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CENTRO DE INFORMACION BANCARIA Y ECONOMICA
Mayo de 2009. No. 5
Boletín mensual para especialistas del sistema bancario nacional
TITULARES
 LA MENTALIDAD DEL CONSUMIDOR SE ADAPTA
 LAS REDES SOCIALES EMERGEN COMO HERRAMIENTAS DEL
MARKETING RELACIONAL
 MICROSOFT SURFACE DESTAPA UN NUEVO MUNDO DE INTERACCIÓN
 QUÉ ES Y QUÉ NO ES MARKETING
 GUÍA PARA ARMAR UN PLAN DE MARKETING
 MITOS Y REALIDADES
LA MENTALIDAD DEL CONSUMIDOR SE ADAPTA
Atención consumidores: están agotados los siguientes productos: "idea
de merecimiento", "consumo ostentoso" y una "era dorada de lujo". Por
lo menos es lo que dicen los profesores de Wharton y otros expertos,
que apuntan a una nueva lógica que está definiendo no solo lo que los
consumidores americanos compran, sino también cómo entienden la
experiencia de compra.
Aunque el consumidor acostumbre a retraerse durante la fase baja de cualquier ciclo
económico, la gravedad y las incertidumbres de la crisis actual tendrán mayores efectos
prolongados en sus actitudes que en crisis anteriores, observan los expertos. El consumidor,
dicen, acabará gastando de nuevo, pero sin el mismo ánimo proporcionado por el crédito fácil
de los frenéticos años 2000.
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"La Gran Depresión cambió el comportamiento del consumidor y sus actitudes durante toda
una generación", observa Wesley Hutchinson, profesor de Marketing de Wharton. "Es pronto
para saber si la crisis actual dejará la misma cicatriz psicológica, pero hay un precedente de un
gran cambio."
En los próximos 18 meses, prevé Hutchinson, el consumidor aprenderá a comportarse de
manera más frugal y no abandonará esa actitud, incluso, después de que se estabilice la
economía. "En cierto sentido, todo el mundo sabe ahora alguna cosa sobre los mercados
financieros y el uso abusivo del crédito personal: En esa materia, el consumidor americano
siempre ha mostrado ser un pésimo alumno. Teníamos el hábito de no prestar mucha atención
al coste del dinero prestado."
Stephen Hoch, profesor de Marketing de Wharton, cree que el consumidor trabaja ahora con
una nueva lógica. "Hasta recientemente, había una idea de merecimiento a la que las personas
se encariñaban", dice él. Se trataba de una idea construida sobre la creencia de que el
consumidor trabajaba duro y, por tanto, tenía el derecho de disfrutar de lo mejor para
compensar el tiempo y la energía que dedicaba a ganar dinero.
El consumidor que aprendió a comprar productos más caros en épocas de prosperidad, ahora
está aprendiendo a comprar productos más baratos, añade Hoch. Se han dado cuenta de que
estaban gastando dinero en productos y servicios caros, cuando había alternativas más baratas,
con poca pérdida real de calidad o satisfacción. Muchos consumidores lamentan tener tantos
gastos. Hoy, ellos están descubriendo un nuevo sentido de bienestar en esa actitud más
exigente. El valor de las cosas se convertirá en un elemento cada vez más importante. Las
personas van a percibir que esa es una actitud inteligente.
Las personas realmente han cambiado después de lo que ha sucedido. El consumidor ha
cortado drásticamente los gastos, no porque quisiera, sino porque las gestoras de tarjetas de
crédito y otras instituciones crediticias retiraron el aval que daban a la fiesta de consumo que
alimentó el colapso financiero actual. La interrupción de la expansión del crédito ha sido un
duro golpe para el consumidor, que se ha visto obligado a retroceder y a revaluar su actitud en
relación con los gastos que hacía.
En el futuro el consumidor va a aprender que es importante comprender el valor de los bienes
y servicios. Por ejemplo, hace cinco años los zapatos de marca se podían vender a 300 y hasta
a 500 dólares. Antes de la crisis económica, el consumidor enamorado de los zapatos –
impulsado por el crédito fácil y por una sensación de riqueza recién descubierta, procedente de
la revalorización del mercado bursátil y de los bienes inmuebles– llegó a pagar 800 y hasta
1.200 dólares por un par de zapatos.
