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DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
EN LA COMPARECENCIA PARA INFORMAR DE LA
REUNION EXTRAORDINARIA DEL EUROGRUPO EN
RELACION CON EL RESCATE DE GRECIA Y LA
SITUACION DE LOS MERCADOS FINANCIEROS
Congreso de los Diputados, 12 de Mayo de 2010
Señor Presidente, Señorías,
El domingo pasado, los ministros de economía del ECOFIN,
siguiendo las instrucciones de los Jefes de Estado y de Gobierno del
Eurogrupo, aprobaron el llamado Mecanismo Europeo de
Estabilización para movilizar hasta 750.000 millones de euros en
defensa de la Unión Monetaria y de las economías de la eurozona.
Es una cantidad de una magnitud extraordinaria. Es una respuesta
sencillamente inimaginable sólo unos días antes frente a la
inestabilidad de los mercados.
La reunión de los Jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo fue
convocada de urgencia para el viernes 7 por la tarde. Hoy estamos a
miércoles: han pasado sólo cinco días desde entonces. Los mismos
cinco días que han transcurrido desde que, por la mañana de ese
viernes, solicité mi comparecencia en esta Cámara.
Las dos reuniones a que me refiero fueron convocadas para
reaccionar, para que la Unión reaccionara como tal, frente a la fuerte
inestabilidad de los mercados y de las bolsas europeas que se había
desencadenado con ocasión de la operación de rescate financiero de
Grecia.
Desde el nacimiento de la Unión Monetaria, ésta nunca había pasado
por un trance ni de lejos similar; nunca había afrontado una amenaza
tan seria y real como ésta a su propia subsistencia. Una amenaza,
por otra parte, que afectaba de lleno al orden financiero global y a la
aún débil recuperación económica mundial.
La intensidad de la respuesta que hemos aprobado es consecuente,
pues, con el peligro que afrontábamos. Cuando alcancemos a ver
con perspectiva los acontecimientos que estamos viviendo, estoy
seguro de que estas fechas se juzgarán decisivas para la Unión
Monetaria, para el gobierno económico de Europa y para el futuro
mismo de Europa como comunidad política.
Hay quien dice que la respuesta ha sido lenta, que lo que se acordó
el pasado fin de semana debió hacerse antes. Pero me parece que
no se debería ser tan severo a la hora de juzgar una reacción ante
circunstancias que carecen por completo de precedente, que son
siempre difíciles de evaluar, y que conciernen y comprometen a nada
menos que 16 países -por ceñirme a los de las zona euro-, con
distintos fundamentos económicos y sensibilidades diversas ante la
crisis común.
Con el acuerdo alcanzado, Europa ha mostrado su fortaleza. Y,
además -frente a cantos de sirena o tentaciones defensivas y de
retroceso-, ha mostrado que sigue comprometida consigo misma; o
quizá, mejor, que lo está como nunca lo había estado antes.
Señorías,
El episodio de estos días ha sido el último acontecimiento relevante
de esta crisis tan dura y compleja que estamos viviendo desde el
verano de 2008.
1
Fue, en primer término, el desplome de los grandes bancos
americanos y algunos europeos en otoño de ese año, y la gigantesca
operación de rescate que le sucedió.
Fueron, después, los extraordinarios planes de impulso fiscal puestos
en marcha para sostener la actividad económica y paliar los efectos
de la recesión que sucedió al crash financiero.
Es, ahora, esta iniciativa, igualmente inédita, de crear el Mecanismo
Europeo de Estabilización para respaldar a la Unión Monetaria y al
euro.
El Gobierno español ha reaccionado ante cada uno de estos
inesperados desafíos. Lo ha hecho como lo han hecho los demás
gobiernos, cada uno en función de sus propias circunstancias. Lo ha
hecho adaptando sus decisiones a la naturaleza del problema que
planteaba cada una de las fases de la crisis.
Nosotros no necesitamos inyectar dinero en nuestro sistema
financiero en la primera fase: bastó sólo con prestarle respaldo,
mediante la adquisición de activos financieros o prestarle aval a su
endeudamiento.
Pero sí tuvimos que poner en marcha meses más tarde un plan
anticíclico especialmente vigoroso para compensar la fuerte caída de
la actividad que originó el desplome del sector de la construcción y su
peor consecuencia, el desempleo masivo.
Y, ahora, a consecuencia de ello, y de las demás medidas
compensatorias adoptadas, debemos hacer también un esfuerzo
especial para reducir nuestro déficit. Y debemos hacerlo ahora,
precisamente cuando comienza la recuperación.
