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EL PACIENTE INTELIGENTE: FENÓMENO DEL SIGLO XXI El paciente inteligente no es el que posee el mismo coeficiente intelectual de Albert Einstein, tampoco el que es un mero receptor paciente, redundancia imprescindible si utiliza el término como sinónimo de calmoso, resignado y tranquilo. Por el contrario, este nuevo modelo de paciente más preocupado por temas de salud -que viene perfilándose durante las dos últimas décadas- es el que expertos en el ámbito de la medicina, el derecho, los medios de comunicación y las asociaciones de diversas condiciones de salud coinciden en denominar como el paciente informado; el paciente del futuro. Tanto la definición misma de la palabra paciente, así como la actitud de los pacientes frente a sus médicos, son dos de los cambios de mayor relevancia en la medicina moderna. Hasta hace poco, era posible encontrar médicos que sostenían que ellos eran quienes tomaban las decisiones sobre qué hacer en todos los casos de sus consultas, incluyendo si se informaba o no al paciente sobre la naturaleza de su diagnóstico y las opciones de tratamiento. Mientras que en el pasado el médico era quien decía la última palabra, en este tiempo, la historia es diferente. La voz del paciente y la de su familia tiene un peso mayor. Y de paso, no se trata de un cambio que se originó entre los galenos, sino que en gran medida proviene de las exigencias y expectativas de los pacientes, quienes cada vez con mayor frecuencia toman el control y hacen pleno ejercicio de su autonomía. ¿Qué características posee el paciente inteligente? ¿Cómo reacciona ante un diagnóstico que no necesariamente es mortal, pero que requiere tomar una decisión rápida y certera en cuanto a su tratamiento de salud? ¿Qué piensa del futuro? ¿Expresa su voluntad anticipadamente en caso de que una enfermedad incapacitante le impida hacerlo? Información es poder “A medida que el ciudadano se educa más, que se publican más libros de salud, que los periódicos dedican secciones extensas con información abundante, el paciente tiene más elementos a su favor a la hora de tomar una decisión sobre su tratamiento”, dice Leonides Santos, profesor de bioética y director del Instituto Hostosiano de Bioética del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. “La información ya no es secreto de los profesionales, sino un patrimonio del pueblo”, recalca Santos. “El paciente tiene más información. En promedio, el paciente es más educado y, por consiguiente, pide participar en la toma de decisiones con el médico. Ya no es un paternalismo, sino una relación de igual a igual. La misma dignidad humana que tiene el médico es la que tiene el paciente”. “El médico, bajo el concepto tradicionalista, resentía que el paciente le hiciera preguntas”, admite Santos, “porque sentía que al hacerlo se dudaba de lo que él le estaba diciendo al paciente y ahora que la medicina también se ha vuelto un negocio para hacer dinero, a algunos todavía no les gusta, por razones pragmáticas, porque el tiempo es dinero”. No obstante, “el paciente tiene derecho a rehusar y a cuestionar. El médico de hoy tiene que ser un interlocutor con mayor paciencia y atender al paciente con más sentido. De hecho, el médico no puede ocultarle información al paciente, está obligado legal y moralmente a ser franco y bajo ninguna circunstancia puede imponer un tratamiento. Por eso el paciente que está bien informado 1 se siente más en control de su vida y rompe la relación asimétrica y desbalanceada que ocurría antes con el médico”, señala Santos. De manera que el paciente inteligente se fragua -en gran parte- como resultado de un cambio social y los medios de comunicación. Sin embargo, otro de los factores clave para el cambio es la red de Internet. “El desarrollo de Internet ha supuesto un cambio revolucionario tanto en los sistemas tradicionales de información y comunicación como de venta de bienes y servicios, al que el sector sanitario no ha quedado ajeno”, menciona el boletín español Farmaindustria. “Es una de las tendencias sociales más recientes de la llamada era del personal empowerment”, o potenciación del paciente. “Los pacientes han abandonado su tradicional papel pasivo frente a los profesionales sanitarios, industria farmacéutica y reguladores”, prosigue