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sumario EDITORIAL La formación continuada en el tiempo de la gestión del conocimiento En los últimos años se están introduciendo en nuestro entorno profesional, una serie de conceptos del mundo empresarial, que tienen especial trascendencia por aportar una nueva concepción de la relación del profesional con su empresa. Quizá uno de los más novedosos e interesantes para una organización como el Sistema Nacional de Salud, sea la de "Gestión del Conocimiento". Aunque no existe uniformidad en la definición de los términos, podemos afirmar que el objetivo de este nuevo concepto en el mundo de la gestión es el aprovechamiento de los "activos intangibles" de la organización con el fin de generar ventajas sostenibles en el tiempo. Y ¿qué son los "activos intangibles"? Con esta denominación nos referimos a todo aquello que una organización utiliza para crear valor, pero que no contabiliza. Son especialmente importantes, como "activos intangibles", las capacidades que se generan cuando los recursos empiezan a trabajar en grupo (1). La creación de un valor añadido sin la aportación de nuevos recursos contradice las leyes de conservación de la energía, que establecen que en un sistema la salida nunca puede ser mayor que la entrada. Así se propone que debe haber otra fuente de energía creativa, el denominado capital del conocimiento (2). Desde hace más de una década se comenzó a mencionar al conocimiento como factor de desarrollo (3). Pero el conocimiento va mas allá de la mera información, aunque precise de ésta para existir. El conocimiento es una combinación de la información con la experiencia previa y con las vivencias del propio sujeto. El conocimiento se da en el individuo mientras que la información es algo extrínseco. Las empresas de servicios del sector público, incluidas las del sector sanitario, deben procurar la mejora del capital de conocimiento de la organización, pues los recursos humanos de la empresa constituyen el principal valor de la misma. En el sector sanitario se producen continuos avances en el conocimiento científico y nuevos fenómenos sociales, que hacen necesario que los profesionales se adapten a esta realidad cambiante. La formación posibilita el aumento de los conocimientos, la actualización de los mismos y el desarrollo de habilidades, pero requiere de una actitud individual positiva. En las organizaciones, las actitudes individuales están contextualizadas en una cultura organizativa, que es imprescindible conocer para poder obtener la maximización del capital intelectual. El análisis de la cultura de nuestra organización escapa a las pretensiones de este artículo pero sí podemos señalar que existen elementos que dificultan la existencia de un marco óptimo. Entre otros podríamos destacar la rigidez administrativa, la cultura "funcionarial", la imposibilidad de incentivar directamente a los profesionales, la limitación de recursos económicos, la inexistencia de carreras profesionales y la presencia de "techos de desarrollo profesional". En este contexto, debemos encontrar un campo de desarrollo de la formación continuada que permita al individuo perfeccionar el desempeño del puesto de trabajo, mejorar la capacitación profesional, llenando el vacío entre las posibilidades actuales y el avance en los fundamentos científicos de la práctica profesional y que posibilite el progreso profesional y el desarrollo personal. Así conseguiremos una mejora de esos "activos intangibles". La medición de éstos es compleja, por lo que en el campo de la gestión, muchos autores aseguran, desde una visión posibilista, que es más positivo el comprobar que siguen una evolución favorable que cuantificarlos, para intentar hacerlos "valores contables". También desde una perspectiva posibilista, planteamos que la planificación de la formación continuada tiene que realizarse desde los modelos de "alto impacto". En este modelo el proceso formativo no termina con la evaluación de los objetivos formativos, sino con la constatación de la transferencia de los contenidos a la práctica profesional. En nuestro medio laboral tenemos diversos formatos para realizar formación: la ofertada por nuestra institución u otras del mismo ámbito (colegios, sociedades científicas, etc.), la realizada "en el puesto de trabajo", bajo una supervisión y la que tiene lugar en espacios reservados clásicamente para ello, como las sesiones. Cualquiera que sea el formato en el que elijamos la oferta de formación