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LAS RAZONES PARA ENTENDER Y
ENTENDERSE
CON DONALD
TRUMP
LAS RAZONES PARA ENTENDER Y ENTENDERSE
CON DONALD TRUMP
Nos encontramos ante la posibilidad de que Donald Trump pueda ser el próximo
presidente de los Estados Unidos. Ante este hecho es preciso que ajustemos
nuestra visión del personaje a la muy probable coexistencia con él habitando la
Casa Blanca. No hacerlo, sería carecer de prospectiva política suficiente,
cualquier cuadro público con nivel para entender este hecho, comprenderá
también que los extremismos de las campañas en el modelo democrático
norteamericano no pueden ser los hechos de las políticas.
En síntesis, si Trump gana -cosa probable- la relación entre México y Estados
Unidos continuará, y es necesario prepararse para este hecho aportando prudencia
e inteligencia como las herramientas básicas de la política. El presente texto se
funda en estas premisas.
Qué sí es y qué no es Donald Trump
El empresario norteamericano que hizo crecer la empresa inmobiliaria de su padre
y ha sido un líder mediático, cuando menos durante la última década, sí es un
eficiente propagandista, sí es un pragmático y también es un convencido de que
los fenómenos de masas pueden redituar en capital político.
Donald Trump es un fenómeno de la publicidad y un propagandista efectivo de su
figura. Es también, un hombre distante del establishment de los ricos y
poderosos; y su preconcebido modelo norteamericano es la representación
gráfica de un sueño de las clases populares y medias, él lo sabe y actúa en
consecuencia.
Lo que Donald Trump no es: un xenófobo fascista anti-latinoamericano;
tampoco es un innovador político plegado a una doctrina. El presente texto
aportará elementos para demostrarlo. Es preciso entender esto para poder
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justificar un posible triunfo en las primarias republicanas del empresario
norteamericano.
Primera razón para entender a Trump: Los ocho años de Barack Obama en la
Casa Blanca han sido mucho más un triunfo emblemático de las minorías, que
una realización de las expectativas que muchos de los grupos tradicionalmente
vinculados al partido demócrata, desde una perspectiva más liberal, esperaban;
sin embargo, precisamente por tratarse de un afroamericano, es fácil para el
elector promedio del medio oeste responsabilizar a la administración Obama de
muchos de los males que tienen orígenes distintos.
Esto es sin duda, una base electoral de certeza y esta requiere un discurso simple
y una consigna convocante para cohecionarse. Como estratega de mercado Trump
ha diseccionado los votantes más fáciles de sumar y ha encontrado en grupos de
este corte, una evidente falta de liderazgo. Esto no es responsabilidad de Trump,
para evitarlo, hubiera sido preciso que el partido republicano mantuviera mayor
presencia y organización en esos entornos electorales, sobre todo por el
surgimiento de grupos de un espectro de derecha que han demostrado ya lo fácil
que es convocar a esta parte del electorado con consignas como las descritas
(recordemos a Sarah Palin).
Por tanto Donald Trump construyó un discurso oportuno para una base social
proclive que ha sido inadecuadamente atendida por los liderazgos que
naturalmente deberían hacerlo; permitiendo así su radicalización. Pragmático
como es, hizo lo obvio, se comunicó adecuada y simplemente con ellos y sin
comprometerse, ha aprovechado la inercia de sus opositores que lo sobrecalifican,
por ejemplo como facista cosa que obviamente Trump no es, logrando con ello
legitimarlo ante los radicales para convertirse en un líder aceptado por esta
enorme masa votante.
Esto es, ante el escenario de la elección primaria republicana, Trump encontró
como crecer de manera rápida y sistemática en un conglomerado de electores que
él no creó, pero que sí supo aprovechar y que sus detractores le permiten sumar
sin esfuerzo o compromiso.
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Para entenderse con Trump:
En su libro, Así llegue a la Cima, Donald Trump cita a: Karen N. Danzinger,
Vicepresidenta Ejecutiva de The Howard-Sloan-Koller Group quien dice: “En
otras palabras, no intentes cambiar lo imposible, acepta lo que tienes, cambia lo
que puedes o dirígete hacia otro lado”.
