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Autoras:
1
Ana Mª Giménez Maroto
2
Pilar Serrano Gallardo
1
Diplomada en Enfermería, Licenciada en Antropología,
Máster de Investigación en Cuidados. Jefa de servicio
de Enfermería, Subdirección General de Ordenación
Profesional, Ministerio de Sanidad y Consumo.
2
Diplomada en Enfermería, Licenciada en Documentación,
Máster en Salud Pública. Profesora de Enfermería,
EUE Puerta de Hierro, Universidad Autónoma de Madrid.
Dirección de contacto:
Pilar Serrano Gallardo
EUE Puerta de Hierro
Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda
C/ Manuel de Falla,1. 28222 Majadahonda (Madrid)
E-mail: [email protected]
Aceptada su publicación el 15/10/2008.
Este trabajo fue presentado en modalidad de ponencia
en el 1er Foro Metas de Enfermería, celebrado del
8 al 10 de octubre de 2008, en Madrid.
Imprecisiones
del proceso diagnóstico
enfermero
Resumen / Abstract
Inaccuracy in the nursing diagnostic process
Actualmente existe acuerdo sobre que la documentación de la toma
de decisiones presente en el proceso enfermero resulta imprescindible para mejorar la calidad de atención enfermera, gestionar los recursos, investigar sobre la mejora de los cuidados o enseñar a los futuros profesionales. La búsqueda de sistemas de documentación más
eficientes ha propiciado el desarrollo de herramientas como las taxonomías de lenguaje enfermero, los planes de cuidados estandarizados y las aplicaciones informáticas. Sin embargo, a pesar del indiscutible beneficio de estos avances tecnológicos, se están observando
riesgos derivados de su inadecuada utilización sobre los que merece la pena reflexionar.
El propósito de este artículo es poner de manifiesto las imprecisiones
identificadas en el proceso diagnóstico enfermero y señalar las consecuencias de éstas para la persona objeto del cuidado, la profesión
y la disciplina. Asimismo, se plantean posibles explicaciones de la
ocurrencia de estas imprecisiones, que parten del cuestionamiento
de la adecuación de las herramientas y del significado que las enfermeras otorgan a su utilización.
Finalmente, se concluye que el potencial beneficio de la tecnología
depende de cómo y para qué sea utilizada, ya que puede convertirse en algo perverso cuando su dominio constituye un fin en sí mismo. Por tanto, la competencia en el manejo de la tecnología debería incluir el dominio del proceso de razonamiento diagnóstico y el
desarrollo de pensamiento crítico.
Palabras clave
Diagnóstico enfermero; proceso enfermero; registros; planes de cuidados estandarizados; taxonomías; lenguaje enfermero; programas
informáticos; tecnologías.
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There is current consensus in that the documentation needed in the
decision making process present in the nursing process is essential
to improve the quality of nursing care, manage resources, investigate on the improvement of care or in the training of future professionals. The search for more efficient documentation systems has
prompted the development of tools such as nursing language taxonomies, standardised nursing plans and IT applications. Nonetheless, despite the unquestionable benefit derived from these technological advances, we are observing risks derived from their inadequate
use and hence some serious consideration is called upon to avoid
such risks.
The objective of this paper is to show inaccuracies identified in the diagnostic nursing process and to point out the consequences of these
inaccuracies for the person receiving the care, for the profession and
the nursing discipline. Possible explanations to the occurrence of these
inaccuracies are examined based on the questioning of the adequation of tools and the meaning nurses give to their utilisation.
Finally, the paper concludes that the potential benefit of technology
is directly dependent on how and for what purpose such technology is used, as it can easily turn into something harmful and perverse
when its mastery is in itself a goal. Thus, competency in the management of technology should also include the mastery of the diagnostic reasoning process and the development of a critical thinking process.
Key words
Nursing diagnosis; nursing process; registries; standardised nursing
plans; taxonomies; nursing language; IT programmes; computer programmes; technologies.