A lo largo de estos veinte meses el Gobierno ha mantenido un
comportamiento coherente. Adaptó sus decisiones a las
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características de cada momento. No se ha empeñado en aplicar
siempre los mismos recursos sino los que, en cada caso, ante cada
problema, entendió más beneficiosos para los intereses generales.
No dejó, pues, de hacer lo que consideraba que había que hacer en
cada momento. Y lo hizo con una pauta de conducta constante: a la
vez, promover la actividad para fomentar la creación de empleo y
asegurar la cohesión social.
Señorías,
España, en tanto que Presidencia rotatoria de la Unión, ha
contribuido a la creación de este Fondo especial y de los demás
acuerdos del ECOFIN. Desde que se planteó el rescate a Grecia,
hemos mantenido una postura clara y activa en favor de una
respuesta europea fuerte.
Como sus señorías saben, de acuerdo con el Mecanismo Europeo de
Estabilización aprobado, y diseñado al amparo del artículo 122.2 del
Tratado, la Unión podrá conceder asistencia financiera a cualquier
Estado Miembro en dificultades causadas por circunstancias
extraordinarias. De los 750.000 millones de euros con los que está
dotado, un verdadero cinturón de seguridad para toda la zona euro,
250.000 serán aportados por el Fondo Monetario Internacional.
La puesta en marcha de este mecanismo va, además, acompañada
de intervenciones en los mercados de deuda y otras medidas
extraordinarias de liquidez por parte del Banco Central Europeo.
Pero no ha sido éste, con ser muy trascendente, el único acuerdo
adoptado.
A raíz de los desplomes bancarios, absolutamente imprevistos, del
otoño de 2008, la Comunidad internacional, el G20, las diversas
instituciones de ámbito regional iniciaron un movimiento de reflexión
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para introducir nuevas reglas en los mercados financieros. Este
proceso sigue abierto, ha dado algunos pasos pero aun debe
completar su tarea, y sobre ello trabajará el G20 el mes que viene en
Toronto.
Estos días, en la zona euro, se ha reforzado la convicción de que hay
que seguir por este camino, que es complejo, pero que es ineludible.
La ordenación de los mercados, como alternativa a que la lógica de
éstos, muchas veces irracional, se imponga a la de los propios
Gobiernos, es un reto con el que está comprometida la comunidad
internacional en general y la Unión Europea en particular.
Estamos, en efecto, comprometidos en hacerlo. Trabajamos en ello.
Pero no lo hemos alcanzado todavía.
De hecho, estos días hemos vuelto a padecer las consecuencias de
una economía global, especialmente la financiera, insuficientemente
gobernada, insuficientemente regulada.
Basta recordar, para poner de manifiesto la fragilidad del sistema
financiero, cómo la difusión, interesada o no, de un falso rumor,
puede poner en jaque las cotizaciones bursátiles y los diferenciales
de deuda. Por no hablar en general de los movimientos especulativos
que juegan a corto con el crédito de la moneda o la solvencia de un
país.
Habrá quien piense que se trata de fenómenos que sólo afectan a los
Estados o a las entidades financieras. Y hay que explicar que
afectan, por el contrario, a todos los ciudadanos: a quienes ahorran y
a quienes invierten. Afectan a la economía nacional y también a la
economía de cada ciudadano.
Por eso, el Eurogrupo, a la vista de los acontecimientos de los
últimos días, ha manifestado su voluntad de intensificar la supervisión
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de los mercados de derivados y la revisión del papel de las agencias
de rating.
Lo hemos decidido con el objetivo de avanzar hacia unos mercados
financieros eficientes y transparentes, donde no tengan cabida los
abusos de información, la difusión de rumores infundados o ejercicios
desestabilizadores de especulación desmedida.
Pero no basta con eso. Es obvio, igualmente, que la fragilidad e
inestabilidad de los mercados se ha visto agravada por los
desequilibrios acumulados como respuesta a la recesión. Y que hay
que actuar, en consecuencia, con mayor energía y rapidez, sobre
estos desequilibrios y que hay que hacerlo en todos los países que
los padezcan. En nuestro caso -lo diré con claridad-, esos
desequilibrios se llaman 11,2 de déficit y 20 por 100 de paro.
Se trata, pues, de dos acciones complementarias que persiguen un
mismo fin: restablecer la estabilidad cuanto antes para propiciar un
marco en el que pueda fortalecerse la recuperación.