Siguiendo esta premisa, está aprovechando lo que el contexto le aporta: se
atribuye a Trump un discurso xenófobo anti-mexicano pero, lo que hace en
principio, es atacar a la administración de Obama y señalar hechos aunque
cuestionables, que algunos perciben como ciertos en el tema de la migración.
“Cuando México manda a su gente, no envía lo mejor, no los envía a ustedes.
Están enviando gente con montones de problemas. Están trayendo drogas, están
trayendo crimen, son violadores y algunos asumo que son buenas personas, pero
yo hablo con guardias fronterizos y eso tiene sentido común.” (…) “Después de la
cadena de repudios que despertaron sus dichos, el magnate destacó que los
mexicanos son una gente estupenda y con la que mantiene grandes relaciones, y
afirmó que su crítica es hacia el gobierno del país, aunque cree que está siendo
más listo que el estadounidense en todos los niveles, desde el comercio a la
inmigración. No puedo estar enfadado con ellos. Estoy enfadado con nuestro
gobierno por ser tan estúpido, insistió.”1 Las expresiones de Trump son
excesivas y poco calculadas además de injustas, porque si se va a Estados Unidos
una buena parte de lo mejor de México, sin embargo, obviamente migra un sector
cuestionable.
Así pues, la anterior declaración de fecha 16 de junio de 2015 al anunciar su
candidatura, tiene un claro mensaje de redefinición de política migratoria pero no
es un mensaje que en principio cierre la posibilidad de comunicación con los
mexicanos. Es preciso tener la visión de algunos norteamericanos (incluidos
muchos hispanos de segunda generación) que se percatan de todos los rangos de
migrantes latinos que acarrean distintas clases de problemática social y
económica, y que impactan directamente en la vida de muchos entornos que no
están acostumbrados a la presencia masiva de comunidades tan vinculadas con su
origen. El migrante mexicano en algunas ocasiones, por su volumen y cercanía, se
asimila deficiente y tardíamente al entorno anglo-sajón y, aún en comunidades
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mayoritariamente hispanas, sus formas y estilos distan de la práctica social
común. Evidentemente, esto tiene un efecto negativo que es resentido por una
amplia franja de la población. Más adelante aportaremos elementos dados por la
academia en México y en Estados Unidos sobre este particular.
Desafortunadamente, lo que muchos líderes de opinión mexicanos hicieron con
un Trump que suponían débil, fue iniciar una ofensiva poco prudente pues orilló
al precandidato a profundizar en esta línea consolidando el dividendo electoral y
obligándolo también a seguir bordando sobre el tema pues, tanto cadenas
televisivas como personajes hispanos, hicieron de Trump su “bestia negra”, y
han creído erróneamente que oponerse a su candidatura le resta viabilidad;
infortunadamente ha ocurrido lo contrario.
Es preciso desescalar el discurso hispano, es indispensable no dejarse llevar por
los excesos del presidente de Venezuela quien calificó de bandido y ladrón al
precandidato, y darle salida a Trump quien obviamente, mientras la campaña
dure, puede incrementar o detrimentar su discurso anti mexicano en función de la
rentabilidad electoral.
Lo cierto y auténtico es que un empresario inmobiliario de 69 años ha convivido
toda su vida con los migrantes hispanos, conoce México, ha hecho negocios aquí.
Trump como presidente, más allá de su insistente posición sobre un muro físico
en la frontera, pragmáticamente debe encontrar soluciones a una realidad que
arrastra a las dos naciones, y si los mexicanos migran, es debido a una realidad
económica que los obliga a esta decisión extrema, sin embargo nadie le ha pedido
a Trump que se pronuncie sobre los modos de consolidar la economía mexicana
para reducir la migración, pues todo mundo, al menos todo el que sabe, Trump
incluido, asumen que el muro no detiene la migración y la mejora económica de
México sí la podría reducir drásticamente.
