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¿ qué
hacen los sociólogos ?
Lucas Rubinich + Gastón J. Beltrán / editores
¿QUÉ HACEN LOS SOCIÓLOGOS?
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¿QUÉ HACEN LOS SOCIÓLOGOS?
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¿Qué hacen los sociólogos? / editado por Lucas Rubinich y Gastón
J. Beltrán. - 1a ed. - Buenos Aires : Aurelia Rivera, 2010.
224 p. ; 20x14 cm.
ISBN 978-987-1294-33-6
1. Sociología. I. Lucas Rubinich, edit. II. Beltrán, Gastón J., edit.
CDD 301
Primera edición mayo de 2010.
Hecho en Argentina, Ciudad de Buenos Aires.
© Lucas Rubinich y Gastón J. Beltrán (editores)
© *aurelia rivera libros / estudio social 2010.
Corrección y edición de textos: Sebastián Kleiman
Asesoramiento gráfico: Paula Salzman (DG FADU UBA)
Desarrollo editorial: Pablo Alessandrini para www.aurelialibros.com.ar
ISBN: 978-987-1294-33-6
Hecho el depósito que indica la ley 11.723
Todos los derechos reservados.
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SOCIÓLOGOS?
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Facebook.com/aurelialibros
Lucas Rubinich, Gastón J. Beltrán,
Jorgelina Bizai, Mariano Harracá,
Mariana Stechina, Alejandra
Beccaria, Lucía Goldfarb, Paula
Miguel, Hernán Vanoli, Bibiana
García, José María Casco y Ana
Engelman
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Índice general
Cómo relatar aquello que hacen los sociólogos................................................9
Lucas Rubinich
Las ciencias sociales y el surgimiento de un mercado del saber experto ......49
Gastón J. Beltrán
La inserción de los sociólogos en el espacio universitario .............................73
Jorgelina Bizai, Mariano Harracá y Mariana Stechina
Reforma del estado y saber tecnocrático. Los sociólogos
en el ámbito estatal..........................................................................................97
Alejandra Beccaria y Lucía Goldfarb
“Como yo, podría haber sido cualquier hijo de vecino”. La inserción de los
sociólogos en los Organismos Financieros Internacionales..........................117
Paula Miguel y Hernán Vanoli
Expertos en opinión. El lugar de los sociólogos
en la consultoría privada............................................................................... 137
Alejandra Beccaria y Bibiana García
Sociología y empresa. La consolidación del profesionalismo en tiempos de
cambio............................................................................................................ 165
José María Casco y Ana Engelman
Prácticas heterogéneas y trayectorias complejas. .........................................191
Lucas Rubinich y Gastón J. Beltrán
Bibliografía general........................................................................................211
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Cómo relatar aquello que hacen los sociólogos
Lucas Rubinich
I
Para responder a la pregunta “qué hacen…”, bajándola a
un territorio concreto como la sociedad argentina y acomodándola en el presente, se pueden adoptar, por lo menos, dos
estrategias: proponer una descripción con categorías convencionales relativamente deshistorizadas sobre las profesiones
(y entonces desagregar un conjunto de posiciones laborales,
sin contar con las autoclasifica-ciones fuertes que a lo largo de
un proceso complejo y conflictivo ha desarrollado la propia comunidad), o bien recurrir a la sociología del conocimiento para
intentar comprender esas prácticas en el marco de complejos
sistemas de relaciones conformados históricamente, en los que
hay jerarquías, posiciones más prestigiosas y posiciones menos
prestigiosas. En este caso, se ha optado por la segunda opción,
y, por lo tanto, para valerse de una perspectiva que recurra a los
elementos de la sociología del conocimiento, es imprescindible
dar cuenta de las prácticas que realizan quienes se consideran
a sí mismos y son reconocidos por la sociedad como parte de
esta comunidad, y, sobre todo, poder clasificar esas prácticas en
cuanto portadoras de significados que adquieren sentido a partir
de historizar el espacio en el que se desenvuelven diferentes
agentes, grupos e instituciones. Atender más algunas posiciones
que otras en el análisis supone reconocer que alguna de ellas,
por su capacidad de imposición al conjunto de la comunidad,
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tienen, no sólo más prestigio, sino que cobran mayor relevancia
en términos analíticos.
Un corte de la sociedad argentina en el presente permite
observar un campo sociológico complejo, en el que, en principio,
es posible dar cuenta de dos grandes zonas: la que corresponde
a una serie de actividades desarrolladas en instituciones universitarias y de investigación científica, a las que usualmente
se denominan espacio académico, y otra gran zona marcadamente heterogénea en términos institucionales (que incluye
organismos de estados nacionales, provinciales y municipales,
departamentos de grandes empresas, consultoras de opinión y
de investigación de mercado, y organismos no gubernamentales)
identificada como la de realización de actividades profesionales.
Hay, además, una zona de confluencia entre los puntos más dinámicos y prestigiosos del campo académico y un espacio cultural
más amplio que puede nombrarse como el de intervención intelectual. Esta zona de la sociología que combina reconocimiento
en el grupo de pares y prestigio cultural por su capacidad de
intervención en debates que, de algún modo, trascienden la
academia se expresa con las variaciones de cada momento en la
figura del sociólogo intelectual: la posición que, en la Argentina
de los últimos cincuenta años, mayor capital acumula en la distribución de prestigio en el conjunto del campo de la sociología.
En verdad, cada uno de estos espacios es portador de una
heterogeneidad importante y particularidades generadoras
de subespacios que, en algunos casos, adquieren una relativa
autonomía, conformando trayectorias referenciales, jerarquías
de prestigio, instituciones o formaciones propias y criterios
de autoevaluación. De algún modo, y con distintos grados de
fortaleza relacionados con la existencia de algunas mínimas
formas institucionales unificadoras y redes con persistencia en
el tiempo, estas situaciones se dan tanto en algunos subespacios
de especialización en el mundo académico (sociología del trabajo,
sociología de la religión, sociología urbana, por ejemplo), como
en el mundo profesional, donde hay relativas complejidades que
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le dan identidad al subespacio de los sociólogos especialistas en
encuestas de opinión, al de los que se dedican a la investigación
de mercado, o a los que se dedican a la consultoría en distinto
tipo de políticas públicas
En tanto campo de la sociología argentina, este mundo
heterogéneo (pero que puede ser construido como un espacio
común) es resultado de un proceso dinámico e intenso cuya
génesis tuvo lugar hace poco más de cincuenta años. La génesis
de la que se está hablando es la de un campo moderno con una
complejidad de inserción y reconocimiento en la propia sociedad
y en la específica comunidad internacional. No es que no existieran cátedras de sociología ni un instituto de sociología antes de
esta génesis del campo moderno; esos espacios de escasa y poco
relevante producción y formación no específica pueden existir
formalmente y no significar otra cosa que un nicho de actividades más o menos extravagantes en un perdido departamento
universitario y que, por supuesto, ante una emergencia dinámica
e inclusiva, pueden (aunque no necesariamente) transformarse
en elementos antecedentes que, en algunos casos, podrán ser
leídos como precursores. Lo que no había hasta 1957, y que es
imprescindible para la conformación de este campo moderno,
era un centro de producción de conocimiento social y de formación de productores con legitimidad y reconocimiento que
estuviera inserto en una comunidad internacional. Esto supuso
un reconocimiento, no burocrático, sino con valor simbólico
en el propio espacio académico, tanto en las disciplinas afines
como en el campo cultural más amplio, que permitió, en primer
lugar, disputarle el prestigio a una zona de la literatura que, en
la argentina de los cincuenta años anteriores, desde Lugones a
Martinez Estrada, había ocupado un lugar central en la producción de reflexiones sobre la sociedad.
La emergencia de este campo moderno y complejo ocurre
solamente en la Argentina a partir de la creación de la carrera
de Sociología en la Universidad de Buenos Aires, en 1957. Esta
emergencia, motorizada por la figura del sociólogo italiano Gino
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Germani, se realizará como parte de procesos de reacomodamiento de políticas internacionales llamadas de promoción
al desarrollo, que le otorgarán un papel relevante no solo a la
Economía sino también a las nuevas ciencias sociales, y que se
dio en simultáneao con distintas experiencias de países europeos
y latinoamericanos, que, por esa misma época, atravesaban
procesos similares.
II
Es verdad que la sociología en Argentina tuvo un primer
momento de amague fundacional en términos institucionales a
fines del siglo XIX, con la creación de la cátedra de Sociología
en 1898 en la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo de Antonio
Dellepiane. La cátedra formaba parte del doctorado en filosofía
y demostraba la preocupación de algunos académicos, como los
hermanos Ramos Mejía, Juan Agustín garcía, Ernesto Quesada
y Leopoldo Maupás, que formaban parte de un clima internacional1 en el que la revalorización del conocimiento científico
iba acompañada de la preocupación por extenderlo al análisis
de las sociedades. Efectivamente, dentro de un clima positivista, signado por la creencia en el progreso y en la ciencia como
un elemento fundamental para posibilitar el crecimiento y
modernización de las sociedades, la sociología se presentó, en
principio, como “una herramienta teórica legítima y eficaz para
explicar la modernización argentina en el marco de un proceso
de construcción del estado y la nación, la conciliación de un
pasado hispánico y un proyecto capitalista y la integración y
asimilación de la inmigración” (Pereyra, 1997). La alta valorización del conocimiento científico y la asociación de éste con las
posibilidades de progreso se daban, efectivamente, en algunas
zonas del mundo cultural de la generación del ochenta: en los
ámbitos más cercanos a potenciales influencias en el estado,
como en los casos específicos de estas cátedras de sociología,
en la valorización del naturalista y paleontólogo autodidacta
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Florentino Ameghino, y del Perito Fransisco Moreno, y en la
experiencia de indagación de Estanislao Zeballos sobre las poblaciones indígenas del sur del país derrotadas por la llamada
campaña del desierto. Pero también en ámbitos rebeldes al
proyecto estatal como el libertario y el socialista existían zonas
de coincidencia moderna en la valorización del conocimiento
científico, incluida la sociología. El mundo cultural libertario
utilizaba frecuentemente la palabra sociología. Por ejemplo, la
revista fundada por el libertario italiano Fortunato Serantoni,
dueño de una librería en la calle Corrientes, se llamaba Ciencia
Social. En su segundo número de 1898, los subtítulos anuncian
secciones de Sociología, Arte y Letras. (Oved, 1978)
Había entonces condiciones en el campo cultural y académico que posibilitaban el surgimiento de una sociología
que trascendiera los límites de una cátedra en la facultad de
Filosofía o de Derecho. Existían, sin lugar a dudas, situaciones
sociales problemáticas de gran singularidad, expresadas muy
contundentemente en el hecho de que Argentina, que contaba
hacia 1869 con una población de 1.700.000 habitantes, recibiera
entre ese año y 1915 siete millones de personas, en su mayoría
inmigrantes del sur de Europa. Como mencionan los especialistas, si bien “la Argentina recibió muchos menos inmigrantes
que los EEUU, la proporción que los inmigrantes ocuparon en la
estructura sociodemográfica argentina era, hacia 1914, del orden
del 30% ( contra el 15% que había en aquel país en 1910), cifra
que convierte a nuestro país en un caso límite de la historia de la
población mundial del período. La proporción del aporte migratorio se agiganta si se considera que una parte significativa de los
habitantes contabilizados como nativos por los censos nacionales
era descendiente directo del alud migratorio.” (Otero, 2007).
La llegada de militantes anarquistas italianos, españoles y
rusos había activado las organizaciones obreras, centros culturales y medios de prensa que llegaron a tener una importancia
relevante. Lo que las elites dirigentes del mundo occidental
moderno llamaban la cuestión social adquiría, en este lugar
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del sur del mundo que se prefiguraba como una potencia, una
importancia relevante.
Los masivos actos del día del trabajador en los primeros
años del siglo, las huelgas conducidas por dirigentes que los
sectores dominantes de la época llamaban maximalistas y los
tempranos actos de violencia individual (como el del joven
Simón Radowitzky que mató al jefe de policía y a su edecán con
una bomba) conmovían a una clase dirigente que desplegaba
estrategias para afrontar estos hechos. En principio, la represión directa, como la llevada a cabo por el jefe de policía Ramón
Falcón frente a una manifestación el primero de mayo, en uno de
los primeros años del siglo en la Plaza Lorea, o la implementada
frente a los huelguistas de los Talleres Vasena y a los trabajadores
rurales de la Patagonia. En este marco es que se sanciona, en
1902, la ley de residencia que posibilitaba la expulsión de los
extranjeros sin juicio previo, presentada por el senador Miguel
Cané. La impulsión de la ley estaba relacionada con un pedido
de la Unión Industrial Argentina elevado al Poder Ejecutivo
unos años antes.
En el marco de políticas no represivas, la experiencia que
pudo haber posibilitado la creación efectiva de un campo de la
sociología fue el encargo realizado por el ministro Joaquín V.
González al médico, abogado y empresario catalán Juan Bialet
Massé, para que realizase un diagnóstico sobre la efectiva fuerza
de trabajo existente en la Argentina. En el verano de 1904, Bialet
Massé realizó un recorrido, que los comentaristas describen
como agotador, por distintas zonas del país que le permitió
observar de primera mano la situación de los distintos tipos de
trabajadores. Entrevistó empresarios, funcionarios, caciques
indígenas, trabajadores rurales y urbanos. Observó minuciosamente sus formas de trabajo y las condiciones concretas en las
que se desempeñaban. Antes de esta experiencia, Bialett Massé,
hombre culto y empresario curioso, había recogido información
sobre los sectores de las clases trabajadoras. Su trabajo culminó
con “El informe sobre el estado de las clases obreras en el interior
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de la república.”. El objetivo de esta tarea encomendada por el
ministro del interior estaba dirigido a promulgar una legislación
laboral que estuviera a tono con las naciones occidentales que
eran consideradas las más avanzadas para la época, sobre todo
la III República Francesa. Las miradas predominantes del postivismo en boga por aquellos años en el campo académico y que
tenía varios puntos en común con las de los sectores complejos
que conformarían las clases dirigentes de la época tenían una
valoración negativa de la población indígena y criolla. El racismo
se apoyaba en puros prejuicios etnocéntricos y también en los
conocimientos científicos de la época que posibilitaban realizar
evaluaciones comunes a los académicos ligados a los proyectos
dominantes del período, así como a referentes del mundo socialista. El informe de Bialet Masse contrapuso a esas miradas
de época una evaluación positiva del criollo. Sin despojarse
totalmente del clima cultural predominante, consideraba al
indígena como un trabajador necesario para ciertas regiones
del país y como un grupo que debía ser integrado a la república.
(Tomada 2007)
De hecho, existieron fuertes políticas públicas que tuvieron
como objetivo integrar y nacionalizar a una población con marcadas heterogeneidades, tanto los nativos y criollos de distintas
regiones (y, en el caso indígena, pertenecientes a distintas etnias
que adoraban dioses distintos y hablaban lenguas diferentes),
como a una cantidad realmente extraordinaria de nuevos habitantes producto de la inmigración europea, también ellos adoradores de distintos dioses y hablantes de distintas lenguas. Estas
características de diversidad cultural, crecimiento demográfico
extraordinario y conflicto social hacían de la sociedad argentina
un verdadero laboratorio privilegiado para la nueva ciencia que
intentaba estudiar las relaciones sociales, y, por supuesto, requerían de activas políticas públicas que abordaran la cuestión.
Casi enseguida se implementaron políticas represivas como la
campaña del desierto contra las poblaciones del sur del país,
décadas después tuvieron lugar incursiones en Chaco y norte
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de Santa Fé, y también la represión de las huelgas obreras en
las ciudades y en el campo proletarizado. Pero es verdad que
las políticas educativas que supusieron la extensión por todo el
territorio de escuelas públicas y el servicio militar obligatorio
se convirtieron en elementos significativos de nacionalización
de las distintas poblaciones.
La pregunta, entonces, es por qué la nueva ciencia, que
tenía más prestigio que experiencia concreta, no se consolidaba
como productora de objetos de conocimiento demandado por
las políticas públicas que se proponían abordar esos problemas. En principio, se podría sostener que el nivel de debate
sobre las formas que adquiriría la sociología era importante
en tanto parecía disputar miradas que portaban principios
contradictorios. Ese debate no ocluía la fuerza que la nueva fe
en la ciencia otorgaba a distintos académicos y personas del
mundo cultural para sostener la necesidad de una ciencia que
se ocupase de la sociedad. No obstante lo cual, las realizaciones
concretas podían ser menos efectivas que las que se trasladaban
a la medicina, la ingeniería, la química aplicada o la geología o
la antropología del mundo colonialista. El ser objeto de debate
hacía su presencia muy extendida en el conjunto de las zonas
más dinámicas del campo cultural, aunque no necesariamente
como realizaciones. Al mismo tiempo es verdad que Durkheim
con El suicidio llamaba la atención sobre la posibilidad real de
implementar investigaciones concretas sobre las relaciones sociales, y que, en términos de valerse de ese conocimiento para
intervenir sobre problemas sociales como el de la inmigración,
los estudios como los de la universidad de Chicago sobre los
campesinos polacos de Thomas y Znaniecki se convertían en
casos de potencial legitimación.
El verdadero laboratorio social que era la República
Argentina de esa época hacía que una zona de las elites intelectuales del ochenta pudiese considerar a las ciencias sociales
como un recurso. Juan Agustín García afirmaba contundentemente en su Introducción a las ciencias sociales argentinas: “La
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sociología debe ser una ciencia nacional. El primer problema es
determinar las fuerzas sociales que en las diversas épocas han
presidido la evolución argentina”. El informe Bialet Massé y
quizás el encargo que el Departamento Nacional del Trabajo
del Ministerio del Interior para que Ernesto Quesada estudiase
el problema de la vivienda obrera en 1909 en Europa (Pereyra
1997) fueron posibilidades de cumplimiento de ese deseo que,
no obstante, no se realizaron en políticas sistemáticas.
En principio, las discusiones acerca de la aplicación de la
sociología tienen una manifestación muy fuerte en el debate que
sostienen Ernesto Quesada y el muy influyente y prestigioso
miembro de la generación del ochenta Miguel Cané. Ricardo
Levene considera a esta polémica un hito fundamental en el
desarrollo de la sociología en Argentina (Levene, 1947, Pereyra,
1997), aunque en verdad sería más preciso sostener que puede
leerse como el indicador más contundente de sus imposibilidades
para desarrollarse como disciplina que trascendiera las aulas
universitarias. Miguel Cané se ocupaba de la “cuestión social”
en términos prácticos, como senador, y sus acciones tenían
consecuencias concretas. Era, ni más ni menos, que el autor de
la Ley de Residencia. Quesada, poseedor de una gran solvencia
académica, disentía sobre la manera de encarar ese problema
(Pereyra 1997), y cuando ocupó, en abril de 1905, la cátedra de
Sociología en la Facultad de Derecho, dictó una conferencia en
la cual respondió a las críticas a la sociología expuestas por el
decano saliente Miguel Cané el año anterior. Cané había reivindicado las ciencias positivas de la naturaleza y había considerado
a la sociología apenas un conjunto de hipótesis. La respuesta de
Quesada en esa conferencia fue inteligente y sólida, amparada
en su solvencia académica. Sin embargo, en términos de influencia en el mundo cultural y político de las elites de la época,
la figura de Cané era mucho mayor. Las respuestas de Quesada
habrán llamado la atención de algún estudiante avezado, pero
quizás en el clima cultural de la época resonaran más las burlas
de Cané a ciencias que no eran capaces de describir la realidad
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y a la posibilidad de que las ciencias sociales fueran la solución
salvadora a la crisis de los estudios universitarios, o a la incapacidad de los sociólogos de unificar criterios para describir un
fenómeno (Pereyra 1997).
Además, en el caso relevante que analiza en su tesis de
maestría de tres titulares de las cátedras de sociología (García,
Quesada y Maupás), Pereyra observa como fracaso principal la
imposibilidad de la disciplina de superar el nivel de la cátedra cerrada y unipersonal (Pereyra 1997). Ninguno de estos profesores
tuvo capacidad para imponer estrategias políticas de negociación
dentro de la universidad y fuera de ella (Pereyra 1997). No pudieron construir redes sociales dentro del mundo universitario,
no pudieron entablar alianzas políticas con sectores del estado
que abrieran la posibilidad de experiencias al estilo de la de
Bialet Massé y, por distintas razones, estos proyectos de cátedra
relacionados con la investigación social no entusiasmaron a los
estudiantes. Quizás estas incapacidades no fueran extrañas a
una mirada que no se correspondía en términos estrictos con
la algarabía del primer centenario, en el marco de un modelo
agroexportador que permitía una significativa acumulación de
riqueza en la zona privilegiada de la estructura social. Como
sostiene Pereyra, las “criticas de García a la distribución de la
propiedad y al código civil, la duda de Quesada sobre la eficacia
del derecho argentino y la incertidumbre de Maupás sobre la
capacidad de liderazgo de la dirigencia política argentina eran
percibidas como expresiones marginales dentro de un campo
intelectual que tenía otras preocupaciones.” (Pereyra 1997). En
realidad, se trataba de preocupaciones similares, solo que se
organizaban de manera diferente y, quizás por eso, aunque no
solo por eso, no encontraban recepción en oídos privilegiados
a los que estas miradas no atendían.
A decir verdad, desde la revolución del noventa en adelante
hay una serie de elementos que, implicados en distintas perspectivas en conformación, cerrarán el camino a las posibilidades de
constitución de un campo moderno de la sociología, más allá de
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las particularidades de sus referentes: básicamente, tres procesos
con elementos comunes y, sin lugar a dudas, interrelacionados
que pueden ser imaginados con una relativa autonomía y que
contribuirán a conformar una visión sobre la identidad de la
nación argentina. Visión del mundo sintetizada en un objeto
cultural (Las conferencias sobre el Martín Fierro de Leopoldo
Lugones), que, sustentada en la autoridad intelectual de su constructor, portará una poderosa fuerza que logrará la imposición
de esa mirada en las jóvenes instituciones de la república, en
distintos sectores sociales y a su modo en diferentes posiciones
político ideológicas.
El primer proceso puede mencionarse como un clima
de incomodidad frente a lo moderno, tal como era entendido
y realizado por los ochentistas . Clima que, en sus primeras
manifestaciones, no tenía demasiados adherentes en sectores
con capacidad de imposición de visiones del mundo y que se
generaba en franjas de algunas clases medias criollas, sectores
tradicionales no incluidos en las nuevas elites laicas. Cierta sensibilidad romántica, como dirá Jose Luis Romero, “estimulada por
la nostalgia de lo que solía creerse que representaba el criollismo”
(Romero , 1987). Esta sensibilidad podía encarnarse tanto en
el caudilo Leandro N Alem como en la fervorosa adhesión que
las viejas clases populares continuaban teniendo por El Martín
Fierro de Hernández, adhesión casi inmediatamente compartida
por amplias franjas populares, producto directo o indirecto de la
inmigración, que convertían en hechos llamativos de la industria
editorial incipiente a los folletines de Eduardo Gutierrez y a las
obras criollas de esos autores que la compañía de los Podestá
representaban bajo la lona de los circos (Romero, 1987).
Casi simultáneamente, a partir de la publicación del libro
Ariel, del uruguayo José Enrique Rodó, en el año 1900, se genera
una corriente que se extenderá por toda América Latina y cuyos
elementos más significativos están ligados, por un lado, a la
asociación de Estados Unidos con el utilitarismo vulgar, y, por
el otro, a la reivindicación de la espiritualidad latinoamericana
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en la que se encuentran, vía España, los elementos románticoigualitarios del cristianismo, pero, sobre todo, la herencia de la
superioridad espiritual de Grecia: la gran tradición grecolatina,
en donde están presentes los valores espirituales y morales de
los que carece el Calibán del norte. El arielismo, (así se llamará
esta sensibilidad antinorteamericana y antiutilitaria) no adquirirá la forma de una reacción antimoderna, sino que supondrá
una disputa por las formas de un proceso modernizador sobre el
que se cabalga. Romanticismo y revivificación de algún primitivismo cristiano pueden encontrarse en el poeta Almafuerte, en
su apasionada implicación con el sufrimiento de los oprimidos
(“Yo veneré genial de servilismo,/en aquel que por fin cayó del
todo/ la cruz irredimible de su lodo, / la noche inalumbrable de
su abismo/”). También hay romanticismo en la intensidad del
desprecio al utilitarismo en el caso de Rodó, pero que apuesta
explícitamente a la superioridad del saber y entonces reivindica la jerarquía moral. Su chusma no será sagrada, como la
de Almafuerte, sino masa ignorante que deberá ser educada,
y allí es donde su espiritualidad romántica, que no se priva de
citas a Carlyle, tiene un aspecto marcadamente moderno. (“La
oposición entre el régimen de la democracia y la alta vida del
espíritu es una realidad fatal cuando aquel régimen significa el
desconocimiento de las desigualdades legítimas y la sustitución
de la fe en el heroísmo — en el sentido de Carlyle — por una
concepción mecánica de gobierno.”) Quizás el poeta también
pudiese encontrar la zona común de revalorización del encuentro
entre democracia y ciencia (incluida en alta vida del espíritu)
para construir jerarquías que proporcionen las minorías morales
capaces de conducir a un pueblo.
En el específico mundo académico se da el tercer proceso
que supondrá la imposición de una mirada descalificadora del
positivismo y de las formas que adquiría en las ciencias sociales
y humanas, y que, efectivamente, provocará el desplazamiento
de la naciente sociología a un plano secundario. Las influencias
del neokantismo y de su mirada crítica a la idea de ciencia del
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positivismo, con la preocupación por lo que llamarán ciencias
del espíritu que requerirán de otros métodos que las ciencias
naturales, tendrá una temprana presencia en Alejandro Korn,
quien se convertirá en una figura relevante de la filosofía y la
cultura argentina. El broche de reconocimiento a estas miradas
que, entre otras cosas, pueden pensarse como antipositivistas,
lo pondrá la visita del filósofo español Ortega y Gasset, que había estudiado en la escuela de Marburgo. Las conferencias de
Ortega y Gasset en 1916 en Buenos Aires y su curso sobre Kant
al que asiste Alejandro Korn serán hechos que conmoverán
al conjunto del campo cultural argentino. La legitimación del
neokantismo y la definitiva sepultura de las posibilidades de la
sociología como una disciplina hegemónica en el proceso cultural argentino vendrán de la mano de Alejandro Korn, quien,
además de reconocimiento académico y cultural, se transformará (lo que aquí interesa particularmente por su capacidad
político académica para imponer miradas sobre el mundo) en
un verdadero líder del mundo universitario. Será un maestro de
los estudiantes reformistas del ‘18. Y el contexto inmediato de
pelea reformista de Korn, más que la escolástica Córdoba, es la
positivista ciudad de La Plata. Contra las formas que adquiría
el positivismo en Sociología y en Psicología se desplegaran las
armas del neokantismo de Korn. “Con su trabazón lógica, casi
escolástica, ha poco aún se imponía aquel sistema que, apoyado
en las ciencias naturales, hacía del hombre una entidad pasiva,
modelado por fuerzas ajenas a su albedrío, irresponsable de
sus propios actos... Y he aquí que vuelven ahora a postularse
ideales, queremos ser dueños de nuestros destinos, superar
el determinismo mecánico de las leyes físicas, el automatismo
inconsciente de los instintos, conquistar nuestra libertad moral
y encaminar el gran proceso de ascensión creciente hacia los
eternos arquetipos” (Obras Completas: 655).
Este discurso lo pronunció el primer decano reformista y
primer decano electo cuando asumió como decano en la facultad
de filosofía y letras de la UBA. El antipositivismo ponía énfasis en
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rechazar la forma que adquiría el mecanicismo en sociología y en
psicología, no obstante lo cual podía caminar con tranquilidad al
lado de miradas científicas del mundo de las ciencias naturales.
Quizás habría que atender las particularidades compatibles
con la confluencia de estos tres procesos mencionados que adquiere la historiografía con el surgimiento de la nueva escuela
histórica en la facultad de Filosofía y Letras, en la que hay una
preocupación por encontrar formas metódicas de trabajo e
influencias en los procedimientos del manual de Seignobos y
Langlois. Hay fuertes políticas educativas en las que la construcción de una historia nacional es un objetivo central. Una
historiografía que pueda a la vez recuperar la preocupación
documentalista del Mitre de la historia de Belgrano y despegarse
de la historiografía producida por actores significativos de la
vida política. Encontrar formas profesionales que posibiliten a
la vez un rescate de esas experiencias inmediatamente anteriores y la posibilidad de otorgarle institucionalidad académica y
rigor. No es posible aquí un análisis detallado de esta cuestión.
Baste mencionar que se consolidaría una escuela historiográfica
y que esta escuela puede cumplir su papel de constructora de
una historia política nacional y convertirse en una pieza eficiente
de este proceso general que debe afrontar el cosmopolitismo
amenazante construyendo, de distintas maneras en diferentes
mundos de la cultura, una identidad nacional.
Es precisamente del estricto campo cultural recién constituido de donde va a salir con una fuerza simbólica extraordinaria una
propuesta para resolver el problema de la heterogeneidad cultural
presente en la Argentina y que se magnificaba con la llegada de la
gran oleada inmigratoria. Es aquí en donde van a confluir estos
diferentes procesos mencionados, donde se procesará a la vez un
murmullo popular de reivindicación del criollismo, junto al rescate de esa sensibilidad antiutilitaria que encuentra los valores
fuertes en la gran tradición grecolatina. Un programa de armado
simbólico de una república que sufría una verdadera conmoción
cultural, provocando a la vez simpatías populares y formas
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de resolución de un problema a las elites. En 1913, Leopoldo
Lugones leyó una serie de conferencias en el Teatro Odeón,
que tres años más tarde se convertirían en el libro El payador.
Su construcción del Martín Fierro de José Hernández como la
obra de la identidad nacional argentina, como una épica que de
algún modo refunda la nación e ilumina el pasado, consolidando
el presente, como condensación de la gran tradición grecolatina,
se transformará, por distintos motivos, en una verdad aceptada
por las elites dirigentes y sectores relevantes del campo cultural
y compatible con una extendida sensibilidad popular.
Cuando el poema épico “ha nacido en un pueblo que empieza a vivir”, decía Lugones en la primera conferencia, “su
importancia es todavía mayor, pues revela en aquella entidad
condiciones vitales superiores, constituyendo, así, una profecía
de carácter filosófico y científico. Esto era lo que veía Grecia en
los poemas homéricos”. Lugones en ese momento era el centro
de un campo cultural argentino que estrenaba instituciones
(críticos de arte, autores teatrales, novelistas, poetas, editoriales,
etc.) y además mantenía una estrecha relación, en tanto intelectual prestigioso, con las elites gobernantes. Las conferencias
en el teatro Odeón aparecían como un lugar de prestigio al que
asistían los sectores modernos del mundo político y cultural de
Buenos Aires. En ese escenario habían estado Anatole France,
Jean Jaurés y Georges Clemencau. A las conferencias de Lugones
asistió el presidente de la República Roque Saénz Peña, junto
con varios de sus ministros, como Indalecio Gómez. El secretario
de Hacienda, Norberto Piñero, Carlos Ibarguren de Instrucción
Pública, Eleodoro Lobos, Gregorio velez y J. P. Saénz Valiente.
El gobierno en pleno escuchaba las palabras de este faro del
naciente campo cultural que tendría una eficiencia simbólica
poco frecuente.
Lugones en la ultima conferencia “El linaje de Hércules”
recibió, según el cronista de La Nación, un aplauso atronador,
una “aclamación espontánea”. Había construido un verdadero
mito nacional en un teatro al que había concurrido un público
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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que incluía una porción importante de los intelectuales de ese
campo cultural naciente y miembros de la elite gobernante.
Lugones no construía una imagen nostálgica del pasado sino
una nueva a la que contribuía con optimismo a reforzar, aportando su singularidad a una república en crecimiento. Cumplía
“con la civilización y con la patria”, según decía en esta última
conferencia, “movilizando ideas y expresiones, no escribiendo en
gaucho. Estudiando la tradición de la raza, no para incrustarse
en ella, sino para descubrir la ley del progreso que nos revelará el
ejercicio eficaz de la vida, en estados paulatinamente superiores.”
Y es en esta amalgama compleja de elementos que posibilita
el acogimiento en amplias tradiciones donde surgirá esta mirada
sintetizadora que reivindicará la pertenencia a un proceso modernizador. Mirada optimista, que se proponía cumplir la tarea
relevante como será la de construcción simbólica de un pasado,
claramente contrastante con el negativismo que sectores de la
elite gobernante podían percibir en algunas de las realizaciones
concretas del positivismo sociológico y psicológico. Ese pasado
que se construía puede conformarse con materiales de honor y
gloria, no solamente en los hechos puntuales de las guerras de la
independencia, sino en un humus que conformaría las culturas
populares y un tipo social y cultural surgido de ellas.
Unos años antes de estas conferencias, José Ingenieros
analizaba con rigor y sin contemplaciones lo que era uno de los
mitos más recientes del hasta entonces plebeyo criollismo: Juan
Moreira. Descubría, a partir de la indagación en archivos judiciales, un Moreira algo pelirrojo y de baja estatura, seguramente
contrastante con la figura rústica pero elegante y altiva del héroe
romántico construido en coplas, en decires y en murmullos del
mundo pampeano, y que se extendía arrolladoramente en la
alborada del nuevo siglo por el nuevo mundo popular urbano.
Ingenieros, co-editor de la revista libertaria La Montaña con
Leopoldo Lugones, se valía de la investigación científica para
destruir mitos populares en nombre del progreso. Como se dijo
antes, los referentes eruditos y actualizados que ocupaban las
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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cátedras de sociología inauguradas a partir de 1898 abundaban
en miradas pesimistas sobre el proceso que se estaba desarrollando luego de la estricta fundación ochentista. Juan Agustín
García hacía críticas a la distribución de la propiedad, Quesada
dudaba sobre la eficacia del derecho argentino, y Maupás ponía
el acento ni más ni menos que en la falta de capacidad de liderazgo de la dirigencia argentina. No era la destrucción de mitos
populares, ni la pura descalificación de tramos importantes
del pasado, ni tampoco la observación que daba cuenta de la
persistencia de ese pasado descalificado en la política presente
lo que podía considerarse productivo para una elite que asumía
la tarea de pilotear un país con crecimiento desmesurado de la
población, poblado de nuevos conflictos a la vez que productor
de riquezas significativas.
Pueden existir alarmas del nacionalismo espiritualista que
lo distancien del nacionalismo oficial, pero lo que es seguro es
que en la Argentina de los ganados y las mieses no había lugar
para un pesimismo con legitimidad académica sobre las posibilidades de esa república. Las influencias positivistas podían
hacerse sentir sin problemas en una historiografía que tenía un
papel fundamental desde la nueva escuela histórica, en la realización efectiva de los materiales que contribuyeran a desarrollar
una educación patriótica. El antipositivismo que contribuye a
desplazar a la sociología se afianzará fuertemente en una filosofía
que a su vez encuentra la posibilidad de un desarrollo académico
institucional en la universidad reformista. Y a este proceso contribuirá decididamente, sobre todo a través de Alejandro Korn,
transfiriéndole una sensibilidad impregnada de arielismo, una
estética, un optimismo retórico que saludará las posibilidades
de libertad de esta nueva época.
La sociología deberá esperar hasta fines de los años cincuentas para encontrar una presencia fuerte expresada en un
verdadero campo en el que convivan la formación específica y
la producción de conocimiento de la vida académica, junto a las
actividades profesionales.
26 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
III
La confluencia de una política internacional de promoción
de la cultura norteamericana en el marco de la guerra fría, que
incluía la promoción hacia el desarrollo de los países llamados
subdesarrollados, generó las condiciones estructurales más
generales, a nivel internacional y regional, para el surgimiento
de una nueva sociología. En ese marco se difundían nuevas
perspectivas de la teoría social norteamericana, a través de la
obra prestigiosa de Talcot Parsons. Se incorporaban también
sofisticados procedimientos técnico metodológicos para la
realización de investigación empírica —que ya era parte de la
sociología norteamericana vía la escuela de Chicago influenciada
por el pragmatismo—, aportados por los académicos europeos
que debieron emigrar por el nazismo.
Ese paquete llegaba al mundo latinoamericano y tendría
elementos en común en la recepción, pero obviamente también
singularidades. En el caso argentino, los sectores modernizadores del mundo de la cultura y, particularmente, del mundo
universitario de las humanidades que habían apoyado el golpe
de estado de 1955 y que luego de ocurrido ocuparían lugares
relevantes en el mundo universitario habilitaron la posibilidad
de fundar la carrera de sociología. La nueva sociología para el
mundo cultural antiperonista (sin lugar a dudas los sectores de
mayor prestigio) se convertía en una de las banderas del necesario aggiornamiento, luego de lo que evaluaban como un período
(el primer peronismo) de retracción y aislamiento del mundo
de la universidad moderna. Este sector del campo cultural, que
incluía a referentes prestigiosos del mundo universitario de la
literatura y de distintas disciplinas artísticas, estaba lejos de
evaluar a la sociología como una retraída disciplina académica,
sino que, por el contrario, la recibía en su propio espacio como
una nueva fuerza cultural que se propondría explicar, a través
de Germani, ni más ni menos que el peronismo. La creación de
la Carrera de Sociología de la UBA es un hecho político cultural
relevante, una operación simbólica significativa que le otorgará
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 27
prestigio a la disciplina. El reconocimiento, en suma, de un lugar
que a hasta ese momento, desde El Payador de Lugones, La cabeza de Goliat o Radiografía de la pampa de Martínez Estrada,
ocupaba casi exclusivamente la literatura. La sociología no solo
conquista el status de ciencia con sus novedosos procedimientos
de investigación empírica, generando simpatías en el mundo de
las ciencias exactas del período, sino que se coloca en esa zona
de prestigio habitada hasta ese momento por lo que Germani
llamaría la tradición especulativa, doble reconocimiento que
formará parte irremediable de la mochila con la que emprenderá
el recorrido de los cincuenta años siguientes.
Por supuesto, ese contexto general tenía la capacidad de
producir situaciones que influenciarían distintas regiones. Con la
derrota de los fascismos y la lucha contra el comunismo que supuso el comienzo de la guerra fría, la batalla de las ideas para un
país como Estados Unidos que se había afianzado como uno de
los centros del mundo tenía un papel fundamental. La sociedad
occidental afrontaba una “situación de destrucción física y moral
en la que solamente la cultura americana había salvaguardado
su integridad y había tomado la resolución de intervenir tanto
en la reconstrucción material de occidente como en su filosofía
política, para lo cual el estatuto de las ciencias sociales y el papel
de las ideas eran dos campos fundamentales “(Picó, 2003). El
Congreso por la Libertad de la Cultura, por ejemplo, creado en
Berlín en 1950, se convertía en una instancia muy importante
de la doctrina Truman que sostenía la postura de combatir en
todos los terrenos la ideología comunista (Picó, 2003).2 Las
fundaciones norteamericanas como la Rockefeller, la Carnegie
y la Ford cumplieron su papel en la reconstitución de las ciencias sociales de países europeos como Francia, Inglaterra y las
dos Alemanias. La única sociología europea que permaneció al
margen de todas esas ayudas, dirá Picó, “fue la italiana, que, no
obstante, encontró su primer cobijo en la Fundación Olivetti.
(Picó, 2003). En América Latina se venían desarrollando algunas experiencias que trascendían a las llamadas sociologías de
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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cátedra en el caso de Brasil desde los años cuarentas, en donde
aparecerá la figura del fundador de la sociología crítica brasileña: Florestán Fernándes. En México, José Medina Echavarría
sentaría las bases intelectuales para posteriores desarrollos
institucionales.
Un momento significativo para el salto cualitativo que
permita la existencia de factores estructurales, redes internacionales y conformación de un clima relativamente común será
la creación, por parte de las Naciones Unidas, de la Comisión
Económica para América latina (CEPAL) en 1948. Economistas
que con la apuesta del desarrollo adquirirán sensibilidad social,
conformarán una verdadera red latinoamericana de intelectuales expertos de nuevo tipo que será un piso importante para el
surgimiento de las nuevas carreras de sociología e institutos de
investigación. En 1957, una conferencia intergubernamental en
la que participaron 19 países latinoamericanos aprobó la creación de un centro de enseñanza, la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO) en Santiago de Chile, y un centro
de investigación, el Centro Latinoamericano de Investigación
en Ciencias Sociales (CLAPCS), en Rio de Janeiro. (Blanco,
2004). En el comité directivo de estas instituciones estaban los
nombres de quienes serían las referencias en cada país de los
procesos de creación de la nueva sociología (Gino Germani de
Argentina, Eduardo Hamuy de Chile y Gonzales Casanova de
México, entre otros). De esta experiencia surge América Latina,
la primera publicación regional en ciencias sociales publicada
por el CLAPCS de Rio de Janeiro.
Las fundaciones norteamericanas que cumplirían un papel
importante en la promoción de la cultura y ciencia norteamericanas en la inmediata posguerra (aunque las atenderán en función
de las propuestas desarrollistas) no tendrán como prioridad
a América Latina hasta que acontece la revolución cubana.
Allí se despliegan estrategias explícitas del estado norteamericano, como, por ejemplo, la Alianza para el progreso, como
parte de un combate de la guerra fría, que ahora se traslada sin
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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ambigüedades a su patio trasero. Las fundaciones, entonces,
serán un actor relevante para el conjunto de elementos que
conforman el campo de la nueva sociología latinoamericana.3 La
utilidad de las ciencias sociales en tanto recursos que posibilitarían la puesta en marcha y ejecución de proyectos de desarrollo
parecía ser el fundamento de estos proyectos regionales, promovidos por organismos internacionales. La revolución cubana,
primero, la radicalización del catolicismo latinoamericano,
luego, y, quizás en simultáneo, el aggiornamiento del marxismo
en algunas centros culturales mundiales fueron cambiando los
significados políticos de esa intervención de la sociología en la
vida pública, aunque se seguiría manteniendo una concepción
que la relacionaría con los cambios sociales: primero con el paso
del subdesarrollo al desarrollo, y, casi inmediatamente después,
con la posibilidad de explicar condiciones que posibilitaran una
revolución social.
En otro trabajo (Rubinich, 1999) he sostenido que en la sociología Argentina o, por lo menos, en el significativo espacio de
la sociología argentina influenciado por la Carrera de Sociología
de la UBA, hay, en lo que se puede denominar la década de los
años sesentas, marcada por la radicalización política, tres momentos que van desde la creación de esa carrera en 1957 hasta la
intervención de la universidad a comienzos de la segunda mitad
de 1974. Desde los momentos previos al golpe de estado que inaugurará un terrorismo de estado desconocido hasta entonces en
Argentina, pueden mencionarse tres etapas más en una historia
de accidentados y, por momentos, trágicos cincuenta años de la
sociología argentina.
El primer momento es el de la afirmación institucional y el
de los primeros conflictos entre el fundador Gino Germani y los
nuevos. El segundo, el de la extrema radicalización de grupos de
los nuevos con significación simbólica en el interior del campo,
a medida que avanza la segunda mitad de los años sesentas y
comienzan los setentas. Y el tercero, la realización institucional
de la politización en la universidad montonera 1973-74. Gino
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Germani, Juan Carlos Portantiero y Roberto Carri (Rubinich,
1999) son pensados aquí como los que expresan condensadamente cada uno de estos momentos.
Las tres etapas posteriores comienzan a partir de 1974, con
la presencia de la violencia paraestatal que afecta directamente
al mundo universitario. La universidad de Buenos Aires es intervenida en 1974 y el rector interventor, Alberto Ottalagano, porta
la identidad confesa de fascista. A partir de ese momento, hay
un cuarto período marcado por la fragmentación del campo producto de la violencia estatal y paraestatal que producirá muertes,
desapariciones, exilios externos e internos. Un quinto período es
el de reconstitución y afianzamiento del campo que se da con la
apertura democrática, a partir de 1983. La vuelta de los exilios
internos y externos y el procesamiento directo o indirecto de
una extraordinaria derrota política, militar y cultural será tarea
de una sociología que, en sus núcleos más prestigiosos, había
entablado una estrecha relación con las propuestas de cambio
radical extendidas por gran parte del mundo latinoamericano,
y también con mucha fuerza en los espacios universitarios. Un
sexto momento es el de la presencia arrolladora, como parte
de la revolución neoconservadora, de un tipo de organismo
internacional diferente al de los años sesentas. Se trata de los
organismos financieros internacionales que influenciarán y participarán en el diseño de políticas públicas en las áreas sociales,
de educación y salud. Aunque conformadas en un corto pero
intenso período de no más de quince años, las referencias de
los tres momentos anteriores seguirán teniendo una presencia
simbólica relevante hasta el presente y reafirmarán el lugar reconocido como más prestigioso en la distribución de jerarquías
simbólicas: el del sociólogo intelectual.
Son, efectivamente, intelectuales los referentes más significativos de estas tres primeras etapas. Además de sus relaciones
con el estricto mundo universitario, desde ya politizado, poseían
otras que eran redes político-culturales más amplias que podían
incluir al grupo parauniversitario antiperonista que sobrevivía
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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luego del golpe de estado del año 1955 en lugares institucionales, los espacios culturales del Partido Comunista argentino de
prestigio intelectual hasta los primeros años sesentas, la revista
con identidad de nueva izquierda, o alguno de los muy diversos
grupos político culturales del área politizada del mundo cultural.
En un primer momento, el que fue creador de la carrera de
Sociología y verdadero agente de modernización académica y
cultural, Gino Germani, se proponía analizar fenómenos relevantes y conflictivos de la vida pública del país desde esta nueva
disciplina que intentaba dejar atrás las reflexiones puramente
especulativas sobre la vida social. Sostenido por la impronta
valorizadora del conocimiento técnico que acompañaba los
planes de desarrollo promovidos a nivel internacional, Germani
comenzaba a analizar elementos de la sociedad argentina que
explicaran sus imposibilidades de lograr un desarrollo económico, político y social. Para esto se proponía explicar ni más ni
menos que el peronismo. El análisis de este objeto de disputas
intelectuales y promotor de apasionamientos ciudadanos no
le impediría fundar una carrera de sociología y un espacio de
investigación, y, por lo tanto, un pequeño mundo académico
dotado de la relativa autonomía. El golpismo triunfante del
gobierno militar, en la medida en que había sido acompañado
por una intelectualidad heterogénea y prestigiosa que podía
imaginarse inscripta en un frente antifascista, debía aceptar esa
autonomía. Esta revalorización del mundo cultural y académico
autónomo formaba parte del programa de ese dinámico sector
cultural que apoyó militantemente la denominada “revolución
libertadora”. Lo cierto es que la cuestión abordada posicionaría a
Germani irremediablemente, no como un académico ocupado en
cuestiones tecnocráticas, sino como un intelectual con capacidad
de intervención en la vida pública. Sostener con argumentos de
la nueva ciencia el carácter no fascista del peronismo o explicar
su singularidad por las características de las franjas obreras que
habrían sido el apoyo decisivo de ese movimiento derrocado
que poseía una creciente productividad política lo colocaba en
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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el medio de las grandes disputas político- culturales de ese presente. Los muros académicos recién levantados permitían quizás
una muy relativa autonomía que no excluía una fuerte relación
con otras zonas del mundo cultural, ya que esos muros eran posibles, entre otras cosas, por el debate con zonas de ese mundo.
La ciencia desplazaba al ensayismo, a la par que influía sobre
el mundo de las humanidades y, sobre todo, en sus zonas más
arcaicas. La sociología era un viento modernizador en el campo
cultural y las nuevas generaciones intelectuales comenzaban a
mirarla con particular atención (Germani, 2005).4 El fenómeno de radicalización política del mundo universitario y el surgimiento de una nueva izquierda, uno de cuyos
rostros, y no el menos significativo, será el peronismo revolucionario, tiene como uno de los múltiples espacios institucionales de constitución al espacio político cultural universitario
en el que la Carrera de Sociología de la UBA ocupa un lugar de
privilegio. El campo cultural y el mundo universitario de los
primeros años sesentas todavía albergaban en su estructura un
espacio relevante que podía llamarse “frente racionalista” y que
la izquierda clásica consideraba la alianza antiperonista con “el
humanismo burgués”. La reflexión sobre lo social en ese contexto previamente al arribo de la nueva sociología recurría a un
escritor como Ezequiel Martínez Estrada, citado sin demasiadas
tensiones por la revista Sur de Victoria Ocampo y Cuadernos
de Cultura, el órgano cultural oficial del PCA. Los mencionados cambios político-culturales, como la revolución cubana, el
diálogo católicos marxistas, las luchas de liberación de pueblos
del tercer mundo, más el prestigio que adquiría el marxismo
complejizado en el mundo europeo —que se relacionará cada
vez más con la sociología universitaria— producirán cambios
en esa zona del campo cultural.
