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REVISIÓN DE TEMA
Traumatismo raquimedular: Abordaje clínico inicial
Luís Rafael Moscote-Salazar, MD.(1); Hector Rolando Romero Rivera(2); Marticela Cabeza-Morales(2); Andrés M. Rubiano(3);
Gabriel Alcalá-Cerra, MD.(1)
Resumen
El traumatismo raquimedular es una lesión que afecta la columna vertebral y/o la médula espinal generado
por un trauma, ya sea directo o indirecto. Es una condición clínica devastadora que afecta a muchas personas
anualmente en el mundo. El abordaje inicial de esta entidad es determinante en los resultados que puedan
obtenerse en el manejo global de la misma, por tanto, es importante que todo el personal de salud esté bien capacitado en la atención temprana de esta patología con el fin de evitar consecuencias adversas para el paciente
y disminuir las posibles complicaciones que se derivan de este tipo de trauma. El diagnóstico y tratamiento
tempranos pueden mejorar la recuperación neurológica y, subsecuentemente, evitar lesiones adicionales.
Palabras clave: médula espinal, trauma, traumatismo de la médula espinal.
Trauma of the spine and spinal cord: Current clinical approach
Abstract
Trauma of the spine and spinal cord is an injury affecting the spine and/or the spinal cord. This injury can
be produced by either direct or indirect trauma. This is a devastating clinical condition that affects many
people every year on a worldwide basis. The initial approach to this condition is critical with the regard to
the outcome of its global management. It is important to adequately train all healthcare personnel in the early
attention of this condition, with the aim of avoiding adverse consequences for the patient and reducing the
potential complications derived from this type of trauma. Early diagnosis and treatment can improve neurological recovery and, subsequently, avoid additional injuries.
Keywords: spinal cord, trauma, trauma of the spinal cord.
Introducción
El traumatismo raquimedular hace referencia a las lesiones que comprometen la columna vertebral
y/o la médula espinal causadas por un trauma directo o indirecto (1). Se considera un evento devastador
para las víctimas, ya que genera un impacto a largo plazo sobre las funciones motora, autonómica y
sensorial y en la vida diaria (2-6), con lo cual se produce un efecto negativo en la función psicosocial
de estas personas y excesivos costos para los sistemas de salud y económicos de los países. Se estima
(1)
Neurocirujano, Universidad de Cartagena. (2) Estudiante de Medicina, Universidad de Cartagena. (3) Director de Investigación en Neurotrauma, Universidad El Bosque, Bogotá.
►Correspondencia: Dr. Luis Rafael Moscote Salazar. Correo electrónico: [email protected]
► Citar como: Moscote-Salazar LR, Romero HR, Cabeza- Morales M, Rubiano A, Alcalá-Cerra G. Traumatismo raquimedular: Abordaje
clínico inicial. Perspectiva en Urgencias 2015; 1(2): 103-111.
► Recibido: 24/03/2015, Aprobado: 13/05/2015.
►
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Perspectiva en Urgencias
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que cada año se presentan 2,3 casos nuevos por cada
100.000 habitantes, aunque existen variaciones regionales en cuanto a su incidencia (7). Su presentación tiene una distribución etaria bimodal, con un primer pico
entre los 15 y 30 años, generalmente causados por accidentes de tránsito, caídas de grandes alturas, lesiones
deportivas y acciones violentas (8). Se observa otro pico
en la población mayor de 65 años de edad, más notable
en los países desarrollados, a medida que la expectativa
de vida aumenta. En este grupo, las caídas desde bajas
alturas son causa cada vez más frecuente de lesiones
vertebrales y medulares (7). Aunque su incidencia es
relativamente baja, la carga económica es alta, similar a
la de otras condiciones crónicas pues los individuos que
sufren traumatismo raquimedular requieren un cuidado
médico permanente para el manejo de complicaciones y
consecuencias de las lesiones producidas (9).