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Introducción
El proceso enfermero de atención al individuo, familia o
comunidad consiste básicamente en identificar los problemas de salud que son competencia de este profesional y en decidir cuál es el mejor tratamiento para los mismos, lo que conlleva la responsabilidad de evaluar los
resultados obtenidos (1,2).
Se trata de un proceso de toma de decisiones, en primer lugar sobre el diagnóstico, lo que implica, necesariamente, haber realizado una valoración y haber analizado e interpretado los hallazgos, para, finalmente, llegar a emitir un juicio; en
segundo lugar, la decisión es sobre la terapia o tratamiento enfermero que se va a llevar a cabo en función de los objetivos
a alcanzar. El proceso de toma de decisiones continúa con la
evaluación de los resultados obtenidos, lo que requiere su
comparación con la situación original, de tal forma que el
proceso vuelve a comenzar. Hasta aquí, el proceso enfermero no es diferente al que utilizan otros profesionales, tanto
del ámbito de la salud como de otras áreas de conocimiento, pues éste responde a la forma lógica de abordar la resolución de problemas con metodología científica.
Sin embargo, son los conceptos paradigmáticos de la disciplina enfermera los que confieren especificidad a este proceso de atención. Nuestra conceptualización de la persona, de la salud y del sentido de nuestra profesión es lo que
caracteriza la mirada enfermera, la diferencia y, por qué
no decirlo, la complejiza (3,4). Para la enfermera no es suficiente la sola identificación de la alteración de una función corporal, sino que la visión integral que tiene de la persona le lleva a explorar cómo ésta afecta al resto de
dimensiones (psicológica, social, espiritual) generando y
configurando una determinada respuesta global del individuo, que es la que la enfermera tiene que diagnosticar.
Si a esto le sumamos el dinamismo y la subjetividad de
nuestro concepto de salud y el hecho de que trabajamos
“con” la persona, para ayudarle a alcanzar “sus” objetivos
de salud, porque así es como entendemos nuestra misión,
el proceso enfermero se convierte en un reto apasionante, pero desde luego nada sencillo (5-7).
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La búsqueda del registro más adecuado continúa siendo
objeto de atención de los profesionales sanitarios en su
conjunto; se trata, fundamentalmente, de conseguir el formato que combine la posibilidad de incluir toda la información necesaria del paciente o usuario, de forma clara,
fácil de recuperar y en el menor tiempo posible.
A lo largo de la historia de nuestra profesión, y de acuerdo al grado de desarrollo de la misma, las enfermeras hemos utilizado la tecnología disponible para documentar el
proceso de cuidados. En nuestro país hemos pasado en
los últimos treinta años de la hoja de notas de Enfermería
al dossier de Enfermería (registro de valoración, de diagnósticos/problemas, de plan de cuidados, de alta de Enfermería, etc.) y, actualmente, a la informatización de este
último.
La utilización de planes de cuidados estandarizados se ha
convertido en una práctica muy extendida en nuestro Sistema Nacional de Salud, coincidiendo con el desarrollo de
la informatización de los procesos documentales de los
centros asistenciales (9), lo que ha facilitado la disponibilidad para la práctica clínica de dichos planes a través de
aplicaciones concretas. Los programas informáticos Gacela y OMI (10,11) son dos ejemplos utilizados en la Comunidad de Madrid para el registro del proceso enfermero en atención especializada y primaria, respectivamente.
Desde nuestro punto de vista, una herramienta clave en
la evolución del registro enfermero en estos últimos años
han sido las clasificaciones de lenguaje enfermero, conocidas como NANDA, NIC y NOC (12-14), que ofertan la
posibilidad de nombrar los problemas de salud que diagnóstica y trata la enfermera, las intervenciones de cuidados que realiza y los resultados obtenidos de los que es responsable. Además, cada una de las etiquetas puede ser
registrada mediante un código, lo que ha facilitado enormemente su empleo en aplicaciones informáticas.
Éstas particularidades del proceso enfermero no han impedido que las enfermeras, al igual que el resto de profesionales sanitarios, tengan que registrar sus decisiones e intervenciones, dado que son responsables de las mismas y
estas tienen influencia en el estado de salud de las personas atendidas.