Quien bajo el amparo intelectual de un referente cultural
del Partido Comunista como Héctor P. Agosti había recuperado
a Gramsci a fines de los años cincuenta era uno de los docentes
que estaban en la segunda línea académica de la sociología
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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después de 1966, pero que ya ocupaba un lugar intelectual bastante relevante. Las credenciales que permitían ese prestigio de
Juan Carlos Portantiero y que reconvertiría en el ámbito de la
sociología no eran producto de una trayectoria académica sino
de la de un innovador intelectual politizado que hacía pie en la
sociología portando un capital específico adquirido fuera del
campo, pero que en la segunda mitad de los años sesentas era
un componente importante de las sociologías preocupadas por
el cambio social: la obra de Antonio Gramsci. Al cabo de apenas
un par de años, Portantiero escribiría junto con Miguel Murmis
el trabajo Sobre los orígenes del Peronismo que suponía una
discusión sobre las características del movimiento. Discutiendo,
entre otros, con Gino Germani, esta lectura que se valía de los
recursos de esta actualizada sociología política proporcionaría
a la izquierda la posibilidad de imaginar una identidad revolucionaria del peronismo. Interrogado en esos años sobre la
utilidad de la sociología, el joven Portantiero dira lo siguiente:
“…frente al problema general de la sociología, quisiera decir en
primer lugar que yo no me defino como sociólogo, sino como
socialista revolucionario…La respuesta es simple y lógica: o la
sociología sirve como instrumento capaz de apoyar cambios de
tipo político, o no me interesa como profesión” (Portantiero,
1971, en Rubinich, 1991).
Las instituciones debían replantear sus funciones y sus
miembros tenían que contribuir decididamente a lograr esos
cambios. La Carrera de Sociología, a pesar de la intervención
del gobierno militar, parecía estar dando respuestas impregnadas por una dinámica cultural que expresaba sin duda los
nuevos tiempos. El joven profesor Ricardo Sidicaro, que sería
secretario académico de la Facultad de Filosofía y Letras unos
años después, en el año y medio de la universidad montonera, y
que compartiría la titularidad de la introducción a la sociología
en ese período con Jorge Jenkins (designado en ese momento
director de la carrera de sociología) y Ernesto Villanueva (sería
el rector más joven de la UBA en un tramo de ese intenso año
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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y medio), reafirmando un clima de ideas del ámbito afirmaba:
“hay que procurar que esos jóvenes no se frustren. Por eso debemos hacer todo lo posible para que la Facultad de Filosofía y
Letras y la carrera de Sociología no vuelvan a ser lo que alguna
vez fueron: formadoras de disociados que terminan trabajando
para empresas o institutos financiados por el exterior.” (Sidicaro,
1971, en Rubinich, 1991).
Las elecciones de 1973 habían dado el gobierno a Cámpora,
y en ese contexto los sectores ligados a la “tendencia revolucionaria del peronismo” ocuparon lugares significativos en distintas
áreas de gobierno. La Universidad dirigida por Rodolfo Puigrós
se convierte en un espacio privilegiado para estos sectores. La
Carrera de Sociología produce con este movimiento institucional
una operación de cambio generacional. En el breve y conflictivo
año y medio de esa administración no se producen cambios
significativos en la currícula. Lo que se presiente es una implicación más real y probablemente más trágica con la política. No
es simplemente la elaboración de una especulación en torno a la
dependencia o a la revolución nacional. Las generaciones más
jóvenes que participan de esa administración son más actores
(quiéranlo o no) de una lucha política dentro del peronismo que
irá adquiriendo formas militares dramáticas. Ya no son, en esta
franja, vanguardias culturales que proclaman una implicación
en la política. O bien ocupan el lugar de subordinados al líder
y, por lo tanto, pierden su productividad cultural y política en
ese contexto, o devienen en sector más o menos secundario (de
acuerdo a su ubicación en los distintos frentes de acción posibles)
de una vanguardia político- militar. (Rubinich, 1999)
Los sociólogos más cercanos al proyecto de la izquierda peronista actúan en función de esta identidad en un momento cada
vez menos retórico. La política real comenzaría a ingresar a las
aulas de la universidad bajo las formas más violentas. Al mismo
tiempo, algunos de ellos harían de esa implicación un directo
alejamiento de la universidad. No obstante, unos y otros hacían
del diagnóstico político de un momento complejo un elemento
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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imprescindible para la práctica. Si había una sociología era la
sociología política y, quizás todavía más acotadamente, una
sociología de la transición revolucionaria, pero reelaborada en
la rapidez de la relación con la política. Las preguntas apuntan
al papel de las organizaciones de vanguardia y su relación con el
pueblo y sus organizaciones; al de ésta con el sistema de partidos
y los actores económicos y militares, en una transición hacia la
revolución. (Rubinich, 1999)
Es quizás Roberto Carri, en un libro publicado a fines de
1973, quién mejor expresa esta posición. Allí se recogen artículos
publicados en la revista Antropología del Tercer Mundo y otros
producidos exclusivamente para el libro. En ambos casos se
observan las características mencionadas. No son, ni quieren
serlo, trabajos académicos. Pero ahora tampoco son los productos de la vanguardia populista cultural de las ciencias sociales,
sino que se han convertido decididamente en herramientas
intelectuales de la política. En el primer artículo, escrito a fines
del 73 (El imperialismo y el gobierno popular) se intenta realizar
una caracterización de la coyuntura en función de un proyecto
político que es el de las organizaciones armadas peronistas (específicamente de Montoneros). Allí se analiza el camporismo,
con el realismo que agrega la masacre de Ezeiza. “El gobierno
popular garantiza de entrada una extensión de la democracia y
el debilitamiento de la guerra contrarrevolucionaria, que deberá ejecutarse al margen de las estructuras formales del poder”
(Carri, 1973: 63). Sin embargo, las circunstancias planteaban
cuestiones que no determinaban caminos irremediables. Se
habían acabado las simples loas al espontaneísmo popular, el
momento requería la transformación de ese espíritu romántico
en racionalidad política. “El problema de la hegemonía en el
peronismo”, sostenía Carri luego de una extensa cita de Gramsci,
“no es enfrentar a la espontaneidad con un criterio organizacionista abstracto, sino lograr la unión del espontaneísmo
revolucionario con las organizaciones de vanguardia...”. Más
adelante, describía el escenario posible y proponía el elemento
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organizativo básico para desenvolverse en él: “La experiencia histórica de las masas peronistas, en especial de la clase obrera, se
transforma en conciencia estratégica de la necesidad del poder,
con su encuadramiento colectivo en la forma orgánica necesaria
para enfrentar las tareas de la etapa: la milicia popular.” (Carri,
1973: 45) (Rubinich, 1999)
La cuarte etapa, que comienza en 1974 con la violencia paraestatal, se afirma en el golpe de estado de 1976 que implantará
el Terrorismo de Estado y que resultará en la represión estatal
ilegal, en la intervención de las universidades y, obviamente, en
fuertes imposibilidades de desarrollar en los ámbitos académicos
públicos una sociología con preocupaciones trascendentes. A
partir de este momento, la comunidad de sociología va a sufrir
una múltiple fragmentación. La primera manifestación de esto
es el exilio. Una gran parte de los grupos más ligados a organizaciones políticas radicalizadas parten al exterior. Por otro lado, en
el país continuarán las actividades de sociólogos que no tenían
un compromiso político, o que habiéndolo tenido no portaban
una visibilidad estimada como peligrosa. La continuación de
las actividades tendrá para lo que efectivamente era el campo
sociológico una situación de fragmentación interna. Muchos se
refugiarán en la actividad privada y —consecuencias no queridas
de la acción— se constituirán en una fuerza otorgadora de prestigio y extensión del campo profesional en la empresa privada.
Algunos de estos profesionales reaparecerán en la vida pública
ya en la apertura democrática conduciendo lo que sería una
nueva y reconocida actividad: la de las encuestas de opinión. El
mundo académico, por su parte, encontrará dos espacios que,
efectivamente, suponían, de alguna manera, una inserción en la
red académica internacional. Por un lado, estaba una universidad
privada con carrera de sociología, ciencia política y economía
de grado, que habilitó a trabajar en sus aulas a gran parte del
sector activo que estaba en el país. La jesuítica universidad del
Salvador efectivamente incorporó a su plantel académico a quienes, si bien no tenían acceso a las universidades públicas, podían
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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quedarse en el país y contaban con reconocimiento académico.
Un caso particular de centro de investigación que pudo seguir sus
actividades en relación con el organismo científico estatal fue el
Centro de Estudios e Investigaciones Laborales. La relación con
sectores de la iglesia fue quizás lo que permitió esta continuidad.
La universidad del Salvador mantenía una estrecha relación
tanto con el CEIL como con los otros centros privados de investigación que recibían financiación de fundaciones norteamericanas y europeas durante la dictadura. Fue en esos ámbitos en
los que se desarrollaron análisis de las políticas económicas de
la dictadura, de las formas que habían adquirido las dictaduras
inmediatamente anteriores a la apertura democrática de 1973
y, sobre todo, desde allí se construirá uno de los pilares donde
se asentarían las reflexiones de sociología política o de filosofía
política que armaron los argumentos de la revalorización democrática.5 Quizás la mirada institucionalista de la acción política
que tuvo una preeminencia importante a partir del comienzo
del gobierno del presidente Alfonsín encontró un desarrollo más
profesional en esos espacios que habían logrado un estilo de
trabajo similar al de los centros de investigación universitarios
de los países desarrollados (y habían reforzado los contactos con
ellos durante la dictadura). La Carrera de Sociología de la UBA
continuó, con una interrupción breve durante la intervención
Otalagano, sus actividades, pero de la mano de profesores que
no poseían ningún tipo de reconocimiento en la actividad, que
habían obtenido su titulación en alguna universidad de la España
franquista como un posgrado al que llegaban con su profesión
de abogados. Allí reaparecían algunos de los que habían estado
en los últimos años antes de la caída del primer peronismo en
el instituto de Sociología, como Rodolfo Tecera del Franco y
también Fernando Cuebillas, que supo estar en algún momento
durante el gobierno de Onganía. Algunos discípulos del colaboracionista francés fascista Jaime María de Maiheu estaban a cargo
de las cátedras de teoría sociológica y filosofía social. Se trataba,
en fin, de un espacio ocupado por un grupo marginal de aliados
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de la dictadura ligados a un decadente fascismo vernáculo sin
incidencia en ningún espacio del mundo real, que no fuera ese
espacio que habían logrado con algún abogado anticomunista
mejor posicionado (aunque en lugares secundarios) dentro del
gobierno de la dictadura militar. No obstante, se mantenían un
par de cátedras de metodología y estadística dictadas por un
profesor que poseía alguna solvencia profesional.6 El exilio tampoco es un espacio homogéneo. Francia había
sido un mundo académico receptor de tempranas inquietudes de
la primera generación post Germani. Las relaciones entabladas
les permitieron a quienes no tenían una inserción política migrar
más tempranamente, como es el caso de Silvia Sigal y también
Eliseo Verón. A partir de 1975 llegarían a ese país otros sociólogos
como Ricardo Sidicaro. Alain Touraine, quien había sido una
referencia para el mundo latinoamericano de los años sesentas
era un habilitador del exilio chileno y luego de algunos argentinos. Sin embargo, Francia tendrá peso en cuanto a referencias
individuales que, o bien terminan su formación en ese país, o
trabajarán en él. Sin embargo, alguna dimensión ligada quizás
a la cantidad de grupos argentinos y a los lugares relevantes
que ocupaban en el mundo universitario y académico hace que
el exilio mexicano sea un lugar particular digno de atención. En
México se producirán las discusiones que supondrán una crítica
a las experiencias de radicalización política de las que se había
participado en compatibilidad con revisiones que se efectuaban
en Europa y también diferentes caracterizaciones de esa experiencia y del significado del terrorismo de Estado.
Allí se construyeron las revalorizaciones desde tradiciones
de izquierda, sobre las críticas que florecían en Europa a los socialismos reales y sobre la propia reflexión crítica acerca de los
fracasos de las experiencias revolucionarias en América latina.
En uno y otro caso se arriba a un clima de época marcado por la
mencionada mirada institucionalista de la acción política, que
se expresará menos a través de la historicista sociología política
que de una nueva ciencia política sostenida en relación a las
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 39
ideas de pacto social, reforma política y gobernabilidad, entre
otras. Pero los recorridos que permiten el arribo a un lugar más
o menos similar son distintos.
Sociólogos que eran una referencia ineludible en el campo
de la sociología desarrollado en la radicalización de los años
sesentas y primeros setentas, y que mantuvieron ese prestigio
en el exilio, tuvieron un mismo tiempo miradas revisionistas
sobre las metodologías políticas de cambio social y una profunda
implicación en la cuestión de la transición democrática. Juan
Carlos Portantiero, que había participado de los debates sobre
posibilidades de repensar las experiencias revolucionarias en el
exilio mexicano, y Emilio De Ipola, quien luego de haber estado
encarcelado en la Unidad 9 de la Ciudad de La Plata obtuvo la opción para salir del país y también recaló en México, participaron
de manera central en los debates intelectuales sobre la transición,
la posibilidad de otras formas posibles de la democracia republicana y su relación con el socialismo. Portantiero y De Ipola
tuvieron también la posibilidad de transformar la experiencia de
esos debates, iniciado el gobierno de Raul Alfonsín, en consejos
a los gobernantes y, en ocasiones, en argumentos directos sobre
posiciones en la práctica política. (Burgos, 2004)7 Las disputas en un espacio tensionado ya no simplemente
por la política sino por la derrota político militar (de magnitud
desconocida en el país, infringida por un Estado terrorista) de
un amplio y heterogéneo mundo en el que estaban incluidas gran
parte de las principales referencias de la sociología argentina del
período promovieron evaluaciones y debates simplificadores
desde las distintas posiciones. Una de esas evaluaciones, que se
armó como un sentido común político-cultural y a la que que
contribuyeron a diseñar tanto quienes en el debate reivindicaban
la ciencia política institucio-nalista como quienes la rechazaban y
quienes, en los hechos, la práctica de algunas izquierdas reales no
aggiornadas teóricamente, fue la crítica y defensas consignistas
a las izquierdas de los sesentas setentas. Este era un debate más
de mesas redondas y artículos rápidos —cuyos contendientes
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
eran actores que irremediablemente de manera más o menos
directa estaban marcados por una historia dramática— que de
reflexiones de ciencia social.
Y esto ocluía la posibilidad de observar que no se trató
simplemente —en el caso de quienes produjeron ese movimiento— de una adaptación vulgar a la democracia liberal como bien
observa Burgos (Burgos 2004),8 y, además, que las críticas políticas y teóricas de las nuevas izquierdas de los años sesentas
atacaban no solo la pasividad burocrática de las izquierdas tradicionales sino también (y fundamentalmente) sus reduccionismos
teóricos. La sociología politizada de los años sesentas en sus
mejores expresiones fue compleja y sirvió para generar debates
que permitieron entender mejor sociedades de este rincón del
mundo y (cuando sean revisados sus productos sin la pasión
de los prejuicios) las formas políticas sociales y militares que
adquirió un proceso de importante politización revolucionaria
extendido por anchas y heterogéneas franjas de la sociedad
de la época. Son muchos los ejemplos que se podrían dar para
sostener esta afirmación. La incorporación del psicoanálisis y
su relación con el marxismo, las lecturas de la nueva sociología
francesa y analistas de las zonas más “europeas” de Europa del
Este, el reprocesamiento de elementos proporcionados por la
sociología norteamericana y, entonces, debates significativos
sobre el Estado, sobre la marginalidad, sobre la cuestión de
la singularidad del capitalismo de sociedades periféricas de
modernización tardía y, por supuesto, una sociología política
historicista que piensa las situaciones particulares en las que se
dan las posibilidades de cambio revolucionario.
De esta variedad de abordajes complejos interesa rescatar
acá un aspecto de esas producciones que expresa, contra los
supuestos del mencionado sentido común, la revalorización
de la dimensión política presente en algunos de los análisis
que dan cuenta del proceso de radicalización de los primeros
años setentas y que no excluye de ningún modo la opción de
la lucha armada. Y este aspecto está indudablemente ligado al
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 41
“uso” de Antonio Gramsci. Los análisis del sociólogo militante
de una organización armada incluida en un espacio político
complejo, como Roberto Carri en su evaluación del gobierno
de Cámpora, garantizando “una extensión de la democracia
y un debilitamiento de la guerra contrarrevolucionaria, que
deberá ejecutarse al margen de las estructuras formales del
poder (Carri, 1973), dan cuenta de esas influencias en donde el
predominio de la “guerra de posiciones” no implica necesariamente el abandono de la “guerra de maniobras”. Los planteos
de análisis de la lucha política revolucionaria en el cambio
de opciones que supone el paso del “asalto al poder” por el
“asedio al poder” adquieren formas nada simplistas en las
evaluaciones analíticas que recurren a los apuntes del cautivo
de Cerdeña. En el artículo fechado en 1975 de su libro “Los usos
de Gramsci”, aparecido en 1981, en México, Portantiero aborda
los problemas que pueden posibilitar dar cuenta de entradas
complejas para pensar esos momentos de radicalización. “El
pasaje de la guerra de maniobras a la guerra de posiciones
como estrategia política para la conquista del poder no es algo
que se elige libremente sino que se ‘impone por las relaciones
generales de las fuerzas que se enfrentan.’” El predominio de la
guerra de posiciones como opción estratégica no implica, por
otra parte, el total abandono de la guerra de maniobras; solo
supone que la presencia de ésta se limita a una función táctica.
La lucha política es para Gramsci una estructura compleja en
la que coexisten formas diversas. Pero su carácter global está
fijado por una estrategia que ordena el conjunto. Con esta
definición, que busca asimilar aunque solo ‘como estímulo
para el pensamiento’ a la política con el arte militar, podría
coincidir Mao, quien a fines de la década del 20 pensaba en
la ‘guerra prolongada’, encarnada en una tenaz y paciente
revolución campesina dirigida por cuadros comunistas, como
la alternativa viable a los sucesivos fracasos de los intentos de
‘asalto al poder’ intentados por los núcleos urbanos del Partido
Comunista Chino dentro de los moldes insurrecionalistas del
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
año 17.” (Portantiero, 1981). No es entonces un momento en
que no hay complejidad en la dimensión política, sino que esa
complejidad está enmarcada en estrategias que imaginan las
condiciones para el desarrollo de una lucha revolucionaria.
(Rubinich 2007).
México será también el terreno que posibilitará la construcción de una obra sociológica que intervendrá fuertemente (quizás con más visibilidad en la Argentina posterior a la apertura
democrática) en las luchas por la definición de los procesos que
habían ocurrido desde fines de los sesentas hasta principios de lo
años setentas. Los hechos armados eran el trabajo de quien había
sido discípulo heterodoxo de Gino Germani y un permanente
implicado en la vida política de las izquierdas de los sesentas
(y que luego, en la apertura democrática, no participaría de la
revalorización de la teoría política de tradición liberal). Juan
Carlos Marín se propuso juntar las pretensiones de objetividad
científica y preocupación política para dar cuenta de ese período
en un momento dramático. El libro Los hechos armados, cuya
primera edición fue difundida alrededor de 1978 en México, tenía
como objetivo dar cuenta de las “precondiciones del genocidio”.
Obviamente los recursos de la objetividad, una mirada teórica,
referentes observables que permitieran localizar esa reflexión,
se sostenían en objetivos que trascendían un trabajo académico
restringido a ese mundo. Se dirá en uno de los prólogos (el de
la edición de 1995) “el libro… intentó ser un esfuerzo conciente
por adelantarse y alertar a los iguales acerca de la iniciación y
tendencia de un proceso —para nosotros, en ese momento, inequívoco e irreversible—: la determinación de guerra de exterminio que habían tomado los sectores más grandes, concentrados
y poderosos de los capitalistas argentinos ante la crisis de su
modo de acumulación capitalista.” El trabajo afirma que, con la
recuperación de la ciudadanía política en 1973, se desencadenó
un proceso social que “instaló por un lado el inicio de la crisis
del carácter político del orden social de los ciudadanos” y, por
otro, “la búsqueda de un reordenamiento del orden social como
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 43
recuperación política de la crisis de la identidad política de los
ciudadanos.” En suma, un registro empírico minucioso de los
hechos armados producidos por las diferentes organizaciones
revolucionarias y por las fuerzas denominadas contrainsurgentes
es la base de datos que posibilita construir un objeto reflexivo
en base a una perspectiva teórica en las que se encuentran elementos de Clausewitz, Marx, Piagget y Foucault y que da cuenta
de una lucha de clases en la que su intensidad hizo que, con un
grado de consenso moral de la sociedad capitalista, se convocara
al Estado a la guerra de aniquilamiento.
La quinta etapa es, en términos de los debates, una continuación del exilio, pero también, concretamente, supone una
reconstitución de la carrera de Sociología de la Universidad de
Buenos Aires y la vuelta de profesores que formaban parte de
referencias fuertes de la sociología argentina. Se da la posibilidad de hacer públicos los debates en el país y la actualización
de esos debates, interrogando acerca de las características
efectivas de esa democracia republicana que se experimentaba
concretamente.
La publicitación de lo ocurrido con las acciones del terrorismo de Estado hacían más visibles los resultados de una
represión que había adquirido formas trágicas y, sin lugar a
dudas, influenciaba (por supuesto que no de manera unívoca
y probablemente también reconociendo esas influencias en
posiciones contradictorias) las maneras de pararse frente a la
situación contemporánea y al pasado inmediato.
Aspectos definidos de las argumentaciones que se esgrimirán en los posicionamientos frente a esa concreta democracia
se habían elaborado en el exilio. El arribo a la crítica de las
izquierdas en el marco de la resignificación de las democracias
parlamentarias, y en ese contexto, la opción de las socialdemocracias como un espacio de inserción en la lucha política para el
espacio que provenía de una experiencia de análisis sustentado
en marxismos aggiornados que habían criticado el economicismo y revalorizado la política en los años sesentas es mucho
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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más que un simple golpe de timón. Quizás la experiencia de la
revista Controversia, hecha por exiliados argentinos en México,
es el indicador que permite recomponer los elementos que
conformarían esta transformación. Allí aparecerán los debates
intelectuales eurocomunistas sobre el deterioro del socialismo
real y la mirada crítica sobre la experiencia propia. (Ver Casco
2005, Burgos 2004).9 La institucionalidad democrática permitió la recomposición de la práctica de la investigación en sociología. Las universidades públicas rearmaron sus programas y las carreras de
grado proporcionaron una formación que, en el marco de los
debates y las crisis de las izquierdas, se volvían más plurales
en diversos sentidos. También en compatibilidad con procesos
internacionales, se habilitaron diversas miradas teóricas que
podían observarse con menos prejuicios que cuando la sociología
estaba atada con fuerza y también con imaginación a proyectos
revolucionarios. Las situaciones de crisis pueden posibilitar esos
recorridos por zonas de la biblioteca propia que no se visitaban.
También comenzó a haber una habilitación efectiva a diferentes
estilos de abordaje en los procesos de construcción de datos y
a una creciente preocupación por realizar trabajo de campo sin
dogmas técnico-metodológicos.
Es verdad, no obstante, que ya en la democracia el análisis
cultural fuertemente valorativo sobre el autoritarismo supuso
una descalificación de la violencia, entendible bajo aquellas
circunstancias históricas, en la que no necesariamente se desagregaba analíticamente entre el papel de los grupos revolucionarios civiles y la violencia estatal. Los análisis puntuales que
desplegaran las herramientas de la teoría social sobre los años
inmediatamente anteriores al golpe no abundaban, aunque si
las miradas macroeconómicas. Una situación de represión inédita en la Argentina no hacía fácil recuperar algunas cuestiones
básicas de la teoría social, como la de entender los fenómenos
sociales y políticos en relación a un contexto, a la conformación,
en este caso, de situaciones que habían implicado a sectores
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 45
importantes de la población obrera y de sectores medios y en
ellos a amplias franjas del mundo universitario.
Las palabras de un referente de la sociología radicalizada
de los años sesentas y setentas en América Latina, como Anibal
Quijano, pueden ser tomadas, más que como diagnóstico, como
indicador magnífico de una sensibilidad presente, sobre la que
se hacía todo lo que se hacía y que flotaba densamente en el
ambiente, pero que no se deseaba o no se podía nombrar. Dice
Quijano: “Es necesario apuntar esa especificidad: fue la mayor
derrota de 500 años. Me explico. En los últimos 500 años,
conforme la historia fue corriendo, siempre pareció haber un
horizonte brillante, con muchos nombres: progreso, identidad,
liberalismo, nacionalismo, socialismo. Las derrotas fueron
siempre coyunturales. Hubo muchas derrotas pero también, de
hecho, hubo muchos éxitos. La lucha anticolonial fue extendida
y América fue el primer escenario de esta confrontación. Creo
que con la derrota última no solamente fueron derrotados los
regímenes políticos, movimientos, organizaciones, discursos,
sino que por primera vez todo ese horizonte se hundió. Por eso
fue tan fácil que surgiera y predominara un pensamiento único,
como un sentido común para todo el mundo. Incluso para la
gente más resistente o quizás más lúcida fue un período de un
aislamiento terrible, muchos de nosotros hemos sentido más
de una vez ser una minoría de uno. Casi súbitamente las cosas
que la gente esperaba y creía posibles quedaron como discurso
pasado y de un pasado remoto. Para mucha gente ese discurso
tipo lucha de clases, revolución, empezó a ser sentido como
cuando hoy día uno habla del dios Orus, sin que produzca nada
más que cosa intelectual.” (Quijano 2002)
Y, efectivamente, lo que se llamó pensamiento único se extendió como una mancha de aceite por las distintas sociedades
y en sus distintas esferas. También en el mundo de las ciencias
sociales. En el caso específico de la Argentina se puede hablar de
una sexta etapa en la configuración de la sociología, sobre todo
porque, en este caso, en el dibujo del campo sociológico hay un
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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inficionamiento fuerte en la autonomía del núcleo de producción
de conocimiento por la intromisión de concepciones surgidas de
organismos financieros internacionales que intervendrán sin
mediaciones en el campo académico, produciendo visiones del
mundo con legitimidad académica.
Que los organismos financieros se convirtieran en diseñadores conceptuales de políticas públicas de los Estado nacionales
de América Latina en los años noventas y tuvieran la suficiente
capacidad política para lograr la implementación concreta de
esas políticas públicas convierte a esos organismos en un espacio
del mundo tecnocrático con gran fortaleza política. Pero que
posean no solamente la capacidad de producir conocimiento
sobre lo social, sino que además hayan logrado prestigiarlo
como conocimiento académico plantea algunos problemas a
la sociología académica, a la producción de conocimiento en
autonomía. La autonomización relativa del mundo científico y
cultural de los poderes políticos, económicos y religiosos es el
ideal de funcionamiento de la ciencia y la cultura modernas y
existen instituciones que, no sin tensiones, expresan ese ideal.
En la década de los noventas, una visión individualista de lo
social, que podía ser predominante en una ciencia económica al
servicio de poderes transnacionales pero que apenas tenía alguna presencia marginal en el mundo académico de la sociología,
ocupó un lugar importante en éste, a partir de una relación de
ida y vuelta entre franjas de ese mundo académico e instituciones
financieras internacionales como el Banco Mundial y el BID.
Zonas relevantes del mundo académico tecnocratizado
de las ciencias sociales tuvieron un papel importante en los
cambios significativos que la sociedad argentina sufrió en los
años noventas. El equipo entero de educación de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales participó como tanque
de pensamiento para el Ministerio de Educación del presidente
Menem, que produjo la transformación más regresiva de la
historia del sistema educativo argentino. La revolución neoconservadora se encontraba con las ciencias sociales de manera
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 47
productiva principalmente en las áreas de salud, educación y
social
Este proceso de recolocación de la tecnocracia en el horizonte regional y su concreta ingerencia en el diseño e implementación de las políticas públicas produjo una transformación
cuantitativa en los recursos humanos del estado que provocó un
incremento significativo de profesionales de la sociología, principalmente en trabajos que eran definidos a término. El consultor
ya no era el experto particular que brindaba asesoramiento a
un equipo, sino que los mismos miembros de un equipo de un
ministerio eran personal contratado que podía desempeñar
rutinas durante años, similares a las de un funcionario estatal,
solo que se encontraba en una situación laboral flexibilizada. La
persistencia de estas actividades durante veinte años ha transformado el paisaje estatal y ha generado saberes específicos, en
gran parte todavía deudores de ese momento fundacional ligado
a los comienzos de la revolución neoconservadora.
En alrededor de casi tres décadas de funcionamiento de
las instituciones democráticas, el campo de la sociología se ha
complejizado, tanto en las especializaciones en el interior del
mundo académico como en las múltiples inserciones profesionales en distintos espacios de la vida social. Quizás el indicador
de esta complejidad pueda encontrarse en la multiplicidad de
abordajes que se realizan desde el mundo académico, intentando
dar cuenta de la complejidad del mundo social en el presente.
En lo que se refiere al núcleo central del campo extendido de
la sociología, es decir la zona de producción de conocimiento, se
ha desarrollado en las últimas décadas una importante capacidad
de producción. Alrededor de cuatro mil personas ligadas al mundo de la sociología asistieron al Congreso Nacional de Sociología
organizado por la Carrera de Sociología de la Universidad de
Buenos Aires, cuyo eje temático se armaba en base a la pregunta ¿Para qué la sociología en la Argentina actual? Esa
cifra, según sostiene Ricardo Sidicaro (Sidicaro, 2005) “superó
con creces las concurrencias de este tipo de actividades…” y se
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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demostró “… interés por los debates científicos sobre cuestiones
sociales, políticas y culturales, difíciles de encontrar con igual
nivel de pluralismo teórico en otros ámbitos”. “Los temas de las
1200 ponencias presentadas”, continúa Sidicaro, “y de los paneles con la participación de especialistas nacionales y extranjeros
se caracterizaron por la apertura conceptual y la multiplicidad
de enfoques. A la altura de la sociología mundial, coexistieron
allí todas las preocupaciones teóricas dedicadas a indagar sobre
las ambivalentes sociedades contemporáneas, algo muy distinto
a las monocordes dicotomías que durante años fijaron las agendas de los coloquios de ciencias sociales (sociedad tradicionalsociedad moderna, dependencia-desarrollo o democraciaautoritarismo), en donde los intercambios de opiniones estaban
casi clausurados de antemano. Aquí, en cambio, la diversidad de
cuestiones fue lo que primó. En tanto espacio de elaboración de
conocimientos donde las sociedades se piensan a sí mismas, la
práctica de la sociología asumió colectivamente en esos cuatro
días los desafíos de plantear nuevas preguntas y proponer sus
respuestas provisorias y tentativas.” (Sidicaro 2005) IV
Los hombres, dice un autor clásico, hacen su propia historia,
pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas
por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por
el pasado (Marx, 1995 [1852]). Dar cuenta de esto, que es una
cuestión central de la teoría social, resulta imprescindible para
intentar abordar cualquier hecho social. Para el caso de la sociología, que puede contar con la sociología del conocimiento como
una herramienta en la construcción de sus objetos analíticos, no
hay duda de que tener presente esto es, ni más ni menos, que un
elemento que debe pensarse como constitutivo. Simplemente
porque el hecho de poder reconocer que, además de conformar
un capital, en este caso específico, “la tradición de todas las generaciones muertas puede oprimir como una pesadilla el cerebro
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 49
de los vivos” nos permite transformar quizás una porción de esas
opresiones en elementos productivos que contribuyan a decir algo
de nuestra propia sociedad.
Notas
1 En la tesis de maestría de Diego Pereyra se encuentran datos que respaldan
un interesante análisis sobre la institucionalización de la sociología en la
Universidad de Buenos Aires (Pereyra, 1997). Allí se menciona que el reconocimiento institucional de la sociología era parte de un proceso que se estaba
dando en las universidades europeas y americanas. “En 1865 se había fundado
la American Social Science Association. En 1877, Eugenio de Hostos creó un
Instituto de Ciencias Sociales en Caracas. Cinco años más tarde, en Bogotá se creó
una cátedra de Sociología, que puede ser considerada la primera en el mundo.
Su profesor era Salvador Camacho Roldán…” (Pereyra 1997). Las cátedras de
sociología se extendían por todo el continente latinoamericano. A la de Buenos
Aires de 1898, la sucede la de Asunción, en 1900; en 1906, La Plata, Caracas
y Quito; en 1907, Córdoba, Guadalajara y México. (Blanco, 2005) En 1892 se
crea el Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, y en 1894
esa universidad comienza a editar el American Journal of Sociology. En 1893,
impulsado entre otros por Gabriel Tarde y Enrico Ferri, se crea en Europa el
Instituto internacional de Sociología, y, en 1896, en oposición a ese movimiento, Emile Durkheim, junto con Mauss y Simmiand, inició la edición de L’Anné
sociologique. (Pereyra 1997).
2 En 1966 se conocieron documentos que probaban que la CIA había subvencionado a través de un sistema de falsas fundaciones o “incluso de algunas muy
conocidas como la Ford.” Picó 2003). Esto implicó un escándalo que derivó en
preguntas incómodas para la época. “Qué debería hacer un ‘pensador libre’ -preguntaba el Sunday Times de Londres- cuando descubre que su pensamiento ha
estado financiado por una agencia de inteligencia y su política agresiva de guerra
fría?” Algunos como Aron y Galbraith y otros confesaron su desconocimiento y
se sintieron muy molestos” (Picó 2003).
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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3 En su tesis de doctorado de la University of Sussex at Brighton “International
Networks and the Institutionalisation of Sociology in Argentina (1940-1963)”
(Pereyra 2005), Diego Pereyra sostiene que las fundaciones y los investigadores
norteamericanos no tenían como prioridad el área latinoamericana en los años
cincuentas. La Revolución Cubana y la Alianza para el progreso cambiaron
la situación. El referente de la vieja Sociología de cátedra Alfredo Poviña y el
modernizador Gino Germani disputaron los fondos de esas ofertas. Y aunque
Germani fue más exitoso en su relación con las fundaciones Ford y Rockefeller,
parecen haber existido en este caso contradicciones entre los representantes de
las fundaciones y los interese diplomáticos norteamericanos. Según Pereyra, la
embajada norteamericana en Buenos Aires creía que Poviña y su grupo eran más
compatibles que Germani con los intereses norteamericanos de la guerra fría.
En términos del estilo de hacer sociología, sin embargo, Germani recuperaba la
necesidad de la sociología empírica que promovían las fundaciones.
En un trabajo reciente, Joseph Picó se ocupa de analizar las sociologías norteamericana y europea luego de la segunda guerra mundial. El libro se titula “Los años
dorados de la sociología (1945-1975)” (Picó, 2003) y atiende a los cambios que
van desde teorías de la constitución del orden social a su rechazo. El papel de la
política exterior de EEUU y su relación con las ciencias sociales es contemplado
aquí a través del análisis de las fundaciones. Como observa Picó, esta relación fue
observada aún desde miradas no radicalizadas de la propia sociología estadounidense, que no suponían necesariamente una descalificación de ese encuentro.
Para Horowitz, las fundaciones desempeñaron un papel de apoyo al Estado y sus
políticas públicas, tanto dentro como fuera de América, que a su vez sirvió para
integrar y legitimar a las ciencias sociales y a sus científicos en el marco de los
postulados liberales” (Pico, 2003).
4 A medida que avanzaba la década crecerían las instituciones que ofertaban
las carreras de sociología y, obviamente, la cantidad de estudiantes. En 1969,
”alrededor de 4000 estudiantes (aproximadamente el 1,6% del total de estudiantes universitarios) sigue la carrera de sociología en 9 lugares; 3 universidades
agrupan aproximadamente el 90% del alumnado. El resto concurre a las instituciones que iniciaron sus actividades luego de 1966”. A estos lugares de grado
se les debe agregar el posgrado de “las escuelas de sociología de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales y la de Filosofía y Humanidades de la Universidad
Nacional de Córdoba”. (Rubinich 1999)
5 Los centros de investigación como el Centro de Estudios de Estado y Sociedad
(CEDES) y el Centro de Investigación sobre el estado y la administración (CISEA),
se convirtieron en espacios de reflexión que en ese momento de restricción de
libertades cumplieron un papel importante en la producción de conocimiento y
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 51
también en la formación de investigadores jóvenes. El mencionado en segundo
término funcionó en algún tramo anterior a las elecciones y en un momento
inmediato posterior como un verdadero Think Tank del alfonsinismo. De esos
espacios surgieron los análisis de Guillermo O’Donell sobre el Estado burocrático
autoritario, los análisis de Jorge Sábato sobre las clases dominantes, los trabajos
de Oscar Ozlak sobre la conformación del estado argentino y las miradas críticas desde la economía a las políticas neoliberales de Adolfo Canitrot y Roberto
Frenkel. Allí coexistirán perspectivas de análisis diferentes y surgirán estilos
de trabajo que se consolidarán luego en democracia, como los análisis socio
antropológicos promovidos por Jorge Balán y Elizabeth jelin. Otros centros
como el CEUR, el CENEP y el dependiente del estado CEIL, que no tuvieron la
relevancia política de los anteriores, fueron también espacios que posibilitaron
la continuidad de la investigación académica.
6 “La Carrera de Sociología se estructura orgánicamente como dependiente del
rectorado de la UBA (intervenido desde 1976) con un delegado normalizador
en su dirección que será responsable del patrimonio existente de la Carrera así
como de los fondos para su funcionamiento.
Durante la gestión de Tecera del Franco se nombró una Comisión de Estudios
para la Carrera de Sociología “…para que entienda, asesore y recomiende al
suscripto, en todos los problemas que se planteen en el funcionamiento académico, docente y técnico de la misma”. Esa Comisión estaba integrada por los
profesores Santiago Valdés, Carlos Weiss, Raúl Somerville y Enrique Pistoletti
como asesores académicos, y Julián Ruiz como asesor técnico. Los nombrados,
convocados directamente por el delegado normalizador, no contaban con una
carrera académica reconocida en la Sociología ni exhibían antecedentes suficientes para una función que, en términos concretos, significaba la reorganización de
la Sociología como disciplina universitaria. El golpe de Estado de 1976 provoca
la renuncia de Tecera del Franco. El Delegado Militar en la Universidad de
Buenos Aires, Capitán de Navío Edmundo Said, dispone entonces designar un
Consejo Asesor para la Carrera de Sociología, al tiempo que prohíbe el dictado
de clases por parte de los profesores nombrados hasta ese entonces, los cuales
deberán cesar antes del primero de enero de 1977. Sin embargo, en agosto de
1976 se nombra un Rector en la UBA, Alberto Constantini, y dejan de desempeñar sus funciones el Delegado Militar en la UBA E. Said y el Delegado Militar
de la Facultad de Derecho y la Carrera de Sociología, Capitán de Fragata Julio
Santoianni.
En Septiembre de 1976 se designa a Carlos Weiss como delegado de la Carrera de
Sociología, al tiempo que se ratifica la Comisión de Estudios para reorganizar la
Carrera. La vacante dejada por Weiss en dicha Comisión la ocupa el Licenciado
52 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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Carlos Escudé. A fines de Octubre de ese año, Weiss es reemplazado por el Dr.
Efraín del Castillo como Delegado de Sociología.
Con esta “normalización” de la Carrera se avizoran las condiciones para reabrir
la inscripción. Se amplía la planta administrativa y, en el segundo cuatrimestre
de 1977, luego de un nuevo reemplazo de Delegado, el Dr. Carlos Bianchi por
E. Del Castillo, comienzan las clases con un nuevo programa de estudios. Se
presenta también un cronograma de actividades de la Carrera hasta Marzo de
1978 que incluye fecha de exámenes regulares y libres, dictado de seminarios,
ceremonia de graduación. Más adelante se dispone la necesidad de reglamentar
y organizar los cursos de ingreso a la Carrera para las nuevas inscripciones.
En Noviembre de 1978, Tecera del Franco reingresa a la Carrera en el cargo de
Director de Tesis. Ya en 1979 se reglamentan nuevos seminarios de investigación así como las condiciones requeridas para el egreso de la Carrera. También
se reabre la Biblioteca de Sociología que funcionó en el edificio de la UBA de
Azcuénaga 280, y en 1981 se reglamenta el traspaso desde Filosofía del Instituto
de Sociología, cuya primera dirección va a ejercer también Tecera del Franco.
Luego se van a abrir centros de investigación dentro del Instituto, dirigiendo
Tecera el Centro Laboral-Político, Pistoletti el Centro de Investigación SanitarioEducacional y el Licenciado Marcelo Di Grillo el Urbano-Rural. Por último, en
Julio de 1981 se designa un Consejo Asesor de la Carrera de Sociología, conformado por Rodolfo Tecera del Franco, Enrique Pistoletti y Carlos Weiss. Los
últimos delegados de la Carrera fueron el Licenciado Carlos Lazzari en 1982 y
el Licenciado Fernando Cuevillas en 1983” (Raus 2007).
7 La intervención de los sociólogos en la vida pública fue parte de la rutina del
mundo político cultural de la transición democrática. Oscar landi, José Nun,
Horacio González, Liliana De Riz, entre muchos otros ocuparon asientos junto a
los mencionados en el texto y también a intelectuales provenientes de las humanidades en cientos de mesas redondas, conferencias, presentaciones de libros y
revistas, seminarios más o menos informales a lo largo de la década del ochenta.
La revista Punto de Vista y la revista Unidos y luego La ciudad Futura serán las
tribunas de este nuevo debate sobre las formas democráticas y sus posibilidades.
8 “Cuando intelectuales como James Petras o Agustín Cuevas o el más joven
Kim Park explican las enormes transformaciones en el pensamiento de la
izquierda política sólo como parte de una maniobra estratégica de los EEUU
o de la socialdemocracia europea a través de sus agencias privadas o estatales
de financiamiento de la investigación incurren en una grave simplificación que
tiene como principal consecuencia negativa el ocultamiento de contribuciones
legítimas para el pensamiento transformador latinoamericano.” (Burgos, 2004)
9 “La Dirección de la revista Controversia estuvo a cargo de Jorge Tula, también
integrante de este grupo, y su Consejo de Redacción estuvo formado por Sergio
Bufano, Carlos Abalo, José María Aricó, Ricardo Nudelman, Rubén Caletti,
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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Nicolás Casullo, Oscar Terán, Héctor Schmucler y Juan Carlos Portantiero. El
eje que aglutinó a estos intelectuales en torno de la revista fue, de modo central,
el reconocimiento de la derrota de los proyectos políticos en los que se habían
enrolado, y este reconocimiento era el punto de partida para una reflexión critica
y superadora. Superadora de las posiciones políticas pero también teóricas con
las que habían actuado en esos convulsionados años. Así, el marxismo, el populismo representado en Argentina por el peronismo, los regimenes socialistas
de Europa del Este son algunos de los focos centrales del análisis y la reflexión
que recorren sus números.” (Casco, 2005).
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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Las ciencias sociales y el surgimiento de un mercado
del saber experto. Las bifurcaciones de la sociología
argentina en el final del siglo XX
Gastón J. Beltrán
La compilación de artículos que componen este libro son el resultado de un trabajo colectivo iniciado hace ya algunos años, en
cuyas diferentes etapas colaboraron un gran numero de personas. En este sentido, más allá de las preguntas que organizan la
investigación, los resultados que presentamos aquí son también
el fruto de las preguntas que se hizo cada investigador acerca de
nuestro objeto de estudio. Nuestra indagación se convirtió así
en una exploración sobre las características y límites de nuestra
propia disciplina. En mi caso y en el de otros, la realización de
este trabajo coincidió con el momento de finalización de la carrera y el ingreso al mundo (o a los mundos) del ejercicio de la
sociología. Entender el campo sociológico en Argentina fue, para
alguno de nosotros, al mismo tiempo un modo de entender o de
poder pensar nuestras propias trayectorias personales.
Esta tarea colectiva se inscribió en el marco de un proyecto
UBACyT dirigido por Lucas Rubinich y que estuvo impulsado
por la Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires. Originalmente se trató de
la continuación de otro trabajo, también dirigido por Rubinich,
sobre las vinculaciones históricas entre la sociología argentina
y la política (Rubinich 1999). Los resultados de aquel otro proyecto habían dado cuenta de la complejidad de las imbricaciones
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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entre la sociología y las diversas esferas del mundo social.
Habiéndonos centrado en el plano político, habíamos podido
observar en qué medida la estrecha asociación con esta esfera
había dado forma, entre los años 50s y 80s, a la sociología local. Sintéticamente, para comprender las formas de reflexión y
práctica de los científicos sociales en Argentina es indispensable
tener en consideración los vaivenes de la política nacional. En
Argentina, esto no constituyó un mero “contexto de producción”,
sino que significó un espacio de interacción que dio lugar al
surgimiento de las orientaciones y debates más relevantes del
mundo de las ciencias sociales. En aquellos años, y como parte
de una relación fuertemente tensionada, sociología y política se
constituyeron en las dos caras de una misma moneda (Rubinich
1999).
Una vez finalizada aquella investigación en los años finales
de la década de los 90s, comenzamos a interrogarnos sobre el
carácter que presentaba esa relación en aquel presente y, luego,
sobre los efectos que las transformaciones políticas, económicas
y culturales ocurridas en esa década habían tenido sobre la producción de conocimiento y el ejercicio de las ciencias sociales.
Como situación general, observábamos la introducción de un
conjunto de reformas tendientes a ubicar al mercado como la
principal fuente de regulación social, al mismo tiempo que el
estado, y luego la política en términos más generales, eran objeto
de fuertes cuestionamientos (Lechner 1997; Sidicaro 2002). Si el
cambio en las relaciones entre estado, sociedad y mercado había
impactado sobre todos los ámbitos de la vida social, ¿cuáles eran
entonces los alcances de estas transformaciones en relación con
la práctica de las ciencias sociales? Si la sociología no podía ser
pensada independientemente del cambio político, ¿debíamos repensar los significados de la práctica sociológica como resultado
de los cambios más generales que observábamos? Y, por último,
teniendo en cuenta esas transformaciones, ¿de qué manera se
pensaban los sociólogos a sí mismos y a su propia disciplina?
¿Continuaban siendo aquellas tensiones identificadas en las
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 57
décadas precedentes las claves para la organización del ámbito
de la sociología en Argentina?
Partiendo de estas preguntas, nuestro objetivo inicial estuvo
orientado a comprender la situación de la sociología Argentina
en el contexto de las reformas de los años 90s. La hipótesis de
partida fue que la introducción de las reformas mencionadas
tuvo un fuerte impacto sobre las configuraciones de las ciencias
sociales, en general, y, en particular, sobre la sociología. Uno de
los aspectos más visibles de estas transformaciones fue la consolidación de un mercado profesional que acabó dando origen
a un campo mucho más heterogéneo que el del pasado.
Tomando entonces a la sociología como nuestro objeto de
análisis, el primer objetivo consistió en dar cuenta del modo en que
se encontraba organizado su campo en Argentina tras la irrupción
de las reformas de mercado. Partiendo del supuesto de que éste se
había diversificado, nuestro segundo objetivo fue dar cuenta de esa
heterogeneidad, identificando los distintos sub-campos en que se
organizaban las prácticas de los sociólogos. La construcción de esos
campos se realizó a partir de lo que los sociólogos “hacen” como
parte de la práctica de su profesión, buscando definir las formas de
hacer sociología en términos de lo que los propios sociólogos reconocen como modos legítimos de su ejercicio. Finalmente, nuestro
tercer objetivo estuvo orientado a comprender en qué medida la
consolidación de estos sub-campos suponía un cuestionamiento a
las formas más tradicionales de entender, definir y hacer sociología.
De este modo, nos propusimos no sólo identificar cada uno de los
sub-ámbitos de la práctica sociológica, sino también establecer
un conjunto de relaciones entre ellos, en particular entre los subcampos asociados a la lógica del mercado y el sub-campo del ámbito
académico.
En función de estos objetivos, a lo largo de la investigación se consideraron tres dimensiones analíticas (fuertemente
imbricadas, pero con lógicas y características particulares). En
primer lugar —y en esto consistió nuestro principal objetivo de
investigación—, buscamos dar cuenta de los cambios objetivos
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
ocurridos en el campo de la sociología. Esto significaba establecer
las posiciones y relaciones entre las distintas actividades que,
dentro del amplio abanico de aquellas cosas que los sociólogos
hacen, eran reconocidas por los miembros del campo como
formas legítimas de ejercicio de la sociología.1 En segundo lugar, prestamos especial atención al contexto de producción de
la sociología, tanto en el período específico en que centramos
nuestro análisis como en relación con las huellas dejadas por
los procesos históricos. En este sentido, buscamos ubicar los
cambios sufridos por la sociología en relación con otros más
amplios ocurridos tanto a nivel local como a nivel global. Estos
explican, por un lado, el proceso de creación de un mercado
para el saber experto de la sociología, pero dan cuenta también
de transformaciones vinculadas con los modos de producción
y circulación de conocimiento, tanto dentro como fuera del
ámbito de las ciencias sociales. En tercer lugar, nos propusimos
poner de relieve las trayectorias personales de los sociólogos
que participan de los distintos sub-campos, como un modo de
comprender el alcance de los cambios ocurridos y los significados
que tuvieron cada uno de esos sub-campos para sus miembros.
En este sentido, enfatizamos las formas personales en que se
definen los ingresos a cada ámbito, las expectativas y deseos
involucrados en esos procesos, y el modo en que sociólogos de
cada ámbito se perciben a sí mismos y al resto del campo.
Para pensar las relaciones entre los distintos mundos, tomamos prestadas algunas categorías analíticas de Pierre Bourdieu,
particularmente la noción de campo. Estas categorías no fueron
consideradas de modo estricto, sino que nos servimos de ellas para
generar hipótesis de trabajo y plantear el modo de organización
de los diversos ámbitos en que se desarrollan los sociólogos. Para
Bourdieu, la estructura de un campo es un estado de relaciones
de fuerza entre agentes, grupos o instituciones que participan en
la lucha por la distribución de algún tipo de capital específico.
