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Los jesuitas, ¿quiénes son y como actúan? Los jesuitas son la orden católica de la llamada “Compañía de Jesús”, fundada por Ignacio de Loyola. Elena de White, en “El conflicto de los siglos” define los comienzos de esta orden de esta manera: Página 864: Durante la Reforma -que comúnmente se considera que empezó en 1517 cuando Lutero colocó las noventa y cinco tesis-, el poder papal fue expulsado de grandes territorios del norte de Europa. Los esfuerzos del papado por combatir la Reforma se concretaron en la creación de la Inquisición, del Índice y en la organización de la orden de los jesuitas. Los jesuitas llegaron a ser el ejército intelectual y espiritual de la iglesia para la exterminación del protestantismo. Página 249: Pasados los primeros triunfos de la Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con la esperanza de acabar con ella. Entonces fue cuando nació la orden de los jesuitas, que iba a ser el más cruel, el menos escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del papado. Libres de todo lazo terrenal y de todo interés humano, insensibles a la voz del afecto natural, sordos a los argumentos de la razón y a la voz de la conciencia, no reconocían los miembros más ley, ni más sujeción que las de su orden, y no tenían más preocupación que la de extender su poderío. (Véase el Apéndice.) El Evangelio de Cristo había capacitado a sus adherentes para arrostrar los peligros y soportar los padecimientos, sin desmayar por el frío, el hambre, el trabajo o la miseria, y para sostener con denuedo el estandarte de la verdad frente al potro, al calabozo y a la hoguera. Para combatir contra estas fuerzas, el jesuitismo inspiraba a sus adeptos un fanatismo tal, que los habilitaba para soportar peligros similares y oponer al poder de la verdad todas las armas del engaño. Para ellos ningún crimen era demasiado grande, ninguna mentira demasiado vil, ningún disfraz demasiado difícil de llevar. Ligados por votos de pobreza y de humildad perpetuas, estudiaban el arte de adueñarse de la riqueza y del poder para consagrarlos a la destrucción del protestantismo y al restablecimiento de la supremacía papal. Al darse a conocer como miembros de la orden, se presentaban con cierto aire de santidad, visitando las cárceles, atendiendo a los enfermos y a los pobres, haciendo profesión de haber renunciado al mundo, y llevando el sagrado nombre de Jesús, de Aquel que anduvo haciendo bienes. Pero bajo esta fingida mansedumbre, ocultaban a menudo propósitos criminales y mortíferos. Era un principio fundamental de la orden, que el fin justifica los medios. Según dicho principio, la mentira, el robo, el perjurio y el asesinato, no sólo eran perdonables, sino dignos de ser recomendados. Siempre que 250 vieran los intereses de la iglesia. Con muy diversos disfraces se introducían los jesuitas en los puestos del estado, elevándose hasta la categoría de consejeros de los reyes, y dirigiendo la política de las naciones. Se hacían criados para convertirse en espías de sus señores. Establecían colegios para los hijos de príncipes y nobles, y escuelas para los del pueblo; y los hijos de padres protestantes eran inducidos a observar los ritos romanistas. Toda la pompa exterior desplegada en el culto de la iglesia de Roma se aplicaba a confundir la mente y ofuscar y embaucar la imaginación, para que los hijos traicionaran aquella libertad por la cual sus padres habían trabajado y derramado su sangre. Los jesuitas se esparcieron rápidamente por toda Europa y doquiera iban lograban reavivar el papismo. Estos son los comienzos de esta orden religiosa católica, y quizás usted se preguntará ¿cómo vincular la actualidad con un movimiento de contrarreforma que se originó hace tanto tiempo? Para ello, citaremos como fuentes a dos ex jesuitas, quienes curiosamente incluyen, en sus comentarios, a los adventistas: Fuente: Fuente: http://www.centrorey.org/temas29.html (Esto fue citado por el Dr. Alberto Rivera, ex jesuita, asesinado el 20 de Junio de 1997): Los Jesuitas han logrado colocarse por encima de todas las instituciones de este mundo. Rivera asegura que el Opus Dei es otro brazo de los Jesuitas, así como los Masones, Illuminati, movimiento de la Nueva Era, Trilateral Comission, Club de Roma, Bildebergers, Skull and Bones, Bohemian Grove, etc. etc. A través del Opus Dei, manejan los partidos demócrata cristianos, partidos