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2 – ÉTICAS FORMALES Se llaman éticas formales todas aquellas teorías que no responden a unos fines determinados ni establecen normas o leyes concretas de comportamiento. Es decir, carecen de contenido alguno para la acción moral. Una determinada acción es buena o mala no por los contenidos o fines perseguidos, sino por la rectitud de intención para llevarlos a cabo o, lo que es lo mismo, por la forma de lograrlos. Por esta razón, se las denomina éticas formales y son éticas que subrayan al máximo la autonomía moral de las personas. 2.1. Kant y el formalismo moral Para Kant (1724-1804) la ética de bienes y fines mide el valor de los actos humanos en función de los resultados. Se trata, dice Kant, de unas éticas egoístas, porque lo importante es el éxito de la acción, no la acción misma o las intenciones del sujeta que tienen una serie de defectos; entre otros destacamos los siguientes: a. No respetan suficientemente la libertad y autonomía del individuo, imprescindible para cualquier acción moral. La norma que debe determinar la voluntad del sujeto no surge de la razón del propio sujeto, sino de otras instancias (el placer, Dios, la naturaleza, etc.). Se trata de éticas heterónomas. b. Se basan en la experiencia, que es quien indica lo que está bien o mal. Son, por lo tanto, éticas a posteriori. c. Son éticas egoístas. Sólo se cumple el deber si es para alcanzar un bien determinado: si quieres B, tienes que hacer A. Evidentemente, la obligación desaparece cuando alguien no tiene interés alguno por el objetivo. Proponen imperativos hipotéticos. d. Las acciones son buenas o malas en función de si están encaminadas a obtener un fin u objetivo concreto. Así pues, son éticas materiales. Kant pretendió superar estas teorías diciendo que el significado moral de una conducta no reside en los resultados externos de aquélla, sino en la voluntad, en la intención del sujeto. No hay que juzgar el resultado de la acción, sino la intención con que fue realizada. Para Kant la buena voluntad no es buena por lo que realiza, por alcanzar el fin que nos hayamos propuesto, es buena por su intencionalidad. Lo decisivo en el orden moral son los móviles o intenciones de una conducta y no las consecuencias de ésta. Y una intención es éticamente buena cuando observa u obedece al deber por el deber mismo. 2.1.1. El deber El deber es la norma que la razón se da a sí misma, de forma autónoma. Luego una conducta, para ser moralmente válida tiene que actuar por mero respeto a la exigencia ética que la razón se da así misma. Si el deber no es cumplido y se actúa guiado por alguna inclinación más o menos egoísta, la acción carece de valor ético. Kant llama inclinaciones a aquellos elementos empíricos que derivan de la naturaleza humana, por ejemplo: «si quiero triunfar, tendré que valerme de tales o cuales medidas, u otros caprichos y arbitrariedades». Según esto, si la ley moral tuviera su fundamento en la experiencia, en las inclinaciones o deseos, no se podría aplicar universalmente. Por lo que dicha ley o norma debe basarse en principios de la razón, para que sea universalmente válida. Este principio es el imperativo categórico. Así es como la razón dirige y ordena a la voluntad. 2.1.2. La obligación. El imperativo categórico Es el principio que constituye el criterio supremo de moralidad. Podríamos resumirlo con las siguientes palabras de Kant: «Obra siempre de tal modo que la máxima de tu acción pueda ser elevada, por tu voluntad, a la categoría de ley de universal observancia». Se trata, pues, de una imposición absoluta de la razón, que tiene las siguientes características: a. Es un principio formal (no material, como en el caso de las éticas de bienes), no existen fines ni preceptos concretos. No determina lo que hay que hacer o dejar de hacer, se ciñe simplemente a la forma de actuar que debe ser tan perfecta que pueda tener una validez universal. b. Es a priori, pues no viene establecido por la experiencia. Es la razón prác-tica, sin tener en cuenta los hechos concretos, la que constriñe a la voluntad a obrar con rectitud de intención. Ello subraya, a su vez, el carácter universal y autónomo de la obligación. c. Es universal, porque lo a priori es aplicable para todos sin excepción y necesario. Frente a la experiencia (a posteriori) que se circunscribe a casos concretos -por numerosos que sean-, por lo que los preceptos derivados de ella serían contingentes y particulares. d. Es autónomo porque la obligatoriedad moral no viene determinada por instancias exteriores al individuo, sino que nace de su propia razón práctica. En otras palabras, es la propia razón de uno mismo la que indica en cada caso el modo de obrar. Es decir, la norma moral no es impuesta por nada ni nadie externo al hombre; no puede venir impuesta ni por Dios ni por intereses particulares o sociales. El imperativo categórico se constituye en norma determinante, aplicable a todos los seres humanos sin excepción. Se deriva de ese obrar de la voluntad por deber al margen de cualquier fin determinado. Es el nexo de unión entre el deber (impuesto por la razón) y la buena voluntad. De esta norma fundamental del sistema kantiano se desprenden dos exigencias: la universalidad y la autonomía de su ética, en la que únicamente vale la pura forma del deber. Por esta razón, se le ha denominado ética formal. El fundamento de esta moral se encuentra en el respeto a la igualdad y dignidad humana. La ética kantiana subraya la dignidad de la persona como un fin en sí misma. Esto significa que en nuestro comportamiento no debemos utilizar a las demás personas, ni siquiera de nosotros mismos, para nuestros intereses particulares. 