A pesar del indiscutible beneficio para la profesión enfermera que supone disponer y utilizar estos avances tecnológicos, puesto que están destinados a facilitar la documentación del proceso enfermero y, por tanto, a hacer
más visible la aportación enfermera al cuidado de la salud (15), estamos observando algunos riesgos derivados de
su inadecuada utilización sobre los que creemos merece
la pena reflexionar, ya que pueden tener consecuencias no
deseables tanto para el paciente, como para la profesión
y la disciplina enfermera.
Actualmente existe acuerdo sobre que la documentación
del proceso enfermero de toma de decisiones resulta imprescindible. Legalmente estamos obligados a hacerlo, al
ser el ejercicio de la Enfermería reconocido por la ley
como una profesión titulada y regulada (8) y, profesionalmente, necesitamos hacerlo, porque sin dejar registro de
nuestra práctica es imposible mejorar la calidad de atención enfermera, gestionar nuestros recursos, investigar
para descubrir cómo mejorar los cuidados o enseñar a los
futuros profesionales.
Nos vamos a centrar exclusivamente en los aspectos relacionados con la documentación de la toma de decisiones sobre el diagnóstico enfermero y los problemas de salud del paciente susceptibles de ser abordados por la
enfermera, puesto que los errores o imprecisiones de ésta,
conllevan, inevitablemente, errores en las decisiones sobre
el tratamiento enfermero. Si no se identifica correctamente
el problema de salud, acertar con el tratamiento adecuado es una cuestión de azar, no de conocimiento, asumiendo
un alto riesgo de que el tratamiento no sea el adecuado,
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por lo cual se quebraría todo el proceso de cuidados (16).
Se produciría, por tanto, una fractura entre la necesaria
conexión que ha de existir entre lo que valoramos y que
nos sirve para diagnosticar, y entre lo que pautamos y que
nos habría de servir para resolver los problemas de salud
identificados.
El propósito de este artículo es poner de manifiesto dichas imprecisiones, así como las consecuencias que éstas
pueden tener en la persona objeto del cuidado, en la profesión y en la disciplina enfermera. Asimismo, se plantean
posibles explicaciones de la ocurrencia de imprecisiones
en la toma de decisiones sobre el diagnóstico enfermero.
Imprecisiones en el proceso de
diagnóstico enfermero
El ejercicio de identificación de imprecisiones, errores y
omisiones en el proceso de diagnóstico enfermero que
se presenta en este artículo no pretende ser una revisión
exhaustiva del proceso de documentación del trabajo enfermero, sino que es el producto del trabajo de colaboración de las autoras en el campo de la formación académica y profesional, así como en el de la investigación sobre
el diagnóstico enfermero.
La identificación de imprecisiones ha sido realizada teniendo en cuenta la definición operativa de este diagnóstico que proporciona la NANDA (12), así como también se
asume el concepto de problemas interdisciplinares o de
colaboración, según los han definido Lynda Carpenito (17)
y Mª Teresa Luis y cols (7).
Las fuentes que nos han permitido obtener la información
han sido los planes de cuidados estandarizados de diferentes hospitales, planes de cuidados informatizados en
Atención Primaria, protocolos de cuidados publicados en
libros y revistas de Enfermería, ejercicios de metodología
de los estudiantes de Enfermería e informes de Enfermería al alta, con los que las autoras hemos trabajado de manera continua a lo largo de los últimos años.
Las imprecisiones observadas se relacionan a continuación (Cuadro 1):
• Ausencia de datos de valoración que permitan contrastar la presencia de manifestaciones que sustenten
el juicio diagnóstico. En ocasiones se dispone de datos
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de valoración, pero son escasos, insuficientes o irrelevantes desde la perspectiva enfermera. Por ejemplo,
se diagnostica “deterioro de la movilidad” sin haber explorado la movilidad, con la única observación de que
el paciente se encuentra una gran parte del tiempo
sentado.
