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PAULITA SE PREPARA PARA NAVIDAD
Narrador: Había una vez, una niña como Uds, un apóstol de María, que "en la confianza de la venida del Niño
Dios, preparaba su corazón con alegría"... Sí, todos los años, cuando se acercaba la fiesta de la Navidad, a
Paulita le pasaba algo, pero miren, mejor voy a invitar a su mamá para que nos cuente bien...
Señora Rosa, ¿dónde esta?... ¡uy, quizás está en la cocina haciendo las ricas galletas para Navidad! ¡Señora
Rosa!
Mamá: Si hermanita, aquí vengo, es que tenía que mirar las galletas antes de venir, pero están muy bien en el
horno.
Narrador: Si, me imagine que ahí estaba... Mire, señora Rosa, perdone que la moleste, lo que pasa es que aquí
hay muchas apóstoles de María como su hija, y quiero que les contemos un poco de Paulita.
Mamá: ¡Claro!, ¡qué bonito ver a tanta niñita linda junta!, qué bueno que hayan venido... a Paulita también le
gusta mucho ser Apóstol de María ...
Narrador: Sabe, yo les estaba contando a las niñas el sentido del Adviento y lo importante que es este
tiempo para preparar el corazón para recibir al Niño Jesús y por eso que me gustaría que juntas les
contemos la historia de Paulita...
Mamá: Ah! claro, mire, justo ahora en Adviento la cosa va mejor... Bueno mis queridas niñas, les cuento. Mi
Paulita es una niña muy inquieta y revoltosa, le gusta jugar con sus juguetes y a veces no hay quien la pare...
pero cuatro semanas antes de Navidad, Paulita dice adiós a sus juguetes, y no sólo eso, también se
transforma en una niñita tan obediente que me encanta... El único problema es que con la llegada del año
nuevo vuelve a ser la niña de siempre, aaah (suspira)...
Narrador: ¿Quieren saber cuál era el secreto de Paulita? Yo se los voy a contar...
Cuando Paulita tenía 5 años, su abuelita le contó que el Niño Jesús había nacido tan pobre que no tenía como
los otros niños, una cunita calentita...
Abuelita: Sí Paulita, el Niño Jesús nació en un pobre portal... era invierno hacia mucho frío y no tenía ni
colchoncito, ni abrigo... nada...
Paulita: Abuelita, eso me da mucha pena... ¡Pobre Niño Jesús!
Abuelita: Paulita, ¿te gustaría ofrecerle una camita blanda a Jesús y sabanitas?
Paulita: !Claro que sí abuelita!, pero ¿cómo puedo hacerlo?
Abuelita: Mira, escúchame con atención, te voy a regalar un secreto que te va hacer muy feliz. Cada
sacrificio que hagas será una pajita para la almohada y para el colchoncito de Jesús y cada oración será una
hebra de hilo para las sabanitas... Faltan cuatro semanas para que Jesús nazca, y en este tiempo de Adviento
todavía tu puedes prepararle una camita blanda y calentita a Jesús.
Paulita: Abuelita, eso me gusta mucho, voy a hacer todo lo que puedo para que Jesús este bien, calentito y
en una cunita blandita. !Gracias abuelita, muchas gracias, te quiero tanto!
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Abuelita: Si, nietecita, yo también. Y ¡no lo olvides! Tú puedes hacer de tu corazón una cunita blandita y
calentita para Jesús...
Narrador: Ese era el gran secreto de Paulita... lo guardó en su corazón y aunque después su abuelita se fue al
cielo, ella sabía que desde allá en cada adviento le ayudaba a preparar la cunita para Jesús.
Cuando la mamá colocaba la Corona de Adviento en el comedor y encendía la primera de las cuatro velas,
Paulita comenzaba a juntar plumitas y a fabricar hilos para la camita del Niño Jesús. Cada noche, antes de
acostarse, se ponía su Manto de María y le ofrecía sus plumitas al Niño Jesús, rezaba la Pequeña
Consagración; se persignaba y a la cama.
Cada cosa la ofrecía por amor al Niño Jesús... Ayudaba en la casa, barría, dejaba su pieza ordenada, no veía
teleseries, hacía sus tareas... y muchas cosas más...
Paulita: (Llegando del colegio) Uf, que calor, qué ganas de tomarme una bebida heladita, voy al refrigerador
al tiro... uy, no, mejor tomo agua de la llave y así junto más plumitas... necesito muchas para mi Niño Dios.
- !Rin rin! (La llama por teléfono una amiga)
- Hola, ¿cómo estás?...si... ¿ir a estudiar a tu casa? ¡ya, me encantaría! ¿a qué hora? ¿A las 8?
- (Pensando) Es la hora de la teleserie ... qué horror.
- Espera un poco...
- (Pensando) No... tengo que ir, a la Paty no le va bien en este ramo y necesita mi ayuda... además no voy a
verla teleserie , aunque me cuesta, porque sólo así puedo juntar plumitas para el colchón... Jesús debe estar
bien en mi corazón!
