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INFECCIONES BACTERIANAS Y
PARASITARIAS DEL HÍGADO
A Herrera
E Ortega
V Abril
INFECCIONES BACTERIANAS
Las infecciones bacterianas que afectan sólo al hígado son excepcionales y tambien las únicas que merecerían el término de hepatitis bacterianas. En éstas, el estudio histológico del parénquima hepático muestra
necrosis celular e infiltración de los espacios porta por células polimorfonucleares, junto con grados variables de colestasis.
Es más habitual que el hígado se afecte secundariamente en el curso de numerosas enfermedades bacterianas sistémicas o de otros órganos,
aunque raras veces la afectación hepática adquiere protagonismo clínico y
se pone de manifiesto tan sólo por anormalidades en las pruebas de función hepática. Histológicamente puede manifestarse con cambios inflamatorios leves y difusos (hepatitis reactiva inespecífica), como granulomas o
en forma de abscesos piógenos.
INFECCIÓN POR SALMONELAS
La afectación hepática es frecuente sobre todo en el curso de la fiebre tifoidea, causada por Salmonella typhi. Una cuarta parte de los pacientes presentan hepatomegalia y en el 40% hay esplenomegalia. La mitad de
los enfermos suelen presentar alteraciones de las pruebas de función hepática consistentes en un moderado aumento de las transaminasas, con fosfatasa alcalina frecuentemente normal o poco elevada. La ictericia es poco
frecuente.
Las salmonelas paratíficas, aunque menos frecuentemente, pueden
provocar alteraciones hepáticas idénticas desde el punto de vista clínico y
biológico.
El tratamiento de elección es Ceftriaxona 1-2 g./día IM durante 5
días o una quinolona de 2ª generación (Ciprofloxacino 500 mg cada 12
horas durante 10 días, Ofloxacino, Pefloxacino). En nuestro país existe un
alto porcentaje de cepas resistentes a Cloranfenicol, Ampicilina y Cotrimoxazol, lo que desaconseja su uso.
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INFECCIONES POR RICKETTSIA
Tanto en la fiebre Q (Coxiella burnetti) como en la fiebre botonosa
mediterránea (Rickettsia conorii), existe habitualmente afectación hepática,
la mayoría de las veces subclínica, que se manifiesta por una elevación
moderada de las enzimas de colestasis y de las transaminasas, con escaso porcentaje de pacientes ictéricos.
En la fiebre Q, la hepatitis supone la principal manifestación extrapulmonar, asociándose a las formas prolongadas de la enfermedad y de forma concomitante a la forma aguda pulmonar.
La biopsia hepática en la fiebre Q muestra granulomas en anillo o
"donut” muy característicos de esta enfermedad, aunque se pueden observar en algunas otras circunstancias.
El compromiso hepático en la fiebre botonosa mediterránea ha sido,
sin embargo, escasamente descrito en la literatura. No obstante, se han visto lesiones granulomatosas similares a las de la fiebre Q y aproximadamente 2/3 de los enfermos presentan elevaciones enzimáticas indicativas
de afectación hepática.
El tratamiento de la fiebre Q aguda no complicada consiste en Doxiciclina 100 mg/12 h, durante 7-14 días. La fiebre botonosa mediterránea
se trata habitualmente con la misma pauta mantenida sólo 5 días, aunque
pueden ser igualmente eficaces tratamientos de un sólo día (200 mg/12 h,
2 dosis).
BRUCELOSIS
Los pacientes afectos de brucelosis presentan con frecuencia hepatoesplenomegalia. Es frecuente una alteración de los enzimas con aumento
de las transaminasas y más característicamente de la fosfatasa alcalina,
siendo rara la ictericia. El sustrato morfológico es el de una hepatitis reactiva inespecífica. Otras veces, especialmente con B. melitensis, la especie
predominante en España, la participación hepática adopta el aspecto histológico de una hepatitis granulomatosa.Las descripciones de casos aislados
de evolución a cirrosis no han sido debidamente confirmadas.
El tratamiento consiste en Doxiciclina 100 mg / 12 h. (u otra tetraciclina) durante 6 semanas, asociada a Rifampicina 600-900 mg /día durante 6
semanas o Estreptomicina 1 g/día IM durante las 2 o 3 primeras semanas. En
los niños menores de 8 años y las mujeres embarazadas, se aconseja sustituir la Doxiciclina por Cotrimoxazol. La posible eficacia de las quinolonas en el
tratamiento debe ser confirmada mediante estudios clínicos.
