. Son
enfermos mentales, psicóticos maníaco-depresivos y esquizofrénicos
paranoides que sufren delirios (generalmente de tipo mesiánico o de
persecución). Sus crímenes se caracterizan por su extrema violencia, y
habitualmente son más fácilmente identificados y detenidos, por lo que sus
carreras criminales son más cortas.
- Asesino mixto: En esta categoría se incluyen homicidas que
muestran características pertenecientes a los dos grupos anteriores.
Constituyen un reducido grupo, pero por su propia especificidad y lo
abigarrado de sus comportamientos suelen ser aquellos cuya identificación y
captura resulta más difícil, llegando a tener largas carreras criminales en
muchas ocasiones.
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Esta visión reduccionista del fenómeno, que en un principio era
firmemente sostenida por el mismo F.B.I., se vio desfasada por ulteriores
investigaciones que han puesto al descubierto la complejidad de los
mecanismos mentales del homicida serial y en consecuencia de sus
motivaciones para el crimen.
Formació
profesionales o líderes políticos cuyas motivaciones para el crimen son el
fanatismo, el dinero, o la política.
ASESINO ORGANIZADO
Con antecedentes policiales
Competente socialmente
Antecedentes de violencia
crimen
Puede actúar con cómplices
Habla con la víctima
Puede torturarla ante-mortem
Usa el arma que porta
Domina con habilidad a la víctima
controlarla
Puede ocultar el cadáver
Huye del lugar del crimen
Suicidio post-crimen infrecuente
Intenta evitar su detención
Gran nº víctimas en largo tiempo
Sabe y conoce lo que hace
ASESINO DESORGANIZADO
Con antecedentes policiales/psiquiátricos
Graves dificultades de relación social
Conducta peligrosa anunciadora del
Actúa siempre en solitario
No habla con la víctima
Raramente torturas preliminares
Usa el arma que encuentra
Ataque sorpresivo y brutal para
Abandona el cadáver sin precauciones
En ocasiones permanece en el lugar
Suicidio post-crimen frecuente
Se despreocupa de su captura
Múltiples víctimas en poco tiempo
No tiene conciencia de sus actos
Como ya se ha dicho, existen numerosas clasificaciones, si bien en
este estudio se mencionará únicamente aquella que el autor considera que
puede resultar de utilidad al modelo metodológico de investigación
planteado, y que no es otra que la desarrollada por Holmes y Holmes, que
clasifica a los asesinos en serie en cuatro categorías básicas, cada una de
ellos caracterizada por patrones de conducta determinados basados en el
análisis de todos los indicadores analizados en el proceso de investigación
que más adelante se expondrá. Las referidas categorías son las siguientes:
El tipo visionario: Coincide con una personalidad psicótica,
generalmente esquizofrénico paranoide, que actúa bajo el influjo de las
alucinaciones visuales o acústicas que lo atormentan y lo empujan al
asesinato. Es del tipo desorganizado, por lo que su actuación es
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El F.B.I., para su mejor identificación, esquematizó comparativamente
aquellos rasgos de conducta típicos de los asesinos organizados y
desorganizados, que se muestran en el cuadro siguiente:
Formació
Cada tipología tiene sus particularidades y características
perfectamente descritas y comprobadas, por lo que su utilidad radica en que,
una vez determinado el grupo al que corresponde el criminal buscado, se
conocen de antemano cierto número de detalles sobre su personalidad,
aspecto físico y pautas de conducta que muy probablemente poseerá y que
serán de gran ayuda para la investigación.
El tipo hedonista: Busca, como su propio nombre indica, satisfacción
personal a toda costa. Esta satisfacción puede ser sexual, emocional o
física, dando así lugar a tres subtipos:
El asesino lujurioso, cuya motivación principal es la gratificación
sexual perversa, para lo que necesita involucrarse en gran medida con sus
víctimas, apareciendo la ritualización de sus actos. Establece una relación
inseparable entre violencia personal y gratificación sexual. Para ellos, la
muerte es una experiencia sexual y erotizada. A diferencia de los tipos
anteriores, estos asesinos emplean su tiempo en los crímenes, para así
satisfacer plenamente sus instintos sexuales. Los crímenes incluyen
antropofagia, desmembramiento, necrofilia, tortura, mutilación, actos de
humillación y dominación, etc. Muestra elevados rasgos psicopáticos, con
fuerte tendencia al sadismo. Muy organizado.
El asesino buscador de emociones es aquel que ha establecido una
conexión mental entre la satisfacción física y la violencia. Es un depredador
incansable que necesita las sensaciones que proporciona la caza humana
para seguir viviendo. Para ello, ha de mantener vivas a sus víctimas el
mayor tiempo posible, por lo que se involucrará enormemente en todo el
proceso: acecho, secuestro y ataque. Sin embargo, una vez muerta, la
víctima pierde todo interés. Este tipo de asesino es también un psicópata
inteligente y organizado.
El asesino orientado al confort no tiene la gratificación sexual como
motivo primario y busca mantener el adecuado equilibrio físico y emocional
conjugando el asesinato y su fantasía previa con la obtención de beneficios
económicos. Comúnmente, asesinan a personas con las que tienen algún
tipo de relación. Las mujeres suelen pertenecer a esta clase Es un
psicópata controlado, que matará cuando se sienta seguro al hacerlo y lo
considere necesario. Algunos expertos incluyen en esta categoría a los
asesinos a sueldo, siendo opinión del autor que el móvil económico no es
suficiente para la consideración de asesino en serie, debiendo existir algún
otro motivo subyacente relacionado.
El tipo orientado al poder y control: Es aquel que juega a ser Dios:
necesita sentir el más absoluto dominio sobre sus víctimas, lo que constituye
su fuente de placer, expresado en la total disposición sobre sus vidas. Tiene
una intensa vida interior plena de fantasías de muerte, que le llevará a
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El tipo orientado a una misión: Al contrario de lo que pueda parecer,
no es un psicótico puro. Siente una necesidad consciente de destruir a un
grupo, tipo o sector social de cualquier clase (puede ser un grupo étnico o
racial, prostitutas, etc.), guiado por alguna razón de tipo personal. Tiene un
alto grado de contacto con la realidad y está perfectamente integrado en la
sociedad. Toma la decisión de matar conscientemente, al igual que es capaz
de elaborar un plan de acción. Es claramente organizado y suele
involucrarse poco en actos con sus víctimas.
Formació
imprevisible, espontánea, y generalmente muy violenta. Se involucra con los
cuerpos de sus víctimas.
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involucrarse en todo tipo de actos con sus víctimas. Es también un psicópata
organizado que domina todas las fases del crimen. A pesar de su parecido
con el tipo “lujurioso” se diferencia de él en la sofisticación de los actos
preparatorios y los medios empleados para dominar a sus víctimas. Estos
asesinos prefieren el estrangulamiento manual al empleo de cualquier tipo
de armas
Por violador sistemático o en serie ha de entenderse aquel
delincuente que, al igual que el asesino en serie, comete tres o más
agresiones sexuales en distintos momentos y lugares, siendo sus víctimas
mayoritariamente seleccionadas en función de diversas circunstancias.
También en este tipo de delincuente es definitorio el período de enfriamiento
emocional entre cada acto criminal, siempre motivado por necesidades
psicológicas.
Es importante señalar que en este tipo de delitos, contrariamente a lo
que vulgarmente se cree, la satisfacción sexual fisiológica no es el motivo
que impele a la comisión del delito. Antes bien, el sexo es utilizado por el
agresor como arma para la satisfacción de sus pulsiones psicológicas, que
en pocas ocasiones tienen un componente puramente sexual. En la inmensa
mayoría de los casos, la agresión tiene mucho que ver con la satisfacción de
deseos de poder y control, humillación, ira desplazada o compensación de la
autoestima del delincuente. Precisamente en torno a estos impulsos giran la
mayoría de las clasificaciones o tipologías que de este tipo criminal se han
elaborado (Groth, Cohen, Carter, Prentky y Burgess, y otros). En este
sentido, la clasificación más utilizada policialmente por su sencillez y
operatividad es la desarrollada por Holmes (1989) que distingue cuatro tipos
básicos de violador en serie, cada uno de ellos asociado a distintos rasgos
de conducta y personalidad de indudable interés para la investigación policial
operativa. Estos tipos son:
Violador de afirmación de poder: Es el menos violento de los
violadores seriales, así como el menos competente desde el punto de vista
social. De un bajo nivel académico, tiende a permanecer soltero y a vivir con
sus padres. Tiene pocos amigos, sin pareja sexual y usualmente es una
persona pasiva, poco atlético. Suele visitar las tiendas donde se vende
material pornográfico, y puede presentar otras desviaciones sexuales como
travestismo, exhibicionismo, fetichismo o voyeurismo. Por lo que respecta al
proceso de violación, la motivación es básicamente sexual, buscando elevar
su autoestima: él se percibe como un perdedor. El control de otro ser
humano le sirve para creer que es una persona importante. Por esta razón,
solo empleará la fuerza necesaria para dominar a su víctima. Su agresión
sexual es una materialización de sus fantasías, de ahí que opere bajo la idea
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VIOLADORES SISTEMÁTICOS: CONCEPTO Y
CLASIFICACIÓN
Violador depredador: Intenta expresar en su agresión su virilidad y
masculinidad. Experimenta un sentimiento de superioridad simplemente
porque es un hombre; está legitimado para violar (“esa es la forma correcta
de tratar a las mujeres”). Su infancia es similar a la del violador por
venganza, pero su vida doméstica actual es más tormentosa que la de éste.
Le gusta vestir de forma llamativa, y frecuenta bares de encuentros. La
víctima suele estar “en el sitio equivocado en el momento equivocado”; es
una víctima de oportunidad. Empleará la violencia que sea necesaria para
dominarla, y la someterá a múltiples asaltos. La agresión es un acto de
depredación, y no se preocupa por ocultar su identidad. La violencia puede
incrementarse en violaciones subsiguientes, llegando a planear ciertos
aspectos de las mismas, como el ir provisto de un arma.
Violador sádico: Es el más peligroso de todos. El propósito de la
violación es la expresión de sus fantasías agresivas o sexuales. Tiene el
propósito de dañar a sus víctimas tanto física como psicológicamente.
Muchos de ellos tienen personalidades antisociales y son bastante agresivos
en su vida diaria, especialmente cuando son criticados o resultan
obstaculizados en su búsqueda de satisfacción personal. Su infancia ha sido
difícil, con abusos físicos. En la infancia-adolescencia manifiesta ya
problemas sexuales, como excesiva masturbación y voyeurismo. En su edad
adulta, suele estar casado y ostentar una posición de clase media, teniendo
el respeto de sus vecinos. Se trata de una persona dotada de una
inteligencia normal, que planea sus asaltos, difícil de apresar. Su agresión
está dirigida a disfrutar horrorizando a la víctima, de ahí que utilice
parafernalia variada y un ritual en su ejecución. Generalmente su violencia
irá incrementándose, llegando probablemente a matar a sus víctimas,
convirtiéndose en un asesino en serie. La periodicidad de sus ataques no
está establecida, su perfil es el de un psicópata; y dependerá de su empleo
de drogas, los planes que establezca, etc.
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Violador por venganza: Quiere desquitarse, mediante su agresión,
de todas las injusticias, reales o imaginarias, que ha padecido en su vida.
Aunque es considerado socialmente competente, su infancia ha sido difícil,
con sucesos habituales de malos tratos, divorcio de los padres, y diversas
experiencias de residir con familias acogedoras y padres adoptivos. Su
percepción de sí mismo es la de “macho” y atlético, suele estar casado, y es
descrito por sus amigos como impulsivo y violento. En general, la violación
es el resultado de una discusión anterior con una mujer significativa en su
vida, como su madre o esposa, produciéndose de forma impremeditada y
con el fin de dañar a la víctima. En efecto, el violador por venganza puede
llegar hasta el asesinato; empleará cualquier arma que esté a su disposición,
y exigirá de su víctima (a la que pretende aterrorizar) cualquier vejación y
humillación. Los asaltos pueden sucederse cada seis meses o un año.
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de que sus víctimas realmente disfrutan de la relación sexual, razón por la
que puede conservar un diario de asaltos. Estos continuarán periódicamente
hasta que sea atrapado.
PSICOPATÍA Y PSICOSIS: ORGANIZACIÓN VS. DESORGANIZACIÓN
Pero antes es preciso hacer una categorización conceptual que
resulta de utilidad para la exposición: considerar equivalentes los términos
organizado y desorganizado a los de psicopatía y psicosis. Como ya se ha
visto, para su estudio e investigación se divide a los asesinos y violadores en
serie en organizados y desorganizados. Esta clasificación está basada en el
hecho de que los autores de estos delitos pueden ser categorizados, casi sin
excepción, como psicópatas o psicóticos. Dado que es frecuente la
confusión entre ambos conceptos, parece oportuno definirlos someramente.
Así, podemos decir que los psicóticos son auténticos enfermos
mentales, siendo su trastorno
de etiología psíquica u orgánica.
Característicos del mismo son: desorganización profunda de la personalidad,
alteración del juicio crítico y de la relación con la realidad, trastornos del
pensamiento, ideas y construcciones delirantes y perturbaciones de la
sensopercepción; cuadro que nada tiene que ver con la psicopatía.
Los trastornos de personalidad surgen en personas psíquicamente
normales y se diferencian de la enfermedad mental en tres aspectos
básicos:
- Son estables temporalmente: Tienen una continuidad en el tiempo y
en el grado de intensidad, al contrario de lo que sucede con la enfermedad
mental, que muchas veces cursa con períodos de crisis.
- Refleja alteraciones más globales con síntomas más inespecíficos.
- Son egosintónicos, no son subjetivamente percibidos como
molestos.
Esto tiene importantes implicaciones en casos de crímenes violentos
sobre todo a nivel judicial, puesto que si tradicionalmente el psicótico
diagnosticado es considerado inimputable al encajar su enfermedad dentro
de las eximentes previstas por nuestro Código Penal, la jurisprudencia viene
considerando justamente lo contrario para el psicópata, al que en la mayoría
de las ocasiones se le considera responsable de sus actos al entender que
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Conocer las causas que conducen al crimen en serie y los motivos
que impulsan a los delincuentes constituye una prioridad esencial para la
investigación de los hechos por ellos cometidos. Desgraciadamente, en la
actualidad esto también es una incógnita científica, puesto que nadie hasta
la fecha ha podido determinar con precisión, y menos aún demostrar, cuáles
son las causas de este fenómeno criminológico. No obstante, en los últimos
años se han producido grandes avances científicos que han contribuido a
arrojar alguna luz sobre la cuestión. De modo sucinto se describen
seguidamente las teorías e hipótesis más plausibles, aportadas desde
diversos campos de conocimiento.
Formació
CAUSAS Y MOTIVOS DEL CRIMEN EN SERIE
LA PSICOPATÍA O TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD:
Interesa mucho más conocer las características y posibles causas de
la psicopatía, principalmente porque las dos terceras partes de los asesinos
en serie conocidos son psicópatas, y constituyen además el grupo más
peligroso. Desgraciadamente, no hay en este caso un acuerdo pacífico entre
la comunidad científica, y buena prueba de la incógnita científica que todavía
hoy supone el psicópata es el hecho de que, para empezar, ni siquiera existe
consenso acerca del concepto. La ciencia empezó a interesarse por la
cuestión hace más de doscientos años, y desde entonces, han sido muchas
las definiciones o acepciones que del término se han ofrecido, dependiendo
del campo científico e incluso ideológico desde el que se han formulado. A
mí personalmente, me parece correcta por su “neutralidad” la siguiente
definición: “Trastorno psíquico que se caracteriza por deficiencia de control
de las emociones e impulsos, insuficiencia de adaptación a las normas
morales, asociabilidad y tendencia a la actuación y a las conductas
antisociales” (Diccionario médico Salvat-Masson, 3ª edición, 1990).
