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LA BIOÉTICA ACTUAL:
PROBLEMAS y PERSPECTIVAS
Francesc ABEL I FABRE, s.j.
Presidente del Institut Borja de Bioetica
Universilat Ramon Llull- Barcelona
Junto a la ilusión de participar en estas Jornadas y la lucha interior para
evitar refugiarme en generalidades que todos conocen, me he visto forzado
por mis circunstancias especiales de salud, a exprimir mis neuronas, reflexionando sobre recientes lecturas para aplicarlas al tema asignado. Lo
que interpreto como un instantáneo mirar hacia atrás, abstraer lo que considero válido y proyectar un futuro incierto y esperanzado.
Tres elementos de juicio que considero adecuados y ofrezco a vuestra
consideración son: 1) el convencimiento de progresar, mejorándolo, el diálogo entre ética y derecho, como ámbito de la bioética, tomando como
ejemplo la exigencia de consentimiento informado (CI.) hoy, del cual creo
podemos aceptar que se ha logrado la protección del profesional, médico,
gracias o por culpa de, la perversión de la idea original de proteger al pa·
ciente como agente moral autónomo; 2) la necesidad de entrar a fondo en el
diálogo ciencia-religión para encontrar el justo medio, entre el llamado por
Pietro Prini ci5ma soterrado y el fundamentalismo excluyente, acompañando
el texto de Juan Masiá en Bioética y Religión; 3) profundización crítica filosófica-teológica con el debido aggiomamento, según la acepción de Juan xxm,
pidiendo al Señor nos ayude a conseguir la lucidez necesaria, a la altura de
las circunstancias y valentía que no sea confrontación inútil sino agudeza
mental-espiritual, mostrando el respeto debido al Magisterio. Un difícil
equilibrio, que considero posible alcanzar.
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24
1.
Francesc Aun I FAURE
LA EXIGENCIA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO
El Magistrado jubilado del Tribunal Supremo, José Manuel MartínezPereda Rodríguez, examina en un par de artículos "algunos efectos producidos ~r la implantación en España de la exigencia de consentimiento informado" , sin la preparación de la clase médica para tan profundo cambio de
mentalidad en sus relaciones con los pacientes, así como los defectos de la
Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad, en este punto. Tal cambio
en dirección a la libertad sólo fue posible, a criterio del apreciado y ad mirado Magistrado, "pese a los muchos defectos en la regulación del consentimiento y autonomía del enfermo", por producirse la publicación de dicho
texto tras la proclamación de la Constitución Española de 1978.
Con referencia al consentimiento informado bajo el prisma de nuestra
Constitución se afirma que la libertad es unode los valores superiores del ordenamiento jurídico español y reconoce como principio general inspirador del mismo, la autonomía del individuo para elegir entre las diversas opciones vitales que se presenten, de acuerdo con sus propios intereses y preferencias.
Siguiendo a Martínez-Pereda el Cl. manifiesta un derecho fundamenta l, el derecho a la libertad personat a decidir por sí mismo en lo atinente a
la propia persona y a la propia vida; en definitiva, a la au tarquía persona l y
a la toma de decisiones personales. El cambio y la transformación social que
se propone en esta materia pasa necesariamente por el cambio de hábitos y
rutinas dentro del personal sanitario, al que inexplicablemente no se le exigen conductas en relación con los pacientes y para los que no han sido formados, ni social ni profesionalmente.
El texto de la Ley General de Sanidad presenta notorias dificultades de
interpretación además de omitir dos importantes excepciones al derecho a
la información y que debió consignar. En primer lugar, el denominado "privilegio terapéutico" que significa que los médicos pueden y deben abstenerse
de informar al paciente cuando la información pueda resultar perjudicial
1.
MARTÍNEZ-PEREDA, JOSÉ MANUEL: Algunos efectos producidos por la im·
plantación en España de la exigencia del Consentimiento Informado. LA LEY. XXVII. N°
6524, 12 de julio, de 2006.
- El consentimiento informado en la jurisprudencia de la Sala Penal de Tribunal Supremo. Actualidad del Derecho Sanitario. N° 123, Enero 2006.
