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Un estilo de oración
inspirado en el
Hermano Policarpo
Una oración y una vida centradas en Jesús
Cuando, para mi sorpresa, los Hermanos del Capítulo general me eligieron
por unanimidad para ser el primer Superior general “Hermano” de nuestro
Instituto, aparte del miedo que me invadió, sentí también que había recibido
una “herencia” en la que, en vez de haber bienes y riquezas, sólo había deudas.
La Congregación estaba en una situación “terminal”. Muchos habían
abandonado la comunidad y si no fuera por la astucia del Hermano Javier
estaríamos en bancarrota. La disciplina prácticamente había desaparecido y
cada uno actuaba según su parecer.
Pero reflexionando un poco más me di cuenta de que nuestra pequeñez y
nuestra pobreza era el mayor de nuestros tesoros. Sin querer me vinieron a mi
mente las Bienaventuranzas. Entonces comprendí cuál era nuestro tesoro: el
recuerdo y el carisma del Fundador, esos pocos Hermanos que habían
perseverado a pesar de tantas dificultades y finalmente la confianza ilimitada en
el Señor, manso y humilde de Corazón que comprendía muy bien nuestra pobre
situación. Volví a leer las resoluciones que había tomado en el retiro
preparatorio de la profesión (ahora se diría proyecto personal) y me dije que si
válidas habían sido en ese dichoso día, más lo eran en estos momentos, para mí
y para todos los Hermanos que queríamos relanzar el Instituto y ser fieles al
carisma que nos había legado el Fundador.
ENTREVISTA
¿Qué considera como algo muy característico de la oración del
Hermano?
No olviden que son Hermanos del Sagrado Corazón y que, merced a este
calificativo, deben abrasarse en las mismas llamas que lo consumen. Por
consiguiente, el celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, tal es el
fuego que le devora, es también el horno ardiente que debe abrasar sus
corazones.
Mi mayor deseo es ver a cada Hermano vivir en la intimidad del Corazón
adorable de Jesús y entrar en Él con vosotros para ser abrasado y consumido
por los ardores de la divina caridad.
¿Cuáles son las actitudes a privilegiar en la oración?
Recuerden que el Fundador nos decía que nuestro lema era el del Sagrado
Corazón: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Y también
que repitiéramos a menudo las palabras de Jesús: “Fuego he venido a traer a la
tierra y qué quiero sino que ya estuviera ardiendo”. Por lo tanto pienso que la
sencillez debe ser una de las características de nuestra oración, sencillez unida
a la confianza, imitando en sus contactos con Dios, la conducta de un niño
hacia su madre. Y también el celo y el fuego apostólico, por eso les digo: recen
y recen con fervor. Y añadiría también el espíritu de sacrificio y saber
encontrar, en medio de tanto trasiego, un poco de silencio: en la soledad de
sus corazones es donde aprenderán a conocer los corazones de Jesús y de
María a los que pertenecemos.
¿Destacaría alguna forma de oración que los Hermanos deben cultivar?
Me parece muy importante el examen de conciencia, que será el ejercicio que
se aplicarán más y del que no se dispensarán más que cuando no puedan hacer
ninguno. Den mucho valor a la fidelidad a la meditación
cotidiana y no olviden de hacer todos los días la lectura
del Nuevo Testamento que debe ser su principal Regla.
Finalmente la oración de intercesión en la que, cual otros
Moisés, levantaremos nuestras manos suplicantes hacia el
cielo por todas aquellas personas que nos están
encomendadas y también por la conversión de los que se
han alejado de Dios. No debemos ignorar que Nuestro
Señor, durante su vida mortal, siempre acogió con
bondad, no solamente a aquellos que le dirigían
directamente sus ruegos, sino también a los que intercedían por otros.
¿Qué consejo daría a los Hermanos en este tema de la oración?
Que sean fieles y perseverantes. Que se defiendan contra la tentación de
abandonar o reducir el tiempo de oración, ya sea que Dios les dé abundantes
consuelos espirituales o les dé pocos. Que como yo mismo lo hice elaboren su
proyecto personal de oración, siempre en consonancia con las directrices de la
Regla.
H. Ramón Luis
Hoja del Corazón de Cristo, noviembre 2009