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Clinetovet
Revista clínica
de etología
veterinaria
3
Disminuir el estrés en el manejo en la clínica
Problemas médicos y de
comportamiento en el perro
Primovacunación y socialización.
La búsqueda del equilibrio
[1
Clinetovet es una revista clínica de etología
veterinaria totalmente gratuita para los suscriptores de
www.multimedica.es
n
3
Clinetovet
Revista clínica
de etología
veterinaria
índice
Disminuir el estrés en el manejo en la clínica
2
Rosana Álvarez Bueno
Relación entre los problemas
médicos y los problemas
de comportamiento en el perro
19
Tomàs Camps Morey, Marta Amat Grau, Camino García-Morato Fernández-Baíllo,
Daniel Ferreiro, Sergio Tejedor Giménez, Xavier Manteca Vilanova
Primovacunación y socialización.
La búsqueda del equilibrio
29
Ignacio García Serrano
Comité científico: Marta Amat y Xavier Manteca
© Gráfica IN Multimédica, S.A. Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la
autorización expresa de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. ISSN 2462-5655.
Disminuir el estrés
en el manejo en la clínica
Rosana Álvarez Bueno
Etolia·Etología veterinaria, Alhaurín de la Torre, Málaga
R e sume n
Como veterinarios es supuesto que se espera de nosotros no causar daño a los animales, es parte de nuestro código deontológico y debe serlo de nuestra manera de
actuar en lo profesional. Pero esta máxima
no siempre es recordada y trasladada a la
consulta veterinaria.
Es frecuente que afirmemos que un
animal está bien o lo pasa bien en la consulta, pero debemos tomarnos un tiempo
para pensar si esta afirmación es ofrecida
con conocimiento.
¿Observamos el lenguaje de nuestros
pacientes caninos y felinos para ver si indica estrés, miedo o agresividad? ¿Tomamos
vídeos para luego visualizarlos y analizarlos
en busca de posibles errores de actuación?
¿Nos preocupamos por estudiar el comportamiento normal de perros y gatos para
intentar mantener el bienestar en las consultas? ¿Utilizamos conocimientos sobre
lenguaje y comunicación para hacer que
las consultas resulten lo menos amenazantes
posible para nuestros pacientes? ¿Nos tomamos el tiempo necesario en cada consulta para hacer que nuestro paciente se sienta
bien y salga de ella con una emoción positiva? ¿Somos capaces de citar al paciente
para otro día si no lo vemos preparado para
el procedimiento? ¿Explicamos a los clientes la necesidad y conveniencia de que su
animal de compañía se encuentre a gusto
en la clínica veterinaria en orden a su bienestar? ¿Disponemos en nuestra consulta de
distintos tipos de refuerzos positivos para
poder usarlos con los pacientes durante los
procedimientos?
2]
Si la respuesta a una o varias de estas
preguntas es no, debemos replantearnos
nuestra manera de trabajar.
I n trodu cción
Estr és, distr és y lo w s t r es s
handling
El estrés es un término ampliamente utilizado, tanto en el entorno médico como en
el veterinario, no obstante no siempre se
hace de manera correcta. Para entenderlo
bien debemos definir los términos estrés
y distrés.
El estrés es un mecanismo fisiológico
que permite al organismo adaptarse a un
cambio o a un estímulo estresor, es decir, mantener la homeostasis. El estrés, por
tanto, es un mecanismo adaptativo y no
debería tener una connotación negativa,
como sí la tiene el distrés, que es el mecanismo resultante de la situación mantenida
o repetida de estrés en la cual el organismo ha perdido la capacidad de enfrentar
la situación y adaptarse. El distrés sí tiene
consecuencias negativas para el individuo,
tanto en al plano físico como en el psicológico, afectando por tanto al bienestar
del animal.
Las reacciones orgánicas de estrés incluyen la activación del sistema nervioso
autónomo, cambios en el sistema neuroendocrino y también en la conducta.
Cada especie tiene sus propios mecanismo conductuales a la hora de enfrentarse
a estímulos o situaciones estresantes. En el
gato, el estrés es probablemente la causa más
común de problemas de comportamiento,
debido a su naturaleza como especie.
La clínica veterinaria y la peluquería
canina representan dos de los entornos
más estresantes y amenazantes para los perros y los gatos por varios motivos:
• No son un entorno natural.
• Se realizan proporcionalmente más procedimientos negativos que positivos.
• El animal no está casi nunca habituado
al lugar ni a los procedimientos a los
que allí se le somete.
• Se suele trabajar con prisa, por lo que
no se emplea tiempo suficiente en
cada paciente para conseguir que se
sienta confortable.
• Existen estímulos sonoros y olfativos
amenazantes.
El manejo libre de estrés, o low stress
handling, hace referencia a tratar de disminuir todos estos estímulos negativos
o amenazantes e intentar preservar el
bienestar del animal por encima de todo,
consiguiendo con ello que su estancia sea
agradable y que el recuerdo sea positivo.
El beneficio de este tipo de manejo no
solo se refleja en la conducta del animal,
disminuyendo el miedo, la agresividad y las
conductas de evitación, sino en distintos
parámetros orgánicos: inmunidad, alteraciones en parámetros sanguíneos, umbral
de dolor, rigidez en la exploración, tensión
en el propietario y en el profesional, etc.
El interés por el low stress handling fue
suscitado por la Dra. Sophia Yin. Actualmente, parte de su legado es la Certificación en Low stress handling, que se puede
obtener vía on line, tanto para veterinarios
individualmente como para clínicas veterinarias.
La Dra. Yin creó todo un universo de
investigación, formación y práctica sobre
el manejo amable de los pacientes en las
clínicas veterinarias, la educación en positivo y las técnicas de desensibilización y
contracondicionamiento, abogando por
desterrar conceptos como la dominancia,
la sujeción forzada, el alfa roll, las jaulas de
contención, el confinamiento y el uso de
la fuerza para el manejo de los animales.
Antes de implementar el manejo de
bajo estrés en nuestro ejercicio profesional,
debemos conocer la ciencia del aprendizaje
y el comportamiento en los animales. Fundamental para entender cómo se desarrollan
las conductas es un sólido conocimiento del
condicionamiento clásico. La respuesta provocada desde el condicionamiento clásico
es involuntaria, emocional. Esta respuesta
puede ser una emoción positiva (agradable)
o una emoción negativa (miedo).
¿Cómo se aplica esto a la manipulación de bajo estrés? Olores desconocidos,
sonidos y visión de lugares, y animales
y personas potencialmente amenazantes
que asaltan a nuestros pacientes. Llevamos
a cabo procedimientos desagradables y
dolorosos, a menudo por la fuerza. Una
única experiencia puede condicionar una
respuesta emocional negativa tras la cual
el animal aprende a tenernos miedo. Este
miedo aprendido puede provocar inquietud, intentos de huir, y/o agresión en las
siguientes visitas.
¿Cómo prevenimos esto? Condicionando una emoción positiva a los eventos
o estímulos potencialmente amenazantes.
Si la respuesta negativa ya está condicionada y establecida, tendremos que utilizar
otras técnicas de modificación de conducta
como la desensibilización sistemática y el
contracondicionamiento clásico y operante.
¿Y por qué manejo low stress?
¿Qué beneficios tiene?
El beneficio de este tipo de manejo no es
solo para el animal, aunque pueda parecerlo, sino también para el propietario y
para la clínica.
• Incrementa la confianza del animal y
del cliente hacia la clínica.
• Fomenta el uso de la observación para
entender el lenguaje del animal y el
uso de protocolos y técnicas para que
se sienta mejor en la clínica.
• Aumenta la seguridad del veterinario
y sus empleados, ya que evita la aparición de conductas agresivas por parte
del animal.
• Produce una sensación de tranquilidad
y confianza en el propietario a la hora
de volver a la clínica.
• Aunque no lo parezca, con la implantación de estos protocolos se gana en
tiempo y eficiencia.
• Se establecen mejores relaciones con
el cliente y con el paciente.
• Mejoran los estados de ánimo en el
personal de la clínica, fomentando el
trabajo en equipo.
[3
F. 1A
F.1B
Figura 1A-B. Cambio del
lenguaje y estado emocional
de un perro en una visita.
A. Se muestra miedoso y
desconfiado por mi presencia
y B. Se muestra confiado
tras la administración de
trocitos de comida durante la
anamnesis al propietario.
Todos hemos usado otras técnicas antes, pero eso no importa. Lo importante
es que ahora disponemos de más estudios sobre diversos aspectos de la medicina veterinaria, incluida la medicina del
comportamiento, y debemos utilizarlos
y ponerlos en práctica en pro de nuestra
profesión y del bienestar de nuestros pacientes (Figura 1).
M e c a n i s m o y man ifestacion es
d e l e s t r é s y su s con secu en cias
en la salud
El impacto del estrés en la salud humana
es ampliamente conocido, pero su reconocimiento en la literatura veterinaria parece
más limitado.
La salud y el bienestar de un animal
deben considerarse desde los planos físico,
mental y social y por tanto, el estrés puede
influir en todos ellos.
La respuesta al estrés consiste en los
cambios fisiológicos, conductuales y psicológicos que se producen de cara a un desafío al estado de bienestar de un individuo.
Esta respuesta no es general, contrariamente a lo que se pensaba, sino que depende de la naturaleza del estímulo (estresor), de su intensidad, del temperamento
y la experiencia del individuo y de su capacidad para predecir y evitar el estímulo.
Unido a esto, encontramos que la
manera de medir el nivel de estrés en el
animal no es única, no limitándose a la
medición de uno o varios parámetros fisiológicos, sino que depende del análisis
de estos parámetros bioquímicos (cortisol,
4]
glucosa) y fisiológicos (taquicardia, taquipnea, salivación, midriasis) junto a otros indicadores como cambios en la conducta
(inhibición, huida, hipervigilancia, alerta)
Los principales sistemas orgánicos
afectados por una respuesta de estrés crónico son el sistema inmunológico, el gastrointestinal, la piel, el genitourinario y el
reproductivo. Además, pueden coexistir o
producirse otros problemas conductuales
como conductas compulsivas, trastornos
relacionados con la separación, miedos y
fobias, agresividad intra o interespecífica.
Esto nos lleva no solo al plano del
bienestar del individuo, sino al de los
abandonos y eutanasias, debido a la complejidad de los síntomas y, en ocasiones, a
su peligrosidad.
Es por ello que como veterinarios debemos tomar parte activa en su prevención, control y tratamiento.
Podemos clasificar el estrés en 3 tipos:
• Estrés agudo: exposición esporádica a
un estímulo amenazante.
• Estrés crónico intermitente: exposición aguda pero repetida.
• Estrés crónico: exposición continuada
al estímulo.
El estímulo estresante puede ser por
ejemplo un dolor agudo, intermitente o
crónico, una situación estresante o un estímulo amenazante (persona, animal, sonido,
objeto, etc.)
Los mecanismos del estrés consisten en
la activación del eje hipotálamo- hipófisisadrenales, aumento de glucocorticoides en
ESTRÉS
Eje hipotálamohipófisis-adrenal
Eje simpático-adrenal
Hipotálamo
Hipotálamo
CRH
CRH
Hipófisis anterior
Médula adrenal
ACTH
Adrenalina y noradrenalina
Corteza adrenal
Glucocorticoides
F. 2
el torrente circulatorio y liberación de catecolaminas y activación del componente
simpático. En la conducta esos cambios se
reflejan en la comunicación agonística de
lucha o de huida o en la inhibición del
comportamiento. El control se efectúa sobre todo a nivel hipotalámico, con la liberación de CRH. Otras sustancias intervienen también desencadenando la conducta,
por ejemplo la vasopresina, que induce al
marcaje en estas situaciones (Figura 2).
Ante situaciones de amenaza o de
peligro, los organismos desencadenan
una serie de respuestas fisiológicas que
favorecen su supervivencia, poniendo en
marcha estos mecanismos que favorecen
una respuesta rápida. Sin embargo otras
situaciones no son realmente de peligro y
se interpretan como tales produciendo la
misma respuesta. Esto es debido a la percepción del animal de la situación, es decir,
cómo es procesada ésta a nivel cognitivo
en el SN. Los estímulos recibidos como
estresores pueden afectar al estado emocional activándose el sistema límbico, que
envía información al hipotálamo, principal
centro regulador del sistema endocrino y
del SN autónomo, que se comunican con
el sistema inmune. Por tanto, los estresores pueden afectar la salud del individuo
aumentando la susceptibilidad a las infecciones. El SN, el sistema endocrino y el
sistema inmune constituyen un integrado
y único sistema de defensa.