La mortalidad es muy variable, y está en relación
con la severidad (ASIA A-C vs. D), extensión (único
vs. múltiples niveles) y segmento espinal de la lesión,
así como la coexistencia de lesiones adicionales distantes a la columna vertebral y la médula espinal (7).
No obstante, debido a su repercusión hemodinámica
y ventilatoria, las lesiones cervicales o torácicas altas
son las que con mayor frecuencia requieren tratamiento en unidades de cuidado intensivo.
Fisiopatología
Los procesos fisiopatológicos involucrados en el
traumatismo raquimedular pueden dividirse en mecanismos de lesión primaria y secundaria. La lesión primaria es generada por los efectos mecánicos iniciales
de una fuerza compresiva traumática aplicada sobre la
médula espinal, que causa laceración y/ la formación
de hematoma intramedular. La fuerza compresiva típicamente es producida por un material óseo o discal
que entra al canal espinal como consecuencia de una
fractura o dislocación vertebral. Como resultado del
evento mecánico inicial y la compresión persistente
de la médula espinal, se genera una cascada de mecanismos de lesión secundaria que exacerba el grado de
destrucción tisular (10).
Los mecanismos de lesión secundaria se dan desde el
mismo momento en que se produce la lesión primaria,
e inician una serie de eventos fisiopatológicos que dependen del tiempo transcurrido desde el comienzo de
la lesión (11). Estos eventos se resumen en la tabla 1.
Tabla 1. Fisiopatología del traumatismo raquimedular.
Tiempo
Fase
Proceso fisiopatológico
≤ 2 horas
Primaria inmediata
Lesión mecánica primaria.
Hemorragias de la sustancia gris.
Desconexión axonal.
Necrosis hemorrágica.
Activación de la microglía con liberación de citoquinas (IL-1β, TNFα, IL-6, entre otras).
≤ 48 horas
Aguda temprana
Edema citotóxico y vasogénico.
Producción de ROS: peroxidación lipídica.
Excito-toxicidad mediada por glutamato.
Hemorragias continuas y necrosis.
Infiltración de neutrófilos.
Pérdida de la permeabilidad de la barrera hemato-encefálica.
Desmielinización temprana (apoptosis de oligodendrocitos).
Muerte neuronal.
Eventos sistémicos (choque sistémico, choque espinal, hipotensión, hipoxia).
≤14 días
Secundaria subaguda
Infiltrado de macrófagos.
Inicio de la cicatriz astro-glial (astrocitosis reactiva).
Reparación de la barrera hemato-encefálica y resolución del edema.
≤ 6 meses
Intermedia
Consolidación de la cicatriz astroglial
Formación de quistes.
Estabilización de la lesión.
≥ 6 meses
Crónica/tardía
Degeneración walleriana prolongada.
Persistencia de axones no lesionados y desmielinizados.
Inicio de los procesos de plasticidad estructural y funcional del tejido medular no lesionado.
Traumatismo raquimedular: Abordaje clínico inicial
Moscote-Salazar y cols.
Enfoque inicial
Medidas de inmovilización espinal
En la evaluación primaria del paciente en la unidad de
cuidados intensivos es recomendable aplicar las recomendaciones consignadas en el protocolo para el soporte vital de las lesiones espinales traumáticas (11). Estas
incluyen la evaluación del “ABCD”, dando prioridad
al mantenimiento de la permeabilidad de la vía aérea,
la ventilación y la circulación, al tiempo que se instauran medidas de inmovilización espinal (12-14) (figura
1). Las fuerzas que producen le lesión espinal son, por
lo general, suficientes para infligir lesiones traumáticas
adicionales, tales como fracturas de huesos largos, fracturas pélvicas, viscerales y cráneo-faciales. Por tanto, el
examinador debería tener un alto grado de sospecha de
lesiones adicionales, especialmente debido a que es muy
probable que la sensibilidad en el traumatismo raquimedular esté comprometida. Luego, se debe realizar una
evaluación neurológica y clasificar el grado de lesión
usando los estándares internacionales de la American
Spinal Cord Injury Association (ASIA) (15).