En cierto modo, esta es una reformulación de la definición del
concepto de “locura moral” que ofreció a mediados del siglo XIX el psiquiatra
inglés Pritchard, quien siguiendo los pasos de Philippe Pinel fue uno de los
pioneros en el estudio de este fenómeno, junto con Kraepelin (que introdujo
el término “personalidad psicopática” por primera vez en 1903) y Kurt
Schneider, cuya tipología de personalidades psicopáticas es ya clásica.
El término “sociópata”, introducido por la escuela americana (de clara
orientación ambientalista como se deduce a simple vista), puede decirse que
es equivalente al de psicópata, y fue adoptado por la todopoderosa Sociedad
Psiquiátrica Americana hasta 1.980, año en que adoptó la terminología de
“Trastorno Antisocial de la Personalidad” para referirse al fenómeno y que
perdura en la actualidad, siendo ésta la acepción utilizada en el D.S.M.,
manual de referencia para todos los profesionales de la psiquiatría y la
psicología.
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Respecto a las causas del crimen en serie en el caso de sujetos
afectados por una psicosis, la comunidad científica está de acuerdo en
atribuir la causa de su comportamiento a las manifestaciones de la
enfermedad padecida (generalmente una esquizofrenia paranoide, cuyos
delirios les llevan al asesinato), y los motivos que aducen estos asesinos son
producto de su propia enfermedad: en muchas ocasiones, sus delirios, que
cursan con alucinaciones visuales y auditivas, les empujan a matar por
cualquier absurda razón.
Formació
no pierde el contacto con la realidad, diferencia perfectamente el bien del
mal y posee lucidez y dominio de su voluntad.
Aunque para aproximarnos a la comprensión de su comportamiento
no tiene importancia la palabra que utilicemos para definir a estos
personajes, sí que es importante tener una idea clara del concepto de su
trastorno.
El estudio y la descripción de la psicopatía han sido abordados
tradicionalmente desde un punto de vista psicosocial. Y ha sido así porque
como muy bien dice Garrido Genovés, se trata, ante todo, de una condición
relacional, un cuadro que se manifiesta en una especial forma de
relacionarse con los demás. Veamos ahora cómo son definidos los
psicópatas por la psiquiatría:
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, más
conocido por su acróstico D.S.M., identifica como característica esencial del
trastorno antisocial de personalidad un patrón general de desprecio y
violación de los derechos de los demás, con un comienzo temprano (en la
infancia o al principio de la adolescencia) y una continuidad en la edad
adulta. Recoge, como manifestaciones de este trastorno, algunos aspectos
esenciales de su conducta utilizados para el diagnóstico.
Esta descripción del trastorno es duramente criticada porque
encorseta el diagnóstico en conductas antisociales y delictivas, obviando
otros rasgos de personalidad perfectamente definidos.
Siguiendo a Garrido Genovés, estos rasgos se dividen, para su
concreción, en dos grandes áreas: emocional/interpersonal y estilo de vida.
Veamos ambas sucintamente.
El área emocional/interpersonal se caracteriza por:
- Locuacidad y encanto superficial: Los psicópatas son en muchos
casos personas que despiertan simpatía, que tienen lo que se llama “don de
gentes”. Son capaces de hablar con convicción de cualquier tema, aunque
carezcan de preparación alguna sobre el mismo.
- Egocentrismo y vanidad desmesurada: Se tienen como seres
superiores al resto, con una hipervaloración de sí mismos que les lleva a no
sentir la más mínima preocupación por sus semejantes, a regirse por sus
propias normas y despreciar e ignorar las escalas de valores socialmente
imperantes, que “no son para ellos”; les lleva incluso a creerse impunes.
- Desafecto emocional: Carecen de sentimientos, son incapaces de
sentir cualquier emoción (tales como la culpa, el arrepentimiento, el
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No me extenderé más en este aspecto, puesto que coincido
plenamente con Sutherland y Cressey cuando dicen que “existen tantas
descripciones que cualquier criminal podría ser psicópata según la teoría o
clasificación utilizada”.
Formació
Pero esta acepción tampoco convence a algunos, que la cuestionan
porque la generalidad del constructo (que más adelante veremos) supone
para ellos que aquel sea sinónimo de delincuente habitual. Y no todos los
psicópatas son delincuentes habituales, aducen los críticos no sin razón.
- Hedonismo exacerbado: Para el psicópata, la satisfacción inmediata
de sus necesidades se convierte en algo vital, que prima sobre cualquier otra
circunstancia. No dudarán en pasar por encima de personas, leyes, códigos
morales, para conseguir lo que buscan. Aplican su propia escala de valores
ajustada a su conveniencia, dejando cualesquiera otra para el resto de los
mortales.
- Afán de notoriedad: Este rasgo se relaciona íntimamente con el de
hedonismo y vanidad desmesurada mencionados. Muchos de ellos sienten
la necesidad de destacar, de demostrar al mundo su superioridad, eligiendo
para ello en ocasiones el camino de la violencia.
- Percepción distorsionada de la vida: Algunas investigaciones han
puesto de manifiesto que los psicópatas tienen esencialmente una
concepción reduccionista de la vida y el mundo, que perciben en términos de
blanco o negro, sin puntos intermedios. Uno tiene razón o no la tiene. Matas
o mueres.
En cuanto a los aspectos del estilo de vida destacan:
- Impulsividad: Al no importarles las consecuencias de sus actos, los
psicópatas en muchas ocasiones no piensan, simplemente actúan buscando
la satisfacción inmediata de sus deseos.
- Deficiente control de la conducta: No controlan adecuadamente su
temperamento, carecen de mecanismos inhibidores de la conducta violenta.
Su reactividad a cualquier tipo de representación de la autoridad, a las
provocaciones e insultos o simplemente a las dificultades cotidianas, puede
provocar accesos incontrolados de furia o enojo de diferente duración e
intensidad, pero generalmente desproporcionados.
- Necesidad de excitación continuada: El aburrimiento es un enemigo
natural del psicópata, que parece sentir la necesidad de experimentar
continuamente nuevas sensaciones, lo que en muchas ocasiones les lleva a
las drogas y a un estilo de vida itinerante e inestable.
- Irresponsabilidad e incapacidad para cumplir compromisos: Para
ellos, los conceptos de responsabilidad y compromiso carecen de sentido.
Si acaso, pueden utilizar los compromisos para satisfacer, como siempre,
sus fines inmediatos, pero sin demostrar intención alguna de cumplirlos una
vez satisfechos sus deseos. El matrimonio y la familia son para ellos medios
de financiación, lugares para descansar de vez en cuando mediante el
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- Mentiroso y manipulador: Son auténticos maestros del arte del
engaño, con una especial habilidad para detectar los puntos débiles de los
demás y aprovecharse de ellos.
Formació
remordimiento, la ansiedad o el miedo), lo que supone la ausencia de
cualquier freno emocional para su comportamiento. Pueden actuar
conociendo las consecuencias pero sin que éstas les importen. No
comprenden ni aprecian los sentimientos ajenos ni les interesa. Sus
relaciones humanas están basadas en el utilitarismo más puro.
Y de las causas de estos comportamientos que hemos descrito
hablaremos ahora. Desde hace dos siglos científicos, psiquiatras, psicólogos
y criminólogos se han dedicado con empeño a la búsqueda de respuestas
para el comportamiento violento en general y del psicópata en particular.
Cada rama de la ciencia ha aportado variadas teorías explicativas del
fenómeno, algunas curiosas, otras disparatadas, la mayoría razonadas y
discutidas con pasión. Repasemos algunas de ellas.
TEORÍAS BIOLÓGICAS DE LA CONDUCTA VIOLENTA
La ciencia médica ha aportado desde el campo de la Biología y la
Neurología algunas posibles explicaciones al comportamiento violento del
psicópata.
La química de la violencia
Así, algunos estudios apuntan a la influencia de alteraciones de
diferentes
sustancias
químicas,
neurotransmisores
y
neuromoduladores tales como las catecolaminas, acetilcolina, vasopresina
y serotonina en la producción de la conducta agresiva, al estimar que estas
sustancias son primordiales para la regulación de la agresión en animales y
seres humanos. Especialmente estudiada ha sido la serotonina, que
interviene directamente en la transmisión de impulsos eléctricos entre las
neuronas.
Algunos estudios realizados con delincuentes violentos (es clásico el
realizado en Finlandia en 1989) han detectado en ellos bajos niveles de
serotonina, lo que afectaría a funciones vitales como el control de los
instintos y las emociones y en consecuencia provocar una predisposición a
la conducta incontrolable y violenta.
Estos bajos niveles de serotonina (de los que existen indicios de su
origen genético) están relacionados a su vez con fallos en algunos
receptores cerebrales encargados de controlar la velocidad de transmisión
de los impulsos nerviosos.
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- Manifestaciones tempranas de conducta asocial: Todos los rasgos
que hemos enumerado tienen su traducción en un comportamiento cuando
menos asocial, si no claramente violento, ya en la infancia. Se han detectado
tres claros signos indicadores de la psicopatía violenta en la infancia: la
crueldad con los animales, el incendiarismo y la eneuresis se encuentran en
la biografía de gran número de psicópatas violentos. Todas estas
manifestaciones tempranas de conducta asocial se asientan y refuerzan en
la edad adulta, construyendo así el perfil típico del comportamiento
psicopático.
Formació
abuso de las personas que le rodean. Los compromisos con el sistema
judicial, con el que frecuentemente terminan tratando, son para ellos
inexistentes.
También se investiga la disfunción en la corteza frontal
ventromedial y dorsolateral, encargadas de la integración cognitivoafectiva del comportamiento y de inhibición de la respuesta respectivamente,
y los problemas de comunicación de estas áreas con otras regiones del
cerebro (Hare); lo que explicaría la debilidad de los “frenos emocionales” del
comportamiento y su inevitable correlato con la conducta agresiva.
El Dr. Hare apunta la posibilidad de que estas anomalías estuvieran
relacionadas con el funcionamiento deficiente de algunos neurotransmisores.
En la actualidad, una prometedora vía de investigación la
proporcionan los progresos en las técnicas de neuroimagen, que permiten
estudiar mediante su visualización la actividad cerebral. El Dr. Adrian Raine
lleva varios años estudiando psicópatas violentos con estas técnicas en los
Estados Unidos, y ha llegado a algunas conclusiones interesantes. Este
investigador encontró que los cerebros de los asesinos analizados eran
funcionalmente diferentes a los del grupo control de personas normales.
Indica que las múltiples deficiencias detectadas en diversas regiones
cerebrales tales como una baja actividad de la corteza prefrontal,
funcionamiento anómalo del giro angular izquierdo, el cuerpo calloso y la
región subcortical, contribuyen directamente a la aparición de la violencia al
constituir estructuras claves para el comportamiento: aspectos tales como la
incapacidad de respuesta anticipada (que puede llevar a la impulsividad e
irresponsabilidad), el condicionamiento del miedo (los psicópatas no lo
tienen o en mucha menor medida) y la regulación de la activación (tener una
menor actividad del S.N.C. puede implicar esa búsqueda constante de
excitación).
Los estudios con neuroimágenes están ayudando a comprender
mejor el comportamiento aparentemente contradictorio que guía a los
asesinos en serie y del que hablamos antes, ya que los casos estudiados
han evidenciado que los cerebros de los asesinos en serie analizados no
presentaban una baja tasa de actividad en la corteza prefrontal (en la que,
recordemos, radica la capacidad de planificación) pero por el contrario
presentan más altas tasas de actividad en las estructuras subcorticales.
Otro de los posibles factores del comportamiento violento que se ha
relacionado con las alteraciones neurológicas ha sido la influencia de la
nutrición materna en el cerebro del feto (Grisolía, 1999). Al parecer,
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Otros estudios apuntan al bajo nivel de excitación cortical
detectado mediante electroencefalograma en los psicópatas, como el origen
de su necesidad de búsqueda de excitación y propensión al aburrimiento,
factores que pueden conducir al crimen violento. Distintos estudios e
investigaciones, especialmente las llevadas a cabo por el Dr. R. Hare,
indican que esta disfunción también podría estar en la raíz de la aparente
incapacidad del sujeto psicópata para comprender y expresar el significado
emocional de hechos y experiencias, con todas las implicaciones que ello
tendría para explicar los crímenes que hemos analizado.
Formació
Alteraciones neurofisiológicas
on-line
circunstancias tales como un parto dificultoso, peso reducido del niño o
inadecuado de la madre, pueden contribuir a la aparición de conductas
antisociales. Existen estudios que han investigado la frecuencia de aparición
de estas conductas entre niños holandeses durante el período de carestía
posterior a la segunda guerra mundial, que apuntan a la malnutrición
materna durante los primeros meses de embarazo como causa del
considerable aumento de la frecuencia de hijos con comportamiento
antisocial en el período de tiempo estudiado.
La genética también se ha ocupado de explicar el comportamiento
violento. La posible influencia genética manifestada a través de la herencia
se ha investigado exhaustivamente desde diversas perspectivas, que
abarcan desde los estudios de gemelos y adopción hasta la investigación
de las malformaciones cromosómicas, entre ellas el famoso y cuestionado
“cromosoma asesino”.
Algunas de estas investigaciones han sido duramente criticadas
metodológicamente, y sus conclusiones se han visto sometidas a
exhaustivos análisis, al ver en ellas serios peligros. La evidencia puesta de
manifiesto por diversos estudios de gemelos que ponía en tela de juicio el
determinismo social propugnado por el conductismo y el temor al
resurgimiento del movimiento eugenésico han frenado durante años el
progreso en este campo científico.
Pero especialmente en las dos últimas décadas, con los
espectaculares avances realizados en el estudio del código genético han
surgido con fuerza nuevas investigaciones cuyo objetivo ha sido el de
intentar hallar algún gen específico relacionado con la conducta agresiva.
Hasta el momento ninguno de ellos ha tenido éxito y todos han sido, como
ya es norma en el campo de la genética conductual, durísimamente
criticados: se aduce que la búsqueda de un único gen responsable del
comportamiento es una visión reduccionista; y se apunta la extrema
dificultad de relacionar genes con un comportamiento que no tiene una
definición científica sino social, puesto que conductas que en un
determinado momento son consideradas violentas pueden, y de hecho
ocurre, ser consideradas adecuadas y por tanto no violentas en otro contexto
diferente.
Lo que sí parece indiscutible es que existen factores genéticos
predisponentes a la violencia. Para apoyar esta tesis, se recurre con
frecuencia a una estadística sobre la violencia en adolescentes según la cual
el 7% de los jóvenes comete el 79% de los delitos violentos recurrentes; lo
que implica que el ambiente no es un factor tan poderoso como se pretende,
pues únicamente un pequeño porcentaje del segmento poblacional expuesto
a condiciones ambientales adversas (pobreza, racismo, opresión) cae en el
crimen violento.
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Formació
TEORÍAS GENÉTICAS DE LA VIOLENCIA: EL CRIMEN COMO DESTINO
Quiero hacer referencia aquí a algunas teorías sobre
comportamiento psicopático violento que me parecen interesantes.
el
Una de ellas es la que nos aporta la paleopsicología, que reconoce en
las conductas violentas crónicas una regresión filogenética del
comportamiento, es decir, idénticos patrones de actuación que los
animales depredadores y que se resumen en tres palabras: acechar, atacar,
matar. Esta regresión tendría su origen en las distintas disfunciones
biológicas de las que hemos hablado antes, y que reducen o anulan por
completo la capacidad para inhibir ciertos comportamientos, como hemos
visto.
