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Transcript
Fobias caninas (miedos a estruendos)
Dr. Ricardo Bruno
Médico Veterinario - U.B.A. - M.P: 6583
[email protected]
www.conductismoanimal.com.ar
El miedo es una reacción emocional saludable para los perros y en general para todas las
especies, incluida la humana, ya que temerle a una situación potencialmente peligrosa es uno
de los pilares de la sobrevivencia, pero cuando la reacción temerosa es excesiva pasa a ser
contraproducente y se transforma de una conducta adaptativa y beneficiosa en una alteración
del comportamiento perjudicial para el animal y molesta para su propietario.
El término FOBIA puede ser definido como una reacción de intenso miedo, la cual está fuera
de proporción con respecto a la intensidad de la amenaza real del estímulo que lo produce. En
los caninos, los principales problemas de conducta que se presentan en relación a este tema,
son las fobias a las tormentas , a los estruendos, a la gente, a otros animales y también a
permanecer solo. En todos los casos, el animal queda inmerso en un estado de gran ansiedad
y ese desarreglo emocional lo lleva a exhibir conductas anómalas, tales como la destrucción
de objetos, eliminación inapropiada, vocalización, intentos furiosos de escape y en algunos
casos agresión.
Hablando específicamente del miedo a los estruendos, esta es una alteración que se observa,
generalmente, en animales de 2 o 3 años de edad, tanto en machos como en hembras y no
hay suficientes elementos de juicio para suponer que presente incidencia racial.
El dato más importante a analizar es la edad de aparición del problema, ya que normalmente,
el perro luego de nacer y al comenzar a desarrollarse, va adaptándose y habituándose al
medio ambiente que lo rodea. Todo cachorro teme a infinidad de situaciones en sus primeros
meses de vida, pero a medida que crece va aprendiendo a reconocer aquellas situaciones
peligrosas de las que no lo son.
Las fobias son alteraciones del comportamiento animal que, más que ningunas otras, tienen
un origen compartido entre lo innato y lo aprendido. Es fundamental que el propietario
entienda que de alguna manera, esta alteración fue reforzada por él mismo, obviamente sin
darse cuenta., y es imprescindible que participe en la resolución del problema.
El tratamiento de esta alteración se basa en dos técnicas de modificación de la conducta,
conocidas como Desensibilización y Contracondicionamiento. La primera consiste en la
exposición gradual del animal al estímulo que provoca la reacción fóbica. En la práctica esto se
realiza mediante grabaciones de estruendo que se le hacen escuchar al animal diariamente
con sesiones de 30 minutos, realizándose un esquema de aumentos progresivos del volumen y
observando la reacción del animal y si éste demuestra miedo se debe volver al volumen
anterior en el cual el animal no presentaba una reacción temerosa.
La segunda técnica, que se utiliza junto con la anterior, no es más que recompensar al animal
cuando escucha la grabación y no demuestra temor. El premio que se le da al perro, produce
en éste un estado emocional favorable que es incompatible con una reacción emocional
indeseable, esto es lo que se conoce como contracondicionamiento. Una versión menos
sofisticada que la grabación es la utilización de cajas de cartón de distinto tamaño que se van
colocando una dentro de la otra, al estilo de las famosas “mamushkas” y en el interior de la
más pequeña se coloca un petardo y se lo hace explotar, se van sacando las cajas de a una y
produciendo las explosiones a medida que el perro va soportando el ruido sin reaccionar
fobicamente. Es fundamental no recompensar estados fóbicos del animal, por eso se debe
estar muy atento a las reacciones y actitudes corporales del perro. Si se observa un estado de
nerviosismo, temblor, etc. no se debe recompensar hasta que se lo vea relajado.
Mucho tiempo y esfuerzo es necesario para la corrección de este problema, como así también
un dueño predispuesto y voluntarioso y un profesional que no debe desesperarse en conseguir
un éxito rápido e impactante.
Como siempre existirán personas que quieran resolver mágica y velozmente sus problemas o
los de sus animales y por consiguiente cuando el Médico Veterinario les está contando como
será el tratamiento, ya plantean que están cansados y que les será imposible realizarlo es que
la terapia medicamentosa es de gran importancia en estas alteraciones de conducta. Sería
algo así como la Triamcinolona en la Dermatitis alérgica por pulgas. Si bien las Fenotiazinas
son de uso habitual, las mismas no están indicadas en los trastornos fóbicos pues a las dosis
efectivas impiden el aprendizaje y por consiguiente la habituación del animal al estímulo que
le provoca el estado miedoso, ya que producen una desconexión del animal con el medio
además de una inhibición motora.
Las drogas de elección en estas alteraciones son, a mi juicio, los ansiolíticos, principalmente
los derivados benzodiazepínicos como el Diazepán ya que disminuyen el estado ansioso del
animal, siendo la dosis indicada de 0,10 a 0,45 mg/Kg. V.B., esta dosis suprime exitosamente
la respuesta fóbica en los perros. Por supuesto que siempre debe testearse el efecto individual
pues en algunos casos se presenta el llamado “efecto rebote” o estado de excitación
paradójica del Diazepán, aunque este efecto lo he visto en gatos pero nunca en perros.
También se debe recordar que las Benzodiazepinas usadas por largos períodos pueden llevar a
la droga-dependencia.
Dentro del grupo de las Benzodiazepinas otra droga de utilidad es el Clorazepato Dipotásico,
pero existen estudios en los que se lo asocia a episodios de falla hepática en caninos.
Particularmente en las terapias a largo plazo utilizo como ansiolítico una droga del grupo de
las Azaperonas llamada Buspirona que no posee los efectos colaterales de los Diazepóxidos ni
de los Antidepresivos Tricíclicos. La dosis es de 1 a 2 mg/kg. en 2 tomas diarias y si bien no
tiene los efectos rápidos y espectaculares del Diazepán permite su utilización por períodos de
tiempo prolongados.
La Clomipramina es un Antidepresivo Tricíclico el cual también está indicado en estos casos. La
dosis utilizada es de 1 a 4 mg/kg. (Según el tipo de alteración conductal) en dos tomas
diarias.
Para finalizar quisiera rescatar un hecho importante basado en mi experiencia profesional en el
tema: Los trastornos fóbicos y el consecuente estado ansioso que generan en el animal
únicamente se corrigen con técnicas de modificación de la conducta y la terapia farmacológica
es tan solo un auxiliar de estas técnicas y es función de nosotros, los Médicos Veterinarios,
que los propietarios entiendan eso y que comprendan que las “gotitas” no son la solución
correcta a un problema que tiene una gran incidencia dentro de la población de animales de
compañía, principalmente si hablamos de caninos.
Como ejemplo quisiera comentar acerca de un estudio realizado entre los años 1993-94, en el
cual se encuestó a 2018 propietarios de perros de distintas razas y mestizos , encontrándose
que el 38 % de los encuestados afirmaba que sus mascotas demostraban o habían
demostrado miedo a los ruidos estrepitosos.