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Transcript
Escribir un cuerpo
Verónica Pérez Horvath1
Resumen
A partir de la experiencia de escribir el cuerpo encontrada en la clínica con niños, y
considerando la variedad de inscripciones corporales presentes en diferentes culturas
(escarificaciones, tatuajes, pintura) este trabajo se propone revisitar la noción
psicoanalítica de cuerpo pulsional, a la luz de los aportes de algunos autores de las
ciencias sociales, como Douglas, Clastres y Mauss entre otros, señalando puntos de
encuentro y de ruptura entre ambos campos del saber, ejercicio que entendemos podría
enriquecer nuestra práctica clínica en psicoanálisis.
Palabras clave: escritura del cuerpo; pulsión; psicoanálisis; cultura
Abstract
Considering the experience of writing the body found in child analysis, and considering
the variety of body inscriptions present in different cultures (scarification, tattooing,
body painting) this paper intents to review psychoanalytic notion of pulsional body, in
relation to the statements of different authors coming from social science, Douglas,
Clastres, Mauss and others, pointing to the differences and relationships between these
two perspectives, what we think could lighten some aspects of our psychoanalytical
practice.
Key words: body writing; pulsion; psychoanalysis; culture
1
Licenciada en Psicología; Magíster en Antropología Social y Especialista en Psicología Clínica
(UFRGS/Brasil); Asistente del Instituto de Psicología Clínica, Facultad de Psicología, Udelar y Asistente
del Departamento de Psicología Médica, Facultad de Medicina, Udelar.
Escribir un cuerpo
En un centro infantil, a medio camino entre casa cuna y pequeño hospital, una analista
escuchaba a un grupo de niños. Era una casa cuna, porque estos niños vivían separados
de sus padres. Era un pequeño hospital, porque estos niños vivían con el virus de
inmunodeficiencia adquirida, en una época en la que recién se habían descubierto los
tratamientos adecuados para esta condición. Niños sin palabras para decir, cuerpos
entregados al Otro de la medicina.
La oferta de una escucha analítica, hizo surgir un espacio improvisado para enlazar la
palabra con el cuerpo y el tiempo de la presencia con el tiempo de la ausencia.
Así convidados, estos niños empezaron a escribir su cuerpo, ¡realmente! Algunos se
dibujaban en la piel estrellitas, flores, con tatuajes de manchas o brillantina, con
emplastos de plastilina, con trozos de band-aid. Hasta el salpicado ocasional o decidido
de tinta y agua servía para dibujar el propio cuerpo, y el de esa mujer que escuchaba
desde su lugar de analista. Tiempo de escritura sobre un cuerpo-piel que se ofrecía a lo
que pudiera venir como marca del Otro. Marca que muchas veces venía bajo la forma
del acto médico, de la pomada, de las agujas que extraían con dolor sangre o que
inyectaban vida, o bajo la forma de una pastilla ofrecida por enfermeras temerosas en
demasía por su vida. Marca que se volvía nombre propio en el análisis, operando su
pasaje desde la propia piel, a la piel de la analista hasta encontrar finalmente, en la hoja
de papel, su destino de letra.
El cuerpo se construía, entonces, para estos niños, en un litoral2, entre el discurso de la
medicina y la novelización de un cuerpo sexual infantil dificultosamente elaborado en
ausencia de un Otro materno suficientemente deseante.
Y me preguntaba entonces que eran esas marcas solicitadas en el cuerpo, marcas que
venían del Otro, y que, de forma paradójica, parecían indispensables para la
consistencia de un cuerpo al que se pudiera llamar de propio.
La marca corporal es, como el vestido y el adorno, tan antigua como la cultura, tanto
que podría ser el propio signo de que hay cultura. Transformar el cuerpo, sacarlo de su
2
Utilizo la noción de litoral en el sentido que lo hace Ana Costa en su libro Litorais da psicanálise
condición de puro organismo, poder hacer de ese compuesto de células, carne, huesos,
otra cosa. Tal vez de eso se trate la odisea de la cultura, y también de eso se trate un
poco la zaga del sujeto en un análisis.
En este punto, referente al cuerpo y su relación con lo simbólico, me resulta curioso
constatar los puntos encuentro, entre el psicoanálisis y la antropología. Una ciencia de
lo singular, y una ciencia de lo colectivo.
