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Sr. Ministro de Cultura, Educación y Deportes, Directora General
de Bellas Artes, del Libro y
Madrid,
de Archivos de la Comunidad de
Presidenta de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez,
Director de la Casa del Lector, Presidente de CEDRO, Presidente
del Gremio de Editores de Cataluña, Presidenta de CEGAL y de los
libreros de Madrid, Sras y sres.
Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades, Señoras y señores,
Muchas gracias al Ministro de Cultura por acompañarnos una vez
más en este acto tan significativo para la Asociación de Editores de
Madrid; a Isabel Rosell, Directora General de Bellas Artes, del Libro
y de Archivos de la Comunidad de Madrid, por su apoyo constante a
esta y a otras actividades de la Asociación; a la Presidenta de la
Fundación Germán Sánchez Ruipérez y al Director de la Casa del
Lector por permitirnos celebrar en su Casa este acto, así como al
Presidente de CEDRO. Muchas gracias a todos y a ustedes por su
presencia en este acto de entrega del décimo octavo Premio
Antonio de Sancha otorgado por la Asociación de Editores de
Madrid.
La Asociación de Editores de Madrid, constituida en 1977, agrupa
en estos momentos a más de 300 editoriales y tiene entre sus
principales objetivos
•
Incentivar la lectura
•
Potenciar la actividad de la edición en el exterior.
1
•
Apoyar políticas sostenibles en materia de bibliotecas
públicas y escolares y en el desarrollo de materiales
educativos,
•
Procurar el reconocimiento de la edición como un sector
estratégico
prioritario,
dados
los
profundos
cambios
experimentados.
•
Considerar el libro en formato digital un libro a todos los
efectos, incluidos los fiscales, es decir, con el mismo
tratamiento para el libro en papel que para el libro digital.
•
y defender la propiedad intelectual, punto en el que me voy
a detener brevemente.
En los últimos años la edición está viviendo una crisis general y una
crisis particular, especialmente por la violación de la propiedad
intelectual en el mundo digital.
Recientemente ha sido aprobada una nueva ley de propiedad
intelectual donde se dan indudables pasos positivos para la
erradicación de la piratería, aunque desde el punto de vista de los
editores todavía insuficientes, dada la ausencia de medidas rápidas
de bloqueo de los portales piratas y del hecho de que a la Comisión
de Propiedad Intelectual no se le dote de los recursos materiales y
personales necesarios.
La nueva Ley también ofrecía la ocasión para encauzar el problema
de la compensación por copia privada, superando estos años en los
que se ha cargado ese pago a los presupuestos generales del
Estado.
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Es difícil medir el daño que la piratería está haciendo desde el
punto de vista cultural. Desde el económico se puede ofrecer algún
dato, como que en un reciente estudio sobre la aportación al PIB
de las industrias culturales en España en los últimos años esa
aportación se ha reducido un 14%, frente a una reducción en los
países de nuestro entorno del 3% y un crecimiento del 4% en
Francia, donde se dictó una ley muy criticada contra la piratería
pero que aparentemente ha tenido efecto.
Ante esta situación, es una buena noticia el cierre en los últimos
días de varios portales de descargas ilegales y que esté pendiente
de sentencia de la Audiencia Nacional la actividad de una página
web en la que se pirateaban periódicos y revistas, aunque desde
nuestro punto de vista sería necesario que también los usuarios
que se descargan de forma masiva contenidos sin pagar, y sabiendo
que están utilizando páginas pirata, fueran objeto de reproche
social y legal, lo que ahora no ocurre.
A pesar de todo, los editores encaramos el futuro con la confianza
de que nuestra labor (seleccionando originales, descubriendo
autores, dando forma a las obras, haciéndolas llegar a su
destinatario final) seguirá siendo una labor recompensada por el
lector y en definitiva por la sociedad. Porque leer nos hace
mejores. Como dice Vargas Llosa, nuestro premio Antonio de
Sancha 2013, “Un buen lector es alguien dispuesto a dialogar y, en
consecuencia, abierto y preparado para la discusión razonada de la
cosa pública y de los problemas sociales. Pero más allá de eso, en
el ámbito estrictamente individual, un buen lector es una persona
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capaz de vivir reviviéndose de continuo, ya que como decía Goethe
“cuando se lee, no se aprende algo, se convierte uno en algo””.
Puesto que entre los objetivos de la Asociación de Editores de
Madrid se encuentra incentivar la lectura, la Asociación decidió
crear en 1997 un premio para reconocer anualmente a una persona
o institución por su papel destacado en la promoción y defensa de
los valores culturales en general, y del libro y de la promoción de
la lectura en particular.
El premio se constituyó bajo el nombre del primer editor español,
Antonio de Sancha, para con esta denominación rendir homenaje a
la contribución que, de modo anónimo, millones de editores de
todo el mundo realizan a la cultura universal. Como galardón se
entrega una escultura realizada por el escultor Venancio Blanco,
que representa una paloma con las alas desplegadas sobre un libro,
símbolo de la universalidad cultural y la libertad de expresión.