Para la inmovilización de la columna vertebral
debe colocarse un collar cervical rígido; se hace inmovilización cefálica y tabla espinal en todos los
pacientes inconscientes, así como en los conscientes que refieran dolor espinal. La inmovilización
debe mantenerse hasta descartar lesiones espinales
o medulares, o cuando se haga su tratamiento definitivo (14, 16, 17). Si se diagnostica dislocación
occipitocervical, la columna cervical del paciente
debería ser inmovilizada con bolsas de arena en una
posición neutra o con un halo de órtesis en lugar de
un collar cervical, debido a que el este último es un
dispositivo distractor que puede empeorar la dislocación occipitocervical. Así mismo, la tracción en
este caso está contraindicada (15).
Evaluación primaria
A-B-C-D-E
Inmovilización espinal
Trauma raquimedular
•
•
•
•
•
•
Los pacientes en riesgo de lesiones de columna
vertebral son aquellos que presenten alguna de las siguientes condiciones (14):
Evaluación secundaria con énfasis
en el examen neurológico
Alerta
Sin intoxicación confirmada o sospechada
Ausencia de dolor cervical
Ausencia de déficit neurológico focal
Sin dolor a la palpación cervical superior
Ausencia de lesiones distractoras (Fracturas de huesos largos,
grandes laceraciones, lesiones por aplastamiento o arrancamiento,
quemaduras extensas, lesiones viscerales que requieren evaluación
quirúrgica o lesiones que producen alteración funcional aguda)
Si
No es necesaria evaluación
imagenológica
No
Confirmación de lesión
medular o espinal
Evaluación por Neurocirugía /
Cirugía de Columna
Evaluación imagenológica
con TC y/o IRM
Ausencia de lesión medular
o espinal
Mantener la inmovilización espinal
solo si persiste la sospecha de
una lesión espinal y se requiere
evaluación adicional
Figura 1. Evaluación inicial del paciente con trauma raquimedular. TC: tomografía computarizada. IRM: imágenes de resonancia magnética.
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Perspectiva en Urgencias
• Alteración del estado mental
• Intoxicación
• Dolor o deformidad espinal
Volumen 1 Número 2, 2015
clasificación estandarizada de la lesión medular propuesta por la ASIA (tabla 2, figura 2), disponible en:
http://www.asia-spinalinjury.org/elearning/Key_Sensory_Points.pdf
• Sospecha de fractura en una extremidad o lesiones
por distracción (fracturas de huesos largos, lesiones viscerales que requieren evaluación quirúrgica,
quemaduras extensas, lesiones del tórax superior,
laceraciones, abrasiones o aplastamientos extensos;
cualquier lesión que produce alteración funcional
aguda que impida el examen físico general, mental
y neurológico).
Adicionalmente, desde el punto de vista clínico se
identifica el nivel probable de la lesión, lo cual tiene
fuertes implicaciones en la evaluación radiológica, el
manejo y el pronóstico (15).
• Pacientes con déficit neurológicos focales
– Síndrome de sección medular
No obstante, los pacientes que se encuentran conscientes, alertas y asintomáticos, sin dolor cervical, ni
anormalidades sensitivas o motoras u otras lesiones
que alteren el examen clínico, pueden transportarse sin
inmovilización cervical, lo cual facilita el manejo de la
vía aérea así como la ventilación, y a su vez disminuye
el riesgo de aspiración. No se recomienda inmovilización en casos de lesiones penetrantes, ya que la probabilidad de inestabilidad cervical es muy baja y puede
retrasar la resucitación (18).
– Síndrome de hemisección medular o de BrownSéquard
Evaluación secundaria
La segunda fase de la evaluación se enfoca en caracterizar las lesiones espinales y/o medulares. Se visualiza
y palpa toda la columna vertebral y la musculatura paraespinal, en búsqueda de deformidades o dolor local. El
priapismo también puede sugerir lesión medular (18).
