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CÓMO COMUNICAR
MALAS NOTICIAS / Alberto E. Alves de Lima
ARTÍCULO
ESPECIAL
¿Cómo comunicar malas noticias a nuestros pacientes y no morir en
el intento?
ALBERTO E. ALVES DE LIMA*1
RESUMEN
Recibido: 4/2003
Aceptado: 5/2003
Dirección para separatas:
Dr. Alberto E. Alves de Lima Blanco Encalada 1543 (1428)
Buenos Aires, Argentina
E-mail: [email protected]
Palabras clave
Comunicar malas noticias es, probablemente, una de las tareas más difíciles que deben enfrentar los profesionales de la salud. Aquellos profesionales que trabajan en unidad coronaria,
terapia intensiva, sala de emergencias y oncología pueden verse enfrentados con el hecho de
tener que comunicar malas noticias con mucha frecuencia y esto puede ser un motivo de gran
ansiedad. Los receptores de las malas noticias difícilmente olvidan dónde, cuándo y cómo les
fue comunicada una mala noticia. Estudios realizados al respecto han demostrado que una
comunicación no efectiva puede tener un impacto adverso de larga duración y ser un factor de
gran importancia en la provocación de conflictos legales. Podemos definir mala noticia a aquella que drástica y negativamente altera la perspectiva del paciente en relación con su futuro.
Con el fin de facilitar esta tarea presentaremos un protocolo de seis pasos descripto por Buckman
y colaboradores que puede ser de utilidad para cumplir esta tarea: 1) preparación, 2) descubriendo qué sabe el paciente, 3) reconociendo qué quiere saber, 4) compartiendo la información, 5) respondiendo a las reacciones del paciente y 6) planeando en futuro. Se trata de un
modelo práctico y dinámico desarrollado para aplicar en el día a día.
REV ARGENT CARDIOL 2003; 71: 217-220
> Educación médica - Malas noticias - Habilidades de comunicación
INTRODUCCIÓN
Comunicar malas noticias es, probablemente, una de
las tareas más difíciles que deben enfrentar los profesionales de la salud. Los profesionales que trabajan
en unidad coronaria, terapia intensiva, sala de emergencias y oncología pueden verse enfrentados con el
hecho de tener comunicar malas noticias con mucha
frecuencia y esto puede ser un motivo de gran ansiedad. (1) Los receptores de las malas noticias difícilmente olvidan dónde, cuándo y cómo les fue comunicada una mala noticia. (2, 3) Es así que resulta imprescindible que los profesionales involucrados en estos procesos reciban educación y entrenamiento para
adquirir habilidades para desarrollar una comunicación eficiente de malas noticias. (4)
¿QUÉ ES UNA MALA NOTICIA?
Podemos definir mala noticia a aquella que drástica y
negativamente altera la perspectiva del paciente en
relación con su futuro. De esto se desprende que lo
“malo” de la noticia depende de cuál es la perspectiva
del paciente en relación con su futuro, perspectiva
única e individual. (5) Las malas noticias suelen vincularse a situaciones terminales, pero incluyen otras,
como informarle a una embarazada el hallazgo de una
malformación en su hijo o a una adolescente con polidipsia, poliuria y pérdida de peso que padece diabetes. (6) Además, un momento inadecuado podría ser
otro ejemplo de mala noticia, como la necesidad de
una angioplastia durante la semana del casamiento
de una hija, o una incompatibilidad laboral, como el
diagnóstico de temblor esencial en un cirujano
cardiovascular.
¿POR QUÉ ES DIFÍCIL COMUNICAR MALAS NOTICIAS?
Se trata de una tarea no placentera. Los médicos no
desean quitarle la esperanza al paciente. Por otro lado,
muchos temen la reacción del paciente o la de los familiares o la dificultad para resolver una respuesta
emocional determinada. (7) Existen varios factores
para tener en cuenta:
Factores sociales
En este momento, la mayoría de las culturas occidentales tienen como principios básicos la juventud,
la salud y la riqueza. No se busca aquí abrir juicios
de valor sobre estos conceptos, sino sólo señalar la
visión general en la mayoría de las naciones desarrolladas. Aquellos que no reúnen estos principios son
marginales: viejos, enfermos y pobres. Cuando le de-
* Miembro Titular SAC
1
Jefe de Unidad Coronaria y Director de Capacitación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires
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REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 71 Nº 3 / MAYO-JUNIO 2003
cimos a un paciente que está enfermo de algo le estamos diciendo que su valor “social” está disminuyendo. Esta sensación es aún más dolorosa cuando la mala
noticia implica el riesgo de morir.