Por consiguiente, lo que define la existencia de un campo es la
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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existencia de un determinado tipo de capital y la competencia por
su acumulación y apropiación. El objetivo de los enfrentamientos
es la conservación o subversión de la estructura de distribución
del capital específico. Al mismo tiempo, se originan luchas por
establecer las definiciones legítimas de aquellos bienes por los
cuales se compite. Por último, todos los que están involucrados
en un campo comparten una doxa; es decir: una cierta cantidad
de intereses fundamentales que hacen a la existencia del campo
y dan lugar a una complicidad objetiva que subyace a los antagonismos (Bourdieu, 1996, 1997; Swartz, 1997).
Pensar la sociología como un campo supone plantear la existencia de ciertos saberes y metodologías comunes, apoyadas en
la validez epistemológica de la disciplina que todos los sociólogos
comparten, independientemente de cuál sea su ámbito de ejercicio. Sin embargo, cada sub-campo posee objetivos, modalidades
de trabajo e intereses específicos que tensionan sobre los modos
establecidos de hacer sociología. De este modo, la existencia de
distintas esferas de práctica sociológica no da cuenta sólo de
un ordenamiento en el espacio, sino también de la existencia
de tensiones en las formas de comprender la sociología. No
obstante, tanto en términos intelectuales como discursivos es
el ámbito académico el que detenta la capacidad de legitimar
los modos de hacer sociología; los desafíos planteados desde
los otros espacios representan posicionamientos pragmáticos
basado en la práctica, orientados a ampliar su reconocimiento.
Aproximaciones al campo de la sociología argentina: las
etapas del proceso de investigación
Concentrada en los sociólogos egresados de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, esta investigación tuvo el objetivo general de mostrar las configuraciones
del campo de la sociología en Argentina, con el fin de dar cuenta
de los cambios ocurridos en las últimas décadas. En función de
este objetivo, la investigación se organizó en diferentes etapas.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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En primer lugar, ubicamos este trabajo en relación a otras
investigaciones realizadas sobre la sociología en Argentina. De
hecho, una de las particularidades de la sociología en nuestro
país es la existencia de un amplio y prolongado debate acerca
de los significados, alcances y características de la disciplina. La
pregunta por la sociología fue planteada de distintas maneras,
pero estuvo presente ya desde el inicio mismo de ésta como
disciplina científica. Así, la empresa fundante de Gino Germani
supuso no sólo establecer una forma particular de hacer sociología distinta al ensayismo preponderante hasta los años 50s, sino
también establecer un lugar para ésta en el espacio político del
país (Germani, 1968). En ese mismo contexto, la construcción
misma de la disciplina se expresó en numerosos trabajos donde
se discutía la forma en que sociología y política debían vincularse.
Los trabajos de Juan Marsals (1963, 1971) y Eliseo Verón (1970,
1974) buscaban tomar una posición al respecto. En el caso de
este último, el planteo incluía una dura crítica a la concepción
“cientificista” promulgada por Germani.
Hacia el final de los años 70s se produjo un primer giro.
Luego del golpe de estado, la sociología pasó a estar marginada
de la política, y algunos de sus miembros comenzaron entonces
a realizar algunos balances respecto a los años previos, como en
el caso del trabajo de Francisco Delich (1977). Durante la década
de los 80s y los años que siguieron, la pregunta siguió estando
centrada en las vinculaciones entre la sociología y la política.
La experiencia de la transición democrática —con activa participación de los sociólogos en la vida pública— y el desenlace de
finales de la década dejaban abiertas preguntas sobre los vínculos
pasados y presentes entre ambas esferas. Los trabajos de Silvia
Sigal (1991), Ricardo Sidicaro (1993), Lucas Rubinich (1994,
1999) y Diego Raus (2007) son ejemplos de esta indagación.2 En este sentido, un trabajo de distinto orden es el de Horacio
Gonzalez, que a partir de una serie de ensayos se propuso recuperar el pensamiento de los principales referentes históricos
de la sociología (2000).
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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Más recientemente, otros trabajos tomaron también a la
sociología como objeto de estudio. En estos trabajos, la referencia histórica continúa siendo central, en la medida en que
consideran que las huellas históricas de la sociología argentina
resultan elementales para comprender el estado de la sociología actual (Pereyra, 2001, 2005, Blanco 2005). En algunas de
estas indagaciones se busca dar cuenta de la relación entre las
formas de hacer sociología y formas particulares de producción
de conocimiento. Así, si bien la estrecha relación con la política
continúa ocupando un lugar central, el tipo de saberes producidos por la disciplina ha sido también objeto de indagaciones
(Neiburg, 1998, Neiburg y Plotkin, 2004).
Por último, han aparecido trabajos de investigación orientados a poner de relieve cuestiones ligadas tanto a la formación
universitaria de los sociólogos como a las condiciones de ingreso
al campo profesional. Entre los primeros, vale la pena destacar
el trabajo coordinado por Pablo Bonaldi sobre los estudiantes
de sociología de la Univeridad de Buenos Aires (Grupo Pensar
la Facultad, 2007). También son dignos de consideración el
proyecto dirigido por Miguel Forte sobre la misma temática
y mi propio trabajo en donde se analiza comparativamente la
formación superior de sociólogos y economistas (Beltrán, 2005).
Entre los segundos, se destacan aquellos que ponen el acento en
el desarrollo profesional de la sociología. Como antecedente de
estas indagaciones se pueden mencionar algunas de las reflexiones de Manuel Mora y Araujo (1989). Más cerca en el tiempo,
los trabajos coordinados por Julio Testa sobre la inserción de los
sociólogos en el mercado de trabajo constituyen una importante
referencia para los estudios sobre la profesionalización de la
sociología (Testa et. al, 2007).
Las hipótesis que guían esta investigación se encuentran en
diálogo con estas tradiciones. Por un lado, se busca recuperar
algunas de las preguntas de los trabajos clásicos que reflexionan
sobre la sociología en relación con contextos amplios y como parte de configuraciones complejas de relaciones, y, por el otro, se
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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pretende poner el acento en la centralidad que tiene el mercado
en la actualidad, para comprender el carácter que adquiere hoy
la disciplina. La generación de un mercado y la multiplicación de
espacios de práctica profesional no deben ser pensadas entonces
como la mera ampliación de los posibles casilleros a ser ocupados
por los nuevos sociólogos, sino como la génesis de un nuevo e
intrincado espacio de relaciones que suponen redefiniciones,
tensiones y disputas acerca de los significados de la sociología.
El trabajo de campo se dividió, a su vez, en dos instancias:
una cuantitativa y otra cualitativa.
La etapa cuantitativa consistió en la realización de una
encuesta con el objetivo de identificar las prácticas desplegadas
por los sociólogos en el interior del campo (sobre los detalles
de la encuesta, véase Rubinich y Beltrán, en este volumen). La
encuesta se aplicó al universo de los sociólogos egresados de la
Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires entre los años 1988 y 1998.3 Una vez analizados los resultados, nos fue posible confirmar la existencia de distintos ámbitos en donde se practicaba la
sociología y que, al mismo tiempo, eran considerados legítimos
por los miembros de cada uno de los otros sub-campos. A partir
de estos datos, pudimos sacar algunas conclusiones generales y
encontrar algunas regularidades respecto a las formas de organización del campo. Por último, esta etapa del trabajo de campo
nos permitió reforzar algunas hipótesis y reformular otras de
cara a la siguiente instancia de la investigación. La confirmación de la existencia de un amplio campo para el ejercicio de la
sociología y el hecho de que muchos de estos espacios ocupaban a una proporción importante de los sociólogos (Rubinich
y Beltrán, en este volumen) fueron los puntos de partida para
la construcción de una tipología de ámbitos de inserción de los
sociólogos. Así, definimos la existencia de seis sub-campos de
práctica sociológica.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 63
Ámbito Académico: Se trata del ámbito clásico de inserción de los sociólogos.
Incluye la práctica de la docencia y la investigación en el mundo universitario.
Se trata de sociólogos que trabajan para universidades públicas y privadas,
así como en institutos destinados a la enseñanza superior o la investigación.
Constituye uno de los ámbitos de mayor prestigio para la comunidad sociológica
(Véase Bizai, Stechina y Harracá en este volumen).
Ámbito Estatal: Se trata de un espacio también tradicional de inserción para
los sociólogos, pero que creció con el proceso de “racionalización del estado”.
Su crecimiento se dio, sin embargo, en áreas específicas de expertisse dentro
del estado (Véase Beccaria y Goldfarb en este volumen).
Ámbito de los Organismos Supranacionales: Estrechamente vinculada a
la inserción en el estado local, se encuentra la participación en organismos
multilaterales, fundamentalmente en el rol de consultores y asesores. Hubo
también una expansión de este ámbito durante los años 90s (Véase Miguel y
Vanoli en este volumen).
Ámbito Privado. Consultoría: Las consultoras de recursos humanos, estudios
de mercado y opinión pública se han convertido en uno de los espacios de
mayor demanda para los sociólogos. Constituyen una de las expresiones más
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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claras de la mercantilización del saber sociológico (Véase Beccaria y García
en este volumen).
Ámbito Privado: Empresas: El trabajo en las grandes empresas privadas
también tuvo un despliegue de gran magnitud, asociado a los procesos de
racionalización y complejización burocrática (Véase Casco y Edelman en este
volumen).
Ámbito del Tercer Sector: A partir de los años 80s, las Organizaciones de la
Sociedad Civil crecieron en importancia en Argentina. La participación de los
sociólogos es aún menor en comparación con otras profesiones, pero se ha convertido paulatinamente en una opción más de inserción profesional.
La etapa cualitativa del campo se diseñó tras la definición
de estos seis sub-campos. En términos de la organización del
trabajo, distintos miembros del equipo de investigación se
concentraron en la indagación de cada ámbito. El objetivo fue
buscar tanto particularidades como similitudes entre cada uno
de ellos, indagando sobre sus lógicas de funcionamiento, las
características de sus miembros, los criterios específicos de
ingreso y las percepciones involucradas en cada caso respecto
al mundo académico.
El abordaje de cada sub-campo consistió en la combinación
de búsqueda de fuentes secundarias y datos estadísticos y en la
realización de entrevistas en profundidad. Los datos secundarios y estadísticos tuvieron como fin identificar características
objetivas y reconstruir los procesos históricos que llevaron a
su conformación. La realización de entrevistas en profundidad
empleando cuestionarios semi-estructurados permitió establecer
algunas precisiones respecto a las características de espacio, así
como conocer los sentidos comunes, visiones y percepciones
de quienes forman parte de ellos. Asimismo, nos hizo posible
reforzar el análisis previo respecto al vínculo entre trayectorias
(familiares y personales) y las estrategias de ingreso. Por último, fue a partir de estas entrevistas que pudimos avanzar en la
formulación de hipótesis respecto a las tensiones existente entre
los distintos sub-campos y el ámbito académico.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
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Los trabajos presentados en esta compilación son el resultado de las investigaciones llevadas a cabo por los miembros
del equipo en lo que se refiere a cada uno de los sub-campos.
Sintetizan las características de cada uno de esos espacios y
ponen de relieve los procesos generales en los que se inscriben,
así como los derroteros personales de los sociólogos que se
desempeñan en su interior.
Las múltiples formas de ejercer la sociología en
Argentina
El análisis de los distintos sub-campos en que se encuentra organizada la sociología en Argentina abre una serie de
interrogantes. En primer lugar, obliga a preguntarse sobre
la especificidad del caso argentino, en donde los niveles de
profesionali-zación e institucionalización son menores a los de
otros países. En este sentido, cabe preguntarse en qué medida
esos niveles de institucionalización condicionan las formas
particulares de estructuración del campo al mismo tiempo que
posibilitan la existencia de relaciones de circulación entre las
distintas posiciones.
Por consiguiente, la comprensión del modo en que se configura el campo requiere prestar atención no sólo a las características particulares de cada ámbito específico, sino también a
las posiciones ocupadas por los agentes en esos terrenos. En este
sentido, la pregunta metodológica inicial respecto a qué hacen
los sociólogos adquiere un carácter dinámico: es preciso no sólo
comprender lo que hacen actualmente, sino lo que han hecho
antes, los modos en que han construido sus propias biografías
personales y el modo en que se imaginan a sí mismos como parte
de estos espacios. En el abordaje empírico de cada sub-campo,
buscamos dar respuesta a estas problemáticas a partir de la
búsqueda de regularidades entre sus miembros —en términos
de orígenes sociales, en términos de sus capitales culturales y
en términos de la acumulación de vínculos sociales. A su vez,
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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procuramos distinguir trayectorias y formas de ingreso, tratando
de dar cuenta del modo en que se articulan decisiones, percepciones presentes y expectativas futuras. A su vez, las estrategias
privilegiadas en cada caso, así como los modos específicos de
definir la carrera profesional en cada uno de ellos, dan cuenta
no sólo de diferencias a nivel personal, sino también del modo
en que las relaciones particulares de cada ámbito de ejercicio
profesional estructura los distintos modos de concebir y vivir
la sociología.4 La primera conclusión que surge de nuestro trabajo es que,
al igual que en otros campos, las comunidades del campo de la
sociología no son homogéneas sino que se organizan a partir de
diferencias que establecen jerarquías en base a distintos criterios
de legitimación (Rubinich, en este volumen). En este sentido,
el corte más evidente se vincula con la separación (empírica y
analítica) entre el “mundo académico” y las prácticas profesionales ligadas a la práctica liberal de la profesión.
Esta distinción no es, sin embargo, lineal, sino que engloba
un conjunto de complejas interacciones entre ambos mundos. En
términos de la constatación empírica, el campo de la sociología
se caracteriza por la ausencia de un corte radical entre ambos
espacios, en la medida en que numerosos sociólogos transitan
simultáneamente por ambos mundos. Si bien no es exclusivo
de nuestro país, este aspecto no deja de ser uno de los rasgos
distintivos de la sociología argentina. En segundo lugar, en términos de construcción de jerarquías y formas de legitimación,
las diferencias tampoco son tan tajantes.
Por el lado de las diferencias, la expansión de la sociología
como una profesión de consulta supone, en primer lugar, la
creación de un mercado de servicio específico. En este sentido,
si las profesiones científicas logran legitimarse a través de la
asociación profesional (local e internacional) y el apoyo estatal,
las profesiones de consulta tienen que pasar por “la prueba de
la solución de problemas prácticos propuesta por su clientela
profana” (Freidson 2001). Pero la construcción de ese mercado
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 67
no se produce únicamente en relación con la demanda de saberes
específicos, sino que se vincula con dos procesos: la construcción
de un mercado exclusivo para los miembros de una profesión y
el reconocimiento de un saber legítimo adquirido que hace posible el ejercicio profesional (Larson 1977). En este sentido, si la
creación de un mercado profesional profundiza las diferencias,
la certificación acordada por las universidades, y garantizada por
el Estado, sirve de puente entre el saber legítimo y ese mercado.
Es en esta dirección que los cambios ocurridos en los años
90s —o, mejor dicho, las tendencias afianzadas en esa década—
resultan de enorme importancia para comprender el campo de la
sociología local. Durante esos años se produjo en Argentina una
marcada sacralización del mercado laboral (Rubinich, 2001), que
impactó sobre la difusión de ejercicios profesionales orientados
a la resolución práctica de problemas. Este movimiento puede
ser vinculado con la consolidación de lo que Abbott (1988) denomina “el sistema de las profesiones”. Dicho sistema se asocia
no sólo con la creación de un mercado, sino con la forma en que,
a través de la competencia por detentar saberes socialmente legitimados, las distintas profesiones se disputan espacios de ese
mercado. Según Abbott, en el ámbito de la práctica profesional,
la consolidación opera a través de tres procesos: el diagnóstico
(o sea, la definición y clasificación de un problema), la inferencia
(es decir, el razonamiento acerca del mismo) y el tratamiento
(ni más ni menos que su solución). El segundo proceso articula
el saber formal y la eficacia, lo abstracto y lo concreto, el razonamiento académico y las acciones profesionales. Este proceso
articula, en definitiva, el ámbito del ejercicio profesional con el
de la producción científico-académica. Se trata de la puesta en
ejercicio de los instrumentos de la ciencia para la resolución
de los problemas concretos planteados por los clientes de los
mercados de servicios profesionales.
La emergencia de estos espacios produce, por un lado, un
conjunto de disputas hacia el afuera, con otras disciplinas, por
el monopolio de saberes específicos respecto a la realidad social.
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Al mismo tiempo, se producen una serie de tensiones hacia el
interior, en tanto cada uno de los sub-campos se organiza en
función de la lógica específica del mercado con el que se vincula,
imprimiendo un carácter heterogéneo a la sociología argentina.
En la medida que cada sub-espacio (el académico y los
sub-campos profesionales, cada uno por su lado) se organizan
en función de lógicas diferentes, también son diferentes los
criterios existentes en lo que respecta al ingreso, permanencia
y éxito en cada uno de ellos. Es esta divergencia de criterios la
que genera tensiones con las áreas de formación profesional de
la sociología, dado que quienes se desempeñan en cada área
observan —y por lo tanto reclaman— la existencia de un déficit
en el aprendizaje de habilidades específicas.
Esta constatación revela un problema respecto a la formación sociológica: los sociólogos perciben que en la universidad
argentina se constata algo similar a lo observado hace algunas
décadas por Bourdieu y Passeron (1967) en Francia: el desdén
por los instrumentos básicos para el ejercicio práctico de la
sociología limita las posibilidades de acceso de aquellos que no
consiguen acceder durante la etapa formativa a las redes que
sirven de plataforma para el ingreso efectivo al campo. En el caso
argentino, este punto se encuentra asociado a un aspecto de gran
importancia sobre el que volveré luego: el bajo reconocimiento
del estatus científico de la sociología hace que se acentúen los
aspectos no científicos de la sociología, tanto dentro como fuera
del ámbito académico, haciendo más difícil para los sociólogos
establecer los vínculos lógicos entre ambos mundos.
En términos de aquello que define el ingreso a cada subcampo, un aspecto que comparten el ámbito académico y los
demás es la ausencia de criterios claros para la proyección de
una carrera. En este sentido, la baja institucionalización de los
canales de ingreso al campo de la sociología en Argentina refuerza la importancia de los atributos personales: las habilidades
personales para capitalizar las condiciones de origen y acumular
otro tipo de capitales durante y después de la carrera resultan
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 69
más importantes que las instancias pre-definidas de ingreso al
campo. La informalidad, por lo tanto, adquiere un carácter muy
marcado en este proceso. Así, lo que Bourdieu denomina capital
cultural resulta de gran importancia para la construcción de las
carreras, en tanto sirve como punto de partida para la acumulación de capital social. Las redes de relaciones de las que forman
parte los sociólogos constituyen una de las variables privilegiadas
de acceso al campo. En este sentido, los vínculos con amigos y
conocidos (capital social) aparecen no sólo como el mecanismo
principal de ingreso, sino también como la variable que explica,
en muchos casos, las elecciones realizadas por los aspirantes a
ingresar al campo por primera vez (véase Rubinich y Beltrán,
en este volumen).
De hecho, las trayectorias individuales de los sociólogos
dan cuenta del modo en que estos recursos se ponen en juego,
señalando la existencia de una relación entre la posibilidad de
acceder a posiciones de prestigio del campo y la pertenencia a
redes informales de relación. Así y todo, si bien existen ciertos
patrones comunes en el ingreso a cualquiera de los sub-campos,
el capital cultural, los vínculos sociales y el capital económico
operan de modo distinto dentro de cada uno. En lo que respecta
al capital cultural, esas valoraciones se modifican incluso en la
forma en que se ponderan los distintos tipos de capitales: el
capital incorporado por el origen social y el capital institucionalizado a través de los títulos.
Como señala Clarke (1999), aquellos que se desempeñan
en ámbitos no académicos emplean la legitimidad provista por
la ciencia y su lenguaje para producir y distribuir visiones del
mundo.
La forma particular en que se organizan los procesos de selección y el modo en que se perciben las habilidades adquiridas
durante la carrera —con el mencionado desmedro de los métodos
y la escasa valoración del carácter científico de la disciplina—
acentúa la sensación de ruptura que existe entre la finalización
de los estudios y el ingreso al campo que tienen aquellos que no
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pasan a formar parte del mundo académico. Para estos sociólogos,
existe un antes y un después que señala una ruptura (Véase Casco
y Engelman; García, ambos en este volumen), y persiste en ellos
la sensación de haber sido “expulsados de la facultad” (Beltrán
2005). Esto se da de manera distinta entre quienes ingresan al
sub-campo académico, en tanto es visto como una continuidad
lógica de su situación de estudiantes (Bizai, Stechina y Harracá,
en este volumen).
Las diferencias señaladas en cuanto a los criterios de
selección e ingreso dan cuenta de la existencia de lógicas relativamente autónomas dentro de cada uno de los campos. Esta
autonomía relativa se relaciona con las historias particulares
del desarrollo de estos espacios y con el lugar que éstos ocupan,
en tensión con la academia, por un lado, y, por el otro, con los
nuevos mercados de servicios profesionales.
La sensación de ruptura entre el mundo académico y el
mundo profesional no se debe únicamente a las dificultades
para construir continuidades entre uno y otro por parte de los
sociólogos, sino también al hecho de que, en efecto, cada uno
opera bajo lógicas diferentes. En este sentido, aquí es el ritmo del
mercado y las demandas concretas de los clientes lo que marca
objetivos y plazos. Y es el criterio de eficiencia el que señala la
pertinencia de las soluciones aportadas. Así, la práctica sociológica en este sub-campo está orientada a plantear, identificar y
resolver problemas dentro de las condiciones que imponen las
necesidades del negocio (Beccaria y García, en este volumen).
La posibilidad de valorizar los saberes sociológicos en esos
ámbitos se ha relacionado con la capacidad de los sociólogos de,
en un contexto de creciente demanda para los saberes especializados, presentarse a sí mismos como expertos con la capacidad
de brindar soluciones clave para la guía estratégica de las empresas privadas (Clarke, 1999). Los sociólogos que se desempeñan
en el mundo privado participan, por lo tanto, del campo de la
sociología y de otro campo particular: el de los expertos, en
donde deben competir con otros saberes en la elaboración de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 71
opiniones y visiones “confiables” (y, por lo tanto, “valorables”).
La economía y la psicología constituyen el marco de referencia
y de disputa dentro del mundo privado, y es a partir de las
relaciones que se establecen con esas otras disciplinas que se
organizan las percepciones respecto a los déficits de la sociología.
Esas disputas, a su vez, están estructuradas según una lógica de
mercado: cuanto mayor la legitimidad de una disciplina, y cuanto
mayor la creencia en su capacidad predictiva, mayor el valor de
mercado de sus productos. Por consiguiente, cuanto mayor es
la legitimidad de la sociología en el mundo de los mercados de
servicios profesionales, mayores son los incentivos que tienen
los jóvenes sociólogos para ingresar a estos espacios. Como
señalan Casco y Engelman (en este volumen), el acceso a estos
espacios resulta atractivo para jóvenes de clase media alta, ya
que estos sub-espacios permiten altos salarios, posibilidades de
desempeño profesional, viajes, etc. En otras palabras: permite
mantener o a aún mejorar la situación de clase de sus padres.
El desempeño en los ámbitos estatales y en los organismos
internacionales responde a una lógica diferente, similar, en algún
sentido, al de las organizaciones de la sociedad civil. Quienes se
desempeñan en este ámbito guardan relaciones más estrechas
con el ámbito académico y, en muchos casos, continúan participando en él. A su vez, la lógica del mercado no opera en estos
ámbitos, aunque sí opera la noción de racionalización de las
prácticas y las decisiones. Dentro del ámbito público, la sociología se encuentra muchas veces restringida a áreas de acción
específica, siendo la economía la que detenta una posición más
estratégica. Siguiendo a Abbott (1988), esta diferencia puede
atribuirse al mayor nivel de organización de la economía, tanto
a nivel local como internacional. Esto le permite una definición
más exitosa de su propia jurisdicción, tanto a partir del uso de los
medios de comunicación como del apoyo al trabajo académico y
a su legitimación. A diferencia de lo que ocurre con la sociología,
la existencia de un sub-campo académico organizado alrededor
de una mirada paradigmática es otro elemento que fortalece la
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
concreción del alcance de la economía. Con todo, la consolidación de la economía y la sociología como disciplinas expertas
responde a un patrón común, que es el de la profesionalización
como medio de institucionalizar habilidades y saberes. Desde
esta perspectiva, hay pocos problemas que escapen al conocimiento profesionalizado, y las cuestiones públicas son vistas
cada vez menos como problemas políticos y cada vez más como
problemas técnicos.
Los sub-campos asociados a la formación de mercados profesionales tanto en el ámbito privado como en el ámbito público
denotan, por consiguiente, un giro en las formas de concebir
los saberes de las ciencias sociales respecto a décadas previas.
Procesos de racionalización y profesionalización: la
sociología argentina en un marco más amplio
Las transformaciones que atravesó la sociología argentina
en las últimas décadas se inscriben en el contexto de cambios
que exceden su dominio exclusivo. Los cambios políticos, económicos, culturales e institucionales que tuvieron lugar en el
país imprimieron una nueva matriz a las formas de concebir y
practicar las ciencias sociales. La crisis del estado bajo el cual
la universidad pública y la carrera de sociología se habían desarrollado (Sidicaro 2002) y el giro decidido hacia la economía de
mercado fueron las condiciones que hicieron posibles esas transformaciones. De manera simultánea, las tensiones planteadas
aquí respecto a las formas de organización del campo sociológico
en Argentina guardan estrecha relación con los procesos más
abarcativos de racionalización, tecnificación del conocimiento
y desarrollo del saber experto.
Siguiendo a Giddens (1998), la producción sociológica
debe ser comprendida en relación con los contextos en que se
origina. Dichos contextos no representan un mero marco, sino
que constituyen un conjunto complejo de relaciones que se despliegan en niveles diferentes y que impactan sobre las formas
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 73
del conocimiento. La vinculación entre la sociología y la política
y la economía local no es novedad. Lejos de haberse constituido
como una “burbuja” de producción de conocimiento, la sociología argentina guardó históricamente estrechas vinculaciones
con el mundo de la política. En este sentido, los cambios que se
asocian a las transformaciones contextuales no suponen una
relación lineal de causalidad, ya que la separación entre ambas
esferas no constituye más que un recurso analítico.
De esta manera, del mismo modo en que sucedió con la
política, la sociología argentina fue impactada por la difusión,
incorporación y naturalización de un conjunto de postulados
que, a nivel global, se transformaron en doxa para pensar las
relaciones sociales. En este sentido, el dominio de la economía
neoclásica y sus premisas que colocan el acento en el sujeto como
agente económico y sus supuestos metodológicos tendientes a la
formalización matemática de lo social constituyeron una forma
de mirar determinada que afectó a las demás ciencias sociales.
Así, mientras la economía se convertía crecientemente en voz
autorizada para realizar diagnósticos y sugerir rumbos de acción
en las esferas más diversas, la sociología fue circunscribiéndose
a espacios cada vez más especializados y específicos.5 Es en este sentido que la creación de mercados específicos
en los que se insertan los sociólogos encuentra cada vez con
mayor asiduidad afinidades electivas con la expansión de la
ideología de mercado. La organización del mundo social en
estos términos afecta así las formas de distribución del saber,
que se constituyen a su vez en mercados específicos que cobran
significado a partir del reconocimiento mercantil de su “utilidad” para resolver problemas. Esta expansión se produce a su
vez en paralelo con otro fenómeno normalmente vinculado a
la globalización: la conciencia de estar viviendo en un mundo
cada vez más complejo e impredecible, lo que genera una mayor
demanda social de expertos que puedan ofrecer algunas pistas
para reducir la incertidumbre (Rosenau 1990). Frente a esto,
la tecnificación de la toma de decisiones responde al axioma
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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economicista que supone la posibilidad de alcanzar decisiones
racionales apoyadas en cálculos objetivos.
El experto, entonces, viene a ser aquel con la capacidad
de dictar juicios supuestamente objetivos que dan solución a
problemas particulares con los que se enfrentan las burocracias públicas y privadas (Centeno y Silva, 1996, Babb, 2001). El
prototipo del intelectual experto moderno aparece representado
por los economistas, quienes, gracias a la posesión y manejo
de instrumentales estadísticos relativamente sofisticados, han
conseguido imponer la creencia en la cientificidad de su disciplina (Augello y Guidi, 2001; Bockman y Eyal, 2002; Heredia,
2003, Beltrán 2005). A lo largo de la segunda mitad del siglo
XX, a medida que la resolución científica de los problemas y la
racionalidad ocuparon una mayor centralidad, los desarrollos
matemáticos de la economía contribuyeron a la creencia en su
“cientificidad” (Clower y Howitt, 1997: 20). De este modo, predominó como visión autorizada del mundo una teoría económica
basada en modelos abstractos,6 complejas elaboraciones matemáticas y supuestos pocas veces contrastados con la realidad
(Bourdieu, 1999).
En un sentido general, los expertos son definidos como “un
conjunto de personajes especializados en la creación, distribución y aplicación del saber” (Camou, 1997; 1999). En el mundo
de la política, poseen una influencia creciente, en tanto “el marco
de las alternativas políticas se encuentra claramente en manos
de los expertos” (Centeno y Silva, 1997). Esta idea del experto
se aproxima a lo que hemos denominado antes el carácter de
consulta de las profesiones. Se opone, a su vez, al modelo de
intelectual predominante históricamente dentro de la sociología
argentina: el intelectual clásico.
La idea del intelectual clásico, según Winock (1997), se desarrolló durante la última década del siglo XIX y alcanzó gran
éxito durante gran parte del siglo XX. Se trata de intelectuales
comprometidos con la denuncia de las desigualdades y las injusticias, con una posición crítica frente al poder político. Su modelo
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 75
es Émile Zola con el J’accuse (desde la sociología, la intervención
de Émile Durkheim en el affaire Dreyfus señala una relación
particular de la Sociología con ese mundo intelectual). Durante
el siglo XX, la idea del intelectual comprometido se desarrolló
en relación al marxismo, y a su vez fueron fundamentales las
figuras de Jean Paul Sastre y, en menor medida, Albert Camus.
La radicalización de la sociología argentina en los 60s
significó el afianzamiento de este tipo de intelectual que aún
hoy continúa en vigencia. En este sentido, los desarrollos del
campo profesional generan tensiones en el interior del campo
de la sociología, en la medida en que supone la existencia de
formas de concebir la intervención pública que son contrarias.
Algunas de las concepciones dominantes dentro de la sociología argentina, fundamentalmente dentro del mudo académico,
se apoyan en esta figura del intelectual. De hecho, en muchos
casos la objetividad no descansa para los sociólogos tanto en
los métodos como en la autonomía intelectual. En este sentido,
si para disciplinas como la economía la idea del experto resulta
más afín a su modelo intelectual, para la sociología es fuente de
contradicciones.
Dentro de la sociología, la expansión de los ámbitos de
práctica profesional supone así una tensión, en la medida en
que coloca a los sociólogos en la posición de expertos, poseedores de un saber específico puesto al servicio de la resolución
de cuestiones prácticas. Por lo tanto, en la diversificación de
aquello que los sociólogos hacen coexisten distintas nociones
del carácter intelectual de la sociología y, más específicamente,
de la vinculación de sus saberes con la práctica. Coexisten, a su
vez, diversas percepciones y explicaciones respecto al significado de esas prácticas. Las disputas a las que esto da lugar, sin
embargo, raramente adquieren fuerza en el plano discursivo,
sino que se dejan entrever en el modo concreto en que los sociólogos ejercen su profesión. La producción de conocimiento,
su circulación y legitimación son centrales para ambos tipos de
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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intelectuales, pero difieren las formas de producirlo y los fines
a que ese conocimiento ha de servir.
En el caso de la sociología argentina, la relación de tensión
que mantienen los sociólogos con el rol de experto se ve a su
vez atravesada por el estatus que la disciplina posee para sus
miembros en tanto disciplina científica. En este sentido, a diferencia de otros países donde la sociología es indiscutiblemente
una ciencia, en Argentina la asociación entre sociología y ciencia
es más compleja. El rótulo posee una acepción crítica, tanto
desde un auto-cuestionamiento epistemológico como desde un
posicionamiento político.
En lo epistemológico, la hiperreflexividad epistemológica
propia de la disciplina, sumado a la ausencia de un único paradigma, lleva a cuestionar constantemente el carácter científico
de las ciencias sociales (Craib 1992). Esto se ve reforzado, a
su vez, por el carácter político que en Argentina adquirió la
crítica al “cientificismo” de la obra de Germani en los años 60s
(Rubinich 1999), lo que significó un cuestionamiento general a
la idea de ciencia, en tanto remitía a una forma de producción
de conocimiento que buscaba ingenuamente la objetividad y que
se encontraba desligada —o buscaba desligarse— del involucramiento en los procesos políticos. Ambos procesos combinados
—uno propio de la disciplina, otro del contexto de producción
argentino— llevaron a que, en el ámbito de las ciencias sociales,
muchas veces se destaquen más los aspectos no científicos de la
disciplina (la creatividad, la imaginación, etc.) que los científicos
(la sistematicidad, la metodología, la objetividad, etc.).
La forma en que esta noción de ciencia permea las concepciones académicas respecto a la sociología y a la impronta de un
modelo intelectual contrario al del experto supone la existencia
de un mayor distanciamiento en el campo profesional entre esa
esfera y la de la producción académica que la que se da en otras
disciplinas como la economía, dando origen a una relación paradójica: las prácticas profesionales sostienen su legitimidad en
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 77
la pertenencia a una disciplina científica cuyo estatus científico
es constantemente cuestionado.
Esta paradoja tiene un efecto de gran importancia sobre
los modos en que se percibe a la sociología cuando se observan
las tensiones entre el mundo académico y el profesional. Para
quienes se desempeñan en este último espacio, persiste la idea de
que el saber hacer se aprende en la práctica y no como resultado
de la formación sociológica en las aulas. En efecto, lo que los
sociólogos hacen en estos ambientes responde más a la puesta
en funcionamiento de métodos y sistematizaciones que a la
“imaginación” altamente valorada en el ámbito universitario. Así,
las habilidades de los sociólogos son definidas, por lo general,
en base a su “capacidad para resolver problemas”, fruto de una
forma de ver el mundo y de los habitus incorporados durante
su paso por la universidad, particularmente una masiva como
la Universidad de Buenos Aires (Rubinich, en este volumen).
La ampliación de la práctica profesional y la habilidad de
los sociólogos para crear mercados específicos para sus saberes
dan cuenta, sin embargo, de otra relación: los habitus incorporados por los sociólogos a lo largo de la carrera no se vinculan
sólo con la capacidad resolutiva por el hecho de socializarse en
condiciones complejas, sino también con modos de razonar propios del pensamiento científico. La forma de resolver problemas
de los sociólogos, vinculada muchas veces a su buen “olfato”,
no es sino la incorporación a lo largo de años de prácticas de
modos particulares de organizar y resolver problemas desde una
matriz científica de razonamiento. El “olfato”, por lo tanto, no
es innato, sino el producto de un aprendizaje que se realiza a lo
largo de la carrera. Si bien es cierto que hay aprendizajes que
se realizan en la práctica una vez ingresados a un sub-campo
específico, estos son posibles sobre la base de saberes incorporados y naturalizados durante el proceso de aprendizaje formal.
La forma particular en que la sociología es concebida tanto en
el mundo académico como en el profesional contribuyen a que
estas continuidades, claves para comprender la reconversión de
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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los sociólogos en expertos durante las últimas décadas, muchas
veces no sean percibidas.
Consideraciones finales
La transformación del mercado laboral de la sociología tiene, sin duda, implicancias significativas para la propia disciplina.
Pero esos cambios constituyen, a su vez, fructíferas puertas de
entrada para repensar problemas de índole general que exceden
el campo de la sociología.
Las nuevas formas de articulación de la práctica sociológica
abren, por consiguiente, un conjunto de interrogantes sobre el
modo en que se organiza la producción y circulación de conocimiento. Dan pie también a discutir el modo en que ciertos
saberes o ciertas formas de ejercicio, apoyadas en esos saberes,
adquieren legitimidad en contextos particulares. Si toda disciplina científica busca reforzar su dominio a partir de establecer con
criterios claros qué tipos de práctica o saber forman parte de su
campo, la creación de mercados profesionales —y las tensiones
que esa creación implica— suponen un desafío para pensar el
modo en que los límites se definen y redefinen.
En el caso de la sociología, dada su historia y tradiciones
intelectuales, cabe preguntarse en qué medida la consolidación
de un mercado profesional que tensiona esas tradiciones afecta
la configuración del campo. La complejidad de estas relaciones
debe ser analizada observando, por un lado, los desarrollos que
se dan en el interior del campo, pero prestando atención también
a lo que ocurre fuera de él. En este sentido, si bien es cierto que
en el interior del campo sociológico, el sub-campo académico
continúa poseyendo preeminencia y persiste como el ámbito
de mayor legitimidad —en parte porque sirve de soporte lógico
para la existencia de las demás esferas—, la cuestión del prestigio
pasa a ser definida a partir de diversos criterios, en donde las
valoraciones externas al campo parecen tener cada vez mayor
preeminencia.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 79
Los resultados presentados aquí respecto a los cambios en
el campo de la sociología representan, por lo tanto, un esfuerzo
por entender el status de la sociología en el comienzo del nuevo
siglo, y constituyen también una invitación a pensar el modo en
que los cambios políticos, económicos y culturales crean nuevos
contextos que tensionan las formas de concebir la producción de
conocimiento.
Notas
1 Es decir: no todo lo que los sociólogos hacen puede ser considerado “sociología”,
sino aquellas actividades que los demás miembros del campo consideran que
caen dentro de la definición aceptada de lo que es la sociología. Con la expansión
de los ámbitos profesionales, esas definiciones se vieron ampliadas, y prácticas
que antes eran cuestionadas o que se encontraban en los márgenes pasaron a
ser reconocidas como formas válidas de hacer sociología.
2 Aun cuando el trabajo de Diego Raus fue publicado en 2007, se trata de un
trabajo que formó parte de un proyecto UBACyT sobre la sociología en Argentina
que concluyó en 1999.
3 Para la realización de esta encuesta se contó con el listado de los sociólogos
egresados en esos años, que fue provisto por el departamento de títulos de la
facultad. En un primer momento, se diseñó una muestra probabilística de ese
universo, pero luego nos encontramos con un problema: muchos números
de teléfono estaban desactualizados, por lo que no teníamos la posibilidad de
contactar a cada uno de los miembros de la lista. Por ese motivo optamos por
llamar a cada uno del listado (de aproximadamente 1100 personas) y entrevistar
a aquellos que pudiéramos encontrar.
4 Nos interesa no sólo comprender qué hacen los sociólogos sino también
cómo lo hacen, bajo qué condiciones y en qué contextos socio-históricos. Nos
interesa también rescatar sus percepciones y el modo en que ellos se clasifican
como miembros del campo de la sociología. En este punto no debe perderse de
vista que los sociólogos son a su vez clasificadores culturalmente privilegiados,
pero que portan miradas de sentido común cuando se refieren al propio espacio
social (Lenoir, 1993). Es en este doble juego de lecturas del mundo circundante
donde deben ubicarse los discursos de los sociólogos sobre su propio campo.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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5 Esos ámbitos son: políticas sociales, estudios sobre pobreza, etc.
6 La difusión del uso de modelos cada vez más complejos y de herramientas
matemáticas cada vez más sofisticadas no puede ser interpretada de manera
independiente de la vinculación de este tipo de economía con el mundo de la
política: la inaccesibilidad de los legos a este conocimiento funcionó y funciona
como un modo de legitimar un saber frente a los que no poseen las herramientas
para evaluarlo.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 81
La inserción de los sociólogos en el espacio universitario
Jorgelina Bizai, Mariano Harracá y Mariana Stechina
Este artículo se propone dar cuenta de las particularidades que
presenta el espacio académico-universitario de la Sociología.
En función de ello, buscaremos indagar y analizar la inserción,
las prácticas y las trayectorias de los sociólogos inmersos en
él. Para esta indagación nos hemos circunscrito al espacio de
la Universidad de Buenos Aires. Esta decisión se basa en dos
razones principales: en primer lugar, la gran masividad de la
carrera de sociología de la UBA en términos de cantidad de
alumnos y docentes, en relación con otras universidades; en
segundo lugar, la antigüedad y el fortalecimiento que ha adquirido la carrera en esta universidad. De esta manera, si bien en la
actualidad se han diversificado en gran medida las instituciones
de educación superior en las que está presente esta disciplina,
resaltamos la centralidad que la misma supone en el ámbito
específico de la Universidad de Buenos Aires, en comparación
con otros espacios.1 Dentro de este espacio, definimos cuatro formas de estar
insertos. Las mismas se adecuan a las propias definiciones de los
actores acerca de cuál consideran que es su “ocupación principal”.2 Estas categorías son: docentes universitarios (sociólogos
que se desempeñan en la docencia universitaria sin distinción de
jerarquías; es decir: desde titulares de cátedra hasta ayudantes
de 2°), investigadores (sociólogos que investigan en instituciones privadas, universidades e investigadores de carrera del
CONICET), docentes e investigadores (sociólogos que realizan
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
ambas ocupaciones como actividad principal) y estudiantes
becarios (tanto quienes se encuentran realizando estudios de
postgrado —en el país o en el exterior—, como los becarios del
CONICET, UBACyT o similares).
Entonces, el objetivo general que nos planteamos en este
trabajo es identificar algunas características del espacio universitario y conocer quiénes y cómo desarrollan las prácticas académicas dentro del mismo. Para esto nos basaremos en ciertas
inquietudes e interrogantes, a saber: ¿Por qué los sociólogos
se insertan laboralmente en este espacio en particular, al cual
consideran “ocupación principal”? ¿Qué es lo que ofrece? ¿Cuáles
son los criterios que definen la selección de las personas que logran ingresar en este espacio? ¿Cuáles son las características del
mundo universitario que lo siguen dotando de prestigio frente
a otros espacios? O bien, ya analizando este último punto con
mayor detenimiento: ¿cómo funciona la temática del reconocimiento y del capital simbólico?
La universidad argentina de las últimas tres décadas
Para pensar a la sociología dentro del espacio universitario
argentino es preciso establecer un recorte temporal que nos
permita entender la inserción de los sociólogos en el mercado
laboral dendro de estos límites.
Decidimos partir de mediados de los años ’70, período en el
cual se inicia un proceso de transformación no sólo en el ámbito
político y económico sino también en lo social y cultural.
Es a mediados de esta década que se empiezan a imponer
visiones que irán adquiriendo fuerza en los años subsiguientes,
como, por ejemplo, la privatización de la educación pública. Esto
conlleva un creciente desprendimiento de responsabilidades
antes atribuidas al Estado y ahora relegadas al ámbito privado.
En el caso específico de la Universidad, esto redundó en políticas de cercenamiento, que fueron desde el control de los planes
de estudio y el cierre de Facultades hasta el desplazamiento y la
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 83
persecución de docentes, estudiantes y no docentes. Se utilizaron
mecanismos tales como la intervención, la abolición del autogobierno, de los organismos de participación y de la autarquía
financiera, la designación de las autoridades en órganos uninominales, y el control de los contenidos de las escasas publicaciones tardíamente difundidas (Levenberg y Merolla, 1988). Es
importante recordar en este punto que el creciente proceso de
politización vivido en la década del 60 repercutió fuertemente en
la carrera de Sociología, convirtiéndola en un espacio de lucha
político-cultural, en donde cobró una gran fuerza una Sociología
“nacional” influenciada por el peronismo (Beltrán, 2003). De
esta manera, por su activación ideológica, cultural y política, la
Sociología se constituyó en la “bestia negra” de la infiltración
subversiva (Raus, 2007).
A principio de la década siguiente, de la mano de la democracia se inician en las universidades importantes cambios que,
en el caso de la Sociología, supondrán el retorno de profesores
que habían estado en el exterior durante la dictadura, en un
intento de aproximar la disciplina al proceso de reordenamiento
democrático y de intensificación de un proceso de profesionalización iniciado en la década anterior (Beltrán, 2003). De esta
manera, la disciplina reorganiza las relaciones que mantiene
con otros espacios, recuperando su estrecho vínculo con las
problemáticas políticas pero a su vez transitando el camino de
la profesionalización, una cuestión central para concebir los
nuevos y variados tipos de inserciones en el mercado laboral
que se intensificarán en la siguiente década. En un nivel de
análisis circunscrito quizás a lo estrictamente endógeno del
espacio universitario, las transformaciones se vincularon con
la recuperación de las consignas de la educación universitaria.
Sin embargo, más allá de este impasse que, quizás, significó la
década del 80 para varios aspectos de la situación de la disciplina
y del espacio universitario en general,3 en la década del ’90 se
terminarán de consolidar las políticas neoliberales basadas en
el debilitamiento de los espacios públicos.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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Las reformas estructurales más sobresalientes fueron la
apertura comercial y financiera, la desregulación y las privatizaciones (Gerchunoff y Torre, 1996). En el mercado de trabajo
avanzó el proceso de precarización, terciarización y flexibilización laboral (Beccaria, 2003). Dentro del Estado, se observa una
fuerte tendencia a la profesionalización de los cargos públicos;
es decir: aquellos que accedían al empleo público —muchas
veces con las nuevas modalidades de contratación (flexibilizadas)— lo hacían en calidad de profesionales de determinadas
áreas. Fundamentalmente, los egresados universitarios eran
requeridos como técnicos, como forma de diferenciarlos de los
actores políticos.
Este clima permitió consolidar en la Universidad un sentido
común de desconfianza hacia lo público y una actitud crítica
hacia el Estado de Bienestar, base sobre la que se generó la
discusión acerca de la privatización de la educación. En este
nuevo contexto no sólo se pone en tela de juicio la gratuidad de
la enseñanza universitaria, sino también la emergencia de nuevos
paradigmas de profesional al cual debe apuntar la formación
académica (Rubinich, 2001). Esto es posible, fundamentalmente,
por la reducción de presupuesto que sufre la universidad en este
período, que posibilita el ingreso de asesoramiento desde el exterior, que progresivamente se va imponiendo hasta predominar
como mirada hegemónica.
En este contexto, si bien desde la Sociología se sigue considerando al académico intelectual como el tipo ideal de sociólogo
que se debe formar, a nivel de las percepciones y representaciones de los actores —a partir de las prácticas e inserciones
concretas de los nuevos egresados de la carrera— empiezan a
incorporarse nuevos espacios de trabajo en donde la Sociología
es reconocida como una disciplina autónoma y donde los sociólogos son requeridos como profesionales.
Es éste, entonces, el espacio universitario en el que se insertan laboralmente los egresados de la carrera de Sociología
que se abordan en el artículo, caracterizado por una creciente
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 85
profesionalización, achicamiento del presupuesto de la educación pública, mientras paralelamente se van desarrollando
nuevas posibilidades de inserción en el mercado laboral, relativas
a la idea del sociólogo profesional-experto.
Trabajar en la Universidad: dimensiones de análisis
Espacios de docencia e investigación
Pensar el espacio universitario en tanto espacio de inserción laboral de los sociólogos nos lleva, sin duda, a analizar las
prácticas en la docencia4 e investigación, recuperando la centralidad que las mismas revisten en el abordaje del campo de
la Sociología en general. Este intento parte de la idea de que la
formación, el desarrollo y la propia legitimación de la Sociología
en tanto disciplina están fuertemente ligados a la existencia de
estas prácticas, sin las cuales sería imposible concebir al espacio
disciplinar.
Es así cómo el mundo académico científico y cultural, apoyado en la investigación, será el encargado de generar un saber
específico a partir de la construcción de preguntas en un espacio
de relativa autonomía, dando cuerpo de esta manera a la misma
disciplina, la Sociología (Rubinich, 1999). Esto convierte a la
práctica de investigación en elemento fundamental e imprescindible para pensar el campo de la Sociología, porque pone en
marcha un mecanismo cuyo efecto se duplica; se produce un
conocimiento específico cuya propia existencia va legitimando
un espacio y una práctica: la del sociólogo en tanto productor y
poseedor de un saber reconocido.
No queremos a partir de lo expuesto eludir la complejidad
inscripta en el interrogante “qué significa hacer sociología”,
sobretodo teniendo en cuenta que se observa una coyuntura
en la que se amplían y modifican los propios límites de lo
que legítimamente es considerado como práctica sociológica:
consultoría, empresas privadas, trabajo estatal. A su vez, este
dinámico proceso de delimitación generará tensiones dentro
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
del espacio relacional constituido por este campo específico.
Sin embargo, dejando planteada como nuevo interrogante esta
situación de tensión en el interior del espacio, consideramos que
la especificidad del mundo de la producción científica basado
en la investigación —principal encargado de producir saber
y otorgar legitimidad— nos permite pensarlo como centro o
núcleo del campo.