Hodge (1991) ve en el comportamiento del psicópata violento un
estado de adicción a la violencia, muy relacionado con el desorden por
síndrome de estrés postraumático. Este investigador, apoyándose en los
datos que revelan la alta incidencia de malos tratos en la infancia sufridos
por los psicópatas, relaciona estas historias de sufrimiento y violencia vividas
por ellos con un proceso adictivo, manejando el argumento que enfatiza el
papel de determinados estados de emoción subjetivos en vez de procesos
bioquímicos o fisiológicos como sustratos del proceso adictivo.
Así, el psicópata víctima de repetidas situaciones de temor y violencia
en su infancia, desarrolla una adicción a situaciones de este tipo.
Meloy (1988) formuló su hipótesis de lo que denominó estado
reptiliano. Para él, el comportamiento violento del psicópata es explicado
utilizando la analogía entre sus estructuras biológico-cerebrales y las de los
reptiles, que a diferencia de los mamíferos no cuentan con un sistema
límbico lo suficientemente desarrollado como para permitir una vida afectiva.
Además de éste, observó otro interesante paralelismo entre reptiles y
psicópatas: los primeros son incapaces de acumular comida para hacer
frente a períodos de escasez, es decir, carecen de la capacidad de anticipar
consecuencias, al igual que los segundos. Para Meloy, el estado mental del
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Tanto la Psicología como las ciencias sociales han aportado
numerosas contribuciones para explicar el comportamiento violento, que
sería demasiado prolijo exponer aquí. De modo resumido, podríamos decir
que el núcleo central de todas ellas se basa en la idea de que el medio, es
decir, el ambiente social en el que se desarrolla la persona desde su
nacimiento, tiene una poderosísima influencia en su comportamiento, y
todavía más en el caso de las personas afectadas de psicopatía, con todas
las carencias en habilidades sociales que les caracterizan. De este modo
podría explicarse el preocupante aumento de la violencia en las sociedades
desarrolladas, con deficientes prácticas de socialización y cuyos códigos
morales están tan desvirtuados en algunos casos que incluso puede
hablarse de avance imparable de la anomia. Algunos expertos manifiestan
su temor creyendo que vamos hacia una “sociedad psicopática” que
constituye un inmejorable caldo de cultivo para la conducta violenta.
Formació
TEORÍAS PSICOSOCIALES:
Llegados a este punto, probablemente estemos más confusos que al
principio, cuando nos planteamos la pregunta aparentemente simple de
¿cual es la causa de la conducta violenta del psicópata? Tenemos ante
nosotros un amplísimo espectro de opciones, de las que solamente hemos
examinado algunas. Pero hay afortunadamente un punto de luz en esta
oscuridad: lo que está claro es que el comportamiento violento del psicópata
no es producto de una única causa, sino de la interacción de un conjunto de
factores cuyo papel, importancia y consecuencias en el resultado final (la
violencia) está todavía por determinar. Parafraseando a Mednick (1995),
puede decirse que el psicópata violento ha de tener “mano de póquer”, ha de
tener todas las cartas (factores) necesarias para ser un criminal violento:
predisposición genética, alteraciones neurofisiológicas, déficit cognoscitivo
en habilidades sociales, etc.
MOTIVOS DEL CRIMEN EN SERIE
Las motivaciones para el crimen en serie son todavía oscuras; aún
existen muchas sombras en la investigación de estas conductas. Pero lo que
sí parece evidente es que no tienen un único componente o móvil puramente
sexual. Hay, al menos, otros dos de capital importancia y que son típicos del
psicópata: la necesidad de sentir poder y control sobre sus víctimas y la
sensación de vitalidad. Estas tres motivaciones están en íntima conexión
con rasgos de la personalidad psicopática que ya hemos mencionado.
Recordemos su exacerbado hedonismo: necesitan satisfacer sus impulsos
sexuales (sean cuales sean) y lo hacen, utilizando para ello los medios e
instrumentos necesarios. En ocasiones, los actos de algunos asesinos en
serie parecen tan esperpénticos y surrealistas que cuesta trabajo creer que
los hayan cometido personas en su sano juicio, pero así es.
Recordemos también la percepción de sí mismos como seres
superiores: ¿qué mejor modo de demostrarlo que teniendo el poder de
decidir sobre la vida y la muerte, de pasar de víctima impotente a asesino
omnipotente? La desfachatez y el descaro con que algunos asesinos en
serie cometen sus crímenes y que tanto sorprende a veces no son otra cosa
que la manifestación de su sentimiento de impunidad que les otorga su
supuesta superioridad. O su necesidad de excitación continuada: muchos
asesinos en serie han descrito el acto de matar como el mejor modo de
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Walters (1990) ha elaborado una intrincada teoría del comportamiento
violento, denominada modelo de Walters, basada en la interacción múltiple
de cuatro factores: condiciones, elección, cognición y conducta; constructo
teórico que algunos autores han elogiado como valioso para interpretar una
conducta típica del psicópata violento como es el asesinato en serie, pero
que a mi juicio carece de aplicación práctica por su excesiva complejidad.
Formació
psicópata no responde a una constelación de rasgos caracterológicos, sino a
un estado psicobiológico funcional predisponente.
Adicionalmente, algunos asesinos en serie han manifestado también
otras motivaciones para sus actos. Con el fin de intentar comprenderlas, es
conveniente analizar antes algunas características típicas de la conducta
violenta del psicópata y que guardan una estrecha relación con los rasgos de
personalidad que se han visto en líneas anteriores:
Generalmente tiene un carácter depredador: Para el psicópata
violento, sus víctimas son meras presas a su alcance, útiles para su
satisfacción. El mundo se divide en cazadores supervivientes y sus presas.
Sus víctimas no son personas, el ser humano se “cosifica”, se transforma en
un objeto y sus sentimientos traen sin cuidado alguno al depredador. Esto es
especialmente evidente en los casos más extremos de violencia psicopática,
el asesinato y la violación en serie.
Es en muchas ocasiones irracional, desproporcionada e
inesperada: Puede surgir súbitamente, sin un propósito real, o como
respuesta a cualquier situación, por nimia que ésta sea, que incomode al
psicópata.
Es despiadada y de una crueldad inusitada: Sus crímenes son
cometidos en muchas ocasiones de forma instrumental y metódica, de modo
directo y sin complicaciones. Sangrientos asesinatos son cometidos
fríamente, sin ningún sentimiento, llevados a cabo con una tranquilidad
pasmosa, como si fuese algo carente de la menor importancia. Sus actos no
tienen el color emocional que caracteriza la violencia de otras personas.
Es también indiscriminada, ya que cualquier persona puede ser su
objetivo, sin importarle en absoluto cualquier circunstancia que pueda
suponer indefensión de la víctima pero tampoco un peligro para el agresor.
Por último, se manifiesta de múltiples formas e intensidad: La
violencia psicopática adopta las más variadas formas de expresión, pasando
por cualquiera de los grados de violencia, tanto física como psíquica; desde
la humillación y el daño psicológico más sutilmente infligidos hasta el
asesinato más cruel y sádico.
Teniendo presentes estas características, pueden empezar a
colegirse algunos motivos para estos comportamientos. Así, algunos
crímenes absurdos son puramente impulsivos, propios de psicópatas
primarios incapaces de controlar su agresividad ante la existencia de
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Formació
sentirse “vivo”, como una experiencia sensorial mejor que todas las drogas
que han probado y con mayor poder adictivo, de tal modo que la mayoría de
ellos reconocen abiertamente que volverían a matar en cuanto tuvieran
oportunidad de hacerlo. Sin embargo, y a pesar de la aparente
monstruosidad de estos criminales, han llegado a ser conocidos como “los
chicos de al lado”, en alusión al fenómeno que supone su perfecto camuflaje
social: “¿como es posible que mi vecino, o mi amigo, o mi tendero, haya
matado a veinte personas? es imposible, deben estar equivocados,... ¡si es
tan simpático y amable!” es un comentario repetido multitud de veces en
boca de las personas que conocían al asesino.
En ocasiones, justifican sus delitos por su necesidad de búsqueda de
la fama. Esta tendencia a delinquir para adquirir notoriedad, denominada
erostratismo en recuerdo a Eróstrato (efesio que incendió el templo de
Artemisa para inmortalizar su nombre), como ya hemos visto, también
caracteriza a muchos psicópatas, que ven en la gran repercusión
periodística de sus crímenes el vehículo perfecto para colmar sus ansias de
vanidad.
Algunos crímenes son explicados por simple hastío. En estos casos,
más que la satisfacción del deseo de sentir nuevas emociones se trasluce
ese sentimiento de superioridad manifiesta tan característico del psicópata, y
que le “autoriza” a decidir sobre la vida y la muerte en función de sus
peculiares apetencias. En el espejo de estos asesinatos se refleja fielmente
su imagen: son crueles, fríos, demostradores del nulo valor otorgado a la
vida humana y del vacío emocional que padecen sus autores.
El asesino en serie es con seguridad un tipo especial de psicópata
que en muchos casos tiene, además de un grado muy elevado del trastorno,
una capacidad de autocontrol superior a la del resto de psicópatas y una
increíble capacidad de adaptación al medio. Esto les permite conseguir sus
fines una y otra vez, esquivando a veces durante muchos años a la policía, y
les convierte en auténticos “parásitos sociales”, una plaga prácticamente
indestructible con los medios de contención actuales; lo que sin duda alguna
le vuelve especialmente letal y peligroso para la estructura social.
EL CRIMEN EN SERIE, UN FENÓMENO DE DÍFICIL
CUANTIFICACIÓN
A pesar del gran impacto que sobre la opinión pública tienen los casos
conocidos y el fenómeno mediático que a partir de los años noventa ha
supuesto la figura del “serial killer”, protagonista estelar de literalmente miles
de novelas y películas algunas de las cuales han alcanzado enorme éxito,
está fuertemente arraigada la creencia de que únicamente en los Estados
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Otro de los motivos que aducen ciertos asesinos en serie es algo tan
banal como la curiosidad, en sus propias palabras “deseaba saber qué se
sentía al matar a otra persona”. Esta razón para el asesinato está
íntimamente ligada con la necesidad de excitación continuada de la que ya
hemos hablado, esa continua búsqueda de emociones nuevas que es uno
de los puntos de referencia de la vida del psicópata y que comienza a
despuntar en la etapa adolescente, por lo que puede encontrarse en la base
de sus carreras criminales.
Formació
estímulos que provoquen en ellos reacciones negativas. De este modo, el
incidente más pequeño (una discusión de tráfico, un comentario contrario a
su línea de pensamiento, incluso un gesto o una mirada malinterpretados)
puede generar una respuesta tremendamente violenta.
Los criminales en serie, como seres humanos que son, han estado
siempre entre nosotros. La complejidad de sus comportamientos ha
impedido que durante siglos fueran identificados como tales, atribuyéndose
sus crímenes a una amplia variedad de causas. Mitos como los vampiros o
los “hombres-lobo” no son mas que interpretaciones ofrecidas desde la
superstición y la ignorancia para explicar crímenes horrendos, en realidad
cometidos muy probablemente por enfermos mentales, muchos de ellos
auténticos asesinos en serie desorganizados, tal como se verá
posteriormente. El vampirismo y la licantropía (entendida aquí como el
crimen sádico llevado a cabo con actos de canibalismo, desmembramiento o
descuartizamiento del cadáver, atribuidos al apetito voraz del “hombre-lobo”)
no son más que reflejos de un caótico estado mental, producto de graves
alteraciones psíquicas, tales como la psicosis y especialmente la
esquizofrenia paranoide, que caracterizan a este tipo de asesinos.
En épocas pretéritas, tiempos convulsos y terriblemente violentos
carentes de códigos morales y sumergidos en continuas guerras, resultaba
muy difícil distinguir, entre tanta violencia en ocasiones considerada legítima,
las atrocidades cometidas por asesinos psicópatas y psicóticos. El poder
omnipotente que han ejercido muchos tiranos y miembros de la nobleza a lo
largo de la historia les dio soporte para el desarrollo de verdaderas carreras
criminales. Suetonio, historiador y biógrafo romano, ofrece en su obra capital
“De vita Caesarum”, un extenso catálogo de comportamientos claramente
identificables hoy como típicos de un asesino en serie y que fueron norma en
la vida de varios emperadores romanos. Pero no hace falta ahondar tanto en
la historia criminal para buscar ejemplos: baste recordar la leyenda del
famoso “Barba Azul” inspirada en la figura del militar Gilles de Rais,
ejecutado en 1440 por la Inquisición acusado de herejía y brujería, a quien
se le atribuyen la tortura, violación y asesinato de más de doscientas
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Creer que el asesino en serie es un producto típico de la sociedad
norteamericana es un craso error. Es cierto que dicho país ostenta el triste
record de serial killers conocidos, pero a ello ayudan diversas circunstancias.
La primera de ellas es el hecho de que fue el primer país del mundo en
identificar, estudiar y cuantificar el fenómeno. En consecuencia, sus
organizaciones policiales son las mejor entrenadas para detectar estos
casos y son las que cuentan además con mejores medios técnicos para ello.
Además, la transparencia informativa y la libertad de prensa ha impedido la
censura sobre este asunto que durante muchos años ha imperado en otros
lugares del mundo (un ejemplo de ello: los sucesivos gobiernos de la extinta
Unión Soviética negaban sistemáticamente la existencia de asesinos en
serie en su sociedad; mientras tanto, Andrei Chikatilo recorrió el país
asesinando a más de cincuenta personas durante muchos años). Las
autoridades norteamericanas aprendieron hace años que intentar ocultar o
desvirtuar este fenómeno criminal no era el mejor modo de luchar contra él.
Formació
Unidos tienen en realidad ese problema. Muchas personas, y lo que es peor,
organizaciones policiales, piensan ingenuamente que en sus países no hay
criminales en serie o son casos excepcionales.
Evidentemente, resultaba imposible valorar el fenómeno y
cuantificarlo en tiempos en los que ni siquiera se había identificado. Pero
incluso en la actualidad resulta difícil esta tarea, y ello se traduce en una
visión reduccionista del asunto. Diversos factores impiden un exacto
conocimiento del fenómeno, entre los que podríamos destacar los
siguientes:
La falta de unificación internacional de criterios acerca de la
definición de asesino en serie. Así, según los requisitos exigidos para tal
consideración (número mínimo de víctimas, motivación, etc.) las cifras
pueden sufrir drásticas oscilaciones, lo que tiene sin duda alguna un
importantísimo reflejo estadístico, ocasionando enormes divergencias.
En íntima relación con el punto anterior, la nula formación técnica
de las fuerzas policiales de muchos países, que les incapacita para
identificar a este tipo de delincuentes y también a sus víctimas.
La naturaleza de sus víctimas, muchas de las cuales pertenecen a
las capas más desfavorecidas de la sociedad (prostitutas, vagabundos,
inmigrantes ilegales). Este hecho impide conocer su número siquiera de
forma aproximada, puesto que la desaparición de gran cantidad de personas
procedentes de ese estrato social no es comunicada por nadie y por tanto es
desconocida, son auténticas “víctimas invisibles”. Un ejemplo cercano lo
tenemos en nuestro país: de todas las víctimas identificadas de Francisco
García Escalero, el llamado “matamendigos”, solamente una constaba como
persona desaparecida en los archivos policiales.