Factores del paciente
Es muy difícil estimar el impacto de una enfermedad
en un paciente desde nuestro propio conocimiento de
esa enfermedad. Muchos pacientes asumen con total
naturalidad enfermedades que para nosotros serían tremendas. El impacto de una enfermedad sobre un paciente puede evaluarse solamente en el contexto de la
propia vida del paciente. Existen técnicas (que se detallan más adelante) que nos permitirán entender mejor
el impacto de una enfermedad sobre el paciente.
Factores del médico
Existen varios factores propios del médico que interfieren en el momento de comunicar malas noticias:
– Miedo de causar dolor: las malas noticias causan dolor. Fuimos educados para aliviar dolores y
cuando los provocamos durante un procedimiento (sutura o una cirugía) estamos habituados a aplicar
anestésicos o analgésicos para aliviarlo. Lamentablemente, no existen anestésicos para aliviar el dolor que
provocan las malas noticias.
– Dolor empático: en nuestra práctica profesional
solemos sentirnos incómodos frente al momento de
comunicar una mala noticia y no advertimos que nuestra incomodidad es debido al estrés del paciente. Estamos experimentando la contraparte “empatía” de
la experiencia del paciente.
– Miedo de ser culpado (culpar al mensajero): en
general, las personas encuentran difícil afrontar las
malas noticias cuando llegan y tienden a personalizarlas sobre otras personas (usualmente el mensajero) y descargar su ira y enojo con esa persona.
– Miedo a la falla terapéutica: en los últimos años
los avances en la técnicas de diagnóstico y tratamiento han creado la ilusión de que existe una pastilla para
todos los males y así de algún modo se niega la posibilidad de la muerte. Por ello la falla terapéutica se vive
como un fracaso.
– Miedo legal (judicialización del problema): el aumento de las demandas en los últimos años es
inobjetable. La “judicialización del problema” contribuye a generar en la sociedad el sentimiento de que
todo ser humano tiene derecho a ser curado y que cualquier falla se debe a algún error (ya sea humana o del
sistema) que debe tener castigo penal y civil.
– Miedo a lo desconocido: hemos sido instruidos
para seguir procedimientos convencionales. Existen
guías de tratamiento del coma o la diabetes. Pero en
general casi ningún profesional de la salud ha recibido instrucción formal sobre cómo abordar el problema de comunicar malas noticias.
– Miedo de decir “no sé”: no estamos educados para
decir “no sé”. Creemos que nos desvalorizamos si debemos afirmar esto. La honestidad mostrada por los
profesionales durante una entrevista aumenta la credibilidad y es un factor fortalecedor de la relación.
– Miedo de expresar emociones: los profesionales
de la salud (particularmente los médicos) tienen dificultad para expresar sentimientos. Existen algunas
razones: son entrenados para permanecer en calma
para poder pensar en forma clara y lógica. Así, cualquier reacción (enojo, depresión o angustia) se considera un acto no profesional capaz de debilitar nuestra
“imagen” frente al paciente o al familiar.
– Miedo de la propia muerte: es difícil estimar cuál
es el grado de miedo que un individuo tiene frente a
su propia muerte. De todas maneras, la mayoría de
los profesionales de la salud tienen algún grado de temor frente a la enfermedad y a la muerte y esto podría agravarse si el paciente se percibe como un similar al profesional mismo.
¿CÓMO COMUNICAR MALAS NOTICIAS? UN MODELO
DE 6 PASOS
El protocolo de 6 pasos descripto por Buckman y colaboradores (5) que se describe a continuación se trata
de un modelo práctico y dinámico que se ha desarrollado para aplicar en el día a día. Su aplicación no
insume mucho tiempo. A medida que el profesional
va tomando experiencia aprenderá cuáles son los pasos que no deberá evitar y cuáles podrá omitir.
Etapa 1: Preparándonos para empezar
En la práctica clínica es muy frecuente que antes de
iniciar la consulta estemos pensando en el paciente
anterior, en la larga lista de actividades que nos espera, en algún llamado telefónico u otros problemas de
índole personal. La alternativa es prepararnos a nosotros mismos para poder prestar la mayor atención posible durante el encuentro. Asegúrese de no ser interrumpido (telefonía celular, beeper, etc.). (8, 9)
¿Dónde?
Si es posible lleve al paciente y/o familiares a un lugar
privado. Si no tiene un ambiente privado para la entrevista y se encuentra, por ejemplo, en un área de cuidados intensivos, cierre las cortinas o las puertas. Esto
dará una sensación de privacidad. Evite dar información de pie y menos aún en los pasillos. En estas circunstancias es posible que conversaciones cruciales sean
interrumpidas por el carro de la comida o la limpieza o
cualquier individuo que casualmente pasa por allí. (4)
¿Quién debe participar?
