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¿Trastornos de la conducta o adicciones?
Erika Flores
MÉXICO
La Línea entre las adicciones y trastornos de la conducta es muy delgada, señala la especialista
Silvia Morales Chainé.
El ejercicio, anorexia, comer compulsivamente, trabajo en exceso, el gusto por jugar y apostar, sexo
a todas horas y pasar demasiado tiempo en el celular e internet, no están catalogadas oficialmente
como adicciones porque no involucran el uso de drogas, sustancias, alcohol o tabaco. Aunque
algunos portales de internet definen estas actividades como "adicciones permitidas" en realidad son
trastornos de la conducta.
La Dra. Silvia Morales Chainé, responsable académica del Centro de Prevención de Adicciones Dr.
Héctor Ayala Vázquez de la UNAM, explicó que oficialmente una actividad es adictiva cuando
conlleva tolerancia y síndrome de abstinencia (por ejemplo en el caso de las drogas).
"Pero en realidad la línea entre las adicciones y trastornos de la conducta es muy delgada. De forma
diagnostica no están admitidas ni reconocidas; algunas de ellas como la vigorexia (exceso de
ejercicio) han demostrado alguna alteración en el cerebro, pero no al grado de hablar una afectación
permanente que no pueda ser revertida como en el caso de sustancias. Tal vez por ello es muy
complicado oficializarlas como adicciones” precisó.
¿Cómo saber cuándo cualquiera de estos comportamientos cotidianos se convierte en un
problema? Morales Chainé describió que puede detectarse cuando uno, son realizadas con una alta
frecuencia que altera la vida individual, familiar, de pareja, social, laboral y académica. Y dos,
cuando la persona detecta que no realizarla le causa ciertas sensaciones, provoca ansiedad y
acelera su corazón entre otros.
Sin embargo un adolescente o adulto pasa por alto las consecuencias en el momento en que
también registra ganancias con su conducta. Por ejemplo: alguien que es malo para relacionarse en
persona, puede ser muy bueno para hacer amigos vía internet y hasta convertirse en líder de un
grupo virtual. Hacer demasiado ejercicio puede cansar o provocar lesiones, pero también libera
sustancias que generan placer y adicción, además de ganar la atención de hombres y mujeres.
Jugar y apostar libera adrenalina y emoción ante la posibilidad de obtener mucho dinero, en lugar de
ver el que se puede.
“El individuo ve las ganancias inmediatas, pero no identifica las pérdidas a largo plazo que pueden
mermar su vida, además de afectarlo física y psicológicamente. Por eso enseñamos a estos
pacientes a entender qué ganan en ese momento; y qué pierden a largo plazo para sobre eso poder
decidir. Sólo así será más fácil hacer un cambio en su decisión” comentó esta especialista.
“Para ello requerimos hacer un trabajo motivacional a fondo para combatir sus resistencias, para
que se quede, siga el tratamiento y comprenda qué cosas pierde con su conducta y a qué cosas no
le da valor. Le enseñamos habilidades para manejar y transformar su situación”.
Estadísticamente estos trastornos son nuevos, por ello no hay aún un conteo oficial de cuántos son
y en qué lugares se desarrollan más; sólo se sabe que afecta más las zonas urbanas. Según la
Organización Mundial de la Salud es consecuencia de los nuevos estilos de vida y el desarrollo de
las nuevas tecnologías (celulares, videojuegos, internet).
Sin embargo Morales Chainé consideró que a pesar de la falta de estadísticas, estos pacientes
existen así sea sólo uno. “Si la persona detecta un problema que es frecuente, al que le invierte
mucho tiempo y que la forma en que lo realiza afecta otras áreas de su vida, puede pedir ayuda sin
tener que esperar a ser etiquetado o estigmatizado como adicto a algo. Estos trastornos debe recibir
apoyo político, social y de salud, aunque no sean reconocidos oficialmente como un problema. Por
ejemplo hay niños que tienen problemas como ser muy berrinchudos, inactivos, con oposicionismo
desafiante, violentos o excesivamente tranquilos; y si los padres no saben manejar esto, pueden
derivar en el futuro en enfermedades más serias e incluso adicciones. Y todo por no ver las señales
a tiempo para encauzar hacia una crianza positiva” describió.
Morales Chainé dijo que hay pocos médicos en relación al número de habitantes de la ciudad y que
por eso “no podemos esperar sentados a que lleguen los pacientes, debemos salir a buscarlos y ver
cómo hacerlo para ayudarlos”. Por esta razón este Centro de Prevención de Adicciones de la
UNAM trabaja también con pacientes externos, con cuotas de recuperación que van entre los 50 y
200 pesos. Lo único que se necesita es que el paciente detecte su problema y elija pedir ayuda.
Centro de Prevención de Adicciones Dr. Héctor Ayala Vázquez de la UNAM.
Retorno Cerro Acasulco #18, Col. Oxtopulco-Universidad, C. P. 04318 entre Copilco y Miguel Ángel
de Quevedo (a dos cuadras del metro Miguel Ángel de Quevedo.)
FUENTE:
Su Médico/Modulos
http://www.sumedico.com/nota7328.html