Quien fuera presidente y director ejecutivo de Trump Hotels y Casino Resorts,
Mark A. Brown, hijo del famoso líder sindical hotelero Jack Brown, ha sostenido:
“Apuesta por las personas, no por las estrategias”. En este contexto, también ha
dicho: “Pecaría de negligente si no reconociera y expresara mi gratitud a Donald
Trump, aunque Donald es muy conocido por su dinámica sabiduría en los
negocios, no se le ha dado crédito suficiente por practicar la filosofía que he
descrito. Donald ha alentado y sostenido un ambiente de negocios basado en el
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sentido común”. En esta línea de reflexión, la estrategia del muro va a ceder
frente a la realidad de las personas, y la práctica sostenida de Trump lo llevará a
esta conclusión, por lo que es preciso comunicarle con cifras, hechos, análisis de
fondo y con lenguaje convincente, lo poco sensato que es la construcción del
muro y lo muy útil que es el fortalecimiento de la economía mexicana para
reducir la migración. Hay que llevar a Trump a un discurso positivo, no parece
difícil pues es sensato y de sentido común.
Segunda razón
Para entender a Trump:
Donald Trump, presbiteriano de religión, descendiente de anglo-alemanes, con
una hija convertida al judaísmo, ha sostenido: “Toda mi vida he sido una persona
exitosa y alguien que solo es modestamente exitoso no puede liderar el partido
republicano. Estoy oficialmente compitiendo por la presidencia de Estados
Unidos y vamos a hacer a este país grande de nuevo”. Esta frase dicha por el
también presentador televisivo que públicamente y en cadena nacional despedía
drásticamente a más de sus sesenta “aprendices” tiene una connotación específica
para muchos que identifican el sueño americano con las reglas sociales que
permiten el éxito económico en una nación defensora de la democracia y basada
en principios inamovibles.
Para el norteamericano promedio, ser exitoso es ser Donald Trump, el personaje
que ha estado expuesto a los medios de comunicación por cuarenta años, siempre
polémico que forzó al presidente Obama a mostrar su Acta de Nacimiento; este
personaje no es una broma para millones de anglo-parlantes que ven en él lo que
pueden llegar a ser y que no le escatiman apoyo a pesar de su rudeza, laconismo y
estridencia. Estas características son precisamente, la garantía Trump de que la
personalidad prevalece por sobre la circunstancia y que es necesario crecerse al
castigo. Considerarlo con desprecio o suponer su ineficacia electoral puede ser
un error grave.
Contra toda la ofensiva hispana desatada por la declaración ya mencionada,
Trump en su cuenta de twitter aseguró: “México no es nuestro amigo” en ese
mismo espacio dijo: “Me encanta la gente de México, pero debe detenerse la
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migración ilegal, nos están matando en la frontera, nos están matando en el
empleo y el comercio ¡LUCHA!”. El mensaje de Trump tiene matices que es
necesario encuadrar y orientar: la migración ilegal deviene de un fenómeno
económico, pero ciertamente tiene una consecuencia jurídica en el actual marco
constitucional norteamericano.
No es debate en este momento si la ilegalidad a la que Trump alude es legítima o
no, lo cierto es que es jurídica, pero este hecho ha sido salvado históricamente
pues es preciso saber también que la mayoría de los mexicanos que cruzan la
frontera, a diferencia de los inmigrantes europeos o asiáticos que asumen el no
retorno a sus naciones y se convierten en co-creadores de la nueva nación,
anhelan constantemente volver, y van exclusivamente en busca de trabajo por lo
que, volver legal la inmigración -no permanente sino laboral- como sucedió
históricamente, no solo es viable, sino deseable por los propios migrantes. Lo
anterior sucede hoy entre México y Canadá; si la migración laboral es legal,
satisface a muchas de las partes.
Bien o mal, la ley en Estados Unidos cataloga a millones de mexicanos como
ilegales, estos migrantes en múltiples casos, no quieren ser norteamericanos, por
ello preservan su orgullo nacional. Esa diferencia es percibida aún por aquellos
inmigrantes que sí desean social y culturalmente ser ciudadanos norteamericanos,
alejándolos en algunos casos de ellos, volviéndolos un grupo mucho menos
permeable al discurso social norteamericano e incluso, al idioma inglés,
haciéndolos sujetos de señalamientos xenófobos, injustos pero reales.
