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DIARIO VIAJE CAMERUN 5-12 Septiembre 2014
¿Qué hago en Camerún?
Las razones de este viaje son conocer la realidad sanitaria de Camerún, de la
mano de un Jesuita local, el Father Emmanuel Nkeng, al que operé en
Valencia en verano de 2013 a través de su Orden, con el que establecí una
buena relación médico-paciente por su singular enfermedad y sobre todo
situación, ejemplo de la Medicina a la carta y la no validez de las Guías
Clínicas en muchos casos, y que a consecuencia de todo ello me ofreció venir.
Y la razón de escribir este diario es intentar explicar este país a mi familia y
amigos por si algún día volvemos además de hacer algo, escribir y reflexionar
sobre lo que la vida te muestra día a día, lo que nunca hago precisamente
porque no tengo lo que esta semana creo que me va a sobrar: tiempo.
La idea es conocer las necesidades y sobre todo la infraestructura que tienen
los 3 hospitales que me van a mostrar, la salubridad, la seguridad, el
alojamiento, etc, con el objetivo de poder plantear si lo veo posible y con el
apoyo de colegas y amigos, una ayuda más sistematizada y provechosa, tal y
como he vivido otros años en Guatemala con la ONG Solidaris.
El otro objetivo al que les he instado es conocer algún cirujano joven capaz
de aprender los mínimos conocimientos necesarios para en un futuro poder
asumir los postoperatorios de las cirugías urológicas, resolver las
complicaciones si las hubiera y asumir el seguimiento de los pacientes. Para
mí ésta es la parte más importante, por la regularidad que ello propone, de la
que se puede beneficiar todo el año la población local.
He de agradecer a mi familia y sobre todo a Elena, mi mujer, que pueda estar
aquí, pues estoy en mis vacaciones y, aunque ya estamos en rutina de trabajo
y colegios en Valencia, no estoy donde debería estar. Pero tanto esta vez
como cuando he ido a Guatemala otros años, siempre he sentido que mis
hijos están orgullosos de ello, creo que forma parte de su educación. Tanto
Elena como ellos me piden venir a estos viajes; lo hemos pensado muchas
veces, creo que aún no es el momento, pero no lo descarto en un futuro.
Viven en la hipnopia de la abundancia, no valoran lo que tienen, no conocen
otras realidades; tópicos que se saben, y que sabrían resolver a través de
Internet, pero que mamarlos desde la ubre te abre la mente, te desconecta y
te hace relativizar ciertos problemas como que no gane el Valencia CF, que
no te compren determinada mesa de estudio, que no puedas ir a aquella
verbena, que las faenas de la casa te saturen o que no te acepten un artículo
en una revista internacional, por mentar los últimos 5 "problemas" a los que
nos hemos enfrentado los 5 miembros de abajo a arriba de mi familia. Estos
viajes siempre me han acercado más a mi familia, pese a los miles de
kilómetros, pues siempre he pensado que estas vivencias son más reales y
provechosas si las proyectas en alguien, si se las inculcas a ellos, si las
imaginas con ellos. Conoces sitios y gentes que te apetecen que ellos
conozcan, además del inglés, las mates, la física, etc
Día Viernes 5 Septiembre de 2014​
;
Salgo de Valencia con destino Casablanca en el vuelo de Royal Air Maroc,
facturando 3 maletas; acepta dos maletas de 23Kg y pago una 3ª (55 euros)
extra, las tres repletas de material médico que me ha proporcionado el
Hospital 9 de Octubre y familiares y amigos.
En el aeropuerto de Casablanca, el trasbordo al 2º vuelo a
(​
http://es.wikipedia.org/wiki/Duala​
) Duala (Camerún) se hace pesado, pues he
de esperar casi cinco horas. Es curioso como a dos horas en avión de
Valencia este aeropuerto, que por los vuelos que observo, conecta con toda
Africa, es un escaparate de distintas razas, gentes y rasgos africanos que te
hacen pensar que estás mucho más lejos, cuando la distancia es la misma
que de Valencia a París.
En el aeropuerto de Casablanca inicio la lectura de “El Sueño de África”, de
Javier Reverte (Ed de Bolsillo, ISBN 978-84-9793-473-2), que me ha regalado
mi amigo el Dr. Eduardo Ferrandis, excelente otorrinolaringólogo y mejor
persona, compañero en el Instituto Valenciano de Oncología y al que hace
once años le picó el "Mal de Africa", y desde entonces ha recorrido ya más de
8 ó 9 países del continente negro. Conozco a más gente -mi hermano- a los
que les ha pasado lo mismo. Recomiendo su lectura, sobre todo si vienes a
África, porque tu sistema inmune se prepara para estimularse.
Día Sábado 6 de Septiembre de 2014​
;
Llego a Duala a las 5 am. Aeropuerto cutre y además en obras. No sé por
qué, pero en muchos países, momentos como la llegada a este aeropuerto te
recuerdan películas míticas como el Expreso de media noche o Casablanca,
donde tu futuro inmediato depende de un personal que sabes corrupto y
que no se rige con la lógica que tú vives, ni entiende tu visita como benéfica
ni le importa un rábano lo que te pase. Finalmente escudriñan mi visado y
me dejan pasar. Quizá les ha sentado mal que me haya puesto Relec
(repelente de mosquitos) vital para evitar las picaduras de mosquitos
-malaria, dengue, etc, y que pican más a la caída de la tarde y al amanecer ...
Están esperándome Father Emmanuelle (foto 1), el Jesuita que operé en
Valencia hace un año y el que me ofreció venir en labor humanitaria a
Camerún, junto a otro Jesuita, Father William, más joven. LLegan bien las 3
maletas (uff). Me llevan al colegio Libermann, de los Jesuitas, sito en el "city
center" de Douala, donde dan escolarización a unos 2000 niños. En el viaje a
las 5 de la mañana, ya compruebo que los semáforos aquí están de adorno, y
se supone que el que conduce es un cura
responsable y bien formado.
El colegio es más que humilde y muy justo. Me
gustaría que mis hijos lo vieran para que jamás se
quejaran del suyo. Me recuerda a la parte antigua de
mi colegio de los Salesianos de la calle Sagunto, pero
en cutre y sucio. Me dan una habitación con ducha
(fría), me indican donde está el WC comunitario, y
como llevo el sueño mareado, el Father me da una
locución en inglés que tienen en unos casquitos de
gente con experiencias extremas: gente encarcelada
injustamente al salir, supervivientes del Tsunami, un médico que ha
atendido la actual crisis de Ebola en Guinea Conakry, no tan lejos de aquí.