Este ejercicio de repensar la centralidad del espacio de investigación dentro del campo de la Sociología nos pone ahora
en condiciones de analizar más concretamente el desarrollo del
mismo en los últimos tiempos. Así, por ejemplo, vemos que,
con la llegada de la democracia, la UBA reabre el proceso de
restitución de los espacios de investigación dejados de lado en
la época de la dictadura, a través de subsidios otorgados por la
Secretaría de Ciencia y Técnica del Rectorado a Proyectos de
Investigación (UBACyT). De esta manera, se recupera el espacio
universitario como espacio de trabajo en donde los sociólogos
pueden insertarse laboralmente, ya sea colaborando en alguno
de estos grupos de investigación y/o en el marco del beneficio
de las becas otorgadas por la Secretaría de Ciencia y Técnica
del Rectorado.5
Más allá de estos datos específicos que nos permiten observar la evolución del espacio de investigación en el marco
de la UBA, lo interesante será comenzar a indagar el espacio
constituido por el mundo académico y de producción científica,
sus particularidades internas y la relación que mantiene con
otros espacios de desempeño de prácticas sociológicas, como el
Estado, las consultoras, las empresas privadas.
Así, en la encuesta realizada pudimos observar que un 26
% de estos sociólogos egresados entre 1988 y 1998 se desempeñan actualmente en el espacio universitario, constituyendo los
docentes el 38,5 % de este espacio particular; los estudiantes/
becarios constituyen el 30,8 %; los investigadores, el 23 %; y
los docentes e investigadores, el 7,7 %. Lo que intentaremos
rescatar será, entonces, el modo en que se produce la selección
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 87
que permite a estos sociólogos insertarse en estos diferentes
ámbitos. Por otro lado, en lo que hace ya a la relación de éste
con otros espacios de desempeño laboral, nos preguntamos qué
factores intervinieron en la “decisión” de este 26 % de ingresar
e insertarse laboralmente en el espacio universitario específicamente y desarrollar en él lo que ellos mismos consideran su
principal ocupación.
Trayectorias y mecanismos de selección en el espacio
universitario
Como ocurre con la organización interna de las disciplinas
tradicionales (desde la medicina y las leyes hasta las ciencias
naturales), las humanidades y las ciencias sociales se erigen
alrededor del conflicto entre la autoridad científica y la sociopolítica. El espacio universitario no es otra cosa que el “conjunto
de relaciones objetivas entre las varias posiciones y disciplinas
resultantes de la distribución [del capital académico e intelectual], es el lugar de una lucha constante destinada a alterar su
misma estructura” (Wacquant, 1999: 104).
A partir de este planteo que concibe el posicionamiento
dentro de la estructura universitaria en términos relacionales, de
conflicto, intentaremos analizar la trayectoria de los sociólogos
insertos laboralmente en el ámbito universitario y los criterios
de selección que operan sobre ellos.
Los sociólogos que reconocen como su ocupación principal
el trabajo en la universidad vienen, en general, de familias con
padres profesionales. Uno de cada dos de estos sociólogos son
hijos de, al menos, un profesional, y, en muchos casos, tanto
la madre como el padre de estos sociólogos se formaron en alguna disciplina universitaria. Se trata de familias en las que la
discusión política es un tema presente en el día a día. Entre sus
miembros —ya sea actualmente o en el pasado— existe cierta
tendencia a la actividad política y social —principalmente la
militancia y el compromiso político—, que se expresan en la
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participación de algún miembro de la familia en partidos, agrupaciones y/o sindicatos. En el discurso de los propios actores,6 ambas dimensiones son útiles para pensar la trayectoria de estos
sujetos y su complejidad, en tanto articulan la problemática más
estrictamente referida a la militancia y al compromiso político
con la temática del desempeño profesional. La elección de la
carrera aparece así como una decisión atravesada por dos líneas
discursivas, que van formándose en el propio espacio familiar:
por un lado, la aspiración de acceder a lugares de prestigio académico (más vinculada al tema del desempeño profesional), y,
por el otro, el interés y la preocupación militante vinculados al
compromiso político.
De esta manera, observamos que, si bien la elección de la
carrera puede explicarse desde diversas dimensiones, a la hora
de justificarla durante las entrevistas predominó la fundamentación a partir de ciertas experiencias familiares. En algunos
casos, esta fundamentación requirió de un sondeo de memoria
familiar por parte del entrevistado, y del establecimiento de causalidades construidas en el mismo momento de la entrevista. Sin
embargo, resulta importante señalar que esta explicación de la
orientación académico profesional aparentemente improvisada
es construida por el interlocutor en forma esmerada, generando
cierta satisfacción en el mismo. Asimismo, resalta la valoración
positiva que el sociólogo tiene de explicaciones de estas características, que sustentan una suerte de reconstrucción de la
decisión primera de por qué estudiar Sociología.
Cabe mencionar la importancia de este apartado en tanto
deja ver la influencia que tiene el capital cultural acumulado
—sobretodo, en este caso, la forma incorporada del mismo—
sobre la decisión de estudiar Sociología. Advierte sobre ciertas
características plausibles de intervenir en el momento de definir
los criterios de selección que actúan en la inserción laboral en
la Universidad. Nos estamos refiriendo, específicamente en
este caso, a ciertas predisposiciones personales, apoyo familiar,
reconocimiento por parte del entorno (generado en la etapa
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 89
preuniversitaria), entre otras. Precisamente, los entrevistados
subrayan la importancia que tiene el hecho de provenir de una
familia de universitarios para lograr una factible y mejor inserción laboral en este espacio, ya que quienes no cuentan con
este capital suelen encontrar más obstáculos no sólo para tomar
la decisión sino también para legitimarla. Claramente hay una
mutua referencia entre un habitus adquirido y las características
de lo que podríamos llamar la cultura académica dominante,
cuya distancia específica para cada caso funciona potenciando
o limitando las reales posibilidades de acceso al espacio.
Lo interesante será que, articulado con esta acumulación
específica de capital que refiere al contexto familiar y a la experiencia previa a la elección de la carrera, los mecanismos de selección se reforzarán de una forma mucho más visible y concreta
en el propio transcurso de la carrera universitaria. Durante este
período, el interesado deberá “luchar” por acceder al espacio.
Esta lucha por garantizar una exitosa inserción laboral
en el medio, que se tornará casi indispensable, se focaliza en
el establecimiento de relaciones “cara a cara” con docentes de
la carrera (por interés en la temática de la materia, por convocatoria por parte del docente — generalmente en función del
buen desempeño durante la cursada—, por recomendación de
terceros o por la existencia de relaciones con el docente previo
a la cursada) y, a raíz de ello (aunque no necesariamente), en
la realización de actividades extracurriculares relacionadas con
lo académico (investigación y docencia, fundamentalmente).
Es así que todos aquellos encuestados que hoy se encuentran trabajando como sociólogos en el espacio universitario
realizaron actividades extracurriculares durante la carrera. Una
interesante reflexión que surge a partir de esto es que se trata
de situaciones que son posibles para aquellos que, en principio,
se sienten habilitados para solicitar ser incorporados a estos
espacios y, por otro lado, están en condiciones de realizar actividades no rentadas en el tiempo que les resta después de cumplir
con las actividades curriculares. Estas son condiciones básicas
90 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
que facilitan el camino hacia la inserción laboral propiamente
dicha. Nuevamente, vemos cómo se refuerzan los mecanismos
de selección a partir de la acumulación o no de diferentes tipos
de capitales (cultural, económico, social)
Esta idea se consolida con los testimonios de las entrevistas. Los actores que hoy se desempeñan laboralmente en la
Universidad y se hallan involucrados en diferentes instancias
que se consideran intrínsecas a este ámbito fueron favorecidos
en gran medida por el contacto que lograron establecer con
aquellos que detentan prestigio y reconocimiento en este espacio.
Si no estás en el ‘mundillo’ de la Facultad, chau, vas muerto.
Así grafica uno de los entrevistados la estrechez del mundo
académico en términos de establecimiento de lazos para poder
insertarse laboralmente en él.
La referencia a lo que daremos en denominar “padrinos”
son reiteradas en casi todas las entrevistas, nombrando a éstos
como canales de acceso al espacio universitario. La inserción
efectiva de los actores en el espacio analizado da cuenta del
éxito del mecanismo. Sin embargo, éstos también manifiestan
las desventajas que esto acarrea.
A mí, en la Facultad, me tienen identificada con ciertas
cátedras, con cierta línea política, entonces, a veces se
respeta y a veces no.
Esto manifiesta una entrevistada a fin de demostrar las
consecuencias que genera la construcción de una trayectoria
de la mano de una figura académica (como podríamos llamar
a estos padrinos) que ya ha consolidado una imagen clara y
detenta poder en ciertos espacios y en otros probablemente no.
Además de la dificultad de construir una imagen autónoma frente a la del padrino, estos sociólogos se encuentran con
el desafío de actuar de manera independiente y lograr éxitos
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 91
académicos sin apelar al renombre del padrino. Tienen que
“aprender a manejarse por su cuenta” más allá del padrinazgo
y de la credencial que implican dichos nombres a la hora de
asistir a congresos, etc.
Tus jefes de la UBA no siempre te abren el juego. Y no del
todo lo que uno quisiera. A veces te abren el juego para
otro laburos.
En estos casos, se obstaculiza la construcción de una carrera
académica autónomamente construida por el sociólogo recientemente egresado (o incluso aún estudiante, que es cuando se
empiezan a delinear estas trayectorias académicas) y se la orienta
de acuerdo a los intereses del padrino.
Esto nos demuestra que, si bien estos padrinos acompañan a los estudiantes a lo largo de la carrera académica, este
padrinazgo puede transformarse luego en encasillamientos no
deseados. Una vez egresados y ya insertos en el espacio analizado, estos sociólogos demuestran cierta resistencia a ser catalogados dentro de esa situación que, en algunos casos, se llega
a considerar como un obstáculo para lograr la independencia
intelectual (e incluso “política”).
Creemos interesante detenernos un momento a reflexionar
sobre este punto, que da cuenta de la importancia del entramado de redes y lazos que, a nivel informal, van articulando el
espacio. Es llamativo observar cómo estas redes de relaciones
que se van estableciendo entre estudiantes y profesores, que
son centrales para entender la ulterior inserción de los futuros
sociólogos, conllevan la característica de avanzar “en paralelo”
con las opciones que la propia institución ofrece a nivel formal
(en cuanto a las posibilidades de ingresar en un proyecto y/o
grupo de investigación, de obtener una beca, de insertarse como
docente, etc.). Se actualiza, entonces, un funcionamiento que no
hace más que reforzar esta idea de selección —y, por consiguiente, de exclusión— y que remite a la suspicacia y a la capacidad
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
del actor de establecer diferentes lazos dentro del espacio. Dicha
capacidad, como analizamos, está determinada por toda una
trayectoria previa y por la acumulación de diferentes capitales.
Retomando el planteo de Mark Granovetter, vemos cómo se va
configurando un entramado de lazos “débiles” (weak ties) —en
cuanto refieren a relaciones con conocidos (acquaintances) y
no con amigos cercanos— que encierra una gran fortaleza7 :
establece verdaderos puentes entre partes distantes del sistema
social, proveyendo la información que será luego crucial para el
acceso a diferentes espacios. De esta manera, estas redes de relaciones informales caracterizadas por los lazos débiles proveen
a las personas acceso a información y recursos más allá de los
disponibles en sus propios círculos sociales (Granovetter, 1983:
209). Será la utilización de esta información obtenida la que, en
gran parte, les permitirá ir accediendo a los diferentes espacios.
De lo analizado, entonces, se desprende el hecho de que el
capital social acumulado en el transcurso de la carrera, articulado
con otros tipos de capital que funcionan en tanto condición de
posibilidad para la acumulación del mismo, se va configurando
como uno de los pilares para entender cómo y por qué se insertaron estos sociólogos en el espacio universitario. Como dijimos
anteriormente, uno de los elementos centrales en este proceso de
acumulación de capital social es el haber mantenido un contacto
con docentes y/o investigadores, conformando un entramado
de relaciones que, al posibilitar el acceso a cierta información,
les facilitará luego la entrada al espacio.
Al distinguir el tipo de participación de acuerdo al trabajo
actual, nos encontramos con datos similares que no hacen más
que enfatizar la idea de que las prácticas académicas simultáneas
a la cursada amplían las posibilidades para la futura inserción
laboral. Tanto los estudiantes becarios (que no sólo necesitan capacitación sino también información, contactos y pertenencia a
un equipo de investigación para poder obtener una determinada
beca) como los docentes e investigadores son los que presentan
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 93
los mayores porcentajes en cuanto a actividades extracurriculares realizadas a lo largo de la cursada.
Realización de actividades durante la carrera según tipo
de actividad laboral actual. (en %)
Estudiantes/Becarios
Docentes e Investigadores
Investigadores
Docentes Universitarios
Realizó
No realizó
Total
83%
17%100%
100%
0%
100%
69%
31%100%
76%
24%
100%
Fuente: Encuesta.
Para poder dar cuenta de la relevancia de este indicador
en el análisis del espacio universitario, observamos los datos
que arroja el Censo del año 2004. Los resultados del mismo
revelan que un 84,6% de los estudiantes de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA realizó actividades académicas en
el año 2004. Evidentemente, es importante la inquietud de
los alumnos de la Facultad por realizar actividades durante
el transcurso de la carrera que estén relacionadas con dicho
ámbito, no sólo como una posibilidad adicional y fundamental
de formación sino también como una puerta para una futura
inserción laboral. Podemos afirmar que se constituye como una
práctica recurrente y reconocida por los alumnos como puerta
de entrada a la carrera académica.
Sin embargo, en la misma Facultad —también según los
datos del Censo 2004— el 70% de los alumnos trabaja. Y dos de
cada tres alumnos de la Facultad de Ciencias Sociales que trabajan dicen que dicha actividad tiene escasa o ninguna relación
con la carrera que estudian.
Ahora bien, siguiendo con los datos del Censo, vemos que
el 62% reconoce como la fuente principal de ingresos su propio
trabajo. Por esta razón, hay una proporción de estudiantes que,
94 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
aún trabajando, necesitan ayuda económica para mantenerse.
Esto refuerza la hipótesis de que están en mejores condiciones
para insertarse en el mercado laboral del espacio universitario
quienes tienen una ayuda económica segura durante la cursada
de la carrera, ya que es éste el momento clave de iniciar la carrera académica para una inserción laboral posterior. Dice una
entrevistada: “Yo esperé tres, cuatro, cinco años para empezar a
ganar un sueldo, ahora, hay gente que no puede esperar cuatro
o cinco años. Yo a veces me pregunto si los que quedamos, quedamos porque somos buenos o porque somos persistentes (…)
Es cierto, muchos ni siquiera se preguntan si quieren estar en la
Facultad o no, yo me pregunto por aquellos que quisieron estar
y no pueden…”. Como podemos observar, en la universidad no
se insertan laboralmente todos aquellos que aspiran a hacerlo.
Quienes no se ven incluidos en este espacio emigran hacia otros
ámbitos laborales por diversos motivos, pero como resultado de
reales mecanismos de selección de los elegidos, mecanismos que
parecen responder a un conjunto de características estructurales
y no sólo a cuestiones meramente personales o vocacionales.
Como vimos anteriormente, una gran proporción de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales dice trabajar y estudiar
simultáneamente.
Por otro lado, también se expresa en el discurso de estos
actores lo que pareciera pensarse como cierta injerencia azarosa
en el propio desarrollo del desempeño profesional dentro del
espacio universitario. Esta visualización esconde una valoración
de esta inserción como privilegiada, de manera tal que la perspectiva azarosa no hace más que invisibilizar los mecanismos
que venimos mencionando. Con respecto a este punto, la visión
individual que tienen los entrevistados se manifiesta en una definición de sí mismo como casos excepcionales, no “normales” o
con “demasiada suerte”. Esto está íntimamente relacionado con
la estrechez de este espacio como ámbito de inserción laboral
de la Sociología.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 95
A partir de lo expuesto, entonces, podemos afirmar que la
inserción laboral en el espacio universitario está definida fundamentalmente por la inclusión en el mismo antes de graduarse,
mediante el contacto con profesores, la conformación de equipos de investigación y/o el desempeño de la docencia. De esta
manera, se define el capital social que marcará intensamente
el futuro laboral de estos actores. Acumulación de un capital
específico que, como vimos, nunca será independiente sino más
bien concomitante con acumulaciones previas y paralelas de
otros tipos de capital.
Es, entonces, durante la carrera que se definen los caminos
más probables para el futuro desempeño laboral, mediante el
establecimiento de redes y la acumulación de recursos para una
favorable inserción en el espacio universitario.
La figura del ‘‘sociólogo’’
La organización curricular de la carrera de Sociología de
la Universidad de Buenos Aires privilegia particularmente la
formación teórico-metodológica y, marginalmente, la pedagógica. Esto ayuda a conformar, a nivel de las representaciones del
estudiante de Sociología, la figura del sociólogo investigador y
docente como el ideal al qué aspirar. Este figura representa al
sociólogo por excelencia.
Los resultados de una encuesta realizada a alumnos ingresantes de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos
Aires (Forte, 2001) ponen de manifiesto que, en su gran mayoría, los alumnos definen al sociólogo como investigador (84%)
y al mismo tiempo como miembro del campo científico (53%).
Asimismo, también se reconoce el rol del sociólogo como intelectual (43%). Por último, se menciona el perfil docente (12%)
y técnico (10%).
Lo que sucede en el caso de la docencia es que el ejercicio
exclusivo de la actividad tiene escasa legitimidad como espacio
de inserción laboral del egresado de la carrera de Sociología.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
Sin embargo, aquellos que se desempeñan como investigadores
reconocerán y obtendrán el reconocimiento de su desempeño
docente. Ahora bien, esta actividad tiene más que ver, en este
caso, con la figura de «sabio» o “erudito” que con la figura de
educador o trabajador de la educación.
Por su parte, la inserción tecnocrática profesional es percibida por muchos entrevistados como cierto ‘‘peligro de estancamiento’’, sin posibilidad de ‘progreso intelectual’. En este
último caso, el ‘‘peligro’’ sería desvincularse de los entramados de
relaciones construidos a lo largo de la cursada, y la consecuente
pérdida de capital social que reduciría las posibilidades concretas de publicar, presentarse o concurrir a congresos, charlas y
debates. En otras palabras: la posibilidad de estar ‘‘pensando’’.
Los entrevistados expresan esto claramente:
Hacer investigación, docencia, para mí ese es el desarrollo
más lógico de un sociólogo. Yo me di cuenta de que no quería ser un técnico, no me interesaba ese tipo de Sociología.
Tuve la oportunidad de pensar ‘hago esto donde gano más
plata [se refiere al trabajo de «técnico»] o hago esto otro
[docencia e investigación, «desarrollo lógico del sociólogo»]’, y siempre terminaba eligiendo por la Sociología
más pobre. Son decisiones que uno toma. (Entrevistada).
Esta valoración positiva que se hace respecto a la inserción
dentro del espacio universitario la podemos relacionar con las
declaraciones que realizan los sociólogos insertos en ese mismo
espacio al manifestar el grado de satisfacción que tienen en
relación con el tipo de actividad que desarrollan.8 Existe una
importante proporción de encuestados que se sienten satisfechos o muy satisfechos, en donde todas las categorías dentro de
este ámbito superan los dos tercios de la población encuestada,
llegando a un máximo de 80%.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 97
Docentes y Cátedras según sexo
Varones
Mujeres
Total
Total de docentes
52%
48%
Cátedras
70%
30%
100% (548)
100% (102)
Fuente: Secretaría académica de la Facultad de Ciencias Sociales. Registro
Académico / Julio del 2001 / Carrera de Sociología.
La expresión mencionada anteriormente (la opción por la
«sociología más pobre») nos lleva a analizar un tema central:
el diálogo y la mutua referencia que existe entre los diversos
espacios universitarios y no universitarios de desempeño profesional del sociólogo.
Recuperando la pregunta planteada al comienzo del presente artículo, «¿qué es lo que motiva a un importante número
de egresados de Sociología a insertarse en el espacio académico?», nos encontramos con un dato significativo que nos ayuda
de manera indirecta a dilucidar dicho interrogante: existe una
clara diferencia de ingresos entre un sociólogo inserto en el espacio universitario y aquel que se desempeña en otros ámbitos
(consultoras, empresas privadas, Estado). Claramente, paga
mejor el trabajo de sociólogo como experto que el de docente o
investigador. ¿Qué es, entonces, lo que nos aporta este elemento?
No hace más que recordarnos la complejidad propia de estos
espacios y nos lleva a analizar otros aspectos a ponderar. Como
mencionáramos en otro apartado, la Sociología se desarrolla
como disciplina basándose en un proceso de producción de un
saber específico que —y esto es lo que queremos resaltar— vale
en tanto es considerado legítimo, en tanto detenta un reconocimiento y un prestigio otorgados por la comunidad en la que
se inscribe. De esta manera, podemos esbozar la hipótesis de
que, frente a otro tipo de acumulaciones de capital (por caso, el
capital económico), lo que prima en el espacio académico es la
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
acumulación de capital de tipo simbólico, de un reconocimiento
y un prestigio que colocan al sociólogo en una posición de privilegio. Lo interesante será que, a partir de esta acumulación
específica, el sociólogo podrá luego llevar adelante diferentes
estrategias de reconversión de sus capitales según lo crea necesario, reposicionándose en el espacio social y supliendo así lo
que en un momento pudo haber sido una pobre acumulación
de capital de tipo económico (Bourdieu, 1988). Esta podría ser
una respuesta a la paradoja de la elección por la «Sociología más
pobre», como mencionara la entrevistada.
En este sentido, los entrevistados que se encuentran trabajando en la Universidad no describen la inserción laboral en dicho espacio como estática ni única. Han realizado otros trabajos
no relacionados con la Sociología, o bien sí relacionados pero
no en el ámbito universitario. Sin embargo, se manifiesta cierta
«necesidad» de trabajar en este espacio, sin cerrar —una vez
insertos en él— la posibilidad de seguir estableciendo contactos
con otras áreas. Asimismo, el trabajo en la Universidad (sobre
todo para los sujetos que estamos estudiando) no se caracteriza
por la solvencia económica. Esto lleva a que se tengan que realizar trabajos simultáneos en otras áreas, u otra/s actividad/es
dentro del ámbito universitario mismo.
A partir de este punto, podemos distinguir dos tipos de
sociólogos relacionados con el espacio universitario: por un
lado, aquellos que se dedican exclusivamente a la docencia y
que, para poder lograr una cierta estabilidad económica con
esta ocupación principal, trabajan en diversos terrenos; por otro
lado, aquellos que se dedican principalmente a la investigación.
Estos están ubicados en un espacio más favorable en cuanto a
prestigio y reconocimiento, y son quienes, dada su mayor libertad de movimiento, pueden establecer una actividad docente
en el mundo universitario de manera más intermitente. Si bien
no podemos afirmar cuántos de estos sociólogos se encuentran
insertos en otros ámbitos —manteniendo prestigio y reconocimiento en el universitario y la posibilidad de seguir en contacto
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 99
con la producción de conocimiento—, creemos que la existencia
de estos actores puede ser considerada como resultado de la
desestructuración del espacio académico como centro principal
de producción de conocimiento.
Las mujeres en la Universidad
Si observamos la distribución de los sociólogos según sexo y
los tipos de actividad que venimos analizando dentro del espacio
universitario, encontramos que, en principio, según el Censo
2004, de los 25.298 estudiantes censados en la Facultad de
Ciencias Sociales un 34,5% son varones y un 65,5 % son mujeres.
En el mundo docente de la carrera, la distribución es más
pareja. Según el Censo docente de 2004, en toda la Universidad
de Buenos Aires hay un 48% de docentes varones y un 52%
de docentes mujeres. Esta proporción alteró la del año 1992,
cuando el 54% de los docentes era de sexo masculino y el 46%,
de sexo femenino.
Sin embargo, adentrándonos específicamente en la Facultad
de Ciencias Sociales, es interesante observar que esta predominancia de mujeres entre los docentes se altera al observar los
cargos: profesores y auxiliares. Según los datos del Censo docente, entre los profesores el 58,5% son varones y el 41,5% son
mujeres. Entre los auxiliares, sin embargo, el 42% son varones
y el 58% son mujeres.
Por lo tanto, cuando observamos la distribución de las cátedras según esta variable nos encontramos con una diferencia
significativa, en donde los cargos de mayor jerarquía son ejercidos principalmente por hombres. Los titulares de las cátedras
ofrecidas en las materias de la carrera de Sociología son, en
su mayoría, hombres. Mientras tanto, como se observó en los
datos mencionados con anterioridad, quienes detentan cargos
de menor jerarquía en este espacio (jefe de trabajos prácticos y
ayudante de primera) son mujeres.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
Docentes de la carrera de Sociología según cargo
jerárquico y sexo
SexoC A R G O JE R A R QU I C O Total
Titular Asociado Adjunto
JTP Ayudante 1º Ayudante 2º
Varones
Mujeres
16,4%
5,6%
4,3%
4,2%
16,9% 16,4%
15,8% 20,7%
34,9%
45,3%
11,1%
8,4%
100% (324)
100% (285)
Total
11,3%
4,3%
16,4% 18,4%
39,7%
9,9%
100% (609)
Fuente: Secretaría Académica de la Facultad de Ciencias Sociales. Registro
Académico / Julio del 2001 / Carrera de Sociología.
Después de analizar las propias vivencias y percepciones de
los actores recavadas en el trabajo de entrevistas, se visualiza una
sensación de desplazamiento de la mujer en el espacio del aula.
En la FLACSO México, de las materias que yo cursé en el
Doctorado tuve una sola profesora mujer. A la gente que
convocan en general son hombres. No creo que sea porque
no hay mujeres preparadas para eso. (Entrevistada).
No obstante, quienes reconocieron este desplazamiento
intentaron explícitamente distanciarse de miradas feministas y
focalizaron la discusión en torno a las prácticas que se generan
producto de un sistema excluyente y a las relaciones de fuerza
que se construyen y transforman en el transcurso de la historia.
De diferentes maneras, lo que se reconoce es que existe una
diferencia histórica construida que aún no ha sido erradicada
por completo y que permanece latente, de modo tal que tarde o
temprano esta asimetría de poder se pone de manifiesto. Esta
idea es recuperada expresamente por uno de los entrevistados,
quien resalta que, más allá de una reglamentación explícita, lo
que hay que cambiar para terminar con la discriminación por
género son las prácticas cotidianas.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 101
Es más profundo que solamente garantizar aspectos de
forma, y a mí me parece que hoy en día está muy cuidada
la forma pero no sé en cuánto estamos revirtiendo todo
lo otro. Desde lo formal es muy cuidadoso. Pero si uno
después analiza cuál es la situación se da cuenta que no
es tan así. (Entrevistado).
Finalmente, habiendo constatado que los espacios de mayor
poder están ocupados por hombres, es comprensible que una de
las entrevistadas defina a la Facultad como “un mundo de hombres”. Ahora bien, también es interesante observar lo que esta
entrevistada agrega: “Es un mundo de hombres con mujeres que
están a la altura de las circunstancias”. ¿Se trata de una visualización de la posición subordinada de la mujer con el acento en
la lucha por revertirlo? ¿O es una afirmación que encierra cierta
naturalización de desigualdad sin atisbos de problematización?
Respecto a esta problemática, hay algunos interrogantes
que quizás sea interesante recuperar para este caso, que han sido
trabajados por Mary Frank Fox para el caso específico de Estados
Unidos. En su artículo titulado “Mujeres, Ciencia y Academia”
(Women, Science, and Academia), plantea la importancia de
la ciencia como medio institucional de poder, en la medida en
que es a partir de la ciencia que se define lo “dado por hecho”
[taken for granteal] para millones de personas. Controlar la
ciencia es controlar el futuro [to be in control of science is to
be in control of the future], concluirá esta autora citando a
Wacjman. Fox remarcará el carácter jerárquico que ella observa en la ciencia, en tanto sus atributos más valuados —control,
racionalidad, objetividad— han sido históricamente más adscriptos a hombres que a mujeres. Es de esta manera que llega a
la tesis de que la ciencia refleja y refuerza la estratificación por
género. En su estudio de caso nos mostrará cómo la proporción
de mujeres que han logrado acceder al rango académico más
alto no ha mantenido relación con el crecimiento de mujeres
que han conseguido doctorarse. Mostrará a su vez cómo en los
102 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
departamentos de trabajo de las facultades es menos común que
se tome seriamente y se respeten las actividades y decisiones
de mujeres que las de los hombres. Se nos advertirá a partir de
esto sobre una importantísima implicancia: no sólo se restringen las posibilidades de las mujeres de participar en un círculo
social, sino también de investigar, de publicar, de ser citadas, de
mostrar marcas de status. Así, las mujeres están más presentes
pero no en roles visibles, valuados, o altamente recompensados,
reforzándose la idea inicial convertida en doxa, en evidencia, de
que los atributos de la ciencia corresponden más a lo masculino
que a lo femenino.
Más allá de las numerosas diferencias, complejidades y
distancias que puedan separar el artículo de Fox y el presente,
consideramos que dicho ejercicio de desnaturalización y recuperación de lo invisible en tanto invisibilizado quizás sea una puerta
para empezar a pensar la situación y estratificación a partir del
género para el caso específico de la Universidad de Buenos Aires.
Las estadísticas nos muestran diferencias significativas que no
podemos dejar de considerar y que seguramente serán recuperadas por futuros análisis sobre esta compleja problemática.
Consideraciones finales
El espacio universitario es uno de los ámbitos de inserción
laboral más requerido por los sociólogos recién recibidos. En el
presente informe partimos del dato de que uno de cada cuatro
sociólogos egresados de la Universidad de Buenos Aires se encuentran insertos laboralmente en el espacio universitario, ya
sea investigando y/o dando clases.
Hemos esbozado someramente que la organización curricular de esta carrera favorece esta inserción en particular, ya
que presenta una marcada tendencia hacia la formación profesional del egresado en relación a dichas actividades (aportando
herramientas para la metodología de la investigación, teoría
sociológica y talleres de investigación, por un lado, y materias
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 103
pedagógicas, por el otro). Sin embargo, hemos observado que,
debido al hecho de tener límites reales, este espacio permite
que solo algunos se desarrollen profesionalmente en su interior.
Los mecanismos que incluyen/excluyen sujetos de este espacio
tienen que ver con las prácticas que los mismos llevan adelante,
con las trayectorias que los sujetos construyen y reconstruyen
partiendo de acumulaciones previas y concomitantes de diferentes tipos de capital en función de sus aspiraciones e intereses
personales, y con la forma en que desarrollan su carrera académica como estudiantes, para luego hacerlo como profesionales.
El tejido de múltiples redes en este recorrido permite que solo
algunos lleguen a la meta y otros queden en el camino.
Estas cuestiones configuran la problemática que presenta la
complejidad del espacio universitario como campo de inserción
laboral de una importante proporción de sociólogos.
Una de las características más relevantes que encontramos
en las trayectorias de los entrevistados fue el ineludible capital
social adquirido antes de haberse recibido. Con esto nos referimos al hecho de haber establecido contacto con docentes
y/o investigadores dentro de la Universidad. Si bien existen
inquietudes e historias personales que delinean estas prácticas,
éste es uno de los elementos más significativos para pensar,
en términos generales, los posibles criterios de selección para
ingresar a este espacio.
Ya en su interior, los sociólogos se encuentran distribuidos
en diferentes actividades y manifiestan, en términos generales,
un alto grado de satisfacción con su ocupación en base a las
expectativas que tenían al momento de egresar de la carrera.
Las posibles ‘insatisfacciones’ responden a diferentes razones,
principalmente la monetaria, aunque también otras personales:
incapacidad para enfrentar desafíos, falta de confianza en sí
mismos, conflictos con ciertos integrantes del ámbito de desempeño laboral. Algunas de estas razones pueden considerarse
ligadas al carácter restringido del acceso al espacio universitario
y al desempeño laboral en el mismo. Percibidos en términos de
104 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
‘desafíos’, ‘falta de confianza’ o ‘conflictos, los múltiples obstáculos que se presentan para establecerse dentro de este espacio
son indicadores de este continuo esfuerzo que requiere el acceso
a la docencia y a la investigación en la Universidad, espacio
privilegiado de la Sociología.
Estas barreras también se manifiestan en cuanto a la distribución según género que existe entre los docentes de la carrera
de Sociología: las posiciones de mayor jerarquía dentro de los
espacios (titulares de cátedra, por ejemplo) están ocupadas en
su mayoría por hombres. Los datos censales demuestran que
existen diferencias según sexo que favorecen al varón. Sin embargo, en el discurso de los entrevistados estas diferencias no
se visualizan tan fácilmente como problemáticas, en la medida
en que se encuentran —consideramos nosotros— arraigadas en
las representaciones de estos actores.
Es importante señalar, por último, que, si bien existe un
claro predominio y una centralidad de este espacio de inserción
laboral por sobre los otros espacios profesionales donde los
sociólogos ejercen su profesión, esta preponderancia tiende a
relativizarse en la medida en que nuevos espacios van adquiriendo una legitimidad cada vez mayor.
De hecho, teniendo en cuenta la posición central que ocupa
el mundo universitario en el campo de la Sociología con respecto
a otros espacios de inserción profesional, encontramos que ese
lugar de privilegio está en relación directa con la formación ofrecida por la currícula oficial. Sin embargo, en la actualidad existe
una mayor propensión a reconsiderar otras áreas de trabajo para
los sociólogos. Así, las consultoras, las empresas privadas y el
Estado van ganando legitimidad en la medida en que comienzan a ser aceptados y reconocidos como espacios aptos para el
desempeño del sociólogo en tanto profesional. Hay un nuevo
prestigio y un reconocimiento hacia ese tipo de actividades, en la
medida en que conforman un espacio que permite el desarrollo
de la creatividad y el mantenimiento de un pensamiento crítico,
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 105
dos elementos centrales a la hora de definir la figura legitimada
del sociólogo.
Notas
1 Reconocemos que esta delimitación de nuestro ámbito [objeto] de estudio
deja afuera espacios en los que las prácticas de los sociólogos se vinculan, de
hecho, al mundo universitario (universidades del país y del exterior, institutos
de investigación no dependientes de la UBA, etc.), pero consideramos válidas
las razones anteriormente mencionadas para sostener que el análisis del espacio
seleccionado nos permitirá avanzar en la comprensión de las características
del mismo.
2 Gastón Beltrán y Lucas Rubinich, 2002: Prácticas heterogéneas y trayectorias
complejas. Algunos comentarios sobre el campo de la sociología analizado a
partir de las ocupaciones de los sociólogos. Informe de Avance, Buenos Aires.
3 Aunque siempre nos encontraremos con líneas que marcan continuidad y
otras que marcan ruptura, consideramos que gran parte de las transformaciones
producidas a partir de mediados de la década del 70 tuvieron su principal continuidad a partir de los 90s, constituyendo el período de transición democrática
una suerte de viraje hacia otra dirección en aspectos no menores del proceso.
4 En este punto nos referimos a la docencia universitaria como complementaria
a la práctica de investigación. Si bien son espacios de inserción laboral reales y
contemplados en la formación que ofrece la carrera en la Universidad de Buenos
Aires y otras universidades del país, la docencia en el nivel medio y terciario
merece un análisis aparte, ya que tiene características diferentes.
5 En el caso de los estudiantes de grado, estas becas reciben el nombre de
“Beca Estímulo”. También se otorgan becas de investigación para estudiantes
de postgrado (Beca de Maestría y Beca de Doctorado), cuyos beneficiarios son
considerados en el presente trabajo como sociólogos efectivamente insertos
en el ámbito universitario, ya que ellos mismos definen esta categoría como
ocupación principal
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
6 El discurso de los actores hace referencia a lo relevado mediante entrevistas en
profundidad realizadas a algunos sociólogos insertos laboralmente en la universidad (que cumplen con los criterios de selección de la muestra de la encuesta).
7 Idea con la que juega el propio Granovetter en el título del trabajo, “The
Strength of Weak Ties”. (Traducido como “La fuerza de los vínculos débiles”
por María de los Ángeles García Verdasco, de la Johns Hopkins University )
8 En este caso, hacemos mención a la encuesta realizada en el presente proyecto.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 107
Reforma del estado y saber tecnocrático. Los sociólogos
en el ámbito estatal
Alejandra Beccaria y Lucía Goldfarb
En el presente trabajo analizaremos la inserción laboral de
aquellos sociólogos que trabajan en el Estado, considerando las
tensiones y transformaciones que vivió el campo de la sociología en la Argentina durante los años ´90, en un contexto que
supone un proceso de “profesionalización” y “tecnificación” de
la sociología.
Nuestros objetivos se orientan a indagar acerca de los
nuevos límites del campo de la disciplina sociológica, más
específicamente del sub-campo al que corresponden aquellos
sociólogos a los que clasificaremos como “técnicos estatales”; es
decir: sociólogos que se desempeñan laboralmente en el Estado,
desarrollando tareas que requieren conocimientos específicos.
En este sentido, queremos establecer relaciones que sirvan a
la comprensión de las vinculaciones entre los modos de hacer
sociología legítimamente aceptados, y para eso debemos incluir
las transformaciones “objetivas” de la ultima década respecto
a las anteriores, y al mismo tiempo debemos tener en cuenta
las percepciones que tienen los actores implicados acerca de
lo que es “hacer sociología en el Estado”. De esta manera, nos
preguntamos acerca de la utilidad de la sociología en función de
las nuevas “agendas de políticas públicas sociales” y procesos
de decisión. Por último, queremos referirnos a los criterios de
selección que operan en el ingreso a este “sub-campo”, trabajamos con aquel universo que se definió como “técnicos del
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Estado” dentro del sistema de categorías de ocupaciones de los
sociólogos que surgió de dicha encuesta. Estos datos permitirán
complementar la información obtenida a partir de las entrevistas, ya que posibilitan una aproximación al reconocimiento de
trayectorias en base a la relación que existe entre el capital social
de los padres, las actividades realizadas durante el paso por la
universidad y el tipo de cargo ocupado en el ámbito estatal, en
tanto variables que inciden en el ingreso al campo.
Asimismo, nos referiremos a algunas tensiones no resueltas
en el interior de la disciplina, tanto vinculadas con la formación
que propone la carrera como con las opciones de este tipo de
inserción laboral que son percibidas como reales y que forman
parte de las luchas que se establecen en torno a qué es lo que
entra dentro del criterio de legitimación de la práctica sociológica; es decir: qué actividades coexisten bajo esta denominación
y quiénes, entre los sociólogos que trabajan en el Estado, desempeñan esas ocupaciones.
En primer lugar, vamos a hacer referencia a las transformaciones “objetivas” en la estructura administrativa del Estado que
facilitaron y promovieron la profesionalización de los agentes, y
que plantearon nuevas cuestiones sociales qué resolver desde lo
público, que favorecieron el ingreso de sociólogos a los distintos
ámbitos estatales. En segundo lugar, los resultados del análisis
de la encuesta (véase el artículo de Rubinich y Beltrán en este
volumen) nos permiten establecer una primera aproximación
a una caracterización de los sociólogos que se desempeñan en
el estado. Por último, a partir de entrevistas,1 se construirá una
tipología de estos sociólogos en relación a la definición de los
límites que ellos mismos le otorgan al campo de la disciplina.
En este sentido, se tendrán en cuenta la manera en que se reconoce la propia actividad y la relación que tiene la misma con lo
que llamamos el “epicentro” del capo sociológico: la Academia.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 109
Saber técnico y profesionalización del Estado. El lugar
de los sociólogos.
A principio de los años noventa, en diversos sectores de la
sociedad existía un amplio consenso acerca de la necesidad de
llevar a cabo una transformación dentro del Estado. Se hablaba
de “volver más eficiente” la administración pública, de “achicarla” o bien de transformarla. Se buscaba un Estado eficiente
y racional, y, por lo tanto, se requería una importante reforma.
Primaba en toda la sociedad una aceptación de dicho diagnóstico, que favoreció la introducción de un número de reformas
que supuestamente harían más eficiente al Estado, en sintonía
con las nuevas reglas de juego establecidas a partir de las reformas neoliberales que, en lo económico, apuntaron a una mayor
desregulación, la apertura de los mercados y la privatización de
las empresas públicas.
Pero el surgimiento y la implementación de estas reformas no habría sido posible de no ser por la existencia, cada vez
más predominante, de una nueva visión acerca de cómo debía
ser la sociedad en general, y, en particular, su relación con el
Estado. En este sentido, se percibía que, hasta ese momento,
esa relación se había caracterizado por una excesiva presencia
del Estado en asuntos que debían estar regulados únicamente
por la libre concurrencia. La intervención estatal en la política
pública, en particular en la política económica, era vista como
una exageración. Dentro de este marco, los procesos de reducción y tecnificación del personal estatal estuvieron teñidos por
un espíritu que otorgaba un valor hegemónico al saber técnico en
general, y, especialmente, al saber económico. Se impuso cierta
creencia en la primacía de la lógica científica (principalmente
la económica) como la única capaz e idónea para conducir los
asuntos del Estado.
Se podría decir que, en general, estas reformas estructurales se orientaron también hacia una reducción de las funciones
estatales, como fue el caso de la privatización de las empresas
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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públicas, que suprimió mecanismos estatales para orientar
actividades económicas y sociales (Sidicaro, 2001). A nivel del
personal, esta reducción de capacidades y recursos del Estado
se reflejó en una importante disminución de su volumen, así
como en una flexibilización de las condiciones laborales y de
otras numerosas funciones. Pero, dentro de este conjunto de
reformas más generales, también nos interesa destacar lo que
implicó el denominado viraje hacia una tecnificación del perfil
del personal. Un primer indicador de esta nueva orientación es
la incorporación de profesionales (técnicos) en distintas áreas
del aparato estatal, especialmente en áreas orientadas a la implementación de políticas económicas y sociales.
Si bien se dijo que, en términos generales, el tamaño del
Estado sufrió una importante reducción,2 la participación de
los profesionales (desempeñando las funciones o tareas técnicas
que requieren un saber especial) se incrementó: esto significó el
acrecentamiento del peso relativo de los profesionales ocupados
en el Estado a lo largo de los últimos 30 años. A mediados de la
década del 70, del total de agentes de la Administración Pública
Nacional solo un 2.4 % eran profesionales universitarios. Sin
embargo, a fines de los años noventa, con la Administración
Pública ya bastante más “reducida”, el porcentaje de los profesionales alcanzaba un 36%.3 Por otro lado, un indicador del proceso de “tecnificación”
que se mencionó anteriormente son los cambios producidos
en el escalafón del Estado a raíz de la implementación, mediante el decreto 993/91, del Sistema Nacional de la Profesión
Administrativa (SINAPA), cuya lógica imperante era la de
la profesionalización de los agentes públicos. En este nuevo
sistema, la forma de ascenso es la constante calificación de los
empleados públicos. Es posible encontrar esta idea en el citado
decreto “... (se) propone un reordenamiento escalafonario
sustentado en los principios de mérito, capacitación y sistemas
objetivos de selección y productividad como fundamentos del
ingreso y la promoción de los agentes públicos...(...) una carrera
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 111
administrativa basada en modernas técnicas de gestión gerencial y profesionalización en todo su desarrollo...” (Decreto).
Los objetivos que perseguían las reformas llevadas a cabo
en la Argentina a principios de la década del noventa no se
alcanzarían únicamente mediante modificaciones económicas,
sino también a través de importantes alteraciones en la política social. Así, surge en este período una manera diferente de
problematizar los conflictos “sociales” y cobra fuerza la idea
de que solo los expertos pueden resolver los mismos. De este
modo, al mismo tiempo que el Estado se retira de espacios en
los que había intervenido hasta entonces (básicamente en su rol
de regulador de la economía y como interventor en las luchas
por la distribución del ingreso), las nuevas condiciones creadas
por las reformas estructurales dieron lugar a la necesidad de
que el Estado se ocupase de problemas como la pobreza y la
desocupación, que alcanzaron magnitudes desconocidas hasta
entonces en el país. Cabe aclarar que ello no significa que el
Estado previamente no interviniera en los “asuntos sociales”,
sino que emergieron nuevas problemáticas de relevancia social
que ya no estaban centradas en lo económico.
Este nuevo rol estatal, junto con la primacía de esta lógica de
eficiencia y eficacia —lógica fuertemente orientada, entre otros,
por las visiones de organismos internacionales de crédito como
el Banco Mundial—fortalecen la legitimidad del saber experto,
y con él la demanda de profesionales de las ciencias sociales
para hacer frente a esos problemas. De esta forma comienzan
a ser “necesasrios” agentes especializados, portadores de un
conocimiento técnico-profesional específico.
Al mismo tiempo, las reformas neoliberales colocaron
nuevas dimensiones como la pobreza y el empleo en el lugar
de “problemas sociales” que debían ser atendidos y abordados
desde el Estado, pero ahora ya a partir un conocimiento técnico
específico (¿en contraposición a qué cosa?). Esto puede verse
en la institucio-nalización y ampliación de las funciones del
Ministerio de Desarrollo Social (si bien, hasta ese momento,
112 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
existían dependencias o programas que se ocupaban de dicha
temática, en estos años cobra el rango de Ministerio). También la
observación de la evolución del gasto social de los últimos veinte
años permite ver un aumento de la proporción del mismo que
se destina a los programas sociales de asistencia social y promoción,4 espacio en el cual ingresaron un número importante
de sociólogos.
Dentro de este escenario, los sociólogos, como profesionales que portan un “saber específico” y al mismo tiempo técnico,
forman parte de esta dinámica de profesionalización del Estado.
Esto ocurre mayormente en puestos de tipo “técnico”, pero
también comienzan a aparecer profesionales de la sociología en
funciones de tipo ejecutivas, algunas veces incluso como funcionarios (en los años noventa hubo dos Ministros de Educación
que eran sociólogos).
En resumen, el clima político-cultural que comenzó a predominar a comienzos de la década, que supone una creencia en
el saber técnico para la resolución de los problemas de Estado,
puede ayudarnos a entender la llegada de sociólogos al ámbito
estatal.
Características de los sociólogos del Estado
Lo anterior nos conduce a la idea de la sociología como un
campo que se ha ampliado, dentro del cual los “técnicos estatales” se encontrarían formando parte de un sub-campo, que a su
vez tiene sus propios límites. Este sub-campo estatal se encuentra constituido por ciertos límites cuya definición, al igual que
ocurre con las prácticas legítimas que en él se desarrollan, tiene
que ver con actividades específicas que no son exclusivamente
académicas y establece relaciones particulares con las prácticas
llevadas a cabo en este último ámbito.
Para dar cuenta de esta situación nos planteamos una
serie de preguntas generales relacionadas con las formas de la
reestructuración del campo científico-técnico de “aplicación” de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 113
la disciplina sociológica, y, en particular, con los resultados de
ciertas luchas por la legitimación de los nuevos límites del campo, cuya notoria ampliación hacia el ámbito estatal nos conduce
a indagar sobre las prácticas y actividades que coexisten en el
Estado bajo la denominación de “sociológicas”.
Un primer punto que cabe destacar, a partir de los resultados de la encuesta, es que la totalidad de los técnicos estatales conciben que su ocupación principal tiene relación con
la disciplina sociológica; es decir: perciben que su ocupación
puede ser legítimamente definida como sociológica. Si bien esta
misma situación también puede ser observada en los sociólogos
académicos, es interesante notar que, en el caso del resto de los
encuestados, la mitad no percibe su ocupación como una práctica
sociológica (52,1%).
Por otra parte, casi un 85% de los sociólogos que trabajan
en el Estado dicen encontrarse “satisfechos” o “muy satisfechos”
con su actividad laboral, presentando quizá el nivel más alto
de conformidad entre las distintas categorías de ocupaciones
de los sociólogos. Nuevamente, esta distribución se asemeja a
aquella que presentan los sociólogos que se dedican a la enseñanza e investigación académica, entre quienes solo el 73% se
encuentran en dichas categorías. En el primer informe que se
realizó sobre esta encuesta se sugirió la hipótesis de que esos
grados de satisfacción/ insatisfacción por parte de quienes se
desempeñan en el ámbito de académico estén vinculados a
cuestiones monetarias, mientras que, en el caso de profesionales
que se desempeñan en el ámbito público y privado, que están
mejor remunerados, la insatisfacción tiene que ver con la “falta
de creatividad”. Suponemos que, al menos en el caso de los
técnicos estatales, esta explicación no es determinante, ya que
creemos que el problema de los límites y tensiones no resueltas
en el interior de la disciplina en relación con la formación profesional propuesta por la carrera y las opciones reales de inserción
existentes en la sociedad requiere un análisis más profundo;
definir qué es una actividad laboral sociológica, y, por lo tanto,
114 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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qué actividad satisfará las expectativas laborales un sociólogo
no es una cuestión unívoca.
Con respecto a la dimensión que indaga acerca del origen social, se observa que la proporción de profesionales que asistieron
a un colegio público es mayor entre el grupo de los sociólogos que
trabajan en el Estado (71.4%) que en el total de los encuestados
(66.7%). Si bien habría que tener en cuenta otros indicadores,
en principio, a partir de este dato, podría pensarse en el peso de
estos ámbitos —en este caso particular el colegio— en donde se
conformarían las redes de relaciones que juegan un rol central a
la hora de comprender la inserciones laborales de los sociólogos.
Otro dato que puede ser de utilidad para profundizar la
caracterización de la dimensión del origen social en este grupo
específico es la ocupación del padre. La información de la encuesta indica que el mayor peso lo tienen aquellos que son hijos
de empleados del sector privado (30%) y, en segundo término,
empleados públicos (20%), mientras que sólo un 15 % son hijos
de profesionales. Llama la atención las diferencias que emergen
no sólo con respecto al total de los encuestados sino también
con el grupo de los sociólogos académicos, en donde el mayor
porcentaje corresponde a los hijos de “profesionales” (41.2%),
seguidos por los empleados del sector privado (21.6%). En el
total de la población encuestada, la distribución de las categorías es más homogénea, sobresaliendo el caso de los hijos de
profesionales con un 28.4%.