• Falta de valoración focalizada ante la evidencia de alteraciones, que permita validar la existencia del diagnóstico enfermero e identificar los factores relacionados. Es especialmente relevante la carencia de
valoración focalizada en lo que a fuentes de dificultad
se refiere y que, en última instancia, es la información
la que nos va a permitir discriminar entre un diagnóstico enfermero o un problema de colaboración.
Por ejemplo, ante una persona que refiere o manifiesta una dificultad para respirar (disnea) sólo la indagación sobre los factores relacionados o desencadenantes de esos signos y/o síntomas nos va a permitir
establecer que se trata, por ejemplo, de una “reagudización de EPOC secundaria a una infección respiratoria” o de una “intolerancia a la actividad relacionada,
por ejemplo, con la realización inadecuada de gimnasia respiratoria o el uso inadecuado de inhaladores”.
• Interpretación lineal de los datos de valoración que
ponen de manifiesto una alteración, etiquetando cada
una de ellas como un diagnóstico, lo que multiplica el
número de diagnósticos enfermeros emitidos sobre
un mismo individuo. En estos casos, frecuentemente,
unos diagnósticos son considerados factores relacionados de otros. Un ejemplo puede ser el siguiente:
– “Alteración del patrón del sueño relacionado con
dolor”.
– “Deterioro de la movilidad física relacionado con
dolor”.
– “Deterioro de la interacción social relacionado con
escasa movilidad física”.
Cuando en realidad puede ser que la persona se encuentre ante un problema de manejo o afrontamiento.
• Síntomas etiquetados como diagnósticos, cuyos factores
relacionados frecuentemente son la enfermedad y el tratamiento médico-quirúrgico. Fundamentalmente, aquí
nos encontramos con una equiparación directa entre
diagnóstico enfermero y signo/síntoma de una patología
y/o efecto secundario de un fármaco o de la realización
de una prueba diagnóstica. Por ejemplo,“náusea rela-
Cuadro 1. Imprecisiones en el proceso diagnóstico enfermero
•
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•
•
•
•
Ausencia de datos de valoración que permitan contrastar la presencia de manifestaciones que sustenten el juicio diagnóstico
Falta de valoración focalizada ante la evidencia de alteraciones
Interpretación lineal de los datos de valoración que ponen de manifiesto una alteración. Por cada dato alterado un diagnóstico
Síntomas, derivados la enfermedad y el tratamiento médico-quirúrgico, y que son etiquetados como diagnósticos
Etiquetar como diagnóstico enfermero problemas de salud que no pueden ser resueltos de forma autónoma por la enfermera
o cuya solución depende del tratamiento prescrito por otro profesional; comúnmente conocidos como problemas de
colaboración
Ausencia de identificación de los problemas de colaboración del individuo en los que la enfermera debe intervenir
Desconocimiento del individuo/familia de los diagnósticos emitidos por la enfermera o falta de reconocimiento del
individuo/familia del diagnóstico propuesto por la enfermera
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cionado con tratamiento quimioterápico”, “intolerancia a la actividad relacionada con prescripción de reposo absoluto tras infarto agudo de miocardio”, “estreñimiento relacionado con tratamiento con opiáceos”,
etc.
• Etiquetar como diagnóstico enfermero problemas de
salud que no pueden ser resueltos de forma autónoma
por la enfermera o cuya solución depende del tratamiento prescrito por otro profesional, lo que conocemos como problemas de colaboración. Los factores relacionados en estos casos casi siempre son la
enfermedad, sus manifestaciones o los tratamientos
médico-quirúrgicos.Algunos ejemplos frecuentes son
el “riesgo de infección relacionado con tratamiento IV
o sondaje vesical”,“deterioro de la integridad cutánea
relacionado con cirugía” o “patrón de respiración ineficaz relacionado con infección respiratoria”.