políticos de centro y centro derecha, entre otros (Alberto Rivera and Others speak of Jesuit Infiltration; spirituallysmart.com). Veamos algunos ejemplos de las más conocidas asociaciones que nos aporta Rivera (Dr. Alberto Rivera; Cuatro Jinetes, pág. 30; Chick Publications) 6. El Concilio Vaticano II, concilio también de la Contrarreforma (*) El Vaticano II fue otro concilio de la Contrarreforma también llevado por los Jesuitas con la misma intención como lo fue el de Trento, pero esta vez usando otra pauta: La “renovación”. El objetivo fue el mismo, pero el modo, diferente, ahora las maneras son más sofisticadas. (*) La Contrarreforma fue el movimiento papista levantado mayormente por los Jesuitas para intentar acabar con la Reforma Protestante. Trento fue el primer concilio de la Contrarreforma, el Vaticano II, fue el escalón final de la Contrarreforma. Teniendo en mente el tan manido, así como falso mensaje de “renovación” proclamado desde las ventanas abiertas de par en par del Vaticano II, Rivera claramente apunta a que el objetivo de la infiltración subsiguiente de la institución católico romana en todas las áreas de la vida, fue y es debida a obtener el control y acceso a toda institución, para la preparación del advenimiento del Gobierno Mundial (Nuevo Orden Mundial). El mismo Rivera asegura que gracias a su experiencia con el espionaje y la infiltración, fue ordenado a unirse a las fuerzas ecuménicas bajo el papa Juan XXIII (Dr. Alberto Rivera; Alberto, pág. 28; Chick Publications). Los Jesuitas dividieron el mundo en dos partes: I. Los creyentes, II. Los incrédulos. I. Bajo la primera parte (la iglesia mundial), estarían: católicos, protestantes de todas las denominaciones, ortodoxos, musulmanes, brahamanes, budistas, mormones, testigos de Jehová, iglesias ocultistas, Nueva Era, religiones orientales, Cienciología, judaísmo, etc. etc. II. Bajo la segunda parte (gobierno mundial), estarían: comunistas, todas las logias masónicas, anarquistas, sindicatos, gobiernos, diversas sociedades, etc. etc. Los Jesuitas, se jactan de haberse infiltrado en toda organización y sociedad sobre la tierra. A través de ellos mismos, y entre otros, “Juventud Católica”, “Legión de María”, “Acción Católica”, “Caballeros de Colón”, etc. etc. se jactan de que secretamente han entrado en la televisión y editoriales cristianas, seminarios, universidades, colegios, etc.; que han sido aceptados como maestros, pastores, evangelistas, “apóstoles”, profetas, propugnando el mensaje que es suave al oído: “El amor y la unidad entre todos los cristianos” (entiéndase: la unidad no importa la doctrina verdadera) (Dr. Alberto Rivera; Alberto, pág. 28; Chick Publications). La mayoría de los grupos infiltrados, ya no hablan ni bien ni mal de Roma, y no se atreven a decir que el sistema católico romano no es cristiano; por el contrario, ahora se da el caso de que podemos oír en algún medio de comunicación cristiano, y en diferentes iglesias, la expresión: “Nuestros hermanos católicos”. Esa ha sido la obra del jesuitismo a raíz del Vaticano II. Frente a cámara Según Alberto Rivera, en su declaración frente cámara, recogida por Jim Arrabito (1950-1990), otro tenaz apologista experto de la realidad jesuita, que fue enviado a la muerte a través de un accidente de aeroplano en Alaska en 1990, los Jesuitas, (y Alberto fue uno de ellos), han estado trabajando duro para preparar a Cursillistas (Opus Dei), a Legionarios de María, al Blue Army of our lady of Fatima, Acción Católica, etc. y a muchas otras de esas organizaciones católicas militantes para llegar a convertirse en luteranos, bautistas, adventistas, hombres de negocios del evangelio completo, metodistas, presbiterianos, pentecostales, etc. y así infiltrarse en toda denominación y concilio, tal y como venimos diciendo (Alberto Rivera and Others speak of Jesuit Infiltration; spirituallysmart.com). Citaremos ahora, al Dr. Malachi Martin, ex jesuita, de su libro “Las llaves de esta sangre”, en el capítulo “Los globalistas provincianos”, se hace mención directa acá, entre otros, a los adventistas (los comentarios entre paréntesis son míos): “Hay un conjunto de iglesias y sectas que comparten cierta manera de ver al mundo y a la Iglesia. Varios grupos cristianos que comparten esta maqueta de acción, como por ejemplo entre los cristianos las sectas adventistas, bautistas y evangélicas, y entre los no cristianos como la