Para aproximarnos al capital social adquirido durante la
carrera, utilizamos la variable “actividades realizadas durante
la carrera”. Esta referencia a las actividades extracurriculares es
valiosa, desde nuestro punto de vista, ya que permite visualizar
la asistencia (o no) de los sociólogos a espacios que les permitirían, en un futuro, insertarse favorablemente en el mercado
de trabajo. Así, un 55% de los sociólogos/técnicos del Estado se
desempeñó como docente y un 35% realizó actividades relacionadas con la investigación.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 115
Cuadro 5. Técnicos Estatales. Actividades realizadas en
la facultad durante la carrera5 Investigación
Docencia
Militancia
Absolutos%
11
35,5
17
54,8
6
19,4
Pasantías
412,9
En los datos que se desprenden de la encuesta no fue posible
distinguir la presencia de los diferentes tipos de sociólogos/técnicos que trabajan en el Estado, debido a que éstos constituían
una única categoría que los englobaba a todos, sin distinciones. Sin embargo, las entrevistas nos permitieron captar algunas
diferencias importantes entre los diversos tipos de sociólogos
que se desempeñaban laboralmente en el Estado.
El perfil de los sociólogos que trabajan en el Estado
A partir del análisis de un conjunto de entrevistas realizadas
a sociólogos que se desempeñan como profesionales dentro del
Estado, se construyeron tres “tipos ideales” de sociólogos que
trabajan en la administración pública. Con esto último nos proponemos aproximarnos al universo heterogéneo de profesionales
que convive dentro del Estado.
Para la construcción de estos tipos ideales, centramos
nuestra mirada en el nivel de las percepciones que los actores
sociales poseen acerca de su inserción como profesionales de la
sociología dentro del ámbito del Estado. Es decir que no estamos
priorizando su efectiva actividad sino sus percepciones acerca de
la misma. Con esto queremos marcar que pueden haber casos de
sociólogos que, de hecho, realicen la misma actividad (que tengan
el mismo puesto), o le dediquen la misma cantidad de tiempo
(ya sea dentro del Estado o dentro de la academia), pero que se
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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encuentren dentro de diferentes “tipos” en nuestra clasificación.
Aquello que importa en esta dimensión del trabajo son las visiones
que cada uno de los sociólogos presenta acerca de su desarrollo
como profesionales de la sociología. En otras palabras, aquello
que se prioriza en la construcción de los “tipos” es el autorreconocimiento en relación con la sociólogía y el trabajo profesional
que los sociólogos manifiestan.
Es importante dejar en claro que la construcción de los tipos de sociólogos está anclada en la noción weberiana de “tipos
ideales”. Por ello, cabe aclarar que no necesariamente van a
coincidir con la realidad, sino que, a partir del realce de algunos
rasgos observados de la realidad —en nuestro caso a partir de las
entrevistas— se construyeron estas categorías analíticas que nos
permiten acercarnos al estudio de las percepciones de la vida
profesional de los sociólogos.
Concretamente, los tres tipos ideales de sociólogos son: los
“Técnicos puros”, los “Técnicos mixtos” y los “Técnicos académicos”. La principal diferencia que existe entre estos tres grandes
tipos ideales reside en el grado de reconocimiento que los propios
sociólogos le otorgan a su ocupación como técnicos estatales.
Con ello buscamos dar cuenta de las maneras diversas que cada
uno de estos tipos de sociólogos insertos laboralmente dentro
del Estado tiene de relacionarse con su ocupación y con las
actividades que desarrollan en la misma. Así, emergen diversas
ideas acerca de lo que es “hacer sociología” o, más simplemente,
de lo que significa “ser” sociólogo.
Al mismo tiempo, la relación que estos técnicos sociólogos
del Estado mantienen con el mundo académico no es homogénea, sino todo lo contrario: en algunos casos se establece
una constante interacción mientras que, en otros, la relación
es prácticamente nula. Este es un punto importante en donde
cobran sentido los diferentes “tipos”.
Resumiendo, la distinción entre estos tipos de sociólogos
se basa en dos variables:
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 117
a) La manera en que ellos reconocen y definen su propia actividad y el significado que le otorgan a la misma
(Reconocimiento que cada tipo se configura acerca de su
desarrollo como profesionales en el Estado);
b) Las relaciones que ellos establecen con el mundo académico
(Visión que tienen acerca de la academia).
Con respecto a esta última variable, hay que señalar que
posee una dimensión objetiva, ya que estamos haciendo hincapié
en la participación efectiva (o no) de los técnicos estatales en
actividades relacionadas con el mundo de la academia.
Según lo relevado en las entrevistas, se pueden identificar
ciertas características de los tipos que se han construido en
relación con las variables antes definidas.
“Técnicos puros”
Al denominar como “puros” a estos profesionales técnicos
del Estado, nos estamos refiriendo a un tipo de sociólogo que
desempeña sus actividades como profesional de la sociología
de manera exclusiva dentro del ámbito estatal. A su vez, la relación establecida con el mundo académico es casi nula. Por lo
general, la inserción dentro del ámbito del Estado se produjo
desde muy temprano. El reconocimiento que le otorgan a su
ocupación es alto.
“Técnicos mixtos”
En este caso particular, los sociólogos también se hallan
ocupados en actividades de tipo técnicas dentro del Estado,
pero, sin embargo, esto no se da, como en el “tipo” anterior, de
manera exclusiva. Los técnicos mixtos mantienen una fluida
relación con la academia y, al mismo tiempo, intentan (y muchas
veces logran) integrar ambos espacios del mundo de la sociología. Reconocen que tanto uno como otro son espacios en donde
desarrollan sus prácticas sociológicas.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
“Técnicos académicos”
En el caso particular de los “técnicos académicos”, se produce una peculiar relación entre el campo del Estado y el campo
de la Academia. La forma en que estos sociólogos se relacionan
con su ocupación de carácter técnica puede leerse como opuesta
a la de los “técnicos puros”. La inserción laboral que es reconocida por este tipo como el espacio de desarrollo de sus prácticas
profesionales no es el Estado, sino el mundo académico.
Los “técnicos académicos” no perciben que su ocupación
dentro del mundo del Estado sea aquella en donde se están
desenvolviendo profesionalmente. Poseen una íntima relación
con el mundo académico, ya sea por medio de la docencia o la
investigación, pero, sin embargo, no les es posible (la mayoría
de las veces por cuestiones económicas) formar parte exclusivamente de este espacio.
En pocas palabras, los técnicos puros se reconocen efectivamente como trabajadores estatales y no muestran, al menos
verbalmente, interés por el mundo de la academia. Los técnicos
mixtos también se reconocen como trabajadores del Estado, pero
sí les interesa la inserción profesional dentro de la academia. El
mixto, por su parte, logra encontrar una complementariedad
entre ambos mundos; por último, los técnicos académicos no
se perciben como “trabajadores estatales”, ya que reconocen a
la academia como el espacio por excelencia de la sociología y
priorizan, de este modo, ese espacio como ámbito de desarrollo
profesional.
Cuando se analiza la percepción que los técnicos puros
tienen acerca de su ocupación, puede verse que le otorgan un alto
grado de reconocimiento a la actividad en sí misma, más allá de
que ésta tenga o no legitimidad como práctica sociológica. Esto
significa que la valoración de estos técnicos reside no tanto en
la sociología como práctica sino, por el contrario, en las tareas
profesionales que realizan dentro del Estado.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 119
El modo en que estos técnicos puros se relacionan con la
academia es muy especial: a diferencia de los otros dos “tipos”,
el reconocimiento otorgado a este sub-campo es bajo, y la interacción con éste muchas veces es inexistente. En este caso no se
le otorga al mundo académico el carácter central que sí aparece
en muchos otros casos. En aquellos casos en los que sí se produce
algún tipo de interacción entre la inserción dentro del Estado
y dentro del mundo académico, el significado otorgado a éste
último espacio no es del todo positivo; el contacto es parcial y no
representa un espacio importante dentro del desenvolvimiento
profesional de estos técnicos.
Un punto muy importante que aparece en los técnicos puros es la no percepción de la sociología como parámetro de su
desarrollo profesional (yo no me siento socióloga). La actividad
misma aparece como eje ordenador de sus tareas, no sienten que
su paso por la facultad les haya proporcionado las herramientas
para esta labor de técnicos. Ser sociólogo no sería la cuestión
central, sino por el contrario, ser técnico del Estado:
Por lo general, la entrada de los técnicos puros en el Estado
es una de las primeras inserciones en el mundo del trabajo, que
se produce muy temprano en la carrera, mientras realizan sus
estudios. Es por esta situación que les es posible hacer carrera
dentro del Estado. Pudimos observar que, por lo general, la
incursión dentro del mercado de trabajo no está ligada a los
orígenes sociales de los sociólogos. Esto es así ya que, al igual que
en los otros tipos, en un principio el ingreso al mundo laboral
está marcado por una diversidad de actividades cuya función es
la de “manutención”.
Del análisis de las entrevistas a los técnicos mixtos se
desprende una valoración de la propia actividad como netamente sociológica. El hecho de que estos sociólogos hayan logrado
vincular sus actividades académicas con su trabajo técnico les
permite tener, más allá de algunas insatisfacciones, un alto grado
de conformidad con su actividad laboral en el Estado y, sobre
todo, percibir su participación en lo que nosotros distinguimos
120 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
como dos sub-campos separados, como si fuera un único ámbito
para el desarrollo de su profesión.
En principio, la profesión es considerada por estos técnicos
como algo bastante más amplio que lo que encierran las “cuatro
paredes de la facultad”. En este sentido, el ingreso al Estado se
produce durante el transcurso de la carrera y, en algunos casos,
las actividades laborales desarrolladas resultan ser ordenadoras
de las posteriores elecciones y actividades llevadas a cabo como
estudiantes. Incluso, una vez graduados se produce un “segundo
ingreso” a la facultad, esta vez como docentes, aunque esta vez
la vía de ingreso es un contacto establecido en el ámbito laboral
estatal. De alguna manera, la red de relaciones comienza a hilarse
desde sus contactos en el Estado, que muchas veces permiten
iniciar su vinculación con la academia. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en las épocas de estudiantes, el espacio
es concebido como un ámbito de desarrollo o complemento de
la actividad profesional. El caso de Pablo es un claro ejemplo
de uno de estos casos: al ingresar en la carrera de sociología se
encontraba trabajando la Secretaría de Seguridad Social
Fui aprendiendo mucho más en el laburo que al venir acá
a la facultad.
Desde la perspectiva de este sociólogo, estar inserto laboralmente en este espacio fue lo que le permitió combinar y
retroalimentar el Estado con la academia.
Yo pude verdaderamente tener una pata en un lado y
en el otro, con lo cual no se me hacia cuesta arriba tanto
laburar y estudiar (...) porque me iba inclinando, cuando
yo empecé las materias optativas, a todas las que tenían
que ver con las políticas sociales.
En cuanto a la manera en que ellos reconocen y definen
su propia actividad y el significado que le otorgan a la misma,
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 121
la visión ampliada que, creemos, tienen estos sociólogos de la
sociología, favorecida por la integración de los dos ámbitos donde se encuentran inmersas sus actividades, hace posible que el
momento del ingreso al mundo laboral dentro del sub-campo
estatal se constituya como un punto de inflexión en las trayectorias profesionales y resulte ser un factor orientador de gran
importancia para el curso posterior de sus carreras. Podemos
decir que, para este tipo de técnicos, a diferencia de los que luego
llamaremos “técnicos académicos”, el Estado no constituye un
refugio entre “beca y beca”, sino que se complementa con (o
bien es complementado por) la carrera académica (becas, postgrados, etc.). Sin dudas, para ellos trabajar de sociólogos (en el
Estado) es ser sociólogos.
Sin embargo, la percepción de lo que, se supone, es el campo
de la sociología no tiene una única definición. Por el contrario,
responde a construcciones complejas en las que se combinan
diversos tipos de prácticas bajo una misma denominación, pero
que encierran una amplia gama de modos de hacer sociología legítimamente aceptados. Muchas veces estos técnicos-mixtos son,
de entre los tres tipos de sociólogos que trabajan en el Estado,
aquellos que están en mejores condiciones de formular, desde
su propia experiencia, la problemática que aquí planteamos,
ya que sus actividades se desarrollan en el seno de las propias
luchas por los límites del campo de la sociología y, para bien o
para mal, se ven afectadas por las mismas.
Pero esto puede constituir una estrategia favorable en
cuanto al capital acumulado que les permite alcanzar una posición particular en el campo de las luchas. Nos encontramos, si
se quiere, frente a a un tipo de sociológos que desarrollan una
estrategia de inserción más favorable gracias a la combinación
e integración que logran hacer entre los dos sub-campos de la
disciplina sociológica. Esto les permite mantenerse siempre
dentro de lo que es su propio campo de acción, definido más por
una temática que por un tipo de actividades a realizar, capitalizando, en todos los casos, ambos tipos de actividades. Se trata
122 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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de sociólogos que allí donde se inserten van a orientarse hacia
su tema de interés, y, en este sentido, parecen ser relativamente
autónomos. La sociología es definida como una mirada, una forma de abordar el mundo, de ser receptivo de los puntos de vista
de interlocutores diferentes (un investigador, un docente, los
materiales que circulan el ámbito académico, las herramientas
técnicas y la información del Estado, un economista, un político),
capaz de resolver problemas técnicos y enriquecer el conocimiento sobre un tema determinado. Por otra parte, es posible
observar que, en general, las temáticas elegidas para las tesis
de post-grado tienen que ver con políticas públicas y sociales.
Por lo tanto, las actividades laborales resultan ser herramientas,
insumos, y las formas de inserción en el Estado, contactos para
hacer también una carrera académica.
De todas maneras, esto no responde aún a la pregunta
acerca de los criterios o variables independientes que favorecen
el ingreso a este sub-campo. Podemos, sin embargo, enumerar
algunas características que se desprenden de las entrevistas.
Generalmente, se trata de estudiantes-trabajadores; es decir:
personas que, apenas salen del secundario (o, incluso, antes)
comienzan a trabajar en diversos empleos no relacionados
con la carrera, impulsados por un deseo de independencia
económica respecto de los padres. Los casos entrevistados resultaron pertenecer a familias de clase media, no universitaria,
poco conocidas en el ámbito de aplicación de la sociología. Sin
embargo, los técnicos-mixtos, aunque en un primer momento
no saben qué es la sociología, van construyendo esta definición
de una forma pragmática, al menos en comparación con los
técnicos académicos. En algún momento, antes de recibirse, y
luego de pasar por varios empleos, entran en alguna repartición
del Estado relacionada con políticas sociales, y su orientación
académica comienza lentamente a orientarse hacia este tipo de
temáticas, ya sea antes de terminar la facultad (en las materias
optativas), o bien en los cursos de postrado. Saben o aprenden
a vincular la carrera académica con el trabajo en el Estado. La
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 123
forma de ingreso de los entrevistados al Estado tuvo que ver, en
general, con factores no relacionados directamente con el origen
social familiar. Por otra parte, se trata, en general, de personas
que trabajaron desde el inicio de la carrera, solventando casi en
su totalidad sus estudios.
Con respecto a los técnicos académicos, encontramos
una contradicción en cuanto a su desarrollo profesional dentro
del Estado, por un lado, y dentro del mundo académico, por el
otro.
Si bien admiten que ser “técnico del Estado” es una forma
legítima de “hacer sociología” (“..no es que soy un explotado...
o que cargo bolsas...”), no reconocen que esa sea la práctica
sociológica con la que ellos mismos se identifican como profesionales. Ellos conceden a su inserción dentro de la academia (ya
sea por medio de la docencia o de la investigación la mayoría de
las veces) el lugar preferencial de la sociología como profesión,
al mismo tiempo que lo perciben como su lugar:
A diferencia de los mixtos, existe un alto grado de disociación entre sus inserciones en los sub-campos del Estado y de la
academia: perciben a los dos espacios como campos autónomos,
sin ninguna integración entre sí.
Por lo general, pudimos observar que la inserción laboral
de estos técnicos académicos estuvo ligada desde muy temprano (desde que eran estudiantes) al mundo de la docencia y/o
investigación, conviviendo con una pluralidad de actividades
que, en la mayoría de los casos, realizaban simplemente para
sustentarse económicamente:
Hice de todo, trabajé en un archivo de fotografía... sacaba
fotos en la secundaria... después trabaje cargando bolsas
de pan rallado... fueron todos trabajos cortos... y trabajé un
tiempo de fotógrafo así social... haciendo audiovisuales y
esas cosas... pero así trabajo de oficina tuve ese del archivo
en una editorial y otro en la fábrica de pan rallado...(...)
y después también mientras estudiaba empecé a trabajar
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
como docente... después me presente a una beca y la gané...
dí clases en el CBC. (Manuel)
A modo de hipótesis, podríamos decir que estos sociólogos
insertos dentro del Estado reproducen una situación que ya vivieron durante su época de estudiantes. Para ellos, su actividad
como técnicos significaría simplemente una manera aceptada
de hacer sociología que les permite “sobrevivir”.
Hay veces que hay que trabajar de una cosa para hacer lo
que te gusta en otro lado (...) cuando consigo un contrato
que me ayuda a pagar las deudas lo agarro.
Si bien su entrada al mundo académico se produce desde
temprano, no sucede lo mismo con el ingreso al Estado. Los técnicos académicos generalmente llegan a este subcampo una vez
recibidos, o ya muy próximos a hacerlo, en tareas de corto plazo
que muchas veces se extienden. La entrada al Estado muchas
veces se produce gracias a las redes tejidas en el interior de la
academia, y que funcionan como capital social que les permite
nuevamente subsistir.
Si nos remitimos a la forma en que estos sociólogos reconocen y definen su propia actividad dentro del Estado, encontramos una situación particular: ellos perciben que, de hecho,
ser técnico en el Estado es una práctica legítima de la sociología,
aunque no la entienden como el espacio en el cual ellos aspiran
a hacer sociología.
Como correlato de esta situación de disociación, la satisfacción con respecto a su ocupación en el estado es baja; al mismo
tiempo, la mayoría de las veces por cuestiones económicas, no
les es posible pertenecer exclusivamente al mundo académico.
Otra dimensión significativa que aparece en las entrevistas
(y también en la encuesta) como un factor estructurante de las
inserciones prácticas de los sociólogos —tanto dentro del Estado
como en el mundo académico— tiene que ver con las redes de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 125
relaciones sociales en las cuales se encuentra inmerso el sociólogo. Esto implicaría que el capital social acumulado a lo largo
de sus trayectorias personales estaría jugando un papel central
a la hora de entender sus inserciones laborales.
A través de estas redes sociales que los sujetos fueron
conformando a lo largo de toda su vida —tanto familiar como
universitaria—, acumularon una cantidad de recursos que les
permitirían incluirse favorablemente dentro del mercado de
trabajo.
Este papel central que ocupa el capital social en las trayectorias laborales de los sociólogos puede reconocerse en los
tres tipos construidos, aunque no en todos los casos influye de
la misma manera. Es decir que tanto el acceso a los puestos
técnicos del Estado como a los académicos estará mediado por
las relaciones que los sociólogos hayan ido construyendo a lo
largo de su vida.
En la mayoría de los casos, la entrada al mundo académico
se vio posibilitada por la existencia de vínculos establecidos
desde temprano con profesores a lo largo de la cursada de la
carrera de grado. Conformar estos lazos les permitió ingresar
en las actividades de investigación y docencia.
Por el contrario, el ingreso de los técnicos mixtos al mundo
de la academia muchas veces se realiza a partir de lazos conformados dentro del Estado. En este tipo, el Estado aparece como
el espacio en el cual los sociólogos conforman sus redes de relaciones, como en el caso de Leandro, que comienza a dar clases
en la Facultad cuando el Director del área en la cual trabajaba
lo “invita” a participar de la cátedra en la que trabaja.
El capital social también es relevante para explicar las formas de llegada al Estado.
En el caso de los técnicos académicos, es en la “academia”
—ámbito que ellos perciben como su lugar— donde se establecen
las relaciones que, en algún momento, los vinculará con el Estado
como medio de trabajo. En el caso de algunos sociólogos entrevistados, el acceso al mundo laboral del Estado fue generado por
126 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
medio de “compañeros de cátedra” o “profesores”. Manuel relata
su experiencia, en donde puede leerse esta situación:
El Director de mi primera beca fue Raúl y yo entré al
Siempro por Raúl. Me dijo que estaban buscando a alguien... él no decidía pero fui de parte de él así que el
acercamiento al Estado es gracias a él. (Juan)
Al mismo tiempo es importante considerar que, en muchos
casos, los contactos que permiten el acceso a los puestos técnicos
del Estado son familiares directos de los sociólogos. El origen
social de estos sociólogos les permite ubicarse dentro del Estado,
o bien en otros espacios que los acercan al mundo estatal.
Era un conocido de mi papá que estaba acá en el Ministerio,
con un cargo más o menos importante, y entonces yo le
mandé, me hicieron mandar un CV y me llamaron para
una entrevista y... y empecé a trabajar.
En resumen, nos preguntamos acerca de la dimensión de las
redes de relaciones que permitieron el ingreso y desarrollo de la
sociología en el Estado y la Academia, porque consideramos que
son un punto central en el estudio de las prácticas sociológicas.
La experiencia que los sociólogos perciben en su paso por la
Facultad muestra que las vías de acceso son informales.
Consideraciones finales
Frente a los grandes cambios producidos durante la última
década en nuestra sociedad, el Estado fue uno de los principales espacios más afectados. Las estrategias adoptadas fueron
aquellas que dicta el neoliberalismo, perturbando las formas
de “hacer políticas”.
En el marco de estas transformaciones, el Estado sufre
un proceso de profesionalización, que va de la mano de las
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 127
demandas de achicamiento y de reducción del personal de
planta. De acuerdo con los datos recogidos por la encuesta, pudo
verse que la inserción laboral de los sociólogos se ha ampliado
en los últimos años, y diferentes espacios se han ido definiendo
como áreas legítimas de las prácticas profesionales de la sociología. Al mismo tiempo, el análisis cualitativo de las entrevistas
permitió extender nuestra visión del campo de la sociología
como un espacio social caracterizado por una complejización
de las reglas del juego.
Pudo observarse que entre los trabajadores del Estado se
presentaban diferentes maneras de relacionarse con las prácticas
sociológicas respecto a las que tradicionalmente eran legítimamente definidas como tales. Así, se reconocieron tres principales
grupos de técnicos (los puros, los mixtos y los técnicos académicos), de acuerdo a la forma en que los propios actores definen su
actividad y el significado que le otorgan a la misma. La relación
establecida con el mundo académico fue otro de los ejes para el
reconocimiento de estos grupos.
Los denominados puros no presentan una relación fuerte
con la academia; los mixtos, por el contrario, interactúan de una
forma muy especial, logrando integrar las prácticas del Estado y
de la academia. Por último, los académicos valoran al sub-campo
de la academia como el lugar por excelencia de la sociología.
Entonces, frente a una aparente desvinculación de los campos
del Estado y la Academia, ¿podríamos estar hablando de trayectorias laborales diferentes? ¿Es posible hablar de la posesión de
distintos tipos de capitales que nos permiten, si se quiere, poder
medir las relaciones de fuerza en el interior del campo, y que
son monopolizados en función de su distribución desigual? ¿O,
por el contrario, se trata de una misma red de relaciones que se
encontraría ampliada a partir de la inserción de los sociólogos
dentro del Estado?
Se desprende de algunas entrevistas que la formación propuesta por Facultad de Ciencias Sociales se encuentra en cierta
forma desvinculada de este proceso de ampliación del campo
128 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
de la sociología: las prácticas relacionadas con la técnica de las
políticas públicas no se “aprenden” en la facultad. Sin embargo,
no hay dudas de que el interlocutor válido del ámbito estatal
como sub-campo de aplicación de la sociología sigue siendo la
academia, más concretamente la facultad de ciencias sociales.
Notas
1 Las entrevistas fueron realizadas por Mariana Stechina, Jorgelina Bizai,
Alejandra Beccaria y Lucía Goldfarb.
2 En 1989, el número de agentes estatales era aproximadamente de 900.000, y
en 1997 se redujeron a 294.115 (Estevez, 2000). Cabe decir que en la reducción
del Estado influyeron ciertas medidas como el traslado de personal al Gobierno
Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires, el hecho de que los empleados de
las universidades nacionales dejaran de contabilizarse dentro del personal de
la Administración pública, etc. Por medio de programas de descentralización
educativa y de salud, un número importante de agentes fue trasladado a la
dependencia de las provincias. “Además, una cantidad de personal, estimada
en más de 240.000 empleados, pasó a trabajar en las ex empresas públicas de
las que se deshizo el estado nacional a través de los procesos de privatización.”
(Oszlack, 2000).
3 En su mayoría las incorporaciones de profesionales técnicos dentro del Estado
se produjeron por medio de “contrataciones de trabajo” que se hallaban insertos
en proyectos financiados por agencias multilaterales (en su mayoría los contratos se efectuaban por medio del otorgamiento de préstamos de Organismos
internacionales, como ser el Banco Mundial, el BID, etc).
4 En 1980, en porcentajes del PBI representaba un 1.21%, en 1990 un 1.47% y
a mediados de los años 90 un 2.03%.
5 Las categorías no son mútuamente excluyentes, ya que los encuestados pueden
haber realizado más de un tipo de actividades.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 129
“Como yo, podría haber sido cualquier hijo de vecino”
La inserción de los sociólogos en los Organismos
Financieros Internacionales
Paula Miguel y Hernán Vanoli
En nuestro país, la década del noventa estuvo marcada por la
implementación de profundas reformas estructurales a nivel
del Estado que implicaron radicales transformaciones para la
sociedad en su conjunto. Estos procesos se desarrollaron bajo
la operativa de nuevos agentes que, en un plano institucional,
incluyó a los organismos financieros internacionales como
un actor, si no nuevo, al menos con una nueva implicación y
nuevas formas de acción respecto del Estado. En un plano particular, dentro de estos organismos se destaca la centralidad y
visibilidad mediática de profesionales cuyas tareas se veían, al
mismo tiempo, desbordadas por la creciente imbricación en
las instancias de decisión política estatal. Estas personalidades
provenían principalmente del mundo de la economía. Se trataba
de un nuevo tipo de intelectuales-expertos, cuyo saber técnico los
posicionaba como una elite de interlocutores legitimados tanto
a la hora de acceder a cargos públicos y establecer el rumbo de
las políticas estatales como a la hora de negociar y prescribir
rumbos de acción al Estado desde las oficinas de los organismos
financieros internacionales.
Si en el campo de las Organizaciones No Gubernamentales
(ONG) el capital eficiente (en términos de Bourdieu) parece estar
vinculado a facultades de gestión y organización de relaciones
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
institucionales y grupos humanos, y si en los organismos de crédito los intelectuales con mayor visibilidad pública y pregnancia
política se legitimaban en base a un supuesto saber técnico originado en el campo de la economía en tanto disciplina dueña de
un cierto tipo de especificidades, la pregunta que surge es: ¿qué
tipo de rol, que a priori puede deducirse subordinado, ocupaban
los sociólogos no en el Estado sino en el entramado institucional
de los organismos de crédito?
El abordaje de la circulación de discursos que habilitaron la
posición hegemónica de la economía como disciplina dominante
a la hora de intervenir en los rumbos de la política estatal es un
tema que excede los marcos de este estudio. Sin embargo, se
hace necesario aclarar que los mismos organismos de crédito
funcionan como actores legitimadores y difusores de ese tipo
de doxa. Es por eso que nuestras indagaciones van a orientarse
hacia la capilaridad de las relaciones que los sociólogos experimentan en el interior de dichas estructuras. Se trata, entonces,
de pensar los derroteros y las trayectorias profesionales como
muestras de un campo de desarrollo profesional para el sociólogo, que al mismo tiempo permite percibir las disputas y luchas
simbólicas entre diferentes disciplinas y modos de construcción
de conocimiento sobre lo social.
En este sentido, veremos que la formación proporcionada por
la Carrera de Sociología de la UBA presenta ribetes paradójicos,
en donde el Estado y el desempeño de los sociólogos en posiciones de la administración pública, que los colocan en contacto con
la elaboración de proyectos de desarrollo social, muchas veces
funciona como plataforma anterior al ingreso en los organismos
internacionales.
Es por eso que en este trabajo vamos a concentrarnos, en
primer lugar, en el tipo de relación que se establece entre los
organismos financieros y las dependencias estatales, haciendo
foco en el rol de los sociólogos que participan de estas relaciones.
Luego vamos a dedicarnos a analizar los mecanismos de reclutamiento y la importancia del factor vocacional que conduce a
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 131
los sociólogos a desempeñarse en los mismos. ¿Qué expectativas
tienen los sociólogos que ingresan en estos organismos? ¿Hasta
qué punto podemos hablar de carreras y trayectorias exitosas y
en qué medida influye la formación académica?
El rastreo de distintas experiencias permite elaborar la idea
de trayectorias laborales típicas en el sector que van a permitirnos observar con mayor cercanía las tensiones y complejidades
de un área de desarrollo profesional que se encuentra poco
explorado en investigaciones precedentes.
A partir de entrevistas en profundidad, se logra captar la
recurrencia de casos en torno a los cuales construimos esquemas
de expectativas compartidas y trayectorias comunes que definen
el rol de los sociólogos en estos espacios.
No se pretende en este caso que estos organismos transformen su naturaleza y su cultura de gestión gracias a la llegada de
sociólogos a puestos que, claramente y con raras excepciones,
les están vedados, sino que intentaremos preguntarnos por las
prácticas y representaciones de aquellos profesionales de la sociología que, en efecto, llegan a desempeñarse profesionalmente
en el interior de estas estructuras.
En este sentido, los aparados subsiguientes, confeccionados
en base al rastreo de trayectorias y reflexiones sobre el propio
desempeño laboral, nos hablarán de roles y representaciones
sobre estos roles, en donde el discurso de los entrevistados nos
iluminará sobre toda una serie de tensiones y contradicciones
entre la formación académica, el desempeño y las opiniones y
valoraciones sobre los propios espacios de trabajo.
La relación de los organismos financieros con el Estado
La implementación de las reformas estructurales del Estado
se dio a través de un vínculo entre política y organismos, mediado por una serie de expertos, mayormente economistas. Los
organismos con mayor incidencia en la Argentina, dedicados a
promover transformaciones en el interior del propio estado, así
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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como distintas líneas de planes para ejercer transformaciones
focalizadas en áreas como educación, salud, desarrollo social,
fueron el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el BID.
Al término de la segunda guerra mundial, en 1944, se lleva
a cabo la Conferencia de Breton Woods, en donde comienzan
a establecerse las bases para el funcionamiento de un sistema
financiero internacional. De allí surgirían dos instituciones
que tendrían una gran incidencia en la política económica de
los países del tercer mundo o en vías de desarrollo durante las
décadas subsiguientes: el FMI y el Banco Mundial.
El FMI comienza a funcionar en 1945. Su objetivo principal
es evitar las crisis de los sistemas monetarios y la expansión de
esas crisis al sistema de comercio internacional. Para esto, alienta
a los países a adoptar medidas de política económica fundadas
en sus criterios. Como su nombre lo indica, la institución es
también un fondo al que los países miembros pueden recurrir
en busca de financiamiento temporal para superar los problemas
de balanza de pagos. Se trata de una institución que no extiende
líneas de crédito para desarrollos específicos, sino que simplemente otorga créditos que apuntalan las balanzas de pago para
paliar las crisis de deuda externa que se manifestaron en las
finanzas internacionales, sobre todo durante la década del ‘80.
El Banco Mundial, por su parte, se creó también en 1944
con el objetivo declarado de reducir la pobreza mediante préstamos de bajo interés, créditos sin intereses a nivel bancario y
apoyos económicos a las naciones en desarrollo. La organización tiene oficinas en 109 países y más de 10.000 empleados
en nómina (entendidos como personal de planta o «staff», y
aproximadamente otros 5000 que sirven de manera temporal
o como consultores) En 2002, el monto de la asistencia del
Banco Mundial a los países en desarrollo fue de 8.100 millones
de dólares estadounidenses y 11.500 millones adicionales en
créditos otorgados para un período de 35 a 40 años, con 10 años
adicionales de gracia.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 133
El Grupo del Banco Mundial está integrado por el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF),1 con 185
países miembros; la Asociación Internacional de Fomento
(AIF),2 con 166 países miembros; la Corporación Financiera
Internacional (CFI),3 con 179 países miembros; el Organismo
Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI),4 con 171 países
miembros; y el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
Relativas a Inversiones (CIADI),5 con 143 países miembros.
Por medio de estos diferentes organismos, el BM maneja
cuatro tipos distintos de préstamos, controlando aspectos de
inversiones, desarrollo institucional y políticas públicas de
aproximadamente 150 naciones.
Sus líneas de crédito se clasifican en: préstamos para proyectos, para desarrollar proyectos específicos de infraestructura
en general; préstamos sectoriales, otorgados vía BIRF6 y AIF, que
son préstamos aplicados a todo un sector de la economía de un
país, como energía, agricultura, etcétera, y que implican condiciones que determinan las políticas y prioridades nacionales para
dicho sector; préstamos institucionales para la reorganización de
instituciones gubernamentales con el fin de orientar sus políticas
hacia el libre comercio y obtener el acceso sin restricciones de
las empresas transnacionales (ETN) a los mercados y regiones.
Por otra parte, sirven para cambiar las estructuras gubernamentales sin aprobación parlamentaria, bajo las directrices del
Banco; y, por último, préstamos de ajuste estructural, creados
teóricamente para aliviar la crisis de la deuda externa con el
fin de convertir los recursos económicos nacionales en producción para la exportación y fomentar la entrada de las empresas
transnacionales en economías restringidas. Los países del sur
han experimentado estos ajustes y las consecuentes medidas
de austeridad.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue creado en
1959 con el propósito de financiar proyectos viables de desarrollo económico, social e institucional, y promover la integración
comercial regional en el área de América Latina y el Caribe. Su
134 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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objetivo central es reducir la pobreza en esta región y fomentar
un crecimiento sostenible y duradero. Aunque nació en el seno
de la Organización de Estados Americanos (OEA), no guarda
ninguna relación, al menos formal, con esa institución, ni con
el FMI o con el Banco Mundial.
En el caso argentino, los créditos del Banco Mundial que
apuntaron a proyectos y programas sociales, fundamentalmente
entre 1990 y 1996, que fueron ampliándose y profundizándose de
allí en adelante y tuvieron que ver con tres áreas fundamentales:
educación, salud y previsión social.7 La profundidad y el alcance de los proyectos y medidas implementados en ese sentido no sólo implicaron transformaciones
estructurales en la organización del estado y la sociedad local
en general, sino que necesitaron de toda una nueva estructura
profesionalizada y basada en los criterios de los organismos
financieros internacionales. Estos profesionales fueron en su mayoría economistas, pero veremos que, sobre todo en las áreas de
desarrollo de proyecto, ingresaron también otros profesionales.
Los planes y proyectos de organismos como el Banco
Mundial (BM) o el BID introducen cambios estructurales en el
aparato de los distintos Estados nacionales que los ejecutan en
diferentes niveles (municipal, provincial, nacional). Esta relación
es compleja, ya que tiene como correlato muchas veces la articulación con aparatos políticos que actúan en diferentes instancias
de ejecución de los proyectos (al respecto, ver Dinatale, 2004).
Auditar el destino de los fondos de las diferentes líneas de
créditos es una tarea intrincada que necesita del conocimiento
práctico de estas articulaciones entre fondos, Estado y mundo
político, que excede la actividad contable.
En este sentido, la comparación entre la inserción laboral
de los sociólogos en las ONG y en los Organismos Multilaterales
de Crédito resulta significativa para pensar todo un arco de
problemáticas que incluye las estrategias de inclusión laboral
de un grupo de profesionales que se insertan en el mercado con
una formación académica de características singulares, así como
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 135
las disputas simbólicas y estratégicas que los sociólogos y la sociología en tanto disciplina deben entablar o entablan de hecho
con otras formas de abordaje y de producción de conocimiento
sobre lo social. En su estudio sobre el desarrollo histórico del
mercado internacional del peritaje de estado que se conforma
a la sombra del crecimiento de las ONGs y su rol cada vez más
preponderante en el campo de la filantropía internacional,
Dezalay y Garth rastrean las rupturas y continuidades en la
conformación de un campo de expertise que se ubica, según sus
hipótesis, entre el campo de poder y el mundo erudito, en donde
el rol de los especialistas y sus trayectorias profesionales —que
van desde el activismo en los círculos ilustrados de la academia
hasta la ocupación de puestos jerárquicos en las dependencias
estatales y organismos internacionales— resulta fundamental. El
“nuevo imperialismo simbólico”, que surge del paso de la “era de
los notables” hasta la conformación de un mercado internacional
de expertos, nos habla de un nuevo entramado de relaciones
de poder entre los centros de poder económico tanto industrial
como financiero de los Estados Unidos y el aparato estatal y sus
efectos en países como la Argentina que merecen ser analizados.
En este contexto, el rol adquirido por los sociólogos (es decir
sus funciones y el peso simbólico de sus saberes en las diferentes
estructuras burocráticas) resulta iluminador para reflexionar
sobre un sistema de jerarquías que las mismas organizaciones
filantrópicas no dejan de confirmar, y que muestra marcados
contrastes con lo que sucede en el interior de los organismos
multilaterales de crédito.
Partiendo de la base de que el desempeño de los sociólogos
en el interior del BID y del Banco Mundial está vinculado mayoritariamente con la elaboración y el monitoreo de planes sociales
financiados por los préstamos de estas mismas instituciones, vale
la pena tener una dimensión de estos préstamos.
Entre 1990 y 2001, los bancos internacionales aprobaron
cincuenta y tres operaciones por 8.800 millones de dólares
(Dinatale, 2004:229). El control y monitoreo de estos planes
136 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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que se financian abre un espectro de debates sobre los cuales
los sociólogos empleados en los Organismos tienen posiciones
divergentes. Mientras que algunos señalan que la auditoría debería ser responsabilidad del Estado Nacional, otros consideran
que el Banco debería formar cuadros preparados para colaborar
con las ONG’s y con otras formaciones que, desde la sociedad
civil, deberían encargarse de su monitoreo. Citado por Dinatale,
Marcelo Hugo, uno de los responsables del monitoreo social
encargado por el BID y el BM, sostiene que “muchas veces los
bancos no querían generar una tensión con los gobiernos porque
son sus clientes. Entonces las denuncias o controles quedaban
en meros informes técnicos que se elevaban a las autoridades
pertinentes y no se hacía un seguimiento. Estos controles eran
simples colaboraciones y muestras de transparencia pero no son
controles al gobierno”. (Dinatale, 2004:238)
La relación con el gobierno es de negociación. En mi trabajo
yo lo veía a la hora de destinar fondos a las organizaciones
que tenían subsidio gubernamental. No había presiones de
ningún tipo, pero el momento político en la relación entre
el organismo y el gobierno influenciaba. (R., 29 años, ex
pasante).
Más allá de la paradoja que representa el hecho de que los
mismos Bancos elijan a los encargados de monitorear planes
que se ejecutan merced a préstamos que los propios Bancos
están interesado en otorgar y continuar, y frente a los cuales
una auditoría negativa sería contraproducente para los propios intereses del Banco que emite el préstamo, esta posición
está sustentada en la percepción —nunca del todo aceptada
públicamente— de que, por un lado, los organismos de crédito
eluden voluntariamente la formación o contratación de grupos
de profesionales con un saber específico que los habilite a pensar
y testear la instrumentalización de dichos planes, y, por el otro,
de que la actuación del sociólogo en los organismos de crédito
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 137
está destinada a mejorar y optimizar decisiones que se toman
en otras esferas regidas por un criterio meramente financiero.
Siguiendo a Corbalán (2002:128-132), argumentos retomados y contrastados con los testimonios de nuestros entrevistados,
hay algunos puntos en común que trazan diferentes perfiles a
tener en cuenta en las prácticas cuando se analizan los sujetos
que se desempeñan en el interior de los organismos financieros.
Un tipo de práctica tiene que ver con una situación de “supervivencia y transitoriedad” y está relacionada con los contratos
a término, en una doble relación con el Estado y los organismos
financieros. En estos casos, los consultores son contratados como
especialistas que, más tarde, tienen a veces la posibilidad de
ser destinados a otros proyectos. En esta situación se da cierta
inestabilidad laboral en la que está presente la posibilidad de
quedar desocupado o caer en la subocupación.
También en este planteo, la experiencia de quienes debían
implementar acciones y procedimientos para llevar adelante
las transformaciones implementadas en el Estado durante los
’90 era valorada por ellos mismos como escasa o nula, dándose
un espacio de formación en esos saberes específicos dentro del
Banco Mundial, el BID y el FMI.
Se plantea una situación de circulación, entonces, entre las
distintas dependencias del Estado y los organismos financieros,
en donde se reproduce el ciclo de generar vínculos, adquirir
y actualizar prácticas y competencias y ampliar los sectores
conocidos.
Se da, entonces, una suerte de “aprender haciendo”
(2002:140)
“Los argumentos pueden provenir de diferentes campos; no
obstante, dada la primacía del discurso administrativo-económico, se ven contaminadas por los elementos argumentativos
de estos campos” (2002:141)
En la articulación entre organismos financieros y el Estado,
durante los 90’s aparece toda una serie de actores privados o
civiles relacionados, como ONGs y consultoras (en muchos
138 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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casos montadas ad hoc por los propios agentes del Estado). Es
en este contexto que se construyen trayectorias profesionales
que circulan periódicamente por estos espacios, actualizándose
según los vaivenes de líneas de créditos y proyectos de los cuales
dependen los contratos de los profesionales.
Las tareas desempeñadas por los sociólogos, entonces, consisten especialmente en la confección, evaluación y monitoreo
de los proyectos. Cada una de estas instancias requiere de un
know how específico que posee varios elementos en común,
pero diferentes niveles en términos de la jerarquía de las tareas. El manejo de fuentes de información y del conocimiento
estadístico aparece como fundamental, pero toda una serie de
conocimientos específicos surgidos al calor de la experiencia
directa en el trato con el estado y las ONG´s nutre a este repertorio de diferentes maneras. Indudablemente, en este contexto
los conocimientos adquiridos en la educación formal muchas
veces operan de formal lateral. Pero antes de profundizar en
estas cuestiones, vale la pena preguntarnos por la genealogía
de estas trayectorias laborales.
“De carambola”. Cómo se llega a trabajar en
Organismos Internacionales
A partir de los testimonios recopilados, se observa la recurrencia de casos en los que la llegada a estos espacios no responde a un plan prefigurado por parte de los actores como parte
de una estrategia de crecimiento laboral o de carrera. Si ya de
por sí son muy pocos los sociólogos que se desempeñan en este
tipo de Organismos en nuestro país, menor aún es el número
de los que iniciaron sus estudios con la idea de desarrollarse en
un ámbito de estas características. Existe una notable cantidad
de casos, que se extienden a través de varias generaciones, de
alumnos que se inscriben en carreras universitarias como la
de sociología o ciencia política sin la pretensión de convertirse
en profesionales y sin expectativas de una pronta inserción
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 139
laboral. Aun en los casos en los que esto sucede, los Organismos
no habían sido considerados por estos profesionales como un
horizonte posible de inserción.
Recién empecé a preocuparme por mi futuro laboral cuando estaba a mediados de la carrera. Y, como la docencia
no me interesaba, me puse a preguntar, a fijarme en el
diario. No había casi nada. Entonces entendí que acá en
la Argentina todo se consigue por contactos, por lo que
nosotros llamamos el capital social. Al principio yo quería
trabajar en una empresa, ni se me ocurría trabajar en el
BID. No era por una cuestión ideológica, era que ni siquiera
lo tenía en cuenta. (J., 32 años).
Yo recibo una beca, allá lejos y hace tiempo, y trabajo más
de dos años como investigadora. Pero con la investigación
no pasaba nada. Cero efectos en la realidad. Yo siempre
había querido eso, y no estaba conforme. (M., 53 años).
Tal vez sería demasiado arriesgado decir que existe una
vocación común hacia lo práctico, o incluso un cierto impulso
cientificista en aquellos sociólogos que llegan a ocupar posiciones en estos espacios. Sí, en cambio, podemos señalar que
son pocas las veces en que la llegada a estos espacios se da en
el marco de trayectorias proyectadas. A pesar de esto, a la hora
de elaborar trayectorias típicas que nos permitan despegarnos
del componente ya de por sí azaroso que conduce en la mayoría
de los casos a los sociólogos hacia estos puestos, vale la pena
resaltar algunas regularidades:
En principio, tal como mencionábamos, la llegada a este
tipo de puestos no responde a un plan de acción prefijado. Como
antecedente común, podemos observar que, en una significativa
proporción de los casos, el salto hacia estos organismos se produce desde diversas dependencias estatales relacionadas con el
desarrollo y la puesta en funcionamiento de los planes sociales
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vinculados directamente a la ejecución de líneas de crédito específicas de estos mismo Organismos.
En muchos casos, los Ministerios de Salud o de Desarrollo
Social funcionan como espacios de formación paralela en la
elaboración de proyectos, la supervisión de partidas presupuestarias, subsidios y líneas de crédito, e incluso como espacios de
circulación de toda una serie de saberes técnicos y de relaciones
sociales que contribuyen a la conformación de estas trayectorias.
Muchas veces los canales de cooptación informal aparecen como
vías privilegiadas para el acceso a estos puestos.
Dentro de los Organismos se plantea una paradoja respecto de su estructura interna: las posiciones o puestos ofrecidos
en su interior no tienen una articulación directa, o bien son
poco específicas en relación a los perfiles de los profesionales
“sociales”, como es el caso de los sociólogos egresados de la
Universidad de Buenos Aires. Tal como podemos rastrear en los
testimonios de los entrevistados, esta “inespecifidad” atraviesa
todas sus trayectorias:
Cuando yo me presento a la entrevista había gente de
muchas otras procedencias. Había una chica que venía
de hacer una pasantía en una multinacional y era creo
que administradora de empresas, había un muchacho de
Trabajo Social, un ingeniero civil que venía de trabajar en
una ONG. Lo gracioso fue que ninguno sabía bien que era lo
que se necesitaba para el puesto” (R., 29 años, ex pasante).
A diferencia de lo que ocurre con los economistas, que muchas veces incluso llegan a formarse en centros de capacitación
y de enseñanza universitaria fomentados por fundaciones afines
a los Organismos (el CEMA, que tiene su propia universidad, o
la fundación FIEL, por dar algunos ejemplos), la entrada de los
sociólogos se produce por vías de escasa institucionalización, tan
poco estructuradas como las posiciones que llegan a ocuparse.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 141
Esta situación nos lleva, por una parte, a preguntarnos qué
atributos son valorados a la hora de decidir la incorporación
profesional de un sociólogo, y, por otra, qué ventajas perciben los
sociólogos que optan por desempeñarse en dichos Organismos.
A la hora de señalar las ventajas respecto a su inserción
laboral, percibimos que, de manera regular, el discurso de los
entrevistados enfoca en primer lugar la cuestión económica. Las
retribuciones del trabajo en el Estado son inferiores a aquellas
que ofrecen los Organismos por tareas similares, y esta diferencia de ingresos supone para los sociólogos un incremento de su
poder adquisitivo que, en caso de poder sostenerlo en el tiempo,
les permite adoptar cambios en su estilo de vida y de consumo.
Sin embargo, esta nueva situación suele ser muy frágil, porque,
como ya se mencionó, los sociólogos suelen ser contratados
bajo la modalidad de contrato por proyecto y no como personal
de planta. Este es un factor clave que modela estas trayectorias
circulares a través del Estado, los Organismos, las Consultoras,
las ONGs, etc.
Además, las perspectivas del desarrollo de una carrera
internacional también entran en juego a la hora de barajar alternativas que permitan construir trayectorias laborales exitosas
capaces de asegurar buenos niveles de ingresos en condiciones
más estables. Sin embargo, muchas veces la inespecificidad de
la que hablábamos pone un techo al desarrollo profesional.
En este tipo de funciones uno siempre se encuentra con un
límite. También depende de la línea política del momento
en tu lugar de trabajo, de las cosas que bajan desde arriba,
como una casa matriz. Pero si vos te metiste a ingeniero y
sos diseñador llega un momento que ves el embudo. Pasa
por lo corporativo, pero también hay otras cosas técnicas
que te condicionan. (P, 38 años)
Podría pensarse que los sociólogos aportan a este espacio
una cierta “sensibilidad” profesional que apuntaría a captar,
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
desarrollar e implementar proyectos que se adecuaran mejor a
las distintas problemáticas sociales, así como a las expectativas
y necesidades de la población a la que están destinados. Sin
embargo, esto no se desprende directamente de la experiencia
narrada por los entrevistados.
Nuestro aporte no sé si viene tanto por la sensibilidad que
vos decís. Algunos pensarán que sí, que meter un par de
sociólogos contratados les lava la cara en proyectos que
desde otros lugares son insostenibles o que quizás los auditan y hay problemas. Pero yo no creo. Para mí el plus está
en captar la cuestión de los procesos. Te diría que casi para
lo único que sirve socio es para entender procesos. Ordenar
cosas, desarrollos. A veces los economistas se pierden en
los números o en los modelos y no pueden llegar a esa cosa
histórica que tenemos nosotros. Pero lo usás pocas veces.