• Ausencia de identificación de los problemas de colaboración del individuo en los que la enfermera debe
intervenir, vigilando y controlando su aparición o evolución y, en su caso, administrando el tratamiento prescrito por otro profesional. Por ejemplo, las complicaciones potenciales de enfermedades como la diabetes
o la hipertensión, o las derivadas de procedimientos quirúrgicos comunes, como la hemorragia, el desequilibrio hidroelectrolítico o el tromboembolismo.Todo
ello constituye una verdadera invisibilización del trabajo enfermero,con las consecuentes repercusiones en
el ámbito de la organización del trabajo y la gestión, además de impedir la contribución al conocimiento enfermero en este área.
• Desconocimiento del individuo/familia de los diagnósticos emitidos por la enfermera o falta de reconocimiento del individuo/familia del diagnóstico propuesto por la enfermera, lo que genera confusión y
supone la invalidación del mismo.
lación a su salud, si ésta no se lo enseña, no le presta ese
servicio. La seguridad de los pacientes y usuarios se compromete (19), dado que no se evalúa lo que no existe o no
se ha identificado como problema enfermero.
Consecuencias de las imprecisiones
del proceso diagnóstico
Los registros enfermeros que informan exclusivamente
de los aspectos relacionados con la enfermedad y el tratamiento médico-quirúrgico, pueden ser de utilidad para
la investigación de la colaboración enfermera en ese campo, sin embargo, no contribuyen a la ampliación del conocimiento propio de la disciplina enfermera.
Las imprecisiones del proceso diagnóstico pueden repercutir en el proceso de cuidados enfermeros, produciendo un impacto negativo tanto en la persona objeto
del cuidado, como en el profesional de Enfermería y en el
desarrollo de la disciplina.
Consecuencias para el paciente o usuario
La persona objeto del cuidado no sólo no se beneficia del
cuidado enfermero significativo y relevante para su situación de salud que le proporcionaría el diagnóstico enfermero correcto y que le permitiría autocuidarse o ser más
independiente, sino que puede sufrir daños o complicaciones por planteamientos incorrectos, ausencia de derivaciones a otro profesional u omisiones de cuidados relacionados con la enfermedad o el tratamiento
médico-quirúrgico, cuando los problemas de colaboración
no se han contemplado o se confunden con diagnósticos
enfermeros (16, 18). La persona difícilmente se va a hacer
una idea de lo que una enfermera puede ayudarle en re-
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Consecuencias para el profesional de Enfermería
Se puede calificar como negligencia la ausencia de documentación de las intervenciones que reflejan la asunción
de la responsabilidad compartida sobre los problemas de
colaboración (8); de la misma manera puede ser calificado el hecho de no diagnosticar correctamente el problema que impide a un individuo autocuidarse o satisfacer de
forma independiente sus necesidades de salud.
El diagnóstico enfermero, si no es compartido con el individuo/familia o grupo, pierde su sentido, su razón de ser,
y se convierte en una herramienta exclusivamente al servicio de la gestión, que de forma maquillada o imprecisa
refleja el proceso enfermero, y que supone para el profesional una carga de trabajo percibida como innecesaria. Se
producen registros que no reflejan de forma veraz el trabajo de la enfermera (20,21).
Consecuencias para la disciplina
Las imprecisiones observadas impiden la identificación
de las características del proceso de razonamiento diagnóstico, el modelo que ha guiado el pensamiento de la
enfermera, las relaciones entre los conceptos asumidas
por ella y que le han permitido establecer el diagnóstico
(6,22,23).
Estas imprecisiones invalidan los registros para ser utilizados como fuentes de datos para la investigación en Enfermería; al no aportar la información necesaria y de forma rigurosa, impiden su reproducción para el cuidado de
individuos con características y situaciones de salud similares.
Posibles explicaciones de la
ocurrencia de imprecisiones en el
proceso diagnóstico
La reflexión sobre estos hallazgos pasa por preguntarse
sobre las razones o las causas de los mismos: ¿por qué está
ocurriendo esto? Ahora que parece aceptada la necesidad
del registro de la actividad enfermera cabe preguntarse si
es ésta la información que necesitamos registrar las enfermeras para visibilizar nuestro trabajo, para que la población a la que atendemos identifique cómo les podemos ayudar a mantener su salud, para que los servicios de
salud reconozcan nuestra aportación, para cuestionarnos
cómo mejorar nuestra práctica, etc. Desde nuestro punto
de vista, la información así registrada difícilmente puede
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servir para todos estos propósitos, quizás sirva, y no completamente, para alguno de ellos.
