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Configuraciones Interdisciplinarias
Revista de Investigación y Enseñanza
Vol. 3 Abril 2008
Grupo Emergente de Investigación
Universidad Mesoamericana
Oaxaca, México
http://www.geiuma-oax.net/
La comunicación en el siglo XXI: de la
tecnificación de la comunicación a la
comunicación del hombre.
Antonio Emmanuel Berthier ∗
Resumen: En este texto el autor expone brevemente la contraposición que parece
configurarse entre dos formas de comprender el fenómeno comunicativo en la
sociedad del siglo XXI: el intercambio informativo basado en la creciente y cada
vez más eficiente tecnificación de la emisión y recepción de mensajes y la
comunicación orientada a la comprensión entre sus participantes.
Abstract: In this paper the author gives a brief overview of the opposition that
seems set between two ways of understanding the communication phenomena in
the twenty-first century society: information exchange based on the growing and
increasingly efficient modernization of the transmission and reception of messages
and communication aimed at understanding among its participants.
∗
Profesor Investigador del Grupo Emergente de Investigación de la Universidad Mesoamericana
Oaxaca, email: [email protected]
La comunicación en el siglo XXI
El siglo XXI inició con expectativas desiguales para quienes miran a la sociedad
moderna desde la perspectiva de la comunicación. Los sucesos que desde finales
del siglo pasado están dibujando lo que serán las primeras décadas del nuevo
siglo no son, para la gran mayoría de habitantes del planeta, sólo acontecimientos
o cosas que ocurren en el mundo. Son sobre todo acontecimientos dentro de la
comunicación y para la comunicación. El conocimiento que poseemos de nuestro
nuevo hábitat global se encuentra perfectamente ubicado como contenido
informativo de los medios de masas. Su presencia omniabarcante preforma
nuestra experiencia de la cosmópolis y genera un vacío entre ésta y la micro polis
que nos es inmediata. La comunicación masiva del nuevo siglo logra
cotidianamente la bifurcación de nuestro mundo global y nuestra experiencia
individual tan exitosamente como antaño, pero ahora, paradójicamente, mientras
más avanzan y se desarrollan las llamadas “nuevas tecnologías” de la
comunicación que escinden el mundo, más se van acercando las partes
separadas: hoy es tan distante Marruecos como cercana son las expresiones
artísticas que ahí se producen. Sabemos que Kabul se encuentra en un lugar del
mundo que probablemente nunca visitaremos pero en la proximidad de nuestro
estudio podemos mirar por internet las noticias que de la guerra que ahí tiene
lugar. La paradoja ciertamente no es nueva pero nos mueve a reflexionar sobre
las posibilidades, las debilidades, los retos, los posibles triunfos y fracasos que
enfrentará la comunicación en el siglo XXI.
La tecnificación del delivering
En la década de los años cuarenta del siglo XX, en los laboratorios Bell, Claude
Elwood Shannon desarrolla su teoría matemática de la comunicación poniendo
con ello la plataforma de desarrollo para la comunicación a escala global. La idea
básica de Shannon puede sintetizarse en los siguientes principios:
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La comunicación en el siglo XXI
i.
Podemos tratar a la información como unidad física, esto es, como masa
o materia.
ii.
El proceso de comunicación consistirá, entonces, en lograr trasladar una
determinada “masa” de comunicación de un lugar a otro con la menor
ingerencia de ruido posible.
iii.
Para lograr este traslado se debe “modular” la masa informativa
fraccionándola de acuerdo a la capacidad del soporte comunicativo
(canal).
iv.
Se requiere, por tanto, una unidad de medida para la comunicación o
“bit” cuyo valor es constante y representa el monto total de información
que se desprende en cada selección informativa: .5
v.
Este principio de transmisión puede ser aplicado a todas las formas de
comunicación conocidas.
Este modelo (el modelo de Shannon y Weaver) será la pieza clave para el
desarrollo de las telecomunicaciones del mundo de posguerra. Su comprobada
efectividad se debe a la simplicidad matemática con la que opera y su máxima
aportación la ha tenido en el ámbito del desarrollo de los sistemas de información
y la tecnología digital de telecomunicaciones. Podemos decir que sobre este el
modelo
de
comunicación
descansa
la
forma
como
comprendemos
la
comunicación en la sociedad contemporánea pero aún más, es el más adecuado
para entender cómo se ha configurado la relación entre el hombre y la
comunicación a finales del siglo XX.