Todo lo anterior justifica el hecho de la inexistencia de estudios fiables
sobre la incidencia de estos delitos en prácticamente todo el mundo. Incluso
en los Estados Unidos, donde cuentan con los mejores instrumentos de
análisis estadísticos para ello, hay grandes divergencias en las cifras
ofrecidas (algunos autores cifran la incidencia en ese país en el uno por
ciento, en tanto que otros la elevan hasta el cinco por ciento, con diferencias
cuantitativas importantísimas en cuanto a número de víctimas e incluso en
cuanto al número de asesinos seriales activos, que sitúan entre 35 y 500).
No obstante y a título orientativo (Falcón, 2000), algunas estadísticas
indican que el 76 % de los casos conocidos se han notificado en Estados
Unidos (a pesar de que únicamente cuenta con el 8 % de la población
mundial), el 17 % en Europa (de dicho porcentaje, el 68 % entre Gran
Bretaña, Francia y Alemania) y el 7 % en el resto del mundo.
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personas, principalmente niños. El gran Alejandro Dumas, en su obra
“Crímenes célebres” también nos ofrece un buen repertorio de conductas
criminales características del asesino en serie. Y cómo no mencionar la
figura del tristemente célebre “Jack el Destripador”, quizá el primer homicida
sistemático que se enfrentó a una fuerza policial organizada que ya contaba
con métodos de investigación, que ciertamente no sirvieron de mucho. Si
Scotland Yard hubiese contado con los conocimientos científicos sobre el
fenómeno disponibles hoy, muy probablemente “Jack el Destripador” habría
pasado a los anales de la historia criminal con nombre y apellidos.
El número de estos delitos en el período de referencia estudiado
(años 1.996 - 2.000) ha pasado de 595 a 675, lo que significa una leve pero
constante tendencia alcista.
En el año 2.000 se tuvo conocimiento de 603 homicidios dolosos y 72
asesinatos, siendo el porcentaje de delitos esclarecidos del 94,20 % para el
homicidio doloso y el 83,33 % para el asesinato. Esto supone una cifra total
de 47 casos sin resolver.
En cuanto a las cifras relativas a las denominadas “desapariciones
inquietantes” (aquellas que se presume que tienen su origen en un hecho
criminal), no existen estadísticas fiables, si bien se estiman como máximo en
un uno por mil del total de desapariciones denunciadas, que para el año
2.000 fueron 13.966. No obstante, hay que tener en cuenta que la incidencia
de reintegros es próxima al 95 % en los dos años siguientes a la denuncia.
No olvidando que las cifras ofrecidas no son totales para nuestro país,
parece verdaderamente insignificante el número de casos pendientes de
resolución, y menor aún el de aquellos que podrían atribuirse a la acción de
un asesino en serie. No obstante y como ya ha quedado de manifiesto en
líneas anteriores, se desconoce la incidencia de la “cifra negra”, si bien por
los motivos expuestos puede ser significativa. De hecho, la causa de muerte
de las quince primeras víctimas de Rodríguez Vega, el “asesino de
ancianas” de Santander, fue considerada natural hasta la investigación
subsiguiente al fallecimiento de la decimosexta. Al famoso “Arropiero”,
Manuel Delgado Villegas, se le atribuyen 22 asesinatos de cuyas víctimas
poco se sabe, al igual que de varias de las de Francisco García Escalero.
Por ende, no existe un medio para averiguar con certeza el número total de
víctimas de un asesino en serie.
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En relación a nuestro país, su pequeña extensión y población en
comparación con otros territorios y el pequeño número de organizaciones
policiales con competencias en este tipo de delitos facilita en gran medida el
análisis estadístico-criminal. A pesar de ello, existen también divergencias
que impiden el conocimiento exacto de las cifras. Con el fin de intentar una
aproximación al problema, tomemos algunos datos respecto a los delitos de
homicidio y asesinato ofrecidos por la Dirección General de la Policía en su
estadística anual de criminalidad elaborada para el año 2.000, teniendo
presente que se confecciona a partir de los datos ofrecidos únicamente por
el Cuerpo Nacional de Policía:
Formació
Pero el desconocimiento de la extensión exacta del problema no debe
conducir a su negación. La dura realidad lo viene demostrando diariamente.
Hay casos conocidos de asesinos en serie en lugares y sociedades tan
distantes y diferentes como Gran Bretaña, Polonia, Suecia, Sudáfrica,
Pakistán, India, Colombia, Hungría, Tailandia,..... y por supuesto, España no
es una excepción.
Se mencionaba en líneas anteriores al famoso “Jack el Destripador” y
a la carencia de conocimientos científicos adecuados que impidieron su
identificación. Pero el fracaso de la ardua investigación policial llevada a
cabo entonces no es únicamente atribuible a la disculpable falta de
formación técnica de aquellos investigadores pioneros. Buena prueba de ello
es que hoy, más de cien años después, siguen cometiéndose espantosas
series de crímenes cuyos autores no son identificados ni detenidos a pesar
de los avances científicos y tecnológicos y los enormes recursos de todo tipo
con que cuentan los más modernos cuerpos policiales. Muchos caen en
manos de la justicia por la afortunada conjunción de suerte y casualidad, en
tanto que algunos prolíficos asesinos y violadores con decenas de víctimas
son detenidos tras años de búsqueda e ingentes cantidades de dinero
invertidas en el esfuerzo. He aquí algunos ejemplos:
La detención en Gran Bretaña de Peter Suttcliffe, el “Destripador de
Yorkshire”, que aterrorizó el país durante seis años asesinando a trece
mujeres y violando a otras siete, supuso el hercúleo esfuerzo de investigar a
268.000 sospechosos, comprobar 5.400.000 matrículas y encuestar 27.000
domicilios con un gasto superior a los cuatro millones de libras de la época
(años setenta).
La creación de la denominada “Green River Task Force” en los
Estados Unidos, que supuso la colaboración durante varios años de las
policías de cinco Estados de la Unión, el F.B.I. y otras agencias estatales
con un gasto estimado de 20 millones de dólares, no logró identificar al
denominado “Green River Killer” a quien se le atribuyen más de 50
asesinatos sin resolver.
La suspicacia de los familiares de una anciana fallecida en
circunstancias aparentemente normales condujo a la Policía española hasta
José Antonio Rodríguez Vega, quien hasta el momento de su detención tuvo
tiempo de asesinar, al menos, a dieciséis ancianas en la década de los
ochenta.
El hecho de que la actuación de estos criminales sea reiterada y
similar, teóricamente debería aportar gran número de indicios para su
identificación, por lo que resulta aparentemente contradictorio que estos
delincuentes sean tan difíciles de atrapar. Diversos autores (Egger, 1998;
Jackson, 1997) han examinado la específica problemática de estas
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DIFICULTADES EN LA INVESTIGACIÓN DE ESTOS DELITOS
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No obstante, sería demagógico afirmar que en nuestro país hay
muchos asesinos en serie. Tanto como negar su existencia, y en
consecuencia es obligación de todos los estamentos implicados estar
debidamente preparados para enfrentarse a ellos.
Divergencias profesionales suscitadas entre los diversos
cuerpos policiales: Desde el excesivo “celo profesional” hasta la defensa
de intereses espurios, incluyendo además los problemas derivados de una
adecuada selección, dirección y mando de las posibles unidades conjuntas
de investigación que pudieran establecerse.
Renuencia a impulsar estas investigaciones por las necesidades
de medios humanos, técnicos y económicos que en ocasiones requieren,
especialmente si ya existen carencias en dichos aspectos.
Presión de los medios de comunicación y la relación con los
mismos. Las especiales características que concurren en este tipo de
delitos los hacen especialmente “noticiables”, por lo que en cuanto se hace
pública una investigación así, la atención informativa se centra en ella,
disparándose la presión sobre autoridades y responsables de las pesquisas,
a quienes se les exigen resultados inmediatos.
Tendencia a negar la existencia de este tipo de delitos, ante el
temor a sus implicaciones negativas (deterioro de la imagen política del
Gobierno y de la Policía, defensa de las estadísticas, etc.)
Algunos fenómenos directamente asociados a los criminales en
serie, tales como:
1. - El hecho de que en este tipo de crímenes víctima y autor son en la
mayoría de los casos desconocidos, sin que exista un vínculo personal
entre ellos que permita relacionarlos, lo que reduce las vías de
investigación iniciales.
2. - El carácter itinerante de muchos criminales en serie. La actuación en
diferentes zonas del país (e incluso en distintos países) implica la
dificultad de conocer y relacionar casos así como problemas de
competencia territorial, judicial y de cuerpos policiales y de comunicación
y coordinación entre ellos. Estas circunstancias son bien aprovechadas
por estos delincuentes, que utilizan la itinerancia como método para
asegurarse la impunidad.
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Falta de centralización y compartimentalización de datos sobre
homicidios y agresiones sexuales graves sin resolver: La multiplicidad
de cuerpos policiales en todos los países provoca que, a lo sumo, cada uno
de ellos disponga de sus propias bases de datos centralizadas, con carácter
independiente y distinta estructuración. Ello hace que resulten inoperativas a
nivel nacional al no poder realizarse intercambios de información efectivos,
lo que impide tener un conocimiento exacto y actualizado de los casos
pendientes en todo el país, independientemente del Cuerpo policial o
jurisdicción implicados. Como consecuencia, aumenta enormemente la
dificultad para relacionar los distintos hechos delictivos que puedan haber
sido perpetrados por el mismo autor, impidiendo una adecuada
investigación.
Formació
investigaciones. Veamos, sin pretensiones de exhaustividad, algunos de los
obstáculos a los que han de enfrentarse los cuerpos policiales:
5. - La aparición de asesinos “imitadores”, cuya intención en la mayoría de
los casos es camuflar la verdadera autoría y móvil de sus crímenes
intentando que parezcan obra del otro asesino, resultando en una
estratagema para eludir la acción policial.
La falta de formación especializada y de adecuadas estrategias
de investigación: La relativamente baja incidencia de este tipo de delitos
provoca que en muchos cuerpos policiales no exista una tradición formativa
dirigida a los funcionarios dedicados a la investigación criminal. En muchos
casos, la formación que se adquiere es de carácter autodidacta y en otros
varía enormemente al no existir una estandarización de estos
procedimientos. Todo ello repercute obviamente en la calidad de las
investigaciones, traduciéndose en incapacidad técnica para relacionar casos,
una deficiente gestión de la ingente información que se genera y la
renuencia a utilizar métodos y técnicas de investigación no tradicionales.
INVESTIGACIÓN POLICIAL DEL HOMICIDIO Y LA VIOLACIÓN
EN SERIE: UN MODELO METODOLÓGICO
Tradicionalmente, la investigación policial se sustenta en tres pilares
básicos para resolver los crímenes: la evidencia física, los testimonios y las
confesiones. Diversos estudios han puesto de manifiesto que el trabajo de
los investigadores usualmente se ha centrado en la obtención de testimonios
y confesiones fiables, en tanto que, durante mucho tiempo, el papel de la
evidencia física ha sido relegado al de mero instrumento científico de
confirmación de lo averiguado, y raramente ha sido utilizada con éxito “per
se” para la identificación, detención y procesamiento del criminal.
Si esto ocurre con las evidencias físicas, palpables y constatables,
qué no ocurrirá con aquellos indicios “ocultos”, que no se ven pero que sin
duda existen. El principio del intercambio formulado hace ya muchos años
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4. - Las falsas confesiones: Pueden tener distintas motivaciones, desde el
desmesurado afán de protagonismo que caracteriza a muchos
delincuentes seriales, que les lleva a asumir otros hechos que les son
atribuidos por la Policía en su afán de esclarecer casos pendientes; hasta
la manipulación del sistema judicial en su favor (Henry Lee Lucas llegó a
confesar casi un millar de asesinatos por todos los Estados Unidos, tras
intuir que la investigación de todos ellos por los distintos cuerpos
policiales implicados podría retrasar durante años la ejecución de su
condena a muerte)
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3. - El proceso de aprendizaje de los propios criminales durante sus carreras
delictivas, que les permite mejorar sus técnicas para eludir la detección
policial, eliminando cada vez más eficazmente los rastros e indicios que
puedan delatarles.
PRINCIPIO DEL INTERCAMBIO
(LOCARD)
AGRESOR
VÍCTIMA
ESCENA DEL CRIMEN
IMPRONTA PSICOLÓGICA
Pero a pesar de lo anterior, en muchas ocasiones no solo pasan
desapercibidos indicios físicos, sino también en algunos delitos uno muy
interesante aunque invisible, pero no por ello menos real: la impronta
psicológica de su autor, que constituye el reflejo de la conducta del criminal
plasmado en la escena del delito; así como la gran utilidad de su estudio
como contribución al descubrimiento y captura del delincuente.
Esta “huella psicológica” no siempre está presente en el escenario de
un crimen, puesto que su propia naturaleza requiere que aquel reúna ciertas
condiciones para su aparición, siendo precisamente los homicidios y delitos
sexuales cometidos de forma sistemática o repetida por un mismo individuo
los más aptos para su producción.
El estudio de un hecho de esta naturaleza desde esta nueva
perspectiva puede ofrecer datos críticos para la resolución del hecho y abrir
nuevas y definitivas vías de investigación del caso.
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por el profesor Locard, y según el cual todo criminal deja algo suyo en el
lugar del delito y a su vez se lleva algo del mismo (“todo contacto deja
huella”), estableció una importantísima base para el trabajo de la
investigación criminal científica en dicho sentido, al que se suma otro
principio fundamental: “LA AUSENCIA DE PRUEBAS NO ES PRUEBA DE
SU AUSENCIA”.
Por ello, ambos tipos de delitos pueden ser estudiados de acuerdo a
una metodología de investigación similar: el análisis psicológico de la escena
del crimen, la victimología, y el análisis de la dinámica delictiva o interacción
entre víctima y agresor. La correcta interpretación de todos los datos así
obtenidos implementa la investigación operativa aportando una excelente
herramienta para despejar la incógnita que supone la identidad del criminal:
su perfil criminológico.
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En lo que se refiere al crimen en serie, violación y homicidio aparecen
a menudo estrechamente unidos: buena parte de los asesinos en serie
conocidos comenzaron violando únicamente a sus víctimas como un primer
paso en su carrera homicida; otros alternaban ambas actividades, violando
en unas ocasiones, violando y matando en otras. Incluso en los casos
“puros” de violadores y asesinos sistemáticos, existen importantes
similitudes entre ambos que permiten que las investigaciones de estas
conductas sean asimismo parecidas, aunque hagan énfasis en distintos
aspectos del hecho criminal.
Formació
La escena de un crimen de estas características, en palabras de John
Douglas (uno de los pioneros en este campo) debe estudiarse del mismo
modo que los artistas célebres son estudiados a través de sus obras, en las
que han plasmado su personalidad a lo largo del tiempo. Deben buscarse,
detectarse e interpretarse pautas de conducta e indicios que por su propia
naturaleza no se prestan a las técnicas de recogida ordinaria: hablamos de
emociones tales como rabia, odio, irracionalidad, etc.
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METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN
PROCESO ESQUEMÁTICO
ANÁLISIS ESCENA DEL
CRIMEN
PERFIL CRIMINAL
ANÁLISIS DINÁMICA DELICTIVA
Todos estos aspectos son importantes, si bien desde el punto de vista
del autor son decisivos para el éxito el correcto análisis de la escena del
crimen en el caso del homicidio sexual y el análisis de la dinámica delictiva
en el de la violación en serie.