Los hallazgos hechos durante el examen neurológico deben consignarse en la escala de discapacidad y
De acuerdo con los hallazgos del examen neurológico, las lesiones medulares pueden clasificarse en alguno de los siguientes síndromes clínicos:
– Síndrome centromedular o de Schneider
– Síndrome medular anterior
– Síndrome del cono medular
– Síndrome de cauda equina
La evaluación neurológica se repite diariamente
durante las primeras 72 horas, cuando se observan
los principales cambios (15). En los pacientes con
síndrome de sección medular completa, durante los
primeros tres a cinco días de la lesión, los reflejos
pueden encontrarse abolidos. Este período se conoce
como choque medular (que no es sinónimo del choque neurogénico de origen medular), cuyo final está
determinado clínicamente por la reaparición del reflejo bulbo-cavernoso. Si al reaparecer este reflejo persisten los hallazgos del síndrome de sección medular
Tabla 2. Escala de discapacidad ASIA.
Categoría
Descripción
A
Completa: sin funciones motoras o sensitivas preservadas en los segmentos sacros S4-S5.
B
Incompleta: preservación de función sensitiva, pero no motora, por debajo del nivel neurológico e incluye S4 y S5.
C
Incompleta: preservación de la función motora por debajo del nivel neurológico; sin embargo, más de la mitad de los
músculos clave por debajo del nivel neurológico tienen una fuerza muscular menor de 3 (no son lo suficientemente
fuertes para moverse contra la gravedad).
D
Incompleta: preservación de la función motora por debajo del nivel neurológico; por lo menos, la mitad de los músculos clave por debajo del nivel neurológico tienen una fuerza muscular 3 o mayor (esto quiere decir, que las articulaciones pueden moverse contra la gravedad).
E
Normal: funciones motoras y sensitivas normales.
Traumatismo raquimedular: Abordaje clínico inicial
Moscote-Salazar y cols.
Figura 2. Clasificación neurológica estandarizada de la lesión medular de la American Spinal Injury Association (ASIA).
completa, las probabilidades de recuperación neurológica son ínfimas.
El pronóstico del traumatismo raquimedular puede
ser predicho por el estado neurológico inicial. Los pacientes con una categoría ASIA categoría A, tiene solo
un 2 a 3% de probabilidad de alcanzar la categoría D
en un año. De igual modo, el nivel de las lesiones incompletas y la edad son determinantes mayores de los
resultados a largo plazo. Los pacientes con ASIA categoría B, con preservación de la sensibilidad al pinchazo perianal, tiene un 70% de probabilidad de recuperar
la función del miembro. Igualmente, más del 90% de
pacientes menores de 50 años con ASIA de C o D pueden llegar a caminar en un año (19).
Evaluación imaginológica
No existe un estándar de oro para el diagnóstico de
las lesiones raquimedulares traumáticas; sin embargo, la
utilización racional de los exámenes de radiología convencional, tomografía computarizada (TC) e imágenes
de resonancia magnética (IRM) permite detectar casi la
totalidad de las lesiones clínicamente relevantes (20).
En la actualidad, el método más recomendable para
la detección de lesiones vertebrales es la TC, dada su
alta disponibilidad, sensibilidad y especificidad; mientras que la radiología convencional solo se considera
como alternativa a la no disponibilidad de la TC (21).
La indicación de los estudios imaginológicos se
realiza con base en los hallazgos clínicos (22). En los
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Perspectiva en Urgencias
pacientes conscientes que demuestran un nivel sensitivo, se tendrá en cuenta que el nivel sensitivo por lesiones cervicales está un nivel por encima del segmento
de la lesión, en los torácicos altos, un nivel por debajo,
en los torácicos bajos, dos segmentos y los del cono
medular y la cauda equina, producen síndromes bien
definidos. Sin embargo, se recomienda explorar todos
los segmentos de la columna vertebral que se encuentran por debajo del déficit neurológico (21).