Para Shannon, el problema fundamental de toda teoría de la comunicación lo
representaba lo que en su teoría se denomina delivering o recepción exitosa del
mensaje. Shannon acepta que dentro de la comunicación existen dos problemas
fundamentales: el problema de cómo hacer llegar un mensaje a un punto
determinado (delivering) y el problema de cómo garantizar la comprensión de ese
mensaje (understanding). Shannon sostiene al momento de diseñar su teoría que
el problema de la comprensión queda fuera del ámbito de la teoría de la
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La comunicación en el siglo XXI
comunicación siendo en sí mismo un problema de carácter psicológico o
sociológico. El hecho de que un mensaje pueda o no ser entendido dependerá
tanto de la disposición psíquica de su destinatario potencial como del entorno
lingüístico, educativo y socioeconómico en el que se encuentra ubicado. Sin
embargo, a pesar de la relevancia que este problema supone, para Shannon, éste
es ajeno a toda consideración desde una teoría matemática de la comunicación. El
problema que le corresponde resolver a esta teoría es el relativo a cómo lograr la
transmisión exitosa de un mensaje en un medio con potencial presencia de ruido.
Si el delivering resulta exitoso, la teoría ha logrado su cometido. A partir de esta
decisión de teoría se parece dibujar la escisión que el fenómeno comunicativo
presentará en lo que restaría del siglo XX. Por un lado la comunicación es
entendida como una realidad eminentemente humana y social, donde los
involucrados son hombres reales que intercambian significados capaces de
modificar sus estados de conciencia y sus formas de interacción social; por otro
lado queda la comunicación de Shannon entendida como separada de lo humano,
formalizada matemáticamente y despojada de su carácter simbólico. Para esta
concepción de la comunicación, el problema técnico de la transmisión ocupa el
lugar central dejando de lado toda consideración sobre su dimensión humana.
La definición clásica de información que provee la teoría matemática de la
comunicación es aún más reveladora de su carácter meramente técnico:
información es considerada toda selección de un cúmulo de selecciones posibles.
La información para Shannon no posee rostro, o mejor aún, es irrelevante el
rostro, el contenido y las motivaciones que preceden a la comunicación. La
información es una selección realizada por una fuente anónima, abstracta, a partir
de un cúmulo de posibilidades inespecíficas de comunicación. Lo que se diga,
cómo se diga o para qué se diga posee dentro de la formalidad matemática de la
teoría la misma expresión numérica: .5. La arquitectura teórica de Shannon nos
permite diseñar sistemas de transmisión y recepción de información que funcionan
de igual manera para cualquier tipo de mensaje, sea una declaración amorosa o
una declaración de guerra, sea una comunicación educativa o un delito
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La comunicación en el siglo XXI
cibernético. Lo importante es la efectiva transmisión del flujo modulado de
información.
Las consideraciones éticas que se desprenden de este planteamiento parecen ser
evidentes. La tecnificación de la comunicación implica el abandono de una
concepción de la comunicación como un intercambio energético vital para el
hombre. En la comunicación se socializan las conciencias, en la comunicación se
debaten los problemas de las comunidades humanas, en la comunicación se
produce el arte, se perpetúa la religión y se transmite la cultura. Pero en una
comunicación tecnificada el hombre real es suplantado por una abstracción. El
hombre auténtico sólo se presenta a la luz de la teoría como insinuado, como
“dado por hecho”. La indiferencia de la teoría hacia los asuntos morales forma
parte fundamental de su efectividad: ¿cómo poder asimilar a la ecuación de
modulación la variable que nos indique si la información es apropiada o
inapropiada, si conlleva la posibilidad de sometimiento de una parte con respecto
a la otra o si se da en condiciones de asimetría? Estas cuestiones harían
imposible la resolución del problema del delivering pues le añadirían un factor
subjetivo, o mejor aún, simbólico cultural que impediría su ejecución. La
telecomunicación en la sociedad moderna nos brinda situaciones concretas donde
esta suplantación de lo humano se hace evidente: la madre que ha perdido a su
hijo en un accidente automovilístico que es presentada en los noticieros
bombardeada por preguntas estériles; programas de entretenimiento donde la
degradación de las relaciones familiares es exhibida y criticada por la audiencia;
violencia mitificada como forma de entretenimiento cinematográfico, la invasión de
la vida privada de los personajes públicos, el espionaje cibernético realizado tanto
por particulares como por agencias
gubernamentales especializadas; la
producción y comercialización de pornografía que involucra la corrupción de
menores; etc. Todo esto es comunicable aun y cuando pudieran existir
mecanismos de control para su difusión por parte del sistema jurídico y político. La
tecnología nos ha hecho vulnerables, nos expone cotidianamente a la información
no deseada y con ello incrementa el nivel de tolerancia hacia lo inmoral. De ahí
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La comunicación en el siglo XXI
que la bifurcación del mundo de la que hablábamos al principio conlleva también la
bifurcación de la esfera moral entre lo que en la comunicación es permitido y en la
vida cotidiana no: una persona puede reconocer como algo inmoral el tener
relaciones sexuales con un menor pero al mismo tiempo puede visitar páginas
pornografía infantil en la internet. Los dispositivos tecnológicos hacen posible que
cada vez más la información se independice de las decisiones institucionales y
fluya con relativa facilidad al encuentro con el hombre abstracto, con el “usuario” o
“destinatario” de la información; estos términos evidencian con claridad la
neutralidad moral con la que se considera a quien participa de la comunicación.