¿Hubo un aumento del 100% en la proposición de valor? La respuesta es, probablemente,
“no”. Todo el mundo participó en un ciclo de consumo ostentoso. Todos querían lo más
nuevo, lo más moderno, lo mejor.
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Ahora esa "mentalidad insensata" ha desaparecido, y el consumidor quiere pagar solo por
cosas que necesita, o por productos de valor realmente extraordinario. Volvemos a una época
más simple; sin embargo, el péndulo va a parar en algún punto intermediario del recorrido.
Vamos a volver a un punto en el que compraremos nuevamente más de lo que estamos
comprando ahora. Con relación a los tiempos precrisis de gastos abusivos, esa época ya no
volverá, por lo menos, no de momento.
Según Paco Underhill, consultor especializado en el consumidor, la ciencia de comprar y la
reacción psicológica al derrumbe de las finanzas varían según la edad y la renta, aunque, de
modo general, el estado de ánimo del consumidor está claramente tocado. El nivel de
depresión es general.
Describe lo que para él serían tres segmentos de consumo actuales, divididos no por el nivel
de renta, sino por la seguridad que proporciona. Un grupo está constituido por aquellos que
perdieron el empleo y están en fase de declive. En el caso de la esposa de un banquero de Wall
Street, eso tal vez signifique suspender las visitas semanales a la peluquería y a la manicura,
mientras que para un trabajador de General Motors, que ha visto recortados sus beneficios,
tendrá una mayor dificultad para pagar la hipoteca de la casa. "Para ellos, se trata de un
acontecimiento traumático que no distingue entre clases económicas", dice Underhill.
Los que se encuentran en el segundo grupo no corren el riesgo inmediato de perder el empleo,
pero tienen amigos o parientes desempleados. Esos consumidores, dice Underhill, están
evitando gastar como medida preventiva. Ellos siguen gastando, pero ahora se sienten
orgullosos de comprar a precios más baratos.
Un tercer grupo prácticamente no se ha visto afectado por la crisis. Los individuos de ese
grupo ya han pagado sus hipotecas y, aunque su cartera de inversiones pueda que se haya
deteriorado fuertemente, aún cuentan con una buena protección. A pesar de eso, ese grupo
también decidió gastar menos, porque entregarse al consumo ostentoso no parece una buena
idea en un momento en que tanta gente pasa por dificultades. Pero, prosigue Underhill, los
individuos de ese grupo continúan viajando a lugares donde se sienten razonablemente
seguros de gastar sin llamar la atención.
El cambio de la psicología del consumidor también afecta a los diferentes grupos de edad, dice
Underhill. "Para la Generación Y (nacidos después de 1978), la crisis ha tenido un impacto
mayor que el 11 de septiembre. Este es el primer trauma financiero de sus vidas. Ellos
nacieron creyendo que el capital y los gastos eran ilimitados. Muchos se han quedado
aturdidos. No tienen ni idea de lo que es un presupuesto."
Para la Generación X –nacidos entre 1965 y 1977–, el gran problema es la devaluación de la
casa en propiedad. Quien compró casa alrededor de 1995 con financiación hipotecaria de largo
plazo, aún puede contar, probablemente, con un cierto montante, que es producto del valor del
inmueble, menos el valor de la hipoteca debida. “Pero si compró su casa en 2005, o la
intercambió por otra de mayor valor, su situación no es nada buena”, dice Underhill. Los baby
boomers (generación nacida en la posguerra) también se han visto sorprendidos por la caída
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del valor de sus casas. "Ellos se olvidaron de ahorrar, y creyeron que sus casas los salvarían".
Para esa generación, la idea de jubilación dejará de ser un período dorado de lujo; en vez de
eso, va a adquirir aires más modestos, con un estilo de vida semejante al de los años en los que
aún trabajaban.
