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Bioética, ¿por qué y para qué?
Claudio Lavados Montes
Magíster en Bioética
Hasta hace muy poco, 1970, nadie hablaba formalmente de bioética, ni siquiera existía dicho
término. Por esto no sorprende que no exista una sola definición de bioética y que su estatuto
epistemológico sea discutible.
Lo que toma el nombre de bioética no es algo que parta de cero. Hay antecedentes cercanos,
un terreno favorable para que surja y preguntas que comienzan a plantearse por el desarrollo
científico técnico que se empieza a vivir con más rapidez en el siglo pasado. Problemas
morales sobre la vida, la salud, la medicina y otros eran objeto de estudio serio y sistemático
desde hacía tiempo. Este estudio, sobre todo en el siglo XX, era casi exclusivo de la Iglesia
Católica en teología moral, mientras que los asuntos relativos a la vida humana y salud eran
del campo de la deontología médica y de la medicina legal. En teología moral el tema era
tratado en los Manuales de Teología Moral.
Más adelante se desarrolla, con carácter monográfico, entre la teología moral y la filosofía un
campo nuevo como es la Ética médica. Se trata de estudios acotados y que ven problemas de
vida y salud y en los que interviene solamente personal médico.
Algunos investigadores no dudan en ver en Pío XII, tanto en sus discursos y manera de tratar
los temas de salud, la prehistoria de la bioética.
Otro antecedente que hay que considerar es la situación vivida en la década de los sesenta en
Estados Unidos sobre algunos hechos, especialmente relativos a abusos en la experimentación
en seres humanos1, que terminaron de provocar el interés en los problemas éticos de la vida y
1
Estos abusos en la experimentación en seres humanos se refieren especialmente a:
- inocular el virus de la hepatitis a niños deficientes mentales internados en una Institución de Willowbrook.
- En otro experimento en Tuskegee, Alabama, se negó el tratamiento con antibióticos a pacientes de raza negra
enfermos de sífilis, para estudiar la evolución de la enfermedad en ausencia de tratamiento.
1
de la medicina, no tan sólo en el ámbito científico sino que también político y en la opinión
pública.
En el inicio del nacimiento de la bioética hay que ubicar a dos científicos, de origen holandés,
que trabajan en estados Unidos. El oncólogo Van Renselaer Potter y el fisiólogo en
embriología humana André Hellegers. Potter posee el mérito de haber inventado el término
“bioética”2 y haber elaborado los rasgos esenciales de la fisonomía de esta nueva rama del
saber. Hellegers “fue quien introdujo el término bioética y, con él, un campo de investigación
de interés común, en el mundo académico, en el de las ciencias biomédicas, en el gobierno y
en los medios de comunicación”3 aportando cambio en el modelo bioético delineado por su
colega.
Potter compartía, con otros científicos, la convicción de que la existencia humana no sólo no
está garantizada, sino que está seriamente amenazada debido a las graves alteraciones de los
equilibrios biológicos y a la creciente contaminación de los ecosistemas. El progreso en el
campo de las biotecnologías se ha producido en un contexto de separación entre ciencias
experimentales y ciencias humanas, especialmente la ética. Por esto se produce la propuesta de
una nueva materia de estudio con la tarea específica “de la investigación de una sabiduría, es
decir, de un conocimiento que nos haga capaces de realizar juicios adecuados en relación con
lo que podría constituir un progreso físico, cultural o filosófico para una supervivencia
humana valiosa”4. Así se empieza a configurar la bioética como “ciencia de la supervivencia”
y “puente hacia el futuro”.
El término bioética tiene un éxito inmediato, superior quizás, a cualquier otro neologismo. Se
empieza a difundir el término y con ello nacen nuevas definiciones, orientaciones y acentos.