La noción de un cuerpo afectado por lo simbólico, representa un punto de partida
válido tanto para la antropología como para el psicoanálisis.
La eficacia de lo simbólico sobre el cuerpo, identificada por Mauss (1979/1926) en los
casos de muerte por sugestión, y luego por Levi-Strauss (1996/1949) en los casos de
cura mediante la manipulación simbólica del cuerpo, mantienen resonancias con la
noción freudiana de tratamiento del alma a través de la palabra (Freud, 1890). Palabra
que opera sobre el síntoma corporal, desanudándolo, lo cual supone que ese síntoma y
ese cuerpo se sostengan, también sobre una misma lógica significante. Que la palabra
se articula como mensaje a descifrar en el síntoma, fue la primera aproximación de
Freud a la subjetividad de la histeria, provocando una torsión histórica en el modo de
comprender el sufrimiento humano, cuyos ecos sostenemos hasta nuestros días.
La antropóloga Mary Douglas (1988) sitúa cuestiones semejantes, al proponer un
cuerpo afectado por lo simbólico, cuerpo que es instrumento a través del cual “se
habla”, se dice el mapa de los sistemas jerárquicos del grupo social al que se pertenece.
El mensaje que el cuerpo porta se pone en juego en el escenario cultural, a través de una
estética discursiva que es inconsciente, y que permite articular léxico y decires con tono
de voz, prosodia y gestualidad, en un ensamblaje que nunca escapa del límite de lo
posible y lo prohibido pautado para cada cultura. Cuerpo que es con otros, inmerso en
un tejido social significante que opera como trama subjetiva enlazando a los miembros
de una misma cultura.
El sociólogo francés Pierre Clastrés (1978) estudió la forma en que los pueblos sin
escritura hacen uso del cuerpo como superficie apta “para recibir el peso de la ley”.
Escarificaciones, perforaciones corporales, torturas, son formas recurrentes en los ritos
de pasaje, que utilizan el dolor como un modo de poner a prueba el cuerpo y
consignarse digno ante los miembros del clan. La marca corporal es entonces un
recordatorio mudo, un mensaje cifrado que habla de la pertenencia a un grupo. El sujeto
se inscribe, por la mediación de su cuerpo, en una sexuación, una genealogía, un Ethos
grupal. Inscripción que le permite contarse entre los otros como uno más, función
significante que lo coloca en una cadena de iguales-diferentes.
En La invención de lo cotidiano, el filósofo Michel De Certeau (1996) va interrogar esta
sumisión del sujeto a ser marcado por el Otro, formulándose la pregunta al respecto de
qué es lo que sostiene el deseo de intercambiar “algo de la carne por un cuerpo
glorioso”. Cuál será el deseo que hace que un sujeto busque ser escrito a fuego por el
texto de la ley, ser marcado por una palabra que determinará la muerte del cuerpo real,
que lo hará ser representado, en adelante, por un nombre. Interesado por los procesos de
agencia y resistencia, De Certeau sitúa al psicoanálisis y al arte, como las dos únicas
prácticas que demuestran un saber hacer con aquello que resiste a la escritura del Otro
sobre el cuerpo. Remite de esta forma a la noción de real propuesta por el psicoanálisis,
que permite situar un resto no simbolizable ni imaginarizable, punto de escape que
emerge, para De Certeau, en el grito salvaje, en el desenfreno de la locura. ¿Pero será la
locura realmente rebeldía, resistencia a la colonización del lenguaje? ¿Era el presidente
Schreber rebelde a las transformaciones impuestas por su Dios mecánico? ¿Cómo
podemos entender entonces, desde el psicoanálisis, esta paradoja de cuerpos que se
someten para encontrar al final, si todo va bien, su diferencia?
Podríamos situar a la pulsión, concepto fundamental en psicoanálisis, como uno de los
puntos de articulación principales de este encuentro entre lo real del cuerpo y la palabra
del Otro. En un sentido inverso al propuesto por Freud – que sugería un camino desde lo
somático a la representación psíquica –, Lacan va a definir la pulsión como algo que va
de la palabra del Otro al cuerpo, un “eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”
(2006). Decir que alude a un más acá de la significación, impronta de la lengua materna
sobre el cuerpo del infans.