Antes de comenzar con la exposición de la sistemática de
investigación, es necesario hacer algunas precisiones. Por la especificidad
de los conocimientos requeridos para ello y su propia naturaleza, este tipo
de investigación debe ser entendida como una herramienta operativa más
durante el proceso completo de investigación de una serie de hechos
criminales, desarrollada y aplicada por profesionales especializados en la
misma y que intervienen puntualmente en dicho proceso. De este modo, el
trabajo del o los analistas suele iniciarse a requerimiento de los encargados
de conducir una investigación. Una vez concluida su labor y presentadas sus
conclusiones y recomendaciones, el analista se aparta del trabajo operativo,
aunque evidentemente puede mantenerse en contacto con la investigación
con el fin de aportar nuevos datos a la luz de nuevos hallazgos que vayan
surgiendo en el transcurso de la misma.
Pero siempre debe tener exquisito cuidado en no involucrarse
activamente, pues corre el riesgo de “contaminarse” y perder la necesaria
objetividad y rigor científico.
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ANÁLISIS VICTIMOLÓGICO
Fase previa: recopilación de información
El primer paso en el proceso de análisis es la obtención de la
información que ha de servir de base al mismo. Imprescindibles resultan, al
menos, los siguientes datos:
Evidencia física y forense: Informes completos de autopsia
(incluyendo resultados analíticos biológicos y toxicológicos si están
disponibles), informes periciales (preliminares o definitivos) sobre indicios
hallados (huellas, manchas, objetos, etc.).
Informes policiales: Actas de Inspección Ocular, atestados iniciales,
informes judiciales, etc. De estos documentos debe haber sido eliminada
cualquier referencia a posibles sospechosos, que pueda contaminar el futuro
análisis. Este es un aspecto que debe cuidarse especialmente.
Reportajes fotográficos: De autopsias, escenas del crimen,
víctimas, Inspecciones Oculares. También grabaciones en video disponibles.
Documentación complementaria: Planos urbanos de los lugares de
los crímenes, planimetría policial, otros documentos de interés.
Análisis de la escena del crimen
Toda investigación sobre un homicidio del que se sospeche que
puede ser obra de una asesino en serie, comienza con el exhaustivo análisis
de la escena del crimen. Este análisis no se circunscribe a la clásica
búsqueda de indicios, vestigios y pruebas forenses presente en todas las
investigaciones de homicidio, sino que abarca otros muchos aspectos y
consideraciones de tipo psicológico basados en los estudios y la experiencia
acumulada hasta la fecha, cuya importancia es determinante. Una dificultad
adicional es la resistencia de los investigadores a mirar más allá de la
evidencia física, que tradicionalmente ha sido la base tomada de forma
exclusiva para la reconstrucción del crimen. Pero la clave para una correcta
interpretación del crimen es, precisamente, la interrelación entre evidencia
física y psicológica.
Para lograr esto, el investigador debe despojarse de cualquier criterio
ético y moral que se alce a modo de impenetrable barrera y le impida prestar
especial atención a los elementos con significado psicológico que pueden
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METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN:
Formació
Por otra parte, todo el proceso es continuamente retroalimentado a la
luz de nuevas evidencias, y cualquier conclusión debe estar basada,
verificada y apoyada en la evidencia física disponible.
En muchas ocasiones, la única escena del crimen que se conoce es
la final (aquella en la que aparece el cadáver de la víctima) que es tomada
erróneamente como la principal y única a tener en cuenta. No obstante, y a
pesar de que es realmente difícil llegar a localizar físicamente todas las
posibles escenas de un crimen (al menos con anterioridad a la detención del
autor) a partir del lugar de aparición del cuerpo pueden deducirse al menos
las demás.
Para obtener la máxima información que aporta el lugar del crimen se
utilizan las técnicas del llamado “perfilado geográfico”, que utiliza el análisis
relacional de las variables temporales (el tiempo que necesitó el asesino
para actuar con la víctima y para deshacerse del cuerpo), geográficas (las
distintas localizaciones) y victimológicas relacionadas con la escena del
crimen. La técnica se fundamenta en la teoría psicológica de los “mapas
mentales”, que establece determinados lugares (de residencia, de trabajo y
de ocio) que conforman zonas de comodidad en las cuales se mueve el
asesino o violador sistemático. Los seres humanos somos, en mayor o
menor grado, animales de costumbre. Repetimos las cosas que nos son
cómodas y familiares. Todo esto induce un sentimiento de seguridad y
confort, que afecta a la percepción subjetiva del espacio, y tales elementos
tienen influencia sobre como un delincuente rastrea una zona en busca de
víctimas o de lugares para deshacerse de sus cuerpos. Cuanto más
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En primer lugar, es importante determinar con qué tipo de escena del
crimen nos encontramos. Del estudio de la dinámica del homicidio y la
agresión sexual serial se han llegado a identificar hasta cinco fases en el
proceso, denominadas “ventanas del asesinato en serie” por Holmes y
Holmes: fantasía, acecho, asalto, acción criminal y disposición de la víctima.
Algunas de estas fases pueden desarrollarse en escenarios distintos por
completo (pensemos en el violador que acecha y vigila a su víctima en un
lugar, la reduce y secuestra en otro, la traslada hasta otro más donde la
agrede y finalmente la abandona en un último lugar) e incluso simultáneos
(el asesino que ataca, da muerte y abandona a su víctima en el mismo
lugar), dando lugar, en consecuencia, a distintas escenas del crimen que
han de ser consideradas como tales y que han de estudiarse en su totalidad.
De acuerdo con lo anterior, podemos distinguir tres tipos de escena del
crimen serial: inicial (que comprende los lugares de acecho, contacto y
secuestro), principal (el lugar donde se llevó a cabo la actividad criminal:
tortura, violación y asesinato) y final (el lugar donde es abandonada la
víctima). La existencia de más de una escena del crimen en un mismo hecho
es el primer indicador del grado de organización y peligrosidad del
delincuente, ya que el asesino desorganizado actúa preferentemente en sus
“zonas de comodidad” y toda su conducta se desarrolla en un mismo
escenario, como veremos más adelante.
Formació
encontrarse en el crimen: número y tipo de escenas del crimen, aspecto
general del lugar, armas, objetos de la víctima, hechos o circunstancias
extrañas, estudio del cadáver y otros indicadores.
Al investigar un asesinato o violación en serie, es importante saber el
motivo por el que el asesino decide buscar a sus víctimas en un barrio en
particular, porqué eligió un sitio concreto para dejar sus cuerpos, y qué ruta
utilizo; así como la posible influencia de las características geográficas para
ello, ya que estas elecciones por parte del delincuente no deben
considerarse como mero azar.
Estudios sobre más de 800 casos de asesinato han demostrado que
estos aspectos no solamente son importantes sino predecibles. Con la
experiencia, el asesino en serie aumenta sus niveles de seguridad y
comodidad, lo que le lleva a ampliar los límites geográficos de su actividad
predatoria. De este modo, es muy posible que los primeros crímenes de una
serie sean cometidos relativamente cerca del lugar de residencia o trabajo
del asesino, en su “zona de comodidad”, y vayan diseminándose a medida
que continúa la serie.
Determinar si el lugar donde apareció el cuerpo de la víctima es
próximo o coincidente con alguna de sus rutas habituales o a los últimos
momentos en que fue vista con vida también es muy útil: si es así, ello indica
que probablemente fue asaltada y atacada cerca de allí, permitiendo acotar
significativamente la zona de búsqueda de las otras escenas del crimen; si el
lugar en que fue abandonado el cuerpo no tiene ninguna relación con el
mismo habrá que investigar la posible relevancia o importancia que puede
poseer para el asesino.
Este análisis geográfico puede servir de ayuda a la hora de diseñar
estrategias policiales tales como por ejemplo, zonas donde establecer un
dispositivo de saturación de patrullas uniformadas, o de solicitud de análisis
masivos de ADN, búsquedas “puerta a puerta”, etc.
El análisis psicológico del lugar donde es hallado el cadáver de la
víctima nos aporta otros datos:
- Si fue abandonado u oculto en una zona de difícil localización o
acceso, significa que el asesino no busca reconocimiento o publicidad, y
puede indicar asimismo que nos enfrentamos a un asesino organizado que
obviamente dispone de vehículo apropiado a la orografía del terreno, su
grado de conocimiento del mismo, su disposición para seguir matando y algo
muy importante, la alta probabilidad de que vuelva allí bien para revivir o
realizar sus fantasías de muerte, bien para comprobar que los cuerpos no
han sido descubiertos y sentir el control de la situación. La mayor parte de
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Mediante el análisis de ciertos parámetros, un programa informático
produce un mapa topográfico con las distintas localizaciones geográficas de
cuyo estudio puede deducirse, por ejemplo, si las víctimas han sido elegidas
aleatoria o selectivamente, los distintos ámbitos de actividad del agresor, su
grado de movilidad, e incluso las zonas más probables de trabajo y
residencia.
Formació
familiarizado esté con caminos y carreteras, más consciente será de la
utilidad de estos para sus propósitos delictivos.
En cuanto al aspecto general del lugar, debe tenerse presente que
generalmente, cuanto más actúe el asesino en el lugar del crimen, tanto más
fácil nos será definir posteriormente su perfil psicológico, ya que dejará
mayor número de indicios e incluso pruebas de su participación en el hecho.
No obstante, debe tenerse en cuenta que en ocasiones una actuación más
prolongada del delincuente no implica necesariamente la posibilidad de
encontrar mayor cantidad de indicios, ya que precisamente una parte de la
misma puede estar encaminada a destruirlos.
El aspecto general del lugar puede indicar si se trata de un delito
previamente planificado (si muestra un control general de la escena por
parte del delincuente), espontáneo (si existe un gran desorden o alteración)
o incluso si ha tenido lugar una “escenificación” con el fin de desorientar y
obstaculizar la investigación. Así, se habla de escena del crimen
“organizada”, “desorganizada” o “mixta”. Este grado de organización en la
escena del crimen es uno de los elementos definitorios de los tipos básicos
de asesino serial ya mencionados.
Veamos ahora la importancia del estudio del arma empleada en el
crimen y sus características, ya que estos extremos aportan información
sobre el autor del crimen. Es importante determinar si el agresor utiliza un
único tipo de arma con exclusividad, si cambia el tipo en diferentes crímenes
o utiliza dos o más en combinación.
El empleo de armas blancas o estrangulación manual son métodos
muy utilizados por casi todos los asesinos en serie, ya que necesitan el
contacto con la víctima para así sentir vívidamente su terror y el control
sobre ella. En todo caso, utilizarán casi siempre armas de corto alcance
(armas blancas, cortas, objetos contundentes) por esa misma razón. El uso
exclusivo o predominante de la estrangulación manual es típico de asesinos
organizados bien integrados socialmente (ejemplo: nuestro “asesino de
ancianas de Santander” o el famoso “Estrangulador de Boston”). Si se ha
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- Si el cadáver es abandonado en un lugar abierto de fácil acceso o
incluso en sitios donde es claramente visible, la intención de no ocultar el
crimen es evidente, y ello implica que el autor del mismo está orgulloso de
su obra, es vanidoso, desafiante y seguro de sí mismo, con un alto grado de
psicopatía. Muy probablemente seguirá con avidez las informaciones
periodísticas y la investigación policial, y su sentido del crimen como un
macabro juego puede ser aprovechado para utilizar diversas técnicas
proactivas para lograr su captura. Si dicho lugar es el mismo en el que se
cometió el crimen, casi con toda seguridad el autor pertenece a la categoría
de los desorganizados, despreocupados por completo de su descubrimiento.
Formació
los asesinos organizados que ocultan los cuerpos de sus víctimas en una
misma zona lo hacen por alguno o ambos de estos motivos. Aquellos que
dispersan los cadáveres en este tipo de lugares, a menudo en sitios muy
alejados unos de otros, demuestran un mayor grado de autocontrol,
inteligencia y peligrosidad: desean fervientemente continuar con su actividad
y eludir la detención, por lo que toman este tipo de precauciones.
La utilización de armas de fuego es asimismo significativa e
interesante: suele ser el método escogido por aquellos asesinos organizados
cuya fantasía necesita una víctima muerta para poder ser llevada a cabo con
plena satisfacción (recuérdese el caso de Charles Albright, que ejecutaba a
sus víctimas con un certero disparo en la cabeza para seguidamente
extirparles quirúrgicamente los globos oculares) y la pistola o el revólver
proporcionan una eliminación rápida y eficaz. Este tipo de armas también
son utilizadas (generalmente simultáneamente con armas blancas) por
algunos asesinos desorganizados muy inestables.
El uso de armas de fuego puede aportar interesantes pistas acerca de
su propietario: el modelo y calibre utilizado ofrece indicios sobre la
constitución física (por ejemplo, el uso de un pesado revólver del calibre 44.
Magnum exige una sólida corpulencia y fortaleza). La habilidad demostrada
por el tirador según la forma en que fue abatida la víctima (estática o en
movimiento) y el número y localización de los impactos nos ayudará a
determinar su grado de seguridad en sí mismo y su nivel de experiencia, que
si es elevado señalará un probable pasado militar o policial. Además, al
constituir una pieza importante de la representación física de su fantasía, la
pistola o revólver se convierte también en un fetiche que guardará
celosamente, lo que ofrece a los investigadores la posibilidad de encontrar
una auténtica prueba material.
El empleo combinado de armas blancas y de fuego es típico de
asesinos desorganizados gravemente afectados de psicosis cursadas con
episodios muy violentos, en los que puede matar a más de una víctima a la
vez. El ejemplo más clásico: Richard Ramírez, “El cazador nocturno” que
aterrorizó la ciudad de Los Ángeles en la década de los ochenta, sembrando
la muerte armado con una pistola de calibre 22 mm, cuchillos y otros
utensilios que tomaba del lugar del crimen.
Debe prestarse asimismo atención a la posible ubicación del arma en
la escena del crimen. Si aparece colocada en una posición determinada
próxima a la víctima, es indicativo de rasgos exhibicionistas y elaboración
compleja de fantasía propia de un asesino organizado.
Interesante también para la investigación es la comprobación de la
sustracción de objetos y el tipo de estos. La sustracción de un objeto que
puede constituir prueba del delito (una prenda sobre la que haya eyaculado,
por ejemplo) revela experiencia anterior en violaciones y un probable
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Formació
utilizado algún arma blanca ajena al lugar del crimen y ésta no aparece,
debemos pensar también en un delincuente de tipo organizado. Por el
contrario, la utilización de objetos tomados del lugar del crimen (lo que se
denomina “arma de oportunidad”) como un cinturón arrebatado a la propia
víctima usado para estrangularla y que queda en su cuello, son típicos del
homicidio no premeditado cometido por un delincuente desorganizado. Si el
arma, a pesar de haber sido de oportunidad ha desaparecido del lugar,
indica que el autor del crimen tiene cierta experiencia con el sistema policial
y judicial y muy posiblemente antecedentes policiales.
Si la víctima aparece totalmente desprovista de efectos personales y
mutilada de la forma antes descrita, con seguridad nos encontramos ante un
asesino organizado. El despojamiento absoluto de las pertenencias de la
víctima supone también el despojamiento de su identidad, y esto sirve para
satisfacer una de las pulsiones recurrentes de estos criminales: la completa
humillación de sus víctimas.
En cualquier caso, la detección de la sustracción de objetos
personales debe servir de faro para alertar sobre la posibilidad de
revisitación del cadáver por parte del asesino, con las implicaciones que ello
supone.
La constatación de hechos o circunstancias extraordinarias, como
el depósito de objetos extraños, mensajes, evidencias de ritualismo, etc., son
buenos indicadores acerca del estado mental del autor de los mismos. En
este sentido, es importante el estudio desde el punto de vista psicológico del
empleo de los materiales utilizados por el criminal (la elección de uno con
preferencia sobre otros, el modo de usarlo, etc.) entre los que tiene gran
interés el material escrito que se obtenga por la información que sobre su
autor puede aportar el examen psicolingüístico y grafopsicológico.