Realmente jamás hubiera escuchado este programa de la BBC en la radio del
coche en Valencia, pero que no sé si por el ambiente en el que estoy, me
resulta increíblemente enriquecedor; un mensaje común, ante situaciones de
este tipo, solo te tienes a ti mismo y a tu autocontrol. La desesperación y el
histerismo te matan antes y a fuego lento. Y una conclusión, saber perdonar
para poder olvidar. Voy mientras deshaciendo maletas y finalmente el sueño
me vence y me echo un rato (cama con mosquitera).
Me levanta a las 10am un chaparrón tropical, no hace calor pero se suda por
la humedad del Trópico. Subo a desayunar un café con leche al living room,
donde compruebo que aquí se habla más francés que inglés con los chavales
que aparecen por ahí. Cafetera de filtro de papel y leche en polvo, que
generan un manchado que jamás me tomaría en Valencia, pero aquí está
bueno. Considero una de las mejores virtudes del ser humano su capacidad
de adaptación. Me tomo mi Malarone (hidrocloruro de Proguanil, profilaxis
del paludismo) que ya llevo tomando 2 días y que de momento tolero
perfectamente.
A la hora del lunch, como con la comunidad de Jesuitas, unos 10, un pescado
muy rico y "misojo", un vegetal entre calcot y nabo, muy sabroso también.
Por la tarde el Father me lleva en su 4x4 a ver un Hospital en los suburbios de
Duala; la ciudad es lineal, caótica y sucia (foto 2). Miles de personas venden
todo en las calles, como en tantos otros sitios del tercer mundo. No se ve
hambruna -me confirman que nadie pasa hambre en Camerún-, pero sí
mucha falta de higiene y de probable inseguridad nocturna. Me llama la
atención un tipo de unos casi 2 metros que va desnudo por la calle, medio
drogado/borracho.
Foto 2:
Tras perderse más de una hora por unas
calles dignas del rally Paris Dakar, que creo
estarían mejor sin asfaltar, a base de
preguntar a gente el Father encuentra la
residencia de las Siervas de Jesús, Orden
española de monjas que rigen el Hospital
Católico Saint Albert Legrand de Bonaberi.
Son castellano parlantes, por lo que la
Superiora, Sor Maria Jesús Gómez, de
Burgos (foto 3), me pone al día de muchas
cosas referentes a la salud en Camerún.
Foto 3:
No existe Seguridad Social en Camerún tal y
como nosotros la entendemos. La gente
paga sus medicinas y sus tratamientos, y
depende de que los hospitales sean públicos o privados pagan más o menos.
Me enseñan su hospital, dependiente de la Diócesis, donde se nota lo que
estas mujeres han trabajado y trabajan día a día para inculcar orden, higiene,
asepsia, dignidad al enfermo en una palabra. Por ejemplo han prohibido a su
personal de enfermería que griten a los enfermos y que les roben
medicación, lo que al parecer es norma en los hospitales públicos. Es una
labor ingente, luchar contra una forma de vida que se rige por todo lo
contrario, pero absolutamente necesaria en medicina. Me muestran sus
dependencias y su único quirófano, sencillo, donde el que hace de
anestesista es un enfermero preparado para ello, donde solo se puede hacer
cirugía abierta, nada de endoscopia, laparoscopia, Rx, etc. Se lucha además
con una humedad extrema y una irregularidad en la corriente eléctrica que
se lleva por delante muchas veces los aparatos que pueden ir adquiriendo de
segunda mano, donaciones etc. Hemos cruzado los emails por si en un
futuro pudiéramos colaborar, pues me comenta que hay un cirujano joven
que hace herniorrafias que estaría dispuesto a aprender.
Día Domingo 7 de Septiembre de 2014​
;
Toque de diana a 5.30am, porque Father Emmanuelle me ha invitado a asistir
a misa en la Catedral de Duala a las 6am. Pese a ser cristiano no practicante,
sí lo soy en mi forma de vivir y pensar, con la que creo máxima más bonita
que nos dejó Jesús de "no desees para el prójimo lo que no desees para tí".
No tengo argumentos para rechazar su invitación. La catedral es simple,
como una iglesia de barrio, pero alegre. La misa, en francés, dura más de una
hora, pero es alegre. Hay un coro que canta con tonos e instrumentos
africanos (xylofonos artesanales, batería natural sobre un tronco de árbol,
maracas etc) que me fastidia no poder seguir en sus letras, medio francés
medio dialectos locales, pero que me contagia a mover mis pies y caderas a
su ritmo, cuando siempre me ha costado bailar hasta agarrado. Veo a la
gente vivir la misa y sonreír tras comulgar, dar la paz con las dos manos y
mirándote a los ojos, realmente deseándote la paz, y no intentando quedar
bien, ligar o cumplir el expediente como he vivido tantas veces de pequeño.
A la vuelta a "home", el Colegio Libermann, vuelvo a desayunar con la
Comunidad Jesuítica y con la cuñada del Father Emmanuelle, que ha venido
de Stuttgart (Alemania) donde vive, de visita. Descubro una especie de
microhormigas que viven en la cocina y que han conquistado el microndas, y
que !son resistentes a las microndas!, pese a que el café con leche (en polvo),
sale hirviendo. En África todas las especies deben ser más duras, no solo la
humana.
Durante el desayuno el Father me enseña unas fotos raídas de su familia, me
sorprende que hay varias de los ataúdes y entierros de su hermano, madre
etc. Hay una de él, vestido de cura, echando tierra en el hoyo donde enterró a
su madre. Me ha sorprendido lo familiar que se entiende aquí la muerte, que
se celebra. Ayer Sor María Jesús me recalcó que de lo más difícil que tiene
entre los pacientes es convencerlos que se gasten dinero en medicinas y
salud, donde regatean y racanean, y no en celebrar grandes funerales, donde
son espléndidos. Me contó que los pediatras amenazan a que si se llevan a
un hijo con una infección y no le pagan los antibióticos, morirá, pese a lo cual
se lo piensan. Finalmente me dijo; "Si vienes a operar, se duro con ellos". Me
dejó acojonado.