Este año la Asociación de Editores de Madrid ha concedido por
unanimidad el décimo octavo Premio Antonio de Sancha al filósofo
y académico Emilio Lledó, en reconocimiento a su brillante
trayectoria intelectual y a su compromiso y apoyo al mundo de la
cultura y la literatura.
Emilio Lledó nació en Sevilla en 1927, pero con seis años se
trasladó a Vicálvaro donde estudió la primaria con un maestro que
sigue recordando como la persona que le hizo amar El Quijote y le
enseñó la libertad, D. Francisco.
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Se licenció en filosofía en la Universidad de Madrid en 1952 para
irse de inmediato a Alemania
donde prosiguió sus estudios y
concluyó su tesis doctoral.
En 1962 regresó a España de manera permanente, para impartir
clases en el Instituto Núñez de Arce en Valladolid, con su mujer,
Montserrat Macau Matas, catedrática de alemán. A los dos años
obtuvo la cátedra de Fundamentos de Filosofía e Historia de los
sistemas filosóficos de la Universidad de La Laguna. En 1967, se
trasladó a Barcelona donde había obtenido la cátedra de Historia
de la Filosofía y donde permaneció once años hasta su traslado en
1978 a Madrid para ejercer la docencia en la Universidad Nacional
de Educación a Distancia.
En 1993 fue elegido miembro de la Real Academia Española donde
ocupa el sillón Ele minúscula; en esa institución desempeñó el
cargo de Académico Bibliotecario (1998-2006) y sigue colaborando
activamente.
Emilio Lledó es doctor honoris causa por las universidades de La
Laguna, de las Islas Baleares y de Lleida, y miembro vitalicio del
Instituto para Estudios Avanzados de Berlín.
Ha publicado, entre otras obras, Filosofía y lenguaje (1971) y
Lenguaje e historia (1978); El epicureísmo (1984); El silencio de la
escritura; El surco del tiempo (1992); Elogio de la infelicidad
(2005);
y Los
libros
y
la
libertad
(2013),
además
de
numerosos artículos periodísticos.
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Emilio Lledó ha recibido, entre otras distinciones, el Premio
Alexander Von Humboldt (1990); el Premio Nacional de Ensayo
(1992); el Premio Internacional Menéndez Pelayo; el Premio
Fernando Lázaro Carreter
(2007), de la Fundación Germán
Sánchez Ruipérez, y el Premio María Zambrano (2008).
Hijo predilecto de Andalucía (2003), ha sido condecorado,
asimismo, con la Cruz Oficial de la Orden del Mérito de la
República Federal Alemana (2005).
Pero ha sido 2014 el año por excelencia de los premios para Emilio
Lledó: ha sido distinguido con el Premio José Luis Sampedro; el
Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, de la
Academia Mexicana de la Lengua,
el Premio Nacional de las
Letras, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y
Deportes del Gobierno de España y el Premio Antonio de Sancha
que hoy entregamos.
Contar aquí hoy con Emilio Lledó como nuestro premiado es una
enorme alegría para los editores. Emilio Lledó es un filósofo que
ama el lenguaje porque, le cito, “las palabras que han sido objeto
de estudio y cultivo por generaciones de escritores y filólogos,
constituyen el alimento imprescindible de la vida mental, y
estamos instalados en ellas como en el aire que respiramos, y con
la misma fuerza e inconsciencia con que estamos sumidos en la
naturaleza”.
Y es un filósofo que ama los libros, "el libro (dice) es, sobre todo,
un recipiente donde reposa el tiempo”, “los libros significan la
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memoria”.
Los
libros
le
hacen
compañía,
nos
decía
recientemente, le recuerdan los momentos en que los leyó y le
riñen cuando tarda en volver a abrirlos. “El mundo de la escritura,
vuelvo a citarle, es la paradójica visión de un mundo de oídas. La
visión de las letras es una asombrosa confusión de los sentidos, una
visión, efectivamente, de oídas. La estructura de los signos
escritos, la silenciosa articulación de su grafía, nos lleva al
territorio de una voz cuyo pleno sonido nunca alcanzaremos a oír
totalmente; pero que deja la posibilidad de oír el nuestro, de oír
nuestra propia voz, ante el espejo compartido de las palabras.
Emilio Lledó es uno de los profesores más queridos y admirados
que ha dado la filosofía española en los últimos 50 años. De él han
dicho que su magisterio ha adquirido un aura solo comparable con
la de los maestros más grandes, y sus antiguos alumnos hablan de
él con devoción.
Le preguntaba hace poco un periodista a Emilio Lledó quién es él y
contestó que era el mismo que se fue a Alemania con una maletita
de cartón, que se mira en el espejo y no se avergüenza. Seguro
que es el mismo, porque conserva en sus ojos, en su pensamiento y
en sus palabras una extraordinaria juventud pero para los demás
Emilio Lledó es una gran figura de la filosofía y las letras que para
nuestra dicha no ha olvidado nunca su maleta de cartón ni sus
raíces.
Muchas gracias por aceptar este Premio Antonio de Sancha y por
compartir con nosotros estas horas. Es, de verdad, un privilegio.
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