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Capítulo
34
Manifestaciones
extraintestinales graves en
la enfermedad inflamatoria
Pilar Nos1, Fernando Gomollón2
Servicio de Medicina Digestiva. Hospital Universitari La Fé. Valencia.
Servicio de Aparato Digestivo. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.
Zaragoza.
1
2
INTRODUCCIÓN
Las manifestaciones extraintestinales son muy comunes tanto en la enfermedad
de Crohn (EC), como en la colitis ulcerosa (CU), pero pocas veces se presentan
con carácter de urgencia. Sin embargo, hay cuatro escenarios clínicos en los que
las decisiones rápidas son claves para el pronóstico a largo plazo del paciente:
la trombosis venosa profunda (TVP) (y su consecuencia más grave: el tromboembolismo pulmonar, [TEP]), la uveítis aguda, la monoartritis y el pioderma
gangrenoso.
En la enfermedad inflamatoria intestinal a menudo es muy importante la colaboración con otros especialistas (cirujano, radiólogo, estomatoterapéuta, nutricionista o psicólogo son sólo algunos ejemplos). En las entidades a las que
nos referimos el oftalmólogo, el reumatólogo o el dermatólogo son no sólo
colaboradores sino protagonistas del proceso clínico.
Una actuación tardía o inadecuada puede causar mortalidad (el TEP es la causa más importante de mortalidad en algunas series recientes de EII) o tener
consecuencias funcionales muy graves en los tres casos como la ceguera, una
artrodesis o una importante deformidad cicatricial: un proceso diagnóstico y
terapéutico rápido es esencial en los tres casos.
Cualquiera de estas cuatros complicaciones puede presentarse en pacientes con
o sin actividad inflamatoria intestinal evidente (puede no existir o ser asintomática). Por ello, es esencial la buena comunicación entre especialistas y que en
la actual situación de ausencia de historia clínica universal, el paciente informe
siempre a su médico del diagnóstico de EC o CU.
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Manual de Emergencias en Gastroenterología y Hepatología
TROMBOSIS VENOS PROFUNDA (TVP) Y TROMBOEMBOLISMO PULMONAR (TEP)
1. El riesgo de TVP, y en consecuencia de TEP, está aumentado en las enfermedades inflamatorias intestinales en actividad, más en la CU que en el EC,
y particularmente en los pacientes sometidos a cirugía. Este riesgo afecta por
igual a los pacientes jóvenes. El tromboembolismo es una causa muy importante
(y en estos momentos quizás la más importante) de mortalidad en los pacientes
hospitalizados por EII.
2. Siempre debe considerarse la profilaxis antitrombótica en los pacientes
con enfermedad inflamatoria que permanecen ingresados, y en ocasiones, incluso en los no ingresados. Salvo contraindicación formal, lo preferible es la
heparina de bajo peso molecular (HBPM).
3. La EII es una enfermedad protrombótica. Por tanto, debe ser considerada
entre los factores de riesgo para el desarrollo de trombosis venosa profunda y/o
de TEP. Este conocimiento es primordial para incrementar el índice de sospecha
del clínico, de manera que ante cualquier síntoma o signo clínico sugerente deba
activarse, de inmediato, el protocolo de referencia para cada centro.
4. La recurrencia es frecuente tras episodios trombóticos agudos, por lo que
hay que valorar también estrategias de prevención a largo plazo.
OJO ROJO/UVEÍTIS AGUDA
1. Un paciente con EC o CU está expuesto a la misma patología ocular que el
resto de la población, pero además tiene con mayor frecuencia epiescleritis y/o
uveítis aguda. De ahí, que el clínico deba tener siempre en consideración estas
patologías, ante la presencia de síntomas oculares.
2. El diagnóstico de uveítis es imposible de excluir sin una exploración física
realizada por una persona especializada (o sin los medios adecuados, como una
lámpara de hendidura). Por tanto, ante la presencia de un “ojo rojo”, el paciente
debe ser remitido para una evaluación oftalmológica urgente. Los síntomas son
dolor ocular, cefalea y fotofobia, y la afección es a menudo bilateral.
3. El tratamiento de una uveítis aguda requiere la administración local de
ciclopléjicos y de esteroides tópicos, junto con esteroides sistémicos. El tratamiento debe ser pautado por el oftalmólogo que ha de controlar al paciente
hasta la resolución completa del proceso.
4. Incluso en ausencia absoluta de síntomas, es preciso evaluar la actividad
intestinal para definir la estrategia de tratamiento a largo plazo.
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en la enfermedad inflamatoria
MONOARTRITIS
1. La presencia de una monoartritis aguda representa siempre un problema
de diagnóstico diferencial difícil, que exige del análisis del líquido articular. La
posibilidad de una artritis séptica o de una infección oportunista obliga al estudio inmediato del paciente con la colaboración del reumatólogo.
2. Excluida la artritis séptica o infecciosa, y otras causas de monoartritis in-
dependientes de las EII, el cuadro suele responder al tratamiento de la enfermedad primaria, cuya actividad siempre debe ser evaluada.
3. El dolor debe tratarse como en otros pacientes, pero dada la suscepti-
bilidad individual de algunos pacientes con EII a los AINEs es frecuente que se
requieran cambios individuales. La elección del AINE está muy condicionada por
circunstancias personales. Factores a considerar siempre son la historia previa,
la respuesta a la analgesia simple, o el riesgo de enfermedad cardiovascular. Los
inhibidores de la COX-2 son preferibles, especialmente para tratamientos de
corta duración, cuando el empleo de un AINE es estrictamente necesario.