El estrés cursará con elevación de sus
principales indicadores: cortisol, aldosterona y colesterol. En el medio interno se
producirá una hiperglucemia, que junto
a las alteraciones hematológicas son los
cambios más típicos del estrés: leucocitosis, neutrofilia, linfopenia y eosinopenia
(leucograma de estrés)
Se considera que los glucocorticoides
constituyen uno de los principales mecanismos mediadores de la inmunosupresión
producida por estrés.
Por otro lado, el estrés es la causa principal de muchos problemas de comportamiento entre los que se encuentran la
agresividad, la ansiedad, la hiperactividad,
las conductas compulsivas, las fobias y la
eliminación inadecuada.
La capacidad de los propietarios para
detectar el estrés en sus animales es limitada, como lo demuestra un estudio en el
que se concluyó que éstos eran capaces de
detectar señales tardías de estrés, pero no
las previas que proporcionan una mayor
capacidad de intervención.
El conocimiento profundo del lenguaje canino y felino nos permite- tanto a
propietarios como a veterinarios y otros
profesionales- poder intervenir a tiempo
en situaciones o contextos cuyo resultado
negativo es evitable, además de interrumpir el aprendizaje del animal de respuestas
agresivas en orden a que no se vean reproducidas e incrementadas en su severidad.
Figura 2. Mecanismo
fisiológico del estrés.
[5
Si tenemos en cuenta la percepción
del entorno por parte de los animales, entenderemos la importancia que tiene preservar la seguridad para diversas especies
y podremos explicar cómo la necesidad
de seguridad puede motivarles a ofrecer
una variedad de respuestas no deseadas
para nosotros. Esto a menudo es pasado
por alto por profesionales y propietarios
y como resultado pueden resultar heridos.
Según un estudio, ofrecer a los propietarios consejos con respecto a su propio
comportamiento hacia el gato y la educación apropiada de su gatito les conduce
a estar mejor informados y a percibir menos comportamientos como indeseables
en sus gatos.
Ba s e s d e l apren diz aje an imal
a p l i c a d a s a los even tos en la
clínica
Cuando un animal acude por primera vez
a una clínica veterinaria o a la peluquería
deberían ocurrir los siguientes procesos
básicos de aprendizaje:
• Habituación: es el que se consigue
mediante la exposición repetida a
cualquier estímulo sin consecuencias
negativas para el animal. Es lo que se
pretende durante el periodo de socialización para que el animal se acostumbre a todo tipo de estímulos y
situaciones simplemente mediante la
repetición de los mismos. Este proceso
de aprendizaje podría ocurrir cuando
no ha habido exposición previa a ese
estímulo, ni habituada ni sensibilizada.
• Condicionamiento clásico: este es un
proceso de aprendizaje asociativo. Se
basaría en el establecimiento de asociaciones entre dos estímulos de manera que queden condicionados uno
a la presencia del otro. El condicionamiento debe ser positivo con todos
los estímulos presentes en la clínica
(Figura 3-6)
• Condicionamiento instrumental: en
este proceso de aprendizaje asociativo
se relacionan una respuesta y sus consecuencias. El animal puede ser condicionado a recibir estímulos positivos
tras una respuesta ofrecida por el mismo (Figura 7).
6]
Por el contrario, lo que ocurre normalmente son los procesos opuestos:
• Sensibilización: es el que se consigue mediante la exposición repetida a
cualquier estímulo con consecuencias
negativas para el animal. Este proceso
de aprendizaje podría ocurrir cuando
no ha habido exposición previa a ese
estímulo, ni habituada ni sensibilizada.Y
es lo que sucede habitualmente con las
primeras visitas del animal a la clínica.
• Condicionamiento clásico: la naturaleza del estímulo asociado es negativa.
El mejor ejemplo en la clínica son el
dolor y el miedo.
• Condicionamiento instrumental: El
animal puede ser condicionado a recibir estímulos negativos o punitivos tras
una respuesta ofrecida por el mismo
(manejo forzado, tirones de la correa,
golpes, etc.)
Las emociones y recuerdos que le
quedan al animal tras su visita suelen ser
negativas debido a las experiencias vividas durante la visita: estrés en la sala de
espera, castigos y manejos negativos recibidos, asociación de olores, indumentaria
del personal, personas y otros animales que
allí se encuentran, mobiliario y material
utilizado, sonidos, estrés, dolor y miedo.
Para que todo fuera bien y el animal
consiguiera obtener una experiencia emocional positiva de su visita a la clínica debería ocurrir un proceso de habituación,
es decir, el perro o el gato debería ser llevado de manera repetida a la clínica veterinaria sin sufrir experiencias negativas; y
además un proceso de condicionamiento
clásico positivo, es decir, cada vez que el
animal visite la clínica o le sea realizado algún procedimiento, éstos deben ir asociados con estímulos positivos administrados
inmediatamente después. Si añadido a esto,
se lleva a cabo un entrenamiento de determinadas respuestas de calma (por ejemplo sentarse, tumbarse, mantenerse quieto,
ofrecer la pata, girar sobre la espalda, etc.)
reforzadas con estímulos positivos y esto
se utiliza para los procedimientos habituales en la clínica, obtendremos al final un
animal habituado, que percibe la clínica, a
sus integrantes y los procedimientos como
positivos y no amenazantes ni dañinos y
que además nos facilitará el manejo me-
F. 3
F.4
F. 5
F.6
Figura 3-6. Asociación de la mesa de consulta con estímulos
positivos.
Figura 7. Practicando el “sentado” como distracción y de cara a
usarlo en distintos procedimientos en la consulta.
F. 7
diante el ofrecimiento de respuestas entrenadas de manera positiva.
Todo esto lleva tiempo, paciencia, formación y práctica. No es fácil, pero si se
adopta como método habitual de trabajo
nos beneficiaremos de todas las ventajas
del manejo de bajo estrés citadas anteriormente (Tabla 1-2).
E l e men tos y situ acion es
q u e pu eden cau sar estr és
e n l a clín ica
A continuación se describen aquellos elementos, situaciones y procedimientos más
comunes que pueden resultar estresantes o
amenazantes para un animal (perro o gato)
que visita la clínica veterinaria con cual[7
Tabla 1. Lenguaje corporal y comportamiento no amenazante hacia los perros.
Gira el cuerpo hacia un lado, en lugar de enfrentar al perro directamente.
Evitar el contacto visual directo prolongado, evitando su mirada cuando sea posible.
Si es seguro, ponerse en cuclillas, en lugar de estar de pie o inclinado frente al perro, manteniéndose con el cuerpo girado de lado.
Evitar agacharse con los animales cuyo lenguaje corporal indique que pueden acercare de manera agresiva, porque esto te pondría
en riesgo de ser mordido en la cara o caerte al suelo.
Evitar agacharse o inclinarse hacia el perro, ya que la imagen que proyectas sobre el perro es más grande y amenazante.
Mantener la mano pegada al cuerpo y abierta si el perro se acerca, permitiéndole investigar y olfatear. Si el perro muestra un
lenguaje relajado y se acerca, se puede acariciar suavemente bajo el área de la barbilla y el cuello y moverse lentamente hacia la
posición de examen deseado. Si el animal no se aproxima, a pesar de su acercamiento no amenazante, quizás no será seguro de
manejar y más acercamiento puede conducir a una respuesta agresiva.
Después de que el perro muestra una interacción positiva, acercarse al lado del perro, en lugar de directamente hacia la parte
delantera. Puede ayudar iniciar la exploración en la parte media o trasera del animal y desplazarse hacia la cabeza en último lugar,
en la misma dirección que el animal, y trabajar siempre por detrás de su hombro.
Evitar acercarse directamente, acariciar en la parte superior de la cabeza o agarrar directamente por el collar. Los movimientos
deben ser más sutiles y suaves. Tener en cuenta que el manejo de los pies, las orejas, la cola, y la zona de la barriga son
socialmente invasivas desde la perspectiva del animal y puede ser tan aversivo como un procedimiento doloroso.
Gira el cuerpo hacia un lado, en lugar de enfrentar al perro directamente.
Evitar el contacto visual directo prolongado, evitando su mirada cuando sea posible.
Si es seguro, ponerse en cuclillas, en lugar de estar de pie o inclinado frente al perro, manteniéndose con el cuerpo girado de lado.
Evitar agacharse con los animales cuyo lenguaje corporal indique que pueden acercare de manera agresiva, porque esto te pondría
en riesgo de ser mordido en la cara o caerse al suelo.
Evitar agacharse o inclinarse hacia el perro, ya que la imagen que proyectas sobre el perro es más grande y amenazante.
Adaptado de Herron & Sreyer (2014)
Tabla 2. Lenguaje corporal y comportamiento no amenazante hacia los perros.
Evitar el contacto visual directo
Utilizar juguetes o comida para animar al gato a acercarse por primera vez. Si el gato se aproxima y olfatea la mano, se puede
rascar con cuidado debajo de la barbilla y acariciar a un lado de la cabeza si el gato muestra un lenguaje corporal confiado y
parece disfrutar de este tipo de contacto.
Acariciar a los lados de la cabeza, el cuello y el cuerpo si el gato parece disfrutarlo. Evitar acariciar caudalmente a la cintura.
Evitar inclinarse hacia la cara de un gato que muestra miedo.
Permanecer a un lado del gato o aproximarse desde atrás, en lugar de hacerlo directamente de frente, a menos que sea posible
que el gato esconda su cabeza.
Reducir al mínimo gestos con las manos y moverse lentamente.
Hablar suavemente y con moderación.
Adaptado de Herron & Sreyer (2014)
8]
F. 8
F.9
F. 10
F.11
quier objetivo. La percepción es diferente
según la especie y particular según el individuo. Como se ha comentado antes, en
general los gatos tienen mucha mayor facilidad para estresarse en situaciones nuevas
o con elementos que no pertenecen a su
entorno habitual.
• El traslado a la clínica y el uso del
transportín: en el caso concreto de los
gatos se les suele forzar a entrar en el
transportín, un elemento no conocido,
que solamente se pone en escena para
estas situaciones y con el que establecen
un aprendizaje negativo. A los perros les
puede pasar lo mismo con el coche.
• La entrada en el establecimiento: en
este punto los animales comienzan a
percibir estímulos amenazantes y desagradables: sonidos, olores y feromonas
y un sitio al que no están acostumbrados a visitar.
• El lenguaje, vestuario y aproximaciones y manipulaciones del personal y
de los demás clientes: si no se conoce
el lenguaje corporal de cánidos y félidos y sus comportamientos normales
poco se puede hacer para poder comportarse adecuadamente y sin resultar
estresantes para el animal. Éste comienza a establecer asociaciones negativas
mediante condicionamiento clásico: la
bata o el pijama del clínico, el lugar, los
olores, otros animales (Figura 8).
• La recepción y la sala de espera: una
sala de espera que no está correctamente gestionada y organizada donde
permanecen juntas distintas especies
y donde existe un paso constante de
animales asustados, en ocasiones sin
control y desprendiendo feromonas
de alarma puede resultar en uno de
los entornos más aversivos para perros y sobre todo gatos. Éstos se ven
FIGURA 8. Acercamiento
amenazante a un perro con
miedo.
Figura 9-11. Lenguaje
corporal de estrés y evitación
por la presencia del veterinario.
[9
•
•
•
•
10 ]
obligados a permanecer allí, bien en
transportines o sujetos con correa sin
posibilidad de expresar sus respuestas
al estímulo estresor (fight-flight-freeze),
desembocando en conductas de miedo, ansiedad y agresividad defensiva.
La consulta: llegados a este momento el animal ya ha tenido que pasar
por un distrés suficiente como para
encontrarse en un estado de alerta e
hipervigilancia. Sus umbrales de respuesta, tanto al estrés como al dolor y
al miedo, ya habrán descendido, por lo
que todo lo que suceda después vendrá a incrementar este distrés, la ansiedad y el miedo, y por consiguiente la
asociación negativa con el entorno y
con lo que allí sucede. Las feromonas
de alarma están por todos lados y son
percibidas por el animal. La entrada a
veces puede ser forzada, no se emplea
el tiempo necesario para que el animal
se estabilice y recupere el equilibrio y
seguidamente se les eleva del suelo y
se les coloca indefensos encima de una
mesa por donde previamente han pasado otros animales asustados, sacándolos incluso del transportín y perdiendo
su seguridad (Figura 9-11).
El manejo: el manejo forzado o brusco vendrá a incrementar el miedo, el
dolor o el estrés, promoviendo que la
sensación de amenaza constante continúe. Al no poder escapar, la frustración
seguirá aumentando. Manejos basados
en la teoría de la dominancia o en el
castigo no solo están pasados de moda
y rebatidos científicamente, sino que
van en contra de la preservación del
bienestar animal. Los animales pueden
reaccionar defensivamente mediante
respuestas agresivas que más tarde podrán ser reproducidas en otros entornos o con otras personas o animales.