- !Ya Paty, si voy, le voy a decir a la Mamá que me lleve, espérame! Chao!
Narrador: ¿Se dan cuenta? Paulita aprovechaba todo para ofrecerlo a Jesús, y muchas cosas le costaban...
un día en el colegio durante un juego, una de sus compañeras le dio un fuerte pelotazo en la espalda... y
cuando estaba a punto de pagar con la misma moneda, oyó en su interior una vocecita que le decía:
Voz: !No le tires la pelota a tu compañera, soporta el dolor por mí. Haz un sacrificio!
Narrador: Y Paulita pensó en su interior.
Paulita: Sí, Jesús, sí, éstas son plumitas para tu colchoncito.
Narrador: Paulita no le tiró la pelota y así guardó en su corazón una pajita para el colchón de Jesús. Esa
misma tarde cuando su madrina le dio un chocolate, ella sabía que ese chocolate tenía que ser cambiado por
una plumita.
Paulita: Tengo este chocolate que tanto me gusta, pero le daré una alegría a mi hermanito, se lo regalaré sin
que él sepa... sí, esto lo va alegrar mucho y será una nueva plumita para la cunita de Jesús!
Narrador: Al día siguiente, cuando su mamá estaba lavando ropa ella la ayudó.
Paulita: !Mamita!, no lleves sola el canasto, yo te ayudo.
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Mamá: !Muchas gracias Paulita! (Pensando) Mi Paulita es tan servicial y alegre...
Narrador: Sí, Paulita era un Apóstol de María, por eso se esforzaba en servir siempre con alegría, sobre
todo en este tiempo de Adviento, pues su secreto era juntar más y más plumitas para el Niño Jesús. Así
pasó la primera semana de Adviento, la segunda y la tercera... una tras otra se encendían las velitas en la
corona... y Paulita contaba sus plumitas...
Paulita: Ya son tres semanas, ¿cuántas plumitas tendré? Aquí tengo anotadas todas las cosas... Voy a
contarlas! 1,2, .....24, 25.... 33, 34... 39! Tengo 39! ¿bastarán? ¿Cómo saber si 39 plumitas son suficientes
para un colchoncito blandito? !Ah ya sé! voy a sacar del colchoncito de la muñeca de mi hermana, ella no se
enojará, además voy a dejar todo en orden...
Narrador: Así fue como se fue al sótano con el colchoncito a contar sus plumitas... abrió con mucho cuidado
la costura y las fue sacando una a una...
Paulita: !No puede ser! 39 plumitas se hacen nada! !Esto no es ni la mitad de lo que necesito! Y falta tan poco
para que llegue Jesús a mi corazón... (suspiro) Pero no importa, no me desanimaré, guardaré estas pajitas
nuevamente para devolver este colchoncito y lo único que haré será juntar más y más plumitas... Ofreceré
TODO, todo lo que me pase al Niño Jesús... !Necesito más plumitas, o si no, el Niño Jesús no estará
calentito en mi corazón!
Narrador: Entonces Paulita se esforzó mucho para juntar y juntar más plumitas... vivía atenta para no perder
ninguna ocasión de hacer un sacrificio... Fue la más amable de sus compañeras, la más servicial, especialmente
frente a aquéllas que no le caían bien, hacía con gusto y concentración sus tareas, se portaba bien en su casa,
no le contestaba gritando a la mamá... y muchas cosas más. ¿Comprenden ahora por qué en cada Adviento
Paulita deja de lado sus juguetes? Su tesoro secreto crecía siempre más. Y no sólo juntaba pajitas, sino
también hebras de hilo para que Jesús tuviera sus sabanitas... cada oración era una hebra... Paulita rezaba en
la mañana y en la noche y cuando miraba algún cuadro de la Mater, la saludaba a Ella y a Jesús y así juntaba
una y otra hebrita más...
Finalmente llegó Navidad, la hermosa Nochebuena.. Paulita se arrodilló muy cerca del Pesebre y conversó
tiernamente con el Niño Jesús...
Paulita: Mi querido Niño Jesús... aquí en el pesebre estás recostado sobre paja, pero en mi corazón hay
muchas pajitas en un colchón para que estés muy bien y blandito... tengo dos sabanitas para taparte...
Tú sabes que este año me esforzado más que otros en prepararte la cunita. Porque ahora soy tu apóstol de
María.
Es la primera vez que naces en mi corazón desde que tengo mi manto de apóstol de María! Esto hace que
esta Navidad sea especial y distinta, pues la Mater me ha cubierto con su manto para que yo te pueda amar
cada día más a ti, mi querido Niño Jesús. Te pido que también pronto, todas las apóstoles que aquí están
puedan recibir su manto, así te hagan una cunita con El. En la confianza de tu venida, yo he preparado mi
corazón para ti con alegría.... Ven Niño Jesús, ven a nacer en mi corazón y en el corazón de cada Apóstol de
María.
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