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no confirman determinadas reglas, ni ciertos principios claros e inmutables, sino las tendencias de un cambio continuo, de un estadio a otro, de una sociedad que no se desarrolla como unidad sellada con automovimiento o “perpetum mobile” propio. El movimiento histórico no está escrito, se da mediante impulsos, los factores que ayer favorecieron a una tendencia hoy podrían dejarla en entredicho; merced a las oposiciones, se van adquiriendo nuevos aspectos internos y externos, para ir desechando o afirmando particularidades, enriqueciendo los rasgos nuevos. Nada transcurre sin dejar la más mínima huella. El Movimiento socio-histórico, que en la concepción del materialismo histórico sería la forma superior del Movimiento y desde el punto de vista de la dialéctica de la naturaleza es igual de importante pero tan sólo como una forma más, no es el idealista automovimiento del espíritu absoluto (Hegel); es el proceso de trabajo sobre la naturaleza, cuya génesis es la producción material, en el que no cabe hablar de un sujeto puro idéntico a sí mismo, que en medio de este “trabajar” la naturaleza humana se va haciendo altamente organizada, prosiguiendo con el desarrollo de las manifestaciones de la conciencia, en particular la conciencia de clase. Una especie de movimiento ontológico podría encontrarse en Aristóteles (-384-322), asimilándolo a su concepción de que el entendimiento sería como un movimiento generador de cambios en la naturaleza inanimada o en el alma; que todo movimiento es dinámico (potencia), adquiere una forma (causa formal), requiere de un agente (causa eficiente) y tiende a convertirse en perfección (causa final) Aristóteles, fundado en que el “ente” es “uno”, pero a la vez “múltiple” (singular y universal), concluye que siempre nos estaremos moviendo en el ámbito del “ser uno y múltiple”. Clasificó el “movimiento” como local, o referente al cambio de lugar; cuantitativo, o referente a un aumento o una disminución; cualitativo, o referente a la alteración; y sustancial, o referente a la generación y corrupción. Con Newton (1642-1727) se instaura una interpretación mecanicista del “movimiento”, que sólo sucumbiría en el siglo XX ante las teorías de la relatividad y de los quanta. Su teoría la funda en el descubrimiento de la ley de la inercia, en la que todo cuerpo, cualquiera que sea su estado de movimiento o reposo, tiende a conservarlo hasta que una fuerza superior lo altere; la ley de 42 que a toda acción se opone una reacción, igual o contraria; la ley de que el “campo del movimiento” es proporcional a la fuerza motriz que se imprime, y se efectúa según la línea recta en dirección de la cual se imprime dicha fuerza; y, en síntesis de todas estas leyes, la ley de gravitación universal o de una fuerza de “gravedad” que, independiente de la naturaleza de los cuerpos y según fuesen sus distancias y sus masas, siempre estaría actuando instantáneamente entre todos los cuerpos. Esta teoría tendría en su tiempo grandes repercusiones en la Filosofía, al utilizarse también para explicar que la filosofía se regía por unos principios mecánicos, sobre todo al concebir el espacio, el tiempo y el movimiento, como absolutos. El proceso del conocimiento es otro ejemplo de Movimiento, que en la secuencia Aristóteleseana tendría como punto de partida la percepción sensible, y luego intervendrían sucesivamente la memoria, la experiencia (empeiria), la técnica (techné), la prudencia (phronesis), la ciencia (episteme), la inteligencia (Nous) y la sabiduría (sophia). Esto es un proceso que transforma la idea percibida sensorial e intelectualmente enpensamiento racional, lógico y abstracto, retroalimentándose de la teoría a la práctica, volviendo a la teoría y así reiteradamente. Y hay otras maneras secuenciar este proceso del Conocimiento, tanto para el proceso de conocer las cosas como el de conocer acerca de las cosas. En dicho proceso, contradiciendo a Aristóteles, la Inteligencia no es el estadio estadio superior, sino a nuestro parecer ella es un “constructo” que empieza a construirse en nuestra misma condición biológica de animalidad; que es más de carácter colectivo que individual, ya que nacemos todos por igual con la misma “capacidad” o potencial de inteligencia, pero que según sea nuestra relación con la sociedad, la naturaleza y el universo así serán los progresos cuantitativos y cualitativos de la inteligencia de cada uno de nosotros; con un progreso cuantitativo que por ser una inteligencia que emerge, aprende y desaprende no podría ser producto exclusivo de acumulaciones lineales, sino también de acumulaciones cíclicas de avances, retrocesos y de desarrollo mediante saltos cualitativos. Es decir, según sea nuestra interacción con el medio, nuestra cultura y nuestra educación, así serían los desarrollos de la inteligencia colectiva; es un constructo en permanente cualificación, producto del movimiento dialéctico. El Gran Concilio