La mesa de exploración: la superficie
resbaladiza, reflectante, fría y ruidosa,
los olores de otros animales que han
estado previamente en la mesa, además
de la exposición al manejo y al veterinario sin poder esconderse, crean una
situación de indefensión.
La exploración: la contención prolongada en la mesa, sin posibilidad de
descansar, olfatear, explorar el entorno
o huir, hacen que el animal acumule
estrés, frustración y que pueda reac-
cionar de manera agresiva. Las palpaciones, examen de las distintas zonas
y cambios de postura pueden resultar
desagradables, desconocidas y en algunos casos dolorosas, resultando en un
condicionamiento aversivo. Además,
en este proceso se utilizan elementos
extraños y desconocidos cuya colocación, introducción o uso el animal
debe soportar: termómetro, cortaúñas,
fonendoscopio, otoscopio, limpiadores
de ojos y oídos, extracción de sangre,
inyecciones.
• Hospitalización: de nuevo el animal es
obligado a permanecer en un entorno
extraño y desconocido, sin referencias
de seguridad, sin elementos que le proporcionen una posibilidad de adaptarse,
expuesto a otros animales y a sus feromonas de alarma y a olores de distintos
productos. El material metálico de las
jaulas les provee de la misma sensación
desagradable y aversiva de la mesa de
exploración. En este entorno el animal
no tiene la oportunidad de esconderse, ni de desarrollar sus conductas normales. Tiene poca previsibilidad de lo
que sucede por la falta de rutinas de
alimentación, de los distintos procedimientos a los que es sometido, de la
entrada y salida de personal y animales,
de la sucesión de ruidos de distintos
aparatos y de voces de personas y otros
animales, de la visión inesperada de
otros individuos. En ocasiones no están sometidos a la suficiente analgesia,
con el consiguiente padecimiento de
dolor que les provoca estrés y miedo;
y poseen elementos en su cuerpo que
les impiden desarrollar sus conductas
normales, como ocurre con el collar
isabelino y el acicalado. Está demostrado que el estrés en la hospitalización
reduce la capacidad de recuperación y
aumenta las posibilidades de sobrevenir
infecciones consecuente a la bajada de
la respuesta inmune.
• La vuelta a casa: a la salida de la clínica el animal portará en su recuerdo
todas o algunas de estas experiencias
aversivas. Esto quedará almacenado
en su memoria a largo plazo, por lo
que podrá ser rescatado y utilizadas las
respuestas más adelante en cualquier
situación similar o, lo que es peor, generalizarlas a otras situaciones o indivi-
duos.Ya en casa, el animal posee olores
extraños que podrá provocar reacciones defensivas en otros individuos que
convivan con él. Esto es especialmente
importante en el caso de los gatos, pudiendo desencadenarse un problema
de agresividad intraespecífica o redirigida, sobre todo si llevan elementos
extraños como collares isabelinos o
vendajes. Otro punto importante es
que el animal debe adaptarse de nuevo,
explorar y marcar su entorno y descansar de la experiencia sufrida, y esto
no siempre es permitido.
Es tra te g ia s p ar a e v i t a r
e l e s tré s e n la c l í n i c a
Todo lo anterior puede resultar excesivo- y desgraciadamente no todos los estresores que están presentes en la clínica
veterinaria pueden ser eliminados- pero es
posible establecer protocolos de actuación,
de manejo y de logística y estructura de la
clínica y del trabajo para mejorar en todo
lo posible la experiencia del animal. Esto
facilitará el manejo y disminuirá el estrés,
el miedo y las reacciones agresivas, resultando en un ambiente óptimo para todos:
animales y personas.
La práctica de estas estrategias puede
llevar a un veterinario a un establecimiento o a obtener diversas certificaciones en
manejo amable del paciente.
• El traslado a la clínica y el uso del
transportín: especialmente importante
en el caso de los gatos, dado su fuerte
apego al territorio, el traslado al centro
es el primer punto importante dentro
de toda la sucesión de eventos que tienen lugar en una visita.
El transportín ideal sería aquel que
permitiera la separación de su parte
superior para que el gato pueda ser
examinado en la consulta sin necesidad
de salir de su sitio seguro y provisto de
dos puertas: frontal y superior. Se debe
habituar al gato (o desensibilizarlo en
caso de que ya exista una asociación
negativa) a su uso en casa, haciendo
que esté presente en su entorno, rociado con fracción F3 de la feromona
facial felina y colocando dentro del
mismo trocitos de comida y una manta
o camita de uso habitual del gato. Una
vez que es usado por el gato de manera habitual se puede comenzar a practicar su uso, de manera progresiva y
mediante condicionamiento positivo,
en el coche. No se trata de ir el primer
día al veterinario, sino de ir haciendo
aproximaciones sucesivas primero con
el coche sin arrancar y sucesivamente
practicar con viajes al principio muy
cortos. Se debe rociar el asiento del
coche con fracción F3 de la feromona
facial felina y tapar el transportín con
una toalla que cubra la visión del gato.
El mismo procedimiento se puede
aplicar al perro si va a ser transportado
de esta forma. Otros procedimientos
incluirían hacer el trayecto hasta la
clínica poco a poco y asociado a un
estímulo positivo, así como visitarla frecuentemente sin tener asignada
ninguna cita.
En casa se debe practicar también
la habituación o desensibilización y
contracondicionamiento a las distintas herramientas y procedimientos que
pueden existir en la clínica: el uso del
bozal, subir al animal a una mesa, exploración, corte de uñas, etc.
• En la clínica, sala de espera. Se deben usar difusores de fracción F3 de
la feromona facial felina colocados en
la sala de espera, en la consulta y en la
hospitalización, así como en spray en la
mesa de consulta después de limpiarla,
antes de la entrada de cada paciente y
en la ropa y manos del personal.
Lo mejor es trabajar con citas previas
para que el animal no acumule estrés
esperando y plantear tiempo suficiente
entre ellas para poder dedicar el tiempo necesario a animales miedosos y al
asesoramiento del cliente.
Además, separar la sala de espera de
perros y de gatos eliminará fuentes
de estrés- sobre todo para los felinosdebidas a olores y ruidos diversos y
aproximaciones aversivas de personas
y animales.
Si se recoge información sobre el comportamiento del animal previamente a
la cita, se podrá planear la visita y usar
la información para mejorarla.
La sala de espera debería ser un entorno tranquilo, tanto para el propietario
como para el animal. Evitar acumulación de visitas, ruidos fuertes, hablar
[ 11
F. 12
F.13
F. 14
F.15
Figuras 12-14. Se debe
dejar que el perro se habitúe
a la consulta mientras se
intenta que cambie el estado
emocional con estímulos
positivos y se toman datos
sobre la historia clínica
hablando distendidamente
con los propietarios y dejando
al animal espacio.
Figura 15. Perro junto a
su propietario, que le aporta
su base de seguridad en un
entorno extraño.
12 ]
en alto, aproximarse o dirigirse directamente a los animales o intentar tocarlos, hará que se mantenga un ambiente
libre de estrés. Se puede usar música
suave, un televisor con información
para los propietarios o la cumplimentación de cuestionarios preventivos
para que el cliente esté distraído.
En general se deben minimizar los intentos de dirigirse o contactar con el
animal y dedicar más esfuerzos a establecer asociaciones positivas, como
entregar golosinas o juguetes.
Las estanterías son imprescindibles en
la zona de espera de gatos, para que se
puedan colocar los transportines en alto
y proporcionarles mayor sensación de
seguridad.Y en la de perros, las pantallas
de separación pueden evitar el contacto- a veces indeseable- entre ellos.
Si no es posible separar las salas de
espera, al menos planear las citas por
separado y además de las estanterías
tapar las jaulas de los gatos con toallas
rociadas con fracción F3 de la feromona facial felina o situarlos en una
habitación distinta a la sala de espera.
• Consulta: comenzando por los acercamientos hacia el perro éstos deben
ser lo menos amenazantes posible, intentando primero hacer un mínimo
vínculo con él ofreciendo comida o
juego mientras se toman los datos del
propietario (Figura 12-14). El perro
intentará mantenerse en una posición
que le aporte seguridad (Figura 15).
Colocarse agachado y presentando el
lateral del cuerpo o la espalda ofreciendo comida es la mejor manera de
comenzar una interacción. Se puede
iniciar la exploración del animal donde éste se sienta más cómodo- por
ejemplo en el suelo o en el regazo del
propietario- y si es en la mesa, colocar
encima de la misma una alfombra de
plástico o goma para aminorar el tacto
F. 16
F.17
F. 18
F.19
desagradable y resbaladizo del metal.
Si es necesario hacer restricciones para
algún procedimiento, intentar que éstas
sean las mínimas y lo más suaves posible. Se debe usar el condicionamiento
clásico durante todo el tiempo que
dure la consulta para asociar emociones positivas a la manipulación y a los
distintos estímulos presentes, o bien el
contracondicionamiento instrumental y/o clásico para distraer al animal
y que permanezca tranquilo modificando la emoción asociada al procedimiento. La colocación de bozal, collar
isabelino o collares de cabeza pueden
ser necesarias para evitar mordeduras.
Dejar para el final la exploración de
zonas dolorosas o más sensibles al contacto de cada perro y no usar aproximaciones o manipulaciones amenazantes como poner la cara cerca de la del
perro o rodearlo con el brazo o por
encima de la cabeza. La exploración
debe hacerse mirando en la misma dirección que el perro.
Si el perro es muy reactivo o miedoso
se puede tapar la cabeza con una toalla
para evitar que reciba estímulos visuales y se asuste más.
En cuanto a los inyectables, intentar
minimizar el dolor nos evitará reacciones defensivas: templar inyectables
fríos, utilizar agujas diferentes según la
densidad el fármaco, cambiar la aguja
con la que se ha cargado el producto,
pinchar en zonas menos dolorosas o
sensibles para ese perro en concreto.
Para los gatos, destapar el transportín
por arriba, a la vez que se cubre al
gato con una toalla, e intentar que el
gato no tenga que salir del mismo es
la vía menos amenazante para la exploración. Otra opción muy adecuada
es colocar una alfombrilla rociada con
fracción F3 de la feromona facial felina
encima de la mesa (Figura 16-17).
Figuras 16-17. Mesa de
consulta preparada con toalla,
Feliway classic y comida
húmeda.
Figuras 18-19. Gatos libres
en consulta y explorando.
[ 13
F. 20
F.21
Figuras 20-21. Técnicas
de restricción con toallas
burrito wrap.
(Imagen de: Yin S. Low Stress
Handling. http://drsophiayin.com/
lowstress)
No obstante, mientras se rellena la historia clínica, se debe dejar la puerta del
transportín abierta para que el gato pueda explorar si lo desea (Figura 18-19).
Se puede conseguir en algunos gatos una exploración suficientemente
tranquila mediante el uso de comida, juguetes, una ventana, una pecera,
una fuente de agua (contracondicionamiento clásico) y permitiéndole
escoger el sitio donde se sientan más
tranquilos (por ejemplo una estantería).
Dividir la exploración en fragmentos,
para no agobiar al animal parando
cuando sea necesario y procurar que
ésta se lleve a cabo con el gato mirando hacia el lado opuesto a nuestra cara.
Hay que recordar que los gatos suelen
permanecer alertas a cualquier sonido,
movimiento u olor en el ambiente. Por
lo tanto hay que minimizar estos estímulos para evitar respuestas negativas.
Tener todo preparado evita entradas
y salidas de la consulta o traslados del
gato a otra estancia.
Para los procedimientos que requieran
manipulación o restricción, las técnicas
de las toallas son las más adecuadas, cubriendo y enrollando al gato dejando
solo libre la parte de su cuerpo que
necesitemos explorar (Figura 20-21).
El scruffing (suspender al gato por la piel
del cuello) y la clipthesia o clipnosis, aunque
provocan inmovilidad del animal y esto
permite la exploración, son técnicas controvertidas cuya repercusión en el bienestar
del animal no está del todo demostrada.
14 ]
• Hospitalización: al igual que con las
salas de espera, la hospitalización debería ser independiente para cada especie.
Hay perros que se estresan mucho si
ven gatos y por supuesto para los gatos
es estresante la presencia de perros y los
sonidos y olores procedentes de ellos. Si
no es posible, al menos se debería tapar
la visión unos de otros. Las feromonas
también suponen un gran aliado, sobre
todo en gatos y en perros con problemas de ansiedad por separación.
