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Leibniz a través de Dilthey MARÍA EUGENIA VALENTIÉ Universidad Nacional de Tucumán Si consideramos las creaciones de la historiografía filosófica no como una realidad substancial, objetiva, sino como un producto típicamente temporal, resultado de una determinada época y con todos los caracteres que ésta le impone, vemos que la labor historiográfica se convierte en una tarea infinita. El descubrimiento de nuevas fuentes, las orientaciones de la filosofía vigente o a veces las simples preferencias personales del historiador, condicionan esquemas que luego se vuelven clásicos. Algunos de estos esquemas se imponen de tal manera que condicionan nuestra visión de la historia de la filosofía o mejor dicho se nos presentan como " l a " historia de la filosofía fijada de una vez para siempre. Ante ellos nos planteamos ahora el problema de si es lícito seguir agregando nuevos episodios a lo ya hecho sin preguntarse por la validez de los esquemas tradicionales, ¿ Hasta qué punto estos esquemas son independientes de la época en que surgieron y las concepciones personales del historiador? ¿Hasta qué punto son válidas las imágenes que nos presentan los grandes historiadores de la filosofía, cuando estos historiadores son al mismo tiempo pensadores sistemáticos, comprometidos con una particular dirección? Por vía de ejemplo de lo que podría ser una revisión crítica de la historiografía filosófica de mayor prestigio actual señalaremos los resultados de una investigación a propósito de la imagen espiritual de Leibniz que nos presenta Dilthey. Es interesante ver en la obra de uno de los más grandes historiadores de la filosofía la relación que guardan sus propios intereses con la exposición de un pensamiento ajeno. Dentro de su historiografía filosófica Leibniz es uno de los personajes centrales, uno de los pocos que no aparece desempeñando el papel de precursor o discípulo. Una sola vez intenta ofrecernos una visión de conjunto del pensamiento de Leibniz, en 2065 Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3 2066 MABÍA EUGENIA VALENTIÉ el ensayo Leibniz y su tiempo, pero a través de toda su obra podemos recoger juicios y exposiciones parciales que muestran una extraña constancia a lo largo de un extenso período de tiempo. La imagen que Dilthey tiene de Leibniz se enriquece sin contradecirse nunca. Una confrontación serena de las fuentes así como el propósito de comprender "desde dentro" el pensamiento del autor sin referirlo a esquemas preconcebidos, podría dar como resultado una interpretación que trascendiera su época de manera que constituya siempre un punto de referencia importante para la historiografía posterior. En primer lugar, vemos que Dilthey no se plantea el problema de las fuentes para el conocimiento de Leibniz. Casi siempre cita según las páginas de las ediciones de Erdmann y Gerhardt. En un pasaje hace referencia a fragmentos inéditos. La obra más citada es la Teodicea, sobre todo su prefacio, que considera especialmente valioso por encontrar en él el nacimiento de la ciencia histórica. También tiene presente los Nuevos Ensayos, la Monadología y otras obras menores^. En la Teoría de la concepción del mundo considera a los sistemas filosóficos como el resultado de una actitud vital, de una "complexión de ánimo". Dice: "La pugna de los sistemas metafísicos descansa en la experiencia de la vida, en la posición ante los problemas de la vida"*^. Esta base psicológica que descubre en los sistemas metafísicos le sirve para realizar una clasificación, ya que las posiciones ante los problemas de la vida deben ser, naturalmente, limitadas. Para Dilthey son tres: naturalismo, idealismo de la libertad e idealismo objetivo. Con este esquema considera posible una ordenación de todos los sistemas que, inevitablemente, deberán encajar dentro de sus límites. Aunque agrega prudentemente que estos esquemas son provisionales, no vuelve sobre ellos, y por el contrario, los aplica sin vacilaciones. En el caso de Leibniz aparecen las dificultades: sin duda no es nada fácil encasillar un pensamiento tan rico y complejo como el suyo. DUthey, para hacerlo, introduce una contradicción entre 1 ObraB de LEIBNIZ citadas por Dilthey: Teodicea, Nuevos ensayos, Monadología, Sobre la felicidad, Cesarinus furstenerius, Considérations sur la doctrine d'un esprit universel, Disputatio de principio individui. Principios de la naturaleza y de la gracia. Replique a M. Bayle sur Vharmonie préétablie. De ipsa natura sive de vi Ínsita creaturarum. De la sagesse, Réflexions sur une lettre de M. Leibniz a M. l'abbé Nicaise dans la quelle il prétend faire voir que les principes de la philosophie de M. Descartes renferment des conséquences contraires a la religión et a la pitié, un fragmento sin título de 1686, correspondencia con Arnauld, Bossuet, Foncher, Clarke y des Bosses. 