Download y la relación con el lenguaje en el Tractatus Logico

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Sobre el concepto de “Mundo” y la relación con el lenguaje en el Tractatus Logicophilosophicus
En el paso del siglo XIX al XX la filosofía dio una de las viradas más notables en su
largo desenvolvimiento histórico. Este cambio de rumbo se produjo en parte gracias a dos
filosofías totalmente radicales: por un lado la de Wittgenstein, cuya influencia más
importante fuera recibida por los seguidores de un empirismo lógico; por el otro, la
fenomenología de Husserl. La filosofía predominante, antes de darse este viraje, en los dos
tercios segundos del siglo pasado, fue la que se llamaba a si misma filosofía positivista o
positivismo. Esta filosofía pretende reducir la realidad toda no solo del mundo sino también
del universo a lo que se entienda por fenómenos psíquicos y físicos (hechos).
Una representación empirista lógica de una teoría científica que habla directamente
sobre el terreno de los “fenómenos físicos” se construye más o menos de la siguiente
forma: sobre la base o el infinito terreno de la observación, esto es, de la experiencia, se
construyen los conceptos empíricos cuyas relaciones entre sí –que pueden ser de necesidad,
subordinación, implicación, deducción, etc- permiten el establecimiento de leyes empíricas
que mediante reglas de correspondencia fundan, a su vez, los conceptos definidos.
Esto nos permite observar que una teoría empírica es como una compleja red de
infinitos procesos que hacen parte de un sistema. En el caso de la representación empirista
lógica de una teoría científica parece ser que el sistema entero flota sobre el infinito mar de
la observación y de la experiencia. En este caso la red podría funcionar también como una
teoría científica: “a partir de ciertos datos observacionales podemos ascender, vía una
cuerda interpretativa, a algún punto en la red teórica, desde allá preceder vía definiciones e
hipótesis a otros puntos”1.
La filosofía del primer Wittgenstein es un intento positivista por dar cuenta del
mundo como un sistema absoluto; además, un intento por trazar el limite no del pensar en sí
mismo –como una especie de crítica de la razón teórica- sino “a la expresión de los
1
Hempel, C.G. Fundamentals of Concept Formation in Empirical Science. Traducción de José Luis Rolleri.
Alianza. Madrid, 1988. Pág 54.
pensamientos”2. Si podemos establecer el límite de las expresiones de tales pensamientos
estaríamos al mismo tiempo delimitando el terreno (ontológico) por decirlo así al que tales
expresiones se refieren, el mundo; lo que pasa es que para Wittgenstein tales expresiones se
refieren siempre a cosas, o mejor, a estados de cosas y estos no son más que el darse
efectivamente o no de una posibilidad. El hecho, esto es, la posibilidad que acaece, es lo
que se da efectivamente como un ahora en el tiempo; los hechos componen el mundo y a
ellos se refiere el único conocimiento que según Wittgenstein tiene sentido: la totalidad del
saber de la ciencia natural. Establecer este límite es posible solamente en el ámbito del
lenguaje.
El principal objetivo de Wittgenstein en el Tratactus es demostrar que todos los
problemas de la filosofía radican, por un lado, en una mala comprensión de los principios
del simbolismo y del mal uso del lenguaje y por otra, en haber excedido los límites de la
lógica, del leguaje, en ultimas del mundo. Esta mala comprensión de la lógica y el mal uso
del lenguaje nos han revelado una idea de mundo totalmente errónea; idea que habrá de
rastrearse en la historia de los desaciertos y los sin-sentidos de la filosofía occidental. Esto
explica por qué el Tratactus debe iniciar con una caracterización metafísica y descriptiva
del mundo, tarea que va muy ligada al desarrollo de las condiciones de posibilidad
(necesarias) para la elaboración de un lenguaje lógicamente perfecto que pueda dar cuenta
de la totalidad de dicho mundo, o mejor, de los hechos positivos de los estados de cosas.
Pues bien, el siguiente comentario es una aproximación muy general a la relación mundolenguaje y la caracterización del mundo como totalidad (gesamtheit), expuesta
principalmente en las entradas del 1 al 2 del Tractatus lógico-philosophicus.
La justificación de la importancia del concepto de mundo no es necesaria aquí.
Partimos de ese supuesto, pues es evidente que la idea de mundo cumple en el pensamiento
contemporáneo un papel similar al que tiene la idea del ser para los griegos o la idea
de Dios en la Edad Media. La tematización del mundo ha sido y es uno de los conceptos
fundamentales de la metafísica, esto es, de la filosofía misma. Se trata de la pregunta
relativa al ser, como dice Heidegger, al fundamento (grund) de toda idea o representación,
o de todo enunciado provisto de significación, mejor dicho, se trata del fundamento de toda
2
Wittgenstein. Tractatus lógico-philosophicus. Traducción e introducción de Jacobo Muñoz e Isidoro
Reguera. Alianza. Madrid, 1994. Prólogo, Pág 11.
actitud y de toda actividad de los sujetos que viven en este mundo. El mundo (Welt) se
revela como el presupuesto y la base de todo juicio posible, ya sea científico o precientífico; este se encuentra, además, en el horizonte de toda proposición y de toda
actividad de la conciencia que habita en el mundo. Así, siendo el mundo a la vez la
totalidad de todo lo que es (T 2.063) y el horizonte de toda experiencia real y posible (T 1),
resulta de un interés fundamental para la filosofía de Wittgenstein comprender y conocer
adecuada y suficientemente tanto lo que él sea como la manera por la que él llega a
constituirse.
Wittgenstein asume que la estructura del lenguaje lo revela la lógica y que la
función esencial del lenguaje es representar o describir el mundo: así pues, desde
el Tractatus hay dos cuestiones que deben ser resueltas: ¿Cuál es la naturaleza de la lógica?
¿Cómo están relacionados el lenguaje y el mundo? Según Wittgenstein para que pensemos
y hablemos del mundo debe haber algo en común entre el lenguaje y el mundo. El elemento
común debe de estar en sus estructuras. Podemos conocer la estructura de uno de ellos si
conocemos la del otro. Ya que la lógica nos revela la estructura del lenguaje como un