En mi experiencia lo habré usado dos o tres veces. El resto
de las cosas es gestión. (J, 32 años)
Lo que muchas veces se había vislumbrado en principio
como la entrada a una carrera promisoria termina por ser visto
como un proyecto trunco, sobre todo en el caso de los miembros de las generaciones mayores. Y esto no solo tiene que ver
con las posibilidades de ascender de jerarquía en el interior de
los Organismos, sino también con los cambios políticos que se
dan en su interior y que muchas veces funcionan como factores
de presión laboral que, en algunos casos, pueden forzar a los
sociólogos incluso a renunciar a sus puestos.
Ocurre que el cariz ideológico que tiñe a las diferentes
gestiones de quienes conducen los Bancos puede reducir la
acción de los sociólogos, sin necesidad de que haya reorganizaciones explícitas a nivel del organigrama. En estos casos, el rol
subordinado de los sociólogos se hace más patente que nunca.
Pero, al mismo tiempo, los saberes informales y burocráticos,
y el prestigio que se les atribuye luego de haber desempeñado
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 143
funciones los habilita a desempeñarse en otros ámbitos ligados a
la gestión y supervisión de proyectos de asistencia y ayuda social.
“No me dejaban meter la cuchara”. Aptitudes y
competencias de la labor de los Sociólogos
De lo que pudimos ver en el apartado anterior se desprende
que lo sociólogos ingresan a los Organismos en base a competencias no del todo claras que tienen más que ver con un know how
del manejo de la burocracia estatal y las relaciones con espacios
públicos y políticos, aunque sea de manera tangencial, que con
una formación profesional específica.
De alguna manera, la UBA no es, en primera instancia, un
espacio productor de un saber académico específico sino, más
bien, un lugar de entrenamiento para la función pública en el
Estado. El saber académico es poco valorado por los empleadores, sean estos economistas —que incluyen sociólogos en los
equipos de los organismos para dar una imagen “social” a los
planes y proyectos implementados— o incluso sociólogos que
ocupan puestos de mayor jerarquía dentro de esos mismos ámbitos y que califican a la formación universitaria recibida como
deficiente en relación a las expectativas de los empleadores.
Apenas entré, cuando no conocía el funcionamiento, llegué
a proponer un plan escalonado de observación en focos de
peligro. La idea era hacer una especie de estudio autónomo, de tendencias, en relación a los planes y su monitoreo.
Después me dio vergüenza, entendí que no estaba en una
ONG. Yo venía de ahí, estaba acostumbrada a eso. Pero me
adapté, acá las cosas se hacen de un modo mucho menos
informal. (J., 32 años)
Más allá de la currícula, la UBA ofrece a sus estudiantes,
particularmente a sus egresados, un tipo de aptitud específica
que tiene que ver con un entrenamiento en sortear dificultades,
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
particularmente aquellas que tienen que ver con estructuras
burocráticas.
Esto, por supuesto, no es un proceso llevado a cabo de manera intencional o consciente por la institución universitaria o por
los estudiantes; podemos decir que el tránsito por la universidad
confiere a sus estudiantes un habitus (en el sentido de conjunto
de reglas y competencias adquiridas, que tienen componentes
inconscientes) dotado de una elasticidad tal que les permite
adecuarse a las necesidades de los Organismos.
Se trata de un efecto colateral de la institución sobre el que
muchos egresados reflexionan al poner su historia personal y su
trayectoria en perspectiva.
A mí tardaron como dos años en darme el título. No es
que perdí oportunidades laborales por eso. No. Pero es
un aprendizaje... Vos cursás en la UBA, ciertas cosas te
parecen normales. Que te pierdan una nota, por ejemplo.
Correr al profesor hasta la parada del colectivo, llamarlo
para que te la pase... Después cuando te metés en otros
lugares no es tan así. Pero no te vas a ahogar en un vaso
de agua. Hay gente que eso lo valora. (R, 29 años)
Por otra parte, el ingreso a los puestos de trabajo sin una
relación explícita con la formación profesional y el hecho de
adecuarse a las demandas del puesto se combinan de manera tal
que los saberes adquiridos son valorados de diversas maneras.
Mirá, te voy a dar un ejemplo. El otro día mi prima me
dice que quería estudiar Ciencia Política en la UBA. Yo
empecé a decirle que no le convenía, que lo pensara bien,
que para eso mejor una carrera corta en la UADE, no sé,
relaciones públicas o algo así. Le dije que era muy teórica.
Ella no lo podía creer, todavía idealizaba un poco, no sé
de dónde. Y después, cuando se fue, me puse a pensar un
poco y la sensación es muy ambigua. Porque a mí, de una
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 145
manera mediada si querés, y aunque no la uso, la formación teórica me sirvió para llegar hasta acá. Pero lo mirás
en retrospectiva, te acordás de las fotocopias borroneadas.
(J, 32 años)
La currícula de la carrera muchas veces es vista, entonces,
como de tipo enciclopédica, compuesta por un gran conjunto de
teoría de diferentes autores y con distintos enfoques de los que se
sirven los estudiantes para observar y analizar la realidad. Este
acervo de teoría à la carte permite construir los más diversos
modelos explicativos a la hora de resolver un caso o problema
determinado.
Retomando nuevamente la idea de la constitución de un
habitus específico, podemos decir que, de alguna manera, el
conjunto de materias y la forma de resolver problemas de estudio
dentro de la misma habilitaría ciertas competencias analíticas
que luego permiten a los egresados resolver eventualmente no
sólo una gran diversidad de problemas de distinta naturaleza,
sino que además les permite plantear distintos escenarios de
resolución para los mismos.
Por otro lado, los sociólogos que trabajan en estos
Organismos valoran negativamente la formación en lo que se
refiere a áreas relacionadas con la implementación de proyectos
de investigación, para las que, supuestamente, deberían haber
sido capacitados por la universidad. Es lo que los entrevistados
plantean discursivamente como “área metodológica” y que tiene
que ver con la formación práctica en general y la aplicación de
las diferentes teorías vistas en el programa de la carrera y el
desarrollo y la implementación de proyectos de investigación.
En este sentido, a veces la impronta teórica de la carrera
es vista como excesiva en comparación con las áreas metodológicas, aunque esta característica no llega a ser considerada del
todo negativa. Sí lo es, en cambio, la percepción que tienen los
encuestados de las falencias metodológicas de la carrera.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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Muy deficitaria. Yo a las herramientas metodológicas me
las tuve que salir a buscar afuera. Cursos pagos, en general. Vos pensá que en mi época el SPSS era una especie de
misterio. La facultad no tenía computadoras ni en la parte
administrativa. Igual ahora es lo mismo. Veo los chicos que
salen de la carrera y no tienen idea ni de para qué sirve una
mediana. Y es culpa de los docentes. Para mí es culpa de los
docentes, porque tal vez vos mirás el programa y no es tan
teórico. Hay una cultura de demostrar, y la metodología
no paga. (M, 53 años)
En todo, en planificar una campaña, en elaborar la
viabilidad de un presupuesto en relación a una zona de
cobertura, todo es trabajo con datos, jamás lo viste en la
facultad. (P, 38 años)
En relación con sus inserciones laborales, los sociólogos
entrevistados manifiestan distintas necesidades que, según ellos,
deberían haberse resuelto en su formación de grado, pero que,
sin embargo, debieron procurarse por otros medios.
Consideraciones finales
A partir de los distintos testimonios de los entrevistados,
hemos visto que existen ciertas regularidades que pueden llevar
a construir un esbozo de trayectoria típica de los sociólogos en
los organismos financieros, y que tienen que ver con elementos
tales como la formación profesional, expectativas, administración estatal, estructura interna de los Organismos, y la correlación de éstos con la acción del Estado en el marco de profundas
transformaciones estructurales que transforman la acción y
expectativas recíprocas de sus agentes.
De lo expuesto en este trabajo surge un esquema de trayectoria típica de inserción de los sociólogos en los espacios de
los Organismos Financieros Internacionales. Las características
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 147
principales tienen que ver con la adquisición de competencias de
manejo de lo público y lo burocrático, que no necesariamente es
consciente, o por lo menos no es intencional. Esto tiene que ver
con la institución de la UBA no sólo como espacio académico
sino como espacio de experiencia pública.
Además, puede rastrearse algún tipo de conexión, de desempeño, paso previo o algún tipo de relación con la administración
del Estado, aunque muchas veces las competencias y obligaciones en esos casos tampoco hayan tenido mucho que ver ni con
la formación académica ni con las futuras tareas que realizarían
dentro de los Organismos. Estas nuevas tareas o funciones tienen que ver, fundamentalmente, con la preparación de planes y
proyectos desde un rol subordinado al de los economistas, que
son quienes detentan las posiciones de mayor responsabilidad
y jerarquía dentro de los organigramas administrativos de estos
espacios de financiamiento.
Esta situación de subordinación crea un tope al crecimiento
profesional que imposibilita el desarrollo dentro del organismo.
La salida de esta situación se da de distintas maneras: la consultoría externa para los propios organismos, el traslado a otras
dependencias de los organismos en el exterior, o, en el peor de
los casos, el abrupto final de una trayectoria trunca dictado por
el fin de una breve pasantías o de un proyecto puntual.
Ahora bien, hemos señalado que la inserción de los sociólogos en estos espacios se dio en una coyuntura especial signada
por cambios estructurales en todos los niveles de la sociedad
argentina. Un estudio que se ocupara de las transformaciones
posteriores en las carreras de grado y de la oferta educativa
universitaria podría resultar interesante a la hora de evaluar
estas cuestiones dentro del espectro de graduados más recientes.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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Notas
1 Creado en 1945, tiene como objetivo lograr la reducción de la pobreza en los
países en vías de desarrollo y de mediano ingreso con capacidad crediticia,
brindándoles asesoría financiera en materia de gestión económica. Sin duda
alguna es la principal rama del BM. Es obligatorio pertenecer a él para poder
ser miembro de cualquiera de los otros organismos.
2 Creada en 1960, sus miembros son quienes realizan aportes que permiten que
el Banco Mundial (BM) proporcione entre 6.000 y 7.000 millones de dólares
anuales en crédito, casi sin intereses, a los 78 países considerados más pobres.
La AIF juega un papel importante porque muchos países llamados “en vías
de desarrollo” no pueden recibir financiamientos en condiciones de mercado.
Proporciona dinero para la construcción de servicios básicos (educación, vivienda, agua potable, saneamiento), impulsando reformas e inversiones destinadas
a fomentar el aumento de la productividad y el empleo.
3 Creada en 1956, esta corporación está encargada de promover el desarrollo
económico de los países a través del sector privado. Por medio de empresas
privadas, los socios comerciales invierten capital en los países en desarrollo.
Algunas de sus funciones son otorgar préstamos a largo plazo y dar garantías y
servicios de gestión de riesgos para sus clientes e inversionistas.
4 Creado en 1988, este organismo tiene como meta promover la inversión
extranjera en países subdesarrollados, encargándose de otorgar garantías a los
inversionistas contra pérdidas ocasionadas por riesgos no comerciales, tales
como expropiación, inconvertibilidad de moneda, restricciones de transferencias, guerras o disturbios.
5 Creado en 1966, el CIADI tiene como meta principal cuidar la inversión extranjera en los países, proporcionando servicios internacionales de conciliación
y arbitraje de diferencias, relativas a ese rubro. Esta institución cuenta con una
fuerte área de investigación que publica temas sobre legislación internacional
y nacional (según el país), en materia de inversiones.
6 En el año 1993, el BIRF contaba entre sus mayores prestatarios, en orden
descendente, a: México, India, Brasil, Indonesia, Turquía, China, Filipinas,
Argentina, Corea, Colombia, Marruecos y Nigeria. Los préstamos del BIRF se
negocian de forma individual e incluyen un período de cinco años sin necesidad de amortización, después del cuál los gobiernos prestatarios disponen
de un plazo de 15 a 20 años para amortizar la deuda a los tipos de interés del
mercado. El Banco nunca reestructura la deuda ni cancela un préstamo. Por su
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 149
influencia en fuentes públicas y privadas, el Banco figura en los primeros lugares
de acreedores de sus clientes.
7 Entre las principales reformas pueden contarse los proyectos de descentralización de la educación secundaria, la Ley Federal de Educación de 1993 y la
Ley de Educación Superior de 1995; transformaciones en el sistema de salud
respecto del rol del Estado (PRESSAL), reconversión de las obras sociales y
PAMI, infraestructura, programas materno infantiles (PROMIN) y las reformas
en los sistemas de pensiones y jubilaciones, introduciendo las AFJP, así como las
leyes de flexibilización laboral y las reformas en el sector público. Para mayores
datos, puede consultarse el trabajo de Corbalán (2002:92-110)
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 151
Expertos en opinión. El lugar de los sociólogos en la
consultoría privada
Alejandra Beccaria y Bibiana García
En las últimas décadas, la sociología argentina ha sido atravesada por profundas transformaciones entre las que se destaca el
modo en que la disciplina comienza a vincularse con el ámbito
del mercado, fundamentalmente a partir de 1983, con la apertura
democrática. Estos cambios hacen indispensable el análisis de
aquellos espacios de la sociología que, si bien existían en forma
embrionaria décadas atrás, evidencian un desarrollo singular
desde la reapertura democrática. A partir de una expansión de la
demanda de ciertos productos de la sociología (por ejemplo, las
encuestas) por parte del mercado, de un aumento cuantitativo
de sociólogos que se insertan profesionalmente en esos espacios
y de un crecimiento de la cantidad de empresas que promueven
esos productos, es posible identificar un proceso de creciente
legitimación de dichos espacios en términos relativos respecto al
reconocimiento que éstos poseían en las décadas del ´60 y ´70.
En este sentido, las consultoras de estudios de mercado
y opinión pública aparecen como una de las expresiones más
visibles de esa nueva relación entre la sociología y el mercado.
Estos cambios se vieron reflejados principalmente, tanto a nivel
nacional como internacional, en un aumento de la demanda de
los productos que ofrecen las empresas consultoras. En este
marco, dichos productos han adquirido tanto valor de mercado
como simbólico.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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Por otra parte, cabe resaltar los cambios histórico-políticos
del núcleo del campo de la disciplina, configurado por la sociología académica. Las sucesivas intervenciones a la Facultad de
Filosofía y Letras hacia fines de la década del ’50 —momento en
el que se creó la carrera de Sociología— y durante los años 60’s,
el cierre de la carrera durante la dictadura institucional de las
Fuerzas Armadas de 1976 y los consecuentes exilios (internos
y externos) han constituido elementos que bloquearon los caminos de la sociología académica. En consecuencia, sobrevino
un creciente proceso de profesionalización atravesado por una
compleja situación política que, en primera instancia, obligó a
los sociólogos que permanecieron en el país —ubicados en unos
pocos centros de investigación y universidades privadas— a
refinar sus conceptos y metodologías (Sidicaro, 1998).
Al mismo tiempo, resulta necesario referir el cambio suscitado en la relación entre sociología y política. El cuestionamiento del statu quo y la politización de los años ’60 marcaron
la emergencia de un espacio de lucha político-cultural y un
espíritu de transformación e intervención desde la disciplina.
La efervescencia política impactó con fuerza en el pensamiento
sociológico, generando una inédita matriz de pensamiento que
rompía con los paradigmas eurocéntricos hegemónicos en virtud de la especificidad latinoamericana (Argumedo, 2002). El
producto social resultante de la vinculación entre conocimiento
y política no se circunscribe a las luchas en el interior del campo
sociológico, sino que lo excede y se arraiga en sus relaciones
con el campo político. Sin embargo, la dictadura militar de los
años ‘70 liquidó esta etapa de efervescencia política. No sólo se
clausuraron universidades y centros de investigación, sino también las formas críticas de pensar el momento anterior. Como
consecuencia, la fuerte imbricación entre sociología y política
que había caracterizado los años previos a la dictadura se fue
atenuando hacia la década del ´80. Durante esos años, se inició
un período de profesionalización que se acentuaría durante
la década siguiente. En los ’90, el economicismo encorsetó al
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 153
pensamiento sociológico, mientras se privatizaba y mercantilizaba el conocimiento (Gentili y Levy, 2005). Al mismo tiempo
se produjo una expansión de las áreas técnico-profesionales y
una reducción de los recursos para la investigación autónoma
(Rubinich, 2001). La emergencia del neoliberalismo como ideología dominante a escala global afectó los modos de producir
socialmente conocimiento, llevando a una hipervaloración de la
economía como visión autorizada (y reduccionista) del mundo
(Bourdieu, 1999). Es posible enmarcar entonces al espacio de las
consultoras en una coyuntura argentina en donde, durante las
últimas décadas, se produjo un proceso de creciente valoración
de la venta de conocimiento técnico al mercado.
A pesar de la relevancia de lo dicho anteriormente, existen
muy pocos estudios en la Argentina sobre esta problemática. En
función de esto, el objetivo de este trabajo consiste en realizar
una aproximación al modo en que se expandió en las últimas
décadas el espacio de vinculación de la sociología con el mercado
y al significado que esto ha tenido para el campo de la sociología;
es decir: el espacio de las consultoras de estudio de mercado y
opinión pública.
El presente trabajo se organizará en dos partes: en la primera se hará referencia a las principales características y a la historia —surgimiento y desarrollo— del mundo de las consultoras,
mientras que, en la segunda parte, se efectuará un abordaje de
la significación que estos cambios han tenido para el campo de la
sociología, a partir de datos propios obtenidos de una encuesta y
de entrevistas realizadas con el fin de captar el modo en que los
sociólogos vislumbran su inserción en estos espacios.
La sociología aplicada al mercado: una aproximación al
mundo de las consultoras
El análisis del desarrollo de las consultoras de estudio de
mercado y opinión pública ha sido ligeramente atendido por
la sociología académica, al menos en Argentina. Una primera
154 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
estrategia para elaborar una definición de este espacio será
la reconstrucción histórica de este ámbito en nuestro país. A
través de este recorrido es posible reconstruir las condiciones
de emergencia y desarrollo de este espacio y vincularlo con el
contexto político y económico del país. Este punto de partida
resulta válido en la medida en que ofrece información no sólo
respecto al tipo de productos que se generan en esos espacios
y a los modos de organización de las consultoras, sino también
respecto a cómo se los ofrece en el mercado. El objetivo de este
apartado consiste en especificar qué son las consultoras, en qué
gravita su finalidad de acción, a qué se dedican, a quiénes se dirigen y cuál es el modo en que se organizan para la consecución
de su propia actividad.
Con respecto a la definición de consultoras que se trabajará
en este artículo, cabe mencionar que se las considerará como
aquel espacio dentro del campo de la sociología que brinda los
servicios de investigación de mercado y/o de opinión pública,
en donde los sociólogos se insertan como profesionales expertos
portadores de un saber específico. De esta forma, puede considerarse al ámbito de las consultoras como un espacio en donde
se desarrollan modos legítimos de hacer sociología; es decir: en
tanto ámbito socialmente reconocido en un contexto de lucha por
la legitimidad monopólica de la práctica sociológica establecida.
Desde otro punto de vista, esta particular configuración de las
consultoras estaría indicando un corrimiento de los límites del
campo de la sociología. Este trabajo se propone dar cuenta de
las condiciones y del proceso que posibilitaron esta ampliación
de la disciplina.
La sociología aplicada en Argentina: reconstruyendo la
historia
En Argentina, la actividad de consultoría tiene su origen en
los años ‘60,1 con el desarrollo de las metodologías de investigación en áreas de sociología urbana y regional.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 155
En aquel contexto, la investigación de mercado y de opinión
pública ocupaban un espacio relativamente marginal dentro del
campo de la sociología; por un lado, esto último se explicaba en
función de la escasez de demanda de este tipo de servicios, en la
medida en los saberes producidos por estas consultoras contaban con un reconocimiento social menor del que iría adquiriendo
posteriormente. Por otro lado, en lo que respecta específicamente
al campo de la sociología, las prácticas orientadas hacia el mercado ocupaban un lugar periférico y muchas veces deslegitimado,
en el contexto de un clima de creciente politización. Uno de los
sociólogos entrevistados se refirió a esta situación:
En la época de politización cuando vos aplicabas alguna
técnica estabas entregado al capitalismo ‘yanqui’. Tanto
es así que cuando estábamos en la carrera, Reginni, que
era el capo máximo en informática (...) hicimos una huelga
expulsándolo porque decíamos que eran materias ‘yanquis’ (...) Así que en algún momento los compañeros me
dijeron ‘sos una desertora ¿por qué no seguimos haciendo
teoría social y política?’. Pero yo hice muchas cosas y no
veo que se haya hecho mucho en las teorías sociales en la
Argentina. (...) Pero yo en un momento estuve mirada como
que ‘me vendí al imperialismo yanqui’. Y bueno, ahora no
pasa nada porque todos tenemos que vivir de algo y cada
uno decidió su vida. Antes era o laburás como sociólogo
o no laburás. Y ahora laburás como sociólogo y haciendo
investigación de mercado.
Algunos cambios respecto a esta situación comienzan a
vislumbrarse luego del golpe de Estado de 1976. A raíz de la
dictadura militar, se producen profundas transformaciones en
el mundo de la sociología, entre ellas un proceso de creciente
profesionalización y tecnificación. No es, sin embargo, sino hasta
la apertura democrática que los estudios de mercado y opinión
pública adquieren verdadera relevancia. Un momento clave en
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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el reconocimiento social de sus instrumentos y de la validez de
sus saberes ofrecidos sucede en las elecciones presidenciales de
1983, cuando algunos sondeos pronostican acertadamente —
contra las expectativas de la mayoría de los análisis políticos— el
triunfo del candidato del radicalismo Raúl Alfonsín, y la inédita
derrota del peronismo en las urnas.
En este contexto pueden situarse los orígenes de la sistematicidad de los estudios de opinión pública en Argentina. Una vez
demostrada su capacidad predictiva en las primeras elecciones
del nuevo ciclo democrático, los sondeos electorales fueron requeridos asiduamente en las sucesivas elecciones, al tiempo que
fueron cobrando creciente legitimidad tanto fuera como dentro
del campo de la sociología. De esta forma, se convierten en un
factor importante de la dinámica política, funcionando como una
herramienta analítica clave que da cuenta del posterior auge de
las consultoras en Argentina.
Es importante destacar que el accionar de las primeras
consultoras corresponde casi exclusivamente al ámbito de la
opinión pública. No obstante, en la medida en que éstas se fueron ampliando y desarrollando, comenzaron a diversificarse en
distintas actividades, operando paulatinamente en el ámbito de
las investigaciones de mercado.
La década del noventa constituyó un punto de inflexión en
la medida en que se produjo una verdadera expansión de las
investigaciones de mercado. Este auge de la sociología aplicada
tiene lugar en un contexto signado por las transformaciones
que fueron producto de la consolidación del paradigma neoliberal. Como correlato de las transformaciones acontecidas en
el plano económico, político y social en general, y de las mutaciones mundiales, se produjo un clima cultural particular. La
creciente formalización de las ciencias sociales, en general, y,
en particular, de la sociología, junto con el impacto de las idea
de modernización y racionalización caracterizaron ese clima.
Con este escenario de fondo, las luchas en el interior del campo sociológico llevaron a repensar el modo en que se produce
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 157
conocimiento dentro del espacio restringido de la producción
académica, científica y cultural. De este modo, la sociología interviene en las luchas por la imposición de visiones del mundo,
en la medida en que las problemáticas que ésta aborda podrían
incidir sobre las definiciones usuales de las problemáticas de la
arena pública.
Las consultoras: características y organización
Si bien habitualmente se hace referencia a las consultoras en
forma genérica, se considerará, en función del interés analítico
del presente artículo, dos grandes categorías que se distinguen
tanto por sus objetivos como por el tipo de producto que ofrecen.
Se identificará, por un lado, a las consultoras de opinión pública,
y, por el otro, a las consultoras de investigación de mercado.
También existen consultoras que llevan a cabo ambos tipos de
consultoría.
En tanto grandes ámbitos de vinculación de las ciencias
sociales con el mercado, la investigación de mercado y la de opinión pública reflejan el modo en que se organizan las empresas
que se ocupan de esos estudios. A pesar de esta distinción, la
mayoría de las consultoras comparte, sin embargo, un conjunto
de características comunes. En primer lugar, muchas de ellas
presentan un esquema organizacional de tipo empresarial. Al
mismo tiempo, en este tipo de empresas, la mayor parte de su
planta estable está compuesta por profesionales provenientes de
las ciencias sociales y económicas, la psicología, el marketing,
etc. En general, el staff está compuesto por sociólogos, politólogos, semiólogos y estadísticos. En segundo lugar, un rasgo
característico de los últimos años es la asociación de muchas
de las consultoras que participan del mercado local con otras
consultoras de carácter tanto nacional como internacional.
De igual modo, resulta importante mencionar que existen
distinciones jerárquicas entre las distintas consultoras existentes, atravesada por una marcada lógica de prestigio de mercado.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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En este sentido, el crecimiento del número de consultoras ha
llevado a un aumento de la competencia entre las mismas. Así,
no es poco habitual que los distintos métodos y metodologías
que configuran el perfil de cada consultora actúen como estrategias de diferenciación para competir en el mercado. Al mismo
tiempo, la terciarización de los servicios de estas consultoras
constituyó una práctica que ha tenido una creciente importancia
en la lógica de funcionamiento de este espacio. Muchas veces,
las fusiones con empresas internacionales han dado lugar a la
incorporación de nuevos modelos de análisis y metodologías.
Aunque esto no se produjo de un modo mecánico, las alianzas
estratégicas con estas empresas dieron lugar a la utilización y
desarrollo de metodologías novedosas que suponen la aplicación
de métodos analíticos estandarizados y el uso de paquetes estadísticos. Si bien las encuestas fueron el punto de partida que
sustentó el desarrollo de las consultoras, más recientemente
cobraron mayor importancia estudios basados en la utilización
de metodologías cualitativas.
Por otro lado, entre los sociólogos que se desenvuelven
en el espacio de las consultoras es posible reconocer distintas
prácticas de producción, circulación y venta del conocimiento
del experto, que a su vez suponen la configuración de posiciones
jerárquicas. En la base de la pirámide se ubican los asistentes de
proyecto, quienes a su vez se subdividen en asistente junior y
asistente senior, en base a diferentes criterios, principalmente el
nivel de experiencia en la trayectoria como consultor. Un estatus
mayor ostentan los directores de proyecto o de cuenta, que los
coloca en una posición más jerárquica tanto en lo que respecta al
cargo, a la tarea que realizan y a la remuneración que perciben.
Muchos sociólogos dueños de consultoras comenzaron a tener
apariciones en la vida pública en virtud de su rol de expertos
opinólogos2 y sus miradas sobre los problemas de la sociedad
actual han ido acumulando cada vez mayor nivel de prestigio.
A grandes rasgos es posible reconocer modos heterogéneos
de contratación (desde el trabajador asalariado en relación de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 159
dependencia hasta la modalidad monotributista), que responden
a las condiciones generales del mercado de trabajo.
El crecimiento que fueron adquiriendo las consultoras en
el seno del campo de la sociología tuvo lugar en un contexto de
creciente valorización de cierto saber científico. Los datos originados en estos espacios comenzaron a ser utilizados para la toma
de decisiones, en medio de un clima de creciente racionalización
y tecnificación. Bajo este contexto, ¿en qué medida se vincula
este proceso con las características que fue asumiendo el espacio
académico de la sociología? Podría pensarse que el indicador
monetario de las remuneraciones obtenidas por los consultores
expertos se inscribe en el marco de la tensión que subyace entre
la subfinanciación del mundo académico y la sobrefinanciación
del mundo tecnocrático.
La investigación de mercado
Con respecto a la definición de investigación de mercado,
es posible retomar los aportes de Philip Kotler, teórico y especialista en cuestiones de mercadotecnia. Según él, se trata de “la
función que vincula al consumidor, al cliente y al público con
el mercadólogo (comercializador), por medio de información
que se usa para identificar y definir oportunidades y problemas
de mercado, generar, afinar y evaluar actos de mercadotecnia,
vigilar la actuación de esta función y perfeccionar la comprensión
del proceso mercadotécnico” (Kotler, 1996: 127).
Según Martínez-Pandiani, existen numerosas similitudes
técnicas y metodológicas entre el marketing comercial (consultoras de investigación de mercado) y el marketing político
(consultoras de opinión pública), que van desde el aporte a sus
campañas de una visión estratégica hasta la acción comunicacional de sus mensajes a través de medios masivos de comunicación
y acciones de publicidad. Sin embargo, este autor resalta que
la lógica de mercado del marketing comercial consistiría en la
satisfacción de necesidad, mientras que, en el caso del marketing
160 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
político, se trata de la elección de una alternativa. A su vez, los
productos del primero serían bienes y servicios; los del segundo,
en cambio, se referirían a candidatos y propuestas. Además,
mientras que el consumo y los gustos o preferencias corresponden al valor simbólico del marketing comercial, al marketing
político le corresponden los valores y los ideales o ideologías.
Así, en un caso los demandantes son los consumidores y los
oferentes son las empresas comerciales, mientras que, en el otro,
los demandantes son los votantes y los oferentes los partidos
políticos. Si bien ambos tipos de marketing utilizan los mismos
recursos comunicacionales en términos de medios y publicidad, la información difiere dado que, en general, el Marketing
Comercial se define por sus estudios de mercado mientras que
el Marketing Político lo hace por sondeos de opinión.
Según Kotler, los investigadores de mercado especifican la
información que se necesita para abordar cuestiones de mercadotecnia, diseñan el método para reunir la información, administran
y aplican el proceso para reunir datos, analizan los resultados y
los comunican, así como sus implicaciones. Dentro del proceso
de investigación de mercado, el autor distingue cuatro pasos: a)
la definición del problema y los objetivos de la investigación; b) la
elaboración del plan de la investigación para recolectar la información; c) la aplicación del plan de investigación y la reunión y análisis
de los datos; y por último, d) la interpretación y presentación de
los resultados.
Sin embargo, es necesario retener que estas definiciones
conceptuales expresan el modo en que la investigación de mercado es concebida desde la propia mirada de los actores inmersos
en el mundo de las consultoras. Desde una concepción que parte
del campo de la sociología es posible encontrar ciertas afinidades
y diferencias entre la investigación de mercado y aquella que
se desarrolla en el ámbito académico. Una de las principales
distinciones que cabe resaltar es la desigual relación que se establece, en uno y otro espacio, entre el investigador y el objeto
que aborda. En este sentido, si bien la currícula de la carrera de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 161
sociología no forma investigadores de mercado, sí proporciona
ciertas disposiciones que son traducidas en estos espacios como
herramientas que habilitan una práctica profesional en el mundo
de las consultoras.
La opinión pública
Con respecto al área de opinión pública, según MartínezPandiani, ésta engloba los estudios de marketing público y social
y el marketing político. El primero remite a las investigaciones
a nivel poblacional (Nivel de vida, Nivel de educación, Nivel
de salud, Opinión de actualidad y expectativas, Desempleo,
Mercado laboral, Consumo cultural y otras demandas de la población). El marketing político se refiere al diseño de campañas
electorales (como análisis de imagen de los candidatos, mensajes
de campaña y testeo electoral).3 Ampliando esta caracterización,
el marketing político no se acota a un simple juego de tácticas
y estrategias, sino que consiste en “el conjunto de técnicas de
investigación, planificación, gerenciamiento y comunicación que
se utilizan en el diseño y ejecución de acciones estratégicas y
tácticas a lo largo de una campaña política, sea ésta electoral o de
difusión institucional” (Martínez-Pandiani, 2000). Asimismo, el
autor señala que el marketing político es una compleja disciplina
que combina el trabajo transdisciplinario de especialistas —como
politólogos, comunicadores sociales, publicitarios, estadísticos
sociales— en tres niveles básicos: estrategia política, estrategia
comunicacional y estrategia publicitaria.4 Dentro de esta área
se encuentran los estudios de hábitos y actitudes de consumo,
lanzamientos de productos y servicios, evaluación de precios,
estudios de imagen y posicionamiento de marcas, monitoreos
de estrategias comerciales, estudios de medios, publicidad y
promoción, etc.
En cuanto a la conceptualización de la opinión pública,
según Rouvier la opinión refiere a las creencias generalizadas
acerca de lo público y contiene un aspecto cuantitativo —en
162 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
términos de pasividad— y otro cualitativo, porque implica una
toma de posición. El carácter de lo público denota una apertura
al mundo. La categoría opinión pública, si bien puede ubicarse
cronológicamente en el período de la modernidad tardía, es
posible rastrearla en sus orígenes.5 Lo anterior se vincula con
la existencia de una sociedad suficientemente ordenada y organizada. Con la superación de la fragmentación medieval, la
modernidad conduce a un todo organizado a partir de la creación
del Estado moderno y el surgimiento de la sociedad civil. La
opinión pública, lejos de aparecer en la modernidad como una
masa uniforme, varía según la pertenencia social y remite a un
sistema de creencias y a determinadas actitudes, constituye una
ideología y una serie de cosmovisiones.
Rouvier efectúa una distinción entre dos tipos de opinión
pública: la coyuntural y la estructural. La opinión pública es
siempre opinión social. En una opinión existe algo de manifiesto, pero lo que debe investigarse es lo que subyace a la opinión
pública, que no es sino el sistema de creencias que emerge en
la cuestión mas bien coyuntural. Dado que existe una gran movilidad en el nivel de los valores, es necesario analizar el grado
de conflicto o aceptación en una sociedad acerca de los valores
dominantes que existen en ella.6 En base a la conceptualización que realiza Rouvier, es
relevante hacer hincapié en el carácter polisémico del término
opinión pública, debido a que es posible enfocarlo desde diversas
perspectivas correspondientes a determinados campos específicos. Así, la opinión remite al campo de la psicología social en
tanto refiere a una creencia. A su vez, puesto que el sujeto se
halla condicionado socialmente, una opinión se transforma en
opinión pública. La cuestión de lo público se traspasará al campo
del derecho y, más tarde, al campo de la sociología. En la Argentina, los años noventa significaron una fuerte
expansión del ámbito de la opinión pública. Esta expansión se
vio acompañada por un proceso de fuerte legitimación y peso
simbólico de la información que se desprendía de estos espacios.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 163
Vommaro describe el proceso con estas palabras: “En los años
1990, el espacio social de los expertos en opinión pública se
consolidaría: el reforzamiento de su peso simbólico en el juego
de la comunicación política, la institucionalización de instancias
de intercambio y el establecimiento de una práctica de empresa
más continua y robusta condujeron a un verdadero trabajo de
autonomización de los expertos vis-à-vis de los demás actores
del juego, en especial los dirigentes de los partidos a los que los
primeros se encontraban ligados”6.
Al igual que en el caso de la investigación del mercado, en
la opinión pública la sociología otorga herramientas que, si bien
permiten el desarrollo profesional de los sociólogos en el espacio
de las consultoras, no constituyen instrumentos propios de la
opinión pública específicamente. Es decir: el paso por la carrera
de sociología conforma profesionales con habilidades singulares
que son requeridas en estos espacios profesionales.
El desarrollo de los sondeos de opinión
Un indicador de la relevancia que adquieren los productos
de las consultoras en las últimas dos décadas se vislumbra en el
modo en que las encuestas preelectorales son captadas y utilizadas por los medios de comunicación. De esta forma, la lectura
y el correspondiente análisis de los diarios de mayor tirada
nacional en los momentos previos a las últimas cinco elecciones
presidenciales da cuenta del desarrollo histórico que tuvieron
las encuestas de opinión en los medios gráficos, lo que puede ser
visto como una expresión de la creciente legitimidad que fueron
obteniendo las encuestas fuera del campo de la sociología.
De este modo, reconstruiremos la evolución histórica de la
presencia pública de las consultoras de opinión en los 20 años
posteriores a la apertura democrática (1983 – 2003). En función
del aumento de su presencia pública, hemos de considerar la
relevancia que adquieren las consultoras y los sondeos de opinión, así como el discurso de los encuestadores en los distintos
164 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
medios gráficos. Para ello, hemos recurrido al análisis de las
elecciones presidenciales de 1983, 1989, 1995, 1999 y 2003.7 Así,
se ha recavado información de los diarios Clarín, La Nación y
Página/12. Si bien se reparó también en los ejemplares de Ámbito
Financiero, la escasa cantidad de encuestas publicadas nos permite considerar que dicho periódico no es representativo de la
evolución histórica de la presencia pública de las consultoras.
Se indagará sobre este punto posteriormente.
Es posible advertir que en 1983 Página/12 no se editaba,
razón por la cual recogeremos como fuentes para el año 1983
a los diarios Clarín y La Nación. Escaso es el papel asignado
por el diario Clarín a los sondeos de opinión pública durante
esta elección; de hecho, desde el 15 hasta el 30 de octubre de
1983 no figuran encuestas. La única información de esta índole
corresponde a una propaganda de otro medio gráfico (Revista
Redacción), donde se anuncia que la misma ha publicado sondeos que pronostican como ganador al candidato Raúl Alfonsín.8 En 1983, los sondeos de opinión pública ocupaban en La
Nación un lugar de mayor relevancia que en el diario Clarín. Así,
el 22 de octubre se presentó en nota de tapa un artículo titulado
«Lo que dicen las encuestas», enunciando la existencia de una
desconfianza generalizada en este tipo de estudios, que podría
deberse a la novedad del fenómeno en la coyuntura nacional.
A su vez, el 26 de octubre del mismo año este diario publica
una nota titulada «Perspectivas sobre los comicios», donde se
presentan las diferencias porcentuales entre los distintos candidatos por provincias.
Con respecto a la elección de 1989, Clarín ofrece información sobre encuestas publicadas en otros medios. Se destacan
las propagandas de las Revistas Somos y Gente, en donde se
publicaron sondeos. También es posible mencionar los datos
presentados en Ámbito Financiero, que fueron utilizados por
los candidatos en la confrontación desarrollada en el campo de
la propaganda política. Es así que dentro del marco de una de
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 165
estas propagandas figura un cuadro comparativo entre datos
provenientes de diferentes consultoras.
Incluso después de la aparición de Página/12 se advierte
que la información publicada acerca de los sondeos de opinión
sigue siendo mínima. Solo se destaca un artículo sobre encuestas
propias elaboradas por una comisión técnica de los capitanes de
la industria. Otorgando una mayor preponderancia a los sondeos
de opinión, La Nación publica en los días previos a las elecciones
seis notas referidas a encuestas. Aquí se mencionan por primera
vez las distintas consultoras y los profesionales a cargo de las
mismas: Mora y Araujo, Noguera & Asociados, Burke, SIDE,
Gallup Argentina, Guillermo Bravo y Asociados, y Julio Aurelio.
Es interesante notar la aparición de términos técnicos tales
como tipo de muestra, margen de error o nivel de confianza,
intentando dotar de un rigor científico a la información presentada. Los datos se exponen mostrando la influencia de distintas
variables sobre la intención de voto, como por ejemplo el sexo.
Cabe destacar la novedosa presencia de cuadros y gráficos.
En base a lo expuesto anteriormente, es posible señalar el
gradual crecimiento de la presencia que adquieren las encuestas
en los distintos períodos electorales. Esto será una constante a
partir de la elección de 1995, año en que en el diario Clarín se
alude recurrentemente a la influencia de las encuestas sobre el
movimiento de los mercados y aparecen debates de distintos
profesionales en torno a esta cuestión. También figuran consultores que opinan y presentan sus trabajos.
En Página/12, la cantidad de encuestas publicadas en el
marco de las campañas políticas es superior a la de Clarín. A su
vez, cabe destacar que se amplía la información otorgada por las
consultoras, presentándola en cuadros, gráficos y porcentajes
junto con comentarios de los directores de dichas consultoras.
Las equivalentes transformaciones que advertimos en ambos medios en los años anteriores resultan también válidas para
el diario La Nación. No obstante, la información suministrada
por este medio en 1995 es más amplia y menciona un mayor
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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número de consultoras en comparación con otros medios. De
hecho, los continuos encargos de sondeos de opinión —en la
medida en que las encuestas adquirían una creciente popularidad
y legitimidad— amplían la cantidad de empresas dedicadas a la
opinión pública y surgen nuevas consultoras que se consolidan
en una posición cada vez más destacada.
A partir del período preelectoral de 1999 se vislumbra un
brusco cambio en las características de las encuestas con respecto
a las elecciones anteriores. Estas no sólo comienzan a aparecer
como títulos de tapa, sino que además constituyen el eje de las
notas (que ocupan entre una y tres páginas).
En Clarín, los datos ofrecidos refieren a estudios realizados
por el CEOP (Centro de Estudios de Opinión Pública) a pedido
del propio diario. Página/12, en cambio, no encarga la realización
de sondeos de opinión pública, sino que recurre a información
otorgada por las consultoras para cubrir el período preelectoral.
Asimismo, comienza a hacerse referencia a distintos consultores
en las distintas notas y se plantea con frecuencia la asociación
de los mismos con determinados partidos políticos. En cuanto
al diario La Nación, podemos advertir que, ya con anterioridad
(1995), se habían producido estos cambios que dan cuenta de
la legitimidad adquirida por el papel asignado a las consultoras, motivo por el cual la cantidad de encuestas publicadas no
aumenta con respecto a dicho año.
Es precisamente durante las elecciones de 2003 que los
consultores comienzan a ocupar una posición más destacada
en los distintos medios gráficos. A diferencia de 1999, ya no se
publican encuestas realizadas especialmente para Clarín por
parte del CEOP, sino que se presentan cuadros comparativos
con los resultados arrojados por las distintas consultoras. Vale
aclarar que dichos datos difieren en gran medida, lo que explica
el aumento del número de encuestas, la frecuencia con la que
aparecen y, fundamentalmente, el hecho de que los consultores
sean entrevistados en distintas notas publicadas. De este modo,
es preciso resaltar que el espacio ocupado por los sociólogos en
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 167
el diario Clarín se ha incrementado notablemente. En el caso de
Página/12, continúan adjuntando a las encuestas la información
referida a los procedimientos metodoló-gicos efectuados para
los sondeos. En cuanto al diario La Nación, a la información
anteriormente ofrecida se agregan sondeos realizados por consultoras del interior con los datos de las respectivas provincias.9 Además, la cobertura en 2003 ya no se circunscribe únicamente
a una encuesta diaria, sino que cada edición incluye varias notas
vinculadas a los sondeos realizados. A su vez, también cabe destacar el aumento de artículos en donde opinan varios consultores
sobre el período electoral.10 Con respecto al diario Ámbito Financiero, excepto en 1989,
año en el que existe una sección llamada “Lo que dicen las
encuestas’’,11 no sólo publica muy pocas encuestas sino que se
muestra contrario a la difusión de los resultados de las mismas.
Es recurrente la acusación de que los sondeos de opinión son,
por lo general, pocos serios o confiables. Estas cuestiones se ponen de manifiesto principalmente en 1995, cuando el efecto que
producen sobre los mercados aquellas encuestas que pronostican
ballotage es considerado como desfavorable, y en el 2003, cuando se asegura que los únicos sondeos serios son aquellos pocos
que han sido publicados por ellos mismos, arremetiendo contra
diversas consultoras y otros medios (como Clarín y La Nación).
En definitiva, el paulatino crecimiento de las encuestas
que se han analizado en los distintos medios gráficos presenta
un auge durante la coyuntura de las elecciones del 2003, cuando la cantidad de sondeos publicados sobrepasan a la de las
anteriores elecciones. En base al análisis de distintos medios,
puede aseverarse que la evolución histórica de las consultoras
de opinión pública a partir de la apertura democrática se evidencia en el incremento de su presencia pública.12 La creciente
importancia que cobran los estudios de opinión pública en las
diferentes coyunturas electorales daría cuenta de la consolidación de este espacio como un ámbito legítimo dentro del campo
de la sociología.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Conflicto de identidad y luchas por la legitimación: las
estrategias de distinción de la sociología aplicada
En el contexto de los años ‘90, la sociología aplicada resultó
un espacio de práctica profesional legítima dentro del campo de
la sociología. Esto significa que tanto los sociólogos que se desempeñan en estos ámbitos como los que no lo hacen reconocen
que quienes se dedican a este tipo de consultoría desempeñan
una práctica sociológica aceptada. Esto último permite señalar
en la sociología aplicada la ampliación de los límites de aquello
que es considerado como modos genuinos de hacer sociología.
La relevancia de este punto se debe a que el espacio sociológico que se analiza en este trabajo no sólo es relativamente
novedoso en el campo local, sino que en muchos aspectos difiere
e incluso se opone a la tradicional práctica académica legítima
de la disciplina. Incluso durante años la sociología aplicada fue
vista y valorada negativamente desde los espacios académicos
de producción científica. ¿De qué modo entonces este tipo de
prácticas adquieren legitimidad? ¿Cómo pasan de ser ámbitos no
sólo liminales sino también muchas veces desprestigiados desde
el ámbito académico a convertirse en prácticas ampliamente
aceptadas? Como se ha señalado, este proceso es el resultado
de la combinación de varios factores que se enmarcan en un
complejo proceso histórico. Dicho escenario se corresponde,
entre otras cosas, con una disputa por la definición del campo
de la sociología y por el tipo de prácticas que han de ser reconocidas como sociológicas. En este sentido, frente a la amplia
legitimidad de las prácticas de los sociólogos consultores aplicadas en el contexto de los años ´90, resulta pertinente retomar
una conferencia realizada por Manuel Mora y Araujo13 en el
año 1969. En momentos en que la sociología aplicada no tenía
el reconocimiento del cual goza actualmente, la intervención
pública de este sociólogo fue significativa en la medida en que
constituyó un intento de otorgar validez a la sociología aplicada
como parte del campo sociológico.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 169
Según Mora y Araujo, la sociología se desarrolló en sus
comienzos a través de la actividad universitaria e intelectual,
ingresando en Estados Unidos en el mundo empresarial en los
años treinta. A fines de la década del ‘50 y durante la década del
‘60 se introdujeron ideas conceptuales, teóricas y metodológicas
nuevas, a raíz del desarrollo de la cibernética y de las teorías de
los sistemas generales y del conflicto. El sociólogo hace hincapié
en la relevancia que adquirió la sociología de las organizaciones,
cualitativamente distinta de la sociología industrial y de la sociología de la burocracia. La orientación instrumental y aplicada de
la sociología no deja de reflejar que los problemas de la sociedad
siguen alimentando a la disciplina como en sus comienzos.
Una vez delineados los orígenes de la sociología aplicada
en el ámbito internacional, Mora y Araujo señala dos grandes
problemas en relación a los posibles usos de la disciplina en
Argentina. El primero se relaciona con la dependencia, debido
a que la mayoría de las técnicas utilizadas provenían de Estados
Unidos y, en menor medida de Europa, realizando una traslación automática de problemas. El segundo, que se desprende
del anterior, consiste en la relativa inutilidad de la sociología
para proporcionar respuestas útiles a la sociedad. Mora y Araujo
insiste en que en Estados Unidos podía distinguirse un proceso
de ida y vuelta entre la investigación teórica empírica y la sociología aplicada, mientras que en Argentina sólo se producía
sociología científica. Así, sostiene que muchos autores explicaban
la dependencia como un producto de la incapacidad de generar
conocimientos innovadores, y la inutilidad como consecuencia
de no saber generar la oferta.
El pionero de la sociología aplicada en Argentina distingue
dos tipos de usos que la sociología puede ofrecer a las sociedades
desarrolladas. El primero actúa como correctivo de desviaciones; es decir: un medio conservador para resolver problemas.
El segundo uso consiste en la definición de nuevas metas, para
mejorar la sociedad. Los obstáculos para la consecución de dichas prácticas en Argentina consistirían en la traducción, en dos
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sentidos: por un lado, de los problemas del posible consumidor
en términos sociológicos y, por el otro, de la que debe realizar el
sociólogo para que su cliente pueda comprender lo interpretado
por el mismo.
Análisis del campo de la sociología aplicada en
Argentina. Los sociólogos consultores
El campo de la sociología puede ser entendido como un
espacio multidimensional. Es posible, entonces, centrarnos en
el ámbito de las consultoras como una de esas dimensiones (relativamente autónoma), donde existen luchas simbólicas por la
disputa de la representación del mundo social. La competencia
para legitimar una imposición simbólica dentro del campo se
encuentra atravesada por una serie de mecanismos. Estos recursos “que aspiran objetivamente al ejercicio legítimo de un poder
de imposición simbólica y tienden de ésta forma a reivindicar el
monopolio de la legitimidad entran necesariamente en relaciones de competencia, o sea, en relaciones de fuerza” (Bourdieu,
1977: 58). Así, el campo sociológico se presenta como un espacio
estructurado “de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades
dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse
en forma independiente de las características de sus ocupantes”
(Bourdieu, 1990: 135). En tanto agentes, los sociólogos consultores pueden definirse a través de sus posiciones relativas dentro
de ese espacio, en donde se plasman un conjunto de relaciones
de fuerzas objetivas que entran a dicho campo. Para determinar
esas posiciones relativas se considerarán una serie de variables
como las trayectorias individuales, el capital cultural y el origen
social, entre otras. En este sentido, la pregunta principal que
subyace en este apartado es doble: por un lado, se interrogará
sobre cómo y por quiénes está compuesto el espacio de las consultoras; por otro lado, acerca de la forma en que se define su
ingreso y de qué modo tiene lugar la selección dentro del campo
más amplio de la sociología.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 171
De esta forma, es posible rastrear las trayectorias de los
sociólogos insertos dentro de este espacio con la finalidad de
detectar cuáles son los factores que contribuyen a dicha inserción. Para comprender la relevancia del origen social y de las
trayectorias sociales, se ha utilizado, en primer lugar, un conjunto de datos estadísticos, construidos a partir de una encuesta
acerca de la inserción profesional de los sociólogos en Argentina
durante los años noventa. Esta información fue complementada,
posteriormente, con el análisis de entrevistas en profundidad
realizadas a los sociólogos que se desempeñan en el mundo de
las consultoras.