El regreso a la comunicación del hombre
Si bien la teoría matemática de la comunicación y sus aplicaciones en la sociedad
moderna carecen de una dimensión normativa que permita reflexionar sobre su
relación con el hombre, en las teorías que tratan el problema de la comunicación
desde finales del siglo XX encontramos una visión que opera en sentido opuesto:
un regreso al hombre real que participa de la comunicación en su vida cotidiana.
Jürgen Habermas, en su teoría de la acción comunicativa plantea una visión
normativa de la sociedad que coloca en el centro de su propuesta el concepto de
acción comunicativa como una forma de actuar que no se encuentra orientada por
una racionalidad instrumental (encaminada a la obtención de fines egoístas) sino
por una racionalidad que el autor denomina “comunicativa” orientada a la
obtención de consensos acerca de cuestiones sustantivas. Habermas distingue
dos niveles distintos de la comunicación: por un lado podemos participar de ella
en el ámbito de la acción donde las relaciones de poder afectan la comunicación
generando asimetría y por el otro podemos participar de ella en el nivel del
discurso donde los participantes de la comunicación someten a juicio las
pretensiones de validez que se sustentan sus actos de habla con el propósito de
llegar a un entendimiento. Es aquí donde podemos hablar de acción comunicativa
como una forma de producción de actos lingüísticos orientada por una
racionalidad comunicativa y donde los participantes establecen relaciones sociales
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La comunicación en el siglo XXI
simétricas a nivel del discurso. ¿Cómo podemos lograr en la realidad la realización
de este ideal normativo para la comunicación?. Habermas propone la utilización
de un ideal contra-fáctico, la situación ideal del habla, como el modelo con el cual
comparar
nuestros
procesos
discursivos
de
tal
manera
que
podamos
aproximarnos cada vez más a una acción orientada comunicativamente. Si bien
esto resulta difícil dentro de los intercambios de información en el nivel de la vida
cotidiana afectada por relaciones asimétricas, en el nivel, aparentemente
impersonal de la telecomunicación alcanzar una racionalidad comunicativa se
antoja imposible. El gran reto de la comunicación del siglo XXI será alcanzar este
nivel discursivo donde la comunicación no sea un evento separado de cuestiones
éticas sino el vehículo más adecuado para su planteamiento y resolución. Puede
enunciarse este desafío de la siguiente manera: ¿cómo puede la comunicación
reorientarse y nuevamente ser una comunicación del hombre y no una
comunicación para sus impostores abstractos, sin por ello renunciar a las ventajas
que trajo consigo el proceso de tecnificación como el acceso a la información y la
relativa libertad de expresión? La gran ironía de nuestro tiempo es justamente
cómo el hombre al desarrollar medios más eficaces de comunicación ha
prescindido de sí mismo, se ha “hecho a un lado” dejándole el papel primordial
dentro de la comunicación a la información. El universo de sentido que la
comunicación es capaz de perpetuar y reorganizar es imposible sin el espíritu que
lo produce y recrea constantemente, él es el que comunica, el que propone y el
que acepta o rechaza la información. Toda comunicación con sentido es una
comunicación humana y por lo tanto conlleva la responsabilidad moral que el ser
humano adquiere para consigo: la reflexión ética acerca de cómo actuar en el
mundo sabiendo que el otro (alter) comparte ese mundo. Un sistema de
comunicación que prescinda de dicha responsabilidad quedará en el vacío, se
aferrará a la posibilidad técnica de su ocurrencia pero se verá desprovisto de su
carácter humano originario, esto es, quedará desprovisto de sentido.
El reto de la comunicación en el siglo XXI será emprender exitosamente el camino
de regreso al hombre. Deberá restablecer la unidad escindida entre la cosmópolis
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La comunicación en el siglo XXI
y la micro polis, entre lo distante y lo inmediato, entre el hombre y su mundo. La
comunicación del hombre no puede ser reducida a contenido informativo de los
medios de masas aunque por estos medios sea difundida. Este transitar, este
volver al origen no puede ser indiferente a las ventajas de la tecnificación, pero
sobre todo, no puede ignorar la dimensión moral que subyace a toda
comunicación producida por el hombre. Solo así nuestra experiencia del mundo a
través de los medios de comunicación será experiencia auténtica.
Referencias
Habermas, Jürgen (2001) Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Taurus,
Madrid.
Shannon, Claude. (1948) A Mathematical Theory Of Comunication. en
Bell
System Technicall Journal vol. 27, julio y octubre. p.p. 379 – 423; 623 – 656.
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