• Poco tiempo después de esta presentación recibimos la triste noticia de que el8 de
diciembre de 2008 falleció en Madrid el prestigioso jurista José Manuel Martínez-Pereda,
miembro en su día del Tribunal Supremo, gran conocedor del Derecho Sanitario (fue autor de una primera compilación de textos lega les, en los años 90).
lA bioitiCtl ndun/: problemas y pmptdiws
ra la salud O agravar la enfermedad. Quedó olvidado "el derecho a no sa-
l:r" a no ser informado, a la no información. Los defectos d e la Ley Gene-
ral d~ Sanidad, fueron paliados en parte por el Convenio para la protección
de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano con respecto a las
Aplicaciones de la Biología y de la Medicina, que fue firmado en Oviedo el4
de Abril de 1997, siendo ratificado y mandado publicar en el Boletín Oficial
del Estado <en el núm. 251, de 20 de Octubre de 1999). Se ha trocado en Derecho interno por haberse cumplido lo prescrito en el art. 96.1 de la Constitución y el art.l .5 del Código Civil.
Más tarde, la Ley 41/2002, de 14 de noviembre Ley Básica Reguladora
de la Autonomía del Paciente y d e Derechos y Obligaciones en Materia de
Información y Documentación Clínica, ha derogad o la defectuosa regulación de la Ley General de Sanidad en el punto que nos ocupa.
Martínez-Pereda insiste en este artículo que la Ley sobre el el. se promulgósin educar a los médicos y sanitarios en esta nueva filosofía y sin formarlos o prepararles para tal cambio. Esto fue lamentable, y no sólo no ha resuelto los males e incorlVenienles, sino que ha determinado aumentar la normativa para mayores
precisiones y detalles puntuales. La solución pasaba por un cambio de mentalidad de
creencias, de hábitos de nuestros excelentes médicos (sic).
Me atrevería a afirmar que el C.I., no ha entrado todavía en la mentalidad de los profesiona les médicos y se vive como una traba burocrática o imposición lega l, cuya bondad y uso correcto no ha llegado a la conciencia de
los profesionales de la medicina, como posibilidad de establecer puentes de
comunicación y reflexión conjunta con los pacientes. Para algunos sigue
imperando e l criterio de "Todo para los pacientes pero sin los pacientes".
Probablemente, llegará el día en que la masa crítica de los profesionales de
la medicina, d escubrirán la rentabilidad de informar. frente a la pobreza de recolectar firmas de consentimientos desinformados, pese a llamarse el.
La dificultad de los médicos de integrar en su quehacer diario la exigencia del CI., además de todos los problemas relacionados con la burocracia y
gestión del tiempo, tiene unas raíces más profundas, magistralmente expuestas por el profesor Diego Gracia en sus "Ocho tesis sobre consentimiento informado"2. Nos limitaremos a enunciar las tres primeras tesis:
2.
Grada Guillén, Diego. "Ocho tesis sobre el consentimiento informado", citado
por Martínez-Pereda en La Ley, (vide supra), original en La responsabilidad de los profesionales de las Administraciones sanitarias, Actas del!! Congreso "Derecho y Salud", orga nizado por la Asociación Juristas de la Salud, Granada, noviembre 1993, Junta de Andaluda, Sevilla, 1994, pág. 116.
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Francesc ASEL I FABRE
Primera tesis
El consentimiento informado es un principio ajeno a la tradición médica que ha desconocido este principio a todo lo largo de su historia. Ha llegado a la medicina desde el derecho y debe ser considerado como una de las
máximas aportaciones que el derecho ha realizado a la medicina por lo menos en los últimos siglos ...
Segunda tesis
El consentimiento informado es un derecho humano fundamental. Es
una de las últimas aportaciones realizada a la teoría d e los derechos humanos. Pertenece al grupo de los que muchos tratadistas de derechos humanos, llaman derechos humanos negativos o de primera generación, derechos civiles y políticos ... Y d ebe considerarse como una consecuencia
necesaria o una explicitaci6 n de los clásicos derechos a la vida, a la integridad física y a la libertad de conciencia.
Tercera tesis
Además de un derecho fundamental, d e un derecho humano primario,
el consentimiento informado es un derecho positivo, por lo me nos en España, que está recogido, e n el caso español e n el artículo lQ2 de la Ley General
deSanidad.
BIOÉTICA y RELIGIÓN
2.