2 Teoría de la concepción del mundo, México 1945, p. 130. Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3 LEIBNIZ A TBAVÉS DE DILTIÍEY 2067 lo que Leibniz dice, su sistema conceptual y sus intuiciones fundamentales. Refiriéndose a la concepción metafísica del mundo expresa Dilthey: "Y si sus sistemas se hallan condicionados naturalmente por la situación del mundo conceptual en que se presentan, históricamente considerados sus conceptos no son más que medios auxiliares para la construcción y demostración de su concepción del mundo"*. En Leibniz menos que medios auxiliares. Su visión del mundo sería un conjunto de mónadas condicionadas teleológicamente, que constituye un todo armónico donde cada cosa singular refleja la totalidad. Dilthey la califica de monista y espiritualista, definiéndola como un sistema en que la psicología se convierte en el centro de la inteligencia del mundo. Estos caracteres corresponden a lo que Dilthey llama idealismo objetivo. Otros aspectos de la obra de Leibniz lo alejan por completo de él, pero Dilthey no los tiene en cuenta; Leibniz aparece siempre como representante del idealismo objetivo. En este grupo clasifica también a Heráclito, Giordano Bruno, Goethe, Hegel, "todos ellos sostenedores de una fuerza espiritual divina que se expande por todo el universo, que vive en toda cosa y en toda persona, que opera en todo según sus leyes, de suerte que fuera de ella no existe ningún orden trascendente ni lugar alguno para la libertad de elección"^. Evidentemente hay aquí una exageración. Resulta imposible aplicar todo esto al autor de la Teodicea, donde expresamente se afirma la existencia de un orden trascendente y de la libertad humana. Esto se relaciona además con otro problema: la procedencia del sistema leibniciano. Dilthey lo hace derivar de la filosofía panteísta del Renacimiento. Además de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno influyó sobre él Spinoza, "y Leibniz se halla a la sombra de Spinoza como Aristóteles a la de Platón"*. Pero en muchos aspectos Leibniz se encuentra más cerca de Descartes, representante del idealismo de la libertad, que de Spinoza. Dilthey mismo lo reconoce en varios pasajes en los que trata de explicar sus conexiones al mismo tiempo que fija la posición de Leibniz con respecto a Descartes. Históricamente es perfectamente comprensible que las dificultades originadas por el dualismo cartesiano hayan producido soluciones monistas como las de Spinoza y Leibniz, pero resulta difícU conciliar el idealismo objetivo con la 1 Ob. cit. 150. 2 Introducción a las ciencias del espíritu, México 1944, p. XXVI. 3 Hegel y el idealismo. México 1944, p. 324. Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3 2068 MABÍA EUGENIA VALENTIÉ Teodicea de Leibniz. Dilthey resuelve fácilmente el problema. Nos dice "y si su dependencia de la situación conceptual de su época le empuja a concebir la divinidad como un individuo y su dependencia de su cultura teológica le lleva a colocar las relaciones con la teología en primer plano, su intuición fundamental resulta ser el panenteísmo"^. Sabemos que los intereses religiosos constituían para Leibniz lo fundamental de su sistema, hasta tal punto que consideraba sus trabajos matemáticos nada más que como medios para lograr sus fines últimos. Y ¿es posible que sea en este aspecto donde Leibniz nos dé una versión falseada de su pensamiento, que disimule sus verdaderas intuiciones para adaptarse a la teología vigente? O, ¿no será más que un intento de Dilthey "de comprender a Leibniz mejor de lo que Leibniz se comprendía a sí mismo?". Por otra parte su opinión sobre la posición religiosa de Leibniz es la que resulta impenetrable y agrega: "Es imposible penetrar en el alma de Leibniz. Nunca ha tenido trato con su propia profundidad. Vivía en la multiforme objetividad del mundo" ^. Otro rasgo en el que insiste continuamente es el que hace de Leibniz un precursor del historicismo y más particularmente del historicismo de Dilthey. Se pregunta: "¿Qué es lo decisivo en Leibniz? En épocas diversas se suelen referir las diferencias decisivas a partes muy distintas del sistema"^. Los dos aspectos de Leibniz que Dilthey considera decisivos, a juzgar por la insistencia con que vuelve sobre ellos, son: el descubrimiento de la idea de desarrollo y la comprensión y conciliación de los grandes movimientos históricos: la cultura clásica, el cristianismo y la ciencia moderna. Este poder de comprensión histórica aparece en el siguiente pasaje referido a la mentalidad alemana: "El conocimiento de las creaciones espirituales de la humanidad en su conexión interna es una aportación debida al espíritu alemán condicionado por la marcha del desarrollo alemán"*. Mientras Bacon, Hobbes y Locke en Inglaterra, Descartes en Francia, rompen violentamente con el pasado, Leibniz lo comprende y lo incorpora a su filosofía. Además, mediante la idea de desarrollo prepara el trabajo de la historiografía alemana» Siempre es la presencia de las ideas metafísi^ 2 8 * Teoría de la concepción del mundo, p. 165. El mundo histórico. México 1944, p. 300. Teoría de la concepción del mundo, p. 417. Ob. cit. p. 80. Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3 LEIBNIZ A TRAVÉS DE DILTHEY 2069 cas de Leibniz lo que determina los juicios adversos de Diltíiey. Así nos dice que Leibniz expresó el carácter espontáneo y creador de la vida espiritual "sólo que el alcance de esta profunda idea psicológica fué aminorado por su enlace con los cuentos metafisicos de las mónaSas''^ . : » También insiste Dilthey en la importancia que adquiere la idea de individualidad en el sistema de Leibniz; su psicología está inspirad^ por la gran idea de la individualidad y de su valor propio por el de evolución. En este punto vuelve a insistir Dilthey en la idea ya superada de que su filosofía deriva del Renacimiento. Su sentido de lo individual proviene de Cardano, Nicolás de Cusa y Giordano Bru* no, ios antecedentes obligados de Leibniz para Dilthey. En relación a los problemas políticos también aparece Leibniz como historicista, oponiéndose a la teoría iusnáturalista y fundan<Io'una ciencia histórica del estado basada en la consideración de las circunstancias reales. L'a.Huportancia de este descubrimiento en el aspecto científico: posibilidad de comprender la vida política en toda su riqueza, se une a su repercusión práctica: "influye en las mejores cabezas alemanas" y especialmente en Hegel. En la valoración de la obra de Leibniz hay una evidente presencia de las opiniones filosóficas de Dilthey. Sus juicios son siempre admi^ rdtivfls, salvo cuando se trata de la metafísica, "ese multiforme híbrido qcfeíinora en los confines de la fantasía"*. Como metafísico Leibniz es"el ¿ütor "de una artificiosa teoría de las mónadas" y de otra "artificiosa y estéril teoría": la armonía preestablecida. No sólo influyen en esta visión las preferencias teóricas del historiador sino también su sentimiento nacional. A pesar de la universalidad de Leibniz, Dilthey subraya a cada instante su relación con movimientos alemanes. En Leibniz y su tiempo no lo vemos como un pensador europeo sino como en praeceptor Germaniae, y el tiempo de Leibniz aparece circunscripto a u n espacio muy reducido: Alemania. También sus grandes ideales de cultura aparecen reducidos a una escala nacional; la fundación de la Academia de Berlín sería su culminación en la práctica. Si bien como hombre de acción está condenado al fracaso por la incomprensión de los que le rodean, su obra influye poderosamente en la formación del espíritu alemán, ese espíritu que a Dilthey le 1 Ob. cit. p. 311. 2 Hombre y mundo en los siglos x n y xvii. México 1944, p. 180. Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3 2070 MABÍA EUGE.MA VALENTIK parece algo tan sustancial. En él están los orígenes de "la historicidad del espíritu alemán, el entendimiento histórico universal, la filosofía trascendental" incluso sus propias virtudes se presentan como caracteres del espíritu alemán: "el enlace de antigüedad, cristianismo y conocimiento moderno de la naturaleza determinaron en primer lugar el carácter del espíritu alemán. Pues por la acción duradera de estas grandes potencias históricas del pasado en la vida y en el pensamiento alemán nació la universalidad de la mirada histórica y filosófica que caracteriza a la inteligencia alemana". En general aparece como antecedente de casi todos los grandes pensadores alemanes: influye sobre Lessing, Holderlin, Schiller, Herder, su discípulo, y prepara la concepción del mundo expresada en la Fenomenologm de Hegel. Si creemos que la actitud del historiador de la filosofía debe ser buscar la comprensión objetiva, desinteresada, y tratar de situarse en el punto de vista del autor que trata, preguntarse qué quiso decir, cuáles fueron sus intereses, tenemos que convenir que no es ésta precisamente la actitud de Dilthey. En vez de una actitud receptiva en la que los pensamientos de Leibniz penetran en su espíritu, son sus propios intereses los que se vuelcan en la filosofía de Leibniz tiñéndola de matiz profundamente diltheyano. Sin duda Dilthey admira a Leibniz, pero es una admiración que subsiste a costa de una mutilación de lo admirado. Por ejemplo, el pensamiento religioso de Leibniz pasa a un plano completamente secundario. A su propia pregunta ¿qué es lo decisivo en Leibniz?, contesta varias veces con respuestas distintas, pero nunca con la dada por el mismo Leibniz. Quizá Dilthey fué profundamente sincero al decir: "es imposible penetrar en el alma de Leibniz". Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3