2.2. El existencialismo de Sartre y la moral de situación La tesis del existencialismo dice: hay que elegir y no nos queda más remedio que decidir constantemente el qué hacer día a día, desde la libertad. Dostoievsky dijo: «Si Dios no existiese, todo estaría permitido». Éste es el punto de partida del existencialismo. Ciertamente, todo está permitido si Dios no existe y, por lo tanto, el hombre está abandonado porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad a la que aferrarse. Asimismo, Jean-Paul Sartre afirmó: «El existencialismo es un humanismo». El existencialismo es la filosofía que surge en el siglo XX, en el periodo de tiempo que transcurre entre las dos guerras mundiales y en un. ámbito general de crisis de valores. El existencialismo centra su interés en la existencia humana. Esto significa que el ser humano es fundamentalmente un proyecto, que primero existe y, luego, se realiza eligiendo la propia forma de vida, para la que no existen ni normas definidas, ni valores supremos. No hay ningún tipo de esencia o naturaleza común a todos los seres humanos: «la existencia precede a la esencia», dice Sartre. Es más, no hay ningún absoluto: ni Dios, ni la naturaleza humana o cualquier otro. Por lo tanto, no hay nada que pueda marcarnos normas o que establezca los objetivos de nuestra conducta». El secreto doloroso de los dioses y de los reyes es que los hombres son libres, dice Sartre en su obra Las moscas. Efectivamente, el hombre está condenado a ser libre: es lo que él mismo hace y decide en cada momento. Cada individuo en su situación concreta y desde su libertad debe elegir o tiene que elegir su propia forma de vida. ¿A qué deben sujetarse nuestras acciones? El existencialismo de Sartre, como la ética kantiana, niega todo contenido moral, centra su atención en el hombre y renuncia a Dios como fuente de normas morales. Ninguna moral puede indicar lo que hay que hacer. La moral, pues, basada en la total libertad y carente de fines y normas universales, depende del compromiso, de la actitud personal e individual. La única moral que se debe seguir es una moral de situación, que vendrá exigida en cada caso dependiendo de la circunstancia concreta del individuo que elige libremente. Lo único que tenemos es la libertad. De este modo, la libertad se convierte en pura forma y desde ella el ser humano vive la angustia de tomar decisiones, aceptando su responsabilidad ante sí y ante los demás. Pero, ocurre que ese proyecto que somos, destinado a vivir eligiendo, nunca llega a realizarse plenamente. Por esta razón, Sartre dice que «el hombre es una pasión inútil». Otra vez la moral está vacía de contenidos concretos y se entiende como algo formal. 2.3. Textos para comentar [...] Supongamos que uno de eso hombres bienhechores esté agobiado por una pena que extinga en su corazón toda compasión hacia la desgracia de otro, y que, teniendo siempre el poder de socorrer al desgraciado [...] se sustrae a esta sensibilidad para venir en su socorro, y no siendo atraído por ninguna inclinación, sino porque es un deber, su conducta tiene entonces un verdadero valor moral. Digo más, si este hombre no estuviese naturalmente dotado [...] de un grado insignificante de compasión, si este hombre se mostrase frío e indiferente a los sufrimientos de otro por temperamento [...] ¿no encontraría en él un medio de darse a sí mismo un valor muy superior al que daría un temperamento compasivo? Indudablemente. En esto es precisamente donde brilla el valor moral del carácter, el más alto de todos, aquel que procede de hacer el bien no por inclinación sino por deber. KANT, L, Fundamentación de la metafísica de las costumbres 1. Explica con tus palabras el contenido del texto, brevemente. 2. Según el texto, ¿qué es obrar por deber? 3. Explica qué entiende Kant por actuar de acuerdo con el deber y obrar por deber. Pon dos ejemplos. El chico podía escoger entre irse a Inglaterra y alistarse a las fuerzas francesas libres. Es decir, abandonar a su madre o quedarse con ella y ayudarla a vivir. Se daba cuenta que esta mujer sólo vivía para él y que su desaparición y, tal vez, la muerte la hundiría en la desesperación. También se daba cuenta de que cada acto que hacía respecto a su madre tenía su respuesta, en el sentido de que él la ayudaba a vivir; en cambio, cada acto que hiciera para marcharse o combatir sería un acto ambiguo que se podría perder, es decir, no servir para nada [...] Se hallaba ante dos tipos de acción bien diferenciados: una concreta e inmediata, pero que sólo se dirigía a un individuo, o bien una acción que se dirigía a un conjunto más amplio, a una colectividad nacional, pero que precisamente por eso era ambigua y podía quedar interrumpida por el camino. El muchacho dudaba entre dos tipos de morales. Por una parte, una moral de entrega individual; y por otra, una moral más amplia, pero de una eficacia dudosa. [...] ¿Quién podía ayudarlo a escoger? SARTRE, J. P, El existencialismo es un humanismo 1. Resume en tu cuaderno el contenido del texto. 2. Según el existencialismo, ¿puede alguien ayudarnos a elegir? ¿Por qué? 3. Ante una situación similar, ¿qué decisión tomarías tú? ¿Cuál sería tu criterio? 4. Imagina que el muchacho es existencialista. ¿Desde qué perspectiva tomaría una decisión? ¿Se angustiaría? ¿Por qué?