El profesor de Antropología Filosófica y. Teología Moral, Juan Masiá en
su reciente libro ''Eioética y religión" (2008)3, nos ofrece un excelente texto,
centrado fund amentalmente en lo que puede y debe hacer la bioética y las
religiones en un esfuerzo necesario para ayudarse mutuamente. En palabras del autor que suscribimos: "La bioétiea sin convertirse en unn religión, ni
sustituir a las religiones, puede incitarlas a revisar ense,/anzas y normas a la luz de
nuevos datos. Las religiones sin imponer normas, pueden contribuir a la búsqueda
interdisciplinar e intercultural deeriterios en bioética. El enriquecimiento puede ser
mutuo, en un camino de ida y vuelta, pero el reto es difícil para ambas partes".
3.
Masiá). Bioética y Religión . Madrid: Síntesis; 2008.
LA bioétirn actual: probkmas y perspediws
Zl
El autor nos ofrece un texto correcto, sincero, crítico, mostrando un
ran respeto por las personas y por las confesiones religiosas. Se posiciona
:n la línea revisionista posterior al Concilio Vaticano Il. Se identifica con la
queja de Unamuno contra las que él llamaba "dos inquisiciones": el positivismo cientificista y el dogmatismo teológico. Recuerda que la reflexión filosófica-antropológica nos invita, a la vez que nos ayuda, a poder evitar dos
extremos: por una parte, el de un moralismo coloreado de religiosidad que
se excede imponiendo normas y, por otra, el del secularismo ingenuo de un
pretendido ser humano universal y abstracto que prescindiese del condicionamiento cultural y concibiese los valores como si fueran agua destilada,
exentos de todo tinte de lugar, época o circunstancias.
Una ética que presuma del adjetivo de religiosa al igual que la que se reconozca como laica ha de pasar la prueba del nueve de su apertura o cerrazón. Si no la superan y se muestra que no son dialogantes, la presunta religiosidad de la una y lo aséptico de la otra serían cara y cruz de la misma
moneda, pasando a ser una mera ideología.
En febrero de 2004 se celebraba en Roma el décimo aniversario de la
Academia Pontificia para la Vida. Como colofón de su congreso se publicó
un comunicado final de su asamblea general, que versaba sobre el tema "La
dignidad de la procreación humana y las tecnologías reproductivas. Aspectos antropológicos y éticos". La lectura de ese texto y de otros documentos
más recientes de la Iglesia Ca tólica, ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre el problema metodológico y hermenéutico que plantean cuando
se los analiza con receptividad y, a la vez, con discernimiento crítico. Se
constata una insuficiente atención a las mediaciones, especialmente a la recepción de los datos científicos; la presencia o ausencia de los paradigmas
de pensamiento para interpretarlos; y las circunstancias socio-políticas,
tanto de las instancias emisoras de semejantes documentos como de los
grupos humanos receptores.
Masiá se muestra profundamente preocupado por las consecuencias
que se derivan por esta marginación de las mediaciones que actuaría como
freno del aggiornamienlo de la Iglesia en el mundo contemporáneo, tal y
como lo impulsó el Concilio y fue aplicado por una generación de teólogos
excepcionalmente preparada y abierta.
El autor considera que el teólogo ha de estar abierto al conocimiento
científico de la realidad porque abre posibilidades de manejarla mejor para
el bien de la realidad misma, de la humanidad y del conjunto de los vivientes. El científico, católico o no, ha de sentirse responsable de intervenir tecnológicamente pa ra saca r el mejor partido de los recursos biológicos. Si nos
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Francesc AnEL I FABRE
preguntamos en qué ha de consistir la actividad del receptor teólogo de un
mensaje que exige su adhesión, Masiá considera importantes las siguientes
actitudes y conductas:
El teólogo ha de admirarse y compartir con el científico la satisfacción de conocer mejor la realidad de la vida. El teólogo, mano a
mano con el científico, se admira ante cada d escubrimiento y queda abierto a dejarse sorprender continuamente por la realidad,
nunca perfectamente captada, y ha de estar dispuesto a seguir modificando sus paradigmas de pensamiento para interpretarla y seguir maravillándose ante nuevos horizontes y posibilidades.
El teólogo agradece cada nuevo descubrimiento que abre más
puertas al conocimiento de la realidad de la vida y a su manejo
para beneficio de los vivientes. No puede menos de alegrarse, ya
que el mejor conocimiento científico de la rea lidad abre posibilidad es de manejarla mejor para bien de la rea lidad misma, de la humanidad y d el conjunto de los vivientes.