Tras el desayuno salimos hacia Tibri, una localidad costera "turística" a
120Km-2.5h. Hasta ese viaje, que comparto con el Father y su cuñada, con
chófer incluido, lo que más miedo me daba es que me picara un mosquito y
me pasara algo, pero durante el viaje compruebo que lo más difícil en
Camerún es salir vivo sin pegarte un leñazo en coche. No hay reglas de
conducción. Rachel, la cuñada del Father, nigeriana, me dice que eso no es
nada comparado con Lagos. Bien, ya sé dónde no ir. He conducido en
muchos sitios, pero jamás el cremáster lo había tenido retraído hasta el
orificio inguinal interno y durante tanto rato. Para salir de Duala se pasan
cientos de enjambres de peatones, motos, carros, bicicletas, coches
destartalados y niños jugando al fútbol en las calles que ocupan todos el
mismo lugar, la vida se juega en cada metro, y la dirección es única. Carretera
de Duala a Yaoundé (http://es.wikipedia.org/wiki/Yaundé), el sentido de la
carretera da igual. Es una dirección que puedes usar para acá o para allá, por
la izquierda o por la derecha, por el arcén o mediante un triple
adelantamiento. Indescriptible.
Dentro de mi acojonamiento, observo regularmente pedazos de tierra de un
par de palmos en la carretera donde crecen espectacularmente los mismos
juncos verdes que a los bordes de carretera y ello me hace pensar en lo voraz
que es la selva con las estructuras, que se las come. También observo que a
veces esos juncos se secan. El asfalto se resiste a la selva. Bonita lucha pues.
Al rato me explican que cuando hay un accidente, a falta de triángulos de
aviso, arrancan los juncos y los ponen en medio de la carretera para avisar al
resto de conductores. Deduzco, por los secos, que luego no los quitan.
Cualquier interpretación occidental de África yerra fijo.
Pero lo peor estaba por llegar, porque una vez superado tras una hora de
caos los suburbios de Duala, entrado en carretera tortuosa entre cafetales y
palmerales, el chófer decide recuperar el tiempo perdido y va a 150Km por
hora ... cuando le recuerdo que en África no tengo ninguna prisa y que atrás
vamos la madre y el padre de 6 criaturas, reduce a 120Km/h, pero en cuanto
me descuido, vuelve a 150Km/h. Miro al cura, que en vez de rezar, va
dormido.
Finalmente llegamos a la costa atlántica, mar embravecido y de aguas
oscuras, costas arenosas rojinegras con rocas negras. Me llevan a una casa
que los Jesuitas tienen allá y que me ofrecen si vengo con gente. Pero si llevo
allí a gente me deja de hablar seguro, pese a tener playa semiprivada a 100
metros (foto 4, Father y Rachel, su cuñada). El turismo, tal y como lo
entendemos los occidentales, no existe en Camerún. Cuando tras la casa me
llevan al pueblo, me doy cuenta que los hoteles son cutres y Father me dice
que caros, a 30 o 40 euros la noche, pese a que el paisaje es bonito y las
playas espectaculares.
Foto 4
También vemos el mercado de pescado
del pueblo, supongo como los de España
hace 100 años, donde se te van los ojos, y
el puertecito lleno de las canoas de los
pescadores. El Father tiene mucho interés
en mostrarme los sitios de turismo del
país, inducido por mí ante la necesidad de
descansar y ver algo cuando vienes en labor humanitaria y además en tus
vacaciones, pues se necesita. Por ello nos alargamos unos 10 Km más al sur
por la costa hasta una cascada de uno de los inconmensurables ríos
cameruneses que muere en el mar, que no podemos visitar en las canoas
dispuestas para ello ni subir por el cauce del río a ver un poblado pigmeo por
falta de tiempo. Pero está claro que en todos los lugares hay cosas que ver y
conocer.
Foto 5:
Foto 6:
De vuelta a Duala (120Km-2.5h), entregado al chófer y al caos, vamos a comer
a un restaurante típico camerunés donde conozco a Jerry Etabong, el
ginécologo primo del Father, formado en Parma (Italia) y que se vino tras
estudiar medicina y especializarse allí y montó un Hospital en Kumba
(http://en.wikipedia.org/wiki/Kumba), su tierra natal. Emprendemos viaje a
Kumba (150Km, 3h), bordeando el Monte Camerún (pico más alto de
Camerún, > 4000 mts, volcán) que no se ve porque estamos en temporada
de lluvias y está nublado. La carretera también es caótica, pero al menos el
médico tiene más cerebro para conducir.
Llegamos a las 8pm, noche ya cerrada, y me reciben en su casa su mujer,
hijas, el que hace de gerente del hospital y el cirujano joven que le ayuda.
Cenamos spaguetti con parmesano, se nota donde se formaron. Luego
tenemos una charla a la fresca (yo embadurnado de Relec hasta las cejas) en
la que hablamos de cómo poder establecer una colaboración, donde ya
denoto el esfuerzo que este hombre ha hecho de Europa junto a las ganas de
triunfar en su tierra y hacer crecer su paraeta. Pero creo que eso lo tengo
que desmenuzar mañana, cuando vea el hospital.
Día Lunes 8 de Septiembre de 2014​
;
Tras desayunar en casa del Dr Jerry, éste y su mujer Caroline, matrona (se
conocieron en Italia) me llevan al Hope Parma Hospital (en Kumba-Kossala,
PO Box 516, Kumba, South West Region, Cameroon, tel (237) 33600015 / 33
600048). El Hospital fue inagurado en 2006 con el patrocinio de una ONG
italiana que Jerry creó durante su estancia en Italia, y que lo construyó pero
luego, con su venida aquí, desapareció y ya no recibe más financiación para
su funcionamiento.
Foto 7.
LLegamos a él a través
de
carreteras
embarradas, pues solo
está
asfaltada
la
carretera principal y se
sitúa a las afueras de la
ciudad. El Hospital está
ya en campo abierto,
rodeado de bananeras.
Tras bajar el jeep,
primera
sorpresa,
Comité de Recepción con los 8 trabajadores más capacitados del total de 41
que trabajan en el Centro. El gerente, el Jefe de enfermería, Ndobe Manaseh,
el enfermero que hace de anestesista y que controla todo el área quirúrgica,
el Dr. Bryan Anog, cirujano recién acabado, un estudiante de medicina que
está rotando aquí, el único celador-auxiliar-enfermero-hacelotodo de
quirófano y dos más que no se quién son. Obsérvese en la foto el cartel (foto
7); jamás creo que se me hayan recibido así en ninguna parte, y eso que
advertí que vengo a ver, escudriñar, plantear posibilidades de colaboración, y
no a operar pacientes. Creo realmente que esto condiciona toda mi visita,
porque he estrechado más manos que el Rey en la Pascua Militar, y todos me
han dado las gracias por venir. Lógicamente, aquí les hacemos falta y por
ellos no va a quedar. Luego entenderé sus planteamientos.
