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IES Pío Baroja. Departamento de Filosofía. 1º de Bachillerato. Filosofía y ciudadanía
EXPOSICIONES T. 1
La revolución tecnológica actual
Artículo creado a partir de textos de Nicholas Negroponte, Manuel Castell y Jeremy Rifkin
A lo largo de la historia de la humanidad, los cambios tecnológicos han supuesto, en algunos casos,
verdaderas revoluciones económicas que tuvieron una influencia central en las transformaciones
sociales. La primera revolución conocida tuvo que ver con la invención de la agricultura en Mesopotamia.
Esta revolucionaria innovación dio lugar a una sociedad sedentaria que inventó el Estado y la propiedad
privada.
Según Jeremy Rifkin, en las revoluciones económicas suele haber, además de la innovación tecnológica,
una conjunción de nuevas energías y nuevas formas de comunicación. El mismo autor analiza la
revolución industrial, que tuvo lugar en Inglaterra en los siglos XVIII y XIX, y señala que el factor
revolucionario de la primera revolución industrial de principios de la edad moderna fue la conjunción de
la tecnología del vapor generado con carbón, y la imprenta. Los códices antiguos y las formas de
comunicación oral no habrían podido marchar al ritmo de las actividades económicas. La segunda
revolución industrial se dio en la convergencia de medios de telecomunicación eléctricos - el telégrafo, el
teléfono, la radio, el televisor, las calculadoras, etc. - con la introducción del petróleo y la aparición del
motor de combustión interna. Este fenómeno abarca desde finales del siglo XIX hasta los primeros dos
tercios del siglo XX.
Las consecuencias de la revolución industrial son conocidas por todos porque dieron lugar al mundo en
el que hemos estado viviendo hasta ahora. En la era industrial se introdujo el concepto de “producción
en masa” con economías originadas en la fabricación mediante métodos uniformes y repetitivos en un
espacio y un momento dados. La producción es sustractiva, es decir, se extraen de la naturaleza los
materiales necesarios y la fabricación de objetos se hace a partir de los grandes bloques extraídos. Estos
bloques se trocean, de doblan, se ensamblan, se disuelven, se les da forma para llegar a las piezas, es
decir, se parte siempre de lo grande para la producción de los distintos elementos que constituyen un
objeto. Los productos elaborados se almacenan en grandes naves y se comercia con ellos trasladándolos
en contenedores de enormes buques que viajan de un lugar a otro. La sociedad se levanta en torno a
esta industria: se trata de una sociedad urbana y de clases, muy dependiente del petróleo y de las
comunicaciones eléctricas.
En la actualidad estamos asistiendo a una revolución tecnológica que dará lugar a una sociedad nueva,
diferente a las anteriores. Los tres pilares de los que hablaba Rifkin presentes en esta revolución son:
La innovación tecnológica ha sido lo que Castell denomina tecnologías de la información.
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Las nuevas energías son las renovables: solar y eólica fundamentalmente.
Las nuevas formas de comunicación tienen que ver con Internet y las tecnologías de las
comunicaciones inalámbricas.
Para hablar de las características de esta nueva revolución tecnológica seguiremos lo que Manuel Castell
escribe en su libro La era de la información. Afirma que en la década de 1970 se constituyó un nuevo
paradigma tecnológico organizado en torno a las tecnologías de la información. Nació en EEUU y más
concretamente en California. En Silicon Valley se desarrollaron el circuito integrado, el microprocesador
y el microordenador, entre otras tecnologías clave.
Junto a los ordenadores personales surgió Internet que se originó en un audaz plan ideado en la década
de los sesenta por el Servicio de Proyectos de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa
estadounidense (el mítico DARPA), para evitar la toma o destrucción soviética de las comunicaciones
estadounidenses en caso de guerra nuclear. El resultado fue una arquitectura de red que, como querían
sus inventores, no podía ser controlada desde ningún centro, compuesta por miles de redes informáticas
autónomas que tienen modos innumerables de conectarse, sorteando las barreras electrónicas. Arpanet,
la red establecida por el Departamento de Defensa estadounidense, acabó convirtiéndose en la base de
una red de comunicación global y horizontal de miles de redes, de la que se han apropiado individuos y
grupos de todo el mundo para toda clase de propósitos bastante alejados de las preocupaciones de una
guerra fría extinta.