Usemos para el ejemplo lo que sostienen la doctora de la Universidad de
Stanford, Regina Cortina y Mónica Gendrau Maurer, maestra en economía por la
Universidad de las Américas (Puebla) refiriéndose a la migración poblana a
Nueva York “los mexicanos establecen generalmente su residencia en Brooklyn
y Queens, y en menor medida en el Bronx y Manhattan. Buscan asentarse en
barrios poblados previamente por latinos, de manera que no requieran recurrir al
manejo del idioma inglés en su vida cotidiana, lo anterior sucede debido a que su
nivel de educación es escaso y a que la mayoría de los migrantes mexicanos son
analfabetos y prefieren entonces realizar trabajos que no tengan que ver con
lógica y matemáticas, de hecho recurren a empleos domésticos y de servidumbre,
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obreros, cocineros y muchos más del estilo.”2 Aunque ciertamente mucha de la
migración es educada y altamente culturizada el cartabón descrito prevalece en
sectores mayoritarios.
En su tesis de licenciatura, Bertha Angélica González Hernández3 sostiene: “Los
emigrantes tienen la mentalidad de ir a Estados Unidos a trabajar en busca de
mejores empleos y mayores ingresos para llevar a sus familias residentes en
alguna población mexicana, por lo que prefieren ser discriminados y vivir
carentes de servicios y beneficios en la Unión Americana para obtener beneficios
futuros para sus hijos, esposa, padres y familiares en México”. Esta expresión
vale por provenir de una estudiante de Puebla que analiza el fenómeno en Nueva
York y narra hechos que en el entorno poblano son evidentes, ante el enorme
flujo migratorio a aquella metrópoli.
Datos duros que orientaron el criterio de Trump
El prestigiado centro PEW Charitable Trust, una organización independiente sin
fines de lucro con sede en Philadelphia cuyos presidentes son: Robert H.
Campbell y Rebecca W. Rimel, que cuenta con 5 mil millones de dólares en
activos y cuya misión es servir al interés público bajo la premisa de: la mejora de
las políticas públicas, informar al público y estimular la vida cívica, señala en
una encuesta publicada en 2013:
“Al menos 7 de cada 10 estadounidenses están a favor de que los inmigrantes
indocumentados tengan un estatus legal en el país; Sin embargo, solo un 43%
apoyan que tengan la ciudadanía, en el estudio de marzo de 2013, también
sostienen que el 49% de los estadounidenses afirman que los inmigrantes
fortalecen al país debido a su trabajo duro y a sus talentos, mientras que el 41%
afirman que son una carga por tomar los trabajos de los norteamericanos”.
Según este mismo estudio, no existe gran diferencia sobre dar alguna forma de
estatus legal a los indocumentados.
2
Cortina, R & Gendrau M., “Inmigrants and Schooling: Mexicans in New York Center for Migration Studies”,
2003.
3
Tesis presentada en la Universidad de las Américas de Puebla, derechos reservados 2008.
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Desde el punto de vista de la filiación política de los encuestados, el resultado es
el siguiente: el 64% de los republicanos, el 70% de los independientes y el 76%
de los demócratas están a favor de permitir que los inmigrantes se queden en
Estados Unidos si cumplen con ciertos requisitos.
Otro punto destacable en el estudio mencionado es que no hay una expectativa
muy alta de los mexicanos por convertirse en ciudadanos, dado el hecho de que
dos de cada tres mexicanos de los 5.4 millones de inmigrantes ya legalizados que
son candidatos elegibles a la ciudadanía, jamás han buscado ésta, por tanto, la
premisa sostenida por Trump de que el derecho de nacimiento será sustituido por
el de sangre no es un tema que impacte a este sector, el que pudiendo no quiere
ser ciudadano.
Este mismo estudio apunta que la tasa de mexicanos naturalizados legalmente es
sólo del 36% del total de residentes; debemos entender que la naturalización es
distinta a la residencia legal, porque ésta última da derecho a trabajar, pero no a
votar.