En los pacientes con alteraciones del estado de
consciencia (p. ej. traumatismo cráneo-encefálico
moderado y severo, intoxicaciones, choque, etc.) se
indica la evaluación de toda la columna vertebral mediante TC (15).
Para la evaluación de la columna cervical, las radiografías de tres proyecciones (antero-posterior, lateral
y odontoides) solo se recomiendan cuando la TC no
se está disponible; en caso de detectarse alguna anomalía o cuando no pueden valorarse adecuadamente
las estructuras óseas, el estudio se complementa con
la TC (21).
La IRM es fundamental en los pacientes con anormalidades en el examen neurológico, ya que permite
diagnosticar lesiones medulares, las cuales se muestran como un aumento de la señal en las secuencias
ponderadas en T2, visualizar colecciones epidurales y
lesiones del complejo disco-ligamentario que puedan
ejercer compresión medular o inestabilidad mecánica,
información que será muy útil para determinar el tratamiento de la lesión. La indicación de la IRM en los
pacientes que no presentan déficit neurológico debe
realizarse de acuerdo con el criterio del cirujano de columna, quien tras evaluar las características específicas
de la lesión, deberá determinar su utilidad (21). La RM
debería ser obtenerse dentro de 48-72 horas de la lesión para que sea más confiable (15).
Tratamiento
Las acciones terapéuticas deben perseguir los siguientes principios:
1. Preservar las funciones ventilatorias y tratamiento
de sus alteraciones.
2. Identificar y tratar las alteraciones hemodinámicas.
3. Evitar el empeoramiento del daño neurológico.
Volumen 1 Número 2, 2015
4. Prevenir complicaciones sistémicas.
5. Propiciar la rehabilitación temprana.
Cuidados respiratorios
Las alteraciones respiratorias son la principal causa
de muerte en los pacientes con traumatismo raquimedular (23), es por ello que el cuidado protocolizado del
sistema respiratorio es prioritario, hecho que está asociado con menor incidencia de complicaciones, días en
ventilación mecánica, estancia en cuidados intensivos
y costos de atención (24).
La mayoría de los pacientes con cuadriplejía alta presentarán alteraciones respiratorias por compromiso de
la inervación diafragmática (C3-C4-C5) desde el ingreso, o bien desarrollarlas en los primeros cinco días
posteriores al trauma debido al edema medular ascendente (25). Por tanto, el manejo respiratorio de estos
pacientes generalmente incluye intubación, ventilación mecánica y traqueostomía, especialmente cuando
la lesión está por encima de C5 (24). De igual modo,
en los pacientes con signos de falla respiratoria tales
como taquipnea, hipoxia, tos disminuida y capacidad
vital menor de 15 ml/kg de peso corporal, se considera
la intubación (26). Cabe resaltar que durante la secuencia rápida de intubación debe evitarse la succinilcolina
durante las primeras 48 horas, debido al alto riesgo de
hiperkalemia fatal (25).
En los pacientes que no ingresan con signos de insuficiencia respiratoria, se realiza una evaluación integral
de la mecánica ventilatoria, que incluye el examen clínico y la medición del volumen espiratorio forzado en
un segundo, capacidad vital forzada y pico espiratorio
de flujo, los cuales se utilizarán para monitorizar diariamente la mecánica respiratoria y permitirán anticiparse a la insuficiencia respiratoria (26).
Para la prevención de atelectasias, en los pacientes
intubados se considera la utilización de volúmenes
corrientes relativamente altos (10-15 ml/kg), mientras
que en los que se encuentran sin ventilación mecánica
se recomienda el uso de incentivos respiratorios de forma horaria (27).
En los pacientes con lesiones por encima de C5, se
plantea la implantación de un marcapasos diafragmático, ya que la debilidad diafragmática por denervación
y atrofia muscular es la principal causa de insuficiencia
respiratoria en éstos (23).
Traumatismo raquimedular: Abordaje clínico inicial
Cuidados cardiovasculares y hemodinámicos
Las acciones terapéuticas deben tender a:
• Mantener la tensión arterial media entre 85 y 90
mm Hg durante los primeros siete días posteriores
al trauma, con el fin de garantizar la perfusión medular (28).