La manera de cómo la sociedad contemporánea ha aceptado la bioética es un signo de que
constituye una respuesta a una expectativa y a una necesidad de buscar vías de solución a
2
En 1970, Potter publicó un artículo con el título Bioethics: the Sciencie of Survival, en la revista “Perspectivas
in Biology and Medicine” 14, 1970, p.120153, de la Universidad de Wisconsin.
3
Warren T. Reich, Modelli di bioetica. Potter e Kennedy Institute a confronto, en G. Russo y colaboradores,
Bioetica generale e fondamentale, Sei, Turín, 1995, p. 381-383.
4
Warren T. Reich, Modelli di bioetica…, p. 36.
2
situaciones que amenazan al hombre y a toda forma de vida en la tierra. Se considera
conveniente no dejar sólo en las manos de los científicos, biólogos, médicos e investigadores
la manipulación, gestión y desarrollo de los rápidos y revolucionarios progresos científicos y
técnicos5. La medicina “ha cambiado más durante los últimos cincuenta años que durante los
cincuenta siglos anteriores”6. Y esto es fruto de dos grandes revoluciones: “la revolución
terapéutica, que comienza en 1937 con las sulfamidas y, la revolución biológica, que la sigue,
con la ingeniería genética y la biología molecular”7. Como consecuencia de esto nuevos y
complejos avances se presentan problemas nuevos para la ética.
Hay diversas definiciones sobre bioética y su estatuto epistemológico aún es discutido. Sin
embargo, deslizaremos una primera definición, que es considerada desde 19918 como clásica:
“Estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y de la
salud, examinada a la luz de los valores y principios morales”. Esta definición nos ayudará a
centrarnos en el objeto de la bioética. Su ámbito resulta ser el de las ciencias biológicas y
médicas. Es enorme el campo que se ha abierto de intervención del hombre sobre la vida, en
particular, en el momento que surge y en su tramo final. También como antiguos problemas
han adquirido un aspecto nuevo como la contracepción, la esterilización, el aborto; asuntos
completamente nuevos como las técnicas de reproducción artificial, la diagnosis prenatal, los
trasplantes de órganos, etc.
Otro campo nuevo que se ha abierto y que ha entrado con fuerza en la bioética son los asuntos
de la ecología y el compromiso con las futuras generaciones, la tóxico dependencia, sida,
tabaquismo, justo reparto de los recursos y otros. Podemos comprender así el enorme alcance
y singular desafío ético al que el hombre ha debido enfrentarse y que la bioética debería
ayudar a superar en feliz forma.
Para llevar a cabo esta enorme tarea, la bioética tiene un enfoque multidisciplinar e
interdisciplinar. Para afrontar cualquier problema se hace necesario partir de datos científicos
5
G. Russo, Storia della bioetica dalle origine ad oggi, en G. Russo y colaboradores, Bioetica generale…, p.13.
C. Bernard, Evolution de la l´ethique de la biologie, en « Encyclopedie Medico Chirurgicale », 63, 1992, n. 5,1.
7
Idem., p. 5.
8
Cfr. en “Medicina e Morale”, Documento de Erice sobre las relaciones entre la bioética y la deontología
médica con la Medicina legal, 41, 1991, p. 561-567
6
3
proporcionados por las ciencias biomédicas. Para entender el significado que plantea se
necesitan datos sociológicos y culturales que lo proporcionarán la historia, la sociología o la
psicología social. Ante esto podría ser necesaria la intervención legislativa del Estado para
regular alguna cuestión, la cual se hará desde las ciencias jurídicas y políticas. En el ámbito
interdisciplinar es importante una relación ordenada y orgánica entre las diferentes disciplinas.
Esto hace imprescindible el papel primario que posee la ética, asunto que puede ser sólo
formal si no responde la pregunta: ¿Qué valores y qué principios morales”? ó “¿Qué ética?”.