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TUBERCULOSIS
El hígado se afecta en una proporción elevada de pacientes con
tuberculosis. Este compromiso hepático puede manifestarse de diversas
maneras y estar causado por diferentes mecanismos. Cabe distinguir dos
tipos fundamentales de lesiones hepáticas: por una parte, alteraciones
inespecíficas del parénquima hepático, tales como esteatosis, amiloidosis
y congestión pasiva; y por otra los típicos granulomas debidos a la diseminación hematógena de los bacilos tuberculosos.
Clínicamente, la afectación hepática en la tuberculosis suele tener
escasa sintomatología y expresividad biológica. Lo más frecuente es la elevación asintomática de las fosfatasas alcalinas e hipergammaglobulinemia.
Se puede presentar con dolor abdominal, hepatoesplenomegalia y elevación
moderada de las transaminasas y la bilirrubina.
No obstante, a la hora de valorar una elevación enzimática en un
paciente tuberculoso, debemos recordar que la causa más frecuente será la
toxicidad de los fármacos antituberculosos, pues hasta en un 10-20% de los
pacientes aparece una elevación discreta y transitoria de las transaminasas
que, por lo general, no obliga a suspender el tratamiento.
El diagnóstico de tuberculosis hepática requiere la práctica de una
biopsia que revelará la presencia de granulomas epitelioides con corona de
células de Langhans y necrosis caseosa central. La identificación de Mycobacterium tuberculosis en un fragmento de tejido hepático permitirá corroborar el diagnóstico.
El tratamiento es análogo al de la tuberculosis pulmonar. Se recomienda la pauta Isoniacida 300 mg/día junto a Rifampicina 600 mg/día
durante 6 meses, asociando Pirazinamida 1500 mg/día los 2 primeros
meses. En caso de tuberculosis diseminada o si se sospecha resistencia a
los antituberculosos es conveniente añadir un cuarto fármaco (Etambutol)
que se mantendrá 2 meses o por lo menos hasta disponer del antibiograma.
Si no puede emplearse Pirazinamida (embarazo, hiperuricemia) el
tratamiento debe prolongarse 9 meses, al igual que en el paciente VIH positivo. En caso de hepatopatía, el tratamiento recomendado es el mismo.
Deben realizarse pruebas bioquímicas hepáticas antes de iniciar el tratamiento y repetirlos sólo si aparecen síntomas (astenia, anorexia, naúseas o
vómitos) durante más de 3 días. Algunos autores recomiendan la determinación rutinaria de transaminasas los meses 2, 4 y 6, sobre todo en pacientes mayores de 50 años.
ACTINOMICOSIS
La afectación hepática por Actinomyces israelii es secundaria a la
diseminación por medio del sistema venoso portal de una actinomicosis de
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localización primaria intestinal. La consecuencia es la formación de múltiples abscesos hepáticos que contienen un pus espeso de color verde amarillento en el que se pueden observar los característicos "gránulos de azufre”. La norma en estos abscesos es su tendencia a fistulizar al exterior o a
los órganos vecinos.
El tratamiento de elección consiste en la administración de Penicilina G a dosis elevadas 10-20 millones U/día IV durante cuatro a seis semanas y el drenaje de los abscesos. Las alternativas incluyen Tetraciclina, Clindamicina, Eritromicina o Ceftriaxona.
SÍFILIS
El hígado se ve afectado con frecuencia en el secundarismo luético.
Se caracteriza por la afectación preferente de piel y mucosas con lesiones
cutáneas muy polimorfas. En raros casos puede aparecer una hepatitis difusa, histológicamente inespecífica, con elevación enzimática, sobre todo de
la fosfatasa alcalina.
El tratamiento de la sífilis precoz (primaria, secundaria o latente de
menos de 1 año de duración) se basa en la Penicilina G benzatina (2,4 millones de unidades IM dosis única). En la sífilis de más de 1 año de duración
deben repetirse las dosis hasta un total de 3 (2,4 millones de U IM semanales x 3 semanas = total 7,2 MU). Las alternativas incluyen Doxiciclina o
Tetraciclina durante 14-28 días.