Ha d e sentirse responsable de seguir investigando y aplicando el
resultado de la investigación, ya que de ese modo podrá promover
y mejorar la vida. Apelará a la responsabilidad humana d e tomar
las riendas de la historia de la ciencia y técnica al servicio de la vida.
Ha de sentirse responsable de intervenir tecnológicame nte para
sacar el mejor partido de los recursos biológicos e incrementar las
posibilidades terapéuticas para bien de cada persona enferma y de
las generaciones futuras.
El teólogo se siente responsable de proteger a todos los vivientes
frente a cualquier desviación e n el uso d e esos conocimientos y tecnologías que pudiera poner en peligro el bien común humano o la
armonía del conjunto de los vivientes.
Podemos preguntarnos qué sucede cuando el teólogo y/o los responsables del Magisterio Eclesiástico no suscriben estas tesis o, lo que más me
preocupa, se alinean sin argumentos sólidos con la posición denunciada
por el filósofo católico italiano Pietro Prini, en su ensayo El cisma soterrado.
El mensaje crisUallo, la sociedad moderna y la Iglesia Católica (2003)4, quien desea que la fe cristiana sobreviva a la rigidez institucional de la Iglesia, al clericalismo y al fundame ntalismo de amplios sectores del "establishment" ca-
•. Título de la edición origi nal en lengua italiana: LD sasma sommersv. PRE-TEXTQ5,
2003 (Valencia).
Úl bioética actual:
problemas y perspectivtlS
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tólico italiano. Llama cisma soterrado a la escisión profunda entre la
doctrina y la conciencia de los fieles y examina todas las causas de esta profunda fractura confrontando el cristianismo y su mensaje de libertad y de
esperanza con la sensibilidad y las exigencias del mundo contemporáneo.
Personalmente lamento la falta de diálogo entre la teología y las ciencias duras como es la biología y menos duras como es la medicina que se
mueve entre las ciencias y las humanidades, sin entrar en más precisiones,
aunque nos parece absurda la demonización de las ciencias en general y la
ausencia de análisis crítico o de conocimiento por parte de algunos teóricos
formadores de conciencia, en el arte de analizar los pros y los contras de las
ciencias aplicadas, espontáneamente inclinados a condenar cuantas innovaciones hacen refere ncia a la procreación humana, a la planificación familiar, a la confusión de poner en un mismo saco técnicas contraceptivas y técnicas abortistas sin señalar las difere ncias abismales entre unas y otras.
Creo importante preguntarse con WIlliam Grassie "What's wrong with
science"5. El autor nos recuerda los males y los beneficios. Por una parte el
progreso científico ha supues to un crecimiento exponencial en el crecimiento numérico de la población y de los hábitos consumistas ... Nos hemos
comprometido en gran medida en programas de ingeniería medioambiental, además de ingeniería genética de diferentes especies animales y también humana. Vivimos en un momento extraordinario en la historia natural
de nuestro planeta y de la evolución cultural de nuestra propia especie. Sin
ciencia moderna no nos enfrentaríamos con esta clase de problemas que
contemplamos en el mundo hoy en día, ni tampoco participaríamos de sus
extraordinarios beneficios para todos.
El autor que consideramos, también se pregunta qué hay de erróneo o
malo en la religión o religiosos y confiesa que tiene la ventaja de poder citar
un gran número de libros recientes escritos por científicos, fil6sofos y ateos.
Cita Richard Dawkins (2006), Daniel Dennett (2006), Sam Harris (2006),
Christophyer Hitchens (2007) y otros que han descrito muchos problemas
en las religiones que se manifiestan en nuestro mundo. El autor está de
acuerdo con lo que llama religiosidad disfuncional de la que tratan en sus libros, si bien está profundamente en desacuerdo con lo que podría Ilamarse
s~ teolOgía. La lista de esta religiosidad disfuncional es extensa: ¡ntoleran~a, anti-intelectualismo, razonamiento desiderativo, no científico, supersticI6n trivalismo y chovinismo, 5610 para nombrar unas características huma43 (2
,
5.
G
.
rassle, WilIiam. "Thinkpiece. Metanexus2007: The Challenge ahead" en Zygon,
), June 2008.