En ambas especies es importante crear
un entorno lo más confortable y familiar posible dentro de la jaula. Para
ello se le puede pedir al propietario
que traiga juguetes, camita o mantita, prendas con su olor, juguetes con
catnip para los gatos, juguetes interactivos y juegos de olfato si el animal se
encuentra físicamente capacitado. El
enriquecimiento ambiental de la jaula
de hospitalización es difícil, pero no
imposible, y contribuye en gran medida a disminuir el distrés causado por
la pérdida de referencias.
Además, para los gatos es fundamental
aprovechar en la medida de lo posible el espacio tridimensional de dos
formas: espacios para ocultarse y sitios
para subirse. Esto se puede conseguir
con cajas de cartón o de plástico o con
estanterías en las paredes de la jaula.
También se pueden utilizar mantas o
toallas a modo de cortinas. En la hospitalización debe reinar el silencio.
Hay que entender que hay animales
enfermos, en recuperación, doloridos
F. 22
y estresados y que ello puede conllevar anorexia e inmunosupresión. Todo
aquello que comprometa su bienestar
lo hará también con la recuperación.
En perros miedosos o agresivos, para
facilitar su manejo y la extracción de la
jaula, se puede dejar una correa puesta
que salga al menos en parte hacia el
exterior de la puerta (con cuidado de
que no pueda engancharse y resultar
peligrosa). Además puede dejarse el
bozal colocado si hay que medicar,
siempre que sea de cesta y el perro
pueda respirar y beber.
Cuando haya que sacar al animal de
la jaula, la manera de que no se sienta
amenazado y esté más motivado para
salir es colocándose de lado en un lateral de la jaula, nunca mirándolo de
frente. De esa manera minimizaremos el
miedo y la posible respuesta defensiva.
Los gatos no deben estar en las jaulas
de abajo y sí deben usarse éstas para los
perros cuyo manejo sea difícil.
Las jaulas no deben disponerse en hileras enfrentadas si es posible, para evitar
el estrés causado por la visualización de
otros animales.
Por último, debe controlarse la temperatura ambiente para adaptarla a la ideal
de confort de la especie en cuestión.
• La vuelta a casa: si es el único animal
del propietario, la vuelta debe hacerse
facilitando la adaptación de nuevo al
entorno, proporcionando al animal un
ambiente confortable y sin presionarlo. Las feromonas ayudarán en ambas
especies.
F.23
En el caso de hogares donde conviven
más animales los principales problemas
pueden ocurrir debido a los cambios
de olor y de territorio, así como la
existencia de algún elemento extraño
en el cuerpo del animal. Esto es muy
importante en la especie felina.
Para prevenir la posible aparición de
un problema de agresividad intraespecífica, se debe llevar a cabo un protocolo de introducción progresiva del
gato en su territorio, y tener mucho
cuidado con la visualización directa
por parte de los gatos, sobre todo si
uno de ellos porta un collar isabelino.
El gato que llega de la clínica se mantendrá al principio en una habitación
separada donde se habrá colocado un
difusor de fracción F3 de la feromona facial felina y una camita o toalla
rociada con el spray, así como todo lo
necesario para que el gato pueda desarrollar su conducta normal: arenero,
rascador, comida, agua y juguetes. Se
permitirá al gato que vaya adquiriendo
los olores locales y desprendiéndose
de los de la clínica antes de entrar en
contacto con el gato residente. Pasadas
unas horas se puede permitir un mínimo contacto a través de una puerta
entre abierta, ventana o mosquitera. Se
observará que no existan bufidos ni
actitudes agresivas. Si todo es normal
se puede dejar a los gatos en contacto,
supervisando visualmente durante un
tiempo prudencial.
En caso de que existan problemas se
deberán dejar separados más tiempo y
Figura 22. Gatos con
problemas de agresividad
intraespecífica realizando
protocolo de reintroducción.
Figura 23. Los mismos
gatos tras protocolo de
reintroducción.
[ 15
Tabla 3. Fármacos que se pueden administrar 90 minutos antes de la visita a la clínica
para aliviar el comportamiento temeroso/rebelde de leve a moderado.
FÁRMACO
PERRO
GATO
Trazodona
4.0–12.0 mg/kg PO. No más de 300 mg
No publicadas dosis
Clonidina
0.01–0.05 mg/kg PO
5–10 mg/kg PO
Lorazepam
0.05–0.5 mg/kg PO
0.05–0.25 mg/kg PO
Diazepam
0.5–2.2 mg/kg PO
Evitar
Alprazolam
0,01-0,1 mg/kg
0.0125-0.025 mg/kg a 0.125
mg/animal
- Se debe probar dosis-efecto previamente.
- Benzodiacepinas: cuidado en animales agresivos ya que puede desinhibir la agresividad.
Adaptado de Herron & Sreyer (2014)
si es necesario consultar a un especialista para llevar a cabo un protocolo de
reintroducción (Figura 22-23).
En los perros puede ser suficiente con
dejar que los individuos se encuentren en un lugar neutral fuera de casa
y puedan reconocerse tranquilamente
sin correa o con una correa larga. Es
una buena medida dejarlos jugar, pasear un rato, administrar unos premios
y posteriormente proceder a la entrada
en el domicilio.
Por último comentar que las técnicas
de reducción del estrés no siempre son eficaces o útiles como única medida aplicable.
En algunos animales será necesario utilizar
métodos farmacológicos para determinados procedimientos por ser inviable realizarlos con el animal activo. Se recomienda
que, si se considera necesaria la sedación o
anestesia del animal, se aplique este procedimiento lo antes posible, antes de que
haya alcanzado unos niveles altos de distrés,
ansiedad, miedo o agresividad (Tabla 3).
16 ]
D iscu sión
Este artículo pretende ser una guía de
apoyo y avance para posterior revisión bibliográfica del clínico, una guía que debe
ser explorada y profundizada en diversos
documentos disponibles al alcance de
cualquier clínico y que están indicados en
la bibliografía.
La medicina del comportamiento es
un campo muy amplio que debe ser explorado y conocido en profundidad si se
pretende obtener su aplicación en la práctica diaria. Cada día existen más estudios y
la ciencia avanza en pro del conocimiento
del comportamiento de las especies domésticas, del vínculo que establecen con la
especie humana, de las mejores formas de
obtener su bienestar en los distintos colectivos y de la prevención y el tratamiento
de los problemas de comportamiento y sus
repercusiones.
Conocer todo esto es nuestro deber
como veterinarios y aplicarlo para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes
y la relación con nuestros clientes es una
asignatura pendiente hacia la que debemos
encaminarnos.
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18 ]
Relación entre los problemas
médicos y los problemas
de comportamiento en el perro
Tomàs Camps Morey, Marta Amat Grau, Camino García-Morato Fernández-Baíllo,
Daniel Ferreiro, Sergio Tejedor Giménez, Xavier Manteca Vilanova
Servei d’Etologia Clínica de l’Hospital Clínic Veterinari de la Facultat de Veterinària de la UAB;
Departament de Ciència Animal i del Aliments, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, Barcelona
Re s u m e n
El hecho de que un animal se comporte de una determinada manera ante una
situación dada depende de multitud de
factores. El estado de salud del animal es
uno de ellos. El cambio en el comportamiento del animal es uno de los principales signos clínicos de muchas patologías.
Con frecuencia, el cambio en la actitud (o
comportamiento) del animal es el principal motivo por el cual los propietarios
acuden al veterinario.
Como consecuencia de una enfermedad el perro puede tanto disminuir la
frecuencia de ciertas conductas importantes (p.ej., disminución del apetito, disminución de las horas de sueño, etc.) como
aumentar la presencia de conductas que
pueden ser consideradas problemáticas
(p.ej., las conductas agresivas, las conductas
de miedo y los comportamientos repetitivos entre otros). Además, en ocasiones, el
cambio de comportamiento es el único
signo clínico de la enfermedad, lo que supone un reto diagnóstico para el clínico.
El objetivo del artículo no será el de
describir con profundidad toda la fisiopatología de las diferentes enfermedades que
cursan con alteraciones de comportamiento
ni su tratamiento, sino más bien se centrará
en explicar la relación existente entre cada
patología y la etología clínica. Las patologías que se incluyen en el artículo han sido
elegidas por tres motivos, por su frecuen-
cia (patologías que cursan con dolor, p.ej.),
porque suponen un reto diagnóstico para
el clínico (p.ej., patologías neurológicas que
causan cambios de comportamiento sin alterar el examen neurológico e, incluso, las
pruebas complementarias) o, por último,
por su interés científico.
I nt rodu cción
En los últimos años, buena parte del estudio del comportamiento canino se ha
centrado en entender por qué cada individuo se comporta de una forma diferente
cuando se enfrentan a una misma situación, en otras palabras, en el estudio de las
diferencias individuales en la expresión del
comportamiento.
Para comprender estas diferencias individuales en el comportamiento de los
perros y, de hecho, de los animales en
general, es necesario entender que este
depende de diversos factores. Entre los
factores más importantes (Figura 1) se encuentran la genética del animal, el manejo y las experiencias durante los períodos
del desarrollo (desde la gestación hasta la
socialización del animal), las experiencias
vividas en la edad adulta (que está directamente relacionado con el aprendizaje y
la memoria del animal) y, finalmente, su
estado fisiológico (o patológico). En otras
palabras, el estado fisiológico del animal
determinará cómo se comporta.
[ 19
Manipulación
neonatal
(cambios
epigenéticos)
Socialización
Aprendizaje
y memoria
CONDUCTA
Estrés prenatal
Genética
Funcionamiento de
órganos y sistemas
F. 1
Figura 1. Factores que
afectan al comportamiento
de los perros.
Los cambios en el comportamiento
del animal son uno de los principales signos clínicos cuando un perro está enfermo. De hecho, con frecuencia, la principal
queja de los propietarios cuando acuden al
veterinario porque sospechan que su perro está enfermo, es que este ha cambiado
su comportamiento. Expresiones como
“está apático”, “come menos” o “está raro”
suelen ser quejas frecuentes de los propietarios al acudir al veterinario con su perro.
Desde un punto de vista más académico,
los cambios de comportamiento asociados
a un estado patológico pueden dividirse
en dos grandes grupo:
1. Conductas que disminuyen su frecuencia o, incluso, que desaparecen:
algunos ejemplo serían la conducta
de alimentación (hipo/anorexia), la
conducta de juego, el comportamiento sexual o la conducta de descanso
entre otras.
2. Conductas que incrementan su frecuencia o, incluso, conductas de nueva
aparición: como por ejemplo los comportamientos agresivos, las reacciones
de miedo o fobias y, finalmente, los
comportamientos repetitivos.
20 ]
En ambos casos, desde un punto de
vista clínico, que el propietario acuda a
un veterinario dependerá directamente de
lo molesta que sea la conducta y/o de su
grado de preocupación ante dicho comportamiento. En otras palabras, dependerá
de su tolerancia y, por lo tanto, tendrá un
componente subjetivo. Este componente
subjetivo puede propiciar que algunos perros no reciban la atención necesaria y, por
lo tanto, que su bienestar se vea afectado.
Como acabamos de ver, una de las características principales para que una conducta sea considerada como un problema
de comportamiento es que sea molesta o
preocupe a los propietarios (tanto su presencia como su ausencia). Tanto las conductas consideradas “normales” como las
patológicas pueden ser molestas para los
propietarios. Es importante destacar que
los problemas médicos pueden favorecer
la aparición de ambos tipos de conductas molestas, tanto las conductas normales
como las patológicas.
Finalmente, como se tratará en adelante, es importante señalar que el cambio
de comportamiento es, con frecuencia, el
único signo de clínico que provocará la
enfermedad.
Todas estas características determinarán el abordaje diagnóstico a cualquier
problema de conducta. Inicialmente, este
protocolo de diagnóstico siempre deberá
incluir, por una parte, un historial etológico completo y, por otra, unas pruebas
mínimas (y de coste razonable) que nos
permitan establecer un diagnóstico diferencial. Las pruebas mínimas que siempre
deben incluirse son, al menos, un examen
físico general, un examen neurológico
completo, un hemograma, una bioquímica general y/o un urianálisis y un examen
coprológico. En función de los resultados
de estas pruebas médicas, y de la información recogida en el historial etológico, se
establecerá un diagnóstico diferencial que
es el que determinará el protocolo a seguir,
y si deben hacerse pruebas más complejas,
costosas y/o invasivas.
El objetivo del artículo no será el de
describir con profundidad toda la fisiopatología de las diferentes enfermedades que
cursan con alteraciones de comportamiento
ni su tratamiento, sino más bien se centrará
en explicar la relación existente entre cada
patología y la etología clínica. Las patologías que se incluyen en el artículo han sido
elegidas por tres motivos, por su frecuencia (p.ej.,patologías que cursan con dolor,),
porque suponen un reto diagnóstico para
el clínico (p.ej., patologías neurológicas que
causan cambios de comportamiento sin alterar el examen neurológico e, incluso, las
pruebas complementarias) o, por último,
por su interés científico.