Otro dato que el mismo centro PEW sostiene en otra investigación, pero esta vez
realizada en México, es que el 44% de los mexicanos cree que es positivo para
México que haya 11 millones de migrantes, pero la misma cantidad cree que es
negativo; aunque es destacable que el 56% de los entrevistados tiene una opinión
positiva de los Estados Unidos.
A raíz de lo anterior, es necesario darle densidad al debate, es preciso aprovechar
la crisis que Trump desata para asumir que, con Trump o sin Trump, el actual
estado de cosas es insostenible pues por un lado, la tendencia general de las
autoridades en México es apoyar a los emigrados, lo que de múltiples maneras es
equiparable a estimular la migración y, en sentido contrario, un cada vez más
radicalizado sector de la población norteamericana, incluyendo por supuesto a
legisladores y miembros del gobierno, pugnan por tomar medidas mucho más
duras contra los emigrados.
Para entenderse con Trump:
Es preciso generar los puentes comunicativos que permitan moverse al hoy
precandidato al espacio de interés común que es la aceptación del migrante por
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una inmensa mayoría, pero bajo un estatus legal. Dadas las cifras citadas,
podemos sostener tres premisas compatibles con Trump:
 primero, que los mexicanos que se legalizan son aceptados por la mayoría;
 segundo, que los mexicanos en Estados Unidos en su mayoría no quieren
ser ciudadanos norteamericanos y,
 tercero, que la legalidad en la forma migratoria reduce la posibilidad de que
emigren perfiles criminales.
Lo que Trump quiere, y este es el énfasis porque así lo quieren muchos de sus
electores, no es detener el flujo migratorio -lo que sería imposible-, sino la
migración ilegal -lo que es regulable-, ésta es la lógica de la construcción del
muro. Así que, un programa de migración laboral regulado parece satisfacer a
ambos lados de la frontera y debilitar la teoría del muro como única salida
efectiva.
Tercera razón para entender y entenderse con Trump (su plan económico)
Para entender a Trump:
Trump en materia de impuestos propone:
1.- Eliminar los impuestos para aquellos que ganen menos de 25,000 dólares
anuales (entre ellos muchos hispanos).
2.- Reducir el impuesto máximo a salarios al 25% .
3.- Reducir el impuesto a trabajadores independientes y empresas al 15%.
4.- Eliminar totalmente el impuesto a las herencias.
Además de reducir algunas de las deducciones vigentes.
Sin duda alguna, lo transversal y novedoso de la propuesta fiscal otorga a Trump
una fortaleza electoral, ya no sólo entre el sector de blancos protestantes (WASP),
sino en todo aquel trabajador de la clase media o en el sector social inferior, lo
que trae por consecuencia un creciente apoyo de hispanos que se encuentran en
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dichos rangos electorales.4 Por otro lado, en distintos foros Trump ha sostenido
que debe cobrarse más impuestos a los ricos y ha propuesto como miembros de su
gabinete económico al magnate Carl Icahn y a Henry Kravis (el segundo ex CEO
de General Electric Co.); en ese sentido, es preciso ubicar a Trump en una
posición progresista, alejándolo de las posturas tradicionales del partido
republicano y acarreándole votos típicamente demócratas, algunos analistas
califican a Trump de populista, en todo caso es un republicano muy a la izquierda
en su programa económico. Por otro lado por su alianza con estas personalidades
mantiene fuertes vínculos con el sector financiero.
En el tema de salud, una controvertida pero aplaudida propuesta es la de derogar
el llamado “Obama Care” un programa de salud del presidente con un alto costo
al erario, en contraposición ha propuesto la creación de cuentas de ahorro para la
salud y propone reducir la regulación farmacéutica para abatir el costo de los
medicamentos.
En materia internacional la llamada doctrina Obama que ha pretendido bajar el
perfil agresivo de los Estados Unidos en el mundo ha sido cuestionada por
propios y extraños, esto da marco a que el discurso internacional de Trump le
consolide simpatías en muchos detractores del demócrata pues recordemos que
Hilary Clinton fue Secretaria de Estado del actual presidente.
El tema China, un espacio de posibles coincidencias con México.