• Optimizar la resucitación con fluidos en los pacientes
con hipotensión, debe la resucitación, descartar otras
lesiones como causas potenciales de hipotensión e
iniciar, si la meta de tensión arterial no se obtiene,
infusión de norepinefrina a 0,05 mcg/kg/min, la cual
se titulará para garantizar la perfusión medular (27).
Algunos pacientes con lesiones torácicas altas o cervicales, presentan insuficiencia simpática, la cual puede manifestarse con episodios de bradicardia extrema
sintomática que pueden evolucionar a paro cardíaco,
de ahí que requieran vigilancia y tratamiento oportuno
con medicamentos como atropina o adrenalina (15).
Algunos casos refractarios se tratarán con marcapasos
transitorios transtorácicos o transvenosos (27).
Cuidados gastrointestinales
El inicio de la nutrición enteral debe ser precoz, e
ir antes de las 72 horas posteriores al trauma (29). La
profilaxis de las úlceras de la mucosa gástrica inducidas por estrés, está indicada en todos los pacientes
con lesiones torácicas o cervicales (15), así como en
aquellos que se estén en ventilación mecánica. Se recomiendan de forma rutinaria, la administración de inhibidores de la bomba de protones o antagonistas de los
receptores H2 desde la admisión y por cuatro semanas
adicionales. El uso estos agentes más allá de las cuatro
semanas, no está indicado a menos que estén presentes
otros factores de riesgo para úlcera péptica, tales como
trastornos de sangrado, ventilación mecánica o historia
de enfermedad ulcerosa. El uso continuado de dichos
agentes puede incrementar el riesgo de infección intestinal por Clostridium difficile (27).
El retraso del vaciamiento gástrico se manifiesta con
náuseas, vómitos y distensión abdominal. En los pacientes con sondas para nutrición enteral, se vigilará
estrechamente el residuo gástrico cada cuatro horas, el
cual no debe superar los 250 ml. En caso de presentarse retraso del vaciamiento gástrico, se recomienda instaurar tratamiento con metoclopramida o eritromicina,
y si persiste, se avanza una sonda post-pilórica (28).
Moscote-Salazar y cols.
La primera medida para manejar la constipación es
la prevención mediante estimulación digital y medicaciones laxantes (30) tales como bisacodilo, a dosis de
10 mg diarios. En caso de que no se logre favorecer la
defecación tras 72 horas del inicio del tratamiento, la
dosis podrá incrementarse hasta 10 mg cada 12 horas y
podrá adicionarse sorbitol (30 ml cada 12 horas por vía
oral o sonda de nutrición) (28).
Cuidados urogenitales
En la fase inicial del shock medular, cesa por completo la actividad refleja espinal en las áreas por debajo de la lesión, lo que se traduce en arreflexia del tracto urinario inferior, que implica vejiga neurogénica
con llenado pasivo e incontinencia por rebosamiento
(13). La duración de esta etapa varía de días a semanas, antes de la recuperación de la actividad refleja
vesical (13, 31).
En la fase aguda, una vez se ha descartado la presencia de signos clínicos que indiquen trauma uretral
(sangrado en el meato urinario, introito vaginal, hematuria, próstata “flotante”, hematomas en región perineal), se realiza cateterismo vesical intermitente, el
cual se asocia con menor incidencia de infecciones del
tracto urinario, en comparación con la cateterización
permanente; por tanto, constituye el método de elección en pacientes con traumatismo raquimedular (13).
También se pueden utilizar otras opciones que están
asociadas a menor riesgo de infección del tracto urinario como la urofunda o el entrenamiento vesical (31).