Por ello, hemos alcanzado también un acuerdo para reforzar el
gobierno económico de la Unión Europea, coordinar mejor las
políticas y reforzar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Y en este contexto se inscribe el compromiso asumido por los
Estados miembros de acelerar o intensificar, en su caso, los planes
de consolidación fiscal respectivos.
Señorías,
El Programa de Estabilidad fue aprobado en enero de 2010 con el
objetivo de alcanzar el 3% de déficit en 2013.
Un objetivo con el que desde un primer momento adquirimos un firme
compromiso, calificándolo como una necesidad, como una exigencia
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a cumplir. Un objetivo sobre el que, en estos meses, hemos reiterado
nuestra voluntad de cumplirlo a rajatabla, incorporando, si fuese
necesario, medidas adicionales.
Esta voluntad es la expresión más clara de que nos sentimos
plenamente vinculados al Plan de Estabilidad y Crecimiento europeo
y de que no concebimos una recuperación económica sostenida y
sostenible en nuestro país que no se base o se acompañe de unas
cuentas públicas saneadas.
El Programa plantea una senda de reducción del déficit en cuatro
ejercicios presupuestarios, los que van de 2010 a 2013.
El Programa se concibe como un Plan gradual con el propósito
expreso de no limitar las posibilidades de la recuperación económica,
sobre todo en el momento en que, conforme a nuestras previsiones,
debía iniciarse la recuperación de nuestra economía.
El Programa supone, en definitiva, un esfuerzo de austeridad.
Lo iniciamos con un Presupuesto para 2010 que incluía una
reducción del gasto público del 4%, 7.500 millones de euros (0,7%
del PIB).
Pero, desde enero, hemos aprobado una serie de medidas
complementarias, entre las que hay que destacar:
- Un acuerdo de no disponibilidad de 5 mil millones de euros
(0,5% del PIB), que afectó a todos los Ministerios.
- Un plan de racionalización del gasto farmacéutico, por importe
de 1.500 millones de euros (0,15% del PIB).
- Una reducción de la Oferta de Empleo Público, estableciendo
una tasa de reposición del 10% de las vacantes, lo que supone
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para 2010 una reducción de 13.000 plazas en la Administración
General del Estado, y un ahorro de 300 millones de euros.
- Una racionalización del Sector público estatal y de reducción de
altos cargos. No tiene, por el tipo de partidas a las que afecta,
un efecto apreciable de reducción del gasto. Pero sí tiene un
claro contenido ejemplarizador.
Hemos reducido, así, el gasto público. Pero también hemos reforzado
los ingresos.
Los Presupuestos 2010 incluyen una subida de la imposición sobre
las rentas del capital, que ha entrado en vigor en enero, y una subida
del Impuesto sobre el Valor Añadido, a partir de julio. Además, en
febrero se aprobó un nuevo plan de lucha contra el fraude fiscal y
laboral.
Este conjunto de medidas, de ingreso y de gasto, seleccionadas para
no afectar a la recuperación económica y al empleo, suponen ya una
previsión de reducción del déficit público en 1,4 puntos en 2010,
desde el 11,2 al 9,8% del PIB.
El Programa español recibió una valoración global positiva de la
Comisión Europea en marzo de 2010. El FMI lo calificó de riguroso.
Los inversores creyeron en él.
Es cierto que algunos nos reclamaron una mayor concreción de sus
instrumentos de aplicación. Ya advertimos que lo haríamos con
ocasión de la aprobación del techo de gasto para 2011, previsto para
junio.
Pero, en todo caso, recibió una valoración global positiva.
Señorías,
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La situación financiera comenzó a deteriorarse claramente en abril.
La desconfianza sobre la solución adoptada para la crisis griega, se
contagió a otros mercados de deuda soberana de la zona euro, para
finalmente ponerse en riesgo la estabilidad de toda ella y por
extensión el orden financiero internacional.
Por ello, el pasado domingo el Eurogrupo decidió conjugar la acción
concertada del Mecanismo Europeo de Estabilización y del Banco
Central Europeo con acciones individuales de los países destinadas
a reforzar la sostenibilidad fiscal de la zona euro y de cada uno de
ellos.
Estas acciones son particularmente necesarias en aquellos países,
que por distintas circunstancias en cada uno de ellos, se están
viendo sometidos a la presión de los mercados financieros. España
es uno de ellos.
Coherentes con la evolución de la realidad y con estas decisiones, el
Gobierno ha adoptado un compromiso de acelerar, de anticipar la
reducción inicialmente prevista, asumiendo un recorte adicional sobre
el inicialmente previsto por valor equivalente a medio punto del PIB
este mismo año, algo más de 5.000 millones, y de otro punto
adicional en 2011, por importe de 10.000 millones.