Trump ha sostenido la creación de un impuesto especial para las importaciones
chinas al tiempo de incrementar la presión contra ese país asiático para que
respete las patentes y propiedad intelectual, eliminando los subsidios para los
exportadores a China y ha sostenido que es necesario incrementar la presencia
militar en la zona.
La heterodoxa propuesta de Trump ubica en el centro del debate temas delicados
pero sensibles; Sin embargo, reducidos a una lógica electoral muy sólida que es:
si se reduce el impuesto sobre la renta, muchos trabajadores se beneficiarán y por
4
Podemos citar como ejemplo al mexicano de Nevada, Luis Velázquez, voluntario en la campaña de Trump que
indicó que la inmigración es un tema sin arreglo para el país después de 100 años intentando arreglarlo.
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tanto lo seguirán, y si ésta deficiencia fiscal se suple con más impuestos a los
ricos, a China y a México, se justifican más estas medidas ante sus electores.
Para entenderse con Trump:
Es preciso plantear a fondo las ventajas competitivas de México en materia de
calidad de mano de obra y regulatorias y oponerlas a China. Nuestra integración
a la región NAFTA y la solidez de nuestras leyes en materia de patentes y
propiedad intelectual, nos convierten en un aliado comercial mucho más eficaz
para los efectos señalados por Trump que el gigante asiático. La geografía nos
impone una ruta con Estados Unidos, si hacemos prevalecer el sentido práctico,
la desazón con China que el gobierno de Trump implicaría nos daría ventajas
competitivas importantes porque China, en materia económica, es una
preocupación mucho mayor para Trump que México.
Es destacable lo dicho por el presidente Enrique Peña Nieto en una reunión con
su homólogo chino Xi-jinping, donde sostuvo que México enfrenta dos grandes
retos en su relación con China, lograr un mayor equilibrio en la balanza comercial
entre los dos países (que actualmente es muy desfavorable para México), así
como concretar oportunidades de inversión.
Según el Banco de México, el total del comercio entre China y México fue en el
2012 de 62,656 millones de dólares, de los cuales China exportó a México 56,936
millones de dólares y México exportó a China sólo 5,720 millones de dólares; en
aquel momento las importaciones de China significaron el 15.4% del total
nacional y el déficit en la balanza comercial de 51,216 millones de dólares, esto
hace urgente para México tomar medidas que contengan la importación de
productos chinos (que se incrementaron 13.16% del año 1994 al 2014), este
déficit significa un total de 60,291 millones de dólares.
Si lo anterior lo revisamos a la luz de nuestra balanza comercial con Estados
Unidos en la cual, durante 2015 exportamos 294,741.1 millones e importamos
236,377.4 millones, da un superávit a México en esa balanza de 58,484.9
millones de dólares.5 Parecería que lo que ganamos con Estados Unidos, se lo
entregamos a China.
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United States Census Bureau www.census.gov/foreign-trade/balance/c2010.html
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En esa lógica, el alineamiento con una política expuesta por Trump de
incrementar los aranceles a la mercancía china en Estados Unidos, pues en
México ya se hace en buena medida, sin duda sería benéfico también para nuestra
economía, pues al gravar, Estados Unidos de mayor manera la importación de
productos chinos, manufacturas mexicanas (como por ejemplo el calzado entre
otras muchas) volverían al mercado norteamericano, incrementándose el
intercambio con nuestro vecino del norte e impactando favorablemente a nuestro
sector secundario de la economía, el calzado mexicano ha perdido aún en el
mercado interno contra las importaciones chinas.
Lo anterior nos permitiría retornar a alguna de las premisas del desarrollo
estabilizador mexicano que nos permitía un crecimiento del 7% anual (braceros y
sector industrial fuerte).
Visto de esta manera, eliminando la fraseología electorera de Trump y el
sentimiento a flor de piel de los latinos en Estados Unidos, y dando por sentado
que la elección norteamericana es una decisión de los norteamericanos y que lo
más conveniente, útil y lógico para México es apegarse estrictamente a sus
principios de no intervención, se impone una política de previsión respecto al
posible triunfo electoral de Trump y la creación de un lobby en su entorno que
permita aprovechar las cualidades pragmáticas, una y otra vez repetidas por el
empresario, pues cierto es que la posición del gobierno mexicano en torno a
nuestros migrantes no es la posición de muchos de nuestros migrantes en torno al
gobierno mexicano, y menos aún la posición de descendientes de mexicanos
respecto a los migrantes de primera generación y respecto a México y sus
instituciones. Por ello es poco probable que los latinos junto a Trump hablen
bien de México y su gobierno esto si es presidente debe cambiar, empecemos a
operarlo.