Para lidiar psicológicamente con esos cambios se necesita una educación mejor y un proceso
de aprendizaje financiero, dice Underhill. "Es importante que las personas sepan que no
existen compras en la vida capaces de cambiar a alguien. Nada puede transformarlos en
alguien que no éramos antes de efectuar la compra."
Para Leonard Lodish, profesor de Marketing de Wharton, los americanos tal vez tengan fama
de apreciar mucho las cosas materiales, pero su deseo de consumo ya no es característico de
ellos, en comparación con cualquier otro ser humano. Los franceses, dice, acuñaron el término
"prestigio", mientras que los japoneses, y ahora los chinos, ostentan niveles explosivos de
consumo postindustrial.
No son los profesionales de marketing, dice Lodish, los que accionan el gatillo del
consumismo. Ellos simplemente reaccionan a un deseo que viene de dentro de las personas.
"Es muy difícil crear una necesidad innata. Eso es consecuencia de la interacción entre
sociedad, valores y normas de la cultura". (Tomado de http://www.misfinanzasenlinea.com)
(INICIO)
LAS REDES SOCIALES EMERGEN COMO HERRAMIENTAS DEL MARKETING
RELACIONAL
Las redes sociales pueden ser la base del futuro de la gestión de la
relación de las empresas y los clientes ya que constituyen un canal de
confianza para el marketing relacional, según plantea José Francisco
Rodríguez en un artículo para Call Center Magazine.
Esta tendencia a una red cada vez más personalizada, donde los usuarios controlan el flujo de
información y construyen su propia identidad, configura ambientes de confianza, donde el rol
de los internautas se asemeja cada vez más al de los prescriptores, debido al nivel de
implicación que genera Internet.
Para las empresas la presencia en las redes sociales les permite proyectar su identidad de
marca y establecer estrategias de fidelización, con el establecimiento de plataformas propias.
Además, las redes sociales constituyen un negocio, ya que permiten segmentar los datos y
contactar con los usuarios en un nivel de comunicación mucho más activo y con mucho más
retorno.
En este sentido, las redes sociales ofrecen nuevas formas de acercarse a las necesidades de los
clientes, para el desarrollo de futuras estrategias de administración basada en la relación con
los mismos (CRM, por sus siglas en inglés)
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Por ejemplo, permiten establecer nuevas tendencias mediante la investigación e identificación
de hábitos de consumo, acercarse a la opinión de los usuarios sobre servicios y productos, y
constituir un poderoso boca a boca.
En este nuevo entorno, el valor social del cliente aumenta y ya no se habla solo de los líderes
de opinión, ya que la capacidad de prescripción solo depende de las conexiones de un
individuo en una determinada plataforma.
Por esta razón, la emergencia de las redes sociales determina que el valor del cliente, según el
marketing tradicional, se expanda dependiendo de sus vínculos, y adquiera todavía más
importancia. (Tomado de http://www.marketingdirecto.com) (INICIO)
MICROSOFT SURFACE DESTAPA UN NUEVO MUNDO DE INTERACCIÓN
María Garaña, presidenta de Microsoft Ibérica, ha presentado en Madrid
la esperada plataforma multitáctil que tanto éxito ha tenido en los
EE.UU. desde su lanzamiento en mayo de 2007. Según la primera
ejecutiva, “Surface es el resultado de más de seis años de desarrollo,
cuyo objetivo es evolucionar la tecnología de las interfaces
tradicionales, rompiendo las barreras que existen entre el mundo físico y
el mundo digital”.
Surface, un desarrollo de hardware y software de 30 pulgadas, proporciona una experiencia
intuitiva totalmente nueva. La pantalla, un polímero diseñado por los laboratorios de
Microsoft, incluye cámaras/sensores subyacentes a la superficie que reconocen 52 áreas
diferentes simultáneamente. La superficie multiusuario proporciona un acceso directo a la
información, sin la necesidad de manuales o experiencia previa. Más allá de ser una pantalla
táctil, Surface es una plataforma inteligente.
Microsoft señala que es la evolución lógica de la interfaz gráfica de usuario (GUI). Conocido
como Natural User Interface, Surface es una plataforma multitarea que permite trabajar sin
teclados u otros periféricos como ratones. Su funcionamiento intuitivo es el resultado de
estudios antropológicos sobre los hábitos y costumbres de cómo trabaja la gente.