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Francesc ABEL 1 FABRE
nas que con frecuencia desprestigian a la religión. Estos días dice: "cuando
leo los periódicos y contemplo cómo está el mundo y yo mismo, recuerdo con frecuencia la sarcástica expresión de Reinhold Niebultr, (1941), cuando dijo: que la doctrina
del pecado original es la únicn verdad verificable empíricamente de toda la cristiandad. Todos somos imperfectos".
Todos estos hechos y teoría han tenido y siguen teniendo un continuo
crecimiento exponencial en conocimientos y poder, aunque, por desgracia,
no ha habido un crecimiento en la misma medida de sabiduría y compasión.
3.
LUCIDEZ Y VALENTfA EN EL DIÁLOGO BIOÉTICO
Si profesamos de verdad que el diálogo bioético puede ayudarnos extraordinariamente con tal de que seamos capaces de escuchar atentamente
lo que otros piensan y formulan razonablemente, y lo confrontamos con
nuestras más íntimas convicciones, es posible que seamos capaces de formular las dudas sin condenar ni excluir a nadie que defienda razonablemen te fi rmes y anclados puntos de vista muy distantes a los nuestros.
Esto me ha venido sugerido positivamente a través de dos lecturas recientes. La primera, la de la Doctora Pilar Jiménez Beites que m uestra desde
su posición científica y filosófica su conformidad con las posiciones de
Sgreccia y de Ignacio Núñez de Castro, en relación al inicio de la vida humana, desafiando otras posiciones como las de Carlos Alonso Bedate, Diego
Gracia, Federico Mayor Zaragoza y otros entre los que me cuento. Es un desafío interesante que abre posibilidades de diálogo constructivo.
En la recensión que he hecho recientemente del libro de Pilar Jiménez
Beites, escribí lo siguiente:
El espíritu del radicalismo en la autoresponsabifidad filosófica" que Edmund
Husserl consideraba perdido en el primer tercio del siglo XX, parece hoy
definitivamente ahogado por la ploriferación de relatos post modernistas
que han acabado por llenar el fin de siglo. Con estas palabras la autora (A.)
introduce esta magnífica obra en la cual afirma que el espíritu que pedía
Husserl puede y debe ser recuperado en nuestros días. A ello se dedica la A.
que demuestra un profundo conocimiento de Husserl y también de Zubiri,
autores a los que hace continua referencia al tratar dos aspectos de máxima
importancia en la Bioética de nuestros días: el estatuto ontológico del embrión, que es problema de crucial importancia en nuestra sociedad altamente tecnificada y, así mismo, el problema del final de la vida para poder
decidir en qué momento podemos extraer los órganos para transplantes o
JI
LD bioétiar IUUa/: problemns y perspediws
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utilizar el cuerpo muerto para investigaciones científicas. En otras palabras,
cuando en el inicio de la vida humana, podemos hablar de persona, y cuando al final de la vida, podemos decir que ya no hay la entidad de persona.
Subyacente a estas cuestiones se halla el tema mente-cuerpo. Pilar Fernández Seites, propone la teona del Hdualismo unitario Se trata de un
dualismo que no implica volver al dualismo clásico radical, en el que el
cuerpo puede ser ignorado o despreciado. El dualismo unitario afirma que
yo soy más que cuerpo, pero sostiene con igual rotundidad que también
soy cuerpo. No podemos prescindir de la condición encarnada del hombre:
el cuerpo es esencial al ser humano. Esto exige contar justamente con el carácter unitario del dualismo en el cual afirmamos que, aunque yo sea más
que cuerpo, lo cierto es que también soy cuerpo. La unidad de la persona
con su cuerpo es esencial y, por tanto, podemos aceptar la tesis fuerte según
la cual todo cuerpo vivo de la especie humana es, sin más, una persona.
Ello permite defender la tesis de la irreductibilidad de In conciencia según
la cual, la conciencia es irreductible al cuerpo objetivo, y por otra parte, la
unidad de la conciencia y el cuerpo que se muestra en la dependencia de la conciencia respecto al cuerpo objetivo. El cuerpo es condición necesaria de la
conciencia, no es condición suficiente y, por tanto, no es causa de la misma.
El cuerpo, siguiendo a Zubiri, da desde sí mismo la psique (la conciencia) y
esto permite oponernos al d ualismo clásico, pero no da por sí mismo la psique, con lo cual podemos mantener, frente al materialismo la tesis de la irreductibilidad de la conciencia.