puede responder al siguiente esquema, del modelo de formación "de alto impacto" (4): 1. Identificación de necesidades 2. Diseño de un enfoque de la formación 3. Elaboración de herramientas de aprendizaje MAYO 2002 267 sumario CENTRO DE SALUD 4. Aplicación de las técnicas de formación 5. Medición de resultados 6. Seguimiento y consolidación. La medición de los resultados y su seguimiento va mucho más allá de la mera constatación del conocimiento. El objetivo de la formación es la competencia, y ya sabemos la complejidad de la evaluación de este concepto (5). En cualquier caso, la aproximación al resultado de la formación cerraría un ciclo que daría lugar a identificar las nuevas necesidades de formación. Determinar las necesidades de formación es un elemento clave en este modelo. Está contrastado que la definición de la necesidad formativa incide directamente en la capacidad de transferencia de la formación. Y ésta debe hacerse desde una doble perspectiva, formal e informal (6). Los circuitos informales de comunicación son de extraordinaria importancia en las organizaciones. Y posiblemente sean los menos estudiados cuando se producen cambios organizacionales de importancia, como está ocurriendo en el marco del Sistema de Salud en este momento con las transferencias sanitarias a las Comunidades Autónomas. En contra de lo que pudiésemos pensar, la realidad nos muestra que el proceso transferencial en general, y en el marco de la sanidad en concreto, precisa de la creación de nuevas estructuras que, al menos en un primer momento, alejan la toma de decisiones de los profesionales. Esto tiene consecuencias de muchos órdenes, todos los procesos de cambio suponen pérdidas que se compensarán a largo plazo, pero quizás en este caso pudiesen minimizarse. El potenciar los recursos que se tienen, hasta que las nuevas estructuras sean operativas, creemos que evitaría perder una inercia positiva en este campo. Además existen posibilidades de mejora inmediata como incentivar la actuación de figuras locales que desempeñen labores gestoras en formación, como existen profesionales que gestionan recursos económicos o humanos dentro de los equipos de Atención Primaria. Estos responsables de formación deberían tener un perfil en el que se sumasen aspectos como el liderazgo profesional, la capacidad de comunicación y negociación, ser buen planificador y el conocimiento de los objetivos de la institución. Sería el responsable de la elaboración del Plan de Formación del equipo. El que se elaboren Planes de Formación en las unidades más pequeñas de gestión (los equipos), supone 268 MAYO 2002 un acercamiento a las necesidades sentidas de los profesionales, que utiliza tanto vías formales como informales de comunicación, un conocimiento directo de la potencialidad del grupo y, en suma, una mejora de los "activos intangibles". Por supuesto debemos intentar avanzar, conociendo la cultura de la organización y generando conocimiento para mejorar el capital intelectual, pero el concepto de "gestión del conocimiento" implica cambios en la estructura de nuestra organización que no parece se vayan a producir de manera inmediata. La gestión del capital intelectual tiene unas limitaciones en el Sistema Nacional de Salud, que habrá que ir superando de la manera más rápida posible. Sin embargo, actualmente tenemos las herramientas necesarias para que la formación que recibimos, tenga una mayor tasa de transferencia al desempeño profesional, y, posiblemente, la inversión decidida, la planificación cuidadosa y cercana al punto donde se genera la necesidad y la implicación de más profesionales en el proceso, jueguen un papel importante en la optimización del impacto de la formación. Bibliografía 1. Carrión Maroto J. Introducción conceptual a la gestión del conocimiento. http://www.gestiondelconocimiento.com/introduccion.htm 2. Fresno Chávez C. La cadena de valor y el conocimiento organizacional en la sociedad del conocimiento. En: http://www.gestiondelconocimiento.com/documentos2/caridad/cadena.htm 3. Skyrme D. The Next Step. International Consultants’ Guide. July 1999. En: http://www.skyrme.com/ 4. Chang R. Cómo crear programas de formación de alto impacto. Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 1994 5. Epstein RM, Hundert EM. Defining and Assessing Professional Competence. JAMA 2002; 287: 226-235. 6. Grant J. Learning needs assessment: assessing the need. BMJ 2002;324: 156-159. J. Martín Fernández Unidad de Formación e Investigación Área 11 de A.P., Madrid