El análisis realizado, en el sentido de buscar posibles explicaciones que nos ayuden a entender las razones de las
imprecisiones observadas, nos lleva a plantear dos hipotéticas explicaciones:
• Las herramientas que estamos utilizando para dejar
constancia de este proceso enfermero no son las más
adecuadas.
• Los significados que las enfermeras otorgan al uso de
las herramientas no responden fielmente a su finalidad.
La explicación que se encuentra más a mano es la de que
las herramientas que estamos empleando para dejar constancia de este proceso enfermero no son las más adecuadas. En este sentido, es posible que los formatos de valoración enfermera, con frecuencia muy estructurados y con
múltiples preguntas cerradas, no sean los más adecuados
para valorar la existencia de respuestas individuales que
requieran cuidados enfermeros, ya que para eso es necesario profundizar un poco más en el conocimiento de la
persona (20,21). En ocasiones, además, los datos de valoración no se registran (15), no son recuperables, como
ocurre, por ejemplo, con algunas aplicaciones informáticas en las que la enfermera selecciona o carga directamente el diagnóstico en un plan de cuidados (10), pero no
queda registro de la valoración realizada.
Los planes de cuidados estandarizados se refieren a los
procesos de diagnóstico y tratamientos médico-quirúrgicos que se llevan a cabo en la institución sanitaria donde
se van a utilizar; el eje vertebrador de estos planes es el proceso asistencial concreto o grupo de diagnósticos (médicos) relacionados (GDR) y los cuidados enfermeros se planifican en función de una previsión de respuestas del
individuo ante el mismo (9,24).
A la luz del conocimiento disponible, es sencillo prever
las consecuencias de los procedimientos diagnósticos, de
la enfermedad y de su tratamiento, así como las complicaciones potenciales de los mismos, pero no son igual de
previsibles las respuestas individuales ante esas situaciones. Podemos adelantarnos a las dificultades que puede tener un paciente para realizar las actividades de cuidados
básicos, por ejemplo, después de una cirugía, y prever la
provisión de los mismos de manera protocolizada; es posible también que, conociendo el proceso, supongamos
el efecto que éste puede tener sobre la persona y sus allegados, lo que nos puede y deber orientar en la indagación
sobre posibles diagnósticos enfermeros, pero resulta muy
difícil anticiparlos y dar por sentada su existencia, tan sólo
contando con el conocimiento de que le ha sido practicada
una cirugía. Esto favorece el que se nombren como diagnósticos enfermeros los problemas de colaboración (por
ej.: dolor y riesgo de infección relacionado con herida quirúrgica), cuando no es “obligatorio” que el paciente tenga diagnósticos enfermeros en todas las situaciones de salud para asegurar que esté correctamente cuidado.
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Por otra parte, la taxonomía de NANDA incluye algunas etiquetas de conceptos diagnósticos que pueden confundir o
inducir a una utilización imprecisa, si no se ha realizado previamente la oportuna valoración focalizada que permita distinguirlos de un síntoma, del efecto secundario de un tratamiento o de cualquier otro problema de colaboración (25).
Hay que tener en cuenta además, que no todos los diagnósticos de esta taxonomía son utilizables o factibles para
cualquier enfermera y en cualquier contexto. Las enfermeras de práctica clínica avanzada, existentes en los países donde se ha desarrollado la taxonomía, tienen competencia para diagnosticar y tratar problemas de salud
diferentes a los que puede abordar la enfermera de cuidados generales (26).