Pr o ble m a s ne ur ol óg ic os
El sistema nervioso central (SNC) tiene
un papel directo sobre el comportamiento
de los animales. Cualquier alteración en el
funcionamiento del SNC puede cambiar
el comportamiento del animal. De hecho,
en medicina humana, la rama que estudia
los cambios de comportamiento debidos a
problemas neurológicos, la neuropsiquiatría, ha surgido con fuerza estos últimos
años. Aunque en medicina veterinaria las
dos disciplinas todavía están bastante separadas (etología clínica y la neurología),
es probable que en un futuro próximo las
colaboraciones sean mucho más frecuentes
de lo que lo son hoy en día
Desde un punto de vista práctico los
problemas de comportamiento debido a
problemas neurológicos se pueden dividir
en 4 grandes grupos. Aquellos problemas
neurológicos que cambian el comportamiento a la vez que producen alteraciones
en el examen neurológico y en las pruebas
complementarias, Grupo 1. Muchas patologías del SNC, como tumores, problemas isquémicos, enfermedades infecciosas,
etc., podrían encontrarse en este Grupo
1. Con frecuencia son patologías que, al
mostrar cambios en el examen neurológico y en las pruebas complementarias, son
diagnosticadas y tratadas únicamente por
especialistas en neurología. Sin embargo,
es probable que en los próximos años, se
empiecen a hacer tratamientos conjuntos
entre ambas disciplinas. Por ejemplo, los
cambios de comportamiento son frecuentes como consecuencia de la presencia de
tumores intracraneales. Se tiende a pensar,
sin embargo, que una vez extraído el tumor (si esto es posible) todo volverá a la
normalidad y que los problemas de comportamiento desaparecerán. Sin embargo,
no tiene por qué suceder y, de hecho,
puede que empeoren o aparezcan nuevas
alteraciones de comportamiento. Después
de la cirugía los neurólogos se encargarán
de la recuperación de la cirugía (antibioterapia, analgesia, mantenimiento de la
presión intracraneal, etc.), pero la recuperación de la funcionalidad del comportamiento correrá a cargo de los veterinarios
etólogos. Por lo tanto, a medida que los
tratamientos de estas patologías se hagan
más comunes, también lo deberán ser los
tratamientos comunes entre neurólogos y
etólogos veterinarios.
Algunos problemas de neurológicos
producen problemas de comportamiento,
alterando el examen neurológico, pero sin
modificar las pruebas complementarias,
Grupo 2. Son problemas poco frecuentes,
normalmente problemas degenerativos del
SNC (como por ejemplo, algunas enfermedades del almacenamiento lisosomal o
algunas encefalopatías espongiformes), pero
potencialmente muy graves que suelen terminar con la vida del animal. Con frecuencia el diagnóstico definitivo es post mortem.
En el caso de los animales del Grupo
3, muestran problemas de comportamiento debido a un problema neurológico
[ 21
pero, sin embargo, el animal no muestra
déficits en el examen neurológico. Si se
le realizaran pruebas complementarias, se
podría llegar a un diagnóstico. Sin embargo, teniendo en cuenta la aproximación al
diagnóstico mencionada en la introducción, estos casos resultan un reto ya que
cuando se realiza el historial etológico se
observa un cambio de comportamiento
(suele ser el motivo de consulta de los
propietario) pero, sin embargo, cuando se
realizan las pruebas médicas básicas para
determinar el protocolo diagnóstico, al
no observarse alteraciones en el examen
neurológico, suelen rechazarse las pruebas
complementarias más invasivas o costosas
que podrían poner de manifiesto el diagnóstico problema. Existen algunos estudios
muestran que lesiones que afectan especialmente a la zona más rostral del cerebro
podrían estar en este grupo, ya que esta es
una zona del SNC que no tiene su reflejo
en el examen neurológico. Especialmente
aquellos tumores de crecimiento lento que
no producen alteraciones secundarias asociadas al tumor de forma repentina (como
el aumento de la presión intracraneal),
pueden cambiar el comportamiento (con
frecuencia comportamientos agresivos con
un fuerte componente de impulsividad)
sin alterar el examen neurológico. Sin
embargo, si el problema evoluciona y el
tumor continúa creciendo, suelen aparecer signos neurológicos secundarios tales
como convulsiones e, incluso, alteraciones
en el examen neurológico.
Finalmente, los perros del Grupo 4 son
un importante reto diagnóstico puesto que
son animales con un problema de neurológico que les cambia el comportamiento,
pero no modifica ni el examen neurológico ni las pruebas complementarias rutinarias y más utilizadas actualmente. Los dos
problemas más comunes que se incluyen
en este grupo son las epilepsias parciales
y los traumatismos craneoencefálicos leves.
Las epilepsias parciales con epilepsias que
únicamente afectan a una parte del SNC.
No suelen producir convulsiones tónicoclónicas, como sí ocurre en el caso de las
epilepsias totales. Los signos clínicos asociados a estas epilepsias pueden ser muy variados en función de la localización del foco
epiléptico. En medicina humana se describen frecuentemente las crisis de ausencia,
alteraciones en la sensibilidad de la cara
22 ]
(como el prurito), sonidos recurrentes, olores extraños, etc. Estos casos, en medicina
humana, se diagnostican mediante la monitorización de la actividad cerebral durante
las crisis. En el caso de las crisis epilépticas
parciales idiopáticas en medicina veterinaria, el método diagnóstico sería el mismo,
sin embargo, normalmente no se realizan
este tipo de pruebas complementarias. Por
lo tanto, en cierta manera, sí que hay una
alteración de las pruebas complementarias
(actividad cerebral) pero no se hacen rutinariamente en medicina veterinaria. Los
signos clínicos de comportamiento más
frecuentes asociados a las crisis parciales en
medicina veterinarias son los ataques fóbicos sin estímulo desencadenante aparente,
agresividades con de origen desconocido,
persecuciones de luces y sombras inexistentes y vocalizaciones. El diagnóstico se
hace por descarte de otras patologías y el
tratamiento es el mismo que en el caso de
la epilepsia idiopática generalizada.
Es importante destacar que, al igual
que ocurre en medicina humana, las epilepsias idiopáticas generalizadas también
se asocian en medicina veterinaria a una
mayor probabilidad de mostrar problemas
asociados con el miedo.
Los traumatismos craneoencefálicos
moderados pueden producir alteraciones funcionales de las neuronas. A efectos
prácticos esto se traduce en una alteración
funcional del sistema nervioso central sin
que se observen alteraciones físicas como
consecuencia del traumatismo. Se ha observado que, en medicina humana, las
personas que han sufrido un traumatismo
craneoencefálico moderado presentan un
riesgo mayor de padecer alteraciones de
conducta, incluso cuando las pruebas de
imagen convencionales (Tomografía Axial
Computarizada – TAC- y la Resonancia
Magnética Nuclear –RMN-) son normales. Sin embargo, lo que se han observado
recientemente, tanto en personas como
en animales de laboratorio usados como
modelos animales en estudios controlados,
es que existen alteraciones funcionales que
se pueden hacer evidentes con técnicas de
neuroimagen funcional. De nuevo, dichas
pruebas son raramente utilizadas en veterinaria ya que requieren que los animales
permanezcan quietos y despiertos en el
interior de la máquina mientras se realizan las pruebas.
Tabla 1. Clasificación de los problemas de comportamiento debidos a alteraciones
neurológicas y los resultados del examen neurológico y las pruebas complementarias.
Déficits del examen neurológico
Alteraciones laboratorio y/o imagen
Grupo 1
+
+
Grupo 2
+
-
Grupo 3
-
+
Grupo 4
-
-
Los problemas neurológicos son, por lo
tanto, con frecuencia causa de problemas de
comportamiento en los animales. Muchos
de estos problemas suponen un reto diagnóstico. Además, el tratamiento conjunto
entre neurólogos y etólogos veterinarios
podría beneficiar enormemente a los pacientes que sufren estas patologías (Tabla 1).
Pat o l o gí a s que c ur s a n
co n d o l o r y l os
pr o ble m a s
de c o m p o rta mi e nt o
El dolor puede modificar muchos comportamientos. Aunque todos ellos podrían
tener un papel desde el punto de vista clínico, en este artículo solo se analizará la
relación entre el dolor y la agresividad, el
miedo, los comportamientos repetitivos y
las alteraciones del sueño.
D o lo r y a g re s i v i d a d
Se ha observado que existen dos patrones
diferentes de agresividad por dolor en los
perros. Estos dos patrones dependen, básicamente, de la experiencia previa del animal.
En primer lugar encontraríamos aquellos animales que no han sido agresivos
antes de iniciarse el problema de dolor
son perros que tienden a ser agresivos
cuando se les manipula la zona dolorosa,
son impulsivos (no muestran señales de
alarma antes de morder) y muestran una
postura defensiva (cola baja, orejas hacia
atrás, piernas dobladas y mirada desviada). En otras palabras, el perro se muestra
agresivo como modo de evitar más dolor
ante una posible amenaza.
En segundo lugar estarían aquellos animales que sí que han sido agresivos antes
del inicio del problema de dolor. En estos casos los perros muestran un empeoramiento de la agresividad pre-existente y
son menos impulsivos (es decir, dan más
señales de aviso para evitar el conflicto y
el ataque). En otras palabras, los problemas
de dolor pueden empeorar un problema
de agresividad pre-existente. En estos casos
el dolor parece incrementar la irritabilidad
del animal, disminuyendo así su umbral
de agresividad. Es probable que, también
en estos casos, si alguien tocara al animal
la zona dolorosa este reaccionara con una
agresividad similar a la descrita en el primer
grupo. Sin embargo, puede ser que los propietarios de estos perros sean más reticentes
a la hora de tocar al animal puesto que ya
tienen un historial de agresividad. Además,
puede que estos perros sean menos impulsivos porque hayan aprendido a usar algunas señales de alarma (gruñidos, levantar
belfos, etc.) como forma de disuasión del
contacto con las personas.
Desde un punto de vista clínico, esto
refuerza la importancia de buscar puntos
de dolor en todos los perros con agresividad o que han tenido un empeoramiento
de la misma.
Do l or y miedo
De una forma similar a la que ocurre con
el primer grupo descrito en el apartado
anterior, el dolor puede inducir miedo
como una forma de evitar otra situación
dolorosa. En otras palabras, si un perro experimenta dolor en un contexto determinado (por ejemplo en una clínica veterinaria) en futuras ocasiones podrá mostrarse miedoso ante la misma situación. Este
[ 23
Detonante ambiental
Aprendizaje
Autorefuerzo
ESTRÉS
Conducta
de desplazamiento
Razas / Familias
Base genética
F. 2
Figura 2. Factores
influyentes en la aparición de
conductas repetitivas.
24 ]
miedo aprendido, como consecuencia de
la experiencia negativa experimentada en
ese lugar, tiene como finalidad evitar una
situación negativa parecida.
Sin embargo, el dolor también podría
inducir miedo mediante otro mecanismo.
En medicina humana está ampliamente estudiado que las personas que tienen dolor
(especialmente dolor crónico) tienen una
mayor predisposición a mostrar ansiedad.
En algunas personas, esta ansiedad induce
un estado de sesgo cognitivo negativo, es
decir, hace que las personas sean más pesimistas. En estos casos las personas pueden
incrementar su grado de ansiedad e, incluso, pueden aparecer miedos a estímulos
poco comunes como consecuencia de ese
estado emocional. Aunque este mecanismo
no ha sido demostrado todavía en animales, no es descabellado pensar que podría
existir un mecanismo similar también en
los perros. Se han descrito algunos casos
aislados de perros, concretamente en un
Bóxer y un Labrador, que mostraban miedo a estímulos poco comunes. Estos perros
no mejoraron con el tratamiento convencional para el miedo (desensibilización y
contracondicionamiento). Sin embargo,
posteriormente y tras un examen físico
exhaustivo, se observó que ambos tenían
dolor. El tratamiento conjunto con analgesia y el tratamiento convencional del miedo resolvían el problema en ambos casos.
Este hecho podría explicarse a través de
un mecanismo similar al descrito anteriormente en las personas. Está ampliamente
demostrado que el dolor produce un estado de ansiedad en los perros. Así mismo, se
sabe que la ansiedad por separación (otra
fuente diferente de ansiedad en los perros)
produce un estado de sesgo cognitivo negativo también en los perros. Por lo tanto,
con toda esta información, es fácil pensar
que un mecanismo parecido podría estar
presente también en los perros.