la nota de Farmaindustria, en el artículo Paciente informado: factores para el cambio. Y “recurren a la creciente riada de información disponible en Internet para informarse sobre enfermedades, últimos avances científicos, nuevos tratamientos, innovaciones farmacéuticas y pruebas clínicas”. ¿Cómo ha influido en la industria farmacéutica el creciente número de pacientes con sed de información? “Sin duda, el interés creciente por parte de los pacientes en obtener información sobre aquellos temas relacionados con la salud y, en concreto, sobre nuevos tratamientos e innovaciones terapéuticas, ha hecho que la comunicación directa al paciente se convierta en una prioridad de la industria farmacéutica. Este interés no debe ser considerado, en modo alguno, oportunismo comercial, pues la necesidad de consolidar el derecho de los pacientes a conocer procede de los propios consumidores y sus asociaciones”, resume Farmaindustria. “La industria apoya decididamente el uso de la red Internet para la difusión responsable y objetiva de información sobre medicamentos en beneficio de pacientes y profesionales sanitarios... La evidencia ha demostrado que cuando el paciente dispone de mayor información mejora el cumplimiento del tratamiento. En otras palabras, un paciente bien informado es más responsable”, concluye Farmaindustria. No obstante, “hay mucha información allá afuera. Los pacientes deben evaluar la calidad de la información que consultan”, dice el Dr. José Cordero, asistente del Cirujano General y director del National Center on Birth Defects and Developmental Disabilities, en Washington D. C. “Yo sugiero que los pacientes tengan mucha cautela y ser críticos sobre la información que consultan, aunque a veces es difícil. Es conveniente separar los conceptos de información y publicidad. Lo que sí pueden hacer los pacientes es consultar los sitios de organizaciones, agencias, centros de salud o instituciones nacionales que son conocidos independientemente de su dirección de Internet como, por ejemplo, la Asociación del Pulmón, la Clínica Mayo o el Center for Disease Control and Prevention (CDC)”. Además, “los anuncios de medicamentos nuevos que se hacen directamente al paciente también han contribuido a que el paciente se informe”, acota el Dr. Cordero. “Aunque todavía no estamos donde querríamos estar, en Puerto Rico el nivel de concienciación sobre la necesidad de que las mujeres en edad reproductiva consuman ácido fólico ha aumentado muchísimo”, dice el Dr. Cordero, “y eso se ha logrado porque se ha hecho una campaña de 2 información intensa. Ése es un buen ejemplo de cómo la información de salud correcta es beneficiosa para la gente”. No obstante, ¿que hay si el paciente no cuenta con un grado de educación que le facilite comprender lo que le informa su médico?: “Que no se conforme, que busque a un familiar o alguien que lo ayude a tomar la decisión en torno al tratamiento médico que va a seguir”, señala el profesor Santos. Además, “el médico debe aprender a hablar un lenguaje llano. Sospecho que muchos hablan usando la jerga profesional, con términos de latín y griego, que el paciente no entiende. Y es que la información no es solamente la que busca el paciente por su cuenta, sino también la que por ley tiene que suplirle el médico”, sentencia Santos. “El doctor o el profesional de la salud es el primero que debe tener interés en potenciar al paciente. Eso, además, va a relevar al médico de muchas responsabilidades, porque es lo que el paciente decidió para sí mismo”. Policonsulta “El paciente tiene derecho a cuestionar el diagnóstico y pedir una segunda y hasta una tercera opinión, porque el paciente autónomo es un paciente más informado”, sostiene Santos. “La brújula ética o el principio acelerante que aplica más en este caso es el principio de la autonomía del paciente”, asegura. “Muchas veces los pacientes sienten que sus médicos son como dioses, gente en las que confían, tal vez los conocen por mucho tiempo y les preocupa hacer algo que los ponga furiosos”, comenta Carla Dionne, directora de la Fundación Nacional de Fibromas Uterinos en Go for two, un artículo reciente de la revista U.S. News & World Report. “Una segunda opinión es como un nuevo par de ojos frescos, un nuevo grado de conocimiento... Antes de visitar al segundo doctor, asegúrese