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Transcript
El pensamiento de Julián
Marías en Norteamérica
HAROLD RALEY *
H
a pasado más de medio siglo desde que don Julián Marías pisó por primera vez
—1951— estas tierras norteamericanas. En décadas posteriores iban a ser
innumerables las influencias y formas de comunicación recíprocas entre el
pensador español y el público norteamericano: repetidas visitas, libros, artículos,
conferencias, entrevistas, cursos universitarios, amistades. Sería, pues, sumamente difícil,
por no decir imposible, medir con exactitud numérica el impacto de su presencia personal y
su actuacion profesorial —aspectos inseparables— en la América de habla inglesa. Quiero
decir que limitarnos a fechas y cifras librescas y bibliográficas es correr el riesgo de pasar
por alto las influencias subterráneas, humanamente transmitidas. Son éstas de difícil
medición que serán acaso las más duraderas y fértiles.
* Catedrático de Español y Humanista Residente en la Houston Baptist University.
Al mismo tiempo, nos encontramos desde un principio ante un problema inherente en el
modo de pensar de Marías. Mejor dicho, el problema no sería de él sino de los académicos
norteamericanos. Permítaseme explicarlo. Debido al carácter hermético tanto de
departamentos de filosofía como los de literatura en las universidades norteamericanas, los
especialistas de uno u otro campo apenas si comprenden las pretensiones de pensadores que
cruzan con tanta facilidad barreras supuestamente infranqueables. Paradójicamente, hay
pocos filósofos en Norteamérica pero sí un sinnúmero de profesores de filosofía. Y en
grado menor lo mismo cabe decir de críticos y literatos de profesión y profesores de
literatura. Para el estudioso filosófico de formación anglo-americana lo que hace Marías
bajo esa rúbrica ni siquiera sería filosofía, y para el profesor que se ocupa de las corrientes
literarias tampoco cabe tratar su pensamiento desde tal enfoque. Resulta, pues, que cada
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también ha sido víctima de esa misma rigidez académica.
En el fondo se trata de una diferencia de óptica. Tal como pretendiera su maestro y amigo
Ortega, Marías no se dirige a los especialistas sino al público, a los hombres cultos en su
circunstancia actual, a quienes afrentan urgentemente los verdaderos problemas de la
filosofía, ya que para Marías éstos vienen a ser los mismos de la vida humana, y si no, no
serían problemas auténticos sino ficciones o abstracciones convenidas. En su excelente
libro Julián Marías (
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Con motivo de intentar una primera aproximación a las aportaciones de Marías a la vida
intelectual norteamericana, hay un dato innegable que nos pone sobre la pista: las ventas de
su History of Philosophy(2). Según cifras fidedignas que tengo a mano, si estadísticamente
ya no está en primer lugar de los bestsellers, durante años y hasta fechas relativamente
recientes fue el libro de filosofía más vendido de los Estados Unidos(3).
Aparte del feliz destino de History of Philosophy, sin embargo, hasta la fecha la influencia
de Marías es más evidente en departamentos de hispanismo, los de Indiana, Oklahoma,
Wellesley y Houston, para mencionar sólo unos cuantos. Su docencia y conferencias en
estos y otros departamentos durante varias décadas le han granjeado discípulos y
admiradores. Un listado nada completo incluiría de Oklahoma a James Abbott, Lowell
Dunham, Cecilia Silva y Ralph Dean Cole (autor este último de una impresionante tesis
doctoral inédita sobre Marías, Julián Marías as a Literary Critic); Linda Bash (Bowling
Green University), autora de The Social Structure of the United States in the Works of
Julián Marías) y Russell Kirk (prestigioso intelectual y autor de un notable ensayo sobre
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,Yale Review 62 (1972). Robert Merton,
indudablemente el más conocido de los sociólogos norteamericanos de su época, escribió
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,Revista de Occidente, 148 (1975), traducción de la introducción a The
Structure of Society, University of Alabama Press (1987). Habría que agregar los nombres
del ensayista Arthur Goodfriend; Edward R. Mulvihill, Roberto G. Sánchez y Beejee Smith,
notables hispanistas; Paul Zancanaro, autor de Julián Marías on the Empirical Structure of
Human Life and its Sexuate Condition, publicado en International Philosophical Quarterly,
Vol. 23, núm. 4, dic. 1983.
Sin duda el filósofo norteamericano que con más rigor ha estudiado la copiosa producción
de Marías es Anton Donoso de la Universidad de Detroit. No sólo ha escrito ensayos
valiosos sobre Marías, Ortega y otros pensadores españoles y latinoamericanos sino que
también en sus cursos y conferencias ha orientado a jóvenes pensadores como Paul
Zancanaro en sus propias investigaciones. No menos importante para el perfil que ha
asumido el pensamiento hispánico en Norteamérica ha sido la colaboración clave de
Donoso en fundar SILAT (Society for Iberian and Latin American Thought) cuyas sesiones
coinciden con el congreso de la American Philosophical Association y la Latin American
Studies Association. Ademas de los libros y estudios ya aludidos habría que añadir los del
presente escritor: Responsible Vision: The Philosophy of Julián Marías. The American
Hispanist, 1980; y A Watch Over Mortality: The Philosophical Story of Julián Marías.