Reconocer el peculiar estatuto de la conciencia permite a la A. rechazar
las dos tesis más defendidas actualmente en el problema mente-cuerpo: la
teoría de la identidad mente-cuerpo (cerebro), y la teona funciona lista que
no identifica la mente con el cerebro, sino que la convierte en una función
de un ente material.
La A. analiza detenidamente el problema de la aparición de la sensibilidad, que forma parte de la psique, y afirma con Zubiri que la formación de
la psique como facultad acaba cuando se ha constituido el sistema nervioso.
En otras palabras la aparición de la sensibilidad coincide directamente con
la aparición de la inteligencia como facultad. Podemos afirmar que más de
dos meses antes del nacimiento existe en el feto humano un sistema nervioso que realiza ya actos conscientes sensibles.
En cuanto a la conciencia hu mana, cree la A. usando la terminología de
Zubiri, que la conciencia no surge por evolución sino por elevación. Esto
exige un principio distinto al cuerpo para que la psique (inteligente) aparezca unida al cuerpo. La A. considera que debería mos hablar de Dios, enN
•
32
Francesc Asa I FABRE
tendido como conciencia absoluta - único origen posible de la conciencia
humana-, prescindiendo del conce pto de "naturaleza naturante", noción
poco esclarecedora, que utiliza Zubiri.
Al abordare) problema del cuefJX> humano se afirma que el cuerpo huma·
no es una unidad vital que conserva la mismidad durante todo su proceso de
desanuDo (identidad d inámica). Además, su unidad vital viene determinada
por la carga genética particular de la especie humana que tiene su origen en el
cigoto o célula germinal. Una afirmación fuerte de la autora es que el cigoto es
vida humana cuya peculiaridad más importante consiste en ser el inicio de un
proceso vital que acaba en un cuerpo humano maduro, y por esta razón es "vida humana" en el sentido estricto de hombre. La A. polemiza con las posiciones de Diego Gracia y Ca rlos Alonso Bedate y se acerca al posicionamiento de
Juan Ramón Lacadena en el planteamiento de los problemas evocados por los
casos de gemelos monocig6ticos y quimeras humanas, y coincide con la tesis
de Ignacio Núñez de Castro. Temas, todos ellos que resultan familiares a cuantos profundizan en el problema de los inicios de la vida humana.
El último capítulo d el libro trata de la muerte cortical, y muerte cerebral
troncal y muerte cerebral total, subrayando el papel privilegiado del cerebro (córtex) y el del tronco cerebral pa ra la determinación de la muerte del
individuo, que no puede darse ni certificarse, mientras exista vida vegetativa. Se apunta también el problema de los estados vegetativos persistentes
que, a nuestro criterio, merecerían mayor atención. El libro se cierra con posibles y futuribles experimen tos de trasplantes cerebrales, que abren la
puerta a la ciencia ficción y que consideramos prescindibles.
Obra muy recomendable a filósofos y estudia ntes de filosofía, interesados en el diálogo con las ciencias de la salud Y, por descontado a biólogos y
profesionales de las ciencias de la salud, interesados en la Filosofía.
Quisiera terminar este breve "esbozo" de reflexiones, con una síntesis
de aquellos ámbitos en los que considero que es tarea de la Bioética trabajar
en el futuro inmediato.
Por un lado, en la profundización y consolidación, si cabe, del diálogo
entre el derecho y la ciencia, superando por fin clásicos temas de controversia --como el Consentimiento Informado que he citado a modo de ejemplo-,
aún lejos de alcanzar el nivel óptimo que denote la interiorización en la
práctica profesional del respeto por el otro, más allá del miedo a los tribunales de justicia. A su vez, este d iálogo debería permitir iluminar los procesos
legislativos superando la controversia política y meramen te partidista y
partiendo de las verdaderas necesidades de la sociedad.
LA bioétial tlCfua/: problemas y perspectivas
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En segundo lugar, la necesidad perentoria de avanzar en el diálogo entre ciencia y teología, que nos permita superar o no caer en un falso "cienticismo" y en una falsa" teología".
Por último, admitir que, si realmente creemos en la Bioética, debemos
aceptar que estamos inmersos en un proceso de discernimiento y descubrimiento respecto a todo aquello que no aceptamos de la opinión ajena, y que
requiere mucho más aún de la escucha mutua, no condenatoria sino abierta
al diálogo, desde la humildad intelectual.