Obviamente, una gran fuente de información en su conjunto es el
cadáver de la víctima. Su existencia en el lugar de la agresión y las
características de éste, como ya hemos visto, aporta mucha información.
También la disposición del cuerpo y de las ropas ofrece indicios sobre la
personalidad del criminal: la colocación del cadáver en una posición
degradante es una característica asociada a determinados tipos de
asesinos.
Las lesiones que presenta y la forma de muerte así como la
determinación del tipo de víctima (si se trata de una víctima de oportunidad o
previamente elegida), son todos ellos factores que en conjunto aportan
valiosísimos datos acerca de lo sucedido y del causante de ello.
Profundizaremos en ello más adelante.
Finalmente, deben tenerse en cuenta otros posibles indicadores,
como la inexistencia de un plan de huida previo o la existencia de posibles
testigos.
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Formació
historial criminal. El delincuente que se lleva objetos valiosos podría estar en
mala situación económica, quizá desempleado o con pocos ingresos. El robo
de objetos personales puede proporcionar valiosos datos sobre la
personalidad del criminal, en función de su clase: recuerdos (efectos
pertenecientes a la víctima) o trofeos (generalmente partes de su cuerpo). El
asesino organizado, si lo hace, tomará principalmente recuerdos que le
sirvan para revivir su fantasía y alimentar su ego depredador. Si toma
trofeos, probablemente serán aquellas partes del cadáver con mayor valor
identificativo (cabeza y manos), con la finalidad de dificultar la identificación
del cuerpo. El asesino desorganizado suele preferir los trofeos, que utiliza a
modo de afrodisíacos con los que poder realizar posteriormente nuevos
actos de necrofilia.
De modo esquemático, veamos ahora los principales aspectos a
estudiar. El primero de ellos es el perfil de la víctima, para lo cual se
necesita una completa biografía que incluya todos los datos necesarios para
llegar a conocer a la persona tan bien, o incluso mejor, que su propia familia.
Así, se determinarán, mediante el empleo de técnicas tradicionales de
investigación (análisis de archivos y fuentes documentales, entrevistas, etc.)
gran número de características físicas, sociológicas y psicológicas de la
víctima, con lo cual puede realizarse un sociograma completo de cada una
de ellas para efectuar un cruce de datos que pueda aportar nexos de unión
entre una o varias víctimas.
Un dato importante que se obtiene de las características morfológicas
de la víctima es la raza del agresor. La experiencia demuestra que el crimen
en serie suele ser interracial, es decir, cometido entre personas de la misma
raza; aunque tampoco es infrecuente que las víctimas de un mismo asesino
pertenezcan a más de una raza. En este caso, es muy probable que el
criminal sea de la misma raza que su primera víctima.
A continuación, y apoyándonos en la información obtenida, es
importante determinar el nivel de riesgo. Este indicador revela algunos
datos sobre el presunto asesino en cuanto a su modo de operar; y es uno de
los signos más fiables para determinar también la importancia que la víctima
tiene para su victimario. Este nivel de riesgo, referido a las probabilidades
de ser elegida como víctima de este tipo de delincuentes, se clasifica en alto,
moderado y bajo. Para precisar en cual de estos niveles se incluye una
determinada persona han de considerarse diversos factores, entre ellos: los
hábitos de vida (costumbre de salir hasta altas horas de la noche, de
frecuentar ambientes marginales, el consumo de drogas, etc.), la residencia
en relación a una posible zona de actuación preferente de algún
“depredador”, el status social (es decir, la pertenencia a alguno de los grupos
sociales más desfavorecidos, los denominados “less dead”), las
características de personalidad (fundamentalmente el grado de
introversión/extroversión, así como el de agresividad y decisión) y, en mucha
menor medida de lo que generalmente se piensa, las características físicas.
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Con el análisis victimológico se trata, en definitiva, de realizar una
auténtica “autopsia psicológica” de la víctima a través de la que se intentan
determinar algunas cuestiones de gran importancia para la investigación.
Como veremos, las características de la víctima pueden ayudar a explicar
los motivos del asesino y en consecuencia dar más detalles sobre su perfil.
Westham afirmaba en su obra “The show of violence” (1948) que “no se
puede comprender la psicología del asesino sin comprender la sociología de
la víctima”.
Formació
La victimología:
Es muy difícil que durante la fase de búsqueda de su “presa” se de la
coincidencia de encontrar una víctima considerada idónea en lugar y
circunstancias que permitan su captura fácil y segura.
El agresor podría esperar a otra ocasión en la esperanza de que esto
ocurra, pero generalmente no es así. Y no lo es por la naturaleza apremiante
de sus impulsos: aunque inicialmente piense esperar el momento oportuno
para conseguir su presa, el paso del tiempo antepone la exigencia de actuar
a la de escoger una víctima ideal.
En este contexto, es importantísimo determinar las posibles zonas de
contacto (lugares donde las víctimas son abordadas) de un mismo criminal,
donde si se centran los esfuerzos de investigación pueden localizarse
testigos e incluso víctimas supervivientes de otros ataques.
También debe estudiarse la posible relación previa entre víctima y
asesino. En la inmensa mayoría de los casos, ambos son desconocidos.
Pero en determinadas ocasiones, la primera víctima de una serie sí puede
ser conocida con anterioridad por su asesino.
Con toda la información sobre la víctima obtenida hasta el momento,
pueden tenerse suficientes elementos de juicio para determinar la
importancia o significado simbólico que pudiera tener para el asesino.
A este respecto hay que señalar que para algunos tipos de asesinos
seriales, sus víctimas son el instrumento necesario para satisfacer sus
pulsiones y necesidades psicológicas y sexuales, para llevar a cabo sus
fantasías. Su principal razón para el asesinato en estos casos no es el
crimen en sí, sino sentir el ejercicio del más pleno poder y control sobre la
situación y su víctima, su terror y subyugación. Uno de estos asesinos
comparaba a sus víctimas con un vaso de papel desechable: sirve para
saciar la sed pero una vez que está vacío y ha servido para su propósito es
inútil y puede arrugarse y arrojarse a la papelera olvidándose de él, como si
nunca hubiera existido. Así, una vez satisfechas sus necesidades, la víctima
sólo constituye un estorbo del que hay que deshacerse sin más miramientos.
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Aunque es generalmente aceptada la premisa de que todos los
asesinos en serie organizados tienen un modelo de víctima “ideal”, los
estudios llevados a cabo sobre este particular demuestran que
excepcionalmente coinciden las víctimas con el modelo particular de su
asesino, y que únicamente una pequeña parte de ellas reunía más de la
mitad de las características deseadas. Para explicar esta discordancia se ha
recurrido a dos argumentos: el primero, la prioridad que suelen otorgar a la
seguridad los criminales durante la comisión del hecho; el segundo, la
naturaleza de la exigencia que lo conduce a la violencia.
Formació
La selección de la víctima es otro aspecto que conviene estudiar. Es
común creer que los asesinos y violadores en serie siempre eligen a sus
víctimas de acuerdo con su “modelo ideal”, por lo que todas guardan
enormes similitudes entre ellas. Este es uno más de los tópicos fomentados
por el cine y las novelas.
En algunos casos, la carga simbólica que tiene la víctima puede
llevar a su agresor, si le es psicológicamente posible, a asumir importantes
riesgos que hacen predecible su conducta, por lo que la determinación de
este aspecto es de vital importancia, ya que puede conducir a la detención
del asesino.
A modo de resumen, puede decirse que con el análisis victimológico
debe buscarse: identificar el tipo de víctima, trazar sus redes de relación
social, identificar factores personales y situacionales de riesgo, identificar
actividades/conductas que supongan riesgo de victimización, y localizar
víctimas supervivientes.
El análisis de la dinámica delictiva:
Para entender el concepto de “dinámica delictiva” es necesario en
primer lugar especificar los principales elementos que intervienen en el
proceso de la comisión de un hecho delictivo: delincuente, víctima, y delito
en sí. Los dos primeros confluyen en el tercero. Durante todo el proceso
existe una conducta anterior, actual (durante la comisión del hecho) y
posterior por parte de ambos, víctima y delincuente. Esta conducta es la que
debe estudiarse, especialmente durante el tramo en que confluyen las de los
protagonistas, el momento en que interaccionan ambas, ya que junto con la
influencia de circunstancias o factores externos dan como resultado el delito.
El análisis de la dinámica delictiva, en consecuencia, se centra en el
estudio de la actividad del delincuente y la víctima antes, durante y después
de la comisión del delito para determinar su relación con el resultado final del
mismo.
El estudio de la dinámica delictiva en el caso del asesino en serie se
centrará principalmente en la conducta de éste, en aspectos tales como:
- La forma en que contactó con su víctima: presentándose como
una figura autoritaria o influyente, con ofrecimientos (dinero, trabajo,
juguetes,..), ofreciendo o solicitando ayuda, organizando un falso accidente
de tráfico, solicitando servicios sexuales o mediante ataque directo por
sorpresa; métodos típicos de asesinos y violadores organizados, o bien el
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Para otros asesinos, en cambio, la víctima puede ser el objeto mismo
de sus fantasías y deseos, confiriéndole por tanto una gran importancia
simbólica que implica en muchos casos un irreprimible deseo de posesión
hacia esa fuente de placer. Este significado simbólico puede explicar el
hecho aparentemente incomprensible de que muchos asesinos en serie
conservan de diferentes modos los cuerpos de sus víctimas (desde la
congelación hasta el enterramiento bajo el suelo de la casa o el jardín,
pasando por el almacenamiento en los armarios), para poder revivir su
fantasía nuevamente.
Formació
Ted Bundy describía a sus víctimas como “macetas”, objetos sin ningún
valor para él.
El método de control utilizado incluye tanto el tipo de materiales
utilizados (cuerdas, cadenas, grilletes, prendas de la víctima) como su grado
de complejidad. La utilización de un sofisticado sistema para controlar a la
víctima nos indica la aptitud mental del agresor y su grado de sadismo. El
uso excesivo de ligaduras puede ser signo de inexperiencia o de fuerte
necesidad de control. El tipo de material utilizado (por ejemplo, un
determinado tipo de cinta aislante) puede indicar la posibilidad de que el
agresor lleve un “equipo de violación o asesinato” que puede servir como
importante prueba material, e incluso la probabilidad de tenencia de
antecedentes penales.
También proporciona gran cantidad de información la correcta
interpretación de los actos ejercidos con la víctima antes y después de su
muerte:
- Actos de despersonalización, como tapar el rostro de la víctima.
- Actos de defemeinización, como la extirpación de senos u órganos
genitales).
- Conductas de esclavitud sexual (“bondage”) con la víctima.
- Evidencias de tortura. En este sentido, puede ser difícil distinguir entre
aquellas lesiones causadas con la intención de aumentar el sufrimiento de la
víctima (como por ejemplo el apuñalamiento repetido, acto íntimamente
relacionado con la satisfacción sexual de su autor) de aquellas otras en las
que la intención es explorar el cuerpo humano con curiosidad morbosa,
como las evisceraciones propias de asesinos jóvenes muy desorganizados.
- Presencia de actos antropofágicos.
- Introducción de objetos.
- Evidencia de conductas fetichistas.
- El método empleado para deshacerse del cadáver. De entre ellos, los más
habituales son: arrojarlo al agua, enterrarlo, quemarlo, abandonarlo (vía
pública, vehículo, zona boscosa, edificio, vertedero), o diseminarlo (mediante
desmembramiento).
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- El modo en que se relacionó con ella mientras la tuvo con vida:
Incluye la interacción verbal y física: Respecto a la interacción verbal
destacan las estrategias de control, los recursos verbales y el grado de
violencia y sexo verbalizado. En cuanto a la interacción física ofrecen gran
información tanto el método de control utilizado como los actos ejercidos
sobre la víctima antes y después de su muerte. Veamos algunos:
Formació
ataque directo a la víctima, sin interacción verbal, más propio de asesinos
jóvenes, inexpertos o desorganizados.
Por lo que se refiere al violador en serie, es de vital importancia
estudiar aspectos de los delitos tales como:
El método de abordaje: Se han identificado tres métodos utilizados
mayoritariamente para establecer contacto con las víctimas:
¾ El engaño, que indica una capacidad para la interacción social con
las personas del sexo opuesto. Las estrategias más utilizadas son
las mismas que ya hemos visto para los asesinos en serie.
¾ El ataque relámpago o neutralización física inmediata de la
víctima mediante una agresión brutal y por sorpresa.
¾ El acecho, consistente en la previa elección, vigilancia y
seguimiento de una víctima, esperando la ocasión más propicia
para llevar a cabo la agresión. Este método es frecuentemente
utilizado por aquellos violadores que asaltan a las víctimas en su
propio domicilio, y está frecuentemente asociado con el uso
intimidatorio de armas o amenazas verbales, con escaso daño
físico.
El método de control: Su elección depende fundamentalmente de la
motivación para el ataque y la resistencia o pasividad mostrada por la
víctima. Los métodos más utilizados son:
¾ La intimidación física, es decir, el poder intimidatorio de la
superioridad física del agresor.
¾ Las amenazas verbales, que suelen darse en combinación con la
intimidación física.
¾ La exhibición de armas, con preferencia sobre las armas blancas.
¾ El uso de la fuerza física: El grado de violencia física empleada y
su posible evolución aporta información sobre la motivación del
asalto y debe ser cuidadosamente analizado. En la mayoría de las
ocasiones se utiliza la fuerza mínima, más con fines intimidatorios
que de castigo. Sin embargo, se ha documentado que aquellos
violadores que incrementan la violencia física en sus sucesivos
delitos acumulan el doble de hechos en la mitad de tiempo que el
resto.
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Formació
Respecto a la víctima, es importante conocer su reacción ante la
agresión para posteriormente relacionarla con la respuesta del agresor. Así,
el comportamiento de la víctima será útil al investigador para decidir la
posible influencia del mismo en relación al del delincuente, de lo cual pueden
obtenerse valiosos datos sobre el mismo (por ejemplo, la interacción verbal y
física puede ofrecer datos para encuadrar al agresor en un determinado tipo
de violador y asesino con características muy específicas). Las conductas
típicas de reacción de la víctima son la sumisión, el enfrentamiento (verbal
y/o físico), la negociación, el pánico (gritos, hiperactividad física) o intentar
huir.
La dinámica sexual de la violación: Fundamentalmente, los actos
que la víctima fue obligada a ejecutar: coito vaginal o anal, sexo oral, besos
y caricias, introducción de objetos. Parece existir una tendencia general
hacia el mayor interés por el sexo oral en detrimento del coito vaginal a
medida que transcurren los asaltos.
La actividad verbal del agresor: Además de las amenazas
inherentes al asalto, pueden darse los siguientes tipos de actividad:
conversación amistosa, manipuladora, de carácter personal, inquisitiva,
abusiva/degradante, o el silencio absoluto. El violador serial únicamente
manifestará alguna de estas conductas tras someter y controlar a la víctima.
Las posibles disfunciones sexuales del agresor: Que haya
experimentado durante los asaltos, tales como eyaculación precoz o
retardada, impotencia funcional o anorgasmia. El estudio de este aspecto es
interesante porque la naturaleza de la disfunción y las estrategias utilizadas
para superarla permanecen constantes sobre el número de asaltos.
La conducta posterior al asalto: Especialmente la posibilidad de
revisitar los lugares de los hechos, de seguir el caso en los medios de
comunicación o el intento de contactar nuevamente con la víctima.
En el caso de la violación en serie, el investigador dispondrá de las
propias victimas para obtener gran parte de la información que necesita.