Por ejemplo, Surface reconoce objetos sobre la superficie, como un teléfono móvil, y muestra
su especificación técnica (memoria, conectividad, etc.). Si el usuario desea compartir
imágenes con otro móvil, solo necesita acercar un segundo móvil al primero.
Automáticamente, Surface copia las imágenes de un dispositivo al otro.
Actualmente, esta plataforma se utiliza en las industrias norteamericanas de ocio y
entretenimiento: videojuegos multiusuario y casinos; turismo, restauración y alojamiento:
reserva de billetes, facturación, etc.; el sector del automóvil: configuración de modelos;
servicios financieros: nuevos productos y servicios; sanidad: historial médico, consultas, etc.;
y retail: puntos de venta, modas, etcétera.
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En España, Garaña comenta que Microsoft está trabajando con su ecosistema de partners
como Telefónica, Avanade y T-Systems para desarrollar aplicaciones prácticas. Globalmente,
más de 120 partners en 11 países están ideando nuevas aplicaciones para Surface, uno de los
lanzamientos de la temporada. (Tomado de http://www.techweek.es) (INICIO)
QUÉ ES Y QUÉ NO ES MARKETING
(Antonio Lamadrid)
La verdad es que sobre física teórica,
neurocirugía, ingeniería financiera o mecánica
cuántica, todos los que somos legos en la
materia no solo no estamos bien documentados, sino que ni siquiera hablamos de estas
materias de las que somos conscientes de que desconocemos todo o casi todo. Ahora bien,
sobre el marketing, todos emitimos nuestra opinión, sea o no formada o debidamente fundada.
Marketing no es solo publicidad, comunicación, anuncios... El marketing es una técnica de
gestión empresarial; una técnica compleja, claramente definida, con su metodología y sus
procesos de aplicación específicos. La punta del iceberg es lo que vemos en la televisión o en
la prensa o en una valla, pero todo lo que hay detrás es lo que define el éxito o el fracaso de
una acción de marketing.
Llevar a cabo una buena práctica en marketing está por encima de lo que “plásticamente”'
vemos en los medios. El marketing es una estrategia, un modo de entender cualquier actividad
que pretenda satisfacer a unos clientes potenciales o reales, ofreciendo aquello que necesitan
en un momento determinado. Podemos hablar de marketing de productos de gran consumo, de
servicios o político. En todos los casos, un buen marketing implica el éxito del lanzamiento de
un nuevo producto, de la eficacia de un establecimiento comercial o de la efectividad de una
campaña política. Años atrás un sabio profesor me decía: «Antonio, el marketing es sentido
común, nada más». Y sabido es que este suele ser el menos común de los sentidos.
Personalmente me duele cuando muchas empresas e instituciones llevan a cabo acciones de
marketing sin que haya detrás una estrategia, una delimitación clara de los objetivos que se
pretenden conseguir. Como todos “sabemos”' de marketing, no dejamos que nadie nos ayude a
diseñar la mejor estrategia y la efectividad, y los dineros se nos van por el desagüe de la
ineficacia.
Todos, grandes y pequeñas empresas, podemos hacer buen marketing, pero trabajando mucho
más la parte no visible, la estratégica, que la que vemos en los medios de comunicación. Lo
uno sin lo otro no tiene sentido. (Tomado de http://www.eldiariomontanes.es) (INICIO)
GUÍA PARA ARMAR UN PLAN DE MARKETING
Marketing no es posible sin planificación, pero ¿qué es un plan de
marketing? Es un proceso de coordinación de equipos, recursos y
materiales para llegar al cliente, pero también debe generar ganancias,
posición de mercado e imagen.