complejo de proposiciones lógicas-fácticas (T 5.5563) nos debe revelar también la
estructura del mundo. Si conocemos la estructura del mundo conoceremos los límites de
este, es decir, el límite donde el lenguaje cobra sentido. Entonces, ¿Cuál es la naturaleza, o
mejor, cómo es posible que al investigar sobre los fundamentos de la lógica se revele a su
vez la estructura del lenguaje y con esta la estructura del mundo? la respuesta a este
interrogante es fácil: el mundo y el lenguaje comparten la misma estructura lógica, sin decir
con ello que sean una y la misma cosa.
Determinar los límites del lenguaje es trazar una frontera alrededor de todas las
proposiciones fácticas concebibles que incluyen tanto a las proposiciones de las ciencias
naturales como las proposiciones que diariamente utilizamos en nuestras vidas. Solamente
dentro de este límite, una vez haya sido trazado, estarían comprendidas todas la cosas que
pueden decirse en el leguaje fácticamente, más allá de él, estaría todo aquello que no puede
decirse en este lenguaje y de lo cual es mejor callar (T 7).
Este razonamiento nos permite “ver” realmente el verdadero problema del que se
encarga la filosofía de Wittgenstein, que no es otro que la investigación por el fundamento
de la lógica en conexión siempre con los problemas tradicionales de la filosofía. En efecto
la lógica se ofrece como el elemento mediador entre el mundo y el lenguaje cuya estructura
es, justamente, lógica. Es por esto que si se pudiera descubrir cómo está constituida esta
estructura, de antemano (mutatis mutandis) se sabría cuáles son los límites del posible
desenvolvimiento del lenguaje. Esto equivale a decir que todo lenguaje factico tendría que
acomodarse a la estructura de la lógica que es en sí misma a priori –todo lo que puede
conocerse con anticipación a la experiencia. Sin embargo, estas explicaciones son muy
pobres para dar cuenta de la relación entre lenguaje y mundo, si bien ya sabemos que la
naturaleza de la lógica es a priori, necesaria, tautológica. Todo se resuelve según
Wittgenstein porque la posibilidad de la relación lenguaje-mundo es una necesidad lógica
(T 6.37). ¿Cómo opera, pues, la teoría de la necesidad lógica? La respuesta de esta pregunta
debe arrojar como resultado una tesis que ya conocemos: que la lógica revela al tiempo la
estructura del lenguaje y de la realidad y en ultimo termino del mundo –que funge como la
totalidad de lo que acaece de factum en el espacio lógico- y esto es posible porque las dos
estructuras son las mismas.
Wittgenstein considera que si podemos usar el lenguaje para hablar del mundo debe
haber algunas proposiciones directamente conectadas con el mundo tales que su verdad o
falsedad no esté determinada por otras proposiciones sino por el mundo: él las llamo
proposiciones elementales, las proposiciones no elementales (compuestas) se entienden a
partir de las elementales. Las proposiciones elementales son “retratos lógicos” de los
hechos atómicos que son la clase básica de hechos que no admiten un análisis posterior; y
todas las proposiciones complejas son “funciones de verdad” de las elementales. Es
evidente por qué la relación con el mundo debe hacerse desde un lenguaje que presente
tales rasgos de necesidad lógica. Porque es la lógica la que en ultimas ofrece el andamiaje
del mundo. La idea de Wittgenstein es más o menos que a cada proposición fáctica le
corresponde una posibilidad, también, fáctica y todas esas posibilidades tomadas en
conjunto conforman el espacio lógico del que el mundo de los hechos adquiere su forma
justamente como posibilidades que se han dado efectivamente. Esto en cristiano quiere
decir que lógicamente siempre hay un espacio infinito de posibilidades algunas de las
cuales se “realizaran” (acaecerán efectivamente como hechos) y otras no. La realización de
una posibilidad, bien lo sabemos, “es el darse efectivo de estados de cosas” (T 2), es como
la ocupación de un punto en el infinito plano cartesiano, la traducción de una posibilidad en
hecho.
Es de esta manera como el mundo de los hechos adquiere su forma como
subordinado siempre a este andamiaje que es fijado por la lógica. Pero para que esto sea
posible todas la proposiciones lógicas deben ser tautológicas (P V ~P) que no necesiten de
ninguna experiencia para que sean válidas. En cambio, las proposiciones fácticas –y esta es
su naturaleza- deben tener un sentido absolutamente definido a priori por la lógica. Si (P) se
da efectivamente como un hecho esto quiere decir que junto con (P) hay ciertas
posibilidades fácticas que se están realizando simultáneamente y otras que no, porque,
recordemos, en el mundo “algo puede ser el caso o no ser el caso” (T 1.21). Ahora bien, al
darse (P) quedan rigurosamente definidas cuales son las posibilidades fácticas que se están
realizando y cuáles no; y sucedería lo mismo si se diera la negación de (P) es decir (~P).
Estas dos proposiciones fácticas la afirmación y su negación unidas mediante el conector
lógico “o” cubren exactamente la totalidad del campo de posibilidades pues ambas tienen
sentidos absolutamente definidos; esto es, que cada una por separado dice algo acerca de un
posible estado de cosas que pueda darse efectivamente o no en el mundo como un hecho. Si
traducimos a proposiciones el enunciado lógico anterior vemos como en cada uno de los
casos resulta necesariamente verdadero, pues de no ser así no sería una tautología; P V ~P
dice al tiempo que la posibilidad pertinente se realiza y no se realiza (T 6.1201). Por lo
tanto, la combinación de estas dos proposiciones tiene que ser verdadera. Es así en tanto
que una proposición fáctica (p y ~p cada una por separado) tiene que decir algo
absolutamente definido en el mundo de los hechos, al afirmar la una o negar la otra no
queda en el espacio lógico nada confuso o incierto. Y con este movimiento hemos
retornado nuevamente a la tesis enunciada más arriba: que el lenguaje refleja la estructura
del mundo. En otros términos, que las proposiciones lógicas al ser tautologías revelan la
estructura del leguaje y de ese modo también la estructura del mundo; la idea es que ambas
estructuras (lenguaje-mundo) son correspondientes y descubiertas por la lógica.
Retomemos:

El Tractatus es un intento por delimitar lo que podemos decir con sentido. Esto nos
lleva a cuestionar sobre la naturaleza del lenguaje.

El lenguaje nos da una figura del mundo describe el estado de cosas real (factico);
lenguaje y mundo comparten la misma forma lógica es decir, ambos obedecen a las
leyes de la lógica.

El lenguaje, entonces, describe todas las posibilidades de las proposiciones lógicas,
puesto que estas son tautológicas, son necesariamente verdaderas. P v ~P

Cuando se lo analiza hasta sus proposiciones atómicas o simples el lenguaje
consiste en figuras de la realidad (casa, manzana, silla). Las proposiciones pueden
de esta manera representar toda la realidad, todos los hechos; porque las
proposiciones y la realidad tienen y comparten la misma forma lógica, es decir, no
pueden ser ilógicos.

Los límites del lenguaje son los límites del pensamiento, puesto que tampoco este
puede ser ilógico. No podemos entonces ir más allá de los límites lógicos del
lenguaje, pues todo lo que está por fuera de dicho límite son seudo-proposiciones y
sinsentidos.

Las proposiciones lógicas del lenguaje son una figura del mundo y no pueden ser
otra cosa. No pueden decir nada de ninguna otra cosa, esto quiere decir que
simplemente hay ciertas cosas que no pueden ser dichas.
En síntesis, hemos tratado muy de pasada la relación lenguaje-mundo y esto haciendo
estricta omisión de una relación del todo más fundamental que es entre la lógica y la
ontología. Aquí se afirmó, con la referencia filosófica de Wittgenstein, que la posibilidad de
la relación del lenguaje con el mundo es una necesidad lógica. Además, que la lógica es
como una superestructura o como un mapa a priori de todas las posibilidades, esto es, de
todo lo que podría ser el caso (T 5.61) que revela y pone el límite de todo aquello de lo
cual puede hablarse con sentido. Mostramos como Wittgenstein al cuestionar sobre el
fundamento de la lógica, mutatis mutandis, va haciendo manifiestos tanto los límites del
lenguaje como los límites del mundo. Finalmente que la tesis de Wittgenstein debe tomarse
más bien como una tesis sobre posibilidades. Pues si el mundo se compone de hechos es
porque cada posibilidad lógica esta aparejada a una proposición fáctica con un sentido
definido; entonces todas las infinitas posibilidades de que un estado de cosas se dé
efectivamente como un hecho en el mundo están fijadas de antemano en el andamiaje
lógico del lenguaje (T 1.13).