D olor y con du ctas repetitiv as
Como se puede observar en la Figura 2,
existen diferentes factores que pueden explicar la aparición de conductas repetitivas
(Figura 2). Sin embargo, el estrés es uno
de los factores más importantes. El dolor
puede favorecer la aparición de conductas
repetitivas mediante, de nuevo, dos mecanismos de acción diferentes.
En primer lugar, está ampliamente documentado que el dolor es una fuente de
estrés para el animal, lo que podría, en sí
mismo, favorecer la aparición de un problema de carácter compulsivo.
En segundo lugar, algunas conductas
pueden disminuir el dolor cuando el animal las realiza. Por ejemplo, cuando un perro se lame una zona dolorosa se estimulan
unos mecanoreceptores cutáneos que disminuyen la sensación del dolor (“Teoría
de la puerta”). Esta reducción del dolor
podría actuar como auto-refuerzo de la
conducta, lo que la perpetuaría en el tiempo, pudiéndose convertir en compulsiva
(p.ej., dermatitis acral por lamido).
D o lo r y Alte ra c i o n e s d e l s u e ñ o
Está ampliamente aceptado, tanto en medicina humana como en animales, que el
dolor y el sueño están estrechamente relacionados. Sin embargo, no está tan clara
cuál es la dirección de esta relación. Es decir, no está claro si el dolor altera el sueño
o es, por el contrario, la falta de sueño que
aumenta la probabilidad de padecer dolor.
Aunque pudiera parecer lo contrario,
lo cierto es que la mayoría de la evidencia científica, tanto en medicina humana
como en modelos animales, apoyan la hipótesis de que la falta de sueño predice
mejor que el individuo tendrá dolor en un
corto período de tiempo que no al revés.
De hecho la falta de sueño tanto empeora
un problema de dolor pre-existente como
favorece la aparición de dolor en los animales que no tenían dolor anteriormente
Esto tiene importantes implicaciones
prácticas. Existen algunos problemas de
comportamiento muy frecuentes, como
la disfunción cognitiva, que altera el sueño. Además, es un problema típico de
animales geriátricos que tienen un mayor
incidencia de problemas de dolor (p.ej.,
problemas articulares degenerativos). Otra
implicación práctica sería la de garantizar
el sueño de los animales hospitalizados con
la finalidad de reducir la aparición de dolor (permitiendo momentos de oscuridad
y silencio, p.ej.).
En definitiva, el diagnóstico y tratamiento precoz de los problemas de dolor
siempre será necesario en todos los casos
de problemas de comportamiento.
H ip o tiro id is m o y p ro b l e m a s
de c o m p o rta mi e n t o
El hipotiroidismo se ha asociado con
frecuencia a diferentes alteraciones del
comportamiento. Las más frecuentes son
cambios en la conducta sexual, cambios
en la actividad del animal y, finalmente, a
la aparición de la agresividad. Sin embargo,
la evidencia científica al respecto, al menos
en perro, es escasa.
En el caso de la agresividad, algunos
autores apuntan la posibilidad de que sean
dos problemas que se dan al mismo tiempo,
pero que no son causa-consecuencia el uno
del otro. Además, las hormonas tiroideas
oscilan enormemente (incluso fuera de los
rangos fisiológicos) como consecuencia
de muchos factores. De hecho, algunos
autores plantearon la hipótesis de que las
situaciones de estrés pudieran disminuir la
concentración de T4, entre otras hormonas tiroideas. En otras palabras, plantearon
la posibilidad de que la agresividad (como
fuente de estrés) pudiera disminuir la concentración de hormonas tiroideas y, por lo
tanto, confundir el diagnóstico de hipotiroidismo. Otros, sin embargo, aseguran
que el hecho de que los signos clínicos se
reviertan tras el tratamiento farmacológico
con levotiroxina es una evidencia sólida de
que el hipotiroidismo es causa de agresividad en los perros.
Aunque todavía no está muy claro,
parece ser que la evidencia científica más
actual se decantaría por la posibilidad de
que, efectivamente, el hipotiroidismo pueda ser causa de agresividad. Estudios recientes con técnicas de neuroimagen funcional, realizados en medicina humana y
en animales de laboratorio, muestran que
el hipotiroidismo altera la función de importantes centros del SNC y que, además,
el tratamiento farmacológico revierte dichas alteraciones. Además, se ha visto que,
en perros, la agresividad no altera la ni la
concentración de T4 ni la TSH.
Un estudio de casos clínicos de agresividad en perros relacionada con hipotiroidismo, reveló que el hipotiroidismo puede
cursar con dos patrones de agresividad. En
primer lugar, en una agresividad difícil de
clasificar desde el punto de vista etológico.
En segundo lugar, podría estar simplemente
incrementando una agresividad pre-existente o, incluso, induciendo agresividad con
un contexto definido y claro. Por lo tanto,
el análisis de T4 y TSH estaría altamente
recomendado en todos aquellos animales
agresivos, aunque muestren una agresividad
de “fácil” clasificación etológica.
Conclu sion e s
El estudio del comportamiento animal no
debería entenderse como algo aislado. El
comportamiento del animal depende directamente del funcionamiento de todos
sus órganos y sistemas. Por lo tanto, ante el
diagnóstico de cualquier problema de comportamiento siempre debe incluirse una valoración del estado de salud del animal.
[ 25
Existen multitud de patologías que
pueden alterar el comportamiento. Los
problemas neurológicos que cursan con
cambios de comportamiento suponen, en
muchas ocasiones, un reto diagnóstico y
de tratamiento para el veterinario. Los tratamientos integrales en los que exista una
amplia colaboración entre neurólogos y
etólogos serán esenciales en un futuro no
muy lejano.
Los cambios de comportamiento son
uno de los principales signos clínicos de
las patologías que cursan con dolor. La
relación entre el dolor, la agresividad, el
miedo, las conductas compulsivas y el sueño está muy bien estudiada. Aunque todavía hacen falta más estudios, la búsqueda
de puntos de dolor y su tratamiento es
siempre una necesidad en todos los casos
de etología.
Finalmente, las hormonas tiroideas,
juegan un papel importante en el organismo. Aunque se necesita más investigación,
especialmente centrada en perros, parece
ser que la determinación de las hormonas
tiroideas es necesaria en todos aquellos
casos de agresividad en el perro.
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DOI: 10.1111/j.1528-1167.2005.00344.x.
[ 27
Primovacunación y socialización.
La búsqueda del equilibrio
Ignacio García Serrano
Human Dog, Las Palmas de Gran Canaria
28 ]
R e sume n
I n trodu cción
Los veterinarios somos conscientes de la
importancia de la etapa de socialización
en los perros y de que esta está directamente relacionada con el desarrollo cognitivo y comportamental del cachorro.
Del mismo modo, somos conscientes de
lo crítica que es esta etapa de la vida del
perro en cuanto al contagio de enfermedades infecciosas potencialmente mortales
como la parvovirosis.
Sin embargo, el riesgo de abandono
y/o eutanasia del perro en los primeros
tres años de vida por problemas de comportamiento debidos a una mala socialización es mucho más elevado que el riesgo
de contagio de parvovirosis cuando se realiza un buen protocolo vacunal.
Alcanzar un equilibrio entre estos
dos factores críticos es posible, ya que la
socialización del cachorro en entornos
controlados y bajo la supervisión de un
especialista, a través de las clases de socialización de cachorros, no lleva asociado
un aumento de la prevalencia de la enfermedad en comparación con los cachorros
que no han asistido a estas sesiones de socialización.
Informar a los propietarios sobre la
importancia y funcionamiento de las vacunas, la interferencia con los anticuerpos
maternos y la importancia de una buena socialización, es imprescindible para
conseguir propietarios informados, conscientes e involucrados en las necesidades
y riesgos que son inherentes a la etapa de
cachorro.
El periodo crítico de socialización abarca
desde la tercera semana de vida del cachorro hasta las 12 ó 16 semanas. Este periodo
es fundamental para obtener un carácter
equilibrado en la etapa adulta, libre de miedos exacerbados y con una buena gestión
de las situaciones novedosas y de estrés.
Para ello es necesario que el cachorro tenga
contacto con una gran diversidad de estímulos y situaciones de forma controlada y
a la intensidad adecuada.
El hecho de que la mayoría de cachorros no salga a la calle durante el periodo
que dura la primovacunación, hace que
en un gran porcentaje de casos la ventana
de socialización se cierre sin una presentación suficiente de estímulos ni contacto
con otros perros o personas.
Que el periodo de socialización no sea
adecuado eleva la probabilidad de aparición de problemas de comportamiento en
la adolescencia y/o adultez, y con ello la
probabilidad de que el animal sea abandonado y/o eutanasiado. Si bien mientras la
primovacunación no está finalizada el riesgo de contraer enfermedades infecciosas es
más elevado que en cualquier otra etapa
de la vida del perro, nuestro deber como
garantes del bienestar animal es informar al
propietario sobre los cuidados extra necesarios para minimizar el riesgo de infección
así como de la importancia de una correcta
socialización y el modo adecuado de llevarla a cabo. La medicina veterinaria actual ha
de buscar y recomendar el equilibrio entre
la minimización del riesgo de infección por
parvovirosis y una correcta socialización.
L a vacu n ación
En la práctica clínica diaria, la tendencia
a la hora de diseñar las pautas vacunales
para nuestros pacientes, solemos basarnos,
fundamentalmente, en los protocolos suministrados por el laboratorio en la ficha
técnica de las vacunas. Es importante señalar que la información mostrada aquí refleja la información facilitada para aprobar
el registro sanitario y que la vacuna pueda
comercializarse. Es por ello que, en ocasiones, la información contenida en dichas
fichas no se ha actualizado en función de
los avances científicos en vacunología.
Una pauta ampliamente utilizada para
la primovacunación, es la aplicación entre
las 4 y 6 semanas de una vacuna contra la
parvovirosis o contra la parvovirosis y el
moquillo canino. A las 8 semanas se aplica
la primera dosis multivalente que se repite
a las 12 ó 13 semanas de vida. A partir de
este momento se considera que el cachorro
ha concluido la primovacunación y una semana después de la aplicación de la misma
el cachorro ya puede salir a la calle y relacionarse con normalidad con otros perros.
En un intento por aunar criterios, la
Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA) a través de su
grupo de directrices de vacunación (VGG)
formado por cuatro expertos, publicó en
2007 las directrices para la vacunación de
perros y gatos, las cuales han sido revisadas en 2010 y 2015. El objetivo de estas
directrices es estandarizar las pautas de vacunación a nivel mundial sin llegar a ser
una normativa de obligado cumplimiento,
ya que siempre habrá variaciones en cuanto
a su aplicación, en función de la situación
geográfica u otras variables más específicas.
Estas directrices no solo protegen al animal
individual, sino que proporciona una óptima “inmunidad colectiva” que minimiza los
brotes de enfermedades infecciosas.
Según el grado de necesidad, el grupo de expertos diferencia tres grupos de
vacunas:
- Esenciales: vacunas que todos los
perros deben recibir independientemente de las circunstancias o la ubicación geográfica, por ser enfermedades
infecciosas de importancia mundial,
como la vacuna contra el moquillo
canino (CDV), el parvovirus canino
tipo 2 (CPV-2) y el adenovirus canino (CAV). La vacuna contra la rabia
es esencial en áreas endémicas o allí
donde es obligatoria por ley.
- No esenciales: son aquellas vacunas
que se requieren para aquellos animales cuya ubicación geográfica, medio
ambiente local o el estilo de vida, los
coloca en riesgo de contraer infecciones específicas.
- No recomendadas: vacunas que carezcan de evidencias científicas que
justifiquen su uso.
El principal problema que presenta la primovacunación de los cachorros es la interferencia con los anticuerpos maternos
que atacarán y destruirán los antígenos vacunales, de modo que el sistema inmune
del cachorro puede no llegar a producir
anticuerpos contra los patógenos inoculados. Es importante tener en cuenta que
la inmunidad pasiva se desvanece hacia
las 8-12 semanas, dependiendo del perro,
hasta un nivel que permite la inmunización activa a través de la vacunación. Esta
interferencia no se producirá en aquellos
animales que no hayan tomado calostro,
ya que a través de él se transfiere el 95%
del total de los anticuerpos maternos que
recibe el cachorro.
Los anticuerpos maternos interfieren
significativamente con la eficacia de la
mayoría de las vacunas esenciales actuales
que se administran a cachorros. Debido a
que el nivel de anticuerpos maternos varía
significativamente entre camadas, se recomienda la administración de dosis múltiples de vacunas esenciales a cachorros
cada 3 semanas, con una dosis final a las
16 semanas o más, seguida de un refuerzo
a los 6 ó 12 meses de edad. (Tabla 1)
El grupo de expertos de WSAVA, así
como la American Veterinary Society of Animal Behavior (AVSAB), hacen especial
hincapié en la importancia del periodo de
socialización del cachorro que se cierra en
torno a las 16 semanas de vida.