ciencia cristiana, testigos de Jehová, mormones y unitarios”, (a los mormones los definen como no cristianos porque no creen en la autoridad de la Biblia en forma completa, y al resto porque no acepta la divinidad de Cristo entre sus creencias), “estos grupos tienen una mente tan excluyente como sus contrapartes musulmanes, ni tienen las ambiciones políticas ni el extremismo revolucionario de los musulmanes. Algunos de los colaboradores de Juan Pablo II llaman minimalistas a estos grupos, porque estos grupos esperan constituir un mínimo de la población mundial en ese día desconocido todavía al que ellos llaman “día final” cuando vendrá el fin de la historia terrenal de la humanidad. Minimalista es un término adecuado para definir a estos grupos en lo que concierne a sus integrantes, excepto para las sectas bautistas y evangélicas, en los que el número de miembros es de entre 50 y 70 millones (esto fue escrito en 1990). Los demás grupos no excede ninguno a los 7 millones (en 1990 los adventistas éramos 5 millones). El nº más pequeño son los testigos de Jehová y el más grande los adventistas. El término minimalistas resume adecuadamente la esencia de la perspectiva globalista que estos grupos han desarrollado. Deliberadamente restrictivos en la idea de como le irá a la vasta mayoría de la humanidad en el largo plazo y al final, los adventistas esperan que su perspectiva religiosa, compartida ahora con un mínimo de seres humanos, se convertirá en la norma absoluta para todos aquellos, un nº restringido, 144.000, a los que les irá bien y alcanzarán la vida eterna. Como ninguna de estas sectas es una Iglesia de los pobres, localizadas como están en las clases económicamente mediasaltas en los países del mundo, su influencia es desproporcionadamente mayor que lo que garantizaría su tamaño numérico (los adventistas tenemos mucha gente educada, médicos y profesionales). Estos grupos se dedican oficialmente a una labor misionera muy agresiva, y tienen muchos recursos, en lo que compiten con los intentos misioneros de la Iglesia católica romana. Cada uno de estos grupos tiene una oposición profundamente arraigada que equivale a una enemistad fomentada contra todo lo que representa Juan Pablo II como líder religioso y político mundial. Sobre todo los adventistas atacan a Juan Pablo II. Entre los minimalistas cristianos, la oposición es virulenta, y tiene una larga historia. A pesar de las mutuas diferencias, por ejemplo entre la Iglesia Cristiana Adventista, la Iglesia de Dios de la fe de Abrahán y los adventistas del 7º Día (en 1990, lo que tenían en común estas tres religiones era un solo punto, la identificación del papado como la ramera del Apocalipsis). Dadas sus perspectivas sobre el mundo, separadas y separatistas (nos creemos separados del mundo, estando en el mundo, pero sin ser parte del mundo); en el mejor de los casos estos grupos son en un sentido aliados inseguros (?). Hay buenas razones para que Juan Pablo II los coloque como centro de comando (?) porque tienen una organización mundial en todos los países, y a través de ellos y su organización tan extendida se pueden lograr grande propósitos (el Papa JPII quería utilizarnos para lograr sus propósitos). En primer lugar, los adventistas tienen un punto de vista muy particular relativo a JPII. Surgieron dentro de la rebelión con la autoridad y el privilegiado poder de enseñanza de la iglesia romana; y el privilegiado poder que tiene la iglesia en enseñar la verdad (predicamos la libertad de conciencia de cada individuo, en eso se aplica el concepto rebelión). En diferentes momentos y lugares, cada grupo minimalista abandonó la libertad del individuo. Con pocas excepciones, aceptan la moderna interpretación norteamericana que por cierto es falsa (dice el autor) el muro que separa la Iglesia del Estado (aceptamos la separación entre Iglesia y estado, él dice que es una separación falsa). La dificultad de Juan Pablo II es y sin dudas para los grupos minimalistas es que los principios democráticos a los que se han ligado (defendemos la democracia, la libertad de culto y de expresión). Estos grupos religiosos están ligados a principios democráticos que van a sumergirse a los principios de ideas subyacentes por medio de los cuales se identifican, y sobre cuya base desean interactuar con el resto del mundo. A sus ojos, su consideración y respeto por los principios democráticos, les imponen la