Si en el ambiente hay una o más personas con el paciente pregunte gentilmente quién o quiénes son y cuál
es el parentesco o relación. Una forma sencilla es preguntar: ¿cómo está compuesto el grupo familiar? Si la
o las personas que están allí no muestran intenciones
de retirarse espontáneamente, pregúntele al paciente
si quiere que siga la entrevista con todos los presentes. (8)
CÓMO COMUNICAR MALAS NOTICIAS / Alberto E. Alves de Lima
Entrando en acción
Sea cortés y amable. Demuestre interés y respeto. La
conducta del médico, su comportamiento profesional, es
vital para permitirle al paciente sentirse bienvenido,
valorado y respetado. Salude adecuadamente (9, 10)
Etapa 2: Descubriendo qué sabe el paciente
Este paso está orientado a obtener una impresión de
cuánto sabe el paciente de su problema, fundamentalmente establecer cuán grave considera que está y de
qué modo ve afectado su futuro.
Preste mucha atención a tres aspectos centrales
de su situación:
1. Al grado de comprensión de su situación médica: ¿Qué distancia existe entre la realidad médica y el
conocimiento del paciente? En muchas oportunidades
los pacientes refieren no haber entendido nada o no
saber nada a pesar de que estamos seguros de que alguien habló con ellos sobre el tema con anterioridad.
Acepte esta conducta como un mecanismo de negación o incluso como un mecanismo de reaseguro del
paciente para comparar información que recibió de
otras fuentes.
2. A las características culturales del paciente: en
esta etapa preste atención al vocabulario que utiliza.
Qué tipo de palabras emplea.
3. A los contenidos emocionales de sus palabras.
Aquí debemos distinguir dos fuentes:
a) Verbal: trate de evaluar la implicación emocional de sus palabras y trate de identificar de qué tipo
de cosas el paciente no quiere hablar.
b) No verbal: es un proceso continuo que puede
reafirmar o contradecir la comunicación verbal. Se
entiende por ella a las posturas, las distancias, el contacto físico, los movimientos del cuerpo, la expresión
facial, el comportamiento visual, la voz, el uso del tiempo, la presencia física. (9, 10) Es necesario identificar
contradicciones entre el idioma verbal y no verbal.
Decodificar señales es una habilidad esencial para los
médicos que desean entender los sentimientos de sus
pacientes y un instrumento diagnóstico de gran valor.
Etapa 3: Reconociendo qué y cuánto quiere saber
Se trata de definir a qué nivel quiere saber qué es lo
que está pasando. Podremos identificar con claridad
qué es prioritario para la óptica del paciente. Existe
discordancia entre lo que el médico quiere decir y lo
que el paciente quiere saber. En una oportunidad, en
el momento en que transcurría una explicación detallada de mi parte sobre los pormenores de la cinecoronariografía a la que mi paciente iba a ser sometido,
al percibir su poca atención a mis palabras, le pregunté: ¿a usted qué le interesa saber del procedimiento al que va a ser sometido? “Si voy a tener frío”, me
respondió. Preguntarle al paciente qué quiere saber
es absolutamente inocuo y le da la oportunidad de
ejercer su preferencia. Si el paciente expresa el deseo
de no discutir la información, debemos dejar la puerta abierta para más tarde.
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Etapa 4: Compartiendo la información (alienando y
educando)
Si el paciente nos indicó que su preferencia es saber
toda la verdad de su enfermedad, adelante, estaremos
procediendo de acuerdo con su voluntad. Si nos indicó
que su preferencia es no saber los detalles de su enfermedad, procederemos entonces a discutir la estrategia terapéutica y los planes que se han de seguir. (5)
Es importante utilizar el vocabulario del paciente.
Deben tenerse en cuenta dos reglas básicas: el paciente tiene derecho a aceptar o rechazar cualquier
propuesta de tratamiento ofrecida y tiene derecho a
reaccionar y expresarse afectivamente de la manera
que considere mejor, siempre dentro del marco de conductas socialmente aceptadas. (5)
Dé información en “porciones” pequeñas. La información médica es difícil de entender y digerir, en
particular si se trata de malas noticias. Hable en castellano. Refuerce y clarifique la información impartida. Chequee frecuentemente el grado de comprensión.
Pregunte: ¿me entendió? Si le quedan dudas solicítele al paciente que le explique con sus propias palabras
qué entendió. Utilice material gráfico o video si lo tiene a su disposición. Permita ser interrumpido. Los
problemas o sensaciones profundas no emergen con
facilidad.
Etapa 5: Respondiendo a las reacciones del
paciente
El éxito de nuestro trabajo depende en última instancia del modo en que el paciente reacciona y cómo nosotros respondemos a esas reacciones. (5) Las reacciones pueden ser muy diversas.