Es un esfuerzo considerable. Significa pasar, en tan solo dos años,
de un déficit del 11,2 a otro del 6. Significa reducir, en tan sólo dos
años, 5,2 puntos de déficit. Significa cumplir, en tan sólo dos años,
dos terceras de nuestro compromiso para cuatro años.
Señorías,
Esta decisión, lo reitero, la tomamos en el marco del compromiso
conjunto de los países de la Unión para estabilizar los mercados,
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abaratar la deuda y garantizar su pago, y, en definitiva, restablecer la
confianza en el euro.
No es fácil para el Gobierno aprobar las nuevas medidas que les voy
a anunciar. Y la dificultad no se aminora por el hecho de que estemos
convencidos de su necesidad.
No aprobamos un nuevo Plan: mantenemos el esfuerzo de
austeridad que aprobamos en el mes de enero.
Nuestro objetivo no ha variado: sigue siendo situar a la economía
española en 2013 con un 3% de déficit en relación con su Producto
Interior Bruto.
Pero a ese objetivo ahora se incorpora otro, no menos necesario en
el momento presente, el de contribuir con nuestra estabilidad
financiera a la estabilidad financiera de la zona euro. Necesitamos
hacerlo para proseguir con la recuperación.
Y, para lograrlo, hay que acelerar la reducción del déficit.
Esto implica recortes adicionales en ámbitos ya objeto de reducción y
en otros nuevos cuya incidencia social es evidente.
Vamos a pedir un mayor esfuerzo a todos.
En primer lugar, a la sociedad española, a los ciudadanos. También a
las administraciones públicas. Un esfuerzo nacional, colectivo. Y
también equitativo y justificado, justificado por su distribución y por el
fin que perseguimos con él.
Por todo ello, el Gobierno ha decidido:
 Reducir las retribuciones de personal del sector público en un 5%
de media en 2010 y congelarlas en 2011. Los miembros del
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Gobierno y demás Altos Cargos tendrán una reducción superior al
último tramo de la escala que se establezca.
 Suspender para 2011 la revalorización de las pensiones,
excluyendo las no contributivas y las pensiones mínimas.
 Eliminar el régimen transitorio para la jubilación parcial previsto en
la Ley 40/2007.
 Eliminar la prestación por nacimiento de 2.500 euros a partir del 1
de enero de 2011.
 Reducir los gastos en farmacia mediante una revisión del precio
de los medicamentos excluidos del sistema de precios de
referencia, y mediante la adecuación del número de unidades de
los envases de los medicamentos a la duración estandarizada de
los tratamientos, así como dispensación de medicamentos en
unidosis.
 Suprimir, para los nuevos solicitantes, la retroactividad del pago de
prestaciones por dependencia al día de presentación de la
solicitud, estableciéndose, paralelamente, un plazo máximo de
resolución de 6 meses, cuyo incumplimiento llevará aparejada
retroactividad desde esa fecha.
 Se dispone una reducción entre 2010-2011 de 600 millones de
euros en Ayuda Oficial al Desarrollo.
 Se prevé una reducción de 6.045 millones de euros entre 2010 y
2011 en la inversión pública estatal.
 Se prevé un ahorro adicional de 1.200 millones de euros por parte
de las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales.
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El Consejo de Ministros aprobará la próxima semana un Decreto-ley
recogiendo estas medidas para su entrada en vigor inmediata.
Paralelamente, el Consejo de Ministros del próximo viernes
examinará el techo de gasto para los Presupuestos Generales del
Estado para 2011 y el Plan de Austeridad 2011-2013, que
incorporará las consecuencias de estas decisiones que he
mencionado.
Señorías,
Son medidas que, a juicio del Gobierno, son imprescindibles y
procuran ser lo más equitativas posible.
Son imprescindibles, lo diré una vez más, para alcanzar en este
momento la comprometida reducción del déficit, para reforzar la
confianza en la economía española y para contribuir a la estabilidad
financiera de la zona euro. Suponen un volumen de reducción de
gasto que cumple con el compromiso adquirido: 15.000 millones
menos.
Son equitativas, pues pretenden repartir con justicia ese esfuerzo
nacional que hoy, como Presidente del Gobierno, pido a los
ciudadanos.
Hasta ahora, las personas que han perdido su empleo, y los
empresarios que han visto frustradas o reducidas sus aspiraciones
han pagado con creces su peaje en esta crisis. No es a ellos a los
que quepa demandar solidaridad, sino a la inversa, ofrecérsela.