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En un reciente trabajo, plan de marketing, el brasileño Vicente Ambrosio –profesor de la
materia en la universidad Cándido Mendes y en la Fundação Getúlio Vargas-, pone como
ejemplo el lanzamiento de un champú. La gerencia de producto coordina la elaboración del
plan comercial, un director o gerente de marketing lo aprueba (o lo retoca), el departamento de
compras adquiere insumos y componentes a varios proveedores, una planta fabrica el champú,
el equipo de ventas entra en escena, una agencia –o un equipo propio– hace la campaña de la
marca, se distribuye el producto final, el gobierno cobra impuestos, el departamento financiero
mide resultados, la dirección evalúa el desempeño del champú y, finalmente, el consumidor
(objeto central del proceso) obtiene del producto los resultados que esperaba.
En síntesis, se trata de una cadena de valor agregado. En este caso, el proceso
microeconómico tiene un efecto macro (la recaudación tributaria) y uno psicológico, la
satisfacción del cliente.
Como es obvio, ese proceso involucra una larga serie de detalles, por lo cual su planeamiento
es la tarea esencial del marketing. Precisamente, los detalles hacen la diferencia que lleva un
producto o servicio al éxito (o no) y requieren del profesional saber exactamente qué va a
hacer, dominar el proceso, reducir incertidumbres y riesgos, sobre todo en costos e
inversiones.
La combinación de mercados globalizados y cambios o innovaciones que se suceden
velozmente acentúan presiones y exigencias, sobre todo en cuanto a calidad y precios, temas
donde planificar equivale a sobrevivir.
Según el planteamiento del autor, “planificar es reflexionar sobre la realidad. Luego, el plan es
una guía, el carril central del camino que lleva al objetivo”. Pero, al revés de la realidad, esa
ruta casi nunca va derecho: Aparecen con frecuencia obstáculos repentinos, que solo pueden
sortearse manteniendo las referencias centrales del programa y, por supuesto, la meta. En este
sentido, un buen plan permite reacciones rápidas, precisas.
No obstante, la capacidad de respuesta no excluye la planificación formal, salvo en acciones
de negocios autónomas o incidentales; es decir, ajenas a un programa. Este factor, ligado a la
creatividad, era tan común antes como raro ahora, porque la complejidad de los mercados –en
lo horizontal y en lo vertical– ya casi no deja espacio para aventuras. Por tanto, el marketing
actual se asemeja a la publicidad tradicional: 1% de inspiración, 99% de transpiración.
La creatividad –sostiene Ambrosio- genera golpes de suerte por identificación de
oportunidades súbitas. Pero, después, es fundamental transpirar elaborando un buen plan de
marketing.
Un aspecto clave es la integración. El responsable de marketing maneja gran volumen de
información, datos y detalles; debe combinar ideas con procedimientos y asegurarse de que
todas las variables sean tenidas en cuenta. Además, están involucradas muchas personas y
áreas de la empresa, ya que los planes tienen mejor efecto si se hacen en equipo.
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La comercialización integrada arranca primero en el Departamento de Marketing, que articula
los grupos de ventas, publicidad, producto y mediciones de mercado. En otro plano, el
marketing integrado implica coordinación de departamentos como finanzas, planta, recursos
humanos y tecnología. Existen, al respecto, tres niveles básicos de planificación: estratégico,
táctico y operativo.
El planeamiento estratégico consiste en definir objetivos generales, estrategias para lograrlos y
fuentes de recursos. Esto entraña aspectos globales, amplios, de largo plazo, que conducen a
planes estratégicos específicos –entre ellos, los de marketing–, subordinados al marco
corporativo global.
A su vez, el plan táctico abarca una unidad, departamento o división, y su encargado interpreta
el planeamiento estratégico a la luz del mercado y la coyuntura. Por eso los planes tácticos se
traducen en cosas concretas (marketing, finanzas, producción, recursos humanos, etc.),
generalmente a mediano plazo.
El corto plazo es dominio del planeamiento operativo. Este deriva del plan táctico, a su vez
expresión concreta del plan estratégico. Lo operativo hace, entonces, a procedimientos,
presupuestos, programas y normas.
Estos tres niveles se revelan en el desarrollo de productos nuevos y sus dos exigencias
fundamentales: disciplina y perspicacia. La primera, porque es preciso seguir un flujo de
actividades muy relacionadas entre sí. Perspicacia porque, en el proceso, abundan las trampas
donde puede caer un profesional distraído.