La epidemia de ébola, no en Camerún pero sí en los países circundantes, al
ser personal de riesgo por contactar con orina y sangre continuámente en
nuestras cirugías, me ha generado un debate interno que jamás me había
planteado, entre no venir o asumir los riesgos. Un debate que reconozco
incómodo e introspectivo. Tus compromisos frente a tu futuro, tu salud. Por
respeto a mi familia, a mis colegas de trabajo e incluso a mi país, asumir los
riesgos me parecía temerario y peligroso, pues aquí no sabes a quién operas,
aunque no hubiera podido operar a ningún paciente en el momento infectivo
del ébola, que no deja de ser una infección viral hemorrágica y que por tanto
es infectiva cuando el paciente está hecho un asco, febril o claramente
enfermo. De momento he aprendido de ello a saber intuir una infección viral
hemorrágica, a cómo protegerse de ellas, cómo se aislan, etc. Hacía tiempo,
quizá desde 3º de Medicina con la odiosa microbiología, que no estudiaba
esto. Me bajé archivos enteros de Internet al respecto, desde protocolos
internacionales hasta cómo se esteriliza agua con lejía. Por lo tanto decidí no
operar, y esquivar las preguntas, cariñosas pero desinformadas en la cola del
comedor de mi hospital en Valencia donde los compañeros me preguntaban;
¿Supongo que no irás al país ese del ébola? o ¿no harás la gilipollez de ir a
operar gente a la selva africana?. Las esquivaba, y las perdono. Pero me sentí
mal cuando comuniqué al Dr. Jerry que finalmente no iba a operar a los 20
prostáticos que me había preparado, máxime cuando él y Bryan Anog y el
resto de personal de este hospital siguen operando apendicitis, partos,
hernias y todo lo que se tercie en este hospital. Mal quiere decir egoista,
clasista e incluso racista.
Volviendo al hospital, me lo esperaba y no me lo esperaba como es. Me
explico. Esto está terriblemente sucio para nosotros y terriblemente limpio
para ellos. Aquí se ve de todo, pediatría, partos, cirugía general y por
supuesto medicina general. Tienen un programa de manejo de enfermos con
SIDA con los retrovirales que aporta el gobierno y otro para evitar la
transmisión materno-filial. Las salas de los enfermos son similares a las que
en su día conocí en La Antígua (Guatemala); 6 u 8 camas juntas por sexos.
También tienen enfermos aislados tras operaciones por infecciones. Me
llama la atención que hay habitaciones "privadas", donde el acompañante
tiene una cama y tienen baño propio, pues el resto es comunitario. Volvemos
al sistema con el que en principio hay que convivir, aquí todo el mundo paga
por su atención, tratamiento, cirugía o ingreso.
En Camerún hay 3 tipos de hospitales: los estatales, los privados y los de
misiones, regidos por órdenes religiosas. Como he dicho, en los 3 se paga, los
dos últimos por definición y el primero porque el país es tan corrupto que al
parecer la mayoría de la gente prefiere no ir a los hospitales públicos, porque
el propio personal roba lo poco con el que el gobierno los dota y al paciente
se lo venden a mayor precio en un sitio amañado para tal fin "si quiere ser
operado o tratado", dado que el hospital no tiene dicho material. Me han
llegado a comentar que en el top de la corrupción están los propios
enfermeros a los que si no untas no te ponen la medicación. Sin palabras.
Pese a tener 4 hijas, el Hospital de Kumba es el hijo al que más quiere el Dr.
Jerry Etabong, dado que es su fundador, 50% del staff médico y a su vez su
Director. Su mesa es digna de observar y no describir (ver foto 8). En ese
despacho hemos tenido dos largas conversaciones en cómo estructurar una
colaboración fructífera. Su principal problema hoy por hoy es que me jura y
perjura que en su Hospital se atiende a todo el mundo que acude, y que
luego ​
Foto 8
muchos no pagan, por lo que
tiene problemas para mantenerlo en
funcionamiento (41 trabajadores,
grupo electrógeno a fuel, luz etc...). El
tema lo tiene parcialmente resuelto
pues Caroline, su mujer y gestora de
las cuentas, realiza trimestralmente
un contaje de los impagados y lo
envían
a
Italia,
donde
sus
excompañeros y amigos organizan
conciertos, cenas benéficas, etc. y cubren el agujero.
Dado que la mujer me cuenta en una conversación independiente la misma
historia, y tras ver la trinchera, me creo esa historia. La primera y más fácil
forma de colaborar es enviándole dinero, como los italianos. La segunda en
dicha escala, enviándoles material. Sin embargo, la que acordamos más
interesante por ambas partes es enseñándoles cirugía abierta urológica,
básicamente adenomectomías, pues es una patología la hipertrofia benigna
de próstata que abordan hasta el sondaje o la suprapubica, pero luego el
paciente cae en un magma de difícil resolución, dado que los pocos
especialistas del país, unos 20 ó 30 para 22 millones de habitantes (censo no
fiable reconocido por ellos mismos) están lejos y les cobran mucho.
Por lo tanto dedico toda la mañana a revisar el material que tienen en
quirófano, a explicar el material que les traigo, a protocolizar la
adenomectomía retropúbica (Millin) y a listar las cosas imprescindibles para
su realización. También explico la selección de pacientes, la necesidad de
descartar patología uretral, la propia técnica se la dibujo al joven cirujano
Bryan Anog, al que insto a empollarse en mejores fuentes la misma. El
objetivo queda fijado en que si pudiéramos generar un grupo de un par de
urólogos y un par de enfermeras y agrupar 15 ó 20 adenomectomías en una
semana, pienso que pueden aprender la técnica, teniendo en cuenta que
entre ambos operan cualquier cosa de la cavidad abdominal. Les explico que
la resección transuretral de próstata sí que no puede enseñarse en una
semana y lo entienden. Me sorprende mucho la figura del
enfermero-anestesista, Ndobe Manaseh, un tipo super espabilado que
además de hacer lo que hacen mis anestesistas en Valencia, controla todo el
material de quirófano, sondas, antibióticos etc. Cruzamos emails.
Foto 9;
Pienso que el objetivo es sencillo, pero práctico, abriendo la oportunidad a
mucha gente para operarse en este país. No deseo ir más allá, Jerry Etabong
se refiere continuamente a que "Lord will dispose", y a lo mejor tiene razón
para el futuro, donde hacer más cosas sería posible. Les planteo promover la
vasectomía, culturalmente no aceptada; no se si les he convencido de ello.