SUNY Press, 1997. (Hay traducción en español de ambos estudios.)
La bibliografía de Marías en inglés es bastante amplia e incluye ensayos que él mismo ha
escrito en ese idioma. He aquí algunos de sus libros principales traducidos y publicados en
los Estados Unidos:
A Biography of Philosophy. Traducido por Harold C. Raley. University of Alabama Press,
1984 (traducción de Biografía de la filosofía [1954]).
America in the Fifties and Sixties : Julián Marías on the United States. Ed. Michael
Rockland, traducido por Blanche De Puy y Harold C. Raley. Penn State University Press,
1971 (traducción de Los Estados Unidos en escorzo [1956] y Análisis de los Estados
Unidos [1966]).
Generations: A Historical Method. Traducido por Harold C. Raley. University Of Alabama
Press, 1971 (traducción de El método histórico de las generaciones [1949]).
History of Philosophy. Traducido por Stanley Applebaum y Clarence C. Stowbridge.
Dover, 1966 (traducción de Historia de la filosofía [décima edición 1958]).
José Ortega y Gasset : Circumstance and Vocation. Traducido por Frances M. LópezMorillas. University of Oklahoma Press, 1970 (traducción de Ortega: circunstancia y
vocación [1960]).
Metaphysical Anthropology : The Empirical Structure of Human Life. Traducido por
Frances M. López-Morillas. Penn State University Press, 1971 (traducción de Antropología
metafísica : la estructura empírica de la vida humana [1970]).
Miguel de Unamuno. Traducido por Frances M. López-Morillas. Harvard University Press,
1966 (traducción de Miguel de Unamuno [1943].
Philosophy as Dramatic Theory. Traducido por James Parson. Penn State University Press,
1971(traducción de varios ensayos de Marías).
Reason and Life: The Introduccion to Philosophy. Traducido por Kenneth S. Reid y
Edward Sarmiento. Yale Univeresity Press, 1956 (traducción de Introducción a la filosofía
[1947].
The Christian Perspective. Traducido por Harold C. Raley. Halcyon Press, Ltd., 2000
(traducción de La perspectiva cristiana [1998].
The Structure of Society. Traducido por Harold C. Raley. University of Alabama Press,
1987 (traducción de La estructura social: teoría y metódo [1955].
Es evidente, sin embargo, que el interés gremial por la filosofía de Marías sigue siendo
mínimo. El pensamiento analítico de abolengo británico que aún predomina en la mayoría
de las universidades privadas y estatales de los Estados Unidos y Canadá hace que se mire
con recelo otras formas de pensar, mientras que en las católicas el neoescolasticismo que
sólo ahora empieza a ceder su hegemonía es igualmente hermético. Por lo tanto, hay que
señalar a contados individuos que en una época u otra han abogado por su filosofía. Entre
estos figura el mismo Anton Donoso antes citado; Joseph Rubin, psicólogo destacado,
Michael Weinstein, profesor de ciencia política de Purdue University, W. Norris Clarke, de
Fordham University y editor americano de International Philosophical Quarterly, Neil
McInnnes de la University of Massachusetts, Antonio Lucero, Charles Moritz, Edward
Sarmiento, Frances M. López-Morillas y un servidor.
Hay quien dice que, por las circunstancias adversas ya aludidas, el pensamiento de Marías
sólo mereció una atención pasajera de las escuelas filosóficas norteamericanas y por lo
tanto que ha perdido para siempre las pocas oportunidades que tenía. No comparto tal
opinión pesimista. Antes bien creo que, lejos de ser un fenómeno del pasado, es una
posibilidad futura de América. Quiero decir que el pensamiento de Marías está por
descubrirse. Sigue intacto y gracias a los traductores está ahí disponible en inglés con sus
posibilidades expresadas con toda claridad humana y dialéctica, acaso como una bomba de
tiempo que el día menos pensado estalle en manos de algún filósofo atrevido.
La maravilla que era la sociedad norteamericana —y no excluyo la canadiense— al llegar
Marías a estas orillas funcionaba sin grandes urgencias filosóficas. De ahí la poca
resonancia de la filosofía analítica en la vida americana de entonces y su ineficacia actual.
Ahora, a falta de pautas confiables, la cosa pública y social va cambiando de una manera
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la manera de pensar de Marías empiece a surtir su efecto.