Se consideró teóricamente pertinente el uso de la noción
bourdiana de estructura estructurante, que remite a la presencia
de estructuras (poseedoras del rasgo de historicidad) que condicionan a los actores (en este caso, sociólogos consultores), que, a
su vez, poseen ellos mismos capacidad de acción y decisión. Las
estructuras le permiten al actor estructurar el mundo a partir de
su propia significación y percepción del mismo. De este modo, los
sociólogos consultores se encuentran atravesados por factores
estructurales potenciados a través de sus propias trayectorias y,
a su vez, cuentan con mecanismos subjetivos habilitantes para
su hacer sociológico.
Además nos hemos valido del concepto de habitus,14 que
refiere a ciertas estructuras de pensamiento que se imponen en
una época y determinan en el individuo las categorías de acción,
percepción y apreciación. Podríamos descifrar estas categorías
(socialmente fabricadas) que se hallan presentes en los sociólogos consultores, considerando las desigualdades existentes en
cuanto a la posesión de capitales. Tampoco debe perderse de
vista la eficacia que posee el capital simbólico, entendiendo por
tal la forma de reconocimiento del capital cultural, que no son
otra cosa que los modos de los sociólogos consultores, desde el
uso que hacen del lenguaje hasta el tipo de vínculo establecido
con sus pares.
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En principio, partiendo de los resultados arrojados por
la encuesta que fue realizada entre los años 1999 y 2001 en el
marco de la investigación de la cual el presente trabajo forma
parte, hemos identificado un conjunto de características generales acerca de los sociólogos que trabajan en las consultoras.
Las variables que tomamos en cuenta para llevar a cabo esta
caracterización de tipo general fueron aquellas relacionadas
con algunas ideas del presente trabajo. Creemos conveniente
conocer ciertos datos que pueden resultar funcionales para lograr
comprender el fenómeno que estamos abordando: variables de
sexo, existencia de una relación entre la ocupación principal y la
sociología, modo de acceso al trabajo y existencia de actividades
realizadas durante la carrera.
Con respecto a la distribución de los sociólogos consultores
en relación con el sexo, y teniendo en cuenta que en la población
de encuestados predominan las mujeres, resulta significativo
que alrededor de un 60% de los sociólogos que trabajan en
consultoras sean hombres.
Cuando se indagó acerca de la idea que los encuestados se
configuran acerca de su propia ocupación profesional, pudo notarse la presencia de un fuerte grado de legitimidad respecto de la
profesión. Prácticamente la totalidad de los sociólogos que hacen
consultoría (96%) reconocen la presencia de una relación entre
dicha actividad y la disciplina. Por otra parte, los modos por los
cuales los sociólogos accedieron a su ocupación como consultores
nuevamente revela que la vía de entrada al mercado laboral es de
tipo informal, en donde las redes de relaciones actúan como puente
necesario para ingresar a dicho mercado. De este modo, se observa
que casi un 60% de los sociólogos accedió a su ocupación por medio
de contactos o de recomendación.
En este sentido, debe explicitarse la relevancia que adquiere
el capital social, y para ello es posible indagar en las actividades extracurriculares que los sociólogos realizaron durante su
carrera. La encuesta permite advertir que una porción significativamente mayoritaria de los sociólogos consultores (62%) ha
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 173
realizado una acumulación de capital social en su pasaje por la
universidad, producto de la participación en diversas actividades
extracurriculares. Cabe aclarar que, si bien este tipo de capital
social no explica en su totalidad el ingreso al ámbito de las consultoras, los resultados obtenidos indican la presencia de una
correlación entre el establecimiento de lazos durante la carrera
de grado y la obtención de un trabajo como sociólogo consultor.
Para comprender entonces el modo en que se producen los procesos de selección es preciso tener en cuenta el nivel de capital
social y cultural previo al ingreso a la universidad.
Las visiones de los actores
Además del análisis de los datos arrojados por la encuesta,
han sido utilizadas una serie de entrevistas efectuadas a algunos de los sociólogos que desempeñan su actividad laboral en
el ámbito de las consultoras, con la finalidad de enriquecer esta
primera aproximación respecto de nuestro objeto de estudio.15 A partir del análisis de estas entrevistas pudieron definirse una
serie de dimensiones que ayudan a profundizar nuestro trabajo
en diferentes direcciones. El modo en que los propios actores
consideran y evalúan sus posiciones da cuenta de cuestiones
que son susceptibles de ser analizadas desde una perspectiva
que priorice los puntos de vista subjetivos de los sociólogos. Es
así que en este apartado —dado que han sido detectadas distintas estrategias en el modo del discurso de los actores— se hará
hincapié en dos grandes dimensiones analíticas que permitirán
delinear las percepciones que los sociólogos consultores tienen
acerca de su trabajo y formación en el pasaje transitorio por la
facultad.
Por un lado se trata de la postura que los sociólogos consultores adoptan frente a la academia y, por el otro, de la forma
en que otras disciplinas competidoras —dentro del ámbito de
las consultoras— son visualizadas. Un ejemplo de estas últimas
puede ser el marketing.
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Con respecto a la primera dimensión, puede mencionarse
la percepción que los sociólogos poseen acerca de su propia
actividad, teniendo en cuenta en qué medida se vincula con la
sociología. En función de esto último se desprende la idea que los
actores se hacen acerca de la disciplina sociológica en general. Se
trata de identificar las tensiones existentes entre el desempeño
práctico–profesional y la formación académica adquirida y descubrir en el discurso las cuestiones que los propios sociólogos
reproducen acerca de las mismas. Una cuestión que se considera
significativa es el modo en que aparece plasmado en el discurso
de los entrevistados la idea de una fuerte distancia entre la formación que ofrece la carrera y aquellos requerimientos técnicos
necesarios para el desempeño laboral.
De este modo, en reiteradas oportunidades emerge una idea
claramente definible: en el paso por la academia (como estudiantes) no se obtuvieron las herramientas de trabajo necesarias para
el posterior desempeño profesional en las consultoras, como
práctica legítima de la sociología. Es necesario profundizar sobre
esta cuestión, dado que es posible detectar algunas de las razones
por las cuales todos los sociólogos consultores aseveran que la
Facultad de Ciencias Sociales está atrasada.
Es posible describir esta idea en función del concepto de
habitus. Es decir que esta situación puede comprenderse a
partir del habitus en el cual los sociólogos consultores se hallan
inmersos. No es sino desde la práctica de este tipo de sociología aplicada que debe considerarse la postura que adoptan los
sociólogos consultores respecto del ámbito académico.
De todas formas, también se encuentran ciertos casos en
donde la facultad sí es considerada como un espacio en el cual se
obtuvieron saberes que, si bien no estaban en conexión directa
con sus trabajos profesionales, significaron la posibilidad de
ponerse en contacto con un mundo que, en sí mismo, les parecía
atractivo. Por esto último puede entenderse que la formación
académica en sí no es desvalorada, sino que no es apreciada
como un puente hacia el mundo del trabajo.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 175
Al mismo tiempo, en las entrevistas pudo repararse en el
hecho de que los actores se distinguen de una sociología que
algunos han calificado como obsoleta. Esto puede analizarse
en función de la relación que mantienen los actores con la
academia. Así, existen diversas situaciones con respecto a esta
relación. Por un lado aparecen aquellos casos que mantienen
una fluida vinculación con la Facultad, generalmente por medio
de las actividades docentes. También se encuentran aquellas
situaciones que no presentan fuertes interacciones con el mundo académico, aunque hay que aclarar que no es por decisión
o por desinterés, sino, por el contrario, debido a una dificultad
para combinar ambos espacios. En este sentido, el tiempo, o,
mejor dicho, la falta del mismo es mencionada como una de las
principales razones por las cuales no habrían podido desarrollar
sus actividades académicas.
No obstante, los mismos sociólogos afirman que están donde están porque son sociólogos. Aquí es necesario examinar en
qué medida existe una contradicción no resuelta respecto de la
paradoja de distinguirse por un lado de la academia, e identificarla como responsable del acceso al empleo por el otro.
La segunda dimensión analítica a la que se hacía referencia
más arriba se pone de manifiesto a través de ciertos dispositivos
de distinción, como, por ejemplo, frente a ciertas disciplinas
tales como el marketing o la publicidad, en donde los sociólogos
consultores se posicionan en un lugar que les confiere cierta
dosis de status. Así, pueden encontrarse ciertas ideas tales como
las siguientes:
Hay herramientas sofisticadas que son difíciles de entender
para la gente de Marketing, nosotros vemos que no hay
formación en la gerencia de Marketing.
O bien una superioridad respecto de las ciencias sociales
frente a estas otras actividades que ni siquiera llegan a ser visualizadas como potenciales competidoras.
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
En base a esta segunda dimensión, es decir a la forma en
que las otras disciplinas competidoras son percibidas, es posible
notar que sus palabras se encuentran atravesadas por una jerarquización simbólica, en donde ciertas propiedades son cotizadas
(ser sociólogos) y otras no (ser Licenciado en Marketing). Estas
diferencias en cuanto a la formación y al modo en que se lograron ubicar laboralmente operan como símbolos de distinción.
Así, a través del discurso de los entrevistados puede advertirse
la apreciación que estos consultores poseen en relación con su
propia trayectoria profesional, afirmándose en su rol de sociólogos: “sí, no tengo dudas, esto es sociología”.
Consideraciones finales
A lo largo de los años noventa, el espacio de las consultoras
de investigación de mercado y de opinión pública se fue estableciendo como un ámbito de creciente legitimidad dentro del
campo de la sociología en general. Como consecuencia de las
profundas transformaciones que se sucedieron en la sociedad a
lo largo de los últimos 25 años, el campo de la sociología se vio
fuertemente afectado. En este sentido, el mayor reconocimiento
y legitimidad que este espacio de las consultoras fue adquiriendo
se tradujo en una mayor significación simbólica del campo de la
sociología en su conjunto.
En el interior de la disciplina existen visiones que definen
aquello que constituye una práctica sociológica legítima, y en
torno a estas visiones se conforman jerarquías que estructuran
todo el campo. En este marco, las relaciones que se tejen entre
el espacio de las consultoras y el ámbito académico atravesaron
un sustancial cambio a lo largo de toda la década del noventa.
Como todo campo, el de la sociología implica perspectivas
determinadas donde los agentes ocupan posiciones y establecen
relaciones entre sí; estas relaciones entre las dos posiciones
implican necesariamente la existencia de capitales en disputa,
en la medida en que se configuran como relaciones de fuerza en
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 177
el marco de la lucha por el capital que se dispone. Así, tanto el
capital cultural como el social (en términos de redes de relaciones) y económico funcionan como capital simbólico una vez reconocidos y legitimados. La producción y disposición del capital
de cada agente determinará su posición dentro del campo de la
sociología. En este sentido, mientras que en la década anterior
la academia rechazaba al espacio de las consultoras como ilegítimo, más tarde éste fue cobrando legitimidad en el centro del
mundo académico. Igualmente, las luchas por los capitales que
están en juego y las diferenciaciones que se entablan entre los
dos espacios responden a las distintas posiciones de los agentes
en el campo de la sociología.
La inserción laboral de los sociólogos es amplia y diversa,
como quedó plasmado en los datos de la encuesta. La definición
de diversos espacios como campos laborales genuinos para las
prácticas profesionales de la sociología se fue configurando como
corolario de todos estos procesos. En este contexto, es posible
señalar que las consultoras comenzaron a delinear un espacio
de creciente importancia para el desarrollo profesional en el
campo de la sociología.
Al mismo tiempo, el acercamiento a las visiones y percepciones de los actores por medio de las entrevistas realizadas a los
sociólogos consultores permitió tener una perspectiva ampliada
de los modos en que los propios actores conciben su propia
inserción práctica en este campo.
Notas
1 Un posible indicador de la expansión y posterior legitimación que ha adquirido este espacio podría ser la evolución histórica de la Asociación Argentina de
Marketing (AAM). Fundada en 1965, la AAM surgió como un “ámbito destinado
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
al intercambio profesional y de perfeccionamiento para el hombre de marketing”.
De este modo, su misión apunta a “la investigación, desarrollo y perfeccionamiento de las herramientas del marketing, promoviendo su enseñanza y difusión”.
2 Cabe mencionar, a modo de ejemplo, los casos de Manuel Mora y Araujo,
Graciela Roemer, Enrique Zuleta Puzeiro, etc.
3 Otros servicios que ofrecen son los estudios de imagen, demandas y expectativas en sectores específicos de población según segmentos de ocupación o
barrio, testeo de nuevas propuestas y futuras líneas de acción de gobierno, etc.
4 Estos profesionales disponen de una serie de técnicas e instrumentos para la
recolección e interpretación de la información requerida. Estas herramientas se
agrupan, en términos metodológicos, en métodos cuantitativos y cualitativos.
Entre los primeros podemos mencionar las técnicas de encuestas de opinión y
boca de urna, mientras que entre los métodos cualitativos podemos señalar las
técnicas de entrevistas en profundidad, grupos focales, observación y proyección.
5 Esta definición de Rouvier es congruente con la elaborada por Mariano
Fontela, quien distingue entre la opinión, por un lado, y lo público, por el otro.
La “opinión” hace referencia a una justificación de tipo racional, lógica o experimental. Sin embargo, no se trata de cualquier justificación, sino que para que
ésta pueda ser calificada de “opinión” debe existir por detrás de ella un juicio de
valor controvertible sobre una opinión determinada. En cuanto a lo “público”,
se trata de aquello que tiene repercusiones en la vida política, tal como lo refleja
la opinión de cualquier forma publicada. De este modo, la “opinión pública”
puede ser definida como toda opinión cuyo objeto está relacionado directa o
indirectamente con el ámbito de “lo público” (como oposición a lo privado) y,
por lo tanto, con “lo político”, sea o no publicitado.
6 Esto se vincula con lo que postula Elisabeth Noelle —Neumann, quien fue
directora del Centro de Investigación de la Opinión Pública de Allensbach
(Alemania) y profesora de Investigación de las Comunicaciones en la Universidad
de Mainz. En su obra planteó el modo en que los medios de comunicación podrían influir en la opinión pública: si los medios la anticipan o sólo la reflejan.
Según el mecanismo psico-social que denominó “la espiral del silencio”, los
medios crearían la opinión pública. La opinión considerada minoritaria tiende
a mantenerse en silencio, iniciando un proceso en “espiral” que fortalecerá a la
opinión considerada dominante. De hecho, un individuo podría ser castigado
por no haber sabido adaptarse, dado que existe un vínculo estrecho entre los
conceptos de opinión pública, sanción y castigo. La opinión pública puede ser
definida como la opinión dominante que impone una postura y una conducta
de sumisión, a la vez que amenaza con aislamiento al individuo “rebelde” y, al
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 179
político, con una pérdida del apoyo popular. Así, los individuos observan cuáles
son los puntos de vista que cobran fuerza y cuáles decaen, requisito para la existencia y desarrollo de la opinión pública entendida como la interacción entre los
puntos de vista del individuo y los que él atribuye a su entorno.
7 Considerando el objetivo de este apartado, hemos seleccionado los ejemplares
de los diez días previos a la fecha de los citados escrutinios, dado que, en dicho
período, por lo general se halla la mayor cantidad de sondeos publicados en
la prensa grafica, cobrando una mayor relevancia en los diarios examinados.
8 «Los sondeos de opinión revelan que Raúl Alfonsín es el candidato más favorecido por los porcentajes» (Revista Redacción. Nº 128. Octubre de 1983) El
artículo destaca que «por primera vez en la Argentina se hace un uso racional e
intensivo de las encuestas electorales, con el propósito de ajustar las campañas
proselitistas. Los dos partidos más importantes fueron modificando la estrategia de acuerdo con los resultados de los sondeos de opinión, para acentuar sus
cargas en las zonas más difíciles y acomodar sus mensajes a las expectativas
del electorado que parecía más indefinido.» Dicha encuesta es realizada por la
consultora Gallup, y figuran cuadros ilustrativos.
9 Las consultoras mencionadas son: SC (Catamarca); Index (Misiones); consultor
Elvio Rodriguez (Mendoza); consultora Horacio Robustelli & Asociados (Santa
Fe); Claves, Estudios & Estrategias (Entre Ríos); MKT (Córdoba); ESPO (La
Pampa); IOPSS (San Juan); ECO (Río Negro); AV & Asociados (Santa Cruz) y
Datamática (Salta).
10 Se publica una columna de opinión del sociólogo Manuel Mora y Araujo titulada “La elección, el rostro de la madurez”. (La Nación, viernes 25 de abril, pág. 6).
11 Se publica un cuadro comparativo de resultados de estudios de opinión, detallando la fecha del trabajo de campo, el universo y el carácter de la muestra (si es
nacional o de capital federal). Las consultoras son Aresco/Julio Aurelio; Socmerc;
Burke; Criterio; Waldino Suárez; SIDE; Kolsky; Inforseg Brokers; TEA; CEOP;
Bravo y asociados. (Ámbito Financiero, viernes 12 de mayo de 1989, pág. 12)
12 Cabe mencionar un artículo publicado en La Nación en 1989, que refiere a
la evolución de los estudios de opinión pública hasta esa fecha, titulado “Las
encuestas son protagonistas desde 1983”. Dicho artículo expresa “No menos de
una decena de sondeos sobre intención de voto se difundió total o parcialmente
en las últimas semanas, como una prueba más del protagonismo que adquirieron
las encuestas de la vida política desde 1983 en adelante (...) Como quien prueba
con cautela un terreno que sabe que le es propio, las encuesta hicieron bien su
gran aparición en escena a partir de la decisiva elección nacional de 1983, aunque
venían de antes”. (La Nación, viernes 12 de mayo de1989, pág. 17).
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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13 Manuel Mora y Araujo es sociólogo por la Universidad de Buenos Aires y
una de las figuras más destacadas entre los encuestadores. Forma parte de las
primeras generaciones de sociólogos argentinos. Sus intervenciones mediáticas y, paralelamente, su configuración como sociólogo experto independiente
se basaron fundamentalmente en la acumulación de un capital de notoriedad
académico y mediático.
14 “El habitus, como sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito que funciona como un sistema de esquemas generadores, genera estrategias que pueden estar objetivamente conformes con los
intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas expresamente con
este fin”. (Bourdieu, 1990: 141)
15 En este punto debe tenerse en cuenta que las entrevistas fueron realizadas
por estudiantes de sociología. De modo que es posible que en algunos casos las
respuestas de los entrevistados —sociólogos consultores— hayan estado condicionadas o influenciadas por el contexto particular en el cual tuvieron lugar.
Muchas veces las respuestas valorativas de los entrevistados pueden estar dando
cuenta de esta particular situación.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 181
Sociología y empresa. La consolidación del
profesionalismo en tiempos de cambio
José María Casco y Ana Engelman
Durante los últimos años, más precisamente con el advenimiento del estado de derecho en 1983, las ciencias sociales, en
general, y la sociología, en particular, sufrieron cambios significativos. En efecto, la nueva configuración que emergió luego
de la larga noche de la dictadura cambió sustancialmente los
rasgos profesionales e intelectuales que conforman la disciplina.
Específica-mente, se trata de la emergencia de nuevos papeles
que los practicantes de la sociología ejercen a partir de rasgos
novedosos que se producen en la sociedad, pero que también
están afectados por desarrollos a nivel global.
En el caso de nuestro país, los años 90’s supusieron una
puesta en marcha de reformas significativas que cambiaron
drásticamente los rasgos de la Argentina de entonces. Así, la
sociología dejó de pensarse como se lo había hecho por más 30
años, y comenzó a tener nuevos espacios de representación y
acción para muchos de sus practicantes.
Este trabajo intenta dar cuenta de esos cambios que se
produjeron en la disciplina, examinando una zona del campo
profesional que emerge como novedoso a partir de los años
90’s, producto de la importancia que adquieren los espacios de
empresas privadas para el desempeño profesional de los sociólogos. En efecto, a partir de las llamadas reformas estructurales
un número importante de firmas privadas, con una destacada
posición de mercado, comienza a utilizarla información y las
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
telecomunicaciones como una fuente primordial de valor,
obligando a esas empresas a dotar a sus equipos de recursos
humanos con mano de obra de alta calificación y en capacitación permanente. Así, distintas herramientas analíticas que la
sociología junto a otras disciplinas provee, más un conjunto de
destrezas particulares para resolver problemas por parte de los
egresados de la disciplina, constituyen un insumo muy valorado
para estas empresas que buscan mantener y ganar posiciones
en un mundo cada vez más competitivo.
A partir de un relevamiento de distintas fuentes secundarias
y de un conjunto de datos recabados a través de entrevistas en
profundidad a diferentes jóvenes sociólogos que trabajan en
empresas privadas, buscamos aclarar cuál es el tipo de inserción
de los sociólogos en el mundo privado, como así también lograr
una descripción de dicho espacio social.
La empresa como espacio de trabajo y desarrollo
profesional.
La estructura es muy poco piramidal, hay mucho trabajo en
equipo, yo soy asistente, es mi cargo. En mi departamento
somos 3 personas y mi jefa, yo manejo algunos proyectos
y mi jefa se ocupa de cosas que tienen que ver con recursos
humanos, con nosotras, con desarrollar nuestras carreras.
La responsabilidad que tenés es muy grande y la relación
con tu jefe es muy de par en par, y nosotros estamos en las
reuniones importantes, somos los que hablamos porque tenés
el proyecto, no sentís una estructura piramidal demasiado
importante.
Carolina1 trabaja en la mega empresa Unilever, y así describe su función en el área de Investigación de mercado.
Esta empresa cuenta con una cantidad importante de sociólogos egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Esta empresa cobra singular importancia para el análisis, porque
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 183
constituye un paradigma de lo que se conoce en la literatura
tradicional como empresa red.
Unilever tiene una organización basada en la multiplicidad
de departamentos. Es un ejemplo paradigmático, ya que existen
tres espacios donde los sociólogos desarrollan tareas importantes. Estos sectores son: el departamento de investigación de
mercado, el departamento de marketing y el departamento de
recursos humanos. Tomemos cada uno de ellos para observar
las tareas desarrolladas por los sociólogos que allí trabajan.
El departamento de investigación de mercado se encarga
de traducir la realidad en datos, y con ese fin se desarrollan distintas herramientas y estrategias de análisis. Es un espacio en
donde los resultados se reorganizan y reenfocan de acuerdo al
público que se intente captar. Algunos de los criterios que son
tomados en cuenta para segmentar el mercado de consumidores
son: Criterios geográficos ¿dónde viven, trabajan, o hacen los
consumidores sus compras? Criterios demográficos o socioeconómicos: ingresos, edad, sexo, clase social, profesión. Criterios
psicológicos: percepción, normas y valores, actitud, personalidad, modo de vida. Criterios de comportamiento: consumo
en cantidades, el grado de fidelidad a la marca, la disposición
a comprar.
Los tipos de estudios que se realizan, en general, con la
contratación de consultoras especializadas son: —Estudios
motiva-cionales: estudios de tipo cualitativo y exploratorio que
generalmente entregan información base para decidir sobre
las políticas de mercado. La técnica implica la realización de
reuniones de dinámica con Grupos Objetivos (focus groups) de
consumidores y/o clientes conducidos por psicólogos especializados en la obtención de rasgos. —Estudios de imagen: estudios
de tipo cuantitativo, cuyo objetivo principal es establecer la
posición de un producto y/o servicio entre sus competidores.
Se emplean técnicas de monitoreo de marcas para verificar la
posición actual, la posición ideal, y las debilidades y fortalezas de cada competidor. Para esto se desarrollan técnicas de
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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investigación en el campo de la semántica y asociación cognoscitiva, específicamente orientadas a obtener la imagen mental del
consumidor. —Estudios Tracking: estudios de tipo cuantitativo y
predictivo, que permiten seguir una gran variedad de parámetros
de un producto y/o servicio específico, comparar su evolución y
predecir las tendencias. —Panel dinámico: estudio de tipo cuantitativo y continuo que implica el monitoreo diario de hogares
por períodos mensuales. Esta modalidad se usa principalmente
para la medición de conocimientos, uso, hábitos de consumo,
participación de mercados y verificación de exposición a canales
publicitarios. —Estudios de segmentación de mercados: estudios
de tipo cuantitativo que tienen por objetivo clasificar consumidores en grupos símiles, en busca de espacios de mercado para
introducir nuevos productos o generar nuevas fórmulas de un
producto y/o servicio existente. Se los utiliza para establecer los
segmentos del mercado de consumidores, conocer en detalle los
hábitos, comportamientos, actitudes y preferencias de los componentes del grupo. Luego del departamento de investigación
de mercado, la información pasa al departamento de marketing.
En dicho espacio se incluyen estudios de mercado relacionados
con los clientes externos, se elaboran los perfiles de usuario y
se hace marketing social. Aquí las tareas incluyen el armado de
encuestas, publicidades y actividades ligadas al área comercial.
En el Departamento de marketing de Unilever se intenta
conocer cuales son las necesidades presentes y futuras de sus
consumidores, con el fin de elaborar una estrategia clara para
las marcas en cada categoría de mercado.
En mi opinión, el dato más destacable de nuestro departamento es la variedad. Al ser una marca algo parecido a una
compañía, tenemos la oportunidad y la necesidad de entender
lo que hacen todos los demás departamentos de la empresa:
líneas financieras, logística, fabricación, legislación relativa
a la marca... Además, por descontado, somos especialistas
en publicidad, acciones de marca locales, promociones a
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 185
consumidor, estudios de mercado y gestión de proyectos para
el lanzamiento de variedades de marca o nuevas marcas.
El tercer espacio donde trabajan los sociólogos dentro de la
empresa es el departamento de recursos humanos. Aquí las tareas consisten en: desarrollar y planificar las carreras; organizar
la estructura y proceso de trabajo; evaluar motivación, clima y
satisfacción laboral; evaluar y seleccionar al personal; formación
y desarrollo de los RRHH; gestión y mediación de conflictos;
elaboración de perfiles de puestos de trabajo, etc. La actividad
de los sociólogos allí es sumamente proactiva.
En la actualidad trabajo en el Departamento de Recursos
Humanos preparando los planes de formación para este año
y ayudando en los procesos de selección. El Departamento de
Recursos Humanos es un Departamento interno que apoya
y ayuda a los demás departamentos de la Compañía. La variedad es la principal característica de este Departamento,
dónde la capacidad de relacionarse con otras personas, la
receptividad, la empatía, innovación y capacidad de negociación son fundamentales.
La mayoría de los sociólogos entrevistados que trabajan en
el departamento de recursos humanos (RR. HH.) cuentan con
un amplio conocimiento de la estructura de la empresa; es decir:
realizaron un recorrido previo por diferentes secciones, han
desempeñado variadas funciones en distintos departamentos y,
en general, todos han tenido contacto con los empleados de la
planta. Esta trayectoria en el interior de la empresa constituye
un requisito para llegar al área de recursos humanos, debido a
que es desde allí, y en base a una gran familiaridad con los distintos tipos de problemas que tiene cada sección, que pueden
planificarse políticas de largo alcance.
En el departamento de RR.HH., el rol más típico es el de la
resolución de conflictos, y el de ser el enlace entre los intereses
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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de los trabajadores y los de la compañía, a través de la habilidad
para conciliar intereses. Allí, desactivar tensiones, garantizar un
clima de trabajo favorable y hacer de la negociación la herramienta fundamental de la labor constituyen el desafío y objetivo
más importantes de quienes cumplen funciones en ese espacio.
Juan, que ha conversado largamente con nosotros sobre su vida
diaria en la empresa, marcaba ventajas y dificultades que suponía
desempeñar esas funciones.
Tenés muchos cliente internos sobre todo (…). pero en planta
tenés a los operadores de planta, por un lado, que vos tenés
que mantener la cordialidad y la buena predisposición de los
operadores de planta y a los delegados, y, al mismo tiempo,
cumplir con los requerimientos de la empresa, entonces tenés
como cliente los requerimientos de la empresa y mantener
la buena relación, vos justamente balanceás que la empresa
consiga algunas cosas y que eso sea contenido con una paz
social, lo mismo hoy en día yo trabajo para empleadores
y gerentes y también es similar (…) y que los sistemas de
promoción estén basados en un sistema claro de premios y
castigos, y que haya un buen nivel de comunicación para que
todos entiendan cuáles son los criterios.
Frente al desafío que genera la función que describimos en
la empresa debido a las representaciones que circulan sobre el
perfil del sociólogo, Juan destaca cómo la empresa supera ese
escollo con una estrategia particular.
La empresa sabe que hay un montón de sociólogos que no se
van a adaptar al perfil, pero sabe también que hay un grupo
de sociólogos que sí y que vale la pena tenerlos. De hecho,
entran mucho más sociólogos que politólogos o gente de comunicación. Justamente por cierta gimnasia de análisis que
tiene el sociólogo, algo que en la empresa parece intuición,
pero no es intuición, es aplicar algunos conceptos y algunas
herramientas que uno estudió.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 187
Así, la reconversión del capital adquirido en la universidad,
tanto social como cultural, hace posible un papel eficaz en las
tareas diarias.
(...) la universidad estatal te da una gimnasia de ver cosas,
de diversidad y de la gimnasia de adaptación, que se parece
más a la empresa que una universidad privada, la empresa
es un quilombo y todo el tiempo te exige cosas diferentes, de
adaptarte a una flexibilidad, que la UBA tiene y que muchas
veces las universidades privadas no tienen.
En muchos entrevistados aparece como un plus el hecho de
de provenir de la universidad pública. Si bien Marcelo lo destaca
con respecto a sus funciones, en términos amplios esa ventaja
se pone de manifiesto por el éxito de los egresados de la UBA.
Históricamente, en diversas zonas del espacio social el éxito
profesional de los egresados de la universidad pública es notorio. Así se pone de manifiesto en las percepciones de nuestros
entrevistados. Al mismo tiempo, es de destacar cómo la carrera
de sociología es percibida como la dadora de un capital posible
de ser reconvertido y usado en el ámbito laboral y social.
Lo primero [que aporta la carrera] es una cosmovisión, un
marco conceptual que te aporta en cualquier ámbito (...) te da
la capacidad de repentización, de improvisación, flexibilidad
mental.” (…) Cierto nivel de intelectualidad y de apertura
mental (...) la capacidad de razonar.
En este sentido, el trabajo del sociólogo en este tipo de
empresas se ajusta al modelo ideado por Robert Reich de los
analistas simbólicos. Según el autor, la formación del analista
simbólico está en plena sintonía con los avances tecnológicos y
los mercados globalizados. El ritmo del mercado marca el paso
de los aspirantes a ocupar lugares estratégicos en la toma de
decisiones. La búsqueda de la oportunidad se asocia a la llegada
188 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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en el momento justo, en un panorama donde la creatividad y
capacidad flexible son los atributos para ocupar los puestos.
Identificación y solución de problemas, registros y manejo de
datos forman parte de la larga lista de actividades que los analistas simbólicos manejan a diario.
Según Reich, los tres grupos de especialistas que constituyen
estas firmas son: los que resuelven problemas, los que los identifican y los intermediarios estratégicos. Los mismos, a su vez,
deben estar en permanente contacto directo, la comunicación
entre ellos debe ser fluida y clara.
Los analistas simbólicos simplifican la realidad con
imágenes abstractas que permiten reordenarse, alterarse y
experimentar con ellas, comunicarlas a otros especialistas y,
finalmente, reconvertirlas en una nueva realidad. Para ello se
utilizan instrumentos de análisis que van desde los argumentos
legales y tácticas financieras hasta principios científicos y observaciones psicológicas acerca de cómo persuadir o entretener
o cualquier otro tipo de técnica para resolver problemas2 . Por
las características de sus tareas, el analista-simbólico debe ser
lo suficientemente hábil como para innovar sobre la base de
su propia experiencia acumulativa, garantizando así no sólo
ingresos sino también prestigio.
En nuestro caso, podemos decir que estamos frente a una
combinación de destreza, flexibilidad y adaptación a problemas
que requieren una rápida resolución, como producto de un sistema de disposiciones para la práctica anclado en la trayectoria
personal y el paso por la universidad, más específicamente la
sociología.
Nuevas calificaciones y perfiles profesionales.
Ahora bien, más allá del analista-simbólico en particular,
los nuevos puestos de trabajo requieren, en general, una mayor
preparación y una combinación de calificaciones más rica que
antes. En este sentido, la exigencia de calificaciones más altas y
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 189
la generalización de la utilización de la tecnología han cambiado
radicalmente la composición del personal del sector de servicios,
así como el del personal que desempeña tareas específicas en
las áreas de recursos humanos, comunicación interna y capacitación dentro de las industrias. En base a estas condiciones
se han suprimido dentro de las empresas puestos de dirección
de nivel medio y se han dividido y repartido las funciones. Se
ha producido una especie de horizontalización de la carga de
trabajo. Estas nuevas tareas multifuncionales requieren una
gama más amplia de calificaciones profesionales. Por ejemplo,
el aumento de la demanda de empleados flexibles y polivalentes
ha dado como resultado una nueva definición del perfil básico
del personal profesional.
En este entorno económico cada vez más competitivo, la
formación y readaptación profesional reviste una importancia
capital, tanto para los empleadores como para los trabajadores.3 En los sectores de gran densidad de conocimiento, que atraen a
un personal profesional muy calificado, los empleadores suelen
invertir mucho en el capital humano que utilizan, dado que el
nivel mínimo de los conocimientos técnicos necesarios es cada
vez más alto y los servicios que ofrecen, cada vez más complejos. Se manifiestan hoy, entonces, la polivalencia y la educación
permanente como dos tendencias que rigen las perspectivas del
empleo de la población activa.
La revolución de la tecnología de la información
Este proceso de reconversión de la oferta de trabajo es
producto del impacto que han tenido las nuevas tecnologías
en las últimas décadas. Es que somos testigos de un punto de
discontinuidad histórica, el surgimiento de un nuevo paradigma
tecnológico que se organiza en torno a nuevas tecnologías de la
información más potentes y flexibles, que hicieron posible que
la misma información se convierta en el producto del proceso
de producción (Castells, 1996).
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La revolución de la tecnología de la información que se
inició en la década del setenta y tuvo su epicentro en los Estados
Unidos4 ha sido útil para llevar a cabo un proceso fundamental
de reestructuración del sistema capitalista, a partir de la década
de los ochenta. La transformación tecnológica en la generación,
el procesamiento y la transmisión de la información condujo
al surgimiento de un nuevo paradigma socio-técnico. A nivel
mundial, la disponibilidad de estas nuevas tecnologías constituidas como un sistema en la década de los setenta fue una base
fundamental para el proceso de reestructuración socioeconómica
de la década de los ochenta. Y los usos de esas tecnologías en esa
época condicionaron, en buena parte, sus usos y trayectorias en
la de los noventa.5 Los aspectos más dinámicos de la Revolución Científicotecnológica (entre los que se encuentran la convergencia entre
la microelectrónica, la informática y las comunicaciones, el
lenguaje universal de las tecnologías digitales, los alcances de
la biotecnología, etc.) comienzan a sentar las bases de modelos
productivos, de administración y servicios, con una capacidad
transformadora sin precedentes.6
La década de 1970 fue, al mismo tiempo, la fecha probable
del nacimiento de la Revolución de la tecnología de la información, y una divisoria en la evolución del capitalismo (Castells,
1996). Las empresas de todos los países reaccionaron al descenso
real o temido de la rentabilidad adoptando nuevas estrategias.
Para abrir nuevos mercados y vincular así en una red global a los
segmentos valiosos del mercado de cada país, el capital requiere
una extremada movilidad, y las empresas necesitan incrementar
espectacularmente sus capacidades de comunicación.
La desregulación de los mercados y las nuevas tecnologías
de la información son los dos factores en estrecha interrelación
que proporcionan estas condiciones. Desde comienzos de la década de 1980, la integración global de los mercados financieros
tuvo un impacto espectacular en la disociación de los flujos de
capital de las economías nacionales (Castells, 1996). Mediante
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 191
la extensión de su alcance global, la integración de los mercados y la maximización de las ventajas comparativas, el capital,
los capitalistas y las empresas capitalistas han aumentado su
rentabilidad en las últimas décadas, sobre todo en la de 1990.7
Esta nueva empresa ya no se organiza como las pirámides
tradicionales que caracterizaban la producción estandarizada.
El éxito de la empresa depende ahora, en gran medida, de los
individuos más hábiles y talentosos en la identificación y resolución de problemas. De esta forma, el organigrama formal de
la organización tiene poca importancia como verdadera fuente
de poder en las empresas. El poder depende no del rango o de
la autoridad formal, sino de la capacidad para agregar valor a
las redes empresariales (Reich, 1993).
De esta forma comienza a destacarse la participación en la
economía mundial de las empresas red, en donde la principal
transformación en la organización de la empresa ha sido el paso
de las burocracias verticales a la gran empresa horizontal. Las
características principales de este nuevo tipo son: la organización
en torno al proceso, no a la tarea; jerarquía plana; gestión en
equipo; medida de los resultados para la satisfacción del cliente;
recompensas basadas en los resultados del equipo; maximización
de los contactos con los proveedores y clientes; información,
formación y retención de los empleados en todos los niveles.8
La nueva empresa en Argentina
En este sentido, en el caso de Argentina, ante un contexto
económico internacional de estas características, la gran mayoría de las empresas se ven forzadas a redefinir sus estrategias
productivas, comerciales, financieras y tecnológicas.
Las empresas trasnacionales han generado en los últimos
años una gran cantidad de alianzas entre ellas. Estas empresas
ya no son vistas como una organización cuya importancia reside
en la posesión y el control de una gran cantidad de activos, sino
como “el sistema nervioso central” de una gran red internacional
192 •
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editores
(Kosacoff, Op.Cit). En relación a las estrategias de adaptación
de dichas empresas a las nuevas condiciones, se han podido
identificar cuatro tipos (Kosacoff,Op.Cit): —empresas que se
insertan en sectores de servicios, vinculadas con el proceso de
privatización, en asociación con grupos económicos locales;
—empresas vinculadas con el aprovechamiento de las ventajas
de los recursos naturales del país; —empresas que se globalizan
e introducen nuevas prácticas organizativas y nuevos criterios
de eficiencia; —el resto de las empresas trasnacionales que no
han definido su estrategia y siguen funcionando con una lógica
antigua.
A mediados de los años noventa, el perfil empresario presenta una composición y dinamismo diferente al de las últimas
décadas. En principio, privatizaciones mediante, se verifica la
casi desaparición de las empresas estatales en el sector industrial
y en el de servicios. A su vez, los cambios a nivel de las empresas
extranjeras no han sido menores. A partir de los primeros años de
los noventa, aparecen nuevas empresas con amplia presencia de
inversores latinoamericanos, que generan inversiones tendientes
a consolidar estrategias de desarrollo en el marco del Mercosur. El
segmento de empresas de capital nacional ha ido subsumiéndose
en dos direcciones: o bien fueron absorbidas por la corriente de
inversiones externas o evolucionaron hacia la conformación de
un nuevo polo empresario relevante en la economía argentina:
los grupos económicos de capital nacional. Se trata de cincuenta
organizaciones empresarias que controlan individualmente un
conjunto de firmas con una fuerte diversificación a partir de alguna
actividad específica.
Sin embargo, el proceso se da en el interior de las empresas
de manera paradójica. La desintegración vertical en el interior
de las mismas implicó una significativa transformación de viejas
estructuras jerárquicas.9 De esta forma, el proceso de reestructuración marca, por
un lado, un proceso de concentración entre las empresas, y,
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 193
por el otro, un proceso de desintegración intra organización
empresarial.
Una de las formas en las que suele concretarse una reestructuración semejante es mediante la creación de redes: se desmantelan sólidas pirámides de poder y autoridad y se sustituyen por
toda una trama de funciones, actividades y responsabilidades,
conectadas entre sí mediante sistemas de comunicación. Se
verifica entonces un aumento significativo de la externalización
de actividades, generalmente de servicios, que anteriormente se
desarrollaban en el interior de la planta.10
En nuestro caso, Unilever constituye en ejemplo típico del
caso anteriormente descrito.
En cuanto a las otras empresas que hemos relevado en
el curso de la investigación, si bien el grado de organización y
complejidad no desentona con la organización de la empresa
como red, en lo que hace a nuestro problema sólo nos interesa
señalar ciertas particularidades, ya que, si bien estos espacios
empresariales tienen lugar para distintos profesionales, la demanda de sociólogos no constituye una tendencia fuerte. Por otro
lado, debe señalarse que la particular estructura del capitalismo
argentino muestra un panorama mucho más heterogéneo en
cuanto al desarrollo de las empresas a nivel mundial.
Así, en las demás empresas analizadas (Telefónica de
Argentina,Molinos Río de la Plata, Citibanck, Aguas Argentinas,
Canal Rural, Bodegas Chandon), si bien sus organizaciones
están fuertemente descentralizadas y organizadas de forma
departamental, en todas ellas hay apenas un sociólogo en la totalidad de sus estructuras, y el lugar que ocupan en la estructura
empresarial sufre variaciones según los casos. Puede ser que se
desempeñe en el departamento de recursos humanos, el de investigación de mercado, o el área de Marketing o comercialización.
194 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Sociología y empresa
Lo que interesa ahora es mostrar las distintas experiencias
para ver rasgos comunes y variaciones de una práctica novedosa
y de importancia vital para la evaluación de la profesión en la
sociología.
Debe destacarse que, en esta nueva generación de profesionales que constituye nuestro universo de estudio, la valorización
de la disciplina es atravesada por tensiones y sus criterios de
valoración es ambiguo: conviven aspectos positivos con otros
que no solo no lo son sino que tienden a desvalorizar mucho la
orientación actual.
Así, al preguntarle por su trayectoria, uno de nuestros entrevistados nos relataba:
Me interesaba mucho lo social, estudiaba literatura. Pero en
su horizonte de aquel momento estaba la idea de trabajar
en organismos internacionales (…) entonces la carrera de
sociología es algo bastante amplio.
Indicando que el marco amplio abría más de una posibilidad, como en el siguiente caso:
Yo a la sociología la relaciono con otra carrera que es algo
similar en ese tipo de cosas que es la ingeniería (…) en términos
de generalización.
Es una constante entre los entrevistados la percepción de
que la sociología aporta a su formación un amplio marco que
posibilita desempeñar funciones con éxito en cualquier espacio
social. El déficit lo perciben en relación a las condiciones que
la carrera ofrece a la hora de desempeñarse laboralmente, de
manera tal que su valoración incluye una serie de críticas que
apuntan, en términos generales, a resaltar la falta de posibilidades que brinda la carrera en términos profesionales.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 195
Fue una tensión interna de decir me voy a morir de hambre
y mi futuro es bastante negro encarando esto [la sociología]. Siempre discutí con mis compañeros ya que ellos se quejaban
de la parte dura (…) para mí por ahí pasaba mucho la veracidad del trabajo de investigación seria. Y era pobrísimo el
análisis cuantitativo (...) tenia en método 2 las matemáticas
(…) es algo elemental, básico (…) yo después hice estadística 1
y 2 econometría 1 y 2 en económicas y ahí entendí realmente
el potencial de esas herramientas”.
Me interesaba la investigación (…) la investigación de mercado (…) me acuerdo de haber hecho algún curso en algún
lugar privado en relación con eso”
Cuando recuerda qué le dejó la carrera y los planes de estudio también destaca Metodología 1, 2 y 3 y el SPSS.
En otro de los casos estaba el hecho de estudiar sociología
para trabajar de eso a toda costa.
A como de lugar (…) no iba a perder el tiempo (…) en el segundo año una compañera me enganchó para hacer encuestas
telefónicas, así que dije acá hay opinión publica, acá hay toda
una salida.
A propósito de otro trabajo mientras cursaba la carrera,
comentó:
Capaz la sociología como tal no me sirve, pero puedo meterme
en el periodismo y empezar a escribir (…) o sea lo aplicás a
un objeto diferente de la sociología como ciencia.
Esa percepción de poder abrir caminos laborales disímiles
esta relacionada a su vez con una valoración negativa en cuanto
196 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
a la formación académica y el ámbito laboral. Así, Mariano relataba que le faltaría
Estar más aggiornada con lo que pasa en el mundo laboral,
en lo metodológico, en técnicas de investigación o con la
aplicación de la investigación, hoy por hoy la investigación
“per se” es únicamente académica pero si querés ingresar al
mundo laboral es investigación aplicada y no hay nada en la
facultad que te enseñe investigación aplicada(…) yo lo veo en
mi laburo, es una empresa que contrata sociólogos(…) y no te
forman para eso. Vos salís de la facultad y si querés meterte en
el mundo laboral tenés la autoestima un poco baja a ese nivel.
Biografía y práctica profesional
Creemos que un elemento indispensable para la comprensión de las características de estos agentes en este espacio lo
constituye el análisis de la trayectoria social, tanto en el ámbito
universitario como fuera de él, en donde se tejen las redes que
hacen posible más tarde la inserción profesional.
Di clases en la cátedra de Historia Argentina, poco tiempo,
no porque me interesaba especialmente si no porque me lo
ofrecieron, entonces fue como más fácil (…) hubo un par de
intentos de hacer investigaciones (…) que no prosperaron
demasiado, tampoco (…) me fui por una cuestión de tiempo
más que nada, y porque el tema dejó de interesarme, porque,
bueno, empecé a trabajar en el lugar que estoy ahora, y no
me daban las energías, y por otro es como que nunca sentí un
espacio interesante para trabajar en la facultad (…) me puse
a escribir artículos y publicarlos en los diarios, me parece
mucho más interesante y un espacio de creación mucho más
libre que meterme a hacer una investigación en la facultad.
En cuanto a las redes que explican cómo llegó al espacio en
el que hoy se desempeña profesionalmente:
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 197
Por un contacto entré a una agencia que hacia Marketing para
chicos y yo me ocupaba de la parte de investigación. Después
dejé ese lugar e hice unas cositas en una empresa de publicidad
y seguía buscando (…) dejé un curriculum en la facultad (…)
Unilever llamó a la facultad pidiendo alguien con mi perfil
y me llamaron (…) yo justo había hecho un cursito en una
universidad privada, porque quería tener ciertos conceptos
de Marketing más claros y porque ya había trabajado en una
empresa de Marketing (…) antes de eso trabajé en un organismo no gubernamental y además era profesora de Idiomas”.
Otro caso analizado tuvo vínculos con la academia, aunque
trabajó durante toda la carrera en puestos diversos. En este caso
vemos una clara estrategia que combina trabajo y vínculo con
la carrera.
Empiezo a trabajar de cadete con un tipo que tenía un programa de televisión y radio agropecuario y a los 3 meses me
ofrecieron hacerme cargo de un programa nuevo de televisión
y colaborar en el suplemento agropecuario del cronista comercial. Entonces ahí me meto y hago 2 materias de sociología
agraria”, luego “entré en un proyecto de investigación, un
UBACyT en derecho (…) y estudie sociología en paralelo con
derecho (…)pero a fines del 98 mi situación familiar económica
me dijo mirá, estas cumpliendo con estos $400 la profecía de
que te vas a cagar de hambre (…) aparte no es por nada pero
sentí que el mundo de la investigación era bastante jorobado
como cualquier otro mundo.
También había armado otros vínculos con el mundo académico, en ciencias sociales.
Justo al final de la carrera yo estaba haciendo Análisis de la
Sociedad Argentina y me saqué 9 o 10 y me ofrecieron quedarme en la cátedra, pero mi idea no era dedicarme a eso (…)
además no me sumaba (…) mientras tanto era ayudante en
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
una cátedra de derecho, mi idea era enfocar para sociología
del derecho, sí queres. Pero de vuelta $400 mangos, mis viejos
debían como una luca de alquiler (…) la perspectiva que abre
(Análisis de la Sociedad Argentina) era una perspectiva de
investigación de algunas cuestiones que tienen cero aplicación
(…) aparte en ese momento yo tenía que parar la olla en casa
y no me podía dar el lujo de divagar”.
Sobre la misma cuestión, otro de nuestros entrevistados
comentaba:
Yo hacia el final de la carrera tuve mis primeras experiencia
en el instituto y no me gustó cómo se manejaba, cómo funcionaba, encima había pocas oportunidades y una expectativa
que yo tenía era por lo menos mantener la condición de vida
que tenía con mis padres, esa combinación hizo que yo dijera
la vida académica no es para mí (…) al mismo tiempo empecé
la carrera de economía y encontré que estaba mucho mejor
organizada (…)no la terminé, estoy haciendo la maestría, por
decisión de que no valía la pena.