Me preguntan por el screening de cáncer de próstata; no hay infraestructura
de biopsias, estadiaje y tratamiento ni una expectativa de vida que lo
justifique, y tan solo les explico que realicen en tacto rectal para descartar
cáncer localmente avanzados que complicaran la adenomectomía. Creo que
no recomendarles el PSA les ha contrariado. Les comento que sí deberíamos
aportar o ellos conseguir (quimera) un cistoscopio y un uretrotomo con
fuente de luz fría, para tener alternativas a un problema de sondaje o a
estenosis uretrales cortas. El resector fijo lo tenemos que traer y solo usar
nosotros.
A la tarde le pido a Caroline que me lleve al mercado local a hacer unas
compras de regalos. Quien haya estado en un mercado africano,
guatemalteco o árabe ya conoce la experiencia de sentirse con un miedo
infundado a que le tanguen a uno, se pierda o lo atraquen, pero la verdad es
que he estado en muchos similares y nunca me ha pasado nada de eso. Creo
que me atracan de una forma más descarada en el Club del Gourmet del
Corte Inglés y nadie deja por ello de ir. De todas formas, con ella las compras
se me facilitan mucho y con unos 25 euros tengo todos los regalos que voy a
llevar. Luego me recoge Jerry al que pido que me lleve a ver los hoteles de
Kumba, y veo un par con bungalows que son aptos para traer europeos; de
los otros dos mejor no hablar.
Al anochecer vienen de nuevo Father Emmanuelle con su cuñada Rachel
desde Duala, y nos tomamos junto con Jerry y un farmacéutico amigo una
cerveza camerunesa (33 se llama) en un bar con balcón asomado al caos de
la carretera principal. Con estos contertulios ilustrados en este lugar me
siento como Juvenal Urbino en 100 años de soledad, con conversaciones
probablemente muy distantes a lo todo lo que se mueve frente a nosotros.
Entre el espectáculo de gente arriba y abajo, millones de motos atiborradas
de gente (es el medio de transporte público que tienen en vez de taxis) que
lleva desde microondas a cerdos, me sorprende que veo pasar de forma
regular preadolescentes perfectamente uniformados con un colchón
enrollado bajo el brazo o en sus cabezas, además de libros y maleta,
buscando al moto-taxi de turno. Esto ya se me escapa y el Father me explica
que se van al internado pues mañana empiezan el colegio y claro, se llevan el
colchón. Antes de ir a cenar Father me lleva a su casa original, humilde no, lo
siguiente. En ella viven hacinadas unas 8 ó 10 mujeres de todas las edades,
una recién parida con un bebé de 3 semanas, todas ellas con algún vínculo
familiar que no llego a entender por lo enrevesado.
La más lista de todas esas mujeres se llama Angela, esbelta y guapa, muy
tímida. El Father me explica más tarde que Angela es su ahijada porque se le
puso el nombre de la madre del Father, ello crea un vínculo familiar en la
familia africana mucho más importante que el nuestro, hasta el punto que
ahora vive con su familia y el Father me ha pedido ayuda a mí en particular
para cubrir dos de los tres años para estudiar enfermería, pues él solo puede
pagarle uno. En total unos 1600 euros en 3 años, a los que cómo no, me
comprometo a colaborar. Esa propuesta me la hace el último día de mi viaje,
no hoy. Volviendo a la casa de la familia del Fahter, os quisiera presentar la
alegría de África, una niña de 3 años, de esas que mi mujer robaría, con una
alegría y orgullo que me achica el corazón; me enseña toda la casa, donde si
hay que resaltar algo son las dos macrotumbas de los padres del Father
situadas en medio del patio, de las que me había enseñado fotos echándoles
tierra el día que murió su madre. Lógicamente se gana el Kit-Kat que me
había comprado de resopón. Lástima que la cámara se ha quedado sin
batería, porque sin duda la niña, de la que no puedo acordarme el nombre y
el Father no sabe (?¿!?!) sería un reclamo para traer aquí a mi mujer.
Cenamos en casa de Jerry y Caroline, donde estoy alojado, de nuevo un mix
italo-camerunés con rissoto a la milanea y tilapia de río, a cuál más sabroso.
!Viva la mezcla de culturas! Tras la cena me vuelvo a embadurnar de Relec
ante la propuesta de charlar nuevamente a la fresca, un poco avergonzado
porque ellos no lo hacen. En dos días he aprendido sucintamente que la
malaria se cura, recae, se trata, luego vuelve pero menos, nunca te
inmunizas, en fin, que convive con ellos, pero que no les obsesiona como a
nosotros. Repasamos el día y finalmente llegamos al "acuerdo" de intentar el
objetivo de enseñarles a operar próstatas abiertas e intentar hacer nosotros
por endoscopia las que estén indicadas, y ante su oferta derivada de mis
perjuicios a que la gente de aquí pagara algo por nuestras cirugías, me
ofertan como solución, derivada de la misma mentalidad mixta que tienen
europeo-camerunesa, la posibilidad de que si yo consiguiera fondos podría
cubrir los costes hospitalarios de las cirugías que pudiésemos hacer, o por lo
menos parte de ellos, repercutiéndo el resto a los pacientes que operáramos
que sí pudiesen afrontar dichos gastos en beneficio de los que, de otra
forma, engrosarían la lista que trimestralmente envían a Italia para subsistir.
Sugerente idea a masticar. Me despido de ellos, pues el Father me recoge a
las 6am.
Foto 9. Caroline en la farmacia del Hospital, que también controla ella
Día Martes 9 de Septiembre de
2014​
;
He quedado con Father y el chófer
a las 6.00 am, pero a las 7.30 ha
llamado que está en el taller con el
coche. Este tiempo de espera
desvelado, oyendo los ruidos del
despertar de Kumba, me hace
pensar que allá donde he ido con
el Father, siempre hemos llegado
una hora tarde como mínimo. Aquí
todo se relativiza mucho y lo de los horarios es diferente. Aquí no hay prisa, e
incluso yo, que estructuro mi vida habitualmente por horas y aprovecho para
hacer algo cuando tengo diez minutos libres, me resigno y adapto (otra vez la
capacidad de adaptación como gran virtud, aunque en determinadas
situaciones también puede ser muy negativa, pero no aquí en África).