LEPTOSPIROSIS
El tratamiento de la lesptospirosis consiste en Penicilina G sódica
20-24 millones/día IV durante 7 días. Las alternativas incluyen Doxiciclina
100 mg/12h durante 7 días, Eritromicina o Amoxicilina.
FIEBRE RECURRENTE
Es una enfermedad producida por varias especies de espiroquetas
del género Borrelia, transmitidas por piojos o garrapatas. Clínicamente cursa en forma de brotes recurrentes de intensidad decreciente con mialgias,
cefalea, rash cutáneo, hemorragia conjuntival y hepatoesplenomegalia. En
las infecciones graves aparece ictericia asociada a pruebas bioquímicas de
citolisis hepática.
El tratamiento consiste en Doxiciclina 100 mg/12 h ( o Tetraciclina)
de 5 a 10 días. Las alternativas terapeúticas incluyen Eritromicina o Penicilina.
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ENFERMEDADES PARASITARIAS
Existe una gran variedad de parásitos que pueden afectar al hígado
de diferentes formas. Abordaremos a continuación las principales parasitosis hepáticas.
PALUDISMO
El paludismo es una enfermedad causada por protozoos del género
Plasmodium y transmitida al hombre por medio de la picadura del mosquito
Anopheles. En el hombre la infección se inicia cuando el mosquito inocula
esporozoítos en sangre, desde donde invaden el hígado, reproduciéndose
asexualmente y produciendo merozoítos que lisan los hepatocitos, provocando alteraciones analíticas mínimas. En el caso de las especies P. vivax
y P. ovale los parásitos pueden no abandonar el hígado, quedando en forma
de hipnozoítos que producen nuevos episodios de invasión de la circulación
tiempo después.
Generalmente las manifestaciones clínicas hepáticas son escasas,
consistiendo en discreto aumento de las transaminasas, ictericia leve o
hepatomegalia dolorosa, siendo estos hallazgos más frecuentes en la infección por P. falciparum.
El diagnóstico se basa en la clínica, la demostración de los parásitos en sangre y las pruebas serológicas.
En el tratamiento del paludismo por P. vivax y P. ovale utilizaremos
Fosfato de Cloroquina por vía oral con una dosis total de 2,5 g más Primaquina a dosis de 26.3 mg por vía oral diariamente durante 14 días. En caso
de resistencia a la Cloroquina puede utilizarse Halofantrina 8 mg/kg por vía
oral, repitiendo a las 6 , 12 horas y al séptimo día más Primaquina a dosis
de 52.6 mg por vía oral diariamente durante 28 días.
En el tratamiento de P. falciparum y P. malariae debe usarse Fosfato de Cloroquina a las dosis ya citadas, en caso de cepas sensibles. En el
caso de cepas cloroquina-resistentes debe usarse Sulfato de Quinina 600
mg por vía oral, tres veces al día, durante 3-7 días, más Doxiciclina 100
mg/ 12 horas por vía oral durante 7 días o Clindamicina 450 mg cada 6
horas durante 3 días.
Cuando el paciente está seriamente afectado y no puede recibir la
medicación por vía oral se utiliza Gluconato de Quinidina en infusión contínua intravenosa (10mg/kg/1-4horas de ataque, y mantenimiento con
0,02mg/kg/minuto durante 72 horas o hasta que el paciente pueda tragar)
más Clindamicina IV (10 mg/kg como dosis de carga seguido por 5mg/kg/8
horas).
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LEISHMANIASIS
La Leishmaniasis Visceral o Kala-Azar está producida por la L. donovani, y cursa con un comienzo insidioso con pérdida de peso, astenia y fiebre. Posteriormente aparece gran esplenomegalia no dolorosa y hepatomegalia en menor grado.
El tratamiento de elección lo constituyen los antimoniales pentavalentes. El Estibogluconato Sodico se administra a dosis de 20mg/kg/día por
vía IM o IV durante 28 días. También puede usarse Antimoniato de Meglumina (Glucantime) a dosis de 20mg/kg/día por vía IM o IV durante 28 días.
En casos de recaída o respuesta incompleta se aconseja repetir el tratamiento a las mismas dosis durante 40-60 días. Ha sido eficaz la adición al
tratamiento de Alopurinol por vía oral a dosis de 20 mg/kg/día.