L a etapa de sociali z ación
La etapa de socialización es un periodo
crucial en la vida del perro que determinará en gran medida la aparición o ausencia de problemas de comportamiento en
[ 29
Tabla 1. Programa de vacunas esenciales para cachorros y gatitos que se presentan por primera vez entre las 6-9
semanas de edad y revacunados cada 3-4 semanas.
Edad en la primera presentación
Calendario de vacunas esenciales
6 semanas
6 semanas, 9 semanas, 12 semanas, 16 semanas, después 26 o 52 semanas
o
6 semanas, 10 semanas, 14 semanas, 18 semanas, después 26 o 52 semanas
7 semanas
7 semanas, 10 semanas, 13 semanas, 16 semanas, después 26 o 52 semanas
o
7 semanas, 11 semanas, 15 semanas, 19 semanas, después 26 o 52 semanas
8 semanas
8 semanas, 11 semanas, 14 semanas, 17 semanas, después 26 o 52 semanas
o
8 semanas, 12 semanas, 16 semanas, después 26 o 52 semanas
9 semanas
9 semanas, 12 semanas, 15 semanas, 18 semanas, después 26 o 52 semanas
o
9 semanas, 13 semanas, 17 semanas, después 26 o 52 semanas
Journal of Small Animal Practice • Vol 57 • enero 2016 • © 2016 WSAVA.
la adolescencia y adultez, principalmente
problemas de comportamiento como las
conductas agresivas u otros que tienen
como motivación principal el miedo.
Esta fase es clave en el proceso de desarrollo y maduración del perro donde
los eventos que acontecen o se presentan
durante la misma son susceptibles de dejar
efecto/s a largo plazo, ya que el aprendizaje es más fácil y el conocimiento adquirido es guardado en la memoria a largo
plazo. La duración de este periodo va a
variar en función de la especie. En el caso
del perro doméstico este periodo abarca, a
grandes rasgos, desde las 3 a las 16 semanas
de vida, si bien puede haber variaciones
internas (características de la raza, familiares o individuales) y externas (conducta de
la madre, conducta de otros perros, características del entorno). Además, la influencia de un ambiente estresante como el que
pueden sufrir los perros abandonados, de
la calle o albergues cerrará esta fase antes
de tiempo, alrededor de las 7 o 9 semanas.
La naturaleza ha desarrollado esta etapa
para permitir que el animal se habitúe a
los individuos y conductas de su especie,
especies amigas y estímulos que serán habituales en la etapa adulta, de modo que
no sea necesaria una respuesta adaptativa
de estrés cada vez que uno de ellos se presente. La habituación en esta etapa es mucho más fácil para el animal, sin embargo,
30 ]
aquellos sucesos que produzcan miedo o
sean interpretados como peligrosos producirán esa misma sensación en la edad
adulta. La organización de los sistemas
cognitivos es más rápida durante este periodo, y de igual modo, su modificación o
alteración es más sencilla.
La privación de contacto con otros
miembros de su especie tendrá repercusiones en la etapa adulta en cuanto al normal desenvolvimiento del animal con sus
congéneres.
Joël Dehasse en su trabajo sobre el desarrollo del perro joven recoge varios estudios de diferentes autores que demuestran
el impacto del aislamiento del cachorro en
etapas tempranas del desarrollo.
De esta recopilación de trabajos, Scott
y Fuller en 1969 observan que si privamos a un cachorro de contacto con otros
perros, al juntarlo con otros congéneres a
las 9 semanas de vida, es posible que los
individuos adultos le gruñan de inicio, sin
mostrar conductas agresivas de mayor intensidad. Respecto a sus hermanos de camada, estos desarrollaron un juego normal
con ella al cual respondía. A los 4 días de
haberlos juntado no había diferencias de
comportamiento entre los cachorros.
Por otro lado, Fisher en 1955 observa
que un cachorro macho de Fox Terrier
criado en aislamiento y presentado a las
16 semanas a otros perros mostró conduc-
tas inhibidas y fue atacado por el resto de
cachorros de la camada que habían sido
socializados normalmente. Al ponerlo en
contacto con otros cachorros criados también en aislamiento los perros convivieron
uno al lado del otro sin interacción y sin
agresión.
Fox en 1971 observó que chihuahuas
machos criados con gatos hasta las 16
semanas de edad mostraron preferencia
por la presencia de gatos y reaccionaban
con miedo y posturas de apaciguamiento extremas en presencia de perros al no
ser capaces de decodificar la información
transmitida por estos.Tampoco mostraban
reacción al ver su reflejo en un espejo. Al
ponerlos en contacto con otros perros recuperaban su socialización intraespecie al
cabo de 2 semanas, comenzando a preferir
el contacto con perros y reaccionando entonces ante su imagen en el espejo.
Dehasse concluye que la ausencia total
de contacto con otros perros entre las 3
y las 12 semanas (±5 semanas) promueve
la identificación con otra especie e incluso con objetos con los que pudiera tener
contacto continuado (objetos como peluches, cojines, etc.) ya que se produce una
identificación persistente, ocasionalmente
de por vida, y puede llevar, por un lado, a
una preferencia social, incluso intentos de
cortejo y monta, hacia la especie identificada, y por otro, rechazo (huida o lucha)
hacia individuos de su propia especie con
la que no ha tenido contacto. Son necesarios más estudios sobre el desarrollo emocional del cachorro en esta etapa.
C o ns e c ue nc ia s d e u n a m a l a
s o c ia liza c ió n
La principal consecuencia práctica de una
mala socialización es la aparición de problemas de comportamiento, principalmente conductas agresivas, que suelen derivar
en el abandono y la eutanasia en la etapa
adolescente o adulta del perro.
Una mala socialización no es únicamente aquella en la que no se le presentan al cachorro los estímulos necesarios.
También producirán una mala socialización aquellos estímulos que hayan sido
presentados a una intensidad excesiva y
que hayan producido sensibilización hacia
ellos, es decir, miedo. Es muy importante,
por tanto, no utilizar métodos punitivos
en la etapa de socialización o basados en
la teoría de la dominancia.
Del mismo modo, una vez cerrada la
ventana de socialización, todos aquellos
estímulos con los que el cachorro no haya
tenido un contacto adecuado, por defecto
o exceso, requerirán una respuesta adaptativa en el momento en que se presenten
por primera vez o vuelven a aparecer. Esto
no significa que la habituación no pueda
producirse fuera del periodo de socialización, pero será más costosa y dependerá de más factores, principalmente de la
capacidad exploratoria del individuo ante
la presentación de estímulos noveles o la
capacidad de gestión ante estímulos atemorizantes. La aparición de una respuesta
de miedo y estrés es más probable fuera
del periodo de socialización.
Durante la etapa de socialización, el
perro no sólo se habitúa a los estímulos
que le acompañarán en su vida cotidiana una vez alcanzada la edad adulta, sino
que definirá la capacidad exploratoria y el
abordaje de situaciones novedosas.
L a s epar ación del
c a c hor ro de la camada
El momento de separar al cachorro de su
madre y hermanos es un momento crítico y ha de ser cuidadosamente elegido.
Debemos tener en cuenta que la madre y
hermanos de camada juegan un papel crucial en el desarrollo del temperamento y
del comportamiento. A través de su madre
y hermanos el cachorro aprenderá la inhibición de mordisco, a tener control sobre
la actividad y la intensidad de la misma, a
leer el lenguaje gestual de sus congéneres,
a adquirir conductas independientes, a tolerar la frustración o el aprendizaje de la
conducta sexual entre otros.
Por otro lado, un destete precoz, además de afectar a las relaciones sociales y
adaptación al medio en la etapa adulta, va
a suponer una elevada fuente de distrés
en el cachorro que también tendrá consecuencias sobre el comportamiento, principalmente sobre la tendencia al miedo.
En este sentido se ha observado en
cachorros separados a los 30-40 días de
su camada en relación a cachorros separados a los dos meses de edad, un marcado
incremento en la aparición de comportamientos indeseados como destructividad,
[ 31
F. 1
F.2
Figura 1. Lugar de
descanso, cómodo y
confortable, para que el
cachorro se sienta seguro.
Figura 2. Es importante
que el cachorro tenga
contacto con diferentes
entornos. La playa puede
ser un buen lugar donde
permitir al perro tener
contacto con estímulos
novedosos, olores, sonidos
y texturas.
32 ]
ladrido excesivo, miedo en los paseos, protección de recursos o reactividad a ruidos,
especialmente aquellos que han sido adquiridos en tiendas de animales.
La separación prematura del cachorro
de la camada no sólo tiene efectos sobre el
comportamiento y el bienestar del cachorro. También tendrá efecto sobre la salud
del mismo. Se ha observado que cachorros
separados a las 6 semanas de edad presentan una peor condición física y una menor
ganancia de peso respecto a los separados
a las 12 semanas. Por otro lado, la susceptibilidad a enfermedades infecciosas y la
mortalidad aumenta en los cachorros que
pasaron menor tiempo junto a la madre
debido a los elevados niveles de estrés producidos por la separación precoz. La separación precoz del cachorro de la camada,
no ofrece ningún beneficio en relación a
la socialización con humanos, pero sí tiene
un gran impacto en la salud física y comportamental del cachorro.
El momento ideal para la separación
del cachorro de la camada es en torno a la
semana 8 o 9 de vida, si bien siempre será
un momento crítico por el mero hecho de
separar al cachorro de su entorno seguro y
natural súbitamente. En este sentido, hacer
una separación paulatina, donde el cachorro sea separado durante periodos cortos
y tenga posibilidad de visitar su nuevo
hogar para luego ser devuelto de nuevo a
su camada hará la adaptación más sencilla
para el perro.
En los primeros días del cachorro en
su nuevo hogar el objetivo fundamental ha
de ser que la transición sea lo menos cos-
tosa posible. La utilización de feromonas
sintéticas (feromona apaciguadora canina,
segregada de forma natural por la madre
en el surco intermamario) está claramente
indicada para amortiguar el efecto de la
separación de la camada y la llegada a su
nuevo hogar, ya que disminuye el miedo
y la ansiedad que manifiesta el cachorro
en comparación con los cachorros que no
se expusieron a las feromonas durante el
periodo de socialización.
A partir de la semana 7 de vida del
cachorro, comienza el destete natural, es
decir, la madre comienza a “invitar” a los
cachorros a explorar el entorno reduciendo y espaciando los momentos de
amamantamiento. Es importante hacer
conscientes a los propietarios de este hecho, ya que el nuevo propietario tiene la
tendencia a estar excesivamente atento al
cachorro, tener un contacto físico elevado
y un exceso de vigilancia sobre sus acciones, hechos que tendrán influencia sobre
la mayor probabilidad de presentación de
conductas de hiperapego y ansiedad por
separación.
A su llegada a casa es importante que
se disponga, para el cachorro, de un espacio
controlado donde tenga total libertad para
investigar y explorar el entorno sin perjuicio de su seguridad y sin necesidad de la
atención constante del propietario. Este espacio ha de estar libre de objetos peligrosos
que puedan dañar al cachorro así como objetos que el propietario considere de valor y
puedan ser estropeados. No debe olvidarse
que hasta los 4 meses de vida el cachorro
explorará su entorno e investigará objetos
Tabla 2. Listado de estímulos a presentar.
Personas
Sonidos
Superficies
Objetos
Hombres
Voz humana (tonos de voz)
Escaleras
Paraguas
Mujeres
Timbre y telefonillo
Asfalto
Sillas de ruedas
Electrodomésticos
(aspirador, secador..)
Superficies resbaladizas
(bañera)
Bicicletas
Ancianos
Teléfono
Superficie irregular
Globos
Distintas razas
Sirenas
Superficies móviles
Escoba/fregona
Con bastón
Instrumentos musicales
Bañera
Aspirador
Con uniforme
Sonidos súbitos
Superficies metálicas
Secador
Con Barba
Fuegos artificiales
Superficies elevadas
Disfraces
Con gafas
Ruidos tras la puerta
Bolsas
Con sombrero, gorra…
Jaleo
Carritos de bebe
Actividad humana
(gesticular, correr..)
Vehículos
(coches, motos, trenes...)
Cortauñas perro
Niños/as
(de bebés a 14 años)
a través de la boca, mordisqueando, lo cual
suele molestar al propietario. Es importante
respetar y manejar adecuadamente esta necesidad para evitar que ese comportamiento
se mantenga o reaparezca en otras etapas del
desarrollo ya que a partir de los 4 meses esta
conducta comienza a reducir su frecuencia
de aparición si se ha manejado del modo
adecuado.