Hasta hace poco, en la sociedad occidental, existía un marco compartido fundamental de
valores y principios cristianos. Todo el proceso de secularización, aparejado de una
descristinización, ha disuelto ese marco. Hoy estamos viviendo en una pluralidad cultural y
axiológica. Pluralidad de planteamientos de la ética y, por tanto de la bioética, lo cual es un
dato de hecho e inevitable.
Ante esto cabe preguntarse: ¿qué papel juega, en este escenario, el cristianismo, en su
componente de principios y valores morales?, ¿cómo entra en diálogo con un mundo, cultural
y científico, pluriaxiológico? La antropología es fundamental para verificar de qué bioética se
trata. La bioética, así llamada, “personalista” se le ha calificado como “católica” para, de
alguna manera, confinarla dentro de la Iglesia. La antropología en la que se basa ésta, procede
de un pensamiento racional con fundamento que está fuera del cristianismo, como lo es la
filosofía clásica griega. Luego ésta es retomada por Santo Tomás de Aquino quien hace una
síntesis notable entre la filosofía aristotélica y la tradición católica de la época 9. Para ésta son
verdades fundamentadas racionalmente como la existencia de Dios, la creación del hombre y
su dependencia de Dios, la vida eterna, etc., temas que le son criticados por la bioética “laica”
ya que se trataría de un fideísmo y que, por tanto, no encontrarían sitio en una reflexión
puramente racional.
La bioética “laica”, desde el punto de vista antropológico, se encuentra en la línea de las tesis
de la filosofía moderna, subjetivista e inmanentista. Es laica en el sentido que rechaza
cualquier referencia religiosa o de modo trascendente, incluso solo metafísica.
9
Cfr. Juan Pablo II, Fides et Ratio, Carta Encíclica sobre las relaciones entre la fe y razón, 1998, nº 43ss.
4
El avance acelerado de lo científico técnico de los últimos años ha provocado una expansión
de los alcances de la acción humana que, hasta hace poco, parecía imposible. Es así que se ha
producido un gran desface entre la normativa moral, por un lado, y la capacidad humana de
actuar, por otro10. Este desfase es, tal vez, origen difuso del malestar colectivo e inconsciente
de la humanidad occidental y la causa, menos analizada, de la actual reivindicación de la ética
al interior de la filosofía y de la creciente importancia y receptividad de la bioética.
La bioética no pretende reemplazar la moral ni la ética tradicional, sino completarlas en
relación a los problemas nuevos e inéditos que requieren nuevos procedimientos para su
solución. Es por eso que la bioética busca la definición de métodos que tiendan a la solución
de conflictos emanados fundamentalmente de la manipulación técnica de la vida y del medio
ambiente que la sustenta.
Se hace urgente la formación de profesionales que hagan posible el diálogo con un mundo
cada vez más diverso, capaces de hacer análisis y síntesis, para dar respuestas –cada vez más
apremiantes- a lo que al hombre actual le aflige, atormenta, espera y desea en una cultura
permanentemente más científica y técnica. He aquí la necesidad de cultivar en una universidad
la bioética como un aporte sustancial de la universita a la societa. Ante esto se hace
imprescindible un programa de formación de pre-grado que profundice en estos temas y forme
a los alumnos en un pensamiento deliberativo, crítico y serio sobre el acontecer actual de la
filosofía, ética, medicina, ecología, biotecnología, éticas aplicadas, etc. Esto es importante ya
que actualmente la ciencia en general se considera, desde el punto de vista axiológico, como
neutra, produciéndose un desfase moral entre ciencia y la necesidad y conveniencia para el
hombre en el respeto de su dignidad humana.
La bioética tiene mucho que caminar y dialogar y, como ética aplicada, tiene el desafío de
responder a las preguntas que cada día le afloran al ser humano en la búsqueda de una vida
buena y feliz.
10
Ana Escríbar, Primeros hitos en el desarrollo de la bioética, en Bioética, fundamentos y dimensión práctica;
Ed. Mediterráno, 2004, pp. 127-137.
5