No obstante, en el análisis de las características de la tecnología disponible para la documentación del proceso enfermero, como posible explicación de las imprecisiones, no
podemos obviar la participación de los profesionales de
Enfermería en el diseño de estas herramientas tecnológicas,
cuando e incluso, en algún caso, han sido creadas por ellos
mimos, lo que nos lleva a pensar en el propósito y la utilidad para la que fueron diseñadas. Parece claro que con estas herramientas la profesión enfermera ha intentando responder a los requerimientos de la gestión de los servicios
de salud, a las exigencias actuales de medición y el control
de los resultados de los procesos de salud, quizás más que
a las de la propia disciplina, a pesar de que es perfectamente reconocible el esfuerzo de sus creadores por recoger y reflejar en ellas la unicidad o especificidad de la aportación enfermera al cuidado de la salud, especialmente, en
las clasificaciones de lenguaje enfermero y en las aplicaciones informáticas para la gestión del proceso.
Precisamente es por el reflejo de ese esfuerzo por lo que
pensamos que la tecnología disponible puede servir para responder a los dos tipos de exigencias: las del sistema de salud
y la del conocimiento propio, siempre que estos dos propósitos sean los que persigue el profesional que la utiliza.
Sin embargo, las imprecisiones identificadas en la documentación del proceso de diagnóstico ponen de manifiesto, desde nuestro punto de vista, una utilización poco
rigurosa en cualquier caso, que puede obedecer a un imperativo institucional centrado en el cumplimiento de normas y no de resultados en salud que propicia un uso, en
cierta manera, perverso de la metodología de cuidados,
o, por el contrario, puede deberse a una actitud excesivamente celosa del uso de las herramientas, hasta el punto
de sustituir con ellas cualquier proceso de razonamiento
crítico sobre el paciente.
En este sentido, hemos podido observar también, como
en ocasiones se hace referencia a las “bondades” y “capacidades” de las herramientas. Se dice que se usa un determinado modelo enfermero tan sólo por usar un formato de valoración organizado en apartados, cuyos
nombres coinciden con los de los postulados teóricos;
que se adquieren habilidades diagnósticas únicamente por
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usar las etiquetas de una taxonomía diagnóstica; que mejora la calidad del cuidado prestado por las enfermeras
gracias a la utilización de planes estandarizados, etc.
Asimismo, es posible que en la capacitación de los profesionales para llevar a cabo el proceso de cuidados se haya
equiparado o se haya tomado como sinónimo, el entrenamiento técnico para el manejo de las aplicaciones informáticas con la formación para el pensamiento crítico y el
razonamiento diagnóstico o en el mejor de los casos, que
esto último se ha dado por sabido, cuando gran cantidad
de los profesionales que actualmente prestan asistencia no
fueron formados para ello. Lee et al (20) señalan que el conocimiento, la experiencia, la disciplina y las características psicosociales y culturales de las enfermeras, constituyen variables que influyen la práctica diagnóstica. Es posible,
por tanto, que en nuestro entorno, las enfermeras más expertas y con más capacidad para identificar y tratar problemas de salud, sean las menos familiarizadas con el uso
de las nuevas tecnologías, entendiendo que éstas incluyen
las herramientas informáticas, los planes de cuidados estandarizados y las taxonomías de lenguaje enfermero.
Conclusiones
Las herramientas tecnológicas no son buenas o malas en
esencia, son meros instrumentos al servicio de quien los
utiliza; su potencial beneficio depende de cómo y para
qué sean empleadas.
Los formatos de valoración enfermera, los planes de cuidados estandarizados o la taxonomía de diagnósticos, pueden ser instrumentos de ayuda para responder tanto a las
exigencias del sistema de salud como a las del crecimiento
disciplinar y por supuesto, para mejorar la salud de nuestros usuarios, si se utilizan reflexivamente.
El pretendido y, por otra parte, deseable dominio de la tecnología, puede convertirse en algo perverso cuando éste
constituye un fin en sí mismo. No olvidemos que es la tecnología la que se debe poner a nuestro servicio y no a la
inversa.
La competencia en el manejo de la tecnología debería incluir el dominio del proceso de razonamiento diagnóstico y el desarrollo de pensamiento crítico.
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