Debemos tener en cuenta tres puntos básicos:
1. ¿La reacción del paciente o familiar es “socialmente” aceptable? La sociedad es de algún modo un
grupo de leyes y normas a través de las cuales un grupo de personas se identifica, se reconoce y contiene a
sus miembros. Por ejemplo: llorar es una reacción socialmente aceptada, pero correr descontroladamente
por el hospital no lo es. Frente a una reacción no aceptable (romper cosas, amenazar al personal) es imprescindible mantenerse en calma y decirle al paciente o
al familiar lo más firmemente posible que esa actitud
es inaceptable. En general, si uno logra mantenerse
en calma, la reacción pierde el impacto inicial y suele
autolimitarse. Si esto falla, será necesario pedir apoyo a colegas o incluso al personal de seguridad.
2. ¿La reacción es de adaptación para el paciente?
La reacción está ayudando a aliviar o a sobrellevar el
problema (es parte de la solución) o no está ayudando
a sobrellevar la situación (es un nuevo problema).
3. ¿Es modificable? Si la reacción está aumentado
la ansiedad del paciente, ¿existe alguna intervención
que puede ayudar?
Frente a este panorama existen tres puntos que
tienen que quedar bien claros:
a) El paciente sabe que su reacción está empeorando
el problema.
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b) El paciente tiene interés en cambiar sus actitud
(motivación).
c) Existen instancias de negociación con el paciente
para lograr el cambio.
Si la respuesta es no para los tres puntos, la solución es sencilla: la reacción no es modificable. Nada
podrá hacer. En este caso simplemente apoye y acompañe al paciente.
Etapa 6: Planes a futuro, seguimiento
En este punto de la entrevista, según el tipo de mala
noticia, el paciente puede sentirse abatido y confundido. El paciente está frente a usted para poder aclarar la confusión y reorganizar sus cosas a futuro. La
habilidad de afrontar y dar una solución a este problema es lo que distingue a un profesional de un amigo bien intencionado.
Ahora usted debe ofrecer una perspectiva positiva
y una guía, demostrando que se encuentra de su lado.
(9, 10)
Para ello deben tenerse en cuenta los siguientes
puntos:
– Acepte las opiniones y los puntos de vista del
paciente y sus familiares.
– Sensibilidad, para discutir temas conflictivos o
vergonzantes con madurez dentro de un marco de
máxima reserva.
– Reducción de incertidumbre: es uno de los mayores desafíos.
– Desarrolle explicaciones comprensibles que el
paciente pueda recordar.
– Desarrolle un plan conjunto.
- Clarificar los pasos que se han de seguir.
– Establecer planes de contingencia: explicar qué
hacer cuando las cosas no se producen como estaban
previstas es un factor básico de seguridad en la práctica médica, así como un elemento que colabora en la
consolidación de la relación médico-paciente.
– Hacer un resumen final: resuma brevemente lo
ocurrido durante la sesión y clarifique las dudas del
plan que se ha de seguir.
CONCLUSIÓN
Más allá del enorme desafío que significa comunicar
malas noticias, los profesionales de la salud involucrados en estos menesteres podrán encontrar una
enorme gratificación en ofrecer una presencia terapéutica eficaz en el momento de máxima necesidad
del paciente. No debemos perder la subjetividad pero
tampoco la objetividad. La ausencia de una de estas
dos características nos hará perder la personalidad.
El mensaje debe ser firme, pero a la vez con un delicado equilibrio entre prudencia y esperanza. Existe
mucha evidencia de que la actitud profesional y las
habilidades de comunicación desempeñan un papel
fundamental y decisivo en el modo en que el paciente
aborda su problema. Los límites de la medicina hacen que los pacientes no siempre puedan ser curados. Éstos son los momentos en que la profesionalidad
puede proporcionar alivio al dolor y esperanza sobre
el futuro del paciente.
Agradecimientos
A la Secretaria del Comité de Docencia e Investigación, Sra.
Nuria Olza, y a los doctores Jorge Albertal, Jorge Belardi,
Carlos Bertolasi y Francisco Maglio por su invalorable apoyo en la revisión de este escrito.
SUMMARY
How to break bad news to our patients without dying
in the atempt?
Breaking bad news is one of physician’s most difficult duties, nevertheless medical education typically offers little
formal preparation for this daunting task. Without proper
training, the discomfort and uncertainty associated with
breaking bad news may lead physicians to emotionally disengage from patients. Numerous study results show that
patients generally desire frank and empathetic disclosure
of a terminal diagnosis or other bad news. Focus training in
communication skills and techniques to facilitate breaking
bad news has been demonstrated to improve patient satisfaction and physician comfort. Physicians can follow a simple
six-step protocol developed by Buckman et al: 1) getting
started, 2) finding out how much the patient knows, 3) finding out how much the patient wants to know, 4) sharing the
information, 5) responding to the patient’s feelings and 6)
planning and follow through.
Key words: medical education – thruth disclosure – com-
munication
BIBLIOGRAFÍA
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