Por último, las medidas son o pretenden ser eficientes, porque
contribuirán a sanear las arcas públicas afectando lo menos posible a
la inversión pública, para hace posible seguir conciliando la reducción
del déficit con la recuperación.
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Somos conscientes, no obstante, de que la reducción de la demanda
afectará transitoriamente al crecimiento. Por ello, el Gobierno estima
que el crecimiento el año que viene será unas décimas inferior al
previsto.
Por ello mismo, puedo asegurar que se mantendrán efectivas, y no
serán afectadas por este esfuerzo de reducción de gasto, las
acciones ya en marcha para impulsar la recuperación.
Me refiero a las medidas acordadas en el llamado proceso de
Zurbano, las incluidas en la Ley de Economía Sostenible, el Plan de
Participación público-privada para la inversión en infraestructuras, las
nuevas líneas de crédito del ICO, las reformas estructurales en
marcha.
Y me refiero también a tres procesos en marcha pero todavía
inconclusos:
El primero, el proceso de reforma laboral que se está negociando con
empresarios y sindicatos. Nos hemos comprometido a concluirlo en
el presente mes de mayo. A los interlocutores sociales les agradezco
su disposición y su esfuerzo de entendimiento que espero,
sinceramente, que concluya con éxito.
El segundo, la revisión del Pacto de Toledo que se lleva a cabo en
esta Cámara. Espero que, en no mucho tiempo, podamos acordar las
medidas que aseguren la estabilidad del sistema y la equidad de sus
prestaciones, incluidas las que aún están pendientes de las pactadas
con los interlocutores sociales en 2006.
El tercero, la reestructuración de nuestro sistema financiero, en
especial en lo que se refiere a las Cajas de Ahorro. Sobre ella, quiero
agradecer la disposición del Sr. Rajoy para acordar una acción
conjunta que la impulse definitivamente para poder dar por cerrado el
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proceso antes del 30 de junio y abordar, también en esa fecha, la
reforma consensuada de la LORCA.
Señorías,
Cuando concluyo mi intervención, soy consciente de que muchos
ciudadanos no entenderán que, precisamente cuando el Gobierno les
está anunciando que se ha iniciado ya la recuperación de nuestra
economía y estamos empezando a salir de la crisis, precisamente
ahora les pida más esfuerzo, les solicite más compromiso, les
anuncie sacrificios.
Es ahora cuando lo necesitamos.
Lo necesitamos para cumplir nuestros compromisos europeos.
Lo necesitamos para reforzar la confianza en nuestra economía, para
mantener entre nosotros a los inversores.
Lo necesitamos, sobre todo, para poder seguir fortaleciendo nuestro
sistema productivo y preservar nuestro estado de bienestar.
No es fácil, para un Gobierno, para cualquier Gobierno, dirigirse en
estos términos a sus conciudadanos.
Menos lo es, aún, para un Gobierno que se ha empeñado, durante
los años de bonanza, en dirigir lo mejor de sus esfuerzos a mejorar la
situación de la mayoría de los ciudadanos y, especialmente, de los
menos favorecidos.
Son los mismos que nada han tenido que ver con el origen, el
desarrollo y las fases de la crisis. Son, por el contrario, los que han
sufrido sus consecuencias. Y son, ahora, los que mayoritariamente
deben contribuir a los esfuerzos necesarios para corregir los efectos
de la crisis.
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Sois la columna que sujeta al país. Sois los que cargáis con su peso.
Los que garantizáis el presente y el futuro de nuestra sociedad, sus
posibilidades de crecimiento, de bienestar, de éxito. Los que
dependéis de vuestro propio trabajo, de vuestro afán emprendedor,
de las rentas públicas que os habéis ganado con los años.
También lo hago a los grupos políticos. A su responsabilidad, a su
esfuerzo, a su compromiso. Es una tarea en la que todos deberíamos
implicarnos. Nos lo exige el bienestar de toda la sociedad. A todos, a
todos, les pido colaboración. Es un proyecto nacional que a todos
nos concierne.
Nada justificaría que algunos se sintiesen ajenos a este esfuerzo
colectivo.
Tenemos la obligación de hacer cuanto esté en nuestras manos para
triunfar en este empeño.
La obligación es mayor, desde luego, para el Gobierno y muy
singularmente para quien lo preside.
Asumo mi responsabilidad y me comprometo con ella.
La situación es difícil y sería insensato ocultarlo. Pero puedo
asegurarles a todos que el Gobierno no desfallecerá y está seguro,
estamos convencidos, de que lograremos salir adelante.
Muchas gracias.
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