Para ello, habrán de realizarse entrevistas exhaustivas con aquellas víctimas
que voluntariamente se presten a ello. En consecuencia, el entrevistador
deberá disponer de sólidos conocimientos sobre técnicas generales de
interrogatorio y aquellas otras especiales para la elicitación de información
de víctimas fuertemente traumatizadas. En estos casos es muy
recomendable la utilización de técnicas de entrevista cognitiva, que suelen
ofrecer buenos resultados si son correctamente aplicadas.
Toda esta amalgama de comportamientos del delincuente constituyen
su “huella psicológica” a través de la cual puede ser perfectamente
identificado, y conforman dos elementos del crimen muy importantes: el
modus operandi y la firma o sello personal. Es fundamental saber
diferenciarlos e identificarlos adecuadamente, pues ambos elementos
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La reacción a la resistencia de la víctima: Ya hemos visto las
formas que adopta la resistencia de la víctima. No parece existir una relación
directa entre el grado de resistencia ofrecido y el daño físico sufrido, que
parece depender más precisamente del agresor. De este modo, diversos
estudios constataron que la excitación y el placer sexual de los violadores y
la duración del asalto correlacionaban con la resistencia de la víctima (a
mayor resistencia, mayor excitación y mayor duración del asalto).
Formació
El método de elusión: Es frecuente que los violadores en serie no
utilicen recursos específicos para evitar su identificación, tales como ocultar
su rostro, utilizar disfraces o ropas especiales, usar preservativo, etc.). La
elección y el uso de uno u otro recurso puede aportar mucha información
sobre algunas características psicológicas y sociales del agresor.
La idea se basa en la tendencia del comportamiento humano a la
adquisición de hábitos propios, fenómeno bien conocido y estudiado por la
psicología. Desafortunadamente, en muchas ocasiones la errónea
interpretación del concepto como algo estático, es decir, que no cambia con
el tiempo, ha limitado grandemente las posibilidades de éxito en su
aplicación. Es muy frecuente la inclinación de los investigadores a pensar
que, una vez identificado el modus operandi de un delincuente, aquel
permanece invariable.
Esta rigidez impide a menudo relacionar casos al detectar la variación
de uno o varios de los elementos que componen un modus operandi
determinado, desechando por tanto la citada relación. Ello supone un grave
error, ya que otra de las características del comportamiento humano es la
capacidad de aprendizaje. El modus operandi es una conducta aprendida,
dinámica y maleable, que variará frecuentemente entre el primer delito y los
siguientes, por lo que su grado de evolución es un útil indicio acerca de la
personalidad y circunstancias del delincuente.
Como ya se ha visto, la respuesta de la víctima también tiene una
significativa influencia en la evolución del modus operandi, sirviendo al
agresor de experiencia y referente para el futuro.
El otro aspecto importante en el estudio de la conducta del
delincuente es la denominada “firma” o sello personal. La distinción con el
modus operandi se fundamenta en que los actos ejecutados y que
conforman éste son (al menos desde el punto de vista del criminal)
necesarios para llevar a cabo con éxito su acción.
Por el contrario, los actos que configuran la firma son innecesarios
desde el punto de vista práctico, van más allá de las acciones
imprescindibles para cometer el crimen y son parte integral del
comportamiento del sujeto, que se ve compelido a realizarlos con el fin de
satisfacer ciertas necesidades de origen psicológico. Esta atribución de
significados simbólicos es llamada “personalización”. En consecuencia, la
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Es muy frecuente escuchar que A y B tienen el mismo “modus
operandi” porque ambos estrangulan a sus víctimas, por ejemplo. Esta
equiparación con el método de matar es uno más de los tópicos a los que
nos tiene acostumbrada la ficción literaria y cinematográfica. El “modus
operandi” (“manera de actuar” en sentido literal) es algo más complejo,
puesto que debe ser entendido como el conjunto de actos ejecutados por el
delincuente para la comisión del delito y cuya característica común es su
repetición en sucesivos hechos similares. El sujeto A puede contactar con
sus víctimas en un local de alterne, llevarlas en su vehículo por su propia
voluntad hasta un descampado donde las viola, estrangula y abandona. El
sujeto B puede asaltarlas en sus casas accediendo por una ventana,
violándolas y estrangulándolas. El fin es el mismo, pero el “modus operandi”
es distinto.
Formació
permitirán al investigador unir distintos crímenes a un mismo autor, algo
bastante más difícil de lo que a simple vista puede parecer.
Es importante saber que no todos los delincuentes seriales tienen este sello
personal, y que éste, aún teniéndolo, puede no llegar a manifestarse en
todos los crímenes debido a contingencias inesperadas tales como
interrupciones o respuestas imprevistas de la víctima. En resumen, es uno
de los aspectos más importantes y a la vez más difíciles de determinar.
Otro de los aspectos a considerar en el análisis de la dinámica
delictiva es la detección de conductas de escenificación u organización
de la escena del crimen por parte del autor del mismo.
Cuando los investigadores acuden al lugar del crimen y analizan el
mismo en busca de pistas acerca de la conducta del criminal, en ocasiones
encuentran hechos o circunstancias confusas, detalles con particularidades
que no sirven a ningún propósito claro en la comisión del hecho y disimulan
su motivo subyacente. Todo ello podría ser el resultado de la alteración
voluntaria del escenario del crimen por parte del delincuente, especialmente
en delitos de homicidio y en los que se pretende encubrir otros delitos
mediante esta simulación, antes de la llegada de la policía.
Si se produce una escenificación en un caso identificado como parte
de una serie, es signo inequívoco de que el autor es muy organizado, del
tipo orientado al poder y control; y evidencia su deseo de no ser capturado y
seguir matando.
De cualquier modo, puede ser difícil reconocer este aspecto del
comportamiento criminal, a pesar de su utilidad, sobre todo si el autor es
mínimamente hábil. Los investigadores deben examinar todos los factores
del crimen si sospechan que ha habido una escenificación, y aprovechar
especialmente el hecho de que los delincuentes que manipulan la escena
del crimen usualmente cometen errores, porque la ajustan a lo que creen
que debe parecerse. Además, se encuentran bajo fuerte tensión y no tienen
el suficiente tiempo para encajar todas las piezas de forma lógica. Como
resultado de todo ello, se encuentran inconsistencias o puntos oscuros en el
estudio global del suceso. Para evitar investigaciones en direcciones
erróneas, debe analizarse todos los indicadores de conducta presentes,
incluyendo toda evidencia de actividad del delincuente, la interacción con la
víctima y la disposición del cuerpo.
Por último, debemos saber detectar la presencia de conductas de
remordimiento (“undoing”): La ejecución de actos que evidencian una
cierta culpabilización del criminal, tales como lavarse él, al cadáver o sus
ropas; colocar a la víctima en la cama con una almohada bajo la cabeza y
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En este punto del proceso analítico es donde el estudio de los actos
realizados por el asesino con su víctima durante todo el proceso criminal y
que ya hemos visto deben ser encajados como piezas de los puzzles que
componen la firma o el modus operandi.
Formació
identificación de estas necesidades así como de sus causas constituye un
asunto de vital importancia para el investigador en orden a la futura
elaboración del perfil psicológico del presunto autor de los hechos.
La mayor parte de los datos obtenidos a través del estudio del lugar
del crimen, de la dinámica delictiva y de la víctima toman cuerpo y se
transforman en una poderosa herramienta investigativa: el perfil
criminológico del delincuente. Esta técnica, quizá la más conocida de las
empleadas en el tipo de investigaciones del que estamos hablando,
comenzó a desarrollarse de forma simultánea al avance de los
conocimientos del fenómeno criminal estudiado.
Los fines perseguidos con su empleo son fundamentalmente cuatro:
reducir el número de sospechosos; identificar y enlazar diferentes crímenes
cometidos por un mismo agresor; diseñar una estrategia investigadora
basada en los resultados obtenidos y proveer técnicas adecuadas de
interrogatorio del detenido. Esto, que a primera vista puede parecer poca
cosa, supone sin ninguna duda una gran diferencia en el esfuerzo
investigador que se despliega en estos casos.
Es el comportamiento del asesino, manifestado en la escena del
crimen, y no éste en sí, lo que determina el grado de conveniencia para
utilizar esta técnica en cada caso concreto. Ello implica que estas técnicas
puedan utilizarse no solo en la investigación de crímenes en serie, sino
aquellos otros homicidios únicos de naturaleza sexual.
Como ya se ha visto visto, utilizando conocimientos de psicología
aplicados a la evidencia física obtenida en el lugar del crimen, un
investigador experimentado puede obtener una impresión general acerca de
su autor. El perfilado criminológico implica inferir la motivación del
delincuente desde la reconstrucción de su conducta en la escena del crimen
a partir de las evidencias halladas, a la inversa de lo que sucede con la
investigación tradicional, en la que desde el móvil se llega hasta la conducta.
El motivo desconocido se explica desde el punto de vista de la conducta
conocida. Para ello, es importante tener en cuenta tres cosas: que toda
conducta cumple una necesidad, que no hay actos sin motivo, y que los
delincuentes sexuales seriales han dado forma a sus crímenes en su
fantasía antes de cometerlos.
Cada delincuente tiene sus propias motivaciones personales basadas
en su experiencia como ser humano. Las motivaciones de la conducta en la
escena del crimen deben considerarse teniendo en cuenta la totalidad de la
conducta, no solo aspectos parciales de la misma. Una vez identificados los
motivos y patrones de comportamiento, puede reconstruirse la fantasía del
delincuente y predecirse sus futuros modelos de conducta. Hay que
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El perfil criminológico:
Formació
taparla, etc. En ocasiones se corre el riesgo de confundir estos actos con
actos de despersonalización. No debe caerse en este error: los primeros
evidencian una actitud culpable en tanto que los segundos son puramente
hostiles.
En los últimos veinte años han surgido tres modelos o escuelas de
perfilado: el denominado “modelo del F.B.I.”, pionero en su campo y que
comenzó su andadura a principios de la década de los ochenta; el “modelo
británico”, desarrollado por el psicólogo David Canter en Gran Bretaña a
mediados de los ochenta y el llamado “perfil geográfico”, que surgió
tímidamente en las mismas fechas pero recibió un fuerte impulso a partir de
1995 por parte de Rossmo, de la Real Policía Montada del Canadá, sobre el
que se tratará en otro apartado.
El modelo seguido por el F.B.I. está principalmente basado en la
lógica deductiva y la amplia experiencia de sus especialistas. Es un enfoque
pragmático y en ocasiones poco academicista pero que ha demostrado su
validez.
El modelo “británico” desarrollado por el profesor David Canter en
Gran Bretaña está basado principalmente en la inferencia estadística y los
modelos matemáticos, buscando la objetividad científica en todo momento,
resultando menos atrevido en sus conclusiones pero no por ello más
acertado.
El perfilado geográfico, partiendo de unas bases psicológicas, ha
llegado a elaborar también modelos matemáticos de predicción en relación a
la geografía del crimen, especialmente en cuanto a la localización del lugar
de residencia del autor del mismo, aparentemente con buenos resultados.
La inexistencia de una homogeneización internacional de la aplicación
de estas técnicas implica que cada especialista siga su propio método en
función de sus conocimientos y experiencia. Personalmente, el autor opina
que el investigador policial ha de ser receptivo y abierto a todas las
posibilidades, aprovechando todo aquello que resulte útil olvidándose de
lealtades académicas y corporativismos absurdos.
Excede del ámbito del presente trabajo un desarrollo exhaustivo de la
elaboración de perfiles criminales, por lo que únicamente se aportan algunas
líneas que ayuden a conocer la técnica.
La elaboración de un perfil sigue tres fases bien diferenciadas:
evaluación (en la que se integra la información previa obtenida), resolución
(determinación de las características críticas del criminal) y utilización
(sugerencias para la investigación).
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El perfil criminal se define como el conjunto de características físicas,
psicológicas y sociológicas determinadas como probables del presunto autor
de una serie de crímenes, que permite orientar la investigación policial y
facilitar el descubrimiento de su identidad, detención y obtención de
evidencias que demuestren su culpabilidad.
Formació
determinar la conducta del criminal en la escena del crimen, y a continuación
plantear qué deseos buscaba satisfacer.
¾
¾
¾
¾
¾
Integral de los hechos
De escenas de los crímenes
De las víctimas
De los informes policiales
De los informes forenses
RESOLUCIÓN
¾
¾
¾
¾
¾
Características físicas
Características psicológicas
Características sociológicas
Conducta resultante /predicciones
Indicadores de filtrado
UTILIZACIÓN
¾ Estrategias de investigación
¾ Técnicas de interrogatorio
¾ Preparación juicio oral
En cuanto a las principales características y circunstancias personales
que sobre el sujeto pueden determinarse, se centran en tres áreas:
morfológica, sociológica y psicológica, pudiendo obtenerse datos sobre:
Rasgos físicos: edad, sexo, raza, complexión, apariencia física
general.
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EVALUACIÓN
Formació
FASES ELABORACIÓN
PERFIL CRIMINOLÓGICO
Todo ello debe plasmarse en un Informe de Investigación,
exponente final de los resultados de todo el proceso seguido. En la
actualidad y dada la dispersión de técnicas y conocimientos, no se sigue un
modelo uniforme. El estudio incardinado en el proyecto CTN realizado al
respecto por la Policía Metropolitana de Londres junto con el Ministerio del
Interior británico y la Asociación de Jefes de Policía de dicho país, puso de
manifiesto grandes diferencias, en función tanto de la experiencia como del
campo profesional de procedencia del perfilador. Así, la extensión del
informe según el citado estudio oscila entre dos y veinticuatro páginas, con
un rango medio de 34 variables o elementos de análisis, referidos en su
totalidad a los aspectos ya mencionados en líneas anteriores.
Dado que el Informe de Investigación es un documento interno de
finalidad operativa y por tanto en nuestro país (al contrario de lo que sucede
en otros como los Estados Unidos) no habrá de ser defendido en un
Tribunal, no considero necesario incluir en él una exposición minuciosa y
detallada del proceso de análisis e investigación seguido. Ello daría como
resultado un documento excesivamente largo y farragoso: el receptor del
mismo quiere el zumo, no la naranja. En consecuencia, y sin perjuicio de que
se elabore un informe exhaustivo que sirva de base al definitivo, éste debe
seguir las mismas pautas que cualquier informe pericial: breve, claro, preciso
y concreto. Puede aprovecharse una estructura similar. El autor sugiere que
la estructura del informe debe contener al menos los siguientes puntos:
Objeto: Breve resumen de lo solicitado, fecha, lugar y autoridad u
organismo solicitante.
Identificación del autor/es del Informe.
Hechos: Resumen de los hechos objeto de análisis y circunstancias
concurrentes.
Fundamentos técnicos: Una breve introducción a la metodología y
bases técnico-científicas de los procedimientos a emplear, dirigida a aquellos
destinatarios que las desconocen.
Estudios realizados: Descripción de la sistemática de investigación
seguida.
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Rasgos psicológicos: nivel de inteligencia, equilibrio y desempeño
emocional y sexual, características de personalidad, perversiones y
patologías sexuales, trastornos o enfermedades mentales padecidos,
conducta resultante y su motivo.
Formació
Rasgos sociológicos: estado civil, nivel económico y educativo,
entorno familiar, equilibrio y desempeño social, profesión, residencia en
relación al lugar del crimen.
Y ciertamente un buen perfil debe proporcionar al investigador algo
más que descripciones. Debe ser generoso en el asesoramiento sobre la
estrategia de investigación, incluyendo las técnicas proactivas que pueden
utilizarse, la probabilidad de existencia de testigos y víctimas supervivientes,
las técnicas de interrogatorio más adecuadas para obtener una confesión y
para conducir el testimonio en un posible juicio posterior, como ya ha
quedado de manifiesto.