Esta incidencia de la lengua materna sobre el cuerpo propuesta por Lacan, lengua
compacta, que no porta todavía los cortes necesarios a la operación significante, (por
eso Lacan escribe lalengua, lalangue, todo junto), es incidencia de la palabra en su puro
sentido literal, fonemático, sobre el cuerpo del infans, marea sonora que inunda dejando
a su paso restos, huellas, marcas, mojones, en el psiquismo naciente. Lacan va a
sostener, de esta forma la en-corporación de las palabras, siendo el inconsciente un
efecto de esa afectación (en el sentido de una resonancia) por palabras que no
entendemos y que instauran por su propio peso, una división que produce sujeto
(1976/1977).
Estas referencias anteriormente desarrolladas, permiten situar por un lado, la
importancia de los efectos del decir sobre el cuerpo en el proceso de constitución
subjetiva. Por otro lado, permiten articular el nacimiento de la ley (del lenguaje, del
Otro), como instancia que aliena y separa al mismo tiempo, y que se inscribe en el
cuerpo, a través de los cuidados maternos. Alienación-separación que se continúa a lo
largo de toda la vida del sujeto, a través de cada oportunidad proporcionada por el lazo
social de reinvención de las marcas corporales, como lo testimonian los rituales y las
prácticas de transformación corporal. Es en el uso del cuerpo como una herramienta
estética y política, que podemos captar la incidencia del corte humanizante entre lo
natural y lo simbólico, corte que inscribe al sujeto en un régimen de pertenencia a una
genealogía, a un sistema de parentesco, a una historia y a una cultura.
Esos niños, nuevamente, ¿por que escriben sus cuerpos? La escritura del cuerpo es
asujetamiento, aceptación en el cuerpo de las marcas del Otro. También es corte,
separación, porque hubo transformación de la marca del Otro para hacerla propia. Hubo
pérdida de cuerpo real, de goce, abandono de la ilusión de hacer un cuerpo con el Otro.
Marcas que son transformadoras en la medida en que son transformables: por eso
alienan y diferencian al mismo tiempo. La escritura en el cuerpo imprime algo del
orden de la ley, la que rige el universo simbólico que ha bañado al niño desde su
nacimiento, y lo hace sujeto ante el Otro de la cultura. Ley que hace corte al mismo
tiempo que somete, lo que hace que esa escritura genere efectos de división. Escribir es
entonces, como sugiere el poeta Juan Gelman, ir al lugar donde nacen las palabras, para
encontrarlas, y perderlas nuevamente. Escribir un cuerpo ¿es perderlo y encontrarlo
nuevamente?
Referencias Bibliográficas:
Clastres, Pierre (1978) La sociedad contra el estado. Barcelona: Monte Ávila C.A
Certau, Michel de (1996) La invención de lo cotidiano 1. Artes de Hacer. (Trabajo
original publicado en 1980)
Costa, Ana
(2015) Litorais da psicanálise. São Paulo: Escuta.
Douglas, Mary
(1988) Símbolos Naturales: exploraciones en cosmología. Madrid:
Alianza Editorial.
Freud, Sigmund
Tratamiento psíquico (tratamiento del alma). En J.L Etcheverry
(trad) Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. 1 , pp. 111-133)
Buenos Aires: Amorrortu (Trabajo original publicado en 1890)
Freud, Sigmund
Pulsiones y destinos de pulsión. En J.L Etcheverry (trad) Obras
Completas: Sigmund Freud (Vol. 14, pp. 105-134) Buenos Aires:
Amorrortu (Trabajo original publicado en 1915)
Gelman, Juan
Lacan, Jacques
Carta a mi madre (París/Ginebra, 1984/1987)
(2006) El Seminario 11: los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, Jacques
(s/d) Seminario 24 L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre ,
Inédito (Seminario dictado en 1976/1977).
Lacan, Jacques
(2006) El Seminario 23: El sinthome. Buenos Aires: Paidos.
Levi-Strauss, Claude (1996) A Eficácia simbólica. En Antropología Estrutural. Rio de
Janeiro: Tempo Brasileiro. (Trabajo original publicado en 1949)
Mauss, Marcel
(1979) Efectos físicos ocasionados en el individuo por la idea de la
muerte sugerida por la comunidad. En Sociología y Antropología.
Madrid: Tecnos. (Texto original publicado en 1926)