Pauta s d e s o ci a l i z a c i ó n
Como veterinarios nuestra labor es transmitir al propietario indicaciones claras sobre la importancia y requerimientos del
periodo de socialización en de la vida del
perro. El objetivo de esta etapa es presentar al cachorro la mayor cantidad de estímulos y situaciones posibles que pueda
encontrarse en su etapa adulta. Por ello,
recomendar la elaboración o proporcionar
una lista de estímulos para presentarle al
cachorro es una buena opción (Tabla 2).
La presentación de estímulos al cachorro ha de ser cuidada y personalizada. En
todas las camadas habrá individuos más
atrevidos y otros más tímidos, pues cada
cachorro es diferente y estas diferencias
deben tenerse en cuenta. Es importante
recordar al propietario que la presentación
debe ser adecuada y nunca a una intensidad mayor de la que el cachorro pueda
gestionar. El propietario debe permanecer
siempre atento a la reacción del perro y
evitar que aparezcan comportamientos de
miedo y/o evitación exagerados.
Existen también las “clases de socialización de cachorros”. Dichas clases son
una excelente opción siempre que estén
dirigidas por profesionales cualificados
que puedan guiar adecuadamente al propietario, no solo en cuanto a una correcta
socialización, sino también ante las conductas, que sin ser un problema de comportamiento por ser típicos de la edad,
molestan al propietario y cuyo manejo
basado en el castigo, sí puede desembocar
en futuros problemas de comportamiento.
Estas clases son una oportunidad excelente
para que el cachorro, de forma organizada,
supervisada y estructurada, se relacione y
tenga contactos adecuados con otros cachorros y una gran guía para el propietario. El apoyo de un profesional siempre
permitirá un proceso de socialización más
estructurado y adecuado. Sin embargo,
siempre podremos dar pautas al propietario sobre el modo correcto de diseñar un
buen plan de socialización.
[ 33
Ha b i t u a c i ó n a los estímu los
d o m é s t i c o s y man ejo en casa
Si bien la habituación del cachorro a los
estímulos del hogar es, a priori, más sencilla
y suele darse de forma automática si no
se cometen errores graves, siempre habrá
eventos que al cachorro le resulten más difíciles de gestionar, principalmente aquellos
sonidos que pueden ser más atemorizantes
como el aspirador, el secador o la lavadora
entre otros. Respecto a estos estímulos que
pueden ser más problemáticos, es importante manejar la intensidad de los mismos.
El mejor modo de atenuar la intensidad
del sonido es colocar al cachorro en una
estancia de la casa diferente a aquella en la
que se está utilizando el electrodoméstico,
reduciendo la distancia paulatinamente hasta alcanzar una situación de normalidad en
la que el cachorro pueda estar realizando
cualquier actividad tranquilo mientras el
estímulo esté presente. Si bien el objetivo
de la presentación de estímulos es la habituación a los mismos, para ayudar en el
proceso podemos servirnos de estrategias
que mantengan y promuevan un estado
anímico positivo en el cachorro utilizando
comida, juego o caricias.
Tan importante como la presentación
de estímulos es invitar al cachorro a investigar, solucionar problemas, entretenerse solo y permitirle descansar. Es importante que el cachorro tenga un lugar de
descanso que pueda identificar como tal
y al que acuda siempre que desee estar
tranquilo, solo o protegido. El lugar de
descanso debe reunir dos cualidades fundamentales: ser cómodo y confortable y
ser un lugar donde el cachorro se sienta
seguro y no sea molestado (Figura 1). Del
mismo modo que sucede con los niños,
un cachorro duerme más horas que un
perro adulto, por lo que es muy importante permitirle dormir hasta que se despierte
sin que nadie en la casa le moleste.
Habituar al cachorro a estar en un
transportan es también uno de los objetivos a conseguir durante la etapa de socialización. Un buen modo de conseguirlo
es colocar su cama dentro de un transportan. Este hecho permitirá, en la etapa
adulta, utilizarlo para llevarlo a sus visitas
al veterinario, para viajar (aviones, trenes y
otros medios de transporte) o facilitar que
pueda estar en una jaula de hospitalización
sin que se convierta en algo traumático.
34 ]
Por otro lado, acostumbrar al cachorro
a permanecer solo en su transportan en
momentos determinados evitará muchos
problemas futuros de hiperapego y ansiedad por separación.
Otra herramienta importante para reducir el riesgo de aparición de ansiedad
por separación es promover que el cachorro se entretenga solo. Deben proporcionarse al cachorro juguetes interactivos o
sus juguetes favoritos para que juegue por
su cuenta. Este tipo de juguetes proporcionan además una correcta estimulación
mental, ya que evitan el exceso de actividad y fomentan la capacidad de atención,
concentración y resolución de problemas.
Otro de los puntos donde debe hacerse hincapié es en la habituación del
cachorro a la manipulación física, con el
fin de reducir sus conductas de evitación y
miedo en el manejo e higiene doméstica,
visitas al veterinario y sesiones de peluquería. Deben elegirse para ello momentos en los que el cachorro no esté excitado, comenzar por caricias en las zonas que
más gusten al cachorro e ir derivándolas
a zonas que pueden presentar más reserva, siempre acompañadas de un estímulo
agradable como pueden ser los premios
de comida.
Si bien el paseo se dará con posterioridad, es importante ir habituando al
cachorro al arnés y correa. Tanto el arnés
como la correa son elementos extraños
que inicialmente incomodarán y crearán
recelo al cachorro. Inicialmente, cuando
se introducen estos elementos por primera vez, deben unirse a eventos agradables
como juego o comida y que los primeros
contactos tengan una duración breve. El
objetivo es que una vez el cachorro pueda
salir con normalidad de paseo esté totalmente adaptado a llevar ambos. De este
modo se evitará que el cachorro se vea
desbordado en la calle, al añadirse a todos
los estímulos novedosos que le rodearán al
hecho de llevar objetos extraños con los
que no ha tenido contacto anteriormente
y que también le resulten extraños.
H abitu ación a los estímu los
de la calle.
La calle es un lugar muy peligroso para
el cachorro en este periodo en cuanto al
riesgo de contraer enfermedades, sin em-
bargo, es importante que tras un periodo
de adaptación al nuevo hogar de 7-10 días
el cachorro pueda tener contacto con estímulos de la calle.
Un modo seguro de presentar al cachorro la calle es sacarle en los brazos del
propietario o en una mochila adaptada.
De este modo el perro puede comenzar
a tener contacto con los sonidos, olores y
demás estímulos como vehículos, vehículos pesados, diferentes personas, presencia
de otros animales o entornos diferentes. Es
importante tener en cuenta que antes de
que el cachorro esté totalmente vacunado
no debe ser llevado a lugares de reunión
de perros cuyo estado de salud y vacunación sea desconocido.
Los primeros paseos reglados del cachorro, una vez concluida la vacunación
de las 12 semanas, han de estar adaptados
a su edad. Recomendaremos al propietario
que inicialmente estos no duren demasiado y que tampoco haya largas caminatas.
Se recomendará comenzar por paseos de
unos 5 minutos que irán aumentándose
paulatinamente. Nunca debe forzarse al
cachorro a caminar si este se muestra reticente a hacerlo. El propietario debe observar las reacciones del cachorro y evitar
que este se vea desbordado por un exceso
de estímulos o por estímulos demasiado
intensos. Si se da ese caso, debe sacar al cachorro de ese contexto y valorar la vuelta
a casa. El objetivo del proceso es que el
cachorro se habitúe gradualmente y a su
ritmo a la calle. Nunca debe caerse en la
tentación de tratar de acelerar el proceso
por encima de la capacidad del cachorro.
L a b ú s q u e da d e l e quilibri o
Un reciente estudio publicado por el Journal of the American Animal Hospitalization
Association, sostiene que la asistencia a clases tempranas de socialización para cachorros no incrementa el riesgo de contagio
de parvovirosis en perros que han recibido
al menos una dosis vacunal contra el virus, respecto a los cachorros en las mismas
condiciones de vacunación que no asistieron a dichas clases.
En el día a día de la práctica clínica
veterinaria se realizan procedimientos de
mayor riesgo en aras de la supervivencia
del paciente. No debemos olvidar que los
problemas de comportamiento es la principal “patología” que deriva en el abandono y/o eutanasia de los perros menores
de tres años, y que este riesgo es mucho
mayor que el de contraer parvovirosis u
otras enfermedades potencialmente mortales en un cachorro que no ha tenido una
buena etapa de socialización.
Por otro lado, sin necesidad de llegar
al extremo de la eutanasia o el abandono, la merma en el bienestar de un perro
mal socializado es mucho mayor que en
aquellos que han tenido una socialización
correcta.
En este sentido consideramos que las
clases de socialización de cachorros, además de permitir y promover una correcta
socialización con otros cachorros y perros
adultos, ayudan al propietario a entender y
afrontar los comportamientos de su perro
al mismo tiempo que le dan una visión más
realista sobre su perro y las distintas etapas
y necesidades evolutivas del animal. Los cachorros que asisten a clases de socialización
tienen una mayor probabilidad de permanecer en los hogares que los adoptaron.
Es necesario que en dichas clases se
mantenga la vigilancia y se extremen los
cuidados, permitiendo la exposición restringida de los cachorros en áreas controladas y sólo con otros cachorros y adultos
que se muestren sanos y estén vacunados.
En particular, las clases para cachorros deben mantenerse en lugares alejados de la
práctica veterinaria y si se tuvieran que
utilizar las instalaciones de la clínica, debe
limpiarse y desinfectarse la zona antes de
cada clase. Por último mencionar que estas clases deben desarrollarse en una zona
no muy transitada por perros, sobre todo
aquellos cuyo estado de salud y vacunación no conozcamos.
Di s cu sión
Una buena socialización de los cachorros
es la mejor medicina preventiva que puede aplicarse a los problemas de comportamiento que en un alto porcentaje de casos
terminan con el abandono y/o eutanasia
de nuestros pacientes caninos.
Nuestra obligación como veterinarios
es concienciar a los propietarios, noveles
[ 35
o no, de la importancia de la etapa infantil
canina respecto al comportamiento en la
etapa adulta y de la importancia de la primovacunación. Explicar conceptos como
el efecto y funcionamiento de las vacunas
sobre el sistema inmune y la interferencia
con los anticuerpos maternos mejora la
percepción del propietario sobre nuestra
formación y con ello su confianza en nosotros. Debe optarse por pautas vacunales
que concluyan a las 16 semanas de vida
del cachorro y reducir los intervalos intervacunales a 3 semanas, explicando al
propietario que el objetivo de estas pautas
es compatibilizar la etapa de vacunación
con la de socialización sin un aumento del
riesgo de contraer enfermedades infecciosas graves como la parvovirosis
La etapa de socialización es un periodo crítico que puede tener grandes implicaciones en la etapa adulta en la presentación de conductas agresivas que tienen
como base el miedo. El aislamiento social
absoluto del cachorro con otros individuos de su especie producirá adultos con
conductas sociales anormales.
El objetivo es optimizar y maximizar
el bienestar animal y la convivencia perrohumano, debemos hacer conscientes a
los propietarios de la importancia de no
adoptar cachorros de menos de 8 semanas, de cómo manejar los primeros días del
cachorro en el hogar, transmitirles información adecuada sobre la importancia de
la etapa de socialización, ayudarles a trazar estrategias apropiadas de manejo para
aprovechar este periodo de forma óptima e
informarles sobre los riesgos de problemas
de comportamiento si dicha etapa es pobre
o excesiva en la presentación de estímulos.
Una buena socialización ha de ser
paulatina y constante. Los estímulos noveles han de ser presentados al cachorro
a la intensidad adecuada y siempre vigilando la reacción del cachorro que nunca
ha de ser de evitación o miedo. El trabajo
en casa una vez ha llegado el cachorro ha
de estar basado en el refuerzo positivo y
evitando los métodos punitivos y la confrontación. El perro ha de tener su espacio definido lejos de objetos que puedan
resultar peligrosos para él y que obliguen
al propietario a estar continuamente pendiente de sus comportamientos, siendo
importante fomentar la independencia
del cachorro.
36 ]
Finalmente, consideramos que una pauta de vacunación adecuada junto a clases de
socialización del cachorro optimiza la etapa
de primovacunación reduciendo al mínimo
la probabilidad de contraer enfermedades
graves, como la parvovirosis, típicas de la
etapa de cachorro. Por último, la práctica
veterinaria moderna ha de procurar conjugar una primovacunación adecuada y
efectiva con una socialización correcta,
imprescindible para el bienestar y correcto
desarrollo comportamental del perro.
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