Mientras espero charlo con Francis, un chaval atlético que es enfermero y
además vive en la casa del Doctor Jerry como encargado de todo. Nos ha
conducido, servido la mesa, nos ha echado agua tras comer la tilapia con las
manos, eso sí, él también en la mesa, le he visto con pacientes en el hospital,
no me deja levantar una maleta del suelo, y está a disposición de cualquier
cosa que le pida. Me ha explicado que esto es así porque Jerry es su
benefactor, palabra que se dice igual en inglés que en español, dado que le
ha pagado su formación como enfermero. Lo que no sé hasta cuándo sigue
ese vínculo.
Finalmente aparece el Father con otro chófer al del día de Tribi (se lo
agradezco) con el mismo 4x4. Esta vez se trata de James, fenotipo Myke
Tyson, al que he de agradecer seguir vivo porque conduciendo a lo
camerunés, la realidad es que no hemos tenido ningún percance. James es
un buen ejemplo de economía de supervivencia, unos 30 años, 3 hijos,
trabaja haciendo ataúdes en un negocio de su tío y hace de chófer de la
familia cuando se le requiere. Habla el "pigEnglish", en términos más
académicos el inglés roto o "broken English", una mezcla de inglés, francés y
dialectos locales que hacen que el inglés sea ininteligible. Esta jerga es la que
habla la gente del pueblo y por tanto ante un inglés de Oxford puedes inducir
que esa persona tiene estudios o está por el motivo que sea más cultivada.
Porque el viaje hasta el Hospital de Shisong, en Kumbo, que el Father me
había advertido que sería pesado, de unas 6-7 horas, dura casi 14 horas-unos
300 Km aproximadamente. Por resumir el cuento, hemos atravesado cientos
de pueblos y muchas ciudades con sus respectivos mercados abarrotados de
gente y animales (foto 10) en donde es difícil hasta andar.
Foto 10 (la cámara ha cambiado la fecha no sé por qué):
Nos ha parado la policía en 3 ó 4
ocasiones; pero existe una ley en
Camerún que si eres cura, médico o
abogado no te pueden parar, no
entiendo por qué el último supuesto.
Nos han parado dos veces las
"Brigadas" para la seguridad en las
carreteras. En la primera parada nos
han multado por llevar el extintor
caducado, maletas a mi lado en el
asiento de atrás y no llevar yo el cinturón al no poder atarlo por las maletas.
Multa de 38 euros al cambio, una fortuna aquí, que el Father hubiera podido
evitar si hubiera aceptado la amable oferta de meterle al personaje unos 15
euros en su bolsillo y a correr. Cosa que ha podido negociar 50 Km más
adelante cuando una segunda patrulla de la impresentable Brigada nos ha
vuelto a parar, aceptando el relleno del bolsillo con unos 2 euros para poder
seguir al mostrarle la factura de la patrulla previa. Para cagarse.
Lo peor de un viaje al fin del mundo es además que en este país no hay
señales, por lo que al final te entregas a tu destino y te dejas llevar. Pero
ciertamente que tras muchas horas dando saltos en unos baches inhumanos,
carreteras de tierra, grava y asfalto, éstas últimas las peores, lluvia tropical,
niebla londinense, montañas, precipicios, tus costillas contusionadas por las
maletas convertidas en proyectiles y todo ello regado con interminables
canciones de curas en inglés y francés que sorprendentemente James tararea
en pigEnglish, han hecho de este viaje lo peor del viaje. He tenido mucho
tiempo donde lo físico me ha podido a lo mental y me he insultado a mi
mismo por dejarme engañar tan fácilmente. La puntilla ha sido cuando nos
hemos desviado a una ciudad, Bafussam, porque el Father le había traído
unos pescados en hielo a un amigo suyo. Eso nos ha hecho perder una hora
y media y me ha permitido descubrir el penetrante olor que me martilleaba
el cerebro dentro del jeep, que me ha alegrado comprobar que no era James.
Pero el Father está emperrado en que conozca el Hospital de Shisong por
varios motivos. Lo llevan unas monjas amigas de él, es de lo mejor a nivel
hospitalario del país y en él están las causas de toda esta historia. Me explico.
En este hospital tiene urólogo en plantilla. A resultas de lo que le hizo este
"colega", el Father decidió sabiamente venirse a España y por ello me he
chupado este infernal viaje que no le deseo ni a los del Barca.
Día Miércoles 10 de Septiembre de 2014​
;
Prácticamente no he visto el sol desde que llegué porque estamos en
temporada de lluvias. Ello hace que las noches son muy negras al estar
nublado, además de por las pocas luces que hay. En cualquier caso, aunque
hubiera estado iluminado, lo que deseaba era meterme en una cama que no
se saltara, frenara o esquivara baches igual que personas o motos. Por ello
no valoré el dulce y acogedor recibimiento que nos brindaron las monjas de
Shisong. Pero hoy me he dado cuenta al levantarme que he dormido sin
mosquitera y cubierto con mantas, que la habitación está inmaculada y que
!tengo agua caliente en la ducha!. Tras lo de ayer, me he ganado el cielo, pues
eso es lo que pienso cuando me despiertan los cánticos de las monjas a las
6:30h am.
Porque el premio es el Hospital de Shisong, un oasis en este país de caos,
suciedad y anarquía, en donde si tuviera que resumir mi corta visita al
mismo lo haría recomendándolo a cualquier colega médico al jubilarse si
quiere ayudar en el tercer mundo de forma útil, segura y provechosa.
Supongo que habrá más hospitales así en el tercer mundo, pero no tantos.
Me recuerda un poco al Hospital del Hermano Pedro en Guatemala, donde
he ido dos veranos a operar, pero la gran diferencia en éste es que aquí lo
que más quieren de ti es que les enseñes, que les ayudes a progresar, que
sumes a esta gran infraestructura sanitaria para donde estamos, sin duda de
lo mejor del país.
Fotos 11 y 12 (vistas exteriores Hospital Shishong):
El St. Elisabeth´s Catholic General Hospital (PO Box 8, Kumbo, North West
Region, Cameroon; tel (237) 22659959, www.shisonghospital.org) está en las
montañas entre Camerún y Nigeria, cuya frontera está a unas 4h de coche.
Está muy alto, rodeado de unas montañas repletas de vegetación tropical,
pero no me han sabido decir a cuantos metros. No hay mosquitos y se
agradece ir con chaqueta, lo que no me esperaba en el Trópico. Se fundó en
1935 por las Hermanas de San Francisco y actualmente lo controlan unas 30
de ellas, alguna blanca. Es un hospital de misiones, es decir, la gente paga
igual, pero la Superiora, la hermana Rufina, me detalla y muestra,
curiosamente igual que Jerry Etabong, la cantidad de impagados por gente
que se trata y luego no paga e incluso se escapa para no hacerlo, de lo que
deduzco que este es un mal generalizado, derivado de la corrupción de los
hospitales públicos y lógicamente de la pobreza de la gente.