En casos de resistencia a los antimoniales puede utilizarse Anfotericina B convencional con dosis total de 0,65-1,5 g IV o Pentamidina Isotianato a dosis de 4mg/kg IM o IV, 3 veces por semana durante 4 meses ( 1525 dosis ). También puede usarse la Anfotericina B Liposomial a dosis de 3
mg/kg/ día IV durante 10 días, la Anfotericina B Complejo Lipidico a dosis
de 3 mg/Kg/ día IV durante 5 días o la Anfotericina B dispersion coloidal a
dosis de 2-3 mg/kg/ día IV durante 10 días. Estas formas de la Anfotericina
presentan una menor toxicidad renal que la Anfotericina convencional, pero
presentan un coste elevado.
Se aconseja un seguimiento de 3 a 12 meses para detectar posibles recaídas. A pesar del tratamiento la mortalidad es del 15-25% en casos
avanzados y del 10% cuando se ha instaurado precozmente.
TOXOPLASMOSIS
La toxoplasmosis es una infección causada por el protozoo toxoplasma gondii, parásito intracelular obligado.
En el adulto sano la infección aguda cursa hasta en un 80-90% de
forma asintomática. Como complicaciones raras están la retinocoroiditis
unilateral, hepatitis, pericarditis, miocarditis, neumonitis y meningoencefalitis. Habitualmente se encuentra una linfocitosis moderada y discreta elevación de VSG, GPT y GOT.
En enfermos inmunodeprimidos, la toxoplasmosis puede cursar
como infección aguda o reactivación. En el primer caso cursa como infección
extensa y generalizada, con fiebre alta, hepatoesplenomegalia, meningoencefalitis y abscesos intracerebrales, con un curso rápidamente mortal. En el
caso de reactivación, las manifestaciones clínicas dependerán de la localización de los quistes.
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El diagnóstico se basa en pruebas serológicas que demuestran anticuerpos específicos.
El tratamiento consiste en la combinación sinérgica de Pirimetamina con dosis de choque de 100mg/día oral y luego 50mg/día durante 4-5
semanas, más Sulfadiacina con dosis de choque de 75mg/kg (máximo 4g)
seguida de una dosis oral de 100 mg/día. Las sulfamidas no deben emplearse en el embarazo, pudiendo utilizarse entonces Espiramicina a dosis de
2-4 g/día durante 4 semanas.
En caso de enfermos inmunodeprimidos, si la causa de esta inmunosupresión desaparece, el tratamiento se administrará hasta 4 semanas
después de la desaparición de todas las manifestaciones. Si la causa de la
inmunosupresión es permanente, como en el SIDA, debe emplearse tratamiento profiláctico de por vida (Pirimetamina 50 mg oral más Sulfadiacina 2
g oral ). Para prevenir la aparición de anemía megaloblástica dosis-dependiente se utiliza concomitantemente a la pirimetamina el ácido folínico 1015 mg/día. Si existe alergia a las sulfamidas, puede utilizarse la clindamicina, claritromicina, azitromicina o dapsona.
FASCIOLASIS
Es una zoonosis mundialmente difundida, sobre todo en países productores de ganado (causada por la Fasciola hepática). En una primera fase,
que corresponde a la etapa migratoria hepática de su ciclo vital, puede
observarse fiebre, hepatomegalia dolorosa e ictericia. El diagnóstico se realiza con el hallazgo de los huevos en las heces o en el aspirado duodenal.
El tratamiento de elección es Bitionol 30-40 mg/kg (máximo 2
gr/día) a días alternos, 10-15 dosis. El triclabendazol es un fármaco que se
ha comenzado a experimentar a dosis de 10 mg/kg por vía oral en dosis única.
PARAGONIMIASIS
El diagnóstico se basa en la identificación de los típicos huevos
operculados en esputo, heces, líquido pleural o en los tejidos. Las pruebas
serológicas son más útiles en la paragonimiasis extrapulmonar, guardando
cierta correlación con la actividad de la enfermedad.
El tratamiento de elección es Praziquantel a dosis de 75mg/kg en
3 tomas durante 2 días. Como alternativa, está el Bitionol a dosis de 2040mg/kg a días alternos durante 10-15 días.
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ESQUISTOSOMIASIS
La esquistosomiasis es una infección parasitaria muy frecuente en
ciertos paises causada por los tremátodos digenéticos Schistosoma mansoni, S. japonicum, S. mekongi y S. haematobium.