No conviene dejar el tema de las influencias americanas sin antes comentar la otra cara de
la moneda, eso es, la reciprocidad en el pensamiento del entonces joven filósofo ibérico. En
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A mi modo de ver, y dándome cuenta de los riesgos inherentes en los siguientes
comentarios, tras su primera estancia en Norteamérica son por lo menos dos los
componentes que se incorporan definitivamente a su pensamiento. Primero, la experiencia
americana en su doble vertiente, porque incluye naturalmente la de los países de habla
española y portuguesa, le hizo ver que la visión europea, tema apasionado y polémico para
las primeras generaciones de 1898, era insuficiente. No se trataba sólo de la Europa
geográfica, sino que la civilización europea había desbordado su antigua cuenca
mediterránea y expansiones germánicas y abarcaba ya sus dos lóbulos americanos. También
veía con evidencia que la primera extensión no fue la América de habla inglesa, tal como se
supone actualmente, sino la ibérica de España y Portugal.
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la vez la forma concreta de su verdadera universalización. De este modo, descarta todo
provincianismo, tanto las versiones americanas como las europeas. Por lo tanto, la
experiencia americana representa un nivel intelectual superior desde el cual en años
posteriores Marías pudo plantear los problemas filosóficos y humanos con inaudito rigor y
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palabras de Marías, ya que abarca las raíces históricas de América y Europa y por lo tanto
sus posibilidades futuras. Julián Marías, archiespañol y lejos de todo cosmopolitismo barato
de moda, es a la vez amigo incondicional y apologista entusiasmado de ambas Américas.
La otra aportación clave de Norteamérica —y esta vez con cierta exclusividad— a la
filosofía de Marías afecta sobre todo a sus teorías sociológicas sobre la estructura de las
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¿En qué sentido hemos de entender estas palabras? Sin duda se refieren en primer lugar a la
evidente ventaja que siempre confiere una sencilla comparación/contraste de dos sociedades
afines por su condición occidental pero distintas por múltiples azares históricos. Pero hay
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aquellas fechas. A pesar de evidentes problemas —la guerra de Corea, tensiones raciales en
los Estados Sureños, hostilidades de la Guerra Fría—, la sociedad americana funcionaba
con una exuberancia saludable apenas igualada en la Europa de posguerra. Lejos de ser
meros supuestos abstractos, las libertades y derechos humanos funcionaban en los Estados
Unidos con admirable eficacia y a la vista de todos. Por lo tanto, a Marías no logró a
interesarle gran cosa la sociología académica —acaso inferior por imitativa e importada—
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Me tomo la libertad de repetir en su integridad un comentario mío sobre la actuación de
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América, dejó aquí la no menos indeleble de su pensamiento, así como una imagen
intachable de rectitud intelectual y moral. Han pasado muchos años y muchas cosas; en
América otros modos de pensar menos sustanciales han experimentado efímeros triunfos y
tristes colapsos. Gracias a la actuación de Marías en América, queda un puñado de
discípulos firmemente convencidos de que su modo de pensar será a la larga la levadura de
una filosofía americana —y occidental— más genuina por más humana e inteligente. Si es
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(2) Traducción de Historia de la filosofía (décima edición [1958]) realizada por Stanley Applebaum y Clarence C.
Stowbridge. Nueva York: Dover, 1966. El siguiente elogio del libro, emitido por un colega mío, teólogo protestante, es
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sí sé es que le estoy profundamente agradecido. Sin su History me temo que nunca hubiera podido orientarme en ese
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(3) Puede que otras historias y manuales de filosofía, el viejo mamotreto de Bertrand Russell, por ejemplo, The History of
Western Philosophy, actualmente gocen de ventas más robustas que las de History. El libro de Russell está escrito con una
elocuencia admirable pero debido a las excentricidades y omisiones del autor no conozco a ningún profesor de filosofía que
lo recomiende para principiantes en la disciplina. Por otra parte, a diferencia del libro de Marías que orienta al alumno
desde un principio, los libros bien urdidos de Copleston suponen cierto dominio previo de la materia y por lo tanto son más
recomendables para el estudiante ya a nivel avanzado.
(4) Memorias, 2, pág. 32.
(5) Memorias, 2, pág. 33. Sería fascinante una comparación de las respectivas expe
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Marías. Visto de manera superficial y sin entrar en detalles, me parece que Ortega se limitó a deslumbrar a los americanos,
principalmente argentinos, con un exquisito europeísmo de alto vuelo. En cambio aparte de impresiones y amistades
asimiló muy poco de América y, a diferencia de Marías, nada que impactara de manera significante su manera de pensar en
sus líneas generales. Claro está, se trata de muy distintas circunstancias personales de los dos pensadores. Propiamente
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exilio. Lo mismo se podría decir de los años que pasó en Lisboa que apenas dejaron huella. La edad y el carácter más
abierto de Marías tal vez expliquen ciertas diferencias profundas —casi nunca percatadas— entre los dos filósofos, sobre
todo, el desarrollo ulterior de sus respectivas filosofías.
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Revista de Occidente, núm. 252 (mayo 2002), pág. 21.