El priapismo es otro evento agudo y generalmente
autolimitado, ocasionado por el aumento de flujo arterial en los sinusoides cavernosos con sobrecarga de
sangre oxigenada sin provocar isquemia ni acidosis,
por lo cual es raro que produzca secuelas. Se resuelve
de manera espontánea en el 62% de los pacientes en
un máximo de cinco horas sin necesidad de tratamiento específico. Su manejo es conservador, mediante la
aplicación tópica de hielo en el periné. No se recomiendan medidas como drenaje de cuerpos cavernosos
e inyección intracavernosa de fármacos alfaadrenérgicos (fenilefrina, adrenalina…) (31).
Profilaxis de la enfermedad trombo-embólica
venosa
La incidencia de trombosis venosa profunda en pacientes con traumatismo raquimedular varía de un 9
a un 100%. Las estrategias usadas para la prevención
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Perspectiva en Urgencias
en trombo-profilaxis incluyen: heparina de bajo peso
molecular (HBPM), heparina no fraccionada, medias
anti-trombóticas, dispositivos de compresión neumática intermitente y filtros de vena cava.
La recomendación actual es iniciar la profilaxis antitrombótica lo más pronto posible (<72 horas) y combinarla, lo que incluye una HBPM, que deberá asociarse
a dispositivos de compresión neumática intermitente
y/o estimulación eléctrica, ya que la profilaxis farmacológica exclusiva es insuficiente. En los pacientes que
requieren tratamiento quirúrgico, las HBPM deben
suspenderse 12 horas previas a la cirugía programada
y reiniciarse en las primeras 24 horas postquirúrgicas
(32). La recomendación de duración de la trombo-profilaxis es de tres meses.
Puntos clave
1. El abordaje inicial del paciente requiere la optimización de las variables vitales (tensión arterial, ventilación y oxigenación), tal como ha sido protocolizado en los pacientes poli-traumatizados.
2. La inmovilización debe aplicarse de forma rutinaria
en el paciente con hallazgos sugestivos de lesión espinal y en aquellos cuya evaluación clínica no sea confiable, hasta que se descarten a través de imágenes.
3. En los pacientes que requieren evaluación imaginológica y no presentan déficit neurológico, la TC
es el método de elección; mientras que en aquellos
con hallazgos sugestivos de lesión neurológica, se
hará evaluación adicional con IRM.
4. En la actualidad no existe tratamiento farmacológico útil para mejorar el pronóstico funcional de los
pacientes con lesiones medulares traumáticas. Los
esteroides (v.g. metil-prednisolona) no mejoran el
pronóstico vital ni funcional y pueden causar complicaciones graves e incluso la muerte (33).
5. El tratamiento intensivo debe enfocarse en la prevención y el manejo de las anormalidades ventilatorias y cardiovasculares relacionadas con la
debilidad muscular y la pérdida de la inervación
autonómica.
6. Gran parte de la morbilidad y mortalidad se asocia con alteraciones gastrointestinales, urinarias y
enfermedad trombo-embólica venosa, por lo que
su tratamiento debe ser instaurado pronto, desde la
fase aguda del trauma.
Volumen 1 Número 2, 2015
Conclusiones
El trauma raquimedular representa una condición
clínica devastadora y un gran problema socioeconómico, y es por tanto un problema de salud pública. La población más afectada son adultos jóvenes laboralmente
activos, de ahí que las consecuencias de esta entidad
impacten de manera significativa la economía de los
países. En cuanto al personal de salud, es importante
que este conozca y domine todos los aspectos básicos
de la atención inicial de esta patología de modo que
se garantice un abordaje adecuado y se le brinden al
paciente los mejores resultados posibles. Así mismo, la
atención de estos pacientes debe ser multidisciplinaria,
puesto que es preciso resolver las distintas afecciones
que se dan como resultado de esta patología, ofrecer
una mejor calidad de vida y aumentar de esa forma su
esperanza de vida. Es importante, además, hacer énfasis en la prevención de estos eventos, sumando estrategias no solo de salud pública sino de programas
educativos dirigidos a mitigar los índices de accidentalidad y de violencia, los cuales figuran como unas
de las principales causas de traumatismo raquimedular.
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