PIODERMA GANGRENOSO
1. La aparición de una lesión cutánea, por simple que ésta pueda parecer,
debe suscitar siempre la sospecha de un posible pioderma gangrenoso, dado el
carácter polimorfo de esta lesión (figura 1A).
2. El diagnóstico diferencial es complejo y debe hacerse siempre con la co-
laboración del dermatólogo. Aquél debe incluir también las lesiones psoriasiformes asociadas con frecuencia al tratamiento con fármacos anti-TNF.
3. Algunas consideraciones resultan claves, antes de decidir el mejor tratamiento: 1) el diagnóstico exacto (EC frente a CU); 2) la actividad intestinal
de la enfermedad (activa vs. inactiva) y 3) la historia y tratamientos previos del
paciente.
4. Según los diversos escenarios, los fármacos indicados son los esteroides,
la ciclosporina o el infliximab. La falta de una respuesta rápida a los esteroides
debería promover las opciones de la ciclosporina o el infliximab de un modo
precoz (< 1 semana). Recientemente se ha considerado el infliximab como el
fármaco de elección en el pioderma refractario.
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Figura. A) Ojo “rojo” correspondiente a un caso de uveítis anterior; B) Uveítis posterior con
afectación retiniana. (Cortesía de los Drs Cabré y Domenech del hospital Germans Trias
i Pujol de Badalona [Ref. 3]). C) Imagen obtenida por US-Doppler que muestra trombosis
de la arteria hepática. Corresponde a un paciente de 48 años de edad, que en el curso
de un brote de su colitis ulcerosa, se presentó en Urgencias con un cuadro de dolor en
cuadrante superior derecho del abdomen asociado a una marcada elevación de los enzimas
de citolisis (> 20 LSN). La hipertransaminasemia fue atribuída a una hepatitis isquémica
aguda. (Cortesía del Dr. Nerín. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza). D)
Sacroileítis en un paciente con enfermedad de Crohn, sometido a hemicolectomía derecha
por una complicación fibroestenótica ileal. La persistente elevación de VSG en un período
quisecente de su EII, junto a la presencia de un dolor lumbar «inflamatorio» llamaron la
atención sobre la concomitancia de una patología articular. El paciente recibe tratamiento
con infliximab por este motivo (Cortesía de la Dra Roselló. Hospital San Jorge de Huesca).
Errores comunes en la práctica clínica
1. Es un error considerar que todo dolor articular es una manifestación extraintestinal de la EII.
2. Las artralgias descritas por los pacientes con una EII no siempre guardan
relación con la enfermedad. Es el caso de pacientes con artrosis o el de aquellos
que presentan artromialgias como efecto secundario de ciertas medicaciones.
Básicamente, las artritis periféricas asociadas a la EII se clasifican en dos tipos. El
tipo 1 (artritis pauciarticular) afecta a menos de 5 articulaciones de gran tamaño
(rodillas, codos, tobillos, muñecas, caderas y hombros) y cursa con episodios
autolimitados de aproximadamente 5 semanas. Generalmente aparecen de for-
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en la enfermedad inflamatoria
ma paralela a un brote de actividad de la EII y se asocia a una elevada incidencia
de eritema nodoso y uveítis. El tipo 2 (artritis poliarticular) afecta a 5 o más
articulaciones de pequeño tamaño y produce síntomas que persisten durante
meses o años. Su curso es independiente de la enfermedad y se asocian a un
incremento en el riesgo de uveítis. El diagnóstico diferencial, especialmente en la
tipo 2, debe realizarse con la artritis séptica, la artritis reumatoide y con la patología articular derivada de los efectos secundarios farmacológicos. Éste punto es
esencial, dado que hasta en el 10-20% de los pacientes tratados con derivados
tiopurínicos (azatioprina y mercaptopurina) y con fármacos anti-TNF (infliximab
y adalimumab) presentan artralgias erráticas como efecto secundario. En algunas
ocasiones éstas pueden ser invalidante, obligando a interrumpir el tratamiento.
3. La enfermedad tromboembólica constituye siempre una manifestación extraintestinal de la enfermedad.
4. Aunque la EII es un factor de riesgo independiente para trombosis (a di-
ferencia de otros procesos crónicos como la artritis reumatoide o la celiaquía),
cuando un fenómeno tromboembólico ocurre sin ninguna relación con la actividad de la enfermedad, debe tenerse muy presente la concomitancia de otros
factores de riesgo vascular, incluyendo el tabaquismo, la hipercolesterolemia y
la arterioesclerosis.
5. Es un error no heparinizar a los pacientes ingresados por rectorragias para
“evitar” empeorar el sangrado.
6. Como ya se ha mencionado en el capítulo 29, y siempre debe insistirse en
ello, a todo paciente hospitalizado por un brote de la EII, debe administrarse un
tratamiento para la profilaxis de los accidentes trombóticos. Diferentes estudios
retrospectivos coinciden en señalar que la incidencia de estos accidentes oscila
entre el 1,2 y el 6,7% y, de hecho, el TEP es una de las causas más frecuentes de
muerte en pacientes ingresados por un brote de EII.
RECOMENDACIONES
.
La colaboración con otros especialistas es esencial en el tratamiento de
determinadas manifestaciones extraintestinales en pacientes con enfermedad
inflamatoria.
.
La ausencia de actividad clínica intestinal no excluye la posibilidad de que
la complicación extraintestinal esté relacionada con la enfermedad primaria.
.
La prevención y el tratamiento precoz de las complicaciones trombóticas
son puntos clave, hoy en día, en el manejo de las EII, particularmente en el caso
de la colitis ulcerosa.
.
La presencia de rectorragias en la colitis ulcerosa NO contraindica en absoluto el uso de heparina de bajo peso molecular (a dosis antitrombótica).
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