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EDITORIAL ESTILO DE VIDA SALUDABLE: UN RETO QUE VALE LA PENA John Duperly MD PhD, Felipe Lobelo MD La realización regular de actividad física moderada o vigorosa ha sido identificada claramente como un factor protector para enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo II y algunos tipos de cáncer 1-7. Adicionalmente, existen evidencias sobre los beneficios que tiene la actividad física en la capacidad cognitiva, la modulación del afecto, la reducción en la aparición de enfermedad cerebrovascular y la calidad de vida relacionada con salud 8-14. Sin embargo, al igual que ocurre con muchos tratamientos farmacológicos, la implementación de las recomendaciones internacionales en la práctica clínica sigue siendo muy pobre. Existen aún muchos profesionales de la salud poco convencidos de la gran importancia real del ejercicio en la prevención y manejo de las enfermedades crónicas, probablemente por falta de información seria sobre la evidencia actual. Contribuyen también factores como deficiencias en la educación médica actual, resistencia al permanente cambio en el conocimiento, presiones comerciales y situaciones anecdóticas contradictorias en la práctica clínica cotidiana. Nadie se atrevería hoy en día a negar el impacto negativo del tabaquismo sobre la salud, sin embargo todos conocemos casos aislados de fumadores aparentemente sanos (mientras no se practiquen procedimientos diagnósticos exhaustivos) y longevos, inclusive con una aceptable calidad de vida. La medicina basada en la evidencia rescata la importancia del pensamiento científico moderno y nos enseña a ponderar y clasificar la información que nos llega. Hemos aprendido entonces que las series de casos, las anécdotas e inclusive las opiniones personales sin un sustento epidemiológico adecuado, no deben ni pueden ser soporte suficiente para la toma de decisiones con nuestros pacientes. El sedentarismo es un factor de riesgo bien sustentado para enfermedad cardiovascular, obesidad y diabetes tipo 2 1-7. Sin embargo, sería simplista y atrevido pretender “curar o desaparecer” enfermedades complejas, controlando tan solo uno de los numerosos factores de riesgo que interactúan en el organismo para favorecer su desarrollo Porque hay “deportistas” que padecen eventos coronarios? Existen entonces multitud de respuestas. En muchos pacientes el factor genético asociado a dislipidemias, hipertensión y resistencia a la insulina es predominante y el ejercicio tan solo logra modularlo. También es frecuente asumir asociaciones de estilo de vida que no se cumplen en todo “deportista”. Algunos son fumadores, tienen aumento del tejido adiposo visceral y sus dietas son ricas en grasas animales. Pero quizás la mayor confusión está alrededor del concepto de “deportista” o individuo “físicamente activo”. En realidad, se trata de aclarar la dosis de ejercicio necesarias para generar los cambios metabólicos que nos protegen parcialmente de estas enfermedades. Para lograr efectos cardiovasculares y metabólicos óptimos es necesario alcanzar dosis cercanas a las 5 horas semanales de ejercicio aeróbico de moderada intensidad (aproximadamente 60-70% de la frecuencia cardiaca máxima). Estas metas son difíciles de alcanzar y requieren de altos niveles de motivación y convicción de parte del médico y su paciente, por lo tanto son pocos los verdaderos “deportistas o físicamente activos” que cumplen estas recomendaciones. Deportes tan agradables como el tennis o el fútbol por ejemplo, ofrecen picos de intensidad muy altos pero difícilmente permiten un ritmo aeróbico equivalente a una hora de trote, natación o bicicleta. También vale la pena resaltar que “estar una hora en el gimnasio” es a veces una mezcla de saludar, cambiarse, caminar lentamente de un aparato a otro, calentar, enfriar o hacer una rutina de pesas. Aunque la suma de estas actividades tiene indudables beneficios para la salud física y mental es probable que no cumpla con las dosis recomendadas para prevención de la enfermedad cardiovascular. No es muy claro aún, porqué la mayoría de pacientes hipertensos, diabéticos o con falla cardiaca en todo el mundo, siguen estando francamente por fuera de las bien documentadas guías de manejo. Pareciera que la difusión de la información a todos los rincones de la práctica clínica no fuera suficiente. Sabemos que antes de prescribir un medicamento en forma regular, el médico debe estar convencido de la eficacia y seguridad de este, conocer sus efectos secundarios, creer en el respaldo de una casa farmacéutica seria y transmitir su convicción a cada paciente. En muchos casos es recomendable permitir que el paciente participe en mayor o menor grado en las decisiones terapéuticas y son necesarios el control y la retroalimentación periódica para optimizar la adherencia. La dosis únicas, pocas interacciones farmacológicas y mínimos efectos secundarios son características que han demostrado mejorar la preocupante situación actual. Pero si existen dificultades en la terapia farmacológica, el panorama es aún más complejo para los hábitos de vida. Los cambios comportamentales mejor estudiados en salud se relacionan con tabaquismo, nutricion y actividad física y se han documentado algunas estrategias efectivas para alcanzar las metas: El terapeuta debe estar convencido y disponer de literatura e información para recomendar determinada conducta. El paciente debe ser escuchado con atención e interés; en sus respuestas e inquietudes esta la clave par una intervención efectiva. Es esencial encontrar un factor de motivación adicional a la salud, por ejemplo el contacto social, la figura y la estética, la diversión, la competencia, los viajes y el contacto con la naturaleza, la oportunidad de compartir en pareja o en familia. Se deben plantear metas concretas, factibles y prácticas a corto mediano y largo plazo ojalá por escrito y con monitoria y controles periódicos. El reconocimiento explícito a los pequeños logros mantiene la motivación y la constancia a largo plazo. Ante la epidemia mundial de obesidad y diabetes mellitas tipo 2, las máximas autoridades de salud pública en el mundo (OMS, PAHO, CDC) han declarado la promoción de estilos de vida saludable como una prioridad para la sociedad moderna. En nuestro país, la sociedad colombiana de cardiología ha aceptado este reto y requiere de la participación activa de todos sus miembros. Referencias 1. Powel KE, Thompson PD, Caspersen CJ, et al. Physical activity and the incidence of coronary heart disease. 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