La esquistosomiasis hepática es producida por todos los Schistosomas salvo el S. haematobium. En estos casos, los huevos presentes en
la circulación venosa portal son transportados al hígado, provocando una
respuesta granulomatosa, y consiguientemente un bloqueo presinusoidal al
flujo sanguíneo portal con desarrollo de hipertensión portal.
Para el diagnóstico es necesario el hallazgo de huevos en las heces,
orina o en una muestra de tejidos (habitualmente el recto). La ultrasonografía es el método de imagen diagnóstico preferido por su alta sensibilidad y
especificidad.
El tratamiento de elección es el Praziquantel a dosis oral única de
40mg/kg en S. mansoni y 60mg/kg repartida en tres tomas a lo largo de un
día para S. japonicum y S. mekongi. Como alternativa está la Oxaminiquina
a dosis de 15mg/kg/12h durante dos días.
ESTRONGILOIDIASIS
Es una infección intestinal en el ser humano provocada por Strongyloides stercolaris que en casos graves puede cursar con afectación extraintestinal. En enfermos inmunodeprimidos, puede producirse infección masiva por el fenómeno de la autoinfección con diseminación de las larvas por
órganos extra intestinales. En ese contexto puede haber afectación hepática.
El diagnóstico definitivo se basa en la identificación de las larvas en
heces ó líquido duodenal. Puede ser útil la técnica de ELISA utilizando antígenos larvarios de S. stercolaris.
El tratamiento de elección es Tiabendazol a dósis de 25 mg./Kg 2
veces al día durante 2 - 3 días. En la estrongiloidiasis diseminada, el tratamiento debe prolongarse durante 2-3 semanas. Como tratamiento alternativo está el Albendazol a dosis de 400 mg. oral/día durante 3 días ó Ivermectina a dosis de 200 mg/Kg/día durante 2 días.
TOXOCARIASIS (LARVA MIGRANS VISCERAL)
Es la infección provocada por Toxocara canis o T. Cati, infectándose
el ser humano al ingerir huevos procedentes de las heces de perros y gatos
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generalmente. El hígado es el órgano afecto con más frecuencia. En los
casos sintomáticos suele aparecer fiebre, eosinofilia y hepatomegalia, pero
puede estar afecto prácticamente cualquier órgano con lesiones en forma
de granulomas eosinófilos.
El diagnóstico se confirma por el hallazgo de larvas en los tejidos
afectos. Las pruebas serológicas con ELISA presentan alta sensibilidad y
especificidad.
No existe un tratamiento totalmente efectivo. El fármaco de elección es la Dietilcarbamazina a dosis de 2 mg/Kg/8 h durante 10 días.
Como tratamiento alternativo está el Albendazol a dosis de 400 mg/12 h
durante 5 días. Se suelen utilizar corticoides conjuntamente como antiinflamatorio.
ASCARIDIASIS
Causada por el Ascaris lumbricoides, es la infección helmíntica más
frecuente en los seres humanos. Se adquiere tras la ingestión de huevos
incubados existentes en alimentos contaminados o por la relación manos
boca. Habitualmente cursa de forma asintomática. Cuando los ascaris se
introducen en la vía biliar provocan un cuadro de dolor en hipocondrio derecho de tipo cólico con náuseas, vómitos y a veces fiebre e ictericia. Las
manifestaciones clínicas remiten espontáneamente con la salida de los
gusanos de las vías biliares o con su extracción mediante endoscopia.
Para el diagnóstico es necesario identificar los huevos en las heces
o jugo duodenal. Las técnicas serológicas no son útiles.
El tratamiento de elección consiste en la administración de Mebendazol a dosis de 100 mg/12 horas durante 3 días. Puede utilizarse también
al Albendazol a dosis única de 400 mg. El Pamoato de Pirantel es un fármaco útil y se utiliza a dosis de 11 mg/Kg oral en dosis única (máximo 1 g).
El Citrato de Piperazina es un fármaco útil en casos de obstrucción
intestinal o biliar a dosis de 75 mg/Kg. como dosis única durante 2 días
(máximo 3.5 g). Para el tratamiento de grandes poblaciones se ha utilizado
con éxito el Levamisol en una dosis única de 120 mg vía oral.
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BIBLIOGRAFÍA
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