Lo primero que salta a la vista es la limpieza y el orden, totalmente europeos.
El Hospital cuenta con 9 médicos generales, un pediatra, dos ginecólogos, un
cirujano general y el urólogo que trató al Father. Además cuenta con el
Centro Cardíaco, un satélite espectacular que funciona dentro del recinto
hospitalario, dependiente de donaciones de varias ONG europeas. Es único
en el país, se hacen desde electrocardiogramas (un lujo en Camerún), hasta
cirugía cardíaca infantil o de adulto, pasando por cateterismos, implantación
de marcapasos etc. Me lo muestra la Hermana Jethro Nkenglefac,
probablemente una de las personas más interesantes que he conocido en el
país. Mide 1.50mts pero rige este centro con una mezcla de alegría, orgullo y
responsabilidad que hace que te contagies. Además me resuelve todas las
dudas sobre la seguridad legal de los médicos extranjeros que acuden a su
centro como colaboradores, que me sugiere extensible al resto del país,
aunque en otros sitios es un tema que se deberá dejar mejor plasmado. Se
les pide un curriculum, la acreditación como especialista etc, pero me
comenta que la sola recomendación de alguien de fiar, como el Father en mi
caso, me abre todas las posibilidades sin ningún tipo de legalidad. La
Hermana sabe pinchar en la fibra, y si hubiera estado más tiempo con ella,
me veo en Shisong todos los veranos.
Foto 13; cartel en el Centro Cardiológico de Shishong
Pero ese sistema de acreditación puede
que tenga agujeros. Ella es la que me
confirma la rareza del urólogo que tienen
en el Hospital, de la que ya me habían
advertido la Superiora, la Hermana Ebama
Ruphina y el propio Father, al que
inicialmente no hice mucho caso por si no
era objetivo en su juicio, al haber sido uno
de sus sufridores. El personaje es un
¿urólogo? ucraniano de unos 60 largos,
que lleva en Shisong 15 años trabajando
con su mujer, que es la pediatra. Me
comentan que es celoso de su actividad y
que reniega de los visitantes. Tras mis
intencionadas
averiguaciones,
debe
tratarse de un cirujano reconvertido a urólogo o un urólogo de la antígua,
muy antígua escuela, pues no solo no hace laparoscopia, sino que reniega de
la endoscopia urológica, siendo estas dos últimas modalidades el 80% de la
actividad quirúrgica en urología actualmente. Hasta ahí podría no
reprocharle nada, e incluso lo he justificado ante la elegante y matizada queja
de las monjas, pero tras mi visita al hospital me he dado cuenta que es la
única persona que ni se ha levantado de la silla ni me ha tendido la mano,
por lo que sí que debe ser rarito el ucraniano. El remate a mi juicio se
consolida cuando la Hermana Jethro me comenta que están preocupadas
pues no enseña a nadie y se jubila en unos dos años, y creo que eso sí que es
imperdonable en un país donde la docencia se necesita más que comer. Me
quedo pues con las ganas de comentar con él, de buen rollo, qué le hizo al
Father, puesto que por falta de informes no pude reconstruir su historia
médica cuando lo conocí.
Completo una visita de unas tres horas por todo el hospital de la mano de la
Hermana Ruphina, presentándome a varios médicos, todos ellos gentiles,
amables y agradeciéndome mi visita. Sorprende la Unidad de pacientes con
SIDA, epidemia en el país, perfectamente controlada para el control de los
antiretrovirales. Conozco a un ginecólogo joven de plantilla, el Dr. Faustin, al
que hábilmente pongo en el brete ante la Hermana Ruphina de invitar a
Valencia un par de meses para aprender laparoscopia pasando por
pelvic-trainers, cirugía animal y luego asistirme a mí o a ginecólogos amigos.
Sin pensarlo mucho, me ofrezco a facilitarlo, en mi juicio profesional sé que
es la forma más práctica de ayudar a Shisong, pues ya tienen un
pseudourólogo que "opera y quita sondas", lo que no hay en los otros
hospitales que he conocido. En éste lo que quieren es aprender nuevas
técnicas, mejorar, en una palabra, progresar. Luego en un futuro, el "Lord"
dirá. Los ojos de Faustin se ingurgitan con la propuesta y la presencia de la
Superiora, ahí queda mi oferta, ya veremos. Lógicamente antes Faustin me
había preparado el terreno comentándome que él ha visto operar un útero
en una pantalla y que él quiere hacer eso.
Fotos 14 y 15; el Ginecólogo Faustin en la sala de Ginecología y con la
Hermana Ruphina en quirófano
El hospital también tiene UCI, incubadoras para prematuros, Escuela de
Enfermería, residencia para médicos, orfanato, capilla, talleres propios,
generadores de luz, una cantina limpia, capilla, vigilancia continua y unos
jardines donde los pacientes que pueden pasean al aire libre, todo ello en
quietud y orden que insisto, te seducen en este país. Es curioso como a todas
las pacientes que he pedido permiso para fotografía a ellas o a sus hijos me
han dejado, pero a los dos únicos pacientes operados con sonda a los que
intentado fotografiar, no me han dejado y he notado en ellos rabia contra
mí. No sé si es la testosterona o la influencia del urólogo.
Fotos 15-18; pacientes en el Hospital de Shishong
Otra anécdota buena ha sido cuando el Fahter me ha hecho la foto que
muestro más abajo con 3 hermanas y me ha dicho literalmente: "Pepe, you
give colour to this picture" (foto 19). Es un cachondo.
Finalmente nos hemos despedido de las monjas y a las 11h salimos hacia
Duala, unas diez horitas de nada, pero curiosamente se me hacen más cortas
y llevaderas, pese a tener que parar a reparar con silicona una perforación de
radiador en uno de esos talleres cameruneses frente a los que una
chatarrería española parecería el Corte Inglés. Volvemos a los baches, la
lluvia y a esquivar motos y personas como bolos, pero hoy llevo en el zurrón
la satisfacción de haber completado todo el espectro sanitario de este país.