Nadie debería esperar que un perfil ofrezca la identidad del
delincuente buscado. No es una herramienta tan poderosa como para ello.
Pero gracias a los indicadores de filtrado que aporta, sin duda contribuye en
buena medida al esfuerzo investigador en su conjunto, que, recuérdese,
puede llegar a ser importantísimo tanto cuantitativa como cualitativamente
en una investigación por homicidios o violaciones en serie. Y las víctimas,
tantas veces olvidadas, merecen que sean empleados todos los recursos al
alcance para hacerles Justicia.
NUEVAS TECNOLOGÍAS CONTRA EL ASESINO EN SERIE
El imparable avance tecnológico es un arma imprescindible en la
lucha contra el crimen, dotando a los investigadores de nuevas y poderosas
herramientas para ello. En el ámbito del crimen en serie, por su complejidad,
se hace aún más necesario si cabe el aprovechamiento de los avances
técnicos y científicos. En este sentido, y obviando todas aquellas novedades
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Desde la comunidad psiquiátrica y psicológica se han vertido muchas
críticas al empleo de esta técnica por parte de investigadores policiales,
aduciendo su falta de rigor científico y el que los policías no tienen los
suficientes conocimientos psicológicos para comprender conductas tan
complejas. Pero es evidente que psiquiatras y psicólogos no tienen el
monopolio sobre la habilidad para comprender dichas conductas. En realidad
sucede que hay una mutua falta de comprensión y respeto profesional por
parte de todos, y lo ideal es la cooperación y el intercambio mutuo de
experiencias y conocimientos. Por otra parte, se aduce que la mayor parte
de los perfiles que se elaboran no contienen información precisa y
verdaderamente útil, sino información general sobre una tipología que poco
sirve para detener al delincuente. En un estudio efectuado sobre 192 casos
donde se empleó la técnica del perfilado, 88 se resolvieron con éxito, pero
solo en el 17% de los casos el perfil fue útil para la identificación del
sospechoso.
Formació
Conclusiones: Incluyendo la autoría (si los hechos investigados han
sido perpetrados por una misma persona/s y tienen relación entre sí o no),
reconstrucción de los hechos investigados (hipótesis de trabajo),
determinación del móvil, perfil criminológico del autor (en su caso), perfil
geográfico, técnicas de interrogatorio recomendadas, línea/s y técnicas de
investigación sugeridas., fecha de terminación y firma del autor/es.
on-line
relacionadas con la búsqueda, hallazgo, recolección y tratamiento de
vestigios, pruebas o indicios que se van incorporando al quehacer diario de
los especialistas en policía científica y que evidentemente también son de
gran utilidad en la investigación de estos delitos, es interesante reseñar
aquellas técnicas forenses de última generación y especial aplicación en
casos de homicidio y violación en serie.
La primera de ellas, obviamente, es la revolución en la identificación
genética por análisis de A.D.N. De hecho, el primer delincuente condenado
en todo el mundo gracias a dicha tecnología fue un asesino en serie: Colin
Pitchfork, juzgado y condenado en enero de 1988 por tres homicidios
sexuales en Gran Bretaña. En ese mismo año, la primera condena en los
Estados Unidos gracias al análisis de A.D.N. fue también para un asesino en
serie: Timothy Spencer, autor de la violación y asesinato de cuatro mujeres
en el estado de Virginia durante el año anterior.
Ya se ha visto la dificultad que puede entrañar identificar el “modus
operandi” y la “firma” de un homicida o violador serial, por lo que la
identificación genética es, sin duda alguna, la herramienta más fiable para
enlazar distintos casos entre sí cuando se dispone de evidencia física. Para
ello, y en base a la elevada reincidencia general de todos los delincuentes
sexuales (cifrada en al menos un 80%), varios países acometieron hace ya
algunos años la creación de bases de datos de A.D.N. de delincuentes
sexuales, que han demostrado su gran utilidad. Son archivos informatizados
de perfiles de A.D.N. obtenidos de vestigios biológicos hallados en víctimas,
escenas de crimen o sospechosos. Para evitar la utilización de la
información genética con otros fines ajenos a la investigación criminal, se
utiliza el denominado “ADN no codificante” que no contiene información
relacionada con las características personales ni de predisposiciones
genéticas al padecimiento de ciertas enfermedades.
Gran Bretaña estableció en 1994 su base de datos, centralizada a
nivel nacional y con participación de todos los laboratorios forenses del país,
y que se nutre de muestras tomadas a todos los detenidos por delitos
graves. Dichas muestras son automáticamente cotejadas con las archivadas
como anónimas en el sistema.
Los Estados Unidos cuentan con el sistema C.O.D.I.S., gestionado
por el F.B.I. y que centraliza y coordina todas las bases de datos de los
distintos Estados.
En algunos países de nuestro entorno también se han adoptado
sistemas similares, si bien de un modo más restrictivo. Estados como
Alemania, Austria, Dinamarca y Holanda solo obligan a facilitar muestras a
sospechosos de cometer delitos graves contra la vida.
En nuestro país, la Comisaría General de Policía Científica dispone de
una base de datos propia, con dos aplicaciones: “Humanitas” (para fines de
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Formació
BASES DE DATOS DE IDENTIFICACIÓN GENÉTICA
Queda pendiente no obstante una rigurosa y completa regulación de
estas bases de datos que permita extraer de las mismas todo su potencial.
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identificación pura) y “Veritas” (para fines de investigación criminal). La
Universidad de Granada en colaboración con la Guardia Civil lleva varios
años desarrollando el llamado “Proyecto Fénix”, base de datos genéticos
cuyo fin primordial es la identificación de restos humanos y personas
desaparecidas.
La ingente cantidad de información a la que puede dar lugar un
proceso de investigación de estas características es una de las grandes
dificultadas que plantea. Con el fin de optimizar la gestión de dicha
información y los recursos disponibles, surgieron diversos sistemas
informatizados que han dado excelentes resultados, con un vertiginoso y
espectacular avance que pasa por la utilización, en un futuro próximo, de
sistemas de inteligencia artificial.
Estos sistemas informatizados permiten la realización de análisis tanto
estratégicos como operativos que son utilizados en todo tipo de
investigaciones criminales así como en otras muchas aplicaciones
relacionadas con la seguridad.
En el campo de la investigación específica del crimen en serie, la
primera herramienta de este tipo fue desarrollada en los años ochenta por el
Centro Nacional de Análisis del Crimen Violento del F.B.I., denominada
“Programa de Detención de Criminales Violentos” (V.I.C.A.P por sus siglas
en inglés). Esta base de datos, que ha sido el modelo y la inspiración de la
mayoría de las actuales, adoptó en sus inicios la forma de un complejo
formulario cuyo fin era recabar los datos necesarios para alimentar el
sistema. Dicho formulario (posteriormente adaptado hasta su configuración
actual) era enviado a los distintos estamentos policiales de todos los Estados
Unidos con el ruego de su cumplimentación y remisión por parte de los
encargados de las investigaciones de determinados homicidios y agresiones
sexuales. Con el tiempo, los analistas que lo gestionaban fueron capaces de
ofrecer a los solicitantes de información un listado con los diez casos más
similares al suyo que constaban en la base de datos, posibilitando el
intercambio de información y potenciando la colaboración policial. También
gestiona información sobre personas desaparecidas y cadáveres sin
identificar.
El éxito del sistema fue tal que numerosas organizaciones policiales
norteamericanas desarrollaron sus propias aplicaciones (H.I.T.S. de la
Policía Estatal de Washington, C.A.T.C.H. del Instituto Nacional de Justicia
de los Estados Unidos, y muchos otros). Otros países también han creado
sus propios sistemas, tal como el C.A.T.C.H.E.M. (siglas en inglés de Equipo
Centralizado de Análisis, Comparación y Manejo de Homicidios), implantado
en 1.993 en el Reino Unido. Siempre que un delincuente de este tipo es
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SISTEMAS INFORMATIZADOS DE GESTIÓN DE INFORMACIÓN
En el Cuerpo Nacional de Policía se dispone de una potente
herramienta de gestión de información, el sistema de Análisis y Tratamiento
de Información más conocido por el acrónimo G.A.T.I. Este sistema, entre
sus múltiples aplicaciones dentro del campo del análisis operativo tiene
capacidad para efectuar análisis comparativos de casos y de perfiles
generales de autores, si bien sería necesario adaptar esta aplicación para la
específica investigación de delitos violentos en serie.
PROGRAMAS INFORMÁTICOS DE PERFILADO GEOGRÁFICO
Ya se han mencionado en otra parte de este texto las bases teóricas
de la técnica del perfil geográfico, que predice la localización más probable
del delincuente (su domicilio, lugar de trabajo, ocio y rutas habitualmente
recorridas).
A pesar de que puede ser aplicado a una gran variedad de delitos
(incendiarismo, robos, fraudes, etc.), esta técnica nació a finales de los años
ochenta como implemento a la detección de asesinos y violadores en serie.
Fue desarrollada por el Inspector Kim Rossmo, de la Real Policía Montada
del Canadá, como resultado de la aplicación de conocimientos procedentes
de campos tan diversos como la criminología, geografía, psicología forense,
cartografía cognoscitiva, modelos matemáticos, análisis estadísticos y
técnicas de investigación policial. El programa informático desarrollado fue
bautizado como “Rigel” (nombre de una estrella de la constelación Orión) y
comercializado por la empresa canadiense E.C.R.I.
La existencia de un perfil criminológico es requisito muy deseable
para la correcta aplicación de este programa informático, pues facilita datos
esenciales para la determinación del modo probable de vida y
comportamiento del delincuente, aspecto de gran valor para el desarrollo de
un perfil geográfico, particularmente en casos donde la información espacial
es mínima (como por ejemplo solamente algunas localizaciones relevantes
del lugar del crimen).
Los objetivos de la aplicación no solo son determinar el probable
lugar de residencia del delincuente, sino proporcionar información útil para
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El desarrollo de la ingeniería informática ha propiciado que estos
sistemas de gestión de información puedan aplicarse también a la obtención
de datos útiles para la elaboración de un perfil criminológico. Para ello se
diseñaron aplicaciones específicas alimentadas mediante la recolección
estandarizada de información sobre crímenes conocidos a través de
cuestionarios cuidadosamente elaborados que cubren todos los aspectos del
hecho criminal y que son tratados estadísticamente.
Formació
reseñado más de cuatro veces en el sistema, es etiquetado como serial y se
convierte en sujeto de investigación con el fin de alimentar la base de datos.
Otro de los más populares sistemas es el denominado V.I.C.L.A.S.
desarrollado por la Real Policía Montada de Canadá y actualmente en uso
en países como Bélgica, Austria, Holanda o Japón.
El programa maneja distintas variables previamente introducidas por
el operador en base a la información que le ha sido suministrada por los
investigadores (lugares donde fueron hallados cadáveres, puntos de
contacto y/o secuestro con las víctimas, perfil criminológico, datos
sociodemográficos y topográficos, horas de los fallecimientos, etc).
Habitualmente, se requiere un mínimo de cinco crímenes o sitios
relacionados con ellos para poder efectuar un estudio completo. Mediante
modelos matemáticos basados en la inferencia de análisis estadísticos
almacenados en la base de datos del programa, éste selecciona un radio de
acción determinado en el que se mueve el delincuente buscado. Así, la
aplicación diseña mapas bidimensionales y tridimensionales clasificados por
colores de alto y bajo riesgo (rojo, amarillo, verde, etc.) que indican la zona
donde podría ser localizado el atacante. Dentro de este “espacio de actividad
personal” el operador reconoce un Punto Base en torno al cual se realizan y
gestionan tareas rutinarias tales como ir de compras, asistir al trabajo o
visitar a los amigos, que suele identificarse con el lugar de residencia. De
este modo, el programa ofrece a los investigadores la posibilidad de
concentrar sus esfuerzos en una reducida área geográfica con un alto grado
de confiabilidad. También es capaz de detectar cambios de residencia del
delincuente en el período temporal de comisión de una serie de agresiones.
Imagen bidimensional obtenida por el sistema “Rigel” que muestra probables
lugares de residencia del agresor identificadas por áreas de colores
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Rossmo aplicó el concepto de blanco geográfico criminal (CGT, por
sus siglas en inglés), basado en un algoritmo que toma en cuenta principios
matemáticos para diseñar el mapa "funcional".
Formació
efectuar discriminaciones analíticas capaces de contrarrestar la sobrecarga
de información que el crimen serial genera, sirviendo así como estrategia de
gerencia de la información; así como proporcionar datos que ayuden a la
toma de decisiones sobre técnicas concretas de actuación (encuestas de
investigación en zonas determinadas, aplicación de técnicas de saturación
de patrullas uniformadas, etc.). También ofrece la posibilidad de enlazar e
identificar distintos crímenes como parte de una misma serie.
Como inconvenientes principales destacan su elevado precio, la
necesidad de formar previamente al operador del sistema y la inexistencia
de versión en castellano del mismo. No obstante, en la actualidad está
siendo utilizado por gran cantidad de organizaciones policiales de todo el
mundo: Real Policía Montada del Canadá, F.B.I., National Crime Faculty
(Gran Bretaña), Policía Federal Alemana (B.K.A.), y muchas otras.
Programas informáticos similares pero basados casi exclusivamente
en el procesamiento matemático de algunos datos concretos han sido
desarrollados recientemente en el Reino Unido (“Dragnet” y “LIFA 2000”), si
bien hasta la fecha no han alcanzado la misma difusión.
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Técnicamente, funciona en un entorno versátil, compatible con el
sistema operativo Windows, algunas de cuyas herramientas ofimáticas
incluye.
Formació
El sistema permite el estudio no solo de zonas urbanas, sino de
entornos rurales de gran extensión mediante la implementación de datos y
coordenadas vía satélite (G.P.S.). Brinda también la posibilidad de extraer
información directamente de otros sistemas de gestión de información, tal
como el V.I.C.L.A.S. Una vez finalizado el análisis, genera automáticamente
un informe estadístico del caso.
- BARCELONA
Horari: de 9 a 14 i de 16 a 18h.
Dies feiners
C/ Rambla del Raval, 29-35 local 5
(baixos), CP 08001
Tel.: 93 342 68 10 Fax: 93 342 68 11
e-mail:[email protected]
e-mail formació :
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- SABADELL
Visites concertades.
C/ la Rambla, núm. 73 (seu UGT)
Tel.: 93 727 08 71 Fax: 93 725 75 22
Us atendrà Salvador Triviño
Tel.: 650 127 590
e-mail: [email protected]
- CORNELLÀ
Visites concertades
C/ Revolt Negre,12
Tel.: 93 261 90 09
Us atendrà Joan Velez,
Tel.: 629 475 361
e-mail: [email protected]
Formació
2013
- GIRONA
Horari: de 9 a 14 hores els dilluns i
en visites concertades.
Av. Jaume I, 60, 6è 3a. Girona
Tel./Fax: 972 20 92 11
Us atendrà en Robert Caler,
Tel.: 630 055 488
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Visites concertades
Plaça de les Tereses s/n (seu UGT
de Catalunya)
Tel.: 93 755 12 40
Us atendrà Jordi Julià Guardado
Tel.: 682.757.764
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- MANRESA (RP CENTRAL)
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Passeig Pere III, 62, 1r pis (seu UGT)
Tel.: 93 874 44 11,
Fax: 93 874 62 61
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- FIGUERES
Visites concertades
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Tel.: 972 50 91 15
Us atendrà en Robert Caler,
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- LA SEU D'URGELL
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