de que vea sus análisis o estudios anteriores. Así que el primer médico debe enviarle informes de rayos X, de patología y laboratorio... pregunte al especialista directamente por su opinión. No se limite, por ejemplo, a decir: Yo no quiero una operación de corazón abierto”. ¿Y si la primera y la segunda opinión que obtiene son radicalmente opuestas? El paciente debe buscar “romper el empate”. Eso se logra no únicamente por medio de buscar una tercera opinión aunque también es posible-, sino que U.S. News & World Report recomienda al paciente que examine las cualificaciones de cada médico, se pregunte quién le inspira mayor confianza y cuál de los tratamientos recomendados estaría más dispuesto a seguir. El poder de la mente “Los estudios demuestran que más de una tercera parte de las personas que reciben un placebo (una pastilla de azúcar sin ningún valor medicinal) obtienen parte de los beneficios de las personas que toman los medicamentos verdaderos. Esto es debido a que ellos creen que están tomando lo mejor para ellos”, publica el Project Inform en Cómo tomar una buena decisión sobre las terapias. “Si usted cree que una terapia en particular es veneno, hay mayores posibilidades de que experimente efectos secundarios y de que no le vaya tan bien en la terapia. Si usted cree que algo que está haciendo es bueno para usted, hay mayores posibilidades de que usted obtenga los beneficios y, en general, de que tenga una mejor experiencia con la terapia (como menos efectos 3 secundarios). No subestime el poder de la mente en lo que a salud se refiere, pues éste puede marcar una verdadera diferencia”, concluye la nota. Por su parte, el Dr. Cordero admite que “la medicina alternativa, especialmente, enfatiza en cuanto al poder de la mente y la actitud positiva del paciente y la fe que pueda tener, para lograr una recuperación más rápida”. “Las asociaciones también juegan un papel fundamental en el proceso de recuperación de un paciente, los cuidadores y la familia”, dice Maritza Lamoso, presidenta de la Asociación de Alzheimer y Desórdenes Relacionados de Puerto Rico. “No sólo el paciente tiene la oportunidad de saber que no es el único que padece la condición -al menos en las primeras etapas de la enfermedad-, sino que la familia aprende cómo cuidarlo, ya sea en lo que toca a la nutrición del enfermo, sus ejercicios y terapias, hasta cómo el cuidador puede manejar el estrés”, manifiesta Lamoso. “Los grupos de apoyo por lo general siempre son exitosos y la gente que participa se siente bien. Hacen amistades en las reuniones, pueden expresarse libremente porque saben que allí hay otros que están pasando por lo mismo que ellos y hasta ríen juntos, porque el humor es algo muy saludable”, abunda Lamoso. “Se comparten estrategias y sentimientos y se aprende a manejar la condición de una forma más llevadera”. El paciente previsor Otra característica del paciente inteligente e informado es que asume una actitud preventiva y realista con respecto a su condición de salud. “La publicidad del caso de Terry Schiavo hizo que miles de personas corrieran a escribir sus testamentos en vida”, dice Santos, especialista en bioética. “Ese caso logró concienciar a la gente sobre la necesidad de ejercer ese poder decisional pero cuando uno está saludable, con tu juicio claro, no cuando estés enfermo y te sientas coaccionado o presionado”. De hecho, “en Puerto Rico, a pesar de que existe legislación nueva que protege los derechos del paciente y el derecho de autodeterminación -el Senado aprobó la Ley 160 del 17 de noviembre de 2001-, no es común encontrar personas que hayan tomado ese paso”. Sin embargo, “lo mejor es que tú decidas qué van a hacer contigo si quedaras en un estado vegetativo persistente o si tuvieras un cáncer terminal, que estuvieras en riesgo de que te diera un paro respiratorio. El asunto es que si hubiese mediado un documento escrito en el caso de Terry Schiavo, no hubiese habido ninguna polémica, porque hubiesen tenido que hacer valer ese documento”. Según la exposición de motivos de la ley, al redactar una declaración previa de voluntad sobre tratamiento médico o incluso nombrar un mandatario que responda por usted, de este modo se reclama el derecho a la intimidad en su modalidad de impedir la invasión corporal mediante tratamiento médico. 4