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Mayo 5 de 2005 Protocolo de Kyoto, última esperanza para frenar el cambio climático El acuerdo, que obliga a los países a reducir el nivel mundial de emisiones de gases al mismo nivel de 1990, comenzó a regir este año. Los propósitos del Protocolo deberán alcanzarse entre el 2008 y el 2012. Los países industrializados –que con solo el 20 por ciento de la población mundial emiten el 60 por ciento del dióxido de carbono, metano y otros gases letales– deberán bajar ese límite en un 5 por ciento adicional. El deterioro del clima mundial parece irreversible. A esta hora, los chilenos se protegen en sus playas del tremendo agujero en la capa de ozono con semáforos que alertan sobre la intensidad de las radiaciones solares. Las sequías en el Cuerno de África se han hecho intolerables y las inundaciones en Mozambique arrastraron con más vidas que nunca antes. Los hielos de la Antártida se angostaron otro poco, como lo han venido haciendo en los últimos 13 años. En el 2004 hubo pérdidas por 400 mil millones de dólares debido al cambio climático y en los Andes, según investigadores europeos, el deshielo de las nieves eternas augura que estas desaparecerán en tan solo 15 o 20 años. En Colombia misma, el desbarajuste climático ya es un hecho. Tanto así, que Sandra Suárez, ministra de Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, anunció que el país invertirá 12, 8 millones de dólares para adaptarse al cambio climático. Hay motivos para alertarnos: las tres áreas visiblemente más afectadas por el impacto del cambio climático serán la alta montaña –en especial los páramos–, las costas –por el aumento del nivel del mar–, y la salud del ser humano, que podría terminar pagando las consecuencias del aumento del calor. Y todo esto se debe a que existe el efecto invernadero, un fenómeno que ha vuelto más caliente la tierra por la acumulación de gases en las capas inferiores de la atmósfera. Esa especie de manto que retiene el calor solar ha desordenado el clima de manera abrupta, y las consecuencias previstas van desde incremento en el nivel del mar hasta la extinción de especies. Estados Unidos, el mayor contaminador del mundo con el 25,2 por ciento de tales emisiones, aún se niega a firmar. Pero Rusia, los países europeos y los países en vías de desarrollo ya están comprometidos. Klaus Toepfer, director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cree que las temperaturas “podrían incrementarse hasta en unos 5,8 grados centígrados para el 2100, si no se toma una acción al respecto… Un incremento de 2 grados centígrados podría poner al planeta más allá de un punto de ‘no retorno’. Aún hay tiempo. La ministra Suárez aseguró que Colombia le apostará a otras fuentes de energía, y que el país será un referente por su capacidad de adaptarse al cambio climático. Por ahora, la obligación es de todos, afirma la fundación OneEarth, y explica por qué: “Contaminamos cada vez que conducimos un auto, usamos electricidad de plantas que utilizan carbón o liberamos dióxido de carbono. La segunda causa es la deforestación, y el cambio en el uso de la tierra. Los gases actúan como una sábana, que atrapa la humedad y calienta el planeta. El problema es grave. Desde 1750, la concentración de gases se incre-mentó un 31 por ciento. El metano atmosférico creció un 151 por ciento. El cambio climático es un hecho”. ¿Qué podría ocurrir en Colombia? El plan más importante que se pondrá en marcha en el país es el proyecto Piloto de Adaptación Nacional Integrado (Inap), que analizará cómo nos afecta el cambio climático y cuál es la mejor for-ma de enfrentar los impactos esperados en las que serán las tres áreas más afectadas: la alta montaña, las costas y las islas, y la salud del ser humano. El calentamiento global afectará los ecosistemas de alta montaña. Carlos Costa, director del Ideam, cree que la temperatura se incrementará de 1 a 2 grados de aquí al 2050, lo que ocasionará que desaparezca el 78 por ciento de los nevados y el 56 por ciento de los páramos. El caso en las costas colombianas es igual de preocupante: con un ascenso proyectado de 40 centímetros en el Caribe y de 60 centímetros en el Pacífico para el 2050, se cree que el 64 y el 83 por ciento de los litorales están amenazados por inundaciones marinas. Los corales también peligran. En el tema de salud, se teme que se incremente el riesgo de contraer malaria y dengue. ENRIQUE PATIÑO Redactor EL TIEMPO