Foto
20;
perforación
de
radiador
(y
paisajes
mientra
se
enfría)
Durante el viaje de vuelta pregunto al Father por qué hay tantas casas,
muchas veces grandes y buenas construcciones, sin acabar. Y me da tres
razones a cual más curiosa. La primera es la forma de "banking" que se estila
en Camerún. En vez de nuestras hipotecas, entre amigos o familiares se
prestan una misma cantidad de forma periódica, de tal forma que cuando te
toca recibir a ti construyes el primer piso, y lo que falta cuando te vuelva a
tocar. La segunda es que gente adinerada en Yaoundé o Duala se construye
segundas residencias sin prisa, para cuando se retiren. Y al hilo de ésta, la
tercera, la costumbre de enterrarse en sus propias casas, lo que permite a la
gente más tradicional, proveniente de la tribu Bamilakeke, la más extendida
en la parte anglófona de Camerún, poder desenterrar los muertos a los 3 o 4
años y quedarse con el cráneo, lo que al parecer aún sigue haciendo alguna
familia.
Día Jueves 11 de Septiembre de 2014​
;
En mi último día en Camerún, he decidido volver con las Siervas de Jesús al
Hospital en los suburbios de Duala. Creo que es donde más he palpado la
realidad sanitaria del país. Quizá el hablar con la hermana burgalesa en
español me da ese plus de entendimiento que siempre nos ofrece nuestra
lengua materna. Mientras desembalo la maleta que les he traído con material
urológico, le voy comentando a ella y a la hermana filipina que ha venido a
por mí mi periplo camerunés, mis ideas y mis planes.
Foto 21; explicando el material que les llevé, al que me ayudaron a clasificar y
empaquetar mis hijos y Gema, una vecina de su edad
Maria Jesús me vuelve a ratificar la
importancia de la docencia aquí. Sin
embargo, pese a aplaudir la potencial
propuesta mía de volver aquí para
concretar un periodo de docencia inicial
de la adenomectomía retropúbica y si
pudiéramos a hacer nosotros resección
transuretral de próstata, no coincide con
mi filantrópica idea de asumir los costes
hospitalarios de los pacientes a los que pudiéramos operar, dado que es de
la opinión que los cameruneses pueden pagar algo siempre, y que racanean,
cuando a nuestra medicina que ellos llaman moderna acuden tras haberse
gastado mucho dinero en la medicina tradicional y seguir enfermos. Me
cuenta casos dramáticos de niños que llegan intoxicados por algún potingue
de la medicina tradicional que incluso han llegado a morirse cuando los
reciben.
En esta segunda visita al Hospital Católico Saint Albert Legrand de Bonaberi
las Hermanas me presentan a Nelson Ayuk, un cirujano que acabó hace un
año, formado en Italia, con el que estoy hablando unas tres horas en las que
hablamos del proyecto y de mil cosas, pues me fríe a preguntas sobre
urología. En este tiempo me confirma al final de mi visita que ha aprendido
más urología que en su rotación en su residencia. Ayuk me da una
información más detallada de la situación de la urología en el país, que me
confirma que tiene unos 22 millones de habitantes, pues el censo no es muy
fiable. Trabajan en Camerún de 20 a 30 urólogos, casi todos formados en el
extranjero, solo dos hacen resección trans uretral y uno acaba de empezar a
hacer laparoscopia. Está asumido que los cirujanos hacen adenomectomías
transvesicales, y absolutamente en todos los casos se procede previamente a
un programa de autotransfusión sanguínea pues el 100% de las
adenomectomías se transfunden (la tasa de transfusión de una
adenomectomía retropúbica debe estar en torno al 15-20% en Europa). Los
precios de los especialistas son elevadísimos para el país, pero lo peor aún es
que los pacientes tampoco pueden asumir el tratamiento médico de la
hipertrofia benigna de próstata, unos 38 euros al mes. Entre los hospitales
católicos de la región se han puesto de acuerdo en que las tarifas de los
médicos sean 230 euros por una adenomectomía y de una RTU de próstata
unos 600 euros. También me sorprende que no sea en casi ningún hospital
hacer cistoscopia de forma rutinaria y que los médicos se tengan que jubilar
a los 55 años en la pública, yéndose la mayoría a los hospitales de misiones.
Foto 22. con la Hermana Maria Jesús y Nelson Ayuk
Por la tarde me devuelven
al Colegio Libermann.
Previamente
le
había
comentado al Father lo
horrible y sucia que me
parecía Duala, supongo
buen ejemplo de esas
ciudades portuarias del
tercer mundo donde se
juntan la economía de
supervivencia
con
la
macroeconomía
y los
negocios internacionales,
con el resultado de una ciudad caótica, hiperpoblada, mugrienta y con la
miseria como fachada. Al Father creo que no le cayeron bien estos
razonamientos como buen camerunés, que ve Duala como un signo de
progreso por lo que él ha vivido en este país. Por ello me lleva al Mercado de
Arte, que siendo mugriento tiene cosas bonitas, y a un supermecado para
europeos, en donde hasta tienen jamón ibérico.
De vuelta al colegio, empiezo a empaquetar, ducha y despedidas. En la del
Father he visto sinceramente un sentimiento de gratitud, generándose un
sentimiento de estímulo bidireccional entre ambos para por lo menos poder
intentar cumplir los planes que le he propuesto tras mi maratón por
Camerún. Este país, como todo el Tercer Mundo, se quiere dejar ayudar,
hacerlo ha de matizarse desde la humildad de que es tu grano de arena, sin
pretensiones irrealizables. Reconozco que el mayor beneficio se lo lleva uno
mismo ante el trabajo sin ánimo de dinero o mérito detrás, una especie de
egoísmo filantrópico que cuando pruebas, sueles repetir.
Día Viernes 12 de Septiembre de 2014​
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Para casa. Mi avión sale a las 3:50 am. Estoy medio muerto. Creo que me
llevo la información necesaria para poder proponer a distintos colegas,
médicos y enfermeras, crear un grupo de amigos y poder venir a hacer un
programa docente de adenomectomía retropúbica, trayéndonos el resector
para hacer nosotros las resecciones transuretrales de próstata que estén
indicadas. Es un proyecto del que se beneficiarán principalmente los
pacientes cameruneses, luego los médicos a los que podamos enseñar, los
hospitales locales por la publicidad que les dará y finalmente nosotros por la
experiencia de por lo menos haberlo intentado. Necesitaremos apoyos
anímicos y dinero para ello, pero estoy seguro que la predisposición a
hacerlo superará cualquier obstáculo, y habrá muchos. Ojalá el programa
docente cuaje y dentro de unos años pudiéramos llevarlo a otros sitios.
Cierro en el avión de Casablanca a Valencia.
Gracias por haber leído ésto.
Un abrazo
Pepe Rubio