La alta tasa de mortalidad entre nuevos productos en Estados Unidos y la Unión Europea es un
indicio que deben tener presente los marketineros en mercados menos maduros –por ejemplo,
el latinoamericano– para limitar riesgos mediante planes detallados. Por su parte, éstos han de
desenvolverse en ocho fases ineludibles: generación de ideas, selección, desarrollo y
evaluación de conceptos, estrategia, análisis comercial, desarrollo de producto, pruebas de
mercado y comercialización propiamente dicha.
Sin embargo, un plan de marketing integral y al detalle tiene que contener no solo aspectos
estratégicos, tácticos y operacionales, sino un cuarto factor decisivo: empatía con el
consumidor, o sea el cliente. Sin ella, puede haber planes impecables, pero sin capacidad real
de marcar diferencias.
Desde ya, existen varios modelos de plan estratégico. Entre los más adecuados, Vicente
Ambrosio escoge uno en diez etapas:
1. Definición del negocio: Se establecen propósitos, segmento o rama de mercado donde la
empresa actúa o va a actuar, productos o servicios y necesidades del cliente.
2. Análisis externo: Consiste en la recopilación de datos y evaluación de factores
ambientales, o sea, del entorno.
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3. Análisis interno: Todos los involucrados en el proceso profundizan su conocimiento de la
empresa y el sistema.
4. Escenario: Es la previsión de evolución de factores que influyen o pueden influir en el
desempeño de la compañía.
5. Valores éticos de la empresa: Incluyen confianza, imagen corporativa e imagen de marca.
6. Misión: esto hace la razón de existencia y las funciones de la compañía, sus ganancias y
las expectativas de los accionistas. La misión define dónde y cómo se espera obtener
beneficios.
7. Visión: Esta etapa establece cómo prever el futuro en la forma más precisa posible.
8. Objetivos: Aquí se seleccionan determinados fines y situaciones que la empresa pretende
alcanzar y si exhibe condiciones razonables para cumplir su misión. Es la respuesta a una
pregunta clave: ¿Qué hacer?
9. Estrategias: En esta etapa se responde a otra pregunta decisiva: ¿Cómo hacerlo?. Las
estrategias existen, naturalmente, asociadas a objetivos, y muestran cómo la organización
pondrá en juego sus recursos para lograrlos.
10. Metas: Si los objetivos pertenecen al orden estratégico, las metas forman parte del orden
táctico, es decir, al campo de la ejecución, posible también de programarse estipulando qué
resultados se buscan, cuándo deben conseguirse y por quiénes. (Tomado de
http://www.mercado.com.ar) (INICIO)
MITOS Y REALIDADES
(Por Víctor Alvargonzález Jorissen, experto en Fondos y consejero delegado de PROFIM)
Los mitos, las leyendas, las ideas preconcebidas, las campañas de
publicidad, el marketing…. son algunos de los aspectos que nos impiden
ver las cosas como realmente son. Ya lo dijo alguien: La mejor forma de
que todo el mundo se crea una mentira es repetirla constantemente. Escribí
en su día artículos contra aquel “karma” que recitaban muchos inversores
de que “el ladrillo nunca baja”.
Me he rebelado contra atentados contra el sentido común como la previsión de petróleo a 200
dólares ¡a las puertas de una recesión!, o contra la “evidente inmunidad” de bancos y cajas
españoles ante la crisis. Así que ya va siendo hora de que, en un momento cómo el actual, en
el que la seguridad y la liquidez priman sobre cualquier otra cuestión en las preferencias de los
ahorradores, pongamos en su sitio el mito de que “lo más seguro son las cuentas corrientes y
los depósitos de bancos y cajas. En cambio, los fondos de inversión no lo son tanto”.
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Admitiendo que –salvo que se hunda el sistema– hasta 100.000 euros la seguridad de cuentas
y depósitos es total), aun así conviene recordar que acabar en el fondo de garantía de depósitos
no es ningún chollo.
Puede pasar bastante tiempo hasta que recuperemos nuestro dinero. Las cosas de palacio van
despacio y la administración no se caracteriza por su rapidez operativa. Y olvídese de los
intereses. El Estado cubre el principal, no los intereses que le prometió la entidad quebrada. Y
luego queda el pequeño detalle de las cuantías que superen los 100.000 euros.