Las energías renovables están alcanzando un gran desarrollo en nuestros días. Para que la eficiencia sea
máxima tienen que ir unidas a una tecnología de almacenamiento y a redes eléctricas inteligentes que,
de acuerdo con el modelo seguido para internet, permitirá a empresas y viviendas generar su propia
electricidad y compartirla con otros. Estamos ya muy cerca de la descentralización que se pretende
conseguir.
La revolución que está en marcha en estos momentos nos conduce a un mundo digital. Para poder
apreciar las ventajas y consecuencias de ser digital lo mejor es reflexionar con Nicholas Negroponte
sobre la diferencia entre átomos y bits tal como lo plantea en su libro El mundo digital.
Hemos estado viviendo en un mundo que produce y comercia con átomos. Cuando pasamos una aduana
declaramos los átomos que llevamos, nunca los bits, incluso la música y el cine los consumíamos en
forma de átomos al distribuirse en formato DVD. Leemos periódicos y libros de papel para lo que se
necesitan multitud de árboles. Las comunicaciones se establecían a través del teléfono, las cartas o los
medios de transporte.
Esto está cambiando muy deprisa, la transformación de átomos a bits es irrevocable e imparable. Un bit
no tiene color, tamaño ni peso y viaja a la velocidad de la luz. Es el elemento más pequeño en el ADN de
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la información. Es un estado de ser: activo o inactivo, verdadero o falso, arriba o abajo, dentro o fuera,
negro o blanco. Por razones prácticas consideramos que un bit es un 1 o un 0. Los bits han sido siempre
el elemento básico de la computación digital pero durante los últimos años hemos conseguido digitalizar
cada vez más tipos de información auditiva y visual reduciéndola, de igual manera, a unos y ceros.
La era de la información, la de los ordenadores, muestra las mismas economías de escala que la era
industrial pero con menos dependencia del espacio y el tiempo. Los bits se pueden fabricar en cualquier
lugar, en cualquier momento y se pueden mover como si fueran herramientas de la misma máquina. La
producción ahora es aditiva, es decir, se produce mediante sucesivas capas que se suman unas a otras.
Se trata de una producción descentralizada y mucho más eficaz que la producción sustractiva. Este tipo
de producción se realizará a partir de las impresoras 3D. Para ello lo primero que hay que hacer es
digitalizar.
Digitalizar una señal es tomar muestras de ella de manera que puedan utilizarse para producir una
réplica aparentemente perfecta. Una impresora 3D es una máquina capaz de realizar "impresiones" de
diseños en 3D, creando piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño hecho por ordenador. La
tecnología 3DP implica la creación de un objeto de forma gradual, añadiendo una fina capa en cada
pasada. Con estas capas de materia prima pulverizada o líquida, este sistema es capaz de hacer
complejos objetos. En general, cualquier cosa que podamos construir a partir de polvos: cerámica,
metales, plásticos, etc.
La producción aditiva mediante impresoras 3D permite también la creación de metamateriales. Un
metamaterial es un material artificial cuya estructura ha sido diseñada para un fin aunque no su
composición. Es por tanto un material con propiedades distintas a las de los materiales que lo
constituyeron. Tienen un gran potencial para infinidad de aplicaciones pero actualmente se está
investigando sobre todo en óptica. Científicos estadounidenses que trabajan con financiación del
Pentágono han conseguido dos tipos de materiales que hacen que la luz esquive objetos
tridimensionales haciéndolos de hecho invisibles, según informan las revistas Nature y Science.
En conclusión, estamos asistiendo a una revolución tecnológica económica y social que tendrá como
consecuencia un mundo nuevo, el mundo digital. En él, la producción, el comercio y las energías se irán
automatizando cada vez más y serán mucho más descentralizadas que en la era industrial. La humanidad
vivirá en casas inteligentes que generarán su propia electricidad, las comunicaciones se desarrollarán
mayoritariamente de forma virtual. La tecnología digital irrumpirá con fuerza en áreas del derecho, la
salud y la educación, personalizando los servicios y llegando a cualquier rincón del planeta. En definitiva,
la sociedad de la información es una sociedad global con conexiones en red.
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