obligación, tanto religiosa como civil y política, de defender el derecho de toda persona a estar equivocada (creemos que una persona tiene derecho a creer lo que quiera, aunque esté equivocada). Cada persona, creen los adventistas, deben tener derecho no solo de creer en el infierno, si quiere, ó creer en el paraíso, sino que tiene también el derecho de elegir entre el cielo y el infierno. Y si una persona escoge el infierno, tiene el derecho de hacerlo. Esta obligación, llevada al extremo, no aparta a los minimalistas de JPII, sino que los pone en contra de él. JPII, el santo Padre, está en contraposición de estos principios, porque los principios democráticos no pueden tener precedencia sobre la revelación divina. Nadie puede ser forzado a creer en el cielo ó en el infierno, ni a elegir uno por encima del otro, así como nadie tiene el derecho de elegir lo malo. Para JPII es axiomático. Un mundo que ha llegado a verse a si mismo en la perspectiva del derecho a estar equivocado, común para los minimalistas, no se puede hacer a un lado el reclamo para cada uno de estos grupos para ser escuchado sobre el la misma base que tienen todos los demás. En cuanto a JPII, el cree que nadie tiene el derecho a predicar un error ó una mentira, y que este derecho tiene que ser quitado para que el bien pueda progresar (para JPII, la ICR es la única que tiene la revelación divina y que define la mentira y la verdad). Cuando se imponga en nuevo orden mundial, el único derecho será a enseñar lo que el gobierno dictamine que es correcto. Y el gobierno determinará lo que la religión oficial, y la religión oficial será la religión que se apruebe oficialmente por todas las naciones. Y la única que tiene el derecho de enseñar la verdad es la iglesia católica romana que viene desde los apóstoles, la Iglesia que Cristo fundó, la católica romana, todo aquel que no crea lo que enseña la iglesia católica no tiene el derecho de enseñar otra cosa. Para el nuevo orden mundial habrá solo una religión oficial. … Si se resisten, serán marginados, restringidos, para que no tengan el derecho de engañar a otros. Se les brindará hasta donde sea posible sus derechos como seres humanos, pero cuando comiencen a molestar al nuevo orden mundial porque no se restringen a las restricciones que les sean impuestas, tendrán que ser acallados por la fuerza (en otras palabras, no los vamos a eliminar sino que ellos se tendrán que encerrar en si mismos, porque no tienen el derecho de enseñar el error. Si se callan, se van a morir solitos con sus ideas erradas sin propagar, esa era la idea). Si insisten en su política evangelizadora y en seguir trayendo desorden con enseñanzas falsas al mundo, tendrán que ser acallados por leyes que no les permitan hablar. … Si a pesar de todo esto siguen violando las leyes tendrán que ser castigados por la fuerza de la ley”. Para concluir este artículo, y a modo de reflexión final respecto a los tiempos que vivimos: "Todos necesitan sabiduría para investigar cuidadosamente el misterio de iniquidad que figura en forma tan destacada en las postrimerías de la historia de esta tierra... En el tiempo mismo en que vivimos, el Señor ha llamado a su pueblo y le ha dado un mensaje para presentar. Lo ha llamado a exponer la maldad del hombre de pecado, que ha hecho que la ley del domingo un poder distintivo, que ha pensado en cambiar los tiempos y la ley, y ha oprimido al pueblo de Dios que se mantiene firme para honrarlo y guardar el único verdadero día de reposo, el sábado de la creación, como santo para el Señor" (Testimonios para los ministros, p. 115). "La Palabra de Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro; descuide estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son los verdaderos propósitos de Roma, pero ya será tarde para salir de la trampa. Roma está aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las iglesias y en los corazones de los hombres. Ya está levantando sus soberbios e imponentes edificios en cuyos secretos recintos reanudará sus antiguas persecuciones. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin despertar sospechas para alcanzar sus propios fines y para dar el golpe en su debido tiempo. Todo lo que Roma desea es asegurarse alguna ventaja, y ésta ya le ha sido concedida. Pronto veremos y palparemos los propósitos del romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución" (El conflicto de los siglos, p. 639).