Así es que, a las inteligencias de este lado del río Bravo conviene ponerse serias y
no emblemáticas y militantes, más allá de la ilusión de que un bloque hispano
contendrá a Trump, es preciso percatarse de cómo quedamos si esto no sucede.
Por otro lado el escenario de un ganador distinto, dista mucho de ser una panacea
ya que las realidades estructurales de la migración y de la balanza comercial entre
otras muchas realidades complejas, ahí siguen. Lo que Trump si hizo y nos
conviene en cierto sentido fue inyectar un tono de contraste que nos permite
percatarnos de sentimientos profundos y nos pone en la vía de las decisiones
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difíciles, sería bueno asumir un poco de su pragmatismo, alejándonos del tan
estereotípico romanticismo hispano y darnos cuenta de que los próximos
cincuenta años de futuro en la relación México-Estados Unidos, pueden ir
consolidando escenarios que hoy parecerían catastróficos, pues es evidente que
tarde o temprano nuestro gigante vecino tomará posición con contundencia en
temas que lo afectan.
El debate no es pues, si Trump gana o no, sino cual es el plan estructural de
México para mantener su cohesión, vigencia y viabilidad como Estado nacional
frente a una franja de seguridad que varios sectores en Estados Unidos ponderan
como indispensable en el norte de nuestra frontera, que tiene, como peor
consecuencia, no un muro al norte del Bravo, sino la posible creación de un muro
al sur del mismo. La llevada y traída idea que al final de los noventas expuso
Guy Odom6 en su cuento El nuevo conquistador de México, de crear en los
estados del norte de México un estado colchón, partía de dos premisas hoy
vigentes; por un lado el desencanto total del sistema político mexicano y la
inseguridad en el norte del país (revísese el fenómeno Bronco) y por otro, el
ascenso de un pragmático WASP a la presidencia norteamericana que veía en la
agresión a México la única vía de unificación de los blancos protestantes que se
sienten agredidos por la migración latino-católica, y encontraba en la población
poco numerosa y más industriosa del México del norte un aliado un tanto proclive
al protectorado norteamericano.
Nada más lejos del propósito de este análisis que acarrear elementos sin base
científica a una situación ya compleja. Por tanto diremos a modo de síntesis lo
siguiente:
1.- No depende de las televisoras hispanas que Trump gane o pierda.
2.- Un gobierno no debe asumir posiciones frente a un precandidato, porque se
coloca al filo del intervencionismo.
3.- Si se le dan salidas a Trump, puede ser, en muchos temas, un aliado.
4.-Trump no sólo necesita ganar, también debe gobernar; tener listo el cuaderno
de contingencias y un dialogo inteligente es obligación de cualquier gobernante
mexicano frente a un posible presidente norteamericano.
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Odom, Guy. American man on horseback: a Fable?
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5.- En el extremo, a todos conviene cambiar el estatus de la migración ilegal a
legal; revisemos esquemas de migración laboral.
6.- Trump y el pueblo norteamericano en un alto porcentaje perciben a China
como un competidor, México también.
7.- La integración NAFTA se consolida diariamente; generemos un mecanismo
en el que cualquier gobierno norteamericano asuma compromisos frente a esta
realidad.
8.- Que los hispanos que rodean a Trump no sean todos defensores del gobierno
mexicano; tendamos puentes.
9.- No protagonicemos roles en la elección norteamericana, es un pésimo
antecedente para que nos hagan lo mismo.
10.- Desescalemos la confrontación, construyamos con inteligencia y agudeza,
que son las virtudes típicas de la diplomacia mexicana, o preparémonos para las
maniobras militares de la séptima flota en el Golfo de México.
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