Sobre su experiencia en el instituto Gino Germani, recuerda:
Empezamos a laburar cosas más teóricas y después haciendo
entrevistas y bien la verdad es que me sentía bastante cómodo
(…) yo sentía que no iba ni para atrás ni para adelante (…)
se daba además que yo conseguí un buen laburo en el medio,
por el diario, me fue bien, tuve suerte y vi que valía la pena
(…) realmente vi en el instituto que había una pelea, que uno
dice lo que debe ser una empresa privada donde se sacan los
ojos, peor por poca guita (…) yo venía de una pasantía que
había hecho a través del instituto (…) para mi el sueldo normal
era $500/ 700, yo pasé a ganar más del doble de entrada (…)
buena guita y un laburo bastante bueno (…) viajaba mucho
por el país, conocí todo el mundo de las fábricas (…) también
tenía una veta con lo que había estudiado y realmente.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 199
Percepción de la sociología
Es cierto que el sistema académico en particular y la universidad en general sufren un deterioro grave producto de la
reducción de políticas publicas, déficit presupuestario y desestructuración del campo de la producción de ciencias sociales
(Rubinich, 2001, Tenti Fanfani, 1991), que provoca muchas veces
pocas expectativas para la formación de cuadros que desarrollen
una carrera académica, debido a los bajos incentivos y estímulos propios de campos y espacios con una fuerte autonomía.
Tampoco puede desdeñarse el peso de las fronteras a veces difusas entre ciencia y política que operan en las instituciones, unan
la pluralidad de corrientes que operan como compartimentos
estancos dentro de la misma institución (Rubinich, 1996). Pero
el hecho de que, a pesar de las restricciones y problemas de este
espacio, un porcentaje considerable de los Jóvenes sociólogos
trabajen en el ámbito académico (el 26% en términos de nuestra
muestra) desmiente que esa variable sea la más importante a la
hora de tomar una elección que lleve a nuestros casos analizados
a espacios privados.
Posiciones y tomas de posición
La evolución de las tomas de posición y sucesivas elecciones
de los sociólogos jóvenes que estudiamos no pueden comprenderse sino es a condición de poner en relación sus biografías
con el mundo universitario y el mundo reconfigurado de las
empresas, y no como una sucesión de hechos inconexos que
vive el sujeto (Bourdieu, 1999). En efecto, es en la dinámica
entre las coacciones del mandato familiar, en algunos casos, y
las interacciones con las estructuras de los diferentes espacios
que pueden hallarse algunas claves para entender los lazos entre
la sociología y la empresa privada.
La combinación entre los cambios del campo de la sociología y la nueva reconfiguración de las empresas producto de la
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
revolución de la información muestran un panorama inédito
para el análisis de las prácticas de las nuevas generaciones de
sociólogos.
En todos los casos de los sociólogos de nuestro estudio
encontramos posiciones en el ámbito privado en donde pueden
desempeñarse profesionalmente y con un sistema de incentivos
que, entre otros componentes, tiene altos salarios, posibilidades
de capacitación permanente y toda una red de contactos con el
mundo empresarial. Esto supone una estructura alternativa para
los estudiantes y egresados jóvenes de las ciencias sociales a la
hora de desempeñarse como egresados.
Me sentí bien en el laburo privado. Eso me ayudó a dejar el
instituto. Porque yo con el grupo que estaba en el instituto
estaba cómodo.
En efecto, si caracterizamos como un rasgo típico de las
clases medias el hecho de poner énfasis en la educación y, al
mismo tiempo, ver a ésta como un rasgo privilegiado para
las aspiraciones de ascenso social, el hecho de que el mundo
académico de la sociología no ofrezca incentivos de carreras
prominentes, por ser un espacio débil y desestructurado en
relación a otros espacios científicos, podría ser un elemento de
peso para ciertas elecciones. El mundo privado, en cambio, sí
ofrece otros incentivos de peso para estos jóvenes de clase media:
altos salarios, posibilidades de desempeñarse profesionalmente
en un ambiente laboral propicio, posibilidades de viajar y ocupar
posiciones de jerarquía en el mundo privado (la mayoría de los
entrevistados tiene puestos intermedios en donde se realizan
proyectos con gente a su cargo).
Otro de los casos que analizamos parecería haber tenido
en cuenta otros valores a la hora de sus elecciones. Contaba con
capitales suficientes como para poder desempeñarse a priori en
cualquier espacio, pero desecha la oferta del mundo académico. En este caso el sujeto “elige” el desempeño profesional en
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 201
empresas de primer nivel internacional, la investigación académica le parece “repetitiva y un mundo muy chato”. Cuando hace
referencia a las falencias de la carrera y de las ciencias sociales
en general, las caracteriza como poco “aggiornadas”.
(...) quería trabajar en organismos internacionales (...) entonces la carrera de sociología es algo bastante amplio, que
me permitía acceder a todo eso.
Sin embargo, su “elección” está relacionada con una representación de la sociología que destaca como un espacio contaminado “muy envuelto en una nube política... (...) como que
tenés que pactar con cosas (...) hacer mucho (...) política en esa
cátedra para poder estar ahí”. Esta idea de que el mundo académico es un espacio burocrático, impregnado de mecanismos
poco transparentes, es utilizada como uno de los fundamentos
para el alejamiento de este espacio. Así, organismos internacionales y mundo empresarial no parecen incompatibles, ya que sus
estructuras y formas de reconocimiento son altamente similares
(Coser, 1968) a la hora de desempeñarse profesionalmente.
A partir de estos casos analizados, podemos encontrar tres
vías diferentes de ingreso al mundo privado. Esto solo puede ser
posible a partir de la confluencia de cambios generales, cambios
en el mundo cultural y en la oferta laboral que se dieron a partir de la reorganización capitalista, y el peso de las tradiciones
familiares que orientan elecciones y gustos. Todas éstas son las
condiciones de posibilidad que permitieron que los sociólogos
jóvenes pudieran desempeñar papeles relevantes como profesionales en un nuevo escenario institucional. Así, tenemos una
especie de sociólogos con gustos aggiornados que no tienen
el conflicto de las viejas generaciones con el mundo privado
(no olvidemos que realizan sus estudios en los años 80 y 90,
cuando la apertura democrática, primero, y el clima cultural del
neoliberalismo, luego, permiten instalar la idea de un mundo
más libre en donde sociología y dinero ya no constituyen polos
202 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
antagónicos). Por otra parte, además de otorgar credenciales
simbólicas, la práctica sociológica deja de ser incompatible con
el mundo privado.
Hacer sociología en la empresa
Los casos que analizamos desempeñan sus tareas en distintos sectores de la empresa: el departamento de recursos humanos, el departamento de investigación de mercado y el departamento de Marketing. Los que se desempeñan profesionalmente
en el departamento de investigación de mercado conciben su
trabajo diario como una ocupación en donde desempeñan su
papel en tanto sociólogos.
Mi ocupación guarda una relación muy profunda con la
sociología. Mi ocupación trata la relación que la empresa
tiene con sus clientes (...) la relación con un complejo social
semejante amerita la necesidad de capacidades de análisis
que no se encuentran en otras profesiones.
Cuando se le preguntó si en la empresa en la que trabaja
actualmente buscaban sociólogos, nos respondió:
Sí, el puesto a cubrir era el de jefe de investigación de mercado. Hay gente de marketing y estoy yo, que mi departamento
se llama “consumo lesing”, o sea yo soy como la voz del consumidor. Entonces, lo que yo hago es armo investigaciones
para lo cual se contratan agencias de investigación que las
hacen, que me dan resultados y yo lo que hago... si bien me dan
resultados analizados, yo doy cómo un paso más, analizando
eso resultados y viendo como estos resultados se aplican a
lo que sea la estrategia de una marca o la comunicación en
comerciales de esa marca o la creación de un producto nuevo
y esa forma de pensar, de interpretar datos y de interpretar
investigaciones o de qué tipo de investigaciones hay que hacer
para tener tal información, creo que es sociología pura.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 203
Creo que cualquiera que es sociólogo puede hacer sociología,
de hecho uno hace sociología en todos lados, no solo en el
trabajo, porque la carrera lo que tiene es eso justamente, te
da un marco para poder analizar distintas realidades que
excede el trabajo particular (...) en el trabajo por supuesto,
por eso que te digo, yo de hecho interactúo con otras personas
pero no me puedo salir de mi formación.
Estoy a cargo de la coordinación y organización de equipos
de trabajo con determinada finalidad dentro de la empresa,
esto guarda una relación directa con la sociología (...) porque
mi función es lograr que ese equipo (grupo) llegue al objetivo
propuesto (...) fijar los objetivos y lograr que se cumplan es mi
función y es allí donde la sociología cumple su rol especifico
(...) trabajo principalmente el tema de la complementa-riedad
de roles dentro de la organización.
Esta autocalificación del trabajo propio nos demuestra,
por un lado, cómo una orientación innovadora en el espacio
más amplio de la sociología ha ido ganando terreno, al punto
de institucionalizarse como un punto autónomo que no debe
ser subestimado a la hora de evaluar las diferentes orientaciones de la carrera y sus transformaciones. Así, la sociología de
orientación aplicada ha encontrado un lugar (aunque no es el
único) donde poder desempeñarse y poder reproducirse como
una práctica legitima. La incorporación de una serie de estrategias que combinan elementos que proporciona la carrera con
una preparación que excede el ámbito de la universidad publica (muchos de los entrevistados han hecho cursos, maestrías,
etc, que refuerzan la capitación técnica) les permite crear una
posición con otros capitales específicos para el desarrollo de la
profesión en espacios informales o concebidos originalmente
para otro tipo de profesiones más tradicionales.
Si bien esta posición genera una visión que articula formación académica con desarrollo profesional, en los puestos
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lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
del área de recursos humanos ocupados por sociólogos, la
identificación entre sociología y practica sociológica se vuelve
más inestable, la posición que se ocupa no es vista, como sucede
en los otros casos, como parte de un desempeño del oficio de
sociólogo. Esto puede deberse, entre otras cosas, al grado de
heterogeneidad de las profesiones de los ocupantes del mismo
cargo, con quienes comparte la practica profesional, y al hecho
de que la demanda de sociólogos en ese puesto siempre es escasa.
Yo soy sociólogo graduado en la medida en que la carrera me
dio cosas que me diferencian, pero no soy un sociólogo que
hago sociología. Yo soy un sociólogo por el título que tengo,
no por el trabajo que hago.
Este trabajo de recursos humanos en algunos puntos se vincula y en algunos no (...) desde lo profesional el aporte está
más en duda.
Percepción de la sociología
En esta ultima parte, circunscribiendo el análisis al mundo
de la sociología entendido como un espacio heterogéneo, vemos
cómo perciben al mundo académico quienes se desempeñan
en el sector privado, teniendo en cuenta que la relación que se
establece entre ambos espacios no siempre es explícita, y que
sus agentes forman sus miradas desde un universo particular
de intereses y en tanto actores involucrados en un juego, que no
siempre se da de manera consciente.
Llevando a lo práctico y concreto, lo único que veo que me dio
la carrera de sociología, que me pudo haber dado en términos
de utilidades metodología 1, 2,3 (...) hay un campo de acción
que se llama desarrollo organizacional, que creo que es un
campo que la sociología perdió en la década del 70, el que lo
aprovechó y desarrolló internamente fue la psicología y no
la sociología.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 205
Yo creo que el problema de la carrera es que no ayuda a que
yo no me haya querido quedar y dedicarme a la sociología,
la carrera me expulsó, no me ayudó a quedarme.
Es una cuestión de enfocar la manera en que pensás, de reconciliarse con la realidad, como que es todo muy teórico, lo cual
está muy bueno, la teoría es fundamental pero nunca hay una
bajada concreta de esa teoría. No hay ejemplos concretos, es
muy importante porque estás analizando el mundo. Y eso es
algo que no tiene la facultad. Y eso es lo que hace que se esté
en una burbuja (...) ese mundo académico es como que no
avanza, está estancado en explicar cosas irrelevantes, que ya
fueron (...) yo siento que se quedó en los 70´ y no salió de ahí.
Nada, una ciencia muerta, era un montón de gente tratando
de justificar a Marx (...) un montón de gente subida al postmodernismo y otro montón de gente que no tenia ni idea donde
agarrar teóricamente (...) en el medio de eso tenés un montón
de gente que sabe muchas cosas viejas, otro montón de gente
que no sabe nada de nada y algunos poquitos que saben.
Consideraciones finales
De lo analizado podemos empezar a concluir que, desde esta
perspectiva, el espacio de la sociología estaría marcado por una
fuerte dicotomía entre lo que podríamos llamar una orientación
tradicional, donde la sociología académica es simbólicamente
dominante, y una sociología innovadora que adquiere nuevas
instancias de notoriedad y reconocimiento (ya sea en la empresa como también en consultoras de opinión pública) y que
construye una posición y un espacio inédito para el mundo de
la sociología, con una mirada particular que reivindica para sí
un lugar dentro de la disciplina.
Si bien es prematuro pensar a este nuevo espacio como un
polo de lucha legítimo para la transformación total o parcial del
206 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
mundo de la sociología, no puede dejar de subrayarse como un
espacio cada vez más importante por su creciente desarrollo,
que obliga a tenerlo en cuenta a la hora de hacer una evaluación
sobre el estado de la disciplina. En este sentido, ¿en qué medida
los cuestionamientos de este espacio hacia el mundo académico
no pueden ser un aporte relevante a la hora de pensar el futuro
de la disciplina? ¿Puede no tenerse en cuenta las críticas de este
espacio a la orientación de la carrera cuando esas mismas críticas
coinciden con la de muchos investigadores y pensadores de la
problemática universitaria? ¿Puede acaso pensarse que, por ser
un espacio de incipiente desarrollo en la disciplina, no puede
contribuir al desarrollo de la misma?
Creemos que problematizar estas cuestiones puede aportar
al crecimiento de la disciplina, ya que es tarea del sociólogo pensar y repensar su propio espacio. Retomando a Pierre Bourdieu,
podemos decir que es necesario “una confrontación de los puntos de vista colocada bajo el signo de la reflexividad. Un punto
de vista que se percibe como tal, es decir como vista tomada a
partir de un punto, de una posición en un campo, está en condiciones de superar su particularidad; especialmente entrando
en una confrontación de las diferencias de visión fundada sobre
la conciencia de los determinantes sociales de esta diferencia”.
Notas
1 Los nombres de los entrevistados han sido cambiados.
2 Reich, Robert: “El trabajo de las naciones. Hacia el capitalismo del SXXI”.
Javier Vergara, Madrid, 1993. Pág. 181.
3 A este respecto, véase OIT: Informe II a la décima reunión de la Comisión de
empleados y de trabajadores intelectuales, 1994.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 207
4 Según Castells (1996), los descubrimientos sobre las nuevas tecnologías de
la información se agruparon en la década de los años 70’ y en su mayor parte
en los Estados Unidos.
5 Los rasgos fundamentales de esta nueva economía a escala mundial según
Castells (1996) son: ser una economía informacional, ya que la productividad
y competitividad de las unidades o agentes de esta economía (sean empresas,
regiones o naciones) dependen fundamentalmente de su capacidad para generar,
procesar y aplicar con eficiencia la información basada en el conocimiento. Y ser
una economía global, ya que la producción, el consumo y la circulación, así como
sus componentes (capital, mano de obra, materias primas, gestión, información,
tecnología y mercado) están organizados a escala mundial, bien de forma directa,
bien mediante una red de vínculos entre los agentes económicos. De esta forma,
el vínculo histórico entre la base del conocimiento-información de la economía,
su alcance global y la revolución de la tecnología de la información es el que da
nacimiento a un sistema económico nuevo y distinto.
6 Lipietz, Alain, leborgne, Daniele: “Nuevas tecnologías, nuevas formas de regulación: algunas consecuencias espaciales” en Al burquerque Llorens, Francisco y
otros: revolución tecnológica y reestructuración productiva: impactos y desafíos
territoriales, Bs.As, ILPES/ONU, Grupo Editor Latinoamericano, Colección
Estudios políticos y sociales, 1990.
7 Desde mediados de los 80, los Estados de todo el mundo se han comprometido
en la desregulación de los mercados y la privatización de las compañías públicas. En cambio, en América Latina, tras el estancamiento económico de los 80,
se incorpora a es te movimiento de liberalización y de privatización en los 90.
8 Business Week, 1993; Business Week, 1995. Esta transformación del modelo
empresarial se hace visible en la década del 90, en algunas compañías estadounidenses como ATT.
9 Bisang, Roberto, Bonvecchi, Carlos; Kosacoff, Bernardo y Ramos Adrián:
“La Transformación industrial en los noventa”, Revista Desarrollo Económico,
Número especial, Vol.36 (enero 1996)
10 Nos referimos a actividades como: mantenimiento, seguridad, limpieza,
capacitación, publicidad marketing.
208 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 209
Prácticas heterogéneas y trayectorias complejas. Algunos
comentarios sobre el campo de la sociología analizado a
partir de las ocupaciones de los sociólogos
Lucas Rubinich y Gastón J. Beltrán
¿Cuáles son las características de la sociología en Argentina?
¿Qué prácticas son identificadas por los miembros del campo
como formas legítimas de hacer sociología? ¿En qué medida los
cambios ocurridos en el escenario local y global de las últimas
décadas habían dado lugar a un proceso de heterogeneización
en el interior de la sociología? Partiendo de estas preguntas,
entre 1999 y 2000 realizamos y procesamos una encuesta cuyo
principal objetivo era poder dar cuenta de las configuraciones del
campo de la sociología y de las posiciones ocupadas por los sociólogos en su interior. La encuesta formó parte de un proyecto más
amplio que se proponía analizar las tensiones y transformaciones
de la sociología en los años noventa, con énfasis en el desarrollo
de las prácticas profesionales no académicas.1 El desarrollo del
cuestionario apuntó a realizar una primera exploración de este
problema, que sería luego completado con el empleo de otras
metodologías. Aun cuando los resultados arrojados por la encuesta son parciales en relación con las conclusiones generales
del proyecto, la relevancia de los datos para la comprensión de
las transformaciones que nos propusimos analizar justifica que
estos sean presentados en este informe. Lo que nos proponemos,
de este modo, en este artículo es exponer esos resultados.
210 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
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editores
Con la encuesta nos propusimos avanzar sobre un conjunto
de objetivos: a) identificar las diferentes prácticas que realizan
los sociólogos y que constituyen «modos de hacer»; b) establecer
algunas relaciones útiles para comprender la interacción entre el
mundo académico y el tecnocrático/profesional, c) realizar una
primera aproximación a los criterios de selección e ingreso a los
distintos sub-espacios del campo; d) identificar las trayectorias
de los sociólogos y la construcción de sus biografías profesionales, considerando tanto la circulación entre esferas como
cuestiones relativas a los orígenes sociales. Avanzar sobre estos
objetivos supuso a su vez considerar de qué manera distintos
tipos de capitales (económico, cultural, social, etc.) pueden ser
pensados como variables explicativas de los derroteros profesionales de los sociólogos.
La encuesta buscaba, a su vez, poner a prueba dos hipótesis
de gran importancia para nuestro proyecto. En primer lugar,
sosteníamos que, en el caso de los egresados de la carrera de
sociología de la Universidad de Buenos Aires, la relación entre
orígenes sociales e ingreso al campo se producía de forma menos lineal y, en todo caso, más compleja que en otros países.
Sosteníamos esta hipótesis sobre la base de que el vínculo entre capital económico y capital cultural era a su vez no lineal y
complejo.2 En segundo lugar, sosteníamos que, al contrario de la idea de
sentido común de que la sociología no forma en la Universidad
de Buenos Aires sociólogos con habilidades para desempeñarse
en el mundo profesional, los sociólogos resultan preparados para
ingresar a ese mundo aun cuando la carrera no se encuentre
directamente orientada a este tipo de formación.
En la siguiente sección repasaremos sintéticamente las características principales de la encuesta. Luego, presentaremos
los principales resultados arrojados por esta etapa del campo.
Los datos obtenidos por esta encuesta sirvieron a los fines de
nuestro proyecto para generar preguntas y organizar las etapas
subsiguientes de la investigación.
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 211
Características de la encuesta
La encuesta se diseñó considerando el marco más amplio en
que se inscribía, y por lo tanto fue prevista como una etapa que
luego sería complementada por el análisis cualitativo de las ocupaciones de los sociólogos. Así, en términos metodológicos, buscamos con la encuesta proveernos de datos que nos permitieran
definir las siguientes etapas y poder avanzar sobre la realización
de una guía de entrevistas. La encuesta que presentamos aquí
fue realizada hace ya casi diez años. En este sentido, es posible
que muchas de las evidencias que presentamos hayan sufrido
transformaciones. De todos modos, pensamos que las tendencias
orientadas a la profesionalización del campo, captadas en esta
medición, se han acentuado aún más a lo largo de esta década. Por
lo tanto, como forma general de comprender la organización de
las prácticas sociológicas, creemos que los resultados continúan
teniendo vigencia.
Para seleccionar la muestra se realizó un corte temporal,
considerando a aquellos que hubieran recibido su título de licenciatura en sociología entre los años 1988 y 1998. La elección de
estos años no fue aleatoria: se decidió, en primer lugar, trabajar
con un universo lo más homogéneo posible, por lo que se tomó
como corte el año 1988, ya que quienes se recibieron de ese año
en adelante cursaron la carrera luego del retorno de la democracia y la institucionalización de la facultad de Ciencias Sociales.
Al tomar en consideraración a los egresados en un período de
diez años, lo que buscábamos era poder señalar la multiplicidad
de espacios de inserción y la diversidad de trayectorias personales. Se consideró a los egresados ya que la base de datos con
que contamos fue la del Departamento de Títulos de la Facultad
de Ciencias Sociales, listado en el que se encontraban aquellos
que habían recibido el diploma en esos años. El diseño muestral
acabó siendo definido por las características de la base: en la
medida que los números de teléfono con que se contaba estaban
desactualizados, se terminó llamando a todo el universo de la
212 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
base en vez de trabajar con un muestreo aleatorio. Conscientes
de que no era la mejor opción, decidimos hacer una encuesta
telefónica que abarcara a todos los sociólogos de la base.
Es importante señalar que, dado que no contábamos con
financiamiento en esta etapa del proyecto, la encuesta pudo ser
realizada gracias a la colaboración de un grupo de estudiantes
de primer año de sociología que participaron en la etapa de
recolección de datos. Por este motivo se diseñó un cuestionario
acotado que buscaba maximizar el tiempo de la entrevista.3 En la etapa del procesamiento de datos se construyó una
base de datos donde se combinaron las variables surgidas directamente de la encuesta con otras que fueron construidas
con el fin de responder mejor nuestros interrogantes. Esto fue
particularmente importante en variables que habíamos optado
previamente por preguntar de manera abierta, con el objetivo de
captar las propias percepciones y definiciones de los sociólogos
respecto a sus ocupaciones. En este sentido, se avanzó sobre la
construcción de las categorías utilizadas luego a partir del análisis pormenorizado de cada una de las respuestas.
En lo que respecta a las ocupaciones de los padres, madres y abuelos de los entrevistados, se construyó un sistema
de categorías a partir de formas de clasificación ya existentes y
estandarizadas.4 La forma de clasificación por la que se optó es
la empleada por la Asociación Argentina de Marketing. Sobre
esta base se elaboraron un conjunto de categorías en base a dos
criterios: las posibilidades de clasificar provistas por la información disponible; y la relevancia de ciertas ocupaciones en
relación con los objetivos de la investigación. La clasificación de
las ocupaciones de los familiares de los sociólogos tenía como fin
poder reconstruir algunas trayectorias familiares. Las categorías
construidas para la ocupación principal son:
¿ qué
Categorías originales
hacen los sociólogos ?
• 213
Categorías construidas
- Changarín
- Otros trabajos no especializados
- Comerciantes sin personal
- Técnico/artesano/trabajador especializado
- Profesionales independientes
- Otros autónomos
- Empleadores
- Desocupados/Jubilados/Pensionados
- Amas de casa
- Empleada doméstica
- Trabajador familiar sin remuneración fija
- Obreros
- Técnico/Capataz
- Empleados sin jerarquía (Estado)
- Empleados sin jerarquía (Privado)
- Jefe intermedio (Estado)
- Jefe intermedio (Privado)
- Gerencia (Estado)
- Gerencia (Privado)
- Alta dirección (Estado)
- Alta dirección (Privado)
Categorías ocupacionales (madres, padres y abuelos):
Profesionales humanistas y otros profesionales: Esta distinción
estuvo orientada por el objetivo de investigación. Dentro de los profesionales llamados «humanistas» se incluyen a los profesionales de
las ciencias sociales y humanísticas (sociología, economía, historia,
psicología, arquitectura, ciencias de la educación, etc.)
Docentes: Se incluyen a docentes de cualquier área y nivel.
Empleados estatales: Se incluyen empleados estatales de diversas categorías y funciones.
Empleados estatales fuerza de seguridad: Esta categoría, de gran
relevancia para nuestro objetivo de investigación, incluye a integrantes
del la policía y de las fuerzas armadas.
Empleados del sector privado: Del mismo modo que los estatales,
incluye un amplio rango de ocupaciones. Se excluyen los puestos
gerenciales y de dirección.
Gerentes: Puestos gerenciales tanto del sector privado como público (por
ejemplo Directores, Directores Nacionales, Secretarios, etc.)
- Profesiona
- Otros profe
- Docentes
- Empleados
- Empleados
- Empleados
- Gerentes (
- Empresari
- Obreros
- Técnicos a
- Comercian
- Rentistas
- Políticos/S
- Amas de c
- Artistas
- Otros
214 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Empresarios: Desde los pequeños a los grandes empresarios, definidos
como tales a partir de la propiedad de las unidades productivas. Se
incluyen también tanto a los empresarios urbanos como a los productores rurales.
Técnicos autónomos: Tanto aquellos que desempeñan funciones calificadas en relación de dependencia (técnicos mecánicos, torneros, etc.)
como la amplia gama de los llamados «cuentapropistas»; es decir:
aquellos trabajadores especializados que trabajan por cuenta propia
(plomeros, albañiles, pintores, costureras, etc.).
Comerciantes: La diferencia entre «comerciantes» y «empresarios» (ambos propietarios) es que mientras los últimos intervienen en un proceso
de «producción», los primeros lo hacen en uno de «intermedia-ción».
Políticos/Sindicalistas: A pesar de la baja representatividad en la
muestra, esta categoría también tiene un especial interés para nuestro
análisis.
En lo que respecta a las ocupaciones en que se desempeñan
no ya sus familiares sino los propios sociólogos, se trabajó de
una manera distinta. En este caso, las categorías construidas se
establecieron ya no en función de un sistema pre-construido,
sino a partir de la información relevada por la encuesta. Lo que
nos propusimos con estas categorías fue dar cuenta de aquello
que los “sociólogos hacen” como forma de comprender el modo
en que se encuentra organizado el campo de la sociología. Así,
las categorías de la variable «ocupación principal» fueron las
siguientes:
Ocupación principal de los sociólogos
- Docentes Universitarios
- Docentes No Universitarios
- Investigadores
- Docentes Investigadores
- Estudiantes / becarios
- Trabajo Social
- Técnicos del Estado
- Tareas no docentes relacionadas con la educación
- Directivos, dueños de consultoras e independientes
- Empleados en consultoras de opinión y estudio de mercado
- Técnicos en empresas privadas
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 215
- Otros relacionados con la sociología
- Desocupado
- Sin relación con la sociología
Ocupación de los sociólogos:
Docentes universitarios: Quienes se desempeñan en la docencia universitaria, sin distinción de jerarquías; es decir: desde titulares de
cátedra hasta ayudantes de 1°.
Docentes No universitarios: Aquellos que ejercen la docencia en
institutos primarios, secundarios o terciarios. Se incluye la docencia
de idiomas.
Investigadores Académicos: Quienes se dedican a la investigación en
instituciones privadas, universidades e investigadores de carrera del
CONICET.
Docentes Investigadores: Sociólogos que declaran como su actividad
principal la combinación de docencia e investigación académica.
Estudiantes / Becarios: Incluye a quienes se encuentran realizando
estudios de posgrado (en el país o en el exterior) y a los becarios de
posgrado del CONICET, UBACyT o similares.
Trabajo Social: Esta categoría, de gran amplitud, incluye, por un lado, a
quienes declaran realizar tareas “sociales”. Se trata, por lo general, de
profesionales que se desempeñan en las Organizaciones de Sociedad
Civil.
Técnicos del Estado: Se trata de profesionales que se desempeñan en el
estado como técnicos especializados o expertos.
Tareas no docentes relacionadas con la educación: Actividades
desarrolladas dentro del ámbito educativo (cualquier nivel) de carácter
administrativo, directivo o de asesoramiento.
Directivos, dueños de consultoras e independientes: Incluye a
sociólogos con puestos directivos o que sean dueños de consultoras.
También aquellos que trabajan como consultores independientes tanto
en el sector privado como en el Estado.
Empleados en consultoras de sondeos de opinión y/o estudios de
mercado: Quienes trabajan en este ámbito pero sin tener un cargo
directivo o de decisión sobre el negocio. Incluye a los directores de
proyecto y/o cuenta.
Técnicos en empresas privadas: Sociólogos ocupados en empresas privadas, cuyas tareas requieren conocimientos específicos.
Son empleados permanentes de las empresas, a diferencia de los
216 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
consultores. Particularmente áreas de investigación, marketing y
recursos humanos.
Otros relacionados con la sociología: Ocupaciones varias que, según
la percepción de los entrevistados, guardan relación con la sociología
y no pueden ser clasificadas en ninguna de las categorías precedentes.
Desocupados: Aquellos que al momento de la encuesta, habiendo buscado
trabajo, no lo habían conseguido.
Sin relación con la sociología: Actividades diversas que, según percepción del entrevistado, no guardan relación con la sociología.
¿De qué trabajan los sociólogos? Organización y
posiciones dentro del campo de la sociología
La encuesta arrojó datos que consideramos de enorme
relevancia para el proyecto global. En este sentido, resumiremos aquí algunos de esos datos que sirvieron como base para
la continuación del proyecto. Estas evidencias nos permitieron
establecer conclusiones y generar nuevas hipótesis de trabajo.
Un dato significativo está dado por la forma en que se organiza el campo de la sociología según el sexo. La encuesta arrojó la
presencia de un 58% de mujeres contra un 42% de hombres, que,
comparado con la distribución por sexo de la población nacional
(aproximadamente 50% y 50%), muestra una sobrerrepresentación de las mujeres en el ámbito de la sociología. El peso de las
mujeres sobre el universo de los sociólogos egresados de la UBA
debe ser considerado al analizar los sub-campos específicos y el
modo en que hombres y mujeres se distribuyen los puestos de
mayor jerarquía.
Cuadro 1:
Ocupación principal de los sociólogos según sexo (en %)
Ocupación
Docentes no universitarios
Docentes universitarios
Investigadores
Estudiantes /becarios
VarónMujer Total
9
5
7
7
11
10
666
6
10
8
¿ qué
Trabajo Social
Técnicos del Estado
Tareas no docentes relacionadas
con la educación
Directivos, dueños e independientes
Empleados en consultoras de opinión
y de mercado
Otros con relación
No relacionado
Encuestadores
Desocupado
Docentes e investigador
Técnico en empresas privadas
TOTAL
hacen los sociólogos ?
2
19
5
19
4
19
3
7
3
5
3
6
• 217
8
4
6
2
2
2
15
17
16
111
2
5
4
5 2
6
8
7
100100100
En este sentido, el peso relativo de hombres y mujeres
varía según las categorías ocupacionales, en particular dentro
del sub-campo académico. Los datos arrojados por la encuesta
parecieran indicar que la “dominación masculina” no opera dentro del campo de la sociología y que existe igualdad de géneros.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta, por un lado, que el peso
relativo de las mujeres es mayor dentro del campo. A su vez, no
debe perderse de vista que los datos de la encuesta no distinguen entre jerarquías. De hecho, la investigación cualitativa que
se hizo más tarde reveló el hecho de que, en muchos casos, si
bien las mujeres sociólogas tienen igual posibilidad de acceso,
las promociones suelen favorecer más a los varones que a las
mujeres. Así, en muchos casos los puestos de mayor jerarquía
siguen estando predominantemente en manos de los hombres.5 Este es otro dato de gran significación, y que sustenta nuestra hipótesis de que los sociólogos egresados de la Universidad
de Buenos Aires poseen habilidades para ingresar al mercado
profesional. En este sentido, el 75% de los encuestados se desempeñan en ocupaciones que son consideradas por ellos como relacionadas con la sociología. Esto supone, al menos en principio,
que la multiplicidad de espacios existentes para el desempeño
de la sociología hace que un alto porcentaje de egresados tenga
218 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
buenas oportunidades de trabajar en ocupaciones que se vinculan con la sociología. La amplia gama de empleos tomados por
los sociólogos constituye un punto de partida para comprender
las tensiones presentes entre desempeño académico y la práctica
profesional de la sociología.
También es alto el porcentaje de sociólogos que declaran
que, además de su actividad principal, realizan algún otro tipo de
actividad. Esto da cuenta, por un lado, de la existencia de un alto
grado de pluriempleo, particularmente marcado entre quienes
se desempeñan en el ámbito académico. Otro aspecto que surge
de este dato es el hecho de la existencia de barreras difusas entre
los muchos ámbitos de actividad sociológica: de hecho, muchos
sociólogos son a la vez miembros de diversos sub-campos. Con
todo, tan sólo un 16% de los encuestados declaró desempeñarse
en tareas no relacionadas con la sociología, mientras que un 4%
dijo estar desocupado.
Cuadro 2:
relación de la ocupación principal con la sociología
Ocupación%
Relacionada con la sociología
80
No relacionada con la sociología
16
Desocupados4
TOTAL100
La satisfacción con lo que se hace, por lo tanto, es por lo
general alta: los sociólogos suelen estar contentos con lo que
hacen, en particular si lo asocian a aquello que estudiaron.
Cuadro 3:
Satisfacción con la ocupación
Nada satisfecho
Poco satisfecho
%
8
23
¿ qué
Satisfecho
Muy satisfecho
hacen los sociólogos ?
• 219
50
19
TOTAL100
Las insatisfacciones, a su vez, se explican por diferentes
causas: aquellos que se desempeñan en el ámbito académico
manifiestan su descontento con la retribución material; los que
se desempeñan en el ámbito privado o en el estado sienten la
«falta de creatividad» de sus actividades. Esto, que requiere un
análisis en mayor profundidad, podría ser una manifestación de
una tensión no resuelta en el interior de la disciplina acerca de
la formación profesional propuesta por la carrera y las opciones
reales de inserción existentes en la sociedad.
Cuadro 4:
Satisfacción en relación con el tipo de actividad
Docentes no universitarios
Docentes universitarios
investigadores
Estudiantes /becarios
Trabajo Social
Técnicos del Estado
Tareas no docentes relacionadas
con la educación
Directivos, dueños e independientes
Empleados en consultoras
de opinión y de mercado
Otros con relación
No relacionado
Encuestadores
Desocupado
Docentes e investigador
Técnico en empresas privadas
Nada Poco Satisfecho Muy Total
7
33
40
20 100
5
21
58
16 100
25
8
50
17 100
8
17
25
50 100
0
38
38
25 100
2
10
68
20 100
17
0
0
0
20
0
67
0
0
17
29
11
0
46
100
0
20
13
67
50
0
21
100
100
78
75
31
0
33
40
47
11 100
25 100
3 100
0100
0100
40 100
4 0 100
En relación con esto último, restringiendo la mirada a aquellos sociólogos cuya ocupación sí se relaciona con la sociología,
220 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
se observa que el mayor número se encuentra desempeñando
tareas técnicas en el Estado (19%). Sin embargo, tomados en su
conjunto a los “docentes universitarios”, “estudiantes-becarios”,
“investigadores” y “docentes investigadores”, estos representan
un 26%. Dos conclusiones surgen de este dato: por un lado, la
práctica en el campo sub-académico continúa siendo predominante. Por otro lado, sin embargo, los datos revelan que sólo
un cuarto de los sociólogos se desempeña exclusivamente en
este terreno.
Los directivos de consultoras, empleados de las mismas, los
consultores independientes y los técnicos de empresas privadas
representan, en conjunto, un 19%. Esta distribución de las ocupaciones da cuenta de una enorme amplitud y heterogeneidad
en las posibilidades de inserción en diferentes espacios para los
sociólogos egresados de la UBA. A su vez, el reconocimiento de
estas actividades como prácticas sociológicas (en principio por
los propios respondentes pero, podríamos adelantar, también
por los pares) da cuenta del criterio ampliado de legitimación de
la práctica sociológica que existe en el presente, y de la coexistencia de actividades diversas bajo la misma denominación.
Cuadro 5:
actividades principales de los sociólogos
Ocupación principal de los sociólogos
%
Docentes no universitarios
7
Docentes universitarios
10
Investigadores6
Estudiantes /becarios
8
Trabajo Social
4
Técnicos del Estado
19
Tareas no docentes relacionadas con la educación
3
Directivos, dueños e independientes
6
Empleados en consultoras de opinión y de mercado
6
Otros con relación
2
No relacionado
16
Encuestadores1
Desocupado4
¿ qué
hacen los sociólogos ?
Docentes e investigador
Técnico en empresas privadas
• 221
2
7
TOTAL100
El siguiente aspecto sobre el que nos queremos detener se
vincula con las trayectorias familiares de los sociólogos. Una
aproximación a este fenómeno se puede realizar a partir de las
ocupaciones de los familiares de los sociólogos entrevistados.
Por el lado de las ocupaciones de padres y madres, el mayor
número está representado por los profesionales en el caso de
los padres (28%) y amas de casa (50%) en el caso de las madres.
Entre los padres, también resultan significativos los empleados,
especialmente del sector privado (20%) y los comerciantes (14%).
En el caso de las madres, las profesionales resultan significativas
(22%), seguidas de las docentes (11%).
Cuadro 6:
Ocupación de los padres
Ocupación%
Profesionales humanistas
7
Otros profesionales
21
Docentes2
Empleados estatales
9
Otros empleados estatales 2
Gerentes4
Empleados sector privado 20
Empresarios6
Técnicos autónomos
8
Obreros3
Comerciantes14
Político/sindicalista0
Artistas1
Otros1
TOTAL100
222 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Dentro de los profesionales, cabe destacar que los «otros
profesionales» se imponen a los «profesionales humanísticos»,
sobre todo en el caso de los padres, ya que entre las madres la
proporción es prácticamente la misma. Tanto en el caso de los
padres como de las madres, predominan entonces las ocupaciones de “clase media”, siendo relativamente importante el
porcentaje de profesionales. En este sentido, la sociología se
perfila como una opción que, en general, es tomada por hijos
de profesionales antes que por la primera generación de profesionales de la familia.
Cuadro 7:
Ocupación de las madres
Ocupación de las madres
%
Profesionales humanistas
9
Otros profesionales
12
Docentes11
Empleados estatales
3
Empleados sector privado
6
Técnicos autónomos
2
Comerciantes6
Político/sindicalista1
Ama de casa
51
Artistas1
TOTAL100
La observación de las ocupaciones de los abuelos arroja a
su vez un conjunto de conclusiones de gran interés. Así, si entre
los padres hay un 22% de profesionales, este valor sólo alcanza
un 8% entre los abuelos paternos y un 10% entre los maternos.
Asimismo, mientras entre los abuelos se observa un 20% de
comerciantes, este porcentaje se reduce a 14% en el caso de los
padres y a 6% en el caso de las madres. A su vez, en las frecuencias pertenecientes a los padres y madres hay menos «técnicos
autónomos» y «empresarios», mientras que resulta mayor la
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 223
presencia de los empleados tanto públicos como privados: los
últimos representan un 12% en abuelos paternos y maternos,
mientras pasan a representar un 20% entre los padres; en el
caso del sector público, los abuelos paternos constituyen un 5%
y los padres un 11%.
Cuadro 8:
Ocupación de los abuelos paternos
Ocupación abuelo paterno
%
Profesionales humanistas
1
Otros profesionales
7
Empleados estatales
3
Otros empleados estatales
2
Gerentes2
Empleados sector privado
12
Empresarios14
Técnicos autónomos
14
Obreros
15
Comerciantes21
Político/sindicalista1
Artistas3
Otros6
TOTAL100
Cuadro 9:
Ocupación de los abuelos maternos
Ocupación abuelos maternos
%
Profesionales humanistas
2
Otros profesionales
9
Docentes1
Empleados estatales
5
Otros empleados estatales
2
Gerentes2
Empleados sector privado
13
Empresarios9
Técnicos autónomos
16
224 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
Obreros7
Comerciantes21
Político/sindicalista1
Artistas1
Otros12
TOTAL100
Estos datos evidencian la existencia de un proceso de movilidad ascendente dinámico, que a su vez supone un mayor
grado de intelectualización que crece con cada nueva generación.
La presencia de ocupaciones típicas de los sectores medios en
el caso de los padres, y características de los sectores mediosbajos, en el caso de los abuelos, dan indicio de la composición
social heterogénea del universo de los sociólogos. Queda por
ver en qué medida la ocupación del padre explica las distintas
ocupaciones de los sociólogos. Comparando la ocupación de
padre con el grado de relación que existe entre la sociología y
el trabajo de los sociólogos, podemos aproximarnos a explicar
mejor esta relación.
Cuadro 10:
Relación entre vinculación de la ocupación con la
sociología y la ocupación del padre
Ocupación del padre
Profesionales humanistas
Otros profesionales
Docentes
Empleados estatales
Otros empleados estatales
Gerentes
Empleados sector privado
Empresarios
Técnicos autónomos
Obreros
Comerciantes
Con Sin
relaciónrelación
%
%
Total
73
26.7
100
81
19.0
100
6733.3 100
75
25.0
100
67
33.3
100
8911.1 100
78
22.0
100
85
15.4
100
63
37.5
100
6733.3 100
66
34.5
100
¿ qué
Político/sindicalista
Artistas
Otros
hacen los sociólogos ?
• 225
100.0
100
6733.3 100
1001 0 0 100
Como puede observarse, aunque existen diferencias, la
ocupación del padre no resulta significativa para explicar las
alternativas adoptadas por los sociólogos. Este análisis muestra,
en primer lugar, que no existe ninguna “ocupación del padre” en
la que predomine la inserción en ocupaciones no relacionadas
con la sociología, por más que existan algunas diferencias. Si
bien es cierto que el porcentaje menor corresponde a los técnicos autónomos y el mayor a los empresarios, en el caso de los
primeros el 63% trabaja en ocupaciones ligadas a la sociología.
En este sentido, la profesión del padre no aparece como una
variable determinante para su ingreso al campo. Sin embargo,
el análisis cualitativo realizado con posterioridad a la encuesta
sugiere que estos aspectos ligados al capital económico y al
capital cultural heredado son más importantes a la hora de
definir en qué espacios del campo se insertan los sociólogos y
la jerarquía de los lugares que ocupan. Con todo, estos datos
sugieren relaciones complejas entre biografías profesionales,
individuales y orígenes sociales.
Un tercer elemento que debe ser tenido en cuenta para
comprender qué estructura los ingresos al campo surge de un
dato llamativo que arroja la encuesta y que se relaciona con el
hecho de que la proporción de aquellos que se encuentran en
tareas que guardan relación con la sociología se incrementa
entre quienes han tenido algún tipo de actividad extracurricular
durante la carrera.
Cuadro 11:
Incidencia de las actividades realizadas durante la
carrera en la ocupación profesional
226 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
Tipo de ocupación
/
editores
R
ealizó otras actividades durante la carrera
Con relación con la sociología
Sin relación con la sociología
TOTAL
SiNo
79
64
21
36
100.0100.0
Esta asociación se vuelve aún más reveladora cuando se
observa la relación entre la participación en este tipo de actividades y el tipo de ocupación de los sociólogos. En este sentido, es
posible observar una relación entre la experiencia extracurricular
y el tipo de inserción profesional. Esto no sólo impacta sobre los
modos de inserción, sino también sobre el tipo de ocupaciones.
Los académicos, los consultores y los técnicos privados muestran así mayor grado de participación en redes informales en
el transcurso de sus carreras universitarias. La proporción de
sociólogos que participó en este tipo de actividades es menor
entre los empleados, encuestadores y docentes no universitarios.
Y esta proporción es mucho menor entre quienes desempeñan
tareas que, podría sostenerse, se relacionan de manera más tangencial con la formación profesional de los sociólogos: trabajo
no docentes, «otras» actividades ligadas con la sociología, y los
desocupados. Estos datos sugieren algo que luego se confirmó en
el análisis cualitativo: la participación en redes en el ámbito universitario aparece como una de las variables que mejor explica
la posterior inserción en el campo profesional. El capital social,
por consiguiente, resulta de gran importancia para explicar el
“éxito” profesional. Queda como pregunta si el «capital social»
debe ser pensado como una variable independiente o como una
variable interviniente del «capital cultural». La heterogeneidad
y complejidad del mundo universitario argentino y de la propia
estructura social (al menos en términos comparativos respecto
al europeo) hacen suponer que al menos es necesario ahondar
en el análisis de ambas variables, considerándolas a priori como
independientes. La importancia del capital social como medio
de acceso a determinadas posiciones se asocia, a su vez, con la
¿ qué
hacen los sociólogos ?
• 227
escasa institucionalización de los mecanismos de acceso, lo que
fortalece la importancia de las redes de relaciones como mecanismo de acceso y circulación.
Cuadro 12:
Relación entre el tipo de ocupación y la realización de
actividades extra curriculares durante el paso por la
universidad
Realizó otras actividades durante la carrera
SiNo Docentes e investigador
100
100
Directivos, dueños e independientes
86
14
100
Estudiantes /becarios
83
17
100
Docentes universitarios
76
24
100
Técnicos del Estado
74
26
100
Investigadores
6931 100
Técnico en empresas privadas
69
31
100
No relacionado
54
46
100
Empleados en consultoras de opinión y de mercado
54
46
100
Docentes no universitarios
50
50
100
Encuestadores
50
50
100
Trabajo Social
38
63
100
Tareas no docentes relacionadas con la educación
29
71
100
Otros con relación
25
75
100
Desocupado
25
7 5 100
Conclusiones
Los resultados arrojados por la encuesta sirven como punto
de partida para avanzar sobre los objetivos de la investigación.
Los datos presentados en este artículo sintetizan algunos de los
hallazgos más importantes y confirman o sustentan algunas de
las hipótesis con que se organizó este trabajo de investigación.
La relación entre la sociología y los distintos ámbitos de
inserción profesional es compleja. Como puede observarse
aquí, una de las características que estructuran el campo de la
sociología es la existencia de múltiples espacios de inserción, lo
228 •
lucas rubinich y gastón j . beltrán
/
editores
que genera un conjunto de tensiones que han sido analizados
en los demás trabajos que hacen a esta compilación.
Notas
1 Se trató de la etapa cuantitativa del proyecto UBACyT “Las ciencias sociales
en el fin de siglo. Un análisis del mundo académico y su relación con tradiciones
intelectuales y nuevas perspectivas profesionales en la Argentina de los 90”
dirigido por Lucas Rubinich. La coordinación de la encuesta estuvo a cargo
de Gastón Beltrán. Un gran número de estudiantes de la carrera de sociología
colaboraron desinteresadamente con este trabajo, haciéndolo posible. Entre
ellos queremos destacar particularmente la tarea de Sofía Goldchluk, Alejandra
Beccaria, Bibiana García, Mariana Stechina y Lina Bizai.
2 En Los estudiantes y la cultura, Bourdieu y Passeron plantean que el capital
cultural adquirido durante los primeros años de socialización es clave para
definir quienes serán “exitosos”: son los hijos de las clases altas los que poseen
mayor capital cultural (que se legitima dentro de la universidad) y son por lo
tanto son ellos los que obtienen los mejores logros, produciendo así una reproducción del orden social que aparece legitimada por la creencia en el mérito. En
Argentina, estas relaciones se dan de una forma diferente a cómo se encuentran
en Francia, particularmente porque no existe una asociación directa entre clase
alta y acumulación de capital cultural.
3 En el diseño del cuestionario se buscó un equilibrio entre aquellas variables
sobre las que queríamos indagar, con la brevedad que se exigía de la toma de
la entrevista telefónica. De este modo se seleccionaron algunas preguntas que
fueron consideradas las más relevantes. En términos generales se preguntó
por: a) la profesión de los padres, madres y abuelos paternos y maternos; a) la
ocupación principal actual; c) la relación de esa ocupación con la sociología; d) el
grado de satisfacción con su ocupación; e) las prácticas y actividades realizadas
durante la carrera; y f) las vías mediante las cuales se accedió al trabajo actual,
entre otras. En el caso de la ocupación principal, se trató de una pregunta abierta,
ya que queríamos evitar construir categorías de posibles ocupaciones en las que
influyeran nuestros prejuicios.
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4 Clasificador Nacional de Ocupaciones. Antecedentes, características y perspectivas, Metodologías 7, INDEC, Buenos Aires, 1994; Código de Ocupaciones.
Encuesta Permanente de Hogares, INDEC, Buenos Aires, abril 1995; y el clasificador de ocupaciones elaborado por la Asociación Argentina de Marketing.
5 Esta hipótesis se sustenta en una observación de primera mano que indicaría
que, en la Facultad de Ciencias Sociales, aunque quizás con menos notoriedad
que en otras, los titulares de cátedra son en su mayoría hombres. Puede resultar
que no pase lo mismo con otras categorías docentes y lo mismo suceda en otros
ámbitos de actividad.
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