Pero una vez admitida la seguridad de cuentas y depósitos (hasta 100.000 euros), seamos
justos también con los fondos; no es cierto que sean menos seguros que cuentas y depósitos.
De hecho lo son más, entre otras cosas, porque no hay límite de importe asegurado.
Evidentemente, muchos fondos pueden perder valor, simplemente porque invierten en activos
que suben y bajan, como pueden ser las acciones, el oro o, incluso, los bonos del Estado a
largo plazo.
Pero nunca serán victimas de la insolvencia de una entidad financiera. El patrimonio de los
fondos es independiente del activo o el pasivo de un banco o caja. Es intocable. En caso de
quiebra de una entidad financiera, al igual que no puede hacer frente a sus acreedores con las
acciones que tengan depositadas los titulares en la entidad, tampoco puede tocar el patrimonio
de los fondos. Ni un solo euro.
En la búsqueda de la seguridad total, tenemos que descartar los fondos que invierten en
mercados volátiles, y no porque nuestros ahorros se vayan a esfumar en una quiebra bancaria
–que no lo van a hacer–, sino porque pueden perder valor como consecuencia de la evolución
del mercado. Ahora bien, sí hay un producto financiero 100% seguro y, como veremos más
adelante, 100% líquido: los fondos de inversión que invierten en deuda pública de cortomediano plazo, emitida por los países más solventes de la economía mundial (Alemania,
Francia, Suiza, EE.UU., etcétera).
Como verán, he matizado que la seguridad máxima está en los fondos de deuda pública de alta
calidad de corto-mediano plazo. Ciertamente, en plazos más largos la solvencia también es
total, pero puede haber oscilaciones en la valoración. Los bonos del Estado cotizan en los
mercados y, por lo tanto, su valoración es susceptible de cambios.
Por el contrario, los plazos cortos (letras y bonos a menos de tres años) también cotizan y su
valoración oscila, pero en mucha menor medida. Además, su valor siempre se equilibra al
cabo de cierto tiempo (entre uno y dos años, en el peor de los casos). A mediano plazo, nada
ni nadie nos puede impedir recuperar lo invertido.
Y ya que estamos rompiendo mitos y sustituyéndolos por realidades, nada como acabar este
artículo cargándonos otro: el de la posible falta de liquidez de los fondos. Resulta que un
fondo que invierte en puro ladrillo se ve obligado a bloquear reembolsos, entonces todos los
fondos pueden tener problemas de liquidez. Y si un fondo que invierte en deuda pública de
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países emergentes alarga durante unos días el plazo de reembolso, ya parece que a todos les va
a pasar lo mismo.
Como si vender todos los inmuebles de un fondo inmobiliario o deuda de Sri Lanka, fuera lo
mismo que vender bonos del Estado francés, o de la confederación helvética. Pues no es así.
Los mercados de bonos de máxima calidad, junto con los de las principales divisas, son los
más líquidos del mundo. Jamás ha dejado de poder venderse cualquier importe que se quisiera
poner en venta, por grande que fuera.
La forma más segura de tener nuestro dinero es un fondo de inversión (y el de pensiones, por
cierto) que invierta en deuda pública de corto y mediano plazo, emitida por las economías más
solventes del planeta. Y si alguna vez un país como, por ejemplo, Suiza, dejara de pagar su
deuda pública, significaría que habríamos vuelto a la Edad Media financiera y, si así fuera, les
garantizo una cosa: los fondos a los que hago alusión serían los últimos en caer. Y
probablemente ya daría igual, porque habríamos vuelto al trueque, y en ese “escenario” el
papel tendría muy poco valor. Ningún tipo de papel, billetes incluidos. (Tomado de
http://abc.finanzas.com) (INICIO)
Elaboración y diseño: Carmen Alling García
Fuente: Internet.
Centro de Información Bancaria y Económica (CIBE). Email: [email protected]
WWW: http://www.bc.gov.cu
Teléfono: 862-83-18
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